Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, en esta noche, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios, y ver así el tiempo en que nos encontramos en estos días en los cuales estamos viviendo.
Para eso quiero ver el tema que tenemos para esta ocasión, lo tenemos aquí: “EL MISTERIO DEL CABALLO BLANCO”.
Para poder comprender de qué caballo blanco hemos de estar hablando, buscamos en nuestras Biblias, en el capítulo 19 del libro del Apocalipsis, para ver de qué hemos de hablar conforme a la publicación del periódico que fue hecha en el día de ayer, sábado.
Vamos a ver Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, donde nos dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios.
Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Aquí tenemos, en este pasaje, la Segunda Venida de Cristo en un caballo blanco como la nieve.
En esta ocasión estaremos viendo estas preguntas que tenemos formuladas aquí en el periódico:
1. ¿Qué significa ese caballo blanco?
2. ¿Cuándo se verá el Cielo abierto para conocer ese misterio?
3. ¿Quién es el que monta ese caballo?
4. ¿Contra quién es que juzga y pelea?
5. ¿A quiénes representa ese ejército que lo siguen también en caballos blancos, según Apocalipsis 19, verso 14?
6. ¿Qué relación hay con el caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 6?
Les dije que esta Escritura es la profecía de la Segunda Venida de Cristo, una de las profecías de la Segunda Venida de Cristo.
La Segunda Venida de Cristo ha sido un misterio para el cristianismo, así como la Venida de Cristo, la Venida del Mesías, ha sido también un misterio para el pueblo hebreo. Pues Dios cumplió la Primera Venida de Cristo en medio del pueblo hebreo, y el pueblo hebreo ni siquiera se dio cuenta del cumplimiento de la Primera Venida de Cristo. Y tenían la Escritura, tenían el Antiguo Testamento; y el Antiguo Testamento habla de la Venida del Mesías; y cuando habla de la Venida del Mesías, habla de la Primera Venida de Cristo y de la Segunda Venida de Cristo.
Encontramos que con relación a la Primera Venida de Cristo habló que vendría por medio de una mujer virgen, a través de la cual nacería el Mesías; y que sería de la descendencia del rey David, y que nacería en Belén de Judea.
Ahora, miren toda la información que Dios había dado acerca de la Primera Venida del Mesías; y que sería en medio del pueblo hebreo; y, por consiguiente, sería cumplida la Primera Venida del Mesías en uno nacido en la tierra de Israel, y por nacimiento sería (¿qué?) un hebreo, un judío.
Ahora, miren toda la información que tenía el pueblo hebreo y que tenían los doctores en divinidad, en teología, de aquel tiempo, con relación a la Primera Venida del Mesías; y más aún, estaba prometido que el Mesías tendría Su ministerio en la semana número setenta de la profecía de Daniel, y que a la mitad de esa semana se le quitaría la vida al Mesías1.
Por lo tanto, ellos sumando y sacando los números, podían llegar hasta la semana número setenta, y a la mitad de esa semana colocar una rayita y decir: “Hasta aquí tendremos al Mesías entre nosotros. Ahora, ¿cuándo será que nacerá? Y sabemos que será en Belén de Judea, y sabemos que será por medio de una descendiente del rey David, pero ¿en qué año nacerá?”.
Tenían que estar pendientes a las señales en el cielo; porque en la Escritura decía que saldría de Israel una Estrella2. Esa era la señal de la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo.
Y cuando esa señal apareció, y fue vista esa Estrella, unos magos que estaban viviendo en Babilonia, allá en el este, vieron esa señal en el cielo (pues ellos estudiaban los cielos); y ellos salieron hacia la tierra de Israel para buscar al Mesías, porque ya estaba en la Tierra; porque ya la señal del Mesías, la señal de la Venida del Hijo del Hombre en medio del pueblo hebreo, estaba en el cielo.
Llegaron a Jerusalén preguntando por el Mesías. Dijeron, en San Mateo, capítulo 3… veamos lo que ahí ocurrió cuando llegaron estos magos a la tierra de Israel. Capítulo 2, versos 1 en adelante, dice:
“Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos,
diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”.
Miren ¡qué vergüenza!, que vienen unos magos de tan lejos, estudiosos de los cielos, y ven la señal del Hijo del Hombre para Su Primera Venida en el cielo, y cuando llegan a Jerusalén, ni el rey sabía nada de la Venida del Mesías, no sabían nada del nacimiento del Mesías; la religión hebrea (que estaba esperando al Mesías) tampoco sabía nada; los religiosos de aquel tiempo, los líderes, comenzando con el sumo sacerdote, no sabían nada tampoco del nacimiento del Mesías. Y lo tenían todo prometido en la Escritura; pero, por causa de sus interpretaciones, ellos fallaron en ver la señal del Hijo del Hombre en el cielo.
Quizás pensaron, si la vieron, si estaban buscando la señal en el cielo, si la vieron: “Bueno, eso es una luz ahí, o una estrella, que puede haber salido en otros años; y no la habíamos visto, porque no habíamos mirado hacia arriba, pero de seguro ahí estaba”.
Pero ahora, vean ustedes, unos magos que están por allá por el este, ven esa señal en el cielo y saben que el Mesías ya había nacido en la Tierra; porque la señal ya estaba ¿dónde? En el cielo apareciendo. Cuando llegan a Jerusalén, ya hacía dos años que la Estrella estaba apareciendo.
Con la señal del Hijo del Hombre en el cielo para Su Primera Venida, por dos años, y aquellos grandes sabios y entendidos en asuntos religiosos ni sabían que el Mesías ya estaba en la Tierra.
¿Y para qué habían estudiado tanto? Para tener un título ahí muy bonito: “Doctor en teología”, “Doctor en divinidad”; pero ¡no sabían nada acerca de la Venida del Mesías! Tenían allí un título que los identificaba como a ignorantes en cuanto al cumplimiento de la Primera Venida del Mesías. Dios escondió de los sabios y entendidos la Primera Venida del Mesías.
Y la pregunta es: ¿Esconderá nuevamente de los sabios y entendidos la segunda parte de la Venida del Mesías?, ¿la Segunda Venida de Cristo? Si la esconde, de nada les servirá los doctorados en teología que puedan tener los grandes sabios religiosos de este mundo; porque sucederá igual que como sucedió con los grandes sabios y entendidos, doctores en teología, en divinidad, del pueblo hebreo, dos mil años atrás.
Ahora, vean ustedes:
“… el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él”.
Toda Jerusalén, ¿por qué? Porque si el Mesías ya estaba en la Tierra, ¿por qué el sumo sacerdote y los sacerdotes de aquel tiempo no le habían anunciado al pueblo, que ya la Primera Venida de Cristo, la Venida del Mesías, ya estaba cumplida? Se alborotó toda la ciudad.
Y el rey Herodes, que era el más interesado que estaba en la Venida del Mesías… no porque amaba Su Venida, sino porque no quería que otro rey apareciera en la escena; y quería saber el cumplimiento de la Venida del Mesías ¿para qué? Para matar al Mesías estando todavía un niñito.
Miren qué corazón tenía el rey, el líder político de aquel tiempo, que gobernaba al pueblo hebreo; aunque no era él un hebreo, pero había sido colocado allí por el César.
Y ahora, vean ustedes, se turbó toda Jerusalén con el rey.
“Y convocados todos los principales sacerdotes…”.
O sea, el sumo sacerdote, y los sumos sacerdotes que todavía estaban viviendo (aunque no estaban ejerciendo el sacerdocio), y los miembros del Concilio de la religión hebrea, que eran los miembros del Concilio del Sanedrín (que eran setenta sabios, setenta hombres importantes, hombres sabios en asuntos religiosos, con sus doctorados en teología, doctores en divinidad), y los principales sacerdotes de la religión hebrea: se reunieron, porque el rey Herodes los convocó a una reunión para saber dónde el Mesías tenía que nacer.
“Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.
Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta (¿Por qué profeta? Por el profeta Miqueas, en el capítulo 5 y verso 2):
Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel”.
Vean, esa es una profecía de la Primera Venida de Cristo para ser cumplida en medio del pueblo hebreo, en la ciudad de David, en Belén de Judea.
“Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;
y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore”.
Pero esa no era la intención del rey. Era para ir a matar al niño Jesús, el cual había nacido, conforme a la profecía de Miqueas, en Belén de Judea; porque María era una descendiente del rey David, y José era un descendiente también del rey David3.
Y por cuanto el rey había ordenado que se hiciera un censo, cada persona tenía que ir a la ciudad a la cual pertenecía, y a la tribu a la cual pertenecía, para allí registrarse en ese censo.
Y por cuanto José y María pertenecían a la tribu de Judá, y eran descendientes del rey David, y el rey David había nacido en Belén de Judea, porque de allí era Isaí; tenían que ir a ese lugar, a esa ciudad, para ser registrados en el censo que se estaba llevando a cabo. Pero le llegó el tiempo de dar a luz, y dio a luz en Belén de Judea, para que se cumpliera la profecía que tenía que nacer en Belén de Judea.
Y ahora, miren cómo todas las cosas obran para bien, para que en el Programa Divino se cumplan las profecías que corresponden a cada tiempo.
Y ahora, vean cómo ese censo obró para bien, porque de otra forma José y María no hubieran ido a Belén de Judea. ¿Por qué? Porque una mujer embarazada, con nueve meses de embarazo, que está a punto de dar a luz, no va a dar un viaje de una ciudad a otra ciudad a pie o en burro; a caballo era difícil, porque los caballos los usaban las personas que tenían dinero.
Ahora, miren ustedes, José y María vivían en Nazaret, y Nazaret se encuentra por esta área de acá arriba; y Belén de Judea se encuentra acá abajo. Así que tuvieron que viajar desde acá arriba, bajar acá a Belén de Judea. Con una mujer embarazada con nueve meses ¿qué hombre va a dar un viaje así? Pero por cuanto era obligatorio el censo, tenían que ir.
Y algunas veces hay personas que tienen que ir… para que se cumpla la Escritura, tienen que ir al lugar correcto; algunas veces van porque entienden que tienen que ir y debe cumplirse ahí la Escritura; y otras veces van porque no les queda otro remedio; de otra forma no irían, por causa de las circunstancias que les rodean, y que normalmente en esas circunstancias no pueden ir. Pero cuando la cosa es obligatoria, van porque van, y se cumple la Escritura que tenía que cumplirse allí.
Miren, por ejemplo, cuando Jesús estaba predicando y tomaron a Juan el Bautista preso, Jesús se fue de esa área y se fue a Zabulón y Neftalí; y vean ustedes, todos quizás dijeron: “Jesús se fue huyendo; como ya tomaron a Juan preso, ahora iban a buscar a Jesús para meterlo preso”. Y… Miren ustedes, capítulo 4, verso 12 en adelante de San Mateo, dice:
“Cuando Jesús oyó que Juan estaba preso, volvió a Galilea;
y dejando a Nazaret, vino y habitó en Capernaum, ciudad marítima, en la región de Zabulón y de Neftalí,
para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo:
Tierra de Zabulón y tierra de Neftalí,
Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles;
El pueblo asentado en tinieblas vio gran luz;
Y a los asentados en región de sombra de muerte,
Luz les resplandeció.
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado”.
Ahora vean, se fue de cierto territorio y se fue a otro, para que se cumpliera la Escritura; y allí resplandeció predicando. Resplandeció la Luz de Dios, Cristo, la Luz de Dios. Él dijo: “Yo soy la luz del mundo”4.
Allí estaba predicando y estaba resplandeciendo Cristo, la Luz del mundo, y estaba alumbrando el alma y el entendimiento de las personas que vivían en esas regiones: en Zabulón y Neftalí:
“Camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los gentiles”.
Y para Su Segunda Venida, Él estará entre los gentiles dándonos Luz, resplandeciendo como el Sol de Justicia, y alumbrándonos el alma y el entendimiento, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero.
Ahora vean cómo dos mil años atrás, con la Venida del Mesías, el nacimiento del Mesías en Belén de Judea, apareció la señal del Hijo del Hombre en el cielo, la señal de la Primera Venida del Mesías; pero el pueblo hebreo no pudo comprender esa señal que estaba en el cielo. Vinieron unos magos de allá de Babilonia diciendo que la señal, la Estrella del Mesías, había sido vista en el cielo.
Y ahora, la Escritura nos habla de la señal del Hijo del Hombre en el cielo para el Día Postrero, para el tiempo final, ¿y cuántos serán los que verán esa señal en el cielo y entenderán que esa es la señal de la Segunda Venida de Cristo siendo vista en el cielo, en donde el Hijo del Hombre estaría envuelto en una nube, en esa nube, en esa señal del Hijo del Hombre que sería vista en el cielo? ¿Cuántos entenderán esa señal al ser vista en el cielo? Muy pocas personas.
Ahora, vean ustedes, Él viene en un caballo blanco como la nieve. Luego ustedes podrán también ver, por ejemplo, en San Mateo, capítulo 24, donde Cristo habla de la Venida del Hijo del Hombre; nos dice que Él viene en una nube, dice:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Ahora miren, en Apocalipsis, capítulo 19, nos dice que viene en un caballo blanco; y en San Mateo, capítulo 24, Jesús dice que viene envuelto en una nube, viene en una nube o “en las nubes del cielo”. En San Lucas nos dice, Cristo hablando en el capítulo 21 y versos 27 en adelante, dice:
“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria.
Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca”.
Ahora, San Mateo dice que viene “en las nubes del cielo”, y San Lucas dice que viene “en una nube”. No hay ninguna contradicción allí.
Ahora, también en Apocalipsis, capítulo 1, versos 7 al 8, nos dice:
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.
Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso”.
Ahora, aquí dice que viene en las nubes o “con las nubes”. Y Apocalipsis, capítulo 10, nos dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube (¿cómo viene este Ángel Fuerte, que es Cristo, el Hijo del Hombre viniendo? Dice que viene ‘envuelto en una nube’), con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.
Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.
Ahora vean, nos dice que viene en una nube; y también, en Apocalipsis 19, nos dice que viene en un caballo blanco.
En febrero 28 de 1963 apareció en el cielo una nube misteriosa; misteriosa, porque apareció a 26 millas de altura, donde no vuelan los aviones ni hay humedad para formar nubes, y su tamaño era aproximadamente de 30 millas de ancho por 50 millas de largo5; una nube gigante. No hubo explicación científica para esa nube, fue un misterio para la ciencia la aparición de esa nube en el cielo.
Ahora, ¿cuál es el misterio de esta nube? Ya que no hubo una explicación científica satisfactoria con relación a la aparición de esa nube en ese lugar, donde no podía verse una nube por causa de que no había humedad, ni tampoco aviones que volaran a esa altura. El misterio de esa nube lo dio a conocer el reverendo William Marrion Branham en el mensaje de Los Siete Sellos, predicado en inglés en el año 1963, en el mes de marzo. Y en la página 469 del libro de Los Sellos él dice… en español, él dice:
“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’. ¿Se acuerdan?
154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello, lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este séptimo”.
Ahora, vean que el misterio de esta nube es: siete ángeles que vinieron a donde estaba el reverendo William Marrion Branham de cacería en los montes de Tucson, Arizona; y uno de esos ángeles —el que era muy diferente a los demás— lo levantó, y se lo llevó con ellos a esa nube.
Esa es una nube formada por ángeles de Dios, formada por los siete ángeles mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil. Aquí tenemos, en este diagrama6, la Iglesia gentil del Señor Jesucristo pasando por sus diferentes etapas, y a los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.
Esos siete ángeles mensajeros estaban aquí, en esta nube; y otro Ángel Mensajero que era muy diferente a los demás, era el Hijo del Hombre ahí en esa nube.
Y ahora, estos ángeles mensajeros, vean ustedes, vinieron cada uno en su tiempo, en su edad, vinieron en carne humana, y tuvieron su ministerio aquí en la Tierra; pero aquí, en esta nube, cuando son tomados en esta foto, ellos están en sus cuerpos teofánicos, no en sus cuerpos de carne, sino en sus cuerpos teofánicos.
Allí estaba el apóstol San Pablo, que fue el primer ángel mensajero de la primera edad de la Iglesia gentil; allí estaba también Ireneo, allí estaba Martín, allí estaba Colombo, allí estaba Lutero, allí estaba Wesley y allí estaba el reverendo William Marrion Branham; y otro Ángel muy diferente a esos siete ángeles mensajeros.
Ese otro Ángel muy diferente, era nada menos que el Hijo del Hombre, era nada menos que Cristo viniendo allí en esa nube, envuelto en esa nube, conforme a la profecía de la Venida del Hijo del Hombre en una nube o en las nubes.
Y ahora, vean ustedes, cómo en Apocalipsis, capítulo 10, nos dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube (ahí lo tienen), con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego”.
Ahora, continuemos viendo el misterio de esta nube y de este Ángel que está con estos otros siete ángeles en esta nube. Sigue diciendo en la página 482 y 483, hasta la 484, dice… (ya al final dice [482]):
“[199]. Hemos llegado hasta aquí, y lo demás nos será dado allí: en el tiempo cuando aparezca Jesús nuevamente sobre la Tierra para llevar a Su Novia, o lo que llegue a suceder…”.
Dice:
“200. Entonces hasta que llegue ese tiempo, oremos todos; vivamos vidas justas, cristianas, viviendo en la expectativa de Su Venida”.
Luego más abajo, al final dice:
“203. Quiero que noten otra cosa que sucedió. Y si ustedes llegan a escuchar la cinta: “Señores, ¿qué hora es?” Allí escucharán que un Ángel me era muy sobresaliente; los demás eran comunes, pero este cierto Ángel era muy notable. Él estaba a mi izquierda en la constelación en forma de pirámide. ¿Recordarán también que fue en la pirámide donde estaba la piedra blanca misteriosa que no tenía nada escrito? Los ángeles me elevaron de donde estaba…”.
De donde él estaba, que estaba de cacería, de ahí lo elevaron ¿a dónde? Lo elevaron donde ellos estaban. Dice:
“Los ángeles me elevaron de donde estaba, adentro de esa pirámide formada por ellos mismos”.
Lo llevaron desde acá abajo y lo colocaron acá arriba. Ahora, lo llevaron en su cuerpo teofánico, o sea, en espíritu. Dice:
“Los misterios de Dios eran solamente conocidos por ellos…”.
Estos ángeles que están aquí son estos siete ángeles mensajeros, juntamente con otro Ángel que era muy diferente a los demás, que para el Día Postrero tiene que venir en carne humana y manifestarse en la Tierra, y venir como el mensajero del Día Postrero, manifestado en carne humana en el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular. Y ahora:
“Los misterios de Dios eran solamente conocidos por ellos, y ellos fueron los mensajeros que vinieron para interpretar esa pirámide…”.
Los mensajeros, que vinieron cada uno en su edad para interpretar, para cumplir la pirámide, están aquí; y vinieron para formar esta nube en forma de pirámide; que si ustedes la tornan hacia la derecha, encontrarán que forma el rostro del Señor Jesucristo.
Y ahora, al ver esta nube de ángeles formando el rostro del Señor, podemos ver los siete ángeles mensajeros de las siete edades formando la barba del Señor, y podemos ver al Ángel que era muy diferente a los demás (acá arriba) formando el cabello blanco del Señor.
Y ahora, vean ustedes cómo la Escritura también dice que el Hijo del Hombre viene con Su rostro como el sol. Vean, aquí mismo en el capítulo 10 de Apocalipsis, dice:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego”.
Y en Apocalipsis, capítulo 1, verso… vamos a ver, verso 16, dice:
“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.
Y en San Mateo, capítulo 17, cuando Cristo subió con Pedro, Jacobo y Juan al Monte de la Transfiguración, nos dice la Escritura que se transfiguró delante de Sus discípulos, y Su rostro resplandeció como el sol.
Y también en Malaquías, capítulo 4, versos 2 en adelante, nos dice:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada (hablándonos de la Segunda Venida de Cristo)”.
Ahora, para poder comprender este misterio de este símbolo del sol resplandeciendo, el rostro de Cristo como el sol resplandeciendo, tenemos que comprender que el sol es el astro rey, y Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores.
Y en Su Segunda Venida Cristo viene como Rey de reyes y Señor de señores; por lo tanto, viene como el sol resplandeciendo. El sol es el simbolismo de la Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, como también lo es el simbolismo del león; porque Cristo es el León de la tribu de Judá. El león es el rey de los animales, y Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores; por eso también la Segunda Venida de Cristo es anunciada como el León de la tribu de Judá.
Ahora, vean ustedes que de la Segunda Venida de Cristo (tanto en el Antiguo Testamento en unión al Nuevo Testamento) se habló más que de la Primera Venida de Cristo; y se habló desde diferentes ángulos y desde diferentes posiciones de la vida del ser humano.
Se habló desde diferentes ángulos, para que así las personas pudieran comprender los diferentes aspectos de la vida que serían impactados con la Segunda Venida de Cristo.
Tanto para la vida religiosa, económica, social y política del ser humano, la Segunda Venida de Cristo tendría un efecto, y por eso encontramos los diferentes símbolos representativos de la Segunda Venida de Cristo. Y en la Segunda Venida de Cristo estaríamos viendo todos esos símbolos siendo cumplidos.
Y ahora, veamos que la Segunda Venida de Cristo es la Venida de este Ángel que era muy diferente a los demás (que se encuentra aquí), siendo manifestado en la Tierra en carne humana; y para eso tiene que tener un velo de carne, un profeta, en la Tierra; porque la Palabra, el Verbo, viene a los profetas de Dios.
El Verbo se hizo carne dos mil años atrás; y vino el Verbo, que era con Dios y era Dios, vino en carne humana en la persona de un joven carpintero de Nazaret llamado Jesús. Ese joven carpintero era el profeta de Dios para esa nueva Dispensación de la Gracia, y en Él vino el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob encarnado.
Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero este Ángel que era muy diferente a los demás, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Su cuerpo teofánico, vendrá manifestado en cuerpo humano, en carne humana, en Su Ángel Mensajero, en el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular (acá arriba) y de la Dispensación del Reino.
O sea que será la Venida de Cristo, Su Segunda Venida, en un profeta dispensacional; en el profeta de la Dispensación del Reino será que vendrá el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en carne humana.
Así como la Primera Venida de Cristo, la Venida del Ángel del Pacto dos mil años atrás, como Cordero de Dios, se cumplió en un profeta dispensacional: en Jesús de Nazaret, un sencillo joven carpintero de Nazaret, pero en Él estaba ¿quién? El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová cumpliendo la Primera Venida en carne humana como Cordero de Dios.
La Segunda Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, será también en carne humana, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Veamos aquí lo que fue la Primera Venida de Cristo. Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.
Ese mensajero que fue enviado por Dios, ¿quién fue? Juan el Bautista; él fue el precursor de la Primera Venida de Cristo, el que le preparó el camino, el que dijo: “Después de mí, detrás de mí, viene otro, viene uno, un varón del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado; Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego. Él es mayor que yo (¿por qué?) porque era antes que yo, antes de mí”7.
Y ahora, vean ustedes, dice Juan que era antes de él (antes que Juan), y nació después de Juan. ¿Cómo podemos entender esto? No solamente nació antes que Juan, o sea, no solamente era antes que Juan, aunque Su cuerpo físico nació después del nacimiento de Juan el Bautista, unos seis meses después.
Pero ese mismo Jesús que nació en Belén de Judea, cuando estaba en Su ministerio terrenal dijo: “Antes que Abraham fuera, yo soy. Y Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”. Le dicen: “No tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?”8.
Es que algunas personas no comprenden que el que estaba dentro de aquel velo de carne llamado Jesús, era nada menos que Elohim, era nada menos que Melquisedec, era nada menos que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto; y el Ángel del Pacto era antes que Abraham, y era antes que Adán también.
Vean ustedes lo que nos dice acerca del Verbo, nos dice San Juan, capítulo 1, verso 1, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Luego, el verso… Vamos a ver aquí, sigue diciendo:
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Vean ustedes dónde está el origen de toda la Creación: está en el Verbo, que era con Dios y era Dios. ¿Cómo se entiende esto? El Verbo era con Dios: ese cuerpo teofánico de Dios, llamado la teofanía de Dios, era con Dios y era Dios, porque Dios estaba dentro de aquel cuerpo teofánico; y desde ese cuerpo teofánico, Dios llevó a cabo toda la Creación. Pero vean ustedes, dice:
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (Juan el Bautista).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.
No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz”.
Para que diese testimonio diciendo que después de él vendría un varón del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado, y así anunciara la Venida de la Luz en carne humana, la Venida del Verbo en carne humana.
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”.
¿Cómo venía a este mundo? Vamos a ver dentro de un momento cómo venía a este mundo:
“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino (el pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
¿Cómo vino el Verbo? Vino en carne humana, se hizo carne el Verbo; y lo conocimos por el nombre de Jesús. Era el Verbo hecho carne, era el mismo Dios con Su cuerpo teofánico dentro de un velo de carne llamado Jesús, un joven carpintero de Nazaret. Y ese fue el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo: como el Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario.
Y ahora, la profecía de Malaquías, capítulo 3, estaba cumpliéndose en Jesús de Nazaret. Había enviado Su precursor: Juan el Bautista; y luego se presentó el mismo Dios en carne humana, Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros, como había dicho Dios por medio del profeta Isaías, en el capítulo 7 y verso 14: “He aquí el mismo Señor os dará señal (una señal): la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará Su nombre Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)9”.
Ahora, vean cómo esto ya había sido anunciado en el Antiguo Testamento. Fue anunciada la venida del precursor: de Juan el Bautista; y fue anunciada también la Venida del precursado: de Jesucristo.
Dice:
“… y vendrá súbitamente a su templo el Señor (¿quién vendría? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob) a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
Ahora, ¿quién vendría? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¿Vendría cómo? En carne humana, en la forma de un profeta, llamándose por un nombre terrenal: Jesús.
En el tiempo en que apareció Jesús habían aparecido también muchas personas antes que Él que se llamaban Jesús; pero ahora, vean ustedes, Jesús significa ‘Redentor’ o ‘Salvador’; y por cuanto Él venía como Cordero de Dios para llevar a cabo la Obra de Redención, la Obra de Salvación, tenía que venir con el nombre que significara la Obra que Él venía a hacer, tenía que venir con el nombre Jesús, que significa ‘Redentor’ o ‘Salvador’. Tiene el mismo significado del nombre de Josué, el que colocó al pueblo hebreo en la tierra prometida.
Ahora, podemos ver cómo el cumplimiento de la Venida del Mesías se realizó en forma tan sencilla que las personas que vivieron en medio del pueblo hebreo ni se dieron cuenta que la Venida del Mesías estaba cumplida en medio de ellos; evento que había sido anunciado por Dios, por medio de los profetas, para ser cumplido en medio del pueblo hebreo; y sin embargo, cuando fue cumplido, no le dieron la correcta importancia que tenían que darle al cumplimiento de ese evento, porque no creyeron que en ese joven carpintero de Nazaret estuviera cumplida la Primera Venida de Cristo.
Ni siquiera ellos entendían que la Venida de Cristo tenía dos partes: la primera parte como Cordero de Dios para aquel tiempo en que se cumplió, y la segunda parte como León de la tribu de Judá para el Día Postrero.
Ahora, podemos ver que para la humanidad la segunda parte es la que corresponde a este tiempo final.
Y ahora, vean cómo por medio de un joven carpintero de Nazaret estaba siendo cumplida la primera parte de la Venida del Señor, de la Venida del Mesías; y esto era algo increíble para la religión hebrea y sus grandes líderes religiosos, con sus doctorados en teología.
Y ahora la pregunta es:
¿Y qué si Dios sorprende nuevamente a la raza humana y a los grandes sabios en asuntos religiosos, con sus doctorados en teología, y les envía el cumplimiento de Su Segunda Venida en un obrero de la construcción de nuevo?
¿Cuántos creerían el cumplimiento de ese evento de la Segunda Venida de Cristo siendo cumplida en un obrero de la construcción, como fue cumplida la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías, en un obrero de la construcción, Jesús de Nazaret, el joven carpintero de Nazaret?
Sería, para la teología del cristianismo y también del judaísmo, y de todas las religiones, un desastre. Pero no sería un desastre para el Programa Divino, sino para las enseñanzas humanas que han adornado tanto este gran evento que ha sido prometido, y no han podido comprender que cuando un evento de esta clase se cumple, siempre tiene que ser la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Ángel de Jehová, manifestado en carne humana, en un velo de carne del tiempo en donde Él cumple esa promesa.
Siempre que ha venido manifestado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Espíritu Santo: ha venido manifestado de edad en edad y de dispensación en dispensación en carne humana, en un profeta; y por eso se le llama a la Primera Venida de Cristo y a la Segunda Venida de Cristo: la Venida del Hijo del Hombre; porque ese título de Hijo de Hombre es título de profeta.
Hijo de Hombre es un profeta, y por eso Cristo usó ese título siendo un profeta; no podía usarlo si no era un profeta.
Y ahora, vean ustedes que Él era el profeta de todos los profetas, el profeta más grande de todos los profetas, porque en Él estaba la plenitud del Espíritu de Dios. En los demás profetas había estado una porción, pero en Jesús estaba la plenitud.
Y ahora, podemos ver para el Día Postrero las grandes promesas de la Segunda Venida de Cristo. Nos muestran, las profecías relacionadas a la Segunda Venida de Cristo, que Él vendrá “en una nube”; en otras profecías dice que viene “en las nubes”; y en otras profecías dice que viene “en un caballo blanco”.
Ahora, la pregunta de algunos será: “¿En qué vendrá en realidad: en un caballo blanco o en las nubes?”.
Para aparecer en el cielo como la señal del Hijo del Hombre: viene en una nube.
Para el cumplimiento de Su promesa aquí en la Tierra, viniendo en el cumplimiento de Su Segunda Venida en medio de los seres humanos: viene en carne humana, en Su Ángel Mensajero, que es el profeta de la Dispensación del Reino y también el profeta de la Edad de la Piedra Angular.
En ese velo de carne que Él tendrá ahí, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, será que Jesucristo estará manifestado en Espíritu Santo cumpliendo Su promesa.
Así como vino de edad en edad, vino a Su Iglesia de edad en edad a través del mensajero de cada edad; para el Día Postrero viene en el mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Y ahora, veamos en Apocalipsis, capítulo 4 y también capítulo 1. Veamos aquí: capítulo 1, verso 10 al 11, dice, Juan el apóstol dice de la siguiente manera:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor (¿en qué día estaba? En el Día del Señor, que es el Día Postrero o séptimo milenio), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (no escuchó una trompeta, sino una voz de un personaje, una voz en forma de trompeta; o sea, una voz con un Mensaje urgente),
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿La voz de quién es esta voz como de trompeta? Es la Voz de Jesucristo, que es el Alfa y Omega. Él es el Alfa y Omega, y Él es el primero y el último.
Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, escuchamos nuevamente esta Voz (o Juan la escuchó). Dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Ahora, ¿dónde vamos a subir? Vamos a subir a la Edad de la Piedra Angular, donde Cristo en el Día Postrero estará hablándole a Su Iglesia, estará llamando y juntando a todos Sus escogidos. No es que vamos a subir literalmente al Cielo para ir allá, para escuchar la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta, y después volver acá. ¿Cómo va a ir usted allá? ¿Tiene alguna forma de usted ir? ¿Hay algún avión o cohete que lo puede llevar allá? No lo hay.
Es subir a la Edad de la Piedra Angular, como tuvieron que subir los escogidos de cada una de estas edades pasadas: tuvieron que subir a la edad a la cual pertenecían, y escuchar la Voz de Cristo por medio del mensajero que Dios les envió en esa edad; y así fueron llamados y juntados: escuchando la Voz de Cristo juntando a Sus escogidos, a Sus ovejas, en Su Redil, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Redil del Señor, del Buen Pastor.
Y ahora, vean ustedes, Cristo pastoreó Sus ovejas por medio de cada mensajero de cada edad; por medio de cada mensajero, Cristo habló; y escucharon la Voz de Cristo llamando y juntando a Sus ovejas en el Redil del Señor.
Y ahora, la Voz de Cristo acá en la Edad de la Piedra Angular, que corresponde a este tiempo final, por medio de Su Ángel Mensajero estará hablándole a Sus hijos, a Su Iglesia, a Sus ovejas, a Sus escogidos, y los estará llamando y juntando en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino; y les estará mostrando todas estas cosas que deben suceder pronto, todas estas cosas que deben suceder después de estas que ya han sucedido en estas etapas o edades pasadas, que han sido cumplidas en estos últimos dos mil años que han transcurrido.
Y ahora, las cosas que han de suceder en el Día Postrero, en el séptimo milenio, y en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, Cristo las va a dar a conocer por medio de Su Ángel Mensajero.
Recuerden que dijo Cristo aquí: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Y ahora, vamos a ver por medio de quién son dadas a conocer estas cosas que deben suceder; porque por medio de quien Cristo esté manifestado, estará dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién envía para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto? A Su Ángel Mensajero, ¿por qué? Porque Cristo en Espíritu Santo viene en carne humana, viene en Su Ángel Mensajero, hablándonos estas cosas que deben suceder pronto; pero las personas estarán escuchando al Ángel del Señor Jesucristo, pero la Palabra que estará siendo hablada por el Ángel del Señor Jesucristo será la Palabra que Cristo estará poniendo en Su boca.
Por lo tanto, será la Voz de Cristo, la Palabra de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, que será la boca de Cristo en esta Tierra en el Día Postrero; así como cada ángel mensajero de cada edad fue la boca de Cristo en cada una de estas edades de la Iglesia gentil, y por medio de cada uno de ellos habló Cristo a Su pueblo y a todo ser humano que vivió en cada una de esas edades.
Y así es para este tiempo final. Cristo en Espíritu Santo estará manifestado en Su Ángel Mensajero, y estará dándole a conocer a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto; y estará hablándole también a toda la humanidad, estará dándole a conocer todo lo que ha de suceder en este tiempo final.
Estará dando testimonio de los juicios divinos que han de venir sobre la raza humana para la cizaña ser quemada; y también estará hablando las cosas que deben suceder a los escogidos de Dios, las bendiciones divinas para el trigo, los hijos del Reino, que están prometidas para ser cumplidas, manifestadas, en los escogidos de Dios: que son la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y la transformación de nosotros los que vivimos, para tener un cuerpo eterno, jovencito, que estará representando siempre de 18 a 21 años de edad.
Un cuerpo inmortal: ese es el cuerpo que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también, para en el Día Postrero, en el séptimo milenio, darnos ese cuerpo, resucitando a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y transformando este cuerpo que nosotros tenemos.
Seremos transformados, seremos cambiados en nuestros átomos, y este cuerpo mortal luego ya no lo tendremos, sino que tendremos un cuerpo inmortal; porque Cristo nos dará un cuerpo inmortal, transformará nuestro cuerpo de lo mortal a lo inmortal, de lo corruptible a lo incorruptible, de lo temporal a lo eterno.
Eso es lo que Cristo ha prometido para Sus escogidos para este Día Postrero. Y por eso es que nos dice: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Y por medio de Su Ángel Mensajero nos muestra todas estas cosas.
Por eso es que también dice en Apocalipsis, 22, verso 16:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿Quién es el enviado de Jesucristo para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto? El Ángel del Señor Jesucristo, el profeta mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular. Y solamente por medio de él es que pueden ser entendidas todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero, en el séptimo milenio.
Y así es como estaríamos escuchando la Voz de Jesucristo, y estaríamos obteniendo el conocimiento de todas estas cosas, y estaríamos siendo preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero; y así estaríamos viendo a Jesucristo, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, viniendo en un caballo blanco como la nieve.
Ahora, ¿es que no vamos a ver a Cristo en un caballo blanco literalmente? Vamos a ver lo que dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo. Y en la página 277 y 256 del libro de Los Sellos, veamos lo que dice, orando, dice en la página 277, dice:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
¿Quién es el Jinete del caballo blanco? El Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo.
Y ahora leamos en la página 256 del libro de Los Sellos. Él está citando aquí lo que dice Apocalipsis, capítulo 19, que viene un Jinete en un caballo blanco como la nieve, dice:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
¿Qué será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19? La Palabra de Dios encarnada en un hombre.
Cuando la Palabra de Dios, el Verbo, vino encarnado en un hombre dos mil años atrás se llamó Jesús; era la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Espíritu Santo en un hombre llamado Jesús; eso fue la Venida del Verbo en carne humana.
Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y lo conocimos por el nombre de ¿quién? De Jesús, en Su Primera Venida como Cordero de Dios, quitando el pecado del mundo en la Cruz del Calvario; y para Su Segunda Venida será nuevamente la Palabra encarnada en un hombre, en el Ángel del Señor Jesucristo; eso será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.
Vean ustedes cómo todas esas profecías relacionadas a la Venida de Cristo para el Día Postrero, serán cumplidos todos esos símbolos; y lo que estaremos viendo será al Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová, a Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana: en un profeta, en un hombre; y ese profeta, ese hombre, es llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, es llamado el Ángel… o sea, el Ángel del Pacto viniendo en un hombre; y ese hombre en el cual viene en el Día Postrero es llamado el Ángel de Jesús.
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Ahora, vean cómo viene el Ángel del Pacto: viene en el Ángel de Jesús, en el profeta mensajero del Señor Jesucristo; y así es como Él cumple Su Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ahora, Juan el apóstol en Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10, y Apocalipsis 22, verso 8 al 9, quiso adorar a los pies del Ángel de Jesucristo; y él le dijo: “Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos. Adora a Dios”.
¿Por qué no quiso aceptar la adoración de Juan? Porque un profeta no acepta la adoración de ninguna persona. Y le dijo: “Adora a Dios”, ¿por qué? “Porque tales adoradores busca el Padre que le adoren”; porque el Padre será adorado (¿cómo?) en espíritu y en verdad; y tales adoradores busca el Padre que le adoren10. Así que adoren a Dios.
El Ángel dijo: “No puedes adorarme a mí, tienes que adorar a Dios; porque yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas. Adora a Dios”.
¿Quién es este Ángel? Es el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, es un profeta dispensacional con un Mensaje dispensacional, con el Mensaje del Evangelio del Reino. Y el Mensaje del Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Y por eso es que, con el Mensaje del Evangelio del Reino, el Ángel de Jesucristo revela todos estos misterios de la Segunda Venida de Cristo, y nos muestra la Venida de Cristo en un caballo blanco, Cristo en Espíritu Santo viniendo sobre la Palabra pura, viniendo Cristo con y en ese caballo blanco.
El blanco representa pureza, representa la Palabra pura de Cristo, sin dogmas, sin credos y sin tradiciones, y sin interpretaciones humanas.
Ahora, vean cómo viene Cristo en el Día Postrero: en un caballo blanco como la nieve; y será completamente Emanuel: la Palabra de Dios encarnada en un hombre. Y ese hombre es llamado el Ángel del Señor Jesucristo, el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino, para este tiempo final, para este Día Postrero que ha comenzado, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.
Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio; y el séptimo milenio es el Día del Señor; porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día. Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y Salmo 90, verso 4.
Ahora, hemos visto el misterio de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
• ¿Quién es el que monta ese caballo?
Jesucristo en Espíritu Santo es el que monta ese caballo. Cristo en Espíritu Santo manifestado por medio de Su Ángel Mensajero viene en el Día Postrero con la Palabra pura, con el Mensaje puro del Evangelio del Reino, predicándolo a todo ser humano que vive en este planeta Tierra, comenzando en la América Latina y el Caribe.
• ¿Contra quién es que juzga y pelea?
Contra el anticristo y su reino.
• ¿A quiénes representa ese ejército que lo sigue también en caballos blancos?
Esa es la Iglesia del Señor Jesucristo que vive en este tiempo, y los que vivieron en las edades pasadas, los cuales van a recibir un cuerpo eterno, y van a estar a imagen y semejanza del Señor Jesucristo.
• ¿Qué relación hay con el caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 6: el caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 6, en el cual viene montado otro hombre?”
El otro hombre que viene montado en ese otro caballo es el anticristo, y viene montado en dogmas, credos y tradiciones; viene en un caballo mezclado, con una mezcla de política, religión y poder demoniaco. O sea que esos tres poderes manifestados, y en esos tres poderes manifestados, es que viene el anticristo en Apocalipsis, capítulo 6 y verso 2.
Pero en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, viene Cristo en un caballo blanco como la nieve, y es completamente Emanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre.
Todas las preguntas han sido contestadas. Y si alguna pregunta no ha quedado completamente contestada para algunas personas, a través de las conferencias que ya han sido predicadas, podrán ustedes obtener más conocimiento acerca de este misterio del Día Postrero, de la Venida de Cristo en un caballo blanco como la nieve.
Ahora, ¿cómo vendría Cristo?
• Dice que en un caballo blanco; dice así Apocalipsis, capítulo 19.
• Y Apocalipsis, capítulo 10, dice que en una nube, envuelto en una nube.
• Apocalipsis, capítulo 1, dice que en las nubes.
• San Mateo 24 dice que en las nubes.
• San Lucas 21 dice que en una nube.
• Y también Daniel dice, en el capítulo 7, que en las nubes.
¿Y qué contradicción…? O, ¿hay alguna contradicción en que venga en una nube o en un caballo blanco? No hay ninguna contradicción; porque todo eso es la Venida de Cristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero; todo eso es la Venida del Verbo, Jesucristo, en carne humana manifestado en el Día Postrero.
Eso es viniendo Cristo en un caballo blanco, y viniendo Cristo en una nube; porque así es como da cumplimiento a todas estas cosas.
Ahora, viniendo en una nube cuando es mostrada en el cielo, pues ahí la tenemos, fue visto en una nube en el cielo; pero luego en la Tierra será visto en carne humana, manifestado en Su Ángel Mensajero.
¿Ven que no hay ninguna contradicción en las profecías correspondientes a la Segunda Venida de Cristo?
Ahora, lo importante es que nosotros podamos ver detrás del velo de carne, como también miramos lo que había dentro de esa nube.
La ciencia vio, miró y no vio nada; vio solamente una nube, pero no pudo entender de qué estaba compuesta, no pudo entender qué había en esa nube. Pero cuando hemos visto a través de lo que dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo, hemos visto que ahí dentro estaban ocho ángeles, hemos visto que esta nube fue formada por ocho ángeles de Dios: los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia de Jesucristo, y por el Ángel que era muy diferente a los demás, el cual vendría en carne humana en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero.
Ahora, hemos visto el misterio de esta nube, de la Venida de Cristo envuelto en una nube. Ya eso es historia, ya eso está cumplido; como fue cumplida la señal del Hijo del Hombre para Su Primera Venida, allá en medio del pueblo hebreo cuando apareció aquella Estrella.
Y ahora, la promesa era que aparecería ¿qué? Una nube en el cielo; ahí la tienen. Y lo próximo sería Cristo en Espíritu Santo, viniendo en carne humana en Su Ángel Mensajero, para manifestarse en medio de Su Iglesia y darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero.
Hemos visto el misterio del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, en el cual Cristo viene conforme a Su promesa; y eso es la Venida de Cristo en carne humana en el Día Postrero. Y viene en la Palabra pura y con la Palabra pura, cabalgando en la Palabra pura de Dios.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL CABALLO BLANCO DE APOCALIPSIS 19”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y seamos llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en y a la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, en el Nombre Eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y muchas gracias por vuestra amable atención.
Dejo nuevamente con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche, dándole gracias a Dios por Sus bendiciones, y por dejarnos ver y entender la Venida de Cristo en ese caballo blanco.
Que Dios les bendiga y les guarde. Y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“EL MISTERIO DEL CABALLO BLANCO DEL APOCALIPSIS”.
[Revisión mayo 2022]
1 Daniel 9:24-26
2 Números 24:17
3 [María, descendiente de David por Natán (San Lucas 3:31-32); José, descendiente de David por Salomón (San Mateo 1:6) –Ed.]
4 San Juan 8:12
5 26 millas (de altura) = 41.8 km / 30 millas (de ancho) x 50 millas (de largo) = 48.3 km (de ancho) x 80.46 km (de largo)
6 El diagrama de la pirámide se puede observar en la última página del mensaje SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto”. – También puede ser descargado en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico
7 Mt. 3:11; Lc. 3:16; Jn. 1:15, 1:27
8 San Juan 8:56-58
9 San Mateo 1:23
10 San Juan 4:23-24