Muy buenos días, amados amigos y hermanos aquí en Matamoros, República Mexicana. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de: “EL MISTERIO DEL SÉPTIMO SELLO”, de Apocalipsis, capítulo 8 y verso 1, donde dice:
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora”.
Y Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, nos dice:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Que Dios bendiga en nuestras almas Su Palabra, y bendiga nuestras almas con Su Palabra; y nos abra Su Palabra, y permita que todos entendamos Su Palabra bajo este tema: “EL MISTERIO DEL SÉPTIMO SELLO”.
Cuando fue abierto el Séptimo Sello en el Cielo, ¿qué sucedió? Hubo silencio, se hizo silencio en el Cielo como por media hora.
Ahora vean lo importante que es este Séptimo Sello y su apertura. ¿Y cuál es el misterio del Séptimo Sello?, ¿qué es el Séptimo Sello? Hemos visto que es uno de los siete Sellos del Libro del Apocalipsis, o del Libro que estaba en la diestra del que está sentado en el Trono; y este Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo.
Ese Séptimo Sello es Cristo en Su Segunda Venida como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ahora, podemos ver la importancia de ese Sello y su apertura en el Cielo, y también podemos ver la importancia de ese Sello y su apertura aquí en la Tierra.
Ahora, este misterio del Séptimo Sello nadie lo conocía, ni en el Cielo ni en la Tierra. Por eso cuando Cristo estuvo hablando de las señales en Su Mensaje profético, Él, cuando llegó al momento de revelar el misterio del Séptimo Sello, habló en parábolas acerca del pueblo hebreo, o sea, lo relacionado a la Segunda Venida de Cristo aquí en la Tierra.
Y ahora, podemos ver que este Séptimo Sello se encuentra ¿dónde? En el Libro de la Redención, ese Libro sellado con siete sellos que aparece en Apocalipsis, capítulo 5, en la diestra (en la mano derecha o diestra) del que está sentado en el Trono, o sea, en la diestra de Dios.
Es el Libro de la Redención; es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra; es el Libro de la Vida del Cordero, donde están escritos los nombres de todos los escogidos de Dios, de todas las ovejas de Dios. Es el Libro que contiene los nombres de todos los que vivirán (redimidos por la Sangre de Cristo, y que han recibido el Espíritu de Cristo y han formado parte de la Iglesia de Jesucristo), que vivirán, luego, en el Milenio y por toda la eternidad, con cuerpos eternos.
Y ahora, vean ustedes que este Título de Propiedad lo tuvo Adán antes de su caída en el Huerto del Edén; pero cuando pecó, encontramos que perdió el derecho y los derechos contenidos en este Libro; y el Libro regresó a la diestra de Dios. Y vean ustedes, todos esos miles de años que han transcurrido de Adán hacia acá, luego de la caída de Adán, ha estado en la diestra de Dios; porque Dios es el dueño original de ese Libro.
Y ahora, para Adán mantener ese Libro y obtener los beneficios contenidos en ese Libro, él tenía que comer del Árbol de la Vida.
Y ahora, para los hijos e hijas de Dios comer ese Título de Propiedad, tienen que comer de Cristo.
En cada etapa o edad de la Iglesia del Señor Jesucristo cada persona ha comido de Cristo, o sea, se ha comido a Cristo; como Cristo dijo: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí mismo”1; o sea que la persona ha creído en Cristo como su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre del Cordero, y ha recibido Su Espíritu Santo: y así ha estado comiendo de Cristo, cada hijo e hija de Dios, a través de las diferentes etapas o edades.
Y en este tiempo estarían los que estarían comiendo de Cristo; porque Él es la Palabra: “Y no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”2.
Y ahora, vean ustedes cómo, para el Día Postrero, en el Cielo se hace un llamado; porque se llega al tiempo en que se tiene que realizar el reclamo, y se pide que una persona se presente allí en el Cielo y tome ese Libro; reclame ese Libro, lo tome y lo abra en el Cielo; porque ahí están los derechos a la vida eterna, a un cuerpo eterno, y a un Reino eterno y a todas las cosas eternas que Dios le había concedido a Adán si permanecía fiel a Dios.
Y por cuanto Adán perdió el derecho a ese Título de Propiedad: perdió todos los derechos contenidos en ese Libro, y vino a ser mortal. Y su cuerpo, vean ustedes, se corrompió cuando murió – se puso viejo y murió, y luego se corrompió en la tierra. Y vean ustedes, duró muchos años: 930 años, pero murió; porque “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”3. Y en lo físico, vean ustedes, aquel cuerpo no podía pasar de mil años, tenía que morir en ese día; o sea que (siendo un día delante de Dios) tenía que morir en un lapso de tiempo de mil años, no podía pasar de mil años desde que él pecó.
Y ahora, en lo espiritual, desde el momento en que Adán pecó, murió espiritualmente; y la raza humana murió también; aunque todavía no había llegado toda la descendencia de Adán, pero vean ustedes, por cuanto Adán murió espiritualmente y luego moriría físicamente también, esa misma sentencia cayó sobre la descendencia de Adán.
Así como cuando Abraham diezmó a Dios, diezmó a Melquisedec, dice la Escritura que Leví estaba también diezmando a Melquisedec; y todavía Leví no había nacido, y todavía Jacob no había nacido, y todavía Isaac no había nacido tampoco. Vean, todavía Abraham no tenía hijos, y menos por medio de Sara, por medio de la cual Dios le había prometido un hijo; y todavía no había nacido, y ya Leví está diezmando4.
Vean ustedes, Leví es el bisnieto de Abraham; Isaac es el hijo de Abraham; Jacob es el nieto Abraham; y Leví (que es hijo de Jacob) es bisnieto de Abraham. Vean ustedes cómo el bisnieto estaba diezmando, porque estaba en los lomos ¿de quién? De Abraham.
Y ahora, vean ustedes cómo toda la descendencia de Adán había muerto cuando Adán pecó y murió delante de Dios espiritualmente; y luego esa misma suerte le seguiría a la descendencia de Adán; y su cuerpo físico, vean ustedes, quedó sentenciado a muerte también, y todo cuerpo físico de la descendencia de Adán también.
Pero ahora, para el tiempo final, el Título de Propiedad que Adán tenía y que le fue confiscado (y todos los derechos le fueron confiscados, los derechos a la vida eterna y a todas las cosas eternas), ahora encontramos que ese Título permanece en la diestra de Dios; pero para el Día Postrero, para el séptimo milenio, será tomado, será abierto en el Cielo, y será traído a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al verso 11.
¿Y quién es el que toma ese Libro en el Cielo, y lo abre, y luego lo trae a la Tierra? Es nuestro amado Señor Jesucristo, como aparece en Apocalipsis, capítulo 5, el cual es el Cordero de Dios que murió en la Cruz del Calvario para pagar el precio de la Redención, para restaurar ese Título de Propiedad a todos los hijos e hijas de Dios, a todos los descendientes del segundo Adán; y el segundo Adán es nuestro amado Señor Jesucristo.
Vean que es a los descendientes del segundo Adán a los cuales será restaurado este Título de Propiedad en el Día Postrero. Y por eso es que los descendientes del segundo Adán, que son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, para el Día Postrero tendrán derecho a resucitar (si están muertos) y tener un cuerpo eterno; y los que estamos vivos obtenemos el derecho a un cuerpo eterno. Y por esa causa nuestros cuerpos mortales serán transformados, y seremos vestidos de inmortalidad: tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible, para vivir por toda la eternidad con Cristo, como reyes y sacerdotes.
Ahora, para que todo esto ocurra se requiere la apertura del Séptimo Sello en el Cielo, que es la apertura del misterio de la Segunda Venida de Cristo siendo abierto en el Cielo, en el Libro de la Redención; y para eso se requiere que Cristo tome ese Título de Propiedad.
Ahora, este misterio de la Segunda Venida de Cristo, dice Cristo que nadie sabía ni la hora ni el día en que se cumpliría. Ese misterio no lo conocía nadie, excepto Dios, porque estaba en la Mente de Dios, y Dios no abrió ese misterio. Aunque proféticamente Dios habló a Sus profetas, y por medio de Sus profetas, acerca del Séptimo Sello, o sea, acerca de la Segunda Venida de Cristo; pero ese misterio, aunque de él fue profetizado en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, estaba cerrado, sellado, bajo el Séptimo Sello.
Pero para el Día Postrero ese misterio está señalado por Dios para ser abierto en el Cielo; y causa silencio en el Cielo, en Apocalipsis, capítulo 8, cuando es abierto allá en el Cielo; porque ni los ángeles, dice Cristo: “Ni los ángeles”, ni aun el Hijo sabía cuándo sería la Venida del Señor. Nadie conocía el misterio de la Segunda Venida de Cristo, ni siquiera los ángeles del Cielo; dice: “Ni el Hijo tampoco sabe cuándo será”5.
Pero vean ustedes, en el Cielo fue abierto este misterio, y todos en el Cielo supieron, conocieron, el misterio de la Segunda Venida de Cristo; y hubo silencio en el Cielo como por media hora. O sea que todos guardaron silencio, y no hubo cánticos, ni alabanzas, nada; nada hubo en el Cielo, sino silencio.
Una etapa de silencio en el Cielo, donde, vean ustedes, por millones de años hubo alabanzas, cánticos, regocijo, alegría…; ahora nos dice Apocalipsis, capítulo 8, que hubo silencio en el Cielo como por media hora.
Media hora del Cielo representa cierta cantidad de años de los nuestros, así como un día del Cielo o en el Cielo representa mil años para nosotros; porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día, nos dice en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90 y verso 4, el profeta Moisés en ese Salmo nos habla de esa forma.
Y ahora, vean ustedes cómo en el Cielo hubo silencio cuando fue abierto (¿dónde?) en el Cielo el misterio del Séptimo Sello, cuando fue abierto el Séptimo Sello en el Cielo.
¿Y por qué hubo silencio? Porque se requería que todos guardaran silencio, a causa de que si el diablo conocía el misterio del Séptimo Sello haría muchas imitaciones, y estorbaría el cumplimiento del Séptimo Sello aquí en la Tierra; porque antes de llegar el cumplimiento del Séptimo Sello a la Tierra, ya el diablo se habría adelantado y habría hecho todas las cosas, imitando al Séptimo Sello y Su cumplimiento; para que al venir el cumplimiento real del Séptimo Sello ya fuera inefectivo, fuera inefectivo el Séptimo Sello, por causa de las imitaciones que el diablo habría hecho.
Pero el diablo no podía saber el misterio del Séptimo Sello si el Cielo guardaba silencio; ni sabría cuándo, ni sabría dónde, ni sabía cómo, ni sabría siquiera el nombre del velo de carne del cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo, ni sabría siquiera el secreto del Nombre Nuevo del Señor, ni sabría siquiera el pueblo que estaría recibiendo el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo.
O sea, todos esos misterios contenidos bajo el Séptimo Sello, el diablo no los conocería si el Cielo guardaba silencio; y todo se cumpliría en medio de la raza humana en una forma tan común y tan corriente que el cumplimiento del Séptimo Sello, para el mundo, vendría a ser como el paso de algún predicador por aquí por la Tierra, sin el mundo darse cuenta que era el cumplimiento del Séptimo Sello.
Como para la Primera Venida de Cristo, vean ustedes, el mundo gentil no supo que el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo estaba en medio del pueblo hebreo siendo una realidad; y aún más, el mundo gentil no sabía acerca de la Venida del Mesías; eso era una promesa para el pueblo hebreo.
Así que vean cómo el mundo gentil estaba en ignorancia de lo que estaba sucediendo en medio del pueblo hebreo en la Primera Venida de Cristo, como el Cordero de Dios.
Y ahora, la promesa de la Segunda Venida de Cristo es como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo; porque Él vino como Cordero en Su Primera Venida, para llevar a cabo Su Obra de Redención, y redimir así todos los que están escritos en el Libro de la Vida Cordero desde antes de la fundación del mundo; y así llevar a cabo Su Obra de Redención, y redimir toda la herencia divina, para en el Día Postrero cumplir la segunda parte de la Venida del Señor, que es la Segunda Venida de Cristo.
Porque la Venida del Señor tiene dos partes: Su Primera: dos mil años atrás se cumplió en la persona de Jesús de Nazaret, un joven carpintero en el cual se cumplió la Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo. Y la segunda parte de la Venida de Dios, o de Cristo, o del Ángel del Pacto, es como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Ahora, vean que el que viene siempre ¿es quién? El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el mismo Jehová del Antiguo Testamento, el cual es el Verbo. Dice en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
El Verbo es el mismo Dios, conforme a como nos dice aquí:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.
Es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico, el cuerpo de la Palabra, el cuerpo la sexta dimensión; ese es el cuerpo de la teofanía, ese es el cuerpo de la Palabra, ese es el Verbo; y de ahí viene toda la Creación. “Por Él fueron hechas todas las cosas, y sin Él nada de lo que ha sido hecho fue hecho”: en Él estaba toda la Creación, ahí estaba la vida.
Y cuando Dios, por medio de Su manifestación en ese cuerpo teofánico, comenzó a hablar a existencia el universo, vean ustedes, Su origen fue el Verbo; Su origen estaba en aquel cuerpo teofánico de Dios, y Dios estaba dentro de ese cuerpo teofánico; pues ese cuerpo teofánico fue lo primero que Dios creó para Sí mismo, y ahí estaba toda la Creación, en ese cuerpo; y por eso desde ese cuerpo Dios da a luz toda la Creación, de ahí nace toda la Creación.
Así como, miren ustedes, de nuestros padres hemos nacido nosotros y nuestros hermanos y nuestras hermanas; pero vean ustedes, el padre de la familia llevaba todos esos hijos (¿dónde?) en sus lomos.
Como Abraham, vean ustedes, llevaba a Isaac, llevaba a Jacob, llevaba a Leví también, y llevaba a todo el pueblo hebreo, a toda la nación hebrea, en sus lomos, en los lomos de Abraham. Y cuando tuvo a Isaac, vean ustedes, ahí estaba toda la nación hebrea también: ahí estaba Jacob, ahí estaban los patriarcas y toda la nación hebrea. Y luego cuando Isaac tuvo a Jacob, pasó la nación hebrea ¿a dónde? Pasó a Jacob.
Y así, vean ustedes, es también en el Programa Divino en cuanto al Verbo: en Él está toda la Creación de Dios, y de Él es que viene toda la Creación, y de Él es que viene todo ese Programa en el cual encontramos que Cristo es el que lleva a cabo todas las cosas, crea todas las cosas:
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
“Y por Él fueron hechas, creadas, todas las cosas”.
Y por eso es que estando nuestras almas en Dios, luego ahora, cuando Dios coloca toda la Creación en Cristo, en Su cuerpo teofánico, en Su teofanía: nuestro cuerpo teofánico ¿de donde tiene que venir? De Cristo.
De ese cuerpo teofánico de Jesucristo proceden todos los cuerpos teofánicos de todos los hijos e hijas de Dios; y por eso se requiere el nuevo nacimiento; para que la persona, al creer en Cristo como su Salvador, obtenga ese cuerpo teofánico, reciba el Espíritu de Cristo, y así, vean ustedes, tiene un cuerpo creado por Jesucristo, por el Verbo; viene de Cristo ese cuerpo teofánico; y luego lo que nos falta es el cuerpo físico, que será creado por Cristo también.
Así como, vean ustedes, Dios le creó a Adán un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y luego le creó un cuerpo físico del polvo de la tierra, en y de esta dimensión terrenal. Ese es el orden para la persona venir y estar aquí en un cuerpo con vida eterna.
Pero por cuanto el ser humano cayó: el ser humano, de la caída en adelante, no ha pasado por la sexta dimensión para obtener su cuerpo teofánico, que es venido del cuerpo teofánico de Cristo; y por consiguiente, nacemos en esta Tierra y obtenemos un cuerpo físico, mortal, corruptible y temporal, y obtenemos un espíritu del mundo, no de la sexta dimensión, o sea, de la quinta dimensión; y por consiguiente, estamos condenados a muerte, nuestro cuerpo físico y nuestro espíritu del mundo.
Pero Cristo dice: “Es necesario nacer de nuevo”, para entrar ¿dónde? En el Reino de Dios. Y al entrar en el Reino de Dios, al nacer en el Reino de Dios, la persona ya tiene entonces un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y ya está en el orden que tenía que estar: venir de la séptima dimensión (de la dimensión de Dios), venir de Dios siendo un pensamiento, un atributo de Dios; venir de Dios, manifestado en y con un cuerpo teofánico; para luego, en el Día Postrero, recibir un cuerpo físico, eterno y glorificado, para vivir por toda la eternidad, y ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y vean ustedes cómo el Programa del nuevo nacimiento, que es el Programa de la creación del cuerpo teofánico de cada hijo e hija de Dios, se ha estado llevando a cabo por todos estos años.
Vean ustedes cómo desde el Día de Pentecostés hacia acá se ha estado llevando a cabo ese Programa para el nacimiento de millones de hijos e hijas de Dios, de primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora, miren ustedes una cosa muy importante, de Adán hacia Cristo nadie había podido nacer primero en la sexta dimensión, para luego obtener un cuerpo eterno aquí en la Tierra, hasta que llegó Jesucristo; el cual, antes de nacer en esta Tierra en un cuerpo físico, estaba en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, en el cual le había aparecido a Abraham como Melquisedec, Rey de Salem6, y también le había aparecido como Elohim el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra7.
Por eso es que cuando están hablando los fariseos y todos esos líderes religiosos, diciéndole a Jesús que no podían creer en Él, y estaban tratando de matar a Jesús, Jesucristo les dice: “Si ustedes fueran hijos de Abraham, ustedes me amarían. No hizo esto Abraham”8, o sea, eso que estaban haciendo ellos: persiguiendo a Jesús y tratando de matarlo, eso no lo hizo Abraham.
Jesús dijo acerca de Abraham: “Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”. También les había dicho: “Antes que Abraham fuera, yo soy”9.
Vean ustedes, esta conversación allí ¿qué nos muestra? Abraham deseó ver el Día del Señor, y lo vio cuando estuvo Abraham comiendo con Elohim (o Elohim estuvo comiendo con Abraham), donde Abraham le preparó una becerra tierna, también panes bajo la ceniza, al rescoldo, y leche también, mantequilla, todas estas cosas le sirvió en esa cena o comida o almuerzo que le dio, le ofreció a Dios y a Sus Arcángeles Gabriel y Miguel; y allí se gozó Abraham viendo el Día del Señor, viendo la Venida de Cristo, representada en la visita de Elohim a Abraham; porque allí estaba viendo en forma visible Abraham a su Dios, a Elohim.
Y ahora, vean ustedes cómo la Venida de Cristo, que tiene dos partes, sería la Venida de Elohim en carne humana, en forma visible. Y allí estaba en forma visible con Abraham, comiendo y bebiendo.
Las personas decían a Jesús: “No tienes cincuenta años ¿y dices que has visto a Abraham?”, o sea, le están diciendo mentiroso. Jesús les dice: “Antes que Abraham fuera, yo soy. Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”.
Vean cómo Cristo estando en Su cuerpo teofánico, luego se hizo visible, se hizo tangible, y comió y bebió con Abraham, y los Arcángeles de Dios también.
Y ahora, vean cómo en la Primera Venida de Cristo el pueblo hebreo tenía ¿a quién allí? A Elohim en carne humana, vestido de carne humana. Era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Elohim, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Jehová del Antiguo Testamento, vestido de una vestidura humana, vestido de carne humana; y en Su vestidura tenía escrito este nombre: Jesús, que es el nombre de Redención, para llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y para el Día Postrero estará nuevamente Elohim, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en carne humana, conforme a la promesa divina.
Ahora, vean que la manifestación de Elohim allá tuvo dos partes muy importantes: la primera parte fue cuando estuvo discerniendo el corazón y los pensamientos del corazón de Sara; y vean ustedes, Él vio que en el corazón ella se rio, cuando Dios le dijo a Abraham que tendría un hijo por medio de ella.
Ella pensó que estando ella ya tan avanzada en edad (con 89 años de edad, y Abraham teniendo 99 años de edad), no era posible que pudieran tener un hijo, porque era imposible concebir para ella, pues ya no tenía deleites con su esposo o no tenía relaciones íntimas con su esposo; y ahora lo que Dios le está diciendo se podía obtener solamente teniendo relaciones íntimas con su esposo, y ya eso no existía entre Abraham y Sara; y ya la costumbre de las mujeres le había cesado.
Pero ella viendo todo eso, que era humanamente imposible, se rio en su corazón, pensando acerca de eso y pensando: “¿He de tener deleites con mi esposo, ya siendo él viejo, avanzado en edad y yo también?, ¿después de vieja?”, y se rio en su corazón10.
Como quien dice…, o como algunas veces hacemos, que nos dicen: “Tú vas a ser multibillonario, y vas a tener una casa muy hermosa, vas a tener un palacio, y vas a tener esto y lo otro; y vas a ser un rey”, o si es una mujer: “Vas a ser una reina”. Y usted se echa a reír en su corazón, o aun con los labios, y se ríe y dice: “Con lo pobre que soy, que para poder comprar las cosas que necesito tengo que trabajar tanto. ¿Y voy a tener todas esas comodidades y un palacio así?”. O sea, quiere usted decir: “¡Eso es imposible!”; porque para eso se necesita (¿mucha qué?) mucha plata (o ¿cómo ustedes dicen?): mucha plata; nosotros decimos: mucha plata o mucho dinero (hacemos así); pero ustedes pues… o en algunos lugares, acá en la República Mexicana, dicen así. Y eso significa mucha plata, que tienen mucha plata. Y para nosotros, pues, eso lo decimos así: “Mucha plata” o “mucha lana”.
Bueno, y así pues puede pensar una persona: “Para eso se necesita mucha plata o mucha lana o mucho dinero, para poder tener todas esas facilidades y propiedades que tú me estás diciendo que he de tener, y esa posición tan importante que me dices que voy a tener”.
Pues miren, ¿hay alguna cosa imposible para Dios? ¿Quieren ustedes ver dónde está eso?, porque lo que les dije es también para cada uno de ustedes y para mí también. Está en Apocalipsis, capítulo 1: versos 4 en adelante dice:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
¿Somos o no somos reyes y sacerdotes? Aquí lo dice la Escritura. Porque hemos creído en Cristo como nuestro Salvador, y ha lavado Cristo nuestros pecados en Su Sangre, y nos ha hecho para nuestro Dios (¿qué?) reyes y sacerdotes. No es usted el que lo ha hecho, sino Jesucristo lo ha hecho con usted y para usted, y para mí también.
Y en Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 en adelante, dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
¿Somos o no somos reyes? Y sacerdotes también. ¿Y reinaremos o no reinaremos? Aquí dice que reinaremos. ¿Ve? Ya les he dado dos Escrituras donde dice que somos reyes y que somos sacerdotes, y dice que reinaremos sobre la Tierra.
Y en Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6, dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.
¿Reinaremos o no reinaremos? Reinaremos con Cristo mil años, ¿y luego qué? Luego, pues por toda la eternidad. ¿Y dónde está que será para toda la eternidad, no solamente para el Reino Milenial? Eso está en Daniel, capítulo 7: verso 18 dice:
“Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”.
¿Es para toda la eternidad o no es para toda la eternidad? ¡Claro que sí! Vean, el verso 26 de este mismo capítulo 7 de Daniel… Y también el capítulo 7, verso 13 al 14… Capítulo 7, verso 13 al 14, dice:
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.
Y en ese Reino es que nosotros somos (¿qué?) reyes y sacerdotes; en ese Reino es que estaremos como reyes y sacerdotes, reinando con nuestro amado Señor Jesucristo. Este es un Reino eterno, un Reino que nunca pasará. Su Reino es…:
“… su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.
Y el mismo capítulo 7, verso 26 al 27, dice, de Daniel:
“Pero se sentará el Juez, y le quitarán su dominio (¿a quién? A la bestia) para que sea destruido y arruinado hasta el fin,
y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo…”.
¿Cuál es el pueblo de los santos del Altísimo? La Iglesia del Señor Jesucristo.
“… cuyo reino es reino eterno (este Reino es ¿qué? Un Reino ¿qué? Eterno), y todos los dominios le servirán y obedecerán”.
Ahora, la pregunta es: ¿Somos o no somos reyes y sacerdotes? ¡Claro que sí! Lo dice Dios en Su Palabra. Y de lo que no se veía será hecho todo lo que se verá durante el Reino Milenial; y nos veremos allí como reyes y sacerdotes; pero ya lo estamos viendo en la Palabra. En la Palabra, ahí está todo lo que nosotros seremos, y ya eso está definido de parte de Dios.
Eso es más seguro que la vida de un ser humano aquí en este cuerpo terrenal; porque la vida de un ser humano aquí en este cuerpo terrenal, vean ustedes, hoy está y mañana puede ser que no esté; pero esto que Dios dice acerca de Sus hijos: que somos reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo mil años y luego por toda la eternidad, eso es ASÍ DICE EL SEÑOR.
“Los cielos y la Tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará”11, dice el Señor. Así que vean ustedes quiénes somos en el Reino de Dios, vean ustedes quiénes somos en el Programa Divino.
Y ahora, la posición nuestra en el Reino de Dios, en ese glorioso Reino del Señor Jesucristo, será dada con la apertura de este Sello. La resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de nosotros los que vivimos, nuestra ida al Paraíso – o nuestra ida a la Cena de las Bodas del Cordero, para recibir los galardones por nuestras labores en el Reino de Cristo; y luego de la gran tribulación regresaremos a la Tierra ocupando nuestra posición de reyes y sacerdotes en el glorioso Reino Milenial de Jesucristo.
O sea que el que en la actualidad es una persona (hombre o mujer) que trabaja en una oficina, haciendo una cosa u otra cosa, o es una persona que trabaja en el campo, en la agricultura, o es una joven o una dama que está en los quehaceres de la casa, o es un hombre que trabaja en la construcción, cuando regresemos con el cuerpo nuevo, en el glorioso Reino Milenial ¿qué es lo que seremos? Reyes y sacerdotes.
O sea que nuestra posición cambiará con el nuevo cuerpo, con el cambio del cuerpo físico y cambio de reino; porque aquí en esta Tierra, estando el reino de los gentiles en este tiempo todavía, quizás ustedes no tengan una posición importante en el reino de los gentiles, pero en el glorioso Reino de Cristo, ustedes y yo también, tenemos la posición más importante: ¡la de reyes y sacerdotes con Cristo! No hay otra posición mejor que esa en el Reino venidero.
Ahora, ¿ven que ustedes son reyes y sacerdotes y yo también? Cualquier persona dice o puede pensar: “Están chiflados. No tienen ni para comprar una casa en efectivo, y ya dicen que son reyes y sacerdotes”. Lo que sucede es que nosotros podemos mirar por medio de la Palabra de Dios quiénes somos en el Programa Divino, quiénes somos conforme a lo que Dios dice acerca de nosotros. Y nosotros con el corazón lo creemos y con la boca lo confesamos. “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se hace confesión (¿para qué?) para salvación”12, para que así se cumpla lo que Dios ha prometido; porque sin fe es imposible agradar a Dios13.
Y ahora, ¿cómo usted va a tener fe si no escucha lo que Dios dice en Su Palabra?, ¿cómo creerán si no escuchan? Porque la fe viene por el oír; y por el oír ¿de qué? De la Palabra de Dios; no por el oír cualquier otra cosa, sino por el oír de la Palabra de Dios. ¿Y cómo escucharán si no hay quién les predique?, ¿y cómo predicarán si no son enviados?14.
Y ahora, vean ustedes, de edad en edad Cristo ha enviado un ángel mensajero; y con ese ángel mensajero ha enviado muchos ministros para que lleven el Mensaje por todas partes. Y los que van recibiendo el Mensaje se unen a esos ministros y a ese mensajero, y siguen trabajando para llevar el Mensaje a otras personas; para así completarse el grupo de escogidos de cada edad; los cuales obtienen su cuerpo teofánico cuando creen en Cristo como su Salvador, y reciben el Espíritu de Cristo. Y luego, en el Día Postrero, los muertos en Cristo resucitarán, los que ya han partido, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y así obtendremos el cuerpo físico y eterno, con el cual reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
O sea que con estos cuerpos mortales no podemos reinar, sino con el nuevo cuerpo; porque un rey no puede reinar en un reino vestido de pordiosero; tiene que estar vestido con las vestiduras reales. Y Él tiene para nosotros una nueva vestidura, un nuevo cuerpo, con el cual estaremos como reyes y sacerdotes reinando con Cristo por toda la eternidad.
Vean, reyes y sacerdotes también, según el orden ¿de quién? De Melquisedec, de ese Orden es que nosotros somos reyes y sacerdotes.
Una persona puede ser que no sea del orden de Aarón o de Leví, pero vean ustedes… En medio del pueblo hebreo, pues no podía ser sacerdote; pero ahora, para el sacerdocio correspondiente al Reino Milenial, se tiene que ser del orden no de Leví, sino de Melquisedec.
Y para ser reyes, vean ustedes, se tenía que ser del orden de David, y si…; y cuando el Reino de David decayó, entonces vinieron otras personas que tomaron el reino; y vean ustedes cómo el reino después era del que lo conquistaba.
Pero la promesa, vean ustedes, para reinar sobre el pueblo hebreo, pertenece al trono de David. Por lo tanto, Cristo viniendo por medio de la tribu de Judá, y naciendo por medio de una familia descendiente de Isaí, y por consiguiente de David, naciendo por medio de una virgen descendiente del rey David, ahora, vean ustedes, tiene el derecho al trono de David; y nació en la tierra de Israel, en la ciudad de Belén, en esa ciudad o en ese lugar.
Y ahora, vean ustedes, Él es el heredero al Trono de David; y Él ha pasado Su bendición —la bendición y el derecho al Trono— para y a Su Iglesia también; porque el rey, al tener el derecho al trono, a sentarse en el trono, encontramos que su esposa viene a ser la reina, viene a ser la esposa, la compañera de ese rey, viene a ser la primera dama de ese reino, ¿ven?
Y ahora, vean ustedes cómo todo esto se está moviendo entre los gentiles: Cristo buscando una esposa, una compañera, una reina. Y ya para el Día Postrero esa Reina obtendrá su cuerpo teofánico, cada miembro de ese Cuerpo Místico de creyentes, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Ahora, vean por qué es tan importante la Segunda Venida de Cristo: porque Él viene por Su Reina, por Su Esposa. Él la reclama, porque Su Nombre está escrito en el Libro de la Vida del Cordero.
Él viene por Su Iglesia en este Día Postrero, en donde Él cambia de Cordero a León; y Él es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová del Antiguo Testamento, el cual vino en carne humana, en el velo de carne conocido por el nombre de Jesús. Vino como Cordero de Dios y llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y para el Día Postrero, este mismo Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, está prometido para venir nuevamente en carne humana, el Verbo viniendo en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 al 21.
Y ahora, el precursor de la Segunda Venida de Cristo nos habló de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis; y en la página 277 nos dice así cuando estaba orando. Vamos a leer una parte de su oración, donde dice [Los Sellos]:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco (¿Quién es el Jinete del caballo blanco? El Espíritu Santo. Del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19), mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis? El Espíritu Santo, que es Jesucristo en Espíritu Santo. En la página 256 del libro de Los Sellos nos dice nuestro hermano Branham:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Eso es la Venida del Jinete [del caballo] blanco de Apocalipsis, capítulo 19, la Venida de la Palabra, del Verbo encarnado en un hombre. Ese es el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Y ahora, vean ustedes cómo dice también el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en la página 482 y 483 del libro de Los Sellos. Dice:
“[199]. Vemos, pues, que es un misterio por completo (hablando del Séptimo Sello), y la hora todavía no ha llegado para que se diera a conocer este misterio. Hemos llegado hasta aquí, y lo demás nos será dado allí: en el tiempo cuando aparezca Jesús nuevamente sobre la Tierra para llevarse Su Novia…”.
¿Cuándo dice que será dado a conocer el misterio del Séptimo Sello? Cuando aparezca Jesús nuevamente sobre la Tierra para llevarse Su Novia.
Y “cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra (dice nuestro hermano Branham), Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”. O sea, cuando aparezca nuevamente Jesús sobre la Tierra ¿cómo? En un hombre, o en carne humana.
Y ahora, en la página 57 del libro de Los Sellos en español, nos dice así:
“‘Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza…’.
17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin. Bien, ahora continuando:
‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.
18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel”.
¿Cómo viene? Como el Mensajero a Israel; porque Él es el Mensajero a Israel, Él es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. ¿Pero cómo es que viene? Y cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra para llevarse Su Novia, ¿cómo viene? Viene la Palabra encarnada en un hombre, viene como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
Ahora, sigue diciendo:
“¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia”.
Y acá nos dijo… Esto es en la página 57 del libro de Los Sellos. Y en la página 482 y 483 del libro de Los Sellos nos había dicho:
“[199]. Hemos llegado hasta aquí, y lo demás nos será dado allí: en el tiempo cuando aparezca Jesús nuevamente sobre la Tierra para llevarse Su Novia…”.
Y en la página 256 nos dijo, del libro de Los Sellos, nos dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo:
“121. (Y) cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Y en la página 469 del libro de Los Sellos en español, nos dice:
“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’. ¿Se acuerdan?
154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello…”.
¿Quién es el que tiene el Séptimo Sello, quién es el que tiene la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores? Este Ángel que era muy diferente a los demás. Y para cumplir el misterio del Séptimo Sello, para cumplir el misterio de la Segunda Venida de Cristo, tiene que venir en carne humana:
“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Así como cada ángel mensajero de cada edad aparece en su cuerpo teofánico, en esta nube formada por ángeles. Porque a esta nube es que se refiere él, y estos ángeles que están aquí.
Cuando habla del Ángel que era muy diferente a los demás: está hablando de este Ángel que está volando aquí, con sus alas puntiagudas; y cuando habla de los otros ángeles, está hablando de estos que están acá, que son los ángeles mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil.
Y para esos ángeles mensajeros tener sus ministerios…; aquí se encuentran en sus cuerpos teofánicos, pero para tener sus ministerios aquí en la Tierra tuvieron que tener un velo de carne humana; y cuando tuvieron ese velo de carne humana, tuvieron sus ministerios aquí en la Tierra en cada una de las edades de la Iglesia gentil, donde le tocó a cada uno de ellos.
Allí… Vean ustedes, aquí está San Pablo, y aquí (en esta nube) también está San Pablo, pero en su cuerpo teofanico; pero aquí (en cada edad) estuvo con su cuerpo físico, manifestado en su cuerpo físico, llevando a cabo el ministerio que Dios colocó en él.
Y así por el estilo, encontramos que los siete ángeles mensajeros que se encuentran aquí, tuvieron que estar en sus cuerpos de carne, sus cuerpos físicos, para tener sus ministerios aquí en el Cuerpo Místico de Jesucristo.
Y para el Ángel que era diferente a los demás, tener su ministerio en medio de Su Iglesia, tiene que estar en carne humana, para estar aquí en la Edad de la Piedra Angular y tener su ministerio por medio de carne humana; y cumplirse así el Verbo, la Venida del Verbo, de la Palabra, de Cristo, del Ángel del Pacto, en carne humana; viniendo así el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis en carne humana.
“[121]. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Pero cuando estuvo acá, estuvo en Su cuerpo aquí teofánico, Cristo en Su cuerpo teofánico; pero para manifestarse en la Tierra y tener Su ministerio, correspondiente al ministerio del Hijo del Hombre como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, tiene que tomar un velo de carne humana ya redimido; y ese es el Ángel del Señor Jesucristo.
Por eso las cosas que Cristo dijo que daría a conocer en Apocalipsis, capítulo 4, cuando dijo: “Sube acá (¿a dónde vamos a subir? A la Edad de la Piedra Angular), y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Después de las que ya sucedieron acá, hay cosas que tienen que suceder en la Edad de la Piedra Angular; y esas son las cosas que Cristo ha prometido darle a conocer a Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero.
Para el Día Postrero, encontramos que nadie tiene nada para dar a conocer, sino Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, en la Edad de la Piedra Angular; porque ya lo que tenía que dar a conocer en cada edad de la Iglesia gentil, lo dio a conocer por medio de cada uno de estos ángeles mensajeros; y ya ellos se fueron. Por lo tanto, ya Cristo no tiene nada para dar a conocer por medio de ellos; porque lo que tuvo para dar a conocer, ya lo dio a conocer en la edad en que ellos vivieron.
Pero para la Edad de la Piedra Angular, lo que Cristo tiene para darle a conocer a Su Iglesia, lo da a conocer por medio de Su Ángel Mensajero: “Sube acá (a la Edad de la Piedra Angular), y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, nos dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Cómo son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? Por medio del Ángel del Señor Jesucristo. ¿Por qué? Porque en Su Ángel Mensajero viene Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, clamando como cuando un león ruge y los siete truenos vienen emitiendo sus voces.
Y así viene la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta sonando, sonando el Mensaje del Evangelio del Reino, y dándole a conocer todas estas cosas a los escogidos de Dios. Y así son llamados y juntados los escogidos de Dios en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, con la revelación del misterio del Séptimo Sello, siendo dado a conocer ese misterio en medio de la Iglesia de Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, a todos los hijos e hijas de Dios.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE SÉPTIMO SELLO”.
Es la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, velándose y revelándose en y a través de Su Ángel Mensajero.
• ¿Qué misterio encierra?
– Hemos visto que encierra el misterio de la Segunda Venida de Cristo, el Séptimo Sello.
– Hemos visto que encierra el misterio de la manifestación de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero.
– Hemos visto que encierra el misterio de la predicación del Evangelio del Reino en la Dispensación del Reino.
– Hemos visto que encierra el misterio de la Edad de la Piedra Angular y la predicación de la Palabra de Dios, el Evangelio del Reino, en la Edad de la Piedra Angular.
– Hemos visto que encierra el recogimiento del trigo, o sea, de los escogidos de Dios.
– Hemos visto que encierra el misterio del territorio donde este evento se lleva a cabo y donde se realiza el recogimiento de los escogidos de Dios; o sea, encierra el misterio del territorio latinoamericano y caribeño, como territorio donde este misterio en el Día Postrero estaría siendo cumplido.
– Encierra el misterio de la Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá en Su Obra de Reclamo.
– Encierra el misterio de la resurrección de los muertos en Cristo y de la transformación de nosotros los que vivimos.
– Encierra el misterio también del ministerio de los Ángeles del Señor, o sea, los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y Elías.
– Encierra el misterio de los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.
• ¿Cuándo será abierto este misterio? En el Día Postrero, o sea, el séptimo milenio, en la Edad de la Piedra Angular; la edad representada en el ocho; y el ocho representa eternidad y también infinito [∞]. Y en el Día Postrero, que es el séptimo milenio.
O sea, la contestación a esta pregunta: ¿Cuándo será abierto este misterio? Vean ustedes, en el Día Postrero, o sea, séptimo milenio; y en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
• ¿Y territorio? La América Latina y el Caribe.
• ¿Qué conocimiento tendrá el que lo conozca? Pues el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto; para así tener la fe para ser transformado y raptado en el Día Postrero.
• Al ser revelado: ¿Por quién y en dónde se estará dando a conocer?
Al ser revelado (pregunta): • ¿Por quién? Por Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero. • ¿Y en dónde? Pues en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que corresponde a la América Latina y el Caribe, y corresponde al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo.
• ¿Qué relación hay con los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, verso 3 al 4? Que lo que hablan los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, es el contenido del Séptimo Sello. Los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, revelan el misterio del Séptimo Sello. Los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, revelan la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, velándose y revelándose en y por medio de Su Ángel Mensajero, en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Vean, hemos visto estas siete preguntas contestadas; y hemos visto todas las cosas que estarían sucediendo en el Día Postrero bajo EL MISTERIO DEL SÉPTIMO SELLO.
Vean todas las cosas que están bajo el Séptimo Sello ahí escondidas, para ser reveladas al pueblo de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero. Y ya estas cosas están siendo reveladas a la Iglesia del Señor Jesucristo en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Este es el conocimiento que obtienen los escogidos de Dios en el Día Postrero por medio de la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta; la Gran Voz de Trompeta, la Trompeta del Evangelio del Reino; siendo predicado por medio del Espíritu Santo, por medio de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, en la América Latina y el Caribe.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL SÉPTIMO SELLO”, dándoles testimonio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, velándose y revelándose por medio de Su Ángel Mensajero.
“EL MISTERIO DEL SÉPTIMO SELLO”.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Séptimo Sello, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y raptados; y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en donde estaremos disfrutando tres años y medio de fiesta espiritual con Cristo y con todos los que estarán allí. Allí estarán los santos, los escogidos de las edades pasadas, de las siete edades, y también estarán allí los santos del Antiguo Testamento que resucitaron con nuestro amado Señor Jesucristo.
Que pronto los escogidos que faltan por llegar, para completarse el número de los escogidos: que pronto lleguen. Y para que pronto lleguen: que cada uno de ustedes, y yo también, lleguemos a ellos con el Mensaje. Y sean llamados y juntados en este Día Postrero, y se complete el número de los escogidos de Dios; y pronto todos seamos transformados y raptados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les bendiga y les guarde, y con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín. Que Dios les bendiga.
“EL MISTERIO DEL SÉPTIMO SELLO”.
[Revisión abril 2022]
1 San Juan 6:56
2 Deuteronomio 8:3, San Mateo 4:4, San Lucas 4:4
3 2 Pedro 3:8, Salmo 90:4
4 Hebreos 7:9-10
5 San Mateo 24:36, San Marcos 13:32
6 Génesis 14:18-20, Hebreos 7:1-2
7 Génesis 18:1-33
8 San Juan 8:39-40
9 San Juan 8:56-58
10 Génesis 18:12
11 San Mateo 24:35
12 Romanos 10:10
13 Hebreos 11:6
14 Romanos 10:14-17