Instruye al niño en su carrera

Muy buenos días, cachorritos de León presentes aquí en esta mañana, junto a sus maestras. Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes, para compartir unos momentos con ustedes alrededor de la Palabra de Dios; y también con cada uno de ustedes, jóvenes y adultos que están en esta actividad de los niños (ellos pues les han permitido estar con ustedes también, con ellos también aquí).

Así que vamos a ver lo que Dios nos tiene para los niños en esta ocasión.

Dice la Escritura en San Lucas, capítulo 2, versos… vamos a ver…

Luego que Jesús fue presentado en el templo, luego de cumplir los ocho días, conforme a la costumbre…; pues todo hijo primogénito tenía que ser presentado a Dios a los ocho días1.

Vamos a leer verso 21 en adelante, del capítulo 2 de San Lucas, dice…, hablando acerca de Jesús, dice:

“Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, el cual le había sido puesto por el ángel antes que fuese concebido.

Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ellos, conforme a la ley de Moisés, le trajeron a Jerusalén para presentarle al Señor

(como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz será llamado santo al Señor) (o sea que todo primogénito sería separado para Dios),

y para ofrecer conforme a lo que se dice en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos.

Y he aquí había en Jerusalén un hombre llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel (o sea, esperaba la Venida del Mesías); y el Espíritu Santo estaba sobre él.

Y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.

Y movido por el Espíritu, vino al templo. Y cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley,

él (o sea, Simeón) le tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, diciendo:

Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz,

Conforme a tu palabra;

Porque han visto mis ojos tu salvación,

La cual has preparado en presencia de todos los pueblos;

Luz para (ser revelada) a los gentiles,

Y gloria de tu pueblo Israel.

Y José y su madre estaban maravillados de todo lo que se decía de él (o sea, de todo lo que se decía de Jesús).

Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: He aquí, este está puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel, y para señal que será contradicha

(y una espada traspasará tu misma alma), para que sean revelados los pensamientos de muchos corazones.

Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad,

y era viuda hacía ochenta y cuatro años…”.

Vean que no hay problema con la edad; aun para los de edad muy avanzada, miren ustedes, la Venida del Señor es una bendición.

Ya tenía 84 años de ser viuda, y había vivido con su marido 7 años: ya son 91 años; y cuando se casó con su marido pues tendría, vamos a decir, de 15 a 18 años; le suma todo eso y pasa de 100 años. O sea que hay esperanza para los ancianos también. Y era profetisa esta anciana.

“… y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones.

Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret”.

O sea, después de haber cumplido con todo lo que requería la Ley para la presentación del primogénito, del niño primogénito, al octavo día; luego de cumplir todo lo requerido por Dios en la Ley de Moisés, regresó José y María no a Belén de Judea sino se fueron a Nazaret.

Ahora, vean ustedes cómo aquí… vamos a ver… Vean cómo luego dice:

Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él”.

Ahora vean ustedes cómo el niño Jesús crecía, se fortalecía y se llenaba de sabiduría. Su madre, María, le enseñaba las Escrituras; y también en el templo, cuando Él iba, allí escuchaba la enseñanza de la Palabra de Dios.

Para esta ocasión nuestro tema es: “INSTRUYE AL NIÑO EN SU CARRERA”.

Es una responsabilidad de todo padre y madre la instrucción de sus niños en el Camino de Dios. No es un asunto de tener niños y dejarlos a la deriva, sin enseñarles el Camino de la vida eterna, que es el Camino de Dios; es una responsabilidad que toda persona tiene delante de Dios.

Si tiene niños está responsabilizado en darle la instrucción del Programa de Dios, a sus niños.

Y ahora, vean cómo en Proverbios, capítulo 22, verso 6, nos dice:

“Instruye al niño en su camino (en otras versiones dice [RVR1909]: ‘en su carrera’),

Y aun cuando fuere viejo no se apartará de él (no se apartará de ese camino)”.

Para todo lo que una persona quiere obtener en la vida necesita una enseñanza, una instrucción, y luego obtiene eso que desea.

Una persona quiere ser un mecánico: pues tiene que recibir una enseñanza con relación a la mecánica, la cual puede obtener en un taller de mecánica, comenzando como ayudante (pues no puede comenzar como mecánico, sino lavando piezas primero); y luego va obteniendo esa enseñanza de parte del mecánico o mecánicos que hay allí; y a medida que va aprendiendo, pues puede ir haciendo otras cosas en el campo de la mecánica.

También encontramos, para los diferentes oficios y en los diferentes oficios, que se obtiene una enseñanza; y así se obtiene un conocimiento de esa materia, de ese campo.

También en el campo profesional la persona necesita ir a estudiar: estudiar luego de terminar sus estudios de la escuela, ir a un colegio o a una universidad, para obtener la enseñanza que corresponde a lo que esa persona quiere ser como profesional. Sin obtener esa enseñanza no puede obtener el título; y si no obtiene el título, no lo han reconocido en su país como un profesional graduado con un título de colegio o de universidad.

Ahora vean que se requiere una enseñanza en todos los campos de la vida del ser humano.

Aun, miren ustedes, las amas de casa para poder cocinar recibieron una enseñanza de su madre; de otra forma, vean ustedes, estarían siempre quemando los frijoles y el arroz; pero fueron recibiendo esa enseñanza desde pequeñas, y así fueron obteniendo el conocimiento de cómo hacer las cosas.

Esto es así porque la Escritura nos dice en el libro de los Salmos, capítulos… o Salmo 119, miren lo que nos dice ahí… 119. Salmo 119, verso 130, dice:

“La exposición de tus palabras alumbra;

Hace entender a los simples”.

Ahora, vean cómo la exposición de la Palabra alumbra.

Así es la enseñanza: la exposición de todo aquello que una persona quiere aprender.

Tiene que venir una enseñanza; y al venir esa enseñanza le alumbra el entendimiento, los ojos del entendimiento, para poder comprender eso que está siendo enseñado; de otra forma no lo puede aprender. En alguna forma tiene que venir esa enseñanza a la persona.

Y por eso es que en cuanto a las cosas de Dios, la Palabra de Dios es lámpara. “Lámpara es a mis pies Tu Palabra, y lumbrera en y a mi camino”, dice Dios en el Salmo 119 y verso 105.

Y también, vean ustedes cómo en diferentes lugares nos habla de la enseñanza: como en Deuteronomio, capítulo 32. Y esto es en cuanto a las cosas de Dios, donde viene la enseñanza más importante que el ser humano puede recibir.

Dice en Deuteronomio, capítulo 32 (vamos a ver el verso), verso 2, dice… Vamos desde el verso 1, dice:

“Escuchad, cielos, y hablaré;

Y oiga la tierra los dichos de mi boca.

Goteará como la lluvia mi enseñanza;

Destilará como el rocío mi razonamiento;

Como la llovizna sobre la grama,

Y como las gotas sobre la hierba;

Porque el nombre de Jehová proclamaré.

Engrandeced a nuestro Dios”.

Ahora, vean ustedes cómo la enseñanza de Dios viene como la lluvia, ¿para qué? Para alumbrar los ojos del entendimiento de los seres humanos, y así la persona obtener el conocimiento del Camino de Dios.

Y esa enseñanza se requiere que los padres la transmitan a sus hijos.

¿Recuerdan que Dios le dijo al pueblo hebreo?: “Le enseñaras a tus hijos, y a los hijos de tus hijos, todo lo que Yo te doy a ti”2. O sea, lo que Dios le dio al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés era para ser enseñado al pueblo hebreo: a los padres, a los hijos, a los nietos, y a toda la descendencia del pueblo hebreo.

Y ahora, vean que estaban responsabilizados de enseñarle a sus hijos (¿qué?) el Camino de Dios; el Camino de Dios, el Programa de Dios, para la Dispensación de la Ley. Y así ha sido de edad en edad y de dispensación en dispensación.

El Mensaje viene al mensajero de cada edad o de cada dispensación; y luego ese Mensaje —siendo para todo el pueblo de Dios y para todo ser humano— tiene que ser llevado, tiene que llegar al alma de todo ser humano: niños, jóvenes, adultos y ancianos.

Y los padres están responsabilizados delante de Dios a llevar ese Mensaje directamente al alma de sus niños.

Y para nuestro tiempo hemos visto que Dios le ha dado ayudantes a las madres y a los padres: les ha dado maestras bíblicas, maestras para los cachorritos, para que les ayuden a colocar esa Palabra de Dios en el alma de sus niños; por lo cual deben estar agradecidas las madres y los padres en este tiempo, en donde tienen la oportunidad vuestros niños de escuchar el Mensaje correspondiente a nuestra edad y a nuestra dispensación, en el nivel entendible para los niños, o sea, en el vocabulario que los niños entienden.

Miren, Dios también hace con los adultos lo mismo que se hace con los niños.

Miren, cuando se le enseña a los niños acerca de la Segunda Venida de Cristo, se les muestra una foto o un dibujo del sol resplandeciendo, sonriendo, bien alegre. El sol bien alegre representa la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, vean ustedes que Dios también, a los adultos, nos enseña con los mismos símbolos; nos dice: “A los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”3.

Todo eso tiene su explicación, porque son los simbolismos bíblicos o proféticos de la Segunda Venida de Cristo.

Nos enseña que viene el Hijo del Hombre con una peluca blanca, con ojos como llamas de fuego, con los pies como de bronce bruñido4; pero eso tiene un significado.

Y ahora, vean ustedes que a los niños se les enseña con esas figuras, esos tipos y figuras, con esos dibujos o fotos, y se les muestra que eso representa la Venida de Cristo como el Sol de Justicia; y se les enseña en ese nivel en el cual los niños hablan y los niños entienden.

Y ahora, vean ustedes cómo para nuestro tiempo hay niños que conocen lo que los teólogos y doctores en divinidad todavía no han conocido. Así como en el tiempo de Jesús: hubo niños allá que conocían lo que los teólogos y doctores en divinidad y el sumo sacerdote todavía no conocía (y se murió, y no lo conoció); y sin embargo unos niños sencillos conocían que Jesús era el Rey de Israel; y ellos conocían que Jesús era el Mesías, el Cristo prometido, cumpliendo Su Venida en medio del pueblo hebreo.

Y ellos clamaban, con alegría: “¡Hosanna al Rey que viene en el Nombre del Señor!”. Y los doctores en divinidad decían a Cristo: “Diles a esos niños que se callen”5.

Pero ¿quiénes estaban bien?, ¿quiénes estaban bien: los grandes doctores en divinidad diciendo que Jesús era un falso profeta, que en Él operaba Beelzebú y por eso eran hechos aquellos milagros6, o aquellos niños diciendo: “¡Hosanna al Rey que viene en el Nombre del Señor! ¡Hosanna al Hijo de David! ¡Bendito el Reino de David que viene!”? Pues miren, aquellos niños estaban correctos.

Ahora, vean ustedes que los padres de aquellos niños también eran creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo, y les enseñaban a sus niños lo que estaba sucediendo en aquel tiempo.

Y ahora, vean ustedes cómo en cada edad y en cada dispensación hubo niños que conocieron el Programa Divino; los cuales fueron enseñados en el Programa Divino, en el Camino de Dios, para cada edad y cada dispensación, para la edad o dispensación en que ellos vivieron.

En el tiempo de Moisés, vean ustedes, ¿quiénes fueron los que entraron a la tierra prometida? Los que nacieron en el desierto, aquellos niños que nacieron, de los cuales el pueblo hebreo decía: “Nuestros niños serán comida de las serpientes y de los animales salvajes”7. Y Dios dijo: “Esos son los que entrarán, esos niños”8; y en adición a ellos, los que cuando salieron de Egipto tenían de veinte años para abajo, o sea, jóvenes.

Los jóvenes de veinte años para abajo que salieron de Egipto, más los niños que nacieron en el desierto, esos fueron los que entraron a la tierra prometida; y esos fueron los que estuvieron bajo la enseñanza divina correspondiente a aquella nueva dispensación que había comenzado.

Y ahora, vean cómo ellos estuvieron viviendo en su niñez bajo la enseñanza del Mensaje de Moisés: el Mensaje de la Dispensación de la Ley; y fueron creciendo, y continuaron viendo la manifestación de Dios en aquella dispensación por medio del profeta Moisés.

Y así, miren ustedes, siendo instruidos los niños en el Camino de Dios, cuando llegan después a adultos, no se apartan del Camino de Dios.

Vean ustedes cómo Dios nos enseña la instrucción del niño: “Instruye al niño en su carrera, y aun cuando sea viejo (o sea adulto) no se apartará de ese camino”.

Y ahora vean cómo Jesús fue enseñado, fue instruido, en el Camino de Dios; y crecía y se fortalecía, y era bendecido por Dios; crecía en la gracia del Señor.

Vean cómo también esto sucedió con Juan el Bautista. En el capítulo 1, verso 80, de San Lucas, dice:

Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu; y estuvo en lugares desiertos hasta el día de su manifestación a Israel”.

Así sucedió también ¿con quién? Con Juan el Bautista.

Y es necesario que nuestros niños crezcan, se fortalezcan en el espíritu con la Palabra de Dios; porque no le puede dar usted comida literal al espíritu ni al alma, sino la Palabra de Dios; “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”9.

Y así como los adultos necesitan la Palabra de Dios para alimentar su alma, nuestros niños también; para que estén fortalecidos allá en el alma, en el espíritu, y bien alimentados con esa Palabra de Dios, y vayan creciendo espiritualmente a medida que van creciendo físicamente también.

Es una responsabilidad de los padres la alimentación espiritual, así como también la física; o sea, la alimentación del cuerpo de los niños corresponde a sus padres, y la alimentación del alma, la alimentación con la Palabra de Dios, corresponde a los padres también. Es una responsabilidad, porque son los padres los que han traído esos niños aquí a la Tierra; por lo tanto, están responsabilizados físicamente y espiritualmente también para alimentarle el cuerpo, el espíritu y el alma también.

Y ahora, vean ustedes cómo, así como tenemos ayuda para la alimentación del cuerpo: tenemos tiendas donde venden los alimentos, tenemos el campo donde siembran los alimentos, y hay personas que siembran y hay tiendas que venden los alimentos… Y en la casa, pues la madre es la que cocina, algo le tienen que dejar a la madre; y el padre pues no se puede quedar con los brazos cruzados: tiene que trabajar para comprar los alimentos y tener en su casa el alimento para el cuerpo, que tanto necesita el padre, la madre y los niños también.

Y ahora, miren todo eso y apliquen eso también en el campo espiritual; porque tanto el padre como la madre necesitan el Alimento para el alma y el espíritu, y también los niños. Así que es una responsabilidad de los padres la alimentación del cuerpo y del alma y del espíritu de sus niños.

Y ahora, vean ustedes cómo Dios también ha colocado ayudas, personas que ayudan, para que nuestros niños estén bien alimentados; y también para los adultos y los jóvenes también.

Y hay ministros que trabajan en la Obra de Cristo para que el Alimento correspondiente a nuestro tiempo (para alimentar nuestra alma) llegue hasta los jóvenes también y hasta los adultos y los ancianos, y llegue también hasta los niños.

Y por eso, así como Cristo ordenó a Sus discípulos alimentar aquella multitud en dos ocasiones10, les dijo: “No tienen necesidad de irse a comprar alimento fuera, sino dadle vosotros de comer. Que se sienten, que se recuesten en tierra, sentados en tierra, de cincuenta en cincuenta”.

Y ahora, el 50 es el Año del Jubileo.

Y ahora, vean ustedes, por ejemplo, aquí hay un grupo que está sentado escuchando la Palabra de Dios; y aunque hay más de cincuenta personas, está sentado en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que corresponde al Año 50, al Año del Jubileo.

Así que están sentados unos aquí, otros en otra ciudad, y otros así en otra ciudad y en otro país, están de cincuenta en cincuenta; o sea que están en el Año del Jubileo todos sentados, están en el Año de Pentecostés, recibiendo el alimento espiritual de la Palabra de Dios correspondiente a este Día Postrero.

Miren, cuando fueron alimentados en la primera ocasión miles de personas, y en la segunda ocasión también, allí comieron los ancianos, pero también comieron los adultos, pero también comieron los jóvenes y también comieron (¿quiénes?) los niños; hombres, mujeres y niños, jóvenes, adultos, todos comieron allí; y sobró más de lo que hubo cuando Jesús tomó aquellos panes y aquellos peces.

Y ahora, vean ustedes cómo habrá alimento espiritual aún para los que estarán en el glorioso Reino Milenial de Cristo.

[Habacuc 2:14] “Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”.

Y durante el Reino Milenial toda persona conocerá este Mensaje del Evangelio del Reino. Los que no lo hayan conocido en este tiempo, lo conocerán durante el glorioso Reino Milenial; pues estarán viviendo en el Día Postrero, como también nosotros estamos viviendo en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.

Así que vean ustedes cómo el Mensaje es para los niños, los jóvenes y también los adultos.

Y todos tienen que ser enseñados, para así obtener el conocimiento de todas estas cosas correspondientes al Programa Divino de este Día Postrero; y así conocer el Camino de Dios correspondiente al Día Postrero, o sea, al séptimo milenio.

“INSTRUYE AL NIÑO EN SU CARRERA”, ese es un mandato divino para todos los padres.

Y gracias a Dios que nos ha dado maestras que aman a los niños y desean trabajar para el beneficio de los niños, para que la Palabra de Dios esté en el alma de los niños, y sean preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.

Cuando las madres se interesan en que sus niños reciban la enseñanza de la Palabra de Dios, pues están interesados en que sus niños sean transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero, cuando ocurra ese gran evento.

O sea que, así como los adultos tienen que estar interesados en recibir la enseñanza, para así recibir la fe, la revelación, para ser transformados y raptados e ir a la Cena de las Bodas del Cordero, también tienen que estar interesados en que sus niños reciban esa misma enseñanza, en el nivel en que ellos la puedan comprender; porque ellos son parte de ustedes. Los niños son parte de sus padres, son el fruto del amor del esposo y la esposa.

Así que, padres, recuerden nuestro tema: “INSTRUYE AL NIÑO EN SU CARRERA”; y sobre todo en su carrera espiritual, en su carrera en el Camino de Dios, en la senda de Dios; en el Camino en el cual, así como los adultos y los jóvenes están llamados para caminar, también los niños son llamados para caminar en el Camino de Dios.

Instruye al niño en ese Camino: en el Camino de Dios, para que su vida sea una vida caminada o una vida caminando en el Camino de Dios, en la senda de Dios, para este Día Postrero.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, niños, en esta ocasión, dándoles testimonio de la necesidad que tienen los niños de recibir la enseñanza de Dios para nuestro tiempo; así como hubo esa misma necesidad en los niños de otras edades y de otras dispensaciones, para poder conocer el Programa Divino y caminar felices en el Camino de Dios, glorificando a Dios.

Que Dios les bendiga, niños, cachorritos de León; y que Dios les bendiga, maestras, y les use grandemente con los niños.

Y que Dios les bendiga a ustedes, padres, y que les use grandemente; y que siempre ustedes luchen para que vuestros hijos sean enseñados en el Camino de Dios, y ustedes también en sus hogares les enseñen el Camino de Dios. Tampoco dejen todo a las maestras de los niños; ellas harán una parte, pero en sus hogares ustedes hagan una parte también.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes, niños, y sobre ustedes también: jóvenes y adultos y ancianos, y sobre ustedes maestras también. Y que pronto todos ustedes, niños, sean transformados y tengan el nuevo cuerpo jovencito, representando de 18 a 21 años de edad; y ustedes también, jóvenes, reciban ese cuerpo como Cristo lo ha prometido, y ustedes adultos y los ancianos también, y yo también.

Porque así como ustedes lo necesitan, yo también lo necesito; porque todavía yo estoy en este cuerpo mortal y necesito el nuevo cuerpo. Y Cristo lo ha prometido para mí y también ha prometido para cada uno de ustedes el nuevo cuerpo; y lo vamos a recibir en este Día Postrero, y en esta edad: la Edad de la Piedra Angular.

Que Dios les bendiga y les guarde.

Y para el salón de los niños, ¿cuántos salones tienen?, ¿cuántas maestras son?, ¿maestros? Dos maestros. Bueno, pues para que tengan el salón de los dos maestros… Hay maestras y maestros en diferentes lugares.

Todos ustedes son obedientes; y quieren ser cada día más obedientes a sus padres, para que sus padres siempre digan: “Mi hijo o mi hija es buena o es bueno, y es muy obediente, y me ayuda mucho aquí en los quehaceres también de la casa”.

Y así, pues, vuestros padres, cachorritos, vuestros padres se ponen muy contentos cuando ustedes son bien obedientes, y les gusta ayudar a sus padres en las cosas que ellos realizan.

Y así, pues, ustedes van aprendiendo cómo realizar las labores del hogar también, para las niñitas. Y para los niñitos, pues siempre también ayudan al papa los niñitos: le brillan los zapatos (o sea, le bolean, ¿cómo le dicen ustedes?, le bolean los zapatos), así, le ayudan por aquí, le pasan un cepillito, un pañito a los zapatos, y así por el estilo le ayudan en diferentes formas; ya cuando están grandecitos le ayudan a limpiar el auto, a lavar el auto, y así por el estilo; y van pues aprendiendo, y van teniendo una buena amistad y relación con sus padres; y van así haciéndose personas útiles primero en el hogar, después fuera del hogar.

Bueno, cachorritos, que Dios les bendiga y les guarde, y hasta la próxima actividad; porque yo creo que los jóvenes también les van a permitir que ustedes estén en la actividad de ellos, como ellos estuvieron en la de ustedes. Y también a ustedes adultos y jóvenes, que Dios les bendiga y les guarde.

Y nos veremos en la próxima actividad que será (¿dentro de cuánto?) dentro 15 a 30 minutos, por ahí; un recesito y volveré con ustedes nuevamente.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos, cachorritos de León.

“INSTRUYE AL NIÑO EN SU CARRERA”.

[Revisión mayo 2023 – RM -DM]

1 Génesis 17:12, Levítico 12:3

2 Deuteronomio 6:1-2

3 Malaquías 4:2

4 Apocalipsis 1:14-15

5 San Mateo 21:15-16

6 Mt. 12:24, Mr. 3:22, Lc. 11:15

7 Números 14:3

8 Números 14:31, Deuteronomio 1:34-39

9 Dt. 8:3, Mt. 4:4, Lc. 4:4

10 Alimentación de los cinco mil: Mt. 14:13-21, Mr. 6:30-44, Lc. 9:10-17, Jn. 6:1-13 / Alimentación de los cuatro mil: Mt. 15:32-38, Mr. 8:1-9

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