Saludo a Ministros: La Casa de Dios

Muy buenas tardes, ministros compañeros en el ministerio en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, aquí en Torreón, para compartir unos momentos de compañerismo ministerial alrededor de la Palabra de Dios, y así tener confraternidad ministerial entre nosotros dentro de la Casa de Dios, del Templo espiritual de Cristo; y así también ver cómo están las cosas en el Programa de Dios y cómo están las cosas en la Casa de Dios en nuestro tiempo.

San Pablo nos dice en su carta a los Hebreos, capítulo 3, verso 1 al 6, dice:

“Por tanto, hermanos santos, participantes del llamamiento celestial, considerad al apóstol y sumo sacerdote de nuestra profesión, Cristo Jesús;

el cual es fiel al que le constituyó, como también lo fue Moisés en toda la casa de Dios.

Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno este, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo.

Porque toda casa es hecha por alguno; pero el que hizo todas las cosas es Dios.

Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.

Que Dios bendiga nuestros corazones con Su Palabra y nos permita un mayor entendimiento de Su Palabra.

La Casa de Dios o Casa del Señor Jesucristo, hemos visto que es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta por los creyentes en Cristo nacidos de nuevo, los cuales han recibido Su Espíritu y se ha efectuado en ellos el nuevo nacimiento.

Y ahora, en esa Casa es que nosotros somos ministros de Jesucristo, para mantener a los escogidos de Dios con el alimento espiritual de la Palabra de Dios.

Hemos visto que en la Casa de Dios, la Casa del Señor, Cristo nos dice que Él ha colocado siervos fieles y prudentes; para cada etapa o para cada edad Él ha colocado un siervo fiel y prudente, y hemos visto que con ese siervo fiel y prudente han estado trabajando un grupo de ministros, en cada edad.

Porque así como Dios coloca – o un hombre puede colocar una persona para estar a cargo de la administración de todos los alimentos de esa casa, de todas las cosas de esa casa, o sea, la administración de esa casa, encontramos que con esa persona tienen que trabajar otras personas que han sido colocadas al lado de ese administrador. Y esa obra que lleva a cabo ese administrador en esa casa, encontramos que la lleva a cabo con el trabajo que realiza juntamente con las personas que están junto a él trabajando en esa casa; pero esa persona es la que está a cargo, tiene la responsabilidad de esa casa y de que el alimento de esa casa esté siempre a tiempo para todos los que viven en esa casa. Y así es en la Casa de Dios.

Y ahora, viendo que la Casa de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo, y en cada etapa o edad Dios ha colocado un siervo fiel y prudente, hemos visto quiénes han sido durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil: para la primera edad fue San Pablo, para la segunda Ireneo, para la tercera Martín, para la cuarta Colombo, para la quinta Lutero, para la sexta Wesley y para la [séptima] William Marrion Branham; y luego, para la octava, para la Edad de la Piedra Angular, el Ángel del Señor Jesucristo.

Y ahora, hemos visto que no estamos trabajando en la primera edad, en la etapa del primer ángel mensajero; ni en la segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad, sino en la Edad de la Piedra Angular.

Y hemos visto que hay mucho trabajo en la Casa de Dios, porque se está construyendo la parte más importante, que es el Lugar Santísimo. En la pirámide de allá de Egipto se llamaría la cámara del rey.

Y vean ustedes que esa es la pieza principal de la Casa; y hemos visto que es ahí donde nosotros nos encontramos trabajando en el Cuerpo Místico de Cristo, con toda nuestra alma, con todo nuestro entendimiento, y trabajando de buena fe.

Nunca vaya usted a decir que no le importa si algún hermano o los hermanos tropiezan con algo que usted haga, porque eso no sería trabajar de buena fe, ni tampoco trabajar con amor divino; porque nosotros amamos a nuestros amados hermanos que reciben la Palabra y queremos lo mejor para ellos. Y siempre tenemos que trabajar conforme al orden divino para llevarse a cabo en la Casa de Dios.

Y vean ustedes cómo en la Casa de Dios siempre Jesucristo ha estado de edad en edad; “porque si Jehová no edifica la casa (¿qué pasa?), en vano trabajan los edificadores”[1].

Vean ustedes cómo en la Casa de Dios bajo la Dispensación de la Ley, allá, encontramos a los profetas del Antiguo Testamento trabajando en Ella; y encontramos que hubo muchos edificadores trabajando en la Dispensación de la Ley.

Pero miren ustedes, cuando vino Jesús, los edificadores ¿qué hicieron? “La piedra que los edificadores desecharon”[2]. ¿Quiénes desecharon a Jesús? Aquellos edificadores, líderes religiosos de la religión hebrea, como el sumo sacerdote, y la mayor parte de los sacerdotes de la religión hebrea, y la mayor parte de los sacerdotes y sabios del Concilio del Sanedrín, que eran (todos) grandes sabios con sus doctorados en teología; porque no podía ser cualquier persona, sino tenía que ser una persona bien preparada religiosamente.

Y ahora vean, esos edificadores, vean ustedes, estaban edificando, pero estaban edificando por su cuenta una casa; estaban edificando por su cuenta, más bien, una religión, una denominación. Pero miren ustedes, cuando Dios vino para poner la Piedra Angular dijeron: “No, esa no; esa no cabe acá entre nosotros”.

Bueno, entre la casa que ellos estaban edificando no cabía, pero en la Casa de Dios esa era la Piedra que tenía que ser colocada en aquel tiempo; como para el Día Postrero hay una Piedra no cortada, del Monte.

Ahora, vean ustedes, es una Piedra no cortada de manos; cortada del Monte, pero no cortada de manos; porque es Cristo por medio del ministerio de cada tiempo que Él corta esas piedras, piedras vivas, y las coloca en Su Casa.

Y ahora, vean ustedes, una Piedra no cortada de manos, sino por la mano de Dios: es la Piedra que sale del Monte de Dios, y en el ministerio del Día Postrero; la cual vio el rey Nabucodonosor y le interpretó el profeta Daniel; y vean ustedes, es la que cumple – la Piedra que cumple la Segunda Venida de Cristo.

Vean ustedes cómo la Piedra blanca con el Nombre Nuevo aparece ahí (¿dónde?) en la Casa de Dios, en el Monte de Dios; y es cortada por la mano de Dios, como son cortadas todas las piedras vivas que forman parte de esa Casa de Dios.

La Casa de Dios es ese Monte en donde una Piedra: la Piedra del Ángulo, es cortada y colocada en esa Casa, vean ustedes, para tener el ministerio de la Piedra Angular. Y es la Piedra que los edificadores dos mil años atrás rechazaron, y que en el Día Postrero vendría nuevamente manifestado en carne humana, Cristo, el Ángel del Pacto, por medio de Su Ángel Mensajero, para ser nuevamente la Piedra del Ángulo, la Piedra principal de esa Casa, siendo colocada (¿dónde?) en la Casa de Dios esa Piedra.

Y esa es la Piedra que traerá las grandes bendiciones de Dios para todos los hijos de Dios, para toda la Casa de Dios.

Sin esa Piedra la Casa no está completa, sin esa Piedra la Casa no es una Casa perfecta; sin esa Piedra, encontramos que no se puede decir que la Casa de Dios está completa, porque esa es la Piedra que tendrá el ministerio del Día Postrero. Es la Piedra que tendrá el ministerio de la Edad de la Piedra Angular, por lo tanto, tiene que ser el ministerio de la Piedra Angular, de la Piedra no cortada de mano.

Y ahora, vean ustedes, vino dos mil años atrás en el Israel terrenal, y para el Día Postrero vendría en el Israel celestial.

Y ahora, vean ustedes que es en esa Casa que todos nosotros hemos sido colocados para estar dándole el Alimento a los escogidos de Dios a tiempo, el Alimento que el siervo fiel y prudente de nuestra edad recibe de parte de Dios para todos los hijos e hijas de Dios en la Casa de Dios.

Y así, vean ustedes, la última Comida o la última Cena en la Casa de Dios, vean ustedes en qué edad cae: en nuestra edad. Y vean ustedes cómo esta Cena o Comida viene a ser la comida espiritual de la Palabra de Dios; “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”[3].

La Palabra que sale de la boca de Dios: el Evangelio del Reino, con el cual se es dado testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto; y son abiertas todas estas cosas con esa Palabra, para ser alimentados todos los hijos e hijas de Dios en este tiempo final.

Ahora, vean que hay hambre sobre toda la Tierra, pero hay alimento espiritual (¿dónde?) en la Casa de Dios; en medio de los gentiles, en la Casa de Dios, hay alimento espiritual.

Así como hubo alimento físico, literal, en la casa de la viuda, porque allí estaba Elías en su primera manifestación; y por medio de la Palabra hablada de Elías fue multiplicado el alimento en esa casa[4].

Y ahora, vean, cuando toda persona pensaba que ya no vendría más alimento espiritual para los hijos de Dios en la Casa de Dios, porque el último alimento espiritual pensábamos que era el de la séptima edad, vean, había un alimento espiritual especial escondido: el Maná escondido, o representado en el maná escondido, para los hijos de Dios en la Casa de Dios, en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo.

Y ahora, todos los ministros en la Casa de Dios son colocados para trabajar en la repartición de ese alimento espiritual.

Como en la multiplicación de los panes y los peces en dos ocasiones[5], en las cuales Jesús multiplicó por Su Palabra hablada el alimento para alimentar a aquellas multitudes hambrientas, en donde hubo cinco mil personas en una ocasión: hombres, sin contar a los niños y las mujeres; y en la otra ocasión hubo unas cuatro mil personas, sin contar a los niños y las mujeres. Si contamos los niños y las mujeres, quizás hubiera llegado a unas diez mil personas; porque donde hay un hombre, hay algunas veces uno, dos, tres, cuatro y hasta cinco niños, y una mujer tiene que estar ahí también (si es casado) para tener esos niños.

Así que podríamos pensar que hubo unas diez mil personas. Y una actividad de Cristo con diez mil personas, esa no es una cantidad muy grande; pues hay predicadores, hay evangelistas que reúnen cincuenta mil personas o cien mil personas, y hasta más de eso; evangelistas, predicadores famosos, vean, lo logran en este tiempo.

Ahora, ¿por qué uno sorprenderse si Jesús tenía una cantidad de diez mil personas, contando niños y mujeres y varones también?

Ahora, el milagro fue que los alimentó con alimento literal producido, creado, por la Palabra hablada de Cristo.

Ahora, yo les pregunto a ustedes: ¿Qué es más difícil, o qué es más fácil: por la Palabra hablada producir alimento literal o alimento espiritual? ¿Saben ustedes una cosa? Que producir alimento literal puede ser producido en cualquier tiempo, y más en las horas de comida donde hay hambre; pero producir alimento espiritual, solamente de edad en edad puede venir ese alimento espiritual.

Y por medio de la Palabra hablada, a través del mensajero de cada edad, viene ese alimento espiritual.

Y para el Día Postrero, miren ustedes…

Encontramos que solamente había unos panecitos y unos pececitos, o sea, un poquito de alimento espiritual [terrenal], y una persona o dos personas se podían comer eso y se quedaba sin alimento la multitud entera; pero por medio de un milagro de Cristo, tomando esos panecitos y esos pececitos y multiplicándolos en alimento para el pueblo, es que pudo ser alimentada aquella multitud de cinco mil personas en una ocasión y de cuatro mil personas en otra ocasión, sin contar los niños y las mujeres.

Y ahora, cuando ya no quedaba nada, excepto un poquitito de Alimento (como a la viuda, y como en medio del pueblo que seguía a Jesús: un niñito con unos panecitos y unos pececitos), viene Jesús en y a una nueva edad, toma ese Alimento que había ahí (que tenía un niño), lo toma, lo multiplica y hay Alimento en abundancia para toda la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y es el tiempo donde más alimento espiritual hay para todos los hijos de Dios.

Y ahora, vean ustedes, hay tanto que todavía quedará para el Reino Milenial, para miles o millones de personas que vivirán en el glorioso Reino Milenial; porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová[6], o sea, será llena del conocimiento de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores viniendo a Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular, y velándose y revelándose por medio de Su Ángel Mensajero, y manifestándose y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

O sea que la humanidad será llena del conocimiento de lo que Cristo está haciendo en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, (¿dónde?) en Su Templo; porque la promesa es que vendrá el Señor a Su Templo, dice: “Vendrá súbitamente a su templo”[7].

Y ahora, en los Salmos, y también en Habacuc, capítulo 2, verso 14, dice: “Y será llena la Tierra del conocimiento de la gloria de Jehová”. Y en Habacuc, capítulo 2, verso 20, dice:

“… Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra”.

Porque más nadie tiene nada para decir. Nadie tiene nada para decir, nadie sabe nada del Mensaje correspondiente a la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; nadie sabe nada, de los que han quedado de las edades pasadas; por lo tanto, no tienen ningún mensaje para el pueblo, no tienen ningún mensaje para la Edad de la Piedra Angular y no tienen ningún mensaje para el Reino Milenial de Cristo, no tienen ningún mensaje para el séptimo milenio.

Pero siendo que es Dios el que ha hablado siempre en Su Casa, porque Él es el que manda en Su Casa; así que Él sí tiene algo para decir a Su Casa, a Sus hijos, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular; y eso lo habla por medio de Su Mensajero en la Edad de la Piedra Angular.

“… calle delante de él toda la tierra”.

¿Para qué? Para que todos escuchen lo que Dios tiene que decir por medio de Su Ángel Mensajero en Su Casa. Y ahí se cumplen también las palabras: “A Él oíd”[8].

Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos. Y por eso llevemos el Mensaje por todas partes, para que todas las personas sepan lo que Dios está hablando en Su Casa; porque Él está en Su Casa, en Su Iglesia, en el Lugar Santísimo de Su Templo, así como está en el Lugar Santísimo de Su Templo en el Cielo.

Y ahora, la representación del Templo que está en el Cielo es la Iglesia del Señor Jesucristo; y la representación del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo es la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora, vean ustedes cómo nosotros hacemos llegar a la gente todas las cosas que Dios habla de Su Templo en el Cielo, y luego las comunica a Su Templo aquí en la Tierra, a Su Iglesia, y las revela por medio de Su Ángel Mensajero; y nosotros llevamos ese Mensaje.

Y así es como la Voz de Dios es escuchada en toda la Tierra, para ser llenos del conocimiento de la gloria de Jehová; o sea, ser llenos del conocimiento de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, velándose y revelándose por medio de Su Ángel Mensajero en este Día Postrero. Y todo esto está ocurriendo (¿dónde?) en el Templo de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, vean cómo todas las cosas que sucederán en la Tierra se mueven también en el Templo que está en el Cielo y se mueven en el Templo espiritual de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, miren ustedes cómo las siete etapas o edades de la Iglesia gentil corresponden ¿a qué? Al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo, y son la representación del Lugar Santo del Templo que está en el Cielo.

Y la Iglesia Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular corresponde al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, y representa o se representa, en ese Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo.

Y ahora, miren cómo las siete etapas o edades de la Iglesia gentil están representadas en la sexta dimensión; y la Edad de la Piedra Angular está representada (¿dónde?) en la séptima dimensión.

Ahora, vean ustedes todas estas cosas, y vean cómo estamos nosotros viviendo en el tiempo más grande y más glorioso de todos los tiempos.

Nuestros amados hermanos están en el Paraíso, en la sexta dimensión, los que han partido; nosotros nos encontramos todavía aquí.

Pero siendo que nuestra edad es la que representa el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, en donde está Dios, y donde aparece en Apocalipsis, capítulo 5, sentado sobre Su Trono con un Librito cerrado en Su mano; vean ustedes, es para la edad nuestra, la Edad de la Piedra Angular, que corresponde la Venida de Cristo con el Librito abierto en Su mano, para colocarlo (¿dónde?) en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual; porque pasa del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo.

Y ahí, miren ustedes, pasa abierto ese Libro en el Día Postrero, para así, ahí y desde ahí, Dios llevar a cabo la Obra correspondiente a nuestro tiempo; en donde hasta los muertos en Cristo recibirían el beneficio de la Obra de Cristo, pues serán resucitados en cuerpos eternos y regresarán a la Tierra, a esta dimensión.

Y ahora, podemos ver cómo nosotros hemos sido colocados en la Casa de Dios, en la parte más importante de la Casa de Dios: el Lugar Santísimo, para estar siendo alimentados con esa Palabra y estar llevando esa Palabra a todas las personas, principalmente en la América Latina y el Caribe, donde están la mayoría de los escogidos de Dios que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, para formar la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Y ahora, vean el por qué cuando se lleva el Mensaje y las personas lo escuchan o lo leen, las personas obtienen un milagro en sus vidas; les es abierto el entendimiento y dicen: “Esto sí que yo lo puedo entender. Esto era lo que yo estaba esperando. Yo lo entiendo, estoy entendiendo”, y está entendiendo cosas que antes no entendía. ¿Por qué? Porque estamos viviendo en la América Latina y el Caribe, en la parte del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, en donde está siendo dado para comer el Maná escondido, la Palabra, el Mensaje del Evangelio del Reino, que revela el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

O sea que, la Palabra, Cristo, es nuestro alimento espiritual; y Él viene en este día alimentándonos como el Mensaje del Evangelio del Reino, viniendo directo a nuestras almas.

Él es el Pan de Vida[9], y Él es también el Señor de Su Casa. Y Él es el que envía Sus mensajeros de edad en edad, y viene manifestado en Espíritu Santo en cada uno de Sus mensajeros, de edad en edad, hasta llegar a la Edad del Día Postrero, la Edad de la Piedra Angular, donde viene manifestado en Su Ángel Mensajero, y en donde hace un cambio de edad, hace un cambio de dispensación, hace un cambio también de territorio.

Cambió, así como cambió de Asia Menor a Europa y de Europa a Norteamérica, cambia de Norteamérica a la América Latina y el Caribe.

Y un cambio de gente también: fue cambiando de personas de Asia Menor a europeo, y de europeo a norteamericano – y de europeos a norteamericanos, y de norteamericanos ¿a qué? A latinoamericanos y caribeños.

Y así como habló en el idioma de cada territorio en el pasado por medio del mensajero de cada edad, Él habla en el idioma principal de los latinoamericanos y caribeños.

Y habla como León de la tribu de Judá; y por eso es que cuando habla como León de la tribu de Judá, cuando clama como cuando un león ruge, los Siete Truenos emiten sus voces y revelan el misterio de la Segunda Venida de Cristo, el misterio del Séptimo Sello, el misterio del Ángel que era diferente a los demás.

Así como el misterio de cada ángel de cada edad fue la manifestación de Cristo en cada ángel mensajero, hablando por medio de cada ángel mensajero, y llamando y juntando a Sus escogidos de cada edad.

Pues Él dijo: “Yo soy el Buen Pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen, como yo conozco al Padre, y el Padre me conoce”. Y también dijo: “También tengo otras ovejas que no son de este redil; las cuales también debo traer, y oirán mi Voz; y habrá un Rebaño, y un Pastor”[10].

En cada edad, vean ustedes, la Voz de Cristo ha estado (¿dónde?) en el ángel mensajero de cada edad; y por medio del ángel mensajero de cada edad, a través del Mensaje que ha predicado, ha sido escuchada la Voz de Dios; porque ese Mensaje ha sido la Voz de Cristo para el pueblo, llamando Sus ovejas, hablándoles directamente al alma y juntándolas en el Redil de Cristo, que es Su Iglesia.

Y ahora, hemos visto en qué etapa fueron juntadas las ovejas de Cristo por medio del ministerio de cada ángel mensajero.

Y ahora, ¿en qué etapa tienen que ser juntadas las ovejas de Cristo en este tiempo final? Pues en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, por medio del llamado de Cristo a través de Su Ángel Mensajero, que es el llamado de la Gran Voz de Trompeta; y así es que escuchan la Voz de Cristo, las ovejas de Cristo, en este Día Postrero.

Y así como hubo ministros trabajando en cada edad con el mensajero de cada edad, hay ministros también en este tiempo en la Casa de Dios; que, así como en medio del pueblo hebreo los ministros, los sacerdotes, vean ustedes, no estaban el año completo dentro allí de la casa ministrado, sino que a unos les tocaba en un mes y a otros les tocaba en otro mes, y así por el estilo, de acuerdo al orden que – al cual ellos pertenecían.

Bueno, y al orden de San Pablo, al orden de la primera edad, pues los que ministraron en la Casa de Dios con el ángel mensajero, vean ustedes, fueron los que estuvieron con San Pablo.

A cada ministro de Cristo le ha tocado ministrar conforme al tiempo y al orden de su…

Vamos a ver, aquí en San Lucas es que nos habla, hablando acerca del sacerdote Zacarías, dice… Capítulo 1, verso… vamos a ver: “Hubo en los días de Herodes…”. Verso 5 en adelante del capítulo 1 de San Lucas:

“Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la clase de Abías (¿Ven? Llevaba el nombre de su clase, de la clase de Abías); su mujer era de las hijas de Aarón, y se llamaba Elisabet.

Ambos eran justos delante de Dios, y andaban irreprensibles en todos los mandamientos y ordenanzas del Señor.

Pero no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran ya de edad avanzada.

Aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios según el orden de su clase,

conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó en suerte ofrecer el incienso, entrando en el santuario del Señor”.

Ahora vean, conforme a la clase a la cual pertenecía, que era de la clase ¿de quién? De Abías. O sea que cada clase llevaba el nombre de una persona, de seguro de la cabeza de esa clase.

Y ahora, vean ustedes, tenemos —para cada etapa o edad de la Iglesia gentil— la clase o el orden de la clase de la primera edad, que fue de la clase (¿de quién?) de San Pablo; y hubo muchos ejerciendo el ministerio en aquel tiempo, porque les tocó, conforme al tiempo y a la clase a la cual pertenecían, venir a la Tierra en carne humana y estar en el ministerio en la Casa de Dios.

Pero ahora, miren, a medida que iban pasando los días y las semanas y meses del año en medio del pueblo hebreo, le tocaba ese cambio de clase en el sacerdocio; y así ministraban todas las clases ordenadas para ministrar en la casa de Dios. Y así ha estado sucediendo en la Casa espiritual de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes cómo todos, pues, vienen del Sacerdocio de Melquisedec; pero vean ustedes, de ese Sacerdocio de Melquisedec encontramos que están los diferentes líderes.

Como encontramos que hubo diferentes clases también que surgieron de Aarón, que era el sumo sacerdote, el cual tuvo hijos, y encontramos que sus hijos tuvieron más hijos; y por ahí, vean ustedes, vinieron diferentes clases en el sacerdocio.

Hubo diferentes clases también en el sacerdocio a los cuales les tocaba ministrar en el tiempo asignado en – durante el año; o sea que no podían ministrar en cualquier tiempo del año, sino en el tiempo que le correspondía. Pero vean ustedes que el sumo sacerdote ministraba todo el año, y una vez en el año en el lugar santísimo.

Y ahora, vean, Cristo, que es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, en la Casa de Dios ha estado manifestándose, ha estado ministrando, de edad en edad; pero ha tenido siete ángeles mensajeros para las siete etapas o edades de la Iglesia gentil. Y hemos visto cómo se ha ministrado en la Casa de Dios.

Y ahora nos toca estar en el Lugar Santísimo de la Casa de Dios.

Y ahora, tenemos el Mensaje para llevarlo, el cual está impreso, está en videos, está en cintas magnetofónicas, y así por el estilo, para que llegue puro a todos los escogidos de Dios, y sean alimentados en sus almas con la Palabra pura de Dios, para que nadie ni le quite ni le añada a esa Palabra de Dios.

Y así recibiendo una Palabra representada en el maná escondido; así como el maná no se corrompía estando en el lugar santísimo, esa Palabra tampoco. Y el que la come tiene promesas para ser transformado y raptado.

Ahora, si se va alguno de los de nuestra edad, pues va a regresar en un cuerpo incorruptible con todos los santos que han de resucitar; y será como testigo de la resurrección, porque ya es un conocido de nosotros; pero la mayoría continuará viviendo para ser transformados en este Día Postrero.

Es la única edad que tiene promesa de transformación para los que están en ella; para los que están en esa edad, vean ustedes, hay promesa de transformación; para los que estuvieron en las edades pasadas, hay promesa de ser resucitados en cuerpos incorruptibles.

Y ahora, nosotros como ministros en la Casa de Dios: trabajemos con amor divino, y más siendo la Edad del Amor Divino; y estemos siempre ayudando a todos nuestros amados hermanos que Dios ha llamado y ha colocado en nuestra edad y en nuestra dispensación.

No se enojen con ellos; así como a ustedes no les gusta que se enojen con ustedes (los hermanos), pues no se enojen con ellos tampoco, y así les enseñamos a ellos a no enojarse; pero si nos ven enojados a nosotros, pues entonces ellos van también a enojarse en muchas ocasiones.

Ahora, vean ustedes, corrigiéndose uno se corrige el resto viendo a ese que está corregido; o sea que es más fácil bregar con uno, y automáticamente los demás también se arreglarán. Porque estamos en la Edad del Amor Divino, para manifestarse el amor divino en nosotros, desde lo profundo de nuestra alma.

Y siempre supliéndole el alimento espiritual a todos los hermanos. Vean que el propósito de ser grabado el Mensaje es para que llegue a todos los hermanos, para que sean alimentados, y todos podamos ser transformados en este Día Postrero.

Sin ese Alimento no habrá transformación; como sin la Palabra de Dios dada a Moisés [Abraham], no podía venir transformación, para ser rejuvenecido Abraham y ser rejuvenecida Sara también, para tener al hijo prometido.

Vean también cómo tenemos en la Edad de la Piedra Angular…

Miren ustedes, en el lugar santísimo colocaban el maná y no se corrompía, se mantenía bien siempre. Colocaron la vara de Aarón, y en esa hubo un cambio: reverdeció, echó hojas y echó fruto también (¿y maduró también, Miguel?); o sea que se llevó a cabo un proceso completo.

Y ahora, hemos sido colocados en la Edad de la Piedra Angular, en el Lugar Santísimo, y ahora tenemos una Iglesia rejuvenecida.

Es una Iglesia rejuvenecida la que tendría en su medio el cumplimiento de la Venida del Hijo prometido; como Sara fue rejuvenecida para poder tener el hijo prometido y Abraham también fue rejuvenecido.

Y ahora, vean ustedes, hay siempre un proceso en el Programa Divino.

Miren, de edad en edad Cristo ha estado manifestado en cada ángel mensajero. Pero encontramos que a medida que va pasando el tiempo como que la gente piensan o miran a Cristo y Su Programa como algo que ya está envejecido; pero en la Edad de la Piedra Angular se ve todo rejuvenecido: una Iglesia rejuvenecida, como fue rejuvenecida Sara; Cristo rejuvenecido; un pueblo rejuvenecido espiritualmente, con el Hijo prometido; y pronto tendremos un cuerpo rejuvenecido también, un cuerpo nuevo.

Y los muertos en Cristo (que algunos tenían quizás 50, 75 o 100 años, o más, cuando murieron, más los años que tienen estando en el Paraíso, y sus cuerpos ya en el polvo desde hace cientos de años, muchos de ellos), vean ustedes, para el Día Postrero, al resucitar en cuerpos eternos tendrán un cuerpo rejuvenecido también; porque nuestra edad, la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo, es una edad de juventud, todo es rejuvenecido ahí.

Y ahora, vean ustedes dónde nos encontramos nosotros como ministros ministrando en la Casa de Dios.

Porque Dios ha colocado en Su Iglesia, en Su Casa: apóstoles, profetas, evangelistas y maestros, en Su Casa[11]; esto es como ministerios; y sobre esos ministerios ha colocado en cada edad un mensajero, en el cual encontramos que en algunas edades estaban hasta los cinco ministerios manifestados en ese mensajero, como en San Pablo y como en nuestro hermano Branham, y también en otros mensajeros de Dios. Pero en algunos no estaban algunos de esos ministerios, como en Lutero: no estaba el ministerio de profeta porque era un reformador.

Ahora, para la Edad de la Piedra Angular también estarán todos los ministerios manifestados para bendición de la Iglesia del Señor Jesucristo, Cristo los estará operando por medio de Su Ángel Mensajero; y así Él llevará a cabo Su Obra correspondiente al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Y con esa Obra será bendecido el Cuerpo Místico de Cristo de nuestro tiempo y de las edades pasadas también; porque Su Obra es la del León de la tribu de Judá, la de Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Ahí es donde Él reclama todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa, e incluyendo el Trono de David, para sentarse sobre el Trono de David, e incluyendo toda la herencia que a Él le corresponde y que a nosotros nos corresponde; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro[12].

Y Él no puede hacer ese reclamo como Cordero, sino como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, manifestando Su poder. Y por eso viene con poder y gloria, dice la Escritura; dice que el Hijo del Hombre vendrá en el Reino de Su Padre con poder y gloria[13].

Y por eso es que viene (¿con el qué?) con el Título de Propiedad, porque le da derecho a todo lo que Él redimió, lo cual está ahí escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

O sea que el Título de Propiedad dice a quién pertenece toda la Creación, y quién es el heredero, y quiénes son los herederos con ese Hijo Primogénito que murió para pagar el precio de la Redención allá en la Cruz del Calvario.

Así que vean ustedes dónde estamos nosotros trabajando: estamos trabajando en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y así como Moisés fue fiel en toda la Casa de Dios[14], y Cristo ha sido fiel en toda la Casa de Dios, y los siete ángeles mensajeros fueron fieles en toda la Casa de Dios; y el Ángel del Señor Jesucristo también está prometido que será fiel, por eso es el siervo fiel y prudente, y por eso las palabras que él habla son fieles y verdaderas[15].

Seamos fieles todos en la Casa de Dios como hijos en la Casa de Dios, trabajando brazo a brazo por todo el propósito divino de este tiempo final en la Casa de Dios, trabajando brazo a brazo con Cristo en Su manifestación final, y nuestra es la victoria.

Vean, nadie más tiene promesa de victoria para el Día Postrero, solamente los escogidos de nuestro tiempo. Para los muertos en Cristo habrá victoria con la resurrección, pero ya su tiempo terminó, de estar aquí en la Tierra en el cuerpo mortal; así que los últimos que quedan son los escogidos de este tiempo final.

Como cuando Elías que dijo: “Yo solo he quedado”[16]; y para el Día Postrero solamente habrá quedado Elías de nuevo. Y con Elías había quedado una cantidad pequeña del pueblo hebreo[17]; y para el Día Postrero, con Elías quedará el grupo escogido de entre los gentiles y el grupo escogido del pueblo hebreo.

Y con Elías también viene Moisés y viene Jesús, porque esos son los que están prometidos para venir en el Día Postrero.

Ahora vean, esto era un rompecabeza para… aun para los teólogos, esta promesa de la venida de Elías y de la venida de Moisés, que son los Dos Olivos, y de la Venida de Jesús.

Así que la gente, los predicadores y los lectores de la Biblia, quizás en algunas ocasiones colocarían a Jesús por un lado, a Moisés por otro lado, y en otras ocasiones pues los podrían mostrar o pensarían que estarían en algunas ocasiones juntos en alguna actividad; pero miren, en todas las actividades estarían juntos, porque estarían Sus ministerios juntos en el Día Postrero, en la manifestación del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, en el velo de carne donde estuviera el Hijo del Hombre con Sus Ángeles, o sea, con los ministerios de Moisés y de Elías y de Jesús.

¿Vieron lo sencillo que es? Pero esto no podía ser entendido durante las siete edades de la Iglesia gentil, tenía que ser entendido en este tiempo final, que sería el tiempo donde se abriría este misterio de la Venida del Señor, de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, que es la apertura del Séptimo Sello en cuanto a cumplimiento; lo cual es, vean ustedes, el Séptimo Sello es la Venida del Señor.

Y ahora, vean ustedes que cuando se abrió en el Cielo causó silencio en el Cielo; pero cuando es manifestado, abierto en la Tierra, lo que hace es que llama y junta a todos los escogidos de Dios, les revela este misterio; y así los junta y los coloca en la Casa de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, vean ustedes cómo sería abierto ese misterio en el Día Postrero, abierto en cuanto a su cumplimiento y abierto en cuanto a darse a conocer ese misterio a todas las personas.

Estamos en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos. Y como ministros en la Casa de Dios, nos ha tocado el mejor tiempo de todos los tiempos.

Ningún ministro en el pasado pudo comprender las cosas que en este tiempo hasta los niños pueden comprender; y aun los ángeles mensajeros de las edades pasadas tampoco las pudieron comprender, las cosas correspondientes al Día Postrero.

San Pablo hablando de ellas decía: “De las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalles”[18]. Estaba él hablando de las cosas del lugar santísimo, o sea, refiriéndose al lugar santísimo, a las cosas que allí hubo en el tabernáculo de Moisés y el templo de Salomón; pero principalmente en el tabernáculo de Moisés, al cual se refiere ahí en Hebreos, capítulo 9, el apóstol San Pablo.

Bueno, hemos visto dónde estamos, y hemos visto que somos ministros bienaventurados en la Casa de Dios, y que tenemos el alimento espiritual para darlo al pueblo.

Y Cristo les dijo a Sus discípulos: “No tienen por qué irse”[19]. “No tienen por qué irse a otra edad (diríamos nosotros acá); no tienen por qué irse con los que todavía se han quedado en la edad de Lutero o en la edad wesleyana o en la edad pentecostal, o en la brecha entre la Edad de Laodicea y la Edad de la Piedra Angular; no tienen por qué irse a comer allá, a buscar comida allá; dadle vosotros de comer”.

Cristo dijo que se…: “Vayan recuesten a las personas (¿de cuánto en cuánto?) de 50 en 50”[20]. Y 50 es jubileo, es Pentecostés.

Colocados todos de 50 en 50, sean colocados todos en el Año del Jubileo; no en otra edad, sino en la Edad de la Piedra Angular, que está representada en el año del jubileo.

Y vayan, lleven el Mensaje, coloquen la gente así; pueden abrir lugar por acá, los colocan bien ordenados para que ahí reciban el Alimento; colocan otro grupo en otro lugar, lo establecen bien, ahí les llevan el Alimento, que tengan el Alimento ahí, y así por el estilo; y que no se peleen comiendo los unos con los otros.

Ustedes saben que los niños en la mesa cuando están comiendo algunas veces se pelean los unos con los otros, y eso pues no está bien.

Así que sean personas maduras también, todos comiendo en la Casa de Dios el alimento espiritual de la Palabra de Dios correspondiente a nuestro tiempo; sin discusiones y sin tratar de añadir otra comida, o sea, otro alimento que no sea el que ha sido dado para comer en nuestra edad, el cual Cristo lo da a Su mensajero y Su mensajero lo da al pueblo.

Así que es muy importante entender estas cosas, para que así sean bien alimentados todos los escogidos de Dios en la Casa de Dios.

El único Alimento que producirá en el Día Postrero la transformación nuestra es el Alimento de nuestra edad, que es el Mensaje de los Siete Truenos que revela el misterio de la Segunda Venida de Cristo. Ese es el Mensaje, el Alimento que da la fe para ser transformados y raptados. Ese es el Alimento que en el Día Postrero estaría comiendo la Iglesia del Señor Jesucristo, ese es el Alimento que tendría la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final y comerían los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Bueno, hemos visto estas cositas así a la ligera, y hemos visto que nos ha tocado la mejor parte del Programa Divino.

Estamos en la edad que todos desearon vivir: esta es la Edad de Oro de la Iglesia del Señor Jesucristo. Comenzó abajo, ha ido subiendo y se encuentra en la cúspide.

Y siempre que se dice que una persona ha llegado a la cúspide (a la cúspide de su vida, a la cúspide de su ministerio, a la cúspide de su carrera, o todo negocio ha llegado a la cúspide), pues ha llegado a lo máximo, está en la altura mayor; y así está la Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero: está en la Edad de Oro.

Y por eso es que se coloca paralela la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo al tiempo del rey David y del rey Salomón; y por eso es que el Trono de David será restaurado con Cristo sobre Su Trono gobernando sobre el pueblo hebreo. Porque así como se estaba en aquel tiempo en la era de oro del pueblo hebreo, ahora hemos llegado a la era de oro del Israel espiritual; y por eso el Trono de David estará funcionando en la Dispensación del Reino, en el séptimo milenio.

Y por eso es que Cristo viene como Rey de reyes y Señor de señores, viene como Hijo del Hombre e Hijo de David; porque estamos (¿dónde?) en la Edad de Oro de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la Edad del Trono del Señor en Su Iglesia, para luego sentarse en el Trono de David y reinar sobre el pueblo hebreo.

Ahora, recuerden que el Templo espiritual de Cristo está compuesto por seres humanos.

Cuando se habla del candelabro, ¿de qué se está hablando? De seres humanos que componen las siete etapas o edades de la Iglesia gentil; pero fueron tipificados en aquel candelabro de oro con sus siete lámparas y sus siete mechas sumergidas en aceite, encendidas esas siete mechas y alumbrando en y por medio de cada lámpara en el Lugar Santo del Templo de Dios.

Vean ustedes cómo todo ha estado siendo cumplido en seres humanos. Así también es para el Lugar Santísimo: con seres humanos es que todas estas cosas se estarán cumpliendo en este tiempo final.

Y ahí lo vamos a dejar quietecito, porque si entramos ahí a hablar con más detalles… Pablo decía: “No se puede hablar en detalles”. Nosotros, por cuanto estamos en la etapa en que podemos hablar con detalles, hemos estado hablando con detalles; pero en estos momentos no vamos a hablar muchos detalles que hay ahí, los cuales tienen que estar cumpliéndose en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Vean, como cuando se cumplió la Venida de Cristo, la Primera Venida de Cristo, era la Venida del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, del Dios de Israel, del Ángel del Pacto viniendo, el que está sentado en el Trono en el Cielo viniendo en Su Trono humano; y luego Su Trono humano cuando ascendió al Cielo se sentó en el Trono que está en el Cielo.

Porque, miren ustedes, no se puede sentar en el Trono que está en el Cielo nadie allí, a menos que sea el que representa ese Trono aquí en la Tierra, y ese era Jesús. ¿Ven?

Bueno, Cristo dijo en Apocalipsis 3:21:

“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono”.

Ese va a estar representando el Trono de Cristo aquí en la Tierra, por eso se sentará en Su Trono; y por eso es que dice Cristo:

[Apocalipsis 2:26] “… yo le daré autoridad sobre las naciones,

y las regirá con vara de hierro”.

Y así por el estilo, encontramos que todas esas promesas que parcialmente fueron cumplidas en las siete edades por medio de los mensajeros de cada edad, luego serán cumplidas en toda su plenitud en el Vencedor, en el que se sentará con Cristo en Su Trono.

Bueno, Miguel, ¿cuál era el lugar donde decía: “Si Jehová no edifica Su Casa…”? En… [Salmo] 127. Vean, y Jehová, Jesucristo está edificando Su Casa en este día, como también lo ha estado haciendo en cada edad (127:1).

Y si Jehová, si Jesucristo no edifica el Lugar Santísimo, que es la parte final de Su Casa, la parte más importante, en vano trabajan todos los grupos religiosos; no están edificando nada, están edificando sus propias sectas religiosas.

Pero la Casa de Dios, es Jesucristo el que la edifica de edad en edad, de etapa en etapa, en Su manifestación por medio de cada ángel mensajero; y unidos a ese mensajero el grupo de ministros de cada edad, y luego todos los escogidos de cada edad y en cada edad. Y ahora vean cómo es edificada la Casa de Jesucristo.

Bueno, vamos a dejarlo ahí.

Ya hablamos algunas cositas que solamente en este tiempo eran ordenadas para ser habladas y para ser entendidas. Fueron habladas en otros tiempos, pero fueron habladas proféticamente, sin ser entendidas esas cosas en toda su plenitud. Tuvieron un entendimiento parcial, superficial, acerca de esas profecías que en el Día Postrero serían abiertas completamente.

Bueno, vamos a dejar por aquí a Miguel para que continúe.

Que Dios les bendiga, que Dios les guarde.

Y nos veremos nuevamente en la próxima actividad, los que estén allá, o en la actividad general, ya que continuarán, ¿verdad, Miguel? La próxima actividad ¿a qué hora es?

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde.

Y dejo a Miguel con ustedes.

Dios te bendiga, Roberto.

“SALUDO A MINISTROS: LA CASA DE DIOS”.

[Revisión junio 2023 – DM-JR]

[1] Salmos 127:1

[2] 1 Pedro 2:7

[3] Dt. 8:3, Mt. 4:4, Lc. 4:4

[4] 1 Reyes 17:8-16

[5] Alimentación de los cinco mil: Mt. 14:13-21, Mr. 6:30-44, Lc. 9:10-17, Jn. 6:1-13 / Alimentación de los cuatro mil: Mt. 15:32-38, Mr. 8:1-9

[6] Habacuc 2:14

[7] Malaquías 3:1

[8] Mt. 17:5, Mr. 9:7, Lc. 9:35

[9] San Juan 6:35, 6:48, 6:51

[10] San Juan 10:14-16

[11] Efesios 4:11-12

[12] Romanos 8:17

[13] Mt. 24:30, Mr. 13:26, Lc. 21:27

[14] Números 12:7, Hebreos 3:5

[15] Apocalipsis 22:6

[16] 1 Reyes 19:10

[17] 1 Reyes 19:18

[18] Hebreos 9:3-5

[19] San Mateo 14:15-16

[20] San Marcos 6:39-40, San Lucas 9:14

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