El misterio de las bendiciones de la Primogenitura

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir estos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios.

En esta ocasión el tema que tendremos será: “EL MISTERIO DE LAS BENDICIONES DE LA PRIMOGENITURA”.

EL MISTERIO DE LAS BENDICIONES DE LA PRIMOGENITURA es nuestro tema para esta ocasión, y para poder comprenderlo necesitamos ir al Antiguo Testamento, al capítulo 25 y verso 27 en adelante (27 al 34), donde Jacob compra la Primogenitura. Dice así… vamos a comenzar en el verso 24 para que veamos de quiénes se trata aquí. Dice [Génesis]:

Cuando se cumplieron sus días para dar a luz, he aquí había gemelos en su vientre.

Y salió el primero rubio, y era todo velludo como una pelliza; y llamaron su nombre Esaú.

Después salió su hermano, trabada su mano al calcañar de Esaú; y fue llamado su nombre Jacob. Y era Isaac de edad de sesenta años cuando ella los dio a luz (o sea, cuando su esposa los dio a luz).

Y crecieron los niños, y Esaú fue diestro en la caza, hombre del campo; pero Jacob era varón quieto, que habitaba en tiendas.

Y amó Isaac a Esaú, porque comía de su caza; mas Rebeca amaba a Jacob.

Y guisó Jacob un potaje; y volviendo Esaú del campo, cansado,

dijo a Jacob: Te ruego que me des a comer de ese guiso rojo, pues estoy muy cansado. Por tanto fue llamado su nombre Edom.

Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.

Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?

Y dijo Jacob: Júramelo en este día. Y él le juró, y vendió a Jacob su primogenitura.

Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura”.

Que Dios bendiga nuestros corazones con Su Palabra y nos permita entenderla.

Encontramos a través de la historia bíblica que hubo personas que lucharon por tener la Bendición de la Primogenitura.

En medio del pueblo hebreo el primogénito recibía una doble porción de la herencia, y sus demás hermanos recibían la porción en forma sencilla, y casi siempre le vendían, la parte de ellos se la vendían al primogénito, y se quedaban trabajando en esa misma herencia que habían obtenido de su padre; pero los derechos se los vendían, casi siempre al primogénito, y el primogénito venía a ser dueño, casi siempre, de toda la herencia, porque él heredaba una doble porción y también le compraba, casi siempre, la parte a sus hermanos.

Y ahora, vean ustedes lo importante que es la Bendición de la Primogenitura, porque en la Primogenitura hay grandes bendiciones, bendiciones de herencia, y el primogénito es el que ocupa la posición que tenía su padre cuando estaba vivo. Por eso es que ustedes encuentran que aunque Abraham tenía más hijos, el que recibió la Bendición de la Primogenitura y heredó a Abraham fue Isaac.

Abraham había orado a Dios en una ocasión porque no tenía hijo, y Abraham decía: “Me va a heredar mi siervo, mi siervo Eliezer me va a heredar, porque yo no tengo descendencia”. Pero Dios le dijo: “No te va a heredar tu siervo, sino que te va a heredar un hijo que tú vas a tener por medio de Sara”.

En el Génesis, capítulo 15, nos habla de esto, y dice así, verso 1 en adelante, dice:

Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión…”.

Vean, todavía el nombre no había sido cambiado, no se le habían añadido estas dos letras en español que le fueron añadidas luego. Dice… entonces Dios…:

Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.

Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?

Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.

Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará este, sino un hijo tuyo será el que te heredará.

Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.

Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra.

Y él respondió: Señor Jehová, ¿en qué conoceré que la he de heredar?

Y le dijo: Tráeme una becerra de tres años, y una cabra de tres años, y un carnero de tres años, una tórtola también, y un palomino.

Y tomó él todo esto, y los partió por la mitad, y puso cada mitad una enfrente de la otra; mas no partió las aves.

Y descendían aves de rapiña sobre los cuerpos muertos, y Abram las ahuyentaba.

Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.

Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años.

Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.

Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.

Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.

Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.

En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates;

la tierra de los ceneos, los cenezeos, los cadmoneos,

los heteos, los ferezeos, los refaítas,

los amorreos, los cananeos, los gergeseos y los jebuseos”.

Aquí podemos ver cómo Dios apareció a Abraham, el cual tenía ya bastantes años, pues teniendo 75 años fue que Abraham salió de su tierra, y ahora ya se encuentra en la tierra que heredaría. Y estando ahí, vean ustedes, estando ahí ya Dios trata con Abraham en esta forma, mostrándole que tendrá un hijo y que será por medio de su esposa Sara, y que no lo va a heredar un esclavo, un mayordomo esclavo; porque no heredan los esclavos la herencia de los hijos; por lo tanto, un esclavo no puede heredar ni un siervo tampoco.

Tiene que ser un hijo el que herede la herencia de su padre, y que mantenga esa línea de vida para la descendencia de ese padre, porque por medio de un hijo es que un padre tiene descendencia; no por medio de un esclavo, sino por medio de un hijo.

Y ahora, podemos ver que esta bendición que correspondía a la Primogenitura estaba en peligro si Abraham no tenía un hijo, y Abraham estaba ya muy preocupado.

Pero Dios le dijo que iba a tener un hijo y Abraham creyó a Dios, y cuando Abraham creyó esa promesa, ya Abraham tenía ese hijo, aunque no se había materializado esa promesa, ya él tenía lo que necesitaba; porque lo que se ve es hecho de lo que no se ve1.

Por lo tanto, ya Abraham tenía esa promesa que viene de la séptima dimensión y pasa a la sexta dimensión, y ahí Abraham la captó, la agarró, y ya lo que faltaba era la materialización de esa promesa. Y para la materialización de esa promesa el nombre de Abraham tenía que ser cambiado, pero ya Abraham tenía esa promesa dentro de él, hecha carne; pero tenía que su nombre ser cambiado, lo cual ocurrió más adelante cuando Dios le habló en el capítulo 17, verso 4 en adelante, luego de ya Abraham tener ya 86 años o más, o sea, tenía 99, ya tenía 99 años. Capítulo 17, dice [Génesis]:

Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.

Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.

Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo:

He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes.

Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes”.

Aquí le fueron añadidas a Abram la “h” y la “a”. Una “a” le fue añadida y una “h”. Y sigue diciendo:

Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.

Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.

Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

Dijo de nuevo Dios a Abraham: En cuanto a ti, guardarás mi pacto, tú y tu descendencia después de ti por sus generaciones”.

Aquí encontramos el pacto que le fue dado a Abraham. Dice:

Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros.

Circuncidaréis, pues, la carne de vuestro prepucio, y será por señal del pacto entre mí y vosotros.

Y de edad de ocho días será circuncidado todo varón entre vosotros por vuestras generaciones; el nacido en casa, y el comprado por dinero a cualquier extranjero, que no fuere de tu linaje.

Debe ser circuncidado el nacido en tu casa, y el comprado por tu dinero; y estará mi pacto en vuestra carne por pacto perpetuo.

Y el varón incircunciso, el que no hubiere circuncidado la carne de su prepucio, aquella persona será cortada de su pueblo; ha violado mi pacto.

Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre”.

En inglés pues le fue añadida una “h”, y entonces, aunque la “h” no se pronuncia, pero en inglés tiene esa “h” al final. Aquí en español no tiene la “h”, sino que le fue quitada una “i”, la “i” que tenía al final, y quedó sin la “i”.

Ahora, sigue diciendo:

Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella (escuchen bien esto: ‘reyes de pueblos saldrán de ella’).

Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo?”.

Ahora, miren, tenía 99, ¿y por qué dice: “A hombre de cien años”? Porque si tenía 99, luego que quedara embarazada Sara, ya luego ya él tendría unos 100 años, y todavía tenía que ser rejuvenecido; por lo tanto, quedaban unos, diríamos, unos tres meses para cumplirse todo eso, y luego ya Sara estar embarazada y tener los nueve meses de embarazo para cuando ya Abraham tuviera 100 años, estuviera viviendo Abraham en su segundo jubileo; porque el primer jubileo es el año 50, y el segundo jubileo es el año 100.

Ahora, vean que en el segundo jubileo fue que Abraham obtuvo el hijo prometido, el que heredaría todas las cosas. Ahora, vean ustedes que esto va con el año del jubileo que Dios le dio al pueblo hebreo.

Encontramos que en el primer Año del Jubileo cumplido en medio del pueblo hebreo, actualizado en medio del pueblo hebreo en la tierra de Israel, en el cumplimiento de la Venida de Cristo, la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios, encontramos que el pueblo hebreo mató al Hijo prometido, y eso fue tipificado en Isaac, cuando Abraham llevó a Isaac y lo amarró y lo colocó sobre la leña para sacrificarlo a Dios, conforme a como Dios se lo había ordenado. Luego que Abraham en su corazón creyó lo que Dios le habló, lo que le habló el Ángel de Jehová, en su corazón él lo hizo; luego lo iba a materializar, y el Ángel le dijo: “Detén tu mano”. Y Abraham vio un animalito, y tomó ese animalito y lo sacrificó.

Ahora, cuando Abraham toma a Isaac del lugar donde lo iba a sacrificar, lo saca de ahí, le suelta las ataduras; eso representa (todo eso), tomándolo de nuevo, la resurrección de Cristo2.

Y ahora, vean ustedes que Isaac, el hijo prometido a Abraham, no obtuvo la herencia de Abraham (no la obtuvo, no la heredó) hasta después de ser tomado de nuevo, crecer y Abraham morir; antes Abraham lo bendijo con la Bendición de la Primogenitura, le dio todo lo que tenía a Isaac, y a los demás hijos: a Ismael y a los otros seis hijos por medio de Cétura, les dio dones y los envió lejos, no estuvieran cerca del heredero3.

Y ahora, vean ustedes que todo eso es muy importante, porque eso es tipo y figura de las cosas que se tienen que materializar, y que todo obrará en beneficio del Hijo prometido.

Vean ustedes, es para la Segunda Venida de Cristo que Cristo obtiene toda la herencia divina. En Su Primera Venida no la obtuvo, pero murió y pagó el precio de la redención, para en Su Segunda Venida hacer el reclamo y obtener toda la herencia divina.

Y los hijos e hijas de Dios, que son descendientes de Abraham por la fe en Cristo4, y que por consiguiente están representados en la descendencia de Abraham por medio de Isaac, Jacob y los hijos de Jacob, que viene a ser el pueblo hebreo; porque así como hay un Israel terrenal hay un Israel celestial.

Y ahora, por medio de nuestro Isaac que es Cristo, el cual fue representado en Isaac, vean ustedes, ha estado viniendo la descendencia de Abraham celestial, el Israel celestial; porque así como hay descendencia terrenal: el pueblo hebreo, encontramos que hay descendencia celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, que viene por medio del segundo Isaac.

El primer Isaac es, según la carne, vean ustedes, hijo de Abraham; pero ahora el segundo Isaac viene del Cielo, y nace en medio del pueblo hebreo por medio de una descendiente de Abraham, que viene también ella por medio de la familia de David5.

Y ahora, Cristo siendo el segundo Isaac, vean ustedes, el Hijo prometido en el cual se cumplirían las promesas divinas o la promesa divina de la cual Dios habló a Abraham, diciendo: “En tu simiente serán benditas todas las naciones”6. Y ahora, es por medio de esa simiente que la promesa de reyes para muchas naciones es cumplida.

Y la descendencia del segundo Isaac, vean ustedes, el segundo Isaac siendo Cristo, la descendencia de Cristo es Su Iglesia, los cuales vienen por medio de creer en Cristo, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así la descendencia de Abraham por medio del Hijo prometido que y en el cual serían benditas todas las naciones, encontramos que siendo Cristo ese Hijo prometido, representado en Isaac, ahora las bendiciones de la Primogenitura ¿dónde estarían? En Cristo.

Cristo es el que obtiene y a Él es que pasa la Bendición de la Primogenitura, y es el que tiene todas las bendiciones del Cielo para toda la descendencia de Abraham; para la descendencia de Abraham según la carne y para la descendencia de Abraham según la fe en Cristo.

Y ahora, podemos ver que una bendición muy grande es la bendición de recibir el Espíritu Santo.

Cuando la persona ha creído en Cristo como su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido el Espíritu de Cristo, ha recibido lo que Dios le había prometido a Abraham, ha recibido la promesa del Padre; y Cristo ha traído esa bendición entre los gentiles para los creyentes en Él, para así producir el nuevo nacimiento en la simiente de Abraham según la fe en Cristo.

Y una nueva raza está siendo creada aquí en la Tierra desde que Jesús nació en Belén de Judea, o desde que el cuerpo de Jesús fue colocado en el vientre de la virgen María, cuando Dios creó en el vientre de la virgen María una célula de sangre, de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y formó el cuerpo de Jesús.

Allí comenzó una Nueva Creación de una nueva raza, de la cual saldrán los reyes que gobernarán con Cristo este planeta Tierra completo; porque la promesa es que Cristo reinará por mil años y luego por toda la eternidad, y a los santos les será dado el Reino de Dios, como lo dice en Daniel, el libro del profeta Daniel, en el capítulo 7 él nos habla esto, en donde serán restaurados todos los hijos e hijas de Dios. Capítulo 7, verso 17 y 18, dice:

Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra.

Después recibirán el reino los santos del Altísimo (estos santos del Altísimo son los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo), y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”.

Vean, aquí en Apocalipsis, capítulo 1, verso 4 al 6, dice:

Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;

y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Nos ha hecho ¿qué? Reyes y sacerdotes. Y ahí tenemos los reyes que vendrían de Abraham, y que por medio de Cristo, el cual nació en medio del pueblo hebreo por medio de una descendiente de Abraham, ahora encontramos que Dios está creando una nueva raza de la cual salen reyes y sacerdotes.

En el tiempo de los patriarcas, encontramos que el patriarca para y de esa tribu, era tanto el rey o gobernante, como el sacerdote también de esa tribu o de esa descendencia.

Y ahora, Abraham, vean ustedes, era la cabeza de su descendencia, y por consiguiente lo vemos gobernando su familia, su descendencia, y todos sus negocios, y también lo vemos como sacerdote, ofreciendo a Dios sacrificios, y haciendo un pacto (Dios con él); porque el patriarca era, tanto rey como sacerdote de su tribu, de su descendencia.

Y ahora, vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 en adelante, dice:

Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

Aquí podemos ver la promesa de que reinaremos con Cristo sobre la Tierra, ¿por qué? Porque Él nos ha lavado de nuestros pecados, nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes; por lo tanto, tenemos la posición de reyes y la posición de sacerdotes también; y reinaremos con Cristo. Cristo también es Rey y Sacerdote según el Orden de Melquisedec.

Y ahora, vean ustedes que esto concuerda con el Éxodo, capítulo 19 y verso 6.

El pueblo hebreo tipifica al Israel celestial; por lo tanto, en el Israel terrenal se estarían reflejando cosas del Israel celestial.

Por ejemplo, el Israel terrenal tuvo (conforme a la Ley divina), tuvo establecido un sumo sacerdote, para ese sumo sacerdote ser la única persona que entraría al lugar santísimo una vez al año, el día 10 de cada séptimo mes en cada año, para llevar allí la sangre de la expiación del macho cabrío para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios.

Y ahora, Cristo siendo el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, para la reconciliación de toda persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, para la reconciliación de esas personas, Jesucristo entró con Su propia Sangre al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, en donde Jesucristo es el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec.

Porque Cristo es el Melquisedec que le apareció a Abraham y le dio pan y vino7, lo cual tipifica el otro símbolo: el símbolo del pan y del vino en la cena; y el pan y el vino representan la Sangre y el Cuerpo o Carne de Jesucristo.

La Carne y la Sangre de Jesucristo están representadas en el vino y el pan de la santa cena. Allí en aquella cena, Cristo tomando pan representó en ese pan Su Cuerpo, el cual sería partido, el cual sería crucificado; y tomó el vino, la copa de vino, y representó en ese vino Su Sangre, la cual sería derramada por nuestros pecados, para lavarnos de nuestros pecados, para redimirnos así.

Y ahora, vean ustedes, Cristo dijo: “El que no coma Mi Carne y beba Mi Sangre, no tiene Vida permaneciente en sí”8.

Y ahora, de edad en edad, nos hemos estado comiendo a Cristo cuando creemos en el Evangelio, creemos Su Palabra, y lo recibimos a Él como nuestro Salvador y lavamos nuestros pecados en Su Sangre. Y así, vean ustedes, la Sangre de Cristo está aplicada en nuestras almas por la presencia del Espíritu Santo dentro de nosotros. Él es, el Espíritu Santo es la Vida de esa Sangre que fue derramada en la Cruz del Calvario; por lo tanto, la Vida de esa Sangre ha venido al creyente.

Y ahora, podemos ver cómo Cristo ha estado en medio de Su Iglesia manifestado, y de edad en edad hemos estado comiendo la Carne y hemos estado bebiendo la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo; o sea que no era una cosa literal de beber Su Sangre literalmente y comer Su Carne literalmente, sino que era creer en Cristo como nuestro Salvador, creer en Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo.

Y ahora, para el Día Postrero encontramos que Él nos dará a todos nosotros a comer Su Carne, Su Palabra, y a beber Su Sangre, dándonos Su Espíritu Santo; y Él transformará a todos los que estamos vivos creyentes en Él, y que están en la etapa o edad que corresponde a este Día Postrero escuchando la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Y así, dándonos así la revelación de Su Segunda Venida, para así estar comiendo Su Carne y bebiendo Su Sangre, recibiendo Su Espíritu Santo, y así siendo colocados en el Cuerpo Místico en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; para luego darnos en el Día Postrero el nuevo cuerpo físico, glorificado e interdimensional, para ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y así es como en el Día Postrero, vean ustedes, nos estará dando Su Vida, Su Espíritu, y estará dándonos un cuerpo de carne, pero carne: un cuerpo eterno, un cuerpo físico; y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y viviremos por mil años y luego por toda la eternidad jovencitos siempre, representando siempre de 18 a 21 años de edad, y ocupando la posición de reyes y sacerdotes en el glorioso Reino Milenial de Cristo, y luego por toda la eternidad.

En Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 en adelante, dice:

Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.

Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.

Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.

Vean, estaremos como sacerdotes y también como reyes, reinando con Cristo. Esto fue reflejado en medio del pueblo hebreo cuando Dios le dio un orden sacerdotal, el orden levítico o de los levitas, del cual Aarón fue el primer sumo sacerdote.

Y ahora, vean ustedes lo que dice Dios en el capítulo 19 y versos 3 al 6, dice [Éxodo]:

Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel (esto fue cuando Moisés subió al monte Sinaí):

Vosotros (Dios hablando en el monte Sinaí, dice, hablándole a Moisés acerca del pueblo hebreo, le dice) visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí.

Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra.

Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel”.

Ahora, vean cómo Dios le dijo a Moisés para que le hablara al pueblo hebreo estas palabras, que Dios había tomado al pueblo hebreo para que fueran gente santa y fueran un reino de sacerdotes; y en ellos estaba reflejándose el Reino de sacerdotes según el Orden de Melquisedec. El Orden Sacerdotal de Melquisedec se reflejó en el orden sacerdotal levítico.

Y ahora, vean cómo Dios ha estado formando un Orden Sacerdotal que es compuesto por cada miembro del Cuerpo Místico de Cristo, es el orden sacerdotal llamado la Iglesia del Señor Jesucristo; y esto es para reinar durante el glorioso Reino Milenial y por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo, reinar con Él como reyes y sacerdotes en el Reino de Jesucristo.

Ahora, vean cómo estas personas que son reyes y sacerdotes según el Orden de Melquisedec, han estado siendo manifestados aquí en la Tierra. Y así como vino el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, miren ustedes, los sacerdotes del Templo que está en el Cielo, miren ustedes cómo estarían manifestados aquí (ese Orden Sacerdotal del Cielo): han estado viniendo a la Tierra, vean ustedes, esas almas de Dios han estado viniendo a la Tierra en carne humana, para así ocupar su lugar en el Templo del Señor Jesucristo y estar en la parte que les corresponde en el Templo del Señor Jesucristo; y de acuerdo a la posición que ocupen en el Cuerpo Místico de Cristo, será la posición que ocuparán en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, este no es un programa nuevo, sino que es el Programa Divino que Dios ha tenido en Su Mente desde antes de la fundación del mundo, el cual Él está materializando de etapa en etapa.

Y ahora, vean ustedes cómo descubrimos que hay un Orden Sacerdotal celestial, y Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, y por eso Él pudo llevar a cabo el Sacrificio y obtener eterna redención.

Y así como el sumo sacerdote tenía que hacer el sacrificio por su casa, la casa sacerdotal, ahora vean, Cristo ha hecho el Sacrificio por Su Casa Sacerdotal.

Y Él ha hecho el sacrificio también del macho cabrío; todo eso en un solo Sacrificio se ha cumplido: en el Sacrificio de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y el Sacrificio de la Pascua también fue cumplido en Jesucristo.

Y todo sacrificio realizado por el pecado y reconciliación de cada hijo e hija de Dios con Dios, ha sido cumplido en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.

Y ahora, vean cómo se reflejó en medio del pueblo hebreo, en el sumo sacerdote y los demás sacerdotes.

Y ahora, podemos ver que es eso un reflejo de lo que Dios realizaría con el Orden Sacerdotal de Melquisedec, comenzando con Jesucristo el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo. Por eso no vino por medio de la tribu de Leví, porque es un Orden Sacerdotal celestial.

Ahora, vean cómo Cristo nuestro amado Salvador tiene las bendiciones de la Primogenitura, y por consiguiente toda bendición celestial es traída por Cristo a Su Iglesia; y las que corresponden para el pueblo hebreo, Cristo también las trae en el Día Postrero.

Y aquí la bendición o bendiciones contenidas en la Primogenitura, vean ustedes, está la de una doble herencia, o una doble porción en la herencia; y somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro, nos dice el apóstol San Pablo en el capítulo 8 de Romanos, verso 14 en adelante.

Y nos muestra que viene un tiempo en donde los hijos e hijas de Dios serán manifestados (serán manifestados como hijos e hijas de Dios), con un cuerpo eterno, porque recibirán la adopción del cuerpo, esto es la adopción o transformación de nuestro cuerpo, en donde obtendremos el cuerpo eterno, el cuerpo nuevo nosotros los que vivimos; y los que han muerto en Cristo en edades pasadas y algunos de los nuestros que han partido, recibirán un cuerpo nuevo, resucitarán en ese cuerpo nuevo, y estarán con nosotros aquí, teniendo ellos (como también nosotros) las bendiciones de la Primogenitura siendo materializadas en cada uno de los escogidos de Dios.

Las bendiciones de la Primogenitura son para los primogénitos de Dios. ¿Y quiénes son los primogénitos de Dios? El apóstol San Pablo en el capítulo 12 y versos 22 en adelante, dice [Hebreos]:

… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,

a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”.

“La congregación de los primogénitos”, dice aquí. ¿Y cuál es la congregación de los primogénitos? Esa es la Iglesia del Señor Jesucristo, el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Y por consiguiente son los que tienen una herencia doble, en la cual las cosas terrenales son herencia para ellos y las cosas celestiales también, porque son herederos de Dios, que es el dueño de los Cielos y de la Tierra, es el dueño de las cosas celestiales y de las cosas de esta Tierra también, porque es el dueño del planeta Tierra completo; y Cristo es heredero de todo, y nosotros somos coherederos con Él, y tenemos la Primogenitura.

¿Y cómo es posible que tengamos la Primogenitura, siendo que la Primogenitura corresponde al primero, al primogénito? Pues aunque usted haya nacido en la familia terrenal primero, segundo, tercero, o haya nacido último en su familia terrenal (en la familia terrenal a la cual usted pertenece por medio de su papá y su mamá), eso no lo impide para ser un primogénito de Dios.

Pueden los siete hijos o doce hijos que tenga un matrimonio, pueden ser primogénitos, y sin embargo, haber nacido uno primero, uno después, y así por el estilo. ¿Y cómo puede ser eso? Eso es así si la persona pertenece a la congregación de los primogénitos que están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; porque esos son los primeros en los cuales Dios pensó, y como son los primeros son los primogénitos. Primero pensó, vean ustedes, en Cristo y los descendientes de Cristo.

Y desde antes de la fundación del mundo, vean ustedes lo que sucedió: capítulo 1 de Primera de Pedro, versos 18 en adelante, dice:

“… sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,

sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,

ya destinado desde antes de la fundación del mundo…”.

Y si estaba destinado desde antes de la fundación del mundo, pues Dios pensó en Él desde antes de la fundación del mundo, y pensó también en aquellos que serían lavados en la Sangre de Cristo y recibirían Su Espíritu Santo, y vendrían a ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, de la congregación de los primogénitos de Dios escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo.

¿Ven el por qué son los primogénitos de Dios los que creen en Cristo como su Salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y reciben el Espíritu de Cristo? Es que Dios pensó en esas personas desde antes de la fundación del mundo. Y cuando Dios pensó en Cristo, ahí estaba pensando en todos nosotros, y estábamos en Cristo todos nosotros.

Así como nuestro cuerpo terrenal estaba en nuestro padre terrenal, y luego cuando conoció a mamá, por medio de un acto de amor concibió mamá y apareció nuestro cuerpo terrenal; y por medio de un acto de amor divino, vean ustedes, somos enviados por Dios a esta Tierra para vivir aquí; y por medio de un acto de amor divino, Cristo vino a la Tierra manifestado en carne humana. Dice:

… de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (San Juan, capítulo 3, verso 16)”.

Y vean ustedes cómo todo esto fue desde antes de la fundación del mundo. Dice:

“… pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros…”.

Vean ustedes, por amor a nosotros Dios predestinó desde antes de la fundación del mundo la Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario; y eso fue manifestado, convertido en realidad en este planeta Tierra, materializado en este planeta Tierra en la Primera Venida de Cristo.

Y ahora, podemos ver cómo los hijos e hijas de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, luego han venido manifestados en carne humana y han hecho contacto con el Programa Divino para obtener el nuevo nacimiento creyendo en Cristo como nuestro Salvador y recibiendo Su Espíritu Santo, y así nacer de nuevo, nacer en el Reino de Dios.

Porque el orden para venir a esta Tierra con vida eterna fue interrumpido en el Huerto del Edén, con la caída de Eva y Adán allá; y ahora, por esa causa es que hemos venido nosotros aquí a la Tierra en este cuerpo mortal, corruptible y temporal, y por eso hemos estado apareciendo en este valle de sombra de muerte9; y por eso es que cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador y lavamos nuestros pecados en Su Sangre, se cumple esta promesa de San Juan, capítulo 5 y verso 24, donde dice:

De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

¿Por qué han pasado de muerte a vida? Porque al nacer en esta Tierra, nacemos, pero nacemos en un cuerpo mortal y corruptible, y con un espíritu del mundo; por lo tanto, estamos en muerte.

Pero por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, somos traídos a Vida, somos resucitados con Cristo para vivir eternamente, y por eso obtenemos en el nuevo nacimiento el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es parecido a nuestro cuerpo físico, pero de la sexta dimensión; y luego en el Día Postrero obtendremos el cuerpo físico y eterno, y glorificado, para ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Se cumple también la promesa de San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, que dice:

Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Vean la promesa de la resurrección para el Día Postrero, y luego de la resurrección de los muertos en Cristo vendrá la transformación de los que estamos vivos y hemos creído en Cristo como nuestro Salvador, y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y hemos recibido Su Espíritu Santo, y por consiguiente hemos entrado al Cuerpo Místico de Cristo en el tiempo correspondiente a esta etapa del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; o sea, hemos entrado a la etapa de la Edad de la Piedra Angular en la Dispensación del Reino. Esos son los que serán transformados en el Día Postrero si están vivos; si muere alguno de ellos, pues será resucitado y regresará a la misma edad en y a la cual pertenecía.

Y ahora, vean ustedes cómo esta promesa de vida eterna se convierte en una realidad cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibimos Su Espíritu Santo. Ya entramos ahí a la vida eterna, recibiendo un cuerpo teofánico eterno, y ya estamos resucitados en la sexta dimensión; ya no estamos muertos, sino resucitados, hemos pasado de muerte a vida; y ahora falta la resurrección física para los santos que han partido, y la transformación nuestra en cuerpos eternos, lo cual Cristo dice que será para el Día Postrero y el Día Postrero es el Día del Señor, es el séptimo milenio.

Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene ya estamos en el séptimo milenio, y por consiguiente en el Día del Señor o Día Postrero, para todos estar escuchando la Gran Voz de Trompeta que le habló a Juan en el Día del Señor o Día Postrero, y le dijo: “Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”10. ¿Y quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo.

Y fue en el Día Postrero (al cual Juan fue transportado) que escuchó esa Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia el Mensaje del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y es para el Día Postrero que los primogénitos de Dios heredarán las bendiciones de la Primogenitura en toda su plenitud, o sea, se materializarán en esta Tierra las bendiciones de la Primogenitura, los escogidos que han partido serán resucitados en cuerpos eternos, y los que vivimos seremos transformados; y ya con eso las bendiciones de la Primogenitura físicamente también estarán cumpliéndose.

Y toda bendición correspondiente a la Primogenitura en lo físico será heredada por los primogénitos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Jesucristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y así tendremos la manifestación gloriosa de los hijos e hijas de Dios en el Día Postrero.

Seremos adoptados, y esta adopción es la redención del cuerpo: siendo redimidos físicamente también, siendo redimido el cuerpo físico, dándonos Cristo en el Día Postrero un nuevo cuerpo, un cuerpo eterno; y así siendo restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno todos los hijos e hijas de Dios, porque redimir significa ‘volver al lugar de origen’, y el ser humano regresará a su lugar de origen como cuerpo, regresará a un cuerpo eterno, y seremos todos como nuestro amado Señor Jesucristo, que es el segundo Adán.

Ahora, vean ustedes cómo todas esas bendiciones están ¿dónde? En la Primogenitura. Y los primogénitos son los que heredan la Bendición y bendiciones contenidas en la Primogenitura.

Los primogénitos son los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, para ser redimidos y obtener todas las bendiciones de la Primogenitura, obtener la herencia de Dios, y ser herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.

Ahora, hemos visto el misterio de las bendiciones de la Primogenitura en una forma rápida, ya que este tema necesita, quizás meses, para solamente hablar de la Primogenitura y sus bendiciones. Pero a medida que escuchen o lean otras conferencias, siempre encontrarán algo que va ligado a la Primogenitura y sus bendiciones.

Y la Primogenitura pertenece a los hijos e hijas de Dios, porque son los hijos e hijas de Dios los que son contados como los primogénitos de Dios. Así como en una familia, para ser el primogénito de esa familia y tener la bendición de la primogenitura y que se materialice en él la bendición de la primogenitura, pues tiene que ser un hijo, un hijo de ese padre y de esa madre.

Una persona que no sea un hijo, pues no es un primogénito, no puede ser un primogénito de esa familia. Puede haber vivido antes de nacer el primogénito de esa familia, puede haber estado en esa casa muchos años antes, pero él no es el primogénito de esa familia, por lo tanto, la bendición de la primogenitura no le toca a él.

Como sucedió en el caso de Abraham, que Eliezer, el damasceno, llevaba muchos años con Abraham, pero sin embargo no era la persona que heredaría a Abraham; porque no podía heredarlo un esclavo, un siervo esclavo, sino que tenía que heredarlo un hijo de Abraham. Así que la promesa hecha a Abraham estaba firme de parte de Dios: no sería ese siervo de Abraham el que vendría a heredar a Abraham, sino que sería Isaac, el hijo de Abraham a través de Sara.

Y ahora, vean ustedes cómo todo esto estuvo reflejando a Cristo y a Su Iglesia. Y para el Día Postrero recibirán el Reino los santos del Altísimo, y los santos del Altísimo son los primogénitos de Dios escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo; son esas personas los que tienen el derecho a la primogenitura y las bendiciones de la Primogenitura, en donde, vean ustedes, comienzan recibiendo la justificación, la santificación y el bautismo del Espíritu Santo, y así reciben las primicias del Espíritu; y para el Día Postrero recibirán la plenitud del Espíritu de Dios, recibiendo un nuevo cuerpo, una transformación si estamos vivos, o si han partido sus cuerpos físicos, una resurrección en un cuerpo eterno creado por Cristo.

Y ahora, vean ustedes las grandes bendiciones que hay en la Primogenitura. Bien hizo Jacob en luchar por la Primogenitura, y luego escuchar también las bendiciones de la Primogenitura siendo habladas por medio de Isaac, su padre.

Vean, primero compró la Primogenitura11, y después escuchó la Bendición de la Primogenitura o bendiciones contenidas en la Primogenitura12, y luego luchó y trabajó, se multiplicó él y también sus ovejas13; y luego cuando regresaba de Harán, de la casa de su suegro, ya venía con su familia, y el último que faltaba de nacer en esa familia pues nació en el camino hacia Belén14, y se completó con el último, con Benjamín, los doce patriarcas.

Pero vean ustedes, la Bendición de la Primogenitura corresponde a José. Cuando José tiene sus dos hijos por medio de Asenet o Asenat15, ¿qué sucede? Esos hijos encontramos que son mitad hebreos y mitad gentiles: por medio de José eran hebreos, por medio de la esposa de José eran gentiles; y ahora, tienen una doble ciudadanía.

Y cuando Jacob fue a bendecir con la bendición que los patriarcas echaban sobre sus hijos, bendijo primeramente a José bendiciendo a los hijos de José. Y bendijo primero a Efraín que era el menor, y luego a Manasés que era el mayor, y dijo: “Estos son míos, como Simeón y Rubén…”, o sea que vinieron a formar parte del pueblo hebreo con la bendición y por la bendición que Jacob echó sobre sus nietos; y por eso la Bendición de la Primogenitura pertenece a José, la cual fue hablada sobre sus hijos16.

Y ahora, Cristo por medio de la Cruz, así como por medio de Jacob cruzar sus manos o hacer la cruz, la Bendición de la Primogenitura, la bendición que iba para el mayor fue colocada sobre el menor.

Jacob colocando su mano derecha sobre Efraín está colocando la Bendición de la Primogenitura que es la bendición de una doble herencia, de una doble porción; y vean ustedes que tiene que ver con la mano derecha, y por eso cuando iban a echar la Bendición de la Primogenitura colocaban la mano derecha sobre la persona.

Y ahora, para Dios echar la Bendición de la Primogenitura sobre los primogénitos escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo, ¿qué hace? Vean ustedes, por medio de Cristo viene esa Bendición a Su Iglesia gentil.

Y ahora, Dios tiene en Su diestra el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete sellos. Y por cuanto la Iglesia del Señor Jesucristo es la que tiene la Primogenitura, pasada por Cristo en la Cruz del Calvario, ahora le toca toda Bendición de la Primogenitura contenida en el Título de Propiedad, en el Libro sellado con siete sellos en la diestra del que está sentado en el Trono.

Y por eso es que ese Libro es traído a la Tierra en el Día Postrero, en el tiempo final y es colocado en la Iglesia del Señor Jesucristo, al ser entregado por Cristo en Su Venida en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante; pues Cristo en el capítulo 5 de Apocalipsis tomó el Libro, lo abrió en el Cielo, en los capítulos 6 y capítulo 8 es abierto ese Libro en el Cielo, y en Apocalipsis, capítulo 10 es traído por Cristo, lo trae en Su mano, abierto, y luego lo entrega a un hombre.

Juan el apóstol representa a la Iglesia del Señor Jesucristo y sus ángeles mensajeros de las diferentes etapas de la Iglesia de Jesucristo, de la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta, séptima, y también la Edad Octava: la Edad de la Piedra Angular.

Por lo tanto, viene Cristo en Apocalipsis, capítulo 10, con el Librito abierto en Su mano (ya abierto) para poderse entender todo lo que está ahí, y Cristo lo entrega a un hombre, y ese hombre está representando a la Iglesia del Señor Jesucristo con el Ángel Mensajero correspondiente a ese tiempo; y por cuanto toda revelación tiene que venir al pueblo de Dios, tanto al pueblo hebreo como a la Iglesia del Señor Jesucristo: al Israel celestial, tiene que venir por medio de un profeta, de un mensajero, viene esa Palabra, ese Libro viene al mensajero del Día Postrero y le es dicho que se coma ese Libro que está abierto. Vean, todo esto fue representado en Juan el apóstol.

Y se come ese Libro y le es dulce en su boca, pero amargo en su vientre. Dulce, porque no hay cosa más dulce que la Palabra de Dios, es más dulce que la miel17; pero también las amarguras más terribles han venido por causa de la Palabra de Dios: las persecuciones a través de la historia del cristianismo han venido sobre cristianos que aman a Cristo y que han seguido a Cristo en sus días, y han sido perseguidos, y muchos de ellos han sido afrentados, han sido azotados; y muchos de ellos también han sido martirizados y han muerto por el Nombre de Cristo y Su Palabra.

Ahora, vean que esa es la parte amarga, pero Cristo dijo: “El que me confesare delante de los hombres, yo le confesaré delante de Mi Padre celestial y delante de Sus ángeles. Pero el que me negare delante de los hombres, yo también le negaré delante de los hombres, y delante de Mi Padre celestial, y delante de Mis ángeles. Yo le negaré delante de Mi Padre y delante de Mis ángeles, delante de Sus ángeles”18.

Ahora, vean lo importante que es estar en la edad correspondiente al tiempo en que vive, creyendo en Cristo como nuestro Salvador, teniendo nuestros pecados lavados en la Sangre de Cristo y teniendo el Espíritu de Jesucristo; eso es estar en vida eterna, y eso es estar en las bendiciones de la Primogenitura a medida que van siendo dadas, materializadas, a los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, para el Día Postrero son dadas a conocer las bendiciones contenidas en la Primogenitura para todos los hijos e hijas de Dios.

Es en el Día Postrero, vean ustedes, que se les da a conocer a los escogidos de Dios —como en otras edades— esas bendiciones que están prometidas para este tiempo.

Y es en el tiempo final en donde la parte del Ángel apareciéndole a Jacob, y Jacob luchando con Él, y el Ángel diciéndole que lo soltara, y Jacob diciéndole: “No te soltaré, hasta que me bendigas”. Y luego el Ángel preguntándole: “¿Cuál es tu nombre?”. Jacob le dice: “Jacob”, que significa ‘suplantador’.

El Ángel le dice… El Ángel de Jehová recuerden que es el mismo Jehová y es el mismo Jesucristo; pero allá está en Su cuerpo teofánico, y le dice a Jacob: “No se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres (o viceversa), y has vencido”. Jacob le pregunta: “¿Y cuál es tu nombre?”. El Ángel le dice que no pregunte por Su nombre, no le dio a conocer Su nombre; pero le bendijo allí19.

Ahora, podemos ver que esa es la parte que corresponde a este Día Postrero, en donde, tanto el Israel celestial como el Israel terrenal se encuentran con el Ángel de Jehová manifestado en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, y ahí es donde viene la bendición del Ángel de Jehová a los escogidos de Dios, a los primogénitos de Dios, antes del encuentro del Israel celestial y el Israel terrenal con el anticristo.

Antes de tener ese encuentro, como fue representado en el encuentro de Jacob con Esaú (pues Esaú representa al anticristo ahí, en esa tipología)20, encontramos que antes de ese enfrentamiento o encuentro, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto que es Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero, estará bendiciendo al Israel celestial primeramente, y después al Israel terrenal; y así será bendecido el pueblo celestial con la Bendición o bendiciones de la Primogenitura, se materializarán esas bendiciones, tanto para el Israel celestial como también para el Israel terrenal.

Y ahora, todas esas bendiciones están contenidas en ese Título de Propiedad sellado con siete sellos, y se estarán materializando en este Día Postrero en los escogidos de Dios, en los primogénitos escritos en el Cielo desde antes de la fundación del mundo en el Libro de la Vida del Cordero.

De edad en edad han sido llamados y juntados los primogénitos de Dios, y en este tiempo ¿dónde están los primogénitos de Dios que verían la Venida del Ángel de Jehová manifestado en Su Ángel Mensajero en este Día Postrero? Aquí estamos presentes en el tiempo preciso y en el territorio preciso para la Venida del Ángel Fuerte en Su Ángel Mensajero manifestado y revelado, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así abriéndonos la Palabra profética correspondiente al Día Postrero, a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y dándonos así la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para así bendecirnos a nosotros en este Día Postrero en el cual nosotros estamos viviendo.

Hay muchas otras cosas contenidas en las bendiciones de la Primogenitura, de las cuales continuaremos hablando en la tarde, porque el tema de la tarde es acerca del Hombre o Varón perfecto, es el misterio entonces de “LLEGANDO A LA ESTATURA DEL VARÓN PERFECTO”. Y al llegar, pues heredaremos todas las bendiciones de la Primogenitura.

EL MISTERIO DE LAS BENDICIONES DE LA PRIMOGENITURA”.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de las bendiciones de la Primogenitura.

Será hasta la tarde, a las 3:00 de la tarde, Dios mediante, en que estaré nuevamente con ustedes, para continuar viendo estas bendiciones prometidas para los escogidos de Dios, para los primogénitos de Dios que en el Día Postrero llegarán a la estatura de un Hombre perfecto, o sea, a la estatura de Jesucristo; llegarán a ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. De eso hablaremos en la próxima actividad, a las 3:00 de la tarde.

Dejo con nosotros nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Que las bendiciones de Jesucristo (de la Primogenitura) para los escogidos de Dios, para los primogénitos de Dios, se materialicen en cada uno de ustedes y en mí también. En el Nombre Eterno de Jesucristo. Y pronto todos seamos transformados y raptados, y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín.

EL MISTERIO DE LAS BENDICIONES DE LA PRIMOGENITURA”.

(Con el permiso, Miguel). El próximo domingo también voy a estar acá, ¿verdad, Miguel? No se me vaya a olvidar. Así que…

[Hno. Miguel: Y el viernes].

Sí, vamos a estar ya el viernes próximo, pues también, y vamos a estar por acá, tenemos el tema del viernes próximo también, para que quede grabado. Es una serie de… Estamos en la serie “Los misterios del Reino de los Cielos”. Y es una serie que termina el 31 de diciembre. La comenzamos ¿cuándo, Miguel? La comenzamos el día 7 o el día 8… El 5 del mes pasado. Y ya hay, ¿cuántos mensajes, cuántas conferencias? 107 conferencias ya están grabadas con diferentes temas de los misterios del Reino de los Cielos, y de aquí a diciembre todavía hay ¿cómo cuántas más, Miguel? No menos de 100. De 100 a 120 conferencias más que estarán abarcando estos temas de “Los misterios del Reino de los Cielos”.

Quizás en algunos temas algunos estén – tengan también de otros temas, tengan material de otros temas; y después ustedes, pues, por ejemplo, todas las conferencias que hayan estado relacionadas con la Trompeta Final, pues lo juntan todo, y ya tienen entonces un cuadro claro acerca de la Trompeta Final; porque lo que se nos escape en uno lo agarraremos en el otro, lo obtendremos en el otro, y así pues estaremos teniendo un cuadro cada día más claro de todos los misterios del Reino de los Cielos, y de la hora en que nosotros estamos viviendo.

Así que ya estos temas están colocados, y para mí es mucho mejor ya tener el tema de antemano para estar más tranquilo, porque para yo conseguir un tema, algunas veces pues pasa hasta una semana, y algunas veces llego aquí y todavía no tengo el tema; pero ya Dios pues ha sido tan bueno conmigo que me ha permitido tener todos los temas de las conferencias, desde el día 5 del mes pasado hasta el 31 de diciembre. O sea, tener como doscientos y algo de temas ya marcados para las conferencias, desde el día 5 del mes pasado hasta el día 31 de diciembre. Bueno, eso para mí es una bendición grande.

Y oren mucho por mí, para que Dios me dé todo lo que nosotros debemos saber sobre cada uno de esos temas, y que así nos abra las Escrituras que hablan de estos temas, y nos abra todas las Escrituras que están relacionadas a estos temas, para así comprender en una forma más amplia todo el Programa de Dios del pasado, del presente y del futuro.

Que Dios les bendiga y muchas gracias.

EL MISTERIO DE LAS BENDICIONES DE LA PRIMOGENITURA”.

[Revisión septiembre 2022 – DM]

1 Hebreos 11:3

2 Génesis 22:1-14

3 Génesis 25:5-6

4 Gálatas 3:7

5San Mateo 1:1-17

6 Génesis 22:18

7 Génesis 14:18:20

8 San Juan 6:53

9 Salmos 23:4

10 Apocalipsis 1:8, 22:13

11 Génesis 25:29-34

12 Génesis 27:1-29

13 Génesis 30:25-43

14 Génesis 35:16-19

15 Génesis 41:50-52

16 Génesis 48:1-22

17 Salmos 119:103

18 San Mateo 10:32-33, San Lucas 12:8-9

19 Génesis 32:22-29

20 Génesis 33:1-17

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