Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en León, Nicaragua. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino.
Para eso, quiero leer en Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 al 7, donde nos dice así:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL MISTERIO DEL CORDERO Y EL LEÓN”.
Para comprender este misterio aquí presentado por Dios en el libro del Apocalipsis, en donde el anciano le dice a Juan: “He aquí el León de la tribu de Judá”, y luego, cuando Juan miró, vio un cordero como inmolado…; esto es un misterio del Reino de Dios.
Para poder comprender este misterio, necesitamos comprender que el libro del Apocalipsis es un libro simbólico, y por consiguiente, todas estas cosas aquí mostradas tienen un significado. Y este misterio del León y del Cordero tiene un significado en el Programa Divino.
Cuando Juan estaba llorando porque no había ninguno digno de tomar el Libro y abrir Sus Sellos, el anciano le dice a Juan: “No llores, he aquí el León de la tribu de Judá”.
Ahora, ¿por qué Juan lloraba mucho? Porque si no se hallaba una persona digna de abrir ese Libro, todo estaba perdido.
Ese es el Libro de la Redención, el cual está en la diestra de Dios, en la diestra del que está sentado en el Trono. Y para el Día Postrero, para el tiempo final, es el tiempo en que ese Libro tiene que ser tomado y abierto en el Cielo; o si no, toda la Creación está perdida; porque toda la Creación entonces volverá a ser como era antes de realizarse la Creación por Dios.
Y ahora, vean ustedes la situación frente a Dios, de toda la Creación.
Juan lloraba mucho porque todo desaparecería de existencia si no aparecía una persona, un hombre digno de tomar ese Libro y de abrir esos Sellos.
Tenía que ser un hombre; no podía ser un arcángel, no podía ser un ángel, tampoco podía ser un animal literal; no podía ser sino un ser humano.
Y ahora, allí estaba Adán, estaban los patriarcas, allí también estaban los apóstoles, allí estaban los santos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento; estaban los Arcángeles de Dios: Gabriel, Miguel, y otros arcángeles; pero ninguno era digno para tomar ese Libro.
Y por cuanto no podían ser arcángeles, ni ángeles, vemos entonces que tenía que ser un hombre, o sea, una persona que haya vivido en este planeta Tierra y que haya sido un ser humano sin pecado, haya venido sin la contaminación del pecado.
Porque desde la caída de Adán en adelante, todos los seres humanos han estado viniendo por medio de la unión de un hombre y de una mujer, y por consiguiente, han estado viniendo contaminados con el pecado, y han estado bajo la sentencia del pecado, que es muerte; porque “la paga del pecado es muerte”1.
Ahora, podemos ver, entonces, que ningún ser humano era digno de tomar ese Libro y abrir los Sellos, por cuanto todos habíamos venido por medio de la unión de un hombre y de una mujer.
Pero aquí a la Tierra vino un ser, el cual no vino por medio de las relaciones íntimas de un hombre y de una mujer, sino por creación divina. Dios creó en el vientre de una mujer una célula de vida, una célula de sangre, la cual se multiplicó célula sobre célula, y formó un cuerpecito, el cual nació en Belén de Judea. Esa mujer que tuvo ese niño fue la virgen María, y ese niño fue el niño Jesús.
Y ahora, encontramos que creció y llegó a la edad adulta de casi 30 años, y comenzó Su ministerio allá en la tierra de Israel. Fue bautizado por Juan el Bautista.
Y luego, encontramos que cuando salió del agua, el Espíritu de Dios vino sobre Jesús en toda Su plenitud; y Juan dijo: “Yo no lo conocía, pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma, ese es Él”. O sea: “Ese es Aquel al cual tú le estás preparando el camino, Ese es el que vendrá después de ti, y Ese es el que bautizará con Espíritu Santo y Fuego”.
Y ahora, Juan dice: “Y yo le vi; yo vi al Espíritu Santo descender sobre Él (o sea, sobre Jesús); por lo tanto, ese es el Ungido de Dios, el Mesías, el Cristo; ese es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Y ahora podemos ver el por qué el pueblo hebreo tenía que estar ciego a la Primera Venida de Cristo: para poder pedir la muerte de Cristo – rechazar a Cristo y pedir Su muerte; para así Cristo hacer la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y así limpiarnos con Su Sangre preciosa de todo pecado, y justificarnos delante de Dios como si nunca antes hubiésemos pecado; y así estar preparados para el glorioso Reino de Dios.
Así es como cada persona viene a Cristo: recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y recibe el Espíritu de Jesucristo; y así nace de nuevo, nace en el Reino de Dios, nace en el Cuerpo Místico de Jesucristo; y viene a ser una persona nacida del Cielo, una persona que pertenece al Cielo por medio de ese nuevo nacimiento, y está en lugares celestiales en Cristo Jesús2.
Está en la dimensión celestial, en la sexta dimensión, colocado por medio del Espíritu de Cristo que está en él. Por medio del espíritu teofánico que ha recibido al nacer de nuevo, esa persona está situada en la sexta dimensión; o sea, su espíritu es de la sexta dimensión y está en la sexta dimensión, y está en contacto con las cosas celestiales, y recibe la revelación del Cielo por medio de ese espíritu teofánico que ha recibido al nacer de nuevo.
Y persevera en el Cuerpo Místico de Cristo, sirviendo a Cristo como su Salvador todos los días de su vida, y anunciando a otros seres humanos la bendición que Cristo nos ha dado al venir en Su Primera Venida y morir en la Cruz del Calvario para nuestra redención, para así producir en nosotros el nuevo nacimiento, y ser libres de todo pecado, y tener el Espíritu de Jesucristo en nosotros.
Porque cuando hemos nacido por medio de papá y mamá recibimos un espíritu del mundo, el cual nos inclina hacia el mal, y recibimos un cuerpo de carne en la permisiva voluntad de Dios: mortal, corruptible y temporal. Y por eso el cuerpo físico que cada ser humano recibe, vive una cantidad de tiempo, en el cual nace, va creciendo, llega a la estatura de adulto y a la edad de adulto; y luego se va envejeciendo, hasta que le llegan sus últimos años, de 70 a 90 años o a 100 años, y lo vemos decayendo; y ya no se parece tanto (cuando tiene 70 a 100 años) a como era cuando tenía 15 o 20 años: porque ha ido decayendo, por causa de que lo que recibió fue un cuerpo mortal, corruptible y temporal, cuando nació por medio de sus padres terrenales.
Pero ahora, por medio del nuevo nacimiento hemos recibido un espíritu teofánico de la sexta dimensión; y en el Día Postrero recibiremos un cuerpo físico y eterno, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados: seremos cambiados en nuestros átomos; y tendremos un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, que es el segundo Adán, y que es el hombre celestial: que vino del Cielo y estuvo en medio de los seres humanos, el cual no tenía pecado; pero tomó nuestros pecados, y se hizo pecado por nosotros, para morir y así llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Él es el único que puede tomar este Libro de la diestra del que está sentado en el Trono; o sea, de la diestra de Dios.
Ahora, cuando se pidió que una persona, un hombre, se presentara y tomara ese Libro, no aparecía ninguna persona. ¿Y dónde estaba Jesús? Él estaba en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo; Él estaba haciendo intercesión, allá sobre el Propiciatorio, con Su propia Sangre; allí estaba Cristo como Sumo Sacerdote, ofreciendo Su propia Sangre por cada hijo e hija de Dios desde aquellos tiempos del pasado hasta este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.
Y cuando entre el último de los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, y sea lavado con la Sangre de Cristo, y nazca de nuevo, y así entre al Cuerpo Místico de Cristo; luego de eso la Obra está completada: el número de los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo está completado, y están todos en el Cuerpo Místico de Cristo. Y luego ya Cristo sale del Lugar de Intercesión en el Cielo, se presenta ante Dios y toma el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, y lo abre en el Cielo.
Ahora, Él ha estado cumpliendo el contenido de ese Título de Propiedad de etapa en etapa y de edad en edad, para luego que complete Su Obra contenida en el Libro de los Sellos, cuando complete Su Obra contenida en el Séptimo Sello, y hayan sido llamados bajo la manifestación del Séptimo Sello todos los escogidos del Día Postrero, que son los últimos escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo, luego Su Obra está completada en Su Cuerpo Místico de creyentes, en Su Iglesia.
Y Él entonces toma el Título de Propiedad y reclama todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa; y viene con ese Título de Propiedad abierto, para entregarlo a Su Iglesia por medio del ministerio que Él tendrá aquí en la Tierra en el Día Postrero, o sea, el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero; Su Ángel, del cual Él dice3: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”; y así Él nos prepara para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Ahora, podemos ver que al final del Séptimo Sello, al final de la Obra del Séptimo Sello realizada aquí en la Tierra, es que se completa el Cuerpo Místico de Cristo; porque durante la manifestación del Séptimo Sello, desde su comienzo hasta su final, Cristo estaría llamando y juntando a Sus escogidos del Día Postrero, a Sus escogidos de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Y luego que finaliza esa labor, Cristo termina Su labor en el Trono de Intercesión en el Cielo, toma el Título de Propiedad, y lo abre en el Cielo, y lo trae a la Tierra; y trae así los derechos, para ser restaurados a los escogidos de Dios los derechos a toda la herencia divina que el ser humano perdió allá en la caída.
Porque tenemos derecho ¿a qué? A tener vida eterna con un cuerpo eterno, tenemos derecho a la juventud eterna, a la felicidad eterna, a la salud eterna, al gobierno eterno de todo el planeta Tierra con todos sus habitantes, y al gobierno eterno de todos los planetas y sistemas solares; al gobierno eterno del universo completo. Porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.
Y por medio del Sacrificio en la Cruz del Calvario, Cristo pagó el precio de la redención de toda la Creación; no solamente de nosotros, sino de toda la Creación; y por consiguiente, toda la Creación regresará a su posición original, y estará bajo el Gobierno de Cristo y Su Iglesia, el Gobierno de Cristo y Sus escogidos, por toda la eternidad.
Ahora, Cristo, vean ustedes, ha estado en Su Primera Venida, como Cordero de Dios, llevando a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y luego ascendiendo al Cielo y colocando Su propia Sangre sobre el Propiciatorio del Templo que está en el Cielo, allá en el Lugar Santísimo; así como hacía el sumo sacerdote en el templo o tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón.
Encontramos que el sumo sacerdote entraba al lugar santísimo una vez al año (el día 10 del mes séptimo) con la sangre de la expiación del macho cabrío, y la colocaba sobre el propiciatorio, y allí se efectuaba la reconciliación del pueblo con Dios.
Y encontramos que él esparcía la sangre con su dedo por siete ocasiones, y luego colocaba allí sangre sobre ese propiciatorio. Pero vean ustedes que él tomaba con su dedo y esparcía por siete veces la sangre; esto nos habla de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, donde fue esparcida la Sangre de Cristo; y ahora sobre nuestra edad en el Día Postrero, porque él colocaba luego sangre (el resto de la sangre) allí sobre el propiciatorio.
Y ahora vean todo eso que hacía el sumo sacerdote allí; el cual tenía también en su vestidura unas campanillas, y mientras caminaba sonaban esas campanas.
Y ahora, encontramos que luego de terminada su labor allí, salía ya del lugar santísimo y pasaba por el lugar santo; y luego todo el pueblo veía que ya el sumo sacerdote había salido vivo de allí; eso significaba que Dios había aceptado el sacrificio y la sangre de la expiación, y quedaba el pueblo hebreo reconciliado con Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo los hijos e hijas de Dios quedan reconciliados completamente cuando Cristo salga del Trono de Intercesión en el Cielo. Y digo “quedan completamente reconciliados”, porque de edad en edad han sido reconciliados con Dios; y en este Día Postrero son reconciliados con Dios los últimos escogidos escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Y ahora, podemos ver que luego el pueblo hebreo también recibe la bendición de Dios, y 144.000 hebreos (12.000 de cada tribu), escritos en el Libro de la Vida del Cordero, también reciben a Cristo en el Día Postrero.
Y encontramos que todo este Programa Divino, vean ustedes, está aquí en Su Palabra, está aquí en el Libro de los Siete Sellos; y tiene que ser completado todo este Programa. Y al final del Séptimo Sello es que queda completado este Programa. Y luego, vean ustedes, Cristo reclama todo para Su Iglesia; reclama a Su Iglesia como Su herencia, y reclama para Su Iglesia todas las bendiciones: la vida eterna con un cuerpo eterno, la juventud eterna y todas estas bendiciones que perdió Adán y Eva en la caída.
Y ahora podemos ver que es en el Séptimo Sello en donde Cristo aparece manifestado. Y vean ustedes, es el León de la tribu de Judá y también el Cordero de Dios; porque es durante el Séptimo Sello que Él completará Su Obra de Redención, Él completará Su Obra de Intercesión; y cuando la complete, al final del Séptimo Sello, se convierte en el León de la tribu de Judá; y por medio de esa manifestación que Él tendrá en el Día Postrero a través de Su Ángel Mensajero, lo veremos como Cordero y el entrelace como León.
Lo veremos entrelazándose de Cordero a León hasta que se lleve a cabo Su Obra de Reclamo, y trae los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y a nosotros los que vivimos nos transforma, y nos da así un cuerpo eterno, y seremos todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, es muy importante poder ver lo que fue visto en el Cielo: poder ver que el León que fue anunciado que vendría, para Juan apareció como Cordero.
Porque vean ustedes, Cristo es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo allá en la Cruz del Calvario, y como Cordero fue que Juan lo había conocido cuando Juan el Bautista lo presentó como el Cordero de Dios.
Pero Juan el apóstol no conocía el misterio del León de la tribu de Judá; no conocía la Obra del León de la tribu de Judá, la Obra de Reclamo que Cristo realizará en el Día Postrero, luego que haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios, y haya sido lavado en la Sangre de Jesucristo, y haya recibido el Espíritu de Jesucristo, y así se haya completado el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Ahora podemos ver que en Su manifestación final bajo el Séptimo Sello es que Cristo cambia ahí: estando como Cordero cambia a León; estando en Su Obra, llamando y juntando a Sus escogidos, y completando el número de Su Iglesia, luego lo encontraremos cambiando a León de la tribu de Judá, Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y así es como Cristo al final del Séptimo Sello hará lo que Él ha prometido en favor de cada uno de ustedes y de mí también; o sea, hará la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Ahora podemos ver cómo el Cordero se convierte en el León de la tribu de Judá.
Por eso es que, vean ustedes, aquí en Apocalipsis, capítulo 17, así como hubo persecuciones en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo en edades pasadas, también habrá una apretura y una persecución en el Día Postrero. Pero miren ustedes lo que sucederá: en Apocalipsis, capítulo 17, verso 13 al 14, encontramos a la bestia con los diez reyes que le darán su poder y su autoridad, y hará guerra en contra del Cordero. Dice:
“Estos tienen un mismo propósito (los diez reyes), y entregarán su poder y su autoridad a la bestia”.
La bestia es el diablo encarnado en el anticristo, en el hombre de pecado, gobernando el imperio del anticristo. Y dice:
“Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes…”.
O sea que el Cordero se convierte en Rey de reyes y Señor de señores, se convierte en el León de la tribu de Judá; y no se darán cuenta de ese cambio que ocurre bajo el Séptimo Sello, donde se entrelaza el León con el Cordero, porque el León es Cristo, y el Cordero también es nuestro amado Señor Jesucristo; y Él cambia de Cordero a León de la tribu de Judá, y de Sumo Sacerdote a Juez de toda la Tierra.
En ese cambio que Él realiza bajo el Séptimo Sello es que Él trae las grandes bendiciones para todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Y Él, bajo el Séptimo Sello llama y junta a Sus escogidos en este Día Postrero con Gran Voz de Trompeta, o sea, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Y así, con esa revelación divina de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, Él llama y junta a Sus escogidos, y los coloca en Su Cuerpo Místico de creyentes, o sea, en Su Iglesia. Y cuando haya colocado hasta el último de los escogidos, y lo haya lavado en Su Sangre, y lo haya llenado de Su Espíritu Santo, y, por consiguiente, haya nacido en Su Cuerpo Místico de creyentes, en Su Iglesia: termina Su Obra de Cordero y de Sumo Sacerdote; y la Obra de León, de Rey y de Juez de toda la Tierra, es manifestada, y se hace el reclamo de todo lo que Cristo ha redimido con Su Sangre preciosa. ¿Para qué? Para colocarlo en y con vida eterna.
Para colocar con vida eterna y con un cuerpo eterno a todos los santos que han partido en las edades pasadas, resucitándolos en cuerpos eternos; y para nosotros los que vivimos: transformar nuestros cuerpos, y darnos así un cuerpo eterno y glorioso, con vida eterna, y jovencito por toda la eternidad, representando de 18 a 21 años de edad; y eso es para toda la eternidad.
Ese es el Programa Divino para Su Iglesia, para ser cumplido en este Día Postrero.
Y estaremos aquí en la Tierra con un cuerpo eterno, y todos los santos de las edades pasadas también estarán aquí: San Pedro, San Pablo y todos los apóstoles (excepto Judas Iscariote); y estarán todos los creyentes en Cristo de las edades pasadas que recibieron a Cristo como su Salvador y lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo y recibieron el Espíritu de Jesucristo; estarán juntamente con nosotros aquí en la Tierra con cuerpos eternos, y nosotros también con cuerpos eternos.
O sea que habrá aquí en la Tierra una reunión de todos los que han partido en el pasado, creyentes en Cristo nacidos de nuevo, con los creyentes en Cristo nacidos de nuevo que viven en este Día Postrero. Y todos estaremos en cuerpos eternos. O sea que será una gran reunión y una gran… digamos, una gran convención o congreso de jóvenes; porque todos estaremos jovencitos, representando de 18 a 21 años de edad.
Y habrá millones de seres humanos aquí con cuerpos eternos; y estaremos aquí por 30 o 40 días; y después nos iremos de aquí a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial, donde nos están esperando para esa gran fiesta que Dios tiene preparada para todos los que han sido lavados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo en el tiempo que les tocó vivir aquí en este planeta Tierra.
Ahora, hemos visto el propósito de Cristo: estar manifestado primeramente como el Cordero de Dios llevando a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y luego ascendiendo al Cielo y colocando sobre el Propiciatorio del Templo que está en el Cielo, colocando Su propia Sangre; pues Cristo como Sumo Sacerdote, Su propia Sangre la llevó allí y la presentó en el Trono de Intercesión, para que así pudiera realizarse la reconciliación de todo hijo e hija de Dios con Dios.
Por eso, a través de las diferentes etapas o edades, Dios nos ha estado reconciliando: hemos estado siendo reconciliados con Dios por medio de Jesucristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Y estamos viviendo en el Día Postrero, donde esta labor terminará de un momento a otro, y quedarán completamente reconciliados con Dios los hijos e hijas de Dios.
Y así tendremos todo lo que perdió Adán y Eva allá en la caída, lo tendremos restaurado a nosotros; y tendremos vida eterna y un cuerpo eterno, juventud eterna, salud eterna, felicidad eterna y gobierno eterno, en el cual nosotros seremos reyes y sacerdotes en el glorioso Gobierno o Reino de nuestro amado Señor Jesucristo; el cual estará establecido sobre el pueblo hebreo allá en Jerusalén, donde está el Trono de David, donde se sentará Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, donde se sentará Cristo como el Hijo de David e Hijo del Hombre; y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones de este planeta Tierra; y con Él reinaremos nosotros, como dice Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 en adelante; dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Ahora, vean que todas estas personas que han sido redimidas con la Sangre de Cristo, aunque no hayan tenido en este planeta Tierra una posición importante: en el glorioso Reino de Cristo tendrán la posición más importante que una persona pueda tener: la de ser reyes y sacerdote con Cristo, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
En el capítulo 20, verso 4 al 6, de Apocalipsis, nos dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.
Dice que reinaron con Cristo ¿cuánto? Mil años. Eso es mil años para comenzar, y después por toda la eternidad, pues estaremos con Él por toda la eternidad también como reyes y sacerdotes. Dice:
“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años”.
O sea que los muertos que resucitan antes de comenzar el Reino Milenial y antes de la gran tribulación, son los que han lavado sus ropas en la Sangre del Cordero, han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero, y han recibido el Espíritu de Cristo; y por consiguiente han recibido el nuevo nacimiento. Estas personas tienen la promesa, de parte de Cristo, de ser reyes y sacerdotes, y reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. Dice, hablando de los que reinarán con Cristo dice:
“Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.
Ahora, vean la posición tan importante que tienen estas personas que han lavado sus pecados en la Sangre del Cordero y han recibido el Espíritu de Cristo; y por consiguiente han nacido en el Reino de Dios, han entrado al Reino de Dios, han nacido de nuevo en el Cuerpo Místico de Jesucristo.
Ahora, hemos visto la Obra de Cristo como Cordero de Dios en favor de cada uno de ustedes y también en favor mío, y en favor de todos los que han vivido en las edades pasadas; y podemos ver que Él está en el Cielo haciendo intercesión con Su propia Sangre que Él derramó en la Cruz del Calvario, hasta que entre hasta el último de los escogidos; y luego Cristo se convierte en el León de la tribu de Judá, en Rey de reyes y Señor de señores, y hace el reclamo de todos los que Él ha redimido con Su Sangre preciosa para darles el cuerpo eterno, el cuerpo nuevo, y vivir con Cristo por toda la eternidad.
Él (Cristo) se sienta en el Trono de David como Rey de reyes y Señor de señores; y al ser el León de la tribu de Judá… El león es el rey de los animales, y Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores; o sea que el león representa o simboliza a Cristo como Rey para sentarse en el Trono de David.
Trono que lleva ya algunos miles de años sin ser ocupado; pero será ocupado por Cristo, y habrá un glorioso Reino Milenial prometido, en el cual habrá paz y prosperidad para los seres humanos en este planeta Tierra. Y todo Cristo lo canalizará en favor del ser humano. Y habrá amor los unos para con los otros, y de una nación para otra nación; las guerras se acabarán, y las herramientas de guerras serán convertidas en herramientas de trabajo, para el bienestar de la raza humana; y hasta el desierto florecerá.
Ahora podemos ver el Programa Divino que Cristo tiene como León de la tribu de Judá, o sea, como Rey de reyes y Señor de señores, en favor de cada uno de ustedes y en favor de todos los creyentes de las edades pasadas, y en favor del pueblo hebreo y en favor de todos los que vivirán en el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, estamos en el tiempo en que Cristo está llamando y juntando a Sus escogidos de este Día Postrero.
De edad en edad encontramos que Cristo envió un mensajero: San Pablo fue el primero para la primera etapa de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles; y se cumplió allá en Asia Menor esa primera etapa entre los gentiles.
Luego envió a Ireneo allá en Francia; luego envío a Martín allá en Hungría y Francia; y luego envió a Colombo en la cuarta edad, allá en Irlanda y Escocia; luego envió a Lutero en Alemania; luego envió a John Wesley en Inglaterra; y luego pasó a Norteamérica, donde envió al reverendo William Branham; y en esa forma ha ido llamando y juntando a Sus escogidos de edad en edad.
Ahora, cuando hablamos de los escogidos de Dios, estos son los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; estos son los que obtienen el nuevo nacimiento; y estos son los que, si murieron, serán resucitados en cuerpos eternos en este tiempo final; y si estamos vivos cuando ellos resuciten: pues nosotros seremos transformados.
Ahora, también hay muchas personas, o millones de personas, que han creído en Cristo como su Salvador, pero no pertenecen al grupo de los primogénitos de Dios; por lo tanto, esas personas, si han muerto sus cuerpos físicos, ellos resucitarán después del Reino Milenial, y serán juzgados; y estos son los que son colocados en aquella parábola del capítulo 25 de San Mateo, donde el rey se sienta en su trono y coloca a su derecha a las ovejas, y les habla la bendición de Dios para entrar al Reino de Dios, porque ellos actuaron correctamente en el tiempo en que vivieron y ayudaron a los primogénitos de Dios.
Dice que les dirá que entren al Reino preparado por Dios para ellos desde antes de la fundación del mundo. Dice… Esta es la parábola, vean ustedes, donde nos muestra este gran evento: capítulo 25, verso 31 en adelante, dice:
“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,
y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.
Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.
Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
¿Quiénes son esos hermanos de Jesús más pequeños? Son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, los cuales han nacido de nuevo al creer en Cristo como nuestro Salvador, y han recibido Su Espíritu Santo, y han entrado a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, y han vivido cada uno en la edad que le tocó vivir.
Y ahora, estas personas, los cuales son juzgados después del Reino Milenial en y ante el Gran Trono Blanco, vean ustedes, habían ayudado a estos pequeñitos, o sea, a los escogidos de Dios que vivieron en estas etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Este diagrama muestra la Iglesia del Señor Jesucristo pasando por sus diferentes etapas. Este diagrama lo usó el reverendo William Branham en los mensajes “La estatura de un hombre perfecto” y también en el mensaje Las Siete (etapas o) Edades de la Iglesia gentil4. Y ahora, también encontramos que hizo referencia a ese diagrama en diferentes conferencias.
Y ahora, vean ustedes cómo estos pequeñitos del Señor Jesucristo son los miembros de Su Cuerpo Místico, los miembros de Su Iglesia, los que han creído en Cristo como su Salvador y han nacido de nuevo; y las personas que le ayudan o le hacen algún favor a estos pequeñitos, Cristo dijo que no perderá su recompensa: “Porque cualquiera que diere un vaso de agua fría a uno de estos mis pequeñitos, no perderá su recompensa”5; y su recompensa es vida eterna.
Vean ustedes, le está dando vida eterna aquí a estas personas que le hicieron estos favores, que le ayudaron a estos pequeñitos, los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Esos son los hermanos de Jesucristo (estos pequeñitos); pero vean ustedes, el que los bendiga, será bendito; y el que los maldiga, será maldito. Vamos a ver si es así o no; dice [verso 41]:
“Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles (ahora vamos a ver por qué).
Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;
fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?
Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.
E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Ahora, hemos visto aquí que en adición a las personas que han recibido a Cristo como su Salvador y han recibido Su Espíritu Santo, también entrarán a vida eterna las personas que han ayudado en alguna forma a los escogidos de Dios en cada una de estas etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y esto será para ser cumplido después del Reino Milenial; pero el favor o la ayuda que le prestan estas personas, la hacen en el tiempo que les toca vivir; y luego allá en el Juicio Final reciben la recompensa: si ayudaron, reciben la recompensa de entrar a la vida eterna; si no ayudaron cuando era necesario, no podrán entrar a la vida eterna, sino al lago de fuego, preparado para el diablo y sus ángeles; eso es lo que dice Cristo aquí en Su Palabra.
Ahora podemos ver dónde nos encontramos en el Programa Divino; y ahora podemos ver quiénes son estos pequeñitos, a los cuales ayudarlos es una gran bendición; hacerles daño es un problema grande que se buscan las personas; aquí lo mostró Cristo en esta parábola.
Y lo que Dios había hablado del pueblo hebreo y también de Abraham, de Isaac y de Jacob: “El que te bendiga será bendito, y el que te maldiga será maldito”, vean cómo se cumple también con la Iglesia del Señor Jesucristo: quien los bendigan serán benditos, y quienes los maldigan serán malditos; y perderán el derecho a la vida eterna los que maldigan a los escogidos de Dios, y no los ayuden cuando ellos necesitan ayuda; pero vean ustedes, los que los bendigan y los ayuden, serán benditos, y entrarán a la vida eterna después del Reino Milenial.
Ahora, estamos viendo en esta noche: “EL MISTERIO DEL CORDERO Y EL LEÓN”.
Así como el cordero representa a Cristo, y Cristo fue representado en el cordero pascual, y también en los demás animalitos que eran ofrecidos a Dios en las ofrendas y sacrificios por la paz y el pecado del pueblo, y en el sacrificio del macho cabrío; ahora, vean ustedes, también el león representa a Cristo.
En la Primera Venida de Cristo encontramos el cumplimiento de la Venida del Cordero de Dios, el cual quitó el pecado del mundo allá en la Cruz del Calvario. Y por eso es que ahora no se necesitan ofrendas y sacrificios de animalitos: porque ya el Cordero de Dios, Jesucristo, el Sacrificio perfecto, el Cordero perfecto, llevó a cabo Su Obra, Su Sacrificio, en la Cruz del Calvario.
Y ahora, así como el cordero representa a Cristo, también el león representa a Cristo: a Cristo en Su Segunda Venida, como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, vean ustedes cómo hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos: hemos llegado al tiempo en que el Cordero hará el cambio de Cordero a León de la tribu de Judá, y hará el reclamo de todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa, en donde los muertos en Cristo resucitarán primero en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados, y tendremos el cuerpo eterno también.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL CORDERO Y EL LEÓN”; el Cordero de Dios y el León de la tribu de Judá.
Este misterio, vean ustedes, ha sido dado a conocer a ustedes, ha sido abierto, para así poderlo comprender, y poder ver las bendiciones grandes que Cristo como Cordero de Dios nos ha dado, y las bendiciones grandes que Cristo tiene para nosotros como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, el Cordero de Dios y León de la tribu de Judá, se materialicen en cada uno de ustedes y en mí también; y sean llamados y juntados todos los escogidos, hasta el último de los escogidos, y se complete así el número de los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la América Latina y el Caribe; y seamos transformados, y tengamos el nuevo cuerpo; y los muertos en Cristo sean resucitados y tengan también su nuevo cuerpo, su cuerpo eterno; y todos juntos, luego de estar aquí de 30 a 40 días en el nuevo cuerpo, luego vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa y en la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde; y muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos aquí en la ciudad de León, Nicaragua, y pasen todos muy buenas noches.
Dejo con nosotros nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín para concluir nuestra parte dándole gracias a Cristo, el Cordero de Dios y el León de la tribu de Judá, por Sus bendiciones en esta noche.
Con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín. Pasen todos muy buenas noches.
“EL MISTERIO DEL CORDERO Y EL LEÓN”.
[Revisión agosto 2022]
1 Romanos 6:23
2 Efesios 1:3, 2:4-6
3 Apocalipsis 22:16
4 El diagrama de la pirámide se puede observar en la última página del mensaje SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto”. También puede ser descargado en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/
5 San Mateo 10:42, San Marcos 9:41