La hoja musical del Día Postrero

Muy buenos días, amados hermanos y amigos presentes aquí en San Cristóbal Totonicapán, en la República de Guatemala; es para mí un privilegio grande y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir unos momentos con ustedes alrededor del Programa Divino, y así recibir de parte de Dios Sus bendiciones en esta mañana, en esta ocasión, y darle gracias a Cristo por Sus bendiciones.

Estaba hablando hace un momento acerca de “Oye Su Voz”, el himno. Es un himno o un corito. Ese fue… hasta donde recuerdo lo recibí en la casa china allá, y la forma en (¿cómo se llama eso?)… la tonada y todo eso; y después no sé con quiénes fue que hablé para entonces ponerlo así ya cantado y eso.

No sé si le agregaron algo a la entrada (la entrada puede ser que…) pero entonces la forma… no sé cómo le llaman a esa parte. Bueno… siempre que Dios me da un himno o un corito siempre pues me da esa parte también, y si no me da esa parte pues no tengo nada todavía, no puedo decirle a Miguel: “Mira, tengo por aquí algo de parte de Dios para el pueblo, algún cántico o algo”.

Y es como en el Programa Divino: uno puede tener la letra pero, dice San Pablo: “la letra (¿qué?) mata, mas el espíritu vivifica”1. Y de edad en edad hemos tenido la letra para cada edad; y el ritmo o música de esa letra, vean ustedes, la encontramos que está en la mente de Dios. Y cuando llega el momento para el cumplimiento de esa letra, que es la que contiene la Palabra prometida, la que contiene la promesa para cada edad, encontramos que llega el momento en que Dios interpreta esa letra; y cuando interpreta esa letra, ahí ustedes le escuchan la música; porque la letra sin música es un poema.

Y aun, vean ustedes, aun los poemas tienen también su música, su ritmo, y no solamente música instrumental, sino la tonada en que se habla, en que se expresa la fonética o…2 Ustedes saben que pueden estar dos con la letra de un poema y viene uno y lee, dice: “voy a recitar este poema”; viene luego y la leyó, ese ni siquiera es declamador, es más bien un lector, no recitó ningún poema; así hemos visto algunas veces personas que dicen: “voy a declamar un poema” y después lo que hacen es que leen, leen el poema y no hicieron nada; porque no tenían la música esa, la expresión que le da a ese poema, a esa letra, le da la vida, eso es lo que da la vida a esa letra.

Y Dios es el que vivifica Su Palabra, el que la trae a vida, el que le coloca ¿qué?, la música; por eso ustedes escuchan a través de la historia de la raza humana muchos que predican la Biblia, pero es como el que dice que va a declamar y ahí viene y lo trae y lo que hace es leerlo y no declamó nada; y así hay muchos predicadores: dicen que están predicando la Palabra y más bien lo que están haciendo es como leyéndola, porque no tienen la música, la vida, la expresión de vida de esa palabra, y no están nada más que repitiendo, leyendo al público la Escritura pero sin traerla a vida; porque la música es lo que la trae a vida.

Y ¿saben?, en cada edad Dios ha traído a vida Su Palabra prometida, Dios la ha traído con la música en cada edad. Así que vean ustedes, una persona puede decir: “tengo un cántico”, y ustedes todavía aun pueden leer la letra y decir: “esta es una letra muy bonita, ¿cómo se escuchará cuando sea expresada, cuando sea tocada esa música?”; pero él dice: “algún día ustedes la van a escuchar”; y cuando viene y la expresa por medio de su instrumento, y usted escucha la letra y escucha el ritmo y todo eso, eso le revoluciona el corazón, le revoluciona por dentro, y eso es lo que le trae a la persona ese sentir dentro, cuando escucha esa música.

Y por eso es que hay música buena y música mala; y también hay mucha letra mala y mucha letra buena. Hay algunas veces buena música pero la letra… no tiene letra; y hay otras veces que hay mucha letra pero no tiene música.

Y así es en el campo espiritual. En el campo espiritual, vean ustedes, Dios es el compositor; por lo tanto Él conoce la letra, Él es el que da la letra. Recuerden que un compositor ¿de dónde saca él eso que ha compuesto? De acá. ¿Y de dónde viene todo el Programa Divino? De Dios, de la mente de Dios.

¿De dónde el compositor saca la letra y la música? Eso le viene a él allá al corazón, al espíritu y a su mente, todo su ser; y después la expresa. Y algunas veces, si ustedes ven a un compositor escribiendo algo, ustedes dicen: “eso no se le ve mucha… mucha cosa”; es igual que a los científicos, usted los ve que ellos están haciendo sus cosas, usted mira y no entiende nada. Y usted mira en la Palabra de Dios y encuentra por acá una cosa que fue escrita, encuentra otra que fue escrita, y dice: “esto no… no se puede entender”; espere a que sea interpretada la letra de esa composición musical, y ustedes verán cómo sí llega directamente al alma de las personas.

Y esa es la música que está esperando cada persona en cada edad que le toca vivir, esa es la que pega en el alma, en el corazón de los hijos e hijas de Dios. Y es como algunas músicas que pegan más que otras.

Vean ustedes, en el Programa de Dios una es la que va a pegar: la que corresponde a ese tiempo. Y cuando se comienza a ver a Dios interpretando Su Palabra, cumpliéndola —porque ahí está la música—, esa es la música de la Palabra: el cumplimiento de ella; y cuando usted ve a Dios interpretándola, interpretando esa pieza musical que Él prometió para una edad o para una dispensación, ahí es donde se forma la fiesta espiritual para los hijos e hijas de Dios y en donde pueden ver a Dios como el intérprete de esa pieza musical, lo pueden ver como el Director de esa orquesta musical; donde tiene a uno por aquí, a otro por allá y a otro por allá llevando a cabo una labor; pero recuerden, es una sola pieza musical y Dios es el que lleva a cabo la interpretación de esa pieza musical.

Y en esa pieza musical está la letra siendo interpretada, cumplida; o sea que cuando obtenemos de parte de Dios la pieza musical con letra y música es cuando Dios cumple Su Palabra en cada edad y en cada dispensación. Y ahí es donde se ven… se ve el ritmo – se oye el ritmo.

Y el ritmo es las diferentes etapas por las cuales va pasando la letra. Usted ve que la letra de una pieza musical en algunas partes como que baja baja baja, y después de momento sube, y otras veces se queda así suave suave, y de momento sube de golpe; y eso pues hace que produzca esa bendición, ese avivamiento dentro de las personas.

Así como la música natural, vean ustedes, en esas subidas y bajadas, y en esas etapas que va suavecito y de momento sube, algunas veces hay personas que brincan del asiento cuando sube; y los tambores o la trompeta suenan y algunas veces algunas personas se asustan. Y así pasa en el Programa Divino: pasamos algunas veces algunos sustos de momento, con algunas partes de la subida; casi siempre es en la subida en donde algunas personas pues pasan sustos.

Y así pues podemos ver en el Programa Divino que hay – tiene un ritmo, tiene unas subidas, unas bajadas, unas subidas, bajadas, unas etapas que se va así suave, luego se baja, luego se sube; y todo eso ustedes podrán notarlo en el Programa Divino, cómo todas esas etapas surgen; porque esa es la música siendo el ritmo de esa música, de esa pieza musical siendo expresada, y ahí está la vida de esa letra que fue asignada para esa edad o para esa dispensación.

Y ahora miren ustedes, en el tiempo de San Pablo, de Jesús, vamos a decir, de Juan el Bautista, cuando fue expresada la pieza musical de ese tiempo, vean ustedes cómo muchos se alegraron escuchando esa pieza musical siendo interpretada por Dios en carne humana, en la persona de Juan el Bautista, luego la otra parte en Jesús; y muchos se gozaron al ritmo de la pieza musical de la Palabra prometida para aquel tiempo siendo expresada, siendo cumplida; y luego en el tiempo de los apóstoles, luego en el tiempo de los siete ángeles mensajeros; y ahora, todo eso fue la música expresada de cada edad, la Palabra prometida de cada edad siendo vivificada, siendo cumplida; y ellos escucharon la música de su tiempo y caminaron al ritmo de esa pieza musical de su tiempo.

Y ahora ¿Dios no tiene música para nosotros los latinoamericanos y caribeños? Él tiene la mejor pieza musical y la parte más importante de Su Programa. Vean ustedes, como en un concierto, en donde el director de la orquesta, de la sinfónica, dirige ese concierto; y en ese concierto pues hay unas cuantas piezas musicales, ¿verdad?; porque no es una tan larga, sino que hay unas cuantas que tienen (aunque sea del mismo autor)… partituras.

Y vean ustedes, Dios ha tenido unas cuantas partituras de dispensación en dispensación. En cada dispensación, vean ustedes, hemos tenido partituras, de dispensación en dispensación.

Y ahora, ¿qué es mejor: cuándo usted se sienta y comienza a escuchar la orquesta siendo dirigida por el director o cuando llega a la última pieza? En la última pieza, ahí es donde se llega a lo máximo, pues no van a terminar con algo que no sea lo mejor, porque se llega ¿a qué?, a la cumbre, a la parte culminante; a lo menos así es en el Programa Divino; porque “mejor es el fin del negocio que el principio”3; y mejor es el fin de la pieza musical o del concierto divino, que el principio. Y así es en el Programa Divino para nuestro tiempo, para nuestra edad y para nuestra dispensación.

Vean ustedes, si ustedes examinan todas las partituras, diríamos: de todo lo que Dios ha realizado durante las edades y dispensaciones pasadas, encontramos que la mejor parte y para el tiempo en que más profecías, de mayor alcance y de mayor significado, encontramos que están ¿para qué?, para el tiempo final; esas tienen que ser ¿qué?, interpretadas; tienen que estar en la pieza musical del Día Postrero siendo interpretadas, siendo vivificadas, siendo traídas a vida, para que produzcan dentro de las personas el resultado que Dios ha dicho que va a ser producido. Es igual que con los oyentes de una sinfónica: obtienen un resultado dentro cuando han estado escuchando las diferentes etapas, y cuando terminan han tenido un resultado dentro de ellas. Y así es el Programa Divino.

Y ahora estamos nosotros en el tiempo final, en el Día Postrero; por lo tanto, la parte correspondiente al Día Postrero es la parte que estaríamos escuchando siendo interpretada por Dios, por el Director, con el pueblo, con la gente que componen esa sinfónica.

Y es en este tiempo final donde todas esas profecías mayores… por ejemplo, la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, esa es una parte que es una subida, que cuando se escucha esa parte pues estremece a uno porque da una subida muy alta; y así también es el resto de esas partes sobresalientes, son partes sobresalientes del Programa Divino; y esas partes sobresalientes son las que hacen estremecer el alma, el espíritu y todo el ser humano; y estremecerá también a todas las naciones.

Vean ustedes lo que estremecerá a la Iglesia y a todas las naciones: es la pieza musical del Día Postrero siendo interpretada por Dios; y con esas partes sobresalientes cualquiera se estremecerá, pues están ahí en esa letra que está escrita en…, y está escrita la música; pues lo que corresponde es la interpretación de esa música.

O sea que nadie puede decir que tiene la música o la pieza musical del Día Postrero si no tiene todas esas cosas que están en la hoja musical del Día Postrero. Si no tiene todas esas cosas que están ahí, pues mire, no tiene música; con esa música a otro sitio, porque en el Cuerpo Místico de Cristo no hay lugar para escuchar cualquier música sino la pieza musical correspondiente a este Día Postrero.

O sea que el Mensaje de Dios para este Día Postrero, para la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene que ser de acuerdo a la hoja musical correspondiente a este tiempo final, tiene que contener todo eso y tiene que ser interpretada fielmente.

No puede decir: “Por aquí dice así pero esto que aquí el compositor escribió aquí, como que si yo lo interpreto, si yo lo digo, es algo que va a estremecer a la gente y la puede hasta confundir”; pero eso está en la hoja musical, y un intérprete fiel no le va a añadir ni le va a quitar a lo que dice la hoja musical. Si no, ¿qué le sucede? Por el director, que es el que tiene una varita que ustedes ven que… “Oye, pero todo el mundo tiene un instrumento, y ese con una varita ahí manda a todo el mundo”, ¡no toca nada!, y sin embargo de ese depende toda la música que es interpretada.

Y la cosa es que ese con su varita está haciendo así, y si alguien le añade o le quita a lo que tiene la hoja musical, él4: “Estás quitándole… ¡Entra al compás de la música!, ¡estás fuera de compás!, ¡estás fuera de ritmo!”.

Que es lo que sucede cuando alguno pues trata de hacer por su cuenta algo: tiene que entender que está fuera de ritmo, fuera de paso o fuera de ritmo, de tiempo y de compás y de todo. Y si no se coloca bien y se corrige, no podrá seguir en ese… en esa orquesta. Porque el director va a decir: “A ese no me lo dejen más estar por ahí; que venga otro que sea un músico fiel y que interprete la música que tiene frente a él, la cual está ahí escrita; porque ese, aunque sea una buena persona me está dañando todo lo que yo estoy haciendo con el resto que son fieles a la música que corresponde”.

Imagínense un trompetista que le guste mucho cierto ritmo y en una pieza musical que no lleva ese ritmo venga y ¡fut!, meta ese ritmo ahí con su trompeta. Alteró todo, toda la pieza musical. Y la pieza musical de Dios no puede ser alterada en ninguna edad ni en ninguna dispensación; y el que le quite o le añada tiene unas consecuencias graves ahí en el libro del Apocalipsis; y el que le quite o le añada en nuestro tiempo, en nuestra edad y dispensación, pues ya tiene la sentencia, se tendrá que atener a lo que ya está dicho ahí.

Así que vean ustedes cómo para nuestro tiempo tenemos toda la letra, y Dios es el que tiene y escribió también la música, la cual en este tiempo Él está interpretando; y está siendo interpretada esa pieza musical correspondiente a este Día Postrero, a la Edad de la Piedra Angular y correspondiente a la Dispensación del Reino.

Y no importa que otros músicos digan: “Pero con esta otra música, con este otro ritmo se escucharía mejor”. Se escucha mejor con el ritmo, con la música y con los instrumentos que Dios determinó para este Día Postrero.

Así que gocémonos y alegrémonos escuchando la pieza musical de Dios del Día Postrero, disfrutando la Obra de Cristo prometida para este Día Postrero siendo interpretada conforme a como Él prometió, dándole gracias siempre por Sus bendiciones, por Su misericordia y amor y privilegio que tenemos de parte de Dios dado a nosotros, de ser el pueblo que estaría ¿qué?, escuchando la pieza musical, y también estaría siendo interpretada con ese pueblo esa pieza musical; porque los músicos no solamente tocan o interpretan sino que también escuchan, porque un músico con un buen oído es un músico que tiene muchas ventajas.

Así que adelante trabajando en el Reino de Dios en la expresión de la letra, de la Palabra prometida correspondiente a este Día Postrero.

Estamos viviendo el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en donde en el Programa Divino Dios está tocando, interpretando la pieza musical del Día Postrero. Y la predicación del Evangelio del Reino, vean ustedes, es escuchada esa predicación, y cuando la escuchamos estamos escuchando ¿qué?, estamos escuchando la interpretación de la pieza musical de Dios.

O sea que el Evangelio del Reino es el sonido de esa pieza musical; y vean ustedes que tiene muchas melodías, muchos tonos: tonos altos, tonos bajos, tonos agudos, y así por el estilo; o sea, tiene diferentes facetas el Mensaje del Evangelio del Reino, cubre todas las cosas.

Así que vean ustedes también en el idioma que es interpretada esa pieza musical; o sea, es interpretada para las personas que estarían viviendo en el tiempo final y hablarían el español. Y vean ustedes cómo nos ha tocado a nosotros en la América Latina y el Caribe ser las personas privilegiadas que estarían escuchando la pieza musical del Día Postrero, como la escucharon los escogidos de cada tiempo, la pieza musical de su tiempo; y en cada etapa tuvimos al Compositor y Director de esa pieza musical de cada tiempo manifestado a través del ángel mensajero de cada tiempo, llevando la batuta de la Orquesta: del Cuerpo Místico de Cristo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de la pieza musical del Día Postrero, en donde veríamos a Cristo con la batuta (la batuta es que le llaman, ¿verdad?). ¿Vieron dónde salió eso que se aplica como un proverbio o un dicho entre la gente: “fulano de tal es que lleva la batuta”?

Y ahora vean ustedes quién llevó la batuta: ¿Quién llevó la batuta en la primera edad? Fue Cristo en el ángel mensajero de la primera edad, San Pablo; pero la batuta la vimos en San Pablo porque es el velo de carne, pero dentro estaba el Compositor, el Director del Cuerpo Místico de Cristo, de esa Orquesta, de esa Sinfónica; y así hemos visto cómo la batuta ha ido pasando de un mensajero a otro. ¿Por qué? Es que Cristo es el que lleva la batuta; y si Cristo se muda de un mensajero a otro, pues la batuta no se queda allá, se la lleva Cristo para seguir dirigiendo Su Orquesta, Su Sinfónica, Su Iglesia.

Bueno, tenemos otro tema por ahí: La trayectoria de la batuta, de la batuta de Dios.

Así que Dios les bendiga, Dios les guarde, y adelante escuchando la pieza musical de nuestro tiempo y viendo bien la batuta para que no demos un ritmo o nos salgamos de tono ¿o de qué?, de tiempo y de cosas así; porque el Director, Cristo, está con nosotros, Él está dirigiéndonos en todo para que todo salga bien y se cumpla todo lo que Él ha prometido, y por medio de Su Iglesia Él llevar a cabo todo lo que Él ha prometido; en donde Él colocaría Su Ángel Mensajero a través del cual estaría velado y revelado, manifestado en medio de Su Iglesia, dirigiendo Su Iglesia en la pieza musical del Día Postrero, de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Ahora podemos decir: hubo buenos músicos en el tiempo de muchos mensajeros pasados, pero ahora miren los músicos que Cristo tiene para el Día Postrero: ¡esos son los buenos, los que Él tiene para el Día Postrero!; esos son los que estarán interpretando con toda su alma y con todas sus fuerzas y con todo su amor hacia Cristo la pieza musical, a medida que Cristo va dirigiendo todo.

Así que adelante, amados amigos y hermanos, en esta pieza musical del Día Postrero, que es la última, es la última etapa de este concierto musical espiritual que Cristo estaría dando en este planeta Tierra; y con esta pieza musical va a estremecer el mundo entero. Dejen que llegue a cierto ritmo, cierta parte del ritmo donde hay cierto ritmo en donde hasta los cojos, los paralíticos y todos ellos van a caminar, van a saltar de alegría y van a caminar al ritmo de la pieza musical de este Día Postrero. Ya ustedes van a ver y hasta los ciegos también van a ver.

Ahora, es muy raro que un ciego pues pueda decir que está viendo; pues miren ustedes, hay ciegos que están viendo el Mensaje, y eso sí que es una cosa que no la pueden entender algunas personas: que personas ciegas escuchen el Mensaje y digan: “¡Yo lo veo!”, y son ciegos. “¡Yo estoy viendo, yo estoy viendo ese Mensaje!”.

Pues miren, en Haití no solamente hay un ministro ciego, sino que su congregación también es de ciegos, ¡y todos ven el Mensaje!, todos entienden el Mensaje; porque ver es entender.

Y vean ustedes, fue como en el tiempo de Jesús; y sin embargo, personas con ojos no pueden ver algunas veces. Ahora, vean ustedes cómo hasta los ciegos ven el Mensaje y hasta los niños lo entienden; es un milagro que ha estado ocurriendo al ritmo de la pieza musical de este Día Postrero, que Cristo está interpretando con Su Sinfónica, con Su Orquesta del Día Postrero, en esta etapa final de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Que Dios les bendiga, que Dios les guarde, y vamos a dejar por aquí a Miguel. Estuvo bien lo del cántico porque hablamos un poquito de esto. Después arreglamos allá con Diocle lo que tengamos que arreglar [se ríe]. Y que Dios les bendiga a ustedes y que Dios bendiga a todos los hijos e hijas de Dios en toda la América Latina y el Caribe, donde Dios está llamando y juntando a todos Sus escogidos.

Que Dios bendiga a Sus hijos donde quiera que se encuentren alrededor del planeta Tierra, y también a los que están en el Paraíso; ellos están bendecidos pero quieren más bendiciones, pues ellos quieren regresar para acá, y para ellos es una bendición regresar para acá; por lo tanto, queremos que ellos regresen, por lo tanto queremos que Dios los bendiga también en esa parte y que pronto regresen para que así pronto también nosotros seamos transformados. Pero ellos no pueden regresar si no se completa el número de los escogidos.

¿Cuántos quieren que se complete el número de los escogidos?, ¿y cuántos quieren que seamos transformados y raptados?, ¿y cuántos quieren que regresen los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos? Todos queremos eso. Pues trabajemos para que lleguen los que faltan de llegar. Esa es una de las formas en que trabajamos para que se complete el grupo y pronto todos seamos transformados.

Que Dios les bendiga y les guarde, y muchas gracias por vuestra amable atención. Con nosotros por aquí Miguel Bermúdez Marín. Dios les bendiga.

“LA HOJA MUSICAL DEL DÍA POSTRERO”.

[Revisión febrero 2018]

1 Segunda de Corintios 3:6

2 [La entonación –Editor]

3 Eclesiastés 7:8

4 El hermano William hace los ademanes de un director de orquesta, enfatizando con el movimiento de sus brazos –Editor.

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