El misterio de la piedad

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes aquí en la República de Chile, en donde nos encontramos para tener compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios, y así ver nuestro tema de esta ocasión: “EL MISTERIO DE LA PIEDAD”.

Para lo cual quiero leer en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 14 en adelante, donde nos dice:

“Esto te escribo, aunque tengo la esperanza de ir pronto a verte,

para que si tardo, sepas cómo debes conducirte en la casa de Dios, que es la iglesia del Dios viviente, columna y baluarte de la verdad.

E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:

Dios fue manifestado en carne,

Justificado en el Espíritu,

Visto de los ángeles,

Predicado a los gentiles,

Creído en el mundo,

Recibido arriba en gloria”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LA PIEDAD”.

Dios es Amor, y el misterio del Amor es Dios manifestado en carne humana en la persona de nuestro amado Señor Jesucristo: fue Dios manifestado en carne humana en la forma de un ser humano.

Por eso en San Juan, capítulo 1, nos dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Y hablándonos del Verbo, nos dice en este mismo capítulo 1, el verso 14:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

Vean cómo el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, y el Verbo fue el Creador de todas las cosas; y vean cómo luego se hizo carne y habitó entre los seres humanos, y fue conocido por el nombre de Jesús. Era nada menos que el misterio de la piedad, el misterio de Dios manifestado en carne humana en medio del pueblo hebreo.

Se había reflejado este misterio, y la manifestación de este misterio en carne humana, se había reflejado en los profetas del Antiguo Testamento.

Durante la Dispensación de la Ley, encontramos que se reflejó Cristo en Su Primera Venida; se reflejó la Primera Venida de Cristo en los profetas de la Dispensación de la Ley: se reflejó en el profeta Moisés, y se reflejó en cada uno de los profetas que vinieron después del profeta Moisés.

Para la Dispensación de la Ley hubo siete etapas o siete edades de la Iglesia hebrea bajo la Ley, en donde la Primera Venida de Cristo fue reflejada: fue reflejada en cada uno de esos profetas; y el último de los profetas en el cual se reflejó la Primera Venida de Cristo fue en Juan el Bautista, pues Juan el Bautista fue el último de los profetas de la Ley.

Por eso Jesús dice: “Los profetas hasta Juan profetizaron”1, o sea, los profetas de la Dispensación de la Ley llegaron hasta Juan el Bautista. No es que después de Juan el Bautista no vendrían más profetas, pues el mismo Señor Jesucristo, siendo un profeta mayor que Juan el Bautista, apareció después de Juan el Bautista. Y Cristo mismo dijo que enviaría profetas, apóstoles – apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros a Su Iglesia, para la perfección de los santos2.

Ahora, vean cómo en los profetas, tanto dispensacionales como de las edades, de las diferentes dispensaciones, se reflejó la Primera Venida de Cristo y también se reflejó la Segunda Venida de Cristo.

Ahora, vean, ¿cómo vendría el Mesías? Si miramos en el reflejo de la Venida de Cristo allá en los profetas, podemos ver que se reflejó en profetas, en hombres; por lo tanto, la Venida del Mesías sería un hombre, un profeta.

Y encontramos que cuando apareció ese profeta en el cual se estaba cumpliendo la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías, encontramos que fue un hombre sencillo de allá de Nazaret, o sea, criado en Nazaret, aunque había nacido en Belén de Judea.

En ese sencillo joven carpintero de Nazaret se estaba cumpliendo la Primera Venida del Mesías, la Venida de Cristo, la Venida del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, la Venida del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto en carne humana. En ese velo de carne llamado Jesús estaba el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto manifestado, cumpliendo Su Venida en carne humana.

El profeta Malaquías, hablándonos acerca de la Venida del Mesías, nos dice en el capítulo 3 [verso 1]:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.

Ese mensajero fue Juan el Bautista, el cual vino antes del Señor Jesucristo preparándole el camino. ¿Y quién lo envió? Lo envió el Señor, el Ángel de Jehová, el mismo Jesucristo, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, lo envió antes o delante de Él. O sea, antes del Mesías venir en Su ministerio terrenal en carne humana manifestado, envió a Juan el Bautista; y después apareció Jesús en Su ministerio.

Y luego ¿qué vendría después del precursor de la Primera Venida de Cristo?

“… y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis…”.

¿Quién vendría? Vendría el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel de Jehová.

“… y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

¿Quién vendría? Vendría el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto; ese sería el que vendría en carne humana en la forma de un hombre, en la forma de un profeta, para llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Y eso fue el misterio de la piedad, el misterio de Dios, que es Amor, manifestado en carne humana. “Grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”.

Fue Dios, el Todopoderoso, el Creador de los Cielos y de la Tierra, creándose un cuerpo de carne en el vientre de María; allí creó una célula de vida, y se multiplicó célula sobre célula hasta que formó el cuerpo de Jesús, el cual nació en Belén de Judea; y en ese velo de carne, en ese cuerpo, habitó Dios en toda Su plenitud.

En ese velo de carne estuvo Dios manifestado en la forma de un hombre para llevar a cabo la Obra de Redención y así dar Su vida (la vida de ese cuerpo físico), darla por cada uno de nosotros. Dice la Escritura que se hizo pecado por nosotros3; no que era pecador, sino que se hizo pecado tomando nuestros pecados.

Él no era pecador, porque Él no vino por medio de la unión de un hombre y de una mujer en sus relaciones íntimas, sino que vino por creación divina; ese cuerpo vino sin pecado. Por eso Él podía decir: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar”4. Él también podía decir: “Antes que Abraham fuera, yo soy. Y Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”5.

Y ahora, podemos ver que allí estaba en medio del pueblo hebreo el Creador de los Cielos y de la Tierra vestido de carne humana. Era la primera ocasión en que Dios, el Creador de los Cielos y de la Tierra, se vestía de carne humana en toda Su plenitud para llevar a cabo Su Obra de Redención y quitar así nuestros pecados.

Él se había manifestado en profetas en el Antiguo Testamento, pero todos habían venido por medio de la unión de un hombre y de una mujer, excepto Adán; pero Adán cayó, y Adán vino a ser pecador por causa de haber pecado.

Y de ahí en adelante, encontramos que la raza humana cayó en pecado, y la paga del pecado es muerte6; y por esa causa, la descendencia de Adán ha venido según la carne, y ha venido en muerte: porque la paga del pecado es muerte; ha venido contaminada con el pecado, y por consiguiente sentenciada a la muerte.

Y por eso es que cuando el ser humano nace aquí en la Tierra, cuando la persona nace aquí en la Tierra, vean ustedes, nace por medio de la unión de un hombre y de una mujer; y obtiene —cuando nace— un espíritu del mundo; y luego obtiene un cuerpo del mundo, un cuerpo de carne, y ese cuerpo es mortal, corruptible y temporal.

Y el apóstol San Pablo en su carta a los Corintios (primera carta), capítulo 15, verso 50 en adelante, nos dice:

“… que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.

O sea que nosotros no podemos obtener la herencia que perdió Adán y Eva, no la podemos obtener estando en este cuerpo mortal; necesitamos un cuerpo inmortal.

No podemos obtener la inmortalidad del cuerpo con este cuerpo mortal; necesitamos un cuerpo inmortal, el cual Cristo nos dará en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, conforme a Su promesa, en donde los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos incorruptibles y nosotros los que vivimos seremos transformados.

Y entonces seremos plenamente a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, con vida eterna no solamente en el alma y en el espíritu, sino en el cuerpo también; pero será un nuevo cuerpo creado por Dios que Cristo nos dará, y será un cuerpo con vida eterna, para vivir por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo como reyes y sacerdotes.

Y ahora, este misterio de la Primera Venida de Cristo, vean ustedes, estaba prometido para ser manifestado en medio del pueblo hebreo; pues en medio del pueblo hebreo fue que se reflejó la Primera Venida de Cristo, por medio de los profetas que Dios envió en medio del pueblo hebreo. Y se cumplió en medio del pueblo hebreo lo que fue reflejado —en medio del pueblo hebreo— a través de los profetas: fue reflejada la Primera Venida de Cristo, y se cumplió la Primera Venida de Cristo en medio del pueblo hebreo.

También fue reflejada la Segunda Venida de Cristo en los profetas del Antiguo Testamento, para ser cumplida Su Venida en el Día Postrero, Su Segunda Venida.

Pero también la Segunda Venida de Cristo ha sido reflejada por medio de los ángeles mensajeros de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, de los cuales San Pablo fue el primer ángel mensajero, e Ireneo fue el segundo ángel mensajero, Martín fue el tercer ángel mensajero, Colombo fue el cuarto ángel mensajero, Lutero el quinto, Wesley el sexto, y el reverendo William Branham el séptimo ángel mensajero.

En ellos se ha reflejado la Segunda Venida de Cristo; y, por consiguiente, al reflejarse en medio de Su Iglesia gentil, la Segunda Venida de Cristo tiene que ser cumplida en medio de la Iglesia gentil del Señor Jesucristo.

Y así como cada uno de estos ángeles mensajeros fueron enviados a la Iglesia de Jesucristo para cada una de las edades correspondientes; la Segunda Venida de Cristo será cumplida, en medio de Su Iglesia gentil, como el Ángel prometido para el Día Postrero: el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en el Día Postrero a través de carne humana, como Él ha prometido a través de Sus profetas.

El precursor de la Segunda Venida de Cristo en el mensaje de Los Siete Sellos, página 277, nos dice que el Espíritu Santo es el Jinete verdadero del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19; y ese Jinete es Jesucristo en Su Venida como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Y en la página 256 del libro de Los Sellos, también nos dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham:

121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

¿Qué será la Venida del Señor, la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? Será el Verbo, la Palabra encarnada en un hombre.

Por eso es que dice Apocalipsis, capítulo 19, que Su nombre es… vamos a ver, Su nombre vamos a ver cuál es. Dice Apocalipsis, capítulo 19, versos 11 en adelante, dice:

“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.

Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.

Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.

Es la Venida del Verbo de Dios, es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en el Día Postrero.

Esa es la Venida de Cristo, la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, viniendo el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, manifestado en carne humana en medio de Su Iglesia gentil; para lo cual tiene que tener un velo de carne aquí en la Tierra, correspondiente al tiempo final, para —por medio de ese velo de carne— manifestarse en medio de Su Iglesia como el Ángel del Pacto, el mensajero a Su Iglesia en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Pero el velo de carne no será el Señor Jesucristo, sino que el velo de carne será el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; pero en ese mensajero estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Y eso será la segunda manifestación del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, mayor, prometida para ser cumplida en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; como la primera manifestación mayor cumplida, ocurrió dos mil años atrás en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, para el Día Postrero tenemos la promesa de la manifestación del misterio de la piedad en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; así como la manifestación de la piedad de Dios, que es Amor, se cumplió en medio del pueblo hebreo dos mil años atrás, que fue la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios, quitando el pecado del mundo allí en la Cruz del Calvario.

Y ahora, para el Día Postrero, la Segunda Venida de Cristo, la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, es para ser cumplida en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; viniendo Jesucristo en Espíritu Santo a Su Iglesia y en medio de Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, manifestado Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana en Su Ángel Mensajero.

Juan el apóstol, encontramos que en dos ocasiones quiso adorar a los pies del Ángel del Señor Jesucristo. Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10, encontramos la primera; y dice así:

“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.

Este Ángel no le permitió a Juan el apóstol la adoración a él.

Y en Apocalipsis, capítulo 22, versos 8 al… vamos a leer desde el verso 6 hasta el 9, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿A quién envía para dar a conocer, para mostrar estas cosas que deben suceder pronto? Jesucristo envía a Su Ángel Mensajero.

Sigue diciendo:

“¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas”.

¿Quién le mostró todas estas cosas del libro del Apocalipsis? El Ángel del Señor Jesucristo. El Ángel del Señor Jesucristo fue el que le mostró a Juan el apóstol toda esta revelación apocalíptica, pues para eso fue enviado a Juan.

“Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.

Vean cómo Juan el apóstol quiso adorar al Ángel del Señor Jesucristo en dos ocasiones, porque vio en el Ángel de Jesucristo la manifestación de nuestro amado Señor Jesucristo. Él vio el mismo Espíritu Santo que estuvo en Jesús y que había estado en los profetas del Antiguo Testamento en la porción correspondiente a cada edad; y luego lo vio ese Espíritu Santo manifestado en toda Su plenitud en la persona de Jesús; luego lo vio manifestado en los siete ángeles mensajeros en la porción correspondiente a cada edad.

Y para el Día Postrero, vean ustedes, Juan el apóstol, en esta visión apocalíptica vio a Jesucristo en Espíritu Santo, al Espíritu Santo manifestado en el Ángel Mensajero de Jesucristo; y trató de adorar al Ángel de Jesucristo, porque vio a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, en el cumplimiento de las promesas correspondientes al Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Vio el misterio de la piedad manifestado nuevamente en el Ángel del Señor Jesucristo. “Grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”.

Fue manifestado en carne dos mil años atrás en la persona de Jesús de Nazaret; y luego en Apocalipsis, capítulo 19, nos promete la manifestación del Verbo nuevamente en carne humana, en la Venida del Hijo del Hombre, en la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero manifestado en Su Ángel Mensajero, para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así darnos la fe para ser transformados y raptados en este Día Postrero.

Hemos llegado al tiempo final. Hemos llegado al tiempo en donde, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, estaría Jesucristo en Espíritu Santo manifestado por medio de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Y no hay otra forma para comprender todas estas cosas que deben suceder pronto, excepto por medio del Ángel del Señor Jesucristo. Por eso nos dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿A quién ha enviado? A Su Ángel. ¿Para qué?), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

No se pueden entender las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, excepto por medio del Ángel del Señor Jesucristo.

Y todas estas cosas que deben suceder pronto, el Ángel del Señor Jesucristo, enviado por Jesucristo, se las mostró a Juan en esta revelación apocalíptica en forma simbólica; o sea, en estos símbolos apocalípticos están todas las cosas que deben suceder. Pero estos símbolos tienen que ser comprendidos; tiene que ser abierto el misterio contenido en estos símbolos para poder comprender estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero.

¿Cuántos sabían que la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, sería la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana? Pero vean ustedes, ese misterio ya ha sido revelado: es la Venida del Verbo, de la Palabra, encarnada la Palabra en un hombre en el Día Postrero; esa es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19. Y solamente habrá un velo de carne en el cual podrá estar manifestada la Palabra, el Verbo en carne humana: y ese es el Ángel del Señor Jesucristo; porque tiene que ser en un profeta.

Y ahora, vean ustedes este misterio de la piedad, que fue manifestado dos mil años atrás como Cordero de Dios en medio del pueblo hebreo, para en el Día Postrero ser manifestado nuevamente el Verbo de Dios en carne humana, en el Día Postrero, en medio de Su Iglesia gentil; para después pasar al pueblo hebreo, cuando termine Su labor en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ahora, hemos visto en este tiempo lo que estaría sucediendo, y hemos visto cómo han estado sucediendo las promesas divinas en medio de Su Iglesia gentil.

Y ahora nos encontramos en el tiempo final, nos encontramos en la etapa de la Edad de la Piedra Angular; y así como en las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo, Cristo envió un ángel mensajero en el cual estuvo manifestado en la porción correspondiente a cada edad… Tenemos aquí el diagrama que usó el reverendo William Branham en el mensaje “La estatura de un hombre perfecto”7, y también hizo referencia de este diagrama en otros mensajes.

Y ahora, hemos visto cómo de edad en edad Cristo envió un mensajero, un ángel mensajero; y a través de ese mensajero de cada edad, Cristo se manifestó en la porción correspondiente a cada edad: fue la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en cada uno de esos mensajeros, en la porción correspondiente a cada edad. Y estuvo reflejando también, Cristo a través de cada uno de ellos, lo que sería Su manifestación en toda Su plenitud en el Día Postrero en carne humana en Su Ángel Mensajero.

Y ahora, encontramos también que para cada edad hubo un mensajero, hubo un Mensaje y hubo un territorio donde se cumplió cada una de esas edades, y en donde estaban los escogidos, los primogénitos de cada edad, los cuales fueron llamados y juntados en cada edad.

Y al terminar las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, que concluyen con la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Su séptimo ángel mensajero en Norteamérica (el mensajero fue el reverendo William Branham), luego de terminar estas siete edades y de terminar la Obra de Jesucristo en Espíritu Santo en el territorio norteamericano, vuela Jesucristo en Espíritu Santo a la Edad de la Piedra Angular.

Y la Edad de la Piedra Angular ¿a qué territorio corresponde? El territorio para la Edad de la Piedra Angular es la América Latina y el Caribe, donde vuela Jesucristo en Espíritu Santo para Su manifestación final en carne humana en Su Ángel Mensajero; y por medio de la cual, de la cual manifestación, llama y junta a Sus escogidos, para formar la Edad de la Piedra Angular con seres humanos, como formó cada edad con seres humanos; y así completar Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia.

Era un misterio, era un misterio la manifestación final de Jesucristo en medio de los gentiles en carne humana. Cada manifestación de Cristo a través de cada ángel mensajero en carne humana, vean ustedes, corresponde a un territorio, corresponde a una edad, y corresponde a una etapa de la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo, vean ustedes, corresponde a la América Latina y al Caribe a través de Su Ángel Mensajero, para llamar y juntar a Sus escogidos latinoamericanos y caribeños y colocarlos en la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico de Cristo; y así completar con latinoamericanos y caribeños Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes.

¿Quién se iba a imaginar que el grupo final de escogidos de Dios serían latinoamericanos y caribeños? Eso nadie se lo podía imaginar.

Así como los primeros que vinieron a formar parte de la Iglesia del Señor Jesucristo durante la Dispensación de la Gracia, fueron hebreos; comenzó con hebreos y termina con gentiles, en la América Latina y el Caribe, donde se completa el número de los escogidos de Dios del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; y donde envía Jesucristo Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la América Latina y el Caribe.

Así que todas las cosas que estarán sucediendo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y en medio de los latinoamericanos y caribeños, todas estas cosas son dadas a conocer por Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero.

[Apocalipsis 22:16] “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿A quién envía Jesucristo? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto, dar testimonio de estas cosas a las iglesias; dar testimonio de estas cosas a todos los que creen en Jesucristo, a todos los que han leído la Biblia y han estado esperando la Segunda Venida de Cristo.

Es por medio de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero, que todos estos misterios correspondientes al Día Postrero, a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la América Latina y el Caribe, son dados a conocer. No hay otra forma para conocer estos misterios y el cumplimiento de ellos entre los latinoamericanos y caribeños.

Nadie se podía imaginar la bendición tan grande que Dios tenía reservada en Su mente, en Su corazón, para los latinoamericanos y caribeños. Pero ya ese misterio ha sido abierto, y estamos viendo la bendición tan grande que Cristo tenía reservada para los latinoamericanos y caribeños, para ser manifestada en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; para lo cual dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Por medio del Mensaje de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero, estos misterios son abiertos a la Iglesia del Señor Jesucristo en la América Latina y el Caribe.

Porque la Iglesia del Señor Jesucristo ha ido pasando de etapa en etapa, de edad en edad y de territorio en territorio; y ahora se encuentra en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino, y en el territorio latinoamericano y caribeño, para escuchar la Voz de Cristo hablándonos en este Día Postrero por medio de Su Ángel Mensajero, en el idioma principal de los latinoamericanos y caribeños, que es el español; y así darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero.

Hemos llegado al tiempo final, hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos. Hemos llegado al tiempo en que estaría repitiéndose la manifestación del Verbo en carne humana, la manifestación, la Venida y manifestación del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, manifestado en carne humana en el Día Postrero, como fue manifestado en carne humana dos mil años atrás en Jesús de Nazaret (un velo de carne que nació por medio de una virgen llamada María), el cual era un hombre que tenía un cuerpo que no estaba contaminado con el pecado.

Y para el Día Postrero tenemos la promesa que habrá una Iglesia, llamada la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la María espiritual que dará a luz el Hijo prometido; porque es en la María espiritual, la Iglesia del Señor Jesucristo, que ha estado ocurriendo el nuevo nacimiento de los hijos e hijas de Dios.

Y ahora, por medio del Espíritu Santo, para el Día Postrero encontramos que aparecerá el Ángel del Señor Jesucristo en medio de la María espiritual, o sea, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo; y es ahí donde nace, obtiene su nuevo nacimiento; y donde obtiene Su ministerio para este Día Postrero, ungido con el Espíritu de Jesucristo, ungido con el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Espíritu Santo, manifestado en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero.

Pero Su Ángel Mensajero no es el Señor Jesucristo, él solamente es el velo de carne, el instrumento de Jesucristo para la manifestación de Jesucristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo. Él solamente es el instrumento de Jesucristo para la manifestación de Dios en el Día Postrero, de Jesucristo en el Día Postrero, del Espíritu Santo en el Día Postrero en medio de Su Iglesia gentil; y así tener la manifestación de la piedad, de Dios, que es Amor, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad del Amor Divino, que es la Edad de la Piedra Angular.

En el tiempo pasado, en la Primera Venida de Cristo, se estaba viviendo en la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Amor Divino, y por eso dice la Escritura [San Juan 3:16]:

“… de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

Todo eso ocurrió en la Edad del Amor Divino, la Edad de la Piedra Angular.

Y hemos llegado nuevamente a la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Amor Divino.

Esa Edad del Amor Divino vino dos mil años atrás, luego de la séptima etapa o edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley y luego del ministerio del mensajero de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley, que fue Juan el Bautista; luego vino el ministerio de Jesucristo, el ministerio del Ángel del Pacto a través de carne humana en la persona de Jesús de Nazaret.

Y para este tiempo final, después de la séptima edad de la Iglesia gentil viene la Edad de la Piedra Angular, con la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así llevar a cabo la Obra correspondiente a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino en este Día Postrero; y así tener la manifestación del León de la tribu de Judá, del Rey de Reyes y Señor de Señores, en Su Obra de Reclamo.

Esa es la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo para el Día Postrero, en el cual nosotros estamos viviendo. Y por medio de Su Ángel Mensajero se vela en carne humana y se revela en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia en este tiempo final, en la América Latina y el Caribe; y luego se revelará al pueblo hebreo cuando haya terminado Su labor en medio de Su Iglesia gentil.

Cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados, luego le tocará el tiempo al pueblo hebreo, para Cristo revelarse al pueblo hebreo. Pero antes se revela a Su Iglesia gentil, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, por medio de carne humana en Su Ángel Mensajero, y nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Y aun con todo y eso, el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él solamente es Su Ángel Mensajero, Su profeta mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino, donde estaría Jesucristo manifestado en Espíritu Santo en este Día Postrero.

Él es el Ángel de Apocalipsis, capítulo 7, que viene con el Sello del Dios vivo. ¿Cuál es el Sello del Dios vivo? El Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo.

Por eso San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30, dice:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

El Sello del Dios vivo, el Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo, viene en el Día Postrero manifestado en Su Ángel Mensajero, para, primeramente, llamar y juntar a Sus escogidos de entre los gentiles con la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y luego se revelará, se manifestará al pueblo hebreo por medio de Su Ángel Mensajero también, por medio del Ángel Mensajero que viene con el Sello del Dios vivo.

O sea que viene con el Espíritu Santo manifestado en carne humana; viene con Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en él, en carne humana, para llevar a cabo la Obra correspondiente al tiempo final, a este Día Postrero, y llamar y juntar a Sus escogidos de entre los gentiles, que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; y así completar el número de Su Iglesia, el número de Sus escogidos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y luego traer los muertos en Cristo en cuerpos eternos en la resurrección, y luego transformar nuestros cuerpos mortales; y darnos así un cuerpo inmortal e incorruptible y eterno, para vivir con Cristo por toda la eternidad en Su glorioso Reino como reyes y sacerdotes; y reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

Ahora podemos ver que ya hay un Programa preparado por Dios desde antes de la fundación del mundo.

Dios no está haciendo nada nuevo, Dios lo que está es cumpliendo Su Programa de edad en edad. Y para este tiempo, Él no puede hacer otra cosa, sino cumplir Su Programa establecido ya desde antes de la fundación del mundo para ser realizado en este tiempo final.

Y en ese Programa que Él estableció para el Día Postrero, es que podemos encontrar a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana a través de Su Ángel Mensajero. Fuera de ese Programa, usted nunca podrá encontrar a Jesucristo manifestado en el tiempo final; tiene que ser en el Programa que Él estableció para el Día Postrero en medio de Su Iglesia.

No puede ser fuera de Su Iglesia, tiene que ser en medio de Su Iglesia, y tiene que ser en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad para la manifestación del misterio de la piedad en el Día Postrero; como fue dos mil años atrás en medio del pueblo hebreo, en la Edad de la Piedra Angular, donde se llevó a cabo la manifestación de la piedad de Dios, que es Amor, manifestado en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret.

“EL MISTERIO DE LA PIEDAD”.

Ese es el misterio de la manifestación de Dios, del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto en carne humana en la persona de Jesús de Nazaret dos mil años atrás como Cordero de Dios, quitando el pecado del mundo.

Y para el Día Postrero la manifestación del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, para llamar y juntar a Sus escogidos en este Día Postrero, y resucitar a los muertos en Cristo, y transformarnos a nosotros los que vivimos en este Día Postrero.

Y por eso nos da la fe para ser transformados y raptados; la fe, la revelación para ser transformados y raptados, que es la fe, la revelación de Su Venida, de la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana en Su Ángel Mensajero. Esa es la fe, la revelación que recibiría la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero para poder ser transformados; ser transformados los que estamos vivos, y los muertos en Cristo ser resucitados.

Estamos viviendo en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, estamos viviendo en el tiempo en que Jesucristo enviaría Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas que deben suceder en este tiempo final.

Y aun con todo y ser tan grande la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, Su Ángel Mensajero no es el Señor Jesucristo; él solamente es Su profeta mensajero para este Día Postrero, para el séptimo milenio, y para la Dispensación del Reino y para la Edad de la Piedra Angular; con el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual nos da a conocer todas estas promesas, todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA PIEDAD”, del misterio de Dios manifestado en carne humana.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos abra bien el entendimiento para comprender estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y nos abra las Escrituras que corresponden a este tiempo final, y nos llene del conocimiento de todo Su Programa correspondiente a este Día Postrero. Y pronto todos seamos transformados y raptados, y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero; y luego reinemos con Cristo en la Tierra por mil años, y luego por toda la eternidad, como reyes y sacerdotes, con Jesucristo: el Rey de reyes y Señor de señores. En el Nombre Eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, radioyentes y televidentes, y pasen todos muy buenas noches.

Dejo nuevamente aquí ante ustedes al ministro encargado de esta actividad, para continuar y finalizar esta actividad conforme a como está programada.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y pasen todos muy buenas noches.

“EL MISTERIO DE LA PIEDAD”.

[Revisión octubre 2022 – RM – DM]

1 San Mateo 11:13

2 Efesios 4:11-12

3 2 Corintios 5:21

4 San Juan 10:18

5 San Juan 8:56-58

6 Romanos 6:23

7 El diagrama de la pirámide se puede observar en la última página del mensaje SPN62-1014M “La estatura de un varón perfecto”. También puede ser descargado en: https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/

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