El misterio del Ángel con el Sello del Dios vivo

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos con ustedes de compañerismo alrededor del tema: “EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

Para lo cual quiero leer en Apocalipsis, capítulo 7, versos del 1 en adelante, donde dice:

“Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol.

Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel.

De la tribu de Judá, doce mil sellados. De la tribu de Rubén, doce mil sellados. De la tribu de Gad, doce mil sellados”.

Y sigue enumerando así cada tribu y doce mil sellados de cada tribu.

“EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”, de este Ángel que aparece aquí en Apocalipsis, capítulo 7. Ese es nuestro tema para esta ocasión.

Aquí tenemos, en la Escritura, el ministerio de un Ángel en favor del pueblo hebreo: en favor de 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu.

Este es el Ángel Mensajero al pueblo hebreo, el cual para el Día Postrero está señalado; y es en el Día Postrero en que este Ángel Mensajero, en que este profeta mensajero, viene a la Tierra. Ahora, viene con el Sello del Dios vivo.

A través de las siete edades de la Iglesia gentil, encontramos que vino cada mensajero de cada edad ungido con el Espíritu Santo, con el Espíritu de Dios; y el Espíritu de Dios por medio de ese mensajero de cada edad trajo el Mensaje de cada edad, y llamó y juntó a los escogidos de cada edad. Así fue durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

Y para la Edad de la Piedra Angular también será en la misma forma, porque Jesucristo enviará Su Ángel Mensajero ungido con el Espíritu Santo, y llamará y juntará a Sus escogidos del Día Postrero.

Ese Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, que aparece en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1 y verso 1 en adelante; y también en el capítulo 22, verso 6; y capítulo 22, verso 16; del cual dice Cristo en Apocalipsis 22, verso 16:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Este Ángel Mensajero viene con el Espíritu Santo, o sea, el Espíritu Santo viene en este Ángel Mensajero manifestado, en el Día Postrero, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, llamando y juntando a los escogidos del Día Postrero; y así colocándolos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, y preparándolos para ser transformados y raptados, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

En ese Ángel Mensajero es que viene Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero; ese es el Ángel Mensajero que viene con el Sello del Dios vivo en el Día Postrero, primeramente en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo llamando y juntando a los escogidos, y luego vendrá en medio del pueblo hebreo llamando y juntando a los escogidos del pueblo hebreo.

El Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo.

En Efesios, capítulo 1 y versos 13 al 14, nos dice así:

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de (nuestra) posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.

¿Con qué es que hemos sido sellados? Con el Espíritu Santo, porque ese es el Sello del Dios vivo.

En Efesios también, capítulo 4, verso 30, dice:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

¿Con qué hemos sido sellados? Con el Espíritu Santo.

Y en Apocalipsis, capítulo 7, viene el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo con el Sello del Dios vivo, viene con el Espíritu Santo en el Día Postrero, y viene con el ministerio de Jesucristo para el Día Postrero manifestado en Él; o sea que viene Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero, y el Espíritu Santo es el Sello del Dios vivo.

Así que viene con el Sello del Dios vivo, o sea, viene con el Espíritu Santo este Ángel Mensajero en el Día Postrero; viene predicando el Mensaje del Evangelio del Reino, y llamando y juntando a todos los escogidos de Dios; primeramente en medio del pueblo gentil (entre los gentiles), en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y luego en medio del pueblo hebreo.

Aquí lo vemos, en el capítulo 7, en medio del pueblo hebreo llamando y juntando a los escogidos de entre los hebreos.

Por eso es que el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero estaría en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y de ahí luego pasaría al pueblo hebreo.

Es Jesucristo en Espíritu Santo el que viene manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, y viene operando por medio de él los ministerios de Elías por quinta ocasión, de Moisés por segunda ocasión y de Jesús por segunda ocasión.

Por eso es que se nos habla de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; o sea que viene el Hijo del Hombre con los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús; y por eso es que tenemos la promesa de la venida de Moisés, de la venida de Elías y de la venida de Jesús.

Y por eso es que por medio de esta manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel que viene con el Sello del Dios vivo se estará revelando Cristo al pueblo hebreo.

El pueblo hebreo tendrá el ministerio de los Dos Olivos, que es el ministerio de Moisés por segunda ocasión y el ministerio de Elías por quinta ocasión; y Cristo allí estará revelándose en medio del pueblo hebreo, y tendrá el pueblo hebreo manifestado el ministerio de Jesucristo por segunda vez.

Y verán la Segunda Venida de Cristo; aunque para el pueblo hebreo no sería aparentemente la Segunda Venida de Cristo, porque la Primera ellos no la reconocieron.

Pero ellos conocerán la historia de la Venida del Mesías, de la Venida de Cristo, la cual tiene dos partes:

  • La primera parte es la Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo allá en la Cruz del Calvario;
  • y la segunda parte de la Venida de Cristo es Su Segunda Venida viniendo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Vean cómo la Venida de Cristo tiene dos partes: la primera como Cordero de Dios, dos mil años atrás, en medio del pueblo hebreo; y la segunda parte como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, viniendo primeramente a Su Iglesia gentil y luego pasando al pueblo hebreo.

Ahora, vean ustedes, la Primera Venida o la primera parte de la Venida de Cristo fue en medio del pueblo hebreo, y luego pasando a los gentiles; y la segunda parte de la Venida de Cristo, que es como León de la tribu de Judá, es viniendo en y a Su Iglesia gentil, y luego pasando al pueblo hebreo.

Ahora podemos ver este misterio de este Ángel que viene con el Sello del Dios vivo. Este es el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, del cual dice Cristo:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto; como Cristo prometió en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, diciendo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.

Sube ¿a dónde? Pues a la Edad de la Piedra Angular, donde Cristo en el Día Postrero estará manifestado en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero. “Sube ahí”, a ese lugar, a esa edad, porque ya no está en ninguna de las siete edades de la Iglesia gentil manifestado por ninguno de los siete ángeles mensajeros de las siete edades.

Solamente hay una forma para escuchar la Voz de Cristo en este Día Postrero, y esa es: por medio del Ángel que viene con el Sello del Dios vivo. Ese es el Ángel que viene con los ministerios de Moisés y Elías manifestados por medio de la manifestación de Cristo en Espíritu Santo en él.

En una ocasión le hicieron la pregunta al reverendo William Marrion Branham de que si él era el profeta enviado a los 144.000 hebreos, pues en él estaba el ministerio de Elías manifestado por cuarta ocasión. Y por cuanto Elías llevará el Mensaje al pueblo hebreo, muchos pensaron que sería en la cuarta manifestación del ministerio de Elías.

Y le preguntan en la página 408 del libro de Los Sellos, ahí en “Preguntas y respuestas”, la pregunta número 17 que le hacen a nuestro hermano Branham; dice:

“17. Hermano Branham, ¿es el séptimo ángel con el espíritu de Elías, el mismo Elías enviado a los 144.000 judíos durante los tres años y medio de la (gran) tribulación después del Rapto? Algunos estamos enredados con esta enseñanza.

(¿Qué contesta nuestro hermano Branham?):

138. No. No es el mismo (no es el mismo)”.

Y en la página 399 del libro de Los Sellos también le habían hecho una pregunta con relación al Elías que va a predicarle al pueblo hebreo. Esta es la pregunta número 11, y dice así:

“11. El Elías que viene a predicar a los judíos, ¿es el verdadero Elías que estuvo en los días de Achab, o será solamente el espíritu de Elías en otro hombre?”.

Pues muchas personas están esperando literalmente al profeta Elías, a Elías Tisbita, que venga para predicarle al pueblo hebreo; y le preguntan si es Elías Tisbita el que viene a predicarle al pueblo hebreo o es otro hombre ungido con ese espíritu de Elías, con ese ministerio de Elías. La contestación es:

94. Ahora, si yo pudiera responderles eso correctamente, también podría responderles en cuanto a Henoch; pero no puedo. Lo único que yo sé es lo que dicen las Escrituras en cuanto a cómo será. (…) Yo he pensado…, déjenme decirlo de esta manera (ojalá los hermanos que oirán esta cinta, lo entiendan bien): Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu; porque allá, cuando Elías ya había subido y Eliseo se encontró con los hijos de los profetas, ellos dijeron: ‘El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo’. Es que Eliseo obró igual a Elías”.

Y ahora, ¿qué dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en el cual estaba el ministerio de Elías por cuarta ocasión manifestado? Él dice que el Elías que irá al pueblo hebreo a predicarles a los 144.000 hebreos será un hombre de este tiempo; no un hombre del tiempo del profeta Elías Tisbita, ni tampoco el profeta Elías Tisbita, sino un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu.

Así como fue ungido el profeta Elías con ese espíritu ministerial, y luego fue ungido con ese mismo espíritu ministerial en una doble porción Eliseo; y el espíritu de Elías reposó sobre Eliseo.

Y luego fue ungido con ese espíritu ministerial Juan el Bautista, y vino a ser el Elías que tenía que precursar la Primera Venida de Cristo. Y Cristo dijo: “Él es (Juan el Bautista) aquel Elías que había de venir[1]”. “Pero Elías vendrá y restaurará todas las cosas”[2], hablando de un Elías que vendría en el futuro. Pero hablando de aquel tiempo, del Elías que tenía que venir en aquel tiempo, ese era Juan el Bautista, en el cual estaba el ministerio de Elías manifestado por tercera ocasión.

Luego, para precursar la Segunda Venida de Cristo, también vendría Elías, antes del día grande y terrible del Señor[3]; o sea, antes del Día Postrero, antes del séptimo milenio; y vendría preparando al pueblo, llamando al pueblo; vendría restaurándole la fe de los hijos a la fe de los padres; o sea, restaurando la fe apostólica a los hijos e hijas de Dios de este tiempo final, restaurando los hijos de Dios a la doctrina de los apóstoles.

Y ahora, vean ustedes cómo esto sería antes del día terrible de Jehová, o sea, antes del séptimo milenio.

Y si ustedes lo quieren recibir: el reverendo William Branham es aquel Elías que vendría antes del séptimo milenio, antes del día de Jehová grande y terrible, o sea, antes del Día del Señor, y antes de la Venida del Señor.

Y sin embargo él no era Elías Tisbita; sino que el ministerio de Elías Tisbita, así como había pasado a Eliseo y luego pasó a Juan el Bautista, luego pasó al reverendo William Branham. Porque el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, que estaba en Elías Tisbita, había pasado a Eliseo, y de Eliseo había pasado a Juan el Bautista, y de Juan el Bautista al reverendo William Branham, colocando en ellos el ministerio de Elías en esas diferentes etapas.

Y para el Día Postrero, para el séptimo milenio, nuevamente tenemos la promesa de la venida de Elías: eso es la venida del ministerio de Elías manifestado en otro hombre; es un hombre del tiempo presente ungido con ese Espíritu Santo que estaba en Elías Tisbita, operando el ministerio de Elías Tisbita nuevamente en el Día Postrero, en el séptimo milenio; y para predicarle al pueblo hebreo en la quinta manifestación del ministerio de Elías y la manifestación de uno de los Dos Olivos de Zacarías, capítulo 4, y de Apocalipsis, capítulo 11 y verso 3.

¿Y quién es el que será ungido con el Espíritu Santo que estuvo en Elías, en Eliseo, en Juan el Bautista y en William Marrion Branham, y estuvo también en Jesús y en Moisés? Ese es el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo.

En ese Ángel viene el Espíritu Santo, o sea, Jesucristo en Espíritu Santo, la Columna de Fuego, ungiendo a ese hombre del tiempo presente, ungiéndolo con el Espíritu Santo y ungiéndolo con los ministerios de Elías por quinta ocasión, de Moisés por segunda ocasión y de Jesús por segunda ocasión.

Y bajo el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo a través de este Ángel que viene con el Sello del Dios vivo estaremos viendo los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús manifestados en este Día Postrero; primeramente en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y luego en medio del pueblo hebreo.

Primero es para la Iglesia del Señor Jesucristo la bendición de la Venida de Cristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto y revelándonos el misterio más grande de todos los misterios del Cielo y de la Tierra: el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Este misterio primeramente es revelado a la Iglesia del Señor Jesucristo por Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, en donde Jesucristo en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero le da a conocer a Su Iglesia Su Venida a través de carne humana en Su Ángel Mensajero.

Pero el Ángel Mensajero de Jesucristo: ni es Jesucristo, ni es Moisés, ni es Elías; es un hombre del tiempo presente ungido con el Espíritu Santo, en el cual el Espíritu Santo estará operando los ministerios de Jesús por segunda vez, de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta vez. Pero ni será Moisés, ni será Elías, ni será Jesús el Ángel de Jesucristo, pero en él estarán manifestados esos tres grandes ministerios; porque el que manifiesta y tiene esos ministerios es el Espíritu Santo.

Y para el Día Postrero, en Su manifestación final, estará en Su Ángel Mensajero, el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, manifestando, operando estos tres grandes ministerios; y esto es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.

Por eso Juan quiso adorar al Ángel de Jesucristo en dos ocasiones: en Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10; y Apocalipsis, capítulo 22, versos 8 al 9; pero el Ángel le dijo que no lo hiciera.

Ahora, Juan no era un ignorante; él estaba viendo claramente a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero, cumpliendo todas estas promesas.

O sea que Juan vio la manifestación de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero, y él vio a Jesucristo en Espíritu Santo operando los ministerios de Jesús, de Elías y de Moisés; o sea que vio este gran evento que para el Día Postrero se estaría cumpliendo, porque Juan fue transportado en espíritu, en esta visión apocalíptica, al Día Postrero, o sea, al Día del Señor.

Eso lo dice San Juan en el capítulo 1 de Apocalipsis y verso 10 al 11, cuando dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.

¿Cómo estaba? Estaba en espíritu; no en su cuerpo físico de carne, sino en espíritu teofánico. En su cuerpo teofánico fue transportado al Día del Señor, o sea, al séptimo milenio, en visión.

“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Pues nuestro amado Señor Jesucristo.

Es la Voz de Jesucristo como una Gran Voz de Trompeta hablándole a Su Iglesia Su Mensaje Final; y Su Mensaje Final es el Mensaje del Evangelio del Reino, en el cual revela el misterio de Su Venida.

Así como el Mensaje del Evangelio de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo, y revela, proclama, la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario: Su muerte, sepultura, resurrección y ascensión al Cielo, y la Venida del Espíritu Santo el Día de Pentecostés; todo eso es proclamado en el Mensaje del Evangelio de la Gracia, para la Dispensación de la Gracia.

Y para la Dispensación del Reino, el Mensaje del Evangelio del Reino proclama la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y con la proclama de ese Mensaje por el Ángel de Jesucristo ungido con el Espíritu Santo, con el Espíritu de Cristo, son llamados y juntados todos los escogidos de Dios en el Día Postrero y en la Edad de la Piedra Angular, donde se abre una nueva dispensación.

Vean cómo durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil estaba abierta la segunda… o la Dispensación de la Gracia, que de las tres grandes dispensaciones es la segunda; pero de todas las dispensaciones —por cuanto hay siete dispensaciones—, la Dispensación de la Gracia es la sexta dispensación.

Y esa dispensación, vean ustedes, cubre las siete etapas de la Iglesia gentil; como el tiempo en que nuestro Señor Jesucristo estuvo aquí en la Tierra, en donde se estuvo abriendo esa Dispensación de la Gracia y estuvo entrelazándose con la Dispensación de la Ley.

Y ahora, para el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular se abre la Dispensación del Reino, y se entrelaza con la Dispensación de la Gracia en este tiempo final; y llama y junta a Sus escogidos, Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero los llama y los junta (¿dónde?) en la Edad de la Piedra Angular, donde se abre una nueva dispensación: la Dispensación del Reino; y por eso se predica el Mensaje del Evangelio del Reino en la Dispensación del Reino.

Ese es el Mensaje Final para la Iglesia del Señor Jesucristo, el cual lo recibe en este tiempo final por medio del Ungido de Dios, por medio del Ungido con el Espíritu Santo, por medio del Ungido con el Sello del Dios vivo, enviado en este tiempo final; primeramente a la Iglesia del Señor Jesucristo y luego al pueblo hebreo.

Y por medio de esta manifestación del Espíritu Santo en este Día Postrero en el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, o sea, que viene con el Espíritu Santo, que viene con el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, encontramos que se lleva a cabo el Programa Divino correspondiente a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y todo ese Programa, vean ustedes, comienza en el territorio latinoamericano y caribeño.

Y por eso es que la América Latina y el Caribe tiene la oportunidad más grande que nación alguna tenga en este Día Postrero: y es la oportunidad de entrar al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo; porque le ha tocado la etapa más gloriosa del Programa Divino en el Cuerpo Místico de Jesucristo: le ha tocado la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Y por eso se abre entre los latinoamericanos y caribeños la Dispensación del Reino; para luego ser manifestada la Dispensación del Reino al pueblo hebreo por medio de la predicación del Mensaje del Evangelio del Reino. Ese es el Mensaje que el pueblo hebreo recibirá.

Por eso ninguno de los siete ángeles mensajeros podía ir al pueblo hebreo para predicarle la Palabra, el Mensaje de Dios, para que recibieran a Cristo, porque con el Mensaje del Evangelio de la Gracia el pueblo hebreo no recibirá a Cristo.

Como nación el pueblo hebreo recibirá a Cristo con y por medio de la predicación del Mensaje del Evangelio del Reino, dándoles a conocer el misterio de la Venida de Cristo en el Día Postrero como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; en donde Él reclamará Su Iglesia, tanto los que estamos vivos como los que han partido, y Cristo traerá la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que estamos vivos; y Cristo también reclamará el Trono de David para sentarse en él.

Y esto es para el Día Postrero, o sea, para el séptimo milenio, en donde el pueblo hebreo lo verá en medio de la Iglesia gentil, o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo, y dirá: “Este es al que nosotros estamos esperando”; porque verá al Ángel con el Sello del Dios vivo en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, llevando a cabo las cosas correspondientes al Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Así como el pueblo hebreo, representado en Jacob y en los hijos de Jacob: vieron en medio de los gentiles, allá en Egipto, a José el hijo de Jacob y hermano de los otros once hijos de Jacob, los cuales habían vendido a José.

Y ahora, vean ustedes cómo ellos vieron a su hermano (¿dónde?) en medio de los gentiles; y lo vieron hablando otro idioma: un idioma gentil, un idioma que ellos no entendían, pero él les hablaba por medio de un intérprete; hasta que, a lo último, no aguantó más José cuando vio a su hermano Benjamín, y les dijo: “Yo soy José, vuestro hermano, el cual o a quién ustedes vendieron”[4].

Y cuando se reveló así a ellos, ellos estaban muy temerosos y pensaron que él los iba a matar; porque por haberlo vendido, él podía matarlos a todos. Pero José más bien dijo la palabra correcta y dio a conocer el propósito por el cual ellos lo habían vendido; dijo: “No pese a vosotros el haberme vendido, porque esto fue Dios obrando para preservación de vida. Todo fue para bien. Dios obró todo esto para bien”.

“Porque para aquel que ama a Dios, y para los que Dios ama, todas las cosas obran para bien”[5].

Y ahora, el pueblo hebreo vendió a Cristo, pidió la muerte de Cristo en la Cruz, y fue crucificado Cristo; lo cual fue tipificado allá cuando José fue echado en una cisterna.

Ahora, vean ustedes cómo todo esto cuadra perfectamente, y fue Cristo reflejándose en José: reflejando todo lo que iba a suceder en la Primera y Segunda Venida de Cristo, y reflejando también todo lo que Cristo haría antes de revelarse al pueblo hebreo.

Y Él ha estado haciendo Su Obra de Intercesión en el Cielo, intercediendo por todas las personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero; y millones de seres humanos han recibido vida eterna. ¿Ven? Llevando a cabo la Obra de preservación de vida, para que así tengamos vida eterna.

Si no llega a ser por José allá en Egipto, todo Egipto hubiera muerto en aquellos tres años de sequía y hambruna; pero por causa de José allá en Egipto (en el cual Cristo se estaba reflejando), hubo alimento para todo Egipto y para otras personas de otras naciones también.

Y ahora, vean ustedes cómo hay hambre y sed en la raza humana; pero vean cómo Cristo ha estado dando alimento espiritual y dándoles vida eterna a los seres humanos que han venido a Él, lo han recibido como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo; y han recibido Su Espíritu Santo.

Vean ustedes cómo Cristo ha preservado la vida de millones de seres humanos. Cualquier persona puede decir: “Pero los que han creído en Cristo en otros tiempos han muerto”. No, ellos no han muerto; lo único que ha muerto es el cuerpo físico de esas personas, porque les llegó el tiempo, se les cumplió el tiempo de estar aquí en esta Tierra en esos cuerpos mortales.

Pero esas personas han pasado a la sexta dimensión, al Paraíso, y están viviendo en cuerpos inmortales, cuerpos teofánicos de la sexta dimensión, parecidos a estos cuerpos mortales que tenemos nosotros, pero son cuerpos de otra dimensión; y son cuerpos con vida eterna, son cuerpos eternos.

Y para el Día Postrero esas personas resucitarán en un cuerpo eterno y estarán con nosotros aquí en la Tierra.

Cristo es el que ha preservado la vida de ellos y la vida nuestra también: Cuando hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y hemos recibido Su Espíritu Santo: hemos recibido vida eterna. Así Cristo nos enseña, cuando nos dice en el capítulo 5, verso 24, de San Juan:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

Así que ya esa persona, si muere, no tendrá que ir al infierno; y cuando resucite no tendrá que ser juzgado en el Juicio Final, porque ya esa persona pasó de muerte a vida y tiene un cuerpo teofánico con vida eterna. Si ha muerto su cuerpo físico, se encuentra en ese cuerpo teofánico en el Paraíso, que es la sexta dimensión. Y cuando resucite vendrá con ese cuerpo teofánico dentro de un cuerpo eterno que Dios le va a dar aquí en la Tierra; y será un cuerpo glorificado.

Y nosotros los que vivimos seremos transformados y estaremos viviendo en un cuerpo eterno, y con el espíritu teofánico de la sexta dimensión dentro de ese cuerpo eterno también.

Ahora, todos nosotros somos alma viviente; eso es lo que es cada hijo y cada hija de Dios: un alma viviente que vive en este cuerpo terrenal.

Lo más importante del ser humano es su alma, porque eso es lo que en realidad es la persona: alma viviente.

El cuerpo físico es una vestidura que Dios nos permite tener para vivir aquí en esta Tierra y hacer contacto con todas las cosas terrenales. Y cuando se nos acaba el tiempo de vivir en este cuerpo o templo terrenal, ese cuerpo muere y nos vamos a otra dimensión: a la sexta dimensión, y vivimos allí hasta que ocurra la resurrección de los muertos en Cristo.

Pero si ocurre la resurrección de los muertos en Cristo y todavía estamos aquí nosotros en este cuerpo mortal, pues la promesa de que “no todos moriremos, sino que todos seremos transformados”, y que “será a la Final Trompeta; porque se tocará la Trompeta, y los muertos en Cristo (por supuesto) resucitarán en cuerpos glorificados, en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados”[6]; esa promesa es de…, que dice: “Nosotros los que vivimos seremos transformados”, será cumplida en las personas que estén vivas cuando los muertos en Cristo resuciten.

Para los creyentes en Cristo del Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que estén vivos cuando ocurra la resurrección: se cumplirá esa promesa de transformación.

Y así será que seremos llenos de la plenitud de Dios; así es como obtendremos la adopción en el Reino de Dios como un hijo o como una hija de Dios; y así es como recibiremos esa manifestación gloriosa de los hijos e hijas de Dios en cuerpos inmortales.

Se habla mucho de los inmortales y hasta han hecho películas de inmortales que vienen a este planeta Tierra; pero miren, los inmortales realmente son los hijos e hijas de Dios; como Cristo también, el Inmortal, dijo: “Antes que Abraham fuera, Yo soy”[7].

Y ahora, vean ustedes, dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por Mí mismo para volverla a tomar”[8]. Murió y luego resucitó, mostrando que es inmortal.

Él es el Melquisedec que le apareció a Abraham[9] y también es el Elohim que le apareció a Abraham antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra[10].

Encontramos que Cristo, el Inmortal, vean ustedes, mostró que Él es inmortal. Y para poder morir, por cuanto la única forma para morir es el pecado, porque la paga del pecado es muerte[11]: tomó nuestros pecados y se hizo mortal; y pagó el precio de la Redención para nosotros poder vivir eternamente con Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes que nuestras almas son inmortales, pero tenemos el cuerpo físico, que es mortal; pero Él ha prometido uno que será inmortal.

Cuando el ser humano nace: recibe un cuerpo mortal, corruptible y temporal; y por eso nace, crece, vive una temporada aquí en la Tierra y después se muere. Y recibe también un espíritu del mundo, de la quinta dimensión; pero por medio del nuevo nacimiento obtiene un nuevo espíritu, un nuevo cuerpo teofánico, un nuevo cuerpo, el cual es de la sexta dimensión, de la dimensión de Melquisedec, de la dimensión del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová; de la dimensión donde estuvo Adán antes de tener su cuerpo físico del polvo de la tierra.

Antes de eso Dios colocó a Adán en la sexta dimensión, en un cuerpo teofánico, y después lo trajo a esta dimensión.

Ahora, ahí en esa dimensión sexta estuvo Adán con Elohim, con Melquisedec, con el Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Su cuerpo teofánico; por eso podía decir: “Antes que Abraham fuera, Yo soy”. Era antes que Abraham, era antes que Juan el Bautista y era antes que Adán también.

[San Juan 1:1] “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios”.

Cuando se dice del Verbo que era con Dios y era Dios, se está hablando del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto; o sea, se está hablando del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; se está hablando del Dios Todopoderoso en Su cuerpo teofánico, el cual luego se hizo carne y habitó entre nosotros: se vistió de un cuerpo de carne llamado Jesús.

Y cuando le preguntaban o le decían: “Muéstranos al Padre, y nos basta”, Él le dice a Felipe: “Felipe, ¿tanto tiempo que hace que estoy con vosotros, y todavía no me has conocido? ¿No sabes que Yo estoy en el Padre, y el Padre está en Mí (o viceversa)? Y el que me ha visto a Mí, ha visto al Padre. ¿No sabes esto?”[12].

¿Cómo estaban viendo al Padre al ver a Jesús? Estaban viendo al Padre vestido de carne humana.

Como cuando usted me mira a mí o yo lo miro a usted: yo lo estoy viendo a usted, pero vestido de carne humana; pero no puedo ver su alma, pero lo veo a usted en su manifestación en carne humana.

Ahora, nos dice San Juan:

“A Dios nadie le vio jamás…”.

San Juan, capítulo 1, verso 18:

“A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer”.

Vean que Jesús estaba dando a conocer ¿a quién? Al Padre celestial, el cual estaba ¿dónde? En Él; allí estaba Dios en Jesús.

Por eso Jesús pudo leer, en San Lucas, las palabras proféticas de la Venida del Mesías, que dicen así [San Lucas 4:18]:

“El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;

Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;

A pregonar libertad a los cautivos,

Y vista a los ciegos;

A poner en libertad a los oprimidos;

A predicar el año agradable del Señor.

Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.

Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.

Estaba cumplida la Escritura de la Venida del Mesías, estaba cumplida la Escritura de la Venida del Ungido con el Espíritu de Dios.

“El Espíritu del Señor está sobre mí,

Por cuanto me ha ungido…”.

Y comienza a enumerar las cosas para las cuales Él había sido ungido.

Y para el Día Postrero estará sobre la Tierra el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, que será el hombre ungido con el Espíritu de Dios, con el Espíritu Santo, para por medio de ese hombre el Espíritu Santo llevar a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero.

Y al ver al Ángel del Señor Jesucristo ungido con el Sello del Dios vivo, todos podrán saber que nuevamente esta Escritura estará cumplida delante de ellos, para dar lugar a la parte que no fue leída por Cristo. Él se detuvo aquí, donde dice:

“A predicar el año agradable del Señor”.

Si continuaba leyendo ese pasaje… dice ese pasaje de la siguiente manera:

[Isaías 61:2] “… y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados”.

Ahora vean, no continúo leyendo, porque en Su Primera Venida Él cumpliría hasta allí, hasta donde Él llegó leyendo.

Porque el resto corresponde a la Segunda Venida de Cristo; en donde el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, ungirá a Su Ángel Mensajero. Y ungido el Ángel del Señor Jesucristo con el Espíritu Santo estará predicando el día de venganza del Dios nuestro; y estará consolando a todos los enlutados, estará consolando a todos los hijos e hijas de Dios en el Día Postrero, que estarán en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, diciéndoles que pronto sus hermanos de las edades pasadas resucitarán.

Un enlutado es uno que ha perdido un ser amado. Y nuestros seres amados, nuestros hermanos, hermanos en Cristo, de nuestro tiempo que han partido y de edades pasadas, vean ustedes, ha ocasionado que seamos personas que estamos enlutados en ese sentido.

Pero vean ustedes, no hay palabra más agradable que fortalezca a un enlutado, que le digan: “¡No te preocupes!, que esa persona por la cual tú estás enlutado va a resucitar”. Si resucita, pues se le acaba el luto; ya entonces si llora, no llora de luto ni de tristeza, sino de alegría.

Y ahora, vean ustedes, para todos los enlutados, o sea, para todos hijos e hijas de Dios del Día Postrero: la promesa es que nuestros amados hermanos de las edades pasadas y algunos de los nuestros que han muerto resucitarán en este Día Postrero; y será motivo de alegría el regreso de ellos a este planeta Tierra en cuerpos eternos.

Y nosotros, pues seremos transformados y también tendremos un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, como el de nuestro amado Señor Jesucristo; y así viviremos por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, estando nosotros viviendo en el Día Postrero, en el séptimo milenio (si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene) y en la Dispensación del Reino, tenemos nosotros la promesa, para este tiempo, de la Venida del Ungido de Dios, del Ungido por el Espíritu de Cristo, del hombre ungido, del profeta mensajero ungido con el Sello del Dios vivo, con el Espíritu Santo, en el Día Postrero.

Y él podrá, en cualquier momento que él quiera, tomar las promesas correspondientes al Día Postrero que hablan acerca de él, y de la manifestación del Espíritu Santo, del Sello del Dios vivo, a través de él, y decirle al pueblo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.

Y no estará mintiendo ni tampoco estará tratando de hacerse grande. El grande es el que viene dentro de él, Ese es el grande. Y de Él es que estará dando testimonio el Ángel del Señor Jesucristo.

El Ángel que viene con el Sello del Dios vivo estará dando testimonio siempre del que viene en él manifestado: del Ángel de Pacto, del Ángel de Jehová, del Señor Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en él, en Su Ángel Mensajero; de Ese es del cual él viene dando testimonio.

Y con Ese es que viene ungido el Ángel de Apocalipsis, capítulo 7: viene ungido con el Espíritu Santo, que es el Sello del Dios vivo.

Él es el que viene en el Día Postrero, en donde la Palabra estará hecha carne; el Verbo vendrá hecho carne en el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo; así como vino el Verbo hecho carne en el velo de carne Jesús dos mil años atrás.

Ahora, hemos llegado al tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos; hemos llegado al tiempo en que Jesucristo dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Este es el tiempo de la Venida del Ángel con el Sello del Dios vivo, que es el Ángel del Señor Jesucristo dando testimonio de estas cosas en las iglesias.

Y antes del pueblo hebreo ver al Ángel con el Sello del Dios vivo, para ser llamados y juntados 144.000 hebreos, y ser sellados con el Sello del Dios vivo, ser sellados con el Espíritu Santo, y tener el Nombre de su Padre y el Nombre del Cordero en sus frentes (o sea, tener la revelación divina del Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo); vean ustedes, para obtener eso es que viene el Ángel del Señor Jesucristo ungido con el Sello del Dios vivo, para luego abrir la Puerta a los hebreos en el Día Postrero.

Y cuando le abra la Puerta a los hebreos en el Día Postrero, le cerrará la Puerta a los gentiles.

Y ahora, vean cómo hemos llegado al Día Postrero y cómo hemos llegado al tiempo de la Venida del Ángel con el Sello del Dios vivo, que primeramente estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo como el Ángel del Señor Jesucristo.

Ese es el Ángel con el Sello del Dios vivo, primeramente en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde Cristo en Espíritu Santo estará manifestado en carne humana, en ese velo de carne, en esa vestidura, llamada (esa vestidura) el Ángel del Señor Jesucristo.

Estamos viviendo en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos. Estamos viviendo en el tiempo de la Venida y para la Venida del Ángel con el Sello del Dios vivo.

Hemos visto: “EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

Ese Ángel es el Ángel del Señor Jesucristo, es el profeta mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, primeramente viniendo a la Iglesia del Señor Jesucristo y después al pueblo hebreo.

Y el Sello del Dios vivo, hemos visto que es el Espíritu Santo viniendo manifestado en Su Ángel Mensajero, para llamar y juntar a Sus escogidos entre los gentiles primeramente, y después en medio del pueblo hebreo.

“EL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

¿Vieron lo sencillo que es todo? Todo es sencillo. Y es revelado en forma sencilla todo a la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio; y en el territorio latinoamericano y caribeño.

“EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO” de Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante.

Del ministerio que el Espíritu Santo en ese Ángel estará operando depende la Iglesia del Señor Jesucristo, dependen los escogidos, los primogénitos, o sea, dependen las vírgenes prudentes; y también dependen de ese ministerio las vírgenes fatuas; y también dependen de ese ministerio los 144.000 hebreos y todo el pueblo hebreo; y depende de ese ministerio todo el Programa Divino correspondiente al Día Postrero.

Porque ese Ángel con el Sello del Dios vivo es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, un mensajero dispensacional con el Sello del Dios vivo, o sea, con el Espíritu Santo en él manifestado, llevando a cabo todo el Programa Divino correspondiente a este Día Postrero.

Estamos nosotros en el tiempo más glorioso de todos los tiempos y en el territorio donde estas cosas están señaladas para ser vistas sucediendo conforme a las Escrituras.

Y cuando cada escogido haya visto este Ángel del Señor Jesucristo con el Sello del Dios vivo, dirá como dijeron en los días del Señor Jesucristo algunos discípulos de Cristo. Por ejemplo, Felipe llamó a Natanael y le dijo: “Mira, hemos hallado a Aquel del cual habló Moisés”[13].

Así también para el Día Postrero, vean ustedes, como fue en aquel tiempo, en donde también podían decir los discípulos de Jesucristo a otros…; por ejemplo, a los discípulos de Juan el Bautista podían decirles: “Mira, hemos hallado a Aquel del cual habló Juan el Bautista; de Aquel del cual habló diciendo que después de él vendría Uno del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado, y el cual les bautizaría con Espíritu Santo y Fuego[14]. Hemos hallado a ese Hombre”.

Y si le preguntaban:

—“¿Y quién es? ¿Cómo se llama y de dónde es?”.

—“Se llama Jesús, y es de Nazaret”.

Algunos podrían decir: “Pero ¿no dice la Escritura que tiene que ser de Belén de Judea?”[15]. Pero miren, Dios escondió ese misterio: nació en Belén de Judea, pero se crio en Nazaret; y todos lo creían ser de Nazaret.

Y Natanael le dice: “¿De Nazaret, de Nazaret puede salir algo de bueno?”, o sea, ¿puede salir algún profeta, y más un profeta como el Mesías prometido para el pueblo hebreo?

Y Felipe no se puso a explicarle: “Mira, es que Él nació primero en Belén de Judea; y hubo este problema, y el rey Herodes estaba buscando al niño para matarlo, y el Ángel le dijo que se fuera allá a Egipto; y después de Egipto, cuando murió el rey Herodes, el Ángel Gabriel le dijo que se fueran de nuevo a la tierra de Israel; y se fueron a Nazaret, y allí se crio; pero Él es de Belén de Judea”. ¿Y cómo se lo iba a probar Felipe a Natanael?

Así que, vean ustedes, él le dijo: “Vamos a hacer una cosa: tú ven y ve. Ven y ve”.

Cuando fue para ver al Hombre del cual Felipe decía que era el Hombre prometido para aquel tiempo, del cual había hablado el profeta Moisés diciendo que un profeta como él sería levantado de en medio del pueblo, al cual el pueblo tenía que oír[16]; y del cual también Juan el Bautista había hablado, diciendo que después de él vendría un Hombre del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado; y cuando habló de ese Hombre y vio a Jesús, señaló a Jesús como ese Hombre que vendría después de él.

Y ahora, Natanael siendo un buen amigo de Felipe accede a la petición de Felipe y acompaña a Felipe; van donde Jesús, y cuando Jesús lo ve venir, dice:

—“He aquí un verdadero israelita, en el cual no hay engaño”.

Le dice Natanael:

—“¿Y desde cuándo me conoces?”.

Jesús le dice:

—“Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi”.

Siendo Natanael un hombre del campo…

Vean ustedes, una persona espiritual, si tiene una finca y está en el campo, pues saca su tiempito para orar allá en el campo, en ese ambiente tan agradable.

Y allí debajo de la higuera algo estaba sucediendo, y de seguro era que Natanael pues estaba orando a Dios, y estaba pidiendo ver la Venida del Mesías prometida para ese tiempo, porque él estaba esperando la Venida del Mesías. De seguro también podía estar diciendo: “Oh, Dios, yo no quiero morir sin ver la Venida del Mesías. Yo quiero ver la Venida del Mesías”.

Y ahora, la contestación a la petición de Natanael, miren, le está siendo concedida, porque Dios estaba mirando a Natanael allá bajo la higuera.

Y ahora, cuando Jesús le dice así: Cuando estabas debajo de la higuera, te vi”, Natanael le dice: “¡Tú!, Tú eres el Cristo; Tú eres el Rey de Israel”.

Miren, con una cosa tan sencilla reconoció Natanael que Jesús era el Rey de Israel.

Y sin embargo, el sumo sacerdote y aquellas personas tan inteligentes, doctores en teología, con todos los milagros que vieron y que supieron que Jesús hizo, no pudieron ver y creer que Jesús era el Rey de Israel. Y Natanael solamente con oír a Jesús decirle: Cuando estabas debajo de la higuera, te vi”, con eso se despertó la fe del alma de Natanael y pudo ver desde lo profundo de su alma que ese era el Mesías, el Rey de Israel.

Y Jesús le dice: “¿Porque te dije que te vi cuando estabas debajo de la higuera has creído, creíste? De aquí en adelante verás los ángeles de Dios que suben y bajan sobre el Hijo del Hombre (o que descienden sobre el Hijo del Hombre)”.

Ahora vean, eso está relacionado a lo que vio Jacob en el sueño, allá cuando soñó y vio en su sueño una escalera y ángeles de Dios que subían y bajaban por esa escalera; y al final de la escalera vio a Dios[17].

¿Saben ustedes que esa escalera y esos ángeles de Dios que suben y bajan, esa escalera es la Iglesia del Señor Jesucristo? Y en la Iglesia del Señor Jesucristo ha estado Cristo enviando ángeles mensajeros, espíritus teofánicos de la sexta dimensión, espíritus de profetas manifestados en carne humana, de edad en edad; y han estado teniendo sus ministerios aquí en la Tierra, en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la escalera que vio Jacob. O sea que en esa escalera o esa escalera tipificaba el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, miren ustedes, el pueblo hebreo ha estado viendo que por esa escalera han estado subiendo y bajando ángeles, aunque no ha entendido el pueblo hebreo el misterio; han estado viendo los ministerios de esos mensajeros de las diferentes edades.

Pero al final de la escalera Jacob vio a Dios manifestado, y hablándole ¿desde dónde? Desde la parte alta de la escalera; porque desde la parte alta del Cuerpo Místico de Cristo es que Dios le hablará al pueblo hebreo, a Israel o Jacob. Y eso es para este tiempo final, en la manifestación de Dios a través del Ángel que viene con el Sello del Dios vivo.

Dios en la cúspide de la escalera, en la cúspide del Monte de Dios, del Monte de Sion, del Cuerpo Místico de Cristo, estará velado en Su Ángel Mensajero, en el Ángel con el Sello del Dios vivo, y estará hablando por medio de ese mensajero a Su Iglesia gentil y luego al pueblo hebreo.

Miren por dónde viene Cristo en Su Segunda Venida: por la escalera de Jacob, que representa el Cuerpo Místico de Jesucristo.

Y es en la cúspide de la escalera, en la cúspide del Monte de Sion: en la Edad de la Piedra Angular, que el pueblo hebreo, Israel, verá a Dios, y escuchará a Dios hablándole y bendiciéndolo en este tiempo final.

Por eso es que Jacob, así como se agarró del Ángel de Jehová cuando le apareció en otra ocasión, cuando venía de regreso: venía de Aram hacia la tierra de Israel y se encontró con el Ángel de Jehová; al encontrarse con el Ángel de Jehová, dice la Escritura que Jacob luchó con Él toda esa noche, hasta que rayaba el alba. Dice en Génesis, capítulo 32 y verso 24 en adelante, dice:

“Así se quedó Jacob solo; y luchó con él un varón hasta que rayaba el alba.

Y cuando el varón vio que no podía con él (o sea, con Jacob), tocó en el sitio del encaje de su muslo, y se descoyuntó el muslo de Jacob mientras con él luchaba.

Y dijo (¿Y dijo quién? El Ángel): Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices.

Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí”.

Jacob quería saber el Nombre del Ángel de Jehová, pues lo conocía como el Ángel de Jehová, pero no sabía el Nombre del Ángel de Jehová; porque “Ángel de Jehová” no es nombre.

Y ahora, vean ustedes en el Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, dice:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.

En ese Ángel que le apareció a Jacob estaba el Nombre de Dios; y Jacob quería conocer, quería saber el Nombre de ese Ángel, porque el Nombre de ese Ángel es el Nombre de Dios; porque el Nombre de Dios es primeramente colocado en Su cuerpo teofánico.

Y ahora, vean ustedes, Jacob quería conocer el Nombre del Ángel, porque ese es el Nombre Eterno de Dios.

“Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.

Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir”.

Y ahora, vean ustedes, ese es el Ángel que se apareció en esa ocasión y el que luchó con Jacob, y luchó Jacob con Él.

Ese es el mismo Ángel que dos mil años atrás vino en carne humana, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto. Y cuando se manifestó en carne humana es dicho:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (o de virtud) (San Juan, capítulo 1, verso 14).

Ahí estaba el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es el mismo Dios, el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, en Su cuerpo teofánico. Luego, cuando se hizo carne, estaba dentro de ese velo de carne llamado Jesús.

Y ese es el mismo Ángel del Pacto que le apareció a Moisés en aquella Columna de Fuego. Y es ese mismo Ángel del Pacto que le apareció a Saulo de Tarso en aquella luz, y le dijo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? Dura cosa te es dar coces contra el aguijón”. Y Saulo sabiendo que ese era Elohim, que ese era Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, le dijo, le preguntó: “Señor, ¿quién eres?”. Y Él le dice: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues”[18]; el Ángel del Pacto, el cual en Su Primera Venida en carne humana vino con el nombre Jesús, que significa ‘Redentor’, para llevar a cabo la Obra de Redención.

Ese es el Ángel que ha estado en la Iglesia del Señor Jesucristo durante todas estas etapas de Su Iglesia gentil, y ha estado manifestado en cada ángel mensajero de cada edad, hablándole a Su Iglesia y guiando a Su Iglesia de edad en edad; el mismo que estuvo en los profetas del Antiguo Testamento manifestado, guiando al pueblo hebreo; y luego estuvo en Jesús en toda Su plenitud manifestado en carne humana.

Y luego, vean ustedes cómo ha estado de edad en edad manifestado en cada ángel mensajero; y para el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, este mismo Ángel de Jehová estaría manifestado en carne humana en el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo: en el Ángel del Señor Jesucristo.

Y en ese Ángel del Señor Jesucristo, en ese velo de carne, en ese profeta mensajero: Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Ángel que luchó con Jacob, estará en este tiempo final; y el Israel celestial se agarrará bien de ese Ángel para recibir la bendición de Dios correspondiente a este Día Postrero, y no lo soltará hasta que el Ángel bendiga al Cuerpo Místico de Cristo, a los escogidos de Dios de este Día Postrero, y venga la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Y luego se agarrará de este Ángel el pueblo hebreo, 144.000 hebreos.

Y así se estará repitiendo, tanto en la Iglesia del Señor Jesucristo como en el pueblo hebreo, esta escena del Ángel de Jehová con Jacob en esa lucha: una lucha por la bendición de Dios y por la vida.

Y ahora, vamos a ver aquí en la página 358 y 359 del libro de Los Sellos en español, dice así el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham:

140. Fíjense que con el tiempo Jacob comenzó a sentir el anhelo de regresar a su tierra. Así es también con Israel. Jacob significa Israel, porque su nombre fue cambiado. Él salió y obtuvo todo el dinero posible por medio del robo, la mentira y de otras maneras, porque a él no le importaba de dónde venía, ni de quién era (ni de dónde venía el dinero, ni de quién era). Pero luego comenzó a regresar a su tierra porque tenía ese anhelo, y en el camino se encontró con Dios, y su nombre fue cambiado. Pero en ese tiempo él estaba muy preocupado porque temía a Esaú, quien le estaba persiguiendo. Y fíjense en el dinero, igual como será en este día cuando los judíos hagan pacto financiero con Roma.

141. Ahora, Esaú no tenía necesidad del dinero de Jacob, como tampoco lo necesita Roma, porque Roma tiene las riquezas del mundo en sus manos. Pero hallamos que en aquella ocasión cuando todavía era Jacob, se encontró con Dios, y estaba pasando por ese tiempo de tribulación, entonces Jacob echó mano a algo que era real. Hubo un Ángel que bajó del Cielo, y Jacob mantuvo sus brazos alrededor del Ángel, y allí se mantuvo. Este Ángel le dijo: ‘Tengo que irme, ya está amaneciendo’. Hermano: ¡El Día está por aparecer, está por llegar!

142. Pero Jacob dijo: ‘¡No te voy a dejar ir si no me bendices! No puedes partir, yo me voy a quedar contigo. Yo quiero que venga un cambio a mi situación’. Esos son los 144.000, los ganadores de dinero que han sido tan deshonestos con las finanzas; pero cuando ellos por fin ven la cosa verdadera y la posibilidad de agarrarse de ello, allí estarán Moisés y Elías. ¡Amén! Ellos también lucharán con Dios hasta que los 144.000 de las doce tribus de Israel sean llamados y sacados fuera.

143. Eso sucede justamente antes de comenzar la tribulación”.

Y ahí vamos a dejarlo. (Hemos visto este misterio…). Vamos a dejar por lo menos esa página.

Vamos a pasar a la página 458 y 459, donde dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en el libro de Los Sellos en español (458 y 459 son las páginas), dice:

112. Entonces es entre el Sexto y Séptimo Sello cuando Él llama esta gente, los cuales fueron mencionados por Jesucristo en Mateo 24:31. Cuando la Trompeta suena, será la Trompeta de los dos testigos de la edad de gracia para los judíos. Suena una Trompeta… Ahora veámoslo más claro acá en Mateo 24:31: ‘Y enviará sus ángeles (no es solamente uno, sino dos) con gran voz de trompeta’. ¿Qué es? Cuando Dios habla, se oye el sonido de trompeta. Siempre ha sido así la Voz de Dios, llamando a la batalla. Dios está hablando. Estos dos ángeles vienen con el sonido de la Trompeta. Y noten bien: Pero en los días de la voz del séptimo ángel, suena la Trompeta. En los días de la voz del primer ángel, sonó la trompeta. En los días de la voz del segundo ángel, sonó una trompeta, y así fue cuando Él mandó a cada uno”.

Así fue cuando Él mandó a cada uno de los siete ángeles mensajeros de las siete edades: Dios habló, y eso fue la Trompeta sonando en cada edad, la Voz de Dios hablando en cada edad.

113. Pero cuando fueron anunciados los Sellos, estaban todos juntos en una gran escena Divina para llamar un grupo de gente, y hubo el sonido de una sola Trompeta; y fueron abiertos siete Sellos. Él está reuniendo Sus judíos escogidos de los cuatro ángulos de la Tierra.

114. Como hemos visto, Él habló de los seis Sellos, pero no dijo nada del Séptimo Sello. Vemos en Mateo 24:32 que Jesús entra a hablar en parábolas relacionadas al tiempo del llamamiento de los judíos escogidos”.

Ahora, vean ustedes cómo es que el pueblo hebreo, Jacob: 144.000 hebreos, se agarrarán del Ángel del Señor Jesucristo, en donde estará el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado a través de carne humana a través de Su Ángel Mensajero.

Y así es como el pueblo hebreo en este tiempo final estará recibiendo el Mensaje del Evangelio del Reino, y estará agarrándose bien de ese Ángel de Jehová, que estará manifestado en carne humana en el Ángel del Señor Jesucristo.

Vean ustedes, aquí en Génesis, capítulo 32, en donde estábamos leyendo primeramente, vean ustedes cómo Jacob le pregunta, le dice [verso 27]:

“Y el varón le dijo: ¿Cuál es tu nombre? Y él respondió: Jacob.

Y el varón le dijo: No se dirá más tu nombre Jacob, sino Israel; porque has luchado con Dios y con los hombres, y has vencido.

Entonces Jacob le preguntó, y dijo: Declárame ahora tu nombre. Y el varón respondió: ¿Por qué me preguntas por mi nombre? Y lo bendijo allí.

Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.

Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera”.

Ahora, vean cómo cuando estaba rayando el alba de un nuevo día fue que Jacob recibió la bendición de Dios por medio del Ángel de Jehová.

Y cuando está rayando el alba de un nuevo día dispensacional y de un nuevo milenio es que el pueblo hebreo recibirá la bendición de Dios: por medio de ver y agarrarse del Ángel de Jehová, del mismo Ángel que se agarró Jacob miles de años atrás, el cual estará en el Día Postrero manifestado en carne humana a través del Ángel del Señor Jesucristo, que es el Ángel con el Sello del Dios vivo.

Vean cómo será todo este gran evento divino que se cumplirá en medio del pueblo hebreo.

Pero cuando esto suceda con el pueblo hebreo, ya nosotros hemos recibido, habremos recibido todas las bendiciones divinas, y estaremos ya en el nuevo cuerpo. Y eso está muy cerca para suceder.

Está muy cerca la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros lo que vivimos, y también está muy cerca la manifestación del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero al pueblo hebreo, en la manifestación del Ángel con el Sello del Dios vivo.

Ahora, vean ustedes: “EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

¿Vieron lo sencillo que es todo? Todo es tan y tan sencillo que ya hasta los niños lo entienden.

Siempre las cosas grandes de Dios son manifestadas en la forma más sencilla que un ser humano se puede imaginar.

Hemos llegado al tiempo señalado para la Venida y manifestación del Ángel con el Sello del Dios vivo, para la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular y luego para el pueblo hebreo.

O sea que la Iglesia del Señor Jesucristo recibe esa bendición primero; y ve al Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Espíritu Santo, manifestado en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero; así como en cada edad fue visto parcialmente el Ángel de Jehová manifestado en cada ángel mensajero de cada edad.

Ese Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Espíritu Santo, vean ustedes, es el que en este Día Postrero estará manifestado en Su Ángel Mensajero, en el Ángel con el Sello del Dios vivo; o sea, el Ángel con el Espíritu Santo, el Ángel con el Ángel de Jehová dentro de él manifestado.

Por lo tanto, la Obra que estará siendo hecha no será la obra del hombre, sino la Obra del que estará en ese hombre manifestado. Y Ese que estará dentro será el que estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y lo estará haciendo por medio de Su Ángel Mensajero, por medio de Su profeta mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular.

“Porque nadie conoció las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está dentro del hombre. Y nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”[19]; y Él es el que nos las revela a nosotros.

Es el Espíritu de Dios, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo, el que conoce las cosas de Dios y las revela a Su pueblo por medio de Su Ángel Mensajero en este Día Postrero; las cosas correspondientes a este tiempo final, las cosas que deben suceder pronto.

Vean lo importante que es el evento de la Venida del Ángel con el Sello del Dios vivo. Vean lo importante que es “EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

Toda persona que va a ser transformada y raptada se agarrará del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero; se agarrarán bien de esa manifestación de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero hasta que reciban la bendición de ser transformados y raptados.

No vamos a dejar al Ángel de Jehová hasta que nos bendiga cambiándonos el cuerpo, transformándonos el cuerpo, y resucitando a los muertos en Cristo.

Y después le toca al pueblo hebreo, el cual lo está esperando. Lo está esperando ya hace muchos años, porque han regresado a la tierra de Israel, no para morir allí, sino para ver y recibir la Venida del Mesías manifestado a través del Ángel con el Sello del Dios vivo.

Ellos no comprenden todavía muchas cosas, porque todavía no se ha revelado el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, por medio del Ángel con el Sello del Dios vivo, y por lo tanto, no pueden comprender muchas cosas todavía. Pero ellos dicen que cuando el Mesías venga será un profeta, será un hombre, el cual ellos están esperando.

Y me estaba diciendo Jairo (pero no consiguió toda la información detallada y por escrito, o la información en donde está publicado eso) con relación a cómo será el hombre que ellos están esperando; porque hasta tienen una descripción de cómo será el hombre que ellos están esperando.

Pero por cuanto no les tengo toda la información, cómo es, confirmada, o la evidencia de esa noticia, de esa información; no les tengo una revista o dónde fue publicado y todas estas cosas, que ustedes puedan verlo y lo pueda mostrar aquí a través de la cámara; entonces no les puedo decir todo lo que me fue dicho, que ellos decían acerca del hombre que ellos están esperando. Así que vamos a dejarlo hasta ahí.

En alguna ocasión en que tenga esa información a través de alguna revista o periódicos, o alguna noticia de radio o televisión, pero que la tenga todo eso grabado y se los pueda mostrar, entonces pues se los mostraré, para que ustedes vean cómo ellos están esperando a ese hombre: al Ángel con el Sello del Dios vivo; porque ese es el Enviado para el pueblo hebreo, para llamar y juntar y sellar 144.000 hebreos.

¿Y logrará hacer esa labor? Si el que la va a hacer es Jesucristo en Espíritu Santo, es el Ángel del Pacto a través de ese hombre. Así que ¿hay alguna cosa imposible para Dios? No la hay.

Miren, antes de hacer esa Obra, ya aquí dice que será realizada esa Obra y que serán sellados: Apocalipsis, capítulo 14, verso 1 en adelante, dice:

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el (Nombre) de su Padre escrito en la frente”.

Ya eso es los 144.000 llamados, juntados y sellados con el Sello del Dios vivo en sus frentes. ¿Ven?

O sea que ya está profetizado lo que sucederá bajo el ministerio del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, a través del Ángel del Señor Jesucristo, a través del profeta de la Dispensación del Reino, o sea, a través del Ángel con el Sello del Dios vivo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y nos bendiga Jesucristo, el Ángel del Pacto, por medio de Su manifestación a través del Ángel con el Sello del Dios vivo; y pronto todos seamos transformados y raptados, y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero, y los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos; y continúen pasando un día lleno de las bendiciones del Ángel del Pacto, nuestro amado Señor Jesucristo.

Dejo nuevamente con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Con nosotros Miguel Bermúdez Marín.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

“EL MISTERIO DEL ÁNGEL CON EL SELLO DEL DIOS VIVO”.

[Revisión mayo 2023 – JC-JR]

[1] San Mateo 11:14

[2] San Mateo 17:11, San Marcos 9:12

[3] Malaquías 4:5-6

[4] Génesis 45:1-5

[5] Romanos 8:28

[6] 1 Corintios 15:51-52

[7] San Juan 8:58

[8] San Juan 10:17-18

[9] Génesis 14:18-20

[10] Génesis 18:1-8

[11] Romanos 6:23

[12] San Juan 14:8-10

[13] San Juan 1:45-51

[14] Mt. 3:11, Mr. 1:7-8, Lc. 3:16, Jn. 1:26-27

[15] San Juan 7:42

[16] Deuteronomio 18:15

[17] Génesis 28:10-13

[18] Hechos 9:3-5

[19] 1 Corintios 2:11

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