El misterio del Libro que Juan se comió

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes. Es para mí una bendición grande estar nuevamente con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios y ver: “EL MISTERIO DEL LIBRO QUE JUAN SE COMIÓ” en Apocalipsis, capítulo 10.

Que Jesucristo, el Ángel del Pacto, sea sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y nos abra el entendimiento y nos permita comprender este misterio del Libro de los Siete Sellos que Juan se comió, cuando el Ángel Fuerte se lo entregó para que se lo comiera. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Apocalipsis, capítulo 10, versos 1 al 11, nos dice así:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.

La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Que Dios bendiga en nuestras almas Su Palabra, y bendiga nuestras almas con Su Palabra, y nos permita entenderla.

“EL MISTERIO DEL LIBRO QUE JUAN SE COMIÓ”.

Para poder comprender este misterio, nosotros necesitamos comprender qué es ese Libro. Es un Libro tan importante que aparece en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, en la diestra del que está sentado en el Trono, o sea, en la diestra de Dios.

Dice Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante:

“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.

Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?

Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.

Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.

Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.

Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.

Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.

Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;

y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

Este es el Librito que Cristo toma en el Cielo —Cristo, el Ángel Fuerte—, y cuando desciende en Apocalipsis, capítulo 10, lo trae abierto en Su mano.

Este Libro sellado con siete Sellos es el Libro de la Redención, es el Título de Propiedad de toda la Creación: de los Cielos y de la Tierra, incluyendo al hombre, incluyendo al ser humano. Y en este Libro están escritos los nombres de todos los escogidos de Dios.

Este es el Libro de la Vida del Cordero. Este es el Libro que contiene toda la Creación de Dios.

Y, por consiguiente, con el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, Él redimió los escogidos que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Y Cristo, al efectuar Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, encontramos que es el único que tiene derecho a tomar ese Libro de la diestra del que está sentado en el Trono.

Por eso cuando Juan estaba mirando en el Cielo lo que allí estaba sucediendo, cuando se pidió que se presentara un hombre para tomar ese Libro y abrir esos Sellos, nadie ni en el Cielo ni en la Tierra ni debajo de la Tierra podía presentarse, no había ninguno digno de tomar ese Libro.

Y ahora, la pregunta es: ¿Y dónde estaba Jesucristo? Él estaba en el Lugar de Intercesión en el Cielo, en el Lugar Santísimo, haciendo intercesión —sobre el Propiciatorio— por cada miembro del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y encontramos que Juan lloraba mucho porque no se había hallado a ninguno digno de tomar ese Libro y abrir esos Sellos; porque Cristo no estaba ahí presente en ese momento, porque Él estaba en el Lugar Santísimo, allá en el Propiciatorio, haciendo intercesión por los últimos escogidos de Dios que serían llamados y juntados en el Día Postrero.

O sea que Cristo estaría haciendo intercesión por los escogidos de Dios del Día Postrero que estarían siendo llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular; porque es en esa etapa donde Cristo hace Su llamado final y hace intercesión por esas personas que entrarán en el Día Postrero al Cuerpo Místico de Cristo, a la edad y en la edad o etapa de la Edad de la Piedra Angular; en donde Cristo estará llamando y juntando a Sus escogidos en el territorio correspondiente a la Edad de la Piedra Angular. Y luego Él puede salir del Lugar de Intercesión en el Cielo, tomar ese Título de Propiedad y abrir esos Sellos, y hacer el reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa.

Y ahora, para esto encontramos que Cristo en el Día Postrero estaría manifestado en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, entre los latinoamericanos y caribeños, que es el territorio donde la Edad de la Piedra Angular se manifiesta, donde la Edad de la Piedra Angular se cumple; así como se cumplió cada edad de las siete edades de la Iglesia gentil en diferentes territorios, como: la primera edad en Asia Menor, la segunda en Francia, la tercera en Hungría y Francia, la cuarta se cumplió en Irlanda y Escocia, la quinta se cumplió en Alemania, la sexta se cumplió en Inglaterra y la séptima se cumplió en Norteamérica. Son etapas por las cuales ha estado pasando la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora nos encontramos en la etapa de la Edad de la Piedra Angular cumpliéndose en la América Latina y el Caribe, en donde Cristo llama y junta a Sus escogidos del Día Postrero.

Los escogidos son las personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo. Esos son los que de edad en edad reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciben el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo; y se produce en ellos el nuevo nacimiento; y nacen así en el Reino de Dios o Reino de los Cielos —que es el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo— hasta que se complete el número de los escogidos de Dios, de los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida de Cordero.

Y se completará ese número en el Día Postrero, en el séptimo milenio, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la América Latina y el Caribe; con latinoamericanos y caribeños se completará el número de los escogidos de Dios.

Dios no se había olvidado de los latinoamericanos y caribeños. Por lo tanto, enviaría entre los latinoamericanos y caribeños, a nacer y vivir, escogidos de Dios, hijos e hijas de Dios, o sea, enviaría almas de Dios a nacer y a vivir entre los latinoamericanos y caribeños, para recibir en el Día Postrero el llamado final, la Trompeta Final, el llamado de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es el llamado de Cristo hablándonos en el Día Postrero el Mensaje del Evangelio del Reino, y con él dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Ahora, vean cómo de edad en edad se ha estado abriendo, en cuanto a su cumplimiento, cada uno de estos Sellos; y encontramos que para el Día Postrero tenemos Sellos, de este Libro de la Redención, que serían abiertos también en cuanto a su cumplimiento.

Por ejemplo: tenemos el Primer Sello, Segundo y Tercer Sello, los cuales ya se han cumplido; el Cuarto Sello corresponde a este tiempo final.

El Quinto Sello tiene que ver con las almas de estas personas que fueron muertas por Hitler, Mussolini y Stalin; o sea, son hebreos que piden venganza, que piden que Cristo, que Dios, vengue la sangre de ellos que fue derramada por estos dictadores y en diferentes naciones. Y la venganza que vendrá por la sangre derramada de estos hebreos, de estos judíos, a través de estos dos mil años que han transcurrido, encontramos que será el juicio divino cayendo sobre esas naciones que persiguieron y mataron hebreos.

Porque hay una promesa de bendición para el pueblo hebreo, que dice: “Y el que te bendijere, será bendito; mas el que te maldijere, será maldito”1. Y toda nación, pueblo o lengua o persona que ha obrado en contra del pueblo hebreo, está bajo la maldición ahí señalada: “El que te maldiga será maldito”. Así que todas estas personas, si han maldecido al pueblo hebreo y los han perseguido y los han matado, serán maldecidos: naciones, pueblos y lenguas.

Y los que han perseguido y han matado a los hijos e hijas de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, para el Día Postrero también Cristo vengará su sangre (la sangre de ellos), y el juicio divino caerá sobre esas naciones donde se llevaron a cabo esas persecuciones en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y por cuanto el reino de los gentiles, en la etapa de las piernas de hierro, y también para la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, para el Día Postrero estarían persiguiendo al Cuerpo Místico de Cristo, a la Iglesia de Jesucristo: el juicio divino vendrá sobre el reino de los gentiles y las naciones que estarán representadas en el reino de los gentiles, de las diferentes etapas del reino de los gentiles:

• De la primera etapa: en la cabeza de oro, que fue el imperio babilónico.

• En la segunda etapa, que fue el imperio medo-persa.

• En la tercera etapa, que fue el reino de Grecia.

• Y en la cuarta etapa, que fue el reino o imperio romano, el cual tiene dos etapas o dos fases: las piernas de hierro, y los pies de hierro y de barro cocido.

Ahora, vean que durante el reino de los gentiles el pueblo hebreo ha sido perseguido, ha sido llevado cautivo en diferentes épocas, y han sido perseguidos, y han sido también matados miles o millones de hebreos; y por consiguiente el juicio divino caerá sobre el imperio o reino de los gentiles en el Día Postrero.

En etapas pasadas cayó en forma parcial y temporal, en el Día Postrero caerá plenamente, y será quitado el reino de los gentiles; y será establecido el Reino de Dios, en donde Cristo reinará por mil años y luego por toda la eternidad. O sea que el reino de los gentiles nunca más se levantará luego que Cristo traiga el juicio divino sobre el reino de los gentiles, y quite el reino de los gentiles, y establezca Su Reino en este planeta Tierra.

Durante la gran tribulación, esos tres años y medio que vendrán, el juicio divino caerá sobre el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido. Esa etapa de tres años y medio que vendrá sobre el reino de los gentiles es la parte final de la semana setenta de la profecía de Daniel, que consta de tres años y medio; lo cual es la última parte o la mitad final de la semana setenta de la profecía de Daniel.

Ahora, para el Día Postrero es que las grandes promesas divinas para la Iglesia del Señor Jesucristo serán cumplidas.

Y Cristo, con el Librito abierto en Su mano, vendrá a Su Iglesia para la restauración de todos los hijos e hijas de Dios a la vida eterna con un cuerpo eterno: para los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos inmortales, y nosotros los que vivimos ser transformados y también tener un cuerpo inmortal; y todos tener un cuerpo glorificado. Pues todos los hijos e hijas de Dios en sus almas son eternos, y por eso tienen que recibir un cuerpo teofánico de la sexta dimensión con vida eterna y un cuerpo físico glorificado con vida eterna también, para vivir por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo.

Y para el tiempo final, así como se han cumplido alguno de los Sellos del libro del Apocalipsis, alguno de los Sellos de este Libro sellado con siete sellos que aparece en la diestra del que está sentado en el Trono, en Apocalipsis, capítulo 5, el cual Cristo —el León de la tribu de Judá, el cual también es el Cordero de Dios— toma en el Cielo y lo abre en el Cielo…

Vean que Este no es un animal, no es un león ni es un cordero, sino que está representado en un león y también en un cordero.

Cuando Juan el Bautista vio a Jesús, al cual él le estaba preparando el camino, dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”2; pero él no estaba presentando a un animal, él estaba presentando a un hombre, el cual era tipificado en el cordero pascual y también en el macho cabrío que era sacrificado cada año allí en el templo que estaba en Jerusalén.

Y Cristo en Su Primera Venida estaba representado o tipificado en todos esos sacrificios que se hacían por el pecado y por la reconciliación del pueblo hebreo con Dios, y por la paz de cada hebreo con Dios.

Y Cristo, cumpliendo todos esos sacrificios en favor del pueblo hebreo, y también de cada miembro del Cuerpo Místico de Cristo que vendría a ser manifestado en la Tierra, encontramos que Él es nuestro Cordero de Dios para redimirnos de todo pecado y restaurarnos a la vida eterna.

Él es la Expiación para la reconciliación de nosotros con Dios; Él es también nuestra Pascua, el Cordero Pascual; y Él es el que nos restaura, porque Él paga el precio de la Redención; y Él toma nuestros pecados, los quita de nosotros y los desaparece.

Así como un blanqueador: toma la mancha que esté en una prenda de vestir y la desintegra, y la envía a lo que era antes de estar en esa prenda de vestir. Por eso es que luego que ha sido echada esa prenda de vestir en el blanqueador, cuando se saca esa prenda de vestir, pues no tiene ya la mancha; y usted busca la mancha (sea de tinta o de alguna otra cosa), la busca en el blanqueador y tampoco la encuentra. ¿Qué sucedió? Fue retornada a lo que era antes de ser tinta o alguna otra cosa de algún color que había manchado esa prenda de vestir.

Ahora vean lo que hace Cristo con nosotros: nos lava, nos limpia de todo pecado; por eso es que la Sangre de Cristo es tan importante para todos los hijos de Dios.

Dice la Escritura en Apocalipsis, capítulo 1 y verso 5 al 6:

“… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,

y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.

Y en Apocalipsis, capítulo 5, verso 9 al 10, dice:

“… y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;

y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.

Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 14, dice:

“Bienaventurados los que lavan sus ropas (¿Dónde las lavan? En la Sangre del Cordero), para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad”.

Ahora, vean que para comer del Árbol de la Vida se necesita lavar nuestras vestiduras en la Sangre del Cordero. Y ahora, vean ustedes cómo los que han lavado sus vestiduras en la Sangre del Cordero tienen derecho a comer del Árbol de la Vida, para ser restaurados a la vida eterna.

Porque, vean ustedes, en el Huerto del Edén estaba allí el Árbol de la Vida, y el Árbol de la Vida es Cristo, pues Cristo dijo que Él es la Resurrección y la Vida3; y “nadie viene al Padre, sino por mí”, dijo Jesucristo; sino por Jesucristo es que toda persona puede venir al Padre.

Él dijo que Él es la Resurrección y la Vida. Él dijo también que Él es el Camino; Él dijo: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí”4.

O sea que por medio de Cristo es que nosotros podemos regresar a nuestro Padre celestial; y por eso Él llevó a cabo Su Sacrificio en la Cruz del Calvario para nuestro regreso a la Casa de nuestro Padre celestial, para nuestro regreso a la vida eterna, de la cual cayó el ser humano allá en el Huerto del Edén.

Y el ser humano regresa a la Casa de nuestro Padre celestial con vida eterna por medio de la Obra de Jesucristo de Redención en la Cruz del Calvario: al creer en Cristo como nuestro Salvador, y recibir Su Espíritu Santo: recibimos vida eterna, pues recibimos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión y ya entramos a vida eterna.

Cristo nos dice en San Juan, capítulo 5, verso 24:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

O sea que un cambio ocurre en las personas que creen en Cristo como nuestro Salvador, y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciben Su Espíritu Santo. Y si mueren sus cuerpos físicos, no tienen por qué preocuparse, pues ellos van al Paraíso a vivir en el cuerpo teofánico que han recibido cuando han recibido el Espíritu de Cristo; y luego, en el Día Postrero, resucitarán en un cuerpo eterno, pues tomarán un cuerpo eterno y glorificado, un cuerpo con vida eterna, y aparecerán en ese cuerpo aquí en la Tierra; y nosotros los que vivimos seremos transformados y también tendremos un cuerpo eterno; y así viviremos con Cristo por toda la eternidad como reyes y sacerdotes.

Ahora, vean que esta restauración a la vida eterna está prometida en la Escritura para ser cumplida en el Día Postrero; pues Cristo dice en San Juan, capítulo 6, verso 40:

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

¿Ven? No importa que muera el cuerpo físico de la persona, resucitará en un cuerpo eterno con vida eterna.

Y ahora, este Programa de restauración a la vida eterna, de todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, es el que Cristo ha estado llevando a cabo; y ha estado intercediendo en el Lugar Santísimo, sobre el Propiciatorio del Templo que está en el Cielo, por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero; y así se ha estado formando el Cuerpo Místico de Cristo con los redimidos con la Sangre del Señor Jesucristo.

Estos son los que creen en Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios, y reciben el Espíritu de Cristo, o sea, el Espíritu Santo; y así nacen en el Reino de Dios, o sea, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, para el Día Postrero encontramos que ya han transcurrido las siete etapas o edades de la Iglesia gentil: hemos estado comiendo el Cordero Pascual, hemos estado comiendo la Carne y la Sangre del Hijo del Hombre. Cristo dijo: “El que no coma mi carne, y beba mi sangre, no tiene vida permaneciente en sí”5.

Así como comieron la carne del cordero pascual en la noche en que la muerte estaba pasando por Egipto y estaba entrando a todas las casas, y todo primogénito que estaba en cada casa moriría; pero aquellos primogénitos que estaban en casas donde estaba aplicada la sangre del cordero pascual, y estaban comiendo la carne del cordero pascual, aquellos primogénitos no morirían.

Y durante todo ese lapso de tiempo de dos mil años, hemos estado teniendo en la Iglesia del Señor Jesucristo la Sangre del Cordero de Dios aplicada; hemos estado teniendo también la Carne del Cordero de Dios, y hemos estado comiendo la Carne del Hijo del Hombre: hemos estado recibiendo Su Palabra, creyendo en el Evangelio; y hemos estado recibiendo a Cristo como nuestro Salvador; y hemos estado así comiendo de Cristo.

Nos estamos comiendo la Palabra de Dios de edad en edad, y eso es estar comiéndose a Cristo; y hemos estado teniendo Su Sangre aplicada en el dintel de nuestra alma, de nuestro corazón, y sobre los postes de nuestro corazón; y hemos estado así recibiendo el Espíritu de Cristo, la Vida de la Sangre del Cordero, que es el Espíritu Santo.

Y así hemos estado pasando por estas diferentes etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde la muerte ha estado suelta matando a todos los primogénitos que no están en la Casa que tiene la Sangre del Cordero aplicada. Todos los primogénitos que no tienen la Sangre de Cristo aplicada en esa Casa han estado muriendo durante todos estos tiempos que han estado transcurriendo.

Hay una sola Casa donde la Sangre del Cordero Pascual ha estado aplicada: esa Casa es la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso es tan importante que todo primogénito escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, en el tiempo que le ha tocado vivir, reciba a Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciba el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu Santo; y así nazca en la Casa de Dios; y viva ahí en la Casa de Dios, y esté seguro en la Casa de Dios, sellado con el Sello del Dios vivo, sellado con el Espíritu Santo para el Día de la Redención6, donde los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.

Ahora, vean cómo estos misterios del Libro de los Siete Sellos de edad en edad han estado cumpliéndose, diferentes Sellos; y para el Día Postrero se cumplirán los que faltan por ser cumplidos.

Y ahora, una cosa es ser abierto este Libro de los Siete Sellos, ser abierto en el Cielo en Apocalipsis, capítulo 5, y otra cosa es ser abierto el cumplimiento de estos Sellos o ser abierto estos Sellos en cuanto a su cumplimiento de etapa en etapa.

De etapa en etapa han estado cumpliéndose diferentes Sellos de este Libro sellado con siete Sellos; o sea que, de etapa en etapa, de edad en edad, se han estado cumpliendo las cosas contenidas en estos Sellos; y las que faltan por ser cumplidas se cumplirán en este tiempo final, en este Día Postrero.

Por ejemplo: Faltan de cumplirse los que faltan de morir como mártires en el Sello número cinco, que son los hebreos que morirán como mártires, donde hay 144.000 hebreos que recibirán la Segunda Venida de Cristo, a Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores; y durante la gran tribulación darán sus vidas por Cristo, por el Mesías. Pero luego de la gran tribulación, al final de la gran tribulación, resucitarán para estar en el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y también morirán miles de hebreos durante el tiempo de la gran tribulación, miles o millones de hebreos; porque la bestia, el anticristo, los perseguirá enviando ejércitos de diferentes naciones que se unirán al anticristo, a la bestia.

Porque hay diez reyes que le darán su poder y su autoridad a la bestia7; y esos ejércitos de esos reyes, de esas naciones, estarán bajo el mando del anticristo, del hombre de pecado, estarán bajo el mando de la bestia. Y como en otras etapas del pueblo hebreo y de la Iglesia del Señor Jesucristo fueron enviados ejércitos de diferentes naciones, en contra del pueblo hebreo o en contra de la Iglesia de Jesucristo, así también será durante la gran tribulación.

Y las vírgenes fatuas —que son las personas que han creído en Cristo como su Salvador, y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, pero no han recibido el Espíritu Santo, y por consiguiente no han nacido de nuevo— durante la gran tribulación morirán; porque la bestia los perseguirá y los matará.

Como ha sucedido en otras etapas del cristianismo, donde millones de creyentes en Cristo han muerto, y entre ellos han estado los escogidos de Dios, los primogénitos de Dios, que serán resucitados en el Día Postrero; y también han estado las vírgenes fatuas que no habían recibido el Aceite, el Espíritu Santo, pero que creyeron en Cristo como su Salvador, y lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo; o sea que fueron justificadas y santificadas también, pero no fueron llenas del Espíritu Santo —las vírgenes fatuas— en las edades pasadas, y tampoco lo serán en este Día Postrero.

Ese grupo de personas, pertenecientes a las vírgenes fatuas de las edades pasadas y del Día Postrero, no podrán resucitar en la primera resurrección para entrar en el glorioso Reino Milenial de Cristo, pero resucitarán después del Reino Milenial y entrarán a vida eterna; pues son ahí las personas representadas en las ovejas que Cristo coloca a Su derecha en San Mateo, capítulo 25, las cuales fueron de bendición para los pequeñitos, los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico de Cristo que habían nacido de nuevo y por consiguiente pertenecían al Cuerpo Místico de Cristo; y por cuanto hicieron bien, fueron de bendición para los escogidos de Dios: entrarán a vida eterna, pero después del Reino Milenial en el Juicio Final.

Y los que no fueron de bendición para los escogidos de Dios, los que no ayudaron a los escogidos de Dios, sino que los persiguieron, están representados en los cabritos, que serán condenados y echados al lago de fuego para ser destruidos. Cristo dijo: “Porque toda planta que no sembró mi Padre celestial, será cortada y echada en el fuego”8; y eso habla de la cizaña, de los hijos del malo, representados en los cabritos.

Y ahora, vean ustedes cómo todo esto está prometido para suceder conforme a las profecías bíblicas que se encuentran en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento.

Por eso Cristo habló del trigo y de la cizaña, y de la cizaña siendo atada en manojos para ser echada en el horno de fuego y ser quemada9; ser quemada durante la gran tribulación, donde el fuego atómico será desatado. Y luego, después del Reino Milenial, en el Juicio Final, serán echados en el lago de fuego, porque serán condenados y echados al lago de fuego, que es la muerte segunda.

Por eso es tan importante que toda persona crea en Cristo como su Salvador, lave sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciba el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu Santo; y así nazca de nuevo, nazca en el Reino de Dios, nazca en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y toda persona debe trabajar en el Reino de Dios, debe luchar y llevar a cabo la Obra correspondiente al tiempo que le toca vivir: la Obra del Programa Divino; y así estar en el Programa Divino que se está llevando a cabo en el tiempo que está viviendo esa persona.

Y ahí también estarán —en adición a los escogidos de Dios que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo—, estarán ahí en cada edad también, el otro grupo, las vírgenes fatuas, que es el cristianismo profesante pero que no tiene el Espíritu de Jesucristo; no tiene el bautismo del Espíritu Santo, y por consiguiente se encuentran sin Aceite en sus lámparas.

Y ahora, eso se aplica al Cuerpo Místico de Cristo como Cuerpo Místico de creyentes, se aplica a cada edad, y se aplica también al individuo en el tiempo que le toca vivir.

Por ejemplo, cuando se aplica al individuo: esto es el individuo creyendo en Cristo como nuestro Salvador, lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibiendo el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo; y así obteniendo el nuevo nacimiento, en donde obtiene su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es el espíritu teofánico que tendrá para toda la eternidad. Y en el Día Postrero luego recibiendo el cuerpo físico y glorificado, en el cual vivirá por toda la eternidad.

¿Dónde vivirá esa persona, esa alma de Dios con su cuerpo teofánico de la sexta dimensión? Vivirá en un cuerpo físico y glorificado que Cristo le dará en el Día Postrero.

Y ahora, vean ustedes cómo esto es así para cada persona como individuo, el cual tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

Los demás, aunque logren creer en Cristo y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, no obtienen el Espíritu Santo, no reciben el Aceite del Espíritu Santo, el bautismo del Espíritu Santo, y por consiguiente no obtienen el nuevo nacimiento; pero pertenecen, vean ustedes, al grupo de las vírgenes insensatas. Son vírgenes; o sea que no son personas malas; son creyentes en Cristo pero que no pertenecen al grupo de los primogénitos de Dios, de los escogidos de Dios, pero entrarán a la vida eterna luego del Reino Milenial.

Hay también personas que no entrarán ni al Reino Milenial, ni a la vida eterna después del Reino Milenial, porque han hecho mal, tanto al pueblo hebreo como a la Iglesia del Señor Jesucristo; le han hecho mal a la Iglesia de Jesucristo o al pueblo hebreo, y por consiguiente no tienen derecho a vivir eternamente.

Sus nombres, si estaban escritos en el Libro de la Vida, en la sección del Libro de la Vida, sus nombres son borrados; y algunos ni los tenían escritos en el Libro de la Vida. Porque hay algunos que los tienen escritos y son borrados porque le hacen mal al pueblo hebreo o a la Iglesia del Señor Jesucristo; y otros que le hacen mal también, o al pueblo hebreo o a la Iglesia de Jesucristo, ni siquiera tenían sus nombres escritos en el Libro de la Vida.

Vean, esas personas que no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida son los que seguirán a la bestia conforme Apocalipsis, capítulo 13; y adorarán a la bestia y a su imagen conforme Apocalipsis, capítulo 13, verso 8, donde dice… Vamos a ver aquí: capítulo 13, verso 13 en adelante, vamos a leerlo para que así tengamos un cuadro claro… (Aquí hay que leer un poquito más, parece). Dice Apocalipsis, capítulo 13, verso 1 en adelante, dice:

“Me paré sobre la arena del mar, y vi subir del mar una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas; y sobre sus cabezas, un nombre blasfemo (en otras versiones puede decir: nombres blasfemos).

Y la bestia que vi era semejante a un leopardo, y sus pies como de oso, y su boca como boca de león. Y el dragón le dio su poder y su trono, y grande autoridad.

Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia,

y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?

También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses (esto es el tiempo de la gran tribulación, esos cuarenta y dos meses).

Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo.

Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.

Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”.

Vean que esas personas que adorarán a la bestia no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.

En el capítulo 17 y verso 8, también nos habla del Libro de la Vida, y también nos dice que esas personas que adoran a la bestia y se maravillan de la bestia no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida. Dice Apocalipsis, capítulo 17, verso 8:

“La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será”.

Ahora, vean cómo los moradores de la Tierra, que no tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida, adorarán a la bestia, la seguirán; y pertenecerán al reino del anticristo, al reino de la bestia, donde el diablo en el tiempo final estará encarnado en el anticristo, en el hombre del pecado; y gobernará sobre todas esas naciones, pueblos y lenguas, que les será permitido gobernar.

Y ahora, encontramos que el Libro de la Vida, vean ustedes, contiene nombres: los nombres de las personas que permanecerán ahí para toda la eternidad.

Aunque de la sección que no es la sección del Libro de la Vida del Cordero, algunos nombres serán quitados: esos son los nombres de las personas que se levantarán en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo o del pueblo hebreo; y la sentencia será: sus nombres ser quitados del Libro de la Vida, los que tengan sus nombres ahí escritos; pero la mayoría de ellos no tendrán sus nombres escritos en el Libro de la Vida.

Ahora, el Libro de la Vida del Cordero, que es el Libro de los Siete Sellos, es el Libro que contiene toda la herencia divina; ese es el Libro de la Redención, es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra.

Cuando Adán estuvo en la Tierra él lo tuvo, y él tuvo derecho a comer del Árbol de la Vida; y eso significaría comer de Cristo, porque Cristo es el Árbol de la Vida; y para eso Cristo, el Árbol de la Vida, tenía que hacerse carne, porque Él estaba en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, estaba allí en medio del Huerto del Edén pero en su cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y tenía que hacerse carne en medio de la raza humana, en este planeta Tierra, para poder Adán comer del Árbol de la Vida, para así Adán poderse comer ese Título de Propiedad, el Libro sellado con siete Sellos; y Adán así poder traer una raza con vida eterna, una raza de inmortales en este planeta Tierra.

Pero Adán y Eva no esperaron a que el Verbo, que era con Dios y era Dios, y era en el principio con Dios, el cual es el Creador de los Cielos y de la Tierra…; porque por Él fueron hechos, creados, los Cielos y la Tierra. “Todas las cosas por Él fueron hechas”10, o sea, por el Verbo, por Dios manifestado en Su cuerpo teofánico, por Dios manifestado en Su teofanía.

Ahora, vean ustedes, Adán y Eva estaban allí con sus cuerpos físicos; pero todavía Dios no se había vestido de Su cuerpo físico, Su cuerpo de carne, para poder Adán comer del Árbol de la Vida, para poder Adán comer el fruto del Árbol de la Vida, y así vivir eternamente, y así recibir su adopción.

Adán, vean ustedes, estaba viviendo allí en el Huerto del Edén con Eva, pero todavía no había recibido su adopción, lo cual ocurriría cuando el Verbo —que es Dios en Su cuerpo teofánico— se haría carne; y entonces le daría a Adán a comer del Árbol de la Vida; y así Adán se comería ese Título de Propiedad y viviría eternamente adoptado en el Reino de Dios. Pero Eva se adelantó y comió del árbol de ciencia del bien y del mal11, el árbol que le trajo la muerte espiritual y luego física a Adán y a Eva.

Y luego de comer del árbol de ciencia del bien y del mal, el ser humano no podía comer del Árbol de la Vida: fue sacado del Huerto del Edén12; porque el ser humano no podía vivir eternamente como un pecador. Tenía que el Árbol de la Vida, Jesucristo, venir en carne humana para llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario y darnos a comer de Sí mismo; porque: “El que no coma mi carne, y beba mi sangre, no tiene vida permaneciente en sí”; porque Él es el Árbol de la Vida.

Y de etapa en etapa, de edad en edad, hemos estado viendo que Cristo ha estado llevando a cabo la Obra de llamar y juntar a Sus escogidos y colocarlos en lugares celestiales en Cristo Jesús; y esto es por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, y recibir – lavar nuestros pecados y así recibir la limpieza de nuestras vestiduras, y recibir Su Espíritu Santo; y así estar en lugares celestiales en Cristo Jesús, estar en la sexta dimensión.

Al tener el espíritu teofánico de la sexta dimensión, estamos en la sexta dimensión, aunque estamos aquí en la Tierra en estos cuerpos mortales; pero nuestra alma, teniendo el espíritu teofánico de la sexta dimensión, está en la sexta dimensión, aunque físicamente estamos en un cuerpo mortal y corruptible de esta dimensión terrenal; pero pronto estaremos en un cuerpo eterno e inmortal, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, vean ustedes, para eso es el Programa de la adopción de los hijos e hijas de Dios.

Adán no llegó a la adopción, y por consiguiente tuvo que morir su cuerpo físico; y también el de Eva. Y también todo ser humano que viene a vivir en este planeta Tierra, su cuerpo físico tiene que morir; porque con este cuerpo físico no podemos vivir eternamente.

Para vivir eternamente en un cuerpo físico necesitamos que sea transformado y sea vestido de inmortalidad; el cuerpo con el cual hemos de vivir eternamente tiene que ser una vestidura inmortal, un cuerpo inmortal; y eso ocurrirá en la adopción de todos los hijos e hijas de Dios.

Cristo, vean ustedes, recibió la adopción cuando ya estaba al final de Su ministerio; cuando subió al Monte de la Transfiguración, allí fue adoptado. Por eso Él podía decir: “Nadie me quita la vida, Yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar”13.

Una persona adoptada es inmortal; y si muere, pues resucitará y continuará viviendo por toda la eternidad.

Y ahora, así como Cristo fue adoptado en el Monte de la Transfiguración, en donde apareció Moisés y Elías en sus cuerpos teofánicos (en esta visión del Monte de la Transfiguración), encontramos que ahí Dios está mostrando la visión que representa la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino para la adopción de todos los hijos e hijas de Dios14; en donde viene el Hijo del Hombre, Jesucristo, en Su Iglesia, en el Reino de Dios, en el Reino de los Cielos, que es Su Iglesia; y viene con poder y gloria; viene con el Título de Propiedad, el Librito que estaba sellado con siete sellos, viene con él abierto, para traerlo a Su Iglesia y entregarlo al mensajero que estará en ese tiempo presente en el Cuerpo Místico de Cristo, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Esto fue representado en Juan el apóstol cuando vio la visión de la Venida de Cristo, el Ángel Fuerte, con el Librito abierto en su mano viniendo en una nube; y descendiendo a la Tierra, y colocando un pie (el pie derecho) sobre el mar y el izquierdo sobre la tierra; y clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces.

Vean que los Siete Truenos, que es la Voz de Cristo, los Siete Truenos emiten sus voces (¿dónde?) en la Tierra.

Y el Librito abierto, que es el Libro de los Siete Sellos o sellado con siete Sellos, el cual Cristo abre en el Cielo, luego lo trae a la Tierra en Su Venida; y luego Juan el apóstol (que es tipo y figura de la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero bajo el ministerio de Cristo a través de Su Ángel Mensajero), vean ustedes, oye la Voz del Cielo, dice que oyó nuevamente la Voz del Cielo; dice:

“La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Ahora, vean cómo Juan aquí está representando a la Iglesia del Señor Jesucristo bajo el ministerio del Día Postrero, bajo el ministerio de Cristo a través de Su Ángel Mensajero.

Y para el Día Postrero, la parte del Libro de los Siete Sellos que no se ha cumplido durante las siete edades de la Iglesia gentil, se estará cumpliendo en este Día Postrero; y para esto estará Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero manifestado, para estar cumpliendo las partes del Libro de los Siete Sellos que tienen que ser cumplidas en el Día Postrero.

O sea que las cosas contenidas en el Libro de los Siete Sellos tienen que ser cumplidas; y el Libro de los Siete Sellos tiene que ser tomado de la diestra del que está sentado en el Trono.

Cuando el Séptimo Sello sea cumplido, y llegue al final el Séptimo Sello, y se realice la Obra del Séptimo Sello aquí en la Tierra…, lo cual tomaría cierta cantidad de tiempo, de años; como sucedió en la Primera Venida de Cristo, que tomó un lapso de tiempo de 33 años: desde el nacimiento de Jesús hasta Su muerte en la Cruz del Calvario. Vean todo el tiempo que tomó la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios.

Ahora, ¿cuántos años tomará la Segunda Venida de Cristo, aquí en la Tierra cumplida, para llevarse a cabo la Obra de Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá? No sabemos cuántos años tomará la Segunda Venida de Cristo aquí cumplida en medio de los seres humanos en el Día Postrero, en el tiempo final.

Pero llegará al final el Séptimo Sello y Su Obra; y cuando llegue al final, entonces se habrá cumplido el Séptimo Sello aquí en la Tierra: es tomado ese Título de Propiedad en el Cielo por Cristo, y ahí termina la Obra de Redención; y termina Cristo Su Intercesión en el Cielo, como Cordero de Dios, haciendo intercesión por todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.

Y entonces los escogidos de Dios que estarán en la Tierra bajo la Obra del Séptimo Sello serán adoptados en el Día Postrero; porque ellos estarán en la Tierra comiéndose ese Título de Propiedad. Estarán comiéndose ese Título de Propiedad por medio de Cristo dándole —ese Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos— a Su Ángel Mensajero en el Día Postrero; y Su Ángel Mensajero comiéndoselo y dándoselo también a los miembros del Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Este Título de Propiedad es dado a los escogidos de Dios para que se lo coman en el Día Postrero; y eso es, en el Día Postrero, comer de este Árbol de la Vida, comer ese fruto que Él trae en Su mano, en Su diestra, en Apocalipsis, capítulo 10.

Vean que este Libro tan importante que estaba en la diestra de Dios —y nadie podía ni mirarlo en el Cielo, ni podían leerlo, ni abrirlo—, Cristo lo toma en el Cielo, lo abre, y luego lo trae la Tierra y se lo entrega a un hombre. Porque el lugar para ese Título de Propiedad es la raza humana, para ser restaurados a la vida eterna.

Y la raza humana, representada en los primogénitos de Dios, en los escogidos de Dios, en los miembros del Cuerpo Místico de Cristo que estarán viviendo en el Día Postrero, recibirán su adopción al recibir el contenido de ese Título de Propiedad y comérselo en el Día Postrero.

Y ahora, esto es como sucedió con el profeta Ezequiel en el capítulo 2 y verso 6 en adelante, donde dice:

“Y tú, hijo de hombre…”.

¿Por qué le dice “Hijo de Hombre”? Porque el título de Hijo de Hombre es el título de profeta. Un profeta es un Hijo de Hombre; y por eso es que todos los profetas aquí en la Escritura pueden ser llamados “Hijo del Hombre”, porque ese es el título de profeta.

Y por eso Jesús fue llamado, y también Él mismo se llamó, se identificó, como el Hijo del Hombre. Porque el título de Hijo del Hombre es la manifestación de Dios, la manifestación de Cristo como profeta o en un profeta; es la manifestación de Dios en Espíritu Santo en un profeta.

Ahora, sigue diciendo:

“Y tú, hijo de hombre, no les temas, ni tengas miedo de sus palabras, aunque te hallas entre zarzas y espinos, y moras con escorpiones; no tengas miedo de sus palabras, ni temas delante de ellos, porque son casa rebelde.

Les hablarás, pues, mis palabras, escuchen o dejen de escuchar; porque son muy rebeldes.

Mas tú, hijo de hombre, oye lo que yo te hablo; no seas rebelde como la casa rebelde; abre tu boca, y come lo que yo te doy.

Y miré, y he aquí una mano extendida hacia mí, y en ella había un rollo de libro.

Y lo extendió delante de mí, y estaba escrito por delante y por detrás; y había escritas en él endechas y lamentaciones y ayes.

(Y el capítulo 3 continúa diciendo):

Me dijo: Hijo de hombre, come lo que hallas; come este rollo, y ve y habla a la casa de Israel.

Y abrí mi boca, y me hizo comer aquel rollo.

Y me dijo: Hijo de hombre, alimenta tu vientre, y llena tus entrañas de este rollo que yo te doy. Y lo comí, y fue en mi boca dulce como miel.

Luego me dijo: Hijo de hombre, ve y entra a la casa de Israel, y habla a ellos con mis palabras”.

Ahora, vean ustedes cómo este rollo es la Palabra de Dios, la cual el profeta ve y recibe y se come en la sexta dimensión; no es un libro literal de esta dimensión, sino que es la Palabra de Dios en la sexta dimensión; y por eso él puede comerse ese rollo que él está viendo en otra dimensión, en la sexta dimensión. O sea que no es un rollo, no es un libro de esta dimensión que él se tenga que comer, sino que es la Palabra de Dios que está en la sexta dimensión.

Y con esa Palabra que él se come, con ese rollo que él se come, luego él alimenta su alma, alimenta su espíritu y todo su ser, alimenta su vientre. En Su boca es dulce como la miel, porque no hay cosa más dulce que la Palabra de Dios siendo predicada; pero eso mismo es lo que causa o por lo que vienen las amarguras a la vida de los profetas de Dios, y del pueblo que recibe al profeta que Dios envía para el tiempo en que Dios lo envía.

Y aquí en Apocalipsis, capítulo 10, viene la Palabra de Dios, el Libro de los Siete Sellos, abierto, para que se lo coma el hombre que estará en el Día Postrero en el Cuerpo Místico de Cristo como el mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Y luego estará hablando, profetizando, sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, bajo el ministerio de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 al 7, que es el ministerio de los Dos Ungidos, de los Dos Olivos, que son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero, en la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana a través del profeta mensajero que recibe ese Libro y se lo come; y le es dulce en su boca, pero en su vientre le será amargo por las persecuciones y pruebas por las cuales pasará. Pero predicar el contenido de ese Libro será la cosa más dulce que él sentirá en su boca.

Y ahora, vean ustedes cómo el contenido de este Título de Propiedad será traído a la Tierra.

Ese Título de Propiedad es traído a la Tierra para ser tomado y comido para la restauración a la vida eterna de todos los hijos e hijas de Dios, para la adopción de todos los escogidos de Dios, para así obtener el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.

Y así estará en el lugar correcto, destinado por Dios desde antes de la fundación del mundo, el Título de Propiedad, el Libro sellado con siete Sellos que Cristo —el Cordero y también el León de la tribu de Judá— toma en el Cielo, lo abre, y luego lo trae a la Tierra en el Día Postrero para dárselo a Su Ángel Mensajero: que se lo coma y hable el contenido de este Libro; y así tenga el ministerio profético del Día Postrero.

Ahora, vean ustedes cómo el contenido de ese Libro se ha ido cumpliendo de edad en edad; vean cómo cada uno de esos Sellos se iría cumpliendo de edad en edad.

Y las cosas que no fueron cumplidas en edades pasadas, y Sellos que no fueron cumplidos en edades pasadas, se cumplirán en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, bajo el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, al cual Él estará usando en el Día Postrero para el cumplimiento de las cosas contenidas en este Título de Propiedad, para la restauración de todos los hijos e hijas de Dios a la vida eterna y al Reino de eterno de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, hemos visto cómo será la adopción de los hijos de Dios en este Día Postrero; y cómo en este Día Postrero estaríamos viviendo bajo el ministerio de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero, donde Él colocará ese Título de Propiedad; y en donde Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, para darnos ese Título de Propiedad y para así que comamos ese Título de Propiedad, para que seamos adoptados y restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno como el de nuestro amado Señor Jesucristo; y seamos así a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Hemos llegado a tiempo final. Hemos llegado al tiempo en donde lo que fue tipificado en la Venida del Ángel Fuerte con el Librito abierto en Su mano, dándole este Librito al apóstol San Juan, tiene que materializarse en este Día Postrero en el Cuerpo Místico de Jesucristo y en el Ángel del Señor Jesucristo, para la restauración de todos los hijos e hijas de Dios a la vida eterna con un cuerpo eterno; para así obtener nuestra herencia.

Y para obtener nuestra herencia tenemos que tener el Título de Propiedad, el Libro de la Redención, el Libro o Título de los Cielos y de la Tierra, o sea, el Título de Propiedad de toda la Creación, para así ser restaurados a la vida eterna; y estar como reyes y sacerdotes en el glorioso Reino Milenial de Cristo y por toda la eternidad, como reyes y sacerdotes reinando con nuestro amado Señor Jesucristo.

Hemos visto: “EL MISTERIO DEL LIBRO QUE JUAN SE COMIÓ”, en donde Dios representó o tipificó lo que Él estaría haciendo en este Día Postrero.

Juan, vean ustedes, fue transportado al Día del Señor, al séptimo milenio, para ver todas estas visiones apocalípticas que le fueron mostradas (¿por quién?) por el Ángel del Señor Jesucristo, donde estaba Cristo en Espíritu Santo manifestado.

Y hemos visto cómo Juan el apóstol, representando la Iglesia de Jesucristo con Sus mensajeros, fue pasando por las diferentes etapas o edades en estas visiones apocalípticas, hasta llegar al Día Postrero y a la Edad de la Piedra Angular, donde él vio cosas que él no pudo escribir; donde vio y escuchó cosas que él no pudo escribir porque le fueron prohibidas: las cosas que escuchó en la Voz de Cristo como el León de la tribu de Judá, clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces.

Esa es la Voz de Cristo dándonos a conocer el misterio de Su Venida, el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Su Venida en y a Su Iglesia en el Día Postrero, en el cumplimiento del Séptimo Sello, en el cumplimiento de Su Venida como el León de la tribu de Judá a Su Cuerpo Místico de creyentes, para llevar a cabo la Obra de Reclamo en el Día Postrero, en donde todos seremos bendecidos y donde todos seremos restaurados a la vida eterna con un cuerpo eterno.

Ahora, vean ustedes cómo Cristo estaría en Su Iglesia en el Día Postrero: estaría en Espíritu Santo manifestado a través de Su Ángel Mensajero.

Pero Jesús, Jesucristo, estaría con Su cuerpo que Él tuvo y resucitó glorificado, estaría en el Cielo, en el Lugar Santísimo, haciendo intercesión en el Cielo hasta que entrara hasta el último de los escogidos; pero en Espíritu Santo estaría en Su Iglesia manifestado a través de Su Ángel Mensajero. Y el cuerpo que tendría en medio de Su Iglesia sería el cuerpo de Su Ángel Mensajero, a través del cual estaría manifestado; porque Su cuerpo glorificado estaría en el Cielo, en el Lugar Santísimo, haciendo intercesión por todos nosotros como Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec.

Pero algún día Él saldrá de allí, cuando la Obra bajo el Séptimo Sello esté completada aquí en la Tierra por Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero; y entonces vendrá la adopción, la transformación de nuestros cuerpos, y la resurrección de los muertos en Cristo antes de la transformación de nuestros cuerpos.

Y así es como seremos adoptados como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, para reinar con Cristo en el glorioso Reino Milenial como reyes y sacerdotes, y luego por toda la eternidad.

Hemos visto: “EL MISTERIO DEL LIBRO QUE JUAN SE COMIÓ”; y hemos visto lo que estaría sucediendo en este Día Postrero.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL LIBRO QUE JUAN SE COMIÓ”.

Que las bendiciones de Jesucristo contenidas en este Libro de los Siete Sellos, sellado con siete sellos y abierto por el Cordero, sean sobre cada uno de ustedes, y se materialicen en cada uno de ustedes y en mí también; y pronto todos seamos transformados, y seamos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, y vayamos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno de nuestro amado Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y oren mucho por mí.

Estaré en este recorrido por todo Centroamérica o por todo (corrijo) por todo Suramérica, para estar dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder en este Día Postrero; y así que Cristo continúe Su Obra correspondiente a este Día Postrero, y llame y junte a Sus escogidos del Día Postrero.

Oren mucho por mí, porque necesito vuestras oraciones; y yo oraré por ustedes, para que todos pronto seamos transformados y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero. Oren para que pronto se complete el número de los escogidos de Dios y se complete la Obra del Séptimo Sello, la Obra de la Venida de Cristo como León de la tribu de Judá; y así seamos adoptados en el Reino de Dios con vida eterna.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde.

Y estén atentos, asistiendo siempre aquí, porque ustedes siempre tienen aquí la Palabra de Dios, de Cristo, para este Día Postrero, para estar comiendo esa Palabra y estar alimentando vuestras almas para ser adoptados pronto, en este Día Postrero.

No hay adopción sin comer el alimento espiritual de la Palabra de Dios correspondiente a este Día Postrero.

Así que la parte de ustedes les corresponde a ustedes: vienen aquí para adorar a Dios en espíritu y en verdad, y para recibir Su Palabra, y alimentar así vuestras almas; porque “no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”15; esa Palabra que sale de la boca de Dios para el tiempo en que la persona está viviendo, esa Palabra que sale de la boca de Dios por medio del mensajero de la edad en que la persona está viviendo.

Y aquí tenemos Palabra en abundancia, alimento espiritual en abundancia para todos ustedes: los miércoles en la noche todavía aquí se están reuniendo para escuchar la Palabra, y también los viernes en la noche; y también los domingos a las 10:00 de la mañana y los domingos a las 3:00 de la tarde; y también se llevan en folletos la Palabra impresa, y también la pueden llevar en cassette, para durante la semana, en sus hogares, estar atentos a esa Palabra leyéndola o escuchándola, y alimentando vuestras almas todos los días de la semana.

Aunque no puedan leer en un día un folleto completo, algo leen de ese folleto, de ese mensaje; y así cuando viene a terminar la semana, ya se han leído uno o dos o tres mensajes; y eso es alimento espiritual para su alma; o han oído uno o dos o tres o más conferencias grabadas en video; y eso es alimento espiritual (¿para quién?) para cada uno de ustedes, para sus almas, para seguir creciendo espiritualmente, y seguir creciendo y creciendo hasta ser adoptados en el Reino de Dios.

La persona que no come se pone delgada, se pone débil, se enferma y se muere; pero el que come, se alimenta bien y sigue creciendo hasta que llega a la estatura de un adulto. Y eso es lo que tiene que ocurrir con todos los hijos e hijas de Dios: llegar a la estatura de Jesucristo, y ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Por eso es que Él nos da ese alimento espiritual: para que continuemos comiendo y creciendo espiritualmente, hasta que lleguemos a la estatura de un Varón perfecto, a la estatura de Jesucristo; seamos – lleguemos a ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, adoptados en el Reino de Dios.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde.

Y aunque yo personalmente no esté, aquí estará la Palabra de Dios, la cual ya está grabada en videos e impresa en folletos, y en cassette también está grabada, para ustedes ser alimentados aquí y en todas las naciones; y en todas las naciones los escogidos de Dios ser alimentados.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y con nosotros nuevamente Félix Caro para continuar y finalizar en esta ocasión esta actividad en la forma en que debe ser finalizada.

Bueno, que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL MISTERIO DEL LIBRO QUE JUAN SE COMIÓ”.

[Revisión octubre 2022 – DM]

1 Génesis 12:3, 27:29

2 San Juan 1:29

3 San Juan 11:25

4 San Juan 14:6

5 San Juan 6:53

6 Efesios 4:30

7 Apocalipsis 17:12-13

8 San Mateo 15:13

9 San Mateo 13:30

10 San Juan 1:1-3

11 Génesis 3:6

12 Génesis 3:23-24

13 San Juan 10:18

14 San Mateo 17:1-3

15 San Mateo 4:4

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