El misterio del nuevo cuerpo

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios, y ver en Su Programa este misterio tan grande del cual hoy estaremos hablando: “EL MISTERIO DEL NUEVO CUERPO” que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.

Para eso leemos en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 45 en adelante, donde dice:

“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.

El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.

Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.

Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

Hasta aquí la lectura de este misterio, del cual en esta noche estaremos hablando.

“EL MISTERIO DEL NUEVO CUERPO”.

El ser humano, por causa de la caída allá en el Huerto del Edén, perdió el derecho a la vida eterna, perdió el derecho a tener un cuerpo eterno; y por esa causa es que el ser humano nace, vive una temporada de tiempo en este cuerpo mortal, y luego muere: porque perdió la bendición de la vida eterna y de tener un cuerpo eterno en el cual vivir.

Ahora, vean que luego de la caída allá en el Huerto del Edén, el ser humano logró vivir hasta 969 años, pues nos dice la Escritura que Matusalén vivió 969 años1. Hubo otros que también vivieron novecientos y algo de años, pero luego murieron, porque ya el ser humano había perdido el derecho a la vida eterna.

Y ahora, encontramos que en nuestro tiempo el ser humano vive de 70 a 100 años normalmente, y luego muere su cuerpo físico; todo esto es a causa de que el ser humano perdió el derecho a la vida eterna.

Ahora, vean ustedes, el ser humano había sido hecho a imagen y semejanza de Dios2; pero con la caída, encontramos que el ser humano al nacer en la Tierra recibe un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y recibe —dentro de ese cuerpo— un espíritu del mundo; y por eso es que Cristo nos habló de un nuevo nacimiento.

En San Juan, capítulo 3, Cristo hablando con Nicodemo, dice de la siguiente manera:

“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.

Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.

Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.

Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?

Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.

Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.

Ahora, Cristo establece que se requiere un nuevo nacimiento para poder entrar al Reino de Dios, pues la carne y la sangre no pueden heredar el Reino de Dios; se requiere un nuevo nacimiento.

En este nuevo nacimiento la persona obtiene un espíritu teofánico de la sexta dimensión; esto es cuando la persona cree en Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y recibe el Espíritu de Jesucristo, el Espíritu Santo; y así nace en el Reino de Dios; así se opera el nuevo nacimiento y viene a ser una nueva criatura: ha nacido en el Cuerpo Místico de Cristo un hijo o una hija de Dios, y ya ha obtenido su cuerpo teofánico.

Y ahora, solamente le falta su cuerpo físico y eterno, que será dado en el Día Postrero, en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo, como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Para eso viene Cristo en el Día Postrero como León de la tribu de Judá.

Ahora vean, cuando el cuerpo nuevo de los hijos e hijas de Dios sea dado…, esto será cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, como nos dijo San Pablo en su carta de Primera de Corintios, capítulo 15, versos 45 al 54, donde leímos al comienzo; y cuando ellos resuciten en estos cuerpos eternos, no el mismo cuerpo que tuvieron cuando vivieron aquí en la Tierra, sino un nuevo cuerpo, un cuerpo eterno, un cuerpo diferente en sus átomos al cuerpo terrenal, un cuerpo con vida eterna en todos sus átomos; y un cuerpo en el cual estará también el cuerpo teofánico que hemos recibido al creer en Cristo como nuestro Salvador y recibir Su Espíritu Santo; y ahí estará nuestra alma viviendo.

Ese es un cuerpo, un templo eterno, para nuestras almas, para el glorioso Reino Milenial y para toda la eternidad. Y así es como estaremos como reyes y sacerdotes con Cristo; y reinaremos con Cristo por mil años, y luego por toda la eternidad.

Ahora, hemos visto que no podemos heredar el Reino de Dios en este cuerpo mortal, porque la carne y la sangre no puede heredar el Reino de Dios, y no puede tener inmortalidad este cuerpo corruptible; se requiere un nuevo cuerpo, el cual Cristo ha prometido para cada uno de los creyentes en Él que han lavado sus pecados en Su Sangre y han recibido Su Espíritu Santo.

Cristo, en San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, nos dice:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.

¿Para cuándo dice Cristo aquí que será realizada la resurrección de los creyentes en Él que han partido? Para el Día Postrero.

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Aquí tenemos la promesa de la resurrección de los creyentes en Cristo. Y esta promesa es para ser cumplida ¿cuándo? En el Día Postrero; en donde resucitarán los creyentes en Cristo que han partido, resucitarán en un cuerpo eterno, para vivir con Cristo por toda la eternidad y reinar con Cristo por toda la eternidad; y así estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo.

Ahora, los que estamos vivos en este tiempo, y estemos vivos cuando los muertos en Cristo resuciten, seremos transformados. Así nos dijo San Pablo en la lectura que tuvimos al principio. Dice: “Y nosotros los que vivimos seremos transformados”.

Ahora, nos habla de una Trompeta Final: será a la Final Trompeta.

Ahora, ¿qué es la Trompeta Final? ¿Y qué es el Día Postrero?

Vean, son dos cosas muy importantes señaladas para el Día Postrero: La Trompeta Final y la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de nosotros los que vivimos. Por lo tanto, nos conviene saber cuál es el Día Postrero.

El Día Postrero es el séptimo milenio; porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día, nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8; y el Salmo 90 y verso 4.

Cuando nos habla la Escritura de un día delante del Señor, para los seres humanos es un milenio. Y cuando nos habla de los días postreros, para los seres humanos es los milenios postreros.

Y los días postreros delante de Dios —así como la semana tiene siete días, y los días postreros de la semana son jueves, viernes y sábado—, los días postreros delante de Dios, para los seres humanos son: el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.

Por eso es que nos dice la Escritura que Dios nos habló por medio de Jesucristo en los días postreros; y han transcurrido dos mil años y todavía estamos viviendo en los días postreros. Es que los días postreros son: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio; y cuando se habla del Día Postrero delante de Dios se está hablando del séptimo milenio, que es el milenio postrero de estos tres importantes milenios.

Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio. Y si no le añadimos los años de atraso que tiene, pues faltan tres años para llegar al séptimo milenio; faltan tres años para terminar el sexto milenio y comenzar el séptimo milenio.

Ahora, vean ustedes, al ser humano se le ha atrasado el calendario; y si se le ha atrasado, tenemos entonces que añadirle los años de atraso que tiene. Ahora, ¿se le habrá atrasado el calendario a Dios? A Dios no se le atrasan las cosas.

Ahora, veamos que es para el Día Postrero, para el séptimo milenio, que la Trompeta Final está prometida para sonar. Esa es la misma Trompeta de la cual habló Cristo en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, donde nos dice:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.

Esa Gran Voz de Trompeta es esa Trompeta Final, para llamar y juntar a los escogidos de Dios en el Día Postrero. ¿Quiénes son los escogidos de Dios? Son los hijos e hijas de Dios. De entre los gentiles: los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y de en medio del pueblo hebreo: pues son los 144.000 hebreos, que también en el Día Postrero serán llamados y juntados bajo la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta o Trompeta del Año del Jubileo.

Ahora, ¿qué es esa Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final de la cual nos habla la Escritura, para ser sonada en el Día Postrero y para luego venir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos? Cuando la Escritura nos habla de una Trompeta es la Voz de Dios; la Trompeta de Dios, la Voz de Dios: la Palabra de Dios viniendo al pueblo.

Ahora, ¿cómo ha venido la Palabra de Dios al pueblo? La Voz de Dios al pueblo siempre ha venido por medio de un hombre. Por eso es que tenemos la Palabra de Dios, que ha sido hablada por Dios de edad en edad y de dispensación en dispensación, y le llamamos la Biblia.

Dios, vean ustedes, habló por medio de Sus profetas de edad en edad y de dispensación en dispensación. Y para el Día Postrero Él también estará hablando por medio de un hombre; y eso será la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta.

Ahora, ¿cuál es el Mensaje que nos estará dando la Voz de Dios en el Día Postrero? Es el Mensaje del Evangelio del Reino, que es el Mensaje de la Dispensación del Reino.

Y siempre que Dios ha enviado un Mensaje ha venido por medio de un profeta. Ese es el profeta de la Dispensación del Reino, con el Mensaje de la Dispensación del Reino, siendo el instrumento de Jesucristo, en el cual estará Jesucristo manifestado en carne humana hablándonos en este Día Postrero, en este Día final; y llamando y juntando a todos Sus escogidos.

Ahora, de edad en edad hubo un territorio donde Dios estuvo manifestado y estuvo llamando y juntando a Sus escogidos. Jesucristo en Espíritu Santo estuvo en San Pablo y demás mensajeros que Él envío de edad en edad, y estuvo en el territorio correspondiente al Programa de Dios para ese tiempo.

Por ejemplo, en San Pablo estuvo manifestado Jesucristo en Espíritu Santo en el territorio de Asia Menor; y allí llamó y juntó a Sus escogidos, y de ahí se extendió el Mensaje de Dios y la Obra de Dios para otros continentes.

Luego encontramos a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el segundo ángel mensajero: en Europa, allá en Francia; y allá se llevó a cabo la Obra de la segunda etapa o edad de la Iglesia gentil, y Dios llamó y juntó Sus escogidos por medio del ministerio que manifestó a través del ángel mensajero de la segunda edad allá en Europa.

Y luego envió al tercero (cuando terminó el ministerio el segundo), y lo envió también allá en y a Europa; y allí en Francia y Hungría se llevó a cabo la Obra de Cristo correspondiente a la tercera edad de la Iglesia gentil.

Y luego, en la cuarta edad Cristo envío a Colombo… Vean, primero Pablo, segundo Ireneo, tercero Martín, cuarto Colombo…; a Colombo lo envió allá en Irlanda y en Escocia, y allá llevó a cabo la Obra de la cuarta etapa o edad de la Iglesia gentil, y fue la Voz de Cristo por medio de ese mensajero; así como había sido la Voz de Cristo por medio de San Pablo, de Ireneo y de Martín.

Luego terminó el ministerio el cuarto ángel mensajero (Colombo), y Dios envío a Lutero allá en Alemania; y por medio de Lutero, Cristo en Espíritu Santo habló a Su pueblo, llamó y juntó a Sus escogidos de esa quinta etapa o edad de la Iglesia gentil.

Luego que terminó el ministerio de Lutero, comenzó el ministerio de Wesley en Inglaterra, y Cristo llamó y juntó a Sus escogidos de esa sexta edad; y era la Voz de Cristo como una Trompeta, llamando juntando a Sus escogidos de la sexta edad de la Iglesia gentil.

Luego que terminó la sexta edad, Jesucristo en Espíritu Santo pasó a Norteamérica y envió a Su profeta mensajero, el reverendo William Branham, con el espíritu y virtud de Elías; y por medio de él sonó la séptima Trompeta; o sea, por medio de él habló Cristo en medio de Su Iglesia por séptima ocasión, y llamó y juntó a Sus escogidos de la séptima edad de la Iglesia gentil, de entre de los cuales algunos todavía viven, otros ya están en el Paraíso; y el precursor de la Segunda Venida de Cristo también está en el Paraíso descansando.

Y luego que ha dado ese recorrido Cristo en Espíritu Santo por medio de esos mensajeros, de edad en edad y de continente en continente, vean ustedes, pasó de Asia Menor a Europa, y de Europa a Norteamérica. Y de Norteamérica pasa a la América Latina y el Caribe para la Edad de la Piedra Angular, para hablar por medio de un hombre, de un mensajero, y llamar y juntar a Sus escogidos en este Día Postrero, y colocarlos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Y así, con esos escogidos, formar el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, así como con los escogidos de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil formó el Lugar Santo de Su Templo espiritual; porque la Iglesia del Señor Jesucristo es un Templo que Cristo está construyendo para Dios, un Templo formado por seres humanos.

Y ahora, la bendición más grande la tiene la América Latina y el Caribe en este Día Postrero. Y luego la bendición pasará al pueblo hebreo, el cual está esperando la bendición de Dios.

Ahora, ¿qué hace Cristo en la América Latina y el Caribe? Cristo en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero, el profeta de la Dispensación del Reino, con esa Gran Voz de Trompeta llama y junta a Sus escogidos, o sea, con esa Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que es el Mensaje del Evangelio del Reino. Es la Trompeta del Evangelio del Reino llamando y juntando a los escogidos de Dios en este Día Postrero.

El Mensaje del Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; así como la Dispensación de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo allí en la Cruz del Calvario, y para dar, producir el nuevo nacimiento a los escogidos de Dios, y darnos el cuerpo teofánico.

Y ahora, para darnos el cuerpo físico y eterno y glorificado: la Segunda Venida de Cristo, Cristo viniendo en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero, nos da Su Palabra, Su Mensaje, el Mensaje del Evangelio del Reino, que es la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, para así darnos la fe, la revelación, de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, y ser preparados para ser transformados en este Día Postrero, y obtener el nuevo cuerpo que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.

Yo necesito (como ustedes) ese nuevo cuerpo; porque de otra forma nuestros cuerpos tienen que morir, nuestros cuerpos físicos, que son mortales; pero Cristo ha prometido un cuerpo inmortal para cada uno de ustedes y para mí también, y para cada uno de los creyentes en Cristo que han partido, que han muerto sus cuerpos físicos en tiempos y edades pasadas.

Ahora, este cuerpo que hemos de recibir, vean ustedes, será un cuerpo eterno; por eso cuando seamos transformados seremos cambiados en nuestros átomos y así obtendremos la inmortalidad; porque seremos vestidos de inmortalidad, este cuerpo que tenemos tiene que ser vestido de inmortalidad, o sea, ser transformado, y así obtener la inmortalidad prometida por Cristo para los creyentes en Él.

Es un misterio este cuerpo eterno que hemos de recibir, así como es un misterio este cuerpo físico que también nosotros tenemos, aunque es mortal, corruptible y temporal, pero es un misterio.

Miren, ustedes buscan a los científicos, que han estudiado tanto y que son tan inteligentes, pero ellos no pueden formar un cuerpo como nuestro cuerpo. Algunos dirán: “Pero ya han hecho en laboratorios niños de probeta”. Pero la materia prima ¿de dónde la han conseguido? ¿Ven?

Ahora, miren ustedes, papá y mamá no son científicos, y miren, nos han dado estos cuerpos mortales que nosotros tenemos; así que papá y mamá saben más que los mismos científicos, en cuanto a traer un cuerpo a existencia. ¡Miren lo sencillo que es!, y ellos se rompen la cabeza buscando a ver cómo pueden hacer uno. Pues que se casen ¡y es más fácil! Es tan sencillo todo…, que ellos todavía buscan a ver cómo es que se puede hacer un cuerpo como el que hace papá y mamá; pues que sean papá y mamá ellos, y ya descubrieron cómo es.

Bueno, es un misterio el cuerpo que tenemos nosotros, y cuánto más el cuerpo nuevo que Cristo nos va a dar a todos nosotros. Todavía no han podido descubrir bien el misterio del cuerpo físico y ya Dios nos tiene uno nuevo que vamos a recibir dentro de muy poco: en el Día Postrero, en el séptimo milenio; y ya estamos en el séptimo milenio si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.

Y así será restaurado el ser humano, los hijos e hijas de Dios, a la vida eterna; serán restaurados, seremos restaurados a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída.

Eso está reflejado en el año del jubileo de Levítico, capítulo 25 y verso 8, donde nos enseña Dios que para el año del jubileo…

Vean, Dios fue el que le dio estas leyes al pueblo hebreo; porque en estas leyes y estas ordenanzas que el pueblo hebreo tenía que guardar, Dios estaba reflejando Su Programa para la restauración de todos los hijos e hijas de Dios. Dice Levítico, capítulo 25, verso 8 al 13:

“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.

Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.

Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia.

El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,

porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.

En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”.

Y para volver nosotros a la posesión de vida eterna y toda la herencia que Adán y Eva perdieron, se requiere que ese año del jubileo sea cumplido, sea manifestado en medio de la raza humana; este año de jubileo tiene que ser manifestado en una forma actualizada.

Ahora, para que tengamos el cuadro claro, vean ustedes, cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, encontramos que Él murió la víspera de la pascua, ¿por qué? Porque en el Antiguo Testamento encontramos que el cordero pascual era sacrificado en la víspera de la Pascua; y tanto el cordero pascual como todos los sacrificios que el pueblo hebreo ofrecía a Dios por el pecado y por la paz y reconciliación del pueblo hebreo con Dios, son tipo y figura de nuestro amado Señor Jesucristo; todos estaban señalando la Venida de Cristo como Cordero de Dios y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Y por eso eran tan importantes estos sacrificios para el pueblo hebreo: para obtener la misericordia de Dios.

No es que un animalito tenga poder para quitar el pecado o cubrir el pecado, sino, por cuanto aquellos animalitos que eran sacrificados representaban a Jesucristo muriendo en la Cruz del Calvario, y su sangre representaba la Sangre de Cristo siendo derramada y limpiándonos con Su Sangre de todo pecado.

Ahora, la sangre de aquellos animalitos derramada cubría el pecado, en lo que llegaba el Cordero de Dios, Jesucristo, y derramaba Su Sangre en la Cruz del Calvario, y nos quitaba el pecado, nos limpiaba de todo pecado. La sangre de los animalitos solamente cubría el pecado, pero la Sangre de Cristo no lo cubre, sino que lo quita, lo quita completamente; lo desaparece de los seres humanos que creen en Cristo como nuestro Salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y reciben Su Espíritu Santo.

Y ahora, vean ustedes todo este Programa que había sido dado al pueblo hebreo en estos sacrificios que el pueblo hebreo ofrecía a Dios. Y todas estas fiestas que el pueblo hebreo recibió de parte de Dios para guardar, son tipo y figura de las cosas que Dios haría en Su Programa.

Ahora, vean cómo el cordero pascual y demás animalitos de sacrificio representaban a un hombre. Cuando llegó el Cordero Pascual y el Macho Cabrío de la Expiación, cuando llegó el “animalito” para sacrificio delante de Dios, Juan cuando lo vio dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”3. Y cuando todas las personas miraron, vieron a un hombre llamado Jesucristo. ¿Ven?

Ahora, vean cómo Dios actualizó el cordero pascual y el macho cabrío de la expiación, y todos esos animalitos de sacrificios, cómo los actualizó en la persona de Jesucristo.

Encontramos también la resurrección de Cristo, lo cual estaba representada también en medio del pueblo hebreo; y también cómo actualizó el Día de Pentecostés. Encontramos que cuarenta días después de la resurrección de Cristo, Él llegaba el Día de Pentecostés; o sea que…, o sea, cincuenta días después Él estuvo, Cristo estuvo resucitado con los discípulos, estuvo apareciéndoles por 40 días; se fue y les dijo: “Dentro de muy poco tiempo ustedes serán llenos del poder de lo alto”4.

Y encontramos que cuando llegó el día de pentecostés, o sea, el día cincuenta, el cual el pueblo hebreo guardaba delante de Dios, porque era un día festivo delante de Dios; encontramos que descendió el Espíritu Santo sobre 120 personas que estaban en el aposento alto orando a Dios.

Eran creyentes en Cristo; allí estaban los apóstoles de Cristo (exceptuando a Judas Iscariote), y allí estaba María la madre de Jesús, o sea, la mujer por la cual vino Jesucristo, y allí estaban otras mujeres que habían seguido a Cristo en Su ministerio, y otras personas que habían seguido a Cristo en Su ministerio. Estaban reunidas allí en total 120 personas5.

Y fueron llenas del Espíritu Santo el Día de Pentecostés6; pues allí Dios actualizó lo del Día del Pentecostés, lo actualizó derramando Su Espíritu Santo sobre 120 personas. Pentecostés… o sea, cincuenta es pentecostés, o pentecostés es cincuenta.

Y así por el estilo podemos ver cómo Dios va actualizando todas esas fiestas que le dio al pueblo hebreo. Y podemos ver que aún el pueblo hebreo…, para el Día Postrero estará en el medio del pueblo hebreo, el cual no reconoció a Cristo en Su Primera Venida; ahora, para el Día Postrero, en medio del pueblo hebreo se estará cumpliendo esta fiesta o este día de la expiación. Dice en Levítico, capítulo 23, verso 26 en adelante:

“A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.

Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios (para la reconciliación del pueblo hebreo)”.

Y ahora, vean ustedes cómo para la reconciliación de los hijos e hijas de Dios de entre los gentiles se ha requerido el Sacrificio de la Expiación, que es el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; pero ahora el pueblo hebreo en el Día Postrero será reconciliado con Dios, y vamos a ver cómo será todo esto. Dice:

“Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.

Y cualquiera persona que hiciere trabajo alguno en este día, yo destruiré a la tal persona de entre su pueblo.

Ningún trabajo haréis; estatuto perpetuo es por vuestras generaciones en dondequiera que habitéis.

Día de reposo será a vosotros, y afligiréis vuestras almas, comenzando a los nueve días del mes en la tarde; de tarde a tarde guardaréis vuestro reposo”.

Y ahora, nos habla Dios por medio del profeta Zacarías, en el capítulo… vamos a ver… Zacarías, capítulo 12, verso 10, nos dice de la siguiente manera. Dice:

“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito.

En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.

Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de la casa de Natán por sí, y sus mujeres por sí;

los descendientes de la casa de Leví por sí, y sus mujeres por sí; los descendientes de Simei por sí, y sus mujeres por sí;

todos los otros linajes, cada uno por sí, y sus mujeres por sí”.

Ahora, vean cómo será actualizado este día de la expiación en medio del pueblo hebreo. Por eso también nos habla en Apocalipsis, capítulo 1, verso 7 en adelante, dice:

“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”.

Ahí, vean ustedes cómo el pueblo hebreo hará lamentación por Él; o sea que estarán llorando y lamentándose por haber crucificado a Cristo, y estarán arrepentidos de su pecado y de todos sus demás pecados; y ahí se cumplirá (para el pueblo hebreo), ese Día de Expiación que Dios le había dado al pueblo hebreo para guardar.

Y ahora, el Cordero o el Macho Cabrío de la Expiación, vean ustedes, no es un animalito, sino nuestro amado Señor Jesucristo, que fue sacrificado en la Cruz del Calvario.

Y ahora, ellos van a entender el misterio de la crucifixión de Cristo dos mil años atrás allá en la Cruz del Calvario, y van a recibir el beneficio de ese Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, en el cual ellos obtendrán la reconciliación con Dios.

El pueblo hebreo, vean ustedes, ha estado con graves problemas por todos estos dos mil años, aproximadamente, que han transcurrido de Cristo hacia acá, ¿por qué? Porque ellos no han recibido la Expiación por el pecado y por la reconciliación con Dios; pues desde el día en que Tito, el general romano, destruyó a Jerusalén y al templo de Jerusalén, no ha tenido el pueblo hebreo un templo dónde ofrecer a Dios el sacrificio y la sangre de la expiación, no ha tenido un lugar donde ofrecer la sangre de la expiación del macho cabrío; y por consiguiente, el pueblo hebreo no ha estado reconciliado con Dios; y por consiguiente, ha estado recibiendo los juicios divinos que han estado cayendo sobre el pueblo hebreo. Por eso fue que Hitler por poco extermina al pueblo hebreo, y otros dictadores, como Mussolini y Stalin, los cuales persiguieron al pueblo hebreo.

Pero esas naciones, que persiguieron al pueblo hebreo bajo esos dictadores, recibirán su recompensa; porque Dios dijo a Abraham, a Isaac y a Jacob, y al pueblo hebreo: “El que te bendijere será bendito, y el que te maldijere será maldito”7.

O sea que Dios vengará la sangre de todos esos hebreos que han sido martirizados; y también Dios vengará la sangre de todos los hijos e hijas de Dios, los miembros de la Iglesia de Jesucristo, que han sido perseguidos y que han sido martirizados en edades pasadas; y también los que han sido martirizados en este tiempo; Dios vengará la sangre de ellos. Y por eso es que viene el día de venganza del Dios nuestro, para recompensar a cada uno según sea su obra8.

Y ahora, hemos visto este misterio de la expiación; y hemos visto cómo es que Dios actualiza las cosas; y cuando las personas buscan un cordero pascual, cuando Dios lo actualiza, lo que aparece es un hombre llamado Jesús. Y cuando actualiza el macho de la expiación, cuando Dios lo actualiza lo que aparece es un hombre llamado Jesús, ¿ven?

Ahora, vean ustedes cómo Dios actualiza todo esto que le dio al pueblo hebreo.

Y el Año del Jubileo actualizado es el ciclo divino donde serán restaurados a la vida eterna todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero: esos son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo; los que han muerto en cuanto al cuerpo físico en edades pasadas, y alguno de los nuestros que también han muerto en cuanto a su cuerpo físico y se encuentran en el Paraíso; y nosotros los que vivimos.

Ellos serán resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados, si estamos todavía en este cuerpo cuando ellos sean resucitados; y si no estamos en este cuerpo cuando ellos sean resucitados, pues no se preocupe, usted será uno de los que vendrá en la resurrección en el nuevo cuerpo.

Ahora, vean ustedes: “EL MISTERIO DEL NUEVO CUERPO”.

¿Y para quién es ese nuevo cuerpo?, ¿dónde están las personas que tendrán ese nuevo cuerpo en el Día Postrero, que lo recibirán, que recibirán ese cuerpo eterno? Pues aquí estamos siendo preparados en este Día Postrero para pronto, cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, nosotros ser transformados y tener el cuerpo nuevo, el cuerpo eterno y glorioso que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también; y así es como estaremos inmortales en cuerpos eternos, y estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Cristo dijo: “Si el Grano de Trigo no cae en tierra y muere, Él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”9. O sea, muchos granos de trigo iguales a Él. Y Cristo es el Grano de Trigo que cayó en tierra y murió.

Y ahora, para el Día Postrero, todos los creyentes en Él, que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo, recibirán un cuerpo eterno; si han muerto serán resucitados en cuerpos eternos, y si estamos vivos cuando esa resurrección ocurra, pues nosotros seremos transformados; y también tendremos el cuerpo nuevo, el cuerpo eterno, y seremos iguales a Jesucristo, el primer Grano de Trigo que fue sembrado en tierra – murió y fue sembrado en tierra.

Vean ustedes, si Cristo no muere en la Cruz del Calvario nosotros no estaríamos aquí en esta noche; porque para aquel tiempo en que Cristo murió, la raza humana tenía que morir, ¿por qué? Porque era el tiempo en que Dios llamaba al ser humano a juicio y derramaba el juicio divino, porque la paga del pecado es muerte10.

Y ahora, Cristo siendo inmortal, Él dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por Mí mismo para volverla a tomar”11. Siendo inmortal Cristo tomó nuestros pecados y se hizo mortal, y murió por nuestros pecados y con nuestros pecados, y quitó nuestros pecados, para que nosotros podamos vivir eternamente.

Y por eso es que todavía existe la raza humana: porque Cristo llevó nuestros pecados a la Cruz del Calvario; y el juicio divino que tenía que caer sobre la raza humana, cayó todo sobre nuestro amado Señor Jesucristo; y por eso fue que Cristo también tuvo que ir al infierno, porque ese es el lugar que tiene que ir todo pecador; y Cristo al tomar nuestros pecados se hizo pecado por todos nosotros.

No que era un pecador, sino que tomó nuestros pecados y se hizo pecado, y por eso tuvo que morir; se hizo mortal, y por eso tuvo que ir al infierno. Y allá en el infierno predicó a las almas encarceladas que habían sido desobedientes en el tiempo del profeta Noé. Eso está en Primera de Pedro, capítulo 3, versos 18 en adelante, donde dice:

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne, pero vivificado en espíritu;

en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua”.

Ahora vean, de aquella generación solamente ocho personas se salvaron: Noé, su esposa, sus tres hijos y sus tres nueras o yernas. Y vean ustedes, con ellos comenzó Dios una nueva generación.

Ahora, vean ustedes cómo Dios por medio de Cristo nos ha traído salvación y vida eterna, por medio de Cristo ha traído Dios la bendición del Cielo a la Tierra, para que nosotros podamos vivir eternamente, y en el Día Postrero podamos nosotros obtener ese cuerpo nuevo, ese cuerpo eterno.

Ya desde el momento en que la persona ha recibido a Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu Santo, la persona ya ha recibido vida eterna: ha recibido un espíritu de la sexta dimensión, un espíritu con vida eterna, un espíritu para toda la eternidad; y lo que le falta a la persona es el cuerpo físico y eterno que Él nos dará en este Día Postrero, cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados; y esto será en el Día Postrero, ¿cuándo? Cuando la Trompeta Final suene.

Y ya hemos visto que la Trompeta Final es el Mensaje del Evangelio del Reino, que viene de parte de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, el cual gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Ahora, vean ustedes cómo en este Día Postrero tendríamos esta bendición tan grande que Cristo ha prometido aquí en Su Palabra: estaríamos escuchando la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, o sea, la predicación del Evangelio del Reino por medio del Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero; y así seríamos llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, y seríamos preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.

¿Dónde están los que estarían escuchando la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, o sea, el Mensaje del Evangelio del Reino en el Día Postrero? Pues ¡aquí estamos! escuchando la predicación del Evangelio del Reino, y siendo preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero; para así tener el nuevo cuerpo que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.

Hemos visto: “EL MISTERIO DEL NUEVO CUERPO”; y cómo para el Día Postrero Él nos estaría llamando y juntando, y preparando, para recibir ese nuevo cuerpo, que es eterno, el cual Cristo ha prometido para todos nosotros.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DEL NUEVO CUERPO”.

Que pronto esa promesa se cumpla en cada uno de ustedes y en mí también; y pronto todos tengamos el nuevo cuerpo, y estemos en el cuerpo eterno para vivir por toda la eternidad. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche, dándole gracias a Cristo por la bendición tan grande que Él nos ha dado, y por la que nos dará en este Día Postrero: la bendición del nuevo cuerpo que pronto Él nos dará en este tiempo final.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL MISTERIO DEL NUEVO CUERPO”.

[Revisión agosto 2022]

1 Génesis 5:27

2 Génesis 1:26-27

3 San Juan 1:29

4 Hechos 1:1-9

5 Hechos 1:15

6 Hechos 2:1-4

7 Génesis 12:3, 27:29, Números 24:9

8 Romanos 2:5-6, Apocalipsis 22:12

9 San Juan 12:24

10 Romanos 6:23

11 San Juan 10:17-18

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