Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para tener compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y ver los misterios del Reino de Dios, del Reino de los Cielos, que ya están cumplidos, ver los que están cumpliéndose en el presente, y ver también los que se cumplirán más adelante, o sea, los que faltan por ser cumplidos.
Para esto quiero leer en Apocalipsis, capítulo 1, versos 1 al 3, donde dice:
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,
que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.
Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“LOS MISTERIOS YA CUMPLIDOS, LOS MISTERIOS EN CUMPLIMIENTO Y LOS MISTERIOS QUE SE CUMPLIRÁN”, es nuestro tema para esta ocasión.
En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, nos dice el apóstol San Juan:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Para poder comprender todas estas cosas que han sucedido ya, tenemos que ir al Programa Divino que Dios estableció para llevar a cabo durante estos tiempos que ya han transcurrido.
Por ejemplo, las cosas que han sucedido durante la Dispensación de la Gracia, encontramos que han sucedido de Cristo hasta este tiempo final.
Y encontramos que durante la Dispensación de la Gracia se han llevado a cabo siete etapas o edades de la Iglesia gentil, representadas estas edades en las siete iglesias de Asia Menor, que fueron escogidas como tipo y figura de las siete etapas por las cuales pasaría la Iglesia del Señor Jesucristo durante estas siete fases entre los gentiles, por las cuales la Iglesia pasaría; para las cuales Cristo estaría manifestado en Espíritu Santo a través de un hombre, de un mensajero, en cada edad, en cada etapa.
Entre los gentiles encontramos que Dios envió al apóstol San Pablo para la primera edad o etapa de Su Iglesia gentil; y San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”1.
En una ocasión el apóstol San Pablo, hablando acerca del ministerio que Dios había colocado en él, el cual los gentiles recibían y los hebreos rechazaban…; en una ocasión en que San Pablo y Bernabé estaban predicando, y hubo un grupo grande de hebreos y también de gentiles, dice así en el libro de los Hechos, capítulo 13, verso 44 en adelante, dice:
“El siguiente día de reposo se juntó casi toda la ciudad para oír la palabra de Dios.
Pero viendo los judíos la muchedumbre, se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y blasfemando.
Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios (o sea, a los judíos); mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia”.
Ahora, vean cómo creyeron todos aquellos que estaban ordenados (¿para qué?) para vida eterna.
Hay personas que no saben que a este planeta Tierra vienen seres humanos, y viven aquí, y están ordenados para vida eterna; sus almas están ordenadas para vida eterna, pues vienen de Dios; esos son los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y nada podemos hacer para ser o no ser de ese grupo de los escogidos o primogénitos de Dios; ya vienen destinados y predestinados y elegidos por Dios desde antes de la fundación del mundo; o sea que “no es del que quiere, ni del que corre (dice San Pablo), sino de Dios, que tiene misericordia”2.
Por eso es que encontramos que en el tiempo de Jesús hubo personas que creyeron en Jesús y hubo personas que no creyeron en Jesús.
Vean, siempre los que no creyeron —que son los incrédulos—, vean ustedes, son los que forman problema, y persiguen al Enviado de Dios en todos los tiempos. Persiguieron a los profetas del Antiguo Testamento, ¿quiénes? Los incrédulos; persiguieron a Juan el Bautista, ¿quiénes? Los incrédulos, aunque eran religiosos; persiguieron a Jesús, ¿quiénes? Los incrédulos.
Y vean, dice San Juan, capítulo 10, versos 22 en adelante:
“Celebrábase en Jerusalén la fiesta de la dedicación. Era invierno,
y Jesús andaba en el templo por el pórtico de Salomón.
Y le rodearon los judíos y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos turbarás el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente.
Jesús les respondió: Os lo he dicho, y no creéis; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí;
pero vosotros no creéis, porque no sois de mis ovejas, como os he dicho.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen,
y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre.
Yo y el Padre uno somos”.
¿Por qué? Porque el Padre celestial, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel del Pacto, ¿dónde estaba? Estaba dentro de aquel velo de carne llamado Jesús. Esto es lo que fue profetizado por Isaías en el capítulo 7, verso 14, cuando dijo: “He aquí el mismo Señor os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará su nombre Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)3”.
Vean cómo también por medio del profeta Malaquías estaba prometida la Venida del Mesías. Y para preparar al pueblo para la Primera Venida de Cristo, encontramos que Él enviaría (¿qué?) un mensajero; y el profeta Malaquías profetizó por el Espíritu de Dios lo que sucedería. Dice en el capítulo 3 de Malaquías, verso 1:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.
¿Quién enviaría Su mensajero? Dios, el Jehová del Antiguo Testamento, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto.
Se le llama el Ángel de Jehová cuando el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob está en Su cuerpo teofánico, en esa teofanía; se le llama el Ángel de Jehová, y es el mismo Jehová.
Porque cuando le apareció al profeta Moisés en el capítulo 3 del Éxodo, dice que le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en un arbusto, o sea, en una zarza allí en el desierto, en el Sinaí; y le habló, lo llamó, y le dijo que se quitara sus sandalias, sus zapatos, porque el lugar que pisaba era santo4. ¿Por qué? Porque allí estaba el Dios Santo; no porque el terreno de por sí era santo, sino porque allí estaba Dios, el cual santificaba ese lugar. Pero miren ustedes, en ese lugar se han llevado a cabo muchas guerras.
Ahora, vean ustedes que también cuando le apareció el Ángel de Jehová a Josué, le dijo: “Quítate tus zapatos, tus sandalias, porque el lugar donde estás es santo”5. ¿Por qué? Porque allí nuevamente estaba el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Santo de los santos, y estaba santificando ese lugar; era santificado por la presencia de Dios.
Y ahora, vean aquí, el que vendrá es el que envía Su mensajero delante de Él; dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.
¿A quién le prepararía el camino este mensajero? Al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Vean aquí que es el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, el Señor; dice:
“… y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (o sea, Elohim), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
¿Quién vendría? Pues el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová; el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob vendría en carne humana en medio del pueblo hebreo. Por eso es que en San Juan, capítulo 1, dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios”.
O sea que cuando se habla de Dios en Su cuerpo teofánico, se habla del Verbo, de ese cuerpo de la Palabra, de esa teofanía. Y luego dice:
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (San Juan, capítulo 1, verso 1 al 3).
Y luego, en el verso 9, dice (del capítulo 1 de San Juan):
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció”.
Ahora, tenemos la promesa que el Verbo, que es la Luz, vendrá a la Tierra, vendrá a este mundo.
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…”.
¿Quién se hizo carne? El Verbo. “Y el Verbo era en el principio con Dios, y el Verbo era Dios”. Dios con Su cuerpo teofánico se hizo carne, y habitó en ese cuerpo de carne llamado Jesús. Era nada menos que Emanuel: Dios con nosotros, en medio de la raza humana, en medio del pueblo hebreo.
El pueblo hebreo tenía la promesa de la Primera Venida de Cristo; y por eso, por medio de un hombre nacido en medio del pueblo hebreo tenía que cumplirse la Primera Venida de Cristo; y por medio de un hombre nacido allá en medio del pueblo hebreo también tenía que cumplirse la promesa del precursor de la Primera Venida de Cristo, que fue (¿quién?) Juan el Bautista; el que le prepararía el camino al Señor, vean ustedes, fue Juan el Bautista.
El pueblo hebreo estaba esperando la venida del profeta Elías, y no sabían que cuando Dios promete la venida de un profeta que ya vino en el pasado, cuando cumple esa promesa de nuevo y viene el profeta llamado de ese nombre que tuvo en el pasado, lo que sucede es que Dios envía un profeta de ese tiempo presente con el ministerio de aquel profeta del pasado; y en ese profeta, el Espíritu de Dios que estuvo en aquel profeta del pasado viene manifestado, operando el ministerio que había operado en aquel profeta del pasado.
Por eso cuando el profeta Elías fue a ser raptado en un carro de fuego o platillo volador (como se le llama en la actualidad), le dijo a Eliseo su siervo: “Pide lo que tú quieras antes de que yo sea quitado de en medio de ti, y te será concedido”. Eliseo, que era siervo de Elías, le dijo: “Que una doble porción del espíritu que está en ti venga sobre mí”. Elías le dice: “Cosa difícil tú has pedido”6.
Era más fácil pedir ser rey de Israel o ser rey del mundo entero, y le sería concedido, que pedir ser un hombre con una doble porción ministerial para aquel tiempo con el espíritu y virtud de Elías, o sea, con el ministerio de Elías nuevamente en una doble porción.
Pero Dios le había dicho al profeta Elías allá en el monte Sinaí, en la cueva donde él estuvo, le había dicho: “Regrésate por el camino por el cual has venido, y ve, y unge a Hazael por rey de Siria, a Jehú por rey de Israel, y a Eliseo por profeta en lugar tuyo (o sea, ‘por sucesor tuyo’)”7.
Así que ya el profeta Elías sabía quién sería su sucesor; por lo tanto, la petición hecha por Eliseo estaba conforme a la Voluntad de Dios; o sea que estaba pidiendo algo conforme a la Voluntad de Dios. Y para la posición que ocuparía Eliseo en el Programa Divino, necesitaba el ministerio de Elías; y él lo quería en una doble porción.
Elías le dijo: “Cosa difícil tú has pedido”. ¿Por qué? Porque una persona no puede decir: “Yo quiero ser un profeta”, y menos decir: “ser un profeta con la doble porción, con una doble porción del espíritu que está en Elías”; porque Dios no le permite o no le concede una petición a un ser humano de ser un profeta, porque no es del ser humano el que determina si es o no es un profeta aquí en la Tierra; es Dios desde antes de la fundación del mundo el que ya en Su Programa determinó cuántos profetas Él enviaría.
¿Y qué es un profeta? Un profeta es un hombre que viene enviado por Dios a la Tierra con las dos consciencias juntas; viene con un espíritu de profeta de la sexta dimensión. Porque los espíritus de los profetas pertenecen a Dios, y son enviados de edad en edad y de dispensación en dispensación para traer la Palabra de Dios al pueblo de Dios. Vienen de la sexta dimensión esos espíritus de profetas, y son manifestados en carne humana aquí en la Tierra en seres humanos ordenados por Dios para ese propósito; por eso es que pueden ver y escuchar en la sexta dimensión, y ver en otras dimensiones, y recibir la Palabra de Dios correspondiente a esa edad o a esa dispensación en que están viviendo; en ese hombre viene sellada la Palabra de Dios para ese tiempo, viene sellado el Programa Divino correspondiente a esa edad o a esa dispensación.
Y Dios no lo puede cambiar; o sea que Dios no puede decir: “Este hombre no me está funcionando bien; lo voy a cambiar por otro hombre”. No lo puede hacer, porque ya eso es un Programa Divino establecido por Dios desde antes de la fundación del mundo; ya ese profeta viene diseñado por Dios para esa edad o para esa dispensación, y viene en él sellado el Mensaje correspondiente a ese tiempo; y ningún otro hombre puede obtener el Mensaje para esa edad o para esa dispensación, sino el profeta enviado por Dios para esa edad o para esa dispensación.
Miren el caso del profeta Moisés: para el tiempo en que vivió el profeta Moisés tenía que ser cumplida la promesa de la liberación del pueblo hebreo conforme a como fue dada al profeta y patriarca Abraham en el capítulo 15 del libro del Génesis. Dios le había dicho al profeta y patriarca Abraham que su descendencia, vean ustedes, sería grande, pero que sería esclava en una nación… Vean ustedes, capítulo 15, versos 12 en adelante, dice:
“Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.
Entonces Jehová dijo a Abram: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será esclava allí, y será oprimida cuatrocientos años (recuerden que todavía Abraham no había tenido hijos por medio de Sara).
Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo; y después de esto saldrán con gran riqueza.
Y tú vendrás a tus padres en paz, y serás sepultado en buena vejez.
Y en la cuarta generación volverán acá; porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí.
Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.
En aquel día hizo Jehová un pacto con Abram, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra, desde el río de Egipto hasta el río grande, el río Eufrates…”.
Ahora, vean cómo Abraham, sin todavía tener un hijo…, ni siquiera tenía a su hijo Ismael por medio de Agar, y menos a su hijo Isaac por medio de Sara; Sara era estéril, y Sara para ese tiempo tenía unos cuantos años, y Abraham también; y ya Dios le está prometiendo a Abraham una liberación para su descendencia, y todavía no tenía descendencia manifestada.
Y vean ustedes, cuando también le apareció Dios a Abraham como el Rey de Salem o de Jerusalén, llamado Melquisedec, dice que Abraham diezmó a Melquisedec, y todavía no había nacido Isaac; y dice San Pablo que cuando Abraham diezmó a Melquisedec, Leví también estaba diezmando allí, porque estaba (¿dónde?) en los lomos de Abraham8.
Y ahora, ¿dónde estaba la descendencia de Abraham que sería cautiva en la tierra de Egipto? Pero Dios no le dice aquí cuál sería la tierra; pero luego, por la historia, sabemos que fue la tierra de Egipto. Y ahora, ¿dónde estaba esa descendencia de Abraham? Pues estaba en los lomos de Abraham.
Y ahora, vean ustedes que para cumplirse todo lo que Dios ha prometido, encontramos que Dios trabaja en Su Programa y da Su Palabra, y luego Su Palabra se materializa a medida que va pasando el tiempo; primero es dada la Palabra Divina, y después se materializa esa Palabra de Dios.
Y ahora, vean ustedes que cuando Dios le habla aquí al profeta Abraham y patriarca Abraham de que ellos servirán a una nación extraña por 400 años, y después de esto saldrán con gran riqueza, les está hablando de una liberación que llevará a cabo Dios con la descendencia de Abraham cuando se haya cumplido el tiempo de la esclavitud; y para cumplirse esta promesa de la liberación del pueblo hebreo, Dios necesitaba tener un hombre, un profeta en la Tierra, un hombre con las dos consciencias juntas.
Hay hombres profetas que vienen a la Tierra, los cuales vienen con las dos consciencias juntas; unos son enviados para una edad y otros son enviados para una dispensación.
Cuando se habla de un profeta grande se habla – o de un hombre grande, se habla de un profeta, pero cuando se habla de uno más grande se habla de un profeta dispensacional: ese es la clase de profeta más grande que puede existir y que Dios puede enviar a la Tierra. Y por eso, cuando se cumplió la Primera Venida de Cristo, vino como un profeta dispensacional: el profeta de la Dispensación de la Gracia.
Y ahora, vean ustedes también que para la liberación del pueblo hebreo Dios tenía que enviar un profeta, un profeta dispensacional, que fue Moisés; él estuvo en medio del pueblo hebreo por 40 años, y ellos no entendían que ese era el hombre, el profeta para ellos, para la liberación del pueblo hebreo. Y cuando mató a un egipcio que estaba maltratando a un hebreo, encontramos que tuvo que huir para Madián, porque el faraón estaba buscando a Moisés para matarlo, para aplicarle la pena máxima —que es la pena de muerte— por matar un egipcio; y vino a ser Moisés un hombre solicitado por la justicia del faraón, o sea, vino a ser un fugitivo.
Pero vean ustedes, eso no impidió para continuar siendo el profeta señalado por Dios para la liberación del pueblo hebreo, un profeta dispensacional; y tuvo esos problemas. Pero vean ustedes, ¿no sabía Dios que tendría esos problemas? Por cuanto todas las cosas obran para bien para los hijos e hijas de Dios, ¿cuánto más para un profeta de Dios? Eso ocasionó que Moisés se fuera a Madián, en donde estuvo como pastor de ovejas por 40 años, y Dios estuvo allí enseñando a Moisés.
Porque la sabiduría que Moisés había obtenido en Egipto, allá en el reino del faraón, no servía para la liberación del pueblo hebreo; porque no sería con ejércitos y espadas, “sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor”. Así es la Obra de Dios: siempre es con el Espíritu de Dios. “No es con ejércitos y con fuerzas, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor”; Zacarías, capítulo 4, así lo dice.
Y ahora, vean ustedes, Moisés vivió por 40 años en Madián como pastor de ovejas, y estuvo a cargo de todo el rebaño de ovejas de Jetro su suegro; vino a ser como administrador de Jetro su suegro en toda esa – esas riquezas que tenía Jetro, el suegro de Moisés, que era también sacerdote allá en Madián, y creía en el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob; era de la descendencia de Abraham también.
Y ahora, vean ustedes, durante 40 años Dios sacó de Moisés toda la sabiduría humana y colocó la sabiduría divina, y lo ungió para ser el mensajero que sacaría al pueblo hebreo de Egipto; allí en el monte Sinaí, cuando lo llamó, lo ungió; y el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que había prometido la liberación del pueblo hebreo, le dijo a Moisés en el Éxodo, capítulo 3 (vamos a ver cómo le dice Dios aquí a Moisés), verso 6 en adelante:
“Y dijo: Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tuvo miedo de mirar a Dios.
Dijo luego Jehová: Bien he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he oído su clamor a causa de sus exactores; pues he conocido sus angustias,
y he descendido para librarlos de mano de los egipcios, y sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y ancha, a tierra que fluye leche y miel, a los lugares del cananeo, del heteo, del amorreo, del ferezeo, del heveo y del jebuseo.
El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen.
Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.
Entonces Moisés respondió a Dios: ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel?
Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte”.
Ahora, vean que Dios había descendido para librar al pueblo hebreo, libertar al pueblo hebreo de la esclavitud; y ahora necesitaba un hombre, un profeta, para ir en ese profeta, y por medio de ese profeta Dios manifestarse y libertar al pueblo hebreo.
Moisés pregunta: “¿Quién soy yo para que vaya a hacer eso?”. Moisés era el profeta de Dios para la Dispensación de la Ley, para la quinta dispensación. Y Moisés no sería el que libertaría al pueblo, sino Dios a través de Moisés; por lo tanto, la Obra la llevaría a cabo el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que fue el que prometió libertar al pueblo hebreo.
Vean ustedes que sin Moisés la liberación del pueblo hebreo no se podía llevar a cabo. No importa cuánto tiempo el pueblo hebreo estuviera allí en Egipto; si no iba Moisés… Dios no podía ir en otro hombre; tenía que ir manifestado en el profeta Moisés, porque ese es el profeta de la Dispensación [de la Ley] ordenado por Dios desde antes de la fundación del mundo.
Y así es para cada edad y para cada dispensación: la manifestación de Dios siempre es realizada por medio del profeta mensajero para esa edad o para esa dispensación.
Por eso es que dice Dios por medio del profeta Moisés en el capítulo 18 de Deuteronomio, verso 15 en adelante:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis (¿A quién dice Dios que el pueblo de Dios está llamado a escuchar? Al profeta que Dios levanta en medio del pueblo);
conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb (o sea, en el monte Sinaí) el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.
Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca (¿Dónde Dios coloca Sus palabras? En la boca del profeta que Él envía), y él les hablará todo lo que yo le mandare”.
¿Qué hablará el profeta que Dios envía? Todo lo que Dios le mande a hablar.
Cuando las personas tienen hambre y sed (como dice el profeta Amós en el capítulo 8, versos 11 en adelante: “Hambre y sed, no de pan y agua, sino de oír la Palabra de Dios”), ¿dónde la van a buscar? En la boca del profeta que Él envía para ese tiempo; ese es el mensajero que viene con el Pan de vida eterna; “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”9, que sale del profeta mensajero de Dios enviado para cada edad y para cada dispensación.
Y dependiendo del tiempo, de la edad y dispensación en que la persona está viviendo, la persona tiene que buscar ese mensajero que Dios envía para ese tiempo, para recibir la Palabra de Dios por medio de ese mensajero; porque esa Palabra es el alimento espiritual para el alma de esa persona. Porque no solamente de pan literal y agua literal vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios; y la boca de Dios son los profetas de Dios; en ellos es que Dios coloca Su Palabra. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas” (Amós, capítulo 3, versos 7).
Y Deuteronomio, capítulo 8, verso 3 al 4, nos dice que “no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”. Y también encontramos que Jesucristo en San Mateo, capítulo 4, verso 4, y Lucas, capítulo 4, versos 4, dice: “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.
Una persona, para alimentarse espiritualmente en la edad o dispensación que le ha tocado vivir, necesita recibir esa Palabra, ese Mensaje de Dios que Dios da por medio de ese mensajero, de ese profeta enviado para esa edad o para esa dispensación; no hay otra forma.
Ahora, vean cómo por medio del profeta Moisés Él nos enseña estas cosas; y dice:
[Deuteronomio 18:19] “Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.
En el libro de los Hechos, capítulo 3, versos 18 al 23, nos dice: “Yo le desarraigaré del pueblo”; pierde el derecho a ser parte del pueblo de Dios y, por consiguiente, a la vida eterna.
Porque no es una cosa de la persona decir: “Yo no estoy interesado en escuchar ese Mensaje que Dios da por medio de ese profeta”. Toda persona está llamada a escuchar a ese profeta: “A él oiréis”, dijo Dios por medio del profeta Moisés.
Y ahora, vean ustedes cómo de edad en edad y de dispensación en dispensación Dios ha enviado profetas, tanto en el Antiguo Testamento como en el Nuevo Testamento, y ahí ha estado la Palabra de Dios para el pueblo para cada edad y para cada dispensación.
Y ahora, encontramos que en el Antiguo Testamento los profetas de Dios fueron enviados, y el último de ellos fue Juan el Bautista; “porque los profetas hasta Juan el Bautista profetizaron”, dice Jesucristo10; pero los profetas del Nuevo Testamento, encontramos que comenzaron con el Señor Jesucristo: el profeta más grande tanto del Antiguo y del Nuevo Testamento. Y luego Jesucristo ha enviado profetas en diferentes etapas.
Vean ustedes, San Pedro fue un profeta y también apóstol. Encontramos que muchos de los discípulos de Jesucristo fueron apóstoles y profetas; y también entre los ángeles mensajeros de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, que están colocados aquí en este diagrama, encontramos que algunos de ellos fueron profetas también, como San Pablo y como Martín también, y como William Branham: fueron profetas de Dios, en donde estaba la Palabra de Dios. Y los demás mensajeros de las siete edades fueron hombres de Dios en donde Dios colocó Su Palabra, el Mensaje correspondiente a la edad en que Él los envió y en el territorio donde Él los envió.
Y encontramos que en la primera edad tenemos a San Pablo como el mensajero en donde estaba el Espíritu de Cristo manifestado, donde estaba el Espíritu de Dios manifestado hablándole a Su pueblo, hablando y llamando a los escogidos de Dios correspondientes a esta primera etapa o edad de la Iglesia del Señor Jesucristo, que se cumplió en Asia Menor.
Luego, para la segunda etapa o edad, el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo estaba en Ireneo, llamando y juntando a los escogidos de esa segunda etapa allá en Francia; y fueron reunidos en la segunda edad de la Iglesia del Señor.
Y así por el estilo, encontramos que por medio de cada ángel mensajero Cristo ha estado manifestado en Espíritu Santo, llamando y juntando a Sus escogidos en cada edad.
Luego pasamos a la séptima edad de la Iglesia gentil, que se cumplió en Norteamérica, y Jesucristo en Espíritu Santo estuvo manifestado en el reverendo William Branham, que fue el mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil, y fue también el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, vean ustedes, él fue el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en el cual estuvo el Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo, operando el ministerio de Elías por cuarta ocasión; porque ya lo había operado —ese ministerio— en Elías Tisbita por primera ocasión, en Eliseo por segunda ocasión…
Porque cuando los hijos de los profetas vieron que Eliseo tomó el manto de Elías, cuando Elías fue raptado al Cielo, y lo dobló, e hirió las aguas del Jordán, y se abrieron las aguas del Jordán, dijeron: “El espíritu de Elías ha reposado sobre Eliseo”11; allí estaba el ministerio de Elías por segunda ocasión; había recibido Eliseo el espíritu ministerial de Elías, había recibido una doble porción del espíritu que estaba en Elías, conforme a como él pidió y conforme a como estaba ordenado por Dios para ser manifestado en el profeta Eliseo.
Y luego, la tercera ocasión en que estuvo el ministerio de Elías manifestado fue en Juan el Bautista.
Y el Arcángel Gabriel, vean ustedes, hablando acerca de Juan el Bautista, dice a Zacarías el sacerdote y padre de Juan el Bautista (el cual no podía tener hijos por medio de su esposa Elisabet, y ambos estaban ya avanzados en edad), dice que tendrán un hijo. Dice, capítulo 1, verso 13 en delante (de San Lucas), dice:
“Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Y tendrás gozo y alegría…”.
Tendría gozo y alegría. Porque, vean ustedes, la petición de Zacarías y su esposa Elisabet era que Dios le diera un hijo; desde que se casaron tenían esa petición, y ahora cuando ya están ancianos la petición le sería concedida. Su petición había sido escuchada por Dios, y ahora le iba a ser concedida esa petición; había sido escuchada por Dios cuando la hicieron por primera vez; pero ahora le sería concedida esa petición, y tendría una bendición muy grande.
Porque es mejor que venga la contestación a la petición que uno le hace a Dios en el tiempo ordenado por Dios, y no que uno obtenga por la propia cuenta de uno lo que uno quiere; porque cuando uno obtiene lo que uno quiere por la propia cuenta de uno, no obtiene uno lo mejor; pero cuando es Dios el que le da a uno conforme a Su voluntad, miren ustedes la bendición tan grande que la persona recibe. Dice:
“Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.
Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;
porque será grande delante de Dios”.
Lo que es más importante es que sea el hijo o los hijos que uno va a tener, que sean grandes delante de Dios, o sea, que sean hijos o hijas de Dios para vida eterna; y este sería grande delante de Dios. Dice:
“No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre.
Y hará que muchos de los hijos de Israel se conviertan al Señor Dios de ellos.
E irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías (¿Cómo vendría ese hijo de Zacarías? Con el espíritu y el poder de Elías), para hacer volver los corazones de los padres a los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto”.
Así que Juan el Bautista sería el Elías prometido en la Escritura que vendría preparándole el camino al Señor.
¿Y quién dice que sería el Elías que vendría en adición a lo que ya el Arcángel Gabriel dijo? Lo dice otra persona muy importante. En San Mateo, capítulo 11, verso 13 al 14, dice:
“Porque todos los profetas y la ley profetizaron hasta Juan”.
¿Ve? Los profetas y la Ley llegaron hasta Juan el Bautista. Los profetas del Antiguo Testamento llegaron hasta Juan el Bautista, porque él fue el último profeta del Antiguo Testamento; y de ahí en adelante vendrían otros profetas, como Jesús y discípulos de Jesús, y ángeles mensajeros para edades de la Iglesia del Señor.
Pero para la Dispensación de la Gracia, y luego para la Dispensación del Reino, vendría uno solo, y eso lo vamos a ver en algún momento.
Ahora, sigue diciendo:
“Y si queréis recibirlo (o sea, ‘si quieren recibir a Juan el Bautista’), él es aquel Elías que había de venir”.
¿Quién dice también que Juan el Bautista es aquel Elías que había de venir? Nuestro amado Señor Jesucristo.
Y luego, cuando descienden del Monte de la Transfiguración (en otra ocasión), que le preguntan acerca de Elías – cuando le preguntan acerca de Elías, vean ustedes lo que Jesús dice…; vamos a ver, capítulo 17 de San Mateo, verso 10 en adelante, dice:
“Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué, pues, dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero?”.
¿Ven? El pueblo hebreo estaba esperando la venida de Elías. Ellos pensaban que como Elías se fue en un carro de fuego, vendría en un carro de fuego (o sea, en un platillo volador), y que tenía que ser el mismo Elías, el mismo Elías Tisbita.
“Respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías viene primero (hablando de un Elías que vendrá para el tiempo final), y restaurará todas las cosas.
Mas os digo que Elías ya vino (y ahora le habla de un Elías que vino en ese tiempo de Jesús), y no le conocieron, sino que hicieron con el todo lo que quisieron; así también el Hijo del Hombre padecerá de ellos.
Entonces los discípulos comprendieron que les había hablado de Juan el Bautista”.
Porque Juan el Bautista era aquel Elías que vendría preparándole el camino al Señor; era la voz de uno clamando en el desierto12, uno con el Espíritu de Cristo, con el Espíritu de Dios, con el Espíritu Santo, en el cual el Espíritu Santo estaría operando el ministerio de Elías por tercera ocasión.
Y luego, vean ustedes, apareció el Mesías, el Cristo, del cual Juan el Bautista dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Juan el Bautista dijo: “Yo no lo conocí; pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre aquel que tú veas descender el Espíritu Santo en forma de paloma y permanecer sobre él, ese es Él”. Eso lo habla Juan el Bautista en el Evangelio según San Juan13. Y Juan el Bautista dice que él le vio, él le vio descender sobre Jesús, y por eso dio testimonio que Jesús era el hombre al cual él le estaba preparando el camino; lo identificó como el Mesías y como el Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo.
Ahora, miren cómo estas cosas estuvieron sucediendo en medio del pueblo hebreo conforme a como Dios había prometido. Y el sumo sacerdote y los doctores de la Ley, y los sacerdotes, y el Concilio del Sanedrín (formado o constituido por 70 sabios hebreos) no pudieron comprender lo que estaba sucediendo en aquel tiempo; pero Juan el Bautista y Jesús dieron testimonio de lo que estaba sucediendo; el precursor y el precursado dieron testimonio de lo que estaba cumpliéndose conforme a los misterios del Reino de Dios para aquel tiempo.
Y vean ustedes, las personas no se podían dejar llevar por las opiniones aun de los grandes sabios del pueblo hebreo, ni siquiera del sumo sacerdote; porque ellos opinaban en contra del cumplimiento de la Venida del Mesías y de la venida de Su precursor.
Aunque decían que estaban esperando a Elías, cuando vino, miren ustedes, se llamaba Juan el Bautista, y ellos decían: “No, aquí dice que viene Elías; literalmente lo estamos esperando”; pero cuando vino, lo que vino fue el ministerio de Elías en otro hombre llamado Juan el Bautista: fue la tercera manifestación o tercera ocasión en que el ministerio de Elías fue manifestado. La cuarta ocasión fue en el reverendo William Branham.
Ahora, es muy importante entender estas cosas del pasado, para que así no nos pase por encima el cumplimiento de las cosas correspondientes a este tiempo final.
Ahora, ¿a quién hubiera escuchado usted en aquel tiempo?, ¿a Juan el Bautista y Jesús, o al sumo sacerdote y el Concilio del Sanedrín y los doctores de la Ley y sacerdotes de aquel tiempo? ¿A quién hubiera escuchado usted? Si usted escuchaba a quien Dios decía que escucharan, pues usted hubiera escuchado a Juan el Bautista primero y después a Jesús de Nazaret; porque Dios dijo por medio del profeta Moisés: “Profeta como yo os levantará el Señor vuestro Dios; a él oiréis”. Y el pueblo estaba escuchando – algunos de ellos estaban escuchando a Jesús, pero otros estaban escuchando al sumo sacerdote y a los sacerdotes de aquel tiempo; y por eso no podían creer algunas personas en Jesús de Nazaret; pero otros si podían creer.
Ahora, vean que siempre hay dos grupos: los que creen y los que no creen. ¿Y en qué grupo usted hubiera deseado estar? Pues en los que creen. Nadie quiere estar entre los incrédulos.
Pero si las personas no comprenden el Programa que Dios está llevando a cabo en el tiempo que está viviendo o que se está viviendo, ¿qué sucede? Algunos vienen a estar en el grupo de los incrédulos, porque no pueden comprender lo que está sucediendo, porque se ponen a escuchar las opiniones de los que están en contra de lo que Dios está realizando; y lo que Dios realiza en cada tiempo es lo que Él prometió en Su Palabra; y ahí vienen entonces otros opinando en contra de lo que Dios está cumpliendo. Pero siempre estará el mensajero de esa edad y de esa dispensación dando testimonio de lo que Dios está realizando en ese tiempo. Y “el que es de Dios, la Voz de Dios oye”14.
Así fue en cada edad, así fue en el tiempo de los profetas del Antiguo Testamento, así fue en el tiempo de Juan el Bautista y de Jesús, así fue en el tiempo de los apóstoles, así fue en el tiempo de los siete ángeles mensajeros, y así es hoy en nuestro tiempo.
Ahora, hemos visto que han sucedido todas estas cosas en el pasado: son promesas que fueron cumplidas durante edades y dispensaciones pasadas.
Pero para nuestro tiempo tenemos la promesa de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Y hemos visto ya el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el cual vino con el espíritu y virtud de Elías, preparando el pueblo; preparando al pueblo ¿para qué? Para la Venida del Hijo del Hombre, para la Segunda Venida de Cristo.
Y ahora, vean ustedes, si las personas que estaban en aquel momento en que Juan el Bautista dijo que después de él vendría uno del cual él no era digno de desatar la correa de Su calzado…, y cuando lo vio dijo: “Este es el hombre, este es Aquel del cual yo dije que vendría después de mí, este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Vean, Juan el apóstol y Andrés, el hermano de Pedro, se fueron detrás de Jesús. ¿Hicieron mal o hicieron bien? Hicieron bien. Porque el precursor viene para preparar el camino al que vendrá después de él, para que las personas que son preparadas sigan al precursado, o sea, sigan a aquel que vendrá después del precursor.
Y el que vendría después de Juan el Bautista, el precursor, sería Jesús de Nazaret, y a Él estaban todos llamados a seguir. Todos los discípulos de Juan el Bautista estaban llamados a seguir a Jesús, el cual les bautizaría con Espíritu Santo y Fuego. Los que se quedaron con Juan el Bautista no recibieron el bautismo del Espíritu Santo y Fuego el Día de Pentecostés; y hasta que no recibieron a Cristo como su Salvador y lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo, no pudieron recibir el Espíritu Santo.
Vean ustedes cómo no se pueden quedar con el precursor.
San Pablo encontró (en el capítulo 19 del libro de los Hechos) a unos discípulos de Juan el Bautista, y vean lo que dice; capítulo 19, verso 1 en adelante, dice:
“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos,
les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo”.
Ni siquiera sabían acerca del bautismo del Espíritu Santo; y eran discípulos de Juan el Bautista, del precursor de la Primera Venida de Cristo, del Elías que tenía que venir en aquel tiempo en la tercera manifestación del ministerio de Elías.
“Entonces dijo (San Pablo): ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan (eran discípulos de Juan y habían sido bautizados por Juan el Bautista).
Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo”.
Esa es la labor de un precursor: preparar al pueblo y decirle que crean en el que vendrá después de él, que es el precursado, al cual él le está preparando el camino.
Y ahora, los discípulos de Juan el Bautista, vean ustedes, no habían recibido el Espíritu Santo; pero los discípulos de Juan el Bautista que habían recibido a Cristo, que se habían ido con Jesús, habían dejado a Juan (por supuesto) para seguir a Jesús; pero no lo habían dejado por problemas, sino que lo habían dejado porque Juan les dijo: “Este es el hombre, este es del cual yo dije que vendrá después de mí uno mayor que yo, el cual les va a bautizar con Espíritu Santo y Fuego”. Y para poder recibir el bautismo del Espíritu Santo y Fuego, tenían que seguir ¿a quién?, ¿al precursado o al precursor? Al precursado.
Aunque hubieran recibido y hubieran seguido al precursor, luego tenían que seguir adelante y recibir al precursado, y seguirlo.
Y así es para el Día Postrero: Dios prometió un profeta mensajero para precursar la Segunda Venida de Cristo, y esa promesa ya se cumplió: y fue el reverendo William Marrion Branham.
Y ahora, para el Día Postrero tenemos la promesa de ser llenos de la plenitud del Espíritu Santo. ¿Y quiénes serán llenos en el Día Postrero de la plenitud del Espíritu Santo: los seguidores del precursor o los seguidores del precursado? Los seguidores del precursado serán los que serán llenos de la plenitud del Espíritu Santo, serán los que serán transformados en el Día Postrero; y morará Dios en toda Su plenitud en esas personas.
¿Y qué será de los seguidores del precursor? Pues los seguidores del precursor que sigan al precursado: recibirán la plenitud del Espíritu Santo también; y los que no lo sigan, los que no siguen al precursado: pues se quedarán sin la plenitud del Espíritu Santo, y por consiguiente se quedarán sin la transformación de sus cuerpos. Y esta es una verdad que es mejor decirla abiertamente así ahora, y no esperar a que ocurra la resurrección y la transformación de todos los santos; porque después ya no habrá oportunidad para otros ser transformados. Los que serán transformados serán aquellos que estarán siguiendo al precursado.
Así como en la Primera Venida de Cristo, los que seguirían al precursado serían los que serían bautizados con Espíritu Santo y Fuego en las primicias del Espíritu Santo; para el Día Postrero los seguidores del precursado en la Segunda Venida de Cristo serán los que serán llenos de la plenitud del Espíritu Santo, serán llenos del Espíritu Santo y Fuego en el Día Postrero, serán transformados, y así serán adoptados en el Reino de Dios; y tendrán un cuerpo eterno para vivir por toda la eternidad con Cristo en el glorioso Reino Milenial y por toda la eternidad en el Reino de Dios.
Ahora, ¿de qué sirve un precursor si no aparece el precursado?, ¿y de qué sirve seguir a un precursor si luego no aparece el precursado y seguimos al precursado? Si nos detenemos solamente con el precursor, pues hasta ahí llegamos; solamente las bendiciones prometidas para ser derramadas sobre los seguidores del precursor serán las que pueden recibir; pero las promesas para ser recibidas por los seguidores del precursado son las que podrán recibir los que sigan al precursado. Esto es tan claro como que 1 + 1 es 2, y 2 + 2 es 4; así de sencillo.
Y ahora, vamos a ver lo que nos dijo Juan el Bautista que sería la Venida del precursado, porque él estuvo anunciando al precursado; y luego, cuando lo vio, dijo: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”; presentó al precursado, lo presentó como Cordero de Dios.
Y ahora, para la Segunda Venida de Cristo, Su Obra será como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de Señores; eso es lo que precursa el cuarto Elías: William Marrion Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo. Y para todos los creyentes en su Mensaje, es bueno conocer lo que él dijo que será la Venida del precursado, que será la Venida de Cristo, que será la Venida de Aquel al cual él le ha estado preparando el camino todos los días de su ministerio.
¿Quieren saber lo que él dice que será la Venida del precursado, al cual él le está preparando el camino? En Apocalipsis, capítulo 19, aparece el Jinete del caballo blanco, del quinto caballo de Apocalipsis; y esa es la Venida de Cristo. Y ese Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, vamos a ver quién es. En el libro de Los Sellos en español, página 277 (orando el reverendo William Branham), dice – en una parte de la oración dice:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19? El Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo. ¿Y viene para qué? Para llamar a Sus escogidos, llamar los Suyos.
Y ahora, ¿qué será eso? ¿Qué será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19? Dice en la página 131 del libro de Los Sellos en español:
“131. Y ahora Jesús: Su Nombre sobre la Tierra fue Jesús el Redentor, porque fue el Redentor cuando estuvo sobre la Tierra; pero cuando conquistó el infierno y la muerte, los venció y ascendió, entonces recibió un nuevo Nombre”.
Hay personas que no saben que Jesucristo, cuando ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios, recibió un Nombre Nuevo. ¿Dónde dice eso la Biblia? Lo dice… Lo dice, y algunas personas no lo han leído todavía. Vamos a ver dónde lo dice. Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios (o sea, el Nombre Eterno de Dios), y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Ahora, vean ustedes cómo el reverendo William Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo, nos habla también de este Nombre Nuevo. Dice:
“[131]. Por esa razón es que gritan y hacen tanto ruido y no reciben nada. Será revelado en los Truenos”.
Se requiere la Voz de los Siete Truenos, que es la Voz de Cristo clamando como cuando ruge un león y siete truenos emitiendo sus voces; eso es la Voz de Cristo en Su Venida como el León de la tribu de Judá dándonos Su Mensaje Final: el Mensaje del Evangelio del Reino; y en ese Mensaje, este misterio de la Segunda Venida de Cristo y de Su Nombre Nuevo, será dado a conocer a todos los hijos e hijas de Dios.
Sigue diciendo:
“132. Fíjense en el misterio. Él viene cabalgando. Tiene que haber algo para cambiar esta iglesia. Ustedes saben eso. ¡Tiene que venir algo! Ahora noten: Nadie entendía ese nombre, sino Él mismo.
Y estaba vestido de una ropa teñida en sangre: y su nombre es llamado EL VERBO DE DIOS”.
Porque es la Venida del Verbo de Dios a la Tierra en el Día Postrero, así como fue la Venida del Verbo de Dios la Primera Venida de Cristo, que era el Verbo hecho carne en la persona de Jesús de Nazaret.
Y ahora, veamos aquí:
“[132]. Y de su boca sale una espada aguda, para herir con ella las gentes (o las naciones); y él los regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor, y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES (¿Cómo viene? Como Rey de reyes y Señor de señores).
Apocalipsis 19:13-16
133. Allí viene el Mesías, allí es donde está…”.
¿Ven? A ese es al cual él le está preparando el camino.
Y en el libro de Los Sellos, página 134 en español, dice:
“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de Reyes y Señor de Señores’”.
Tiene que venir el Espíritu Santo encarnado en el Día Postrero para ser coronado ‘Rey de reyes y Señor de señores’. Porque un espíritu no puede ser coronado; tiene que estar manifestado en carne humana.
Y ahora, vean ustedes, en la página 256 del libro de Los Sellos en español, dice:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
¿Qué es lo que él estaba precursando? La Venida de la Palabra encarnada en un hombre, la Venida del Verbo encarnado en un hombre, la Venida del Espíritu Santo encarnado en un hombre y manifestado a través de un hombre en el Día Postrero.
Es la Venida del Espíritu Santo, de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana en el Día Postrero en el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular; y por medio de él estará clamando como cuando un león ruge, y los Siete Truenos emitiendo sus voces, o sea, hablándonos Su Mensaje del Evangelio del Reino; y así llamando y juntando a Sus escogidos en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; acá arriba, donde Él dice en Apocalipsis, capítulo 4: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”; las cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en las siete edades de la Iglesia gentil.
Ahora, las cosas que han de suceder aquí en la Edad de la Piedra Angular, en el Día Postrero y en la Dispensación del Reino, Cristo las va a dar a conocer por medio de Su Ángel Mensajero, por medio de Su profeta de la Dispensación del Reino; lo va a dar a conocer (todo esto) en el Día Postrero a Su Iglesia, que estará en la etapa o Edad de la Piedra Angular: etapa que estará cumpliéndose en el territorio latinoamericano y caribeño, donde estará llamando latinoamericanos y caribeños, y colocándolos en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y ahí dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder en este Día Postrero, en este tiempo final.
Y ahora, vean ustedes cómo la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Venida del Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, en Su profeta de la Dispensación del Reino, y por medio de él dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Las cosas que Cristo prometió dar a conocer a Su Iglesia ahora son dadas a conocer por el Ángel del Señor Jesucristo; porque en Su Ángel viene Jesucristo en Espíritu Santo velado y revelado, viene el Espíritu Santo manifestado en carne humana en este Día Postrero hablándole a Su Iglesia y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; dándole a conocer todas estas cosas (¿dónde?) en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino.
Viene Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero, lo cual fue prometido que sucedería en el tiempo final, en el Día Postrero; y esto sería la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19: la Palabra encarnada en un hombre.
Esto fue lo que precursó el reverendo William Marrion Branham para ser cumplido en el Día Postrero en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y así llamar y juntar a todos los escogidos de Dios en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y estas son las cosas que están sucediendo en este Día Postrero.
Y las que sucedieron en el pasado son las cosas que sucedieron durante las siete edades o etapas o de la Iglesia gentil, que llegaron a su final en la séptima edad de la Iglesia gentil bajo el ministerio del séptimo ángel mensajero: el reverendo William Marrion Branham.
Y ahora, las cosas que se cumplirán más adelante, entre ellas están: la resurrección de los muertos en Cristo, la transformación de nosotros los que vivimos, el rapto – los 30 o 40 días que estaremos aquí en la Tierra en el cuerpo eterno, y luego el rapto de los escogidos (o sea, la ida con Cristo a las Cenas de las Bodas del Cordero), y luego los tres años y medio de la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo con Cristo, en donde Él estará repartiendo los galardones por todas las labores que hemos llevado a cabo en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo.
Y luego, sobre la Tierra, mientras estemos en la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Tierra estarán pasando por la gran tribulación; eso todavía está para ser cumplido, como el rapto también y la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Y también, luego de terminada la gran tribulación, luego el regreso de Cristo con Su Iglesia en cuerpos eternos para el glorioso Reino Milenial; y el glorioso Reino Milenial, donde estaremos como reyes y sacerdotes.
Y luego que el diablo sea suelto por un corto tiempo, viene del Cielo fuego y azufre, y destruye esos ejércitos que el diablo tendrá; y el diablo es echado en el lago de fuego.
Y luego el Juicio Final, el Juicio Final del Trono Blanco; y después de eso, los que son condenados: echados al lago de fuego, donde estará el diablo y el anticristo y la bestia; y los que salen con vida eterna, las ovejas —que están a la derecha en el Juicio—, entran a vida eterna.
Y después de ese Juicio Final la humanidad completa y el planeta Tierra, vean ustedes, entra a una etapa de fuego, un bautismo de fuego, por el cual pasa este planeta Tierra; y después de eso el planeta Tierra queda renovado: hay cielos nuevos y tierra nueva, y ahí estaremos en la eternidad.
Nunca más habrá problemas sobre el planeta Tierra ni sobre ningún lugar del universo, mientras el diablo y todos los que fueron condenados y todos los ángeles caídos estarán siendo destruidos en el lago de fuego; no sabemos por cuanto tiempo, pero llegará el fin del lago de fuego y de la gente que estarán en el lago de fuego.
¿Y por qué habrá un fin para el lago de fuego y para el infierno y para la gente que estarán allí? Porque el lago de fuego y esa gente que estarán allí no tienen vida eterna; y si no tienen vida eterna, pues no pueden vivir eternamente allí. Luego de cumplir la sentencia de castigo en el lago de fuego, pues dejarán de existir en cuerpo, en espíritu y en alma también.
Y los justos reinarán con Cristo, y estarán en el Reino de Dios por toda la eternidad; por eso es que dice la Escritura que “lo que sufrimos no es de comparar con las glorias venideras que en nosotros han de ser manifestadas”15.
Tenemos que comprender que estamos aquí en la Tierra por causa de un propósito divino: para hacer contacto con la vida eterna, y así creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así operarse en nosotros el nuevo nacimiento; y ser parte así del Cuerpo Místico de Cristo, que es Su Iglesia; y así estar sellados con y para vida eterna, para en el Día Postrero ser transformados si estamos vivos cuando los muertos en Cristo resuciten; pero si alguno muere (si muere su cuerpo físico), no tiene por qué preocuparse, porque resucitará en un cuerpo eterno, y vivirá por toda la eternidad, y se encontrará con nosotros en este tiempo final.
Así que no hay problemas para los creyentes en Cristo; si mueren, serán resucitados en el Día Postrero (como Cristo dijo), o sea, en el séptimo milenio; y si estamos vivos cuando resuciten, pues seremos transformados. Esas son cosas que tienen que ser cumplidas, pero estamos en el proceso del Programa Divino en donde más adelante serán cumplidas estas promesas.
Ahora estamos siendo llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la América Latina y el Caribe, donde se cumple la Edad de la Piedra Angular y donde se abre la Dispensación del Reino, y donde el ministerio de Jesucristo en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero es manifestado, y son llamados y juntados todos los escogidos de Dios.
Estamos en el tiempo donde Él está dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero, en este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo. Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos.
Y a medida que van siendo cumplidas estas promesas: van siendo dadas a conocer en cuanto a su cumplimiento, o sea, van siendo señaladas como ya cumplidas estas promesas en este tiempo final; y las que están por ser cumplidas son señaladas como promesas que serán cumplidas en este tiempo final; y nosotros recibiremos el beneficio del cumplimiento de esas promesas.
Ahora, ¿dónde están los que estarían viendo y estarían experimentando las promesas del Día Postrero siendo cumplidas? Aquí estamos: en la América Latina y el Caribe, viendo el cumplimiento de estas promesas a medida que van siendo cumplidas y recibiendo el beneficio del cumplimiento de estas promesas.
Hemos sido llamados y juntados en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y estamos escuchando estas cosas que deben suceder pronto en este Día Postrero por medio del Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, el cual envía para darnos a conocer estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Y Apocalipsis 22, versos 16, dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién ha enviado Jesucristo? Dice aquí: a Su Ángel Mensajero.
Hay muchas personas que dicen que son enviados por Jesucristo; pero entre todos los que dicen que son enviados por Jesucristo en este Día Postrero, luego del ministerio del séptimo ángel mensajero, solamente habrá uno que será el verdadero enviado por Jesucristo para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto. Será uno solo el que será el Ángel del Señor Jesucristo, el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, dando testimonio de estas cosas que deben suceder pronto; y a través de él es que podemos recibir el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto en el Día Postrero, de las cuales ya muchas han sido cumplidas, y otras están en proceso de cumplimiento.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de los misterios ya cumplidos, de los misterios en cumplimiento y de los misterios que se cumplirán; de los misterios del Reino de Dios o Reino de los Cielos.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro amado Salvador, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y se materialicen en cada uno de ustedes y en mí también todas estas bendiciones que Él ha prometido para Sus escogidos para este Día Postrero; y pronto todos seamos transformados y raptados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero. Y que los muertos en Cristo pronto sean resucitados en cuerpos eternos; y que los escogidos sean llamados y juntados hasta el último de los escogidos en este Día Postrero; que pronto se complete el número de los escogidos de Dios; que pronto hasta el último de los escogidos sea llamado y juntado en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos. Muchas gracias por vuestra amable atención, y pasen todos muy buenas noches.
Dejo con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche dándole gracias a nuestro amado Señor Jesucristo.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos.
“LOS MISTERIOS YA CUMPLIDOS, LOS MISTERIOS EN CUMPLIMIENTO Y LOS MISTERIOS QUE SE CUMPLIRÁN”.
[Revisión octubre 2022 – JR]
1 Gálatas 2:20
2 Romanos 9:16
3 San Mateo 1:23
4 Éxodo 3:5
5 Josué 5:15
6 2 Reyes 2:9-10
7 1 Reyes 19:15-16
8 Hebreos 7:1-10
9 Dt. 8:3, Mt. 4:4, Lc. 4:4
10 San Mateo 11:13
11 2 Reyes 2:13-15
12 Isaías 40:3, San Juan 1:22-23
13 San Juan 1:29-34
14 San Juan 8:47
15 Romanos 8:18