Primer Congreso Regional Juvenil Mineiro
Muy buenos días, amados jóvenes reunidos en esta mañana, en este Primer Encuentro Juvenil Regional Mineiro. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del tema: “EL MISTERIO DE LA VENIDA DEL SEÑOR EN LAS NUBES”.
Ese es el tema más importante en términos proféticos para la raza humana, es el misterio del cual Jesucristo dijo que nadie ni en el Cielo ni en la Tierra conocía, ese es el misterio de la Segunda Venida de Cristo; y de ese misterio es que estaremos hablando en esta ocasión.
“EL MISTERIO DE LA VENIDA DEL SEÑOR EN LAS NUBES”.
Para lo cual leemos en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, donde nos dice:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Ahí tenemos la profecía de la Venida del Hijo del Hombre, la Venida del Señor en las nubes.
Encontraremos a través de todo el ministerio de Jesucristo, que las profecías que hablan acerca de la Venida del Mesías se estuvieron cumpliendo en Jesús; y aun la predicación de Jesús siempre fue conforme a las Escrituras.
Cuando Él profetiza de la Venida del Hijo del Hombre en las nubes con poder y gran gloria está profetizando de acuerdo a las Escrituras, de acuerdo a las profecías del Antiguo Testamento que hablan acerca de la Segunda Venida de Cristo.
El profeta Daniel habló de la Segunda Venida de Cristo; y en el libro de Daniel, capítulo 7, versos 13 al 14, nos muestra la Venida del Hijo del Hombre en las nubes, y nos dice:
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido”.
Ahí tenemos la Venida del Hijo del Hombre en las nubes ya profetizada en el Antiguo Testamento.
El profeta Isaías también nos habla de la Venida del Señor, tanto de la Primera Venida como de la Segunda Venida de Cristo. Los profetas, encontramos que en su visión profética de la Venida del Señor, vieron tanto la Primera Venida de Cristo como la Segunda Venida de Cristo.
Ambas son la Venida del Señor, la cual tiene dos partes: la primera parte viniendo como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo allá en la Cruz del Calvario; y Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes en Su Obra de Reclamo, para reclamar todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa, y colocar en eternidad y con vida eterna todo lo que Él redimió con Su Sangre preciosa: para traer la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y los que estamos vivos ser transformados y tener un cuerpo eterno, y así entrar a la vida eterna físicamente también. Ese es el Programa de nuestro amado Señor Jesucristo para Su Segunda Venida.
Ahora, ¿qué es la Venida del Señor? Para poder ver, para poder comprender lo que es la Venida del Señor para el Día Postrero, necesitamos entender lo que fue la Primera Venida de Cristo; para lo cual he de leer en Malaquías, capítulo 3, verso 1 en adelante, el anuncio de la Venida del Señor, dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.
Ese mensajero que le preparó el camino al Señor en Su Primera Venida fue Juan el Bautista.
¿Quién enviaría Su mensajero delante de Él? Jehová, el Ángel del Pacto, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y luego ¿qué?:
“… vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis…”.
¿Quién vendría? Vendría el Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es llamado el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento, el cual es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Estando Dios con Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión es conocido como el Ángel de Jehová. Es el Ángel que le apareció a los profetas del Antiguo Testamento, y ellos decían que el Ángel de Dios o Ángel de Jehová les apareció y les habló; y encontramos al Ángel de Jehová hablando en primera persona en algunas ocasiones y en otras ocasiones hablando en segunda persona, pero es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico.
Y ahora, está prometido que vendrá el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento. Sigue diciendo:
“… y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
¿Quién vendría? Pues el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Y ahora miren la profecía de Isaías, capítulo 40, verso 3 en adelante, donde habla también del mensajero que Él envía delante de Él, y después aparecerá la Gloria de Dios manifestada y toda carne la verá; porque la Gloria de Dios estaría manifestada en un velo de carne, en el cual Dios estaría manifestado en toda Su plenitud en el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo. Dice así Isaías, capítulo 40, verso 3 en adelante:
“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová (¿A quién le estaría preparando el camino? A Jehová); enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios”.
¿A quién le sería enderezada la calzada, o sea, el camino? ¿A quién le sería preparado ese camino? A nuestro Dios; a Él le estaría preparando el camino esa voz clamando en el desierto.
Y cuando se dice de una voz clamando, pues tiene que haber un hombre: un profeta en la Tierra a través del cual venga ese clamor, ese Mensaje, preparándole el camino al Señor.
Y esa voz clamando en el desierto todos sabemos que fue Juan el Bautista; él mismo dice que él es esa voz clamando en el desierto[1]. Cuando le preguntaron a él quién él era, él les dijo que él era la voz de uno clamando en el desierto. Él confesó quién él era, él no negó quién él era; él se identificó en la Escritura y dijo quién él era conforme a las Escrituras, conforme a como estaba prometido para ese tiempo.
Y ahora, vean ustedes cómo Juan el Bautista, conociendo su posición en el Programa Divino, toma las Escrituras que hablan acerca de él, y él dice: “Yo no soy el Cristo, tampoco soy Elías; sino que yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor”; porque vino preparándole el camino, y preparando al pueblo para la Primera Venida de Cristo. Él fue la voz clamando en el desierto; fue él el profeta mensajero precursor de la Primera Venida de Cristo.
Ahora, vean a Isaías diciendo: “Voz que clama en el desierto”; eso es un profeta apareciendo en el desierto. Apareció por el desierto de Judea predicando, se fue junto al Jordán predicando, llamando a la gente al arrepentimiento y diciéndoles que el Mesías estaba cerca, que el Mesías ya estaba en la Tierra, y que vendría después de él.
Él dio testimonio de Uno que vendría después de él: “Después de mí viene Uno, un Varón, del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado”[2]. Así nos habla San Juan, San Juan el Bautista, en el Evangelio según San Juan; vean ustedes cómo dice en su mensaje al pueblo.
Dice en el capítulo 1, versos 22 en adelante dice… vamos a ver… verso 19 en adelante (para que tengamos el cuadro claro) del capítulo 1 de San Juan, dice así:
“Este es el testimonio de Juan (o sea, el testimonio que Juan dio), cuando los judíos enviaron de Jerusalén sacerdotes y levitas para que le preguntasen: ¿Tú, quién eres?”.
O sea que le mandaron una comisión de ministros, de sacerdotes, levitas; y también entre ellos vinieron, también vinieron sacerdotes de los fariseos, porque eran de los fariseos estos sacerdotes y levitas que fueron enviados. O sea que fue una comisión ministerial que fue enviada a Juan el Bautista para preguntarle quién era él (quién era Juan); porque algunas personas pensaban que Juan el Bautista era el Mesías, el Cristo.
Y ahora, al preguntarle:
“¿Tú, quién eres?
Confesó, y no negó, sino confesó: Yo no soy el Cristo.
Y le preguntaron: ¿Qué pues? ¿Eres tú Elías? Dijo: No soy”.
¿Por qué dijo que él no era Elías? Porque literalmente Juan el Bautista no era Elías Tisbita, aunque en él estaba el ministerio de Elías manifestado por tercera ocasión. Pero era el ministerio de Elías en otro hombre: en Juan el Bautista; por lo tanto, él no era Elías Tisbita, y tampoco era el Elías que tenía que venir antes de llegar el día grande y terrible de Jehová.
Antes de llegar el séptimo milenio, Elías, para precursar la Segunda Venida de Cristo, tenía que estar en la Tierra; y Juan el Bautista no era ese Elías precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Y le preguntaron: “¿Tú, quién eres?”. Confesó diciendo que no era el Cristo. Le preguntan:
“¿Eres tú Elías? Dijo: No soy. ¿Eres tú el profeta? Y respondió: No”.
Y sin embargo era profeta. Jesús dijo que “de los nacidos de mujer no se ha levantado ningún profeta mayor que Juan”[3]; y sin embargo Juan dice que él no es el profeta.
Le preguntan: “¿Eres tú el profeta?”. No le preguntaron: “¿Eres tú un profeta?”, sino que le preguntaron: “¿Eres tú el profeta?”, o sea, el profeta ungido como el Mesías prometido; ese no era Juan.
El profeta Moisés había profetizado de la Venida del Mesías, y eso cubre Su Primera Venida y Su Segunda Venida; y está prometido como un profeta: como el profeta prometido por Dios a través de la Escritura en el cumplimiento de la Venida del Señor. Dijo Dios por medio del profeta Moisés en el capítulo 18 y verso 15 al 19 del libro de Deuteronomio:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.
Ese profeta es el Mesías en Su Primera Venida y en Su Segunda Venida; en él es que se cumple esta promesa en la forma plena. Los demás profetas son tipo y figura de este profeta mesiánico, que es el Señor en Su Primera Venida y en Su Segunda Venida. Dice:
“… conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea (o sea, allá en el monte Sinaí), diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera”.
Así habló el pueblo hebreo a Moisés. Estaba el pueblo hebreo allí temblando al ver la presencia de Dios manifestada en el monte Sinaí; el monte estaba ardiendo en fuego y se escuchaban truenos, se veían relámpagos, se escuchaba la Trompeta sonando; y todo esto llenó de temor al pueblo hebreo, porque allí estaba Dios manifestado en el monte Sinaí hablando con el profeta Moisés.
“Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.
Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú…”.
Aquí está la promesa mesiánica de que el Mesías será un profeta, y será el profeta que cumplirá esta promesa en toda su plenitud. En los demás profetas esta profecía se ha cumplido parcialmente; pero en el Mesías, en Su Primera y Segunda Venida, esta profecía se cumple en toda su plenitud.
“… y pondré mis palabras en su boca”.
Cualquier persona que quiera escuchar la Palabra de Dios, tiene que saber que por medio de los profetas de Dios es que Dios habla; por medio de los profetas de Dios viene la Palabra de Dios, la Voz de Dios, para cada edad y para cada dispensación.
“Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”. Amós, capítulo 3, verso 7, da testimonio de esta verdad bíblica; así como este pasaje de Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19.
Y la Palabra de Dios es tan importante para el alma del ser humano, que es el Alimento para el alma del ser humano. Así como el alimento material lo necesitamos para nuestro cuerpo para que no se muera (porque si no le damos alimento nuestro cuerpo se va enflaqueciendo, se enferma y se muere); y así también el alma del ser humano, si no recibe el alimento espiritual de la Palabra de Dios muere espiritualmente.
Por eso es tan importante escuchar la Voz de Dios, la Palabra de Dios, porque es el alimento espiritual para nuestras almas y para nuestros espíritus también.
No podemos alimentar nuestro espíritu y nuestra alma con zanahorias, con arroz, con frijoles, con habichuelas, con carne y con todas esas cosas; sin embargo, hay un Alimento para el alma y el espíritu del ser humano. Cristo dijo (citando Deuteronomio, capítulo 8): “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”[4].
Ese es el Alimento para el alma que toda persona necesita recibir y comer allá en lo profundo de su alma; de otra forma, la persona en su alma se encontrará débil y flaca, sin ánimos para luchar en la vida y para darse cuenta que después de esta vida terrenal hay una vida: una vida eterna para todos los hijos e hijas de Dios. Y cuando conoce estas cosas, por medio del alimento espiritual que lo alimenta allá en lo profundo de su alma, la persona tiene ánimo para vivir en esta Tierra y para luchar, sabiendo que hay un futuro glorioso para toda persona que ha recibido a Cristo como su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu.
¿Ven la forma para vivir con ánimo en la vida? Teniendo una meta, la misma meta que Dios tiene con nosotros. ¿Cuál es?, ¿cuál es esa meta? Esa es la misma meta que nosotros tenemos, porque Dios nos ha dado esa meta. ¿Saben cuál es? Llegar a ser iguales a nuestro Señor Jesucristo.
Esa es la meta de Dios: tener millones de seres humanos igualitos al Señor Jesucristo con cuerpos eternos y cuerpos teofánicos eternos también; y así vivir por toda la eternidad con nuestro Señor Jesucristo, nuestro hermano mayor.
Ahora podemos ver la meta de Dios: es tener hijos e hijas con vida eterna, con cuerpos eternos, tanto cuerpos teofánicos como cuerpos físicos; el cuerpo teofánico dentro del cuerpo físico, y el alma de esas personas dentro del cuerpo teofánico. Así es el Programa Divino.
Ahora podemos ver la meta de Dios.
Él tiene una meta, Él no es un Dios que obra sin saber lo que está haciendo. Él desde antes de la fundación del mundo diseñó en Su Mente todo lo que Él iba a llevar a cabo, tanto lo que comenzaría a hacer como lo que terminaría de hacer; o sea, todo el Programa que Él llevaría a cabo para tener hijos e hijas iguales a Jesucristo, Él ya lo pensó desde antes de la fundación del mundo; y lo que ha estado haciendo es desarrollando Su Programa. Él es un Dios que piensa antes de obrar.
Miren, no es como algunas personas dicen y hacen, que actúan y cuando las cosas le salen mal dicen: “Es que no pensé lo que iba a hacer”. Toda persona antes de hacer algo debe pensar, y debe ver en su mente toda la trayectoria de lo que él va a hacer y los resultados, para que después no diga: “Me lamento de haber hecho esto”. Si lo hubiera pensado antes y hubiera visto de antemano los resultados, no se hubiera metido en ese problema.
Cada persona tiene cinco sentidos en su cuerpo (vista, oído, olfato, gusto y tacto) para comunicarse con las cosas aquí terrenales; pero tiene en su espíritu cinco sentidos también para comunicarse con las cosas invisibles, y para poder con esos cinco sentidos pensar bien.
Tiene diferentes sentidos: como la razón, también tiene el sentido de la imaginación. Y en su mente, en su espíritu, usted debe pensar, debe razonar para poder hacer una elección correcta; y debe, en su mente por medio de la imaginación, recorrer toda la trayectoria de lo que usted va a hacer, desde el comienzo hasta el final, para ver —ahí en su imaginación en su mente— cómo va a ser todo.
Y si usted visualiza todo eso, luego usted obra, y va a obrar bien; pero si no hace eso en su espíritu, muchas cosas le van a salir mal. ¿Y quién es el culpable? Pues usted, porque usted tiene libre albedrío y Dios le ha dado el equipo que usted necesita para que las cosas le salgan bien.
Si le salen mal no le eche la culpa a otra persona, échesela a usted mismo, porque usted es el responsable delante de Dios. Y si alguna otra persona ha tenido que ver con su problema, pues Dios también le pedirá cuenta a él; pero usted responde por usted mismo delante de Dios en cuanto a las cosas suyas.
Porque toda persona tiene libre albedrío; ese es el sentido del alma que toda persona tiene. Y con ese sentido solamente la persona hace dos cosas, una de dos cosas: creer o dudar; o sea, ser creyente o ser incrédulo.
Y la persona tiene que decidir con el sentido del alma lo que va a hacer: si lo cree, entonces va a actuar de acuerdo a lo que ha creído; y si no cree, pues no debe actuar, no debe actuar en lo que va a hacer, porque no es correcto actuar en algo que uno no cree.
Y ahora, así también es para con Dios. Toda persona cuando escucha la Palabra de Dios, miren, primero pasa por el cuerpo por medio del sentido del oído (porque la fe viene por el oír la Palabra de Dios)[5], entra por el oído, pasa a sentidos del espíritu y llega al sentido del alma, al libre albedrío; y ahí usted abre ese sentido creyendo esa Palabra, y esa Palabra entra al corazón, es sembrada ahí en el corazón, es creída ahí en el corazón.
Ahora, hay otros que cuando oyen la Palabra y entra, la razonan; y ya en el alma, cuando esa Palabra llega, dicen: “Yo no puedo creer eso”; al no creerlo, esa Palabra no ha tenido aceptación allá; por lo tanto, el alma de esa persona no se está alimentando con esa Palabra y no le puede dar vida al alma de la persona. ¿Por qué? Porque así como la persona al recibir el alimento físico, si lo recibe, si se lo come y lo mantiene dentro, le alimenta, le es de provecho; pero si no lo recibe o si no lo mantiene dentro, pues no le es de provecho.
Y así también es en el alma de la persona con la Palabra de Dios: cuando la persona recibe esa Palabra en el alma y la cree con toda su alma, esa persona se está comiendo esa Palabra y se está alimentando con esa Palabra allá en el alma; no tiene otra cosa para alimentar el alma sino la Palabra de Dios.
Cualquier otra cosa es un invento humano, cualquier otra cosa es alimento manufacturado, es alimento como cualquier alimento que la ciencia puede hacer de plástico o de alguna otra cosa; y no se puede comer un bistec de plástico. Usted no se lo comería ¿verdad? Ni tampoco un pollo de plástico.
Así también es con el alimento espiritual: no podemos comer allá en el alma un alimento manufacturado humanamente, tiene que ser la Palabra de Dios correspondiente al tiempo que a uno le toca vivir; y esa es la Palabra que sale de la boca de Dios para todos los hijos de Dios, para alimentar el alma de todos los hijos de Dios.
Y siempre Dios ha tenido un siervo fiel y prudente de edad en edad y de dispensación en dispensación, que ha sido la boca de Dios, de donde ha salido la Palabra de Dios para alimentar el alma de todos los hijos de Dios. “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.
La boca de Dios son los profetas de Dios, los mensajeros de Dios de diferentes edades y diferentes dispensaciones.
Para cada edad de la Iglesia gentil, durante las siete edades, la boca de Dios fue el mensajero de cada edad. Y para la Edad de la Piedra Angular, Cristo dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias” (Apocalipsis 22, verso 16).
Y Apocalipsis 22, verso 6, nos dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para (manifestar) a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién envía Jesucristo para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto? Envía Su Ángel, porque Su Ángel es la boca de Jesucristo para este Día Postrero; así como la boca de Jesucristo en las siete edades de la Iglesia gentil fueron los siete ángeles mensajeros, porque por medio de cada uno de ellos, Jesucristo, estuvo manifestado hablándole a Su pueblo de edad en edad.
Y para el Día Postrero la boca de Jesucristo es Su Ángel Mensajero, a través del cual Jesucristo estará hablándole a Su Iglesia y estará dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y por medio de la boca de Jesucristo para el Día Postrero viene el alimento espiritual para el alma de cada hijo e hija de Dios; así como vino el alimento espiritual para el alma de cada hijo de Dios e hija de Dios en las siete edades de la Iglesia gentil, por medio de cada ángel mensajero de las siete edades de la Iglesia gentil.
En el Antiguo Testamento el alimento espiritual vino por medio de los profetas de Dios, a través de los cuales estuvo Dios manifestado y hablando por medio de ellos al pueblo hebreo; y ellos trajeron el alimento espiritual para el alma de las personas del Antiguo Testamento.
Ahora podemos ver dónde nos encontramos en este Día Postrero: nos encontramos en el tiempo en que hay hambre sobre la Tierra (como dice el profeta Amós en el capítulo 8 y verso 11 en adelante), pero no hambre de pan literal ni sed de agua literal, sino de oír la Palabra de Dios, de oír la Palabra que sale de la boca de Dios.
Y la gente irán errantes de una nación a otra nación, irán por diferentes continentes, buscando la Palabra de Dios y no la hallarán, excepto en el territorio donde esté la boca de Dios, donde esté el Ángel del Señor Jesucristo.
Y de esa boca de Dios, que es la boca de Jesucristo, el mensajero de Jesucristo, saldrá la Palabra de Dios, el alimento espiritual para el alma de cada uno de los hijos e hijas de Dios.
Hay un lugar o un territorio siempre donde está siempre el mensajero de Dios, la boca de Dios para cada tiempo. Y para el tiempo final tendrá un territorio Dios, ordenado, predestinado desde antes de la fundación del mundo, para tener allí Su boca, Su Ángel Mensajero, a través del cual la Palabra de Dios, el alimento espiritual para el alma, estará viniendo para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, miren ustedes, durante las siete edades hubo un territorio donde estuvo la boca de Dios, la boca de Jesucristo de cada edad, donde estuvo el mensajero de Jesucristo de cada edad.
San Pablo estuvo allá en Asia Menor. Allí estaba la boca de Jesucristo, San Pablo, trayendo el Mensaje, el alimento espiritual para la Iglesia de Jesucristo, en la primera etapa de Su Iglesia gentil; Su Iglesia entre los gentiles, de entre los cuales Cristo llamaría un pueblo para Su Nombre[6]. Y miren cómo comenzó todo entre los gentiles allá en Asia Menor, en la primera edad, y allí tenía la boca de Dios.
El Cuerpo Místico de Cristo siempre ha tenido la boca de Dios, la boca de Jesucristo; siempre ha tenido el mensajero para cada edad en cada una de sus etapas y en el territorio donde se cumple esa etapa.
La primera edad se cumplió en Asia Menor; y allí tenía que estar la boca de Jesucristo: San Pablo, Su ángel mensajero, a través del cual vino la Palabra de Dios siendo hablada para esa primera edad.
Luego la segunda edad encontramos que se cumplió en Europa, en Francia; y allí Jesucristo tuvo Su boca, Su ángel mensajero de la segunda edad, que fue Ireneo.
Y así encontramos que de edad en edad la Iglesia del Señor Jesucristo ha tenido la boca de Jesucristo hablándole; Jesucristo hablando por medio de ese mensajero (que es Su boca), y por medio de él dándole el alimento espiritual a todos los escogidos de Dios. “Porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.
Por eso es tan importante conocer la edad y dispensación en que uno vive, y conocer el territorio donde se cumple esa edad, y buscar ahí la boca de Jesucristo, el mensajero de Jesucristo; porque de ese mensajero, de esa boca de Jesucristo, estará saliendo la Palabra de Jesucristo, el alimento espiritual para el alma de todos los hijos de Dios.
Ahora miren ustedes, en Europa Jesucristo tuvo cinco mensajeros, se cumplieron cinco edades allá en Europa; y allí tuvo Jesucristo Su boca, la boca de cada edad, el mensajero de cada edad, a través del cual Jesucristo le habló a Su pueblo, a Su Iglesia, y alimentó a Su Iglesia con Su Palabra.
Fueron siervos fieles y prudentes esos cincos mensajeros de las cinco edades cumplidas en Europa; así como San Pablo fue el mensajero fiel y prudente, el siervo fiel y prudente de la primera edad de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y luego Jesucristo en Espíritu Santo pasó a Norteamérica, en donde cumplió la séptima edad de la Iglesia gentil y donde colocó Su boca para la séptima edad de la Iglesia gentil: el reverendo William Marrion Branham; y por medio de él Jesucristo estuvo hablándole a Su Iglesia en la séptima edad de la Iglesia gentil.
Vean cómo en cada territorio donde se ha cumplido cada edad de la Iglesia ha estado la boca de Jesucristo, el mensajero de Jesucristo a través del cual ha venido la Palabra de Dios. Ese ha sido el siervo fiel y prudente de cada edad a través del cual Jesucristo ha estado manifestado; y ha estado siendo alimentada la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo con toda Su Familia, con todos Sus hijos.
Y para el Día Postrero, Jesucristo en Espíritu Santo pasa a la América Latina y el Caribe para cumplir la Edad de la Piedra Angular, y para llamar y juntar a todos Sus hijos en Su Casa.
Pero miren, en toda casa el padre de la familia tiene que tener alimento para alimentar sus hijos, no va a dejar que se mueran de hambre. Sería una persona irresponsable, un padre de familia, que el dinero que gana lo gaste en bebidas o lo gaste en otras cosas y no lo use en su familia; porque ese dinero lo ha ganado y está destinado para ser usado en bien de su familia completa.
Algunas personas gastan el dinero incorrectamente, pero darán cuenta a Dios; gastan el dinero y dejan a su familia pasando necesidades.
Todo hombre responsable tiene que luchar, trabajar valientemente; así como fue valiente y romántico para enamorarse y tener hijos, tiene que ser valiente para mantener esa familia. Tiene esa responsabilidad delante de Dios.
Ahora, Jesucristo es una persona responsable. Él tiene una Familia, y es Su Iglesia; Él ha estado teniendo hijos e hijas de edad en edad en Su Iglesia, los cuales han nacido por medio del nuevo nacimiento en Su Iglesia; y Él ha estado trayendo el alimento espiritual para Su Familia de edad en edad; y ha colocado un siervo fiel y prudente a través del cual se ha manifestado Jesucristo para alimentar a Su Familia con la Palabra de Dios, el Mensaje de Dios correspondiente a cada edad.
Cristo dijo que orando pidiéramos el Pan nuestro de cada día[7]. Y los hijos e hijas de Dios han estado pidiendo el pan espiritual de cada edad, de cada día: los de la primera edad pidieron el Pan de ese primer día, los de la segunda edad pues pidieron el Pan de esa segunda edad; y así de día en día, o sea, de edad en edad. Los siete días de la semana representan las siete edades.
Y luego encontramos que llegamos al domingo, y el domingo ustedes no van a decir: “Hoy es domingo; yo comí los siete días de la semana, así que no puedo comer este día domingo”. ¿Cuántos no quieren comer hoy alimento físico porque comieron los siete días de la semana que han transcurrido? No, todos ustedes dirán: “Sí, yo comí estos siete días de la semana, pero ya están en el pasado; ahora yo necesito comer la comida del día domingo”.
Y en lo espiritual, la Iglesia del Señor Jesucristo con Sus hijos, que son los hijos de Jesucristo por medio del nuevo nacimiento, han comido en la primera edad, segunda edad, tercera edad, cuarta edad, quinta edad, sexta edad, séptima edad; o sea, los siete días de la semana, los siete días de esa semana espiritual (que son las siete edades de la Iglesia gentil) ellos comieron y estuvieron muy contentos.
Y ahora, los hijos de Jesucristo en Su Iglesia del Día Postrero están viviendo en el Día Octavo, que representa o está representado en el día domingo. Estamos en domingo espiritual en la Casa de Dios.
Y ahora, ¿nos van a dejar sin comida a nosotros porque ya comieron en las siete edades de la Iglesia gentil? No, señor. ¿Que ya no hay comida en la Casa de Dios, en el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo? Pues no hay problema. Hay que buscar comida espiritual para los hijos de Dios que han llegado a la Casa de Dios en el Día Octavo.
Y Jesucristo dice: “Al que venciere, yo le daré del Maná escondido”[8]. Miren, Jesucristo ha tenido escondido, guardado, un alimento espiritual para los que vendrían al final; y les tendría comida espiritual, un alimento espiritual.
¿Y dónde lo escondió, que no lo vieron ni se lo comieron los de las siete edades de la Iglesia gentil? Ellos no se lo pudieron comer, porque ellos se comieron el alimento espiritual que estaba en el Lugar Santo; pero el Alimento que Cristo guardó para nosotros, para este Día Postrero, Él lo guardó en el Lugar Santísimo.
Y allí no podía entrar ninguno de las siete edades de la Iglesia gentil, ni siquiera los siete ángeles mensajeros; porque si entraban: lo tomaban y se lo daban a su pueblo, y nos dejaban a nosotros sin el alimento espiritual del Día Postrero y del Día Octavo, o sea, del día domingo espiritual, que es la Edad de la Piedra Angular.
Y ahora Cristo nos llama, nos invita a subir donde Él tiene ese alimento espiritual guardado. De edad en edad fueron subiendo y se comieron el alimento espiritual de cada edad (todo esto ocurrió en el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo); pero ahora Cristo nos llama a subir a la Edad de la Piedra Angular: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Apocalipsis, capítulo 4, verso 1.
Y al subir a la Edad de la Piedra Angular ahí Jesucristo tiene Su boca, la boca de Jesucristo, el Ángel del Señor Jesucristo, a través del cual viene ese alimento espiritual para todos los hijos de Dios; viene la Palabra de Jesucristo que sale de Su boca, que sale de Su mensajero.
Ese es el Maná escondido, ese es el Mensaje del Evangelio del Reino, el alimento espiritual para el alma de cada uno de ustedes y para mí también; de ese Alimento es que yo estoy comiendo en el Templo espiritual de Cristo en el Lugar Santísimo.
Y este Alimento nadie se lo pudo comer en las edades pasadas, porque estaba guardado para nosotros en el Lugar Santísimo; así como en el lugar santísimo, dentro del arca del pacto, Dios ordenó que colocaran una vasija de oro con maná, el cual no se corrompía: ahí podía estar por toda la eternidad mientras el arca del pacto estuviera en el lugar santísimo colocado[9].
Y el Maná escondido, que representa el Mensaje del Evangelio del Reino —el Mensaje de Jesucristo para el Día Postrero que sale de Su boca, que sale de Su mensajero—, es un Mensaje que estará siempre ante la presencia de Dios; por lo tanto, será un Mensaje para toda la eternidad.
Será el Mensaje con el cual todos los hijos e hijas de Dios entrarán a eternidad, entrarán a vida eterna física también; porque recibiremos un cuerpo nuevo, recibiremos esa transformación; porque estamos comiendo el Maná escondido del Lugar Santísimo, y “el que coma de este Pan, vivirá eternamente”[10].
Ahora, los santos de las edades pasadas en el Paraíso están escuchando lo que está siendo predicado acá en esta dimensión; y ellos dependen de todo el Programa Divino que se está llevando a cabo en la Iglesia de Jesucristo en este Día Postrero, para ellos ser resucitados en cuerpos inmortales y nosotros ser transformados.
Ahora, el maná (recuerden) representa a Cristo. Él dijo: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y son muertos”. Y les dijo: “El que come de este Pan vivirá eternamente (o sea, no morirá, sino que vivirá eternamente)”. Y Él dijo: “Yo soy el Pan de Vida que he descendido del Cielo”.
Cristo es el Pan de Vida representado en el maná que cayó del cielo; y Cristo es el Pan de Vida que se encuentra representado en el maná en la vasija de oro colocada en el arca del pacto allá en el lugar santísimo.
Y comer el Mensaje en cada edad que sale de la boca de Jesucristo, que sale del mensajero de Jesucristo: eso es comerse a Cristo, estar comiendo de Cristo. Cristo es el Verbo, la Palabra que se hizo carne.
Y ahora, Cristo, la Palabra que se hizo carne, en la forma de Mensaje ha estado en medio de Su Iglesia, y también en la forma de Espíritu Santo, y también en la forma de un mensajero para cada edad; porque en cada mensajero ha estado manifestado Cristo en Espíritu Santo.
Y ahora, hemos visto cómo de edad en edad se han estado comiendo al Cordero, como lo hacía el pueblo hebreo en la Pascua cada año. ¿Y cómo lo hicieron? En la Pascua, antes de la salida del pueblo hebreo de Egipto[11].
Y ahora para el Día Postrero estaremos comiendo de Cristo, la Palabra, al recibir en nuestra alma el Mensaje del Evangelio del Reino; porque ese es el Maná escondido que Él ha prometido darnos para alimentar nuestras almas y vivir eternamente.
Para poder ser transformados y raptados en este Día Postrero Él nos da el Mensaje del Evangelio del Reino, el Maná escondido; y al comerlo somos preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Ahora, ese es un Alimento que no se come con la boca literal, sino que se come allá en el alma con la fe: creyéndolo con toda nuestra alma nos estamos comiendo ese Maná escondido.
Ese es el Maná del cual yo estoy comiendo y el cual comparto con cada uno de ustedes en la Casa de Cristo, en la Casa de Dios, en la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular. Ese es el alimento espiritual que Él me ha dado para darle a cada uno de ustedes, para alimentarlos con esa Palabra de Dios en este Día Postrero.
“¿Quién es el siervo fiel y prudente, al cual puso su Señor sobre Su Casa para que les dé su ración, su ración a tiempo (o sea, el Alimento a tiempo)?”[12]. Cada uno en las edades pasadas dio el Alimento a tiempo a los hijos de Dios en la Casa de Dios, o sea, en la Iglesia de Jesucristo de día en día, de edad en edad; pero ahora hemos llegado al domingo espiritual, a la Edad de la Piedra Angular.
¿Y quién es el siervo fiel y prudente que en el Día Postrero, en la Casa de Dios, nos daría el alimento espiritual para el alma a todos los hijos e hijas de Dios? Es el Ángel del Señor Jesucristo; porque ese es la boca de Jesucristo para este Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular.
Y es ese el mensajero que Él coloca en el territorio donde Él cumple la Edad de la Piedra Angular, y el territorio es: la América Latina y el Caribe.
¿Y dónde están las personas que estarían siendo alimentadas con ese Maná escondido en este Día Postrero? Pues aquí estamos. Estamos aquí una parte en el Brasil, en Belo Horizonte aquí en Brasil; y en diferentes partes del Brasil hay miles de personas que también están recibiendo ese alimento espiritual.
Y en toda la América Latina y el Caribe hay miles de personas que están siendo alimentados con el Maná escondido, con el alimento espiritual correspondiente a nuestro día: al Día Octavo, que es el día domingo y día primero de la semana también.
Vean ustedes cómo el día domingo, siendo el primer día de la semana, también es el día octavo; porque si ustedes cuentan los siete días de la semana y después le añaden un día adicional, ya son ocho; y vendría a ser el domingo el día ocho o día octavo.
El ocho representa infinito [∞] y eternidad; por lo tanto, todo lo que esté en el ocho estará representando eternidad y es para toda la eternidad.
Por eso el Mensaje es un Mensaje eterno; y también el pueblo que sube al Día Octavo, a la Edad de la Piedra Angular, es el pueblo que sin ver muerte será transformado y entrará a eternidad. Y el Día Octavo, que es la Edad de la Piedra Angular, es la Edad Eterna de la Iglesia del Señor Jesucristo; esa es la Edad de Oro.
Algunos de los nuestros pueden partir, eso no es ningún problema; porque resucitará en un cuerpo eterno y será testigo de la resurrección, y vendrá dando testimonio que ya la resurrección ha ocurrido. Y aunque haya sido o un ancianito o una ancianita, no importa, él regresará en un cuerpo nuevo, eterno y jovencito; y nosotros, aunque venga en un cuerpo nuevo y joven, lo vamos a conocer, porque estaremos hablando con él y él con nosotros; y él nos contará todo lo que ha ocurrido, y también nos hablará de las cosas que ocurrieron cuando él estaba aquí en el cuerpo de carne; y entonces nos daremos cuenta que es la misma persona pero en un nuevo cuerpo.
Así que podemos ver el motivo por el cual algunas personas (de los nuestros) han partido, y quizás parta alguno más.
Hay otra razón también por la cual una persona puede partir, y es porque no se porte bien, y que Dios le acorte los días para que no se porte tan mal el resto de su vida; y Dios le pueda acortar sus días. Pero no queremos que Dios le corte los días a ninguno, sino que cada uno viva el tiempo que Dios ha determinado para esa persona.
Y hay personas que han sido predestinadas para no ver muerte, o sea, para no terminar sus días aquí en la Tierra, sino ser transformados y tener el cuerpo eterno, y vivir por toda la eternidad sin ver muerte.
Ahora, ¿dónde estarían esos hijos de Dios?, ¿estarían dónde? En la Edad de la Piedra Angular. Y el territorio para la Edad de la Piedra Angular es la América Latina y el Caribe.
Y ahora, miren ustedes, la primera edad: primer día de la semana profética de las edades de la Iglesia; segundo día: la segunda edad… Vamos a comenzar:
- Primer día de la semana es el domingo siempre. Domingo: primer día, primera edad.
- Segunda edad: el lunes, que es el segundo día.
- Tercera edad: tercer día, o sea, el martes.
- Cuarto día: cuarta edad, que es el miércoles.
- Quinta edad: quinto día de la semana, que es el jueves.
- Sexto día: sexta edad, que es el viernes.
- Séptimo día de la semana: séptima edad de la Iglesia gentil, que es el sábado.
- Y luego pasamos al primer día de nuevo: al domingo, y este domingo espiritual es la Edad de la Piedra Angular.
¿Vieron ustedes cómo estamos nosotros en el primer día de la semana, en el domingo espiritual? Es el octavo día; y el ocho habla de eternidad y de infinito. Y todo lo que es colocado ahí es lo que representa lo que está en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo; y todo lo que está en el Cielo, en el Lugar Santísimo, es eterno.
La eternidad es reflejada en la Edad de la Piedra Angular; es reflejada en el Día Octavo de la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el domingo espiritual, al cual hemos sido llamados y en el cual estamos comiendo alimento espiritual, Alimento de Domingo.
¿Saben ustedes una cosa?, que en casi todas las familias el único día que se cambia un poco la dieta es el domingo; el domingo casi siempre hay un cambio en la dieta, la comida.
Y aquí, miren ustedes, durante las siete edades se ha estado comiendo el Mensaje correspondiente a las siete edades; y en la Edad de la Piedra Angular Cristo nos cambia la dieta: nos da del Maná escondido, nos da el Mensaje del Evangelio del Reino, nos da el Mensaje que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
Durante las siete edades hemos estado comiendo del Mensaje de la Primera Venida de Cristo, pero ahora nos da también el Mensaje de Su Segunda Venida. Es el único día de la semana espiritual de la Iglesia de Jesucristo que Él nos daría el Mensaje de Su Segunda Venida como alimento espiritual para nuestra alma.
Ahora, estamos viendo que durante las siete edades se ha estado comiendo del alimento espiritual de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y todos nosotros también hemos comido ese alimento espiritual. Pero ahora nos da, en adición, el alimento espiritual de la Segunda Venida de Cristo; Alimento, Mensaje, que en otras edades no fue repartido, no fue dado para ser comido, solamente fueron dadas las profecías de la Segunda Venida de Cristo.
Ahora, ¿qué fue la Primera Venida de Cristo? Para poder comprender Su Segunda Venida, pues tenemos que comprender lo que fue la Primera Venida. La Primera Venida fue la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, que es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico; y cuando vino, se cumplió lo que fue prometido con relación a la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová.
En el libro del Éxodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, nos habla de este Ángel, y nos dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.
Pero si en verdad oyeres su voz e hicieres todo lo que yo te dijere, seré enemigo de tus enemigos, y afligiré a los que te afligieren.
Porque mi Ángel irá delante de ti, y te llevará a la tierra del amorreo, del heteo, del ferezeo, del cananeo, del heveo y del jebuseo, a los cuales yo haré destruir”.
Aquí podemos ver al Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto; y Dios dice que Él ha enviado Su Ángel al pueblo hebreo para libertarlos y llevarlos a la tierra prometida. El profeta Moisés estaba guiado por ese Ángel, el Ángel de Jehová, que es el mismo Jehová en Su cuerpo teofánico.
Luego, cuando nos habla el profeta Malaquías, en el capítulo 3, que vendrá el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová vendrá (al cual Juan el Bautista, como precursor, le preparó el camino), cuando vino el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, vino vestido de carne humana. Dice San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios”.
¿Cómo se puede entender esto: que el Verbo era en el principio, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios?
El Verbo se refiere al cuerpo teofánico de Dios, esa teofanía o cuerpo teofánico, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión; y estando en ese cuerpo teofánico Dios (el cual Él se creó; salió de Dios ese cuerpo), Dios habitando en ese cuerpo, llevó a cabo la creación de todo el universo. Toda la Creación la llevó a cabo desde ese cuerpo: creó ángeles, arcángeles, querubines, también creó todos los sistemas solares, creó el universo completo, creó dimensiones; todo lo creó Dios desde ese cuerpo teofánico.
Lo primero que Dios se creó fue Su cuerpo teofánico; por eso es el principio de la Creación de Dios[13]. Y por eso es que dice:
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.
Fue el Verbo el Creador de todas las cosas; el Verbo que era con Dios, y era Dios. Y en el Génesis, capítulo 1, verso 1, dice:
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.
Dios creó los Cielos y la Tierra estando en Su cuerpo teofánico, y desde ahí habló a creación todas las cosas.
Vean dónde está el origen de la Creación. La ciencia está buscando el origen de la Creación, y el origen de la Creación está en Dios en Su cuerpo teofánico.
Y Dios estando en Su cuerpo teofánico (que como les dije: es un cuerpo como nuestro cuerpo pero de otra dimensión), Dios estando en ese cuerpo teofánico aparece como un hombre de otra dimensión, de la sexta dimensión; y fue ese Hombre de la sexta dimensión, que es Dios en Su cuerpo teofánico, el que llevó a cabo toda la Creación.
Hemos visto quién creó los Cielos y la Tierra: fue un Hombre de otra dimensión llamado el Verbo de Dios. Y en ese Hombre de la sexta dimensión ¿quién habitaba? Dios en toda Su plenitud.
Ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión era la vestidura de Dios, o sea, el velo de Dios; un velo, un cuerpo de otra dimensión, de la sexta dimensión.
Estando en ese cuerpo encontramos que también creó a Adán: lo trajo de Dios y lo colocó en un cuerpo teofánico también; y fue Adán a imagen de Dios[14], porque la imagen de Dios es ese cuerpo teofánico; y luego le creó un cuerpo físico del polvo de la tierra[15].
Pero Dios no se había creado para Sí mismo un cuerpo de carne todavía, pero le creó a Adán un cuerpo de carne del polvo de la tierra; pero Dios en Su Programa estaba crearse también un cuerpo físico, lo cual fue cumplido más adelante.
Está prometido en la Escritura la Venida del Verbo. Dice:
“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (San Juan, capítulo 1, verso 6 en adelante).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él (para que todos creyesen ¿en quién? En la Luz).
No era él la luz (o sea que Juan el Bautista no era la Luz), sino para que diese testimonio de la luz.
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo”.
Esa Luz verdadera, que alumbra a todo hombre (Dios, el cual velado en Su cuerpo teofánico es llamado el Verbo y también es llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová), ahora venía a este mundo, venía a esta dimensión terrenal en forma visible. Y vamos a ver cómo iba a aparecer, dice:
“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron (el pueblo hebreo no lo recibió cuando vino el Verbo).
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre…”.
Ahora, vean ustedes, que cuando viene, viene con un nombre siendo revelado: ese es el Nombre de Redención, para la Obra de Redención que llevará a cabo en la Cruz del Calvario.
“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.
Esos son los que creen en Cristo, lo reciben como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciben Su Espíritu Santo; y así nacen del Espíritu de Dios; y nacen en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así es como nacen los hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.
Porque el nacimiento que tuvieron por medio de papá y mamá es en la permisiva voluntad de Dios, para un propósito divino ser cumplido en la vida de todas esas personas que nacen por medio de un hombre y de una mujer.
Pero ahora, vean ustedes, al nacer por medio de la unión de papá y mamá recibimos un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y recibimos un espíritu del mundo; pero nuestra alma no es del mundo, es de Dios, viene de la sexta dimensión; pero obtuvimos cuerpo y espíritu en la permisiva voluntad de Dios.
Por lo tanto, esta experiencia de vivir en un cuerpo mortal y haber obtenido un espíritu del mundo al nacer, es una experiencia única por la cual cada hijo e hija de Dios pasa en esta Tierra, la cual nunca más se repetirá para los hijos de Dios; y nos da una oportunidad de servir a Cristo, de hacer contacto con la vida eterna, que es Jesucristo, para así obtener un nuevo nacimiento, un nuevo nacimiento que no sea por medio de la unión de un hombre y de una mujer.
Nicodemo, cuando escuchó a Jesús decir que era necesario nacer de nuevo (porque el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios, no lo puede entender), Nicodemo pensó en nacer de nuevo de una mujer, y preguntó: “¿Cómo puede hacerse esto (o sea, nacer de nuevo)?”[16].
Y Nicodemo era el gran maestro del pueblo hebreo, un doctor en teología, en divinidad, maestro de muchas personas, y ahora no conocía el misterio del nuevo nacimiento; solamente conocía el misterio del nacimiento natural por medio de la unión de un hombre y de una mujer, pero no conocía el misterio del nacimiento por creación divina.
Y ahora, pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre, y nacer?”. Y si Nicodemo estaba viejo (porque está hablando de sí mismo, pues él es el que estaba interesado en entrar al Reino de Dios), si Nicodemo estaba viejo, ¿cómo estaría su mamá si no estaba muerta?; ahora, si estaba ancianita, Nicodemo pensando humanamente se preguntaba: “¿Cómo será posible que yo entre en el vientre de mi madre y mi madre esté otra vez embarazada para darme a luz? Esto que está diciendo Jesús no lo puedo comprender. ¿Cómo puede hacerse esto, Jesús?”.
Y Jesús le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios (o Reino de los Cielos). Es necesario nacer de nuevo. No te maravilles de que te dije que es necesario nacer de nuevo”.
Es el nuevo nacimiento que se obtiene al creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo.
Cristo estuvo hablando del nuevo nacimiento, pero miren, los discípulos de Jesucristo no habían nacido tampoco de nuevo, solamente tenían el nacimiento natural por medio de sus madres terrenales.
El nuevo nacimiento comenzó a efectuarse el Día de Pentecostés; y de ahí en adelante han estado naciendo en el Reino de Dios millones de personas, han estado obteniendo el nuevo nacimiento.
Ahora, miren ustedes, cuando usted ha nacido en este planeta Tierra por medio de su madre, a causa de la unión de su padre y su madre, encontramos que usted ha nacido pero no como un hijo de Dios, usted ha nacido como un hijo del mundo; y usted ha nacido en medio de los hijos del mundo. Y usted ha nacido en una raza que está en muerte, una raza caída, que está sin vida eterna; y por eso los seres humanos nacen, crecen, se ven muy bonitos, pero después se ponen viejos y ya no están tan bonitos, y después se mueren y están menos bonitos.
Porque por más que una persona haya amado a su novia o a su esposa o a su madre, luego que ha muerto y han pasado muchos días, ya no quiere verla. ¿Y no la amaba tanto, y ahora no la quiere ver? Es que ya ella no está en ese cuerpo (la sigue amando), ya ella está en otra dimensión; lo único que murió fue la casa terrenal, el cuerpo físico.
Algunos jóvenes, algunas personas, de lo que se enamoran es de la casa terrenal, en vez de mirar a través de la casa terrenal, bien adentro, al alma de la persona y ver esa alma, y así ver si esa persona es bella realmente y es buena realmente allá en lo profundo de su ser; porque esa es la belleza verdadera, ahí es donde está la belleza verdadera. La belleza física, esa es temporal; la belleza física, eso es pasajero, eso es vanidad.
Muchas personas dicen: “Fulana o fulano es muy bello o muy bella”; pero mire, después que se muere, queda tan feo como la persona más fea que se haya muerto. Así que no hay ninguna diferencia.
Ahora, las personas tienen que ver la belleza del alma de la persona; porque esa belleza del alma perdurará para toda la eternidad si la persona es un hijo o una hija de Dios. Y cuando estemos en el nuevo cuerpo, ya no va a ver el cuerpo viejo, va a ver un cuerpo nuevo donde esa persona estará viviendo.
Ahora podemos ver este misterio de lo que es el ser humano: cuerpo, espíritu y alma. Y podemos ver el por qué se requiere un nuevo nacimiento; y se obtiene por medio de Cristo: recibiéndolo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibiendo Su Espíritu; y así recibimos un espíritu teofánico de la sexta dimensión, el cual no pudimos recibir cuando nacimos por medio de papá y mamá; pero por medio del nuevo nacimiento, miren ustedes, obtenemos ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y cuando así ocurre en nuestras vidas: nos encontramos en lugares celestiales en Cristo Jesús con un cuerpo teofánico de la sexta dimensión[17]; nos encontramos en la misma posición en donde se encontraba Jesucristo antes de tener Su cuerpo físico: Él se encontraba en Su cuerpo teofánico.
El Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, Elohim, Melquisedec (todas esas manifestaciones de Dios en un cuerpo físico, visible, pero de otra dimensión), era Jesucristo en Su cuerpo teofánico; porque Él es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual vendría.
Él es esa Luz que sería manifestada en esta Tierra. ¿Y cómo sería manifestada la Luz, la Luz que vendría, que es el Verbo? Dice:
[San Juan 1:14] “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Cuando el Verbo —que es Dios con Su cuerpo teofánico— se hizo carne, habitó entre los seres humanos, y lo vimos entre los seres humanos con el nombre de Jesús. En aquel joven carpintero de Nazaret llamado Jesús estaba el Verbo hecho carne, estaba Dios con Su cuerpo teofánico hecho carne, vestido de carne humana en medio de los seres humanos; y era un profeta, el profeta de Nazaret, y era un profeta dispensacional; y es el profeta más grande que la raza humana ha tenido.
Ahora podemos ver que Dios vendría en medio de la raza humana vestido de carne humana; esa fue la ocasión en que Dios se creó un cuerpo y estuvo como los seres humanos viviendo en la Tierra. Y el mundo no lo conoció, no supo que era Dios visitando a la raza humana en un cuerpo humano creado por Él; fue creado por Dios, y por eso fue el único cuerpo que podía ser sacrificado por el pecado de la raza humana.
Ninguna otra persona podía morir para quitar el pecado del ser humano. Y por eso tenían sacrificios de animalitos, para cubrir el pecado con la sangre derramada de esos animalitos en lo que llegaba un hombre perfecto; no producto de la unión de un hombre y de una mujer, sino producto de creación divina; lo cual ocurrió cuando Dios creó en el vientre de María una célula de vida, que se multiplicó esa célula de sangre célula sobre célula, y fue formado, creado, el cuerpo de Jesús, el cual nació en Belén de Judea, en los días del rey Herodes, de 4 a 7 años antes de comenzar el quinto milenio.
Ahora, podemos ver quién es Jesucristo: es el Verbo, que era con Dios y era Dios, y se hizo carne; es Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros[18]. Isaías, capítulo 7, verso 14, dice:
“(Porque) el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y (se) llamará su nombre Emanuel (y Emanuel significa: Dios con nosotros)”.
Ese niño que la virgen tendría se cumplió en el nacimiento de Jesús a través de la virgen María.
Vean cómo se cumplió la promesa mesiánica y apareció el velo de carne donde Dios habitó en toda Su plenitud, donde Dios se manifestó para cumplir Su Obra de Redención del ser humano y hacer posible el nuevo nacimiento de los hijos de Dios: para poder nacer los hijos e hijas de Dios primeramente en la sexta dimensión, primeramente en sus cuerpos teofánicos; y después obtener el nuevo cuerpo en el Día Postrero, o sea, obtener el cuerpo eterno, el cual estamos esperando de un momento a otro: lo estamos esperando en la Edad de la Piedra Angular, que es el domingo espiritual.
Cristo resucitó domingo en la mañana. Y ahora, los muertos en Cristo resucitarán en el Día Postrero: resucitarán en el domingo espiritual, que es la Edad de la Piedra Angular.
Y ahora, vean ustedes, nosotros los que vivimos estamos esperando que resuciten y nos aparezcan, y nos traigan las buenas nuevas, las buenas noticias de que ya la resurrección se ha llevado a cabo, para nosotros ser transformados cuando los veamos a ellos. Así será en algún momento de la Edad de la Piedra Angular.
Ahora nosotros estamos en la misma etapa en que estaba Jesucristo antes de obtener Su cuerpo físico: Él estaba en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y ahora, nosotros hemos obtenido el cuerpo teofánico de la sexta dimensión cuando hemos recibido el Espíritu de Cristo, y solamente nos queda este cuerpo de carne que va a ser cambiado por el cuerpo eterno que Él nos ha prometido; y así tendremos un cuerpo eterno como el del Señor Jesucristo; y así seremos hijos e hijas de Dios manifestados en cuerpos eternos para toda la eternidad. Eso es la adopción de los hijos e hijas de Dios, la cual estamos esperando en este Día Postrero.
Dios nos colocará en esa posición de hijos creados por Él. Ya nos creó el cuerpo teofánico para nosotros, y solamente falta que cree para nosotros el cuerpo eterno y físico que Él ha prometido para todos nosotros; un cuerpo que será creado por Dios para cada uno de ustedes y para mí también, en el cual nunca más habrá enfermedades ni tristezas, ni problemas, ni señales de la edad (o sea, ni arruguitas cerca de los ojos, ni en la frente, ni en los cachetes, ni en las mejillas, ni en ningún lugar).
No se verá ninguna señal de la edad; no importa que le pasen cien años, quinientos años, mil años, un millón de años, usted se mirará en el espejo y dirá: “Todavía estoy como estaba cuando recibí este nuevo cuerpo”. Pues es que no se va a poner viejo, siempre va a estar representando de 18 a 21 años de edad; porque es un cuerpo eterno creado por Jesucristo para cada uno de ustedes y para mí también.
Y estamos esperando que Él cree ese cuerpo para nosotros los que vivimos; y eso lo hará transformando nuestro cuerpo, si estamos vivos cuando los muertos en Cristo resuciten.
Y los que han partido ya, Cristo creará un nuevo cuerpo, y en ese nuevo cuerpo habitará cada uno de los escogidos de Dios que están en el Paraíso y que van a resucitar; pues si estaban en el Cuerpo Místico de Cristo en la edad que les tocó vivir y obtuvieron el nuevo nacimiento, ellos tienen la promesa de resucitar en un cuerpo eterno en el Día Postrero.
Ahora, podemos ver que no es un asunto de sectarismo religioso, sino que es un asunto de creación divina. Es un asunto de un Programa Divino en el cual Dios está creando una nueva raza; y comienza con la creación de nuestro cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y luego pues nos creará el cuerpo físico y eterno que Él ha prometido para todos nosotros.
Ahora podemos ver que para Él crear ese cuerpo eterno que nos ha prometido se tienen que cumplir un sinnúmero de profecías; entre ellas, la más importante de todas: la Venida del Hijo del Hombre en las nubes.
Esa es una profecía para el tiempo final, esa es: la Venida del Hijo del Hombre en las nubes; promesa que, como les mostré al principio, también está en el Antiguo Testamento. El profeta Daniel en el capítulo 7, verso 13 al 14, dio testimonio de la Venida del Hijo del Hombre en las nubes.
Y ahora, nosotros estamos viviendo en el tiempo final donde la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, se tiene que convertir en una realidad aquí en la Tierra.
Ahora, no podemos pasar por alto las diferentes etapas por las cuales pasó la Primera Venida de Cristo, porque también la Segunda Venida de Cristo tendrá sus diferentes etapas.
Vean ustedes, la Primera Venida de Cristo pasó por la etapa de estar en el vientre de María por nueve meses. Si fuera por menos tiempo, la Biblia diría que fueron solamente siete meses o fueron ocho meses; pero cuando las cosas se cumplen en forma normal, con la cantidad de tiempo que normalmente una madre tiene al bebé en su vientre, pues no tiene que decir que fueron nueve meses, esa es la forma normal.
Ahora, encontramos que allí comenzó en el vientre de María la Primera Venida de Cristo; y luego, cuando nació en Belén de Judea, allí continuó el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo; pero miren, está en Sus primeras etapas, está en Su infancia, pero ya está cumplida la Primera Venida de Cristo. Pero la Obra para la cual Él viene, requería que pasaran 33 años; y a los 33 años, como Cordero de Dios, murió en la Cruz del Calvario y llevó a cabo la Obra de Redención.
Los últimos tres años y medio del ministerio de Cristo fueron muy importantes, en los cuales Él predicó el año de la buena voluntad de Jehová[19]. Allí se cumplió también, bajo el ministerio de Jesucristo en Su Primera Venida, el Año del Jubileo en medio del pueblo hebreo; y por eso Él estaba en la Edad de la Piedra Angular de aquel tiempo.
Juan el Bautista fue el mensajero de la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo el judaísmo.
Y ahora, miren ustedes, la Primera Venida de Cristo ya estaba en la Tierra, pero la Obra de Redención la llevó a cabo cuando tenía 33 años de edad.
Muy pocas personas vieron la Primera Venida de Cristo y entendieron la Primera Venida de Cristo cuando estaba en el vientre de María, excepto María, José y Elisabet.
Porque cuando María fue adonde Elisabet (su parienta) para visitarla, la cual estaba embarazada y tenía ya unos seis meses de embarazo (así que le faltaban solamente tres meses para dar a luz a Juan el Bautista, el que sería precursor de Jesús)…, y ahora, cuando llega María y saluda a Elisabet, el niño que estaba en el vientre de Elisabet brincó de alegría: fue lleno del Espíritu de Dios; y Elisabet dijo que el niño brincó en su vientre cuando escuchó la salutación de María, y le dice unas palabras muy hermosas a María y al niño que estaba en el vientre[20].
Ahora, miren ustedes cómo María sabía que ese niño era el Mesías, el Hijo del Dios Altísimo, en cuanto al velo de carne; y Elisabet sabía también que ese niño que estaba en el vientre de María era el Mesías, al cual el niño que ella tenía en su vientre (que era Juan el Bautista) le iba a preparar el camino.
Allí se encontraron precursor y precursado, frente a frente; pero estando en el vientre de María, Jesús, y Juan el Bautista en el vientre de Elisabet; pero miren, se reconocieron el uno al otro aun estando en el vientre.
Y luego, Juan el Bautista nació más adelante, y después Jesús; y no sabemos si llegaron a jugar juntos, no sabemos.
La historia bíblica no nos habla acerca de eso, sino que nos habla de Jesús cuando tenía luego dos años (luego de haber nacido, cuando tenía dos años más o menos), cuando los magos fueron a verlo y lo adoraron[21]; y luego nos habla cuando fue a Egipto; y luego de Egipto, después pasó a Nazaret[22]. Y luego nos habla cuando tenía 12 años de edad, cuando estuvo en Jerusalén en el templo hablando con los doctores de la Ley y con aquellos sabios doctores en divinidad, los cuales se maravillaban de la sabiduría que había en el niño Jesús; el cual estaba creciendo en sabiduría y en gracia delante de Dios, y también en estatura[23].
Y luego se nos habla de Jesús cuando tenía casi 30 años; o sea que tenía unos 29 años y medio cuando fue a las actividades de Juan el Bautista, el cual estaba predicando y llamando al pueblo al arrepentimiento, y estaba bautizando a las personas.
Jesús fue a las actividades de Juan el Bautista; miren, vino desde Nazaret, bajó hasta Judea y fue a Juan el Bautista, escuchó sus predicaciones y fue bautizado por Juan el Bautista, el cual no lo quería bautizar. Y le dice: “Tú vienes a mí para que yo te bautice, y yo soy el que tengo necesidad de que Tú me bautices a mí”[24].
Quizás se habían conocido, quizás habían tenido alguna comunicación antes de ese tiempo. María y Elisabet, como eran parientas, no sabemos cuántas visitas más le hizo María a Elisabet; y si le hizo algunas visitas, no iba a dejar al niño Jesús allá en Nazaret, se lo tenía que llevar a las montañas de Judea. Y si estuvieron juntos Jesús y Juan cuando niños, pues se conocieron y hablaron; y quizás Dios obró algunas cosas en ese tiempo.
Ahora, cuando llega el tiempo del ministerio para Jesucristo, Juan el Bautista estaba diciendo: “Después de mí viene Uno, del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado. Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”. Y luego dice: “Yo no le conocía, y ustedes tampoco le conocen. Hay Uno en medio de ustedes, en medio de nosotros, al cual ustedes no conocen; Ese es el que les va a bautizar con Espíritu Santo y Fuego”. Y dice: “Pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre Aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Él y permanecer sobre Él, ese es Él. Ese es al que tú le estás preparando el camino, ese es el Mesías”. Y Juan dice: “Y yo le vi, yo le vi descender sobre Él (sobre Jesús)”[25].
Esto fue cuando Juan bautizó a Jesús, que vio los Cielos abiertos. Y miren, no quería bautizar a Jesús, se iba a perder esa bendición tan grande; pero Jesús le dice: “Nos toca cumplir toda justicia, es necesario cumplir toda justicia”; y entonces Juan ya no luchó más con Jesús: lo bautizó, vio el Cielo abierto, vio al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre Jesús, y ahí Jesús fue lleno de la plenitud de Dios.
Y ahí comenzó Su ministerio de tres años y medio; y coronó Su ministerio con Su muerte en la Cruz del Calvario, llevando nuestros pecados y muriendo por ellos, y pagando el precio de la Redención.
Por eso es que ahora todo ser humano tiene la oportunidad de tener un sacrificio por el pecado. No necesita ir allá a la tierra de Israel y tomar un corderito o un macho cabrío y sacrificarlo allá en el templo (ni siquiera ya hay templo allá del pueblo hebreo en Jerusalén); sino que ahora toda persona tiene el Sacrificio del Cordero de Dios que fue ofrecido por Jesucristo, el Sumo Sacerdote según el Orden de Melquisedec.
Y ahora, la persona al creer con toda su alma en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y confesar sus pecados en Cristo y sobre Cristo como el Cordero de Dios, y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, el Espíritu de Cristo viene sobre la persona, lo llena del Espíritu Santo; y así nace de nuevo la persona en el Reino de Dios; para luego en el Día Postrero recibir la plenitud del Espíritu de Dios: recibir el nuevo cuerpo, en donde estaremos con la plenitud del Espíritu de Dios manifestado en cada uno de nosotros.
Ahora podemos ver el misterio de la Primera Venida de Cristo y el propósito de Su Venida. Y podemos ver que estuvo en la Tierra el velo de carne donde Dios estaría manifestado en toda Su plenitud, en el cumplimiento de la Venida del Mesías y en Su Obra de Redención llevada a cabo en la Cruz del Calvario.
Ahora, ¿cuánto tiempo estuvo en la Tierra antes de comenzar Su ministerio? 29 años y medio. Y nadie se daba cuenta que en la Tierra estaba el velo de carne donde Dios estaría manifestado en toda Su plenitud, en el cumplimiento de la Venida del Ángel del Pacto, de la Venida del Ángel de Jehová, de la Venida del Mesías en Su Primera Venida.
Y estuvo entre ellos, y jugó entre los niños, y luego estuvo entre los jóvenes, y después entre las personas más adultas (cuando ya tenía más de 21 años de edad), y no lo conocían. “A lo suyo vino”, el pueblo hebreo, Su pueblo; porque al nacer en medio del pueblo hebreo, pues aparece como un ciudadano hebreo; porque la persona tiene la ciudadanía de la nación donde nace.
Y ahora, está en medio del pueblo hebreo, y el pueblo hebreo está esperando la Venida del Mesías, y el Mesías con ellos allí por 29 años y medio; y luego comienza el ministerio, y tiene tres años y medio de ministerio, y todavía no lo conocen; y tiene la etapa de Redención en la Cruz del Calvario, lleva a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y todavía el pueblo hebreo no lo conoce. Y todavía en la actualidad no ha conocido el pueblo hebreo que el Mesías estuvo en la Tierra dos mil años atrás.
Estuvo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Elohim, Melquisedec, el Jehová del Antiguo Testamento, estuvo en carne humana, en el velo de carne que Dios se proveyó para Sí mismo para aquel tiempo.
Dios se proveyó un cuerpo, en el cual moró y el cual usó como el Sacrificio por el pecado para la Redención de todos los hijos e hijas de Dios que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora, hemos visto el misterio de la Primera Venida de Cristo: es el misterio de la Venida del Ángel del Pacto, de la Venida de Dios con Su cuerpo teofánico y en Su cuerpo teofánico, vistiéndose de un cuerpo humano, de un cuerpo de carne llamado Jesús de Nazaret. En aquel joven carpintero de Nazaret estaba cumplida la Venida del Señor.
Y para el Día Postrero, en Apocalipsis, capítulo 19, tenemos la promesa de la Venida del Verbo. Vamos a ver esa promesa aquí: Apocalipsis 19, verso 11 en adelante, dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.
Es la Venida del Verbo de Dios, es la Venida del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, es la Venida del Ángel del Pacto, es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo velándose y revelándose en carne humana y a través de carne humana.
Y para poder ver la Venida de este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo vestido de un cuerpo humano, tenemos que encontrar ese velo de carne, ese cuerpo humano, donde estará Jesucristo manifestado en el Día Postrero; donde estará el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová manifestado, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Porque Él tendrá un velo de carne aquí en la Tierra de este tiempo en el cual nosotros vivimos, a través del cual estará velado y revelado. O sea, vestido de carne humana estará el Verbo, el Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Su cuerpo teofánico; estará vistiéndose de un cuerpo de carne en el Día Postrero, un cuerpo de carne de este tiempo final.
En la página 277 del libro de Los Sellos en español dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo, con relación al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, dijo algo muy importante; lo cual les estaré leyendo luego de la lectura de la página 134 del libro de Los Sellos. Dice el libro de Los Sellos, página 134:
“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse (o sea que vendrá encarnado, vendrá en un cuerpo de carne), el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de Reyes y Señor de Señores’”.
Y en la página 277 de este mismo libro de Los Sellos, orando el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en una parte de la oración, dice así:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
Ahora, ¿quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis? Es el Espíritu Santo, es Jesucristo en Espíritu Santo. Y ahora, Él viene para llamar a los suyos.
¿Y cómo será que Él estará aquí en la Tierra en el Día Postrero, en el cumplimiento de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? Si Dios mandó un precursor para preparar el camino a la Venida de Cristo para el Día Postrero, él tiene que haber hablado cómo vendrá el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; así como cuando Juan el Bautista como precursor de la Primera Venida de Cristo fue enviado, él dio testimonio de cómo sería la Venida del Mesías, y hasta les mostró el cumplimiento de la Venida del Mesías en Jesús de Nazaret.
Y ahora leamos la página 256 del libro de Los Sellos en español, donde dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
¿Qué será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19?, ¿qué será la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero? Será la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero en carne humana, en un hombre, en un profeta; y solamente hay un profeta prometido para el Día Postrero; es el profeta de la Dispensación del Reino, es un profeta dispensacional, y es el profeta de la Edad de la Piedra Angular: el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.
Es en ese Ángel Mensajero que Jesucristo en Espíritu Santo estará en el Día Postrero manifestado en carne humana como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; y por eso trae escrito en Su vestidura y en Su muslo: Rey de reyes y Señor de señores, porque viene como Rey de reyes y Señor de señores.
Por eso la Venida de Cristo para el Día Postrero está prometida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. El león es el rey de todos los animales, y Jesucristo es el Rey de todos los reyes, es el Rey de reyes y Señor de señores.
Él es Rey-Dios, Él es Rey-Teofanía y Él es Rey-Jesús. Él es Rey de reyes.
Él es el Rey en la séptima dimensión: Rey-Dios.
Él es Rey en la sexta dimensión: Rey-Teofanía. Él es el Rey que le apareció a Abraham como Melquisedec, Rey de Salem, Rey de Justicia y Rey de Paz[26].
Ahora también Él es Rey para esta Tierra, para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Es el mismo Rey, el mismo Dios. Dios-Rey en la séptima dimensión; y Dios-Rey en la sexta dimensión es Dios-Rey en Su cuerpo teofánico.
Y Dios-Rey en esta dimensión terrenal será viniendo Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana en el Día Postrero, velándose y revelándose en carne humana, en Su Ángel Mensajero, para llevar a cabo la Obra de Reclamo en este Día Postrero.
Ahora, ¿cuánto tiempo estará el velo de carne donde Jesucristo estará manifestado en Espíritu Santo en el Día Postrero? ¿Cuánto tiempo estará en la Tierra antes de cumplirse plenamente toda la Obra de Reclamo del Señor Jesucristo, y los muertos en Cristo ser resucitados y los que vivimos ser transformados?
No sabemos cuánto tiempo, pero tiene que tener una cantidad de años el velo de carne donde Jesucristo estará en Espíritu Santo velado y revelado llevando a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero. Allá estuvo 33 años, y al final de los 33 años llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Ahora, ¿cuántos años estará el velo de carne donde Jesucristo estará en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero? ¿Cuánto tiempo estará aquí en la Tierra antes de ser transformados nosotros y los muertos en Cristo ser resucitados en cuerpos eternos? No sabemos; pero cuando los muertos en Cristo sean resucitados y nosotros seamos transformados, podremos contar el tiempo.
Porque ese velo de carne tiene que estar en la Tierra y llegar a madurez, llegar a la edad correspondiente para esa manifestación de Jesucristo en toda Su plenitud, para la Obra correspondiente al Día Postrero.
Ahora, ¿cuántas serán las personas que tendrán la misma bendición que tuvo María y tuvo Elisabet, y tuvo José, y tuvo Zacarías el sacerdote, y tuvo Simeón, y tuvo Ana, y tuvieron los pastores que fueron allá al nacimiento de Jesús?[27]
No sabemos cuántas personas tendrán ese privilegio. Y estarán viendo el velo de carne donde Dios estará cumpliendo la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo velándose en carne humana, en donde estará el Verbo que era con Dios, y es Dios, y seguirá siendo Dios; y que para el Día Postrero estará manifestado en carne humana: el Verbo viniendo, el Ángel del Pacto viniendo, Jesucristo en Espíritu Santo viniendo en carne humana, en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero.
Ahora, ¿cuántos años transcurrirán desde el nacimiento de ese velo de carne hasta la transformación de ese velo de carne? ¿Y cuánto tiempo transcurrirá desde el nuevo nacimiento de ese mensajero de Jesucristo hasta que reciba su adopción, la transformación de su cuerpo? No sabemos cuánto tiempo transcurrirá, pero sí sabemos que todo eso será cumplido en este Día Postrero.
Y con la adopción del Ángel del Señor Jesucristo, en donde estará Jesucristo en Espíritu Santo velado y revelado, con la adopción de ese mensajero, vendrá la adopción de todos los escogidos de Dios que estamos vivos y de los que partieron en las edades pasadas.
Por eso es tan importante la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero, para cumplir el propósito para el cual han sido dadas todas las profecías de la Segunda Venida de Cristo.
En el 1963, febrero 28, apareció en el cielo una señal muy importante; o sea, una de las páginas de la primera Biblia (que es el cielo) se abrió y mostró una gran señal.
Y los que pueden leer en esa primera Biblia, podrán leer y entender lo que fue mostrado allí; lo cual también está en esta tercera Biblia, está aquí escrito. En esta tercera Biblia dice que será vista la señal del Hijo del Hombre en el cielo; fue vista en letra aquí en la Biblia escrita y tiene que aparecer en el cielo.
Y en el 1963 apareció una nube misteriosa en la cual se encontró el reverendo William Branham en su cuerpo teofánico, pues fue arrebatado por los ángeles de Dios que vinieron a él y lo arrebataron; uno de los ángeles lo arrebató y se lo llevó con él, y fue colocado en esa constelación de ángeles que formaron esa nube misteriosa[28].
Esos ángeles que aparecen en esa nube son los siete ángeles de la Iglesia gentil de las siete edades, y otro Ángel que es muy diferente a los demás. Ese otro Ángel que es diferente a los demás es el Ángel del Pacto, Jesucristo en Su cuerpo teofánico, el cual tiene que venir en carne humana en medio de Su Iglesia para darnos Sus bendiciones.
Así como vino Cristo en Espíritu Santo manifestado en cada ángel mensajero de cada edad de la Iglesia gentil, dándole Sus bendiciones a Su Iglesia en cada edad, tiene que venir en este Día Postrero manifestado en el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino.
Y ese Ángel que era muy diferente a los demás, miren quién es. En el libro de Los Sellos, página 469, el primer párrafo y segundo párrafo, dice:
“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’”.
¿Quién fue el que levantó, el que alzó, el que se llevó al precursor de la Segunda Venida de Cristo y lo colocó en esa constelación de ángeles? Fue el Ángel que era diferente a los demás. Fue llevado allí en su cuerpo teofánico, no su cuerpo físico; fue su cuerpo teofánico el que fue llevado allí. El precursor de la Segunda Venida de Cristo fue en su cuerpo teofánico a esa nube formada por los ángeles de Dios.
“154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello, lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. ¡Amén! Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este séptimo”.
Ahora, vean ustedes, este Ángel diferente a los demás es el que tiene el Séptimo Sello; y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo.
Este Ángel, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo, Jesucristo en Su cuerpo teofánico, para el Día Postrero tiene que venir velado y revelado en carne humana; y eso es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19; y eso es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en un hombre, en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.
En ese velo de carne del Ángel del Señor Jesucristo estará en el Día Postrero Jesucristo en Espíritu Santo velado y revelado, manifestado; y estará manifestando Jesucristo los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.
Porque el que tiene ministerios y el que da ministerios y el que opera ministerios es el Espíritu Santo, es el Ángel del Pacto; es Jesucristo en Espíritu Santo el que tiene y opera ministerios.
Y Él estará operando el ministerio que operó dos mil años atrás en aquel velo de carne llamado Jesús; y estará operando el ministerio que operó en aquel velo de carne llamado Moisés. Y estará operando el ministerio que operó en aquel velo de carne llamado Elías Tisbita, estará operándolo por quinta ocasión; porque ya ese ministerio lo ha operado en otras ocasiones: lo operó en Eliseo por segunda vez, lo operó en Juan el Bautista por tercera vez, y lo operó por cuarta vez en el reverendo William Branham, y lo estará operando en el Ángel del Señor Jesucristo por quinta ocasión como uno de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, y de Zacarías, capítulo 4.
Y estará operando el ministerio de Moisés como uno de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, y de Zacarías, capítulo 4; y estará operando el ministerio de Jesús por segunda vez en esta Tierra como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Hemos visto una señal misteriosa en el cielo, en donde estaban los siete ángeles mensajeros de las siete edades y un Ángel que era muy diferente a los demás. Allí estaba Cristo, el Ángel del Pacto, siendo coronado por los siete ángeles como Rey de reyes y Señor de señores, para venir luego en carne humana en Su Ángel Mensajero en medio de Su Iglesia.
Ahora, recuerden que a través del velo de carne donde estará Cristo manifestado en Espíritu Santo, ese velo de carne pasará por diferentes etapas.
Algunas personas quizás quieran ver la fase final, para eso hay que esperar al final del Séptimo Sello; pero los que estarán viendo todas las etapas por las cuales estará pasando el Ángel del Pacto —Jesucristo en Espíritu Santo velado y revelado en Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto—, y que estarán siendo llamados y juntados en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, esas personas no tienen que esperar al final: ellos estarán viendo la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo velado en carne humana en Su Ángel Mensajero.
Y llegará esa manifestación de Cristo a tal grado que será en toda la plenitud; y cuando esté en toda la plenitud, entonces la Venida de Cristo estará en toda Su plenitud cumplida en medio de Su Iglesia.
Tiene que comenzar con las primicias primero y tiene que comenzar el Ángel del Señor Jesucristo primero con las primicias, para después poder recibir la plenitud del Espíritu de Cristo y así recibir la adopción en este Día Postrero; y también todos los escogidos de Dios recibir su adopción.
Ahora, no podemos perder de vista que antes de cumplirse en toda Su plenitud la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, y estar la plenitud del Espíritu de Dios manifestado en los grandes milagros y maravillas que van a ser hechos, antes de eso hay etapas que van primero, y que Cristo en Espíritu Santo estará presente en Su Ángel Mensajero; y nosotros pues vamos siguiendo la trayectoria del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero.
Y si queremos ver la trayectoria de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en las siete edades, pues miramos la manifestación de Cristo en cada uno de Sus ángeles mensajeros. Y si queremos ver la manifestación del Ángel del Pacto en toda Su plenitud en el pasado, pues miramos la manifestación de Dios en toda Su plenitud en el velo de carne llamado Jesús de Nazaret; y eso nos da una idea de cómo será la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en toda Su plenitud en Su Ángel Mensajero para el Día Postrero, en la adopción del Ángel del Señor Jesucristo.
Ahora podemos ver que hay una trayectoria, y no podemos perder esa trayectoria; no podemos esperar ver al final las cosas, mientras podemos ver las cosas a medida que van sucediendo. Y cuando vamos viendo las cosas que van sucediendo, y vamos teniendo parte en todo lo que está sucediendo, pues somos parte de esa Obra que Él está llevando a cabo en este Día Postrero; para en el Día Postrero, en este tiempo final y en la Edad de la Piedra Angular, ser transformados todos nosotros.
Este es el único tiempo en donde los escogidos de Dios estarían viendo a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana por medio de Su Ángel Mensajero, estarían viéndolo cara a cara y estarían entendiendo su manifestación. Esta es la edad de ver cara a cara a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana a través de Su Ángel Mensajero.
En las edades pasadas algunos ni se dieron cuenta de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Sus ángeles mensajeros de las edades pasadas; pero este tiempo es un tiempo en donde ha rayado el alba de un nuevo día dispensacional y de una nueva dispensación, y de una nueva edad, y de un nuevo día milenial.
Y está Cristo, el Sol de Justicia, resplandeciendo y está alumbrándonos el entendimiento, y abriéndonos el corazón y las Escrituras para comprender todas estas cosas proféticas que tienen que estar cumpliéndose en este Día Postrero; y ya comenzaron a ser cumplidas, y las que faltan por ser cumplidas también serán cumplidas.
Ahora, hemos visto en el cielo la señal del Hijo del Hombre, hemos visto en el cielo la Venida del Hijo del Hombre con Sus ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil. Lo hemos visto en la primera Biblia; luego, también lo hemos visto profetizado en la tercera Biblia.
Y en la Iglesia del Señor Jesucristo tiene que materializarse todo esto que ha sido visto en esta Biblia; y que ha sido visto en la Biblia primera, que es el cielo, en donde está el Zodiaco y en donde están todas las estrellas y en donde aparecen las nubes.
Ahí en el cielo – cuando se habla de cielo, se habla de atmósfera; y ahí, vean ustedes, sería vista la señal del Hijo del Hombre, dando testimonio que el velo de carne donde Jesucristo estaría manifestado en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y séptimo milenio, ya estaba en la Tierra ese velo de carne. No va a esperar a lo último para traer el velo de carne como un bebé, cuando tiene que estar al final, tiene que estar ya grande para ser usado por Jesucristo y cumplir Sus promesas a través de ese velo de carne.
Ahora podemos ver la trayectoria del Ángel del Pacto, de Jesucristo, desde el Antiguo Testamento: desde el Génesis, hasta este tiempo final, hasta el Apocalipsis.
Y podemos ver quiénes somos nosotros en el Programa Divino. La primera Biblia (el cielo con sus constelaciones y todo lo que tiene) y la Biblia escrita dan testimonio de todos nosotros. En el Cielo estamos ahí escritos; y estamos representados en las estrellas del cielo; y estamos escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
O sea que ustedes no han aparecido en este planeta Tierra por mera casualidad: ustedes han aparecido en este planeta Tierra porque Dios les ha enviado a vivir en este planeta Tierra en este Día Postrero. En el Programa Divino estábamos ordenados para aparecer en este tiempo final, y para aparecer en este territorio latinoamericano y caribeño. Miren la bendición tan grande que tenemos en este Día Postrero.
Y ahora usted, que no sabía quién usted era, ahora usted ha descubierto que es un hijo o una hija de Dios, y no lo sabía. Pero ahora, ¿dónde están los hijos e hijas de Dios? Aquí estamos; ahora sí que lo sabe usted y lo sé yo también.
Ahora todos sabemos quiénes somos en el Programa Divino y para qué estamos aquí en este tiempo final: estamos aquí para ver y recibir la Venida del Señor, y para poder ser transformados y raptados; pero primeramente somos llamados y juntados en este Día Postrero por la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta que es el Mensaje del Evangelio del Reino, que nos llama y nos junta en Su Cuerpo Místico de creyentes en la Edad de la Piedra Angular.
Ahora, hemos visto la señal del Hijo del Hombre en el cielo. Hemos visto al Hijo del Hombre, a Jesucristo en Su cuerpo teofánico con los siete ángeles de las siete edades con sus cuerpos teofánicos también, apareciendo ¿dónde? En las nubes.
¿No dice la Escritura que será vista la señal del Hijo del Hombre en las nubes, y que será visto el Hijo del Hombre envuelto en una nube o en las nubes? Vamos a ver cómo nos dice aquí: capítulo 24, verso 30 al 31 de San Mateo:
“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra”.
Ahora, no solamente se van a lamentar durante la gran tribulación, ya se están lamentando desde el 1963 hacia acá. Cada vez que se le cae la moneda a una nación, eso es un lamento que tiene esa nación con todos sus habitantes y muchas otras naciones que se lamentan también; porque al caerse la moneda de un país, se cae también la moneda de otros países y se forma un problema internacional.
Miren, cuando sucedió esto en México trajo un problema mundial. Miren, cuando ha sucedido esto en Japón en estos días y ha traído un problema mundial, en donde se han estado lamentando los reyes de la Tierra; se han estado lamentando los ricos, algunos que han perdido millones de dólares; muchas compañías han perdido millones de dólares también, y muchas naciones han perdido millones de dólares.
Y si a una persona porque se le pierda 1 dólar o 100 dólares (para que el lamento sea un poquito más fuerte), cuando se le pierden 100 dólares a una persona… ¿Equivalente a los 100 dólares serán a 100 reales de acá? Si a usted se le pierden 100 reales, ¿no se lamenta usted? Claro que sí. Algunas veces la persona, si es la ama de casa, dice: “Esto era lo que yo tenía para hacer la compra para mis hijos”, y comienza a lamentarse: “¿Y dónde encontraré yo ahora 100 reales más para hacer la compra de mis hijos?”.
Y si con 100 reales que usted pierda se lamenta, ¿cómo serán miles de personas o millones de personas que pierden millones de dólares cuando ocurren estas caídas de la moneda de algunas naciones?
Y también las naciones se lamentan porque pierden mucho; y entonces sus monedas también se ven tambaleándose, y no se sabe si se van al piso también. Es que la economía del mundo está sobre arena movediza.
Es un reino que no tiene fundamento; miren, comenzó con la cabeza de oro, así que no tenía fundamento. Lo que tiene fundamento, vean ustedes, siempre comienza de abajo hacia arriba colocando el fundamento.
Pero el reino de los gentiles no tiene ningún fundamento, ¿por qué? Porque el reino de los gentiles procede del reino que el diablo le robó a Adán por engaño. Y el mundo, miren ustedes, está confiando en un reino que no tiene fundamento.
Y con la Venida de Cristo, la Piedra no cortada de manos[29], habrá un cambio de reino: el Reino de Cristo será establecido, y los reinos de este mundo pasarán a ser de nuestro Señor Jesucristo; porque el Reino de Cristo sí que tiene fundamento: viene de la eternidad, es un Reino eterno. Apocalipsis, capítulo 11, verso 15 en adelante, dice:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.
Ahí tenemos el cambio del reino de los gentiles, para venir a ser los reinos de este mundo, los reinos de todas las naciones, venir a ser de nuestro Señor Jesucristo; y todas las naciones pertenecer al Reino de nuestro Señor Jesucristo, el cual tendrá la capital en Jerusalén; e impartirá justicia, amor, paz, prosperidad y enseñanza, y conocimiento a la raza humana. Desde Jerusalén Jesucristo reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, y con Él se sentará en Su Trono el Vencedor.
Ahora podemos ver que Jerusalén será la capital del mundo, y el territorio de Israel será el Distrito Federal. Y el resto de las naciones será el territorio donde estarán viviendo el resto de los seres humanos; pero en Jerusalén vivirá el grupo de los escogidos de Dios del Antiguo Testamento y también el grupo de los escogidos de Dios de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Cristo estará en Jerusalén reinando sobre el Trono de David, y desde ahí gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; y con Él estará el Vencedor:
[Apocalipsis 3:21] “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono (o sea, en el Trono de David), así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono (o sea, en el Trono que está en el Cielo, allá en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo)”.
Ahora, podemos ver que Cristo, desde el Trono del Templo que está en el Cielo, ha estado llevando a cabo una labor muy grande en beneficio de todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Y cuando se siente en Su Trono en Jerusalén, al salir del Trono que está en el Cielo, Él gobernará desde ese Trono y llevará a cabo toda la labor correspondiente al Reino de Dios en esta Tierra. Y con Él estará sentado el Vencedor; y con él, el siervo fiel y prudente, estará llevando a cabo la Obra correspondiente al Reino de Dios; porque al siervo fiel y prudente Cristo dice que le pondrá sobre todos Sus bienes[30], por eso le coloca sobre el Trono con Él.
Hemos visto este misterio de la Venida del Señor: es la Venida del Hijo del Hombre viniendo en las nubes, como lo mostró San Pedro o como lo muestra en la Escritura San Pedro cuando habla del Monte de la Transfiguración y como lo muestra también San Mateo allá en el Monte de la Transfiguración[31]. Esa visión del Monte de la Transfiguración es la visión de la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles con Su rostro como el sol, o sea, como Rey de reyes y Señor de señores.
En el Apocalipsis también aparece la Venida del Hijo del Hombre. Dice Apocalipsis, capítulo 1, verso 7 en adelante, dice:
“He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él”.
Dice que viene en las nubes; pero después tiene que estar aquí en medio de Su Iglesia manifestado en carne humana.
Luego de esta señal en el cielo, dando testimonio de lo que Cristo estaría haciendo la Tierra, luego de eso ¿habrá alguna otra señal que aparecerá en el cielo? Eso hay que esperar que pase el tiempo; y si habrá alguna otra señal que sea visible en el cielo para cierta etapa, será un testimonio también de la Venida del Hijo del Hombre.
Ahora, podemos ver que eso podría ser en la Venida de Cristo con los santos que están en el Paraíso, viniendo con ellos para tomar sus cuerpos aquí (sus cuerpos eternos) y nosotros ser transformados; pero esperemos.
Miren cómo vinieron esos ángeles; y esos ángeles que están en esa nube (que fue tomada en fotos y aun publicada en revistas), en esos ángeles están representados todos los escogidos de Dios: están representadas todas las personas de las siete edades de la Iglesia gentil en los siete ángeles mensajeros, y los de la Edad de la Piedra Angular están representados en el Ángel que era muy diferente a los demás.
Aquí tenemos esa señal que fue vista en el cielo; si la tornamos hacia la derecha, esa nube formada por ángeles forma el rostro del Señor: la barba la forman los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y el cabello blanco del Señor lo forma el Ángel que era diferente a los demás.
Con la manifestación de los siete ángeles de la Iglesia se formó el cumplimiento de la barba del Señor; o sea que lo que la barba del Señor representa fue cumplido bajo el ministerio de los siete ángeles del Señor.
Pero el cabello blanco del Señor está representando el ministerio del Ángel que era muy diferente a los demás. Y el ministerio del Ángel que era diferente a los demás, manifestado en carne humana por medio de Su Ángel Mensajero, estará formando el cumplimiento del tipo y figura del cabello blanco del Señor; y estará presentando a Cristo como Juez de toda la Tierra, y como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Por eso es que aparece viniendo sobre las nubes; y aparece con Su rostro como el sol (si ustedes leen todo este capítulo 1), y aparece con [verso 14]:
“Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;
y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.
Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.
Ahora vean cómo en esta señal en el cielo todo eso también fue visto. Allí están los siete ángeles con el Ángel que era muy diferente a los demás; allí está Jesucristo con Sus siete ángeles, que son las siete estrellas en Su diestra[32].
Y ahora, vean cómo fue todo mostrado en el cielo para ser cumplido aquí en la Tierra en el Día Postrero, en este tiempo final.
Ahora, desde el 1963 en adelante ha estado sucediendo en la Tierra algo muy grande. Miren, en Apocalipsis, capítulo 10, encontramos nuevamente a Cristo descendiendo del Cielo. Dice [verso 1]:
“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego”.
Aquí lo vemos envuelto en una nube. ¿Dónde lo vemos? En el cielo, envuelto en una nube; y viene descendiendo.
Y el arco iris alrededor de Su cabeza: el arco iris es el Pacto Divino.
Y Su rostro como el sol: eso es como Rey de reyes y Señor de señores.
Y todo eso fue representado cuando los siete ángeles estuvieron en esa nube con el Ángel que era muy diferente a los demás, con el Ángel Fuerte.
Y así como se materializó el ministerio de esos siete ángeles mensajeros en las siete edades, el ministerio del Ángel Fuerte, para el Día Postrero, tiene que materializarse en carne humana, en Su Ángel Mensajero en este Día Postrero.
Y ahora, vean ustedes que trae el Librito abierto en Su mano:
“Tenía en su mano un librito abierto (ese es el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, que Él tomó en el capítulo 5 de Apocalipsis; lo abrió en el Cielo y lo trae a la Tierra); y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;
y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.
La Voz de Cristo hablándonos como León, clamando como cuando un león ruge y siete truenos emitiendo sus voces; la Voz de Cristo hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero.
Todo esto tiene que materializarse en medio de la Iglesia de Jesucristo. Todo esto tiene que realizarse en medio de la Iglesia de Jesucristo; para luego Cristo dejar el Trono de Intercesión en el Cielo y venir con los santos de las siete edades: resucitarlos, y transformar a todos los escogidos que están vivos en este tiempo final.
Así que tenemos en este tiempo profecías que están siendo cumplidas. Las profecías que están siendo cumplidas están ligadas a la Venida del Señor y al Ángel Mensajero del Señor Jesucristo que estará en la Tierra en este Día Postrero para ver y recibir Su Venida, y ser el instrumento de Jesucristo en Su Venida; para por medio de él Jesucristo clamar como cuando ruge un león y los siete truenos emitir sus voces; y darnos el Mensaje del Evangelio del Reino, y revelarnos con ese Mensaje el misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Cuando este misterio sea abierto para la humanidad completa y para el pueblo hebreo, este misterio ya tendrá todas estas etapas que ya han sido cumplidas. Y así todos estarán viendo al final del Séptimo Sello, al final de la Venida del Señor, estarán viendo la Obra de Reclamo que Él habrá realizado al final de Su Venida.
Y estarán viendo a seres humanos con cuerpos eternos caminando sobre esta Tierra; y esos son los escogidos de las edades pasadas y los escogidos de este tiempo final, que tendremos un cuerpo eterno porque seremos transformados. En cuerpos eternos estaremos; y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos, y estarán con nosotros también aquí.
Y estaremos viendo esa Obra terminada. Y estaremos viendo a nuestro Señor Jesucristo en medio nuestro manifestado en Su Ángel Mensajero, y lo estaremos viendo en el cuerpo nuevo del Ángel del Señor Jesucristo que él tendrá; ahí también estaremos viendo a Jesucristo manifestado en Su Ángel Mensajero en toda Su plenitud.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de LA VENIDA DEL SEÑOR EN LAS NUBES.
Les he mostrado a través de toda la Escritura, del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, las profecías que hablan de la Venida del Hijo del Hombre en las nubes; les mostré también la señal del Hijo del Hombre en el cielo siendo cumplida en febrero 28 de 1963; y les he mostrado dónde estamos en el Programa Divino, y quiénes son ustedes en el Programa Divino.
¿De dónde ustedes han venido? De la séptima dimensión. ¿Dónde están? Estamos aquí en la Tierra en estos cuerpos mortales. Pero ya, en cuanto a nuestro cuerpo teofánico, ya estamos en la sexta dimensión, tenemos representación en la sexta dimensión (que es nuestro cuerpo teofánico); y vamos para nuestro cuerpo eterno que Cristo ha prometido para todos nosotros para este Día Postrero; y después nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero.
Eso es lo que Cristo ha prometido ¿para quiénes? Para todos nosotros en este Día Postrero. Aquí estamos los que recibiremos en este tiempo final todas esas bendiciones prometidas para la Venida del Señor.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Muchas gracias por vuestra amable atención; y nos veremos nuevamente en la próxima actividad de la tarde, la cual será a las 2:00 de la tarde; y luego de esa actividad ya estaremos viajando para San Pablo.
Miguel tendrá, creo que dentro de… a las 2:00 de la tarde (al comienzo de la actividad ¿verdad?) estará con los de la Décima primera Promoción de obreros para el ministerio, los cuales han estado con Miguel todos estos días reunidos; porque hemos pedido a Cristo que envíe más obreros a Su viña, y está enviando más obreros; y Miguel está reuniéndose con ellos, para que así sepan cómo trabajar en la Viña del Señor en este Día Postrero.
Así que Dios les bendiga, Dios les guarde; y con nosotros nuevamente Miguel Bermúdez Marín.
“EL MISTERIO DE LA VENIDA DEL SEÑOR EN LAS NUBES”.
[Revisión febrero 2023 -DM]
[1] San Juan 1:23
[2] Jn. 1:26-27, Mr. 1:4-7, Mt. 3:11, Lc. 3:15-16
[3] San Lucas 7:28, San Mateo 11:11
[4] San Mateo 4:4, San Lucas 4:4
[5] Romanos 10:17
[6] Hechos 15:14
[7] San Mateo 6:9-13
[8] Apocalipsis 2:17
[9] Éxodo 16:33-34
[10] San Juan 6:49-51
[11] Éxodo 12:1-20
[12] San Mateo 24:45, San Lucas 12:42
[13] Apocalipsis 3:14
[14] Génesis 1:26-27
[15] Génesis 2:7-8
[16] San Juan 3:1-10
[17] Efesios 2:6
[18] San Mateo 1:23
[19] San Lucas 4:16-21
[20] San Lucas 1:39-44
[21] San Mateo 2:1-11
[22] San Mateo 2:13-23
[23] San Lucas 2:41-52
[24] San Mateo 3:13-17
[25] San Juan 1:34
[26] Génesis 14:17-20, Hebreos 7:1-3
[27] San Lucas 2:25-38, San Lucas 2:8-17
[28] La aparición de esa nube fue fotografiada y publicada en dos revistas:
Revista CIENCIA (SCIENCE): Publicación del 19 de abril de 1963, volumen 140, número 3564. Autor: James E. McDonald / https://www.science.org/toc/science/140/3564.
Revista LIFE: Publicación del 17 de mayo de 1963. Título del artículo: “And a High Cloud – Ring of Mystery”. / https://bit.ly/3ureXyD
[29] Daniel 2:34
[30] San Mateo 24:47
[31] San Mateo 17:1-8
[32] Apocalipsis 1:20