El misterio de las recompensas a los vencedores

Muy buenos días, amados hermanos y amigos presentes aquí en Buenos Aires – Lomas de Zamora, en Buenos Aires, Argentina. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa revelado en Ella correspondiente a este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.

Estaremos hablando sobre el tema: “EL MISTERIO DE LAS RECOMPENSAS A LOS VENCEDORES”.

“LAS RECOMPENSAS A LOS VENCEDORES”.

Para lo cual quiero leer en Apocalipsis, capítulo 21, verso 6 al 7, donde dice:

Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.

El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Conforme a las Escrituras, Dios recompensará a cada uno según sea su obra. Dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 12:

He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.

Es en la Venida del Hijo del Hombre donde Él recompensará a cada uno según sea su obra. De esto mismo habló Jesús, en el capítulo 16, versos 26 en adelante de San Mateo, cuando dijo:

Porque ¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.

Luego, seis días después, tomó a Pedro, a Jacobo y a Juan, y los llevó aparte a un monte alto; y se transfiguró delante de ellos (allí en el monte que le llamamos el Monte de la Transfiguración), donde Su rostro fue visto como el sol resplandeciendo; y aparecieron también allí Moisés y Elías1. Allí estaba siendo visto Jesús también con Sus vestiduras resplandecientes.

Todas estas cosas nos hablan de la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, en la Venida del Reino de Dios, en donde los hijos e hijas de Dios serán adoptados; y en donde el ministerio de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, será adoptado para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Es en la materialización de la visión del Monte de la Transfiguración donde Cristo pagará a cada uno conforme a sus obras; y ahí es donde estas siete recompensas que son mencionadas en Apocalipsis, capítulo 2 y capítulo 3, se materializarán en los que estarán viviendo en este Día Postrero, y sobre todo en el mensajero que esté viviendo en el Día Postrero, pues nos dice: “Al que venciere”.

Cada mensajero de cada edad venció en su tiempo, pero ninguno de los siete mensajeros vivió en el Día Postrero; porque es en el Día Postrero, en la Venida del Hijo del Hombre, que Él dará la recompensa al Vencedor.

Por eso el siervo fiel y prudente que estará en la Casa de Dios dándole el alimento espiritual de la Palabra de Dios a tiempo, o sea, el Mensaje correspondiente al tiempo de la Venida del Hijo del Hombre, ese será recompensado; porque Él dice: “He aquí vengo pronto…”. Apocalipsis, capítulo 22, verso 12, dice:

He aquí yo vengo pronto (¿Quién es Ese que viene? Cristo), y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.

¿Cuándo es que Él trae la recompensa?, ¿cuándo es que Él da la recompensa? En Su Venida.

Y vean ustedes la promesa o las promesas en Apocalipsis, capítulo 21, verso 7; dice:

El que venciere heredará todas las cosas”.

Ahora podemos ver que tenemos un sinnúmero de promesas para el Vencedor. Y ahora, el que venciere en el Día Postrero heredará todas las cosas.

Estas promesas que fueron dadas aquí solamente la obtuvieron parcialmente; pero la recompensa ofrecida aquí es para ser obtenida en el Día Postrero. Por ejemplo, dice:

[Apocalipsis 2:7] “Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

Durante las edades hemos estado comiendo de Cristo, el Árbol de la Vida (durante la Dispensación de la Gracia), y hemos estado obteniendo un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y para el Día Postrero, en Su Venida —en la Venida de Cristo, que es el Árbol de la Vida—, Él nos dará de Sí mismo, y obtendremos la inmortalidad.

Vean cómo Él viene con el Librito abierto en Su mano. Y en Apocalipsis, capítulo 10, ¿qué sucede? En Apocalipsis, capítulo 10, al venir con el Librito abierto en Su mano, en el verso 8 en adelante, dice:

La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Ahora vean ustedes cómo Cristo viene con el Librito abierto en Su mano, el Libro de la Redención, el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Libro de la Vida del Cordero, donde están todos los nombres de los escogidos de Dios escritos ahí.

Y ahora viene con ese Librito abierto…, el cual en el Cielo nadie podía tomarlo ni abrirlo, ni siquiera mirarlo, nadie podía leer el contenido de ese Libro2; y Cristo, siendo el único que lo podía hacer, lo tomó en el Cielo, lo abrió, y luego lo trae a la Tierra y se lo entrega a un hombre; y ahí, cuando es entregado ahí —en tipo y figura— a Juan el apóstol, está representando el tiempo final, en donde la Venida del Hijo del Hombre, la Venida de Cristo, en Apocalipsis, capítulo 10, será cumplida.

Y Cristo dará ese Título de Propiedad a un hombre para que se lo coma y luego profetice; pero primero se lo tiene que comer. Y ahí está comiendo ¿de qué? Si es el Libro de la Vida del Cordero, está comiéndose el Libro de la Vida, está comiendo del Árbol de la Vida; y él, siendo el siervo fiel y prudente que estará en la Casa de Dios, pues lo va a compartir con todos los hijos e hijas de Dios.

¿Para qué? Porque, miren ustedes (vamos a ver bien aquí), sin ese Título de Propiedad regresando a la Tierra, y comiéndoselo en la Tierra un mensajero y compartiendo el contenido de ese Libro con los escogidos de Dios, es imposible que ocurra la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo.

Se requiere comer ese Libro, y para eso se requiere que el Hijo del Hombre venga con ese Librito abierto y se lo entregue a Su mensajero en el tiempo de Su Venida. Dice:

“Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.

Cristo es el Árbol de la Vida, y Él es el que viene en el Día Postrero con el Librito abierto en Su mano para darlo a comer.

Vean, aquí dice: “Le daré a comer del Árbol de la Vida”. En Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, dice: “Le daré a comer del Maná escondido”. Y en Apocalipsis, capítulo 10, verso 8 al 11, le da a comer el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos; porque comerse el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, es estar comiendo del Libro de la Vida y es estar comiendo del Maná escondido, y así por el estilo.

Ahora… Pues es que no puede haber un Árbol de la Vida del cual comamos y vivamos, y por otro lado no puede haber un Maná escondido del cual comamos y vivamos, y por otro lado un Libro del cual comamos y vivamos; las tres cosas tienen que ser lo mismo.

Es Cristo dándole al Vencedor del Árbol de la Vida para que en ese tiempo podamos obtener la inmortalidad y vivir eternamente con Cristo, y los muertos en Cristo resucitar en cuerpos eternos y vivir por toda la eternidad con nuestro Señor Jesucristo también.

Ahora, vean cómo Cristo recompensa a Sus hijos en Su Venida. Y ahora vean cómo Él nos prometió en Su Palabra que “el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.

Ahora, es muy importante saber dónde uno se encuentra en el Programa Divino, porque la recompensa depende de dónde esté la persona.

Veamos en Primera de Corintios, capítulo 3, el apóstol San Pablo nos dice…, vamos a ver, vamos a comenzar en el verso 1 (y ahí vamos poco a poco viendo lo que ahí dice):

De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.

Os di a beber leche, y no vianda; porque aún no erais capaces, ni sois capaces todavía,

porque aún sois carnales; pues habiendo entre vosotros celos, contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres?

Porque diciendo el uno: Yo ciertamente soy de Pablo; y el otro: Yo soy de Apolos, ¿no sois carnales?

¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.

Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.

Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor”.

La recompensa, vean ustedes, depende de la labor que haya hecho la persona: Si la labor ha sido en la parte de sembrar, tiene una recompensa; si ha sido en la parte de regar lo que ya fue sembrado, regarlo con el Agua de la Palabra para confirmarlos en el Evangelio (para que así vaya creciendo eso que fue sembrado y nació)…; pues su recompensa es de acuerdo a la labor que ha hecho.

Porque nosotros somos colaboradores de Dios…”.

Esas palabras: “Somos colaboradores de Dios”, es algo que para nosotros significa mucho. Dios tiene colaboradores, ¿y quiénes son? Somos nosotros; porque el – o los socios de Dios son Sus hijos que viven en este planeta Tierra para cada etapa del Programa de Dios.

“… y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios (un edificio de Dios, que es el Templo que Dios está construyendo).

Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,

la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará (¿Y qué día es ese? El Día Postrero)…”.

Durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil se ha estado viviendo en el tiempo de la noche; y por eso la Iglesia es representada en la luna, y sus mensajeros son representados en las estrellas que durante la noche aparecen: están representados sus mensajeros en esos siete luceros o siete estrellas grandes que han estado alumbrando durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

“Pero el día lo declarará”. El día la declarará la obra de cada persona y dónde trabajó cada persona; y el que no ha sido hallado trabajando en el tiempo en que vivió, en la Obra de Dios correspondiente a la edad de ese tiempo, con el mensajero de ese tiempo, pues edificó mal: tenía que edificar en la etapa correspondiente a su tiempo, bajo la dirección, bajo el liderato de Cristo a través del mensajero de su tiempo.

“… pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.

Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.

Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo (la persona) será salvo, aunque así como por fuego”.

¿Ven que no es una…? No es asunto de las personas decir: “Yo voy a trabajar en la Obra de Dios”; hay que saber la edad y dispensación que se está viviendo, y quién es el mensajero de ese tiempo, para trabajar con ese mensajero en la edificación correspondiente a esa edad del Templo espiritual de Cristo.

No se puede estar edificando en el Atrio cuando estamos en el Lugar Santísimo; no se puede estar trabajando, edificando, en el Lugar Santo, cuando estamos edificando en el Lugar Santísimo. Los obreros del Día Postrero trabajan (¿dónde?) en el Lugar Santísimo, en esa edificación de Cristo.

Ahora, cada uno tiene que trabajar en el tiempo que le ha tocado conforme al Programa de Dios.

Y miren lo que sigue diciendo:

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es”.

Toda persona que ha actuado en contra de la Iglesia del Señor Jesucristo —que es el Templo de Dios— tiene una sentencia: que Dios lo destruirá; toda persona que ha actuado en contra de un escogido de Dios: Dios lo destruirá.

Eso es lo que Cristo muestra en el capítulo 25 [San Mateo] cuando coloca a Su derecha las ovejas, los corderitos, y a Su izquierda los cabritos; y dice a los de Su derecha: “Venid, benditos de Mi Padre”. Vamos a leerlo aquí, dice… (vamos a ver en qué parte está aquí del capítulo 25), versos 31 en adelante dice:

Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,

y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo (así dice a los de Su derecha, o sea, a las ovejas. Dice).

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

Estos hermanos más pequeños del Señor, del Rey, son los miembros de Su Cuerpo Místico, los miembros de Su Iglesia, son los escogidos de Dios; y todas las personas que han ayudado, en una forma o en otra forma, a los escogidos de Dios, no perderán su recompensa. Cristo dijo: “Porque cualquiera que diere un vaso de agua fría a uno de estos mis pequeñitos, no perderá su recompensa”3; y su recompensa es vida eterna.

Estas personas aquí, vean ustedes, no son los escogidos de Dios, sino que son personas que le hicieron favores a los escogidos de Dios; en una o en otra forma ayudaron a los escogidos de Dios.

Y ahora veamos… Esta es la recompensa para los que han ayudado a los escogidos de Dios.

Ahora veamos la recompensa para los que no han ayudado a los hijos de Dios, para los que han tenido la oportunidad de hacer algo en favor de los hijos de Dios y no lo han hecho, o que han hecho algo en contra de los hijos de Dios, que han perjudicado a los hijos de Dios; en unas ocasiones los han perseguido y han matado hijos de Dios. Esos también están aquí en este grupo, que es representado en los cabritos, que Cristo coloca a Su izquierda:

Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;

fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis.

Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?

Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.

E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.

Ahora vean ustedes aquí los que no hicieron bien a los hijos de Dios, sino que teniendo la oportunidad de hacer algo en favor de los hijos de Dios no lo hicieron; y otros, lo que hicieron fue perjudicar a los hijos de Dios: no les ayudaron cuando ellos tuvieron necesidad de que los ayudaran; y otros, hasta los persiguieron; y otros, hasta mataron hijos de Dios. Esas personas van (¿para dónde?) para el infierno; eso es lo que Cristo aquí nos enseña.

La única forma de escapar de ese infierno para esas personas es: que arrepentidos —antes de que llegue ese momento— arrepentidos crean en Cristo como su Salvador, laven sus pecados en la Sangre de Cristo, y se pongan a ayudar a los hijos de Dios; porque tampoco se pueden quedar con los brazos cruzados, porque los hijos de Dios en cada edad han estado trabajando.

Y los que han ayudado a los hijos de Dios, en la labor que están llevando a cabo en el tiempo que les ha tocado vivir, serán recompensadas esas personas; como también todos los hijos de Dios van a ser recompensados por las labores realizadas en el Reino de Dios.

Ahora podemos ver las recompensas para los vencedores. Y hemos visto, vean ustedes, tanto las recompensas para los mensajeros como también para los hermanos de las diferentes edades; hemos visto también la recompensa para el siervo fiel y prudente para el Día Postrero; hemos visto también las recompensas para los escogidos del Día Postrero; y hemos visto también las recompensas para humanidad.

De las personas que no pertenecen al grupo de los elegidos de Dios, de los escogidos de Dios, también ellos recibirán recompensas de acuerdo a lo que hayan hecho frente a la Obra de Dios, de Cristo, en esta Tierra a través de Sus escogidos. Depende de la actitud que hayan asumido frente a los escogidos llevando a cabo la Obra de Cristo, depende la recompensa que van a recibir las demás personas.

Porque toda obra tiene una recompensa; y todo ser humano viene a esta Tierra para llevar a cabo la obra que le corresponde, y de acuerdo a como la lleve a cabo será la recompensa que va a recibir por nuestro amado Señor Jesucristo. “Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.

Vean ustedes cómo en la parábola del trigo y la cizaña Cristo nos enseña que la cizaña será atada en manojos y será echada en el horno de fuego, donde será el lloro y el crujir de dientes4. Esa es la recompensa para la cizaña que ha perseguido al trigo en sus diferentes etapas.

Y para el trigo, para los hijos de Dios, nos dice que el trigo será recogido y será colocado en el granero, y resplandecerán en el Reino de Su Padre; resplandecerán ¿cómo? Como el sol. ¿Por qué? Porque Cristo en Su Venida viene como el Sol de Justicia resplandeciendo, y todos Sus escogidos, Sus hijos, resplandecerán con Cristo como reyes y sacerdotes en el Reino de Jesucristo.

Porque la Venida de Cristo como el sol resplandeciendo, representa a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores; y los escogidos de Dios resplandeciendo como el sol, representa a los escogidos de Dios como reyes y sacerdotes en el Reino del Señor Jesucristo.

“LAS RECOMPENSAS A LOS VENCEDORES”.

Esto es así porque nuestro trabajo en el Señor no es en vano5; cada uno recibirá la recompensa, su recompensa, conforme a sus obras. “He aquí vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Eso es lo que dice Cristo aquí en Apocalipsis 22, verso 12.

¿Ven que todo esto está de acuerdo a lo que Cristo habló también en los Evangelios? Y está de acuerdo también a todo lo que Dios habló por medio de los profetas en el Antiguo Testamento; porque todo esto viene como un hilo, desde el libro del Génesis hasta el libro del Apocalipsis.

Y ahora, nos encontramos nosotros aquí en la Obra de Cristo correspondiente a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y nuestro trabajo en el Señor, en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, no perderá su recompensa. Esta es la labor más importante, porque es la labor correspondiente a la parte más importante del Templo espiritual de Jesucristo.

Y en este Día Postrero recibiremos la recompensa: seremos transformados nosotros los que vivimos, y los escogidos de las edades pasadas —que trabajaron en este Templo espiritual en su construcción— serán resucitados en cuerpos eternos; y todos juntos luego nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero, donde Cristo estará repartiendo las recompensas por todas nuestras labores en Su Obra, en Su Reino.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de LAS RECOMPENSAS A Y PARA LOS VENCEDORES.

¿Y dónde están los que han de recibir las recompensas del Día Postrero? Aquí estamos, en la América Latina y el Caribe, trabajando en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

No es que nosotros trabajamos por recompensa, sino que Cristo ha dicho que nuestro trabajo no perderá su recompensa. Así que es Él el que ha prometido estas recompensas; y si Él las ha prometido, Él las cumplirá; y dará las recompensas a los vencedores.

¿Y dónde están los que recibirán las recompensas en este Día Postrero? ¡Aquí estamos! Aquí estamos en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, trabajando en el Reino de Jesucristo, en Su Iglesia, con toda nuestra alma, con todo nuestro corazón, con y por amor divino.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes, radioyentes y televidentes; y que Dios nos llene cada día de más entusiasmo y más fuerza para trabajar en Su Obra; y nos llene de amor divino, para trabajar por amor divino siempre en Su Obra. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos; y dejo por aquí al pastor para continuar y así finalizar luego conforme a como ya tengan programado, luego de algún cántico, y las demás cosas que tengan así programadas para estos momentos.

Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“EL MISTERIO DE LAS RECOMPENSAS A LOS VENCEDORES”.

[Revisión noviembre 2022 – DM]

1 San Mateo 17:1-3

2 Apocalipsis 5:3-5

3 San Mateo 10:42

4 San Mateo 13:24-30, 13:36-43

5 1 Corintios 15:58

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