Muy buenos días, amados hermanos y amigos presentes aquí en Santiago de Chile. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo espiritual alrededor de la Palabra de Dios, bajo el tema: “EL MISTERIO DE LOS SIETE SELLOS DE APOCALIPSIS, CAPÍTULO 5”.
Y vamos a leer en el capítulo 5 de Apocalipsis, verso 1 al 7, donde nos dice de la siguiente manera:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla en esta ocasión.
“EL MISTERIO DE LOS SIETE SELLOS” de este libro de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 al 10. “EL MISTERIO DE LOS SIETE SELLOS”.
Para poder comprender el misterio de estos Siete Sellos necesitamos comprender qué Libro es este tan importante, que ni en el Cielo ni en la Tierra ni debajo de la Tierra hubo ninguna persona digna para poder abrir este Libro, ni siquiera para leerlo, ni siquiera para mirar este Libro.
Este Libro es tan importante que Juan dice que por cuanto no se halló a ninguna persona digna para abrir este Libro… Tenía que ser un ser humano; no podían ser los ángeles, sino un ser humano. Y era tan importante este Libro, y no se encontró a ninguna persona digna, y Juan lloraba mucho por esa causa; porque si ese Libro no era abierto toda la Creación estaba perdida.
Aun Cristo habiendo muerto en la Cruz del Calvario y derramado Su Sangre, aun si este Libro no era abierto en el Cielo, todo volvería a ser como era antes de la Creación. Porque luego de Cristo llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, tiene que hacer el reclamo de todo lo que Él redimió: lo tiene que hacer en el Cielo. Y este Libro es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra.
Como en una corte: se lleva un título de propiedad, se hace el reclamo de todo el contenido de ese título de propiedad, para así poder —la persona que tiene su nombre ahí como heredero— obtener esa herencia. Y ahora, eso es cuando una herencia está en pleito.
Y la herencia de Dios para los hijos de Dios ha estado en pleito desde que el ser humano cayó en el Huerto del Edén. El diablo le robó la herencia al ser humano: este planeta Tierra con todo lo que contiene; y el ser humano perdió los derechos a la vida eterna, cayó de la vida eterna, perdió los derechos que tenía antes de la caída. El ser humano podía hablar la Palabra, y lo que él hablaba se materializaba.
Y ahora, con la caída del ser humano, el Título de Propiedad regresa a Su Dueño original: a Dios; porque, aunque el diablo engañó al ser humano en el Huerto del Edén y le robó la propiedad, la herencia que Dios le había dado al ser humano, el Título de Propiedad regresó a Dios. El diablo no pudo tomar ese Título de Propiedad.
Y ahora, vean cómo el ser humano después de la caída entró a la muerte. Y el ser humano nace aquí en la Tierra, vive un tiempo y después se muere: eso lo ha obtenido el ser humano por causa de la caída allá en el Huerto del Edén.
El ser humano al nacer recibe un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y dentro de ese cuerpo entra un espíritu del mundo, de la quinta dimensión, y es un espíritu en la permisiva voluntad de Dios; es un espíritu del mundo que inclina al ser humano hacia el mal. Y el ser humano vive aquí en la Tierra esclavizado por una cantidad de tiempo, pero no se puede llevar nada de aquí de la Tierra cuando termina sus días aquí en la Tierra.
Y muchos ni saben hacia dónde van después que terminan sus días aquí en la Tierra, y no comprenden que hay otras dimensiones.
Hay ¿cuántas dimensiones? Hay siete dimensiones:
• Tenemos la dimensión de luz.
• La dimensión tiempo.
• La dimensión de materia.
• La dimensión cuarta, que es la dimensión de las ondas.
• La dimensión quinta, que es el infierno.
• Tenemos la dimensión sexta, que es el Paraíso.
• Y tenemos la dimensión séptima, que es la dimensión de Dios, donde mora Dios, la séptima dimensión; en esa dimensión es que Dios está.
Pero vean ustedes, Dios se mueve hacia otras dimensiones.
Él en la sexta dimensión lo encontramos con un cuerpo teofánico llamado el Verbo de Dios, en el cual le apareció al profeta y patriarca Abraham: le apareció en una ocasión como Melquisedec y en otra ocasión le apareció como Elohim1.
Vean ustedes, Melquisedec, sin padre, sin madre, sin principio de días ni fin de tiempo. ¿Y quién es ese? Pues ese es Dios. No hay otro que sea así. Pero apareció en un cuerpo, y le dio pan y vino a Abraham, y Abraham pagó a Melquisedec los diezmos de todo.
Dice la Escritura que cuando Abraham diezmó a Melquisedec estaba diezmando Leví2. ¿Y cómo puede ser posible esto?, pues Leví no había nacido todavía, ni había nacido el padre de Leví tampoco, que era (¿quién?) Jacob; ni había nacido Jacob tampoco; ni había nacido tampoco Isaac, que es el padre de Jacob.
Ahora, vean ustedes, sin todavía haber nacido ni Isaac, ni Jacob, ni Leví, ya Leví estaba diezmando a Melquisedec. ¿Por qué? Porque Leví estaba en los lomos de Abraham, como también Jacob y como también Isaac.
Y ahora, podemos ver cómo estaba representado en Abraham Leví, y también estaba representado Jacob y estaba representado Isaac; y están representados en Abraham todos los hijos de Abraham, tanto los hijos de Abraham según la carne, que es el Israel terrenal, como también los hijos de Abraham según la fe, por medio del Hijo de Abraham: Jesucristo, que son el Israel celestial.
Allí todos estábamos representados cuando Abraham se encontró con Melquisedec y pagó sus diezmos a Él; y por eso es que los hijos de Abraham, tanto del pueblo hebreo como del Israel celestial, diezman a Dios, a Melquisedec.
Y ahora, podemos ver también que en otra ocasión le apareció como Elohim, y comió con Abraham: eso fue el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra3, tipo y figura de la Venida de Cristo para el Día Postrero antes de la destrucción de este mundo, de la destrucción del reino de los gentiles.
Antes de la destrucción del reino de los gentiles Elohim estará manifestado aquí en la Tierra en forma visible a la descendencia o simiente de Abraham, a la simiente de Abraham celestial y a la simiente de Abraham terrenal también; o sea, al Israel celestial primero, y luego al Israel terrenal.
Al Israel terrenal también le aparecerá Elohim, que es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
Y ahora, en el tiempo final estará ya no solamente con Su cuerpo teofánico, sino con un cuerpo de carne; estará manifestado en un cuerpo de carne en el Día Postrero, en el Ángel del Señor Jesucristo, que aparece en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, y Apocalipsis 22, verso 16, del cual dice Cristo:
[Apocalipsis 22:16] “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
[Apocalipsis 22:6] “Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que (han de) suceder pronto (las cosas que han de acontecer)”.
Y en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, Cristo nos dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Y vean cómo Cristo por medio de Su Ángel Mensajero es que nos da a conocer estas cosas que deben suceder pronto; porque Jesucristo en Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estará manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, antes de la destrucción del mundo, antes de la destrucción del reino de los gentiles; así como sucedió antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra.
Y así como encontramos que Dios apareció a Moisés en la Columna de Fuego, y luego se veló en Moisés y por medio de Moisés libertó al pueblo hebreo; estaba Dios, Elohim, en medio del pueblo hebreo allá en Egipto, manifestado en carne humana por medio del profeta Moisés.
Y por eso es que para el tiempo final tenemos la promesa de la venida de Moisés por segunda vez y de la venida de Elías por quinta vez y de la Venida de Jesús por segunda vez. Estos son los tres grandes ministerios prometidos para ser manifestados en el Día Postrero, en la Venida del Hijo del Hombre, en la Venida del Ángel del Pacto, en la Venida del Ángel de Jehová, que es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo velado y revelado en Su Ángel Mensajero en medio del Israel celestial, dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y luego estará en medio del pueblo hebreo Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero, dándole a conocer también todas estas cosas correspondientes a este tiempo final.
Y el pueblo hebreo lo recibirá: 144.000 hebreos están señalados en Apocalipsis, capítulo 7, y Apocalipsis, capítulo 14, para recibir la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en carne humana a través de Su Ángel Mensajero, que es el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo en Apocalipsis, capítulo 7.
¿Cuál es el Sello del Dios vivo? El Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo.
Y Jesucristo en Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, estará velado en carne humana y revelado a través de carne humana: primeramente al Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y luego al Israel terrenal, que es el pueblo hebreo; y el pueblo hebreo lo recibirá.
Y la Iglesia del Señor Jesucristo en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, en donde se abre una nueva dispensación: la Dispensación del Reino, lo recibirá también. Todos los que se hallen escritos en el Libro de la Vida del Cordero, como también todos los que se hallen del pueblo hebreo escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que son 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu, lo recibirán también; porque Cristo dijo: “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen”4.
Él también dijo que Él las llamaría por su nombre. ¿Y sabía Cristo el nombre de Sus ovejas? ¡Claro que sí!, pues lo tiene escrito ¿dónde? En el Libro de la Vida del Cordero, que es este Libro de los Siete Sellos. Por eso es tan importante este Libro de los Siete Sellos: porque ahí están los nombres de todos los que serían redimidos por Jesucristo en y con Su Sacrificio realizado en la Cruz del Calvario.
Y por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario toda la Creación recibe su redención.
Y por cuanto este Libro contiene toda la Creación, es el Título de Propiedad de toda la Creación, incluyendo el universo completo.
Y todos los seres humanos que están en el original, en el Programa original que Dios tuvo en Su Mente originalmente, o sea, desde el principio; encontramos que con la toma y apertura de este Libro viene la restauración para todos los hijos e hijas de Dios, la restauración a la vida eterna para obtener nuestra herencia, la cual fue perdida por Adán y Eva en el principio, pero que para el tiempo final encontramos que será restaurada por el segundo Adán: por nuestro amado Señor Jesucristo.
Él pagó el precio de la redención en la Cruz del Calvario. Y para este tiempo final Él estará reclamando todo lo que Él redimió allí en la Cruz del Calvario, todo lo que Él compró allí en la Cruz del Calvario con Su Sacrificio.
Y ahora, encontramos que este Libro de los Siete Sellos o sellado con Siete Sellos es más importante de lo que nosotros nos podemos imaginar. Es tan importante que, vean ustedes, en el Cielo no hubo ningún ser humano digno, ni en la Tierra ni debajo de la Tierra.
¿Y no estaban en el Cielo los profetas presentes: Moisés, Abraham y todas estas personas? Sí, pero ellos habían venido a la Tierra por medio de la unión de un hombre y de una mujer, y habían venido ya contaminados con el pecado; por lo tanto, no podían tomar ese Libro; tenía que ser un ser humano que hubiera venido a la Tierra sin pecado.
Adán había venido sin pecado, pero había caído y había perdido los derechos a ese Libro. Y solamente hay Uno después de Adán, y es el segundo Adán: nuestro amado Señor Jesucristo, el cual vino por creación divina.
Vino por creación divina: Dios creó en el vientre de María esa célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y formó el cuerpo de Jesús.
Pero cuando se hace el llamado para que una persona se presente en el Cielo allí y tome este Libro, no aparecía Jesús; y ningún otro hombre era digno para tomar ese Libro y abrir esos Sellos.
Juan lloraba mucho porque sabía que si no aparecía una persona digna para tomar ese Libro y abrir esos Sellos todo estaba perdido, todo volvería a lo que era antes de la Creación; y solamente permanecería Dios, porque Dios es eterno. Juan lloraba mucho por eso.
Pero vean ustedes, el anciano le dijo a Juan: “Juan, no llores”. Juan quizás no conocía el Programa que se llevaría a cabo allí en el Cielo, en donde Jesucristo tomaría ese Libro, porque fue el que pagó el precio de la redención; y por lo tanto, Él es el Dueño y es el Heredero de ese Título de Propiedad y de toda la Creación, por consiguiente.
Y ahora, vean ustedes, Juan no conocía lo que iba a suceder; pero el anciano le dice a Juan: “Juan, no llores. He aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha prevalecido”.
“He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
Ahora, es un misterio esto que es dicho aquí por el anciano, cuando dijo: “He aquí el León de la tribu de Judá”, y cuando Juan miró lo que vio fue un Cordero. ¿Se equivocaría el anciano al decir que era un León, y cuando Juan miró era un Cordero?, ¿o se equivocaría Juan al mirar, y no miró al que el anciano le había señalado? El anciano le señaló al León de la tribu de Judá, y Juan vio al Cordero de Dios.
¿Cuál es el misterio ahí? Pues que el León de la tribu de Judá y el Cordero de Dios es la misma persona: es nuestro amado Señor Jesucristo. Así que Juan no vio ni un león ni un cordero, sino que vio a un hombre que es el León de la tribu de Judá y es el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo allá en la Cruz del Calvario.
Pero por cuanto Cristo toma ese Título de Propiedad como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores para hacer Su reclamo, el anciano lo presentó como el León de la tribu de Judá.
Juan el Bautista había presentado a Jesús como el Cordero de Dios dos mil años atrás5, porque Él llevaría a cabo la Obra de Cordero de Dios en la Cruz del Calvario y quitaría el pecado del mundo; pagaría el precio de la redención para poder Él redimir toda la Creación, redimir a cada hijo e hija de Dios, a cada alma de Dios, a cada persona que tiene su nombre escrito en ese Libro de los Siete Sellos, que es el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, vean ustedes cómo el León de la tribu de Judá, que es el mismo Cordero de Dios, toma ese Libro y lo abre.
¿Y por qué no se había presentado antes cuando fue hecho el llamado y Juan estuvo llorando por cierto tiempo porque no aparecía nadie? Porque Jesucristo, el León de la tribu de Judá y Cordero de Dios, ¿dónde estaba? Estaba en el Trono de Intercesión en el Cielo, haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en ese Libro; y Él no podía salir del Trono de Intercesión hasta que no hiciera intercesión con Su Sangre hasta por el último de los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
O sea que cuando surge el llamado, encontramos que Cristo se encuentra haciendo intercesión por los últimos escogidos de Dios, por los últimos escogidos de Dios que Él estaría llamando y juntando en el Día Postrero con la Gran Voz de Trompeta; porque en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, nos dice que enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos.
Y hasta que todos los escogidos de Dios, que son las personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, que son las personas llamadas en la Escritura: los escogidos de Dios, los primogénitos de Dios escritos en el Cielo; vean ustedes, esas personas tienen que venir antes para ser lavadas con la Sangre de Cristo; y cuando se complete el número de esas personas, Cristo puede salir entonces del Trono de Intercesión en el Cielo.
Ahora miren, estas personas están aquí en la Escritura. San Pablo hablando de estas personas dice en Hebreos, capítulo 12, versos 22 al 23, dice:
“… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos”.
¿Quiénes son los primogénitos? Son las personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en este Libro de los Siete Sellos.
Estas personas son los que a través de todo este tiempo que ha estado transcurriendo y este tiempo en el cual nosotros vivimos: recibirían a Cristo como su Salvador, lavarían sus pecados en la Sangre de Cristo y recibirían Su Espíritu Santo; y se cumpliría en ellos, se efectuaría en ellos el nuevo nacimiento, del cual le habló Jesucristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan, cuando le dijo a Nicodemo estas palabras tan significativas, diciéndole [verso 3]:
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no lo puede entender).
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer? (Nicodemo pensó que era naciendo de nuevo por medio de una mujer).
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es”.
Ahora, Cristo le habla de un nuevo nacimiento, y le dice:
“No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”.
Para poder una persona entrar a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, o sea, de la Iglesia del Señor Jesucristo, necesita creer en Cristo como nuestro Salvador y necesita lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así se efectúa el nuevo nacimiento en la persona, y la persona recibe un espíritu teofánico de la sexta dimensión.
La sexta dimensión es el Paraíso. Esa es la dimensión de la Palabra, esa es la dimensión de la teofanía; y de ahí recibe un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico que procede del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo, de ese cuerpo teofánico de Dios; y entra la persona a vida eterna y entra al Programa de restauración a la vida eterna; entra al Programa de restauración de todo y a todo lo que perdió Adán y Eva en la caída.
Vean ustedes, cuando hemos nacido aquí en la Tierra hemos recibido un espíritu del mundo y hemos recibido un cuerpo en la permisiva voluntad de Dios.
Y ahora, por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu: recibimos un espíritu del Cielo, un espíritu de la sexta dimensión, o sea, del Paraíso. Y si la persona luego muere, no tiene ningún problema: se va a vivir al Paraíso con y en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
¿Y cómo es el cuerpo teofánico de la sexta dimensión? Pues es un cuerpo parecido al cuerpo que nosotros tenemos, pero de otra dimensión. Y luego permanece la persona allí en el Paraíso, que es una dimensión, un mundo parecido al nuestro, pero sin los problemas que tenemos aquí en la Tierra; un lugar donde hay árboles, hay pajaritos, hay grama, hay animales también; es lo que se le llama: el Paraíso, y allí se vive en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Esa es la clase de cuerpo en el cual le apareció Dios a Abraham como Melquisedec y como Elohim.
Y luego encontramos que para el Día Postrero Jesucristo ha dicho (hablando acerca de las personas que han creído en Él)… Miren ustedes, primero nos dice en San Juan, capítulo 5, verso 24, dice:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Ha pasado de muerte a Vida toda persona que ha creído en Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu Santo; ha pasado de muerte a Vida.
Cuando hemos venido a esta Tierra hemos venido a un valle de sombra y de muerte; pero cuando hemos creído en Cristo y recibido Su Espíritu: hemos pasado a vida eterna, y ya obtenemos así un cuerpo del Paraíso, del Cielo, de la sexta dimensión.
Y para el Día Postrero hay una bendición muy grande para todas esas personas, aunque sus cuerpos físicos hayan muerto; no hay problema con ellos, porque ellos están en el Paraíso. Y para nosotros los que vivimos y creemos en Cristo como nuestro Salvador y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo y hemos recibido Su Espíritu Santo, tampoco hay problemas.
Vean lo que Cristo ha prometido para el Día Postrero; dice… capítulo 6, verso 39 al 40 de San Juan, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo dice que resucitará a todos los que el Padre le ha dado? Dice que será para el Día Postrero. Sigue diciendo:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo dice que resucitará a todos los que han creído en Él y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo el Cordero de Dios, y han recibido Su Espíritu? Dice que será para el Día Postrero que los resucitará (esto es para los que ya han partido); y para nosotros los que vivimos lo que hará será que nos transformará: transformará nuestros cuerpos conforme a como Él ha prometido; y entonces tendremos un cuerpo eterno, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y en ese cuerpo estaremos jovencitos todos, representando por toda la eternidad de 18 a 21 años de edad.
Así también es el cuerpo teofánico: los que están en el Paraíso viviendo, todos son personas que representan de 18 a 21 años de edad; allí no hay niños ni tampoco hay ancianos: todos son jóvenes, porque así es el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y el cuerpo físico y eterno que hemos de recibir será también así: jovencito por toda la eternidad; porque no habrá causa para ponerse viejo, porque estaremos restaurados todos a la vida eterna con cuerpos eternos, y estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Él dijo: “Si el Grano de Trigo no cae en tierra y muere, Él solo queda; pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”6, hablando del Hijo del Hombre, o sea, hablando de Sí mismo y de Su muerte en la Cruz del Calvario.
Si Cristo no moría en la Cruz del Calvario, ¿qué hubiera sucedido? Los seres humanos —en aquel día que murió Jesucristo— todos tenían que morir, porque había llegado el tiempo del juicio divino para la raza humana. ¿Y qué hubiera sucedido con Jesucristo? Pues no hubiera muerto. ¿Por qué? Porque Él no tenía pecado; y si no tenía pecado, pues no podía morir. Por eso Él decía: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por Mí mismo; yo la pongo por Mí mismo para volverla a tomar”7.
Ahora, si Cristo no moría en la Cruz del Calvario, todavía estuviera viviendo por aquí, caminando por todo el planeta Tierra, pero solo. “Si el Grano de Trigo no cae en tierra y muere, Él solo queda”. ¿Y qué significado tendría e importancia tendría un planeta como el planeta Tierra con un solo hombre en la Tierra, caminando de aquí para allá y sin tener más personas con las cuales hablar y tener compañerismo? Ni siquiera los animales hubieran podido continuar viviendo. Un hombre solitario en esta Tierra, ese no es el Programa Divino.
El Programa Divino es que este planeta Tierra esté lleno de seres humanos, de hijos e hijas de Dios; y para eso Cristo tenía que morir. “Pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”.
O sea, cuando un grano de trigo es sembrado, luego nace ese grano de trigo en la forma de una plantita; pero es el grano de trigo que ha tomado otra forma para poder reproducirse y llevar muchos frutos, muchos granos de trigo iguales a él, a imagen y semejanza del grano de trigo que fue sembrado en tierra.
Y ahora, Jesucristo, vean ustedes, encontramos que murió en la Cruz del Calvario, resucitó y ascendió al Cielo; y el Día de Pentecostés nació la Iglesia del Señor Jesucristo. La misma Vida que estaba en Jesucristo, el mismo Espíritu de Dios que estaba en Jesucristo, vino sobre 120 personas que estaban en el aposento alto8, y allí nació la Iglesia del Señor Jesucristo, allí nació el Grano de Trigo en forma de una plantica, allí nació el Grano de Trigo, Jesucristo, en la forma de Su Iglesia; y ha ido creciendo de edad en edad, de etapa en etapa la Iglesia del Señor Jesucristo, y ha ido siendo formada, ha estado siendo formada por seres humanos que están escritos en el Libro de la Vida del Cordero, en este Libro sellado con Siete Sellos.
Y de etapa en etapa esa Planta de trigo ha ido creciendo: es el Cuerpo Místico de Jesucristo, ha ido creciendo; y todas las personas que han formado parte de la Iglesia de Jesucristo en el pasado han sido los granos de trigo (potencialmente) que el Grano de Trigo produciría. El Grano de Trigo que fue sembrado en tierra se iba a reproducir en hijos e hijas de Dios, que son esos granos de trigo que iba a producir.
Y ahora, para el Día Postrero, estamos en la etapa de la cúspide de la Planta de trigo en donde los hijos e hijas de Dios son llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que es la edad o etapa de los granos trigo que serán a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, que serán transformados y serán como nuestro amado Señor Jesucristo.
Y los santos que han partido en las edades pasadas serán resucitados, y también serán a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y así estaremos todos restaurados a la vida eterna, estaremos restaurados a todo lo que Adán y Eva perdieron allá en la caída, en el Huerto del Edén.
El apóstol San Pablo, hablando de este gran evento correspondiente al Día Postrero, nos dice en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 49 en adelante, vamos a ver aquí… Aquí nos habla del primer Adán y del segundo Adán; si leemos del 45 en adelante tendremos el cuadro más claro. Primera de Corintios, capítulo 15, verso 45 al 54, nos dice:
“Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.
Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual.
El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo.
Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales.
Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea, traeremos la imagen de Jesucristo, que es el segundo Adán, el celestial).
Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.
O sea que con un cuerpo corruptible no podemos esperar que vivamos eternamente sin corromperse este cuerpo mortal, corruptible y temporal; tenemos que obtener un cuerpo incorruptible e inmortal. ¿Y cómo lo vamos a obtener? Dice:
“He aquí, os digo un misterio…”.
Claro que es un misterio. ¿Cómo vamos a obtener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible, para vivir por toda la eternidad? Eso es un misterio; pero vamos a ver cómo San Pablo nos explica este misterio. Dice:
“No todos dormiremos (o sea, no todos nos vamos a morir); pero todos seremos transformados…”.
Viene una transformación para nuestros cuerpos mortales: seremos transformados, cambiados en nuestros átomos, y entonces tendremos un cuerpo eterno. Eso es lo que Dios ha prometido ¿para quiénes? Para los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu, tanto para nosotros los que vivimos como para los que ya han partido en tiempos pasados.
Sigue diciendo:
“… en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta…”.
Vean, es muy importante entender que hay una Trompeta Final. Y cuando se habla de una Trompeta se está hablando de la Voz de Dios, de la Voz de Jesucristo hablando en esta Tierra por medio de un profeta.
“… a la final trompeta; porque se tocará la trompeta (o sea que se va a tocar, va a sonar esa Trompeta Final)…”.
Cuando nos habla de la Trompeta Final es la Voz de Cristo hablando por última vez, la Voz de Cristo dándonos Su Mensaje Final. Y solamente hay un Mensaje Final prometido para el Día Postrero: es el Mensaje del Evangelio del Reino. Esa es la Trompeta Final señalada por Jesucristo en Mateo 24, verso 31, como la Gran Voz de Trompeta con la cual son enviados los Ángeles del Hijo del Hombre. Dice:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”.
Dice:
[1 Corintios 15:52] “… y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.
Los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos inmortales, en cuerpos incorruptibles, en cuerpos eternos; todos regresarán a la Tierra en un cuerpo eterno, jovencito, para vivir por toda la eternidad. Y nosotros los que vivimos seremos transformados, y también tendremos el cuerpo eterno.
Ahora, vean que esto es para el tiempo de la Trompeta Final. Les dije que la Trompeta Final es el Mensaje del Evangelio del Reino, que es el Mensaje de Jesucristo para el Día Postrero.
El Mensaje del Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles el centro, el eje, alrededor del cual gira el Mensaje del Evangelio del Reino; así como el Mensaje del Evangelio de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando nuestros pecados en la Cruz del Calvario, lavándonos de nuestros pecados con Su Sangre preciosa derramada en la Cruz del Calvario.
Ahora, hemos visto lo que es la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta: es el Mensaje del Evangelio del Reino siendo proclamado, siendo predicado en el Día Postrero.
¿Y qué es o cuál es el Día Postrero? Por cuanto un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día9, cuando Dios nos habla del Día Postrero delante de Él, para los seres humanos es el milenio postrero. Y cuando se nos habla en la Escritura de los días postreros delante de Dios se está hablando de los milenios postreros para los seres humanos.
Los milenios postreros para los seres humanos son: el quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Por eso es que el apóstol San Pablo, hablándonos de la manifestación de Dios a través de Jesucristo, a través de Jesús, nos dice que Dios habló por medio de Jesucristo. ¿Y saben para qué tiempo él dice que habló por medio de Jesucristo? Dice que habló por medio de Jesucristo en los postreros días. En Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2, dice San Pablo:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
¿Cuándo dice San Pablo que Dios habló por medio de Su Hijo? Dice: “en estos postreros días”; y ya han transcurrido dos mil años, y todavía estamos en los postreros días.
Cuando Jesucristo tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros. Y por eso el ministerio de Jesucristo fue en los días postreros, en el primero de los días postreros, en el primer siglo del quinto milenio.
Y ahora, viendo que los días postreros son para los seres humanos los milenios postreros, o sea, los milenios quinto, sexto y séptimo; por consiguiente, entendemos que el Día Postrero es el séptimo milenio. Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene ya estamos en el séptimo milenio; si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues solamente faltan 3 años para terminar el sexto milenio y comenzar el séptimo milenio.
Y ahora, vean ustedes que la promesa de Cristo de la resurrección de los muertos en Cristo, Él dice que será para el Día Postrero: “Y yo le resucitaré (¿cuándo?) en el Día Postrero”, o sea, en el séptimo milenio.
Ahora, ¿en qué año del séptimo milenio? No sabemos; pero esperemos a que ocurra la resurrección, y entonces veamos el calendario, y entonces descubriremos para qué año era la resurrección de los muertos en Cristo.
Y luego de la resurrección de los muertos en Cristo… ellos aparecerán a los escogidos de Dios que estarán vivos en este tiempo; y cuando eso ocurra y los veamos a ellos resucitados, ahí nosotros seremos transformados, y nosotros también recibiremos el cuerpo eterno: seremos vestidos de inmortalidad, de cuerpos inmortales, para vivir por toda la eternidad.
Y es para el Día Postrero, porque es en el Día Postrero donde estará sonando la Trompeta Final, o sea, donde se estará predicando el Mensaje de la Trompeta del Evangelio del Reino a todos los seres humanos, comenzando por el territorio donde se esté cumpliendo la Edad de la Piedra Angular; comenzando desde el territorio o por el territorio donde Dios esté llamando y juntando a Sus escogidos con esa Gran Voz de Trompeta, o sea, con ese Mensaje del Evangelio del Reino, donde les estará dando a conocer el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles para este Día Postrero.
Y ahora, veamos cómo continúa aquí diciendo San Pablo. Hemos visto que dice:
[1 Corintios 15:53-54] “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.
Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.
De ahí en adelante no habrá más muerte para nuestros cuerpos, porque tendremos un cuerpo inmortal.
Hemos visto que hay una promesa bíblica para todos los hijos e hijas de Dios: una promesa bíblica de un nuevo cuerpo para cada uno de ustedes y para mí también, y para los santos de las edades pasadas que han partido, para vivir por toda la eternidad.
Hemos visto que es estando en ese cuerpo que estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo en toda Su plenitud; y reinaremos con Cristo sobre este planeta Tierra por mil años (eso es para comenzar) y luego por toda la eternidad.
En Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 al 6, dice:
“… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario nos lavó de nuestros pecados y nos hizo reyes y sacerdotes.
Y en Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 al 10, dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro (de tomar ¿cuál Libro?, ¿qué Libro? El Libro de los Siete Sellos) y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación…”.
O sea, de todos los linajes y de todos los pueblos y naciones de este planeta Tierra; porque los hijos e hijas de Dios han escuchado la Voz de Cristo, y son de diferentes pueblos, naciones y lenguas; de todos los pueblos, naciones y lenguas de este planeta Tierra.
Siguen diciendo:
“… y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
¿Hemos o no hemos de reinar? ¡Claro que sí! Reinaremos con Cristo en Su glorioso Reino Milenial y luego por toda la eternidad.
Y en Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 en adelante, dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años”.
Vean cómo estos reyes y sacerdotes reinan con Cristo por mil años y después por toda la eternidad. Dice:
“Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.
Ahora, vean ustedes cómo estaremos nosotros viviendo en el glorioso Reino de Jesucristo. Estaremos viviendo no como vivimos en el reino de los gentiles en la actualidad: que algunos tienen un trabajo, algunos caballeros tienen un trabajo de oficinista o de obreros en la construcción, otros tienen un trabajo tal o cual, y las damas pues trabajan en una cosa o en otra cosa o en sus hogares, y así por el estilo; pero en el glorioso Reino de Cristo nuestra posición es: reyes y sacerdotes; y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Cristo reinará sobre el pueblo hebreo, y nosotros con Él. Cristo reinará sobre el planeta Tierra completo, sobre todas las naciones, pueblos y lenguas, y todo ser humano; y nosotros con Él también. Esa es la promesa dada por Cristo para todos los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Ahora, una persona que tiene su nombre escrito allí: nunca podrá ser borrado de ese Libro. Esa es una persona que en algún momento en su vida verá la Luz de Dios; creerá en Cristo como su Salvador, lavará sus pecados en la Sangre de Cristo y recibirá Su Espíritu Santo; pues Cristo es el que estaría buscando Sus ovejas; y esto no es del que quiere ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia10.
En San Juan, capítulo 11, verso 51 al 52, nos habla de lo que habló el sumo sacerdote con relación a Jesús y con relación a que Jesús debía morir. Dice:
“Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación;
y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos (o sea, desparramados)”.
Desparramados por el mundo entero de edad en edad y de generación en generación.
Y ahora, Cristo con Su muerte reuniría, congregaría en uno a todos los hijos e hijas de Dios. ¿Y cómo lo puede hacer, congregarlos en uno? Llamándolos y juntándolos, y produciendo el nuevo nacimiento en ellos, y colocándolos en Su Cuerpo Místico, un solo cuerpo: el Cuerpo Místico de Cristo; ahí estamos todos como uno en Cristo.
En San Juan, capítulo 10, verso 14 al 16, dice Jesús:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea que no son del pueblo hebreo); aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor (oirán la Voz del Buen Pastor)”.
De edad en edad encontramos que el Buen Pastor Jesucristo ha estado en Espíritu Santo manifestado por medio de cada ángel mensajero en cada etapa, cada edad de Su Iglesia, y en cada territorio donde se ha cumplido cada edad de la Iglesia del Señor Jesucristo; y Cristo ha estado manifestado en Espíritu Santo en cada uno de esos mensajeros hablando, y llamando y juntando a Sus ovejas; juntándolas ¿dónde? En Su Cuerpo Místico de creyentes, que es Su Iglesia. Él dice: “y habrá un rebaño, y un pastor”; ese Rebaño es la Iglesia del Señor Jesucristo, y ese Pastor es nuestro amado Señor Jesucristo.
Y ahora, hemos visto que de edad en edad, de etapa en etapa, Cristo ha estado llamando y juntando a Sus ovejas. Tenemos el diagrama que usó el reverendo William Branham en el mensaje “La Estatura de un Hombre perfecto”11, donde mostró la Iglesia del Señor Jesucristo en esta forma (y esto es un diagrama); y colocó el tiempo de los apóstoles, de San Pedro y demás apóstoles aquí abajo; y luego colocó la primera etapa o edad de la Iglesia de Jesucristo entre los gentiles, y colocó a San Pablo como el primer ángel mensajero del Señor Jesucristo para la primera etapa o edad de Su Iglesia entre los gentiles.
Y San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”12. Jesucristo en Espíritu Santo estaba en San Pablo manifestado, y estaba hablando por San Pablo, y estaba llamando y juntando a Sus ovejas. Eso encontramos que sucedió bajo el ministerio del apóstol San Pablo. Por eso es que de etapa en etapa, bajo el ministerio de San Pablo, los escogidos de Dios escuchaban la Voz de Dios.
En el libro de los Hechos, capítulo 13, versos 46 al 49, encontramos a San Pablo predicando, y los ordenados por Dios para vida eterna recibiendo la Palabra de Dios. Dice capítulo 13, verso 46 al 49, del libro de los Hechos, dice:
“Entonces Pablo y Bernabé, hablando con denuedo, dijeron: A vosotros a la verdad era necesario que se os hablase primero la palabra de Dios (o sea, primero a los judíos); mas puesto que la desecháis, y no os juzgáis dignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles.
Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo:
Te he puesto para luz de los gentiles,
A fin de que seas para salvación hasta lo último de la tierra.
Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna”.
Creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna; ordenados ¿por quién? Por Dios. Tenían sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, o sea, en este Libro de los Siete Sellos.
“… y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna.
Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia”.
También encontramos en el tiempo de San Pedro, cuando predicó la Palabra, encontramos que para esa etapa Dios estaba añadiendo también a la Iglesia los que estaban ordenados para vida eterna.
Y encontramos que Cristo dijo: “El que es de Dios, oye la Voz de Dios”13, o sea, el que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo es un hijo de Dios, y por lo tanto, oye la Voz de su Padre, la Voz de Dios. “Mis ovejas oyen Mi Voz, y me siguen”. Él dice que Él las llama por su nombre, pues tienen su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, viendo este Programa que Cristo ha estado llevando a cabo —el cual podemos ver en este diagrama—, de edad en edad, Cristo por medio del mensajero de cada edad, ha estado llamando y juntando a Sus ovejas en cada edad, en el territorio donde se ha cumplido cada edad.
Primeramente, en Asia Menor, la primera etapa de la Iglesia entre los gentiles; luego en Europa, donde se cumplieron cinco etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo y en donde Cristo envió cinco mensajeros, y a través de los cuales Jesucristo en Espíritu Santo se manifestó y habló por medio de ellos, y llamó y juntó a Sus ovejas en esos diferentes territorios europeos, en donde se cumplieron estas cinco etapas de la Iglesia gentil: se cumplió la segunda etapa, la tercera, la cuarta, la quinta y la sexta etapa. La sexta etapa fue cumplida allá en Inglaterra, y el mensajero fue Juan Wesley.
Y luego voló Jesucristo en Espíritu Santo de Inglaterra, de allá de Europa, y voló a Norteamérica; envió en Norteamérica a Su mensajero: el reverendo William Branham, como precursor también de la Segunda Venida de Cristo y como mensajero de la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil. Lo envió con el espíritu y virtud de Elías; no que era literalmente Elías, sino que el ministerio de Elías, el Espíritu Santo lo operó en él por cuarta ocasión.
Y por medio de ese mensajero en Norteamérica, llamó y juntó a Sus escogidos correspondientes a la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil. De Norteamérica se extendió el Mensaje de Cristo a otras naciones, el Mensaje de Jesucristo a través de ese profeta mensajero de Jesucristo.
Y luego que termina la séptima etapa o edad de la Iglesia gentil en Norteamérica, ¿hacia dónde Jesucristo en Espíritu Santo se ha ido? Porque adonde haya ido ahí es donde estarán los escogidos de Dios, los primogénitos de Dios, que serán llamados en este Día Postrero; o sea que el territorio donde Jesucristo en Espíritu Santo se ha ido, ahí están los escogidos que escucharán la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta llamando y juntando a todos los escogidos de Dios.
De Norteamérica, Jesucristo en Espíritu Santo se ha movido a la América Latina y el Caribe, para llamar y juntar a todos Sus escogidos, que son latinoamericanos y caribeños; llamarlos en este Día Postrero con el Mensaje de la Trompeta Final, de esa Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, que contiene la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y por medio de ese Mensaje del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo, los escogidos de Dios en la América Latina y el Caribe son llamados y juntados en este Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Amor Divino, que es la edad donde estarán los escogidos de Dios que en el Día Postrero serán transformados, y vendrán a ser a imagen y semejanza del Señor Jesucristo. Y los muertos en Cristo de las edades pasadas serán resucitados en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
Ahora, ¿en qué año del séptimo milenio? No sabemos, pero esperemos a que ocurra la resurrección, y luego de la resurrección de ellos nosotros seremos transformados.
Ahora, es una buena noticia para los latinoamericanos y caribeños que el Espíritu de Cristo se haya mudado a la América Latina y el Caribe para manifestarse en este Día Postrero, y con la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final llamar y juntar a Sus escogidos.
Así como estuvo Jesucristo en Espíritu Santo en cada mensajero de las edades pasadas, para el Día Postrero también estará en un mensajero.
Y Cristo dijo en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1:
“Sube acá…”.
¿A dónde tenemos que subir? A la Edad de la Piedra Angular.
“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas” (Apocalipsis, capítulo 4, verso 1).
Y luego, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel…”.
Y ahora, ¿para qué lo ha enviado? Dice:
“… ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Para qué lo envía? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Todas estas cosas que deben suceder pronto, en el séptimo milenio, en el Día Postrero; todas estas cosas que deben suceder en la Edad de la Piedra Angular y todas estas cosas que deben suceder en la América Latina y el Caribe, y luego en medio del pueblo hebreo, y en el planeta Tierra completo: son dadas a conocer a los hijos e hijas de Dios por medio del Ángel del Señor Jesucristo, donde estará en el Día Postrero Jesucristo en Espíritu Santo manifestado.
Ahora, el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él es solamente Su profeta mensajero para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Es un profeta dispensacional, el cual Jesucristo en el Día Postrero estaría enviando en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el territorio donde se cumple la Edad de la Piedra Angular y se abre la Dispensación del Reino, que es el territorio latinoamericano y caribeño; para Cristo, por medio de ese mensajero, darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Por eso también en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, nos dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice Jesucristo que ha enviado? A Su Ángel Mensajero. Ese es el Enviado de Jesucristo, para por medio de él Jesucristo en Espíritu Santo manifestarse y darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Ese Ángel es el Enviado por Jesucristo y de Jesucristo para todas las iglesias y para todos los seres humanos con el Mensaje del Evangelio del Reino, a través del cual viene la revelación divina de todas estas cosas que deben suceder pronto; y así es como obtenemos el conocimiento de todas las cosas que han de suceder en este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo; y así estar preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Ahora, ¿qué tiene que ver todo esto con los siete Sellos de Apocalipsis? Esto está contenido en este Libro de los Siete Sellos; así como está contenido lo que ya ha sucedido de Cristo hacia acá, está contenido en este Libro de los Siete Sellos.
Por ejemplo, tenemos el jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 6, versos 1 al 2, que tenía una corona…, tenía un arco y también le fue dada una corona, y salió venciendo y para vencer: ese jinete es el anticristo, que desde los tiempos pasados se ha estado moviendo.
Luego tenemos el Segundo Sello en Apocalipsis, capítulo 6, verso 3 al 4, donde aparece el jinete en un caballo bermejo; y le fue dado poder de quitar la paz de la Tierra, y que se matasen unos a otros… Vamos a leerlo tal y como está aquí. El primero, bajo el Primer Sello, dice:
“… miré, y he aquí un caballo blanco…”.
Esto es…:
“Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira.
Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer”.
Les dije que es el anticristo, el cual viene desde el pasado.
Y luego tenemos el Segundo Sello. Dice:
“Cuando abrió el segundo sello (Apocalipsis 6, verso 3 en adelante), oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira.
Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada”.
Es el mismo anticristo pasando de caballo, o sea – o el mismo caballo cambiando de color.
Luego, en Apocalipsis, capítulo 6, verso 5 al 6, encontramos el Tercer Sello. Dice:
“Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano.
Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino”.
El aceite y el vino representa a los hijos e hijas de Dios que están llenos del Aceite, que es el Espíritu Santo, y están estimulados con el vino de la revelación divina.
Luego encontramos el Cuarto Sello; capítulo 6, verso 7 al 8, donde dice:
“Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira.
Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades (o sea, y el infierno) le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra”.
Es el mismo anticristo, vean ustedes, y su caballo cambiando de color: cambió de blanco a rojo, y luego cambió de rojo a negro (cambió el caballo de color), y luego de negro cambió aquí a amarillo; y tiene por nombre Muerte.
Esa es la etapa en donde el diablo se encarna en toda su plenitud en el anticristo, en el hombre del pecado, en la bestia. Y para el Día Postrero exigirá una marca en su mano o en su frente: eso nos habla de sujeción, de obediencia, de estar sujetos al anticristo y de tener su enseñanza, su doctrina.
Porque el imperio del anticristo tendrá su religión también, como todos los imperios han tenido la religión oficial de ese imperio; así el imperio del anticristo tendrá su religión también oficial, y es religión satánica; porque la muerte le sigue, y su nombre es Muerte.
Y encontramos que en Apocalipsis, capítulo 13, y Apocalipsis, capítulo 16 y 17, encontramos cómo se va a desarrollar todo eso.
Ese jinete es el mismo que tiene el número 666, que es número de hombre14. Ese jinete del caballo amarillo —que es el diablo encarnado en el anticristo, en el falso profeta, en el hombre de pecado—, en el tiempo final tendrá su reino bien establecido; y el que no tenga la marca de la bestia o el número o su nombre: ni podrá comprar ni vender.
Ahora, durante la gran tribulación será bien difícil para los seres humanos que estarán viviendo aquí en la Tierra, porque el diablo estará encarnado en toda su plenitud en el anticristo, en el hombre de pecado. Y será ese jinete de ese caballo y en el jinete de ese caballo amarillo en donde estará el diablo encarnado, manifestado en toda su plenitud; y estará manifestado en ese imperio del anticristo, representado en los pies de hierro y de barro cocido.
Antes de comenzar la gran tribulación vendrá una apretura para los hijos e hijas de Dios; pero durante esa etapa los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Cristo estará manifestado aquí en la Tierra por medio de Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Y el anticristo, la bestia, va a perseguir a Cristo manifestado en Su Ángel, pero Cristo va a obtener la victoria sobre la bestia y sobre el diablo.
En Apocalipsis, capítulo 17, versos 11 en adelante, dice:
“La bestia que era, y no es, es también el octavo; y es de entre los siete, y va a la perdición”.
¿Vieron? Tiene por nombre Muerte en Apocalipsis, capítulo 6, y el infierno le sigue; y aquí dice que va a la perdición.
“Y los diez cuernos que has visto, son diez reyes, que aún no han recibido reino; pero por una hora recibirán autoridad como reyes juntamente con la bestia.
Estos tienen un mismo propósito, y entregarán su poder y su autoridad a la bestia.
Pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque él es Señor de señores y Rey de reyes; y los que están con él son llamados y elegidos y fieles”.
Los que están con Él son los escogidos de Dios, los primogénitos de Dios. Y aquí, vean ustedes, el Cordero es Rey de reyes y Señor de señores. Para ese tiempo es que Cristo va a cambiar de Cordero a León de la tribu de Judá; y es como León de la tribu de Judá que Jesucristo es el Rey de reyes y Señor de señores.
Por eso es tan importante la toma y apertura de ese Libro sellado con siete Sellos, por eso es tan importante que esos Siete Sellos sean abiertos: para el reclamo de todo lo que Cristo ha redimido con Su Sangre preciosa, para restaurar a la vida eterna a todos los escogidos que tienen sus nombres escritos en este Libro de los Siete Sellos, en este Libro de la Vida del Cordero que Dios tiene en Su diestra, en Su mano, y que Cristo para el tiempo final tomará y abrirá en el Cielo, y luego lo traerá a la Tierra.
Y ahora, hemos visto que este no es un libro cualquiera, sino que es el Libro más importante de la Tierra y también del Cielo; no hay libro más importante que este Libro de los Siete Sellos.
Y durante estas etapas o edades de la Iglesia del Señor Jesucristo, representadas aquí en este diagrama, se ha estado cumpliendo el contenido de ese Libro sellado con siete Sellos.
Y para la Edad de la Piedra Angular hay Sellos que tienen que ser cumplidos en este tiempo final; por ejemplo, el Cuarto Sello, el Sexto Sello y el Séptimo Sello se abren en el tiempo en donde la Edad de la Piedra Angular estará cumpliéndose.
Y miren ustedes, el Cuarto Sello encontramos que es la manifestación del diablo a través de carne humana en el anticristo, en el hombre de pecado. El Quinto Sello es… Vamos a ver aquí para que tengamos el cuadro claro…
Bajo estos Sellos, vean ustedes, ocurren cosas de parte de Dios y también de parte del diablo; porque ahí está contenida toda la obra que se llevaría a cabo, tanto la Obra que Cristo llevaría a cabo como la obra que el diablo llevaría a cabo. O sea que todo está colocado ahí en símbolos, está revelado ahí, pero en símbolos; y con la apertura de este Libro estos símbolos son abiertos a todos los hijos e hijas de Dios.
O sea que la historia de la raza humana de Cristo hacia acá está contenida en este Libro sellado con siete Sellos, pero está en forma simbólica; y así la historia no ha sido alterada, sino que se ha ido cumpliendo de etapa en etapa.
Y ahora, para el tiempo final encontramos que hay un grupo aquí de almas… En el capítulo 6, verso 9 en adelante, dice:
“Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que (ellos) tenían”.
Ahora, no dice “por el testimonio de Jesús”. ¿Por qué? Porque estas personas son hebreos, o sea, judíos, que han muerto como mártires por ser hebreos bajo estas persecuciones que han venido al pueblo hebreo, por cuanto habían rechazado a Cristo como el Mesías, pidieron Su muerte y dijeron: “Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos”15; y la Sangre de Cristo ha estado siendo demandada del pueblo hebreo.
Su templo fue destruido y no tenían dónde llevar a cabo el sacrificio de la expiación el día 10 del mes séptimo de cada año; y por consiguiente, la reconciliación del pueblo hebreo con Dios no se podía efectuar. Y de año en año han estado sin la expiación para la reconciliación, y por consiguiente, el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo: porque no han estado reconciliados con Dios, porque no han tenido el templo allí en Jerusalén, no han tenido el sacrificio de la expiación, y no han podido entonces efectuar la reconciliación con Dios; y el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo.
No han tenido los sacrificios para cubrir el pecado porque no han tenido templo; y el único Sacrificio que Dios acepta es el Sacrificio de Jesucristo, y lo rechazaron; por lo tanto, sus pecados son vistos delante de Dios, y por consiguiente, eso demanda el juicio divino. Y han estado bajo el juicio divino durante estos dos mil años aproximadamente, después de la muerte de Cristo…, de la muerte de Cristo hacia acá, y han estado bajo el juicio divino.
Algunas personas no pueden comprender por qué el pueblo hebreo ha estado sufriendo tanto, pero ha sido por esa causa.
Pero el pueblo hebreo, para este Día Postrero, para el séptimo milenio, tendrá una oportunidad, en donde Dios tratará con el pueblo hebreo por tres años y medio, que es la segunda parte de la semana número setenta de la profecía de Daniel, y en donde Dios le confirmará el Pacto al pueblo hebreo16.
San Pablo, siendo hebreo de la tribu de Benjamín y siendo un creyente muy celoso de la Palabra de Dios, hablándonos acerca del pueblo hebreo, en Romanos, capítulo 11 y verso 25 al 27, nos dice:
“Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles…”.
O sea, hasta que haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios al Cuerpo Místico de Jesucristo; y para eso se requiere el llamado de la Gran Voz de Trompeta, que es el llamado de Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero, llamando y juntando a Sus escogidos con el Mensaje del Evangelio del Reino.
Y cuando haya entrado la plenitud de los gentiles, cuando haya entrado hasta el último de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, dice:
“… luego todo Israel será salvo, como está escrito:
Vendrá de Sion el Libertador,
Que apartará de Jacob la impiedad.
Y este será mi pacto con ellos,
Cuando yo quite sus pecados”.
¿Ven? Mientras Dios no haya quitado los pecados del pueblo hebreo el juicio divino estará sobre el pueblo hebreo.
Y ahora, para el Día Postrero habrá un grupo de 144.000 hebreos que aparecen en Apocalipsis, capítulo 7, los cuales creerán y serán convertidos a Cristo, y recibirán el Mensaje del Evangelio del Reino que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo; o sea que recibirán la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
El pueblo hebreo allá en su tierra está esperando la Venida del Mesías, la Venida del Rey de Israel; y en muchas ocasiones colocan pancartas que dicen: “Bienvenido el Mesías”, porque están esperando la Venida del Mesías.
Hace cerca de dos años nació en la tierra de Israel una becerra bermeja o roja, y están ellos muy a la expectativa, porque desde el tiempo en que el templo fue destruido en el año 70 de la era cristiana no había nacido en medio del pueblo hebreo una becerra roja, una becerra bermeja. Era con una becerra bermeja sacrificada a Dios, la cual era quemada, y con ella se hacían las aguas de la purificación17.
Y ahora, el pueblo hebreo está a la expectativa, porque ellos dicen: “Esto es una señal para la Venida del Mesías. Es una señal; por lo tanto, el Mesías de un momento a otro estará con nosotros acá en la tierra Israel”. Y ellos están esperando la Venida del Mesías, y ellos ven el nacimiento de esa becerra roja o bermeja como una señal de la Venida del Mesías, del Rey de Israel, y lo están esperando.
Ahora, estos hebreos o judíos que murieron durante estas persecuciones, en donde Hitler, Mussolini y Stalin, y otros dictadores y gobernantes, mataron por millones hebreos, judíos (porque eran judíos), y llegaron a sentir odio por ellos, y muchos decían que debían ser exterminados los judíos: todo esto por causa del juicio divino que estaba cayendo sobre el pueblo hebreo.
Y ahora, esas personas no se pierden. Dice que murieron… estas almas de estas personas que han muerto, dice que murieron por la Palabra de Dios y por el testimonio que tenían: eran creyentes en el Mensaje de Moisés, en la Ley de Moisés, en los mandamientos de Dios por medio del profeta Moisés; por lo tanto, ellos permanecieron firmes y murieron; pero murieron como creyentes en Dios y los mandamientos de Dios dados por medio del profeta Moisés; permanecieron en la Dispensación de la Ley y dieron sus vidas por ser judíos; y sus almas, miren ustedes, están aquí bajo el altar de Dios:
[Apocalipsis 6:10] “Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?”.
Porque los moradores de la Tierra, las diferentes naciones que han perseguido al pueblo hebreo, vean ustedes, y mataron hebreos, ahora ellos están pidiendo venganza; y la venganza de Dios para todos los que han tratado mal a los hebreos vendrá sobre esas naciones.
“Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”.
¿Y cuáles son esos que han de ser muertos como ellos? Son los 144.000 hebreos que van a ser martirizados también. Van a ser muertos por la bestia, el anticristo, el hombre de pecado, el cual enviará ejércitos y los matará; y matará a muchas otras personas del pueblo hebreo y a muchas otras personas o millones de personas de otras naciones también. En Apocalipsis, capítulo 12, encontramos ahí todo lo que va a suceder.
Y ahora, vean ustedes cómo nos habla aquí Dios acerca de estas almas:
“Y se les dieron vestiduras blancas…”.
Así que ellos reciben un cuerpo teofánico, son colocados allá en esa sección del Paraíso, y allí esperan hasta que se cumpla el tiempo señalado por Dios.
Luego pasamos al Sexto Sello: capítulo 6, verso 12 en adelante (del libro del Apocalipsis), donde dice:
“Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?”.
El gran día de Su ira es la gran tribulación: son tres años y medio en los cuales se estará derramando la ira de Dios sobre todas las naciones. ¿Y quién podrá sostenerse en pie en ese tiempo? Habrá terremotos, maremotos… Comienza ese tiempo con un gran terremoto.
El sol, dice que se puso negro como tela de cilicio, la luna se volvió toda como sangre, las estrellas del cielo cayeron, y sigue enumerando todas las cosas que ocurren durante ese tiempo. Es el tiempo de la ira del Cordero, es el tiempo del día de venganza del Dios nuestro, en donde Dios vengará la sangre de estos hebreos que han sido martirizados, matados por estas naciones que han perseguido y han matado a los hebreos.
Y Dios le dijo a Abraham, a Isaac y a Jacob: “El que te bendijere será bendito, y el que te maldijere será maldito”18. Todos los que han perseguido a los hebreos y han matado a los hebreos se han buscado esa maldición; todos los que han ayudado a los hebreos, pues han buscado pues la bendición de Dios.
Y los que han perseguido a la Iglesia del Señor Jesucristo y han matado a los cristianos: también se han buscado la maldición de Dios, el juicio divino; y los que han ayudado a los escogidos de Dios se han buscado pues la bendición de Dios.
Cristo dijo: “Cualquiera que diere un vaso de agua fría a uno de estos Mis pequeñitos, no perderá la recompensa, su recompensa”19; y su recompensa es vida eterna.
En la parábola que Cristo da en San Mateo, capítulo 25, donde el Rey coloca a Su diestra a las ovejas y a Su izquierda a los cabritos, encontramos que a las ovejas las bendice y las coloca en el Reino de Dios, para heredar el Reino de Dios preparado desde antes de la fundación del mundo.
Dice: “Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; estuve enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a verme”; y así sigue diciendo todas las cosas por las cuales esas ovejas que Él coloca a Su diestra entrarán al Reino preparado por Dios.
Y esas ovejas, que son seres humanos, dicen, vean ustedes…, preguntan [verso 38]:
“¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.
¿Quiénes son estos hermanos de Jesucristo más pequeños que Él? Son los miembros del Cuerpo Místico de Cristo; son las personas que han creído en Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo, y por consiguiente han nacido de nuevo, han nacido en el Reino de Dios.
Esos son los pequeñitos de los cuales Cristo habla. Y los que le han hecho favores, han actuado bien en favor de estos pequeñitos, de estos miembros del Cuerpo Místico de Cristo, no perderán su recompensa: entrarán al Reino de Dios luego del Juicio Final.
Y habrá naciones también que entrarán al glorioso Reino Milenial, el Reino de Cristo, porque serán naciones donde estarán ayudando a estos pequeñitos en la etapa o edad final de la Iglesia de Jesucristo, que es la etapa o Edad de la Piedra Angular.
¿Y dónde está esa etapa siendo cumplida? Pues en la América Latina y el Caribe. ¿Y dónde están los primogénitos, los escogidos de Dios en este Día Postrero? Pues aquí estamos: en la América Latina y el Caribe.
Por lo tanto, la América Latina y el Caribe tiene la oportunidad de entrar al glorioso Reino Milenial de Cristo, porque es en la América Latina y el Caribe que los escogidos están siendo ayudados y están siendo bendecidos; por lo tanto, los que estarán ayudando a los escogidos de Dios del Día Postrero serán bendecidos; y si están vivos cuando comience el Reino Milenial entrarán a ese glorioso Reino Milenial.
Y estas naciones latinoamericanas y caribeñas entrarán al glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo, y el glorioso Reino Milenial estará lleno latinoamericanos y caribeños. Y esa sí que es una bendición grande para la América Latina y el Caribe. Así que la América Latina y el Caribe ¡sí que tiene futuro!, tiene futuro en el Reino venidero: en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.
Quizás la América Latina y el Caribe, quizás no tenga mucho futuro en este reino de los gentiles, y quizás no tenga futuro en el reino del anticristo; pero en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo sí que tiene futuro para entrar al glorioso Reino Milenial de nuestro Señor Jesucristo; porque en la América Latina y el Caribe están los escogidos de la Edad de la Piedra Angular, en donde se abre una nueva dispensación: la Dispensación del Reino.
Así que, jóvenes presentes, ustedes tienen un futuro maravilloso en el Reino de Dios, y ustedes adultos también, ustedes ancianos también, y ustedes niños también; todos tenemos el más hermoso futuro y glorioso futuro que persona alguna pueda tener, en donde estaremos como reyes y sacerdotes reinando con Cristo por mil años, y luego por toda la eternidad.
Ahora, vean ustedes, los cabritos que no entrarán, dice Jesucristo que será porque tuvo hambre y no le dieron de comer, tuvo Jesucristo sed y no le dieron de beber, estuvo en la cárcel y no lo fueron a ver, estuvo enfermo y no lo visitaron, y así por el estilo. Y los cabritos dirán: “Pero ¿cuándo te vimos necesitado y no te servimos?”. Cristo dice: “Por cuanto no lo hicisteis a uno de estos Mis pequeñitos, tampoco a Mí lo hicisteis”; y esas personas irán ¿a dónde? Al… Vamos a ver, que lo diga el mismo Cristo a dónde irán esas personas:
“E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”.
Solamente hay dos lugares: unos van al castigo eterno, al lago de fuego, que es la muerte segunda; y otros van a la vida eterna con nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, hemos visto todo este Programa Divino que está contenido en este Libro de los Siete Sellos.
El último Sello corresponde a la Segunda Venida de Cristo, que aparece en Apocalipsis, capítulo 8, verso 1, donde dice:
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora”.
El misterio contenido en ese Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo; es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, para pagar a cada cual, a cada uno, conforme a sus obras.
Es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, enviando Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y llamando y juntando a Sus escogidos en este Día Postrero, en donde estaríamos viviendo en la etapa de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y donde Cristo estará llamando y juntando a Sus escogidos del Día Postrero en la América Latina y el Caribe.
Hemos visto este Libro de los Siete Sellos, hemos visto los Siete Sellos, hemos visto también dónde nos encontramos nosotros en el Programa Divino, y hemos visto que el misterio bajo el Séptimo Sello causó silencio en el Cielo como por media hora.
Durante esa media hora de silencio del Cielo, que para los seres humanos acá en la Tierra representa años, en la Tierra estarán sucediendo cosas muy importantes conforme al Programa Divino; y todo lo que estará sucediendo girará alrededor de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, de la cual Cristo habló en muchas ocasiones, también los apóstoles, los ángeles mensajeros de Jesucristo y también los profetas del Antiguo Testamento.
Ese Séptimo Sello contiene el secreto de la Segunda Venida de Cristo, promesa que será cumplida en este planeta Tierra en el Día Postrero, en donde Jesucristo vendrá en Espíritu Santo velado y revelado en carne humana por medio de Su manifestación final; y estará revelándonos todos estos misterios, y estará llamando y juntando a todos Sus escogidos en este Día Postrero.
Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero estará hablándonos en este Día Postrero y estará revelándonos todos estos misterios, y estará preparándonos para ser transformados y raptados en este tiempo final.
Los escogidos de Dios del Día Postrero serán llamados y juntados, y se completará el número de los escogidos de Dios. Y luego que se complete el número de los escogidos de Dios, este Título de Propiedad es tomado por Cristo en el Cielo, es abierto y es traído a la Tierra; y Cristo deja Su Obra de Intercesión, porque ha hecho intercesión ya por todos los que vendrían al final, y se ha completado el número de los escogidos de Dios.
Por lo tanto, Cristo, para este tiempo final, en el Día Postrero, cuando se complete el número de los escogidos de Dios del Día Postrero —y se completa aquí en la Edad de la Piedra Angular con latinoamericanos y caribeños—; luego los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados, y tendremos el cuerpo eterno; y viviremos por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo.
Vean las bendiciones tan grandes que Cristo tiene en la América Latina y el Caribe en este Día Postrero, en el cual nosotros estamos viviendo.
Y nos ha tocado vivir en el territorio que tiene la bendición de Cristo. Nos ha tocado vivir en el territorio en donde Jesucristo en Espíritu Santo estaría manifestado en el Día Postrero por medio de Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así preparándonos para ser transformados y raptados; y llamando y juntando a todos Sus escogidos en este Día Postrero. Todo esto está bajo el Séptimo Sello.
Y nosotros estamos bajo el Séptimo Sello en este Día Postrero, bajo el misterio contenido en el Séptimo Sello, para escuchar la Voz de Cristo y para ser colocados en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular, y ser preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Por eso es que el llamado de la Gran Voz de Trompeta, el llamado del Evangelio del Reino, está cubriendo toda la América Latina y el Caribe: porque Cristo, el Buen Pastor, está llamando y juntando a Sus últimas ovejas, al último grupo, al grupo de la Edad de la Piedra Angular, para completar Su Redil con las ovejas del Día Postrero, y así completarse Su Iglesia; y traer la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que estamos viviendo.
Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en el tiempo en que Jesucristo nos daría a conocer todas estas cosas que estarían sucediendo en la América Latina y el Caribe bajo el misterio de estos Sellos que corresponden a este tiempo final.
¿Y dónde están los que escucharían la Voz del Buen Pastor en este Día Postrero? Pues aquí estamos: en la América Latina y el Caribe, en la Edad de la Piedra Angular, en donde una nueva dispensación se ha abierto: la Dispensación del Reino; y Jesucristo en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero nos estaría dando a conocer todas estas cosas que estarían sucediendo en este tiempo final.
Estamos en el tiempo más glorioso para los latinoamericanos y caribeños; y estamos aprovechando bien esta bendición de Cristo, esta bendición que Cristo tendría para la América Latina y el Caribe. Esta es la bendición más grande que Él tendría para nación alguna, y luego para el pueblo hebreo.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo; y pronto los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados; y estemos todos con el cuerpo eterno y glorioso que Cristo ha prometido para nosotros, a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. En el Nombre Eterno de nuestro Señor Jesucristo. Amén y amén.
Hemos visto: “EL MISTERIO DE LOS SIETE SELLOS DE APOCALIPSIS, CAPÍTULO 5”.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde. Y nos veremos nuevamente en la próxima actividad, en donde estaremos teniendo compañerismo alrededor del tema: “EL MISTERIO DE LA PUERTA ABIERTA EN EL CIELO QUE APARECE EN APOCALIPSIS, CAPÍTULO 4” y verso 1.
Será hasta la próxima actividad… Por aquí vamos a ver…, ¿a qué hora va a ser la próxima actividad? A las 3:00 de la tarde es la próxima actividad; y estaré con ustedes para darles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA PUERTA ABIERTA EN EL CIELO QUE APARECE EN APOCALIPSIS, CAPÍTULO 4”.
Que Dios les bendiga, que Dios les guarde; y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
Con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Dejo con nosotros por aquí al reverendo Miguel Bermúdez Marín (ya por aquí debe venir…, ya lo tenemos aquí cerca). Ya tenemos a Miguel por aquí.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y con nosotros Miguel Bermúdez Marín.
“EL MISTERIO DE LOS SIETE SELLOS DE APOCALIPSIS, CAPÍTULO 5”.
[Revisión enero 2023 -RM-JR]
1 Génesis 14:18-20, Hebreos 7:1-3
2 Hebreos 7:9-10
3 Génesis 18:1-8
4 San Juan 10:27
5 San Juan 1:29, 1:36
6 San Juan 12:24
7 San Juan 10:18
8 Hechos 2:1-4
9 2 Pedro 3:8, Salmos 90:4
10 Romanos 9:16
11 El diagrama de la pirámide se puede observar en la última página del mensaje SPN62-1014M “La estatura de un Varón perfecto” / https://imprenta.carpa.com/es/material/la-nube-y-la-piramide-diptico/
12 Gálatas 2:20
13 San Juan 8:47
14 Apocalipsis 13:18
15 San Mateo 27:25
16 Daniel 9:20-27
17 Números 19:1-22
18 Génesis 12:3
19 San Mateo 10:42, San Marcos 9:41