El misterio de Su Venida como ladrón en la noche

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo espiritual alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en Apocalipsis, capítulo 16, verso 15, donde nos dice de la siguiente manera:

“He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza”.

También leemos en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, versos 1 al 3, donde dice:

“Pero acerca de los tiempos y de las ocasiones, no tenéis necesidad, hermanos, de que yo os escriba.

Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche;

que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán.

Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón.

Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.

Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios.

Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan.

Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.

Porque no nos ha puesto Dios para ira, sino para alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo,

quien murió por nosotros para que ya sea que velemos, o que durmamos, vivamos juntamente con él”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

En esta noche nuestro tema es: “EL MISTERIO DE SU VENIDA COMO LADRÓN EN LA NOCHE”.

El misterio de Su Venida es el misterio más grande, del cual ni los Cielos sabían acerca de este misterio; pues Jesucristo dijo, hablando acerca de la Venida del Hijo del Hombre, que el día y la hora ni aun los ángeles del Cielo sabían1.

Ahora, Él nos dijo cómo sería el tiempo de Su Venida. Él nos dice en San Mateo y en San Lucas y en San Marcos acerca del tiempo de Su Venida2, y nos muestra las cosas que estarán sucediendo en el Programa Divino, para que nosotros podamos entender el tiempo de Su Venida, y no estemos ignorando las cosas que Dios estará haciendo; como el mundo, que vive en tinieblas y oscuridad.

Pero Pablo nos dice que nosotros no somos hijos de la noche, ni tampoco hijos de las tinieblas, para que aquel día (el Día de Su Venida y la hora de Su Venida) nos tome a nosotros como ladrón en la noche. Pero para el mundo será de noche, espiritualmente hablando, porque estará el mundo en oscuridad espiritual.

El profeta Isaías, en el capítulo 60, nos dice:

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti”.

Eso es la Segunda Venida de Cristo para el Día Postrero naciendo sobre los escogidos de Dios. Y la Segunda Venida de Cristo para los escogidos de Dios, para la Iglesia del Señor Jesucristo, es como el Sol de Justicia resplandeciendo, es como el Sol naciendo, como nos dice el profeta Malaquías, en el capítulo 4:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”.

Ahora, vean ustedes cómo la Venida del Señor, la Venida del Hijo del Hombre, para el mundo es en tiempo de la noche, como ladrón en la noche, pero para los escogidos de Dios es como el Sol de Justicia resplandeciendo en el Día Postrero, en el Día del Señor.

Ahora, para poder comprender este misterio, que es el misterio más grande, el cual ni en el Cielo ni en la Tierra se conocía; para el Día Postrero será cumplido este misterio, y los escogidos de Dios estarán viendo la Venida del Señor.

Ahora dice:

“Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz…”.

Jesucristo dijo: “Yo soy la Luz del mundo; y el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida”3.

Él es la Luz del mundo y de cada uno de nosotros, en Su Primera Venida y también en Su Segunda Venida.

Y la gloria de Jehová fue manifestada en la Primera Venida de Cristo, y está prometida para ser manifestada en la Segunda Venida de Cristo; pues la promesa es que el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. San Mateo, capítulo 16, verso 27 al 28.

Y luego tomó a Pedro, a Jacobo y Juan (en el capítulo 17 de San Mateo), los llevó aparte a un monte alto y se transfiguró delante de ellos, y Su rostro resplandeció como el sol.

Está mostrándonos Cristo ahí la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino con Sus Ángeles, pues aparecieron allí Moisés y Elías hablando con Jesús.

Porque los Ángeles de la Venida del Hijo del Hombre son Moisés y Elías, son los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, y Zacarías, capítulo 4; los Dos Olivos, que son los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios; de los cuales Jesucristo habla en la parábola del trigo y de la cizaña, como los Ángeles que envía el Hijo del Hombre para el tiempo de la cosecha, para el recogimiento del trigo, para ser colocado en el Alfolí de Dios; y la cizaña ser echada en el horno de fuego y ser quemada4.

La cizaña representa los hijos del malo, y el trigo representa los hijos del Reino, o sea, los hijos de Dios. Los hijos del malo serán quemados, como dice Jesucristo; y esto ocurrirá durante la gran tribulación, donde el fuego atómico será desatado, y todo tipo de fuego será desatado a causa del fuego atómico que se va a desatar, y quemará a los malos.

Y ahora, miren ustedes cómo también el profeta Malaquías habló de este día ardiente que viene; y dice, en el capítulo 4, verso 1:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.

Esto es lo que está profetizado para suceder en el Día Postrero, en el tiempo final, en el tiempo en que el mundo estará viviendo en oscuridad y tinieblas, porque estará viviendo de noche, de noche espiritual. Es noche espiritual para la humanidad este tiempo en el cual vivimos nosotros.

Por eso dice: “Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra…”, dice Isaías, en el capítulo 60, verso 2:

“Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti (hablando de los escogidos, de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo) amanecerá Jehová”.

O sea, “sobre ti nacerá el Sol de Justicia”; amanecerá Jehová, el Sol de Justicia: Jesucristo en Su Segunda Venida.

La Segunda Venida de Cristo es la Venida del Sol de Justicia resplandeciendo en un nuevo día dispensacional, en la mañana de un nuevo día dispensacional; pues es en la mañana que nace el sol. “Y a los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia (dice Dios por medio del profeta Malaquías, en el capítulo 4), y en Sus Alas traerá salvación”.

Ahora, el sol literal no tiene alas literales, sino que lo que tiene son los rayos de luz que alumbran a la humanidad.

Y el Sol de Justicia, que es Jesucristo en Su Segunda Venida, no tiene alas literales, sino que lo que tiene son Sus Ángeles: los ministerios de Moisés y Elías, uno a cada lado, como fueron vistos en el Monte de la Transfiguración. Esas son las Alas del Sol de Justicia: son los ministerios de Sus Ángeles, los ministerios de Moisés y Elías, que es para salvación de todos los hijos e hijas de Dios; porque Jesucristo dijo en San Mateo 24, verso 31:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”.

Para eso es el ministerio de Sus Ángeles para el Día Postrero, para este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo: para el llamado de la Gran Voz de Trompeta de los escogidos de Dios, por medio de los ministerios de Moisés y Elías, por medio de los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre, enviados para esta gran cosecha que en el Día Postrero será llevada a cabo.

Por eso es que nos habla Cristo en San Mateo, capítulo 24, y San Marcos, capítulo 13, acerca de la Venida del Hijo del Hombre en las nubes, envuelto en una nube o viniendo en las nubes del cielo. Y dice que enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta. ¿Para qué? Para recoger a Sus escogidos en el Día Postrero.

Sus escogidos son los últimos miembros del Cuerpo Místico de Cristo que serán llamados, juntados y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo, en el Día Postrero; y preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero.

Sin los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre: no hay recogimiento para los escogidos de Dios en el Día Postrero, ni hay preparación para ser transformados y raptados en este tiempo final. Es por medio de estos ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre que Jesucristo estará juntando a todos Sus escogidos.

Para el mundo, este tiempo o día en que todo esto estará aconteciendo es de noche; pero para los hijos e hijas de Dios será de día, porque será en un nuevo día dispensacional y en un nuevo día milenial; “porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”5. Un día delante de Dios, para los seres humanos es un milenio, o sea, mil años; y mil años nuestros son para Dios solamente un día.

Y ahora, vean ustedes que San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 5, nos habló del Día del Señor, que vendrá como ladrón en la noche.

El apóstol San Juan estuvo en el Día del Señor, en esta visión apocalíptica; y vamos a ver lo que él vio y escuchó en el Día del Señor. Él fue transportado al Día del Señor. Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice así… Juan el apóstol dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.

¿A qué día fue San Juan? Al Día del Señor; él fue en el espíritu, él fue transportado en su cuerpo teofánico, en su espíritu teofánico, al Día del Señor, que para él estaba en el futuro. Y dice:

“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta…”.

¿Qué escuchó Juan en el Día del Señor? Una Gran Voz como de trompeta. Y esto es lo que los hijos e hijas de Dios estarán escuchando en el Día del Señor, que vendrá para la raza humana como ladrón en la noche.

Dice el apóstol San Juan:

“… y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿La Voz de quién es esta Gran Voz de Trompeta? Es la Voz de nuestro amado Señor Jesucristo en el Día del Señor, es la Voz de nuestro Señor Jesucristo hablándole a todos Sus hijos en el Día del Señor.

Ahora, vamos a ver cuál es el Día del Señor, del cual Jesucristo también habló. Jesucristo habló en San Juan, capítulo 6, verso 39 en adelante…, porque este Día del Señor es muy importante en el Programa Divino. Vamos a ver algunas de las cosas que sucederán en el Día del Señor; una de ellas es la Venida del Hijo del Hombre.

En San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, dice Jesucristo:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

¿Cuál es el Día Postrero? Para poder comprender cuál es el Día Postrero necesitamos comprender cuáles son los días postreros.

Para el Día Postrero, Jesucristo dice que resucitará a los creyentes en Él que han partido de este cuerpo terrenal; o sea que sus cuerpos físicos han muerto, y esas personas se encuentran en el Paraíso viviendo en su cuerpo teofánico.

Ahora, veamos lo que nos enseña la Escritura. San Pedro, Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 al 10, nos dice de la siguiente manera; y quiero leer ese pasaje para que tengamos el cuadro claro de las cosas de las cuales San Pedro habla, y de las cuales Jesús también habló. Él dice algo aquí que no puede ser ignorado. Dice:

“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día.

El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.

Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche (vendrá como ladrón en la noche); en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas”.

Aquí podemos ver lo que viene para la humanidad. Y sigue diciendo:

“Puesto que todas estas cosas han de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir,

esperando y apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los elementos, siendo quemados, se fundirán!”.

Ahora, vean ustedes que cuando nos habla del Día del Señor, para los seres humanos es un milenio.

Y ahora, vamos a ver lo que son los días postreros.

El apóstol San Pablo nos habló de los días postreros en su carta a los Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2, y dijo:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”.

¿Para cuales días dice San Pablo que Dios habló por el Hijo Jesucristo? San Pablo dice: “… en estos postreros días”, y eran los días de Jesucristo y los apóstoles; y ya han transcurrido dos mil años, y todavía estamos viviendo en los postreros días; porque los postreros días delante de Dios, para los seres humanos son tres milenios, y comenzaron los postreros días en el tiempo del Señor Jesucristo. Por eso dice que “Dios ha hablado en estos postreros días por Jesucristo”; y ya han transcurrido dos mil años, y todavía estamos en los postreros días.

También tenemos el pasaje del libro de los Hechos, capítulo 2, verso 14 en adelante: Esto fue en el Día de Pentecostés, cuando recibieron el Espíritu de Jesucristo 120 personas en el aposento alto; hablaron en nuevas lenguas las maravillas de Dios. Y las personas que estaban en Jerusalén adorando a Dios, que habían venido de diferentes naciones, pero que eran hebreos, pero se habían criado en diferentes naciones muchos de ellos, en donde también habían nacido y hablaban los idiomas de otras naciones; cuando escucharon a estos 120 creyentes en Cristo hablar las maravillas de Dios en el idioma de estas otras personas, se preguntaban: “¿No son todos estos galileos, los que hablan? ¿Cómo les escuchamos hablar las maravillas de Dios en nuestra propia lengua, en la cual nosotros hemos nacido?”.

Y otros, burlándose (porque nunca faltan los burladores cuando Dios está cumpliendo Su promesa), decían: “Están llenos de mosto”, o sea, “están borrachos”.

Pero para ese momento y para lo que allí estaba sucediendo, había una contestación bíblica, la cual San Pedro les iba a dar. Capítulo 2, verso 14 en adelante (del libro de los Hechos), dice:

“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día”.

O sea, de 8:00 a 9:00 de la mañana, esa es la hora tercera del día. La hora primera es de 6:00 a 7:00 de la mañana, la hora segunda es de 7:00 a 8:00 de la mañana, y la hora tercera es de 8:00 a 9:00 de la mañana. Esas tres horas componen la cuarta vigilia.

Sigue diciendo San Pedro:

“Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

(Y) Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.

San Pedro dice, citando las profecías de Joel, que para los postreros días Dios había prometido derramar de Su Espíritu Santo sobre toda carne; sobre toda carne creyente en Jesucristo, Dios estaba allí derramando de Su Espíritu Santo, y se estaba produciendo el nuevo nacimiento en 120 personas.

Y de ahí en adelante Dios ha continuado derramando de Su Espíritu Santo, y ha continuado produciendo el nuevo nacimiento en los que han creído en Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo; y así se ha efectuado el nuevo nacimiento en millones de seres humanos, del Día de Pentecostés hacia acá.

Y lo que Cristo le dijo a Nicodemo se ha estado convirtiendo en una realidad, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”.

Nicodemo pensó en un nacimiento por medio de una mujer, y ya Nicodemo estaba viejo. ¿Y cómo estaría su madre, si estaba viva? Si estaba muerta, era imposible para Nicodemo nacer de nuevo en la forma que él pensaba con relación al nuevo nacimiento del cual le habló Jesucristo. Pero Jesucristo le dijo que no era como él pensaba.

Nicodemo pensaba: “¿Cómo puede hacerse esto? (le pregunta a Cristo) ¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre, y nacer de nuevo?”. Jesucristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere del Agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios”.

O sea que la persona necesita creer en Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, para así nacer de nuevo. Así se efectúa el nuevo nacimiento en cada ser humano, y así es como nace en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así es como se cumple lo que Cristo le dijo a Nicodemo en San Juan, capítulo 3, verso 1 al 6.

Y ahora, podemos ver que los discípulos de Jesucristo, aunque estaban siguiendo a Jesucristo, no habían nacido de nuevo, hasta el Día de Pentecostés.

Y el Día de Pentecostés comenzó Jesucristo a producir el nuevo nacimiento en 120 personas primero, y después continuó con cientos y miles de personas, y millones de personas, que a través de estos dos mil años que han transcurrido: han creído en Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo; y así han tenido a Jesucristo como el Cordero de Dios, el Cordero Pascual, y también como el Macho de la Expiación – como el Macho Cabrío de la Expiación, para la reconciliación de cada persona con Dios; lo cual se efectuaba en medio del pueblo hebreo el día 10 del mes séptimo de cada año6.

Pero ahora no se necesitan aquellos sacrificios que el pueblo hebreo realizaba, los cuales eran tipo y figura de Jesucristo, el cual vendría a la Tierra en carne humana y moriría en la Cruz del Calvario como el Sacrificio perfecto por el pecado para nuestra reconciliación con Dios. Por eso San Pablo dice: “Reconciliaos con Dios hoy”7.

Es en tiempo presente, mientras la persona está viviendo, que tiene que reconciliarse con Dios; y para eso necesita el Sacrificio de Jesucristo, representado en el sacrificio del macho cabrío de la expiación, el día 10 del mes séptimo de cada año, en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, ya el pueblo hebreo no necesita más sacrificios de animalitos, y ninguna persona necesita ofrecer sacrificios de animalitos a Dios; y aun el pueblo hebreo tampoco necesita el templo, porque ya no necesita efectuar aquellos sacrificios que efectuaba antes, porque ya Dios ha provisto un Sacrificio perfecto: Jesucristo, el Cordero de Dios, que ha quitado el pecado del mundo. Y la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado8.

Él es el Cordero Pascual, y Él es también el Macho Cabrío de la Expiación para la reconciliación del pueblo con Dios y de cada persona como individuo con Dios.

Por eso es que, de Cristo hacia acá, el pueblo hebreo entró en esos problemas, en los cuales fue destruida Jerusalén, el templo también, y fueron llevados cautivos; y luego colocaron —en el lugar donde estaba el templo— la Mezquita de Omar. Pero ya el pueblo hebreo no necesita un templo: ya tiene un Sacrificio perfecto.

Ese Sacrificio perfecto es para los gentiles y también para los hebreos; pero por cuanto el pueblo hebreo lo ha rechazado por estos dos mil años, los pecados del pueblo hebreo han estado siendo vistos por Dios; y la paga del pecado es muerte9.

Por eso han sido perseguidos: Hitler por poco los extermina; Hitler, Mussolini y Stalin por poco exterminan el pueblo hebreo.

Pero por la misericordia de Dios y promesas hechas por Dios con relación al pueblo hebreo, Dios no permitió que fuera desarraigado de este planeta Tierra el pueblo hebreo. Han quedado las reliquias de Israel, los cuales en el Día Postrero recibirán al Mesías, que vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo del Hombre e Hijo de David, para sentarse en el Trono de David, y reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; y esto es para el Día Postrero, o sea, para el séptimo milenio.

Hemos tenido los días postreros desde los días de Jesucristo hacia acá. Por eso San Pablo nos dice: “En estos postreros días Dios nos ha hablado por medio de Su Hijo”, o sea, por Jesucristo; porque los postreros días son tres milenios: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Y cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, y así comenzaron los días postreros.

Y el ministerio de Jesucristo fue efectuado en el quinto milenio, en el primer siglo del quinto milenio, y primer tercio del primer siglo del quinto milenio.

Por lo tanto, el ministerio de Cristo fue llevado a cabo en los días postreros: en el primero de los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son los tres milenios postreros. Así que en el primero de los tres milenios postreros, que es el quinto milenio, tuvo el ministerio Jesucristo aquí en la Tierra.

Y luego, encontramos que murió, resucito y ascendió al Cielo victorioso, y se sentó a la diestra de Dios; y luego de estar en el Cielo, diez días después derramo de Su Espíritu Santo sobre 120 personas10. Todo eso ocurrió también en los días postreros: en el primero de los días postreros, o sea, en el quinto milenio.

Y luego, las siete etapas de la Iglesia gentil han transcurrido en los días postreros también; o sea, en el quinto y sexto milenio se han cumplido las diferentes etapas de la Iglesia gentil.

Y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene (porque el calendario está atrasado), ya estamos en el séptimo milenio; y si estamos en el séptimo milenio, que es el último de los días postreros, estamos entonces en el Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es el séptimo milenio.

Ya estamos en el primer siglo del séptimo milenio; o sea que estamos en la mañana del séptimo día milenial, estamos en la mañana del Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio para los seres humanos.

Ese es el Día del Señor, que vendría como ladrón en la noche; que las gentes no se darían cuenta que el séptimo milenio ha comenzado, porque están (¿cómo?) de noche, en tinieblas espiritualmente, y no saben lo que son los días postreros, y no saben lo que es el Día Postrero.

Pero ahora, los escogidos de Dios para el Día Postrero son llamados y juntados en la mañana de ese nuevo día dispensacional y de ese nuevo día milenial, en donde se abre una nueva dispensación: la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación, en donde Jesucristo envía Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas en todas y a todas las iglesias. Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice así:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿A quién envía Jesucristo? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.

Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, a la mitad de ese verso dice, con esa Voz de Trompeta:

“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Y las cosas que sucederán después de estas que ya han sucedido durante estos dos mil años que han transcurrido van a ser reveladas a los escogidos de Dios, y vamos a saber cuáles son las cosas que tienen que suceder en el Día Postrero, en el séptimo milenio.

Jesucristo dijo, para el séptimo milenio, para el Día Postrero: “Y Yo le resucitaré en el Día Postrero”, o sea, en el séptimo milenio, que es el Día del Señor.

Y ahora, ¿por medio de quién nos estará dando a conocer todas estas cosas? Pues Él dice que las va a dar a conocer a los que suban donde Él está. Él ha estado de edad en edad en Su Cuerpo Místico de creyentes, en Su Iglesia.

¿Y en qué edad o etapa de la Iglesia de Jesucristo estamos viviendo hoy? Estamos viviendo en la Edad de la Piedra Angular; y en la Edad de la Piedra Angular, en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, es que Jesucristo nos da a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Y para eso dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias” (Apocalipsis 22, verso 16).

Y Apocalipsis 22, verso 6, nos dice así:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿Por medio de quién son dadas a conocer las cosas que deben suceder pronto? Por medio de Su Ángel Mensajero, porque ese es el instrumento del Señor Jesucristo para el Día Postrero, para el séptimo milenio.

Así como Jesucristo durante todas estas etapas pasadas habló por medio de Sus apóstoles y por medio de Sus siete ángeles mensajeros, en el Día Postrero, en el séptimo milenio, estaría hablando por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto. Jesucristo en Espíritu Santo estará en Su Ángel Mensajero hablándonos estas cosas.

El Ángel Mensajero de Jesucristo para el Día Postrero es el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, que viene dando a conocer todas estas cosas a todos los hijos e hijas de Dios. Viene con el Mensaje del Evangelio del Reino, que es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, con el cual son llamados y juntados todos los escogidos de Dios.

La Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino llama y junta a todos los escogidos de Dios; y el portador de esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino es el Ángel del Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver cómo los escogidos de Dios estarán siendo llamados y juntados, y estarán obteniendo el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto.

Ahora, ¿cuántos sabían que los días postreros son el quinto, sexto y séptimo milenio? ¿Cuántos sabían que los días postreros habían comenzado cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad? No lo sabíamos. Todos pensaban que los días postreros eran solamente estos días que estamos viviendo, pero miren ustedes, comenzaron en los días de Jesús.

Ahora, cuando se habla del Día Postrero, ese día sí se refiere exclusivamente a este tiempo final en el cual nosotros vivimos, porque es el Día Postrero prometido para Cristo venir como ladrón en la noche para el mundo; pero para los escogidos será de día, porque no somos hijos de la noche, sino del día; no somos hijos del reino de este mundo o reinos de este mundo, sino que somos hijos del Reino de Dios; y los hijos del Reino de Dios son hijos del día; son hijos de luz, y no de las tinieblas.

Por lo tanto, el Día del Señor y Su Venida no nos toma a nosotros de noche, sino que nos toma de día; nos toma en la cuarta vigilia del séptimo milenio; y la cuarta vigilia del séptimo milenio (en términos proféticos) son los primeros 125 años del séptimo milenio.

Porque una vigilia tiene tres horas. Y proféticamente, una vigilia, teniendo tres horas, siendo que un día delante del Señor para los seres humanos son mil años, ¿cuánto es una hora delante de Dios? Son 41 años con 8 meses; y tres horas son 125 años.

Los primeros 125 años del séptimo milenio corresponden a la cuarta vigilia del séptimo día delante de Dios, que para nosotros es el séptimo milenio, el Día del Señor.

Así como el sábado para el pueblo hebreo ha sido el día del Señor (el sábado es el séptimo día de la semana); ahora, el séptimo día delante de Dios, para los seres humanos es el séptimo milenio, en donde los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados; y tendremos un cuerpo eterno, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; y viviremos por toda la eternidad con nuestro amado Señor Jesucristo con un cuerpo eterno. Y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad, como reyes y sacerdotes, porque Él nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, nos ha redimido con Su Sangre, y nos ha hecho reyes y sacerdotes11; y reinaremos con Cristo por mil años en Su glorioso Reino Milenial para comenzar, y luego por toda la eternidad.

Ahora, podemos ver todas las cosas que estarán sucediendo en el Día Postrero, en el séptimo milenio, en donde la Dispensación del Reino se abre y se entrelaza con la Dispensación de la Gracia, y en donde el Mensaje del Evangelio del Reino es proclamado; porque ese Mensaje es la Gran Voz de Trompeta con la cual son revelados todos estos misterios del Reino de Dios, y son llamados y juntados todos los escogidos de Dios; con la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, en la cuarta vigilia del séptimo milenio.

Encontramos que el Evangelio del Reino nos da a conocer el gran misterio de la Venida del Hijo del Hombre, de la Venida como ladrón en la noche para el mundo, pero para los seres humanos: en la mañana de un nuevo día dispensacional, para verlo cara a cara, manifestado en el Día Postrero conforme a como Él ha prometido: con Su rostro como el sol.

El rostro como el sol —visto allá en el Monte de la Transfiguración y en el libro del Apocalipsis— representa a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, porque el sol es el astro rey. Y cuando se nos habla del León de la tribu de Judá, se nos está hablando de la Segunda Venida de Cristo como Rey de reyes y Señor de señores también, porque el león es el rey de los animales. Estos dos tipos y figuras representan a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores.

Por eso es que Cristo, cuando se transfiguró delante de Sus discípulos en el Monte de la Transfiguración, Su rostro resplandeció como el sol; porque Su Segunda Venida en el Día Postrero será como Rey de reyes y Señor de señores; eso es Su rostro resplandeciendo como el sol.

Y ahora, podemos ver el misterio de Su Venida: como ladrón en la noche para el mundo, pero para nosotros como el Rey de reyes y Señor de señores, y el Sol de Justicia resplandeciendo en un nuevo día dispensacional y en un nuevo día milenial: en el Día Postrero, que es el séptimo milenio.

Ahora, hemos visto “el misterio de Su Venida como ladrón”.

Estamos viviendo nosotros en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en el tiempo de Su Venida, en el tiempo en que la Venida de Cristo sería revelada, manifestada para el mundo como ladrón en la noche, pero para la Iglesia del Señor Jesucristo como el Sol resplandeciendo en la mañana de un nuevo día dispensacional; “porque a los que temen Mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus Alas traerá salvación”.

¿Cuándo nace el sol? Nace en la mañana. En la mañana de un nuevo día siempre nace el sol.

Y es en la mañana de un nuevo día dispensacional y de un nuevo día milenial que la Segunda Venida de Cristo es prometida para venir como el Sol de Justicia resplandeciendo en el séptimo milenio.

Ahora, nosotros hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos; al tiempo en que el mundo está de noche y en tinieblas, en oscuridad espiritual; en oscuridad en cuanto al conocimiento de todas estas promesas relacionadas a la Segunda Venida de Cristo.

Y el mundo, la humanidad, ni siquiera sabe lo que son los días postreros. Pero San Pablo nos dice: “Pero vosotros no estáis en tinieblas, para que aquel día (o sea, el Día del Señor, que vendrá como ladrón en la noche para el mundo)…”. “Ustedes no están en tinieblas, para que aquel día (o sea, el séptimo milenio) les tome como ladrón en la noche”, sino que les tome ¿cómo? Les tome como el Sol de Justicia en la mañana, naciendo en la mañana de un nuevo día dispensacional y de un nuevo día milenial.

Hemos llegado al tiempo de la mañana de un nuevo día milenial y de un nuevo día dispensacional; pero el mundo se encuentra en oscuridad y tinieblas espirituales.

Pero nosotros, dice San Pablo: “No estamos en tinieblas sino en luz, porque somos hijos (¿de qué?) del día; no de la noche”. Y si somos hijos del día, la Venida del Hijo del Hombre, la Venida del Señor con Sus Ángeles, no nos toma a nosotros como ladrón en la noche, sino que nos toma a nosotros como el Rey de reyes y Señor de señores, y el Sol de Justicia resplandeciendo en nuestros corazones; y nosotros: dándole la bienvenida a Jesucristo, el Sol de Justicia, en Su Venida, en un nuevo día dispensacional y en un nuevo día milenial.

Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos, hemos llegado al Día del Señor, el día que tomaría por sorpresa a la humanidad: el Día del Señor, el séptimo milenio.

Hemos llegado al tiempo en que todos los hijos de Dios estarían escuchando la Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Jesucristo, Jesucristo en Espíritu Santo por medio de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así revelándonos el misterio de Su Venida en este Día Postrero.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de “EL MISTERIO DE SU VENIDA COMO LADRÓN EN LA NOCHE”.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y nos abra completamente el entendimiento para poder comprender estos misterios del Reino de Dios, de los cuales habló Jesucristo y todos los profetas y todos los apóstoles y mensajeros correspondientes a este Día Postrero; y nos permita comprender estos misterios del Día Postrero, y el misterio más grande de todos, que es Su Venida, la Venida del Hijo del Hombre en este Día Postrero, en el séptimo milenio; como ladrón en la noche para el mundo, pero como el Sol de Justicia para todos los hijos e hijas de Dios. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno de Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amables amigos y hermanos presentes. Y dejo con ustedes al reverendo Gian del Corto para continuar.

Pasen todos muy buenas noches.

“EL MISTERIO DE SU VENIDA COMO LADRÓN EN LA NOCHE”.

[Revisión diciembre 2022 -RM-JR]

1 San Mateo 24:36, San Marcos 13:32

2 Mt. 24:3-51, Mr. 13:3-37, Lc. 21:7-36

3 San Juan 8:12

4 San Mateo 13:24-30

5 Salmos 90:4, 2 Pedro 3:8

6 Levítico 16:5-34

7 2 Corintios 5:20

8 1 Juan 1:7

9 Romanos 6:23

10 Hechos 2:1-4

11 Apocalipsis 1:6, 5:9-10

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