Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, y televidentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con cada uno de ustedes en esta ocasión, reunido para tener compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y ver el tiempo en que estamos viviendo, y conocer el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo, y así saber cómo servir a Dios en este tiempo postrero.
En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1 en adelante, nos dice Dios:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Nuestro tema para esta ocasión es: “COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO”.
“COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO”.
Estas son las cosas de las cuales Cristo dice aquí que nos dará a conocer si subimos donde Él está en este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.
Para poder comprender este misterio de las cosas que solo pueden cumplirse en el Día Postrero, las cuales Cristo para este tiempo final nos estaría dando a conocer, nosotros necesitamos saber cuáles son esas cosas y cuál es el Día Postrero.
Para poder comprender cuál es el Día Postrero, tenemos que ir a la Escritura y escuchar las palabras del apóstol San Pedro, que nos dice de la siguiente manera en su segunda carta, capítulo 3, verso 8, el cual dice:
“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.
Un día delante del Señor es ¿cómo? Es como mil años, y mil años nuestros es como un día delante del Señor. Pedro tomó estas palabras del Salmo 90, verso 4, el cual es un salmo del profeta Moisés, el cual da testimonio de esta verdad: de que un día delante del Señor para nosotros es como mil años; o sea, mil años de los nuestros.
Y ahora, conociendo lo que es un día delante del Señor, podemos entonces comprender que siendo mil años para nosotros aquí en la Tierra, los días postreros delante de Dios para los seres humanos representan milenios, los milenios postreros; y vamos a ver cuáles son esos milenios postreros.
Porque así como para nosotros los días postreros de la semana son jueves, viernes y sábado…; el jueves es el quinto día de la semana, el viernes es el sexto día de la semana, y el sábado —que es el día postrero de la semana— es el día séptimo de la semana.
Y ahora, vamos a ver cuáles son los días postreros delante de Dios, representados en el jueves, viernes y sábado; y vean ustedes, vamos a ver cuándo comenzaron los días postreros.
Nos dice el apóstol San Pablo en su carta a los Hebreos que ya para el tiempo de Jesús habían comenzado los días postreros. Dice en Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
Ahora, ¿cuándo dice que Dios nos ha hablado por medio de Su Hijo? Dice, Pablo dice:
“… en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”.
Y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá, y San Pablo está diciendo que Dios estaba hablando en los postreros días por medio de Su Hijo, y ya han transcurrido dos mil años. Es porque los días postreros comenzaron cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad.
Porque los días postreros, para los seres humanos, son el quinto, sexto y séptimo milenio; y cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, y ahí comenzaron delante de Dios los días postreros, que para los seres humanos son los tres milenios postreros, que son: quinto, sexto y séptimo milenio.
Ya el quinto milenio comenzó cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad; por eso San Pablo puede decir que Dios nos ha hablado en estos postreros días por medio de Su Hijo, aunque todavía faltaban otros milenios por venir.
Ya estaban viviendo en el quinto milenio, en el primer siglo del quinto milenio, y ya habían comenzado, por consiguiente, los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son los tres milenios postreros: quinto, sexto y séptimo milenio. Ya había comenzado el primero de los días postreros delante de Dios, que es el quinto milenio para los seres humanos.
Luego encontramos que también el apóstol San Pedro da testimonio de que ya estaban viviendo en los días postreros cuando en el Día de Pentecostés fueron llenos del Espíritu Santo 120 personas que se encontraban en el aposento alto.
Cuando esto sucedió, muchas personas de las que habían llegado a Jerusalén para adorar a Dios, los cuales eran hebreos, pero que habían nacido en otras naciones entre los gentiles y hablaban el idioma de las naciones en las cuales habían nacido, en adición al idioma hebreo que todo hebreo en las diferentes naciones aprende en las escuelas hebreas; ahora, vean ustedes, estas personas escuchaban a estas 120 personas llenas del Espíritu Santo hablar en los idiomas gentiles las cosas, las maravillas de Dios, y estaban todos sorprendidos, porque decían: “¿No son todos estos galileos, los que hablan? ¿Cómo les oímos nosotros hablar en nuestra propia lengua, en la cual hemos nacido, las maravillas de Dios? ¿Cómo es posible esto que estamos nosotros viendo y escuchando?”.
Otros, burlándose, decían: “Están llenos de mosto”, o sea: “Están borrachos”; porque nunca faltan los burladores cuando Dios está cumpliendo Su Palabra, y esos burladores tienen su paga con Dios.
Ahora, dice en el capítulo 2, verso 14 en adelante, del libro de los Hechos:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día”.
O sea, de 8 a 9 de la mañana, que es la hora tercera.
- Porque la hora primera es de 6 a 7 de la mañana,
- la hora segunda es de 7 a 8 de la mañana,
- y la hora tercera es de 8 a 9 de la mañana;
- la hora cuarta es de 9 a 10 de la mañana;
- la hora quinta es de 10 a 11 de la mañana;
- y la hora sexta es de 11 a 12 de la mañana.
La hora en que Cristo fue crucificado fue en la mañana, la hora tercera; ya a la hora del mediodía comenzaron las tinieblas sobre la Tierra, y…; eso fue a la hora sexta, comenzaron las tinieblas sobre la Tierra; y a la hora novena o nona Cristo entregó el Espíritu; allí Él murió.
Ahora, vean cómo Cristo fue crucificado en la hora tercera de la mañana, que es en la cuarta vigilia, la última hora de la cuarta vigilia.
Y ahora, vean cómo también aquí el Día de Pentecostés encontramos que fue en la cuarta vigilia también, en la cual encontramos que vino el Espíritu de Dios en algún momento de la cuarta vigilia, o sea, de 6 a 9 de la mañana; y ya de 8 a 9 de la mañana, ya Pedro estaba predicando el primer mensaje de la Dispensación de la Gracia, el primer mensaje del Evangelio de la Gracia, presentando a Cristo como nuestro Salvador, para que todo ser humano obtenga misericordia y perdón de pecados, y pueda ser lleno del Espíritu de Dios, pueda ser lleno del Espíritu Santo.
Así que podemos ver cómo la cuarta vigilia es una etapa del día muy importante, en la cual se han cumplido grandes eventos del Programa Divino.
Encontramos que San Pedro les dice:
“… estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (o sea, de 8 a 9 de la mañana).
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel”.
O sea que los llevó a la Escritura para mostrarles a ellos lo que Dios había prometido para ese tiempo y cómo Dios lo estaba cumpliendo. Dice:
“Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
¿Para cuándo Dios prometió derramar de Su Espíritu sobre toda carne? Para los postreros días.
Para los postreros días dice Dios que derramará de Su Espíritu sobre toda carne; y ya en aquellos días, ya Dios estaba derramando de Su Espíritu sobre toda carne, y ya han transcurrido dos mil años; y esto significa que desde los días de Jesús ya habían comenzado los días postreros.
El Día de Pentecostés cayó dentro del primero de los días postreros, y de Jesús hacia acá hemos estado viviendo en los días postreros; y Dios ha estado derramando de Su Espíritu sobre toda carne que ha creído en Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido el Espíritu Santo, o sea, el Espíritu de Jesucristo; porque esto es una promesa para los postreros días.
Y así se ha estado efectuando el nuevo nacimiento de todas estas almas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, en el Cielo, los cuales han estado viniendo en carne humana en y a este planeta Tierra para hacer contacto con el Programa Divino, y recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir el Espíritu Santo; y así recibir el nuevo nacimiento, y por consiguiente obtener un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión; por cuanto la persona al nacer en este planeta Tierra recibió un cuerpo en la permisiva voluntad de Dios: mortal, corruptible y temporal, y recibió también un espíritu del mundo, un espíritu que lo ha estado inclinando hacia el mal.
Y se requiere un nuevo nacimiento para así obtener un espíritu que lo lleve, lo guíe siempre, hacia el bien; y ese es el Espíritu Santo dado por Dios, el cual se obtiene al recibir a Cristo como su Salvador, y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y ser lleno del Espíritu Santo; y así la persona recibe ese espíritu teofánico de la sexta dimensión, que viene de parte de Dios. Y así la persona entra a vida eterna cuando ha creído en Cristo como su Salvador, pues se opera en la persona el nuevo nacimiento.
Cristo en San Juan, capítulo 5, verso 24, dice:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Vean ustedes cómo se pasa de muerte a Vida.
Cuando hemos nacido en este planeta Tierra hemos entrado a muerte, hemos nacido en una raza que está muerta espiritualmente delante de Dios; hemos nacido en medio de la descendencia del primer Adán.
Pero por medio de creer en el segundo Adán, que es Jesucristo, y recibir Su Espíritu Santo: nacemos de nuevo, y por consiguiente recibimos vida eterna. Dice:
“… ha pasado de muerte a vida”.
Es un cambio que ocurre en la vida de la persona: pasa de muerte a vida eterna, la cual Cristo nos da por medio de creer en Él, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; recibimos ese Espíritu de Vida y con vida eterna, y ya entramos al Programa de vida eterna.
Ya somos sellados con el Sello del Dios Vivo, que es el Espíritu Santo, para el Día de la Redención, que es el día en que nuestros cuerpos mortales serán transformados; para los que estamos vivos es esta promesa; y para los que han partido, la promesa es que serán resucitados, si en el tiempo en que vivieron aquí en la Tierra creyeron en Cristo como su Salvador, lavaron sus pecados en la Sangre de Cristo y recibieron el Espíritu de Cristo, por consiguiente, nacieron de nuevo, y nacieron así en el Reino de Dios; por lo tanto, recibieron vida eterna.
Y lo único que les falta es tener un cuerpo eterno, el cual Cristo les dará cuando resuciten. Ellos resucitarán en cuerpos eternos; ahí tendrán el cuerpo eterno, porque ya tienen el espíritu eterno, ese espíritu teofánico.
Y regresarán a esta Tierra con esos espíritus teofánicos, y Dios les creará un cuerpo eterno del polvo de la tierra; y así estarán ellos en cuerpos eternos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo. Y nosotros los que vivimos, cuando los veamos a ellos resucitados en cuerpos eternos, nosotros seremos transformados.
Ahora, ¿para cuándo es esta promesa de Jesucristo, esta resurrección para los muertos en Cristo, para los creyentes en Él que han partido? Esta promesa Jesucristo dice que es para ser cumplida en el Día Postrero. San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
¿Para cuándo Él tiene la comisión de resucitar a los que el Padre le ha dado? Dice que es para el Día Postrero.
“… sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna…”.
El que no cree en Él pues no tiene vida eterna, está en muerte.
Para pasar de muerte a Vida, para salir de muerte y entrar a vida eterna, se requiere creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, y así pasamos de muerte a Vida.
“Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Vean la bendición tan grande que hay para los creyentes en Cristo: han pasado de muerte a Vida, y tienen la promesa de una resurrección si sus cuerpos mortales mueren antes del tiempo de la transformación; y si están vivos y permanecen vivos cuando los muertos en Cristo resuciten, seremos transformados.
Pero si alguno se va antes, no hay ningún problema: la promesa para los que se van antes es que resucitarán en cuerpos eternos, si han creído primeramente en Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido el Espíritu Santo, el Espíritu de Jesucristo; por consiguiente, esas personas han nacido de nuevo y son parte del Cuerpo Místico de Cristo, porque han nacido en el Cuerpo Místico de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, han nacido en el Reino de Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo en esta forma tan sencilla, en la forma de la construcción e historia de una iglesia, la Iglesia del Señor Jesucristo, se esconde la creación de una nueva raza que tendrá cuerpos eternos y que tendrá un cuerpo teofánico eterno también, el cual recibe cuando ha creído en Cristo, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido el Espíritu de Cristo.
Vean cómo en esta forma sencilla de la formación o creación de la Iglesia del Señor Jesucristo se esconde un misterio muy grande: se esconde la creación de una nueva raza, la creación de una súper raza, la creación de una nueva raza que viene por un nuevo Hombre; la creación de una nueva raza que viene por medio del segundo Adán, del Hombre celestial. Es una nueva raza, una raza celestial, y por eso es el Israel celestial.
Así como detrás de la historia y creación o formación del pueblo hebreo, de este pueblo que ha comenzado con la familia de Abraham, encontramos que se ha escondido, en esa historia de esa familia de Abraham, se ha escondido el misterio de la creación de una nación poderosa llamada Israel.
Israel ha pasado por diferentes etapas difíciles; pero por cuanto en todo lo que es tipo y figura del pueblo hebreo Dios llevó a feliz cumplimiento lo que tipifica al pueblo hebreo, encontramos que el pueblo hebreo como nación también tendrá el cumplimiento de toda promesa que Dios ha hecho para la nación hebrea; y por consiguiente, el glorioso Trono del Mesías prometido para ser establecido en medio del pueblo hebreo y para reinar sobre él, sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, encontramos que llegará a feliz cumplimiento en el Día Postrero.
Esa es una promesa para ser cumplida en el Día Postrero. Es una promesa que solamente puede cumplirse en el Día Postrero, y por esa causa en otros días, o sea, otros días delante de Dios, que son otros milenios delante de Dios, no ha podido ser cumplida esa promesa mesiánica en medio del pueblo hebreo, porque esa promesa es para ser cumplida en el Día Postrero.
Y ahora, ¿cuál es el Día Postrero? Así como el jueves es el primero de los días postreros de la semana, el viernes es el penúltimo día de los días postreros, y el sábado es el día postrero de la semana, que es el séptimo día; ahora, el quinto y sexto milenio pertenecen a los días postreros, los cuales ya han transcurrido si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, y ya hemos entrado al séptimo milenio, que es el milenio postrero para los seres humanos, y también es el Día Postrero delante de Dios.
El milenio postrero, el séptimo milenio, es el milenio donde Cristo cumplirá estas promesas mesiánicas para el establecimiento del Reino de Dios en este planeta Tierra y para el establecimiento del Trono de Dios en medio del pueblo hebreo, siendo ese el Trono del Mesías, el cual será el Trono de David. Ese es el Trono del Mesías: es el Trono de David.
Ese es el Trono del cual Cristo habla en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21, cuando dice:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Así como Jesús cuando murió, resucitó y ascendió al Cielo victorioso, se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, en el Templo que está en el Cielo, allá en el Lugar Santísimo; se sentó en el Trono de Intercesión para hacer intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, que es este Libro sellado con siete sellos, de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, el cual luego que Cristo lo toma y lo abre en el Cielo, luego lo trae a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10.
Ahora, encontramos que Cristo se sentó a la diestra de Dios en el Cielo.
Y ahora, encontramos que Cristo dice que Él tiene Su propio Trono; no se refiere al Trono del Padre en el Cielo, sino a Su Trono aquí en la Tierra, que es el Trono sobre el cual Él se sentará y reinará sobre el pueblo hebreo; de lo cual habló el Arcángel Gabriel a la virgen María en el capítulo 1, versos 30 en adelante, cuando le apareció a la virgen María y ella se turbó, y entonces el Ángel…; dice [San Lucas]:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Ahora, vean ustedes, este es el Trono de Jesucristo; es el Trono de David del cual el Arcángel Gabriel le dice a María que Dios le dará a Jesús el Trono de Su padre David; porque David, vean ustedes, tuvo la promesa de que no faltaría uno que se sentaría en su trono para reinar sobre el pueblo hebreo[1].
Y el Hijo de David, proféticamente, vean ustedes, es Jesucristo; así como Salomón es el hijo de David según la carne, y fue tipo y figura, representó a Jesucristo como el Hijo de David.
Y Cristo para Su Segunda Venida como León de la tribu de Judá viene como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, viene como Hijo del Hombre e Hijo de David, para sentarse en el Trono de David.
Por eso es que el pueblo hebreo está esperando la Venida del Mesías. Y ellos, al estar esperando la Venida del Mesías, ¿saben ustedes qué están esperando ellos? Ellos están esperando la venida de un hombre, de un profeta, que se siente en el trono de David y reine sobre el pueblo hebreo; un profeta en el cual esté el Espíritu de Dios, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, manifestado en carne humana. Ellos están esperando la Venida del Verbo en carne humana, de la Palabra encarnada en un hombre; y esa es la misma promesa hecha a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y esa es la promesa que ha sido dada por Dios a través de toda la Escritura para el pueblo hebreo y también para Su Iglesia gentil. Es la Venida del Verbo, la Palabra, encarnada en un hombre; eso es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, manifestado en carne humana para el Día Postrero.
Por eso es que Cristo dice:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Así como Él se ha sentado con Su Padre en el Trono del Padre allá en el Cielo, ahora Cristo promete al Vencedor, promete darle el privilegio de sentarse con Cristo en Su Trono, o sea, en el Trono de David.
Por eso es que Jacobo y Juan en San Mateo, capítulo 20, habiendo visto en el capítulo 17 la Venida del Reino de Dios, viendo la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino, allá en el Monte de la Transfiguración, ellos vieron al Hijo del Hombre con Su rostro como el sol. Su rostro como el sol representa a Cristo como Rey, porque el sol es el astro rey.
Y ahora, vieron también los Ángeles del Hijo del Hombre; y cuando vieron los Ángeles del Hijo del Hombre, pues Cristo dijo que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles en el Reino de Su Padre. San Mateo, capítulo 16, verso 27 al 28, dice:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Y ahora, vean ustedes cómo en la visión del Monte de la Transfiguración, que es la visión de la Venida del Hijo del Hombre en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, allí los Ángeles eran Moisés y Elías; porque un ángel es un profeta mensajero de Dios enviado para una edad o para una dispensación.
Y ahora, encontramos que Pedro, Jacobo y Juan vieron la visión de la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero con Sus Ángeles en la Venida del Reino de Dios. Por lo tanto, ellos hablaron con su madre (Jacobo y Juan hablaron con su madre) y le contaron sobre estas cosas; y luego en San Mateo, capítulo 20, verso 20 en adelante, vienen Jacobo y Juan con su madre, vienen a donde Jesús para hacerle una petición muy importante relacionada al glorioso Reino Milenial de Cristo, y dice así; capítulo 20, verso 20 en adelante, dice (de San Mateo):
“Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, postrándose ante él y pidiéndole algo.
Él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.
Ahora vean, dice que “en Tu Reino”, o sea, en el glorioso Reino Milenial de Cristo, y luego el Reino eterno, que comienza durante el Reino Milenial y luego será un Reino para toda la eternidad.
Y ahora vean, dice:
“Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”.
“El uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda”. Ahora, cuando se nos habla de la diestra de Dios se nos habla del poder de Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo cuando Cristo se sentó a la diestra de Dios, Él dice que se sentó en el Trono de Dios. Sentarse a la diestra de Dios es sentarse en el Trono de Dios.
Y desde el Trono de Dios, Cristo ha estado llevando a cabo la Obra de Redención, ha estado llevando a cabo la Obra en donde Él ha estado haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero, hasta que entre el último de los escogidos de Dios.
Y antes de entrar el último, pues tiene que entrar el penúltimo y el antepenúltimo, y todos los que están antes tienen que entrar; y luego entrará el último.
Y cuando entre el último, ya Cristo podrá dejar el Trono de Intercesión en el Cielo, podrá hacer el reclamo de todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa y por todos aquellos por los cuales Él ha hecho intercesión, y podrá luego dejar el Trono del Padre, el cual se convertirá en Trono de Juicio.
Porque cuando la sangre era quitada del trono en el templo que construyó Salomón y en el tabernáculo que construyó Moisés, cuando no había sangre allí sobre el propiciatorio: el propiciatorio, ese trono, se convertía en trono de juicio para el pueblo hebreo, y el juicio divino venía sobre el pueblo hebreo.
Por eso el sumo sacerdote, encontramos que llevaba a cabo el sacrificio de la expiación, llevando al lugar santísimo la sangre de la expiación, la sangre del macho cabrío, y colocándola sobre el propiciatorio, conforme a lo establecido por Dios[2].
Encontramos que para la reconciliación del pueblo hebreo se tenía que efectuar esta ordenanza divina.
El sumo sacerdote esparcía también la sangre del macho cabrío en el lugar santísimo allí, y lo hacía por siete veces, y colocaba sobre el propiciatorio de esa sangre del macho cabrío.
Y por cuanto también entraba con el incensario de oro…, con el cual encontramos que ofrecía las oraciones del pueblo para la misericordia de Dios sobre el pueblo hebreo, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios.
Encontramos que con el humo que salía del incensario las oraciones eran elevadas ante la presencia de Dios, y Dios tenía misericordia del pueblo, porque había una expiación, y la sangre de esa expiación ahí sobre el propiciatorio, que estaba sobre el arca del pacto, allí en el lugar santísimo; y en medio de los dos querubines de oro que estaban sobre el propiciatorio, en medio de esos dos querubines de oro estaba la presencia de Dios en esa Luz de la Shekinah, en esa Columna de Fuego que acompañó al pueblo hebreo por el desierto.
Y ahora, podemos ver cómo eso mismo es lo que ha estado sucediendo en el Cielo, en el Trono de Dios en el Cielo, donde Cristo como Sumo Sacerdote ha estado con Su propia Sangre, la Sangre de la Expiación, para nuestra reconciliación con Dios, ha estado haciendo intercesión por cada uno de nosotros los que vivimos en este tiempo y por los que han vivido en las edades pasadas, que han creído en Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo.
Y ahora, cuando Cristo salga del Trono de Intercesión en el Cielo, luego ese Trono de Intercesión para el mundo será un Trono de Juicio; pero ya para ese tiempo todos los escogidos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, habrán alcanzado misericordia delante de Dios; y serán transformados los que estamos vivos, seremos transformados, y los que partieron en edades pasadas (y algunos de los nuestros que han partido) serán resucitados en cuerpos eternos.
Y aunque el juicio divino salga del Lugar Santísimo en el Cielo, del Trono de Dios, que se convertirá en Trono de Juicio, el juicio no puede afectar a las personas que tengan los cuerpos ya transformados, que tengan el cuerpo nuevo, porque ya estarán físicamente también reconciliados con Dios. El juicio divino solamente podrá caer sobre las personas que no tengan el cuerpo eterno para ese tiempo.
Ahora, miren ustedes cómo Cristo dejará el Trono del Padre para también hacer el reclamo de Su Trono terrenal, el Trono de David, y sentarse sobre el Trono de David; y con Él, dice, se sentará el Vencedor que esté en el Día Postrero como el siervo fiel y prudente, dándole el Alimento a tiempo a los hijos e hijas de Dios. Dice:
[San Mateo 24:46] “Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.
De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
Eso es para ese siervo fiel y prudente, para ese mayordomo fiel y prudente. Ese es el que tendrá la bendición de sentarse con Cristo en Su Trono, o sea, en el Trono de David, que es el Trono sobre el cual el Mesías reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones del planeta Tierra.
Porque como Hijo de David reinará sobre el pueblo hebreo.
- Como Hijo de Abraham, encontramos que tiene la herencia de todo el territorio de Israel;
- como Hijo de David es el heredero al Trono de David y Reino de David;
- y como Hijo del Hombre, Él es el heredero al mundo entero con todos sus habitantes, al planeta Tierra completo, para ser Rey y reinar sobre toda la raza humana.
Y Su Reino y Su Trono estará ¿dónde? En Jerusalén. Desde Jerusalén Él reinará sobre el planeta Tierra completo.
- Y como Hijo de Dios, Jesucristo es el heredero de los Cielos y de la Tierra también; de todo Él es el heredero.
Y ahora, podemos ver que Él es el heredero de toda la Creación, y nosotros somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro[3].
Por eso es que dice la Escritura que Él con Su Sangre nos lavó de nuestros pecados, nos limpió de todo pecado[4], y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos con Cristo mil años y luego por toda la eternidad[5].
Ahora, podemos ver que lo que Dios ha estado haciendo es un Reino, Su Reino con seres humanos. Él ha estado creando una nación celestial, un pueblo celestial; una nación, un pueblo de sacerdotes según el Orden de Melquisedec, y de reyes según el Orden de Melquisedec. Y Cristo es la cabeza de ese Reino, es la cabeza de ese pueblo de sacerdotes, es la cabeza de esa nación celestial llamada la Jerusalén celestial y el Israel celestial.
Y ahora, vean cómo el Israel terrenal es el pueblo escogido de Dios como nación, es la nación primogénita, la nación terrenal primogénita, es la nación de los siervos de Dios; pero la celestial es la nación de los hijos e hijas de Dios. Y por cuanto los hijos son los herederos, son los que heredarán con el Mesías, con Cristo, y reinarán con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Y por cuanto el pueblo hebreo como nación primogénita de Dios para el tiempo final será restaurada, y el Reino de David será restaurado, la Casa de David será restaurada, y el Trono de David será restaurado, y el Mesías se sentará sobre el Trono de David: el pueblo hebreo estará en la parte de las labores del Reino del Mesías en este planeta Tierra.
La nación gentil principal, vean ustedes, las naciones gentiles principales, vean ustedes, serán las que corresponden al Día Postrero; y la nación que estará sobre todas las naciones será la nación hebrea, porque ahí estará el Reino, el Trono del Mesías, y desde ahí reinará el Mesías sobre todas las demás naciones.
Por lo tanto, Jerusalén será la capital del mundo, y el territorio de Israel completo será el Distrito Federal; y desde ahí será que saldrá la Palabra de Dios para todas las naciones, desde ahí será llena la Tierra del conocimiento de la gloria de Jehová como las aguas cubren la mar[6]. Desde ahí saldrá la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo para todos los seres humanos que estarán viviendo en el glorioso Reino Milenial del Señor Jesucristo, del Mesías; y desde ahí será llena la Tierra de todo conocimiento que se requiera para vivir en el Reino Milenial de Jesucristo.
Porque no se estará enseñando cualquier cosa —ni a los niños, ni a los jóvenes, ni a los adultos, ni a los ancianos— durante el Reino Milenial, sino se estará enseñando todo el Programa Divino y todas las cosas que la raza humana necesita para vivir en el glorioso Reino Milenial del Señor Jesucristo. O sea que las personas no estarán enseñando lo que ellos crean que es lo mejor, sino lo que Cristo, el Mesías, decida qué será lo mejor para la raza humana, porque Él será el que determinará qué se enseñará y qué no se enseñará a los seres humanos durante el Reino Milenial.
Por eso, vean ustedes, de Jerusalén: la capital del mundo, y del territorio de Israel: el Distrito Federal, saldrá toda enseñanza y todos los programas para todos los aspectos de la vida del ser humano. En palabras más claras, podemos decir:
- El Departamento de Enseñanza estará en la tierra de Israel, allá en Jerusalén;
- el Departamento de Agricultura estará también allá;
- el Departamento de Economía estará también allá;
- el Departamento de… (vamos a ver), de todo lo que tiene que ver con los impuestos también estará allí;
- estará allí también el Departamento de Justicia.
Todos los departamentos que se encargarán de impartir a la raza humana todo lo que la raza humana necesita, estarán allá, y desde allí serán administrados para toda la raza humana. Por eso la Biblia nos enseña que Dios rugirá desde Sion, y desde Jerusalén saldrá la Palabra de Jehová[7].
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que tiene el pueblo hebreo para ser materializada en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
La nación hebrea ha estado siendo restaurada como nación, y como la vio el profeta Ezequiel en el capítulo 37: como un campo lleno de huesos secos.
Y luego, para la restauración de ese campo de huesos secos, ser convertidos esos huesos secos en un poderoso Ejército, encontramos que tuvieron que pasar por diferentes etapas en donde Dios fue obrando.
Y ya encontramos que el pueblo hebreo ha estado regresando a su tierra, y ya se encuentra ahí el pueblo hebreo como una poderosa nación, como un poderoso Ejército, pero sin espíritu en él, o sea, sin el Espíritu de Dios.
El Espíritu de Dios regresará al pueblo hebreo, porque ha estado entre los gentiles llevando a cabo la construcción de la nación celestial, del Israel celestial, ha estado en medio de los gentiles llevando a cabo la creación de una nueva raza.
Y cuando se complete la creación de esa nueva raza, el Espíritu de Dios regresará al pueblo hebreo, y estará manifestado el Espíritu de Dios en medio del pueblo hebreo en el cumplimiento de la Venida del Mesías en carne humana; y se sentará en medio del pueblo hebreo en el Trono de David, y el Espíritu de Dios por medio de la manifestación en carne que tendrá en el Mesías reinará sobre el pueblo hebreo; y así es que entrará el Espíritu de Vida, el Espíritu de Dios, al pueblo hebreo en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
De eso habló el profeta Oseas en el capítulo 6, verso 1 al 3, donde dice:
“Venid y volvamos a Jehová; porque él arrebató, y nos curará; hirió, y nos vendará.
Nos dará vida después de dos días…”.
O sea, después del quinto y sexto milenio, que son dos días, dos milenios para la raza humana, los cuales para Dios son solamente dos días. Estos dos milenios que han transcurrido son dos días delante de Dios, son dos días proféticos para el pueblo hebreo, los cuales son dos milenios.
Y dice:
“Nos dará vida después de dos días; en el tercer día nos resucitará…”.
¿En qué día? En el tercer día, que es el tercer milenio, y que es también el Día Postrero delante de Dios, que para los seres humanos es el séptimo milenio de los siete milenios por los cuales la raza humana pasaría, para en el séptimo milenio entrar al glorioso Reino del Mesías.
Ahora, dice:
“… en el tercer día nos resucitará, y viviremos delante de él”.
Y la nación hebrea vivirá delante de Dios, como nación, con el Espíritu de Dios manifestado en el Mesías, el cual estará sobre el Trono de David sentado y reinando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; y así la nación hebrea será una nación viva, con el Espíritu de Dios; porque lo que le da vida es el Espíritu de Dios, tanto a una persona como a una nación.
Y ahora, recibirá vida eterna la nación hebrea, así como recibimos vida eterna nosotros cuando entra el Espíritu de Cristo a nosotros.
Y ahora, vean ustedes cómo es en el tercer día, que es el séptimo milenio y tercer día de los tres días postreros, o sea, de los tres milenios postreros, para los seres humanos. Dice:
“Y conoceremos, y proseguiremos en conocer a Jehová…”.
O sea que obtendrán el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo y también obtendrán el conocimiento de lo que ha sido la Primera Venida de Cristo. Dice:
“… como el alba está dispuesta su salida”.
O sea, la salida del Mesías, la Venida del Mesías, está dispuesta ¿cómo? Como el alba.
Dice el profeta Malaquías, en el capítulo 4, verso 2:
“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación”.
Las Alas del Sol de Justicia, que son los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre en Su Venida; porque la Venida del Hijo del Hombre es la Venida del Sol de Justicia, la Venida del Mesías con Sus Ángeles, y Sus Ángeles son los ministerios de Moisés y Elías.
Con la Venida del Hijo del Hombre con los ministerios de Moisés y Elías nacerá el Sol de Justicia para el pueblo hebreo y para la Iglesia del Señor Jesucristo, en un nuevo día dispensacional, que es el nuevo día de la Dispensación del Reino; y la Dispensación del Reino es la séptima dispensación, para ser abierta esa dispensación en el séptimo milenio.
Y ahora, podemos ver cómo en el séptimo milenio se abre la séptima dispensación, en donde el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles, manifestado en carne humana en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, y viene como el Sol de Justicia naciendo, viene como el Alba naciendo; y vendrá a nosotros como la Lluvia, como la Lluvia Tardía y Temprana a la Tierra.
O sea que vendrá con la Lluvia Tardía y Temprana, vendrá con la revelación divina de la Segunda Venida de Cristo y de la Primera Venida de Cristo; porque la Lluvia Tardía es la Segunda Venida de Cristo, la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo es la Lluvia de la enseñanza para el Día Postrero, esa es la Lluvia Tardía; para luego ser cosechados los hijos e hijas de Dios entre los gentiles, primeramente, y luego en medio del pueblo hebreo.
Porque viene la Lluvia Tardía antes de la cosecha, y después se lleva a cabo la cosecha, porque la Lluvia Tardía es lo que antecede al recogimiento de los escogidos.
Por eso se requiere la Lluvia Tardía de la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, para así los escogidos madurar, ser cosechados y colocados en el Alfolí de Dios.
Y ahora, vean ustedes, con la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo y de lo que fue la Primera Venida de Cristo es que viene el Sol de Justicia en el Día Postrero, o sea, en el tercer día de los tres días postreros; en el tercer día, que es el séptimo milenio; así viene para el pueblo hebreo y así viene para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Viene con y como la Lluvia Tardía y Temprana, viene con la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, de la Venida del Sol de Justicia trayendo salvación en Sus Alas. Sus Alas son los ministerios de Moisés y Elías.
Ahora vean, estas cosas no podían ser cumplidas en los días anteriores, sino que son cosas correspondientes al Día Postrero, al Día Postrero delante de Dios, para luego que se complete el número de los escogidos de Dios, que son llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final de San Mateo, capítulo 24, verso 31, donde Cristo nos dice:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Ahora vean cómo enviará a Sus Ángeles, y Sus Ángeles son… Sus Alas son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero.
Los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero son el Sexto Sello.
Y vean ustedes cómo la Venida del Hijo del Hombre, que es el Séptimo Sello, la Venida del Señor, que es el Séptimo Sello, vean ustedes cómo viene con el Sexto Sello: viene con Moisés y Elías; porque esos ministerios de Moisés y Elías son los que abren el Sexto Sello, así como la Venida del Hijo del Hombre abre el Séptimo Sello.
Ahora, podemos ver el misterio del Sexto Sello y el Séptimo Sello. El Sexto Sello son profetas: Moisés y Elías; y el Séptimo Sello es profeta también: el Hijo del Hombre viniendo.
Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles, para así cumplir lo que está prometido para ser llevado a cabo en el Día Postrero, y los escogidos de Dios ser llamados y juntados con los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, o sea, en la Venida del Séptimo Sello con el Sexto Sello.
Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero es que estas cosas podían llevarse a cabo, porque estas cosas solamente pueden ser cumplidas en el Día Postrero.
Por eso es que han tratado de convertir el pueblo hebreo a Cristo en edades pasadas y en dispensaciones pasadas, y en días pasados delante de Dios, o sea, en el quinto y sexto día delante de Dios, que fue el quinto y sexto milenio; y no pudieron convertir el pueblo hebreo a Cristo, ¿por qué? Porque esa promesa de convertir el pueblo hebreo a Cristo es para el Día Postrero, en donde regresa el Espíritu de Dios, el Espíritu de Cristo, regresa a la tierra de Israel.
Porque el Espíritu de Dios está de edad en edad recorriendo entre los gentiles, llamando y buscando a Sus escogidos de entre los gentiles.
Los siete espíritus de Dios, que es el Espíritu Santo manifestado en cada ángel mensajero, ha estado recorriendo toda la Tierra y ha estado llamando a Sus escogidos de edad en edad: en Asia Menor en San Pablo, en Europa en cinco mensajeros que Cristo envió en medio de los europeos, y en Norteamérica en el reverendo William Branham.
Y luego, para el Día Postrero, luego cuando ya el Espíritu de Cristo manifestado en esas siete manifestaciones en sus siete ángeles mensajeros, en donde los siete espíritus de Dios, que son los siete ojos de Dios que recorren toda la Tierra, las siete lámparas encendidas, que son las siete edades con los siete mensajeros[8]: ya esas etapas se han cumplido y el Espíritu de Dios ya ha recorrido esas siete etapas en Asia Menor, Europa y Norteamérica.
Y ahora el Espíritu de Dios se encuentra en la América Latina y el Caribe, recorriendo el territorio latinoamericano y caribeño, ya no en la manifestación de uno de los siete ojos del Cordero, no en uno de los siete ojos de Dios, sino en la manifestación de los Dos Ojos de Fuego del Hijo del Hombre, que son las manifestaciones de los ministerios de Moisés y Elías en el Día Postrero.
Y en este recorrido, el Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero, está operando los ministerios de Moisés y Elías, y está llamando y juntando con la Gran Voz de Trompeta a Sus escogidos de entre los latinoamericanos y caribeños; y así está completando Su Cuerpo Místico de creyentes en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular.
Por eso dice: “Sube acá”. Ya no hay que subir ni a la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad, sino a la Edad de la Piedra Angular, porque ya estas otras edades se cumplieron, y ahí estuvo —en esas edades— el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo manifestado en el ángel mensajero de cada edad, llamando y juntando a los escogidos de cada edad.
Y ahora, el llamado es en la Edad de la Piedra Angular: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”, después de estas que ya han sucedido en las siete edades o etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo: en Asia Menor, Europa y Norteamérica, donde se ha cumplido la construcción del Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo.
Y ahora, en la Edad de la Piedra Angular, Cristo construye el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, de Su Iglesia, en donde coloca los ministerios de los Dos Querubines de Oro y de los Dos Querubines de madera de olivo cubiertos de oro, que estaban en el tabernáculo o templo que construyó Salomón.
Encontramos que es en el lugar santísimo en donde estuvo la Gloria de Dios manifestada en medio de los dos querubines de oro sobre el propiciatorio. Y es en la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo donde la Gloria de Dios, la Gloria del Padre, estaría manifestada en el Día Postrero en la Venida del Hijo del Hombre, el cual ha estado viniendo de edad en edad en Su Iglesia y a Su Iglesia, manifestado por medio de cada ángel mensajero. Y ahora viene en el Día Postrero manifestado en Su Ángel Mensajero, y ahí es donde la Gloria de Dios es manifestada en el Templo de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.
Y por eso es que Él para el Día Postrero tendría los ministerios de Moisés y Elías, que son los ministerios de los Dos Querubines de Oro, que están a cada lado del Señor, el cual está sobre el Propiciatorio, sobre el Arca del Pacto, en medio de esos Dos Querubines de Oro, que representan los ministerios de Moisés y Elías para el Día Postrero en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Lo que el profeta Zacarías vio en el capítulo 4 fue la construcción de la Iglesia del Señor Jesucristo, y vio allí la Gloria de Dios manifestada, y vio también a los Dos Ungidos que están delante de la presencia de Dios; o sea que están en el Lugar Santísimo del Templo de Jesucristo, que es Su Iglesia, y que están representados en el Cielo, en el Templo del Cielo, en los Arcángeles Gabriel y Miguel.
Ahora miren en quiénes están representados los ministerios de Moisés y Elías, los cuales estarán manifestados en el Día Postrero en la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, en la Venida del Hijo del Hombre, en la Venida del Señor, en la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que es la Venida del Espíritu Santo, del Ángel del Pacto, de Jesucristo en Espíritu Santo viniendo en carne humana en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, y velado y revelado en y a través de Su Ángel Mensajero, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Por eso es que la promesa de Cristo en Apocalipsis 4, con esa Voz de Trompeta, diciendo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”, las cumple luego en Apocalipsis 22 por medio de Su Ángel Mensajero; porque Su Ángel Mensajero es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, en donde estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero hablándole a Su Iglesia y revelándole todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y por medio de ese Ángel Mensajero estará llamando y juntando a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta de Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 13 al 17: “Porque el mismo Señor con Aclamación, Voz de Arcángel y Trompeta de Dios, descenderá del Cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Y luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado hasta la Venida del Señor, no seremos delanteros a los que durmieron; porque nosotros los que vivimos, seremos transformados, y seremos arrebatados con los muertos en Cristo al Cielo para recibir al Señor en las nubes y así estaremos siempre con el Señor”.
Y después que seamos transformados es que nosotros veremos a Jesucristo en Su cuerpo; pero mientras tanto lo estaremos viendo manifestado en Su Ángel Mensajero en el Día Postrero, así como en cada edad vimos a Jesucristo manifestado en el ángel mensajero de cada edad; y así es también para la Edad de la Piedra Angular.
Por eso es que las cosas que Cristo prometió darnos a conocer, las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en los días anteriores, o sea, quinto y sexto milenio, ahora las que sucederán en el séptimo milenio Él dice: “Sube acá, y yo te las daré a conocer”.
Y ahora, vean ustedes cómo por medio de Su Ángel Mensajero es que nos da a conocer todas estas cosas, porque estará manifestado en la Edad de la Piedra Angular en Su Ángel Mensajero. Dice Apocalipsis 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Cómo nos muestra estas cosas? Por medio de Su Ángel Mensajero.
Nadie puede obtener la revelación de todas estas cosas que deben suceder en el Día Postrero, nadie puede obtener el conocimiento de ellas, excepto por medio del Ángel del Señor Jesucristo, que viene dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en el tiempo final.
En Apocalipsis 22, verso 16, dice Jesús:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿A quién dice Jesucristo que Él ha enviado? A Su Ángel Mensajero. Y por medio de Su Ángel Mensajero es que en el Día Postrero la Iglesia del Señor Jesucristo estaría escuchando estas cosas que deben suceder pronto, siendo dadas a conocer, para así poder comprender todas estas cosas que pueden ser cumplidas solamente en el Día Postrero.
Y ahora, hemos visto las COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO, y hemos visto la forma en que nosotros íbamos a entender todas estas cosas que iban a ser cumplidas en el Día Postrero.
Ustedes encontrarán que toda persona que estará recibiendo al Ángel del Señor Jesucristo, por consiguiente, estará recibiendo al que lo envió, y por consiguiente estará obteniendo el conocimiento de todas estas cosas que Jesucristo dijo que nos daría a conocer en el Día Postrero, porque las estará dando a conocer por medio de Su Ángel Mensajero.
Y así es como la revelación de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el Rey de reyes y Señor de señores, como el León de la tribu de Judá, en Su Obra de Reclamo, así es como esa revelación tan grande sería dada a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo en el Día Postrero.
El evento más grande prometido para ser cumplido en el Día Postrero, vean ustedes, es la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, como Él dijo.
Y ahora, dondequiera que esté la Venida del Hijo del Hombre siendo cumplida estarán los Ángeles del Hijo del Hombre; porque Él viene con Sus Ángeles, y dondequiera que esté el Hijo del Hombre, ahí estarán Sus Ángeles.
Dondequiera que esté el Hijo del Hombre, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, ahí estarán Sus Ángeles; o sea, estarán los ministerios de Moisés por segunda vez, y de Elías por quinta vez, manifestados; y ahí estará la Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo, hablándonos por medio de Su instrumento, de Su velo de carne, Su Ángel Mensajero, el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, que envía para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto.
Cristo siempre, cuando ha enviado un mensajero de edad en edad o de dispensación en dispensación, lo ha enviado con el Mensaje para esa edad o para esa dispensación. Por lo tanto, con el envío del Ángel de Jesucristo por Jesucristo mismo, viene para la raza humana el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo, como ha sido prometida Su Venida para el Día Postrero en la Escritura; por eso viene como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.
Y vean lo que dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. En el libro de Los Sellos en español, en la página 277, en una parte de su oración, orando él dijo:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco…”.
¿Quién es el verdadero Jinete del verdadero caballo blanco de Apocalipsis 19? El Espíritu Santo; y el Espíritu Santo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Espíritu Santo. Dice:
“[240]. … mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
Ahora, vean ustedes que la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, es la Venida del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo.
Y esto es también lo que nos dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo en el libro de Los Sellos en español, en la página 134, cuando dijo:
“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de Reyes y Señor de Señores’”.
O sea que le coronaremos como Hijo de David, le coronaremos como Rey de reyes y Señor de señores, y así también lo coronará el pueblo hebreo.
¿Qué estará coronando el pueblo hebreo en el Día Postrero en la Venida del Mesías? Estará coronando al Ángel del Pacto, al Ángel de Jehová, viniendo en carne humana en el Día Postrero, viniendo encarnado en el Día Postrero.
Ahora, vean cómo dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham, en la página 256 del libro de Los Sellos con relación a la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Dice:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
¿Qué será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? ¿Qué será la Venida del Señor? ¿Qué será la Venida del Hijo del Hombre? ¿Qué será la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, del Espíritu Santo, de Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero? Será la Venida de la Palabra, del Verbo.
El Verbo es… “El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios, y por Él fueron hechas (creadas) todas las cosas”. Y aquel Verbo se hizo carne dos mil años atrás, y lo conocimos por el nombre de Jesús. San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18, nos da testimonio de la Venida del Verbo en carne humana, conocido por el nombre de Jesús.
Y para el Día Postrero, el Verbo, el Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Espíritu Santo, volverá a la Tierra en carne humana, volverá manifestado en carne humana; y eso será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, y será la Venida de la Palabra encarnada en un hombre.
Si conseguimos ese hombre, ese velo de carne, estaremos consiguiendo la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Jesucristo en Espíritu Santo velado y revelado en carne humana en un hombre, que es el Ángel del Señor Jesucristo. Ese es el que se sentará con Cristo en Su Trono.
Y esa es la bendición que Santiago y Juan querían de parte de Cristo, y que, vean ustedes, hablaron con su madre y quisieron que su madre intercediera por ellos delante de Jesús. Porque toda madre busca las bendiciones mayores para sus hijos; así debe toda madre obrar en todo momento.
Y vean ustedes, estos dos discípulos de Jesucristo, apóstoles de Cristo, no pudieron recibir esa bendición, no porque no buscaron esa bendición y no porque su madre no se ocupó de buscar esa bendición para ellos, sino porque no era permitida esa bendición ser dada a ellos, sino que esa bendición sería dada a quien Dios había ordenado desde antes de la fundación del mundo.
Y esa bendición sería ¿para quién? Para el Vencedor, como dijo Cristo:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Ahora, continuemos leyendo en lo que habíamos comenzado en San Mateo, capítulo 20, verso… ya vamos por el verso 21, donde dice:
“Él le dijo: ¿Qué quieres? (le dijo a la madre de Santiago y de Juan). Ella le dijo: Ordena que en tu reino (o sea, en ese glorioso Reino Milenial donde el Hijo de David se sentará sobre el Trono de David, donde el Mesías se sentará sobre el Trono de David) se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha, y el otro a tu izquierda.
Entonces Jesús respondiendo, dijo: No sabéis lo que pedís (pero estaban pidiendo una bendición muy grande). ¿Podéis beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos”.
Una persona que está buscando la bendición de Dios no puede mirar las circunstancias contrarias o negativas que le rodean para decir: “Esto que yo quiero, esta bendición que yo quiero, no la puedo recibir”. La persona tiene que pensar siempre en forma positiva; si no, no pida nada; si no, no busque nada. No busque ninguna bendición si no tiene una mente positiva con la cual pueda creer que es posible recibir lo que está pidiendo; porque el que pide, si pide con fe, recibe.
Y ahora, vean ustedes, ellos dijeron: “Sí podemos”; y así también usted tiene que pensar siempre.
¿Estamos buscando y esperando la transformación de nuestros cuerpos? ¿Vamos a ser transformados? ¿Podemos ser transformados? ¡Sí podemos! Porque Cristo lo ha prometido, y Él lo ha prometido para los que estarán viviendo en el Día Postrero.
Y para los muertos en Cristo, Cristo ha prometido la resurrección para el Día Postrero. ¿Y qué dirán ellos en el Paraíso? Que ¡sí podrán ser resucitados en el Día Postrero, en el séptimo milenio, que ya ha comenzado!, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene. Y en algún momento serán resucitados.
“Él les dijo: A la verdad, de mi vaso beberéis, y con el bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados; pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado…”.
O sea: “El sentarse a mi derecha y a mi izquierda no es mío darlo a cualquier persona, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”. Porque todas las cosas que Cristo hace en Su Reino ya están programadas por Dios desde antes de la fundación del mundo; o sea que lo que Jesucristo hace es cumplir un Programa que ya Dios tiene en Su Mente desde antes de la fundación del mundo.
Ahora, esto de “sentaros a mi derecha y a mi izquierda”, dice:
“… no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre”.
“Al que venciere…”. Miren ustedes cómo Cristo ahora en Apocalipsis dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono”; o sea, se sentará a la diestra de Jesucristo; y eso significa que el poder de Jesucristo estará manifestado en y a través de esa persona.
Así como cuando Cristo se sentó a la diestra de Dios, vean ustedes, la Escritura dice, Cristo dijo: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra”[9]; y todo vendría a ser administrado por Jesucristo, el Vencedor, el que se sentó a la diestra de Dios en el Cielo.
Y ahora: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
O sea que lo mismo que hizo el Padre con Jesús cuando venció y ascendió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios es lo mismo que Jesucristo hace con el Vencedor, o sea, con Su Ángel Mensajero.
Vean ustedes también, cuando Cristo ascendió al Cielo Él recibió un Nombre Nuevo. Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice que Él tiene un Nombre Nuevo. Dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Vean cómo el mismo Jesús dice que tiene un Nombre Nuevo; y Él dice que escribirá ese Nombre sobre el Vencedor. Así como, vean ustedes, cuando Cristo ascendió al Cielo, ascendió al Trono: se sentó en el Trono y recibió un Nuevo Nombre.
Y ahora, el Vencedor se sentará en el Trono con Cristo, en ese Trono de David, y dice:
“Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
También en Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 28, dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin…”.
O sea, no es al primero de las edades (San Pablo), porque él guardó las obras de Cristo hasta la primera edad; porque luego él partió, murió; pero: “El que guardare mis obras hasta el fin”, o sea, el que estará en el fin del tiempo, en el Día Postrero, en el séptimo milenio…:
“… (el que) guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones…”.
Esa autoridad que le dará sobre las naciones, ninguno de los siete ángeles mensajeros de las siete edades la tuvo, porque ya esa es una autoridad que es una autoridad dada a un hijo de Dios adoptado en el Reino de Dios; por lo tanto, para el Día Postrero será adoptado el mensajero que estará dándole el Alimento a tiempo a los hijos de Dios, ¿dónde?, en la Casa de Dios. Y ese será el que recibirá esa autoridad sobre todas las naciones, y ese será el que se sentará con Cristo en Su Trono.
“… y las regirá con vara de hierro (o sea, gobernará sobre ellas con vara de hierro), y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre”.
Vean, la misma autoridad que Cristo ha recibido del Padre la otorga al Vencedor.
Y así como recibió un Nombre Nuevo Cristo cuando ascendió al Cielo y se sentó en el Trono de Dios, ahora Él dice que escribirá ese Nombre Nuevo sobre el Vencedor. O sea que el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo del Hombre e Hijo de David, será escrito sobre el Vencedor.
Y vean ustedes, para Cristo (vean ustedes) sentarse en el Trono de Dios en el Cielo, vean ustedes, recibió… cuando ascendió al Cielo recibió (¿qué?) un Nuevo Nombre.
Y ahora, para el Vencedor sentarse en el Trono de Cristo, que es el Trono de David, y reinar con Cristo, y tener autoridad sobre las naciones, vean ustedes, para el Día Postrero el Vencedor tendrá el Nombre de Dios, el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y el Nombre Nuevo del Señor, que Cristo dice lo escribirá sobre el Vencedor.
Ahora, miren hasta dónde llega todo este misterio de los cambios de nombre, desde el Antiguo Testamento y hasta el Nuevo Testamento, y hasta el libro del Apocalipsis.
Vean cómo esto de un nombre nuevo, de un cambio de nombre, viene desde el Antiguo Testamento, y pasa hasta el Nuevo Testamento, y pasa hasta el libro del Apocalipsis.
Y ahora, vean ustedes cómo también los que serán sellados recibirán también la revelación de ese nombre nuevo; tanto los 144.000 hebreos que aparecen en Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante…, los cuales son llamados y juntados por el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, que es el Ángel Mensajero de Jesucristo: el Ángel del Señor Jesucristo, el mensajero de la Dispensación del Reino, en donde viene el ministerio de Moisés y Elías, donde viene el Sexto Sello manifestado.
“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,
diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.
Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel (y comienza a enumerar doce mil sellados de cada tribu)”.
Luego, en Apocalipsis, capítulo 14, los encontramos ya llamados, juntados y sellados en sus frentes, en unión a Cristo el Cordero, y están sobre el Monte de Sion; o sea que están en la Edad de la Piedra Angular de la Iglesia del Señor Jesucristo. Dice: “Después miré…”. Apocalipsis, capítulo 14, verso 1 en adelante, dice:
“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente”.
¿Tenían el nombre de quién? El Nombre del Cordero, ese Nombre Nuevo del Señor, y el Nombre Eterno de Dios; o sea que tenían la revelación de ese misterio del Nombre Nuevo del Señor Jesucristo y Nombre Eterno de Dios.
Luego, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 4… Vamos a leer verso 3 al 4, dice:
“Y no habrá más maldición (esto es para el Reino eterno, para la eternidad); y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán…”.
En la Nueva Jerusalén ¿estará quién?, ¿estará qué? Estará el Trono de Dios y estará el del Cordero.
“… estará en ella, y sus siervos le servirán,
y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”.
Ahora, vean ustedes, en el Antiguo Testamento Dios dijo: “Nadie podrá ver Mi rostro y vivir”[10]; y ahora, aquí en Apocalipsis 22 verán Su rostro y tendrán Su Nombre en sus frentes; o sea, tendrán la revelación del Nombre Eterno de Dios; Nombre que fue dado al profeta Moisés por medio de aquellas cuatro consonantes, que son: YHWH. En esas cuatro letras Dios le mostró a Moisés el Nombre Eterno de Dios[11].
Ahora, la pronunciación de ese Nombre…; vean ustedes, ustedes pueden encontrar letras y no saber pronunciar esas letras, y si están en otro idioma, mucho menos; y si están en un idioma como el hebreo o el griego, mucho menos, si no saben leer hebreo o griego.
Y ustedes pueden ver un nombre escrito, y ustedes pueden ver…, por ejemplo, un nombre, vamos a decir, un nombre francés, o un nombre alemán, o un nombre italiano, o un nombre ruso, y ustedes ven un sinnúmero de letras, y ustedes dicen: “¿Y cómo se van a pronunciar estas letras?”.
Algunas veces ustedes en un grupo de letras que ustedes ven, y de las cuales se les dice a ustedes que ese es el nombre de una persona, ustedes tratarán de pronunciar todas las letras, y algunas veces la pronunciación de ese nombre omite en sonido algunas letras; y usted dice: “Pero esto… no están… la pronunciación de ese nombre, en la pronunciación de ese nombre no se oye esta letra”. Pero es que la pronunciación del nombre es en esa forma, aunque usted vea 10 letras o 20 letras o 30 letras y usted solamente escuche la pronunciación de 4 letras o de 7 letras o de 8 letras. Usted dice: “Faltan unas letras ahí de pronunciarse”. Pero es que hay nombres que tienen letras que en la pronunciación luego ustedes no escuchan el sonido de esas letras.
Hay letras que son… le llaman mudas. Por ejemplo, cuando usted dice “Abraham”, no tiene que pronunciar la “h”, porque la “h” es una letra muda. Cuando usted dice “habichuelas”, no dice “jabichuelas”, dice “habichuelas”.
Ahora, hay, en otras ocasiones, ciertos sonidos que se les da a esas letras mudas, en algunas ocasiones tiene cierto sonido el nombre a causa de esas letras, o sea que suena en cierta forma; pero en otras ocasiones solamente usted escucha la pronunciación de la letra que le sigue, pero no escucha la pronunciación de esa primera letra.
En otras ocasiones, usted, cuando escucha la pronunciación de la segunda letra, la escucha como… una pronunciación rara; y es por causa de esa letra que tiene adelante, que le cambia un poco el sonido; y…
Por ejemplo, Hilton: usted no dice “Ilton”, sino que dice “Jilton”. ¿Ve? Nosotros pues…, la forma que lo pronunciamos.
Y así por el estilo hay otros nombres, como Hamilton, o… no sé si algunos lo dicen “amilton”, pero decimos “Jamilton”, o cosas así. ¿Ve? Entonces ahí hay un poquito de cambio; la “h” ahí viene a ser como una “j”. Y así por el estilo ustedes encuentran esas cosas.
Por ejemplo, también en portugués, encontramos que hay algunas letras que cuando son colocadas, como la “h” y otras letras, pues cambian entonces el sonido. Una “h” en portugués se pronuncia como una “j” o como una “ñ”, y entonces hay un cambio en algunas ocasiones; pero en otras no hay cambio y es una letra muda.
Y así, pues, ustedes pueden ver que hay cosas que, si usted no las comprende y no sabe usted la forma de pronunciarse, usted nunca comprenderá el porqué de esos nombres y de esas cosas así.
Ahora, vean ustedes, en cuanto a un nombre nuevo, eso viene desde el Antiguo Testamento.
Miren ustedes, hasta Adán: Adán, vean ustedes, también tuvo un cambio de nombre cuando perdió la bendición: de ‘Varón’, que es Isho, vino a ser Adán; e Isha, que es ‘Varona’, la esposa de Adán, cuando perdió la bendición vino a ser Eva, que significa ‘madre de todos los vivientes’.
Ahora, vean ustedes cómo cuando perdió la bendición: perdió el nombre de bendición, y recibió un nombre que hablaba de lo que vino a ser después de perder la bendición. Pero ahora, vean ustedes, eso fue porque no tuvieron la victoria sino tuvieron una derrota allí.
Pero ahora, cuando se obtiene una victoria… Abraham por la fe obtuvo una victoria creyendo a Dios todo lo que Dios le prometió; y encontramos que Abraham recibió un cambio de nombre: le fue añadida la “h” y la “a”; y a Sara, encontramos que le fue cambiado su nombre también: de Sarai, su nombre fue cambiado a Sara. En inglés lleva la “h” al final: Sarah; pero como la “h” ahí es muda, entonces en español pues no se la colocan.
Y podemos ver cómo esto de cambios de nombres ha venido desde el Antiguo Testamento en el Programa Divino, y cómo esto es algo bíblico, desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Y esto de un Nombre Nuevo es también como un Cántico Nuevo, esto viene desde el Antiguo Testamento: nos habla de un Cántico Nuevo en los Salmos, nos habla de un Cántico Nuevo en el libro de Isaías, nos habla de un Cántico Nuevo también en el libro del Apocalipsis.
Y ahora, este Cántico Nuevo, vean ustedes, ¿quiénes lo cantan primero? Vamos a ver. Este Cántico Nuevo, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 en adelante, dice quiénes lo cantan. Dice:
“Y cuando hubo tomado el libro…”.
O sea, cuando Cristo tomó el Libro de los Sellos en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 al 7, luego, del verso 8 en adelante:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico (¿Quiénes cantaban un Nuevo Cántico? Todas estas personas), diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (¿Quiénes cantan este Nuevo Cántico? Los redimidos del Señor, o sea, la Iglesia del Señor Jesucristo);
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
También, vean ustedes, aquí estos ancianos con arpas y con las oraciones de los santos aquí, también están cantando este Nuevo Cántico, porque aquí están los doce patriarcas y están los doce apóstoles también.
Y los santos del Antiguo Testamento, que resucitaron con Cristo cuando Cristo murió y derramó Su Sangre en la Cruz del Calvario, el pecado de ellos (que estaba cubierto con la sangre de los sacrificios que ellos habían efectuado), esos pecados fueron quitados completamente, y estaban listos para recibir su resurrección y luego ir a la presencia de Dios; lo cual sucedió cuando Cristo pasó del infierno al Paraíso, y luego resucitó, y con Él resucitaron los santos del Antiguo Testamento[12], porque Cristo tenía las llaves del infierno y de la muerte[13].
Teniendo las llaves del infierno, que se las quitó al diablo en el infierno, y teniendo las llaves de la muerte, podía salir del infierno y pasar al Paraíso, y podía resucitar y resucitar a los santos, porque tenía las llaves de la muerte también; por lo tanto, podía salir de la muerte con los santos del Antiguo Testamento también, y resucitar, y luego estar aquí en la Tierra con ellos unos 40 días, y después ascender al Cielo victorioso; y así cumplirse lo que Dios dice en uno de los Salmos: Salmo 24, verso 7 en adelante, donde dice:
“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla”.
Esto sucedió, se cumplió, cuando Cristo resucitó y ascendió al Cielo con los santos del Antiguo Testamento. Cuando subieron clamaron así, clamaron:
“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria”.
Y los que estaban del lado adentro, allá en la otra dimensión, preguntan:
“¿Quién es este Rey de gloria?
(Y contestan los santos que van con Cristo subiendo):
Jehová el fuerte y valiente,
Jehová el poderoso en batalla”.
Había obtenido la victoria en esa batalla, y le había quitado las llaves del infierno y de la muerte al diablo, y había resucitado victorioso; había obtenido la victoria. Había obtenido la victoria en esa batalla, y entraron a la gloria con Cristo los santos del Antiguo Testamento.
Y ahora, aquí, vean ustedes, en Apocalipsis, capítulo 5, están ahí los doce patriarcas sentados en doce tronos, y los doce apóstoles también están allí; y allí también están Abraham, Isaac, Jacob, todos estos hombres de Dios, y los profetas de Dios del Antiguo Testamento también están allí; y también está allí Moisés.
Ahora, sigue diciendo:
“Alzad, oh puertas, vuestras cabezas,
Y alzaos vosotras, puertas eternas,
Y entrará el Rey de gloria.
¿Quién es este Rey de gloria?
Jehová de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria”.
Esta es la segunda parte, que corresponde para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros y el rapto nuestro, para ir a la gloria, a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.
Iremos con Cristo subiendo y diciendo: “¡Alzaos, oh, puertas eternas, y entrará el Rey de la gloria!”.
Y preguntarán los que están allá en la otra dimensión:
“¿Quién es este Rey de gloria?
(Y nosotros contestaremos):
Jehová de los ejércitos,
Él es el Rey de la gloria”.
Y se abrirán las puertas de esa dimensión, y entraremos a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Ahora, vean cómo esto es para los santos del Nuevo Testamento, esta segunda parte, y estos son los que cantan un Nuevo Cántico, diciendo:
“Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
¿Quiénes son estos que reinarán sobre la Tierra? Los redimidos con la Sangre del Señor Jesucristo, los escogidos de Dios, los miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Ahora, hemos visto cómo, además de Dios hacer la promesa de un Nombre Nuevo, también hace la promesa de un Cántico Nuevo, de un Nuevo Cántico para una nueva edad y una nueva dispensación.
El Nuevo Cántico de la nueva dispensación, vean ustedes, habla del Cordero y habla también de Moisés, y habla también del Rey.
En Apocalipsis, capítulo 15, versos 1 en adelante, dice:
“Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios.
Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios”.
Estos no son los primogénitos de Dios, porque están en el mar de vidrio; estas son las vírgenes fatuas que pasan por la gran tribulación.
El mar de vidrio, ¿dónde estaba en el templo? Estaba en el atrio[14]. Y ellas pasan por la gran tribulación, y ellas pertenecen al Atrio de la Casa de Dios.
Y ahora, vean ustedes, ellas también van a estar cantando, tienen arpas; dice:
“… con las arpas de Dios.
Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”.
Vean ustedes cómo en su Nuevo Cántico lo proclaman Rey de los santos, lo proclaman como Rey de reyes y Señor de señores, y Rey de los santos; porque Jesucristo es el Rey de Su Iglesia, es nuestro Rey, Él es el Rey de todos los que son reyes y sacerdotes; Él es el Rey de Su Iglesia, Él reina espiritualmente sobre Su Iglesia.
Y ahora, vean ustedes cómo este grupo de personas que pasan por la gran tribulación, pero que sus nombres permanecen escritos en el Libro de la Vida, en la sección del Libro de la Vida (no en la sección del Libro de la Vida del Cordero, sino en la sección del Libro de la Vida), estas personas, que son las vírgenes que no tenían aceite en sus lámparas, o sea que no habían nacido de nuevo; esas personas, aunque no nacieron de nuevo, vean ustedes, no son borrados sus nombres, y por consiguiente esas personas entrarán a la vida eterna después del Reino Milenial.
Esas son las que resucitarán, y que están representadas en las ovejas a la derecha del Rey; y los que se levantaron en contra de los hijos e hijas de Dios están representados en los cabritos a la izquierda del Rey, los cuales serán condenados[15]. Pero las ovejas serán benditas, bendecidas, y entrarán al Reino eterno de Dios porque fueron de ayuda para los miembros del Cuerpo Místico de Cristo de edad en edad.
Y por eso es que no discutimos con ninguna persona o grupo religioso, sino que mantenemos buena amistad y compañerismo con todos los grupos religiosos y con todas las personas, porque hay millones de seres humanos que tienen sus nombres escritos en la sección del Libro de la Vida, en adición a los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Y nosotros queremos vida eterna para todo ser humano, no importa que esté en una sección o en otra sección; no queremos que las personas que tienen sus nombres escritos en la sección en donde pueden ser borrados algunos nombres, no queremos que sean borrados nombres de personas. Por eso los estaremos ayudando en todo lo que ellos necesiten, y estaremos evitando discusiones, altercados, con las diferentes personas de todos los demás grupos religiosos, porque lo que queremos es vida eterna para todas las personas.
Ahora, podemos ver cómo este grupo que pasa por la gran tribulación (que son las vírgenes fatuas), que cuando vienen al Mensaje ya la Puerta está cerrada para ser transformados y raptados, porque ya han entrado a las Bodas del Cordero, han entrado con el Esposo en Su Venida, han entrado a las Bodas, y la Puerta ha sido cerrada; por lo tanto, tendrán que pasar por la gran tribulación; pero darán sus vidas durante la gran tribulación.
Y al sellar sus testimonios con sus propias vidas, con su propia sangre, ellos no se perderán, sino que resucitarán en la segunda resurrección, después del Reino Milenial, y entrarán con vida eterna a ser parte de esas naciones que serán gobernadas por el Mesías, por Cristo, y Su Iglesia, por toda la eternidad.
Ahora, vean cómo para este tiempo final habrá un sinnúmero de cosas, de profecías, que no podían ser cumplidas en edades pasadas y en dispensaciones pasadas, porque solo pueden ser cumplidas en este Día Postrero, porque eran ¿para qué tiempo? Para el Día Postrero.
Por ejemplo, la profecía de sentarse a la derecha y a la izquierda del Mesías, de Cristo, en Su Reino, esa profecía no podía ser cumplida para las edades pasadas, y para ninguno de los mensajeros del pasado, y para ninguno de los apóstoles de la Iglesia del Señor del pasado, porque esa es una profecía para el Vencedor que estará viviendo en el Día Postrero, para ser cumplida a él por nuestro Señor.
Y un sinnúmero de profecías más que hemos estado viendo en esta ocasión, vean ustedes, no podían ser cumplidas en tiempos o edades pasadas o dispensaciones pasadas, porque son cosas que solo pueden ser cumplidas, que solo pueden cumplirse ¿cuándo? En el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Hemos visto, por ejemplo, el Sexto Sello y el Séptimo Sello. Sexto Sello son Moisés y Elías, ellos son los que abren el Sexto Sello; están bajo el ministerio de Moisés y Elías las cosas del Sexto Sello.
Y el Séptimo Sello es la Venida de Cristo, es la Venida del Hijo del Hombre, es la Venida del ministerio de Jesús por segunda vez; como el Sexto Sello es la venida del ministerio de Moisés por segunda vez y la venida del ministerio de Elías por quinta vez, para llevar a cabo las cosas correspondientes al Sexto Sello.
Ahora, vean cómo viene… en el Séptimo Sello viene el Sexto Sello; en el Séptimo Sello, en la Venida del Hijo del Hombre, viene el Sexto Sello, vienen los Ángeles del Hijo del Hombre. Por eso podemos ver aquí, en la profecía, el misterio del Sexto Sello y del Séptimo Sello.
Por eso es que, vean ustedes, en la página 459 del libro de Los Sellos en español, y el último párrafo de la página 458, vean ustedes, dice:
“112. Entonces es entre el Sexto y Séptimo Sello cuando Él llama esta gente, los cuales fueron mencionados por Jesucristo en Mateo 24:31. Cuando la Trompeta suena, será la Trompeta de los dos testigos de la edad de gracia para los judíos. Suena una Trompeta… Ahora veámoslo más claro acá en Mateo 24:31: ‘Y enviará sus ángeles (no es solamente uno, sino dos)…’”.
No es solamente uno, como envió uno en cada edad de la Iglesia, sino dos: dos ministerios para el Día Postrero, correspondientes a los Ángeles del Hijo del Hombre. Ahora, dice:
“[112]. ‘… con gran voz de trompeta’. ¿Qué es? Cuando Dios habla, se oye el sonido de trompeta. Siempre ha sido así la Voz de Dios, llamando a la batalla. Dios está hablando. Estos dos ángeles vienen con el sonido de la Trompeta. Y noten bien: Pero en los días de la voz del séptimo ángel, suena la Trompeta. En los días de la voz del primer ángel, sonó la trompeta. En los días de la voz del segundo ángel, sonó una trompeta, y así fue cuando Él mandó a cada uno”.
O sea, de edad en edad, cuando Dios envió a cada ángel mensajero y habló por medio de cada ángel mensajero, se escuchó la Voz de Dios como una trompeta, la Trompeta de cada edad, que fue la Voz de Dios por medio del mensajero de cada edad.
“113. Pero cuando fueron anunciados los Sellos, estaban todos juntos en una gran escena Divina para llamar un grupo de gente, y hubo el sonido de una sola Trompeta; y fueron abiertos siete Sellos. Él está reuniendo Sus judíos escogidos de los cuatro ángulos de la Tierra.
114. Como hemos visto, Él habló de los seis Sellos, pero no dijo nada del Séptimo Sello. Vemos en Mateo 24:32 que Jesús entra a hablar en parábolas relacionadas al tiempo del llamamiento de los judíos”.
O sea, cuando le toca hablar del Séptimo Sello, comienza a hablar ¿de qué? Del llamamiento de los judíos. ¿Por qué? Porque está hablando del Séptimo Sello, viniendo el Séptimo Sello ¿con qué? Con el Sexto Sello.
Y por cuanto el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles: la Venida del Hijo del Hombre es el Séptimo Sello, y la Venida de Sus Ángeles es el Sexto Sello.
Y ahora, podemos ver cómo todo esto tiene que ver con el pueblo hebreo también, como también con la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por eso es que en la página 57 del libro de Los Sellos en español, el precursor de la Segunda Venida de Cristo nos dice:
“17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin (…).
‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’ (está citando Apocalipsis, capítulo 10, que es la Venida de Cristo).
18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia”.
Ahora, vean ustedes cómo el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Espíritu Santo, es el Mensajero a Israel, y viene para el pueblo hebreo, viene directamente a Israel.
Pero por cuanto Su Iglesia está a punto de ser raptada, la Iglesia de Jesucristo, Él viene entonces primeramente por Su Iglesia, para llamarla, juntarla y prepararla para ser transformada y raptada; y luego se revelará al pueblo hebreo.
Vean ustedes, el Mensajero a Israel, que es el Ángel del Pacto, Jesucristo en Espíritu Santo, viene primeramente a Su Iglesia, y después irá al pueblo hebreo; y esto será la Venida de la Palabra encarnada en un hombre, en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular.
Y ese hombre será el Ángel del Señor Jesucristo, que viene dando testimonio de estas cosas que deben suceder pronto.
Y ese Ángel es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino; con el Mensaje del Evangelio del Reino, que es la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final: la Trompeta del Evangelio del Reino llamando y juntando a todos los escogidos de Dios, la Trompeta del Evangelio del Reino revelando el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, de la Venida del Ángel del Pacto, de la Venida del Ángel de Jehová, de la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo en carne humana en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, manifestando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez; manifestando esos ministerios por medio de carne humana en Su Ángel Mensajero.
Así es como viene en el Día Postrero Jesucristo en Espíritu Santo, el Hijo del Hombre con Sus Ángeles, en el cumplimiento del Séptimo Sello y del Sexto Sello, conforme a las profecías del libro del Apocalipsis y a las profecías del Señor Jesucristo dadas en Su ministerio y contenidas en los Evangelios, y en las profecías dadas por los apóstoles del Señor Jesucristo, y en las profecías dadas por los profetas del Antiguo Testamento con relación a la Venida del Señor para el Día Postrero en la Segunda Venida de Cristo.
La Venida del Señor tiene dos partes:
- La primera se cumplió dos mil años atrás cuando vino como Cordero de Dios, cuando vino el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová. El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob vino en carne humana, en la persona de Jesús de Nazaret.
Fue la Venida del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, la Venida del que era antes de Juan el Bautista, y era antes que Abraham, y era antes que Adán también; porque ese es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Verbo, el cual creó todas las cosas y el cual es un Hombre de la sexta dimensión, llamado el Ángel de Jehová, en el cual Dios está manifestado.
Dios está dentro de ese Ángel del Pacto, Ángel de Jehová, y por eso es que algunas veces usted encuentra al Ángel de Jehová en el Antiguo Testamento hablando en primera persona, y en otras veces lo escucha hablando en segunda persona; pero es el mismo Dios dentro de Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, dentro de ese cuerpo teofánico que es parecido a nuestro cuerpo terrenal, pero es un cuerpo de la sexta dimensión.
Y luego, vean ustedes, Dios se creó un cuerpo visible de carne; fue creado ese cuerpo en el vientre de María: fue creado en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula y formó el cuerpo de Jesús que nació en Belén de Judea, el velo de carne donde estaba el Verbo hecho carne, en donde estaba el Verbo que era con Dios, y el Verbo que era Dios, y el Verbo que creó todas las cosas, y que es la Luz de todo ser humano, y que es la Luz del mundo[16].
Y ahora, el Verbo se hizo carne, dice San Juan, capítulo 1, verso 14; dice:
“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.
Y cuando se hizo carne el Verbo lo conocimos por el nombre de Jesús. Cuando el Verbo se hizo carne, se hizo carne en un joven carpintero llamado Jesús; aquel fue el velo de carne del Verbo manifestado en carne humana entre los hebreos.
- Y para el Día Postrero tenemos la promesa del regreso del Verbo, del Ángel del Pacto, el regreso de Dios en Espíritu Santo, de Dios con Su cuerpo teofánico, manifestado en carne humana. Y eso será la Venida de la Palabra encarnada en un hombre de este Día Postrero; en un hombre de este Día Postrero, que será el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular; y ese hombre es el Ángel del Señor Jesucristo, enviado por Jesucristo para dar testimonio de estas cosas que deben suceder pronto.
Y ese es el que se sentará con Cristo en Su Trono, y ese es el que será hecho columna en el Templo de Dios, en el cumplimiento de esa promesa; y ese es el que recibirá en el Día Postrero autoridad sobre todas las naciones.
Y ese es el que tendrá la manifestación de los ministerios de los Dos Olivos y de los Dos Candeleros de Oro, donde es manifestado el poder de Dios, y donde el poder de Dios estará manifestado a tal grado que, aun, con ese poder, podrá hacerse intervención en la misma naturaleza: sobre las aguas, sobre los cielos, sobre el fuego, sobre las plagas, sobre todas las cosas; porque será en la adopción de ese hijo de Dios que estará en el Día Postrero, en el Cuerpo Místico de Cristo, dándole el alimento espiritual a la Casa de Dios, a los hijos e hijas de Dios.
Y con la adopción de ese siervo fiel y prudente vendrá la adopción de todos los hijos e hijas de Dios, de todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo que estarán viviendo en este Día Postrero, y de los que vivieron en las edades pasadas; en donde resucitarán primero los muertos en Cristo, y así estarán en cuerpos eternos, y así estarán adoptados como hijos e hijas de Dios; y los que estamos vivos seremos transformados; y así quedaremos adoptados como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, en la Casa de nuestro Padre celestial.
Y así entonces heredaremos con Cristo todas las cosas: “El que venciere (dice) heredará todas las cosas”. Apocalipsis, capítulo 21, verso 7, dice:
“El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.
Ahora, vean cómo para el Día Postrero será adoptado otro hijo de Dios. Y con la adopción de ese hijo de Dios serán adoptados todos los demás hijos e hijas de Dios de las edades pasadas y de nuestra edad.
Ahora, vean cómo estas cosas no podían suceder en edades y dispensaciones pasadas, porque son COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO, en el cual nosotros estamos viviendo.
Por eso es que estamos siendo llamados y juntados y colocados en la Edad de la Piedra Angular, que es el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, para pronto ser adoptados, ser transformados nuestros cuerpos luego que los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, y así todos ser adoptados como hijos e hijas de Dios; y cumplirse la profecía de Romanos, capítulo 8, versos 19 en adelante, donde dice:
“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios”.
O sea, la manifestación de los hijos de Dios siendo adoptados con cuerpos eternos y teniendo espíritus teofánicos eternos también; y así ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
“Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”.
Será libertada la Creación a la libertad gloriosa de los hijos de Dios, porque seremos libertados físicamente también: saldremos de esta esclavitud física y terrenal en la cual han vivido todos los hijos de Dios de la caída del ser humano en el Huerto del Edén hasta este tiempo final.
Así como hubo una liberación para el pueblo hebreo en Egipto por medio del ministerio de Moisés, a través del cual Dios estaba manifestado, habrá una liberación, un éxodo, en este Día Postrero; seremos libertados, seremos transformados; y así estaremos libertados y estaremos con vida eterna; y los muertos en Cristo serán resucitados y estarán también con vida eterna.
“Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu (¿que tenemos qué? Las primicias del Espíritu)…”.
Las primicias del Espíritu es cuando la persona cree en Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y recibe el Espíritu de Cristo; ahí ha recibido las primicias del Espíritu, y ahí ha recibido (¿qué?) el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, ese espíritu teofánico que son las primicias del Espíritu; y ha sido sellado así con las primicias del Espíritu, que es el Sello del Dios vivo para el Día de la Redención. “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”. Efesios, capítulo 4, verso 30, así lo dice San Pablo en ese pasaje.
Ahora, vean ustedes, hemos sido sellados con las primicias del Espíritu, hemos sido sellados con el bautismo del Espíritu Santo, que son las primicias del Espíritu y que es el nuevo nacimiento, en donde nacemos de nuevo y en donde obtenemos —por medio de ese nuevo nacimiento— el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y luego, para el Día Postrero, para el Día de la Redención…, para el Día de la Redención, en donde saldremos de la esclavitud terrenal; porque saldremos libres al ser transformados, y entonces los muertos en Cristo también estarán con nosotros; luego que ellos resuciten estarán con nosotros en cuerpos eternos, libres ya también; y luego nosotros seremos transformados y quedaremos libres también: estaremos ya con cuerpos eternos, libertados ya; estaremos ya adoptados.
Porque, vean ustedes, la adopción es la redención del cuerpo, o sea, la transformación de este cuerpo terrenal.
Y ahora, dice:
“… y no solo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.
O sea, la transformación de nuestro cuerpo es la adopción de nuestro cuerpo, es la adopción nuestra; adoptados como hijos e hijas de Dios, con un cuerpo teofánico eterno de la sexta dimensión y con un cuerpo físico eterno y glorificado que Cristo ha prometido para todos nosotros, en el cual viviremos por toda la eternidad, y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Y cuando cada hijo e hija de Dios esté en ese cuerpo eterno será igual a nuestro Señor Jesucristo, y tendrá todo el poder que el ser humano perdió allá en la caída.
Y estará bajo el ministerio del Hijo del Hombre, estará bajo el ministerio del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, el cual estará manifestado en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero.
Y desde esa manifestación a través de Su Ángel Mensajero, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Espíritu Santo, estará dirigiendo toda la labor correspondiente al Día Postrero.
Y cuando ya estemos transformados continuará dirigiendo ese poderoso Ejército, que es Su Iglesia redimida en la Sangre preciosa de Jesucristo, en la Sangre preciosa de Su velo de carne de Su Primera Venida.
Ahora, podemos ver que este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 viene con un poderoso Ejército celestial: esa es Su Iglesia, los redimidos con Su Sangre preciosa, los que ya han partido y los que estamos viviendo aquí en la Tierra.
Vean ustedes cómo, cuando los muertos en Cristo resuciten y los que vivimos seamos transformados, estaremos viendo también al Ángel del Pacto, que es Jesucristo manifestado en Su Ángel Mensajero por medio de Su manifestación final; y estará Él (el Ángel del Pacto) dirigiendo ese poderoso Ejército celestial, que es Su Iglesia, la cual estará en y con todo el poder que el ser humano perdió en la caída, el cual le será restaurado en este Día Postrero con la restauración del cuerpo eterno para cada hijo e hija de Dios.
Y esto será, para los escogidos de Dios, la restauración de todas las cosas.
Y por eso, con la restauración de los hijos de Dios a vida eterna con un cuerpo eterno y con todo el poder que perdió el ser humano en la caída, con esa restauración vendrá la restauración del Reino de Dios en medio del pueblo hebreo, la restauración del Reino de David y del Trono de David en medio del pueblo hebreo, y la restauración del Reino de Dios en este planeta Tierra, para reinar Dios en este planeta Tierra a través del Mesías, y reinar a través y gobernar a través del Trono de David; no solamente reinar sobre el pueblo hebreo, sino sobre todas las naciones.
Vean cómo en Apocalipsis nos habla de esto, en el capítulo 11, verso 15 en adelante, y nos dice así Dios; dice:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos”.
Ahora vean cómo los reinos de este mundo pasarán a ser de nuestro Señor y de Su Cristo, o sea, de Su Ungido; ¿para qué tiempo? Para el Día Postrero.
Estas son cosas que no podían suceder en edades y dispensaciones pasadas, y en días pasados delante de Dios, y en milenios pasados, porque esto es para el Día Postrero, para el milenio postrero, que es el Día del Señor y que es también el séptimo milenio.
Y el séptimo milenio estará bajo la Dispensación del Reino y bajo el glorioso Reino del Señor Jesucristo con Sus Ángeles, con los ministerios de Moisés y Elías manifestados en carne humana en Su Ángel Mensajero.
Esos son los ministerios de la diestra y de la siniestra que estarán allí en el Trono del Señor, en donde estará el Vencedor sentado con Cristo en Su Trono.
Así que los ministerios de Jesús por segunda vez, de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta vez estarán en el glorioso Reino Milenial. Y estarán ¿dónde? En el Trono: uno a la diestra y el otro a la siniestra. Vamos a decir, el de Moisés a la diestra, y el de Elías a la izquierda, y el de Jesús en el Trono. Ahí tenemos los tres ministerios mayores correspondientes al Día Postrero.
Estos ministerios no podían ser manifestados en tiempos pasados por… El de Moisés por segunda vez no podía ser manifestado en otro tiempo; fue manifestado por primera vez en medio del pueblo hebreo allá en Egipto, pero por segunda vez sería manifestado en el Día Postrero.
Y el de Elías no podía ser manifestado por quinta vez en edades pasadas; fue manifestado por segunda, tercera y cuarta vez, pero por quinta vez sería manifestado en el Día Postrero.
Y el ministerio de Jesús sería manifestado por segunda vez en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. Pero por medio de los mensajeros de las edades pasadas fue manifestado parcialmente en cada edad, en la porción correspondiente a cada edad.
Pero para el Día Postrero será manifestado ese ministerio en toda Su plenitud: el de Moisés, el de Elías y el de Jesús, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para la introducción del séptimo milenio y la introducción del glorioso Reino Milenial de Cristo; y para la introducción también de la gran tribulación y de los juicios que han de venir sobre este planeta Tierra.
Miren todas las cosas que están bajo estos dos Sellos, el Sexto Sello y el Séptimo Sello; cosas que no podían ser cumplidas en otros días dispensacionales, ni en otros milenios, ni en otras edades, porque son cosas que solo pueden cumplirse (¿cuándo?) en el Día Postrero.
Y la venida del Ángel del Señor Jesucristo tampoco se podía cumplir en carne humana en las edades pasadas y dispensaciones pasadas, porque es una promesa para ser cumplida en el Día Postrero en carne humana.
El mismo espíritu teofánico y ministerial que le dio a Juan el apóstol la revelación del libro del Apocalipsis, para el Día Postrero estaría en carne humana manifestado, y sería el mensajero de la Dispensación del Reino, y sería el instrumento de Jesucristo a través del cual Jesucristo estaría manifestado hablándole a Su Iglesia y dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Vean ustedes cómo el Ángel del Señor Jesucristo viene en Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3, y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, y capítulo 22, verso 16, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Viene ¿qué? Profetizando las cosas que han de suceder. ¿Por qué? Porque es un espíritu teofánico de profeta.
Y Él envía, de edad en edad y de dispensación en dispensación, espíritus teofánicos de profetas manifestados en carne humana; y esos son los mensajeros de cada edad y de cada dispensación.
O sea que el profeta Adán, vean ustedes, fue un espíritu de profeta manifestado en carne humana; estuvo primero allá manifestado en la sexta dimensión, y después vino en carne humana aquí a la Tierra.
El primer ser humano que Dios colocó en la Tierra fue ¿qué? Un profeta, un hombre con las dos consciencias juntas, un hombre en el cual estaba un espíritu de profeta manifestado en carne humana.
Así también fue Jesús: fue un profeta. Estuvo primero en la sexta dimensión manifestado, y fue llamado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová; el cual, vean ustedes, por medio de los demás espíritus de profetas, vean ustedes, se manifestaba y les daba a conocer a esos espíritus de profetas estas cosas que tenían ellos que hablar; y ellos la hablaban y quedaban registradas, quedaban escritas, para ser luego cumplidas.
Porque los profetas que profetizaron hablaron inspirados por el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, todas esas cosas que ellos hablaron; era el Espíritu de Cristo en ellos manifestado.
Y ahora, vean ustedes, así también han sido los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil; han sido siete espíritus teofánicos que han sido manifestados en carne humana, cada uno en la edad que le tocó vivir; y a ellos vino la revelación, y por medio de ellos vino al pueblo la revelación de Dios.
Y ahora, para el Día Postrero solamente Cristo tiene un espíritu de profeta para enviarlo a la Tierra, para cumplir las cosas que Él ha prometido revelarle a Su pueblo y darle a conocer todas estas cosas; y mostrarle el cumplimiento de las que ya se han cumplido en el Día Postrero, y mostrarle las que están en proceso de cumplimiento; y llamar y juntar a los escogidos, y colocarlos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular; y así ser preparados para ser transformados y raptados en este Día Postrero.
Por eso viene el Ángel de Jesucristo dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto; porque es un espíritu ministerial de profeta viniendo en el Día Postrero en carne humana como el Ángel de Jesucristo y como el profeta de la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino.
Y por medio de esa manifestación de Cristo a través de Su Ángel Mensajero son llamados y juntados todos los escogidos de Dios en este Día Postrero; y así obtenemos el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto.
Vean ustedes, fue el Ángel de Jesucristo el que estuvo profetizando en el libro del Apocalipsis todas estas cosas que iban a suceder; las profetizó a Juan, se las dio a conocer a Juan, estuvo profetizando estas cosas; y estuvo profetizando estas cosas con estos símbolos apocalípticos. Y para el Día Postrero él es el que puede darnos a conocer el significado y cumplimiento de esas profecías correspondientes al Día Postrero.
Él dio la profecía en esta forma simbólica, y él en el Día Postrero podrá darnos a conocer el misterio contenido en esas profecías correspondientes al Día Postrero. Y eso es lo que viene haciendo conforme a Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante, donde dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.
¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.
Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas”.
¿Quién fue el Ángel que le mostró todas estas cosas a Juan? Fue el Ángel del Señor Jesucristo, que es el Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino. Por eso viene profetizando las cosas que deben suceder pronto, porque es un profeta en espíritu, es un espíritu de profeta el que está revelando esas cosas.
“Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.
Ahora, vean ustedes cómo este Ángel se identifica como uno de los consiervos, y es consiervo de Juan. Dice:
“… porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro”.
Él es un consiervo, él es un profeta mensajero dispensacional, así como los profetas de Dios fueron mensajeros en las edades y dispensaciones donde Dios los envió.
Y ahora vean el por qué estas cosas que serían reveladas en este Día Postrero no podían ser reveladas en edades y dispensaciones pasadas, y tampoco podían ser cumplidas en edades y dispensaciones pasadas: porque estas son cosas que solo pueden cumplirse en el Día Postrero, y ser abiertas en el Día Postrero a los escogidos de Dios, a la Iglesia de Jesucristo, para ser entendidas por los escogidos de Dios que estarán viviendo en este Día Postrero.
Hemos visto el misterio de estas COSAS QUE SOLO PUEDEN SER CUMPLIDAS EN EL DÍA POSTRERO.
También vimos las que fueron cumplidas en edades pasadas, porque esas eran cosas que tenían que ser cumplidas en otras edades que ya pasaron.
Pero ahora, las cosas que no pudieron ser cumplidas en edades pasadas eran para ser cumplidas ¿cuándo? En el Día Postrero. Estas son las cosas que solo pueden ser cumplidas, que solo pueden cumplirse (¿cuándo?) en el Día Postrero.
¿Y por qué ya se están cumpliendo cosas que no podían ser cumplidas en edades y dispensaciones pasadas? Porque ya, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el séptimo milenio, y por consiguiente estamos en el Día del Señor, en el Día Postrero, en donde estas cosas tienen que ser cumplidas.
Y ya han comenzado a ser cumplidas las cosas que solamente podían ser cumplidas (¿cuándo?) en el Día Postrero; y que un grupo de seres humanos que viviría en el Día Postrero las escucharía y las entendería; las entenderían porque los entendidos entenderán, dice Dios por medio del profeta Daniel en el capítulo 12.
¿Y dónde están los que entenderían estas cosas en el Día Postrero? Aquí estamos, en este Día Postrero, escuchando la revelación de las cosas que solo pueden ser cumplidas en el Día Postrero.
Y están siendo cumplidas ya las cosas correspondientes al Día Postrero, y están siendo dadas a conocer, y están siendo entendidas por los entendidos del Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular y en la Dispensación del Reino; edad y dispensación que se ha abierto en la América Latina y el Caribe en este Día Postrero, en este tiempo final.
Hemos visto el misterio de las “COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO”, y que solamente podían ser entendidas por los escogidos de Dios del Día Postrero.
Y aquí estamos escuchando estas cosas que deben ser cumplidas, que deben suceder en ese tiempo final, y estamos escuchando cómo están siendo cumplidas, y estamos entendiéndolas, estamos viéndolas siendo cumplidas y siendo reveladas, y estamos entendiendo en forma sencilla todas estas cosas que Cristo prometió para el Día Postrero.
Hemos visto el misterio de las “COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO”.
¿Y por qué se están cumpliendo estas cosas ya? Porque ya comenzó el Día Postrero si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.
Ya desde el año 1966 en adelante comenzó el Día Postrero.
Si sacando los números la cuenta está correcta, desde el 1966 comenzó el Día Postrero; y ya llevamos unos cuantos años en el Día Postrero; o sea, ya llevamos 40 años o 41 años del séptimo milenio o Día Postrero; esto es añadiéndole al calendario los días y años de atraso que tiene el calendario.
Si es que a los 1997 años, a cada año le faltan… si le faltan 5 días y cuarto; o sea, si tiene, el calendario actual, al tener 365 días y cuarto, y el calendario profético del libro de Daniel y del libro del Apocalipsis es de 360 días; si tomamos los 5 años y cuarto que tiene añadido el calendario que se usa en la actualidad, y si a esa misma cantidad de días fueron añadidos (en todos estos años pasados hasta el año primero de la era cristiana), si se le añadieron 5 días y cuarto al calendario; entonces 5 días y cuarto por 1997 años da cierta cantidad de días; los cuales luego los dividimos en 360 (que equivale a un año profético del Apocalipsis y de la profecía de Daniel); y entonces nos da la cantidad de años que le faltan al calendario o que tiene de atraso el calendario.
Y si se los añadimos: ya estamos por el año 2035 al 2038, quizás; o sea que estamos por el año dos mil… vamos a decir, por el año 2025 al año 2038, por ahí; o sea que estamos cerca del año 2040.
Recuerden que la Primera Venida de Cristo fue en el primer siglo, y Su ministerio fue en el primer siglo del quinto milenio, o sea, en el primer tercio del primer siglo del quinto milenio, que fue el primero de los días postreros: el quinto milenio; encontramos que se llevó a cabo el cumplimiento de la Venida del Mesías y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Ahora, si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues faltan solamente ¿cuánto tiempo para llegar al año 2000 y para terminar el año 6000, y así terminar el milenio sexto y comenzar el milenio séptimo, y así comenzar el milenio al cual corresponde el Reino Milenial de Cristo y la Segunda Venida de Cristo, y la resurrección de los muertos en Cristo?; porque la promesa es que para el Día Postrero, que es el séptimo milenio, los muertos en Cristo resucitarán primero y nosotros los que vivimos seremos transformados. Cristo dijo: “Y yo le resucitaré en el Día Postrero”, o sea, en el séptimo milenio.
Ahora, ¿será en el primer siglo del séptimo milenio, o en el segundo, o en el tercero? Esperemos que se cumpla la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y entonces veremos en cuál de los siglos del séptimo milenio los muertos en Cristo resucitarían y nosotros los que vivimos seríamos transformados.
Todo está preparándose para la resurrección de los muertos en Cristo y para la transformación de nosotros los que vivimos.
Por eso la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino está sonando, y está llamando y juntando a todos los escogidos de Dios en el Día Postrero; o sea, en el séptimo milenio, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene. Si no le añadimos los años de atraso que tiene al calendario, pues miren, solamente faltan tres años (no completos) para entrar al séptimo milenio.
Ya estamos en el mes de diciembre, ya está terminando el año 77 [97], y ya pronto comenzará el año 1998; y luego faltará, vean ustedes, que se cumpla el año 98, se cumpla el año 99 y se cumpla el año 2000 para entrar al glorioso séptimo milenio, si es que no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.
Ahora, ¿se le habrá atrasado a Dios Su cuenta y Su calendario? Yo pienso que no. ¿Quién le podrá atrasar a Dios el calendario? Nadie le puede atrasar a Dios Su calendario. Como Él ha prometido, así Él ha estado haciendo de edad en edad; y como Él ha prometido para nuestro tiempo, para el Día Postrero, Él también ya está haciendo.
Por eso es que en este tiempo estamos escuchando la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, llamando y juntando a todos Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en el territorio de la América Latina y el Caribe, donde se está cumpliendo la Edad de la Piedra Angular y donde se está abriendo la Dispensación del Reino; y en donde Cristo está manifestándose, y por medio de Su Ángel Mensajero está dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder, que deben cumplirse en el Día Postrero, las cuales no podían ser cumplidas en otras edades y otras dispensaciones.
Con la revelación, con el conocimiento, revelación y conocimiento, del misterio del Ángel del Señor Jesucristo y su Mensaje, obtenemos el conocimiento de todas estas cosas que no pueden ser cumplidas en otro tiempo, sino en el Día Postrero; cosas que solamente pueden cumplirse (¿cuándo?) en el Día Postrero. Y ya están cumpliéndose muchas de ellas, y las que faltan también serán cumplidas.
Y aquí estamos escuchando y viendo el cumplimiento de estas cosas que solo pueden ser cumplidas en este Día Postrero.
Y aquí estamos, en Puerto Rico y también en diferentes lugares del Caribe y de la América Latina, las personas que estarían viendo y entendiendo todas estas cosas que estarían siendo cumplidas en este Día Postrero; para pronto ser transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo juntamente con los santos en Cristo que resucitarán y estarán con nosotros y comerán con nosotros; y nosotros seremos transformados cuando los veamos, y luego nos iremos de aquí, después de pasar aquí de 30 a 40 días ya con el nuevo cuerpo, ya adoptados como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, y como herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús nuestro Salvador.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO”; y hemos visto cuáles son estas cosas.
Y hay todavía más cosas que no pudimos mencionar por falta de tiempo; pero en la tarde – en la próxima actividad, estaremos viendo estas otras cosas que no pudimos ver en esta ocasión.
En la tarde estaremos viendo “EL MISTERIO DEL ARCA DEL PACTO APLICADO AL DÍA POSTRERO”. Y este es un tema muy importante para todos nosotros, porque estaremos viendo el misterio del Arca del Pacto aplicado al Día Postrero y en el Día Postrero, y vamos a ver cómo el Arca del Pacto estará en el Día Postrero, y dónde estará, y cómo funcionará en este Día Postrero.
Así que continuaremos entonces en la próxima actividad en la tarde, a las 3:00 de la tarde, continuaremos viendo sobre estas cosas que solo pueden cumplirse en el Día Postrero, y estaremos viendo el misterio del Arca del Pacto aplicado al Día Postrero y en el Día Postrero.
Vean ustedes, tanto el pueblo hebreo como quizás otras naciones y otros buscadores de tesoros, les gustaría encontrar el arca del pacto que construyó Moisés, que estuvo en el tabernáculo de Moisés y que estuvo en el tabernáculo o templo de Salomón, les gustaría encontrarla; y aun al pueblo hebreo tenerla también le gustaría, y colocarla en un templo.
Pero ahora vamos a ver y vamos a encontrar EL ARCA DEL PACTO APLICADA AL DÍA POSTRERO Y EN EL DÍA POSTRERO, y vamos a recibir las bendiciones de Dios directamente del Arca del Pacto en este Día Postrero; y no solamente los escogidos de Dios entre los gentiles, sino los escogidos de Dios del pueblo hebreo también recibirán las bendiciones de Dios directamente del Arca del Pacto en este Día Postrero. Vamos a ver en la tarde este misterio.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo; y que Dios continúe dándonos a conocer estos misterios del Reino de Dios.
Y que pronto los escogidos que faltan por llegar lleguen, y se complete el número de los escogidos, y los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seamos transformados, y todos seamos adoptados como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios; y luego de 30 a 40 días en ese cuerpo eterno vayamos al Cielo, a las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde.
Y dejo nuevamente con nosotros a Félix Caro, director del devocional y de los cánticos, para continuar y finalizar también esta actividad en esta mañana.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos.
Y que pasen una feliz Navidad y un próspero año nuevo 1998.
“COSAS QUE SOLO PUEDEN CUMPLIRSE EN EL DÍA POSTRERO”.
[Revisión abril 2023 – JR-DM]
[1] 2 S. 7:12-16; 1 R. 2:3-4, 9:4-5; 2 Cr. 7:17-18; Jer. 33:17
[2] Levítico 16:3-31
[3] Romanos 8:17
[4] 1 Juan 1:7
[5] Apocalipsis 5:10
[6] Isaías 11:9, Habacuc 2:14
[7] Is. 2:3, Jl. 3:16, Am. 1:2, Mi. 4:2
[8] Apocalipsis 1:20, 4:5, 5:6
[9] San Mateo 28:18
[10] Éxodo 33:20
[11] Éxodo 3:13-14
[12] San Mateo 27:52-53
[13] Apocalipsis 1:18
[14] 1 Reyes 7:23-26, 7:39; 2 Crónicas 4:2-5, 4:9-10
[15] San Mateo 25:31-46
[16] San Juan 8:12