Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes aquí en Cayey, Puerto Rico, y también los que están a través de la televisión y a través de diferentes formas de comunicación para esta actividad de esta ocasión. Que las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y nos hable en esta ocasión, y nos abra el entendimiento para comprender Su Programa correspondiente a este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Leemos en Romanos, capítulo 8, versos 14 en adelante, donde nos habla el apóstol San Pablo:
“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.
Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!
El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.
Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.
Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.
Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.
Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;
porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.
Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;
y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.
Que Dios bendiga Su Palabra en nuestras almas, y bendiga nuestras almas con Su Palabra, y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL TIEMPO DE REDENCIÓN PARA ISRAEL”.
El tiempo de redención para Israel está señalado en la Escritura, en las profecías que nos hablan acerca del tiempo o día de la fiesta de las trompetas, que es en el tiempo del año nuevo (del año civil) del pueblo hebreo; y, miren ustedes, nos habla así Dios acerca de esta fiesta de las trompetas en Levítico, capítulo 23, verso 23 en adelante, diciendo:
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo:
Habla a los hijos de Israel y diles: En el mes séptimo, al primero del mes tendréis día de reposo, una conmemoración al son de trompetas, y una santa convocación”.
Esta fiesta de las trompetas nos habla de una santa convocación para el pueblo hebreo; y estas son las Trompetas de las cuales nos habla el libro del Apocalipsis, las Trompetas para reunir al pueblo hebreo en su tierra, para presentarse delante de Dios el pueblo hebreo; pues Dios estableció que Su pueblo Israel tenía que presentarse delante de Él en diferentes ocasiones del año.
Ahora, vean ustedes cómo esta fiesta de las trompetas nos habla del recogimiento del pueblo hebreo, lo cual encontramos que para el Día Postrero se cumplirá en toda su plenitud esta fiesta de las trompetas.
Y encontramos que con el sonido de la Séptima Trompeta, el Mensaje para Israel será el Mensaje del Evangelio del Reino, a través del cual el misterio de la Venida del Mesías será abierto al pueblo hebreo. Y el pueblo hebreo comprenderá la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, como Hijo del Hombre e Hijo de David, para sentarse en el Trono de David y reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Como Hijo de David, Él es el heredero al Trono de David, para sentarse en él y reinar sobre el pueblo hebreo; y como Hijo del Hombre, Él es el heredero a este planeta Tierra con todos sus habitantes, con todas las naciones, para reinar sobre todas las naciones.
Por eso es que en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 11 y verso 15 en adelante, cuando suena la Séptima Trompeta, vean ustedes, los reinos de este mundo vendrán a ser de nuestro Señor. Dice así, capítulo 11, verso 15 en adelante, de Apocalipsis:
“El séptimo ángel tocó la trompeta, y hubo grandes voces en el cielo, que decían: Los reinos del mundo han venido a ser de nuestro Señor y de su Cristo; y él reinará por los siglos de los siglos.
Y los veinticuatro ancianos que estaban sentados delante de Dios en sus tronos, se postraron sobre sus rostros, y adoraron a Dios,
diciendo: Te damos gracias, Señor Dios Todopoderoso, el que eres y que eras y que has de venir, porque has tomado tu gran poder, y has reinado.
Y se airaron las naciones, y tu ira ha venido, y el tiempo de juzgar a los muertos, y de dar el galardón a tus siervos los profetas, a los santos, y a los que temen tu nombre, a los pequeños y a los grandes, y de destruir a los que destruyen la tierra.
Y el templo de Dios fue abierto en el cielo, y el arca de su pacto se veía en el templo. Y hubo relámpagos, voces, truenos, un terremoto y grande granizo”.
Ahora vean las cosas que suceden cuando la Séptima Trompeta suena en Apocalipsis, capítulo 11 y verso 15 al 19.
Esa Séptima Trompeta, vean ustedes, es la Trompeta que suenan los Dos Olivos, los Dos Ungidos, los cuales vienen con esa Gran Voz de Trompeta, como dijo Jesús en San Mateo 24, verso 31:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.
Ese recogimiento de los escogidos del pueblo hebreo se estará realizando en este tiempo final; ya Dios los tiene en su tierra allá en Israel y solamente falta que suene para el pueblo hebreo esa Séptima Trompeta, que es esa Gran Voz de Trompeta de la cual habló Cristo en San Mateo 24 y verso 31, donde dice:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.
Tanto para los escogidos del pueblo hebreo como para los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles, esa Séptima Trompeta (que es la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final) suena y llama a todos los escogidos, primeramente de entre los gentiles y después del pueblo hebreo.
Esa Séptima Trompeta sonando es la Voz de Jesucristo hablando en este Día Postrero y dándonos Su Mensaje Final, el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Para los escogidos de entre los gentiles, esto es lo que producirá el llamado y recogimiento de todos los escogidos de entre los gentiles, y les dará la fe para ser transformados y raptados en el Día Postrero (o sea, en el séptimo milenio), para el cual Cristo dijo que resucitará a los creyentes en Él que han partido (San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40).
Ese séptimo milenio es el Día Postrero, porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años de los nuestros es como un día delante de Dios. Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, da testimonio de que esto es así; y es algo que no podemos ignorar, dice el apóstol San Pedro en ese mismo capítulo 3, verso 8, de su segunda carta. Y también el profeta Moisés, en el Salmo 90 y verso 4, da testimonio de esta verdad: de que un día delante de Dios, para los seres humanos es mil años.
Ahora, vean ustedes lo que es el Día Postrero: el Día Postrero es el séptimo milenio; porque el séptimo milenio es el último milenio, en donde Dios realizará la parte final de Su Programa, para luego entrar a eternidad la raza humana, o sea, los que mantengan sus nombres escritos en el Libro de la Vida.
Y ahora, vean ustedes cómo bajo el séptimo milenio vendrá la resurrección de los muertos en Cristo; esos muertos en Cristo, que resucitarán en cuerpos eternos, son llamados los escogidos o primogénitos de Dios, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida Cordero.
De esto nos habló también San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 12 y verso 22 al 23, cuando nos habla acerca de los primogénitos de Dios. Dice así San Pablo, en el capítulo 12, verso 22 al 23:
“… sino que os habéis acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a la compañía de muchos millares de ángeles,
a la congregación de los primogénitos que están inscritos en los cielos…”.
¿Dónde están inscritos o escritos los nombres de los primogénitos de Dios, de los escogidos de Dios? Están escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora vean ustedes cómo estos primogénitos de Dios son los que, de etapa en etapa, de edad en edad, han escuchado la predicación del Evangelio, y han creído en Jesucristo como su Salvador, y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han recibido Su Espíritu Santo; y así han nacido de nuevo del Agua y del Espíritu, han nacido en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, que es Su Iglesia y que es también Su Templo espiritual.
Ahora podemos ver quiénes son los primogénitos de Dios, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Esas personas, que están señaladas como los primogénitos de Dios o predestinados de Dios o escogidos de Dios, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida Cordero, si han muerto sus cuerpos físicos, la promesa es que serán resucitados en cuerpos eternos, en cuerpos incorruptibles, en el Día Postrero; y el Día Postrero es el séptimo milenio.
Ahora, ¿dónde ellos se encuentran desde que partieron de esta Tierra? Ellos se encuentran en la sexta dimensión, que es el Paraíso, viviendo en el cuerpo teofánico que ellos recibieron cuando nacieron de nuevo.
Porque cuando la persona nace de nuevo, así como con el nacimiento físico nuestro aquí en la Tierra obtuvimos un cuerpo físico y también obtuvimos un espíritu del mundo (que es un cuerpo de otra dimensión); cuando hemos nacido de nuevo, al creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo, hemos obtenido un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión, en el cual vamos a vivir al Paraíso, a la sexta dimensión, si partimos de esta Tierra, si nuestro cuerpo físico muere.
Y para el Día Postrero, los que han partido habiendo nacido de nuevo, antes de partir tienen la promesa que para el Día Postrero resucitarán en cuerpos eternos; o sea que obtendrán un cuerpo inmortal, en el cual habitarán con el cuerpo teofánico que obtuvieron en el nuevo nacimiento; o sea que cada primogénito de Dios vendrá de la sexta dimensión con su cuerpo teofánico para vivir en un cuerpo físico eterno y glorificado e incorruptible, el cual recibirán en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
Ahora, la persona en sí es alma viviente; eso es lo que en realidad es el ser humano. Y el alma pues tiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión —esto es, los primogénitos de Dios—, el cual obtienen cuando nacen de nuevo; y obtendrán un cuerpo físico eterno, incorruptible y glorificado en el séptimo milenio, o sea, en el Día Postrero, en el cual resucitarán para vivir nuevamente en un cuerpo físico pero glorificado y eterno; y así vendrán a ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y nosotros los que vivimos en este tiempo final, y hemos creído en Cristo como nuestro Salvador y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y hemos recibido Su Espíritu Santo: hemos recibido un cuerpo teofánico, un espíritu teofánico de la sexta dimensión. Y en este Día Postrero, en este tiempo final, en el séptimo milenio, los que permanezcamos vivos, y ocurra la resurrección de los muertos en Cristo y estemos vivos en este cuerpo mortal, los veremos y seremos transformados.
Pero si alguno de los nuestros se va, no se preocupe, regresará en el cuerpo eterno, y nos visitará y nos dirá: “La resurrección ya ha sucedido, y aquí estoy de regreso”.
Nosotros no conocimos a San Pablo y el grupo de Asia Menor creyentes en Jesucristo, ni tampoco conocimos a Ireneo y el grupo de creyentes allá en Francia y en otros lugares de Europa, y tampoco conocimos a los diferentes mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, excepto, algunos conocimos al séptimo ángel mensajero, al reverendo William Marrion Branham, pero no todos los de este tiempo lo conocieron.
Y ahora, nosotros hemos conocido los creyentes de la Edad de la Piedra Angular; y si alguno de los nuestros se va, cuando regrese lo vamos a conocer, aunque venga en un cuerpo jovencito, de 18 a 21 años, y él se haya ido de esta Tierra habiendo tenido un cuerpo quizás de 50 años o de 70 años, o quizás de 40 años, o quizás de 30 años, o quizás de 15 años, o quizás era un niñito; no importa cuántos años tenía cuando partió de esta Tierra: cuando regrese regresará en un cuerpo eterno, que representará de 18 a 21 años, y que nunca se pondrá viejo y que nunca morirá; y nos hablará de las cosas que nosotros conocemos de él, del tiempo en que él vivió y de las experiencias que él vivió.
Y entonces hemos de reconocerlos; y nosotros hemos de ser transformados cuando los veamos a ellos, y obtendremos así el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para cada uno de nosotros.
Para esta resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, estarán manifestados los que hoy en día llaman “platillos voladores”. Están ligados completamente a la resurrección de los muertos en Cristo y a la transformación de nosotros los que vivimos1.
Por eso es que en este tiempo están siendo vistos tantos platillos voladores en diferentes naciones, y principalmente en la América Latina y el Caribe. Y esto está ligado completamente al Programa de Dios correspondiente a este tiempo final; porque este es EL TIEMPO DE REDENCIÓN PARA ISRAEL, tanto para el Israel terrenal, el pueblo hebreo, como para el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Este es el tiempo del cual habló San Pablo en su carta a los Efesios, capítulo 4 y verso 30, cuando dijo: “Y no contristéis al Espíritu Santo, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.
El Día de la Redención es el tiempo en que nuestros cuerpos serán redimidos, o sea, nuestros cuerpos serán transformados; y tendremos el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para cada uno de los creyentes en Él que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo, y por consiguiente han nacido de nuevo.
Y para este Día de Redención o tiempo de redención es que el llamado de la Gran Voz de Trompeta es realizado, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios, para recibir la fe para ser transformados y raptados en este Día Postrero; así como para recibir la redención del espíritu, la redención allá adentro, esa transformación interior, necesitamos la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, muriendo por cada uno de nosotros y derramando Su Sangre para lavar de todo pecado a todos los escogidos de Dios, limpiar los pecados de los hijos de Dios.
Y vean ustedes cómo se requiere que una persona crea en Jesucristo como su Salvador y lave sus pecados en la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo y reciba Su Espíritu Santo, para así tener la redención del espíritu, esa transformación interior. Y ahora, vean ustedes, eso ha producido el nuevo nacimiento de millones de hijos e hijas de Dios; han nacido de nuevo, y así han obtenido un nuevo cuerpo, un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y esas personas que obtienen ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión son los que tienen la promesa: para el Día Postrero recibir un cuerpo eterno; para lo cual, la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, dará, producirá la fe para ser transformados y raptados. O sea que para recibir nuestra transformación se requiere en el Día Postrero recibir la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Cristo dijo2: “En la Casa de mi Padre muchas moradas hay; si no fuera así, yo lo hubiera dicho antes; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
La Segunda Venida de Cristo es para tomar a los creyentes en Cristo que están viviendo en esta Tierra, y para tomar también a los creyentes en Cristo que partieron en las edades pasadas: Cristo traerá a los muertos en Cristo resucitados en un cuerpo eterno, y a nosotros los que vivimos nos transformará nuestros cuerpos mortales; y así estaremos todos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, para irnos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre celestial.
Ahora vean que sin la Segunda Venida de Cristo no hay fe para el rapto, no hay fe para ser transformados y raptados; porque la fe para el rapto, y la fe para ser transformados y raptados, gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Y así como ninguna persona puede recibir salvación y obtener el perdón de sus pecados, y recibir el Espíritu de Dios, sin creer en Jesucristo en Su Primera Venida, tampoco podrá persona alguna recibir la transformación de su cuerpo sin recibir la Segunda Venida de Cristo y Su Obra de Reclamo en Su Segunda Venida, y obtener así el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo.
Vean, para recibir salvación, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, se necesita obtener el conocimiento de la Primera Venida de Cristo; y para obtener la transformación de nuestros cuerpos, se requiere obtener el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo.
Porque la Segunda Venida de Cristo es para buscar a Sus escogidos, como Él dijo: “… vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
¿Por qué dice “a mí mismo”? Porque somos carne de Su carne y hueso de Su hueso (o huesos de Sus huesos) y sangre de Su Sangre, porque tenemos la Sangre de nuestro Señor Jesucristo aplicada en nuestra alma. Así que el Cuerpo Místico de Cristo es el mismo Cristo en la forma de Su Iglesia.
Así como el hombre y la mujer cuando se casan vienen a ser una sola carne, así Cristo y Su Iglesia son una sola carne. Por eso Él puede decir: “Vendré, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis”.
Cuando usted ve un hombre con su esposa, usted aunque está viendo dos cuerpos, son una sola carne; una sola carne delante de Dios, aunque se vean dos cuerpos. Ahora, así es Cristo y Su Iglesia: aunque las personas puedan ver un cuerpo que fue crucificado en la Cruz del Calvario, y luego vean otro cuerpo: el Cuerpo Místico de Cristo, y digan: “Esos son dos cuerpos”, pero delante de Dios son una sola carne; porque somos carne de Su carne y huesos de Sus huesos y sangre de Su Sangre, la cual está aplicada en nuestra alma, en nuestro corazón y en todo nuestro ser; y esa es la Sangre que tendrá el nuevo cuerpo.
Ahora, podemos ver que se requiere la Segunda Venida de Cristo, y el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo siendo dado a la Iglesia del Señor Jesucristo, para la redención del cuerpo físico (o sea, la transformación de nuestros cuerpos físicos y mortales), para obtener ese cuerpo nuevo, eterno y glorioso que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también. Por eso es tan importante la Segunda Venida de Cristo.
La Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero es el evento más grande que la raza humana estará experimentando en este tiempo final; pero conforme a como dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el Elías que tenía que venir precursando la Segunda Venida de Cristo, el cual fue el reverendo William Branham, él dijo: “Pero será de una forma tan sencilla, será en simplicidad; a tal grado que, si no vigilan, les pasará por encima y no lo verán”3; porque cuando Dios promete algo grande en Su Programa, es cumplido en forma sencilla.
Cuando Dios prometió la Primera Venida de Cristo, la cumplió en forma sencilla, en un velo de carne llamado Jesús de Nazaret. Allí estaba el misterio escondido y revelado de la Venida del Verbo en carne humana, de la Venida del Ángel del Pacto, de la Venida del Creador de los Cielos y de la Tierra.
Era Emanuel conforme a la profecía de Isaías, capítulo 7, verso 14: “Porque he aquí el mismo Señor os dará señal (una señal): He aquí la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y se llamará su nombre Emanuel (que traducido es4: Dios con nosotros)”.
San Pablo también, en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, dijo: “Grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”.
Y en San Juan, capítulo 1, verso 14, dice: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”.
¿Y quién es el Verbo? Dice San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
Eso está en San Juan, capítulo 1, verso 1 al 4.
Hemos visto el misterio de la Primera Venida de Cristo: fue el misterio de la Venida del Ángel del Pacto, de la Venida del Ángel de Jehová, que es el mismo Jehová, el mismo Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual estaba en Su cuerpo teofánico llamado el Verbo de Dios; y luego se hizo carne en aquel velo de carne llamado Jesús de Nazaret, el cual nació en Belén de Judea por medio de la virgen María, descendiente del rey David.
Ahora podemos ver que este misterio de la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías, fue cumplido conforme a las profecías del Antiguo Testamento; pero el cumplimiento de este misterio, de esta promesa, de este evento tan grande, fue cumplido en simplicidad, fue cumplido en humildad, en un sencillo joven carpintero de Nazaret.
Y surge la pregunta para los que vivimos en este tiempo final: Si Dios cumpliera la Segunda Venida de Cristo en un obrero de la construcción, como la cumplió dos mil años atrás en este obrero de la construcción, este joven carpintero Jesús; si la cumpliera nuevamente en un obrero de la construcción, ¿cuántos lo recibirían? Si cumpliera Su Venida en un velo de carne que fuera un obrero de la construcción, ¿cuántos dirían: “Yo creo el cumplimiento de Su Venida”?
Ahora, tenemos que tener nuestros ojos bien abiertos, porque el precursor de la Segunda Venida de Cristo dijo que si no vigilamos nos pasará por encima de nuestras cabezas y ni siquiera nos daremos cuenta del cumplimiento de Su Venida.
Ahora, hemos tenido muchos intérpretes bíblicos, teólogos, eruditos bíblicos, que han dado sus propias interpretaciones con relación a las profecías de la Segunda Venida de Cristo; como también para el tiempo de la Primera Venida de Cristo ya los teólogos, los eruditos de la religión hebrea, también habían dado sus interpretaciones con relación a la Venida del Mesías.
Pero cuando se cumplió la Venida del Mesías en esa forma tan sencilla, en un velo de carne, un obrero de la construcción, un joven carpintero llamado Jesús de Nazaret, eso en ningún momento estaba en las interpretaciones teológicas de los eruditos bíblicos de la religión hebrea. Que la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo para aquel tiempo sería en un velo de carne, en un obrero de la construcción, eso no estaba ni siquiera en una idea lejana de los grandes eruditos de la religión hebrea.
Pero vean, Dios escondió de los ojos de los sabios y entendidos la Primera Venida de Cristo. Eso es lo que dice Cristo en San Mateo, capítulo 11, verso 25 en adelante, cuando dice:
“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.
Sí, Padre, porque así te agradó.
Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.
Ninguna persona de la religión hebrea podía revelar quién era el Hijo ni quién era el Padre, sino Jesucristo.
Esta revelación la tuvieron los discípulos del Señor Jesucristo, pues cuando Jesucristo pregunta a Sus discípulos: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”, comienzan Sus discípulos a decir: “Unos dicen que tú eres Elías, otros piensan que tú eres Juan el Bautista…”. Vamos a leerlo aquí: San Mateo, capítulo 16, verso 13 en adelante, dice:
“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?
Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas”.
Esa es la opinión que tenían unas personas, y otras personas, y otras personas: unos pensaban que era Juan el Bautista, otros pensaban que era el profeta Elías, otros pensaban que era el profeta Jeremías y otros pensaban que era alguno de los profetas. O sea, pensaban que era alguno de los profetas que había resucitado, otros pensaban que era el profeta Jeremías que había resucitado, otros pensaban que era el profeta Elías que había regresado, otros pensaban que era Juan el Bautista que había resucitado y por eso obraba esas maravillas.
“Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”.
Ahora vean ustedes cómo la revelación de quién era Jesús: de que Él era el Hijo de Dios, el Mesías prometido para el pueblo hebreo, esa revelación venía del Cielo para las personas que estaban escritas en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Y por medio de la sabiduría humana y de las enseñanzas teológicas de la religión hebrea, no pudieron saber aquellos grandes teólogos y grandes líderes religiosos de la religión hebrea, el Concilio del Sanedrín (compuesto por 70 sabios hebreos, doctores en divinidad) y la cabeza del Concilio del Sanedrín, que era el sumo sacerdote…; ni siquiera el sumo sacerdote, con toda la sabiduría teológica que tenía, ni siquiera el sumo sacerdote pudo saber que Jesús de Nazaret era el Mesías prometido para el pueblo hebreo.
Y aun cuando él quiso que Jesús dijera que Él era el Mesías, el Hijo del Dios viviente…; quiso que Jesús lo dijera delante de aquel concilio reunido allí, para que condenaran a Jesús, y para el sumo sacerdote condenarlo diciendo que era digno de muerte, y decir que había blasfemado al decir que era Hijo de Dios5.
Ahora vean cómo ni siquiera el sumo sacerdote, el hombre más sabio del pueblo hebreo…; conceptuado el más sabio, pero miren, vino a ser el más ignorante del pueblo hebreo como la cabeza de la religión hebrea; porque no pudo comprender y recibir la Venida del Mesías, la Venida del Ángel del Pacto, la Venida del Verbo hecho carne en aquel sencillo joven carpintero de Nazaret llamado Jesús.
Fue en el velo de carne donde tropezó el sumo sacerdote, donde tropezó la mayor parte del Concilio del Sanedrín y donde tropezó cada líder de la religión hebrea que rechazó a Cristo.
En ese velo de carne fue que tropezaron los fariseos y los saduceos, pero en ese velo de carne fue que los discípulos de Jesucristo recibieron la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Donde tropezaron los sabios y entendidos de este mundo con la sabiduría humana, creyeron los escogidos de Dios, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Este misterio estaba escondido de los sabios y entendidos, y solamente podía ser revelado por Jesucristo a los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero.
Este es el misterio que Cristo estaba dando a conocer en Su ministerio, a los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero; este fue el misterio que Cristo reveló a Sus discípulos dos mil años atrás, el misterio de la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová en carne humana, en aquel velo de carne tan sencillo llamado Jesús de Nazaret.
Cuando Felipe quiso conocer y ver al Padre, le dice a Jesús: “Muéstranos al Padre, y nos basta”. Jesús le dice: “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, Felipe, y todavía no me has conocido? ¿No sabes que yo estoy en el Padre, y el Padre está en mí (o viceversa); y el que me ha visto a mí, ha visto al Padre?”6.
Era el Padre manifestado en carne humana en Jesús. Era la manifestación del Dios de Abraham, de Isaac y de Israel en carne humana, en aquel velo de carne que Dios creó en el vientre de María cuando creó una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, y formó, creó, ese cuerpo que nació de la virgen María en Belén de Judea, el cual recibió por nombre Jesús, de acuerdo a como el Arcángel Gabriel le dijo a la virgen María que le pusiera por nombre7; y ese nombre significa ‘Redentor’, ‘Salvador’.
Es el mismo nombre de Josué. Josué en hebreo y Jesús en griego; pero en medio del pueblo hebreo, pues se usa el nombre Jesús también, en griego, o se usa en hebreo, que es Josué.
Ahora, vean ustedes cómo Josué colocó el pueblo hebreo en la tierra prometida, y cómo nuestro Josué (que es Jesucristo, el Ángel del Pacto) coloca a Su Iglesia en la tierra nueva, en la tierra prometida: primeramente la tierra prometida del cuerpo teofánico, del espíritu teofánico, y nos coloca así en la sexta dimensión; y luego, para el Día Postrero, tenemos la promesa que nuestro Josué (que es nuestro Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová) nos colocará en la tierra nueva o tierra prometida del nuevo cuerpo, en este tiempo final, en el Día Postrero, en donde los muertos en Cristo resucitarán primero, en cuerpos inmortales, en cuerpos eternos (y así estarán en la tierra prometida del cuerpo nuevo), y luego nosotros los que vivimos seremos colocados en la tierra prometida del cuerpo nuevo.
Porque así como este cuerpo que tenemos es del polvo de la tierra…, por lo tanto es tierra, pero es la tierra vieja, el cuerpo viejo, el cuerpo que viene por medio de la descendencia de Adán (viene por medio de Adán, pero en una raza caída); pero ahora tenemos la promesa de una tierra nueva, de un cuerpo nuevo; y esa tierra nueva, como cuerpo, será el cuerpo nuevo, el cuerpo eterno que Él nos dará a todos nosotros en este Día Postrero.
Y vean, el pueblo hebreo, cuando salió de Egipto, llevó a la tierra prometida los restos de José8.
Ahora vean cómo entran a la tierra prometida los muertos creyentes y cómo entran a la tierra prometida los vivos creyentes. Allá entraron a la tierra prometida, están representados así.
Luego también encontramos a Moisés, el cual, aunque murió en el desierto, aunque murió frente a la tierra prometida allá en el monte9, encontramos que luego él entró en su cuerpo teofánico a la tierra prometida; y por eso apareció en el Monte de la Transfiguración hablando con nuestro Señor Jesucristo, y también apareció el profeta Elías.
Y ahora, vean ustedes cómo para nuestra entrada a la tierra prometida, encontramos que nuestro Josué (que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es nuestro amado Señor Jesucristo, el Ángel de Jehová que se hizo carne y fue conocido por el nombre de Jesús o de Jesucristo), Él es el que nos colocará en la tierra prometida del nuevo cuerpo.
Él ha estado en Su Iglesia de edad en edad, nuestro Josué, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Espíritu Santo. Y para este tiempo final, luego de Él haber colocado en la tierra prometida del cuerpo teofánico —del espíritu teofánico de la sexta dimensión— a todos Sus escogidos, luego colocará en la tierra prometida del cuerpo físico a todos los escogidos, que tienen su cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
No importa que hayan partido o estén vivos aquí en la Tierra en cuerpos mortales: lo importante es que hayan creído en Cristo como su Salvador, hayan lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y hayan recibido el Espíritu Santo, o sea, el Espíritu de Cristo; y así han recibido el nuevo nacimiento.
El cuerpo eterno que recibirán los muertos en Cristo y nosotros los que vivimos en el Día Postrero, es para los que han nacido de nuevo, que vienen a ser parte del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, vienen a ser las personas que componen el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Ahora, vean cómo para el Día Postrero llega el tiempo de la redención para el Israel terrenal, para ser restaurado, y restaurarse el Reino de Dios en medio del pueblo hebreo, y ser restaurado el Trono de David en medio del pueblo hebreo. Y así el pueblo hebreo será restaurado en todo el Programa Divino y será instrumento de Dios para —por medio del pueblo hebreo— Dios llevar a cabo grandes cosas en este planeta Tierra; porque en medio del pueblo hebreo estará el Reino de Dios manifestado.
En medio del pueblo hebreo estará el Gobierno de Dios, y desde allí se llevará a cabo el gobierno de Dios para el pueblo hebreo y para todas las naciones; desde allí gobernará Dios, a través de la manifestación del Mesías en medio del pueblo hebreo. O sea que el Mesías se sentará en el Trono de David.
Por eso viene como Hijo del Hombre e Hijo de David: para reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, porque Él es heredero al Trono de David y al Reino de David sobre el pueblo hebreo; y Él es, como Hijo de Abraham, heredero a todo el territorio que Dios le dio a Abraham y a la descendencia de Abraham; y Él es heredero, como Hijo del Hombre, a todo el planeta Tierra con todos sus habitantes, para reinar sobre todo el planeta Tierra; y reinará desde Jerusalén, porque Jerusalén será la capital del mundo; privilegio único que tiene solamente una nación: la nación hebrea.
Cuando Jacob compró la primogenitura a Esaú10, obtuvo todas estas grandes bendiciones, pues están contenidas en la Bendición de la Primogenitura que compró Jacob; y que luchó por ella para que también fuera hablada por su padre Isaac sobre Jacob11; y luego también el Ángel de Jehová habló la bendición sobre Jacob y le cambió el nombre a Jacob por Israel12.
Todo eso tiene que ver con la Bendición de la Primogenitura, y todo eso tiene que ver con el Reino de Dios en medio del pueblo hebreo, y con el Mesías reinando sobre el Trono de David en medio del pueblo hebreo, en Jerusalén.
Y estamos en el tiempo en que de un momento a otro la nación hebrea será redimida totalmente, de un momento a otro la nación hebrea obtendrá su redención total como nación, y será establecido el Reino de Dios en medio del pueblo hebreo; será establecido el Reino del Mesías en medio del pueblo hebreo, sobre el Trono de David, y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones. Y el pueblo hebreo vendrá a ser instrumento del Mesías para ese Gobierno mundial que tendrá el Mesías y que será administrado desde Israel. O sea que la nación hebrea es la nación que tiene esa bendición como nación.
Y el anhelo y esperanzas del pueblo hebreo: de un Gobierno mundial en el cual la nación hebrea esté a la cabeza, se convertirá en una realidad para el pueblo hebreo, porque la nación que estará a la cabeza de todas las naciones será la nación hebrea: Israel; y tendrá allí al Mesías sobre el Trono de David reinando por mil años y luego por toda la eternidad.
El territorio de Israel será extendido, y sus límites serán los límites que Dios le dijo a Abraham y le dijo a Josué; y el gobierno será desde Israel y sobre Israel, y se extenderá a todas las naciones del planeta Tierra. O sea que la bendición que Dios tiene para el pueblo hebreo es la más grande que nación alguna pueda recibir como nación; porque Dios lidia con el pueblo hebreo como nación, pero con las naciones gentiles Dios no lidia como naciones, sino que lidia con individuos de las naciones gentiles.
Pero por causa de Dios tener entre los gentiles los escogidos que vendrían a ser parte del Cuerpo Místico de Cristo, la bendición que viene sobre los escogidos influye y trae bendición para esas naciones gentiles, a medida que se van llevando a cabo las diferentes etapas de la Iglesia del Señor Jesucristo entre los gentiles. O sea que la bendición para los gentiles depende de la bendición de Dios sobre los escogidos, sobre Su Iglesia, que es creada por Cristo con personas de entre los gentiles —la mayor parte— y algunos del pueblo hebreo; así ha sido de edad en edad.
Y ahora, el Israel terrenal, el pueblo hebreo, está a punto de obtener plena redención; pero está también el Israel celestial, que está a punto de obtener plena redención. Y cuando decimos “plena redención”, hablamos de la redención del cuerpo, o sea, la transformación de nuestros cuerpos; porque redimir es ‘volver a su lugar original’; y los hijos e hijas de Dios volverán a tener cuerpos inmortales, cuerpos eternos, como el cuerpo del Señor Jesucristo.
Cristo es el principio, el primero de esa Nueva Creación que Él está llevando a cabo; Él es el principio de la Creación de Dios13. Y así como Dios creó el cuerpo físico de Jesús, Dios creará un cuerpo físico y eterno para cada uno de nosotros.
Y así como antes de Jesús tener Su cuerpo físico, tuvo Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión; así también, antes de nosotros tener nuestro cuerpo físico eterno, primero tenemos que tener nuestro cuerpo teofánico; y ese es el que obtenemos al creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así es como obtenemos ese Espíritu de Dios, ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Ahora vean ustedes cómo hemos estado en el proceso del Programa Divino obteniendo primeramente el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, así como Jesús obtuvo primero Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, llamado el Verbo de Dios.
Y primero, antes de hacerse carne, el Dios Todopoderoso se hizo cuerpo teofánico, y habitó en ese cuerpo teofánico llamado el Ángel de Jehová; y luego se hizo carne y habitó entre los seres humanos, y fue llamado, el nombre del velo de carne, Jesús. Ese es el nombre del velo de carne que Dios le dio, y el cual comunicó por medio del Arcángel Gabriel a la virgen María14.
Y ahora, todos nosotros tenemos nuestros nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero; y ese nombre que tenemos allá escrito es el nombre eterno que hemos de tener por toda la eternidad.
Nuestros padres terrenales le pusieron nombre al cuerpo físico que nació a través de la unión de papá y mamá; pero Dios es el que les coloca el nombre eterno a los que nacen de Dios, porque es el Padre. Vean ustedes, los padres son los que les ponen el nombre a sus hijos, y Dios es el que les coloca el nombre eterno a Sus hijos.
Nadie puede venir a decir: “Yo quiero que el nombre eterno de mi hijo sea el que yo le puse”. Ese nombre que le pusieron es el nombre que ustedes le dieron, pero el nombre eterno, pues lo coloca nuestro Padre eterno. Es el Padre celestial el que nos coloca el nombre eterno que hemos nosotros de tener, y ese nombre ya fue antes del nombre que nuestros padres terrenales le pusieron a nuestro cuerpo terrenal.
O sea que primero fue nuestro nombre eterno; pero por cuanto hemos sido manifestados no en el cuerpo eterno, entonces no hemos venido con nuestro nombre eterno, sino que por causa de que hemos nacido por medio de nuestros padres terrenales, ellos nos colocaron un nombre terrenal para este cuerpo terrenal; y en eso pues Dios también los inspiró.
Y si alguno pues no recibió inspiración para ponerle el nombre correcto y le puso un nombre que no es correcto, un nombre con un significado malo, pues miren: Jacob, el cual recibió ese nombre de parte de sus padres terrenales, luego Dios le cambió ese nombre por Israel; porque el nombre Jacob significa ‘suplantador’, pero cuando Dios le colocó el nuevo nombre, ese nuevo nombre significaba ‘príncipe con Dios’; y de ‘suplantador’ a ‘príncipe’ va mucho. Los nombres siempre tienen que ver con la vida de la persona.
Ahora, podemos ver que Dios tiene para Sus hijos un nombre eterno, para cuando estemos en ese cuerpo eterno; pero no nos preocupamos ahora en tratar de averiguar cuál es ese nombre, pues cuando tengamos el nombre eterno [cuerpo eterno] ya lo vamos a saber. Espere que reciba el cuerpo eterno y entonces va a saber cuál es el nombre eterno que Dios tiene o tenía para usted.
Ahora, podemos ver que también Dios dice en Su Palabra que escribirá un nombre nuevo sobre el Vencedor; y también la Iglesia del Señor Jesucristo, que es la que obtiene la victoria como Cuerpo Místico de creyentes, recibirá también un nombre nuevo y eterno; y ese será el Nombre Eterno de Dios.
Y también dice la Escritura en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, que Jesús tiene un nombre nuevo; y eso es algo que todavía la raza humana no ha podido comprender y que la teología no ha podido explicar claramente. Los sabios y entendidos de este mundo en asuntos religiosos no han podido comprender el misterio del Nombre Nuevo del Señor Jesucristo, pero está escrito ahí que Él tiene un nombre nuevo. Apocalipsis, capítulo 3, verso 12, dice:
“Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.
Esta Escritura estremece a los grandes sabios en asuntos religiosos, porque saben que la Segunda Venida de Cristo tendrá que ver con ese Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.
Y la Segunda Venida de Cristo, siendo el evento más grande de todos los eventos prometidos para la Iglesia del Señor Jesucristo, para ser cumplido en el Día Postrero, es el evento que le traerá las grandes bendiciones de Dios, para ser transformados y entrar al cuerpo eterno los que estamos vivos, y los muertos en Cristo resucitar en cuerpos eternos, y entrar así a eternidad con un cuerpo eterno.
Pero se requiere la Segunda Venida de Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y esto es para el día o tiempo de redención: tiempo de redención para el Israel celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo, y para el Israel terrenal, el pueblo hebreo.
Y el cumplimiento de la promesa de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles tiene que ser de acuerdo a las profecías del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, y tiene que ser acuerdo a lo que precursó el precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Y tenemos nosotros que conocer cómo dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que sería la Segunda Venida de Cristo, que sería la Venida del Ángel Fuerte que desciende el Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, y Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 al 21; porque no puede ser de otra forma: tiene que ser de acuerdo a como ya está profetizado, porque ya eso es algo que Dios ordenó, predestinó, desde antes de la fundación del mundo. O sea que este evento no es una promesa solamente del Nuevo Testamento, sino del Antiguo Testamento también, y es una promesa que está ya destinada desde antes de la fundación del mundo.
Ahora, ¿qué dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que será la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo? En el mensaje, en el libro de Los Sellos en español, predicado por el reverendo William Branham, en la página 57 dice, hablando del Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, dice así:
“‘Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza…’.
17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin”.
Viene directamente a los judíos, al pueblo hebreo (¿por qué?), porque la Iglesia del Señor Jesucristo ha llegado al fin – a su fin. Y, vean ustedes, viene directamente al pueblo hebreo: viene el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el mismo Jesucristo, descendiendo del Cielo; es el Ángel del Pacto descendiendo del Cielo. Es el Ángel del Pacto, que libertó al pueblo hebreo de Egipto y los llevó a la tierra prometida, y ahora desciende del Cielo nuevamente y viene directamente para el pueblo hebreo; pero vean ustedes lo que será de la Iglesia del Señor Jesucristo. Dice:
“‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’”.
El sol, cuando sale en la mañana, un nuevo día ha comenzado. Antes vemos la estrella de la mañana; y la estrella de la mañana representa a Cristo. Cristo dijo15: “Yo soy la Estrella resplandeciente de la Mañana”. Y también Cristo es el Sol de Justicia16, representado en el sol que nace en la mañana, para alumbrar todo el día.
El sol, cuando sale, toma las gotitas de rocío y las regresa a donde estaban antes de llegar a ser gotas de rocío. Y cuando el Sol de Justicia sale en el Día Postrero, la Segunda Venida de Cristo, significa que los escogidos de Dios, los hijos e hijas de Dios, como gotitas de rocío, regresarán a donde estaban antes de venir a esta Tierra: regresarán a la eternidad, a la Casa de nuestro Padre celestial.
“18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel”.
¿Quién es el Mensajero a Israel? El Ángel del Pacto, Jesucristo, que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10; pero Él tiene que velarse en carne humana para poder ir al pueblo hebreo, y tiene que velarse en carne humana para poder manifestarse a Su Iglesia gentil; porque dondequiera que esté Él manifestado, estará velado en carne humana.
“Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada…”.
¿Cuándo es que aparece este Ángel Fuerte, Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, descendiendo del Cielo? Es cuando la Iglesia del Señor Jesucristo está a punto de ser raptada; es cuando la Iglesia del Señor Jesucristo llega al final, al fin del tiempo.
“¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia”.
Ahora, vean ustedes, viene directamente para el pueblo hebreo, pero viene por Su Iglesia porque está a punto de ser raptada, porque ha llegado a su final; y se completa el número de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, se completa el número de los escogidos de Dios, y Él tiene que llevarse de esta Tierra a Su Iglesia, a los que forman parte de Su Iglesia; porque los juicios de la gran tribulación van a caer sobre esta Tierra, pero la Iglesia del Señor Jesucristo, por cuanto ha sido lavada en la Sangre de Jesucristo, no tiene pecados, y no puede Dios derramar Sus juicios divinos sobre este planeta Tierra estando Su Iglesia aquí; porque Su Iglesia no puede pasar por la gran tribulación, porque no tiene pecado.
La gran tribulación es para aquellos que tendrán sus pecados sin haber sido lavados en la Sangre de Cristo, sin haber sido quitados, y sin haber nacido de nuevo esas personas. La gran tribulación es para la purificación del planeta Tierra como planeta; es para la purificación del pueblo hebreo: de 144.000 hebreos que pasarán por la gran tribulación, y el resto del pueblo hebreo que pasará también por la gran tribulación; y es para la purificación también de las vírgenes fatuas o vírgenes insensatas, que no tenían aceite en sus lámparas. Eso es lo que hará el Sexto Sello; tiene un propósito triple el Sexto Sello.
Y por cuanto la Iglesia del Señor Jesucristo no tiene pecado, pues no tiene de qué ser purificada con los juicios de la gran tribulación; por lo tanto, Cristo se la lleva antes de comenzar la gran tribulación. Viene como el Ángel Fuerte que desciende del Cielo y viene directamente a Su Iglesia antes de manifestarse al pueblo hebreo.
Y ahora, vean cómo viene: viene como el Mensajero a Israel, pero viene a Su Iglesia gentil; y viene con el Librito abierto en Su mano; y viene clamando como cuando ruge un león y siete truenos emitiendo sus voces; viene con el Título de Propiedad, para darnos el Título de Propiedad y obtener el derecho para la restauración a la vida eterna aun físicamente también; y así obtener el derecho a la redención de nuestro cuerpo físico, y volver los hijos e hijas de Dios a ser personas con cuerpos eternos y espíritus teofánicos eternos también; y así estar sobre este planeta Tierra millones de seres humanos perfectos, a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ese es el Gran Ejército con el cual Él viene en Apocalipsis, capítulo 19. Ese Gran Ejército de Jesucristo, del Hijo del Hombre, del Mesías, es el poderoso Ejército que no tiene ni tendrá limitaciones en cuanto a las cosas que podrán hacer; y la victoria siempre será una victoria segura para Cristo y Su Ejército.
Ahora, veamos la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, lo cual es la Venida de Cristo para este Día Postrero. En la página 277 del libro de Los Sellos en español, dijo el reverendo William Branham orando, en una parte de la oración dijo:
“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.
¿Quién es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? Es el Espíritu Santo, es Jesucristo en Espíritu Santo; y Él viene para llamar los Suyos en este Día Postrero. Él llamó los Suyos de edad en edad, y en este Día Postrero Él viene llamando y juntando a Sus escogidos, llamando y juntando los Suyos en este tiempo final.
¿Y qué será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 en Su cumplimiento en este Día Postrero? Que lo diga el precursor de la Segunda Venida de Cristo. En la página 256 del libro de Los Sellos en español, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, hablando del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 dice:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Para poder ver, para poder encontrar y ver y recibir la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Venida del Señor, tenemos que encontrar el velo de carne donde estará manifestado el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo a través de carne humana. Si encontramos el velo de carne donde estará el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero, estaremos encontrando la manifestación del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19; y estaremos entonces siendo llamados y juntados en este Día Postrero.
Ahora, veamos lo que dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo con relación a este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.
La pregunta de muchas personas es: “¿Dónde?, ¿en qué territorio se cumplirá esta promesa? ¿De qué territorio vendrá el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19?”. Él viene del Cielo, el Espíritu Santo, para ser manifestado en carne humana aquí en la Tierra.
Y en la página 2 del mensaje “El único lugar provisto de Dios para adorar”17, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham, dice que estaba…, dice:
“Yo estaba poniéndome viejo, y pensé: ‘¿Haré yo…? ¿Habrá otro avivamiento? ¿Veré otra época?’”.
De edad en edad hubo un avivamiento en cada edad, cuando Dios envió cada mensajero; y ahora él se pregunta: “¿Habrá otro avivamiento? ¿Habrá otra época donde habrá otro avivamiento?”. Dice:
“Y tan solo recuerden: Del occidente vendrá un jinete en un caballo blanco. Recorreremos este sendero nuevamente. Eso es correcto. Tan pronto estén preparados. Es una promesa”.
Si es una promesa, tiene que estar en la Biblia; y la promesa de un jinete en un caballo blanco viniendo está en Apocalipsis 19: es el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19; y ahora aquí él nos da un detalle muy importante.
El Espíritu de Cristo en el precursor de la Segunda Venida de Cristo, William Marrion Branham, profetiza y nos da más luz con esta profecía, diciéndonos (el Espíritu Santo a través del precursor de la Segunda Venida de Cristo) que vendrá del occidente ese Jinete en un caballo blanco; o sea que será una manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, manifestado en el Día Postrero en el occidente y en un occidental.
Occidente corresponde a Norteamérica, América Latina y el Caribe.
La séptima edad de la Iglesia gentil ya se cumplió en Norteamérica; y solamente queda la América Latina y el Caribe para la Edad de la Piedra Angular, y para el cumplimiento de la Venida de este Jinete, que es Jesucristo en Espíritu Santo viniendo velado en carne humana en el Día Postrero.
Y solamente queda la América Latina y el Caribe para el cumplimiento de estas promesas correspondientes al Día Postrero, relacionadas a la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo llamando y juntando a Sus escogidos en el Día Postrero por medio de Su manifestación a través de carne humana; viene velado en carne humana.
Para encontrar la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero, tenemos que encontrar el velo de carne a través del cual Él estará manifestado; y entonces estaremos viendo la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 llamando y juntando a todos Sus escogidos en el Día Postrero.
Y estaremos viendo también Sus Ángeles viniendo con Él; porque Él dijo que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles18. Donde veamos la Venida del Hijo del Hombre, también veremos la venida de Sus Ángeles, que son la venida de los ministerios de Moisés y Elías; porque Sus Ángeles son los Dos Olivos: Moisés y Elías.
Ahora podemos ver este misterio correspondiente a este tiempo final.
En el mensaje “El evangelismo del tiempo final”19, el precursor de la Segunda Venida de Cristo dice algo muy importante con relación a la Venida de Cristo cabalgando; dice, página 54 del mensaje “El evangelismo del tiempo final”, dice:
“Y parece que está bastante débil ahora para ambos, el Mensaje y el mensajero (o sea, para el precursor de la Segunda Venida de Cristo estaba llegando un tiempo en donde él dice que parece que está bastante débil ahora para ambos, o sea, el Mensaje y el mensajero). ¡Pero no se preocupen! EN ALGUNA PARTE, no sé cómo pero estoy confiando en Él. Él vendrá a la escena algún día. No se preocupen. Vamos a estar juntos”.
Ahora vean cómo él dice que en alguna parte y en algún día Él vendrá a la escena. ¿Vendrá cómo? Cabalgando. Si viene cabalgando, viene sobre un caballo; y ese es el caballo de Apocalipsis, capítulo 19; y el Jinete es Jesucristo en Espíritu Santo viniendo en el Día Postrero velado y revelado en y a través de carne humana.
Pero ese velo de carne donde estará Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero, llamando y juntando a Sus escogidos, no será el Señor Jesucristo; él solamente será un velo de carne, un mensajero, un profeta mensajero enviado por Jesucristo para la Edad de la Piedra Angular y para la Dispensación del Reino; porque ese es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino, el cual es mencionado por Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, como Su Ángel Mensajero, cuando dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, por medio de Su Ángel Mensajero son dadas a conocer las cosas que Cristo dijo en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, que nos daría a conocer, cuando dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”. Cristo con esa Voz de Trompeta habló así, prometió así. Y luego en Apocalipsis 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿Qué viene haciendo o dando a conocer este Ángel del Señor Jesucristo? Viene dando a conocer las cosas que deben suceder pronto, viene dando a conocer todas estas profecías que corresponden a este tiempo final.
Ninguna persona podrá comprender estas profecías correspondientes al tiempo final, excepto por medio del Mensaje del Ángel del Señor Jesucristo, que viene dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Por eso Jesús dijo: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas (o sea, de estas cosas que deben suceder pronto)”.
Y si Dios ha establecido que será por medio de Su Ángel Mensajero que serán dadas a conocer estas cosas, entonces eso será lo que Dios estará respaldando; porque Dios no puede respaldar otra cosa sino Su Programa, lo que Él ha prometido; y lo que estará dando a conocer este Ángel Mensajero será lo que Dios estará confirmando, lo que Dios estará respaldando, en este tiempo final.
Y lo que él estará dando a conocer será de acuerdo a las profecías del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, y a las profecías que el Espíritu Santo dio por medio del precursor de la Segunda Venida de Cristo. O sea que todo encajará perfectamente y no habrá ningún error, no habrá nada fuera de lugar: todo encajará perfectamente con las profecías del Antiguo Testamento, del Nuevo Testamento y del precursor de la Segunda Venida de Cristo.
Y nadie podrá conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo, sino Su Ángel Mensajero, y aquellos a quienes Su Ángel Mensajero lo revele en este Día Postrero.
¿Y quiénes serán los bienaventurados que recibirán esa revelación? Serán los bienaventurados de la Iglesia del Señor Jesucristo que estarán viviendo en la etapa de la Edad de la Piedra Angular en el Día Postrero; porque la Iglesia del Señor Jesucristo ha llegado a la etapa más importante de su existencia: ha llegado a la Etapa de Oro, la Edad de Oro, la Edad de la Piedra Angular, en donde Jesucristo envía Su Ángel Mensajero para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Y ahí es donde los miembros del Cuerpo Místico de Cristo estarán recibiendo la revelación de Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero, de todas estas cosas que deben suceder pronto; y así obtendrán el conocimiento del misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, este Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo. Por eso Juan quiso adorarlo cuando se postró a sus pies, en Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10, y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 al 10, pero el Ángel le dijo que no lo hiciera: que adorara a Dios.
Este Ángel Mensajero, vean ustedes, ministró a Juan el apóstol esta revelación apocalíptica en la década del 90, del tiempo de Juan el apóstol, y la década del 90 de la era cristiana (del año o década del 90). Eso fue un tiempo de dos años, en los cuales Juan el apóstol recibió estas revelaciones del libro del Apocalipsis, enviadas por Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero.
Es este Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, este profeta mensajero de Jesucristo, el que le ministra a Juan el apóstol esta revelación apocalíptica que tenemos como último libro de la Biblia.
Este Ángel Mensajero, vean ustedes, antes de aparecer en la Tierra en carne humana en el Día Postrero, le ministró a Juan: estando en su cuerpo teofánico, en espíritu, le ministró a Juan la revelación apocalíptica que Juan escribió.
Juan fue transportado al Día del Señor, dice en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11; dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega? Nuestro amado Señor Jesucristo, que es también el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová. Y Juan el apóstol escuchó la Voz de Cristo, la Voz del Alfa y Omega, como una Gran Voz de Trompeta hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, y Juan escuchó esa Voz. O sea que Juan fue transportado para ver estas revelaciones apocalípticas que fueron mostradas por el Ángel del Señor Jesucristo; y escribió todos esos símbolos apocalípticos que él vio, los cuales tienen un significado.
Ahora, para el Día Postrero Jesucristo envía Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas a todas las iglesias; para todos los hijos e hijas de Dios. No importa en qué congregación o en qué secta religiosa o en qué agrupación religiosa estén, Jesucristo envía Su Ángel Mensajero para dar testimonio de estas cosas; y así que los escogidos de Dios, los hijos de Dios, obtengan el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero; y su fe sea reavivada en este Día Postrero y reciban un despertamiento espiritual en este Día Postrero.
Hemos llegado al tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos. Hemos llegado al tiempo en que un despertamiento espiritual se llevaría a cabo; y esto es para EL TIEMPO DE REDENCIÓN PARA ISRAEL, para el Israel terrenal y para el Israel celestial.
Estamos en la etapa del Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y luego Jesucristo en Espíritu Santo pasará al pueblo hebreo, en Su manifestación final, velado y revelado a través de carne humana, para darse a conocer al pueblo hebreo; y ellos lo recibirán; y se llevará a cabo el reclamo en toda su totalidad del Trono de David, para sentarse el Mesías sobre el Trono de David.
Hemos visto el tiempo de redención para Israel como nación y para la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Israel celestial, en donde como Cuerpo Místico la Iglesia de Jesucristo recibirá las grandes bendiciones prometidas por Cristo para Su Iglesia para este tiempo final; y los miembros de Su Cuerpo Místico recibirán la redención del cuerpo, o sea, la transformación de nuestros cuerpos nosotros los que vivimos, y la resurrección en cuerpos eternos de los muertos en Cristo, que ya han partido y se encuentran en el Paraíso.
Este es EL TIEMPO DE REDENCIÓN PARA ISRAEL, para el Israel terrenal (el pueblo hebreo) y para el Israel celestial (la Iglesia del Señor Jesucristo).
“EL TIEMPO DE REDENCIÓN PARA ISRAEL”.
Hemos visto que cuando se torne Dios al pueblo hebreo, Israel entrará en pleno cumplimiento de la Séptima Trompeta de Apocalipsis 11:15 en adelante, y serán llamados y juntados los escogidos de entre los hebreos; y entrará el pueblo hebreo a esa etapa de la expiación, del día de expiación, en donde todos tenían que afligirse por sus pecados y llorar, lamentarse delante de Dios; y el que no lo hiciera, sería cortado del pueblo.
Eso se va a materializar para el pueblo hebreo, y van a ver ellos la Expiación; y ellos van a ver y a entender la Segunda Venida de Cristo, y van también a comprender lo que fue la Primera Venida de Cristo; y van a llorar por el pecado de haber rechazado a Cristo en Su Primera Venida y haberlo crucificado o haber pedido la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, la cual fue efectuada por el imperio romano.
Y lo que para la Iglesia del Señor Jesucristo es el Séptimo Sello (la Segunda Venida de Cristo), para el pueblo hebreo será la Séptima Trompeta. Sonará esa Séptima Trompeta, la Trompeta Final, ¿y qué estará revelando?, ¿qué estará hablando?, ¿qué estará dando a conocer? Estará dando a conocer el Séptimo Sello, estará dando a conocer (¿qué?) el misterio de la Segunda Venida de Cristo.
En la página 35 del mensaje “Cisternas rotas”20 dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham:
“‘… porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. La sexta ya ha sonado. Y esa última Trompeta, como el último Sello, será la Venida del Señor. ‘(…) y los muertos en Cristo se levantarán primero’. Solo es un descanso hasta ese momento”.
¿Qué será el Séptimo Sello para la Iglesia gentil? Pues será lo que será la Séptima Trompeta para el pueblo hebreo.
También en el mensaje “Fiesta de las Trompetas”21, página 46 y 47, dice:
“Noten ahora, en conclusión, el ministerio como el séptimo ángel. Estos dos testigos estarán debajo de esa Trompeta (o sea, debajo de la Séptima Trompeta, debajo de esa Séptima Trompeta)…”.
Dice:
“… justo antes de la Séptima Trompeta…”.
Vamos a ver aquí:
“… la Sexta Trompeta, justo antes de la Séptima Trompeta…
Ahora, recuerden, y les dije que yo devolvería esta ‘Gran Voz de Trompeta’”.
Vean ustedes, la Voz de Cristo estaba en San Pablo, y luego de San Pablo pasó a Ireneo, luego de Ireneo pasó al mensajero Martín; luego la Voz, la Trompeta, luego de Martín pasó a Colombo; luego de Colombo pasó a Lutero, luego de Lutero pasó a Wesley, luego de Wesley pasó al reverendo William Branham; y él dice: “Ahora yo devolveré esta Trompeta”. Luego del reverendo William Branham pasará a los Dos Olivos, pasará al ministerio correspondiente al Día Postrero, que será el ministerio de los Dos Olivos, será el ministerio de Moisés y Elías en el Ángel del Señor Jesucristo.
“¿Él dijo, qué haría Él, en Isaías? Él dijo que ‘la Gran Trompeta tocaría’. ¡La Gran Trompeta!. No Trompetas ahora, fiestas de las trompetas; hay dos de ellos, Moisés y Elías, para llamar las trompetas. Sino que debajo de ‘la Gran Trompeta’, la Venida del Señor, para anunciar a José volviendo, ¿ven? Todas las naciones se reunirán en Jerusalén”.
Ahora vean esta Gran Trompeta, que es (¿qué?) la Venida del Señor; esta Gran Trompeta, que es el Séptimo Sello. Dice, en el mensaje “Cisternas rotas”, donde habíamos leído anteriormente, dice:
“Y esa última Trompeta, como el último Sello, será la Venida del Señor”.
La Séptima Trompeta o Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, como el Séptimo Sello, ¿será qué? La Venida del Señor; la Venida del Ángel del Pacto, la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo, manifestándose en el Día Postrero en y través de carne humana; pero ese velo de carne donde y a través del cual se manifestará Jesucristo en Espíritu Santo no es el Señor Jesucristo.
Al Señor Jesucristo lo veremos nosotros en Su cuerpo glorificado cuando ya estemos transformados y nos vayamos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero, para estar con Él en la Cena de las Bodas del Cordero por tres años y medio; y luego regresaremos a la Tierra para estar con Él durante el Reino Milenial.
Hemos visto el misterio del tiempo de redención de Israel, tanto del Israel terrenal, el pueblo hebreo, como del Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
En la próxima actividad de hoy (a las 3:00 de la tarde que comenzaremos la actividad; y ya estaré como a las 3:30 con ustedes), estaremos viendo con más detalles (más) sobre este tiempo de redención para el Israel celestial y para el Israel terrenal; y así estaremos obteniendo mayor conocimiento para ser preparados en este Día Postrero para ser transformados, y luego ser llevados a la Cena de las Bodas del Cordero.
Hemos llegado al tiempo de la redención para nuestros cuerpos mortales, y tenemos que estar preparados para esa transformación, para esa redención de nuestro cuerpo mortal, para ser transformado y obtener así un cuerpo inmortal. Y esa bendición es para cada uno de ustedes, amigos presentes, amigos y hermanos presentes; y también para cada uno de ustedes, televidentes, radioyentes, y los que están a través de internet y a través de la línea telefónica; y los que estarán también viendo y escuchando esta conferencia; y también para mí.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también, y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. Y que pronto se complete el número de los escogidos de Dios, para que los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos; y nos veremos nuevamente a las 3:00 de la tarde, Dios mediante.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL TIEMPO DE REDENCIÓN PARA ISRAEL”.
[Revisión octubre 2020]
1 Citas, pág. 159, párr. 1418
2 San Juan 14:2-3
3 Los Sellos: “Dios en simplicidad”, pág. 52, párr. 204; “El Primer Sello”, pág. 122, párr. 99; “El Segundo Sello”, pág. 152, párr. 13; “El Tercer Sello”, pág. 197, párrs. 30-31; pág. 209, párr. 90; “El Cuarto Sello”, pág. 264, párr. 157; “Preguntas y respuestas”, pág. 412, párr. 161; “El Séptimo Sello”, pág. 449, párr. 54; pág. 472, párr. 165
4 San Mateo 1:23
5 San Mateo 26:63-65, San Marcos 14:61-64, San Lucas 22:66-71
6 San Juan 14:8-11
7 San Mateo 1:21
8 Éxodo 13:19
9 Deuteronomio 34:1-7
10 Génesis 25:27-34
11 Génesis 27:1-29
12 Génesis 32:22-32
13 Apocalipsis 3:14
14 San Mateo 1:21
15 Apocalipsis 22:16
16 Malaquías 4:2
17 SPN65-1128M “El único lugar provisto por Dios para la adoración”, págs. 1-2, párr. 6 / Citas, pág. 166, párr. 1485
18 San Mateo 16:27
19 SPN62-0603 “El evangelismo en el tiempo del fin”, pág. 47, párr. 231
20 SPN64-0726E “Cisternas rotas”, pág. 33, párr. 158 / Citas, pág. 130, párr. 1164; pág. 149, párr. 1333
21 SPN64-0719M “La Fiesta de las Trompetas”, págs. 38-39, párrs. 282-283 / Citas, pág. 129, párr. 1152