La Puerta de la Casa de Dios

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, aquí en Quito, Ecuador. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarlos y pedirle a Dios Sus bendiciones sobre cada uno de ustedes y sobre mí también.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y se materialicen, en cada uno de ustedes y en mí, las bendiciones de Jesucristo prometidas para este tiempo final para los escogidos de Dios, para Su Iglesia, que en este tiempo final estaríamos viviendo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Nos dice San Lucas, capítulo 13, verso 22 en adelante, de la siguiente manera:

“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.

Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:

Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.

Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.

Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste.

Pero os dirá: Os digo que no sé de dónde sois; apartaos de mí todos vosotros, hacedores de maldad.

Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac, a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros estéis excluidos.

Porque vendrán del oriente y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios.

Y he aquí, hay postreros que serán primeros, y primeros que serán postreros”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestros corazones y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “LA PUERTA DE LA CASA DE DIOS”.

Esta es la Puerta de la Casa de Dios, de la cual habla aquí Cristo, y dice que es una Puerta angosta.

Cristo también, en la parábola donde habla de las ovejas y del Redil, y habla del Buen Pastor y habla de la Puerta, en el capítulo 10 de San Juan, nos dice que Él es la Puerta de las ovejas, Él es esa Puerta del Redil de las ovejas; dice:

De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ese es ladrón y salteador.

Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es.

A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.

Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz.

Mas al extraño no seguirán, sino huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Esta alegoría les dijo Jesús; pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Volvió, pues, Jesús a decirles: De cierto, de cierto os digo: Yo soy la puerta de las ovejas.

Todos los que antes de mí vinieron, ladrones son y salteadores; pero no los oyeron las ovejas.

Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”.

Aquí podemos ver quién es la Puerta del Redil de las ovejas, por la cual las ovejas de Dios, los hijos e hijas de Dios, entrarían; y Él dice que la Puerta que lleva a la vida eterna, la cual es Cristo, esa Puerta es angosta.

Ahora, en la parábola que leímos de San Lucas, dice:

“Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.

Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois”.

Y luego dice, al final:

“Allí será el llanto y el crujir de dientes”.

Ahora, podemos ver que es para el tiempo final que esta Puerta será cerrada.

Esta es la Puerta de la Casa de Dios; y la Casa de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo, conforme a Hebreos, capítulo 3, verso 1 al 6; y es también el Redil donde Cristo coloca Sus ovejas, conforme a San Juan, capítulo 10: “… y habrá un rebaño y un pastor” (nos dice en el capítulo 10 [verso 16]).

Y en Hebreos, capítulo 3, vamos a leer solamente…: capítulo 3, versos 5 en adelante (5 y 6), dice:

“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros…”.

¿Quién es la Casa de Dios? Nosotros, la Iglesia del Señor Jesucristo es la Casa de Dios; compuesta por los redimidos con la Sangre de Cristo, creyentes en Jesucristo, que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido el Espíritu de Cristo.

“… la cual casa somos nosotros…”.

Ahora, vean ustedes:

“Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.

Ahora, vean ustedes, la Casa es la Iglesia del Señor Jesucristo, y la Puerta de esa Casa es Cristo. Es la Casa donde entran los creyentes en Cristo, lavados por la Sangre de Cristo; y reciben el Espíritu Santo, y nacen en esa Casa; entran a esa Casa por una Puerta, que es Cristo.

Cristo vino como Cordero de Dios y quitó el pecado del mundo. Y nadie puede entrar a esa Casa si no es por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo.

Hay que entrar por esa Puerta, que es Cristo; y al entrar por esa Puerta se reciben todos los beneficios que hay de parte de Dios en Su Casa para los hijos e hijas de Dios.

En esa Casa es que Cristo es la cabeza, Él es el Señor de Su Casa; y Él en Su Casa ha colocado siervos fieles y prudentes, o sea, mayordomos fieles y prudentes, de edad en edad, que son los mensajeros de las diferentes edades de la Iglesia del Señor; conforme a como Dios dice a través de San Marcos: dice, en el capítulo 13, versos 34 al 37:

“Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa, y dio autoridad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó que velase.

Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana;

para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo.

Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: Velad”.

¿Velad por qué? Por la Venida del Señor, velad preparados para recibirlo, para que no nos halle dormidos.

Ahora, podemos ver que el Padre de Familia (Dios) ha dejado sobre Su Casa a siervos fieles y prudentes, los cual han estado de edad en edad en la Casa de Dios dando el alimento espiritual correspondiente a cada etapa de la Iglesia de Jesucristo. Dice, capítulo 12, versos 37 al 42, de San Lucas:

“Bienaventurados aquellos siervos a los cuales cuando su Señor venga, halle velando…”.

“Bienaventurados aquellos siervos a los cuales su señor, cuando venga, halle velando; de cierto os digo que se ceñirá, y hará que se sienten a la mesa, y vendrá a servirles.

(12:37-42 de San Lucas).

Y aunque venga a la segunda vigilia, y aunque venga a la tercera vigilia, si los hallare así, bienaventurados son aquellos siervos.

Pero sabed esto, que si supiese el padre de familia a qué hora el ladrón había de venir, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa.

Vosotros, pues, también, estad preparados, porque a la hora que no penséis, el Hijo del Hombre vendrá.

Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola a nosotros, o también a todos?

Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente al cual su señor pondrá sobre su casa, para que a tiempo les dé su ración?

Bienaventurado aquel siervo al cual, cuando su señor venga, le halle haciendo así.

En verdad os digo que le pondrá sobre todos sus bienes”.

Aquí podemos ver la bendición que hay para el siervo fiel y prudente que esté dándole el alimento espiritual a los hijos e hijas de Dios en la Casa de Dios.

Para un mensajero de Dios ser un siervo en la Casa de Dios, en la Iglesia de Cristo, tiene que entrar ¿por dónde? Por la Puerta, que es Jesucristo en Su Primera Venida como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo.

Y ahora, miren ustedes, en la puerta a la cual y por la cual entraban a la casa allá…: donde tenían el cordero de la pascua o pascual, el pueblo hebreo, la noche en donde Dios estaría enviando la muerte y estaría hiriendo a los primogénitos en Egipto; encontramos que los que estarían seguros habían entrado por una puerta, la cual estaba con una señal: la señal de la sangre del cordero pascual en esa puerta; esa puerta tenía la sangre del cordero pascual1.

Y ahora, la Puerta de la Casa de Dios, donde estamos seguros, vean ustedes, tiene la Sangre del Cordero Pascual; porque Él es la Puerta y Él derramó Su propia Sangre2.

Hay muchas religiones en esta Tierra (eso es, muchas casas, hablando en términos espirituales), y cada una de esas religiones tiene la puerta de entrada a esa casa; pero la única casa segura es la casa que tiene en su puerta, en los postes y en el dintel, la Sangre del Cordero. Esa es la única Casa segura. Y por eso Cristo dijo: “Entrad por la puerta angosta”.

Y ahora, Él nos enseña que la Puerta de esa Casa será cerrada en alguna ocasión, y que habrá una persona que va a cerrar esa Casa; por lo tanto, él tendrá la autoridad, de parte de Dios, para cerrar esa Casa en el tiempo que Dios le diga.

Esa Casa, como hemos visto, siendo la Iglesia de Jesucristo, tiene la Puerta abierta para la entrada a esa Casa de los creyentes en Cristo (que lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, y reciben el Espíritu de Cristo, y por consiguiente nacen en esa Casa), donde Dios coloca, de edad en edad, siervos o mayordomos fieles y prudentes, para darles el alimento espiritual a tiempo a todos esos hijos de Dios de edad en edad.

Y ahora, Jesucristo, que es el Señor de la Casa, ascendió al Cielo, se fue; pero ha enviado Sus siervos o mayordomos fieles y prudentes, de edad en edad, para alimentar a los hijos e hijas de Dios en la Casa de Dios con el pan espiritual de la Palabra de Dios, para el alma de los hijos e hijas de Dios.

Y a través de cada uno de esos siervos fieles y prudentes, Jesucristo ha estado manifestado de edad en edad llevando a cabo Su Obra correspondiente a cada edad. Pero, ¿a través de cuál de los siervos será que Jesucristo, el Padre de la Familia celestial, a través de la manifestación de cuál de esos siervos fieles y prudentes es que la puerta de esa Casa se cerrará? Pues se cerrará antes de comenzar la gran tribulación.

Como nos dice en la parábola de las diez vírgenes, donde nos muestra, en San Mateo, capítulo 25, versos 10 en adelante, dice:

“Pero mientras ellas iban a comprar (las vírgenes fatuas iban a comprar aceite), vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!

Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

Ahora, vean que en esta parábola dice: “Y mientras ellas iban a comprar aceite (mientras las fatuas iban a comprar aceite), vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta”.

Esa es la Venida del Hijo del Hombre, la Venida del Esposo, en que las vírgenes prudentes (los escogidos de Dios) entran con Cristo a las Bodas. ¿Dónde? En la Casa de Dios. Y se cierra la Puerta con las vírgenes prudentes dentro, para esa Boda de Cristo con Su Iglesia, la cual ocurre en la Casa de Dios; pues en la Casa de Dios es que se llevan a cabo las Bodas.

Y ahora, con la puerta cerrada; o sea, es una Boda a puertas cerradas.

Y podemos ver también en otras parábolas donde nos habla Cristo de esa Boda; y del Vestido de Boda también nos habla.

Ahora, la Puerta se cerrará cuando entre hasta el último de los escogidos del Cuerpo Místico de Cristo: creyendo en Jesucristo como su Salvador, y lavando sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibiendo Su Espíritu Santo.

Cuando entre hasta el último de los escogidos…; los cuales son llamados en este tiempo final con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, revelándoles el misterio de la Segunda Venida de Cristo…; sin dejar de hablar acerca de la Primera Venida de Cristo y la Obra que Él realizó; porque la Puerta está abierta para los escogidos de Dios en la Casa de Dios, para entrar por esa Puerta (que cumplió Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario).

Y cuando haya entrado hasta el último de los escogidos, la Puerta será cerrada.

Y el que esté sucio, ensúciese todavía, o será sucio todavía. ¿Por qué? Porque ya no podrá lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, porque ya habrá salido del Trono de Interseción en el Cielo. Y en Apocalipsis dice que el que esté sucio, entonces permanecerá sucio todavía3</a>; porque no habrá con qué lavar sus pecados. En Apocalipsis nos habla de este misterio.

Ahora, podemos ver la importancia de aprovechar el tiempo, los seres humanos, para entrar al Reino de Dios, para entrar a la Iglesia del Señor Jesucristo, mientras hay oportunidad; porque algún día esa Puerta será cerrada.

En Apocalipsis, capítulo 3, versos 7 al 8, dice Cristo así:

“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre”.

Ahora, podemos ver que algún día la Puerta de la Casa de Dios, para entrar, será cerrada, y no habrá más llamado para entrar al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; eso ocurre cuando el último de los escogidos haya entrado a la Casa de Dios. Y luego Cristo sale del Trono de Interseción en el Cielo y hace el reclamo de Sus redimidos, de los que Él ha redimido.

Es en el tiempo postrero, en donde estará el siervo fiel y prudente o mayordomo fiel y prudente, de y en la etapa de la Edad de la Piedra Angular, que la puerta será cerrada; y ya nadie más podrá ser parte del Cuerpo Místico de Cristo.

El Padre de la Familia, dice que se levantará y cerrará la Puerta. El Padre de la Familia —que es Dios o Jesucristo por medio del mensajero que esté en este tiempo en la Tierra— cerrará la Puerta. Y Él es el que cierra y ninguno abre, y abre y ninguno cierra.

Ahora, podemos ver que esto es conforme a la profecía de Daniel, capítulo 12, y Apocalipsis, capítulo 10: donde el Ángel Fuerte de Apocalipsis, capítulo 10, y el Varón vestido de lino que estaba sobre las aguas del río, en Daniel, capítulo 12: “levanta Su diestra al Cielo, y jura por el que vive por los siglos de los siglos: que el tiempo no será más”4.

Ahí se cierra la Puerta; y no más escogidos de Dios de entre los gentiles para el Cuerpo Místico de Cristo; porque ya todos habrán entrado para ese tiempo.

Cuando proclama que el tiempo no es más, pues se cerró la Puerta. Ya no hay más tiempo para entrar a la Casa de Dios como un miembro del Cuerpo Místico de Jesucristo, porque ya todos han entrado, los miembros de la Familia de Dios, que son los hijos e hijas de Dios, que están inscritos como parte de esa Familia. Como en un hogar: los que están inscritos como parte de esa familia, en el registro de nacimiento de los miembros de esa familia, vean ustedes, aparecen registrados como miembros de esa familia.

Y cuando en la Familia de Dios haya nacido hasta el último, ya se cerrará la Puerta; cuando haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios.

Ahora, podemos ver que esto es para este tiempo final.

Bajo el ministerio de Jesucristo sobre Su Casa, a través de los diferentes mensajeros, la Puerta ha estado abierta. Y bajo el ministerio del mensajero del Día Postrero o séptimo milenio y Dispensación del Reino, la Puerta estará abierta al comienzo del ministerio de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero; pero en cierta parte de Su ministerio, al final, se cerrará la Puerta; pues Cristo la cerrará; y ya todos los escogidos de Dios estarán dentro de la Casa de Dios. Y luego el juicio divino se derramará sobre la Tierra, y allí será (¿el qué?) el lloro y el crujir de dientes, para los que no habían entrado a la Casa de Dios por la Puerta de esa Casa.

Y ahora, podemos ver cómo la Puerta de la Casa de Dios que será cerrada es Cristo como Cordero de Dios llevando a cabo Su Obra de Redención. Y las personas que escuchan la predicación del Evangelio, y creen en Cristo como su Salvador, y lavan sus pecados, y reciben el Espíritu de Cristo: entran a la Casa de Dios, nacen en la Casa de Dios; pero llegará el momento en que ya no nacerán más hijos escogidos, primogénitos de Dios de la Iglesia de Jesucristo, porque ya se habrá completado el número de los escogidos de Dios; y entonces se cerrará la Puerta; pero estaremos todos seguros dentro de la Casa de Dios.

Nuestro hermano Branham en el mensaje “Almas encarceladas” estuvo muy preocupado, porque decía que todas las Escrituras, todas las profecías que señalaban el tiempo final, apuntaban hacia esa dirección; y si la puerta estaba cerrada, ya no habría más misericordia para la humanidad, para los seres humanos, y vendría el juicio de Dios sobre la raza humana.

Pero él dice: “Ojalá y no esté cerrada, porque yo tengo familia, tengo hijos”. Y oró por ellos, ¿para qué? Para que estén dentro de la Casa de Dios antes de que la Puerta sea cerrada5.

Y cuando la puerta sea cerrada, dice que golpearán a la puerta llamando para que les abran la puerta (esas son las vírgenes fatuas), pero ya será muy tarde. Serán echadas a las tinieblas de afuera, que es la gran tribulación, donde será el lloro y el crujir de dientes. Mientras la Iglesia de Jesucristo estará luego en la Cena de las Bodas del Cordero, disfrutando por tres años y medio esa gran recepción en el Cielo.

Ahora, vean ustedes la importancia de ver en nuestro tiempo que, aunque la Puerta de un momento a otro será cerrada, todavía está abierta para la entrada de los últimos escogidos de Dios a la Casa de Dios, a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por una puerta se entra a la Casa de Dios: la Puerta es Cristo en Su Primera Venida como Cordero de Dios. Y por la Puerta, que es Cristo en Su Segunda Venida, se sale hacia el Cielo, o se entra al Cielo, para las Bodas del Cordero.

San Juan había entrado a la Casa de Dios por la Puerta de la Primera Venida de Cristo; pero luego, en la revelación apocalíptica, luego vio una Puerta abierta (¿dónde?) en el Cielo6. Esa Puerta abierta en el Cielo es el Séptimo Sello abierto en el Cielo —que es la Segunda Venida de Cristo—. Y por esa Puerta, Juan el apóstol en la visión entró, y vio en el Cielo todas las cosas maravillosas que luego nos narra en su visión apocalíptica: vio un Trono establecido en el Cielo, uno sentado sobre el Trono, y vio todas las cosas que allí estaban.

Y por medio de esa Puerta abierta en el Cielo, que es la Segunda Venida de Cristo…; porque Cristo es la Puerta, tanto en Su Primera Venida como para Su Segunda Venida.

Ahora, necesitamos entrar por esa Puerta de la Segunda Venida de Cristo para ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Y la Puerta de Misericordia en el tiempo final se cerrará; pero nosotros tenemos una Puerta abierta en el Cielo, que es Cristo en Su Segunda Venida, para así entrar y ver todas las cosas que Juan vio, siendo materializadas, y para poder ser transformados y raptados en el tiempo final e ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

Hemos visto: LA PUERTA DE LA CASA DE DIOS”. Y Cristo es el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre.

Él fue el que cerró la puerta de la Dispensación de la Ley, y nadie la ha podido abrir; y abrió la Puerta de la Dispensación de la Gracia, que es Cristo, pero algún día cerrará esa Puerta, y nadie podrá entrar por esa Puerta.

Y la Puerta que nos lleva en el rapto a la Cena de las Bodas del Cordero, vean ustedes, es Cristo en Su Segunda Venida, para los que hayan entrado por la Puerta, que es Cristo en Su Primera Venida; hay que entrar primero por esa Puerta.

Ahora, podemos ver este misterio, y podemos ver el por qué Noé le hizo una puerta abajo al arca —por orden divina—, y luego le hizo una puerta arriba en el tercer piso (o ventana o puerta). Y cuando se abría esa puerta o ventana, se miraba hacia el cielo. Vean ustedes que esa es la Puerta de la Segunda Venida de Cristo: una Puerta abierta en el Cielo.

Para ver esa Puerta hay que hacer como dijo Jesús: “Levantad vuestras cabezas al Cielo, porque vuestra redención está cerca”7.

Cuando Juan escuchó esa Voz o Gran Voz como de trompeta hablando con él, una Voz del Cielo, fue cuando él miró hacia el cielo y vio una Puerta abierta en el Cielo.

Ahora, estando nosotros en el tiempo final, podemos ver la bendición tan grande que hay en la Casa de Dios antes de que se cierre esa Puerta; la cual se cerrará cuando entre el último de los escogidos de Dios. Y esperamos que no sea tan lento, y que pronto entre juntamente con el resto de los escogidos de Dios que faltan por entrar. Aunque sabemos que luego se cerrará la Puerta, pero ya todos estarán dentro; y los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados. Se cerrará la puerta para bendición de los hijos e hijas de Dios.

“LA PUERTA DE LA CASA DE DIOS”.

Hemos visto que esa Puerta es esa Puerta angosta, que es Cristo nuestro Salvador; y algún día se cerrará la Puerta de entrada a la Casa de Dios, que es Cristo en Su Primera Venida como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo.

Y de entre los gentiles nadie más podrá entrar por esa Puerta a la Casa de Dios: ya estará cerrada y nadie más entrará, ya se habrá completado el número de los escogidos de Dios.

Cuando el Ángel levanta Su mano al cielo, Su diestra al cielo, y jura por el que vive por los siglos de los siglos que el tiempo no es más: ahí, la Puerta, que es Cristo, ya se cierra o se ha cerrado; y de ahí en adelante Dios obrará dentro de Su Casa en favor de Sus escogidos, y luego en favor del pueblo hebreo.

La llave de esa Puerta fue la que Dios le dio a Pedro cuando le dijo: “Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella”.

Hay otras puertas, pero la única Puerta al Cielo es Cristo; las demás son puertas, pero no al Cielo. Cristo dijo: “Las puertas del infierno no prevalecerán contra Ella (o sea, contra la Iglesia de Jesucristo). Y a ti daré las llaves del Reino de los Cielos”8.

¿Para qué? Para abrir la Puerta, que es Cristo como Cordero de Dios quitando el pecado del mundo en la Cruz del Calvario. Esa fue la Puerta que Pedro abrió el Día de Pentecostés a los hebreos9, y luego la abrió a los gentiles en la casa de Cornelio10</a>; pero algún día será cerrada esa Puerta.

Esa es la Puerta del Este. Y vean ustedes que la Puerta del Este, que es Cristo en Su Primera Venida, está representada esa Puerta en “la puerta del este” en medio del pueblo hebreo.

Y “la puerta del este” del muro o de los muros está cerrada, le llaman “la Puerta Dorada”; y dicen que será abierta esa puerta para entrar el Mesías por esa puerta.

Ahora, podemos ver el tipo y figura de Cristo, la Puerta por la cual entramos para vida eterna; esa es la Puerta de la Casa de Dios, de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de “LA PUERTA DE LA CASA DE DIOS”.

Que Dios les bendiga, que Dios les guarde. Y nos veremos dentro de algunos minutos o alguna hora en la próxima actividad. Son las 4:30, ya a las 6:00 están reunidos, y ya a las 6:30 ya está comenzando el devocional; y a las 7:00 (de 7:00 a 7:30) ya yo estaré con ustedes con el tema: “LA GRAN VOZ DE TROMPETA LLAMANDO Y JUNTANDO A LOS HIJOS DE DIOS”.

Así que Dios les bendiga, Dios les guarde, y nos hable nuevamente en esta noche en la próxima actividad.

“LA PUERTA DE LA CASA DE DIOS”.

[Revisión agosto 2021]

1 Éxodo 12:1-13

 

2 1 Juan 1:7; Apocalipsis 1:5, 5:9

 

3 Apocalipsis 22:11

 

4 Daniel 12:7, Apocalipsis 10:5-6

 

5 SPN63-1110M “Almas encarceladas”, párr. 371-381

 

6 Apocalipsis 4:1

 

7 San Lucas 21:28

 

8 San Mateo 16:18-19

 

9 Hechos 2:14-36

 

10 Hechos 10:1-48

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