Muy buenas tardes, jóvenes reunidos en esta importante actividad aquí en Santiago de Chile.
Es para mí una bendición grande estar con ustedes para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final, y ver la posición de que ocupa la juventud latinoamericana en el Programa de Dios en este tiempo final.
Para lo cual quiero leer en el libro de los Hechos, capítulo 2, versos 14 al 20; y también el libro del Apocalipsis, capítulo 8, verso 1 al 5, donde nos dice… Leemos primero el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 14 en adelante, donde dice… Esto fue cuando fueron llenos del Espíritu de Dios el Día de Pentecostés, y algunas personas pensaron que estos discípulos de Jesucristo estaban borrachos, porque los escuchaban hablar en el idioma de las personas que habían nacido en otras naciones; y sin embargo estos ciento veinte discípulos de Jesucristo eran galileos, o sea, que lo que hablaban era el idioma que se hablaba en Israel y con el acento de Galilea. Capítulo 2, verso 14 en adelante, del libro de los Hechos dice:
“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.
Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (o sea, de 8 a 9 de la mañana).
Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:
Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños;
Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días
Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.
Y daré prodigios arriba en el cielo,
Y señales abajo en la tierra,
Sangre y fuego y vapor de humo;
El sol se convertirá en tinieblas,
Y la luna en sangre,
Antes que venga el día del Señor,
Grande y manifiesto (y terrible);
Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
Y en Apocalipsis, capítulo 8, verso 1, dice:
“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.
Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.
Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.
Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.
Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra, y nos abra las escrituras y nos permita entender Su Palabra. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Nuestro tema para esta ocasión es: “EL SÉPTIMO SELLO Y LA JUVENTUD DEL DÍA POSTRERO”.
En la escritura que leímos en el libro de los Hechos, nos dice que hay una bendición muy grande para la juventud en los días postreros.
Los días postreros comenzaron cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad; y por eso es que el apóstol San Pedro y el apóstol San Pablo nos pueden hablar de los días postreros y decir que cuando Jesús estuvo predicando aquí en la Tierra eran los días postreros, o que Jesús estaba en los días postreros predicando.
Hebreos, capítulo 1, verso 1 en adelante, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo”.
¿Cuándo dice que Dios nos ha hablado por medio de Su Hijo? Dice “en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo”, y ya han transcurrido dos mil años. Y San Pablo estaba correcto cuando dijo que Dios habló por Su Hijo en los postreros días, porque conforme a lo que nos dice San Pedro en Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, los días postreros delante de Dios para los seres humanos son los milenios postreros.
San Pedro dice que esto es algo que no podemos ignorar; y vean lo que nos dice: Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8 dice:
“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.
Cuando se habla de un día delante del Señor, para los seres humanos acá, para ser cumplido entre los seres humanos, eso es un milenio. Por eso es que la Primera Venida de Cristo, la cual fue profetizada de antemano en el Antiguo Testamento, ya desde el Génesis cuando Dios dijo que la simiente de la mujer heriría en la cabeza a la simiente del diablo, heriría en la cabeza al diablo, ya eso estaba hablando de la Venida del Mesías. Eso está en el capítulo 3 y verso 15 del Génesis, donde dice… Esto fue cuando Dios le pidió cuenta al ser humano y también a la serpiente que engañó a Eva. Vean, cuando maldijo la serpiente, capítulo 3, verso 14 en adelante, dice:
“Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida.
Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar”.
Cristo fue herido en el calcañar, en los tobillos y en sus manos, y se cumplió la profecía de la herida que Cristo recibía por la serpiente y su simiente; y Cristo, dice la escritura que heriría a la serpiente en la cabeza.
Ahora, podemos ver que Cristo tuvo la victoria allí en el monte Calvario; porque Cristo muriendo estaba llevando nuestros pecados, estaba quitando nuestros pecados; y Él dijo que a Él nadie le quitaba la vida, sino que Él ponía Su vida para luego volverla a tomar. Él voluntariamente puso Su vida por nosotros.
Siendo que Jesús vino sin pecado, vino en la forma que no podía morir; y nadie le podía quitar la vida; porque la causa de la muerte es el pecado, y al estar sin pecado pues no podía morir: estaba en condición inmortal. Pero Él al tomar nuestros pecados se hizo mortal para darnos vida eterna a nosotros; porque sin pecado entonces podemos vivir eternamente.
Y ahora, Cristo tomó nuestros pecados, murió en la Cruz del Calvario, y luego resucitó y ascendió al Cielo y se colocó a la diestra de Dios en el Cielo, en el Templo que está en el Cielo, en el Lugar Santísimo de ese Templo.
Y siendo Jesús el Sumo Sacerdote Melquisedec, llevó Su propia Sangre de Su propio Sacrificio hecho por nosotros y lo colocó en el lugar de intercesión, sobre el Propiciatorio o silla de misericordia, asiento de misericordia del Templo que está en el Cielo; como hacía cada año, el día 10 del mes séptimo, el sumo sacerdote en el templo terrenal, el sumo sacerdote de la descendencia de Leví, de ese orden sacerdotal.
Pero ahora para entrar al Templo que está en el Cielo, el orden levítico no servía; tenía que ser un orden celestial. Y ese orden celestial es el Orden de Melquisedec, del cual Jesucristo es el Sumo Sacerdote.
Él es el Melquisedec que la apareció a Abraham cuando Abraham regresaba de la victoria sobre los reyes que se habían llevado cautivo a Lot y a su familia y a los ciudadanos de Sodoma.
Y Abraham los libertó a ellos y a Lot, por amor a Lot; y cuando regresaba victorioso le apareció Melquisedec. Le dio pan y vino a Abraham, y Abraham pagó a Melquisedec los diezmos. Y nos dice San Pablo en su carta a los Hebreos, que cuando Abraham diezmó a Melquisedec también Leví, el cual estaba en sus lomos, diezmó a Melquisedec; y Leví es el que trae la descendencia de sacerdotes.
Y ahora vean ustedes cómo esa descendencia de los sacerdotes estaba diezmando a Melquisedec cuando Abraham diezmó a Melquisedec.
Y ahora podemos ver cómo este Melquisedec que le apareció a Abraham, Sacerdote del Dios Altísimo y de Rey de Salem y Rey de Paz y Rey de Justicia, ¿saben quién es? El mismo Señor Jesucristo, pero no con Su cuerpo de carne sino con Su cuerpo teofánico, de la sexta dimensión; el cual después creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, y se formó así el cuerpo de Jesús, el cual nació en Belén de Judea.
Apareció la señal del Hijo del Hombre para Su Primera Venida, que fue llamada la Estrella de Belén, la cual vieron los magos; y estaba conforme a la profecía, porque decía la escritura en el libro de los Números que de Jacob saldría una estrella.
Así que todo fue cumpliéndose conforme a las profecías; porque la Obra que Dios realiza siempre tiene que ser conforme a las profecías. Porque antes de Dios llevar a cabo Su Obra, Él ya le ha hablado a Sus profetas: “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”.
Por lo tanto, los profetas del Antiguo Testamento ya habían recibido la revelación de la Venida del Mesías y dónde nacería el Mesías: sería en Belén de Judea; y el profeta Isaías dijo que sería por una virgen que concebiría y daría a luz un hijo, y se llamaría su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.
¿Y por qué no le pusieron por nombre Emanuel? Emanuel significa: Dios con nosotros. Por lo tanto el nombre que le pondrían al Mesías al nacer sería el nombre que Dios tendría para Su Primera Venida en carne humana, el cual sería Jesús, que significa: salvador o redentor, para llevar a cabo Su Obra de Salvación, de Redención, para regresar a todos los hijos e hijas de Dios ¿a dónde? A Dios, regresarlos a la vida eterna.
Ahora, hubo una señal en el cielo que dio testimonio que había llegado el tiempo de la Primera Venida del Mesías. En Números 24, verso 17, dice que de Jacob saldría una estrella.
Y ahora, los magos vieron esa estrella, mirando desde Ur de los Caldeos, de ese territorio de Babilonia, mirando hacia la tierra de Israel vieron en el cielo esa señal. Siguieron esa señal, la cual estuvo en los cielos siendo vista por dos años, aproximadamente, más o menos, y llegaron hasta Jerusalén buscando al Mesías.
Cuando llegan allí, nada sabían en Jerusalén. Ni el rey sabía nada de la Venida del Mesías, de la Primera Venida, ni el Concilio de la religión hebrea tampoco sabía nada de la Venida del Mesías ya cumplida en medio de ellos; ni siquiera el sumo sacerdote sabía nada acerca de la Venida del Mesías ya cumplida en medio de ellos. Y la señal por dos años en el cielo dando testimonio de la Venida del Mesías cumplida en la Tierra.
Por eso cuando los magos llegaron a Jerusalén buscando al Mesías se revolucionó, se alborotó toda Jerusalén.
¿Qué pensarían acerca de sus sacerdotes? “Estos sacerdotes, estos ministros de la región que Dios nos ha dado, ¿y no nos tienen al tanto de la Venida del Mesías? Nos han dicho que el Mesías va a venir; y ya estos magos han visto la estrella, la señal del Hijo del hombre en el cielo, y ahora nuestros líderes religiosos no nos pueden mostrar el cumplimiento de la Venida del Mesías.
“¿Dónde está?”, preguntaban aquellos magos; pero no pudieron decirle dónde estaba.
El rey se interesó en la Venida del Mesías por motivos políticos, para matar al Mesías, porque no quería que otro rey se levantara en medio del pueblo hebreo, perdería este rey Herodes el trono; y ahora, llama a los escribas, llama a estos hombres que conocían las escrituras; y al llamar a los principales sacerdotes y a los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo. Esto está en San Mateo, capítulo 2, verso 1 en adelante (al 12). Ellos le dijeron: “En Belén de Judea, porque así está escrito por el profeta”. Fue el profeta Miqueas en el capítulo 5, verso 2, que habló que sería de Belén de Judea que vendría el Mesías, el gobernador para Israel. Dice:
“Y tú, Belén, de la tierra de Judá,
No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá;
Porque de ti saldrá un guiador,
Que apacentará a mi pueblo Israel.
Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella”.
Vean, el sumo sacerdote no llamó a los magos para preguntarles acerca de más detalles con relación a la Venida del Mesías, no se interesó; ni los sacerdotes, demás sacerdotes tampoco, ni el Concilio de la religión hebrea.
El que se interesó fue el rey Herodes, averiguó desde cuándo comenzó a aparecer esa estrella en el cielo. ¿Por qué? Porque para el rey Herodes, desde el momento en que apareció esa estrella el Mesías tenía que estar en la Tierra.
Y ahora el rey Herodes piensa: “Sí apareció hace ya dos años… desde dos años atrás está apareciendo esa estrella en el cielo, y estos magos dicen que esa es la señal de la Venida del Mesías a la Tierra, pues ya el Mesías debe tener unos 2 años aproximadamente”.
Así que ya el rey sabía cuánto tiempo el Mesías debía tener ya en edad, y sabía dónde había nacido el Mesías. Y le dice a los magos le dice a los magos:
“… y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore (pero no era con el propósito de ir a adorarlo sino ir a matarlo).
Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.
Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.
Y al entrar en la casa…”.
¿Y no nació en un pesebre? Pero eso fue cuando nació: nació en un pesebre, y los magos cuando fueron lo encontraron en un pesebre; pero ya como el Mesías tiene unos dos años aproximadamente ya no está en el pesebre, ya José con María se han ido a vivir a una casa, o la alquilaron o la compraron, o es esta casa de alguno de los familiares de María o de José, porque ellos son descendientes del rey David. Y ahora se encuentra ya en una casa.
“Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María (si tenía unos dos años ya caminaba, ya hablaba también), y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo”.
Ahora vean las intenciones del rey Herodes; aquí las está dando a conocer el Ángel cuando le aparece en sueños a José.
“Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,
y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo”.
Ahora, esta escritura la encontramos en Oseas, capítulo 1, donde dice “de Egipto llamé a mi hijo” refiriéndose a Israel, al pueblo hebreo, el cual fue llamado de Egipto por Dios a través del profeta Moisés. Porque el pueblo hebreo como nación es el hijo primogénito de Dios, es la única nación que hay en este planeta Tierra creada por Dios como nación.
La Iglesia del Señor Jesucristo y los miembros de Su Iglesia no constituyen una nación de esta Tierra, porque la Iglesia de Jesucristo pertenece al Cielo, es celestial; pero el pueblo hebreo es la única nación creada por Dios, es la nación primogénita, y por esa causa tiene los derechos de la primogenitura como nación, para que en ella se establezca el Reino del Mesías y el Mesías ocupe el Trono de David, al cual Él es heredero.
Vean cómo nos dice el evangelio según San Lucas, donde nos habla de la aparición del Arcángel Gabriel a la virgen María: Capítulo 1, verso 30 en adelante, dice:
“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Cristo es el heredero al Trono de David, Dios le dará el trono de su padre David; porque al nacer por medio de una familia descendiente del rey David, al venir por medio de María, viene entonces como un descendiente del rey David. Y es un hijo de David, un descendiente de David, el que se sentará en el trono de David; y ahí tenemos a Jesucristo como descendiente de David, el cual tiene la promesa que heredará el trono de David.
En Su Primera Venida, vean ustedes, fue rechazado por el pueblo hebreo, pero en Su Segunda Venida el pueblo hebreo lo verá en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo y dirá: “¡Este es al que nosotros estamos esperando!”. En palabras más claras: “Tenemos el trono de David vacío por miles de años, porque estamos esperando por el Mesías”.
En la actualidad el pueblo hebreo ha estado regresando a su tierra. Estuvo por diferentes naciones a causa de las persecuciones que vinieron sobre el pueblo hebreo, porque el pueblo hebreo rechazó al Mesías en Su Primera Venida y dijo: “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos”.
Y por cuanto ellos pidieron la muerte de Cristo y fue efectuada por el imperio romano a petición del pueblo hebreo, encontramos que el pueblo hebreo ha estado sin sacrificio en el templo; ni siquiera tienen templo y tampoco tienen el lugar santísimo.
Y los sacrificios para ofrecerlos en el lugar santísimo, el sumo sacerdote tenía que entrar una vez al año, el día diez de cada mes, de cada séptimo mes del año, con la sangre de la expiación para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios cada año; pero no han tenido ese sacrificio.
Y el Sacrificio que Dios ha colocado para los seres humanos, lo rechazaron; que es el Sacrificio de Cristo. Por lo tanto, los pecados del pueblo hebreo como nación (y también como individuos, sobre muchas personas del pueblo hebreo) están siendo vistos; y por consiguiente, el juicio divino ha estado cayendo sobre el pueblo hebreo.
Ahí podemos ver las causas por las cuales el pueblo hebreo ha estado siendo perseguido por estos dos mil años que han transcurrido. Hitler por poco extermina al pueblo hebreo.
Pero Dios acortó esos días de tribulación sobre el pueblo hebreo, porque de otra forma ninguna carne sería salva; pero por causa de los escogidos del pueblo hebreo y por causa de los escogidos de la Iglesia de Jesucristo, aquellos días fueron acortados.
Aquellos días de Hitler, Mussolini, Stalin, esos días terribles de persecuciones y graves problemas y guerras, fueron acortados para que el pueblo hebreo pudiera regresar a su tierra para esperar la Venida del Mesías, la Venida del Mesías para este tiempo final; el cual, conforme a la profecía, vendrá como Rey de reyes y Señor de señores, como Hijo del Hombre e Hijo de David, para reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y heredar toda la herencia divina que le corresponde; y reclamar el Trono de David, heredar ese Trono, sentarse en ese Trono, y reinar sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones; porque como Hijo de David Él es el heredero al Trono de David, para reinar sobre el pueblo hebreo.
Como Hijo de Abraham Él es heredero a todo el territorio de la tierra de Israel. Como Hijo del Hombre Él es heredero al planeta Tierra completo, con todo lo que tiene.
Por eso Él estará durante el Reino Milenial como Rey sobre el pueblo hebreo como Hijo de David, y como Hijo del Hombre estará como Rey sobre el planeta Tierra completo.
Y con Él estarán reinando los reyes y sacerdotes, que son los redimidos por Su Sangre preciosa, de las diferentes etapas o edades de la Iglesia gentil.
En Apocalipsis, capítulo 1, versos 5 al 6, dice:
“… y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Y en Apocalipsis, capítulo 5, versos 8 al 10, dice… esto fue cuando Cristo tomó el Libro de los Siete Sellos de la diestra del que está sentado en el Trono; luego que lo hubo tomado, ¿qué sucedió en el Cielo? Dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Reinaremos sobre la Tierra con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
En Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 al 6, donde nos habla del Reino Milenial, dice así:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar (esos son los escogidos de Dios, los reyes y sacerdotes)…”.
Si hay tronos, en donde se sentarán los que recibirán facultad de juzgar, y Él nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, pues tenemos que tener un trono durante el Reino Milenial para reinar con Cristo como reyes y sacerdotes.
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.
Mil años para comenzar, reinando como reyes y sacerdotes; y después estaremos con Cristo asistiéndolo en el juicio final, en el Juicio del Trono Blanco; y luego continuaremos con Cristo por toda la eternidad en el Reino eterno, y reinaremos con Cristo por toda la eternidad, no solamente sobre el planeta Tierra sino sobre el universo completo.
Cristo como Hijo de Dios es heredero a los Cielos y a la Tierra; y nosotros como hijos de Dios somos también coherederos con Cristo de los Cielos y de la Tierra también, y somos coherederos con Cristo del Reino de este mundo venidero en donde Cristo estará reinando; por eso reinaremos con Cristo sobre el mundo entero.
Y como hijos de Abraham por la fe en Cristo… porque todos los que son de la fe en Cristo son hijos de Abraham, dice San Pablo en su carta a los Gálatas; y por consiguiente somos coherederos con Cristo del territorio de Israel.
Y como hijos de David… ¿Que somos hijos de David, sin haber nacido allá? Claro que sí. ¿Y cómo es posible que seamos hijos de David? En la misma forma en que somos hijos de Abraham y en la misma forma en que somos hijos de Dios. Cristo siendo descendiente del rey David… Algunas personas dicen: “Qué bueno hubiera sido que Jesucristo hubiera tenido hijos”, pues miren, Jesucristo es la persona que más hijos ha tenido. ¿Y saben ustedes? Esos hijos que ha tenido son hijos con vida eterna. Por medio de creer en Jesucristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, nacemos como hijos del Señor Jesucristo.
Y ahora, si Él es descendiente de David según la carne, porque nació por medio de una joven virgen María descendiente de David, ahora nosotros por nacer a través de Cristo, a través del nuevo nacimiento, somos hijos de David también, somos descendientes del rey David, la descendencia celestial de David, que viene por medio de Jesucristo el Hijo de David.
Así como somos la descendencia de Abraham celestial por medio del Hijo de la Promesa, representado en Isaac; pero que el Hijo de la Promesa, el cual es la simiente de Abraham, el cual es el Mesías, ahora el Hijo de Abraham, el Mesías, Jesucristo, el cual y al cual fueron hechas las promesas, ahora ha estado teniendo hijos y ha estado formándose, ha estado siendo creado un nuevo Israel: el Israel celestial, el cual no pelea ni compite con el Israel terrenal, sino que está de parte del Israel terrenal; y que las bendiciones para el Israel terrenal dependen del Israel celestial y del Isaac celestial, que es Jesucristo.
Y por eso, vean ustedes, el Israel celestial tiene, de etapa en etapa y de edad en edad, las bendiciones que tuvo el Israel terrenal siendo actualizadas en el Israel celestial.
Por ejemplo, el Israel terrenal tuvo un cordero pascual para la salida de la esclavitud en Egipto, y ahora nosotros tenemos un Cordero Pascual para la salida de nuestra esclavitud del pecado y del mundo, que es nuestro amado Señor Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, dijo Juan el Bautista.
Juan el Bautista lo presentó así y realmente quitó el pecado del mundo; y ese es nuestro Cordero Pascual. Se actualizó en Cristo el sacrificio del cordero pascual, y también se actualizó en Cristo todos los sacrificios que el pueblo hebreo llevaba a cabo por la reconciliación del pueblo hebreo con Dios; como el sacrificio del macho cabrío y todos los demás sacrificios que llevaba a cabo el pueblo hebreo, como los sacrificios por la paz y así por el estilo. Todo fue cumplido en un solo Cordero, en un solo Sacrificio: el Sacrificio de Jesucristo, se actualizó todo en un hombre.
Y ese es el Sacrificio que nosotros tenemos por el pecado; para así, delante de Dios ser vistos sin pecado; porque todos nuestros pecados fueron vistos ¿dónde? En Jesucristo. Él los llevó. Y si Él los llevó, Dios los vio en Él; y por eso vino el juicio divino sobre Jesucristo. A tal grado que que Jesucristo dijo: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?”. Fue terrible para Jesucristo. Será terrible para toda persona que sea hallada con sus pecados en él.
Pero gracias a Dios, al creer en Cristo como nuestro Salvador y confesar nuestros pecados a Cristo y echar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, son quitados; o sea, se hace efectivo el Sacrificio de Cristo en nuestras vidas. Y entonces recibimos el Espíritu de Cristo y se produce el nuevo nacimiento, y nacemos como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Porque por un Espíritu nosotros entramos a un cuerpo: el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Cristo dijo a Nicodemo algo muy importante, lo cual en cada persona tiene que convertirse en una realidad, porque de otra forma estará perdida la persona. Dijo, en el capítulo 3, versos 3 en adelante, dice [San Juan]:
“Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios (o sea, no lo puede entender).
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
(Y si estaba viejo ya Nicodemo, ¿cómo estaría su madre si estaba viva? Y si había muerto, entonces era imposible para Nicodemo nacer de nuevo; y por consiguiente era imposible entrar al Reino de Dios).
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”.
Ahora vean cómo este es el requisito para entrar al Reino de Dios.
Los discípulos del Señor Jesucristo, aunque creían en Jesucristo todavía no habían nacido de nuevo; pero el Día de Pentecostés nacieron de nuevo y entraron al Reino de Dios. Pedro tenía las llaves del Reino, vean ustedes, y fue abierto el Reino de Dios, el Reino de los Cielos fue abierto, y comenzaron a entrar al Reino de los Cielos por medio de creer en Cristo como su Salvador y recibir Su Espíritu Santo, al lavar sus pecados en la Sangre de Cristo.
Y el mismo Día de Pentecostés luego de entrar ciento veinte personas entró una multitud de unos cuantos miles, los cuales al escuchar a Pedro predicar creyeron, y recibieron a Cristo como su Salvador, y fue una gran multitud de tres mil personas que creyó en Jesucristo.
Dice en el capítulo 2, donde Pedro está predicando, dice verso 37 al 41, dice [Hechos]:
“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?
Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas”.
Como tres mil personas fueron añadidas el Día de Pentecostés a la Iglesia del Señor Jesucristo, juntamente con ciento veinte personas que habían nacido de nuevo el Día de Pentecostés, donde recibieron el Espíritu de Jesucristo.
Y así vean cómo comenzó el Día de Pentecostés la Iglesia del Señor Jesucristo. Y ha continuado desde aquel día hasta este tiempo final.
Ahora, vean ustedes cómo San Pedro había dicho que esta promesa de la venida del Espíritu Santo era para los postreros días. Dice [Hechos 2:17]:
“Y en los postreros días, dice Dios,
Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,
Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;
Vuestros jóvenes verán visiones,
Y vuestros ancianos soñarán sueños”.
Ahora vean cómo para los jóvenes está esta bendición también, en donde los jóvenes vienen a ser jóvenes que verán visiones; y visiones tanto en lo físico como visiones espirituales y como tener visión del Programa Divino correspondiente a su tiempo.
Porque una persona que puede entender el Programa correspondiente al tiempo en que vive, de parte de Dios, es una persona que tiene una visión clara de parte de Dios de Su Programa. Y esa sí que es una buena visión, porque hay personas que algunas veces no saben ni en qué parte del Programa Divino se está viviendo en el tiempo en que las personas están viviendo; como le pasó al pueblo hebreo, y todavía le está pasando: que no saben que la Dispensación de la Gracia, que es la sexta dispensación, comenzó en los días de Jesús, y todavía el pueblo hebreo está viviendo en la quinta dispensación, que es la Dispensación de la Ley; está desubicado el pueblo hebreo en una dispensación que ya pasó.
Y ahora en este tiempo en el cual vivimos, así como se entrelazó en el tiempo de Jesús una nueva dispensación: la Dispensación de la Gracia con la Dispensación de la Ley, en este tiempo final se estaría entrelazando una nueva dispensación con la Dispensación de la Gracia. Esa nueva dispensación es la séptima dispensación, que es la Dispensación del Reino.
Una nueva dispensación siempre se entrelaza con la dispensación que está llegando a su final; y para ese entrelace Dios siempre ha enviado un profeta dispensacional. Esa es la clase de profeta más grande que puede Dios enviar a este planeta Tierra. Es una clase de profeta tan grande que ¿saben ustedes cuántos profetas dispensacionales Dios tiene? Siete profetas dispensacionales. Porque solamente hay siete dispensaciones.
Tenemos la Dispensación de la Inocencia, de la cual Adán fue el profeta de esa dispensación.
Tenemos la segunda dispensación: la Dispensación de la Conciencia, de la cual Set fue el profeta para esa dispensación.
Tenemos la dispensación tercera: la Dispensación del Gobierno Humano, para la cual Noé fue su mensajero.
Tenemos la dispensación cuarta: la Dispensación de la Promesa, para la cual Abraham fue su mensajero, su profeta mensajero, el cual fue un patriarca grande, llamado “Amigo de Dios”.
Tenemos la quinta dispensación, la cual fue la Dispensación de la Ley, de la cual Moisés fue su profeta dispensacional con el Mensaje para esa dispensación.
Tenemos la sexta dispensación: la Dispensación de la Gracia, para la cual Jesús es su profeta dispensacional; y por eso cuando Jesús apareció dos mil años atrás aquí en la Tierra se estaba entrelazando una nueva dispensación: la Dispensación de la Gracia, con la Dispensación de la Ley.
Los de la Dispensación de la Ley no comprendieron que Dios había enviado un profeta mensajero dispensacional. Y cuando Dios envía un profeta mensajero dispensacional, se está viviendo en la etapa o Edad de la Piedra Angular, que es la etapa que corresponde a la nueva dispensación; y por eso viene el profeta con un ministerio de Piedra Angular, el cual es rechazado por la gente que están viviendo en una dispensación que está terminando.
Vean ustedes cómo Noé fue rechazado por la generación antediluviana, y solamente tuvo un grupo, una congregación, vamos a decir, una iglesia, tan pequeña, que solamente ocho personas, contando al pastor Noé, componían esa iglesia; pero vean ustedes, fueron los que escaparon del diluvio; aunque pasaron por ese tiempo de juicio escaparon en el arca cuando vino el diluvio.
Ahora vean que un mensajero dispensacional no siempre tenemos que verlo con una multitud de gente y con una congregación o iglesia grande y millones de personas creyendo en él. Noé es un ejemplo: solamente ocho personas, contando a Noé, creían el Mensaje de Noé.
Siempre que aparece un profeta dispensacional, el juicio divino tiene que venir. Cuando apareció Noé, el juicio divino cayó sobre la humanidad. Cuando apareció el profeta Moisés, el juicio divino cayó sobre Egipto. Cuando estaba Abraham, antes de Moisés, el juicio divino cayó sobre Sodoma y Gomorra.
Recuerden que cuando aparece un profeta dispensacional el juicio divino estará por caer sobre las personas que se quedan rezagadas en una dispensación que ha llegado a su final, los cuales se ponen a pelear contra el profeta mensajero que Dios envía para una nueva dispensación.
Cuando llegó Jesús, miren ustedes, el juicio divino estaba por caer sobre el pueblo hebreo. Solamente ciento veinte personas fueron creyentes firmes en Jesucristo y fueron los que estuvieron listos para recibir el Espíritu Santo el Día de Pentecostés; aunque hubo muchas personas que seguían a Jesús porque veían los grandes milagros y maravillas que Jesús hacía; y como en todas las generaciones la humanidad ha tenido muchos problemas de salud, pues muchos venían a Jesús buscando un alivio para su condición física, para su salud; y otros, cuando vieron los milagros de los panes y los peces después seguían a Jesús; y Jesús les dijo: “Ustedes no me siguen, sino porque vieron la multiplicación de los panes y los peces. No me sigan así. Más bien por la Palabra que a vida eterna permanece”.
A un mensajero dispensacional no se puede seguir por los milagros y maravillas que él hace, sino por la Palabra de vida eterna que Dios ha colocado en ese profeta.
Miren, los milagros que pudo haber hecho Noé no salvaron a ninguna persona; pero la Palabra que tenía Noé fue la que obró. Y en esa Palabra que Dios le dio, le dijo que hiciera un arca.
Construyeron el arca, Noé les dijo que en esa forma, en esa arca, era que iban a entrar él, su familia y cierta cantidad de animales y aves, y se iban a salvar del diluvio que vendría.
Muchos se rieron. Para aquel tiempo no llovía, como sucede en Lima, Perú, y algunos lugares del Perú. Pero si cae un buen aguacero o un diluvio de un día, dos o tres, se inunda toda la ciudad, y entonces hay un desastre. ¡Y cuánto más con cuarenta días lloviendo sin cesar y las fuentes de las aguas de la tierra por todos sitios brotando agua, y las del cielo también! Se inundó el planeta Tierra completo en los días de Noé, pero ya Dios lo había avisado: “Porque no hará nada el Señor Jehová sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”, Amós, capítulo 3, verso 7.
¡Y cuánto más cuando envía un profeta dispensacional! Ahí es donde vienen las grandes revelaciones de todas las cosas que han de suceder para ese tiempo donde está ocurriendo un entrelace dispensacional.
Ahora vean ustedes cómo siempre que envía Dios un profeta mensajero dispensacional hay un entrelace dispensacional para un cambio de dispensación.
Para el glorioso Reino Milenial la dispensación que estará rigiendo será la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación; y el Mensaje que estará en la Dispensación del Reino será el Mensaje del Evangelio del Reino. Y el Mensaje del Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Así como el Mensaje que rige en la Dispensación de la Gracia es el Mensaje de la Gracia, que gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado allí en la Cruz del Calvario. Viene como Cordero de Dios en Su Obra de Redención, la cual cumplió en la Cruz del Calvario.
Y por estos dos mil años que han transcurrido ha estado el Mensaje del Evangelio de la Gracia cumpliendo el propósito para el cual ha sido predicado: para anunciarle a la humanidad la Obra de Redención realizada por Cristo en la Cruz del Calvario, y mostrarle a la humanidad la forma divina para obtener el nuevo nacimiento por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo. No hay otra forma para nacer de nuevo y entrar a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo.
Y ahora, vean ustedes cómo de etapa en etapa la juventud ha estado incluida. En los días de Jesús hubo jóvenes que siguieron a Jesús, que creyeron en Jesús, y también hubo niños y también hubo adultos y también hubo ancianos, pero vean ustedes cómo la juventud siempre ha estado en el Programa Divino.
Encontramos que hubo profetas de Dios que comenzaron su ministerio siendo unos jovencitos, y aun siendo niños algunos comenzaron esa etapa ministerial profética, como Samuel, como también Ezequiel y otros profetas de Dios.
Ahora, vean ustedes, también Jesús a los 12 años ya sabía tanto que se sorprendían los doctores de la Ley cuando hablaban con Jesús.
Y ahora, vean cómo a través de los diferentes tiempos la juventud ha estado siempre de edad en edad en el Programa Divino.
Y una buena noticia para todos es que cuando llegue cierto momento del Programa Divino, no van a haber viejos en la Iglesia de Jesucristo. ¿Qué irá a hacer Jesucristo: los irá a sacar de Su Iglesia? No. Pero no quiere viejos en Su Iglesia en cierto tiempo, de cierto tiempo en adelante. Y ahora sí, los que tienen cierta edad, ¿qué van a hacer? Y la otra noticia es que no va a querer niños tampoco.
¿Y qué es lo que va a pasar? Que los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos eternos y jovencitos, y nosotros vamos a ser transformados y vamos a tener un cuerpo jovencito por toda la eternidad. Y los niños escogidos de Dios van a tener un cuerpo jovencito también. Y los ancianos van a ser transformados y van a tener un cuerpo joven también.
Y así se acabará el problema de uno nacer, crecer, ponerse viejo y morir; ahí se acabará la muerte y la enfermedad y todos los problemas, para los hijos e hijas de Dios. Y todos seremos jóvenes, representando por mil años representando de 18 a 21 años de edad. ¿Y después? Después, por toda la eternidad, representando siempre de 18 a 21 años de edad. Porque conforme al Programa Divino Él tendrá una Iglesia en la flor de la juventud por toda la eternidad.
Así que, jóvenes, vean ustedes la bendición tan grande que hay para todos ustedes. Esa es la edad que Dios ha elegido desde antes de la fundación del mundo, para que sean todos los miembros de Su Cuerpo Místico de creyentes.
Y si Dios ha elegido esa edad, la apariencia de esa edad, es porque esa es la edad mejor, la edad en donde la persona está más libre. Y si no se ha casado, todavía está más libre: para servir a Dios, para llevar el Mensaje por todos los lugares, tiene más tiempo. Pero si ya se casó, pues atienda su hogar y también atienda las cosas de Dios; y pídale a Dios que lo bendiga, y trabaje en el Reino de Dios.
Así que, jóvenes de este Día Postrero, la bendición que Dios tiene para ustedes es la más grande de todos los tiempos; y para todos los adultos y los niños también.
Ahora, de edad en edad encontramos que el Programa Divino se ha llevado a cabo en diferentes territorios, como también el Programa Divino de las dispensaciones.
Encontramos, por ejemplo, la primera dispensación se cumplió allá en el Edén, que en términos actuales sería por ahí por Kuwait, que es el lugar donde estaba el Edén; y así por el estilo podemos enumerar los territorios donde cada dispensación comenzó y se desarrolló.
Y ahora, miren ustedes cómo comenzó cada dispensación y luego se extendió sobre la raza humana. Y para este tiempo en el cual nosotros vivimos, encontramos que las edades vinieron, comenzando en Asia Menor la primera edad, donde San Pablo fue el mensajero; la segunda en Francia, donde Ireneo fue el mensajero; la tercera en Francia y en Hungría, donde Martin fue el mensajero; la cuarta en Irlanda y en Escocia, donde Colombo fue el mensajero; la quinta en Alemania, donde Lutero fue el mensajero; la sexta en Inglaterra, donde Wesley fue el mensajero; la séptima en Norteamérica, donde William Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo y profeta con el espíritu y virtud de Elías fue el mensajero; y ahora la Edad de la Piedra Angular en la América Latina y el Caribe.
Y la Dispensación del Reino en la América Latina y el Caribe se está abriendo para todos los hijos e hijas de Dios, y así la introducción al séptimo milenio se está llevando a cabo.
Y antes de que comience la gran tribulación nosotros estaremos con cuerpos eternos, porque los muertos en Cristo resucitarán primero, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y entonces tendremos el cuerpo eterno y estaremos aquí unos 30 o 40 días, como Jesús cuando resucitó y los santos del Antiguo Testamento resucitaron con Él, estuvieron 40 días aquí en la Tierra; y luego Jesús ascendió con ellos y fue a la Casa de nuestro Padre celestial y se sentó a la diestra de Dios en el Cielo.
Nosotros estaremos aquí de 30 a 40 días ya con un cuerpo nuevo, y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos también; y lo que habrá en este planeta Tierra como Iglesia del Señor Jesucristo será una multitud de millones de jóvenes, los cuales han creído en Cristo como nuestro Salvador en las edades pasadas, y murieron sus cuerpos físicos, y en este tiempo final los creyentes en Cristo que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; para este tiempo final es que los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados. Y esta es la etapa que le ha tocado a la América Latina y al Caribe.
Así que la América Latina y el Caribe está esperando un sacudimiento juvenil tan y tan grande, cuando los muertos en Cristo resuciten en sus cuerpos jovencitos y nosotros seamos transformados, que va a estremecer el mundo entero. Ya estando todos para ese tiempo con el cuerpo nuevo, todos estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y si con uno solo, dos mil años atrás, que estuvo aquí en la Tierra, un hombre perfecto, la tierra de Israel fue estremecida, y desde ahí se extendió Su Mensaje a otras naciones luego que murió, resucitó y ascendió al Cielo, ¡¿cómo será con millones de hijos e hijas de Dios, con millones de seres humanos que han creído en Cristo como nuestro Salvador y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo y hemos recibido Su Espíritu Santo?! Será estremecida la raza humana completa.
Dice la escritura en Habacuc, capítulo 2, verso 14, que la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar. O sea, la Tierra será llena del conocimiento de la Segunda Venida de Cristo. Pues la gloria de Jehová estaba en el lugar santísimo, allí fue donde entró al tabernáculo que construyó y dedicó a Dios Moisés, y en el templo que construyó y dedicó a Dios Salomón; porque el lugar de la gloria de Dios en el Templo es el Lugar Santísimo, sobre el Propiciatorio, en medio de los Dos Querubines de Oro.
Y en el Templo espiritual de Cristo el Lugar Santísimo es la Edad de la Piedra Angular; y los querubines representan los ministerios de Moisés y Elías; ministerios que estarían en Su Iglesia en el Día Postrero manifestados, donde la gloria de Jesucristo estará manifestada en este tiempo final, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final.
Ahora vean cómo en la construcción del Templo espiritual de Cristo la parte más importante de Su Templo espiritual, que es el Lugar Santísimo, se está construyendo ¿dónde? En la América Latina y el Caribe.
Por eso la América Latina y el Caribe es tan importante en el Programa Divino, en el Programa de Jesucristo, en la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final; porque de la América Latina y el Caribe es que Cristo está tomando piedras vivas, seres humanos, y los está colocando en Su Templo espiritual, en Su Iglesia, en el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual.
Y cuando termine esa construcción del Lugar Santísimo, Jesucristo ofrecerá para morada de Dios en toda Su plenitud Su Iglesia, y Dios morará en Su Iglesia en toda Su plenitud: los muertos en Cristo resucitarán primero y nosotros los que vivimos seremos transformados; y todos estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, con toda la plenitud de Dios manifestada en cada uno de nosotros.
Y así es como la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final llegará a la transformación, a la glorificación, pues Dios dice en Isaías, capítulo 60, verso 7 al 8: “Yo glorificaré la Casa de mi gloria”.
Hemos visto que hay una bendición grande para la América Latina y el Caribe, y hemos visto que la juventud latinoamericana y caribeña es la juventud más privilegiada del planeta Tierra completo, aunque no lo pueda comprender completamente; pero a medida que vaya escuchando la Palabra de Dios correspondiente a nuestro tiempo comprenderá por qué la juventud latinoamericana y caribeña es la más bienaventurada de todas las naciones.
Dios nos dice por medio del precursor de la Segunda Venida de Cristo, en este libro de Citas, página 47, verso 402, hablándonos de este tiempo final y de la resurrección de los muertos en Cristo y transformación nuestra, y de la Trompeta, dice así:
402 – “Y nosotros que vivimos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, no evitaremos o impediremos a los que duermen. Esos preciosos que sellaron su testimonio con su sangre. ‘No impediremos o estorbaremos a los que duermen, porque sonará la trompeta’. Algo acontecerá, ese algo evangélico sonará, el anuncio de Su venida”.
¿Qué es lo que revela, lo que anuncia la Trompeta Final? Lo que anuncia, lo que revela, es el misterio de la Venida del Señor con Sus Ángeles, pues Cristo dijo en San Mateo 24:31, y también San Mateo 16, verso 27 en adelante, que el Hijo del Hombre vendrá con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.
Y en San Mateo, capítulo 24, verso 30 al 31, vemos al Hijo del Hombre envuelto en una nube, y envía a Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta a juntar a Sus escogidos.
Y ahora vean lo que la Gran Voz de Trompeta contiene, lo que habla, lo que revela esa Gran Voz de Trompeta: Es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino revelando, hablando, el misterio de la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos: el tiempo en donde los escogidos serían llamados y juntados por el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, siendo manifestado ese Mensaje por medio de los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de los Dos Ungidos, los ministerios de Moisés y Elías; por eso aparecen en Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, y Zacarías, capítulo 4. Esos son los Ángeles en la Venida del Hijo del Hombre.
En el Monte de la Transfiguración, en el capítulo 17 de San Mateo, aparecen Moisés y Elías en esta visión que les mostró Jesús de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en Su Reino.
Son los ministerios de Moisés y Elías repitiéndose en el Día Postrero en un hombre de este tiempo final, llamado en la Biblia: el Ángel del Señor Jesucristo.
Por eso cuando el precursor de la Segunda Venida de Cristo habló del Elías que le predicará al pueblo hebreo, cuando le preguntaron acerca de ese profeta que predicará al pueblo hebreo, Elías, como uno de los Dos Olivos o Dos Testigos, en la página 399 del libro de Los Sellos en español, la pregunta número 11 dice así:
“11. El Elías que viene a predicar a los judíos, ¿es el verdadero Elías que estuvo en los días de Achab, o será solamente el espíritu de Elías en otro hombre?
(La contestación fue):
Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu; porque allá, cuando Elías ya había subido (o sea, cuando se fue en el carro de fuego) y Eliseo se encontró con los hijos de los profetas, ellos dijeron: ‘El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo’. Es que Eliseo obró igual a Elías”.
Es muy importante ver dónde ha reposado el espíritu de Elías. Los que habían creído en Elías Tisbita luego vieron, cuando Elías se fue, luego ellos vieron dónde reposó el espíritu, el ministerio de Elías, y ellos vieron que reposó sobre Eliseo; y sirvieron a Eliseo y siguieron el Mensaje de Eliseo, que era una continuación del Mensaje de Elías.
Luego se les desapareció Elías cuando murió Eliseo, se desapareció el ministerio de Elías, pero apareció nuevamente en medio del pueblo hebreo en otro hombre llamado Juan el Bautista; del cual Cristo dijo: “Y si ustedes lo quieren recibir (hablando de Juan el Bautista), él es aquel Elías que había de venir”. San Mateo, capítulo 11, verso 14.
Y San Mateo, capítulo 17, verso 10 al 14, también Cristo da testimonio allí de que Juan es el Elías que había de venir. Y el Arcángel Gabriel, en el capítulo 1 de San Lucas, versos 16 en adelante, da testimonio de que Juan el Bautista, ese hijo que nacería al sacerdote Zacarías y a su esposa Elisabet, sería el Elías que tenía que venir preparándole el camino al Señor. Y dio testimonio el Arcángel Gabriel de Juan el Bautista.
Y vean, dijo que vendría con el espíritu y poder de Elías, y después dijo que le pusieran por nombre Juan; porque el velo de carne no tiene que llevar el nombre de Elías, porque Elías es el ministerio que es operado por el Espíritu Santo en el velo de carne llamado Juan.
O sea que el ministerio de Elías ha estado viniendo en diferentes profetas que tienen diferentes nombres, pero es el mismo ministerio del profeta Elías operado por el mismo Espíritu Santo que lo operó en Elías Tisbita; porque es el Espíritu Santo el único que tiene ministerios, y el único que coloca ministerios en las personas y los opera en esas personas.
Ahora, el ministerio de Elías está prometido para ser manifestado cinco veces. En la quinta ocasión es que llevará el Mensaje de Dios al pueblo hebreo. En la cuarta ocasión fue manifestado el espíritu y virtud de Elías en el reverendo William Branham; y ya se fue. Si ustedes lo quieren recibir, William Marrion Branham es el Elías que había de venir precursando la Segunda Venida de Cristo, y ya se fue; pero dejó su Mensaje, donde da testimonio de otro que vendrá después de él, en el cual se cumplirá toda profecía correspondiente a la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Sus Ángeles son los ministerios de Moisés y Elías.
Ahora vean cómo vienen los ministerios de Moisés y Elías. Aquí viene el ministerio de Moisés, o de Elías, ¿cómo? Dice: “Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu”.
Así pensó y creyó el precursor de la Segunda Venida de Cristo, así pensó y creyó Elías en su cuarta manifestación, o sea, el hombre donde estaba el ministerio de Elías en su cuarta manifestación; él pensó que la manifestación quinta de Elías sería en otro hombre: en un hombre de este tiempo.
Y en cuanto a la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, que es la Venida del Ángel del Pacto, la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo, ¿qué pensó?, ¿qué dijo él que sería? Página 256 del libro de Los Sellos en español dice lo que será el cumplimiento de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis. Dice:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Así que la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, es la Venida del Verbo, de la Palabra encarnada en un hombre de este tiempo.
La venida del ministerio de Elías por quinta vez, será también el ministerio de Elías manifestado en un hombre de este tiempo, ungido con ese espíritu.
Así que vemos que la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, es la Palabra, el Verbo, la Palabra encarnada en un hombre, manifestando el ministerio de Jesús en un hombre de este tiempo final; y así también es la venida de Elías en su quinta manifestación. Es el Espíritu de Cristo manifestado en un hombre, operando el ministerio de Elías por quinta ocasión.
Y operando el ministerio de Jesús por segunda ocasión es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19. Y operando el Espíritu Santo el ministerio de Moisés por segunda vez en un hombre, es la venida del otro de los Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, y Zacarías, capítulo 4.
Ahora vean cómo es la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en un hombre de este tiempo final, operando esos ministerios.
Miren aquí, en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas”.
Uno con una Voz de Trompeta hablando le dice a Juan: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
¿Dónde vamos a subir? Tenemos que subir a la Edad de la Piedra Angular, porque ya Dios habló, Jesucristo habló por medio de Sus siete mensajeros en estas siete edades y en los territorios donde fueron enviados y donde se cumplieron estas edades; porque Dios habla por medio de Sus mensajeros.
Y ahora para este tiempo final, para la Edad de la Piedra Angular, vean ustedes, Él dice: “Sube acá (tenemos que subir a la Edad de la Piedra Angular), y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Y ahora, ¿por medio de quién estará hablando Jesucristo con esa Voz de Trompeta y estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? Aquí está en Apocalipsis 22, verso 6, donde dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
Ahora, lo que Cristo prometió darnos a conocer: todas estas cosas que deben suceder pronto, son dadas a conocer por el Ángel del Señor Jesucristo.
¿Por qué? Porque en el Ángel del Señor Jesucristo viene Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, ungiendo a Su Ángel Mensajero con el ministerio de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.
Y por eso lo que esos ministerios estarán haciendo en este tiempo final y estarán hablando, lo estarán hablando por medio del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo; y eso es el Espíritu Santo en ese Ángel Mensajero operando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.
Y aun con toda y esa manifestación tan grande, de esos tres grandes ministerios operados por el Espíritu Santo en el Ángel de Jesús, aun con todo y eso ese Ángel no es el Señor Jesucristo.
Juan quiso adorarlo en dos ocasiones: en Apocalipsis, capítulo 19, verso 9 al 10, y el Ángel no le recibió la adoración. Vean cómo dice capítulo 19, verso 9 al 10:
“Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.
Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.
No aceptó la adoración de Juan.
Luego en el capítulo 22 Juan trató nuevamente de adorar al Ángel de Jesucristo, pues está viendo la manifestación del Espíritu Santo, del Espíritu de Dios, porque es el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo en Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, o sea, viene con el Espíritu Santo, porque el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo.
“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios con el cual fuisteis sellados para el Día de la Redención”, Efesios, capítulo 4, verso 30, así dice San Pablo.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 8 al 9, vean ustedes lo que Juan el apóstol nos dice:
“Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas”.
Ahora, ¿cómo las vio?, ¿quién se las mostró? Vamos a ver, que él nos diga cómo fue.
“Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas”.
¿Quién le mostró estas cosas, toda esta revelación apocalíptica, al apóstol San Juan? El Ángel del Señor Jesucristo. Por eso el capítulo 1 de Apocalipsis comienza con Jesucristo y Su Ángel, y el capítulo 22, el último capítulo del Apocalipsis, encontramos también a Jesucristo y a Su Ángel. Ahora, Juan dice:
“… me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.
Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas…”.
Es un consiervo de los profetas, porque es un profeta; por eso viene dando a conocer las cosas que deben suceder pronto. Son los profetas los que dan a conocer las cosas que han de suceder; son los profetas los que profetizan las cosas que han de venir; por eso este Ángel Mensajero de Jesucristo, que es el profeta de la Dispensación del Reino y mensajero de la Edad de la Piedra Angular, viene dándole a Juan el apóstol, a conocer todas estas cosas que han de suceder.
Y vean ustedes, le dice:
“Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, el mismo Jesucristo hablando de Su Ángel Mensajero dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿Quién es el enviado de Jesucristo para dar testimonio de estas cosas que deben suceder, para dar testimonio de todas estas cosas en las iglesias y a todos los hijos e hijas de Dios? El Ángel del Señor Jesucristo.
Y ese es el Ángel Mensajero, el profeta mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino; y es el Ángel Mensajero que viene ungido con el Espíritu Santo, en el cual Jesucristo en Espíritu Santo manifiesta estos ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez.
Pero el Ángel no es el Señor Jesucristo; no aceptó la adoración de Juan porque no es el Señor Jesucristo; pero en él está Jesucristo manifestado operando esos ministerios y hablándole a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto.
Ahora, vean ustedes cómo para este tiempo final el mismo Ángel que le apareció a Juan y le dio esta revelación apocalíptica es el que Jesús envía a Su Iglesia para darle testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, y así revelarle a Su Iglesia el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; y así darle la fe de rapto, que es la fe, la revelación de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; y así los hijos e hijas de Dios estar escuchando la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y así es como estaríamos escuchando esa Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto.
Esta Gran Voz de Trompeta, la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero, es lo que antecede a la resurrección de los muertos en Cristo y a la transformación de nosotros los que vivimos; porque somos llamados y juntados con esa Gran Voz de Trompeta, con la Voz de Cristo a través de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y revelándonos así el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Con esa revelación, con ese Mensaje, es que son llamados y juntados todos los escogidos de Dios en este tiempo final.
Y por cuanto la Iglesia de Jesucristo ya ha cumplido las diferentes etapas de Asia Menor, Europa y Norteamérica, ahora se encuentra en la América Latina y el Caribe la Iglesia de Jesucristo en su etapa de oro, que es la etapa de la Edad de la Piedra Angular; la cual se cumple en la América Latina y el Caribe, y por eso llama y junta a Sus escogidos latinoamericanos en este tiempo final, y nos prepara para ser transformados y raptados en este tiempo final, conforme a la promesa divina.
Hemos visto el Séptimo Sello, que es la Venida del Hijo del Hombre, la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles; y hemos visto la juventud del Día Postrero. Y hemos visto que de la juventud del Día Postrero la más bienaventurada es la juventud latinoamericana y caribeña; porque es en la América Latina y el Caribe que el Programa Divino correspondiente al Día Postrero ha caído. Le ha tocado a la América Latina y el Caribe tener la parte más importante del Programa Divino, la parte de la Edad de la Piedra Angular, en donde se abre una nueva dispensación: la Dispensación del Reino.
Así que la América Latina y el Caribe tiene la bendición de Dios siendo manifestada en el Programa Divino que se está llevando a cabo en el Cuerpo Místico de Cristo en la Edad de la Piedra Angular, correspondiente esa edad al Lugar Santísimo de ese Templo espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de: EL SÉPTIMO SELLO Y LA JUVENTUD DEL DÍA POSTRERO.
¿Y dónde está esa juventud del Día Postrero, que sería bendecida y que escucharía esa Gran Voz de Trompeta dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto y revelándonos el misterio de Su Segunda Venida?
¡Aquí está! ¡Aquí estamos: en la América Latina y el Caribe!, escuchando la Gran Voz de Trompeta, esa Trompeta Final revelándonos el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, revelándonos el misterio del Séptimo Sello, revelándonos el misterio del Ángel que era muy diferente a los demás, que apareció en esta foto tomada de esta nube misteriosa, donde hubo ocho ángeles ahí presentes, los cuales estaban en sus cuerpos teofánicos (y fue tomada esta foto de estos cuerpos teofánicos, de estos ocho ángeles de Dios); y uno de ellos era diferente a los demás. A ese es al que le tocaría el ministerio de este tiempo final, el cual manifestaría en carne humana.
El Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo, el Ángel que era diferente a los demás, vendría manifestado en carne humana en este tiempo final, y tendría en Su manifestación estos ministerios: el de Moisés, el de Elías y el de Jesús, operándolos a través de Su Ángel Mensajero.
Pero ese Ángel Mensajero de Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él es solamente Su instrumento, para Cristo hablar por medio de él y manifestar estos grandes ministerios de Moisés, de Jesús y de Elías en este tiempo final; y con esos ministerios darnos la revelación de todas estas cosas que deben suceder pronto, y revelarnos el misterio de Su Venida, y así bendecirnos y prepararnos, llamar y juntar a Sus escogidos, y prepararnos para ser transformados y raptados en este tiempo final.
Todo eso está bajo ese Séptimo Sello, bajo la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Y hemos llegado al tiempo más glorioso para los latinoamericanos y caribeños y para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta tarde, dándoles testimonio de: EL SÉPTIMO SELLO Y LA JUVENTUD DEL DÍA POSTRERO.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre cada uno de ustedes que están aquí presentes, y los que están a través de internet y diferentes medios de comunicación. Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre nuestras almas. Y pronto hasta el último de los escogidos sea llamado y juntado, y pronto todos seamos transformados y vayamos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
“EL SÉPTIMO SELLO Y LA JUVENTUD DEL DÍA POSTRERO”.
[Edición junio 2018]