El Misterio de las cosas que deben suceder pronto

Muy buenas tardes, amados amigos y hermanos presentes, televidentes y también los que están a través de internet.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Cristo resucitado, sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y nos abra las Escrituras en esta ocasión, como lo hizo cuando resucitó y les abrió las Escrituras a los caminantes de Emaús y a los demás discípulos más adelante; y nos permita así entender Su Palabra, Sus profecías correspondientes a este tiempo final, y así conozcamos las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Leemos en Apocalipsis, capítulo 1, versos del 1 al 3, donde nos dice de la siguiente manera:

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,

que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL MISTERIO DE LAS COSAS QUE DEBEN SUCEDER PRONTO”.

Para poder comprender este misterio de las cosas que deben suceder pronto, debemos comprender quién es el Ángel del Señor Jesucristo, enviado por Jesucristo con la revelación de Jesucristo, el cual le dio a Juan el apóstol esta revelación apocalíptica.

Juan el apóstol dice, en el capítulo 1, verso 10 al 11:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor (aquí en Apocalipsis dice así), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades (o sea, de la muerte y del infierno)”.

Hemos leído: capítulo 1, verso 10 al 18, de Apocalipsis, en donde Juan fue transportado al Día del Señor.

El Día del Señor es el séptimo milenio, así como en el Génesis nos muestra que Dios trabajó seis días y el séptimo día reposó. Esos siete días ahí en el Génesis son siete mil años, porque “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”1.

Luego al pueblo hebreo le dio Dios ordenanzas y leyes, entre las cuales encontramos la ordenanza del pueblo hebreo trabajar seis días y el séptimo día reposar, como Dios reposó en el séptimo día.

Y ahora, encontramos que Dios ha estado trabajando en la Tierra por seis mil años en Su Programa; y en el séptimo milenio habrá reposo, porque será el glorioso Reino Milenial el que comenzará en el séptimo milenio, y traerá paz y reposo para la Iglesia del Señor Jesucristo.

También encontramos que, cuando la persona recibe a Cristo como su Salvador y lava sus pecados en la Sangre de Cristo y recibe el Espíritu de Cristo, ha entrado en su reposo, como Dios reposó en el séptimo día.

Ahora vean todas las cosas que representa el séptimo día allá en el Génesis.

Ahora vean cómo el Día Postrero, para el cual Cristo resucitará a los creyentes en Él que han partido, es el séptimo milenio, que es el último de los tres milenios postreros (que delante de Dios son los tres días postreros, o los días postreros de los cuales habla Dios en Su Palabra), para los cuales Él tendría el nacimiento de la Iglesia de Jesucristo; y durante esos días postreros, todo el que invocare el Nombre del Señor, será salvo y será lleno del Espíritu Santo, porque Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne.

Vean ustedes cómo Dios por medio del apóstol San Pedro, en el libro de los Hechos, capítulo 2, nos habla de los días postreros, y nos dice de la siguiente manera: capítulo 2, verso 14 en adelante, dice…

Esto fue el Día de Pentecostés, en donde fueron llenos del Espíritu Santo y se produjo el nuevo nacimiento de 120 personas. Y las personas que vieron lo que allí estaba sucediendo en el aposento alto, pensaron que esas 120 personas creyentes en Cristo estaban borrachos, muchos pensaron así; otros se preguntaban: “¿Qué significa esto?; porque oímos a estas personas, que son galileos, hablando en nuestro propio idioma las maravillas de Dios”.

Y dice, capítulo 2, verso 14 en adelante, del libro de los Hechos:

“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque estos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (o sea, de 8 a 9 de la mañana).

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel…”.

San Pedro aquí les va a mostrar lo que está sucediendo, y se los va a mostrar conforme a las Escrituras; porque toda cosa que Dios haga tiene que ser de acuerdo a las Escrituras. Dice:

“Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.

Y así sigue mostrando San Pedro todo lo que estará ocurriendo en los días postreros.

Ahora vean que desde el Día de Pentecostés hasta este tiempo, Dios ha estado derramando de Su Espíritu Santo y produciendo el nuevo nacimiento en los que han escuchado la predicación del Evangelio y han creído en Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios.

Ahora podemos ver que los postreros días no son días – tres días de 24 horas, sino que los postreros días delante de Dios son tres milenios: el quinto milenio, el sexto milenio y el séptimo milenio.

Vean cómo también San Pablo habló en su carta a los Hebreos, en el capítulo 1, y verso 1 al 2, diciendo:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.

Ahora, ¿cuándo dice San Pablo que Dios habló por medio de Su Hijo, por medio de Jesucristo? Dice que fue en los postreros días; señalando que aquellos días en donde Dios estaba hablando por medio de Jesucristo, bajo ese ministerio mesiánico de tres años y medio, eran ya los postreros días.

Y todavía nosotros estamos viviendo en los postreros días; porque, vean ustedes, han transcurrido de Cristo hacia acá solamente dos mil años (si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene), pero delante de Dios solamente han transcurrido dos días. Y añadiéndole al calendario los años de atraso que tiene, nos encontramos ya en el Día Postrero, que es el milenio postrero o séptimo milenio, que es también el Día del Señor.

Así como para el pueblo hebreo el día del Señor era el séptimo día, el sábado; en el Programa Divino, el Día del Señor delante de Dios, o Día Postrero delante de Dios, es el séptimo milenio.

Y ahora, Juan fue transportado al séptimo milenio, y escuchó la Voz de Cristo como una Gran Voz de Trompeta hablándole todas estas cosas que iban a suceder, y le fueron mostradas a Juan en forma simbólica.

Ahora, es muy importante comprender estas cosas, para así poder comprender todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Vean, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, hablando de este Ángel que le mostró a Juan todas estas cosas, en el libro de Las Edades, página 15 (sin editar este libro), dice, del verso 112 al 1132:

“Y Eso fue enviado… ‘Y la declaró enviándola por medio de Su ángel a Su siervo Juan’. No sabemos quién era el ángel. La Biblia no declara quién era el ángel. Pero sí sabemos que era un profeta (ese Ángel del Señor Jesucristo, vean ustedes, dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo que es un profeta), porque la Biblia después dice: ‘Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas, las cuales pronto acontecerán (para dar testimonio de estas cosas que sucederán pronto, dice la Escritura)’”.

Siempre que Dios ha enviado un profeta es para dar testimonio de las cosas que han de suceder y para llamar al pueblo a la Palabra de Dios. Son los profetas los que vienen dando testimonio de las cosas que han de suceder, o sea, vienen profetizando; y este Ángel del Señor Jesucristo viene profetizando las cosas que han de suceder.

Y Juan el apóstol obtuvo este libro profético apocalíptico por medio del Ángel del Señor Jesucristo. Y es tan grande el Mensaje profético de este Ángel que dice la Escritura: “Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de la profecía de este libro, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.

“Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”. (Apocalipsis, capítulo 1, verso 3).

Si es tan importante el escuchar – el leer y el escuchar las palabras de la profecía de este libro, es porque es la Palabra de Dios.

Y la Palabra de Dios siempre ha venido a los profetas de Dios, y por medio de los profetas de Dios ha venido al pueblo de Dios, tanto al pueblo hebreo como a la Iglesia del Señor Jesucristo, por medio de los mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y para el tiempo final, ¿cómo vendrá la Palabra revelada a la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular?, ¿cómo vendrá la revelación de los siete truenos de Apocalipsis, capítulo 10?, ¿cómo vendrá la revelación del Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1?, ¿cómo vendrá la revelación de la Segunda Venida de Cristo a la Iglesia de Jesucristo? Toda esa revelación vendrá por medio del Ángel del Señor Jesucristo.

Y ahora vean lo que a continuación dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, en esta misma página 15 del libro de Las Edades en español sin editar. Dice:

“Después encontramos que cuando Juan empezó a adorar al ángel, el ángel dijo: ‘Mira, no lo hagas’. Apocalipsis 22. Y él dijo: ‘Porque soy consiervo tuyo, y de los profetas’. Pudo haber sido Elías, pudo haber sido uno de los profetas… Juan era un apóstol, pero este profeta fue enviado.

Y Juan siendo un apóstol… Fíjense en la naturaleza de sus otras epístolas: eso prueba que no era Juan quien lo escribió, porque no tiene la naturaleza de Juan. Fíjense en Primera de Juan y Segunda de Juan, y lo demás, y léanlo; y miren la naturaleza de eso. Después miren la naturaleza de esto. Juan era un escritor, era un apóstol, pero este es el espíritu de un profeta. Es una persona completamente diferente. ¿Ven? No eran los escritos de Juan; no era la revelación de Juan; esa era la Revelación de Dios, de Jesucristo a las iglesias”.

Ahora, ¿cómo vino? Por medio del Ángel del Señor Jesucristo, que es un profeta; y este espíritu de profeta es el que trae esta revelación apocalíptica a Juan el apóstol en el Día del Señor, al cual él fue transportado.

¿Qué más dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo acerca de este Ángel Mensajero de Jesucristo? En la página 301 del libro de Los Sellos en español, abunda más acerca de este Ángel, y dice:

“106. Noten bien: En el tiempo cuando Dios iba a librar al mundo antes del diluvio, Él mandó un águila”.

Recuerden que un águila siempre representa un profeta. Por eso dice la Escritura que Dios llevó en alas de águila (de la Gran Águila) al pueblo hebreo: los sacó de Egipto y los llevó a la tierra prometida3: por medio del ministerio del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, a través del profeta Moisés; y después continuó a través de Josué.

“Cuando decidió librar a Israel, también mandó un águila (¿Ese fue quién? Moisés). ¿No cree usted que cuando Juan estaba en la Isla de Patmos, este Mensaje era tan perfecto que aun no podía ser confiado a un ángel? Ahora, un ángel es un mensajero, pero ¿sabía usted que aquel mensajero era un profeta? ¿Lo creen? Vamos a probarlo. Veamos Apocalipsis 22:9 para ver si no era un águila. Él era un ángel, un mensajero, pero era un profeta, el cual reveló a Juan completamente este libro de Apocalipsis. Ahora veamos lo que Juan vio:

‘Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas. Y después que hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Y él (el ángel) me dijo: Mira que no lo hagas (ningún verdadero profeta recibiría adoración, o mensajero alguno): porque yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios’.

Apocalipsis 22:8-9.

107. Ahora, el Libro era tan importante, y es la Palabra de Dios. ¡Cuidado! Cuando la Palabra de Dios es revelada, tiene que ser traída por el profeta, porque solamente a él llega la Palabra de Dios”.

No llega por medio de otra clase de persona, sino por medio de un profeta enviado por Dios para cierta edad y cierta dispensación.

Y ahora, aquí, este Ángel del Señor Jesucristo, vean ustedes, es un profeta.

Y ahora, hemos visto que dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo: “Pudo haber sido Elías”.

Y ahora, en la página 326 del libro de Los Sellos en español, miren lo que dice:

“243. Moisés será la misma persona. Hallamos lo mismo en Apocalipsis 22:8”.

“Moisés será la misma persona. Hallamos lo mismo (¿dónde?) en Apocalipsis 22, verso 8”. ¿Y qué fue lo que leímos en Apocalipsis 22, verso 8? Que Juan dice que cuando él hubo oído y visto las cosas que el Ángel le mostró, se postró delante del Ángel para adorarlo y él le dijo que no lo hiciera.

Moisés, uno de los Dos Olivos, será ¿quién? Apocalipsis 22, verso 8 al 9, que es el Ángel del Señor Jesucristo; y Elías será también Apocalipsis, capítulo 22, verso 8 al 9, que es el Ángel del Señor Jesucristo.

Y ahora vean quién es ese Ángel del Señor Jesucristo que le dio a Juan la revelación del libro del Apocalipsis; y fue transportado Juan por este Ángel al Día del Señor, para recibir esta revelación apocalíptica de todas las cosas que iban a suceder.

Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, veamos lo que aquí dice: capítulo 22, verso 6, dice: “Y me dijo…”. Vamos a ver… Y capítulo 4… Capítulo 4, verso 1, de Apocalipsis también. Vamos a leer capítulo 4, verso 1, primero; dice:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Es la Voz de Cristo, la misma Gran Voz de Trompeta en el Día del Señor, hablándole a Juan y diciéndole: “Sube acá”. ¿A dónde tiene que subir Juan? Tiene que subir a una edad más alta, que es la Edad de la Piedra Angular; porque ya no se encuentra Cristo en Espíritu Santo manifestado ya en ninguna de estas edades, sino en la Edad de la Piedra Angular.

Él estuvo manifestado por medio de cada uno de los siete ángeles mensajeros en cada edad; y acá estará manifestado —en la Edad de la Piedra Angular— por medio de Su Ángel Mensajero, hablando con esa Gran Voz de Trompeta todas estas cosas que deben suceder pronto, en el tiempo final.

Y ahora, veamos por medio de quién es que son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, las cuales Cristo prometió dar a conocer a aquellos que suban donde Él está: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”, o sea, las cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en las siete etapas o edades de la Iglesia gentil durante estos dos mil años que han transcurrido. Ahora, dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 6:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas…”.

¿De quién son los espíritus de los profetas enviados por Dios? Son de Dios. Y un espíritu de profeta es un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, es una teofanía; y fue este Ángel del Señor Jesucristo el cual le dio a Juan esta revelación. Dice:

“Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Las cosas que Cristo dijo que daría a conocer al que subiera donde Él estaba, ahora las da a conocer por medio de Su Ángel Mensajero, porque ese es el profeta para la Dispensación del Reino y para la Edad de la Piedra Angular; y toda revelación de Dios tiene que venir por medio de un profeta a la raza humana.

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. Dice:

“Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.

Es por medio de Su Ángel Mensajero que Jesucristo se manifiesta en el Día Postrero y le habla a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto, y manifiesta estos atributos de la Estrella resplandeciente de la Mañana, y también de la raíz y el linaje de David, y también del Sol de Justicia naciendo.

Todos esos atributos de Cristo son manifestados en el Día Postrero en Su manifestación por medio de Su Ángel Mensajero, a través del cual estaremos escuchando la Voz de Cristo; porque Cristo estará en Su Ángel Mensajero en Espíritu Santo manifestado, hablándonos con esa Gran Voz de Trompeta todas estas cosas que deben suceder pronto, en el tiempo final.

Y ahora, Juan vio esta manifestación de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero, y vio estos atributos de Cristo manifestados por medio de Su Ángel Mensajero, y quiso adorar al Ángel de Jesucristo en dos ocasiones: en Apocalipsis, capítulo 19, versos 9 al 10, y en Apocalipsis, capítulo 22, versos 8 al 9; y el Ángel le dijo: “Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo y de tus hermanos, los que…”. Vamos a ver. Pero él me dijo…”. Vamos a ver lo que dijo Juan: Apocalipsis 22, verso 8 al 9, dice:

“Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.

Aquí este Ángel rechaza la adoración que Juan le quiere ofrecer. ¿Por qué? Porque este Ángel no es el Señor Jesucristo, sino que es el Ángel del Señor Jesucristo.

Jesús dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

El Ángel del Señor Jesucristo viene dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder.

En este tiempo final es el tiempo para la manifestación de este Ángel en carne humana, el cual estuvo en su cuerpo teofánico, el cual fue manifestado y le reveló a Juan estas cosas que deben suceder, y fueron escritas en estos símbolos apocalípticos, así como también se encuentran en el libro del profeta Daniel.

Ahora podemos ver que así como Cristo ministró antes de venir en carne humana, tenemos al Ángel del Señor Jesucristo ministrando a Juan este libro del Apocalipsis antes de venir en carne humana en el Día Postrero.

Solamente de dos personas tenemos evidencia bíblica de que hayan ministrado la Palabra de Dios antes de venir en carne humana: uno, Jesucristo; y el otro, el Ángel del Señor Jesucristo.

Y ahora, para el Día Postrero, este Ángel tiene que estar en carne humana manifestado en la Tierra; así como estuvieron manifestados en la Tierra los profetas de Dios enviados en cada edad y en cada dispensación para tener sus ministerios aquí en la Tierra, en medio del pueblo de Dios, y profetizar las cosas que les fueron encomendadas profetizar.

Por eso la Palabra de Dios la tenemos gracias a que Dios envió ángeles, o sea, espíritus de profetas; de edad en edad y de dispensación en dispensación los envió en carne humana, porque Dios es el Dios de los espíritus de los profetas.

Y ahora, un espíritu de profeta, vean ustedes, es enviado de edad en edad y de dispensación en dispensación en carne humana, para ministrar, para traer la Palabra de Dios al pueblo de Dios.

San Pablo en su carta a los Hebreos [1:14] nos habla diciendo de la siguiente manera; hablando de los ángeles ministradores, dice:

“¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación?”.

Estos ángeles ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación, son ángeles mensajeros, profetas, enviados en el tiempo señalado por Dios para ministrar la Palabra de Dios, traer la Palabra de Dios, a los herederos de salvación.

Cada ángel mensajero, vean ustedes, era un espíritu teofánico de otra dimensión, que vino en carne humana manifestado trayendo la Palabra de Dios para la edad que le tocó vivir en carne humana.

Cada ángel mensajero correspondiente a las siete iglesias o siete edades de la Iglesia (que son las siete etapas de la Iglesia de Jesucristo durante la Dispensación de la Gracia, en el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo), están representados en las siete lámparas, y son señalados también como los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra, y también son señalados como los siete ojos de Dios que recorren toda la Tierra4.

En Apocalipsis, capítulo 1, verso 4, dice:

“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono…”.

Y en Apocalipsis, capítulo 4, verso 4 al 5, dice:

“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas”.

¿Quiénes son esos veinticuatro ancianos? Son los doce patriarcas y los doce apóstoles.

“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.

Y en el capítulo 5, verso 6, dice:

“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.

Y ahora, vean cómo los siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra son la manifestación del Espíritu Santo en cada ángel mensajero de cada una de las edades de la Iglesia gentil; y recorrieron desde Asia Menor, Europa y Norteamérica.

Y para el Día Postrero Cristo envía Su Ángel, de Apocalipsis, capítulo 7, con el Espíritu Santo en él manifestado, el cual aparece aquí: Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, donde dice:

“Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar,

diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios.

Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel”.

Y comienza a enumerar 12.000 sellados de cada tribu; comienza a enumerar cada tribu y 12.000 sellados de cada tribu.

Este Ángel, vean ustedes, viene con el Sello (¿de quién?) del Dios vivo. ¿Y cuál es el Sello del Dios vivo? San Pablo en Efesios, capítulo 4, verso 30, dice:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

Solamente los que han sido sellados con el Espíritu Santo, que son los que han creído en Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo, son los que para el Día de la Redención serán transformados, si están vivos; y si murieron sus cuerpos físicos, serán resucitados en cuerpos eternos.

Esos serán los que obtendrán la redención del cuerpo, que es la resurrección para los muertos en Cristo en cuerpos eternos y la transformación para nosotros los que vivimos. Seremos transformados, tendremos un cuerpo nuevo, porque eso es la adopción o redención del cuerpo para los escogidos de Dios, para el Día (¿qué?) Postrero, para el Día del Señor, para el séptimo milenio, para el Día de la Redención.

El Día de la Redención también fue representado en el año del jubileo, donde se tocaba la trompeta del año del jubileo el día 10 del mes séptimo de cada año; pero… el día 10 del mes séptimo del año del jubileo (más bien), del año 50; y se proclamaba libertad en toda la tierra; y las propiedades que habían sido tomadas en deuda o por deudas, o vendidas, regresaban a su dueño original sin pagar un solo centavo; y los esclavos quedaban libres, si reclamaban su libertad: quedaban libres y regresaban a su casa, a su familia y a su herencia. Dice el libro de Levítico, capítulo 25 (vamos a ver cómo dice aquí)… capítulo 25, verso 8 al 13, dice:

“Y contarás siete semanas de años (eso representa las siete edades de la Iglesia gentil), siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.

Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.

Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”.

¿En qué año era que cada persona regresaba a su familia y a su casa y a su herencia? En el año del jubileo, cuando se tocaba la trompeta del año del jubileo el día 10 del mes séptimo, en el año 50.

Ahora, vean ustedes, el año 50 representa la Edad de la Piedra Angular y también representa la eternidad después del Reino Milenial.

Y ahora, la trompeta del año del jubileo representa la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, que es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, proclamando el tiempo o ciclo divino para la liberación de todos los hijos e hijas de Dios, para regresar con un cuerpo eterno a nuestra Familia celestial: regresar a la Casa de nuestro Padre celestial, ir a la Cena de las Bodas del Cordero vestidos de un cuerpo nuevo, un cuerpo inmortal, un cuerpo incorruptible; ¿y esto es para qué tiempo? Para el tiempo de la redención, para el Día de la Redención, que es representado en el año del jubileo. Dice:

“… ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión (o sea, a vuestra herencia), y cada cual volverá a su familia (los hijos e hijas de Dios volverán a su Familia celestial).

El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,

porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.

En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”.

Y cada hijo de Dios volverá a su herencia, a su posesión; volverá a la posesión de vida eterna, con un cuerpo eterno, y con todo el poder y autoridad que Dios le dio a Adán en el principio, pero que perdió a causa de la caída.

Todo eso será restaurado en el Año del Jubileo actualizado, en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, que es la que está representada en el año de jubileo, así como también está representado en el año del jubileo el tiempo en donde se entra a la eternidad después del Milenio. O sea que el año del jubileo representa eternidad, y el año del jubileo también representa la Edad de la Piedra Angular; y la Edad de la Piedra Angular representa la eternidad.

Por eso es que los escogidos de Dios son llamados y juntados en la Edad de la Piedra Angular: para ser restaurados a la eternidad, con vida eterna, con un cuerpo eterno, para vivir con Cristo por toda la eternidad.

Ahora podemos ver que, de los seres humanos que viven en este tiempo final, son los primeros que entran a eternidad: los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular, cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados.

Y así en esta Tierra estarán manifestados los hijos e hijas de Dios, en la manifestación gloriosa de los hijos e hijas de Dios, que es la adopción de los hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios; la adopción, o sea, la redención de nuestro cuerpo5; y así estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Este ciclo divino del Año del Jubileo, que representa la Edad de la Piedra Angular y representa la eternidad (porque en la Edad de la Piedra Angular está representada la eternidad, para entrar a la eternidad todos los hijos de Dios), es el primer tiempo o ciclo divino donde se proclama que vamos a ser transformados y que los muertos en Cristo van a resucitar en este tiempo final.

En todas las demás edades se señalaba hacia el futuro, pero ahora, en la Edad de la Piedra Angular, se habla de la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de nosotros los que vivimos para nuestra edad: para la Edad de la Piedra Angular, y para la Dispensación del Reino, que es la séptima dispensación, y para el Día Postrero, que es el séptimo milenio.

Y estas son cosas que deben suceder en este séptimo milenio que ha comenzado, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene. Y si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, no hay ningún problema: comoquiera va a suceder en el tiempo señalado por Dios. O sea, que sucederá en el tiempo señalado por Dios, sea que se le añadan los años de atraso que tiene el calendario o no se le añadan.

Y ahora, si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene ya estamos en el año 1998; y para terminar el sexto milenio y terminar el siglo XX, ¿solamente faltan cuántos años? Falta lo que queda de este año 1998, el año 1999 y el año 2000. Y luego, ¿qué sucede? Luego estamos en el séptimo milenio y en el siglo XXI.

Ahora, podemos ver que para unos estamos cerca del séptimo milenio, del Día del Señor; y para otros ya estamos dentro del séptimo milenio, del Día del Señor.

Y el pueblo hebreo está muy cerca de obtener lo que él está esperando en este tiempo final: la Venida del Mesías. Y el pueblo hebreo, al estar esperando la Venida del Mesías, ¿saben ustedes lo que está esperando? La venida de un profeta en el cual el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Espíritu Santo, esté manifestado. Eso es lo que está esperando el pueblo hebreo, para que se siente en el Trono de David y establezca el glorioso Reino Milenial, el Reino del Mesías; establezca así el Reino de Dios en esta Tierra, y sea restaurado el Reino de David, con el Hijo de David sentado en el Trono de David.

Cristo es el Hijo de David, el heredero al Trono de David, como dijo el Arcángel Gabriel en San Lucas, capítulo 1 y versos 30 en adelante (vamos a ver lo que dice aquí):

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.

¿Quién es el heredero al Trono de David? Nuestro amado Señor Jesucristo.

Y Él en el Día Postrero estará viniendo con Sus Ángeles6, en Su manifestación final, y estará manifestándose como Hijo del Hombre e Hijo de David. Y el pueblo hebreo dirá: “¡A este es al cual nosotros estamos esperando!”.

Ahora, recuerden que todo esto fue tipificado en la vida del profeta José, hijo de Jacob. En él fue reflejada la Primera Venida de Cristo: él fue vendido7, porque Cristo sería vendido por cierta cantidad de piezas de plata8; pero él luego fue restaurado y luego fue colocado en el trono como el gobernante de Egipto, al cual le fue dada la autoridad y el poder para gobernar la casa del faraón, la casa del rey; y nadie podía hacer nada sin orden de José. O sea que todas las cosas eran administradas por José, el hijo amado de Jacob o de Israel9.

Y sus hermanos, que le habían vendido, cuando tuvieron hambre ellos y su padre, ¿dónde consiguieron alimento? Entre los gentiles. ¿Y quién lo tenía? José; era el administrador de todos esos bienes del faraón. Y el administrador de los bienes de Dios es Cristo, el cual los ministra de etapa en etapa, de edad en edad.

Y para el Día Postrero es que el pueblo hebreo sentirá el hambre espiritual que está azotando la raza humana; pero habrá alimento espiritual, la Palabra de Dios: “porque no solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”10; y habrá Palabra saliendo de la boca de Dios.

La boca de Dios siempre han sido los profetas de Dios, de donde ha salido la Palabra de Dios. Y de la boca de Dios para el Día Postrero, para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, que es el Ángel del Señor Jesucristo (el profeta de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular), saldrá el Mensaje, el alimento espiritual, para el alma de los escogidos de Dios de entre los gentiles y también para el pueblo hebreo.

Ellos sentirán el hambre en su tierra, y ellos verán que hay alimento espiritual, y ellos verán que ese alimento espiritual está siendo ministrado por un mensajero entre los gentiles, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, y ese alimento espiritual es el que ellos necesitan; porque ese alimento espiritual es el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Y lo que el pueblo hebreo ha estado esperando por dos mil años es la Venida del Rey de reyes y Señor de señores, la Venida del León de la tribu de Judá, para que tome el Trono de David, se siente en él, y establezca el Reino de Dios en medio del pueblo hebreo; y restablezca, restaure, el Trono de David y el Reino de David, y reine sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Eso es lo que ha estado esperando el pueblo hebreo. Y en la Primera Venida de Cristo, por cuanto vino no como León sino Cordero de Dios, no lo recibió el pueblo hebreo; pero en Su Segunda Venida Él viene como Rey de reyes y Señor de señores, como el León de la tribu de Judá, y el pueblo hebreo lo verá y lo recibirá.

Ahora, cuando se reveló José a sus hermanos, encontramos que estaba vestido como un gentil (con todo lo que conllevaba: vestidura y forma de hablar de un gentil) y estaba colocado como segundo en el imperio del faraón.

Ahora, Cristo cuando ascendió el Cielo se sentó en el Trono de Dios, a la diestra de Dios; y le fue encomendado todo el gobierno de los bienes divinos, porque toda la autoridad le fue dada en el Cielo y en la Tierra a Cristo11; y Cristo dijo en San Juan, capítulo 5, verso 21 al 24, que “el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo”. Vamos a darles el verso exacto: capítulo 5, verso 22, dice:

“Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo…”.

Y ahora, vean ustedes, es Cristo el que está a cargo de llevar a cabo los negocios del Padre celestial. Y Cristo ha estado llevando a cabo los negocios del Padre celestial por medio de Sus mensajeros de cada edad, luego que Él ascendió al Cielo y se sentó a la diestra de Dios; por medio de Sus mensajeros ha estado manifestándose y ha estado alimentando a los gentiles de edad en edad.

Y para este tiempo final, entre los gentiles también estará, en la Edad de la Piedra Angular, alimentando a Sus hijos de entre los gentiles, en Su Casa (la Casa de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo); y ahí estará el siervo fiel y prudente.

Así como hubo siervos fieles y prudentes en la Casa de Dios, en cada edad o etapa de la Iglesia gentil, en el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo; ahora en el Lugar Santísimo estará un siervo fiel y prudente, el cual estará dando el alimento espiritual de la Palabra de Dios12, representado en el maná escondido, que estaba en una vasija de oro dentro del arca del pacto, el cual no podía ser visto ni tomado desde el lugar santo, para eso se requería entrar al lugar santísimo; y el sumo sacerdote entraba solamente un día en el año: el día 10 del mes séptimo de cada año, que era el día de la expiación.

Y ahora, el día 10 del mes séptimo del Año 50 es el Día de la Redención, es el Día en que Cristo entra manifestado al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual: construye ese Lugar Santísimo, es dedicado a Dios ese Templo, y Cristo entra al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, manifestado en Su Ángel Mensajero.

Y ahí será visto Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, manifestado en el Día Postrero. Y el pueblo hebreo lo verá, y buscará el alimento espiritual para el alma de ellos, y lo recibirán; recibirán ese alimento espiritual, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, el Maná escondido; que fue escondido de los hijos e hijas de Dios de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, porque nadie conoció el misterio de la Segunda Venida de Cristo en edades pasadas, por lo tanto, nadie obtuvo el conocimiento del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Para el Día Postrero, ese Mensaje es el alimento espiritual para el alma de los escogidos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, para los escogidos de Dios de entre los gentiles y para los escogidos de Dios del pueblo hebreo, que son 144.000 hebreos.

El pueblo hebreo no está interesado en otro Mensaje. Por eso es que han tratado de convertir el pueblo hebreo a Cristo y el pueblo hebreo nunca ha sido convertido a Cristo; durante estos dos mil años que han transcurrido, el pueblo hebreo como nación no ha recibido a Cristo. Dios trata con el pueblo hebreo como nación; aunque en las diferentes edades o etapas de la Iglesia de Jesucristo ha habido escogidos de Dios que han venido a formar parte de la Iglesia de Jesucristo como individuos, pero no como nación.

Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo, vean ustedes, está compuesta por gentiles y hebreos también; de vez en cuando han entrado hebreos para tomar parte de ese Cuerpo Místico de Jesucristo. Pero el pueblo hebreo como nación nunca ha entrado (nunca ha entrado: nunca ha sido convertido a Cristo); se han mantenido en el Mensaje de la Dispensación de la Ley, se han mantenido en el Mensaje de la Ley.

Pero en el Día Postrero la promesa es que el pueblo hebreo recibirá a Cristo en Su Segunda Venida, y será convertido a Cristo en Su Segunda Venida, y entrará a la Dispensación del Reino; y recibirá así el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo. Y luego entenderá lo que fue la Primera Venida de Cristo, y se lamentará, llorará, arrepentido por el pecado de haberlo rechazado y haber pedido Su muerte13.

Y eso dará cumplimiento a lo que en el día de la expiación ocurría, en donde toda alma tenía que lamentarse, afligirse delante de Dios por sus pecados; y el que no lo hiciera, no recibiría la reconciliación con Dios, no recibiría la misericordia de Dios; y por consiguiente sería cortado del pueblo, y perdería el derecho a pertenecer al pueblo hebreo, y perdería el derecho a vivir eternamente.

Ahora, vean ustedes todo lo que conlleva el día de la expiación de Levítico, capítulo 23, y de Levítico, capítulo 25.

El pueblo hebreo lamentará, llorará, se afligirá, cada familia por sí: los hijos de Leví por sí, los hijos de Judá por sí, y así por el estilo14.

Para eso es que Dios envía el Ángel con el Sello del Dios vivo, que es el Ángel de Jesucristo que viene con el Sello del Dios vivo, o sea, viene con el Espíritu Santo; Jesucristo en Espíritu Santo viene manifestado en él para llevar a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero; primeramente entre los escogidos gentiles, llamándolos y juntándolos, y colocándolos en la Edad de la Piedra Angular en el Cuerpo Místico de Cristo, y preparándonos para ser transformados y raptados; y luego llamará al pueblo hebreo, llamará 144.000 hebreos (12.000 de cada tribu), y los colocará en la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino; y serán sellados con el Sello del Dios vivo: como aparecen ya sellados en Apocalipsis, capítulo 14, verso 1 en adelante, donde nos dice de la siguiente manera; dice así:

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente”.

O sea, que tienen la revelación del Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo; y lo tienen tanto en sus frentes (o sea, sus mentes) como también en sus corazones (en sus almas), obtienen esa revelación; y son las personas del pueblo hebreo que seguirán al Cordero dondequiera que Él va. Dice:

“Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas.

Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra.

Estos son los que no se contaminaron con mujeres (o sea, con grupos religiosos contrarios a la religión hebrea), pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero;

y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios”.

Y miren ustedes, luego de Juan ver este grupo de 144.000 hebreos ya sellados, dice:

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo…”.

Ahora, vean ustedes cómo el Evangelio del Reino será predicado a todo pueblo, nación y lengua; y durante el glorioso Reino Milenial ese es el Mensaje que se estará predicando a toda nación, pueblo y lengua; y este Ángel Mensajero es el que trae ese Mensaje. Es el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, que llama, junta y sella 144.000 hebreos, pues los llama con el Evangelio del Reino.

Y luego, durante el Reino Milenial, ese Mensaje se estará predicando; y con ese Mensaje será que “la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”, como dice el profeta Habacuc en el capítulo 2, verso 14, y también Isaías en el capítulo 11 y verso 9.

Esto es así porque durante el Reino Milenial la dispensación que estará vigente será la Dispensación del Reino; y el Mensaje que estará vigente será el Mensaje del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Ahora podemos ver este misterio de las cosas que deben suceder pronto, después de las que ya han sucedido durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

Hemos visto también que durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil sucedieron muchas cosas, las cuales están profetizadas aquí en el libro del Apocalipsis; están en estos símbolos apocalípticos que le fueron dados a Juan el apóstol por el Ángel del Señor Jesucristo.

Y ahora, hemos visto también quién es el Ángel del Señor Jesucristo: ese es el Ángel Mensajero que viene en el Día Postrero con el ministerio de Moisés, de Elías y de Jesús, en el cual viene Jesucristo en Espíritu Santo manifestado, operando esos ministerios, y llamando y juntando a los escogidos de Dios con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo en el Día Postrero llamando y juntando a Sus hijos con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, el cual gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Gira alrededor de la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, que es la Venida de Cristo; gira alrededor de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, que es la Venida de Cristo; y todo esto prometido aquí, en el Día Postrero estará manifestándolo Jesucristo en Espíritu Santo en Su manifestación final a través de Su Ángel Mensajero.

Por eso Juan el apóstol quiso adorar a los pies del Ángel de Jesucristo, porque vio a Jesucristo manifestado en Su Ángel Mensajero cumpliendo todas estas promesas correspondientes al Día Postrero, y dándole a conocer a Juan todas estas cosas que deben suceder desde el tiempo de Juan el apóstol hasta este tiempo final.

Ahora podemos ver el misterio del Ángel de Jesucristo; podemos ver el misterio de la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero; podemos ver el misterio de los Dos Olivos, que es la manifestación de los ministerios de Moisés y Elías en el tiempo final, en un hombre del tiempo final.

Cuando le preguntaron a nuestro hermano Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo, acerca del Elías que les predicará a los judíos, le hicieron la pregunta número 11, la cual se encuentra aquí en el libro de “preguntas y respuestas”, o en esta conferencia de “Preguntas y respuestas”, la cual fue realizada en la semana de la apertura de los Sellos, la predicación de Los Sellos; por eso se encuentra en el libro de Los Sellos, página 399; le preguntaron así:

“11. El Elías que viene a predicar a los judíos, ¿es el verdadero Elías que estuvo en los días de Achab, o será solamente el espíritu de Elías en otro hombre?

(Y la contestación fue):

[94]. Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu; porque allá, cuando Elías ya había subido y Eliseo se encontró con los hijos de los profetas, ellos dijeron: ‘El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo’. Es que Eliseo obró igual a Elías”.

Y ahora, vean ustedes cómo ha venido el ministerio de Elías pasando de Elías Tisbita (la primera ocasión) a Eliseo (por segunda ocasión), a Juan el Bautista (por tercera ocasión)…

Juan el Bautista fue el Elías que tenía que aparecer precursando la Primera Venida de Cristo; y no se llamaba Elías: se llamaba Juan el Bautista el velo de carne; pero en ese velo de carne el Espíritu Santo estaba operando el ministerio de Elías por tercera ocasión. Porque el único que tiene ministerios y opera ministerios es el Espíritu Santo; y Juan fue lleno del Espíritu Santo aun desde el vientre de su madre15, y operó el ministerio de Elías en Juan el Bautista por tercera ocasión.

Jesucristo dijo: “Si ustedes lo quieren recibir (a Juan el Bautista), él es aquel Elías que había de venir”. San Mateo, capítulo 11, verso 14.

Y también, en San Mateo, capítulo 17, verso 10 al 13, le preguntan a Jesucristo: “¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero y restaure todas las cosas?”. Jesús dice: “A la verdad, Elías vendrá primero y restaurará todas las cosas. Mas he aquí ya Elías vino, y no lo conocieron, e hicieron de él todo lo que quisieron; así también harán al Hijo del Hombre”. Y entonces entendieron que les hablaba – que les había hablado ¿de quién? De Juan el Bautista.

Cuando Dios promete la venida de un profeta que ya vino en el pasado para ministrar, es la venida del Espíritu Santo en otro hombre, en otro profeta, operando el ministerio de aquel profeta que Dios envió en tiempo pasado.

Y ahora, el ministerio del profeta Elías viene siendo manifestado en carne humana en cinco profetas, cinco hombres, enviados por Dios: El primero fue Elías Tisbita, el segundo fue Eliseo…

Vean ustedes que ya para la segunda manifestación del ministerio de Elías tuvo un nuevo nombre: no se llamaba Elías, sino Eliseo. Para la tercera manifestación del ministerio de Elías tuvo otro nuevo nombre: ya no se llamaba ni Elías ni Eliseo, sino Juan. Para la cuarta manifestación tuvo un nuevo nombre: ya se llamaba William Marrion Branham el velo de carne, pero el ministerio seguía llamándose Elías. Y luego, para la quinta manifestación, que es en la manifestación en que ese ministerio le hablará al pueblo hebreo y convertirá el pueblo hebreo a Cristo, ya no se llamará Elías el velo de carne, sino que tendrá el nombre que sus padres le pusieron al velo de carne.

Ahora, vean ustedes, será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu ministerial; será un hombre ungido con el Espíritu Santo, con el Sello del Dios vivo, en el cual el Espíritu Santo —Jesucristo en Espíritu Santo— operará el ministerio de Elías por quinta ocasión.

Ese es el Ángel que le trajo a Juan la revelación del libro del Apocalipsis, en el cual estará manifestado el ministerio de Elías por quinta ocasión, y también estará manifestado el ministerio de Moisés por segunda ocasión, y también estará manifestado el ministerio de Jesús por segunda ocasión; porque en él estará el Espíritu Santo —que es Jesucristo en Espíritu Santo— operando esos ministerios, que son los ministerios prometidos para ser manifestados en el Día Postrero.

Está prometida la venida de Jesús, está prometida la venida de Elías y está prometida la venida de Moisés. Eso es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, eso es lo que está prometido; y eso es lo que el Espíritu Santo —Jesucristo en Espíritu Santo— estará cumpliendo en el Día Postrero operando esos tres grandes ministerios en un hombre de este tiempo final, que será el Ángel del Señor Jesucristo, y a través del cual estará hablándole a Su Iglesia primeramente y después al pueblo hebreo.

Ahora podemos ver el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, podemos ver el misterio de la Venida de Jesucristo en Espíritu Santo, viniendo en carne humana en el Día Postrero como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 y como el Ángel Fuerte que desciende del Cielo en el Día Postrero.

¿Qué dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que será la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19? Vean, en el mensaje de Los Sellos, del libro de Los Sellos en español, nos dice, en la página 134; dice así el reverendo William Branham, el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el Elías que tenía que venir precursando la Segunda Venida de Cristo, el cuarto Elías; y ahora vean lo que dice: página 134 del libro de Los Sellos dice:

“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como ‘Rey de Reyes y Señor de Señores’”.

Luego en el libro de Los Sellos en español, página 277, orando dice:

“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco (¿Quién es el Jinete del verdadero caballo blanco? Es el Espíritu Santo), mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

Y ahora, en la página 256 del libro de Los Sellos en español, vean lo que dice acerca de la Venida de este Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Venida del Espíritu Santo, vean cómo vendrá el Espíritu Santo en el Día Postrero manifestado. Página 256 del libro de Los Sellos en español dice:

“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Si los hijos e hijas de Dios encuentran a ese hombre, ese velo de carne, estarán encontrando el Verbo, la Palabra de Dios (el Verbo de Dios, la Palabra de Dios) encarnada en un hombre: en ese hombre que Él en el Día Postrero estará enviando con el Sello del Dios vivo. El Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo; y ahí será visto el Espíritu Santo encarnado, ahí será visto el Verbo viniendo en carne humana en el Día Postrero.

Y ese hombre será un hombre de este tiempo final llamado el Ángel del Señor Jesucristo, donde el Espíritu Santo, el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, estará manifestando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez, a través de ese Ángel llamado el Ángel de Jesucristo, que es el instrumento de Cristo para el Día Postrero.

Pero recuerden que ese Ángel no es el Señor Jesucristo. Él es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino, el Ángel del Señor Jesucristo para la Edad de la Piedra Angular.

Es la primera ocasión en que Jesucristo envía a Su Iglesia un profeta mensajero dispensacional. Por eso lo envía con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Ahora podemos ver este misterio de estas cosas prometidas para suceder en el Día Postrero, o sea, en el Día del Señor. Y lo más grande prometido para suceder en este tiempo final es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, como está profetizado en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento también.

Y este Ángel de Jesucristo, cuando le dio a Juan el apóstol la revelación del Apocalipsis, profetizó de la Segunda Venida de Cristo; profetizó en Apocalipsis capítulo 1, en Apocalipsis capítulo 7, en Apocalipsis capítulo 10, en Apocalipsis capítulo 14, en Apocalipsis capítulo 19; en todos estos lugares profetizó de la Venida del Señor, de la Venida del Hijo del Hombre. Profetizó en esa forma simbólica, para en el Día Postrero ser cumplido todo ese Mensaje profético de la Segunda Venida de Cristo, y ser dado a conocer ese misterio (¿ser dado a conocer por quién?) por el Ángel del Señor Jesucristo.

Ese es el único que puede revelar ese misterio, porque es en él que Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, viene en el Día Postrero manifestado, en el cumplimiento de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.

Pero el Ángel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo; y por eso es que cuando Juan el apóstol quiso adorar al Ángel, el Ángel se lo prohibió: le dijo que no lo hiciera.

Tenemos que saber hacer la diferencia entre Jesucristo y Su Ángel Mensajero. Su Ángel Mensajero es el instrumento, el velo de carne, que Jesucristo estará usando en el Día Postrero para Su manifestación final. Ese Ángel es el profeta de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino.

Y así como en cada profeta Dios estuvo manifestado en Espíritu Santo de edad en edad y de dispensación en dispensación, también estará manifestado en Su Ángel Mensajero del Día Postrero.

Dice la Escritura que Dios habló por medio de los profetas en el pasado al pueblo hebreo. Zacarías, capítulo 7, verso 11 y 12; y también Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2.

Y luego también estuvo en Jesús, estuvo manifestado en carne humana en toda Su plenitud; y habló al pueblo hebreo por medio de Jesús, habló por medio de carne humana.

Y para este tiempo final encontramos que Dios en Espíritu Santo, Jesucristo en Espíritu Santo, ha hablado por medio de Sus ángeles mensajeros de edad en edad.

Y para el Día Postrero estará manifestado en Su Ángel Mensajero de la Edad de la Piedra Angular: el Ángel de Jesucristo, y estará hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y estará abriéndonos así las profecías correspondientes al Día Postrero; las cuales se encuentran en parábolas, y también en la vida de los profetas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento, donde se reflejó la Segunda Venida de Cristo (como también la Primera); y también se encuentran esas profecías en el libro del Apocalipsis, como también en el libro del profeta Daniel, y en otros libros del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento.

Y todas esas profecías que hablan del Día Postrero y de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, serán abiertas por Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero; y nos dará a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto en este tiempo final: las abrirá, y entonces las entenderemos, y podremos comprender así el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles en este tiempo final; porque los entendidos entenderán, dijo Dios por medio del profeta Daniel16.

Y ahora, hemos visto EL MISTERIO DE LAS COSAS QUE DEBEN SUCEDER PRONTO y hemos visto cuál es la más importante de todas, que es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, o sea, la Venida de Cristo en el Día Postrero, o sea, la Segunda Venida de Cristo.

Y hemos visto que ese misterio, al ser abierto, es la cosa más sencilla que uno pudiera imaginarse. Nadie se imaginó que sería una cosa tan sencilla; pero el precursor de la Segunda Venida de Cristo dijo que, si no vigilábamos, nos iba a pasar por encima; porque el cumplimiento del Séptimo Sello, de la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, de la Venida del Ángel que era diferente a los demás, sería una cosa tan sencilla que lo pasaríamos por alto si no vigilábamos para ver Su Venida17.

Por eso él profetizó de cómo sería Su Venida: dijo que Su Venida sería la Palabra encarnada en un hombre. Él dijo que Su Venida sería la Venida del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, y eso sería el Mensajero a Israel viniendo18; y viniendo por el pueblo hebreo, pero, por cuanto la Iglesia gentil está aquí sobre la Tierra todavía, entonces vendría por Su Iglesia gentil; y sería tanto el Mensajero a Su Iglesia gentil como al pueblo hebreo.

Y es Cristo el que viene en el Día Postrero manifestado en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas, y mostrándonos el misterio de Su Venida a Su Iglesia, a la Edad de la Piedra Angular, y Su misterio y el misterio de Su Venida al pueblo hebreo en el Día Postrero.

Así que la Iglesia de Jesucristo conocerá el misterio de Su Venida antes que lo conozca el pueblo hebreo; pero el pueblo hebreo está esperando la Venida del Mesías, la Venida del Rey de Israel; y lo que él está esperando es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, manifestado en carne humana en un hombre de este tiempo final.

Eso es lo que está esperando el pueblo hebreo; y cuando lo vea, y Dios le abra el entendimiento por medio de la predicación del Evangelio del Reino, el pueblo hebreo dirá: “¡Este es al que nosotros estamos esperando!”. Miles de años esperando Su Venida.

Pero vean ustedes, Él vino dos mil años atrás manifestado en carne humana, en un velo de carne llamado Jesús, y lo rechazaron. Para el Día Postrero vendrá el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto manifestado en carne humana, en un velo de carne llamado el Ángel del Señor Jesucristo.

Y el pueblo hebreo verá esa manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero, y lo recibirá. Lo verán viniendo —a Cristo— manifestado en Su Ángel Mensajero como el Hijo del Hombre e Hijo de David, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo. Pero el Ángel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo: él solamente es Su instrumento.

Y por eso es que la promesa dada por Cristo en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21…, donde dice: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en Su Trono”.

Se sentó en el Trono del Padre cuando ascendió al Cielo victorioso, luego de resucitar y estar aquí en la Tierra 40 días con Sus discípulos; se sentó a la diestra de Dios en el Cielo, en el Trono de Dios. Y eso mismo es lo que Cristo hará con el Vencedor que obtendrá la victoria en el Día Postrero, en el tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino: se sentará con Cristo en Su Trono.

¿Y cuál es el Trono de Jesús? El Trono de Jesús no es el Trono que está en el Cielo, porque el Trono que está en el Cielo es el Trono del Padre. El Trono de Jesús es el Trono que dijo el Arcángel Gabriel que el Padre, que Dios, le daría. Ese es el Trono de David, al cual Jesucristo es heredero como Hijo de David, pues vino de la tribu de Judá: nació en Belén de Judea por medio una virgen, de una joven virgen, llamada María, descendiente del rey David.

Y ahora podemos ver este misterio del Trono de David en la Tierra, que es el Trono de Jesús, y del Trono del Padre en el Cielo, donde Cristo ha estado sentado por estos dos mil años haciendo intercesión por cada uno de los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Y vean ustedes, ya Él ha hecho intercesión por todos los escogidos de Dios de las siete edades de la Iglesia gentil; pero en el Día Postrero estará haciendo intercesión por los últimos escogidos, que serán colocados en Su Cuerpo Místico, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino. O sea que Él está haciendo intercesión en el Cielo por Sus escogidos que estarán escuchando Su Voz, esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, llamándolos y juntándolos y colocándolos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular.

Y sin los escogidos de este tiempo final, los escogidos de las edades pasadas no pueden ser perfeccionados. Los escogidos de las edades pasadas no pueden llegar a la perfección y obtener un cuerpo eterno sin, primero, los escogidos de la Edad de la Piedra Angular ser llamados y juntados y colocados en el Cuerpo Místico de Cristo.

Cristo hace intercesión por Sus escogidos hasta que entre el último de los escogidos de Dios, el cual pertenece al Cuerpo Místico de Cristo, a la etapa de la Edad de la Piedra Angular. Ya faltan muy pocos de ser llamados y juntados.

Y ahora, ¿dónde están los escogidos de Dios del Día Postrero, que serían llamados y juntados y colocados en la Edad de la Piedra Angular en el Cuerpo Místico de Cristo? Aquí estamos; y todavía faltan algunos por llegar, y llegarán, porque les llegará el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta, que los llama y los junta en este Día Postrero.

Y así como nos llamó a nosotros y nos juntó el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, los llamará y los juntará a ellos también; y se completará el número de los escogidos de Dios en este Día Postrero, y Cristo hará intercesión por el último de los escogidos.

Y cuando llegue al último de los escogidos y haga intercesión por él, se terminará Su Obra de Intercesión en el Cielo; y entonces saldrá del Trono del Padre para reclamar Su Trono, el Trono de David, y sentarse en el Trono de David; y reclamar también Su Iglesia, redimida por Su Sangre, reclamarla y traerla a vida eterna con un cuerpo eterno: los muertos en Cristo siendo resucitados, y nosotros los que vivimos siendo transformados, y entrando a eternidad con un cuerpo eterno.

Ahora podemos ver estos misterios de estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, de las cuales ya muchas están sucediendo; y Dios está llamando y juntando a Sus escogidos en este tiempo final con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, conforme a como está prometido.

Ahora vean lo que dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo; en la página 47 del libro de Citas en español (ya vamos a ir redondeando para terminar), dice:

402 – “Y nosotros que vivimos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, no evitaremos o impediremos a los que duermen. Esos preciosos que sellaron su testimonio con su sangre. ‘No impediremos o estorbaremos a los que duermen, porque sonará la trompeta’. Algo acontecerá, ese algo evangélico sonará, el anuncio de Su venida”.

Ese “algo evangélico”, que es la Trompeta del Evangelio del Reino, ¿qué sonará?, ¿qué dará a conocer? El anuncio de Su Venida: dará a conocer la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles en el Día Postrero.

“‘Y los muertos en Cristo resucitarán primero. Y nosotros los que vivimos y permanezcamos seremos transformados’. Parados allí, y sentir un cambio; el pelo canoso se irá, las arrugas cesarán, cambiados en un momento, en un abrir de ojos. Y encontraremos a nuestros amados primero”.

Ahora podemos ver que tendremos una gran reunión con nuestros amados que ya partieron; y también tendremos la oportunidad de hacer algo también en esos días por nuestros familiares, si todavía no han recibido la Palabra de Dios, porque estaremos en cuerpos inmortales, a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora podemos ver este misterio de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es la Trompeta del Evangelio del Reino, ese algo evangélico proclamando, anunciando el misterio más grande de todos los misterios: la Segunda Venida de Cristo con Sus Ángeles en el Día Postrero.

Encontramos en otros lugares que el precursor de la Segunda Venida de Cristo nos habló, diciendo de la siguiente manera en la página 149 del libro de Citas, citando aquí – se está citando aquí el mensaje “Avergonzados de Él” (página 38), donde dice:

1333 – “Recuerden que ‘los que viven y quedan, no impedirán a los que duermen; porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. La sexta acaba de sonar. Y esa última Trompeta, con el último Sello, será la Venida del Señor”.

Esa última Trompeta de Apocalipsis, capítulo 11, verso 15, es (¿qué?) la Venida del Señor. O sea que lo que es el Séptimo Sello para la Iglesia gentil, que es la Venida del Señor, es la Séptima Trompeta para el pueblo hebreo. La Séptima Trompeta para el pueblo hebreo es (¿qué?) la Venida del Señor, y el Séptimo Sello para la Iglesia gentil es la Venida del Señor.

“Y esa última Trompeta, con el último Sello, será la Venida del Señor. ‘Tocará, y los muertos en Cristo se levantarán primero’. Sólo descansando hasta ese tiempo”.

Y en la página 130 de este libro de Citas (aquí se está citando el mensaje “Cisternas rotas”, página 33 y 35, donde dice), el verso 1164, dice:

1164 – “Recuerden que ‘los que están vivos y queden, no impedirán a los que están durmiendo; porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. La sexta acaba de tocar. Y esa última Trompeta, como el último Sello, será la Venida del Señor. ‘Tocará, y los muertos en Cristo se levantarán primero’”.

Aquí podemos ver lo que es la Séptima Trompeta para el pueblo hebreo y lo que es el Séptimo Sello para la Iglesia gentil: es lo mismo. Es la Venida del Señor para la Iglesia gentil como el Séptimo Sello.

¿Y el Séptimo Sello quién lo tiene? En la página 469 del libro de Los Sellos, miren quién tiene el Séptimo Sello. Página 469 del libro de Los Sellos dice así:

“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro?”.

Se está refiriendo a estos ángeles, que aparecieron en esta constelación de ángeles que formó esta nube, donde están los siete ángeles mensajeros de las siete edades (que son estos) formando la barba del Señor, y el Ángel que era diferente a los demás (que es este), que forma el cabello blanco del Señor o peluca blanca del Señor, y que lo identifica como Juez de toda la Tierra.

“153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás (está hablando este Ángel que está aquí). Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’”.

¿Quién fue el que levantó a nuestro hermano Branham y lo colocó en esta constelación de ángeles, en esta nube? Fue el Ángel que era muy diferente a los demás, el cual está aquí.

“154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello, lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este séptimo”.

Ahora vean, el Ángel que tiene el Séptimo Sello es este Ángel que es diferente a los demás. Es diferente a los demás porque no es un ángel de las siete edades de la Iglesia gentil, sino que es el Ángel que para el Día Postrero vendrá en carne humana manifestado en el Ángel de Jesús cumpliendo el Séptimo Sello. O sea que el Séptimo Sello estará manifestado en carne humana aquí en la Tierra, como también la Séptima Trompeta; y todo eso será la Venida del Señor siendo manifestada, siendo cumplida y revelada primeramente a la Iglesia de Jesucristo y después al pueblo hebreo.

Ahora vean ustedes que en el Ángel del Señor Jesucristo estará manifestado en carne humana este Ángel que era muy diferente a los demás, el cual tiene el Séptimo Sello.

Ahora hemos visto el misterio del Séptimo Sello, hemos visto el misterio de este Ángel que desciende del Cielo, este Ángel que era diferente a los demás, y hemos visto que el misterio de la Venida de ese Ángel es la Venida de ese Ángel en carne humana en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo; y eso es el Séptimo Sello para la Iglesia gentil y la Séptima Trompeta para el pueblo hebreo.

Y por medio de esa manifestación de Cristo, del Ángel que era diferente a los demás, a través de Su Ángel Mensajero, se da a conocer este gran misterio; y los escogidos de Dios reciben al Ángel que era diferente a los demás, el cual les ministra la Palabra por medio de Su Ángel Mensajero, por medio de carne humana; y luego el pueblo hebreo lo recibirá, y le ministrará la Palabra del Evangelio del Reino por medio de carne humana, por medio de Su Ángel Mensajero.

Recuerden que es la Venida del Ángel que era diferente a los demás, el cual es Jesucristo en Espíritu Santo viniendo manifestado a través de Su Ángel Mensajero. Es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel que le apareció al profeta Moisés y le dijo19: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”. Es la Venida del Ángel (que libertó al pueblo hebreo) dos mil años atrás (y lo libertará nuevamente en este tiempo final).

Lo que sucedió allá es tipo y figura de lo que estará sucediendo en este tiempo final; y llevará a cabo todo el Programa correspondiente a este tiempo final —ese Ángel que era diferente a los demás— por medio de Su manifestación en carne humana en el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo para la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.

Hemos visto EL MISTERIO DE LAS COSAS QUE DEBEN SUCEDER PRONTO, en este tiempo final.

Hemos visto que estamos viviendo en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, en donde Él está llamando y juntando a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino; y los está reuniendo, juntando, en Su Cuerpo Místico de creyentes en la Edad de la Piedra Angular; y nos está alimentando con Su Palabra, y nos está preparando para llegar a la perfección, para obtener nuestra transformación, obtener el cuerpo eterno, y luego ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Pues ninguna persona irá a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo sin primero recibir el cuerpo nuevo, el cuerpo eterno: tiene que recibir la transformación de su cuerpo terrenal si está vivo; y si murió, pues tiene que recibir la resurrección en el cuerpo eterno, para poder ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.

Hemos llegado al tiempo final. Hemos llegado al tiempo en que Dios está cumpliendo Sus promesas correspondientes al Día Postrero, al tiempo final. Todavía los muertos en Cristo no han resucitado y nosotros todavía no hemos sido transformados; pero hemos sido llamados, hemos sido juntados, y estamos siendo alimentados y estamos siendo preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final. Se requiere pasar por esas etapas para obtener nuestra transformación.

Ninguna persona podrá ser transformada sin escuchar la Gran Voz de Trompeta llamando y juntando a Sus escogidos; porque San Pablo dijo que la Trompeta sonará, y los muertos en Cristo resucitarán primero, serán resucitados en cuerpos incorruptibles, y nosotros los que vivimos seremos transformados20.

Primero hay que escuchar esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es la Trompeta del Evangelio del Reino revelando el misterio de la Venida del Ángel que era diferente a los demás, revelando el misterio de la Venida de Cristo, el Ángel del Pacto, viniendo en Espíritu Santo manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero. Y esto es así para los escogidos de entre los gentiles y para los escogidos del pueblo hebreo; no puede ser de otra forma.

Y ninguna persona podrá obtener su transformación y el rapto, e ir a la Cena de las Bodas del Cordero, sin pasar por el cumplimiento de estas promesas y escuchar esta Trompeta Final; y obtener el conocimiento, la revelación del Séptimo Sello, o sea, la revelación de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, que es la Venida del Señor con Sus Ángeles manifestándose en el Día Postrero.

Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos, en donde estamos obteniendo por medio de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero: hemos estado obteniendo el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; sin obligar a ninguna persona a creer, porque los que son de Dios escucharán la Voz de Dios21. “Mis ovejas oyen mi Voz, y me siguen”22, dice el Señor.

Así que el Ángel del Señor Jesucristo no estará obligando a nadie a creer, sino que estará predicando el Mensaje del Evangelio del Reino; y los escogidos de Dios del Día Postrero estarán escuchando ese Mensaje, que es la Gran Voz de Trompeta, y estarán siendo llamados y juntados en este tiempo final.

Todos los que serán transformados y raptados estarán escuchando ese Mensaje de la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final del Evangelio del Reino, siendo proclamado por el Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero y revelando este gran misterio del Séptimo Sello y Séptima Trompeta, que es la Venida del Señor.

¿Y dónde están los que escucharían esta Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta revelando este misterio y lo recibirían? Aquí estamos, en Puerto Rico, el Caribe y la América Latina, escuchando esa Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final en este tiempo final.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta tarde, dándoles testimonio de los misterios de las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Que todas las bendiciones prometidas por Cristo para Sus escogidos para este tiempo final, en el Cuerpo Místico de Cristo, sean manifestadas en cada uno de ustedes y en mí también, se materialicen en ustedes y en mí; y pronto los que faltan por ser llamados y juntados, de los escogidos de Dios, sean llamados y juntados, y se complete el número de los escogidos de Dios; y los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados; y luego de estar de 30 a 40 días aquí en el cuerpo nuevo, vayamos todos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar en esta tarde nuestra parte, dándole gracias a Cristo por Sus bendiciones y las cosas que deben suceder pronto, las cuales Él está dándonos a conocer en este tiempo final.

Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

“EL MISTERIO DE LAS COSAS QUE DEBEN SUCEDER PRONTO”.

[Revisión noviembre 2020]

1 2 Pedro 3:8, Salmos 90:4

2 SPN60-1204M “La revelación de Jesucristo”, pág. 15, párrs. 108-110 / Citas, pág. 41, párr. 330

3 Éxodo 19:4, Deuteronomio 32:11

4 Apocalipsis 5:6, Zacarías 4:10

5 Romanos 8:23

6 San Mateo 16:27, San Mateo 25:31

7 Génesis 37:27-28

8 San Mateo 26:14-15

9 Génesis 41:37-46

10 San Mateo 4:4, San Lucas 4:4, Deuteronomio 8:3

11 San Mateo 28:18

12 San Mateo 24:45-46, San Lucas 12:42-44

13 Zacarías 12:10

14 Zacarías 12:11-14

15 San Lucas 1:15, 1:41

16 Daniel 12:10

17 Los Sellos: “Dios en simplicidad”, pág. 52, párr. 204; “El Primer Sello”, pág. 122, párr. 99; “El Segundo Sello”, pág. 152, párr. 13; “El Tercer Sello”, pág. 197, párrs. 30-31; pág. 209, párr. 90; “El Cuarto Sello”, pág. 264, párr. 157; “Preguntas y respuestas”, pág. 412, párr. 161; “El Séptimo Sello”, pág. 449, párr. 54; pág. 472, párr. 165

18 Los Sellos, pág. 57, párrs. 17-18

19 Éxodo 3:6

20 1 Corintios 15:51-52, 1 Tesalonicenses 4:15-17

21 San Juan 8:47

22 San Juan 10:27

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