Cada árbol produciendo según su naturaleza

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes aquí en Buga, Colombia. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en el libro del Génesis, capítulo 1, versos 9 al 12, donde nos dice:

“Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así.

Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno.

Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así.

Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno.

Y fue la tarde y la mañana el día tercero”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “CADA ÁRBOL PRODUCIENDO SEGÚN SU NATURALEZA”, o sea, según su simiente.

Dios, el mismo orden que le colocó a los árboles, a las plantas, a toda esta vegetación que Él creó, es el mismo que le ha aplicado al ser humano; y por eso es que Cristo toma Su Palabra y nos habla acerca del ser humano representado en árboles, y en esa forma nos trae grandes enseñanzas a todos nosotros.

También el salmista tomó las parábolas o la parábola, y comparó los seres humanos con árboles y comparó la Iglesia de Jesucristo con árboles. Y ahora, en el Salmo número 1, verso 1 en adelante, dice:

“Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

Sino que en la ley de Jehová está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará”.

Aquí tenemos un cuadro claro de la Iglesia de Jesucristo y también de cada miembro de la Iglesia de Jesucristo; pues él dice que los justos son como el árbol:

“… como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo,

Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará”.

Así es para la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, y así también es para cada individuo que ha creído en Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu Santo; pues Él dijo (hablando el último y gran día de la fiesta)1: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”. Y esto dijo acerca del Espíritu que recibirían los que creerían en Él; pues dijo que “el que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su vientre”, o sea, por su vientre, dando a entender el Espíritu Santo que recibirían.

Y ahora, estas personas están junto a aguas vivas, junto a corrientes de aguas; y dan su fruto a su tiempo por medio de esa manifestación del Espíritu de Dios, y su hoja no cae; y todo lo que hacen prosperará.

Ahora podemos ver cómo en árboles Dios ha representado a Su Iglesia y también a cada escogido de Dios. También representó a los escogidos en el trigo sembrado en el campo, y representó a los hijos del malo en la cizaña; y habló que para el Día Postrero o tiempo final o fin del siglo (que es el tiempo de la cosecha) el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles ¿para qué? Para llevar a cabo la cosecha.

Y ahora, Cristo había dicho también: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda”. Así lo habló Cristo en San Juan, capítulo 12, verso 24. Cristo siendo el Grano de Trigo… Miren cómo se representa Cristo: se representa en el grano de trigo.

Y ahora, Cristo como el grano de trigo, si no caía en tierra y moría, Él solo quedaba; porque Él solo podía vivir eternamente porque no había pecado, y el cuerpo que tenía había venido no por medio de la unión de un hombre y de una mujer, sino por Creación divina, y no tenía pecado; por lo tanto podía decir2: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mí mismo para volverla a tomar”.

Y ahora, si Cristo no moría en la Cruz del Calvario, ningún ser humano podía vivir eternamente, todos morirían; y en el día en que Jesús murió en la Cruz del Calvario era el día en que la raza humana sería llamada a juicio y sería juzgada, y sería condenada y sería destruida por causa del pecado.

Pero Cristo tomó nuestros pecados y se hizo pecado por nosotros, y por eso en el Huerto de los Olivos estuvo allí sudando y Su sudor era como grandes gotas de sangre, porque Él luego de decir3: “Pasa de mí esta copa, si es posible”, pero por cuanto vio que no era posible, Él entonces dijo: “Hágase conforme a Tu voluntad”.

Y entonces aceptó tomar nuestros pecados y se hizo pecador, se hizo pecado por causa de los pecados nuestros, tomando nuestros pecados; y se hizo como nosotros para hacernos como Él. O sea, para hacernos sin pecado Él se hizo pecado tomando nuestros pecados; y por causa de que la paga del pecado es muerte, allí se hizo mortal su cuerpo físico; y por eso lo tomaron preso, lo juzgaron, lo condenaron y lo mataron, por causa de nuestros pecados.

Y ahora, Cristo después de estar muerto resucitó al tercer día en la cuarta vigilia del día domingo (del primer día de la semana), y de ahí en adelante ha estado en el Trono de Dios en el Cielo, luego de estar aquí en la Tierra 40 días ya resucitado, con los santos que habían resucitado con Él, los cuales tenían sus pecados cubiertos con la sangre de aquellos animalitos, pero cuando Cristo murió y derramó Su Sangre, la Sangre de Cristo borró también los pecados de Abraham, de Isaac y de todas esas personas que vivieron en el pasado, y también de Adán; y pudieron resucitar ellos, porque ellos fueron los escogidos de Dios del Antiguo Testamento.

Y ahora, podemos ver que, luego que ascendió al Cielo, Él ha estado en el Templo que está en el Cielo haciendo intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero. Esas personas están representadas en trigo, están representadas también en árboles, están representadas así en diferentes símbolos buenos que Dios ha colocado en Su Palabra.

Y ahora, por cuanto estamos representados en trigo, estamos representados en plantas y árboles que llevan fruto según su simiente; y por cuanto Cristo es el Grano de Trigo que fue sembrado en tierra, nosotros somos simiente de Cristo, tenemos en nosotros esa simiente.

Y por eso es que Cristo luego de morir, resucitar y ascender al Cielo, encontramos que el Día de Pentecostés nació una plantita de trigo, por causa de la semilla de trigo que fue sembrada en tierra (nuestro amado Señor Jesucristo, el Hijo de Dios), ¿para qué? Para que por medio de esa plantita vengan a ser manifestados los hijos e hijas de Dios aquí en el planeta Tierra, para que en esa plantita de trigo estén todos los que son simiente de Dios, los que son simiente de Jesucristo. Y Él dijo: “Mas si el grano de trigo cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”.

Ahora, cuando usted ve un grano de trigo que ha sido sembrado en tierra y nace una plantita, ¿cuál es el fruto que usted espera ver en esa plantita de trigo? Pues muchos granos de trigo, los cuales cuando maduran son cosechados y entonces ya usted no tiene un grano de trigo, sino que tiene muchos granos de trigo de un solo grano de trigo que fue sembrado en tierra.

Y ahora, Dios colocó aquí en la Tierra un grano de trigo: Jesucristo el Hijo de Dios, ¿para qué? Para la reproducción de ese Grano de Trigo en millones de granos de trigo, en millones de hijos e hijas de Dios.

Ahora vean ustedes, la simiente de Dios son los hijos de Dios, y por medio de Jesucristo —la simiente de Dios que fue sembrada en tierra— encontramos que vienen los hijos e hijas de Dios.

Por eso cuando escuchamos la predicación del Evangelio y creemos en Cristo como nuestro Salvador y lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibimos Su Espíritu Santo, hemos nacido en la planta de trigo, hemos brotado ahí en esa planta de trigo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo; y el Libro de la Vida es el registro de esa planta de trigo.

Dios desde antes de la fundación del mundo sabe cuántos granos de trigo tendrá esa planta de trigo que ha nacido del primer Grano de Trigo, de Jesucristo, que fue sembrado en tierra.

Y ahora, esa planta de trigo, que es la Iglesia de Jesucristo, llevará mucho fruto; y Su Iglesia es el mismo Jesucristo en la forma de Su Iglesia. Por eso es que Su Iglesia es Su Cuerpo Místico de creyentes y por eso es que la reproducción de Cristo viene por medio de Su Iglesia. Es en Su Iglesia que serán vistos los hijos e hijas de Dios, es en Su Iglesia que será visto el trigo naciendo de edad en edad.

Ahora, en edades pasadas no se veía que era trigo, pero los creyentes de edades pasadas eran el trigo potencialmente. Así como en una planta de trigo, a medida que va creciendo pero que todavía no ha producido el fruto, esa planta de trigo contiene la vida del grano de trigo que fue sembrado en tierra; por lo tanto, las diferentes etapas de esa planta de trigo es conocida como la planta de trigo.

Por lo tanto, en la Iglesia los que pertenecen a esas diferentes etapas del tallo, son trigo potencial; pero para el Día Postrero la Iglesia tendría granos de trigo, hijos e hijas de Dios, los cuales madurarían en el Día Postrero y serían cosechados. Para madurar se requiere que estén ante la presencia del Sol, que es ante la presencia del Hijo del Hombre, ante la presencia de Cristo en Su Segunda Venida, para madurar y ser transformados y ser cosechados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero. Tenemos que madurar completamente para recibir nuestro cuerpo eterno y así ser llevados a la Casa de nuestro Padre celestial.

Ahora, en este tiempo como individuos tenemos que madurar, así, como edad, la Iglesia de Jesucristo que está en la Edad del Trigo tiene que madurar.

Y ahora, va madurando a medida que el Sol de Justicia le va alumbrando con Sus rayos de Luz del Evangelio Eterno que en la Edad de la Piedra Angular se predica, y es también en la Dispensación del Reino el Evangelio del Reino.

Y ahora, para el Día Postrero, vean ustedes, la gran cosecha se manifiesta en diferentes formas. Por ejemplo, en el llamado y recogimiento de los escogidos del Día Postrero, siendo llamados y juntados y colocados en la Edad de la Piedra Angular, esa es una cosecha; pero cuando nosotros seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero, esa también es una manifestación de la cosecha siendo llevados a la Casa de nuestro Padre celestial.

Ahora, cada árbol produciendo según su naturaleza en lo físico, encontramos que una semilla de trigo sembrada, la cual nace en la forma de una plantita, y al producir el fruto lo que produce son muchos granos de trigo a imagen y semejanza del que fue sembrado en tierra; también los árboles de mango o mangó o algún otro árbol de fruto, cuando su semilla es sembrada, ¿qué produce? De acuerdo a la simiente que estaba en esa semilla: produce mangos o mango o mangó (como ustedes le llamen), y produce cientos o miles en cada cosecha. Y así es la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes de edad en edad: en cada cosecha produce millones de hijos e hijas de Dios.

Ahora, el tiempo de cosecha es este tiempo final, y en este tiempo final es en donde se recogen a todos los hijos e hijas de Dios, los que están en el Paraíso (porque sus cuerpos físicos murieron); y los que estamos vivos, somos recogidos, somos juntados y preparados para ser transformados; y cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, nosotros seremos transformados, y estaremos todos a imagen y semejanza de Jesucristo; y ahí estará cumplida plenamente la palabra de Cristo: “Mas si el grano de trigo cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”, o sea, muchos granos de trigo a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, el Grano de Trigo que fue sembrado en tierra.

O sea que para el Día Postrero habrá millones de seres humanos que resucitarán en cuerpos eternos, son los creyentes en Cristo de edades pasadas; y la cantidad que Dios tenga en esta Tierra que estén vivos, que no sabemos de cuántos se compone ese número, pero que ese número será completado en este Día Postrero con el llamado que Cristo está haciendo en este tiempo final, ese llamado de la Gran Voz de Trompeta.

Y cuando seamos transformados, lo cual será después que los muertos en Cristo sean resucitados, todos estaremos con cuerpos eternos, a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, ¿por qué? Porque cada árbol produciendo según su género ha hecho que Jesucristo, el Árbol de la Vida, produzca seres humanos con vida eterna, porque Él es el Árbol de la Vida y Él nos ha dado a comer de Sí mismo. Él dijo4: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí mismo”.

Y Él, para los que comerían Su carne y beberían Su Sangre —lo cual no es beber literalmente Su Sangre ni comer literalmente Su carne— encontramos que Él dice que Él resucitará a los que hayan partido. Dice en el capítulo 6 de San Juan, verso 53 en adelante, dice… 52 en adelante, vamos a ver, cuando preguntan:

“Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? (Porque, vean ustedes, Jesús habla de dar a comer Su carne).

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.

El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Cuando recibimos a Cristo como nuestro Salvador recibiendo Su Sacrificio en Su Primera Venida, recibiéndolo como el Cordero de Dios en Su Primera Venida muriendo en la Cruz del Calvario Su cuerpo físico y derramando Su Sangre; cuando lo recibimos y recibimos así a nuestro Salvador, y lavamos nuestros pecados en Su Sangre y aplicamos Su Sangre en nuestras almas, estamos así comiéndonos Su carne y estamos tomándonos Su Sangre, así como hacía el pueblo hebreo el día o la noche en que iba a salir por la mañana libre allá en Egipto.

El cordero pascual fue sacrificado el día 14 del mes de Abib y luego fue asado; y luego se lo comieron durante la noche, esa noche, porque los días comienzan y terminan en la tarde. En la tarde del día 14 encontramos que el cordero fue sacrificado, fue asado, y la sangre aplicada sobre el dintel y los postes de las casas; y luego fue colocado dentro de la casa el cordero pascual y se lo comieron asado durante la noche; allí estaban ellos seguros, pues la muerte no entraría a esa casa.

Como tampoco puede entrar la muerte espiritual a las casas, a las personas que tienen a Cristo el Cordero dentro, el Cordero Pascual, y se están comiendo al Cordero Pascual, a Cristo, dentro, porque se están comiendo Su Palabra; y Su Sangre está aplicada en la puerta, en el dintel y los postes de nuestro corazón; ahí la muerte espiritual no puede entrar a esa casa, porque ahí está la vida eterna.

Y ahora, vean ustedes cómo en Egipto la muerte estaba hiriendo los primogénitos desde el primogénito del faraón hasta el primogénito de los animales, de los siervos, de los esclavos, de todos; pero en la casa donde estaba aplicada la sangre y el cordero estaba dentro, había vida, la muerte no podía entrar a esa casa.

Y así ha estado sucediendo de edad en edad teniendo los hijos e hijas de Dios a Cristo, el Cordero Pascual, dentro, y la Sangre aplicada en sus corazones: la muerte espiritual no ha podido entrar ahí. Y la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes tiene a Cristo dentro, y Su Sangre aplicada dentro; por lo tanto la muerte espiritual no puede ahí entrar a la Casa de Dios, que es Su Iglesia, la cual de edad en edad ha estado pasando por diferentes etapas.

Y ahora, en la Edad de la Piedra Angular se encuentra la Iglesia de Jesucristo en la etapa más gloriosa de todas las etapas, en donde de un momento a otro los escogidos de Dios que han partido resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados, porque Cristo se ha estado reproduciendo en hijos e hijas de Dios, así como un padre de familia por medio de su esposa se reproduce en más seres humanos.

Y ahora, Cristo se ha estado reproduciendo en más hijos e hijas de Dios; y por eso Cristo, que es el Padre de esa Familia espiritual…, porque Él es el segundo Adán…

Y ahora, vean ustedes, así como hemos venido como descendientes del primer Adán por medio del nacimiento natural a través de nuestros padres terrenales, ahora por medio del nuevo nacimiento hemos venido como hijos e hijas de Dios por medio del segundo Adán, nuestro amado Señor Jesucristo; y ya ha nacido nuestro cuerpo teofánico. Y para el Día Postrero (que es el séptimo milenio) nacerá el cuerpo eterno que Cristo ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.

¿Y cómo nacerá, cómo aparecerá? Por Creación divina. Cristo creará para los muertos en Cristo un cuerpo eterno, y para nosotros los que vivimos nos transformará, y nos dará así el cuerpo eterno que Él ha prometido; y todos seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; porque el Grano de Trigo, Cristo, el Hijo del Hombre, que cayó en tierra y murió, fue ¿para qué? Para reproducirse.

Y Él en Su reproducción reproduce o se reproduce en hijos e hijas de Dios con cuerpos teofánicos eternos; y en el Día Postrero: con cuerpos físicos eternos también; pero cada cosa va en su debido tiempo: primero el cuerpo teofánico, el cual han estado recibiendo todas las simientes de Dios, todos los hijos e hijas de Dios —lo que es simiente de Dios es el alma nuestra.

Y ahora, vean ustedes cómo para el Día Postrero todas esas simientes de Dios escritas en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, pertenecientes a la Iglesia de Jesucristo, cuando se complete hasta el último de los escogidos de Dios, ¿qué sucederá? Todas esas simientes ya tendrán su cuerpo teofánico, y solamente les faltará el cuerpo físico glorificado y eterno, el cual recibiremos en este tiempo final. Vean lo que Cristo dice, Él dice:

“El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él.

Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí.

Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente”.

Ahora vean este misterio de Cristo, el cual es el Árbol de la Vida y el cual también es ese Grano de Trigo con vida eterna, que fue sembrado en tierra para reproducirse en hijos e hijas de Dios.

Ahora, ¿dónde lleva el grano de trigo el fruto? En la planta. Cuando se convierte este grano de trigo en una planta de trigo, ahí es que lleva el fruto; y esa planta de trigo es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por eso también Él dice, hablando acerca de Él como la Vid verdadera, Él dice5: “Yo soy la Vid verdadera, y vosotros los pámpanos (o sea, las ramas)”.

Y Él dice: “Sin mí nada podéis hacer”. Así como las ramas sin el tronco, y ese tallo de la planta, de la uva, no pueden esas ramas producir fruto, no pueden producir uvas; por eso la Iglesia de Jesucristo no puede producir hijos e hijas de Dios sin estar unidos a Cristo.

Ahora, ¿dónde se encuentra el fruto? En las ramas, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. ¿Y dónde se encuentran los hijos e hijas de Dios naciendo de edad en edad? En las ramas, o sea, en la Iglesia de Jesucristo.

Tenemos entre los gentiles la primera rama de la Iglesia de Jesucristo, que fue la primera edad; y en esa rama nacieron miles o quizás millones de uvas de Dios, hijos e hijas de Dios; y así de edad en edad.

Y ahora en el Día Postrero tenemos la rama de la Edad de la Piedra Angular, donde nacen los últimos hijos e hijas de Dios; y es en la copa del árbol donde madura primero el fruto; y es ahí donde maduran los hijos e hijas de Dios y donde estarán los que serán transformados y raptados, porque los de las demás edades en el tiempo de sus edades no maduraron, porque no era el tiempo para madurar, porque el Sol de Justicia (que es la Segunda Venida de Cristo) no era para ser cumplida Su Venida en las edades pasadas sino en la Edad de la Piedra Angular.

“Y a los que tiene mi nombre, nacerá el Sol de Justicia y en Sus alas traerá salvación”6. Y en Su Venida, con la Luz de Su Palabra revelada nos madurará como hijos e hijas de Dios hasta que lleguemos a ser transformados y raptados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero; nos iremos de aquí de la Tierra pero siendo a imagen y semejanza de Jesucristo. Y entonces es que podemos ver a Cristo en Su cuerpo eterno también.

Ahora, hemos visto que cada árbol produce según su naturaleza, o sea, según su género, según su especie. El que es de aguacate no va a producir naranjas, ni toronjas, ni uvas, sino que tiene que producir aguacates; y así cada árbol tiene que producir de acuerdo a su naturaleza, de acuerdo a su simiente.

Y así es con la Iglesia de Jesucristo, que es Cristo en la forma de Su Iglesia produciendo o reproduciéndose en hijos e hijas de Dios, de edad en edad; y tenemos entre los gentiles cada una de esas edades, que son las diferentes ramas en donde han estado los hijos e hijas de Dios, el fruto del primer Grano de Trigo que fue sembrado en tierra.

Y ahora en la rama de la Edad de la Piedra Angular es que nacen los últimos hijos e hijas de Dios. Y así como cada etapa o cada rama del Cuerpo Místico de Cristo se cumplió en cada lugar destinado por Dios…: la primera edad en Asia Menor, la segunda en Francia; la tercera, la cuarta, la quinta y la sexta, juntamente con la segunda, todas esas se cumplieron en Europa; y luego la séptima edad en Norteamérica. Vean, esas ramas tuvieron los hijos e hijas de Dios.

Y ahora, en el Día Postrero es en el territorio latinoamericano y caribeño donde la rama de la Edad de la Piedra Angular, del Cuerpo Místico de Cristo, de la Iglesia de Jesucristo, es manifestada; nace esa rama y produce hijos e hijas de Dios que llegarán a la madurez y serán transformados en este tiempo final; madurarán por medio de la Luz del Sol de Justicia, la Luz de Cristo el Sol de Justicia, alumbrándonos con Sus rayos de luz, con Sus rayos de la Luz del Evangelio del Reino, revelándonos todas estas cosas que deben suceder pronto; y así nos madura como hijos e hijas de Dios.

Ahora hemos llegado al tiempo en donde hemos visto que la última rama de la planta de trigo, la última rama del Árbol-Novia, está en la América Latina y el Caribe produciendo hijos e hijas de Dios y madurando esos hijos e hijas de Dios en este tiempo final.

Ahora hemos visto por dónde se encuentra, por qué etapa se encuentra la Iglesia de Jesucristo, que es el Árbol-Novia que produce de acuerdo a su género; y su género es la semilla que fue sembrada en tierra, que fue el Hijo del Hombre, Jesucristo; por lo tanto, produce hijos e hijas de Dios, porque quien fue sembrado en la tierra fue el Hijo de Dios para reproducirse en hijos e hijas de Dios, y se reproduce por medio de Su Iglesia.

Así como el hombre se reproduce por medio de su esposa, así Cristo se reproduce por medio de Su Iglesia; para eso Dios le ha dado a Cristo una Novia, que es Su Iglesia: para que lleve hijos e hijas de Dios.

Ahora, hemos visto esta ley de la reproducción aplicada a los árboles y las plantas de este planeta Tierra, y también aplicada a los animales y también aplicada a los seres humanos como individuos; y también aplicada, la ley de la reproducción, a la Iglesia de Jesucristo y también a nosotros espiritualmente.

Hemos visto este misterio, y, por consiguiente, sabemos que seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, porque tenemos la simiente de Dios acá, y esa es nuestra alma. La misma simiente del Grano que fue sembrado en tierra, esa misma simiente está en nosotros; por eso somos simiente de Dios, o sea, almas de Dios manifestados aquí en este planeta Tierra, en estos cuerpos mortales, pero en lo espiritual manifestados en el Cuerpo Místico de Jesucristo como miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos, porque este es el tiempo en donde llegaremos a obtener la imagen y semejanza plena de nuestro amado Señor Jesucristo.

Habrá millones de seres que han vivido en esta Tierra, que resucitarán en cuerpos eternos y serán iguales a nuestro amado Señor Jesucristo. Y hay miles (y no sé si se llegará a millones) de hijos e hijas de Dios, que en este tiempo final seremos transformados, y seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; y eso es Cristo, el Grano de Trigo, reproducido en este tiempo final.

Ahora, podemos ver por qué la misma ley de la reproducción que aplicó Dios a los árboles y a las plantas, también la aplicó a los animales y la aplicó a nosotros como seres humanos, y la aplicó a nosotros como cristianos y también la aplicó a Su Iglesia: porque cada árbol tiene que dar el fruto, tiene que reproducirse según su naturaleza, según su género, aquí en este planeta Tierra.

Hemos visto este misterio de la ley de la reproducción en el campo físico y también hemos visto la ley de la reproducción en el campo espiritual, en la Iglesia de nuestro amado Señor Jesucristo.

Este es el tiempo más grande de todos los tiempos. Cristo dijo que en el fin del siglo Él enviaría a Sus Ángeles. La evidencia para la humanidad, cuando llegue al fin del siglo del cual habló Cristo, es que estarán los Ángeles del Hijo del Hombre —que son los ministerios de Moisés y Elías— aquí en la Tierra llevando a cabo la cosecha; y el trigo estará siendo recogido y la cizaña estará siendo atada en manojos para ser echada al horno de fuego y ser quemada en el fuego.

Y el fuego que quemará la cizaña es fuego atómico, como dice el profeta Malaquías en el capítulo 4:

“… he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama”.

Eso es para los malos, o sea, eso es para la cizaña; pero para el trigo es: “A los que temen mi nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada. Y hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies…”.

¿Por qué bajo la planta de vuestros pies? Porque durante el Reino Milenial ya la cizaña estará quemada y estará convertida en cenizas, y nosotros estaremos caminando sobre las cenizas de la cizaña.

Ahora, podemos ver la bendición tan grande que Dios tiene para cada uno de ustedes y para mí también.

Estamos en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, en el tiempo donde el trigo estará viendo y recibiendo el ministerio de la cosecha, que es el ministerio de los Ángeles del Hijo del Hombre. La señal más grande que sería vista como la señal de que estaríamos viviendo en el fin del siglo, sería la Venida de los Ángeles enviados por el Hijo del Hombre para llevar a cabo esa labor de cosecha.

Ahora, hemos visto este misterio de la ley de la siembra y de la cosecha, en donde cada árbol produce según su género.

“CADA ÁRBOL PRODUCIENDO SEGÚN SU GÉNERO”.

Ahora, Cristo dijo: “Toda planta que no sembró mi Padre celestial, será desarraigada”, ¿y echada dónde? Al fuego. San Mateo, capítulo 15, verso 13.

La cizaña, ¿quién la sembró, quién la plantó? Jesucristo dice que la plantó el diablo, el enemigo de Dios: “Y toda planta que no sembró mi Padre celestial, que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada y echada al fuego”, esa es la cizaña.

Y ahora, nos dice Jesucristo que el trigo fue sembrado en la tierra; ¿y quién sembró el trigo? El Hijo del Hombre.

Ahora, toda planta que ha sembrado el Hijo del Hombre será cosechada en el Día Postrero y será colocada en la Cena de las Bodas del Cordero, esos son los hijos e hijas de Dios.

Ahora miren, en Apocalipsis, capítulo 14, verso 14 en adelante, dice:

“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.

Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.

Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada (o sea, fue cosechada).

[Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda].

Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.

Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.

Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”.

Para los que pasarán por la tribulación, aquí tenemos a este Ángel realizando esa cosecha y echándolos en el lagar de la ira de Dios, echándolos en la gran tribulación.

Ahora, podemos ver estas cosas que estarán sucediendo en este tiempo final, pero antes de venir esos juicios divinos sobre la raza humana vienen las bendiciones de Cristo sobre los hijos e hijas de Dios, sobre toda planta que sembró nuestro Padre celestial.

Hemos visto a través de esta corta plática titulada “CADA ÁRBOL PRODUCIENDO SEGÚN SU NATURALEZA”, hemos visto en el tipo y figura de árboles y de plantas quiénes somos nosotros: estamos representados en el trigo.

También en la parábola del sembrador, el cual sembró la semilla; una cayó junto al camino, otra cayó en pedregales, otra cayó entre espinos, y así por el estilo; pero otra cayó en buena tierra. La que cayó en buena tierra fue la única que produjo.

La que cayó junto al camino, vean ustedes, dice la Escritura que son aquellos que oyen la Palabra y no la entienden, y así es para todos los demás; pero cuando cayó en buena tierra, estos son los que escuchan la Palabra de Dios y la entienden, y ahí produce fruto en abundancia esa Palabra, esa semilla de Dios, porque es la semilla de Dios en forma de Palabra.

Y nosotros como individuos somos la simiente de Dios, la semilla de Dios en forma de seres humanos; y la Iglesia de Jesucristo es la simiente de Dios en forma de Iglesia. Y ahora, en buena tierra es que Dios siembra la buena simiente que llevará fruto en abundancia.

Encontramos que para el Día Postrero habrá una buena tierra como territorio, que es la América Latina, donde estará la buena semilla de los hijos e hijas de Dios; y ahí la Iglesia de Jesucristo estará produciendo hijos e hijas de Dios, ahí la Iglesia de Jesucristo estará produciendo a treinta, a sesenta y a ciento por uno; y ahí los hijos e hijas de Dios como individuos estarán produciendo fruto en abundancia también: unos a treinta, unos a sesenta y otros a ciento por uno.

Ahora podemos ver que cada simiente tiene que producir de acuerdo a su género, pero unos producen más y otros producen menos. Y para producir más, pues entonces tenemos que tener suficiente humedad, echarle suficiente agua y que también el Sol nos dé, el Sol de Justicia; y eso lo obtenemos por medio de estar recibiendo la Palabra, estar bajo la enseñanza de Jesucristo el Sol de Justicia, y así recibiendo la lluvia de la enseñanza, la Lluvia Tardía y Temprana.

¿Por qué dice la Lluvia Tardía y Temprana? Porque con la Lluvia Tardía también se recibe de la Lluvia Temprana. La Lluvia Temprana es la Primera Venida de Cristo y la Lluvia Tardía es la Segunda Venida de Cristo.

La enseñanza de la Segunda Venida de Cristo es la Lluvia Tardía, es la enseñanza de la Palabra revelada para la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero; y ahí también recibimos de la Lluvia de la enseñanza de la Primera Venida de Cristo, de esa Lluvia Temprana que cayó en la tierra.

Y ahora, con esa Lluvia de la enseñanza obtenemos bendición en abundancia para llevar mucho fruto, y con la Luz del Sol de Justicia alumbrándonos recibimos bendición para madurar como creyentes, como hijos e hijas de Dios, y para comprender cada día mejor quiénes somos, por qué estamos aquí y hacia dónde vamos en el Programa Divino; y en qué etapa, en qué edad y dispensación estamos, y por qué esa edad y dispensación se está cumpliendo en la América Latina y el Caribe.

Y por eso es que Dios nos ha colocado en la América Latina y el Caribe: porque como territorio ese es el territorio representado en la buena tierra; y como edad, pues la Edad de la Piedra Angular es el territorio, como edad, representado en la buena tierra; y como individuos, los escogidos de este tiempo final son la buena tierra; y la semilla que es sembrada es la Palabra de Dios.

También nosotros somos representados en la semilla o simiente de Dios, pues en nosotros está esa alma de Dios, que es la semilla o simiente de Dios. Semilla o simiente de Dios es hijos o hijas de Dios. Así como la simiente de ustedes pues son los hijos de ustedes, y así la simiente de Dios pues son los hijos de Dios.

“CADA ÁRBOL PRODUCIENDO SEGÚN SU NATURALEZA”. Ese es el resumen de lo que hemos hablado en esta ocasión.

Y ahora, vean ustedes cómo en y conforme a esta ley de que cada árbol tiene que producir o reproducirse según su simiente, ahora estamos viendo cómo Cristo por medio de Su Iglesia se está reproduciendo en el Día Postrero. ¿Dónde? En la América Latina y el Caribe, y nosotros somos una reproducción de Jesucristo.

Ha sido para mí una bendición grande darles testimonio de “CADA ÁRBOL PRODUCIENDO SEGÚN SU NATURALEZA”.

Cristo está produciendo según Su naturaleza en la América Latina y el Caribe. Somos simiente de Dios, simiente de Jesucristo, somos descendientes de Jesucristo.

Y algunos pensaban que Jesucristo no había tenido hijos porque no se había casado; pero miren, Cristo es el hombre que más hijos ha tenido, pero no por medio de la unión con una mujer, sino por medio de Creación divina: hijos con vida eterna y para vivir por toda la eternidad; y nos ha dado primeramente el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y pronto nos dará el cuerpo físico eterno y glorificado.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Será hasta mañana, Dios mediante, en que estaré en la actividad de Cali en la mañana, a la hora que les anunciará el reverendo Miguel Bermúdez Marín. Solamente habrá (Miguel, ¿cuántas actividades? ¿una sola?)… una sola habrá en la mañana, para que las personas pues puedan llevar a cabo todo lo que tendrán que llevar a cabo durante mañana domingo.

Bueno, vamos a tener al reverendo Miguel Bermúdez Marín por aquí, para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión, dándole gracias a Cristo nuestro Salvador, el Árbol de la Vida que está reproduciéndose; y nosotros somos fruto del Árbol de la Vida, que es Cristo nuestro Salvador.

Bueno, continúen pasando una tarde llena de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo, el Árbol de la Vida; y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín.

“CADA ÁRBOL PRODUCIENDO SEGÚN SU NATURALEZA”.

[Revisión septiembre 2019]

1 San Juan 7:37-39

2 San Juan 10:18

3 San Mateo 26:39, San Lucas 22:42

4 San Juan 6:53-58

5 San Juan 15:5

6 Malaquías 4:1

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