La restauración total del ser humano en el Día Postrero

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en Medellín, Colombia. Es para mí una bendición grande estar con ustedes, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en el Génesis, capítulo 1, versos 26 al 27, donde dice:

“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra.

Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.

Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra”.

Que Dios bendiga Su Palabra en nuestras almas y nos permita entenderla.

El primer hijo de Dios que fue manifestado en este planeta Tierra, encontramos que fue Adán; y Adán, antes de venir a este planeta Tierra en carne humana, Dios le dio un cuerpo teofánico en la sexta dimensión, antes de traerlo a esta Tierra; y estando en ese cuerpo teofánico, que es igual al cuerpo teofánico de Dios…

El cuerpo teofánico de Dios es llamado en San Juan, capítulo 1 y verso 1 en adelante, es llamado el Verbo de Dios. Dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.

Y sigue diciendo:

“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era la Luz), sino para que diese testimonio de la luz”.

Cuando Juan estaba dando testimonio de la Luz que vendría, estaba dando testimonio de un varón, de un hombre que vendría después de él y que sería un profeta, al cual él le estaba preparando el camino y sería el Mesías prometido para el pueblo hebreo; del cual Juan dijo que no era digno de desatar la correa de Su calzado1. Juan también dijo que era primero que Juan. Juan dijo: “Él es antes que yo” o “antes de mí”2.

Y ahora, no solamente era antes de Juan, sino que también el mismo Jesús dijo que era antes que Abraham: “Antes que Abraham fuese, yo soy”, dijo Cristo predicando o hablándoles allá a aquellos líderes religiosos del pueblo hebreo. Y también dice: “Abraham deseó ver mi día; lo vio, y se gozó”.

Pensaban que Jesucristo estaba mintiendo, porque le decían: “No tienes aún cincuenta años, y dices que has visto a Abraham”3. Por lo tanto, aparentemente estaba mintiendo allí, porque el cuerpo de Jesús solamente tenía unos 30 a 32 años (por ahí, más o menos) o 33 años (casi); pero antes que Abraham fuera, era Jesucristo.

¿Y cómo era Jesús antes de Abraham? Pues era llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová; el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que le había aparecido al profeta Moisés y le había dicho4: “Yo soy el Dios de tu padre (o sea, Dios del padre de Moisés); y también Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob (y Dios de Amram, padre de Moisés)”.

Y ahora, este Dios Todopoderoso había aparecido también a otros profetas, como a Abraham, en la forma de un hombre, y comió con Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra5.

Se había materializado este Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, que es el mismo Dios: se había materializado en forma visible; y comió con Abraham. Y también los Arcángeles Gabriel y Miguel, también se materializaron, pues Dios creó para ellos también un cuerpo físico temporal, para estar en ese cuerpo y comer con Abraham, visitar a Abraham y comer con él; y así se cumplió la visita de Elohim —que fue Jesucristo— a Abraham, Su amigo y también Su siervo.

Y ahora, encontramos que también le había aparecido antes de esa ocasión a Abraham, cuando Abraham había obtenido la victoria sobre los reyes gentiles, y bendijo a Abraham6. Cuando le apareció fue bajo la manifestación de Melquisedec.

Melquisedec, sin padre, sin madre, sin principio y sin fin, es Dios7; solamente hay uno, y ese es Dios, sin principio y sin fin, sin padre y sin madre. Pero vean ustedes, ahí estaba el Verbo que era con Dios y era Dios, el cual es el mismo Dios en y con Su cuerpo teofánico.

El cuerpo teofánico de Dios es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, de la sexta dimensión.

Y ahora, podemos ver el por qué Dios hizo al hombre a Su imagen; y la imagen de Dios es ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Por eso Cristo, estando en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, vean ustedes, es esa imagen de Dios.

Y ahora, cuando luego el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, tomó una semejanza humana, como la de los seres humanos; pero vean, ya antes del Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, vistiéndose de carne humana para hacerse ser humano, ya cuando Dios creó al hombre a Su imagen, ya Dios tenía una imagen como la del hombre: era Dios con un cuerpo teofánico, parecido al nuestro pero de otra dimensión. Y por eso lo más que se parece a Dios, ¿quién es? El hombre. Y lo más que se parece al hombre, ¿quién es? Dios.

Por eso es que el ser humano cuando fue creado allá en el principio, su cuerpo físico —pero de la sexta dimensión, no de esta dimensión— fue un cuerpo igual al de Dios: un cuerpo teofánico. Y en ese cuerpo teofánico Adán vivió no sabemos por cuántos años, siglos, milenios o millones de años, pero vivió en ese cuerpo; así como Jesucristo vivió en ese cuerpo teofánico por millones o billones de años. Porque lo primero que Dios trajo a existencia fue, de Sí mismo, un cuerpo teofánico; y así se vistió Dios de ese cuerpo teofánico. Y luego, de ahí, desde ese cuerpo teofánico, Dios comenzó toda la Creación.

O sea que la Creación viene (¿de dónde?) de Dios, y por medio de Su manifestación en Su cuerpo teofánico creó los Cielos y la Tierra.

Por eso es que dice el Génesis, capítulo 1, verso 1:

“En el principio creó Dios los cielos y la tierra”.

Y cuando nos habla en el capítulo 1 también del libro de San Juan, Evangelio según San Juan, dice:

“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

¿Sin quién? Sin el Verbo, que era con Dios y era Dios.

Y en Hebreos, capítulo 11, vamos a ver aquí lo que nos dice; Hebreos, capítulo 11, nos habla algo muy importante con relación a la Creación; y dice, en el verso 3:

“Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios (la Palabra de Dios, el Verbo de Dios, creó el universo), de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”.

Antes de las cosas visibles y tangibles que nosotros podemos ver y tocar, antes de estar materializadas ya estaban creadas por Dios en otra dimensión: en la sexta dimensión; y de esa dimensión son materializadas a la dimensión de luz, tiempo y materia, y entonces las podemos ver; porque lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.

Ahora, la sexta dimensión y las cosas que están en la sexta dimensión no se pueden ver con nuestros ojos mortales; pero cuando de esa sexta dimensión vienen a esta dimensión cosas… Como Adán, el cual vino de la sexta dimensión. O sea que Adán, vean ustedes, vino de otra dimensión; y antes de estar en la sexta dimensión, ¿dónde estaba Adán? Pues estaba en la séptima dimensión; porque el ser humano lo que ha venido es bajando de la séptima dimensión a la sexta dimensión, y después ha bajado a esta dimensión de luz, tiempo y materia; porque el alma de todos los hijos e hijas de Dios viene de la séptima dimensión, porque son un atributo divino: son parte de Dios, son un pensamiento en la mente de Dios; y como los pensamientos de Dios son eternos, pues los atributos de Dios, los hijos e hijas de Dios, son eternos.

Pero por cuanto luego que Dios colocó en este planeta Tierra al ser humano, a Su primer hijo que trajo a la Tierra: lo colocó en un cuerpo del polvo de la tierra, creado por Dios… Y todavía Dios no se había creado un cuerpo del polvo de la tierra, y le dio ese privilegio a Adán: lo colocó en este cuerpo – en esta Tierra, en un cuerpo de carne creado del polvo de la tierra. Ese cuerpo podía vivir eternamente si Adán no pecaba; porque la paga del pecado es muerte8; pero si no pecaba, pues no moría.

Y ahora, Dios sabía que el ser humano caería, pero en el Programa Divino hay un Programa de Redención; y Dios ha establecido las leyes de redención en Su Palabra, pero ya esas leyes están en Dios desde antes de la fundación del mundo; y Él lo que ha venido es revelando lo que ha estado en Su mente eternamente.

Y ahora, por eso es que podemos leer en el Antiguo Testamento todas estas leyes divinas que Dios le dio al pueblo hebreo. En estas leyes divinas Dios muestra el orden de la redención.

Y ahora, el ser humano necesita redención. Redimir es ‘volver al principio’, o sea, ‘volver al lugar de origen’, ‘volver al lugar donde estaba al principio’.

Y ahora, el ser humano, por cuanto cayó allí en el Huerto del Edén, por cuanto el diablo hizo caer a la raza humana… Y la guerra o batalla que comenzó en el Cielo, en donde el diablo se levantó en contra de Dios (el diablo con sus ángeles), en contra de Dios y de todos los ángeles y arcángeles de Dios; ahora en la Tierra, cuando Dios coloca a Su primer hijo, el diablo trae esa guerra: la trae a la Tierra y declara la guerra al ser humano.

Y el diablo, encontramos que se encarnó en aquel animal llamado la serpiente, el cual era como un hombre; pero solamente la diferencia, vean ustedes, solamente había una diferencia entre el ser humano y la serpiente: esa serpiente, esa raza de la serpiente, siendo el eslabón perdido que busca la ciencia…; porque la ciencia sabe que entre el chimpancé y el ser humano hay otro animal, que tiene que ser más parecido al ser humano: que tiene que hablar, que tiene que razonar y todas estas cosas; pero la ciencia busca ese eslabón perdido y no lo puede encontrar, porque es la raza de la serpiente.

Y por cuanto la serpiente vino a ser instrumento del diablo…, la serpiente, esa raza animal, no tenía alma, pero tenía lugar para el alma; y en ese lugar se metió el diablo, y vino a ser el alma de la serpiente, y por medio de la serpiente engañó a Eva.

Y ahora, vean ustedes el por qué a través de la Biblia, por ejemplo en el capítulo (vamos a ver)…; uno de los capítulos que hablan acerca del enemigo de Dios (el diablo) nos dice que es la serpiente antigua; capítulo 20, verso 1 al 3, dice [Apocalipsis]:

“Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano.

Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años;

y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo”.

Ahora podemos ver aquí que el diablo es llamado “el dragón”, “la serpiente antigua”; y es Satanás, es el diablo; porque el diablo se hizo carne en la serpiente allá en el Huerto del Edén. El diablo, por cuanto no es un creador, pues no podía crear, sino que tomó un animal y dentro de ese animal se metió.

Ahora, a cualquier persona le estará raro que el diablo se metiera en un animal; pero ¿no se ha metido en gente y en animales también, a través de la historia de la raza humana? Y vean ustedes, eso fue lo primero que él hizo allá. Y ahora, por medio de esa manifestación fue que hizo caer a la raza humana.

Ahora, vean ustedes quién es ese árbol de ciencia del bien y del mal: es el diablo allá en el Huerto del Edén.

Y ahora, el Árbol de la Vida es Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que también estaba allá, pero no se había hecho carne; pero Él se haría carne; y cuando se hizo carne dos mil años atrás, fue para llevar a cabo la Obra de Redención, y fue conocido por el nombre de Jesús.

Por eso la Biblia dice: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros” (San Juan, capítulo 1, verso 14), para llevar a cabo (¿qué?) la Obra de Redención; por eso vino como el Cordero de Dios, para quitar el pecado del mundo. Ninguna persona puede quitar sus propios pecados, ni tampoco los de otras personas.

A través de la historia bíblica encontramos que la raza humana desde su caída ha estado usando los sacrificios de animalitos. El primer sacrificio que se realizó aquí en la Tierra fue el que dio las pieles para cubrir la desnudez de Adán y de Eva, y Dios hizo provisión para que así fuera cubierta la desnudez de Adán y de Eva9.

Luego encontramos que el ser humano ha estado ofreciendo sacrificios de animalitos a través de todo el Antiguo Testamento; porque por medio de esos sacrificios, por medio de esa sangre derramada de esos animalitos, ofrecida esa sangre y esos sacrificios por el pecado del ser humano, confesados sobre ese sacrificio: con la sangre de esos sacrificios, el pecado de los seres humanos era cubierto.

Por eso es que cuando la Biblia nos habla de la ocasión en que Dios le apareció a Noé, habiendo dicho que destruiría la raza humana, la Escritura dice que Noé halló gracia delante de Dios10, Noé fue hallado un hombre justo.

Y ahora, de tantos millones de seres humanos que hubo en aquel tiempo, solamente Noé fue hallado justo; y por consiguiente su familia recibió los beneficios de lo que Noé hacía —conforme al Programa de Dios— para cubrir sus pecados, pues él ofrecía por él y por su familia esos sacrificios por el pecado. Por lo tanto, cuando Dios miró la raza humana para destruir la raza humana, encontró que había un hombre que ofrecía esos sacrificios conforme a lo establecido por Dios; y sus pecados estaban cubiertos ante Dios y los de su familia; por lo tanto, Dios no podía destruir al justo (al justo Noé y su familia) con los injustos.

Dios iba a destruir a los seres humanos y también a los animales, toda vida que había sobre la Tierra; pero vean ustedes, cuando Dios miró a un hombre que tenía la sangre aplicada de los sacrificios que él ofrecía a Dios, encontró en ese hombre un hombre sin pecado, un hombre justo.

¿Y cómo puede ser posible que una persona que peque sea vista por Dios sin pecado? En el Antiguo Testamento: porque sus pecados eran cubiertos con la sangre de esos animalitos. Y por eso Dios le reveló al profeta Noé, el cual es un profeta dispensacional y el cual tenía la revelación de Dios, de Su Programa, de cómo servir a Dios y de cómo cubrir sus pecados para que a la vista de Dios no fueran vistos…

Y ahora, la revelación de lo que Dios va a realizar para aquel tiempo tiene que venir a un hombre, a un profeta; y tiene que venir al profeta Noé, el hombre justo que Dios halló en este planeta Tierra; y le reveló todo lo que iba a hacer (Dios) en esta Tierra, y le reveló cómo escapar del juicio divino que iba a venir sobre el planeta Tierra.

Dios estaba responsabilizado de la vida de Noé; por lo tanto, Dios le dijo a Noé cómo escapar del juicio divino: le dijo que construyera un arca; y le dio las medidas y todo. ¿Por qué? Porque tenía que ser de acuerdo al Templo que está en el Cielo; porque esa arca representa el Templo que está en el Cielo y representa también a Jesucristo; porque Jesucristo es el templo humano de Dios, que fue manifestado aquí en la Tierra.

Y ahora, conforme al modelo del Templo que está en el Cielo, Noé tenía que construir un arca para escapar él y su familia. Noé comenzó también a predicar del juicio que vendría sobre la Tierra, o sea que comenzó a predicar el tiempo o día de venganza de nuestro Dios, pues la Tierra estaba llena de sangre por las guerras; porque todo pensamiento del corazón de los seres humanos era de continuo al mal; o sea que era en una forma no progresiva, sino en una forma mala delante de Dios, y era progresiva hacia el mal, no hacia el bien.

Y Dios estableció cuándo traería el juicio divino sobre la raza humana; porque conforme a las leyes divinas hay tiempo para todo11.

Y en aquel tiempo hubo muchas religiones, como las hay en nuestro tiempo, y todas decían que Dios pues es amor; pero el que Dios es fuego consumidor no lo podían comprender. Y Dios es amor12, pero también es fuego consumidor13.

Así que cuando llegó el tiempo para el juicio divino, Dios le reveló al profeta Noé, un profeta dispensacional…

Recuerden, vean ustedes que siempre que una dispensación llega a su final, Dios envía un profeta dispensacional para una nueva dispensación; y Dios, para ese tiempo se prepara para derramar un juicio sobre la raza humana que ha estado viviendo en esa dispensación que ha llegado a su final.

Así fue para el tiempo de Noé. Noé vino a ser, miren ustedes, el tercer profeta dispensacional, ¿para qué dispensación? Para la Dispensación del Gobierno Humano.

Y ahora, Noé tenía la revelación de Dios de lo que Dios iba a hacer para el final de esa dispensación que estaba pasando, que era la Dispensación de la Conciencia; y Noé estaba anunciando lo que iba a suceder: el juicio divino, porque Noé era el mensajero de la dispensación que estaba entrelazándose, la nueva dispensación, que es la Dispensación del Gobierno Humano para aquel tiempo.

Así que Noé anunció el juicio divino que vendría para la raza humana; y muy pocos escucharon y recibieron el Mensaje de Noé. La Escritura dice que solamente ocho personas: Noé, su esposa, los tres hijos y las tres nueras, o sea, ocho personas por todos14. De tantos millones que hubo en aquel tiempo, ocho personas escaparon del juicio divino que vino en aquel tiempo.

Ahora, vean ustedes, ¿de qué les sirvió las religiones que tenían en aquel tiempo a los seres humanos, si no tenían la revelación de Dios por medio del profeta Noé? Eso era lo que valía para aquel tiempo: la revelación que tenía el profeta Noé y la forma de adorar, de servir a Dios, y de cubrir sus pecados con los sacrificios que Noé ofrecía a Dios. Y por cuanto la paga del pecado es muerte, la muerte venía para la raza humana en aquel ciclo divino, al final de la Dispensación de la Conciencia; así como para el final de la Dispensación de la Inocencia vino el juicio de Dios sobre el ser humano; y Dios dictó el juicio divino sobre la serpiente, sobre Eva y también sobre Adán, y sobre la Tierra; y el planeta Tierra entró en caos luego que Dios trajo a juicio al ser humano. Así es al final de cada dispensación.

Vean ustedes, también cuando Dios envió al profeta Moisés: para aquel tiempo había llegado al final la Dispensación de la Promesa, y la Dispensación de la Ley estaba entrelazándose; y por consiguiente un juicio divino caería sobre los gentiles, sobre el imperio del faraón; y Dios liberaría al pueblo hebreo.

Porque el pueblo hebreo, al recibir a Moisés recibiría el Mensaje de una nueva dispensación; al salir con Moisés estaba saliendo en una nueva dispensación, la dispensación quinta, que es la Dispensación de la Ley. Y salieron libres bajo el ministerio de Moisés, en el cual estaba Dios, Elohim, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto manifestado, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Salieron libres, pero Egipto fue destruido: el imperio egipcio fue destruido, el ejército del faraón fue destruido y el mismo faraón fue destruido; todo fue destruido bajo el juicio que Dios derramó sobre el imperio gentil egipcio de aquel tiempo; tipo y figura del juicio divino que vendrá sobre el reino de los gentiles, el imperio de los gentiles, que en este tiempo final, conforme a la profecía estaría en los pies de hierro y de barro cocido, conforme a la profecía del profeta Daniel en el capítulo 2, cuando le interpretó el sueño al rey Nabucodonosor, de esa estatua que vio el rey Nabucodonosor.

Todo juicio divino que Dios envió sobre la Tierra en el pasado es tipo y figura del juicio divino que enviará sobre el planeta Tierra en este tiempo final.

Aun el juicio divino que envió sobre Sodoma y Gomorra, vean ustedes, allí estaba un profeta dispensacional, el profeta Abraham; y para ese tiempo, Dios con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel vinieron visitando a Abraham; pero ellos venían para una investigación de juicio, para derramar el juicio divino sobre Sodoma y Gomorra. Y Sodoma y Gomorra es tipo y figura del imperio de los gentiles para este tiempo final, sobre el cual el juicio divino, el día de venganza del Dios nuestro, caerá.

Y ahora, por eso es que Cristo, cuando nos habla de la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero, nos dice que será como en los días de Lot15; y los días de Lot son los días de Abraham, porque Abraham era el profeta dispensacional de la cuarta dispensación. Y también nos dice que la Venida del Hijo del Hombre será como en los días (¿de quién?) de Noé16; allí estaba un profeta dispensacional también.

Y para esos tiempos, tanto de Abraham como de Noé, vino el juicio divino; en el tiempo de Abraham, sobre Sodoma y Gomorra; y en el tiempo de Noé, sobre la raza humana. ¿Y en el tiempo de Moisés? Sobre Egipto.

¿Y en el tiempo de Jesús? Vean ustedes, cuando Jesús apareció, apareció ya finalizando la Dispensación de la Ley; y cuando llega al final, vamos a decir, al último siglo, cuando… [CORTE DE AUDIO]

… ahí aparece un profeta dispensacional para una nueva dispensación; tiene que nacer en la Tierra: tiene que nacer, crecer, y tiene que (luego) comenzar su ministerio.

Y ahora, cuando aparece Jesús, aparece al final de la Dispensación de la Ley; y hay un entrelace entre la Dispensación de la Gracia con la Dispensación de la Ley; y ahí estaba el mensajero de la Dispensación de la Gracia. El mensajero dispensacional estaba anunciando que vendría el juicio divino sobre todos los que estaban bajo la Dispensación de la Ley, que era el pueblo hebreo. Por eso les anunció el juicio divino que vendría sobre la nación hebrea y, sobre todo, sobre Jerusalén y el templo. Y vean ustedes cómo nos dijo Cristo en San Lucas, capítulo 19, versos 41 al 44:

“Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró (esto fue en la entrada triunfal de Jesús, un domingo) sobre ella,

diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.

Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,

y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación”.

No conoció el tiempo de la Visitación Divina, Dios visitando al pueblo hebreo en carne humana. Era nada menos que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Verbo hecho carne en medio del pueblo hebreo visitando al pueblo hebreo, el cual estaba bajo la Dispensación de la Ley.

Y allí viene Jesucristo, el Ángel del Pacto manifestado en carne humana en aquel velo de carne llamado Jesús; ahí está el mensajero de una nueva dispensación anunciando el juicio divino que vendrá sobre los que estaban bajo la Ley, pues la Dispensación de la Ley había llegado a su final. Y ahora está allí entrelazándose una nueva dispensación: la Dispensación de la Gracia.

Por eso es que Jesucristo anuncia cosas nuevas para una nueva dispensación; por ejemplo, tenemos a Cristo anunciando la Sangre de un Nuevo Pacto. Juan el Bautista lo tenemos anunciando la venida de un nuevo cordero: el Cordero de Dios; y ese Cordero de Dios, dijo Juan el Bautista, dijo17: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”; y para quitarlo tenía que morir ese Cordero, y con Su Sangre lavar a todos los hijos e hijas de Dios, y limpiarnos así de todo pecado. Por eso la Escritura dice que la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado18.

Ahora vean cómo Cristo es el Nuevo Cordero, porque Él es el verdadero Cordero que fue representado en aquel cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó el día 14 del mes de Abib; y luego, durante la noche del día 15, que es la Pascua, se comió ese cordero asado; y luego, en la mañana, en la cuarta vigilia, salieron libres, allá en Egipto salieron libres, porque Dios los liberó.

Ahora, vean ustedes, tenían que tener el cordero pascual, haberlo sacrificado el día 14, y luego, durante la noche del día 15…; porque la noche es primero y después viene el día.

Y ahora, podemos ver el por qué en el Génesis dice19: “Y fue la tarde y la mañana un día”. O sea que viene la tarde y entonces viene la noche, y después amanece y comienza la parte clara del día; pero la parte oscura del día es primero.

Y por eso en medio del pueblo hebreo, cuando se llega al día viernes, a cierta hora del día viernes (vamos a decir, de 5:30 a 6:00 de la tarde), ahí comienza el sábado para el pueblo hebreo: comienza en la tarde; y ese sábado dura hasta el otro día en la tarde también, o sea, es de tarde a tarde.

Y ahora, podemos ver que la noche viene primero y después el día.

Y durante la noche tenían que estar comiéndose ese cordero, el pueblo hebreo allá en Egipto; y la muerte estaría suelta, la muerte estaría visitando las casas de todos los que vivían en Egipto; pero en la casa que ellos vieran la sangre aplicada en el dintel, o sea, el dintel de la puerta y los postes de la puerta (o sea, el marco de la puerta), la muerte no entraría allí; pero en la casa que no estuviera la sangre así aplicada, la muerte entraría y moriría el primogénito de esa familia20.

Y los egipcios no tenían ese entendimiento y esa sabiduría divina para conocer ese misterio de esa sangre aplicada en la puerta de las casas y ese cordero siendo comido dentro de la casa. Esa revelación la tenía el pueblo hebreo por medio de la revelación que Dios le dio al profeta Moisés, para así escapar del juicio divino que vendría sobre los gentiles en aquel tiempo.

Y ahora, vean ustedes cómo pudieron escapar del juicio divino. Los que no tuvieron esa sangre aplicada y el cordero dentro, comiéndose ese cordero, murieron allí los primogénitos de esa familia.

Y ahora, vean ustedes cómo luego en la mañana, en la cuarta vigilia, salieron libres todos ellos, mientras en Egipto había luto y dolor. Aun el mismo faraón y su esposa estaban de luto en ese día de la Pascua.

Y ahora, vean cómo luego es establecido en medio del pueblo hebreo la Pascua como memorial, para recordar lo que sucedió allá en Egipto el día de la liberación21. Y esa Pascua señala hacia el futuro también, para la Venida del Cordero de Dios que quitaría el pecado del mundo, el cual murió en la Cruz del Calvario22.

Y ahora, con la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios, aplicada en nuestra alma, somos protegidos de la muerte, de esa muerte espiritual que mata espiritualmente a toda persona que no tenga la Sangre de Cristo aplicada en su alma. Y por cuanto los que no tengan aplicada la Sangre de Cristo en su alma reciben la muerte espiritual…; y luego recibirán la muerte física del cuerpo físico, y también del espíritu y del alma, porque serán echados al lago de fuego.

Ahora, podemos ver lo importante que es tener al Cordero de Dios, Jesucristo, y Su Sangre aplicada en nuestro corazón; y estar comiendo la carne de Cristo, o sea, Su Palabra, porque “el que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí mismo”23. La vida humana que tiene cada persona es temporal, por lo tanto no puede vivir eternamente. Solamente Cristo tiene vida eterna, y la imparte a la persona que lo recibe como su Salvador.

Y ahora, podemos ver cómo en medio del pueblo hebreo Dios estableció esas leyes de redención, y cómo luego en Cristo se cumplió esa Ley de Redención como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo.

Y ahora, para la redención del ser humano, o sea, para el ser humano volver a vivir eternamente en un cuerpo físico y con un espíritu eterno también, se requiere que el ser humano nazca de nuevo; porque el ser humano, cuando nace aquí en la Tierra por medio de sus padres terrenales, al nacer obtiene un cuerpo físico mortal y corruptible, y también ha obtenido un espíritu del mundo, que tampoco es eterno. Ni el cuerpo físico es eterno ni el cuerpo espiritual (o sea, el espíritu que recibe) tampoco es eterno, pues es un espíritu del mundo, o sea, de la quinta dimensión; y por eso lo inclina hacia el mal, al ser humano.

Y ahora, Cristo dijo que era necesario nacer de nuevo del Agua y del Espíritu. San Juan, capítulo 3, verso 1 en adelante.

Cuando Jesucristo estuvo predicando aquí en la Tierra, encontramos que Sus discípulos no habían nacido de nuevo24; pero Cristo había venido por medio de creación divina, por lo tanto, no tenía pecado. El mismo Dios se hizo Su cuerpo físico también, creando en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula; y luego, cuando llegó el tiempo para Su nacimiento, nació en Belén de Judea, conforme a la profecía25, porque tenía que venir por medio de una virgen descendiente del rey David. María era una descendiente del rey David, por lo tanto era una princesa, aunque era pobre. José también era descendiente del rey David, aunque era pobre, por lo tanto era también un príncipe.

Y ahora Jesús viniendo por medio de María, naciendo por medio de María, nace como un príncipe en la Casa de David, aunque nació en un pesebre. Pero no importa que la persona nazca en un lugar pobre y venga por medio de una familia pobre: si es un hijo o una hija de Dios, es una reina o un rey, no importa cómo y dónde nazca; porque lo grande del ser humano es el alma; y si esa alma viene de Dios, si es en su alma un hijo o una hija de Dios: es una simiente de Dios, por lo tanto, es o una reina o un rey.

Ahora, podemos ver que Cristo también, cuando habló de los creyentes en Él, Él dijo que “los ángeles de estos pequeñitos ven el rostro de mi Padre cada día”26. Los ángeles es el cuerpo teofánico de cada hijo e hija de Dios; porque el cuerpo teofánico es un cuerpo angelical, es un cuerpo de la sexta dimensión, el cual la persona, el hijo de Dios, recibe cuando ha creído en Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido el Espíritu de Cristo; ahí recibe ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, un cuerpo como el de nuestro amado Señor antes de nacer en Belén de Judea.

Ese cuerpo en el cual Cristo se manifestaba en el Antiguo Testamento, y era conocido como el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, es un cuerpo de la sexta dimensión; y ese es el cuerpo que y en el cual Dios estaba habitando, y a través del cual creó el universo completo.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Él hizo, Él creó, todas las cosas. Él creó los Cielos y la Tierra estando en Su cuerpo teofánico. Y un cuerpo igual a ese cuerpo teofánico de Dios es el que recibimos al recibir a Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo.

Vean que es una Obra de Creación en la restauración del ser humano; y para el Día Postrero, en la restauración del ser humano, podemos ver que Dios le ha restaurado al ser humano y lo ha restaurado a un cuerpo teofánico primero, y para el Día Postrero nos restaurará en un cuerpo físico eterno y glorificado; esa es la segunda parte de la restauración del ser humano en el Programa Divino.

Y para la restauración interior del ser humano, la restauración del ser humano a un cuerpo teofánico y eterno, se requirió la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo; y luego de morir, resucitar, Él llevó nuestros pecados; y Él se hizo como nosotros, se hizo pecado por nosotros27, para Él hacernos a nosotros como Él. Era la única forma de Él redimir al ser humano, a todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, ya Él nos ha restaurado en y a un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, llamado el Ángel de Jehová, que acampa en derredor de los que le temen y los defiende28. Cada hijo e hija de Dios que ha creído en Cristo como su Salvador, y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y ha recibido Su Espíritu: ha nacido de nuevo, y tiene ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y ahora, para el Día Postrero, la Segunda Venida de Cristo, que es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, del mismo Ángel de Jehová que vino dos mil años atrás en un cuerpo de carne llamado Jesús; para el Día Postrero estará presente nuevamente ese mismo Ángel del Pacto manifestado en esta Tierra para la segunda parte de la Obra de Redención, en donde nos dará un cuerpo físico y eterno.

Y de esto es de lo que habló el apóstol San Pablo en diferentes ocasiones. Por ejemplo, en su carta a los Romanos, en el capítulo 8, San Pablo nos dice, comenzando en el verso 10, dice:

“Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia.

Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros.

Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne;

porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.

Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor…”.

El espíritu de esclavitud no es el que se recibe cuando se recibe el Espíritu Santo. Ahora, ¿qué espíritu hemos recibido entonces, al recibir el Espíritu de Cristo? Vamos a leerlo de nuevo, dice:

“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”.

Ahora, el espíritu de adopción es el Espíritu Santo, el cuerpo teofánico que hemos recibido cuando hemos creído en Cristo como nuestro Salvador, y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y hemos recibido Su Espíritu. Ahora, sigue diciendo:

“El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo…”.

¿Quiénes son los herederos de Dios? Nosotros. ¿Quiénes son los coherederos con Cristo? Nosotros, los que vivimos en este tiempo y los que han vivido en las edades pasadas que han creído en Cristo como nuestro Salvador, y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han recibido Su Espíritu Santo; y por consiguiente han nacido de nuevo.

Ahora, en esta Tierra, estando en estos cuerpos mortales, sufrimos, y unos sufren una porción de sufrimiento y otros sufren otra porción; porque la Escritura dice que Dios ha dejado para nosotros una parte, o sea, una porción de sufrimiento también; y son los sufrimientos de Cristo también siendo manifestados en nosotros, porque somos el Cuerpo Místico de Jesucristo.

Y ahora, lo que sufrimos aquí algunos lo ven grande, pero lo ven grande en comparación a lo que la gente piensan que es grande. Pero miren, depende con qué usted compare los sufrimientos suyos. Si los compara con los de Job, ¿cómo son los sufrimientos suyos?, ¿de qué tamaño?… Comparados con los de Job y comparados con los de Jesucristo, ni se diga.

Así que algunas veces nos quejamos, ya por costumbre, o por herencia de nuestros padres o nuestros abuelos, o por costumbre del territorio donde uno vive; pero no tenemos por qué quejarnos, pues estamos vivos; y estando vivos, pues, tenemos cómo desenvolvernos en esta Tierra; y San Pablo decía que estemos conformes teniendo qué comer y qué vestir29. Y teniendo a Cristo, pues más conformes todavía, y más agradecidos a Dios por lo que Él ha hecho por nosotros.

Ahora, San Pablo dice:

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse”.

No las puede comparar. Si las compara con la gloria venidera, con la cosa más pequeña que tengamos cuando ya estemos transformados: usted verá esa bendición tan grande, cuando estemos en el nuevo cuerpo, que los sufrimientos serán tan y tan pequeños…; y usted dirá: “Pues ahora veo que esos sufrimientos por los cuales pasé son tan pequeños que cuando los miro, los miro a simple vista como si estuviera mirando un granito de arena allá en el planeta Júpiter”, para no exagerar; por no decir “en el planeta más lejano de la galaxia más lejana”; porque va a ser lo mismo, lo va a ver en la misma forma: a simple vista ni va a ver el que esté en Júpiter ni lo va a ver si está en el planeta más lejano.

Ahora, tenemos que entender que estamos en esta Tierra y que tenemos que pasar por una etapa de sufrimientos también; es por causa de que estamos en el cuerpo terrenal. Y también el enemigo de Dios es un molestoso y les causa muchos problemas a los hijos de Dios; a Jesucristo también se los causó, y a Adán también, y a Eva también. Pero no se preocupen: cuando estemos en el nuevo cuerpo ya los problemas habrán terminado para todos nosotros.

Y los problemas que el diablo trate de causarnos estando en el nuevo cuerpo, será como una picada de abeja sin aguijón en un brazo de acero inoxidable que usted tenga. Ya él perdió el aguijón cuando lo enterró en Jesucristo, colocando sobre Jesucristo allí su aguijón. Así que el diablo es como una abeja sin aguijón.

Ahora, veamos lo que continúa diciendo aquí la Escritura:

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios (¿Qué manifestación? La manifestación de los hijos de Dios en cuerpos eternos).

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios”.

O sea que la liberación de la Creación depende de la liberación que Jesucristo realizará en este Día Postrero…

Ya Él comenzó la primera parte, ya Él la hizo en Su Primera Venida; y hemos estado obteniendo los beneficios de esa primera parte de la redención: y hemos estado recibiendo el espíritu de adopción, que es el Espíritu Santo, el cuerpo nuevo teofánico, lo hemos recibido.

Y ahora nos falta el nuevo cuerpo físico y eterno y glorificado, que corresponde a la segunda parte de la redención, la cual se cumplirá en Su Segunda Venida, donde los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.

Por eso es que San Pablo también nos habla en Efesios, capítulo 4 y verso 30, diciéndonos de la siguiente manera:

“Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención”.

O sea, para el día en que obtendremos la redención del cuerpo, que es la transformación de nosotros los que vivimos. Nuestros cuerpos serán transformados en los átomos de nuestro cuerpo, y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y glorificados; y entonces todos tendremos un cuerpo igual al cuerpo físico del Señor Jesucristo; así como hemos recibido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión igual al cuerpo teofánico del Señor Jesucristo.

Y ahora, la Creación depende de esa manifestación de los hijos de Dios: depende de que los hijos e hijas de Dios obtengan la resurrección, los que ya han partido, y nosotros los que vivimos obtengamos nuestra transformación; y entonces estaremos como hijos e hijas de Dios no solamente espiritualmente, no solamente en nuestro cuerpo teofánico, sino también en nuestro cuerpo físico; y así es como viviremos por toda la eternidad: con ese cuerpo físico glorificado y eterno, que permanecerá jovencito por toda la eternidad.

Usted se mirará en el espejo cuando lo reciba, y lo verá jovencito, representando de 18 a 21 años de edad; y cuando pasen cien años se volverá a mirar si quiere (o todos los días; ya eso es asunto allá de la persona), y cuando pasen cien años se mirará y dirá: “Estoy en el nuevo cuerpo que fue prometido para mí, como dice la Escritura. Si estuviera todavía en el viejo cuerpo aquel, ya estaría yo con un bastoncito o ya me estarían llevando en un carro, en una limosina”; pero no en la clase de limosina que todo el mundo quiere ir: en una limosina pero dentro de una cajita; y ahí, pues, esa limosina nadie la quiere.

Así que, cuando se vea después de cien años, dirá: “Verdaderamente este cuerpo sería para toda la eternidad”. Y cuando pasen mil años, podrá verse de nuevo, y ahí usted me dirá si era cierto o no era cierto que era para toda la eternidad. Y cuando pase un millón de años, podrá mirarse de nuevo y verse igual: de 18 a 21 años de edad.

Esa es la clase de cuerpo que Él tiene para cada uno de ustedes y para mí también; y en esa clase de cuerpo es que todos estaremos manifestados en este Día Postrero, en la manifestación gloriosa de los hijos e hijas de Dios.

Los hijos e hijas de Dios tienen sus nombres escritos (¿dónde?) en el Libro de la Vida del Cordero en el Cielo.

Y ahora, veamos cómo continúa diciendo San Pablo; dice:

“… porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora…”.

Después que venga la etapa para la Creación completa ser redimida y ser restaurada a la vida eterna, los árboles ya no morirán, ni los animales tampoco. Vamos a ver:

“… y no sólo ella (o sea, no solamente la Creación), sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo”.

O sea, la redención de nuestro cuerpo es la transformación de nuestro cuerpo, en donde los hijos e hijas de Dios volverán a tener cuerpos eternos; y todos seremos iguales a Jesucristo, tanto en nuestro cuerpo teofánico como también en nuestro cuerpo físico; y por eso es que Dios estará en medio de Sus hijos, porque Él estará con nosotros y nosotros con Él en cuerpos eternos.

Cuando nosotros seamos transformados y los muertos en Cristo resucitados, después, de ahí en adelante, es que nosotros veremos a nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo físico y glorificado, porque también nosotros tendremos cuerpos físicos y glorificados.

Ahora, podemos ver la bendición tan grande que Dios tiene para este tiempo final para todos Sus hijos y Sus hijas. Es en el Programa de la restauración total del ser humano (o sea, de los hijos e hijas de Dios) en donde las bendiciones divinas están señaladas, prometidas, para cada uno de ustedes y para mí también.

Y ahora hemos visto cómo Dios está restaurando al ser humano: comenzó restaurándolo a un cuerpo teofánico por medio de la Obra que Cristo realizó dos mil años atrás en la Cruz del Calvario. Y para este tiempo final, con la Segunda Venida de Cristo y Su Obra de Reclamo, vendrá la restauración nuestra en y a un cuerpo eterno, como Él lo ha prometido.

Por eso es que San Pablo nos habla en su carta también, a los Corintios… Aquí nos habló, en lo que hemos leído ya, nos habló de la redención del cuerpo, que es la transformación nuestra y la resurrección de los muertos en Cristo. Y ahora en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 al 54, nos dice:

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial.

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción”.

O sea que no podemos continuar viviendo por toda la eternidad con este cuerpo de carne y sangre que nosotros tenemos, porque es un cuerpo mortal, corruptible y temporal. Dice:

“He aquí, os digo un misterio (y este es uno de los misterios grandes de Cristo para ser cumplido a Su Iglesia): No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”.

Aquí nos habla de una trompeta; eso es la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta de la cual habló Cristo en San Mateo, capítulo 24, verso 31, donde dijo:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.

Y también, en Levítico, capítulo 25, verso 8 al 13, en el año del jubileo, el día 10 del mes séptimo, se tocaba la trompeta del jubileo y se proclamaba libertad en toda la tierra. En esa fiesta del año 50, el año del jubileo, Dios reflejó lo que Él hará en este tiempo final. El año del jubileo, dice la Escritura… (Vamos a leer ahí un poquito para que ustedes vean, y después continuamos con – en la carta de San Pablo a los Corintios). Capítulo 25, verso 8 en adelante, dice:

“Y contarás siete semanas de años, siete veces siete años, de modo que los días de las siete semanas de años vendrán a serte cuarenta y nueve años.

Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra.

Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”.

Porque ese es el año del jubileo, año de liberación y año en que los esclavos salían libres; y en donde las propiedades que habían sido vendidas, o que habían sido tomadas por causa de alguna deuda, quedaban libres; y el dueño original reclamaba su propiedad y le era entregada. Por eso en medio del pueblo hebreo, cuando una persona vendía su propiedad, no la vendía para siempre, sino que era vendida pero en el año del jubileo salía libre esa propiedad y regresaba a su dueño original; y su dueño original recibía esa propiedad.

Y ahora, esto está mostrando en el Programa de la Redención —porque ese es el Año de la Redención— lo que Dios estará haciendo en este tiempo final con los que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida de Cordero. Este es el tiempo en donde el Año del Jubileo es actualizado para los escogidos de Dios, para la restauración de los hijos de Dios a la vida eterna, con un cuerpo eterno, para así obtener la herencia de Dios; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús, Señor nuestro.

Y ahora, vean ustedes:

“… y cada cual volverá a su familia”.

Nosotros pertenecemos a una familia, la Familia del Cielo; somos descendientes de Dios. Por lo tanto, Él, Jesucristo, nos llevará a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.

“El año cincuenta os será jubileo; no sembraréis, ni segaréis lo que naciere de suyo en la tierra, ni vendimiaréis sus viñedos,

porque es jubileo; santo será a vosotros; el producto de la tierra comeréis.

En este año de jubileo volveréis cada uno a vuestra posesión”.

Y ahora, así como la Pascua, que fue realizada, cumplida o hecha allá en Egipto, por el pueblo hebreo, para la salida del pueblo hebreo…; y luego el pueblo hebreo guardaba esa fiesta durante toda su vida, y todavía la guarda; pero con la Primera Venida de Cristo fue cumplida esa fiesta.

Y ahí está Jesucristo, el Cordero Pascual, el Cordero de Dios, para la liberación del ser humano; y por eso es que recibe la liberación allá espiritual, recibiendo el nuevo nacimiento, cuando ha aplicado la Sangre de Cristo en el dintel de su alma, de su corazón; y se ha comido esa carne del Cordero, que es Su Palabra, creyendo en Jesucristo como su Salvador.

Y ahora, podemos ver cómo para la liberación de todos los hijos e hijas de Dios para este tiempo final, esta fiesta del año del jubileo estaría siendo cumplida, siendo actualizada por Dios, en el cumplimiento de las promesas divinas para este tiempo final, en donde la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, se convertiría en una realidad en medio de los hijos e hijas de Dios (¿para qué?) para la redención del cuerpo físico, o sea, la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo.

Por eso es que nos dice San Pablo en la carta de Primera de Corintios (nos dice, vamos a ver) que será a la Final Trompeta, y esa Final Trompeta es la del Año del Jubileo; y esta es la Trompeta para llamar y juntar a los escogidos de Dios de entre los gentiles, y para prepararnos para nuestra transformación. Dice:

“… porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles (¿Cómo resucitarán? En cuerpos eternos e incorruptibles), y nosotros seremos transformados”.

Con la transformación de nuestros cuerpos, este cuerpo mortal, corruptible y temporal será cambiado, será transformado, y entonces tendremos un cuerpo incorruptible, inmortal, eterno y glorificado, igual al de nuestro amado Señor Jesucristo.

“Porque es necesario que esto corruptible se vista (¿de qué?) de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

De ahí en adelante ya ninguno de los hijos e hijas de Dios morirá, porque ya tendremos el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno; y los que habían partido, al resucitar resucitarán en cuerpos eternos, y nunca más morirán sus cuerpos, porque serán cuerpos eternos.

Ahora podemos ver, en el Programa de la restauración total del ser humano, que para este tiempo final la Obra correspondiente es la Obra de Cristo en Su Venida como el León de la tribu de Judá.

Ninguna persona podrá ser transformada y raptada sin la Segunda Venida de Cristo; y para obtener esa bendición que Él traerá, toda persona tendrá que ver el cumplimiento de Su Venida.

En el libro de los Hechos, capítulo 3, verso 18 en adelante, dice:

“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.

Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,

y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;

a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo”.

Ahora, es para el tiempo de la restauración de todas las cosas, que la Segunda Venida de Cristo está prometida; porque es para el tiempo de la restauración del ser humano, de los hijos e hijas de Dios: para ser restaurados a un cuerpo eterno los que vivimos; y los que murieron físicamente: ser restaurados a un cuerpo eterno, resucitándolos Cristo en un cuerpo eterno, para así estar con vida eterna física también. Y son los hijos e hijas de Dios de este tiempo final los que estarán siendo restaurados, juntamente con los muertos en Cristo que resucitarán.

Y luego reinaremos con Cristo por mil años, cuando ya se haya cumplido la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, que serán tres años y medio; donde estaremos nosotros con Cristo en esa gran fiesta recibiendo los galardones por todas las labores que hemos realizado en la Obra de Cristo.

Durante la gran tribulación no vamos a estar aquí en la Tierra; hay un lugar mejor para estar: es en la Casa de nuestro Padre celestial, en la Cena de las Bodas del Cordero. Y no tendremos problemas para estar allí, porque estaremos vestidos con el cuerpo eterno y glorificado; y con ese cuerpo es que estarán allí todos los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero30.

Luego regresaremos con Cristo a la Tierra, para reinar con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad. Allá en Jerusalén estaremos con Cristo reinando; allí estará Su Trono, el Trono de David; y Cristo reinará, y nosotros con Él, sobre el pueblo hebreo y sobre todos los seres humanos que estarán viviendo durante el Reino Milenial y después por toda la eternidad.

Ahora vean lo importante que es LA RESTAURACIÓN TOTAL DEL SER HUMANO EN EL DÍA POSTRERO, la restauración total de los hijos e hijas de Dios.

Y todos nosotros necesitamos (¿qué?) esa restauración física también, a un cuerpo eterno y glorioso, para poder seguir viviendo por toda la eternidad, y para reinar con Cristo por mil años y por toda la eternidad, y también para ir a la Cena de las Bodas del Cordero. El que no tenga ese cuerpo no puede ir a la Cena de las Bodas del Cordero. Todos iremos con el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno y glorificado.

Ahora, nosotros para ir estaremos escuchando (¿qué?) la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es la Trompeta del Evangelio del Reino, la Trompeta que revela a la Iglesia de Jesucristo el misterio de la Segunda Venida de Cristo.

El precursor de la Segunda Venida de Cristo, hablándonos acerca de esa Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, vean lo que dice en la página 47 del libro de Citas en español; aquí está un extracto del mensaje “Las diez vírgenes”. Página 47, verso 402, del libro de Citas, dice:

402 – “Y nosotros que vivimos y hayamos quedado hasta la venida del Señor, no evitaremos o impediremos a los que duermen. Esos preciosos que sellaron su testimonio con su sangre. ‘No impediremos o estorbaremos a los que duermen, porque sonará la trompeta’. Algo acontecerá, ese algo evangélico sonará, el anuncio de Su venida”.

Ahora, ¿qué es lo que suena la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta? El anuncio de Su Venida; o sea que esa Trompeta Final anuncia la Segunda Venida de Cristo, revela la Segunda Venida de Cristo.

En la página 149 de este mismo libro de Citas, el verso 1333, que es un extracto del mensaje “Avergonzados de Él”, dice:

1333 – “Recuerden que ‘los que viven y quedan, no impedirán a los que duermen; porque la Trompeta de Dios, esa última Trompeta…’. (…) Y esa última Trompeta, con el último Sello, será la Venida del Señor”.

¿La última Trompeta y el último Sello es qué? La Venida del Señor. Dice:

“Y esa última Trompeta, con el último Sello, será la Venida del Señor. ‘Tocará, y los muertos en Cristo se levantarán primeramente’. Sólo descansando hasta ese tiempo”.

Los que han partido están descansando en el Paraíso hasta ese tiempo, en donde ellos resucitarán en cuerpos eternos, en el Programa de la restauración del ser humano en el Día Postrero, en la restauración o redención del cuerpo, en donde obtendremos el nuevo cuerpo.

Ahora hemos visto que el Séptimo Sello y la Séptima Trompeta es la Venida del Señor; y sonará la Trompeta, que es el Séptimo Sello, el cual es revelado.

Y el Séptimo Sello, ¿quién lo tiene? El Ángel que era diferente a los demás, de estos ocho ángeles que se encuentran formando esta nube, la cual apareció en febrero 28 de 1963. Y uno de esos ángeles es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual tiene el Séptimo Sello; y con Su Venida en el Día Postrero, manifestado en el Día Postrero, Él cumplirá el Séptimo Sello, cumplirá la Séptima Trompeta: llamará y juntará a Sus escogidos en el Día Postrero; y luego, en el Programa de LA RESTAURACIÓN TOTAL DEL SER HUMANO EN EL DÍA POSTRERO, resucitará a los muertos en Cristo y a nosotros los que vivimos nos transformará.

Todas estas cosas son las que están prometidas para Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, hacer en el Día Postrero. Por eso es tan importante Su Venida para este tiempo final.

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, dice que Él viene en las nubes del Cielo o en una nube, envuelto en una nube. Y en Apocalipsis, capítulo 19, dice que Él viene en un caballo blanco.

Ahora, ¿cuál de las dos cosas está correcta? Las dos cosas. Como el Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10, lo encontramos envuelto en una nube, y eso es lo que está siendo visto aquí: está envuelto en esta nube, que está formada por ángeles. No es una nube de agua, sino es una nube de gloria, formada por ángeles; y Él mismo es parte de esa nube, pues Él es el Ángel del Pacto y los otros son los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y ahora, así como los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil tuvieron que estar manifestados en carne humana… O sea, aquí en esta nube se encuentran ellos en sus cuerpos teofánicos, pero para ellos tener sus ministerios aquí en la Tierra tuvieron que venir en carne humana.

Y ahora, para el Ángel que era diferente a los demás, tener Su ministerio del Día Postrero, en el cumplimiento del Séptimo Sello, tiene que estar manifestado en carne humana en el Día Postrero; y así cumplir la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis, capítulo 19.

Ahora, vean, vamos aquí a leer en dos lugares solamente. Dice:

“[192]. … el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.

Página 146 del libro de Los Sellos.

Y en la página 256, nos dice:

“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Si encontramos ese hombre, ese velo de carne, donde estará el Verbo, la Palabra, el Espíritu Santo encarnado, manifestado en carne humana, estaremos encontrando al Ángel que era diferente a los demás; y estaremos —por medio de ese velo de carne humana— escuchando no a un hombre, sino al Ángel del Pacto, al Ángel que era diferente a los demás, que es Jesucristo en Su cuerpo teofánico, manifestándose en el Día Postrero.

Tenemos que encontrar ese velo de carne, ese hombre, donde este Ángel del Pacto (que es el que tiene el Séptimo Sello) estará manifestado cumpliendo el Séptimo Sello aquí en la Tierra; y tiene que ser ese velo de carne un profeta. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”. Amós, capítulo 3, verso 7.

Y tiene que ser un profeta dispensacional, porque la Dispensación de la Gracia ha llegado al fin o al final: tiene que ser el profeta de la Dispensación del Reino, un profeta dispensacional; y tiene que ser el profeta mensajero de la Edad de la Piedra Angular, y tiene que ser el Ángel del Señor Jesucristo; y tiene que estar predicando el Mensaje del Evangelio del Reino (ese es el Mensaje de la Dispensación del Reino), y ese Mensaje está contenido también en el Mensaje Eterno.

Por lo tanto, ese mensajero viene en el Día Postrero; y en ese mensajero estará el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Jesucristo en Espíritu Santo, manifestado, llevando a cabo Su Obra correspondiente a este tiempo final; y estará llamando y juntando a Sus escogidos con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, y estará revelándoles el misterio de Su Venida a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero.

Pero ese Ángel no es el Señor Jesucristo: él es un profeta, un hombre de este tiempo final, redimido por la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso cuando Juan quiso adorarlo en Apocalipsis, capítulo 19, verso 7 al 10, y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 al 9, el Ángel le dijo a Juan que no lo hiciera.

Ese Ángel es el instrumento de Cristo, a través del cual Cristo habla con esa Gran Voz de Trompeta y nos revela todas estas cosas que deben suceder pronto.

Él prometió en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y en Apocalipsis 22, verso 6, por medio de Su Ángel Mensajero viene esa revelación de Dios: “Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado Su Ángel, para manifestar a sus siervos las cosas que han de suceder pronto”.

Es porque Su Ángel Mensajero es el instrumento de Cristo para este tiempo final, a través del cual Cristo, el Ángel del Pacto, estaría manifestado; y por medio de ese Ángel, Cristo estaría hablándole a Su Iglesia con esa Gran Voz de Trompeta, y estaría llamando y juntando a todos Sus escogidos para recibir la fe, la revelación, para ser transformados y raptados en este tiempo final: la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo; para LA RESTAURACIÓN TOTAL DEL SER HUMANO EN EL DÍA POSTRERO, para la restauración total de todos los hijos e hijas de Dios.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de LA RESTAURACIÓN TOTAL DEL SER HUMANO EN EL DÍA POSTRERO.

¿Vieron lo sencillo que es todo? Dios tiene un Programa para la restauración del ser humano en el Día Postrero, y todo ya fue reflejado en el Antiguo Testamento. Él tiene un orden establecido, Él tiene una ley: la ley de la restauración para el ser humano; y conforme a esa ley es que Él en este tiempo final estaría haciendo para nosotros poder regresar a vida eterna física también.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos restaurados físicamente a la vida eterna también, con un cuerpo glorificado: pronto todos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Tenemos por aquí a nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín. Dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde, y pasen todos muy buenas noches.

“LA RESTAURACIÓN TOTAL DEL SER HUMANO EN EL DÍA POSTRERO”.

[Revisión enero 2021]

1 Mt. 3:11, Mr. 1:7, Lc. 3:16, Jn. 1:27

2 San Juan 1:15, 1:30

3 San Juan 8:56-58

4 Éxodo 3:6

5 Génesis 18:1-8

6 Génesis 14:17-20

7 Hebreos 7:1-3

8 Romanos 6:23

9 Génesis 3:21

10 Génesis 6:8

11 Eclesiastés 3:1-8

12 1 Juan 4:8

13 Hebreos 12:29, Deuteronomio 4:24

14 1 Pedro 3:20

15 San Lucas 17:28-30

16 San Mateo 24:37-39, San Lucas 17:26-27

17 San Juan 1:29, 1:36

18 1 Juan 1:7

19 Génesis 1:5

20 Éxodo 12:1-13, 21-23

21 Éxodo 12:14, 12:24

22 1 Corintios 5:7

23 San Juan 6:53

24 San Juan 7:39

25 Isaías 7:14

26 San Mateo 18:10

27 2 Corintios 5:21

28 Salmos 34:7

29 1 Timoteo 6:8

30 Apocalipsis 19:9

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