¿Dónde están las llaves del Reino de Dios?

Muy buenas noches, amadas hermanas. ¿Cuántas son valientes aquí? ¡Ah! Son todas valientes. (Ya recuperaron ahí puntos, Tirzo).

Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes. ¿Son las valientes del Hijo de David o las damas del Reino (algo así)…?

[Hno. Miguel: Valientes del Hijo de David y damas del Reino]

Damas del Reino también.

Como hubo valientes del Hijo de David en el tiempo de David, y también como hubo valientes en el tiempo de Jesús, valientes del Hijo de Dios, para este tiempo final —conforme a la Escritura— habrá valientes del Hijo de David; porque la promesa es que estará la manifestación del Hijo de David, Hijo del Hombre e Hijo de David. Y conforme a la manifestación que hay de parte de Dios en cada tiempo, son los valientes de ese tiempo.

Y en el tiempo de Moisés, vean ustedes, estaban allí los valientes con Moisés, los valientes del Ángel de Jehová, que estaba en esa Columna de Fuego manifestado allí.

Y cuando la Columna de Fuego estuvo manifestada en carne humana en Jesús, pues allí estaban los valientes de la Columna de Fuego, que eran los valientes del Hijo de Dios.

Y para este tiempo final: los valientes, tanto damas como hombres, valientes del Hijo de David, en la manifestación del Ángel de Jehová para este tiempo final; trabajando valientemente en la Obra de Cristo, el Ángel del Pacto, el Verbo, en este Día Postrero.

Hay una pregunta que tengo por aquí escrita, y vamos a ver la contestación de ella en San Mateo, capítulo 16, verso 13 en adelante, dice:

“Viniendo Jesús a la región de Cesarea de Filipo, preguntó a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?

Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas.

Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?

Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.

Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Y yo también te digo, que tú eres Pedro; y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades (o sea, del infierno) no prevalecerán contra ella.

Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.

Entonces mandó a sus discípulos que a nadie dijesen que él era Jesús el Cristo”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

La pregunta que en este tiempo final toda persona debe estarse haciendo es: “¿Dónde están las llaves?”, “¿Dónde están las llaves del Reino de los Cielos o Reino de Dios?”.

Es como una persona que tiene que entrar por una puerta a una casa, y de momento busca las llaves para abrir la puerta y no tiene las llaves, y pregunta: “¿Dónde están las llaves?”; les pregunta a los que estén allí: “¿Dónde están las llaves?”; porque no se las encuentra encima.

Y ahora: ¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS?

En este pasaje, miren ustedes, encontramos que Cristo es la Puerta, como nos dijo en San Juan, capítulo 8, versos 1 al 16. Él también es el Buen Pastor. Él dijo: “Yo soy la Puerta; y el que por mí entrare, será salvo”. Eso está en el capítulo 10 de San Juan, verso 9; dice:

“Yo soy la puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos”.

Ahora, vean ustedes que Él es la Puerta del Redil de las ovejas.

Y Pedro, el cual recibió el cambio de nombre…; y fue el principal de los apóstoles, del cual San Pablo dice: “Así como Dios hizo con Pedro para los hebreos, para los judíos, apóstol para los hebreos, hizo de Pedro, (dice) a mí para los gentiles”1. O sea que el apóstol para los gentiles era San Pablo, y San Pedro para los hebreos.

Ahora, vean ustedes cómo la Puerta estaba cerrada mientras Jesús estaba sobre la Tierra; pero el Día de Pentecostés, la Puerta, que es Cristo, la Puerta fue abierta por medio de la llave de la revelación de Dios que vino a Pedro, el cual había recibido la revelación de que Jesús era el Cristo. Y el Día de Pentecostés Pedro colocó la llave de la revelación y dio a conocer quién era Jesús y la Obra que había realizado; y se abrió así la Puerta de la Dispensación de la Gracia, la sexta dispensación; y la Puerta es Cristo.

Por eso el Mensaje de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios; pero mientras Jesús estaba sobre la Tierra, nadie podía comprender ese misterio.

Y ahora, a Pedro, el cual había recibido la revelación del Cielo de quién era Jesús, le fue dada la llave; pero vean ustedes, su nombre fue cambiado antes de recibir la llave: “Yo te digo que tú eres (vamos a ver) Pedro”. Le cambia el nombre Cristo aquí:

“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos.

Y yo también te digo, que tú eres Pedro (¿ven?, primero le llamó ‘Simón’, después le llama ‘Pedro’), y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades (o sea, ‘y las puertas del infierno’) no prevalecerán contra ella.

Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos”.

El Día de Pentecostés, Pedro, con la revelación de Cristo en Su Primera Venida como el Cordero de Dios, abrió la Puerta de la Dispensación de la Gracia a los hebreos, y comenzaron a entrar; allí entraron (¿cuántos fueron, Miguel?, ¿tres mil o cuatro mil?) tres mil, y en la segunda ocasión (¿cuántos?) cuatro mil; o sea, fue en aumento, porque el llamado de Dios de etapa en etapa va en aumento.

Y luego Pedro, por cuanto tenía las llaves del Reino de los Cielos, más adelante fue enviado a la casa de Cornelio, el cual tuvo una visión en donde vio a un ángel; y ese ángel le dijo2: “Envía por Pedro, que venga a ti, y él te dirá lo que debes hacer”, o sea, “él te dará a conocer lo que tú debes conocer”.

Este hombre era un hombre temeroso de Dios, era un oficial del ejército romano. (¿Cómo se llamaba, Miguel?) Cornelio, la casa de Cornelio. Y ahí, vean ustedes, estaba un grupo que oraba a Dios, tanto Cornelio como su familia; y de seguro tenía de sus militares allí también. Porque…

Miren, estos días estuvimos por un lugar, y un oficial también tiene actividades religiosas con su gente; y también hay…, en algunas naciones que hemos ido, también los oficiales han traído su ejército, su pelotón (diríamos), para que estén en las actividades en donde se está predicando la Palabra de Dios. Así que también, vean ustedes, como en este tiempo, hubo personas allá; y como en aquel tiempo, hay personas todavía acá.

Ahora, vean ustedes cómo este hombre (que era justo y era un convertido al judaísmo) oraba a Dios, y también muchas de las personas de su casa y su familia y de los que trabajaban en su casa, y de seguro de las personas del mismo ejército romano.

Y ahora, cuando tiene esta visión, de seguro les contó a todos allí, y entonces estuvieron esperando a Pedro.

¿Y a quién envió, Miguel, para que fueran a buscar a Pedro?

[Mandó unos soldados].

O sea que, vean, lo que les estaba diciendo: de su gente, del ejército, él también, vean ustedes, tenía personas de confianza, y los envió a buscar a Pedro.

Y Pedro, ustedes saben, para aquellos tiempos los judíos, los hebreos, no querían trato así con los gentiles; y Dios, para que cuando fueran a buscar a Pedro no pusiera resistencia, le da una visión: baja un lienzo con animales inmundos, y Pedro los ve3; y pensaría Pedro: “Oye, ¿qué significará esto?”.

Pedro estaba en la casa de Simón, Simón el curtidor (que es que curtía peces ¿o qué?); de cuero, curtidor de cuero…

Porque Pablo hacía carpas también, de… Si no tenían lona como ahora pues tenían las pieles.

Y a este que trabajaba curtiendo cueros, a este no le fue cambiado el nombre, ¿verdad?, sino al que recibió las llaves. Ahora vean, pero eran amigos, pues trabajaban en…

Pablo, como todo judío, pues tenía su oficio; porque toda persona, no importa qué piense estudiar en la universidad y ser un profesional, también debe tener su oficio. Con ese oficio puede ayudar también a su familia, y también se puede ayudar en lo que obtiene la carrera, y también ya tiene algo en adición a la profesión que obtenga.

Y Pablo, aunque era un hombre bien preparado, un docto en las cosas religiosas… ¿Pertenecía al Sanedrín también, Miguel? Al Sanedrín; y para pertenecer al Sanedrín no es cualquier cosa. ¿Solamente eran cuántas personas en el Sanedrín? [70]. Solamente 70. Así que el Sanedrín se le quedó con 1 menos; y después Gamaliel y José y (¿el otro cuál era?) Nicodemo. O sea, tenía 3 más allí que eran creyentes en Jesús; aunque eran reservaditos, para no tener mucha persecución y problemas; pero cuando tenían que salir por Jesús, salían.

Y no se sabe después de la vida de ellos, qué hicieron después; pero tenemos el caso de Nicodemo, que fue donde Jesús de noche4; tenemos el caso de José, que fue el que tomó el cuerpo de Jesús y lo colocó con delicadeza y con amor en la tumba5; y tenemos el caso de Gamaliel, que cuando tomaron preso a Pedro y a algunos de los discípulos, y querían (¿matarlos era?) juzgarlos y matarlos, él fue el que dio el consejo:

“Dejen estos hombres tranquilos. Porque antes de Jesús aparecieron Judas y Teudas, y llevaron muchos discípulos tras sí; pero cuando se murieron, se acabó ese movimiento de ellos. Y si este Jesús es uno igual a ellos, esto va a desaparecer también; así que dejen esas personas quietas. Y si esto es de Dios, entonces no vaya a ser que ustedes aparezcan contradiciendo o persiguiendo a Dios, o en… (¿cómo dice Gamaliel?)… no sea que se encuentren (¿cómo?) resistiendo a Dios”, o sea, en oposición a Dios y Su Programa correspondiente a ese tiempo6.

O sea que… y ese fue el maestro de Saulo, ¿verdad?

[Hno. Miguel: El maestro de Saulo, sí. Se crio a los pies de Gamaliel].

Sí, o sea que ya Saulo como que ya estaba oyendo alguito. De seguro estaba allí en el Concilio cuando Gamaliel dio ese consejo; y todavía Pablo no estaba convertido, ¿verdad?, Saulo. O sea que ya Dios iba obrando.

Y Saulo era de los enviados para perseguir a los cristianos, y los mataban. Saulo era el que… a los pies de Saulo era que colocaban la ropa de los que iban, así, a apedrear, y cosas como a… ¿A quién fue?, ¿a Santiago fue? O a Esteban, a Esteban, a Esteban. A Santiago también lo mataron, ¿verdad?

[Hno. Miguel: A Santiago lo mataron fue a espada, lo traspasaron]. Lo traspasaron, lo mataron; y así por el estilo.

El único que escapó fue Juan, y era porque tenía Dios un Programa muy importante. Vean, el más jovencito fue el que escapó. Siempre piensan que el más jovencito es el primero que va a perecer, y fue el más que duró de todos los discípulos de Jesús; porque tenía ¿qué? Tenía una cita con el Ángel de Jesús.

Ahora vean ustedes, ¿en la década de qué? ¿En qué década fue que tuvo ese encuentro con el Ángel de Jesús, Miguel? En la década del 90. Buena década esa. Ahí tuvo ese encuentro de dos años, dos años el Ángel de Jesús revelándole a Juan toda esta revelación apocalíptica.

Dice Juan: “Yo fui llevado…”. Vamos a ver cómo lo dice aquí. Juan… Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 en adelante, dice:

“Yo estaba en el Espíritu…”.

¿Cómo? En el Espíritu; no en el cuerpo físico, sino en el Espíritu; fue transportado en el Espíritu, fue llevado en su cuerpo teofánico.

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor…”.

O sea que del quinto milenio fue transportado ¿a qué milenio? ¿A qué milenio fue transportado Juan? (Como que ya vas a tener que aumentarles los puntos, Miguel, por aquí). Fue transportado al Día del Señor, que es el séptimo milenio, en donde obtendría la revelación de todas estas cosas que iban a suceder. Dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

Y el Alfa y Omega y el primero y el último es nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Cristo en el Día del Señor, o sea, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio.

Y ahora, “¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES DEL REINO DE LOS CIELOS, DEL REINO DE DIOS?” es la pregunta que se hacen las personas.

Ahora, para poder comprender todas estas cosas que deben suceder pronto, deben ser halladas las llaves, porque debe ser hallada la revelación de Jesucristo para este tiempo final, para poder abrir la Puerta de la séptima dispensación, que es Cristo en Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y ahora Juan en Apocalipsis, capítulo 4, vio una puerta abierta. ¿Por qué? Porque fue abierta esa Puerta.

Y ahora, de edad en edad: Las llaves estuvieron en San Pedro, el cual las recibió de Cristo; y luego Pablo para los gentiles tuvo las llaves; aunque Pedro abrió la Puerta a los gentiles en la casa de Cornelio, pero la revelación para los gentiles luego la continuó San Pablo.

Y las llaves del Reino de los Cielos han estado en Cristo operándolas por medio del mensajero de cada edad; porque las llaves de la revelación de Jesucristo han estado en el mensajero de cada edad. Y de edad en edad encontramos que ha sido abierta la Puerta de cada edad, el cual ha sido Cristo en cada edad velado y revelado por medio del ángel mensajero de cada edad, hablándoles a Sus ovejas y llamándolas y juntándolas en cada edad.

Y ahora, cuando han terminado las siete etapas o edades de la Iglesia gentil nos preguntamos: “Y ahora, ¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES DEL REINO DE DIOS?”. Tienen que estar en el mensajero que corresponde al Día Postrero, a la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino; y nadie más puede abrir la Puerta de la Segunda Venida de Cristo sin esas llaves.

Y ahora vean ustedes a Pedro: Pedro recibió un nuevo nombre. Y ahora Cristo dice:

“Al que venciere, yo (le) haré columna (¿dónde?) en el templo de mi Dios (…); y escribiré sobre él el nombre (¿de quién?) de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”.

¿Dónde es que está eso? ¿Apocalipsis qué? Capítulo 3, verso 12. (O sea que siguen, Miguel, siguen ganando puntos aquí. Parece que era que no entendían lo que tú les preguntabas, Miguel).

Bueno, y ahora dice que escribirá Su Nombre Nuevo (¿dónde?) en el Vencedor. Ahí tienen que estar las llaves entonces, porque, vean ustedes, escribirá Su Nombre Nuevo, que es el Nombre de la Ciudad de nuestro Dios y el Nombre de nuestro Dios, o sea… (¿Cuál es la primera letra?) YHWH; y escribirá ese Nombre en el Vencedor.

Ahora podemos ver que para este tiempo final en algún sitio estarán las llaves; y no las llaves de una casa terrenal, y no las llaves de algún sitio o alguna casa terrenal, sino las llaves de la Casa de Dios, del Reino de los Cielos, del Reino de Dios, para poder ser transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial.

Así como San Juan vio una puerta abierta… Cristo es la Puerta; y es Cristo la Puerta para subir al Cielo e ir a la Casa de nuestro Padre celestial; es Cristo en Su Segunda Venida la Puerta abierta en el Cielo.

Por eso en Apocalipsis, capítulo 8, verso 1, donde se abre el Séptimo Sello, dice que cuando fue abierto el Séptimo Sello hubo silencio en el Cielo como por media hora.

Vean, cuando se abrió ese Séptimo Sello (que es la Segunda Venida de Cristo), ¿dónde se abrió? Se abrió en el Cielo y causó silencio en el Cielo como por media hora.

Ahora podemos ver que para ser abierto ese Sello tienen que las llaves del Reino de Dios estar en las manos de alguien, para ser abierto el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo; así como para ser abierta la Puerta de la Primera Venida de Cristo las llaves fueron entregadas a San Pedro, las llaves de la revelación divina de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo.

Y después que está abierta la Puerta, entonces todos salimos llevando el Mensaje del Evangelio de la Gracia y presentando a la humanidad la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios quitando el pecado del mundo en la Cruz del Calvario.

Y ahora para el Día Postrero, al ser abierta la Puerta de la Segunda Venida de Cristo…; porque Cristo es la Puerta, y cuando es abierta la Puerta de la Segunda Venida de Cristo, entonces salimos con ese Mensaje, llevando la Palabra de Dios, para que así todos reciban las bendiciones del Cielo con esa Puerta celestial abierta, en la cual está la bendición de Dios; pues en la Puerta está también el Nombre de Dios.

Y para recibir salvación y lavar nuestros pecados y quitar nuestros pecados, entramos por la Puerta de la Primera Venida de Cristo; y para ser preparados y recibir la fe para ser transformados y raptados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero, entramos por la Puerta de la Segunda Venida de Cristo.

El Evangelio de la Gracia gira alrededor de la Primera Venida de Cristo y el Evangelio del Reino gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.

Ahora podemos ver dónde están las llaves.

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y las declaró enviándolas por medio de Su Ángel”7. Ahí está la revelación de Jesucristo.

¿Quién la trae? Su Ángel Mensajero, porque él viene con la llave de la revelación de Jesucristo. ¿Para qué? Para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así dar a conocer el misterio de la Segunda Venida de Cristo, el misterio más grande de todos los misterios de la Biblia.

Ese es el misterio más grande; y bajo ese misterio están todos los misterios correspondientes al Día Postrero. Con la apertura de ese misterio se abren todos los demás misterios, porque todos ellos están bajo ese misterio del Séptimo Sello, ese misterio de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y eso no es otra cosa sino la Venida del Verbo, del Ángel de Jehová, del Ángel de Pacto, el cual estuvo con el pueblo hebreo y libertó al pueblo hebreo, y le habló al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés y por medio de los demás profetas que envió a la Tierra; y luego prometió que vendría en carne humana ese Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, el cual es un hombre de otra dimensión, un hombre de la sexta dimensión, el cual es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico; y prometió que vendría en carne humana en medio del pueblo hebreo.

Y vendría, vean ustedes, primero en una forma de un niñito, naciendo en Belén de Judea por medio de una virgen; y luego creciendo, llegando al tiempo de su edad correspondiente para comenzar Su ministerio; y casi a los treinta años comenzó Su ministerio, que duró tres años y medio.

Pero era nada menos que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que es llamado el Verbo, el cual es un hombre de otra dimensión: de la sexta dimensión; y el cual es el mismo Dios, Creador de los Cielos y de la Tierra, el cual estando en ese cuerpo de la sexta dimensión habló la Palabra creadora y creó toda esa Creación, todo ese universo8: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Fue el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo Dios, fue el mismo Jesucristo estando en Su cuerpo teofánico.

Por eso cuando vino en carne humana le hablaba a la tempestad, le decía al viento y al mar9: “Enmudece”, y se quedaban calladitos; le hablaba a la naturaleza, y la naturaleza le obedecía.

Y los discípulos de Jesucristo decían: “¿Y quién es este hombre, que aun les habla a los vientos y al mar, y le obedecen?”. Pues el Creador de los Cielos y de la Tierra creó el mar y los vientos, y creó todas las cosas, ¿y cómo no le van a obedecer? El más desobediente de todo lo que Dios creó fue el hombre, vean ustedes; pero, vean ustedes, la naturaleza le obedece a Dios.

Ahora podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo: es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual estuvo con el pueblo hebreo y el cual es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.

Y para el Día Postrero Él ha dicho que vendrá. Él viene, en algunos lugares dice sobre una nube o en las nubes o en una nube, y en otro lugar… eso es Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante; y Apocalipsis, capítulo 1, verso 5 al 10 (o al 9). Y también en Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, dice que viene en un caballo blanco.

Ahora, ¿es en un caballo blanco o es en las nubes? Las dos profecías están correctas. Y cuando se habla en esta forma, eso es el simbolismo de lo que estará sucediendo en la Venida del Señor.

Por ejemplo, venir en un caballo blanco…; dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo que una bestia (en términos proféticos en la Biblia) representa un poder10; y ese poder de ese caballo blanco es el poder de la Palabra pura. Y él dijo11:

“121. … cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Eso es la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19.

Y podemos ver, por ejemplo, también la Venida del Hijo del Hombre en las nubes. En febrero 28 de 1963 vimos una nube formada por ángeles, los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil y un Ángel que era diferente a los demás, el cual es el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto, el cual es Jesucristo en Su cuerpo teofánico.

Y apareció aquí, en esta nube, que publicó la revista CIENCIA y la revista LIFE (o revista VIDA de Norteamérica). Y publicaron que era una nube misteriosa ¿por qué? Porque apareció a 26 millas de altura, donde no se pueden formar nubes porque no hay humedad y tampoco vuelan los aviones; y era una nube gigante, de unas 30 millas de ancho12. Y el reverendo William Branham dijo que eran ángeles de Dios; y el reverendo William Branham fue llevado a esa nube en su cuerpo teofánico y contó siete ángeles allí.

Y ahora cuando vemos la nube, ¿cuántos ustedes cuentan? (Van como que aumentando los puntos, Miguel). Es como si yo así saco la cuenta… y cuento y digo: “He contado (aquí, en los que estoy viendo), he contado, vamos a decir, 125 personas”. Y ahora, ¿cuántas ustedes dicen que hay? 126, porque yo los conté a ustedes pero no me conté yo.

Y ahora, el reverendo William Branham contó siete personas porque no se contó él; pero nosotros mirándolo entonces contamos ocho mensajeros de Dios: los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil y el otro que era diferente a los demás. Ellos fueron los que formaron esa nube, pues estaban en sus cuerpos teofánicos.

Ahora podemos ver que ese misterio de la Venida del Hijo del Hombre en el Cielo, miren en la forma sencilla en que apareció ahí en las nubes.

Ahora aquí podemos ver una nube y podemos ver también (¿cuántas nubes?) ocho nubes; porque cada ángel mensajero, estando en su cuerpo teofánico, es una nube. Por lo tanto, “viene con las nubes” (en plural); y luego Lucas13 dice (o Marcos): “Viene en una nube”. No hay ninguna contradicción que diga San Mateo que viene en las nubes14 y que San Marcos o San Lucas diga que viene en una nube.

Bueno, aquí hay ocho nubes formadas por ocho ángeles, y luego esas ocho nubes forman una nube gigante. Y esa nube gigante forma el rostro del Señor Jesucristo; y uno de los ángeles, el que era diferente a los demás, forma el cabello blanco del Señor.

Y ahora, para cada ángel mensajero de esos tener su ministerio aquí en la Tierra tuvo que venir en carne humana, y tuvo su ministerio en cada edad y tuvo las llaves del Reino de los Cielos en cada edad; porque la Iglesia ha tenido las llaves del Reino de los Cielos, y esa llave ha estado en el mensajero de cada edad.

Y ahora, para el Día Postrero, para el Ángel del Señor, para el Ángel de Jehová, para el Ángel del Pacto tener Su ministerio aquí en la Tierra tiene que aparecer manifestado (¿cómo?) en carne humana; porque Él no hace nada fuera del ser humano, porque es con el ser humano que Dios está tratando; por lo tanto, tiene que hacerlo por medio de un hombre, todo lo que Él va a hacer.

Por eso dice15: “No hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele (¿qué?) Sus secretos a Sus siervos (¿qué?) los profetas”. ¿Cómo dice? “A Sus siervos”. O sea que son señalados como siervos que sirven a Dios, sirven a Cristo, en el tiempo en que Dios los envía.

Por eso, cuando el Ángel del Señor Jesucristo es enviado con la revelación de Jesucristo para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y Juan el apóstol quiso adorarlo, el Ángel le dice a Juan: “Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo (¿y con quién?), y con tus hermanos” o “de tus hermanos”. Vamos a leerlo tal y como está aquí, para que ustedes vean esto aquí, que es muy importante comprenderlo bien. Vamos a ver, Apocalipsis 19, verso 9… o 7 en adelante, para que tengan el cuadro claro, dice:

“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado (esa es Su Iglesia).

Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.

Aquí el Ángel dice: “… yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos”.

Y ahora en Apocalipsis, capítulo 22, versos 8 en adelante, dice:

“Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Pero él me dijo (esta es la segunda vez que trata de adorar al Ángel): Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.

Él trae la revelación de Jesucristo, él viene con esta revelación apocalíptica, que es una revelación profética; por eso también dice en, vamos a ver… en el capítulo 22, verso 7, de Apocalipsis:

“¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”.

Es un libro profético. Y si él trae una revelación profética, apocalíptica, pues tiene que ser un profeta; porque son los profetas los que traen las profecías divinas. Y al decir: “Soy consiervo tuyo (¿y con quién?), y con tus hermanos los profetas”…, Juan, él era apóstol pero era profeta también. Por eso ustedes encuentran que él recibe la revelación profética de todas estas cosas que van a suceder durante todas estas edades de la Iglesia gentil, tanto las siete edades como las cosas que han de suceder en la Edad de la Piedra Angular; y también las cosas que han de suceder durante el Reino Milenial y después del Reino Milenial.

Todo eso está en el libro del Apocalipsis, y tenemos los símbolos (porque este es un libro simbólico), tenemos el simbolismo de todas esas cosas que han de suceder.

Y ahora, este Ángel dice:

“… yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro”.

Si es consiervo de Juan y consiervo de sus hermanos los profetas, “de tus hermanos los profetas”, si es un consiervo, ¿qué es entonces? Pues un profeta.

O sea, vean ustedes, ¿a quién dice Dios en Amós, capítulo 3, verso 7, que Él revela las cosas que va a hacer? “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que revele Sus secretos (¿a quién?) a Sus siervos Sus profetas”. Sus siervos los profetas. Les llama “siervos” a Sus profetas.

Y ahora Juan el apóstol recibe a este Ángel, lo quiere adorar, y el Ángel le dice: “Yo soy consiervo tuyo, y con tus hermanos los profetas”. Un consiervo con los profetas; porque los profetas son siervos y este es un siervo profeta también; por eso es consiervo.

Es como cuando llega…, digamos, hay un grupo de médicos y llega otro médico, ¿qué llegó ahí? Un colega.

O sea que este Ángel es un colega con los demás profetas. Por eso, como Dios les llama “consiervos” – o les llama “siervos” a Sus profetas, entonces este es ¿qué? Un consiervo, un profeta siervo de Dios, que viene a Juan con la revelación de todas estas cosas que deben suceder pronto.

Ese es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino, es el mensajero más grande que Jesucristo envía a Su Iglesia; porque los demás siete ángeles mensajeros son ángeles de edades, pero este Ángel del Señor Jesucristo es un profeta dispensacional. Es no menos de siete veces mayor que un mensajero de una edad.

Ahora, cuando Juan el Bautista vino, vino un profeta grande, un profeta muy importante, pero era un profeta de una edad. Y cuando Juan anunció el que vendría después de él, ¿cómo dijo? “Después de mí viene uno (¿qué?) mayor que yo”16; estaba viniendo un profeta dispensacional. ¿Y de esos, cuántos tiene Dios? Tiene siete profetas dispensacionales, solamente siete. (Un punto para algunos más y uno menos para otros).

Bueno, son siete profetas dispensacionales: Adán, Set, Noé, Abraham, Moisés, Jesús y el Ángel del Señor Jesucristo. Solamente siete profetas para Dios llevar a cabo Su Programa y ser restaurados los hijos e hijas de Dios a la vida eterna.

Bajo el ministerio del séptimo profeta dispensacional es que será realizada la restauración de los hijos de Dios a la vida eterna, los muertos en Cristo resucitarán y nosotros los que vivimos seremos transformados.

Y ahora, para eso se requieren las llaves del Reino de Dios. Y ya Pedro no está, pero las llaves tienen que estar; las llaves tienen que estar. Y para poder encontrar las llaves hay que encontrar a aquel a quien le han sido dadas esas llaves.

Vean, Jesucristo solamente le dio a Pedro las llaves del Reino de los Cielos; pero recuerden: hay más llaves; no crean que solamente hay una llave. Vamos a ver. En Apocalipsis, capítulo 1, verso 18 (por ahí) al 20, vamos a ver lo que Jesús dice aquí.

“Cuando le vi (o sea, cuando Juan el apóstol vio al Hijo del Hombre)…”.

Yo creo que es mejor leer este pasaje desde el verso 10 en adelante; dice:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro,

y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos (eso es la Palabra); y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades”.

Y ahora, a Pedro no le dio las llaves del infierno y de la muerte; pero aquí, vean ustedes, el Hijo del Hombre aparece con las llaves del infierno y de la muerte. ¿Por qué? Porque el Hijo del Hombre viene para llevar a cabo la resurrección, y si no tiene las llaves para la resurrección de los muertos en Cristo, ¿cómo va a llevar a cabo la resurrección, si no tiene las llaves para producir la resurrección? Tiene que tener las llaves de la muerte, para traer de la muerte a los escogidos de las edades pasadas.

Ahora, podemos ver que tienen que estar las llaves del Reino de Dios y tienen que estar las llaves… Todas estas llaves van a ser usadas en este tiempo final; y el Dueño de esas llaves ¿es quién? Nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora podemos ver dónde nos encontramos en el Programa Divino. Podemos ver que para este tiempo tienen que aparecer las llaves si va a haber una resurrección de los muertos en Cristo y una transformación de nosotros los que vivimos. Tienen que aparecer las llaves y alguien las tiene que tener: a quien Jesucristo se las haya dado, para abrir la puerta de la revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Y el que tendrá esas llaves será identificado —al tener esas llaves— como el Ángel del Señor Jesucristo, como el consiervo de Juan y de los demás profetas, o sea, el colega del apóstol San Juan y colega de todos los profetas: colega de San Pablo, colega de San Pedro, colega de todos los apóstoles, colega de todos los mensajeros de las edades y colega de todos los profetas del Antiguo Testamento.

Y si en algún lugar importante, hay un lugar bien importante ahí, o sea, una oficina bien importante, pues el dueño de esa oficina debe tener las llaves; y ahí, para entrar, hay que conseguir al hombre que tiene las llaves. Pero cuando lo vean venir, después dirán: “Pero si era un colega”. Eso es lo que vio Juan el apóstol. Y quiso adorar al Ángel de Jesús, y él le dijo: “Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo (o sea, un colega tuyo: tú eres profeta y yo también), y con tus hermanos y de tus hermanos los profetas”; o sea, colega de todos los profetas, tanto del Nuevo Testamento como del Antiguo Testamento. Él es uno de los siete profetas mayores, el último de los siete profetas mayores.

Ahora vean cómo se resume todo en siete profetas, siete profetas dispensacionales; y ya seis tuvieron sus ministerios aquí en la Tierra, y solamente queda uno, el cual Jesucristo ha prometido enviarlo a Su Iglesia:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. (Apocalipsis 22, verso 16).

¿Dónde están las llaves? Pues las tiene que tener ese Ángel enviado por Jesucristo; pues si es el enviado por Jesucristo y es enviado a la Iglesia de Jesucristo para abrir la Puerta de la Segunda Venida de Cristo, abrir esa Puerta, que es el misterio más grande de todos los misterios, pues tiene que venir con las llaves. ¿Porque cómo va a abrir si no tiene las llaves? Las llaves de la revelación de la Segunda Venida de Cristo.

¿Por qué los grandes sabios del tiempo de Jesús no pudieron darle a conocer al pueblo la Primera Venida de Cristo, que estaba cumplida en medio de ellos? Porque no tenían las llaves, no tenían las llaves de la revelación de la Primera Venida de Cristo.

Pero vino un pescador y predicó el Día de Pentecostés, y dio a conocer ese misterio; y entraron tres mil personas en la primera predicación17 y después, en la segunda predicación18 una multitud. ¿Entraron cuántos? Cinco mil personas, porque ese sí tenía las llaves.

Pero los grandes teólogos de aquel tiempo, grandes sabios, el Concilio del Sanedrín compuesto por setenta grandes sabios, teólogos de aquel tiempo, y el sumo sacerdote como la cabeza del Concilio del Sanedrín, pues no tenían las llaves, las llaves de la revelación de la Primera Venida de Cristo, y no podían abrirle al pueblo esa Puerta de la Primera Venida de Cristo, para que entraran por esa Puerta todos los que querían recibir salvación y vida eterna.

Pero miren, vino un sencillo pescador y abrió esa Puerta y entraron por miles a cada momento; porque ese sí tenía las llaves, que le habían sido dadas por Cristo.

Y para el tiempo final, así como de edad en edad ha sucedido, para el tiempo final vendrá el Ángel del Señor Jesucristo con las llaves, la revelación de la Segunda Venida de Cristo, y abrirá esa Puerta para entrar por ella y recibir la fe para ser transformados y arrebatados al Cielo, para ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Ahora podemos ver dónde tienen que estar las llaves en este Día Postrero.

Ahí podemos ver quién tiene que tener las llaves: la revelación de la Segunda Venida de Cristo, la revelación de esa Puerta que es abierta en el Cielo. No es otro sino el Ángel del Señor Jesucristo.

Si encontramos ese Ángel… toda persona que encuentre ese Ángel y reciba Su Mensaje: entrará por la Puerta de la Segunda Venida de Cristo, ¡será bienvenido en la Casa de Dios!

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche dándoles testimonio de LAS LLAVES DEL REINO DE DIOS.

Y ahora, la pregunta. Comenzamos en este tema con una pregunta: “¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES DEL REINO DE DIOS?”, y ahora terminamos con la contestación: EN EL ÁNGEL DEL SEÑOR JESUCRISTO.

¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES DEL REINO DE DIOS? EN EL ÁNGEL DEL SEÑOR JESUCRISTO.

Por eso Juan el apóstol quiso adorarlo, y él le dijo: “No, no lo hagas, porque yo soy un consiervo tuyo, y de tus hermanos los profetas (o sea, soy un colega tuyo). Adora a Dios”.

Si ese Ángel hubiera sido Jesucristo, ¿qué hubiera dicho Jesucristo? Que estaba correcto.

A Jesucristo muchas personas vinieron ante Él y lo adoraron19. Y aun Él le dijo a una persona si creía en el Hijo de Dios (y no sé si le dijo si lo adoraba); y el hombre le dijo: “¿Y quién es?”, y Él le dijo: “Yo soy, que hablo contigo”, y lo adoró20. Y Él no le dijo: “No lo hagas”. ¿Por qué? Porque a Jesucristo todos estamos llamados a adorarlo.

Pero cuando Juan el apóstol quiso adorar al Ángel, el Ángel le dijo: “No, a mí no. No lo hagas. Adora a Dios. Yo soy consiervo tuyo (o sea, yo soy un colega tuyo)”.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y muchas gracias por vuestra amable atención, valientes, damas valientes del Reino de Dios.

Bueno, y para entrar al Reino de Dios pues hay que abrir la Puerta; pero ya sabemos dónde —conforme a la Escritura— están las llaves para ser abierta la Puerta de la Segunda Venida de Cristo.

Bueno, que Dios les bendiga, y pasen todas y todos los presentes muy buenas noches.

Con nosotros Miguel Bermúdez Marín.

“¿DÓNDE ESTÁN LAS LLAVES DEL REINO DE DIOS?”.

[Revisión noviembre 2019]

1 Gálatas 2:7-8

2 Hechos 10:5-6

3 Hechos 10:9-16

4 San Juan 3:1-15

5 San Mateo 27:57-60, San Marcos 15:42-46, San Lucas 23:50-53, San Juan 19:38-42

6 Hechos 5:34-39

7 Apocalipsis 1:1

8 Génesis 1:1

9 San Marcos 4:39-41, San Mateo 8:23-27

10 Los Sellos, pág. 177, párr. 118

11 Los Sellos, pág. 256, párr. 121

12 41.8 km × 48.3 km

13 San Lucas 21:27

14 San Mateo 24:30, San Marcos 13:26

15 Amós 3:7

16 San Mateo 3:11, San Marcos 1:7, San Lucas 3:16

17 Hechos 2:41

18 Hechos 4:4

19 San Mateo 2:11, 14:33, 28:9, 28:17-18

20 San Juan 9:35-38

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