Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos presentes y radioyentes en la ciudad de Veracruz, República Mexicana; es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para darles testimonio de: “LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO DERRAMADA EN LA CRUZ DEL CALVARIO”.
Vamos a ver en esta ocasión cómo la trayectoria de la Sangre de Cristo viene desde mucho tiempo atrás como un hilo de revelación divina, mostrando que en medio de la raza humana vendría un hombre representado en el cordero pascual y también en la expiación que el pueblo hebreo realizaba el día de la expiación, el día diez del mes séptimo de cada año, para la reconciliación del pueblo hebreo con Dios.
Todos esos sacrificios y derramamientos de sangre de animalitos (como corderos y machos cabríos), todo eso fue tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario; y cuando se cumplió ese Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, se cumplió el tipo y figura; y por lo tanto, de ahí en adelante el pueblo hebreo no necesitaba continuar ofreciendo a Dios sacrificios de animalitos, porque ya tenían el Cordero de Dios, Jesucristo, el cual llevó a cabo un Sacrificio perfecto en favor del ser humano.
Y por eso vino hasta el juicio divino sobre el templo del pueblo hebreo en Jerusalén, y fue quitado el templo, fue quitado el sacrificio, porque ya no se necesitan esos sacrificios de animalitos, porque ya el Cordero de Dios en la Cruz del Calvario realizó el Sacrificio por el pecado.
Leemos en Primera de Pedro, capítulo 1, versos 13 al 25, donde dice:
“Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado (o sea, en la Segunda Venida de Cristo);
como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia;
sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;
porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.
Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación;
sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir, la cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros,
y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios.
Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro;
siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la Palabra de Dios que vive y permanece para siempre.
Porque:
Toda carne es como hierba,
Y toda la gloria del hombre como flor de la hierba.
La hierba se seca, y la flor se cae;
Mas la palabra del Señor permanece para siempre.
Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”.
Aquí tenemos un cuadro claro de la forma en que hemos sido rescatados por Dios: hemos sido rescatados con la Sangre de Jesucristo como de un Cordero inmolado, “destinado ya desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros días”; o sea, materializado ese Programa y pensamiento divino que tuvo desde antes de la fundación del mundo, manifestado, cumplido, en los postreros días. Y los postreros días comenzaron cuando Jesucristo estuvo aquí en la Tierra, porque comenzaron los postreros días delante de Dios (que son los milenios postreros: quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio), allí comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron delante de Dios los días postreros.
Nuestro tema para esta ocasión es: “LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO”.
En esta ocasión veremos cómo la Sangre de Cristo, que sería derramada en la Cruz del Calvario para nuestra redención, fue tipificada, fue representada, en la sangre de los corderos y machos cabríos y animalitos de sacrificio que el pueblo hebreo ofrecía a Dios; y por esa causa es que desde el Génesis se vienen realizando sacrificios de animalitos desde la caída del ser humano en el Huerto del Edén.
Por ejemplo, tenemos el caso de Dios dándole vestiduras de pieles, túnicas de pieles, a Adán y Eva, para cubrir su desnudez1. Para poder obtener vestiduras o túnicas de pieles, pues un animalito tiene que morir; allí murió un animalito por Adán y Eva, representando la muerte de Cristo para vestirnos a nosotros delante de Dios y ser justificados; porque las vestiduras de lino blanco representan las acciones justas de los santos.
Ahora, encontramos que desde el Génesis ya se estaba ofreciendo a Dios un sacrificio de un animalito por el pecado. Y ahora veamos también el momento en que Abel también ofreció a Dios un sacrificio por el pecado. Dice el capítulo 4, verso 1 en adelante, del Génesis:
“Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón.
Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.
Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová.
Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda;
pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él”.
Aquí podemos ver la ofrenda que Caín trajo a Dios, la cual no fue aceptada por Dios; porque la ofrenda por el pecado siempre ha sido una ofrenda de sangre: tiene que morir un animalito, derramar su sangre, para ser presentada esa ofrenda por el pecado ante Dios, una ofrenda que represente el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.
Y con frutos del campo, digamos: plátanos, batatas, papas y manzanas y frutas del campo, no se representa la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario, por lo tanto no se representa la redención de Cristo en la Cruz del Calvario para el ser humano.
Y Caín tenía una religión sin una expiación por el pecado; por lo tanto era una religión intelectual humana… muy bonita; porque ¿qué se ve más bonito: un cordero sacrificado, sangrando ahí frente, en el altar, o un ramo de flores y frutas del campo y frutos del campo? ¿Verdad que se ve más bonito los frutos del campo?
Pero para Dios lo que contaba era lo que representaba al Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Y eso fue representado por un cordero sacrificado, sangrando, porque representaba a Jesucristo sangrando en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios. Y la religión de Caín, aunque era muy bonita, no servía para nada, no servía para la redención del ser humano; ¡era una religión tonta!
Y vean ustedes, la Escritura, San Pablo nos dice, hablando de Abel, en el capítulo 11, verso 4 en adelante, dice… en Hebreos:
“Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella”.
Ahora vean que Dios se agradó del sacrificio de Abel, pero no se agradó del sacrificio de Caín. Dios no se agrada de religión u ofrendas que se hagan a Dios para salvación, y que se hagan a Dios para la reconciliación del ser humano con Dios, que no tengan la Sangre del Cordero de Dios.
En el Antiguo Testamento, pues la tenían representada en la sangre de aquellos animalitos; por eso desde Adán en adelante: Adán, Abel y todos ellos, ofrecían a Dios ofrenda y sacrificio por el pecado ofreciendo un animalito, un cordero, el cual lo sacrificaban y lo presentaban en el altar ante Dios; y eso era lo que agradaba a Dios; porque eso era lo que representaba el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios para nuestra redención. No hay redención sin sangre, sin la sangre de la expiación, de un animalito en expiación2.
Ahora, la sangre de aquellos animalitos solamente cubría el pecado; y, vean ustedes, lo cubría porque no eran sacrificios perfectos, pero representaban un Sacrificio perfecto que vendría más adelante; por eso eran aceptados por Dios en lo que llegaba el Sacrificio perfecto del Cordero de Dios, de Jesucristo3.
Y cuando Juan el Bautista vino preparándole el camino a Jesucristo el Cordero de Dios, el Mesías, dijo: “Después de mí viene Uno, un varón, del cual yo no soy digno de desatar la correa de Su calzado”. Él dijo: “Él es primero que yo, Él es antes que yo, Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”. Y Juan dice: “Yo no lo conocía, pero el que me mandó a bautizar me dijo: Sobre aquel que tú veas al Espíritu Santo descender en forma de paloma sobre él, ese es Él”. Y dice: “Y yo le vi, y he dado testimonio que ese es Él”4. Y presentó al Señor Jesucristo, el cual según la carne era primo de Juan el Bautista, porque María (por medio de quien vino Jesús naciendo en Belén de Judea) y Elisabet (la madre de Juan el Bautista) eran parientes, eran familia.
Y ahora, Juan el Bautista cuando ve el Espíritu de Dios descendiendo sobre Jesús cuando lo bautizó, reconoció que ese era el Mesías, ese era Aquel al cual él le estaba preparando el camino; y lo señaló y dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”5. Y ahí estaba el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo con Su propia Sangre, derramándola en la Cruz del Calvario6.
Y de la muerte de Cristo en adelante Dios no acepta otro sacrificio por el pecado, y no acepta religión sin la Sangre de Cristo; por eso es que ustedes pueden ver tantas religiones que hay (hay muchísimas religiones) pero que no creen en Cristo; son religiones paganas, son religiones de naciones… de otras naciones, que no tienen a Cristo como el centro de su religión, no tienen el Sacrificio del Cordero de Dios por el pecado; por lo tanto, lo que tienen son religiones como la de Caín. Y Dios no acepta ese tipo de religiones.
Dios solamente acepta el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario para quitar el pecado del ser humano; y el que no tenga esa expiación, la Expiación de Cristo, el Sacrificio de Cristo y Su Sangre aplicada en su alma: no ha quitado sus pecados de su vida; por lo tanto, pagará por sus pecados, porque “la paga del pecado es muerte”7.
El que no tenga la Sangre de la Expiación, del Cordero de Dios, su propia sangre tiene entonces que ser derramada. Así también es para naciones, pueblos y lenguas.
Dice Dios en el libro de Números, capítulo [22], algo muy importante, lo cual debemos tomar en cuenta ya que esto es una Palabra dada por Dios, la cual tiene su cumplimiento. Vean ustedes cómo nos dice Dios en Números [22]… vamos a ver… este pasaje es muy importante.
Vean, el pueblo hebreo tenía un sacrificio por el pecado; por eso es que cuando Balaam fue a maldecir al pueblo hebreo, Dios le dijo: “Tú no vas a maldecir ese pueblo; ese pueblo ya es bendito”8. Y entonces cuando Balaam fue, a petición del rey Balac…
El rey Balac quería que Balaam echara una maldición sobre el pueblo hebreo; y cuando fue, se acercó a Dios, Balaam, por medio de los sacrificios que fueron ofrecidos, los cuales representaban la Venida del Mesías y Su Sacrificio…; y es por medio del Sacrificio de Cristo que nos podemos acercar a Dios; así lo hacía también Balaam y todos los profetas; por eso ofrecían a Dios un sacrificio, que era tipo y figura del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario.
Y ahora, Balaam se acercó a Dios, y Dios le habló a él, y puso palabra en la boca de Balaam; y el rey Balac esperaba que Balaam echara la maldición sobre el pueblo hebreo, y Balaam lo que hizo fue bendecir al pueblo hebreo. Y el rey Balac se dio cuenta; y ya, por más de una ocasión, en vez de maldecir al pueblo hebreo, lo bendijo, y decía que Dios no veía pecado en ese pueblo9.
¿Y cómo era posible…? Un pueblo que pecaba tanto, que por diez ocasiones quiso apedrear a Moisés, por muchas ocasiones se rebeló en contra de Dios y en contra de Su profeta, ¡¿y ahora Balaam dice que no ve Dios pecado en él?! ¿Cómo es posible?
Porque ese pueblo tenía el sacrificio por el pecado: ofrecía a Dios esos sacrificios por el pecado y por la reconciliación de ese pueblo, del pueblo hebreo con Dios; y por lo tanto sus pecados eran cubiertos con la sangre de ese sacrificio o de esos sacrificios.
Y cuando son cubiertos los pecados, ya Dios no los ve; aunque estén ahí, pero están cubiertos con la sangre de esos sacrificios que representan la Sangre de Cristo en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Sacrificio que más adelante sería realizado por Jesucristo, por la Primera Venida de Cristo, como Cordero de Dios muriendo en la Cruz del Calvario.
Y cuando fuera efectuado ese Sacrificio: los que tenían sus pecados cubiertos, aunque habían muerto y estaban en el Paraíso, serían libres o librados o libertados de sus pecados; porque con el derramamiento de la Sangre de Cristo los pecados de todos aquellos que habían cubierto sus pecados con la sangre de esos sacrificios que tipificaban a Cristo, ¡fueron quitados todos esos pecados!; y entonces estaban libres de todos los pecados, y por eso resucitaron con Cristo cuando Jesucristo resucitó10.
Y por eso es, también, que los que tienen el Sacrificio de Cristo y Su Sangre aplicada en sus almas, en sus corazones, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y sus pecados han sido quitados; y si sus cuerpos físicos han muerto, serán resucitados en el Día Postrero, en el séptimo milenio, en este tiempo final. ¿Por qué? Porque no tienen pecado, porque la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado11.
Por eso es tan importante recibir a Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; porque el Espíritu Santo es la Vida de la Sangre, es la Vida de la Sangre de Jesucristo; y por eso es que Él otorga el Espíritu Santo, la Vida de la Sangre, a todos aquellos que han recibido a Cristo como su Salvador, creyendo en Él y creyendo en Su Sacrificio efectuado en la Cruz del Calvario.
Ahora miren cómo la Sangre de Cristo fue representada en esos sacrificios del Antiguo Testamento, y vean cómo aun desde antes de la fundación del mundo el Cordero de Dios fue sacrificado. San Pedro nos dijo [1 Pedro 1:19]:
“… sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin contaminación,
ya destinado desde antes de la fundación del mundo…”.
¿Desde cuándo? Desde antes de la fundación del mundo ya todo eso estaba en la mente de Dios, en el Programa de Dios.
“… pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros (y también por amor a mí)”.
Y ahora, por eso es que nos habla en el libro del Apocalipsis que el Cordero fue sacrificado allá desde antes de la fundación del mundo. En Apocalipsis, capítulo 13, verso 8, dice que los que adoraron a la bestia no tenían sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero. Dice:
“Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo”.
Ahora, vean ustedes cómo ya el Sacrificio de Cristo, aun desde antes de la Creación, ya eso estaba determinado en la mente de Dios; y ahí tenemos —en la mente de Dios también— a Jesucristo como el Cordero de Dios y Su Sangre siendo derramada en la Cruz del Calvario. Todo eso estaba en la mente de Dios, y luego se materializó en este planeta Tierra, en la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios, en medio del pueblo hebreo, muriendo en la Cruz del Calvario.
Ahora podemos ver LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO. La vemos que, desde antes de la fundación del mundo, ya estaba en la mente de Dios, ya todo ese Programa señalado por Dios, predestinado por Dios, para ser manifestado más adelante en la Primera Venida de Cristo.
Y también tenemos la trayectoria de la Sangre de Cristo en tipo y figura: en la sangre de aquellos sacrificios que eran efectuados por el pecado y la reconciliación del pueblo hebreo con Dios; sacrificios que comenzaron desde Adán, siguieron con Abel, siguieron con Set y con los demás descendientes de Adán.
Pero miren, tenemos a Caín, que no tenía esos sacrificios; y la descendencia de Caín tampoco tenía esos sacrificios; por lo tanto, la descendencia de Caín no tiene la Sangre de Cristo para redención, y por consiguiente sus nombres no están escritos en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.
Pero tenemos los hijos e hijas de Dios, que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo, los cuales, cuando vienen a esta Tierra, sí (vienen a esta Tierra en el territorio que Dios los envíe) escuchan la predicación del Evangelio, y reciben a Cristo como su Salvador, y reciben la Sangre de Cristo; y así lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y tienen un Sacrificio perfecto por el pecado; y son reconciliados con Dios.
Por eso San Pablo dice12: “Reconciliaos hoy con Dios”. Y esto es por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, que es el Cordero Pascual. Él es nuestra Pascua y Él también es nuestra Expiación; que se efectuaba, el día de la expiación, el día 10 del mes séptimo de cada año, así como la Pascua se efectuaba el día 15 (pero el sacrificio era efectuado el día 14 en la tarde).
Ahora, podemos ver cómo la Sangre de Cristo fue representada en la sangre de esos animalitos que eran ofrecidos en sacrificio ante Dios por el pecado y la reconciliación del pueblo hebreo con Dios; por eso Dios no veía pecado en el pueblo hebreo, porque estaban siempre efectuando el sacrificio ordenado por Dios por el pecado13.
Y ahora Dios no ve pecado en Su Iglesia redimida con Su Sangre, ¿por qué? Porque tiene la Sangre del Cordero de Dios y de la Expiación aplicada —la Iglesia del Señor Jesucristo— en Ella, por medio de la manifestación del Espíritu Santo en medio de Ella.
Y cada individuo, miembro del Cuerpo Místico de Cristo, como individuo tiene la Sangre de Cristo aplicada en su corazón, y el Espíritu Santo también lo tiene dentro, porque la señal de la Sangre es el Espíritu Santo.
Por lo tanto, al tener el Espíritu Santo dentro, la Sangre del Cordero está aplicada en esa persona; y por lo tanto sus pecados han sido lavados en la Sangre de Cristo y ha recibido reconciliación con Dios, la reconciliación con Dios; y por consiguiente tiene vida eterna y está en paz con Dios; y está —esa persona— siguiendo a Dios, siguiendo a Jesucristo, y está camino a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial y del cuerpo nuevo; aunque ya también ha entrado a la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo, a la tierra prometida del cuerpo teofánico de la sexta dimensión, pero necesita entrar a la tierra prometida del cuerpo nuevo, del cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo; y después necesita entrar a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial de Cristo, en donde reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
¿Por qué? Porque tenemos la Sangre de Jesucristo, el Cordero de Dios, aplicada en nuestras almas, en nuestra vida, por medio del Espíritu Santo manifestado en nosotros, ofreciendo o efectuando el nuevo nacimiento en cada uno de nosotros, como lo efectuó en los santos de las edades pasadas.
Ahora podemos ver cómo la trayectoria de Cristo y de Su Sangre fue representada en esos sacrificios del pasado; y esos corderos y machos cabríos representan a Jesucristo nuestro Salvador.
Por eso es que en el libro del Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 al 10, cuando el anciano le dice a Juan: “No llores. He aquí el León de la tribu de Judá, el cual ha prevalecido para tomar el Libro y abrir sus sellos”, cuando Juan mira, vio en medio de los ancianos un Cordero como inmolado; o sea que Juan el apóstol vio al Señor Jesucristo, el cual es el Cordero de Dios y también Él es el León de la tribu de Judá; y vino y tomó el Libro de la mano derecha del que estaba sentado en el Trono.
Este Cordero tenía siete cuernos, que son las siete etapas o edades de la Iglesia gentil; y en esos cuernos tenía, en cada cuerno, un ojo; y son siete cuernos, y por consiguiente son siete ojos, un ojo en cada cuerno; y cada uno de esos ojos representa cada mensajero de cada edad de la Iglesia gentil; porque ojos en la Biblia representa videntes, o sea, profetas, profetas mensajeros.
Y ahora, podemos ver que también este Cordero, en adición a tener los siete ojos, cada uno en cada cuerno, tiene dos ojos también; esos dos ojos representan también videntes, los Videntes, los Dos Olivos, Moisés y Elías. Ahora… eso vamos a dejarlo quietecito por el momento.
Podemos ver que en la trayectoria de la Sangre de Cristo, desde el Antiguo Testamento, la encontramos en tipo y figura; y luego, de Cristo hacia acá, la encontramos manifestada: siendo derramada en la Cruz del Calvario; y luego la encontramos en el alma, en el corazón, de cada hijo e hija de Dios que lo ha recibido como su Salvador; y encontramos esa Sangre de Cristo, en Su trayectoria de Cristo hacia acá, en la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y la evidencia de que está esa Sangre ahí, es la Vida de la Sangre, que es el Espíritu Santo estando en Su Iglesia manifestado de edad en edad por medio del mensajero de cada edad, en los siete ángeles mensajeros de las siete edades, y en el Ángel del Señor Jesucristo en este Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular; en el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, en Apocalipsis, capítulo 7, para llamar y juntar 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu de los hijos de Israel; y también viene entre los gentiles para llamar y juntar a todos los escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino; llamarlos y juntarlos en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, y prepararlos para tener así la fe para ser transformados y raptados, o sea, trasladados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Por eso es que en la trayectoria de la Sangre de Cristo encontramos que de Cristo hacia acá la Sangre de Cristo está en el alma, en el corazón, de cada hijo e hija de Dios, y en medio de la Iglesia de Jesucristo; porque la Puerta de la Casa de Dios, de la Iglesia de Jesucristo, es el mismo Cristo; y vean ustedes, en el mismo Cristo estuvo derramada Su propia Sangre. Por lo tanto, el que entra a esa Casa, entra por la Puerta, donde está la Sangre de Cristo, donde está la Sangre del Nuevo Pacto; y por consiguiente entra a una Casa en donde hay un Nuevo Pacto, el cual es el Nuevo Pacto en la Sangre del Señor Jesucristo.
Por eso en la Santa Cena allá, Jesús dijo, hablando del pan, dijo: “Este es mi cuerpo que por vosotros es partido”. Y cuando toma la copa y dio gracias a Dios, dijo: “Esta copa… o sea, este vino es mi Sangre, que es derramada, o será derramada. Esta es la Sangre del Nuevo Pacto que por vosotros es derramada”14.
Y sería derramada en la Cruz del Calvario para, así, todas las personas que tienen sus nombres escritos en el Libro de la Vida del Cordero, entrar a la Casa de Dios bajo un Nuevo Pacto; ya no bajo el Pacto del Antiguo Testamento, sino bajo el Pacto del Nuevo Testamento, que es el Pacto bajo la Sangre del Cordero de Dios, Jesucristo nuestro Salvador, el cual con Su Sangre nos limpia de todo pecado.
Porque la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado; y por consiguiente el juicio divino no puede caer sobre las personas que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo. Porque el juicio divino viene por causa del pecado, porque la paga del pecado es muerte; y si no hay pecado, entonces no hay juicio.
Por lo tanto, los escogidos de Dios en el Día Postrero serán llamados y juntados, y serán preparados, y serán transformados, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en lo que pasa el juicio divino por este planeta Tierra; esos juicios divinos de la gran tribulación donde las plagas caerán sobre el planeta Tierra, sobre todos aquellos que no han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y no tienen la Sangre de Cristo aplicada en su alma, y no han recibido el Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, que es la señal de la Sangre, porque es la señal del Nuevo Pacto; porque el Espíritu Santo es la Vida de la Sangre. Y si está el Espíritu Santo ahí en el alma de la persona: ahí está aplicada la Sangre del Nuevo Pacto, la Sangre del Cordero de Dios, la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, hemos visto este misterio de: “LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO”.
De edad en edad encontramos, en la trayectoria de la Sangre de Cristo, la Sangre de Cristo manifestada de edad en edad en la Iglesia del Señor Jesucristo. Y cuando el Espíritu Santo ha venido de edad en edad en el ángel mensajero de cada edad: se ha manifestado el Pacto Divino para esa edad, y han sido llamados y juntados los escogidos de cada edad, y han sido colocados bajo la Sangre del Nuevo Pacto, y ha venido el Espíritu de Cristo sobre ellos y ha producido en ellos el nuevo nacimiento; y así han entrado al Nuevo Pacto bajo la Sangre del Nuevo Pacto, bajo la Sangre de Jesucristo el Cordero de Dios.
Por eso es que no necesitamos ya sacrificar un corderito para cubrir nuestros pecados, porque tenemos el Cordero de Dios sacrificado en la Cruz del Calvario, el cual derramó Su Sangre; y Su Sangre nos limpia, nos limpió, de todo pecado. Y cuando lo recibimos como nuestro Salvador y colocamos nuestros pecados bajo el Sacrificio de Cristo y bajo la Sangre de Cristo: se materializa en nosotros la limpieza de nuestros pecados, somos limpios de todo pecado con la Sangre de Cristo, o sea, se materializa en nosotros la Obra de Redención que Cristo llevó a cabo en la Cruz del Calvario; y son quitados así nuestros pecados, y quedamos libres para vivir eternamente.
Por eso Jesucristo dice: “El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”. San Juan, capítulo 5, verso 24.
Y también nos dice en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, nos dice nuestro amado Salvador Jesucristo: “Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
Aquí tenemos la promesa para todos los que han sido redimidos por la Sangre de Cristo, que lo han recibido como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y han recibido el Espíritu Santo, la Vida de la Sangre de Cristo, y han sido llamados, juntados y sellados en el Reino de Dios; y si han muerto sus cuerpos físicos, tienen la promesa que serán resucitados por Cristo en el Día Postrero; y si ocurre la resurrección de los muertos en Cristo y nosotros estamos vivos, pues seremos transformados, y tendremos también así un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Bien dijo Jesucristo en San Juan, capítulo 11, verso 25, Jesús le dijo a Marta:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”.
Ahora, vean ustedes, el que vive en esta Tierra y cree en nuestro amado Señor Jesucristo, lo ha recibido como su Salvador: si muere su cuerpo físico, no morirá eternamente, porque recibirá un nuevo cuerpo en la resurrección, y vivirá por toda la eternidad con un cuerpo igual al de nuestro amado Señor Jesucristo, a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y mientras llega ese momento de la resurrección, pues la persona sigue viviendo en el Paraíso en un cuerpo teofánico, parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión, un cuerpo perfecto, un cuerpo que no tiene los problemas que tenemos nosotros en este cuerpo; no se pone viejo ese cuerpo teofánico, no se enferma, no le da hambre, no le da sueño, y no tiene que estar trabajando como trabajamos aquí en este cuerpo mortal; porque está viviendo en una dimensión de reposo, de paz, en donde se sirve a Dios pero no se trabaja como se trabaja aquí; es una vida para servir a Dios en esa dimensión.
Y ahora, ellos resucitarán, y vendrán y estarán con nosotros aquí en la Tierra, y entonces comerán; pero no vendrán a trabajar en una fábrica o en una oficina. Ellos vienen con un propósito divino: para estar con nosotros aquí en la Tierra de 30 a 40 días, como estuvieron con Jesucristo unos 40 días los santos del Antiguo Testamento que resucitaron y le aparecieron a muchas personas en la ciudad de Jerusalén, a muchos de sus familiares.
Ahora, la resurrección ocurrirá en este tiempo final y aparecerán a nosotros, y también aparecerán a otras personas, a sus familiares, como sucedió en el tiempo de Jesús; y nosotros seremos transformados. Y luego de estar aquí de 30 a 40 días en una labor muy importante que se estará llevando a cabo aquí en la Tierra… en donde el pueblo hebreo verá a Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo Dios manifestado en carne humana en Su Iglesia por medio del Ángel Mensajero de Jesucristo, y dirá: “¡Este es al que nosotros estamos esperando!”.
Ahora, eso será en un lapso de tiempo corto, de 30 a 40 días; y luego nos iremos de aquí a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial, a esa gran fiesta que Dios tiene preparada para todos nosotros. Por eso es que dice: “Bienaventurado el que tiene parte en la primera resurrección”15. Y también dice: “Bienaventurados los que son llamados a la Cena de las Bodas del Cordero”. (Apocalipsis, capítulo 19, versos 6 al 10).
Ahora podemos ver que es una bienaventuranza ser un invitado a la Cena de las Bodas del Cordero; y esta invitación es para los que han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido el Espíritu de Cristo, y por consiguiente han obtenido el nuevo nacimiento y están en el Cuerpo Místico de Cristo en la edad que les toca vivir.
A los de este tiempo, pues están en la Edad de la Piedra Angular en este tiempo final; ahí es donde están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios, y ahí es donde está el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, y por consiguiente la Sangre de Cristo manifestada como la señal, para evitar la muerte espiritual y el juicio divino, para que así no caiga sobre nosotros, sino que escapemos todos del juicio divino.
Hemos llegado al tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos, en donde se requiere la Sangre de Cristo, la Sangre del Cordero de Dios.
Y la evidencia de que la Sangre está aplicada en nuestros corazones, en nuestras almas, es el Espíritu Santo en nosotros: haber recibido el Espíritu Santo, y por consiguiente haber nacido de nuevo; y así es como nosotros obtenemos la evidencia de que estamos bajo el Nuevo Pacto, bajo la Sangre del Cordero de Dios, Jesucristo nuestro Salvador.
Hemos visto: “LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO”. Aun en el libro del Apocalipsis nos habla de la Sangre de Cristo, el Cordero de Dios; y por eso las personas, aquí en Apocalipsis, capítulo 1, versos 4 en adelante, dice:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono;
y de Jesucristo el testigo fiel, el primogénito de los muertos, y el soberano de los reyes de la tierra. Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre,
y nos hizo reyes y sacerdotes para Dios, su Padre; a él sea gloria e imperio por los siglos de los siglos. Amén”.
Vean, por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, derramando Su Sangre por nosotros, nos lavó de nuestros pecados y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y (¿qué más?) sacerdotes.
Y ahora, mire lo que sucederá con estos reyes y sacerdotes redimidos por la Sangre de Cristo. Dice… Apocalipsis, capítulo 5, verso 8 en adelante, cuando Jesucristo, el Cordero de Dios, que es también el León de la tribu de Judá, dice:
“Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra”.
Reinaremos sobre la Tierra en el Reino Milenial de Cristo como reyes y sacerdotes. Y en Apocalipsis, capítulo 20, verso 4 en adelante, dice:
“Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar (esos son los que han sido redimidos con la Sangre de Cristo, esos son los escogidos de Dios, los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo); y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años.
Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección.
Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años”.
Y ahí tenemos un Nuevo Orden Sacerdotal, para ser sacerdotes con Cristo y ministrar con Cristo en el Templo de Dios. Y ministrando aquí en la Tierra, en el glorioso Reino Milenial, desde ahí se ministra también en el Cielo, como sacerdotes de Dios, con el Sumo Sacerdote Jesucristo; y también reinamos con Cristo en este planeta Tierra sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Y desde ese Reino y Trono de Jesucristo —el Trono de David— se administrará el Reino de Dios, el Reino de los Cielos, aquí en la Tierra; porque por medio del Reino de Jesucristo sobre el Trono de David se administrará en la Tierra el Reino de Dios.
Y la oración de Cristo que hizo y les enseñó a Sus discípulos cuando les enseñó a orar, una de las cosas que les dijo por la cual orar, fue: “Venga Tu Reino. Y hágase Tu voluntad, así como en el Cielo, aquí en la Tierra”16. Y por medio del Reino de Jesucristo, ese Reino Milenial, ese Reino en donde Cristo estará sobre el Trono de David y nosotros con Él reinando, será que el Reino de Dios estará en la Tierra gobernando sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
La ministración o administración del Reino de Dios será por medio del Reino del Mesías, por medio del Reino del Mesías sobre el Trono de David en medio del pueblo hebreo. Por eso es que a los santos les será dado el Reino, conforme a Daniel, capítulo 7, verso 17 al 18. Vean ustedes, ahí está claro la promesa de Dios. Dice… Vamos a ver, comenzando en el verso 13 del capítulo 7, dice:
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él.
Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido.
Se me turbó el espíritu a mí, Daniel, en medio de mi cuerpo, y las visiones de mi cabeza me asombraron.
Me acerqué a uno de los que asistían, y le pregunté la verdad acerca de todo esto. Y me habló, y me hizo conocer la interpretación de las cosas.
Estas cuatro grandes bestias son cuatro reyes que se levantarán en la tierra. Después recibirán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y para siempre”.
O sea que cuando el Reino de Dios comience en la Tierra a gobernar bajo el reinado del Mesías sobre el Trono de David, será un Reino para el Milenio y para toda la eternidad. Y con Él estaremos nosotros como reyes y sacerdotes, y tendremos en ese Reino la posición más alta que una persona pueda tener en el Reino de Dios aquí en la Tierra; y esa posición es con nuestro amado Señor Jesucristo, el Cordero de Dios que derramó Su Sangre en la Cruz del Calvario.
Y ahora la Sangre de Cristo está aplicada ¿dónde? En nuestra alma, y también en la Iglesia de Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes; y esto es por medio del Espíritu Santo, el cual está en nosotros. Y esa es la señal de que la Sangre está aplicada: el Espíritu de Cristo, el cual Él nos ha dado. Ese es el bautismo del Espíritu Santo, el cual recibimos al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo; y así tenemos la señal de la Sangre para vida eterna, para escapar de la muerte, de la segunda muerte.
Y ahora, estamos bajo el Nuevo Pacto, bajo el Nuevo Pacto de Cristo como el Cordero de Dios y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario.
Vean hasta dónde la trayectoria de la Sangre de Cristo nos lleva hacia atrás: hasta el libro del Génesis, y cómo la Sangre de Jesucristo derramada en la Cruz del Calvario, de Cristo hacia acá nos trae hasta el libro del Apocalipsis, y nos trae hasta este tiempo en el cual vivimos y hasta el Milenio.
Hemos visto este misterio de “LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO”. Y el que no tenga la Sangre de Cristo, pues sus pecados no han sido quitados; y por consiguiente tendrá que pagar por sus pecados. Y la paga del pecado es muerte. Si no ha recibido la Sangre derramada de Cristo en la Cruz del Calvario, entonces la sangre de la persona tendrá que ser derramada, por cuanto no tuvo la Sangre de Cristo derramada en su corazón.
Vean, en el libro de Números, capítulo 35, versos 30 al 34, dice:
“Cualquiera que diere muerte a alguno, por dicho de testigos morirá el homicida; mas un solo testigo no hará fe contra una persona para que muera.
Y no tomaréis precio por la vida del homicida, porque está condenado a muerte; indefectiblemente morirá.
Ni tampoco tomaréis precio del que huyó a su ciudad de refugio, para que vuelva a vivir en su tierra, hasta que muera el sumo sacerdote.
Y no contaminaréis la tierra donde estuviereis; porque esta sangre amancillará la tierra, y la tierra no será expiada de la sangre que fue derramada en ella, sino por la sangre del que la derramó”.
O sea, que para la tierra ser expiada de la sangre que fue derramada, tiene que ser derramada la sangre de aquel que derramó esa sangre; y por eso vean ustedes que el pueblo hebreo, que pidió la muerte de Jesucristo, pidió que derramaran la Sangre de Jesucristo allá en la Cruz del Calvario, hizo esa petición al Gobierno, al imperio romano, y el imperio romano concedió esa petición al pueblo hebreo; y Pilato ordenó la muerte de Cristo, y fue derramada la Sangre del Justo, Jesús, en la Cruz del Calvario.
Y ahora, la Sangre de Cristo ha estado siendo demandada del pueblo hebreo, porque el pueblo hebreo no ha recibido (como pueblo) a Cristo como su Salvador, ni ha recibido Su Sangre para ser limpios de todo pecado, y no tienen sangre de sacrificios; por lo tanto han estado pagando por sus pecados; porque la paga del pecado es muerte.
Y por esa causa el pueblo hebreo ha sido perseguido a muerte y han matado millones de hebreos en esas persecuciones contra los hebreos —Hitler por poco extermina al pueblo hebreo—; y esto es porque la Sangre de Cristo ha estado siendo demandada de manos del pueblo hebreo, que pidió la muerte de Cristo en la Cruz del Calvario; y el pueblo hebreo no ha tenido un Sacrificio por el pecado para cubrir sus pecados; por lo tanto, han estado siendo vistos delante de Dios, y eso ha demandado el juicio divino, porque la paga del pecado es muerte; por eso es que la muerte ha estado persiguiendo al pueblo hebreo, y por millones han muerto.
Y ahora, el imperio romano también es cómplice de la muerte de Cristo, por lo tanto el imperio romano ha estado recibiendo juicios divinos.
Y para este tiempo final, encontramos que ese imperio de los gentiles (que fue el que crucificó a Cristo a petición del pueblo hebreo) en este tiempo final recibirá los juicios divinos, y será quitado por la Piedra no cortada de manos; y desaparecerá el reino de los gentiles; y será establecido el glorioso Reino del Mesías, el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo. Y en ese Reino estaremos todos nosotros como reyes y sacerdotes, reinando con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.
Y ahora, ¿dónde está la Sangre de Cristo? ¡Está aquí!: En mi corazón y en su corazón, aplicada; y ahí está la señal de la Sangre, que es el Espíritu Santo; y por eso tenemos vida eterna con Jesucristo para vivir por toda la eternidad.
En LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO miren dónde se encuentra en la actualidad la Sangre de Cristo, la Sangre del Cordero: aplicada en nuestro corazón; y en el Trono de Dios en el Cielo: sobre el Propiciatorio, en el Lugar Santísimo, pues Cristo como Sumo Sacerdote llevó Su Sangre allí al Lugar Santísimo, sobre el Propiciatorio, que es la Silla de Misericordia o Asiento de Misericordia de Dios.
Y mientras Jesucristo, el Sumo Sacerdote, está con Su Sangre allí, colocada en propiciación por nuestros pecados —como la Expiación por nuestros pecados—: hay misericordia en el Trono de Dios para todos aquellos que tienen la Sangre de Cristo aplicada en sus corazones y tienen la señal de que la Sangre está aplicada; y la señal es el Espíritu Santo.
Han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; y esa es la señal de que la Sangre está aplicada en sus almas; y han sido lavados con la Sangre de la Expiación, la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, y han sido reconciliados con Dios. Y para el tiempo final, físicamente también estaremos reconciliados con Dios, físicamente, con un cuerpo eterno, con vida eterna, un cuerpo glorificado igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Hemos visto la Sangre del Señor Jesucristo en su trayectoria desde el Génesis hasta el Apocalipsis:
• En el Génesis y hasta Jesucristo, en tipos y figuras: en los sacrificios que se efectuaban.
• Luego de Cristo – en el tiempo de Jesucristo: en la persona de Jesucristo, siendo derramada esa Sangre en la Cruz del Calvario.
• Y ahora, de Cristo hacia acá: la Sangre de Cristo en el Trono de Dios en el Cielo, haciendo allí expiación y haciendo allí intercesión por todos nosotros, Cristo con Su Sangre.
• Y en Su Iglesia, esa Sangre está manifestada por medio de la manifestación del Espíritu Santo en Su Iglesia de edad en edad.
Y ahora, ¿dónde estaba la Sangre de Jesucristo en la primera edad? Estaba aquí manifestada; por medio del Espíritu Santo, que estaba manifestado en esa primera edad, en el mensajero de esa primera edad. Y por lo tanto, los hijos de Dios de esa primera edad tenían la Sangre de Cristo aplicada en sus almas, en sus corazones, y el Espíritu de Cristo en ellos manifestado. Así fue de edad en edad hasta llegar a la Edad de la Piedra Angular.
• Y ahora, ¿dónde está la Sangre de Cristo en la Iglesia de Jesucristo aplicada, manifestada, y la Vida de la Sangre, el Espíritu Santo? Está aquí, en la Edad de la Piedra Angular. Ahí está el Pacto de Dios, el Pacto bajo la Sangre de Jesucristo el Cordero de Dios, siendo manifestado en este tiempo final.
Y los que están ahí, y los que vendrán por medio del llamado que Dios está haciendo y serán colocados ahí: estarán bajo la Sangre del Nuevo Pacto, bajo la Sangre de Jesucristo el Cordero de Dios; y tendrán la señal de que Su Sangre —la Sangre de Cristo— está aplicada en sus almas: recibirán el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, y por consiguiente recibirán el nuevo nacimiento.
Y luego recibiremos la transformación de nuestros cuerpos. Y así recibiremos un cuerpo a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo, un cuerpo glorificado; y seremos iguales a nuestro hermano mayor, nuestro hermano mayor, nuestro amado Salvador Jesucristo, el cual colocó Su Vida y Su Sangre por todos nosotros en Expiación.
“LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO” desde el Génesis hasta el Apocalipsis.
Hemos visto dónde ha estado de edad en edad y de dispensación en dispensación. Ahora está en el Cielo, en el Trono de Dios, en el Trono de Intercesión; y en Su Iglesia en la edad correspondiente a este tiempo, y en el alma de cada uno de Sus hijos, miembros del Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de la trayectoria de la Sangre de Cristo.
Que las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos seamos transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Para mayor información sobre todo el Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo, usted puede llamar o escribir a la dirección y teléfonos que el reverendo Miguel Bermúdez Marín les estará dando. Tengan lápiz y papel listo para que tomen direcciones y teléfonos a los cuales ustedes podrán comunicarse y pedir completamente gratis literatura con conferencias similares a esta, para obtener mayor conocimiento de todo el Programa de Dios; y así recibir las bendiciones de Dios.
Podrán también pedir conferencias grabadas en cassette, o también pueden pedir que les lleven una conferencia grabada en video, y les lleven los equipos para que les pasen estas conferencias en sus hogares, donde ustedes pueden también invitar sus familiares para ver estas conferencias que les pueden llevar y pasarles en sus hogares, sin ustedes pagar ni un solo centavo por este servicio que les estarán dando (de pasar videos en sus hogares, con conferencias similares a esta, para ustedes y sus familiares).
Bueno, muchas gracias por vuestra amable atención, amigos y hermanos presentes y radioyentes. Y dejo con ustedes, amables amigos presentes y radioyentes, al reverendo Miguel Bermúdez Marín, para que les dé estas direcciones y teléfonos, y también continúe adelante esta transmisión de radio.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos. Con nosotros el reverendo Miguel Bermúdez Marín.
“LA TRAYECTORIA DE LA SANGRE DE CRISTO”.
[Revisión diciembre 2021]
1 Génesis 3:21
2 Hebreos 9:22
3 Hebreos 9:9-15
4 San Mateo 3:11, San Marcos 1:7, San Lucas 3:16, San Juan 1:26-36, Hechos 13:24-25
5 San Juan 1:29
6 San Mateo 26, 27; San Marcos 14, 15; San Lucas 22, 23; San Juan 18, 19
7 Romanos 6:23
8 Números 22:12
9 Números 22:1-41, 23:1-30, 24:1-25
10 San Mateo 27:53 / Resurrección de Cristo: San Mateo 28, San Marcos 16, San Lucas 24, San Juan 20, 21
11 1 Juan 1:7
12 2 Corintios 5:20
13 Levítico 16
14 San Mateo 26:26-28
15 Apocalipsis 20:6
16 San Mateo 6:10, San Lucas 11:2