Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes y radioyentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final, el cual ha sido reflejado en los eventos bíblicos del pasado y también profetizado por los santos profetas de Dios del Antiguo Testamento y también del Nuevo Testamento.
Es muy importante conocer el tiempo en el cual nosotros estamos viviendo, y conocer las promesas que Dios ha hecho para nuestro tiempo, las cuales, como les dije, ya fueron representadas en los grandes eventos bíblicos del pasado y también fueron profetizadas por los profetas, por Jesús y por los apóstoles, y por los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, y por el Ángel del Señor Jesucristo que le reveló al apóstol San Juan el libro del Apocalipsis.
Ahora, nuestro tema para esta noche es: “LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES”, o sea, las grandes señales de Dios del Día Postrero.
Quiero leer en el libro del Éxodo, capítulo 4 [verso 1] en adelante, donde dice de la siguiente manera:
“Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Jehová (esto es Moisés hablando con Dios, cuando Dios lo envió para libertar al pueblo hebreo en Egipto).
Y Jehová dijo: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Y él respondió (Moisés respondió): Una vara”.
Era la vara de pastor, porque los pastores siempre andaban con su vara, con su cayado; y ahora Moisés tenía esa vara, y ahora Dios le dice: “¿Qué es eso que tienes en tu mano?”. Y Moisés le dijo: “Una vara”.
“Él le dijo: Échala en tierra. Y él la echó en tierra, y se hizo una culebra; y Moisés huía de ella.
Entonces dijo Jehová a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se volvió vara en su mano.
Por esto creerán que se te ha aparecido Jehová, el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.
Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.
Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.
Si aconteciere que no te creyeren ni obedecieren a la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río y las derramarás en tierra; y se cambiarán aquellas aguas que tomarás del río y se harán sangre en la tierra.
Entonces dijo Moisés a Jehová: ¡Ay, Señor! nunca he sido hombre de fácil palabra, ni antes, ni desde que tú hablas a tu siervo; porque soy tardo en el habla y torpe de lengua.
Y Jehová le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿o quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo Jehová?
Ahora pues, ve, y yo estaré con tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
Y él dijo: ¡Ay, Señor! envía, te ruego, por medio del que debes enviar.
Entonces Jehová se enojó contra Moisés, y dijo: ¿No conozco yo a tu hermano Aarón, levita, y que él habla bien? Y he aquí que él saldrá a recibirte, y al verte se alegrará en su corazón.
Tú hablarás a él, y pondrás en su boca las palabras, y yo estaré con tu boca y con la suya, y os enseñaré lo que hayáis de hacer.
Y él hablará por ti al pueblo; él te será a ti en lugar de boca, y tú serás para él en lugar de Dios.
Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales.
Así se fue Moisés, y volviendo a su suegro Jetro, le dijo: Iré ahora, y volveré a mis hermanos que están en Egipto, para ver si aún viven. Y Jetro dijo a Moisés: Ve en paz.
Dijo también Jehová a Moisés en Madián: Ve y vuélvete a Egipto, porque han muerto todos los que procuraban tu muerte.
Entonces Moisés tomó su mujer y sus hijos, y los puso sobre un asno, y volvió a tierra de Egipto. Tomó también Moisés la vara de Dios en su mano.
Y dijo Jehová a Moisés: Cuando hayas vuelto a Egipto, mira que hagas delante de Faraón todas las maravillas que he puesto en tu mano; pero yo endureceré su corazón, de modo que no dejará ir al pueblo.
Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.
Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para que me sirva, mas no has querido dejarlo ir; he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Hemos leído del capítulo 4 del Éxodo, del verso 1 al 23, y hemos visto aquí la misión dada por Dios a Moisés para la liberación del pueblo hebreo; y con la vara que él tenía en su mano, con esa vara haría las señales delante del faraón.
“LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES”.
Aquí Dios le dijo, vean ustedes, le dijo: “Y tomarás en tu mano esta vara, con la cual harás las señales”. Capítulo 4, verso 17, del Éxodo.
“LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES”.
Ahora, ¿cómo es posible que con una vara Moisés pudiera hacer esas señales que hizo allá en Egipto? Vean ustedes, hizo muchísimas señales delante del faraón, y faraón no quiso dejar ir al pueblo; pero Dios le dijo: “No los va a dejar ir, sino con mano fuerte”.
Y con esa misma vara Dios usó al profeta Moisés, y con mano fuerte de parte de Dios, usando a Moisés con esa vara, trajo las plagas sobre Egipto.
Moisés extendía su mano con esa vara en su mano, y hablaba las plagas que iban a venir, las cuales Dios colocaba en su boca (Dios colocaba esa Palabra de esos juicios divinos que iban a venir sobre la Tierra; o sea que Moisés solamente era el transmisor de Dios, de lo que Dios le decía que iba a traer sobre la Tierra, y Moisés repetía eso allá en Egipto), y le decía al rey, le transmitía al rey, lo que Dios estaba diciendo que iba a traer sobre los egipcios.
O sea que faraón y los egipcios tuvieron un privilegio: de saber los juicios divinos que iban a venir sobre la Tierra. ¿Y cómo lo supo? Por medio del profeta Moisés. Si no hubiesen tenido al profeta Moisés allí, esos juicios divinos vendrían sobre los egipcios sin nadie saber por qué estaban viniendo esos juicios divinos sobre los egipcios.
Pero, vean ustedes, al tener un profeta allí en la Tierra, y ser un profeta dispensacional (por cuanto Amós, capítulo 3, verso 7, dice: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”), teniendo un profeta en la Tierra, Dios está revelando las cosas que Él hará allí en Egipto, y se las está revelando a ese profeta Moisés; y el profeta Moisés las está dando a conocer al faraón y a todos los egipcios.
Por lo tanto, tenían la oportunidad de humillarse delante de Dios, y decirle a Dios y a Moisés: “Moisés, ora a Dios: que no vengan esas plagas sobre nosotros. Nosotros dejaremos ir al pueblo hebreo voluntariamente”.
Pero miren, Dios había dicho: “No los va a dejar ir, sino con mano fuerte”. Y cuando se trata de mano fuerte, es con el juicio divino cayendo sobre el pueblo, sobre el faraón y sobre los egipcios.
Y ahora, con esa vara de pastor, vean ustedes, Moisés la extendía con ella en su mano, y hablaba esa Palabra de las cosas que iban a venir, y las cosas sucedían.
¿Y por qué con una vara Dios lo envió al faraón, a Egipto, para libertar al pueblo hebreo, y no lo envió con un cañón o con un tanque de guerra o algo así? Porque “no es con ejércitos, ni con fuerza, sino con Mi Espíritu, ha dicho el Señor”, así dice el profeta Zacarías, o Dios le dice al profeta Zacarías en el capítulo 3 y capítulo 4 [verso 6] de su libro; porque la Obra de Dios no se hace ni con ejércitos ni con fuerza, sino con el Espíritu de Dios.
Es el Espíritu de Dios, el Ángel del Pacto, el que lleva a cabo Su Obra; y siempre usa un hombre. Y vean, ese hombre tenía (Moisés) una vara de pastor en su mano.
Y ahora, ¿cómo es posible que una vara de pastor en la mano de Moisés, y Moisés extendiendo su mano con esa vara, venían todas esas cosas? Porque esa vara representa la Palabra de Dios; y la Palabra de Dios es más poderosa que toda espada de dos filos1; por lo tanto, esa Palabra de Dios es más poderosa que las espadas y lanzas de los egipcios, y que todo el ejército de Egipto.
Y esa Palabra de Dios, Palabra creadora de Dios, estaba representada en esa vara que tenía Moisés; y por cuanto era tipo y figura de la Palabra creadora de Dios —para la cual no hay nada imposible—, Moisés tenía que usar esa vara; porque las cosas que sucedieron en el Antiguo Testamento son tipo y figura de las cosas que sucederían en el Nuevo Testamento.
Es como, también, cuando el pueblo hebreo tenía que salir en el éxodo, Dios le ordenó: el día antes sacrificar un cordero, y su sangre aplicarla sobre el dintel de sus puertas y sobre los postes de la puerta, y entrar dentro de la casa y tener ese cordero asado dentro de la casa, y comer ese cordero durante toda esa noche de la pascua; porque durante la mañana, o venida la mañana, saldrían libres, irían libres rumbo a la tierra prometida2.
Ahora, podemos ver que por medio de ese cordero pascual que se estaban comiendo dentro, y esa sangre aplicada en el dintel de sus puertas y en los postes de sus puertas, fueron librados los primogénitos que estaban dentro de esas casas. Los primogénitos de las familias hebreas no murieron cuando vino la muerte sobre los primogénitos, que fue la última plaga, el último juicio divino que vino sobre los egipcios3.
Y ahora, vean ustedes, los egipcios no conocían este secreto, de cómo evitar la muerte de los primogénitos, ni siquiera el faraón lo conocía; por lo tanto, el juicio divino vino esa noche sobre los primogénitos de todos los egipcios, incluyendo al primogénito del faraón, el hijo del faraón.
Vean, Dios dijo que mataría a su hijo, al hijo del faraón4; y eso lo cumplió esa noche en que la muerte vino sobre los primogénitos, esa fue la noche de la pascua. Pero los primogénitos de los hebreos estaban seguros, porque tenían el cordero pascual sacrificado, y estaban comiéndose ese cordero pascual asado, y tenían la sangre de ese cordero aplicada en las puertas de ellos, en los postes y en el dintel de sus puertas.
¿Y cómo puede ser posible que un cordero y su sangre aplicada en el dintel pueda librar a las personas de la muerte, a los primogénitos? Porque ese cordero pascual representa a nuestro Señor Jesucristo, el Cordero de Dios que moriría en la Cruz del Calvario y quitaría el pecado del mundo5, y evitaría así que los primogénitos de Dios escritos en el Cielo murieran: les daría vida eterna.
O sea que la muerte del Cordero de Dios, Jesucristo, y Su Sangre aplicada en la puerta de nuestro corazón, en el dintel y los postes de nuestra alma, de nuestro corazón, y en la Puerta de la Iglesia de Jesucristo, que es Cristo, libraría a todos los primogénitos de Dios de la segunda muerte, o sea, libraría a los primogénitos de Dios de la muerte, o sea, de ser echados en el lago de fuego.
Ahora, podemos ver que la muerte (de Cristo hacia acá) ha estado pasando por la Tierra y ha estado hiriendo a todos los primogénitos; pero a los que están dentro de la Casa de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo, no los puede tocar, la muerte espiritual no los puede tocar; y por consiguiente, cuando tengan que ser echados al lago de fuego las personas incrédulas, los primogénitos de Dios no serán echados al lago de fuego, continuarán viviendo por toda la eternidad.
Cristo dijo en el capítulo 5 de San Juan, y verso 24:
“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.
Ha pasado de muerte a vida, porque cuando el ser humano nace en esta Tierra, nace en una raza que está muerta, está sin vida eterna; por lo tanto, está muerta. Y por eso nace la persona en la Tierra, vive un tiempo y después se muere.
Pero ahora Cristo nos ha dado vida eterna; y aunque nuestro cuerpo físico muera, nosotros continuamos viviendo en el cuerpo teofánico de la sexta dimensión; el cual hemos recibido cuando hemos recibido a Cristo como nuestro Salvador, y hemos lavado nuestros pecados en la Sangre de Cristo, y hemos recibido Su Espíritu Santo; y así hemos nacido de nuevo y hemos obtenido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, hemos nacido en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y hemos sido colocados en lugares celestiales en Cristo Jesús6, en esa sexta dimensión.
Y ahora, para el Día Postrero, Él ha hecho una promesa para todos los creyentes en Él, y es que nos dará vida eterna física también, nos dará un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo; y seremos así a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
En San Juan, capítulo 6, verso 39 al 40, dice Jesucristo:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
¿Cuándo? En el Día Postrero es que Él llevará a cabo la resurrección de todos los creyentes en Él que han dormido, o sea, que han muerto físicamente pero han continuado viviendo en el Paraíso en un cuerpo teofánico; pero regresarán a la Tierra en el Día Postrero, serán resucitados en un cuerpo eterno, y nosotros los que vivimos seremos transformados.
De eso habló también San Pablo en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 13 al 17, y Primera de Corintios, capítulo 15, verso 49 al 55; y nos habla de la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta o Trompeta de Dios, para luego venir la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Será a la Final Trompeta; porque “será tocada la Trompeta y los muertos en Cristo se levantarán (o sea, resucitarán en cuerpos eternos), y nosotros los que vivimos seremos transformados”; y entonces todos estaremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo: con un cuerpo teofánico de la sexta dimensión y con un cuerpo físico glorificado y eterno que Él nos dará en el Día Postrero, que es el séptimo milenio. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, nos dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el Salmo 90, verso 4, que es un salmo del profeta Moisés.
Ahora, continuamos leyendo aquí: en el capítulo 6 de San Juan, verso 40, dice:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él (esta es una promesa para los que creen en Él, en Jesucristo), tenga vida eterna; y yo le resucitaré (¿cuándo?) en el día postrero”.
Ahora, podemos ver aquí la promesa de la resurrección de los muertos en Cristo señalada para el Día Postrero, que es el séptimo milenio.
Si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues ya estamos en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio; y si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues solamente faltan dos años y medio para terminar el sexto milenio y comenzar el séptimo milenio, y por consiguiente comenzar el Día Postrero delante de Dios; porque un día delante de Dios, para los seres humanos es mil años; o sea, un día de mil años para los seres humanos, es un día para Dios.
Y ahora, vean ustedes cómo para este tiempo final hay grandes bendiciones para todos los hijos e hijas de Dios. Para los muertos en Cristo tenemos la promesa de la resurrección en cuerpos eternos, y para nosotros los que vivimos tenemos la promesa de una transformación; para así obtener un cuerpo eterno, glorificado, y un cuerpo incorruptible e inmortal, como el cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo. Y esa promesa es para el Día Postrero.
Es para el Día Postrero que Él ha prometido la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos. Es para el Día Postrero que Él ha prometido la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final, sonando y llamando a todos los escogidos de Dios, y juntándolos en el tiempo final. “Y enviará a Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a todos Sus escogidos”. San Mateo, capítulo 24 y verso 31. Esa es la misma Trompeta, esa misma Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final.
En Apocalipsis también encontramos esa Trompeta o Gran Voz de Trompeta: en el capítulo 1 y verso 10 al 11, dice:
“Yo estaba en el Espíritu (dice San Juan) en el día del Señor (¿En qué día? En el Día del Señor, que es el séptimo milenio, o sea, el Día Postrero), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (o sea, no es una trompeta literal, es una gran voz como de trompeta. Ahora vamos a ver de quién es esta Voz), que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Y quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de nuestro amado Señor Jesucristo hablando con esa Gran Voz de Trompeta, con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, llamando y juntando a todos Sus escogidos en el Día Postrero.
Ahora, en Apocalipsis, capítulo 4, también encontramos esa Voz de Trompeta. Vamos a ver ahora el capítulo 4, verso 1, de Apocalipsis, dice:
“Después de esto miré (dice San Juan), y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta (aquí tenemos nuevamente esa voz de trompeta), hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Aquí tenemos la promesa de la revelación de las cosas que deben suceder después de las que ya han sucedido durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil.
Ahora, Él dice: “Sube acá”. ¿A dónde vamos a subir? Tenemos este diagrama, que representa a la Iglesia del Señor Jesucristo desde el tiempo de Jesús y los apóstoles aquí, y luego tenemos la primera etapa o edad de la Iglesia gentil, en donde San Pablo fue su mensajero en Asia Menor.
Cada edad corresponde a un territorio donde se cumplió y Dios envió un mensajero para cada edad; y en ese territorio estaban los escogidos de Dios de esa edad, los cuales escucharon la Voz de Cristo por medio del mensajero que Dios envió, a través del cual Jesucristo en Espíritu Santo estuvo manifestado, llamando y juntando Sus escogidos de cada una de esas etapas o edades, y cumpliendo así Su promesa de San Juan, capítulo 10, verso 14 al 16, donde Jesús dijo:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen,
así como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas.
También tengo otras ovejas que no son de este redil (o sea que no son hebreas); aquellas también debo traer (o sea, esas son las ovejas de entre los gentiles), y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.
¿Y cómo van a escuchar la Voz de Cristo para ser juntadas, y que haya un Rebaño y un Pastor? De edad en edad, por medio de la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en cada mensajero que Él ha enviado: Pablo, Ireneo, Martín, Colombo, Lutero, Wesley y el reverendo William Branham, por medio de ellos Cristo en Espíritu Santo ha estado manifestado, llamando y juntando Sus ovejas de las siete etapas de la Iglesia gentil. Esas siete etapas corresponden al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo. Y se cumplieron entre los gentiles en Asia Menor, Francia, Hungría, Irlanda y Escocia, Alemania, Inglaterra y Norteamérica.
Y ahora, para el Día Postrero en el cual nosotros vivimos, Dios tiene todavía ovejas que tiene que llamar y juntar, las cuales serán colocadas arriba, en la Edad de la Piedra Angular, por eso dice: “Sube acá”.
Si estuviésemos viviendo en la primera edad, Él diría: “Sube acá”. ¿A dónde? A esta primera edad. ¿Para qué? Para escuchar la Voz de Cristo por medio de San Pablo, dándonos a conocer las cosas que Cristo quería que fueran conocidas en aquel tiempo.
Pero ahora nos dice: “Sube acá”, porque Cristo en Espíritu Santo, ¿dónde está en este tiempo final? Arriba, en la Edad de la Piedra Angular. “Y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”; o sea, las cosas que van a suceder en este tiempo, después de las que ya han sucedido en estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil.
Y ahora, para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder acá arriba en la Edad de la Piedra Angular, donde nos llama y nos junta y nos prepara y nos enseña todas estas cosas, debe de tener un mensajero también.
Y ahora vamos a ver por medio de quién Él estará dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. Que lo diga Jesucristo, pues Él es el que ha prometido darnos a conocer todas estas cosas si subimos donde Él está en este tiempo final, en la Edad de la Piedra Angular.
En Apocalipsis, capítulo 22 y verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
[corte de ENERGÍA ELÉCTRICA]
Y vean ustedes, el Dios de los espíritus de los profetas envía Su Ángel conforme a Su promesa en Apocalipsis, capítulo 22 y verso 6. ¿Para qué lo envía? Para dar a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, y así revelarle a Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular, todos estos misterios proféticos que tienen que ser cumplidos en este tiempo final. Es muy importante conocer estos misterios del Reino de Dios.
Ahora, podemos ver que para este tiempo final, las cosas que deben suceder en el Día Postrero, Cristo dijo que las daría a conocer, las revelaría; pero Él tiene un orden, el cual nosotros necesitamos comprender.
Cristo, nuestro amado Salvador, en Apocalipsis, capítulo 4, da la promesa a todo el que suba donde Él está en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, da la promesa de darle a conocer todas las cosas que deben suceder pronto. Y por cuanto no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas, Él en el Día Postrero tiene que tener un profeta, un mensajero, y enviar ese mensajero con toda la revelación de todas las cosas que deben suceder, conforme a las profecías bíblicas correspondientes al Día Postrero.
Y ahora, nos dice a quién es al cual Él envía. En Apocalipsis 22, verso 6, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto. Nadie podrá comprender las cosas que deben suceder en el Día Postrero, excepto aquellos que estén escuchando al Ángel del Señor Jesucristo dando a conocer todas estas cosas. Y ese Ángel Mensajero es el profeta de la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino, predicando ese Mensaje ungido con el Espíritu Santo. Y en ese Mensaje viene toda la revelación de todas las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”. Amós, capítulo 3, verso 7.
Y en el libro de Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 al 19, dice el profeta Moisés:
“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.
¿A quién dice el profeta Moisés que el pueblo de Dios está llamado a escuchar? Al profeta que Dios le envía; porque por medio de ese profeta Dios da a conocer todas las cosas que han de suceder, y así el pueblo obtiene el conocimiento de todo el Programa Divino.
Y aquí mismo, en este capítulo 18, el verso 18 al 19, de Deuteronomio, dice:
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (o sea, como Moisés); y pondré mis palabras en su boca…”.
¿Dónde Dios coloca Sus palabras? En la boca del profeta que Él envía; así como Dios le dijo al profeta Moisés: “Yo pondré Mi Palabra en tu boca, y tú hablarás lo que yo te diga; yo te diré lo que tú debes hablar”.
“… y él les hablará todo lo que yo le mandare”.
¿Qué hablará ese profeta enviado por Dios, en donde Dios coloca Su Palabra, donde la Palabra de Dios está colocada en la boca de ese profeta? Ese profeta enviado por Dios hablará todo lo que Dios le mande a hablarle al pueblo.
Y habrá personas que dirán que no están interesadas en escuchar a ese profeta. Pero así ha sido siempre: hay un grupo de personas que no escuchan la Voz de Dios por medio del profeta que Dios envía.
Pero también hay otro grupo de personas que dicen: “Yo quiero escuchar la Voz de Dios”, y saben que Dios habla por medio de Sus profetas; y cuando dicen que quieren escuchar la Voz de Dios, están esperando que Dios les envíe un profeta en donde Él coloque Su Palabra. Colocará Su Palabra en la boca de ese profeta, y ese profeta hablará todo lo que Dios le mande a hablar para el pueblo; y el pueblo lo escuchará y le dará gracias a Dios por enviarles ese profeta y enviarles Su Palabra en la boca de ese profeta.
Y así el pueblo obtiene el conocimiento de las cosas que Dios desea revelarle al pueblo para esa edad o para esa dispensación; y así son bendecidos los que escuchen la voz de ese profeta; porque “el que recibe a profeta en nombre de profeta, recompensa de profeta recibe”7, o sea que recibe todos los beneficios y bendiciones para las cuales Dios envía ese profeta.
Ese profeta viene con la Palabra de Dios en su boca; y esa Palabra de Dios en la boca de ese profeta fue representada en la vara de Moisés. Esa vara de Moisés representa la Palabra de Dios.
Y ahora, la Palabra de Dios viene en la boca de un profeta; y ahí podemos ver: “LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES”. Y por medio de esa Palabra creadora hablada vienen a suceder todas esas señales que están prometidas para esa edad o para esa dispensación.
Y ahora [Deuteronomio 18:19]:
“Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.
Y en el libro de los Hechos, capítulo 3, versos 22 al 23, el apóstol San Pedro, citando esta promesa dada por Dios a través del profeta Moisés, dice: “Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en Mi Nombre, yo le desarraigaré del pueblo”. Perderá el derecho a pertenecer al pueblo de Dios, y por consiguiente perderá el derecho a la vida eterna, porque no escuchó la Palabra de Dios, que es la Palabra de vida eterna.
“El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a Vida”. San Juan, capítulo 5, verso 24.
Ahora podemos ver dónde viene esa Palabra creadora de Dios: viene en la boca de un profeta siempre, la cual fue representada en la vara de Moisés, llamada también la vara de Dios, con la cual Moisés llevó a cabo todas aquellas señales y maravillas.
Vean, con esa vara hizo las señales y maravillas delante del faraón: la tiró a tierra y se convirtió en una serpiente; y luego los imitadores allá, que el faraón tenía, aquellos magos, tiraron sus varas también y se convirtieron en serpientes; pero la vara de Moisés se las comió, se las tragó.
Porque la Palabra creadora de Dios absorbe toda palabra que no es de Dios, absorbe todo poder contrario al poder de Dios.
Y ahora, el poder de Dios, por medio de Su Palabra creadora, vean ustedes, absorbe el poder del enemigo, y obtiene la victoria la Palabra creadora de Dios.
Y ahora, luego Moisés tomó la serpiente, su vara convertida en serpiente, la tomó por la cola y se volvió vara de nuevo.
Y ahora, ¿dónde están las varas convertidas en serpientes, de los otros que también habían convertido en serpientes, en culebras, sus varas? No las encontraron. Podían decirle a Moisés: “Devuélveme mi vara”. Ya la vara de Moisés se tragó las varas de los enemigos, las varas de los imitadores.
La Palabra creadora de Dios, que es la Vara de Dios, vencerá todo poder y palabra del enemigo, absorberá todo poder contrario; y así obtendrá la Victoria en el Amor Divino, Cristo, con la Vara de Dios, la Palabra creadora de Dios.
Ahora, podemos ver que esa vara de Dios, por cuanto representa la Palabra creadora de Dios, Moisés con esa vara pudo hacer todas esas señales; y él llevaba la vara de Dios, que representaba la Palabra Creadora de Dios.
Y ahora, los magos se quedaron sin vara y tuvieron que buscar otras varas, porque ya la vara de Moisés convertida en culebra o en serpiente se las había tragado.
Y ahora, encontramos que Moisés también convirtió las aguas en sangre, y también trajo todas las demás plagas extendiendo su mano con esa vara en su mano. Y esa vara en la mano de Moisés es la Palabra de Dios en la mano, en la diestra de Dios; la diestra de Dios con la Vara de Dios, con la Palabra de Dios.
Ahora, vean ustedes cómo en la diestra de Dios está Su poder, en Su diestra está Su poder y Su autoridad. Por eso, cuando Cristo murió y resucitó, se sentó a la diestra de Dios, a la diestra del poder de Dios, y por eso podía decir: “Todo poder me es dado en el Cielo y en la Tierra”8.
Y ahora, encontramos, a través de las promesas proféticas correspondientes al Día Postrero, que Cristo hace una promesa muy grande en el libro del Apocalipsis, capítulo 2, verso 26 al 27, donde dice:
“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones,
y las regirá con vara de hierro, y serán quebrantadas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre…”.
Esa autoridad que recibió Cristo del Padre cuando se sentó en la diestra de Dios y le fue dado todo poder en el Cielo y en la Tierra, ahora Él lo confiere al Vencedor en el tiempo final. Por eso también dice9:
“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.
Y el Vencedor se sentará con Cristo en Su Trono, o sea, el Trono de David en medio del pueblo hebreo allá en Jerusalén, y le será conferido el poder de Cristo para así gobernar.
Ese es el siervo fiel y prudente de San Mateo, capítulo 24, versos 42 al 47, al cual dice: “¿Quién es el siervo fiel y prudente al cual, cuando su Señor venga, le halle haciendo así?”, o sea, dándole el alimento espiritual a tiempo a los hijos de Dios en la Casa de Dios; dice:
“De cierto os digo que sobre todos sus bienes le pondrá”.
O sea, le pondrá sobre todos Sus bienes como el administrador o gobernante, porque lo sentará con Él en Su Trono.
El Trono de Cristo es el Trono de David, del cual dice el Arcángel Gabriel en el capítulo 1 de San Lucas, a la virgen María, de la siguiente manera: capítulo 1, verso 30 en adelante (30 al 33), dice:
“Entonces el ángel (Gabriel) le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.
Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.
Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;
y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.
Aquí podemos ver que Dios le dará el Trono de David su padre. O sea que el heredero al Trono de David es nuestro amado Señor Jesucristo, y en ese Trono es que Él sentará al Vencedor en el Día Postrero.
¿Y quién será el Vencedor en el Día Postrero? El mensajero que esté en el Día Postrero, en el séptimo milenio, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y alimentando a todos los hijos e hijas de Dios en el Día Postrero con la Palabra de Dios, con el Maná escondido, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo.
Con ese Mensaje es que son alimentados los hijos de Dios en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en donde Cristo en Espíritu Santo estaría en este Día Postrero y se estaría manifestando por medio de Su Ángel Mensajero, llamando y juntando a todos Sus escogidos en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, y dándoles a conocer por medio de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Ahora vean, este Ángel Mensajero de Jesucristo recibe la Vara de Dios, representada en la vara de Moisés, la cual representa la Palabra creadora de Dios.
Y ahora, este Ángel del Señor Jesucristo recibe de parte de Cristo esa Vara de Dios, la Palabra creadora de Dios; y esa Palabra creadora de Dios, siendo la Vara de Dios, es la Vara que hará las señales en el Día Postrero.
Todas las señales que tienen que ser hechas y toda la Obra que tiene que ser hecha en el Día Postrero, la hará Cristo por medio de Su Ángel Mensajero con la Vara de Dios, de la Palabra creadora de Dios, la cual fue representada en la vara de Dios que tenía Moisés en su mano.
Ahora, esa es la vara de hierro también, la cual dice Cristo que le dará al Vencedor: le dará autoridad sobre las naciones, y él las regirá con vara de hierro. Tendrá esa vara de hierro, esa vara con la cual Cristo hará —por medio de Su Ángel Mensajero— las señales que están prometidas para el Día Postrero.
Por eso también en Apocalipsis encontramos, en el capítulo 19 y versos 11 al 16, que dice:
“Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios”.
El Verbo; que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, el cual dos mil años atrás se hizo carne y habitó entre los seres humanos, como dice San Juan, capítulo 1, verso 2: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”, y lo conocimos por el nombre de Jesús. Era el Verbo hecho carne, era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, hecho hombre, vestido de carne humana, vestido de hombre, visitando a la raza humana en medio del pueblo hebreo; y Su nombre fue llamado Jesús. Fue Jesús de Nazaret el Verbo hecho carne.
Y para el Día Postrero, conforme a Apocalipsis, capítulo 19, verso 11 en adelante, tenemos la promesa de la Venida del Verbo para el Día Postrero, en carne humana nuevamente.
“Sus ojos eran como llama de fuego…”.
Vean, esos son los símbolos o atributos que serán manifestados.
“Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
De su boca sale una espada aguda (esa es la Palabra creadora, esa es la Vara de Dios), para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro…”.
Ahora vean, la vara de Moisés, con la cual hizo las señales y trajo las plagas sobre el faraón y sobre el territorio egipcio, ahora es la Palabra que sale de la boca del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, esa Espada de dos filos, siendo la Palabra creadora de Dios saliendo de Su boca; y la boca de Dios siempre han sido los profetas de Dios.
“… y él las regirá con vara de hierro…”.
¿Quién? El Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es Cristo en Su Venida.
“… y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores”.
Porque Él viene como Rey de reyes y Señor de señores. Es la Venida del Hijo del Hombre e Hijo de David, del Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo en el Día Postrero.
El precursor de la Segunda Venida de Cristo, citando este pasaje de Apocalipsis, capítulo 19, nos dijo cómo sería el cumplimiento de esta promesa de Apocalipsis 19; y en el libro de Los Sellos en español, página 256, dijo:
“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.
Y si conseguimos a ese hombre, que es el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, estaremos encontrando al Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, a Cristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero; y de Su boca, de Su Ángel Mensajero…, porque la boca de Dios, la boca de Cristo, son Sus profetas; y ahora, de Su boca, de Su profeta, de Su Ángel Mensajero, saldrá esa Espada de dos filos, esa Vara de Dios, la Palabra creadora de Dios siendo hablada y revelando todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Es por medio de esta manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo, del Ángel del Pacto, del Verbo a través de Su Ángel Mensajero, que son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Por eso es que nuestro amado Señor Jesucristo, en Apocalipsis, capítulo 22 y verso 16, nuevamente da testimonio de Su Ángel Mensajero; y dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
Ahora vean a quién envía Jesucristo en el Día Postrero para dar testimonio de estas cosas en las iglesias: a Su Ángel Mensajero. Y en Su Ángel Mensajero viene Jesucristo en Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, el Verbo, la Palabra encarnada, velada y revelada por medio de carne humana, por medio de Su Ángel Mensajero, del profeta mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular; y por medio de él son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
Y toda esa revelación divina viene por medio de la vara que hará las señales, que es la Palabra creadora de Dios; y por medio de esa Palabra creadora de Dios viene toda la revelación de todas las cosas que deben suceder pronto.
Es por medio de la Palabra creadora de Dios que son hechas todas las cosas correspondientes al Día Postrero, conforme a las profecías bíblicas correspondientes a este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo.
Hemos visto lo que es LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES, las señales correspondientes a este tiempo final, para los escogidos de Dios ser llamados y juntados en este tiempo final, y ser preparados para ser transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de: “LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES”, representada en la vara de Moisés, la cual representa la Palabra creadora de Dios; por eso Moisés pudo hacer todas aquellas señales en aquel tiempo con aquella vara.
Vean ustedes, trajo las plagas sobre el imperio egipcio, luego abrió el Mar Rojo con esa vara10, hablando con esa vara extendida; luego también trajo agua de la roca en dos ocasiones, con esa vara11; y luego, con esa misma vara, levantada al cielo, obtuvo la victoria sobre Amalec12.
Y así por el estilo, encontramos que con esa vara extendida al cielo en su mano, en su diestra, y hablando esa Palabra creadora, vean ustedes, siempre obtuvo la victoria; porque la Vara de Dios, que es la Palabra creadora de Dios, siempre le dará la victoria tanto al profeta mensajero de la edad correspondiente y al pueblo que escucha la Voz de Dios, la Palabra de Dios.
Y es de gloria en gloria, de edad en edad y de victoria en victoria, que va el pueblo de Dios, los hijos e hijas de Dios; porque la Vara de Dios extendida en la mano del mensajero de cada edad trae la victoria de Dios.
Y para este tiempo final la Vara de Dios estará extendida en la mano del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo, siendo hablada esa Palabra creadora de Dios; y producirá la Gran Victoria en el Amor Divino prometida para este tiempo final.
Y así Cristo y Su Ángel Mensajero y Su Iglesia, en este tiempo final, obtendrán la Gran Victoria en el Amor Divino; y así obtendremos también toda la revelación divina de todo el Programa de Dios correspondiente a este tiempo final; y recibiremos así la fe para ser transformados y arrebatados al Cielo, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo; porque la Vara que hará las señales en este tiempo final estaría extendida en la mano de Cristo a través de Su Ángel Mensajero; y eso es la Palabra creadora de Dios en el mensajero y en su boca hablando ese Mensaje Final, el Mensaje del Evangelio del Reino.
Ese Mensaje del Evangelio del Reino en la boca de Su Ángel Mensajero en el Día Postrero es la Vara de Dios extendida, esa Vara que hará las señales correspondientes a este tiempo final.
Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, amables amigos y hermanos presentes, y radioyentes, dándoles testimonio de: “LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES” para este tiempo final, representada en la vara de Moisés que hizo las señales y maravillas en aquel tiempo.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, sean llamados y juntados los que faltan; y pronto todos seamos transformados y los muertos en Cristo resucitados, y todos llevados a la Casa de nuestro Padre celestial en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Dejo nuevamente con nosotros al reverendo Mauro para que les dé teléfonos y direcciones, a los cuales ustedes podrán llamar o escribir para obtener conferencias similares a esta, impresas en folletos, o grabadas en cassettes o en videos, para así obtener mayor conocimiento de todos estos misterios del Reino de Dios, que para este tiempo final estarían siendo cumplidos para bendición de todos los hijos e hijas de Dios que viven en este tiempo final.
¿Estamos todavía en la radio? Como estamos todavía en la radio: tomen lápiz y papel para que escriban los teléfonos y direcciones que el reverendo Mauro les estará dando a ustedes, amables amigos radioyentes.
Que Dios les bendiga, y pasen todos muy buenas noches; y con nosotros el reverendo Mauro para darles teléfonos y direcciones.
“LA VARA QUE HARÁ LAS SEÑALES”.
[Revisión noviembre 2021]
1 Hebreos 4:12
2 Éxodo 12:1-13
3 Éxodo 12:21-30
4 Éxodo 4:22-23
5 Hebreos 9:23-28, 1 Juan 4:9-10
6 Efesios 2:6
7 San Mateo 10:41
8 San Mateo 28:18
9 Apocalipsis 3:21
10 Éxodo 14:13-30
11 Éxodo 17:5-7, Números 20:7-13
12 Éxodo 17:8-13