Trabajando en la obra misionera con mente positiva

Muy buenas tardes, jóvenes valientes del Hijo de David. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, y ver que aquí hay jóvenes valientes de Jesucristo, el Hijo de David, y también hay niños, y hay adultos y ancianos también valientes, que trabajan en la Obra de Cristo.

Para esta ocasión quiero leer en Primera de Corintios, capítulo 3, verso 12 en adelante… Vamos a ver un poquito antes: capítulo 3, del verso 5 en adelante (para que tengamos el cuadro claro), dice, de Primera de Corintios:

¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.

Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios.

Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento.

Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá su recompensa conforme a su labor.

Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.

Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.

Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.

Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,

la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.

Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.

Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.

¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

Nadie se engañe a sí mismo; si alguno entre vosotros se cree sabio en este siglo, hágase ignorante, para que llegue a ser sabio.

Porque la sabiduría de este mundo es insensatez para con Dios; pues escrito está: Él prende a los sabios en la astucia de ellos.

Y otra vez: El Señor conoce los pensamientos de los sabios, que son vanos.

Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro:

sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro,

y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”.

“TRABAJANDO EN LA OBRA MISIONERA CON MENTE POSITIVA”. Eso es lo que San Pablo nos enseñó aquí en este pasaje.

Es muy importante saber que estamos trabajando en la Obra de Dios, en la construcción de la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, así como en el tiempo de Moisés trabajaron en la construcción de la casa de Dios, del tabernáculo que Dios le mostró a Moisés que construyera; y tenían que trabajar de acuerdo al modelo que Dios le mostró al profeta Moisés. Y fue construida aquella casa para Dios, y fue aceptada por Dios, pues fue construida de acuerdo al diseño que Dios le mostró al profeta Moisés; y trabajaron en la forma correcta.

Luego, cuando Salomón construyó el templo para Dios, trabajaron en forma correcta. Y dice que no se oía sonido de martillo allí1. Todo lo hicieron correctamente y todo lo montaron correctamente.

Y luego, la Escritura nos enseña que la Iglesia del Señor Jesucristo es el Templo de Dios. Ahora ya no es el templo o tabernáculo que construyó Moisés, tampoco es el templo que construyó Salomón, ya esos templos no existen; pero Jesucristo está construyendo un Templo, una Casa, para nuestro Dios; y esa es la Casa de Dios en la cual nosotros estamos trabajando.

Dice San Pablo en el capítulo 3, versos 5 al 6, de su carta a los Hebreos:

Y Moisés a la verdad fue fiel en toda la casa de Dios, como siervo, para testimonio de lo que se iba a decir;

pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firme hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza”.

Aquí Cristo nos muestra por medio de San Pablo esa Casa, la cual somos nosotros, como Cuerpo Místico de Jesucristo.

También en su carta a los Efesios, el apóstol San Pablo nos dice, en el capítulo 2, verso 19 al 22:

Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,

edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,

en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;

en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”.

Ahora vean esta construcción de esta Casa a la cual nosotros pertenecemos, como piedras vivas que hemos sido colocados en la construcción de esa Casa, de esa Iglesia de Jesucristo; la cual fue representada, fue reflejada, en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó Salomón, porque esos templos representan el Templo de Dios que está en el Cielo; y la Iglesia del Señor Jesucristo es la representación del Templo de Dios que está en el Cielo, Ella es la representación aquí en la Tierra de ese Templo que está en el Cielo.

Y por eso, así como el templo que construyó Moisés y el templo que construyo Salomón representaban el Templo que está en el Cielo, ahora la Iglesia de Jesucristo es la representación del Templo que está en el Cielo. Ese es el Templo de Dios aquí en la Tierra representando el Templo que está en el Cielo; por eso es construido ese Templo conforme al modelo del Templo que está en el Cielo, y por eso contiene las mismas cosas que tenía el templo de Salomón y el tabernáculo que construyó Moisés.

Por ejemplo, tenemos el candelero o candelabro, el cual tiene siete lámparas, y representa las siete etapas o edades de la Iglesia gentil con sus mechas encendidas, que son los ángeles mensajeros encendidos en el fuego del Espíritu de Dios; y eso corresponde para el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo. Y por eso esos siete ángeles mensajeros y esas siete edades se cumplieron ya en las siete etapas de la Iglesia gentil; y esas siete etapas corresponden al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo.

Y ahora, vean cómo Dios materializó en ese Templo, Jesucristo materializó en ese Templo, en el Lugar Santo de ese Templo, las cosas del Lugar Santo del Templo que está en el Cielo; y del tabernáculo que había construido Moisés y del tabernáculo que había construido el rey Salomón.

Y para este tiempo final Jesucristo materializa en seres humanos lo que está en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo. Por eso es que en el tiempo final, cuando corresponde el tiempo a la etapa del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, esa etapa cumpliéndose, materializándose en la Iglesia de Jesucristo: todas las cosas que están en el Lugar Santísimo, allá en el Templo de Dios, son las que Jesucristo materializa en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.

Por eso es que Él toma, de la diestra del que está sentado en el Trono, el Libro de los Siete Sellos, y luego lo trae a la Tierra y lo entrega a un hombre —ese es el Ángel Mensajero de Jesucristo, representado en el apóstol San Juan—, ¿para qué? Para ser colocado ese Libro (¿dónde?) en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Viene del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, para ser colocado en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo, que está aquí en esta Tierra; y todas las cosas que están en el Lugar Santísimo allá, son materializadas acá en la Iglesia de Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular.

Por eso es que, vean ustedes, los dos querubines que están sobre el arca del pacto y sobre el propiciatorio (donde estaba la gloria de Dios en medio de esos querubines, sobre el propiciatorio), encontramos que son materializados acá en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Trono y es la Edad del Lugar Santísimo; y es la edad donde la gloria de Dios en toda Su plenitud estará manifestada. Primero comienza construyendo ese lugar, y luego se manifestará en toda Su plenitud en el Lugar Santísimo de ese Templo espiritual, o sea, de la Iglesia de Jesucristo.

Por eso también el rey Salomón colocó también dos olivos, o dos querubines de olivos gigantes, y los cubrió de oro; lo cual es tipo y figura de los ministerios de los Dos Olivos: de Moisés y Elías; y el oro representa la Divinidad, o sea la manifestación de Dios en esos dos ministerios de los Dos Olivos.

Todo eso estaba (¿dónde?) en el Lugar Santísimo; y por eso es que durante las siete edades de la Iglesia gentil ninguno de los Dos Olivos podían estar manifestados en la Tierra, porque los ministerios de los Dos Olivos —que es el ministerio de Moisés por segunda vez y el ministerio de Elías por quinta vez— no podían estar manifestados en ninguna de las siete edades de la Iglesia gentil (que corresponde al Lugar Santo), porque es para el Lugar Santísimo del Templo espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver también que el ministerio de Jesús por segunda vez es para estar manifestado en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo como la manifestación de Dios del Día Postrero en Su Iglesia, en donde estará trabajando y construyendo ese Lugar Santísimo, para en el Día Postrero manifestarse ahí sobre el Arca del Pacto en toda Su plenitud, y llevar a cabo la adopción de todos los hijos de Dios; y así todos ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora podemos ver esa labor que Cristo está realizando en la construcción de Su Templo espiritual.

Y ahora nosotros somos colaboradores de Jesucristo en Su Obra; y por eso es que estamos trabajando en la obra misionera, en donde llevamos el Mensaje por todos los lugares y recogemos las piedras vivas, que son los hijos e hijas de Dios, y los traemos a la Casa de Dios, a la Iglesia de Jesucristo, al Cuerpo Místico de Cristo; son colocados ahí como parte de ese Templo espiritual, en la parte de Lugar Santísimo del Templo espiritual.

O sea que las piedras vivas que componen el Templo espiritual de Cristo en este tiempo final, corresponden al Lugar Santísimo; así como las piedras vivas de la primera edad corresponden al tiempo de San Pablo, y estaban en Asia Menor.

Vean cómo en diferentes territorios Dios ha tenido esas piedras vivas que Él tomaría para la construcción de Su Templo.

Y ahora, las piedras vivas… San Pedro habla de piedras vivas. Así como dice que Jesucristo es la Piedra del Ángulo, ahora también dice que nosotros somos piedras vivas para esa construcción del Templo de Dios, para ser colocados ahí, en la Casa de Dios.

Vean, en Primera de Pedro, capítulo 2, versos 4 en adelante, dice:

Acercándoos a él (o sea, a Cristo), piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa,

vosotros también, como piedras vivas, sed…”.

Vean, así como Cristo es la Piedra viva que los edificadores desecharon (o sea, los sacerdotes, los ministros de aquel tiempo, el Concilio de Sanedrín con el sumo sacerdote), ahora Cristo, siendo la Piedra viva, la Piedra que los edificadores desecharon, ahora Sus hijos, dice aquí San Pedro, dice que son piedras vivas. Dice:

“… vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.

Por lo cual también contiene la Escritura:

He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;

Y el que creyere en él, no será avergonzado.

Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,

La piedra que los edificadores desecharon,

Ha venido a ser la cabeza del ángulo;

y:

Piedra de tropiezo, y roca que hace caer,

porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.

Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;

vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”.

Ahora, vean que este pueblo, que es la Iglesia de Jesucristo que ha alcanzado misericordia, son, los miembros de esa Iglesia, piedras vivas; y son colocadas en la Casa de Dios, en el Templo de Jesucristo, que es Su Iglesia, en la construcción de ese Templo.

Y nosotros trabajando en la obra misionera estamos trabajando en esa construcción de ese Templo espiritual; y “vuestro trabajo en el Señor no es vano”2: recibirá la justa recompensa de parte de Dios:

“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. (Apocalipsis, capítulo 22, verso 12).

Y San Mateo, capítulo 16, verso 27, dice que el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, y entonces pagará a cada uno según sea su obra.

Ahora, nos dice Jesucristo: “Trabajad, no por la comida que perece, sino (por otra cosa) por lo que a vida eterna permanece”. San Juan, capítulo 6, verso 27. Vamos a ver lo que Él dice ahí para que tengamos el cuadro claro; versos 26 al 27, dice:

Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis.

Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre.

Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios?

Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado”.

Ahora, vean lo importante que es trabajar, no por la comida, sino por lo que a vida eterna permanece. Es muy importante trabajar en la obra misionera, sabiendo que estamos trabajando en la construcción del Templo espiritual de Cristo, la Iglesia de Jesucristo; y estamos trabajando en la etapa número ocho, la etapa eterna, la Edad de la Piedra Angular.

No estamos trabajando en la primera edad, ni segunda, ni tercera, ni cuarta, ni quinta, ni sexta, ni séptima, sino en la Edad de la Piedra Angular. Y estamos con Jesucristo…

Cuando lo fueron a buscar cuando tenía 12 años de edad, el cual estaba en el templo hablando con los sacerdotes y los escribas allí, y preguntándoles a ellos, y contestándoles también preguntas a ellos; y María le dice: “¿Que has hecho? Te hemos estado buscando tu padre y yo, ¿por qué nos has hecho esto?”3. Pues se había quedado allá en el templo, allá en Jerusalén. Jesús le dice: “¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar?”.

¿Y a nosotros dónde nos conviene estar trabajando? Pues en los negocios de nuestro Padre celestial, en los negocios de Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, en la construcción de ese Templo espiritual.

Y por eso trabajamos en la obra misionera y llevamos a cabo todas las labores correspondientes, para que llegue el Mensaje a todas las personas que están escritas en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo; y sean llamadas y juntadas y colocadas como piedras vivas en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, el Templo de Dios; porque pronto va a ser dedicado a Dios ese Templo, para morada de Dios en Espíritu Santo en toda Su plenitud; en donde seremos transformados los que vivimos; y los que murieron: en sus cuerpos físicos serán resucitados, en cuerpo eternos, y estarán nuevamente con nosotros, ¿dónde? En la Casa de Dios, en la Iglesia de Jesucristo, estarán con nosotros en la Edad de la Piedra Angular en este tiempo final.

Así que podemos ver lo importante que es estar trabajando en la Obra de Cristo, en la Casa de Cristo, en esa Casa que Él está construyendo, que es el Nuevo Templo, para morada de Dios en toda Su plenitud.

Esa manifestación de la Tercera Etapa, en donde grandes cosas sucederán y las verá el mundo entero, serán hechas (¿dónde?) en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo: cuando todos los escogidos de Dios estén completados en el Cuerpo Místico de Cristo, cuando ya la Iglesia de Jesucristo esté completa, y los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados.

Ahora, vean ustedes lo importante que es estar trabajando, pero en la Casa de Dios, en la edad que a uno le toca vivir; porque “si Jehová no edifica Su Casa, en vano trabajan los edificadores”4; y Él está (¿dónde?) en Su Casa, en la etapa que corresponde al tiempo en que uno vive.

Si una persona dice: “No, a mí me… Esto se ve mejor en la Iglesia de Jesucristo en esta otra forma”. Bueno, está edificando; pero no está edificando conforme al modelo establecido por Dios; es su propia obra. Pero Dios no está obrando a través de esa persona; por lo tanto, no es Jesucristo el que está obrando, edificando Su Casa.

Él edifica Su Casa por medio de Sus instrumentos, que trabajan de acuerdo al modelo que Dios ha mostrado para la construcción de esa Casa.

Ahora, podemos ver que estamos trabajando en la edificación de la Casa de Dios, la cual Dios mismo, Jesucristo, está construyendo. Y nosotros somos colaboradores de Él, nosotros somos obreros en esa construcción de esa Casa; y por lo tanto Él nos guía en todo el trabajo y nos usa en todo el trabajo, y nos pagará conforme a la obra que hayamos hecho en Su Casa.

Él, vean ustedes, en la Obra, en Su Obra, Él mostró también en la forma de una viña, en donde mandó a trabajar personas, unos a una hora, otros a otra hora, y así por el estilo; hasta que cerca de la hora undécima mandó a buscar más obreros, los cuales vinieron y trabajaron. Y cuando Dios dio el pago a todos, comenzó a pagar ¿desde quiénes? Los postreros; y… Vamos a ver, eso está por ahí por San Mateo, capítulo 20: “Cuando llegó la hora…”. Capítulo 20, verso 6 en adelante, dice:

Y saliendo cerca de la hora undécima, halló a otros que estaban desocupados; y les dijo: ¿Por qué estáis aquí todo el día desocupados?

Le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Id también vosotros a la viña, y recibiréis lo que sea justo.

Cuando llegó la noche, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales el jornal, comenzando desde los postreros hasta los primeros.

Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario.

Al venir también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario.

Y al recibirlo, murmuraban contra el padre de familia,

diciendo: Estos postreros han trabajado una sola hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos soportado la carga y el calor del día.

Él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no conviniste conmigo en un denario?

Toma lo que es tuyo, y vete; pero quiero dar a este postrero, como a ti.

¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes tú envidia, porque yo soy bueno?

Así, los primeros serán postreros, y los postreros, primeros; porque muchos son llamados, mas pocos escogidos”.

Vean cómo los postreros tienen una bendición muy grande. Y los postreros son los que viven en el tiempo final, los cuales trabajan en la Casa de Dios en la Obra del Día Postrero, de la hora postrera; y van a recibir el mismo salario de lo que recibieron – de lo que recibirán los de la primera hora y demás horas.

Ahora, vean ustedes que hay grandes bendiciones para todos nosotros en este tiempo final; hay grandes bendiciones para todos los hijos e hijas de Dios que trabajan en la Obra de Dios. Y a nosotros nos ha tocado la mejor parte de la Obra de Dios, que es la parte de terminación. Y un obrero de terminación es un obrero que tiene más valor, su trabajo es de terminación, es de más valor.

Y vean ustedes, para este tiempo final, en la Obra de Cristo, la labor es la labor de la Edad de la Piedra Angular, la labor del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; y el Lugar Santísimo es la parte más importante del Templo de Dios.

Y así es también en la Iglesia de Jesucristo: la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad del Lugar Santísimo, es la parte de la Iglesia más importante, en donde Jesucristo morará en toda Su plenitud en este Día Postrero. Por eso Él la prepara bien, esa parte de Su Templo espiritual, y en esa parte es que Él trabaja en este Día Postrero; y Él es el que edifica Su Casa, y nosotros somos Sus colaboradores.

Así que vean dónde estamos trabajando en la Obra de Cristo, en Su Iglesia, Su Templo espiritual; por lo tanto, trabajemos en la obra misionera con amor divino.

Estamos trabajando en la obra misionera para que las piedras que tienen que ser colocadas en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, sean traídas y colocadas en ese Lugar Santísimo, en la parte más importante del Templo espiritual de Cristo.

Así como hubo piedras vivas en Asia Menor, para esa parte del Templo; y así en diferentes naciones, en cada una de las etapas de la Iglesia, para el Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo; ahora hay piedras vivas para el Lugar Santísimo (¿dónde?) en la América Latina y el Caribe, piedras vivas para el Templo de Jesucristo en la construcción del Lugar Santísimo en este tiempo final, para pronto ser terminada esa construcción y ser dedicado ese Templo a nuestro amado Señor Jesucristo, a nuestro Dios, para morar Dios en toda Su plenitud en Espíritu Santo en Su Templo espiritual.

Y ya el templo de Moisés no hace falta, ni el templo de Salomón; ya se fueron, ya no existen, pero tampoco hacen falta; porque ya el Hijo de David, Jesucristo, ha estado construyendo un Nuevo Templo; y casi lo tiene terminado. Solamente faltan algunos detalles y algunas piedritas por ahí de poner en el Lugar Santísimo, y algunos detalles ahí dentro del Lugar Santísimo, para decir: “La obra que me diste que hiciera, ya la he hecho y está terminada; y la dedico a Ti”.

Y Jesucristo dedicando esa Obra: Dios la recibirá, para morar Dios en toda Su plenitud en Su Iglesia en este Día Postrero y por toda la eternidad; y resucitará a los muertos en Cristo, y a nosotros los que vivimos nos transformará, y así estará dedicado a Dios ese Templo espiritual, para el Milenio y para toda la eternidad.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes, jóvenes valientes del Hijo de David, dándoles testimonio de la labor que llevamos a cabo en este tiempo final en la Obra de Jesucristo, en donde estamos TRABAJANDO EN LA OBRA MISIONERA CON MENTE POSITIVA.

Sabemos en qué Obra estamos trabajando, estamos conscientes de todo ese Programa Divino; por lo tanto, nuestra mente es una mente positiva.

Sabemos que Cristo está ahí en esa labor: Él es el Jefe, Él es el Director, y nosotros colaboradores con Él. Y nosotros trabajando con mente positiva, como Él también, trabajando con mente positiva para terminar esa construcción; pero terminarla bien, de tal forma que agradará a nuestro Padre celestial y morará en toda Su plenitud en Espíritu Santo en ese Templo espiritual, que es Su Iglesia.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes dándoles testimonio de la forma en que estamos trabajando en la obra misionera en la Casa de Dios en este Día Postrero: estamos trabajando con mente positiva, conscientes de lo que estamos haciendo.

Así que Dios les bendiga, Dios les guarde, jóvenes, y les use grandemente en Su Obra, y también a los adultos que están aquí presentes, y a los niños también y a los ancianos también.

Dios les bendiga y les guarde, y dejo nuevamente al joven José Benjamín Pérez para continuar en esta tarde.

Nosotros estamos en esta Tierra caminando, pero estamos caminando con Cristo en la Obra del Día Postrero, trabajando en esa Obra de construcción del Templo espiritual de Cristo. Estamos trabajando en la obra misionera y estamos caminando con Él en la obra misionera, en la construcción de Su Templo espiritual. Por lo tanto, “ando con Cristo” pero trabajando en Su Obra. Porque en los negocios de nuestro Padre nos conviene estar.

Y estamos caminando con Él, trabajando en Su Obra; trabajando en la obra misionera, en toda la Obra de la construcción de Su Templo espiritual, que es Su Iglesia; la construcción de Su Iglesia, en donde Dios morará en toda Su plenitud en este Día Postrero.

Que Dios les bendiga y les guarde; y con nosotros continúa Benjie.

“TRABAJANDO EN LA OBRA MISIONERA CON MENTE POSITIVA”.

[Revisión enero 2021]

1 1 Reyes 6:7

2 1 Corintios 15:58

3 San Lucas 2:48-49

4 Salmos 127:1

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