El velo que Cristo nos ha quitado

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes nuevamente en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del tema: “EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO”.

“EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO”.

Para lo cual quiero leer en Segunda de Corintios, capítulo 3, versos 6 en adelante, donde el gran apóstol San Pablo nos habla, diciéndonos:

“… el cual asimismo nos hizo ministros competentes de un nuevo pacto, no de la letra, sino del espíritu; porque la letra mata, mas el espíritu vivifica.

Y si el ministerio de muerte grabado con letras en piedras fue con gloria, tanto que los hijos de Israel no pudieron fijar la vista en el rostro de Moisés a causa de la gloria de su rostro, la cual había de perecer,

¿cómo no será más bien con gloria el ministerio del espíritu?

Porque si el ministerio de condenación fue con gloria, mucho más abundará en gloria el ministerio de justificación.

Porque aun lo que fue glorioso, no es glorioso en este respecto, en comparación con la gloria más eminente.

Porque si lo que perece tuvo gloria, mucho más glorioso será lo que permanece.

Así que, teniendo tal esperanza, usamos de mucha franqueza;

y no como Moisés, que ponía un velo sobre su rostro, para que los hijos de Israel no fijaran la vista en el fin de aquello que había de ser abolido.

Pero el entendimiento de ellos se embotó; porque hasta el día de hoy, cuando leen el antiguo pacto, les queda el mismo velo no descubierto, el cual por Cristo es quitado.

Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos.

Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

El velo en el rostro de Moisés impedía que el pueblo viera la gloria de Dios, que estaba en el rostro de Moisés.

En el templo, el velo que estaba en la puerta de entrada al lugar santísimo impedía que las personas que miraban hacia el lugar santísimo pudieran ver la gloria de Dios, que estaba sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, en el lugar santísimo.

En el templo, la cabeza del templo, o sea, la parte principal, es el lugar santísimo; y en el ser humano, vean ustedes, en cuanto al cuerpo físico, la parte de la cabeza es la parte principal. Encontramos que usted puede perder un pie, y sigue viviendo; o un brazo, y sigue viviendo; pero si pierde la cabeza, hasta ahí llegó.

Y ahora, cuando las personas miran los pies de una persona, no pueden llamarlo por el nombre de la persona, ni cuando miran los brazos; pero cuando miran su rostro, la cabeza, lo llaman por su nombre; porque ahí está el nombre de la persona, él es el que lleva el nombre.

Ahora, el cuerpo, vean ustedes, todos los cuerpos se parecen; pero ahora, cuando miramos el rostro de la persona, entonces podemos distinguir a la persona y decir: “Tú eres Fulano de Tal”.

Y ahora, vean ustedes cómo también en el ser humano —como en el templo—: en el ser humano el cuerpo, hablando del cuerpo físico, tenemos ahí el nombre colocado, pues donde llega usted y ven su rostro, lo llaman por su nombre. Y cuando usted ve a la persona que lo llama por su nombre, usted lo saluda y le dice: “Hola, ¿cómo está, Fulano de Tal?”; pero si no le ve el rostro, entonces no puede llamarlo por su nombre.

Ahora, el rostro de Moisés estaba cubierto porque la gloria de Dios estaba en el rostro de Moisés; así como el lugar santísimo del templo que construyó Moisés y del templo que construyó Salomón: el lugar santísimo tenía un velo en la entrada, en la puerta de entrada, el cual impedía la vista del que estaba dentro de aquel templo, del que estaba en el lugar santísimo allí manifestado sobre el propiciatorio. Y allí estaba el Nombre Eterno de Dios, porque allí estaba la Columna de Fuego, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.

Y vean ustedes cómo dice Dios por medio del profeta Moisés en el capítulo 23, verso 20 en adelante [Éxodo]:

“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.

¿Dónde está el Nombre de Dios? En Su Ángel; en el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el Verbo, el cuerpo teofánico de Dios, en el cual Dios habita, y en el cual Dios le aparecía al pueblo hebreo, y les aparecía a los profetas del Antiguo Testamento y les hablaba a ellos.

Muchos vieron al Ángel de Jehová en la forma de un hombre, de un ángel, de otra dimensión, y pensaron que iban a morir porque habían visto a Dios cara a cara; pero habían visto a Dios cara a cara en Su cuerpo teofánico, pero no habían visto al que estaba dentro de aquel cuerpo teofánico.

Ahora, ese velo o cuerpo teofánico de la sexta dimensión es el velo que cubría la gloria de Dios, que estaba dentro de aquel cuerpo. Y luego, cuando se hizo carne y fue manifestado en medio del pueblo hebreo1: “Y aquel Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros los seres humanos (en medio del pueblo hebreo)”, cuando se hizo carne fue conocido por el nombre de Jesús; allí estaba Dios velado en carne humana. Y nadie podía mirar y ver la gloria de Dios, que estaba dentro de ese velo de carne.

Y ahora, vean, dentro de ese velo de carne estaba la gloria de Dios.

Ahora, unos vieron a un hombre, pero otros vieron a Dios dentro de ese hombre; o sea, otros vieron, se dieron cuenta que Dios estaba dentro de aquel hombre llamado Jesús.

Es muy importante ver lo que está detrás del velo, porque detrás del velo de Dios está la gloria de Dios. Detrás del velo de Dios está el Lugar Santísimo, el Arca del Pacto, el Propiciatorio con los Dos Querubines de Oro, y la gloria de Dios manifestada ahí en el Lugar Santísimo.

Vean, en Isaías, capítulo 40, verso 3 en adelante, vean lo que dice:

“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.

Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado”.

¿Y cómo sería manifestada la gloria de Jehová y sería vista la gloria de Jehová? Sería manifestada en un velo de carne llamado Jesús.

Cuando se manifestó la gloria de Jehová en la Tierra, conforme a la promesa mesiánica… para la cual Dios envió Su precursor Juan el Bautista; y luego vino la gloria de Jehová, la gloria de Dios, manifestada en carne humana, en un velo de carne. Y muchos no vieron la gloria de Dios porque no miraron detrás de ese velo de carne para saber quién estaba llevando a cabo esas obras maravillosas en medio del pueblo hebreo y quién era el que estaba dando esa Palabra revelada al pueblo hebreo.

Jesús decía: “Yo no hago nada de mí mismo. Lo que yo veo al Padre hacer, eso es lo que yo hago; y lo que yo oigo al Padre hablar, eso es lo que yo hablo”2. Por eso también podía decir3: “La Palabra que me diste, les he dado; y ellos la recibieron”, o sea, los creyentes en Jesús la recibieron.

Ahora, miren cómo dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo en el libro de Citas, en unos extractos del mensaje “Quitando el velo”. Y ahora, vean, es en un mensaje titulado “Quitando el velo”; nos habla del velo que estaba en el lugar santísimo, allí en la puerta de entrada. Y ahora, vean ustedes, dice, en el verso 1101, dice:

1101 – “¿Por qué no podían ellos ver a Jesús? Él era enmascarado (o sea, estaba velado en carne humana). Dios era enmascarado (o sea, Dios en morphe, que va cambiando de máscara, o sea, de cuerpo)”.

Cambió de un profeta a otro profeta, pero era Dios en cada uno de esos profetas; era el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Espíritu Santo, en cada uno de esos profetas.

Vean, San Pedro nos dice esto… Para que puedan comprender esta lectura, vamos a ver lo que nos dice San Pedro en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 10 en adelante; dice:

“Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos…”.

El Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, estaba en los profetas, y se fue velando en carne humana en cada uno de los profetas; era Dios con un velo de carne diferente en cada etapa. Dios en morphe, que significa que Dios va cambiándose de velo de carne, va cambiándose de máscara, o sea, de apariencia física; porque la apariencia física es el velo de carne, el cuerpo de carne, a través de los cuales Dios fue manifestándose de etapa en etapa y de dispensación en dispensación y de edad en edad.

“… el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”.

¿Y quién era el que anunciaba los sufrimientos que le vendrían a Cristo, y las glorias que vendrían después de esos sufrimientos? El Espíritu de Cristo.

Ese Ángel del Pacto, Ángel de Jehová, que es llamado también “el Verbo de Dios”, que era con Dios y era Dios, y creó todas las cosas, ese es el único profeta. Ese es el que ha profetizado por medio de Sus instrumentos, Sus velos de carne, que son llamados también “profetas”, porque en ellos Dios está manifestado; el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, está manifestado, dando a conocer las cosas que han de suceder. Y por eso es que encontramos que los profetas han anunciado las cosas que han de venir, y han dado testimonio de las cosas que están sucediendo en cada tiempo, conforme a la Palabra de Dios.

Y ahora, vean que es solamente Uno el que ha estado dando a conocer las cosas que han de suceder. ¿Quién es? Es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es el mismo Dios, el cual es el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob.

Por medio de Su manifestación en Su cuerpo teofánico les apareció a los profetas, y se manifestó por medio de Sus profetas, y les dio la revelación de esas cosas que ellos profetizaron. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos (¿a quiénes?) a Sus siervos Sus profetas”, dice Amós, capítulo 3, verso 7.

¿Y dónde Dios coloca Su Palabra? En el libro de Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19, dice que Él coloca Su Palabra en la boca de Sus profetas: “… y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare”. ¿En la boca de quién? En la boca del profeta que Él levanta de en medio del pueblo.

[1 Pedro 1:12] “A estos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles”.

Ahora, podemos ver que el Espíritu de Cristo…, que es el Espíritu Santo, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el cual es el mismo Jesucristo pero en Espíritu Santo, sin Su cuerpo físico en el cual Él vino dos mil años atrás en carne humana.

Ahora, vean:

1101 – “¿Por qué no podían ellos ver a Jesús (o sea, al Ángel del Pacto)? Él era enmascarado. Dios era enmascarado (o sea, estaba cubierto con un velo de carne). Los griegos querían (ver) un dios, y aquí Él estaba (era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob), pero ellos no podían verle por el velo (o sea, el velo de carne). / Allí estaba un hombre. Ellos vinieron a ver a Dios, y vieron a un hombre (¿Por qué? Porque Dios estaba dentro de ese velo de carne). ¿Ven? No podían ver a Dios porque Dios les era velado (o sea, velado en carne humana). Ahora guarden eso en su mente; Dios era velado en un hombre. Ellos podían decir: ‘¡Ningún hombre podría hacer estas obras a menos que fuera Dios. Ninguno podría hacerlo, y cómo aquí está un hombre y todavía las obras de Dios son manifestadas por Él!’ (¿Cómo podía ser? Porque Dios estaba dentro de ese hombre llevando a cabo esas obras; era Dios). ¿Ven? Ellos no podían comprender que Dios era velado (o sea, velado en carne humana)”.

Dios se había colocado un velo de carne, un cuerpo de carne, en el cual Él estaba manifestado aquí en la Tierra (en esta dimensión terrenal de luz, tiempo y materia) visitando a la raza humana en medio del pueblo hebreo.

“Él es velado en un hombre, como siempre era velado (era velado en los profetas del Antiguo Testamento, luego se veló en Jesús en toda Su plenitud). (Ahora) Pero Él les era velado; Él estaba en Su templo humano. Dios estaba en un templo humano”.

Recuerden que el ser humano es templo de Dios4.

Y ahora, aquí estaba el templo perfecto de Dios: nuestro amado Señor Jesucristo; un templo humano creado por Dios, el cual creó en el vientre de María una célula de vida, la cual se multiplicó célula sobre célula, y formó, creó, ese cuerpo de Jesús, el cual nació en Belén de Judea; y ese es el templo humano en donde Dios estaba manifestado en toda Su plenitud.

“Dios estaba en un templo humano. Ahora, tengan mucho cuidado; ahora, Él es el mismo ayer, hoy y para siempre. Dios velado, escondiéndose del mundo, velado en seres humanos. / Ellos sólo podían ver a un hombre. ¡Pero aquellos predestinados vieron a Dios! (Vieron a Dios detrás de ese velo, dentro de ese velo, llevando a cabo todas las obras correspondientes a aquel tiempo, al cumplimiento de la Venida del Mesías). ¡Uno vio a un hombre, el otro vio a Dios!”.

O sea, los que no podían ver detrás del velo y ver que era Dios el que estaba dentro de ese cuerpo humano, lo que vieron fue un hombre; y decían, algunos decían5: “Es samaritano y tiene demonios; es un loco”, decían6: “Es Beelzebú, y por el dedo de Beelzebú (el príncipe de los demonios) echa fuera los demonios”.

Sin embargo, los que pudieron ver que era Dios manifestado en carne humana decían: “No es el príncipe de los demonios, Beelzebú. Es el Príncipe-Dios”. Su Nombre es Padre Eterno, Dios Fuerte, Príncipe de Paz7; es el Príncipe de Paz.

“Ahora, tengan mucho cuidado…”.

Dice:

“… y era Dios velado en un ser humano, haciendo los dos de ellos correctos; pero su fe en lo que usted no ve, usted lo cree de cualquier modo. Dios velado en un ser humano”.

Y ahora, continuamos leyendo en el verso 1105 de la misma página 124 del libro de Citas (es otro extracto del mensaje “Quitando el velo a Dios”):

1105 – “Por dondequiera que esté la Palabra (o sea, el Verbo), está velada. Moisés tenía la Palabra. Ahora recuerden, después de que la Palabra fue hecha manifiesta, Moisés era Moisés otra vez. ¿Ven? Pero mientras que esa Palabra estaba en él para ser proclamada, él era Dios…”.

¿No le dijo Dios a Moisés8: “Tú serás Dios para Aarón, tú serás en lugar de Dios”? ¿Por qué? Porque Dios estaba en Moisés, y un profeta es la representación de Dios en la Tierra:

“… porque él no era Moisés más. Él tenía la Palabra del Señor para aquella edad. Nada podía tocarle hasta que eso se acabó; él tenía la Palabra. / Y él era la Palabra para ellos”.

¿Por qué? Porque la Palabra estaba en Él, estaba velada en carne humana.

1106 – “Ahora, Dios tiene que velarse, como Él prometió, en carne humana. ¿Lo entienden? Dios tiene que velarse en carne humana, y poner un velo espiritual sobre ellos (dicen: ‘Pues yo estoy esto y soy eso’), para hablar a la gente”.

Y ahora, continuando aquí en la página 125, verso 1108, dice:

1108 – “Moisés entró como Moisés, entró en esta Columna de Fuego; y cuando él volvió, él estaba velado. Porque él entró allí afuera de sus tradiciones, las tradiciones de los ancianos. Él había visto la Columna de Fuego, pero ahora él entra en la Columna de Fuego. ¡Amén! Y salió velado. ¡La Palabra de Dios en un hombre, velada! Aquí vino él, andando afuera. ¡Oh, vaya, puedo verlo! Advirtió que nadie más lo tratara; nadie puede personificar… / Otros tienen sus lugares, eso es correcto, noten, pero quédense alejados de esa Columna de Fuego. ¿Ven? ¡Qué lección aprendemos aquí! ¿Ven?, todos queriendo ser un Moisés (los que trataron de imitar a Moisés y perecieron)… ¿Recuerdan ustedes lo que Datán y ellos dijeron allí afuera? Dijeron: ‘¡Ahora, Moisés, espera aquí sólo un minuto! Tú te llevas demasiado sobre ti’. ¿Ven? ‘Ahora, hay otros hombres aquí a quienes Dios ha llamado’. Eso era verdad. Cada uno de ellos estaba siguiendo bien en tanto que iban siguiendo; pero cuando uno trató de subir y tomar la posición de Dios, que Él le dio a Moisés, el cual era predestinado y ordenado a ese trabajo, y trató de tomarlo, fuego vino y abrió la tierra y los tragó bien dentro de ella”.

O sea, trataron de ocupar el lugar de Moisés. Y el lugar del profeta de una edad o de una dispensación, nadie más lo puede ocupar.

Y cualquiera, en el tiempo de Moisés, que tratara de guiar al pueblo hebreo, estaba tratando de tomar el lugar de Moisés. Era Dios por medio de Moisés guiando al pueblo hebreo, no por medio de otra persona. Y Datán y Coré trataron de ser los líderes; vean, hasta trataron ellos de guiar al pueblo hebreo; y tuvieron un grave problema.

La revelación de Dios para una edad o para una dispensación, para el pueblo de Dios, solamente viene por el profeta que Dios tiene para ese tiempo. Y cualquiera que trate de imitar a ese profeta, y trate de decir: “Yo también puedo obtener la revelación de Dios para mi tiempo”, y trate de buscar la revelación de Dios por su propia cuenta: tendrá graves problemas con Dios.

Una de las cosas que hará será que tendrá una confusión en sí; podrá tener muchas cosas correctas, pero tendrá muchísimas incorrectas. Y los que le sigan, no estarán siguiendo a Dios: estarán siguiendo a un hombre, y por consiguiente estarán envueltos en una rebelión contra Dios.

Eso fue la rebelión de Datán y Coré, los cuales quisieron guiar al pueblo hebreo, cuando Dios le tenía el líder, el instrumento, el velo de carne a través del cual Dios estaba guiando al pueblo hebreo.

Y ahora, en todos los tiempos se han levantado personas que piensan que son los líderes del pueblo para guiarlos, cuando Dios tiene para cada edad y para cada dispensación Su hombre, Su velo de carne, a través del cual Dios se vela en carne humana y se revela a través de carne humana, y guía a Su pueblo.

Vean, en el tiempo de Juan el Bautista y de Jesús, y también de los profetas del Antiguo Testamento, hubo muchos líderes religiosos; pero hubo un profeta para cada tiempo, y a través de ese profeta Dios guiaba al pueblo. Y muchos líderes se levantaron en contra de esos profetas, y por consiguiente se levantaron en contra de la guianza divina para ese tiempo, para esa edad o dispensación.

Y cuando apareció Juan el Bautista, allí estaba la guianza de Dios para el pueblo; y luego apareció Jesús, y allí estaba la guianza de Dios para el pueblo: Dios velado en carne humana en Jesús de Nazaret.

Pero miren todos los que se levantaron en contra de Jesús, y trataron ellos de guiar al pueblo…, y lo guiaron en contra de Jesús, para pedir la muerte de Jesús. Pero Jesús estaba guiando correctamente al pueblo para darles Vida, y Vida en abundancia9, que es vida eterna.

Ahora vean cómo siempre hay esta lucha. Algunas personas piensan que cuando Dios envía un profeta, un hombre, y se manifiesta por medio de ese hombre, todas las demás personas y líderes religiosos le van a dar la bienvenida y lo van a recibir, y le van a dar lugar para que él dé su Mensaje. A través de la historia bíblica, en el 99% de los casos no ha sido así. Aun Dios teniendo al profeta Moisés como Su instrumento, el cual y a través del cual Dios libertó al pueblo hebreo: aun, vean, el pueblo hebreo sabiendo que su líder era Moisés, parte del pueblo se fue con Datán y Coré.

Ahora podemos ver que es muy importante seguir la guianza de Dios, la guianza del Espíritu Santo; porque cuando las personas buscan uno o más hombres para que los guíen, están siendo guiados humanamente; y eso es la contradicción de Datán y Coré.

Ahora, podemos ver que la guianza del pueblo y para el pueblo, es la guianza de Dios por medio del instrumento que Dios tenga para cada edad y para cada dispensación, en el cual Dios estará velado; el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, estará velado en ese instrumento, conforme a la porción correspondiente a ese tiempo, a esa edad o a esa dispensación; y fuera de esa guianza no hay otra guianza para el pueblo de Dios para esa edad o para esa dispensación.

Ahora, continuemos leyendo en este pasaje que estábamos leyendo. Dice:

1108 – “¿Ven?, todos queriendo ser un Moisés… ¿Recuerdan ustedes lo que Datán (y Coré) y ellos dijeron allí afuera? Dijeron: ‘¡Ahora, Moisés, espera aquí sólo un minuto! Tú te llevas demasiado sobre ti mismo’. ¿Ven? ‘Ahora, hay otros hombres aquí a quienes Dios ha llamado’. (Eso decían Datán y Coré). Eso era verdad. Cada uno de ellos estaba siguiendo bien en tanto que iban siguiendo; pero cuando uno trató de subir y tomar la posición de Dios, que Él le dio a Moisés, el cual era predestinado y ordenado para ese trabajo, y trató de tomarlo, fuego vino y abrió la tierra y los tragó bien dentro de ella (o sea, fueron tragados por la tierra y se fueron al infierno, a la quinta dimensión)”.

Y eso es lo que les sucede a los imitadores que tratan de imitar al mensajero de Dios para cada edad o para cada dispensación: se buscan un grave problema con Dios; tratan de imitar al mensajero y se levantan en contra del mensajero.

Seguimos leyendo, continuamos leyendo en el verso 1110 de la página 125 del libro de Citas; dice:

1110 – “Moisés era aquella Palabra viviente a la gente, velado con la Columna de Fuego, hablando lo que había de ser velado más tarde detrás de pieles de tejón”.

O sea que lo que Moisés habló, luego fue colocado dentro del templo, fue escrito y colocado dentro del templo; y la Ley que fue dada para el pueblo, por Dios a través de Moisés, fue colocada dentro del arca del pacto; pero esa Ley, esa Palabra, estaba en Moisés, y de Moisés vino al pueblo; porque toda revelación tiene que venir por medio de un profeta. Sigue diciendo:

“¿Ven? / Moisés tenía la Palabra. Eran escritas por Dios, nadie podía interpretarlas; Moisés tenía que interpretarlas primero. Esa es la razón que él veló su cara (o sea, su rostro), porque él… ¿Lo ven? ¿Ven? Aquí está10. Podíamos volver a cogerlo y todo más, pero tiene que ser revelado. Para revelar, Moisés tenía que llegar a ser Dios a la gente. / Moisés era la viviente Palabra velada entonces. La gente vio aquella Columna de Fuego, dijo: ‘Ahora estamos satisfechos’. ¿Ven? ‘Que hable Moisés’. ¿Ven? ‘No deje que hable Dios, por cuanto moriremos’. Moisés entró dentro en aquella Columna de Fuego”.

Y sigue el verso 1111:

1111 – “La Palabra prometida para esta edad también tiene que ser velada”.

Ahora, ¿dónde se encuentra la Palabra de Dios para cada edad y para cada dispensación? Se encuentra velada en el mensajero, en el profeta mensajero, de esa edad o de esa dispensación.

Si es para una dispensación, la Palabra de Dios para esa dispensación completa está velada en carne humana en el mensajero de esa dispensación; y esa dispensación girará alrededor de esa Palabra velada en ese mensajero.

Por eso usted encuentra que la Dispensación de la Ley gira alrededor de esa Palabra que estaba velada en Moisés y fue dada al pueblo hebreo. Y la Dispensación de la Gracia gira alrededor de la Palabra velada en Jesús. Y así es para el tiempo final: la Palabra velada para la Dispensación del Reino estará en carne humana manifestada en el Día Postrero, y alrededor de esa Palabra velada en carne humana girará la dispensación séptima, la Dispensación del Reino.

Y por medio de esa Palabra velada y revelada a través de carne humana, será dado a conocer al pueblo de Dios (a la Iglesia de Jesucristo y después al pueblo hebreo) todo el Programa de Dios para la Dispensación del Reino; y, por consiguiente, el pueblo tendrá el Mensaje del Evangelio del Reino para la Dispensación del Reino, el cual está representado en la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta que dijo San Pablo que tocaría, sonaría, en el tiempo final, para la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos11.

Esa Trompeta Final, que es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino siendo proclamado, llama y junta a todos los escogidos de Dios en el Día Postrero. “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro ángulos de la Tierra, desde un extremo de la Tierra hasta el otro”, dice San Mateo, capítulo 24 y verso 31.

Ahora, podemos ver que es muy importante conocer el misterio de la Palabra velada en carne humana, para poder comprender cómo Dios estará obrando en este tiempo final; pues estará obrando en la misma forma en que obró en edades y dispensaciones pasadas, porque Dios no cambia Su forma de obrar. “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”.

Y ahora, continuamos leyendo (habíamos leído aquí):

1111 – “La Palabra prometida para esta edad también tiene que ser velada. Noten, miembros de la iglesia que aman pecado y pecadores no pueden verla a causa del velo humano. Esa es la razón que no podían verle a Él”.

No lo pudieron ver —a Dios— allá en el pasado, por causa del velo humano, del mensajero de ese tiempo, en donde estaba esa Palabra velada en carne humana; no lo pudieron ver —a Dios— velado en carne humana en Jesús; y no lo pudieron ver velado en cada ángel mensajero en cada edad. Y no lo podrán ver velado en carne humana en el Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular en Su Ángel Mensajero.

Pero los escogidos sí lo vieron en el pasado; y por consiguiente los escogidos del Día Postrero lo verán velado en carne humana.

En el verso 1113 de la misma página 125, dice, en este extracto del mensaje “Quitando el velo a Dios”, dice:

1113 – “La Iglesia gentil también ha sido cegada del velo, después de que ha sido arrancado y mostrado a Dios el velo eclesiástico. ¿Cómo? Velando la Palabra en un ser humano otra vez. Eso es exactamente lo que Israel falló en ver. Si hubiera sido algún ángel o algo, Israel lo habría creído. Pero siendo que no podía ser un ángel, tenía que ser un hombre. ¡Amén! Dios no puede quebrantar Su Palabra. En los postreros días tiene que ser la misma cosa otra vez. ¿Ven lo que cegó a Israel? Aquel hombre (o sea, el velo de carne no dejó ver, cegó a Israel; no le permitía ver la gloria de Dios que estaba dentro de ese velo de carne). Decían: ‘Tú eres un hombre haciéndote Dios’. Eso es para que ellos le mataran. Y hoy, porque el Mensaje vino por un hombre y no ángeles. ¿Ven? Dios no puede cambiar Su manera (¿no puede cambiar qué?), no puede cambiar Su Palabra. Él dijo que no cambiaba. ¿Ven? ¡Noten: prometió! Y los gentiles son tan cegados hoy como Israel era, a causa (¿de qué?) del velo. Dios velado en un ser humano cegó a Israel. Noten cómo cada uno cegado. A uno cegará, al otro revelará la verdad (o sea, a unos cegará y a otros revelará la verdad). Cerrará los ojos de algunos y abrirá los ojos de otros”.

Eso es para este tiempo final, como fue para la Primera Venida de Cristo.

Para la Primera Venida de Cristo, el velo de carne cegó los ojos de aquellos grandes doctores en divinidad; o sea, no pudieron ver, estaban cegados a la manifestación de Dios dentro de aquel velo de carne. Ellos estaban esperando ver la manifestación de la gloria de Dios, como decía el profeta Isaías; pues el profeta Isaías decía en el capítulo 40 [verso 3]:

“Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios.

Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane.

Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado”.

Pero cuando vino la gloria de Jehová manifestada en medio del pueblo hebreo en el cumplimiento de esta promesa, que es el cumplimiento de la Venida del Mesías, para el cual Juan el Bautista estuvo preparándole el camino como la voz de uno clamando en el desierto…

Ahora, cuando vino la gloria de Dios manifestada en medio del pueblo hebreo, vino velada en carne humana: vino velada en un hombre sencillo, carpintero de Nazaret, llamado Jesús. En ese joven carpintero estaba la gloria de Dios manifestada y velada, y tropezaron con ese velo; tropezaron con ese velo, y por causa de tropezar con ese velo no pudieron ver la gloria de Dios; estaban ciegos a la gloria de Dios, que estaba dentro de ese velo de carne. Velado en carne humana estaba Dios, el Ángel del Pacto; porque detrás del velo es que está la gloria de Dios.

Detrás del velo que estaba en el lugar santísimo, la puerta de la entrada, estaba —detrás de ese velo— la gloria de Dios manifestada sobre el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro.

Y ahora, encontramos que dentro del velo de carne —Jesucristo— estaba allí la gloria de Dios, la gloria de la Shekinah, el Ángel del Pacto, el Verbo, hecho carne en medio del pueblo hebreo. Dios se había creado Su cuerpo físico.

Así como Dios antes de obtener ese cuerpo físico que se creó en el vientre de María y nació en Belén de Judea…; antes de eso Dios tenía Su cuerpo teofánico, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, que es un hombre de la sexta dimensión, a través del cual Dios creó el universo completo. Y por eso es que nos dice la Biblia en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

Todas las cosas, ¿por quién fueron hechas? Por Él.

“… y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”.

O sea que nadie más metió sus manos en la Creación, sino solamente Dios, que es el Verbo que era con Dios y era Dios; o sea, Dios con Su cuerpo teofánico, en Su cuerpo teofánico, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, llamado también el Verbo de Dios, ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que es un hombre de la sexta dimensión.

Lo que se ve fue hecho de lo que no se veía12; y Cristo, que es el mismo Dios (Jesucristo es el mismo Dios, el cual estaba en Su cuerpo teofánico), creó todas las cosas.

Por eso es que San Pablo puede decir en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.

Por medio de Su Hijo hizo el universo; o sea que Dios por medio de Su cuerpo teofánico creó el universo completo y lo sostiene:

“… por quien asimismo hizo el universo;

el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas (¿Quién las sustenta? Cristo, el Ángel del Pacto, el cual es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico) con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas…”.

Y ahora, cuando se hizo carne, efectuó la purificación de nuestros pecados con Su propio cuerpo. Es el mismo Dios.

Por eso es Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros13, conforme a la profecía de Isaías, capítulo 7 y verso 14, donde nos dice que el mismo Señor nos dará una señal. Vamos a ver esa señal: capítulo 7, verso 14, de Isaías:

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel (que traducido es: Dios con nosotros)”.

Y ese niño, ese hijo que nacería, Isaías también, en el capítulo 9 dice, verso 6 al 7:

“Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

Lo dilatado de su imperio y la paz no tendrán límite, sobre el trono de David y sobre su reino, disponiéndolo y confirmándolo en juicio y en justicia desde ahora y para siempre. El celo de Jehová de los ejércitos hará esto”.

Y ahora, vean ustedes cómo Dios en una forma tan sencilla vino velado en carne humana, en un joven sencillo de Nazaret llamado Jesús. ¿Quién se iba a imaginar que en ese joven de Nazaret, un joven carpintero, un obrero de la construcción; quién se iba a imaginar que el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, estaba allí dentro, velado en carne humana?

Se había hecho hombre el Ángel del Pacto, se había vestido de un cuerpo humano, pero creado por Dios, para por medio de ese cuerpo llevar a cabo la purificación de nuestros pecados: tomar nuestros pecados, y así hacerse pecado por nosotros; y así morir, ese cuerpo morir en la Cruz del Calvario; y luego ser resucitado (tres días después ser resucitado) y ser glorificado (ser resucitado en forma glorificada) para sentarse a la diestra de Dios en el Cielo.

Y ahora, San Pablo nos habla acerca de ese cuerpo como Su velo, Su velo de carne; vamos a ver. En Hebreos, capítulo 10, vamos a ver lo que nos dice ahí… Capítulo 10, verso 20, vamos a ver lo que dice San Pablo ahí, en ese pasaje; dice… Capítulo 10, verso 9 en adelante, dice:

“… y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último.

En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre.

Y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados;

pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,

de ahí en adelante esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;

porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados.

Y nos atestigua lo mismo el Espíritu Santo; porque después de haber dicho:

Este es el pacto que haré con ellos

Después de aquellos días, dice el Señor:

Pondré mis leyes en sus corazones,

Y en sus mentes las escribiré,

añade:

Y nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones.

Pues donde hay remisión de estos, no hay más ofrenda por el pecado.

Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo,

por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne…”.

Ahora vean aquí el velo: el velo del Lugar Santísimo es Su carne.

Y ahora, el velo del Templo de Dios en el Cielo es nuestro Señor Jesucristo; y cuando murió en la Cruz del Calvario, el velo del Templo de Dios en el Cielo, del Lugar Santísimo, se abrió.

Y ahora, Cristo ascendió al Cielo y entró al Lugar Santísimo —donde está la gloria de Dios en el Templo de Dios en el Cielo— para hacer intercesión, como hacía el sumo sacerdote cada año el día 10 del mes séptimo.

Y ahora, ¿quién era el que abría el velo y quién pasaba a través del velo? En el lugar santísimo solamente una persona; una persona era la que podía pasar a través del velo, al otro lado, y entrar al lugar santísimo y ver la gloria de Dios: era el sumo sacerdote; el cual es el hombre sobre el cual estaba escrito el Nombre de Dios en la frente, en aquella placa de oro que tenía colocada en su frente el sumo sacerdote, esa placa de oro llamada “diadema”.

Y ahora, vean cómo esa diadema o laminilla de oro contenía el Nombre de Dios; decía14: “Santidad a Jehová”, o sea, “Santidad a YHWH”. Y solamente ese hombre, con el Nombre de Dios escrito en su frente y con el ministerio de sumo sacerdote, era el que podía pasar a través del velo y ver la gloria de Dios sobre el propiciatorio, en el lugar santísimo, e ir con la sangre de la expiación para hacer la intercesión por el pueblo hebreo; y también llevar el incensario de oro con el fuego del altar; y el incienso (el puño lleno de incienso) echarlo sobre el incensario, dentro del incensario; y de ahí se levantaba una nube de humo, de incienso, dentro del lugar santísimo, y cubría el propiciatorio; y ahí estaban las oraciones del pueblo hebreo siendo presentadas ante Dios.

El sumo sacerdote tenía que entrar con el incensario, porque de otra forma el sumo sacerdote moriría en el lugar santísimo, frente a la presencia de Dios.

Por eso, vean ustedes, en Levítico es establecido que el sumo sacerdote tenía que entrar con ese incensario; y también en Levítico, también Dios ordena a Moisés para que se lo haga saber al sumo sacerdote (la forma de entrar al lugar santísimo). Vean, tenía que entrar vestido correctamente, tenía que entrar con el incensario en cierto momento, también tenía que entrar con la sangre de la expiación por él y por todos los sacerdotes (esa es la sangre del becerro); y también tenía, luego, que entrar con la sangre del macho cabrío para la intercesión por el pueblo. Dice Levítico, capítulo 16, verso 1 en adelante:

“Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron (se acercaron, pero no conforme a como Dios había establecido: se acercaron con fuego extraño).

Y Jehová dijo a Moisés: Di a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio”.

Y comienza a enumerar todas las cosas con las cuales tiene que entrar al lugar santísimo el sumo sacerdote. Y entre las cosas, tenemos la sangre de la expiación por el sumo sacerdote y los demás sacerdotes, la sangre del becerro o becerra; y luego, con la sangre (más adelante, en otra de las entradas), con la sangre del macho cabrío, tenía que, con su dedo, esparcir siete veces sobre el propiciatorio.

Dice también el profeta y apóstol San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 9, verso 1 en adelante, dice:

“Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.

Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.

Tras el segundo velo estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,

el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;

y sobre ella los querubines de gloria (ahora, miren, ¿los querubines de qué?, de gloria; porque ahí era donde la gloria de Dios, la gloria de Jehová, estaba manifestada) que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle”.

Aquí podemos ver que en aquel templo hubo un candelabro, la mesa de los panes de la proposición; todo eso estaba en el lugar santo. Pero ahora, en el lugar santísimo, tras el velo (o sea, detrás del velo), estaba el arca del pacto, estaban las tablas de la Ley dentro del arca del pacto, la vara de Aarón que reverdeció y también estaba allí la urna con maná (el maná estaba allí escondido, dentro del arca del pacto); y sobre el arca del pacto estaba el propiciatorio, que era la tapa del arca del pacto; y sobre el propiciatorio, hechos de la misma pieza de oro, estaban los dos querubines, uno a un lado y el otro al otro lado; y en medio de los dos querubines, sobre el propiciatorio, estaba allí la gloria de Dios manifestada en la Columna de Fuego, esa Nube, esa Luz de la Shekinah; y desde allí Dios le hablaba a Moisés todas las cosas que Él quería que Moisés le hablara al pueblo hebreo.

Por eso dice en el Éxodo, capítulo 25, verso 21 al 22:

“Y pondrás el propiciatorio encima del arca…”.

O sea, el propiciatorio es la tapa del arca, y en la tapa del arca es que están los dos querubines de oro, y es en donde está la gloria de Dios manifestada; y ese es el lugar de intercesión, y ese es el lugar en donde la sangre de la expiación es colocada.

Ese es llamado el asiento o silla de misericordia, mientras la sangre de la expiación está sobre él. Mientras la sangre de la expiación es colocada sobre ese lugar, es un lugar de misericordia; pero si en el día 10 del mes séptimo de cada año no era colocada la sangre de la expiación, tanto por los sacerdotes como por el pueblo, entonces desde ahí salía el juicio de Dios para el pueblo hebreo.

Sigue diciendo:

“Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

Ahí podemos ver el lugar más importante del templo, y ese lugar está tras el velo.

Ahora, tenemos en el Templo de Dios el lugar donde está la gloria de Dios, que es el Lugar Santísimo, sobre el Propiciatorio.

El lugar santísimo, vean ustedes, en el ser humano, el cual tiene cuerpo, espíritu y alma; el cuerpo representa el atrio, el espíritu del ser humano representa el lugar santo y el alma del ser humano representa el lugar santísimo.

Por eso también, el ser humano, siendo un templo de Dios es un templo para morada de Dios en el alma de esa persona, de la persona. Ese es el lugar donde Dios mora en el ser humano que le ha recibido como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu Santo.

Ahora, podemos ver que la parte más importante del ser humano es el alma de la persona, porque eso es lo que en realidad es la persona. El espíritu es un cuerpo de otra dimensión y el cuerpo físico es un cuerpo de esta dimensión terrenal; pero el alma, esa alma, si es de Dios, es una simiente de Dios, y tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.

Esa es la simiente de Dios, que viene a la Tierra en cuerpos mortales, corruptibles y temporales, y recibe un espíritu del mundo; y por eso requiere un nuevo nacimiento para recibir un espíritu de la sexta dimensión, de Dios, un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y luego, en el Día Postrero, recibir un cuerpo físico eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora podemos ver lo importante que es el Programa de Dios para todos los hijos e hijas de Dios, para todas esas simientes de Dios, esas almas de Dios, que vienen a este planeta Tierra para hacer contacto con Cristo la Vida Eterna; y obtener así el nuevo nacimiento, y obtener así el cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y luego, en el Día Postrero, obtener el cuerpo físico y eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, para ser a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, viendo lo que es el velo allá en el templo de Moisés y el templo de Salomón…, lo cual es tipo y figura de Cristo, Cristo en Su Venida: Su Primera y Segunda Venida de Cristo.

Ahora, el velo allí era el velo de carne que estaba usando el Ángel del Pacto en Su Primera Venida. Y cuando ese velo de carne fue herido en la Cruz del Calvario, el velo del templo terrenal allí en Jerusalén fue rasgado de arriba abajo15. Y era alto, ningún hombre podía con una tijera cortar ese velo; una, porque fue de arriba abajo; y la otra, porque era grueso, y ni con una tijera se podía cortar ese velo del templo; pero Dios lo rasgó de arriba abajo.

Y ahora, vean ustedes cómo también en la Cruz del Calvario, Cristo allí fue herido, y el velo del Templo de Dios se abrió en el Cielo para Cristo entrar tras el velo del Templo de Dios en el Cielo, entrar al Lugar Santísimo, para hacer intercesión por todos nosotros durante todo este tiempo que ha transcurrido, y lo que falta de este tiempo final, hasta que haya hecho intercesión hasta por el último de los escogidos de Dios.

Ahora vean quién es el que puede entrar tras el velo: tiene que ser el Sumo Sacerdote; y Cristo entró al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo. El velo del Templo en el Cielo se abrió, y entró Cristo allá al Lugar Santísimo, y ha estado haciendo intercesión por cada uno de los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

Y ahora, la Segunda Venida de Cristo, en el Día Postrero, será el velo del Templo espiritual del Señor Jesucristo; porque Cristo ha estado construyendo un Templo. Y por consiguiente ese Templo tiene el Lugar Santo, que corresponde a las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, las cuales han sido construidas con piedras vivas, con hijos e hijas de Dios que han sido llamados y juntados y colocados en el Templo de Dios, en el Lugar Santo, donde han estado esas siete lámparas en el candelero o candelabro, que son las siete edades con los siete ángeles mensajeros alumbrando dentro del Templo de Dios, o sea, dentro de la Iglesia de Jesucristo.

Y luego pasamos, de las siete edades de la Iglesia gentil, en el Día Postrero, a la Edad de la Piedra Angular; en donde Dios, todo lo que estaba construido en el Lugar Santísimo, lo construye en Su Iglesia Cristo; por lo tanto, ahí Él tendrá todo, y es construido con seres humanos.

Y así como el velo de carne allá fue un ser humano: Jesucristo; y también como el candelabro con sus siete lámparas fueron seres humanos: la Iglesia del Señor Jesucristo con sus siete ángeles mensajeros pasando por sus siete etapas; también el Lugar Santísimo es construido con piedras vivas, con seres humanos.

Y todo lo que está en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo es materializado en seres humanos en el Día Postrero.

Y son seres humanos los que entrarán a ese Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, pasando a través del velo, pasando a través de la Segunda Venida de Cristo; así como para entrar al Templo, durante estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil, la gente han tenido que pasar a través de la Primera Venida de Cristo. Ninguna persona puede entrar al Templo de Dios sin creer en la Primera Venida de Cristo.

Se entra al Templo, y se pasa así al Lugar Santo, creyendo en la Primera Venida de Cristo. Nadie puede entrar al Templo de Dios sin creer en la Primera Venida de Cristo. ¿Por qué? Porque para venir a formar parte del Templo espiritual de Cristo, la persona tiene que nacer de nuevo; y para nacer de nuevo, tiene que creer en Jesucristo como nuestro Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así nace en la Casa de Dios.

Nace en la Casa de Dios en el Lugar Santo, y luego puede pasar al Lugar Santísimo en el Día Postrero, para ver la gloria de Dios manifestada en el Lugar Santísimo; pero primero ve la Obra de Dios correspondiente al Lugar Santo y ve cómo Jesucristo se manifestó por medio de Sus ángeles mensajeros, lo cual vieron los escogidos de Dios de las siete edades de la Iglesia gentil, y vieron la Luz de Cristo manifestada por medio de Sus mensajeros en cada edad.

Pero ahora, vean ustedes, San Pablo dice16: “Ahora vemos como en espejo, en oscuridad”. Y, miren, ¿cómo se ve en espejo, en oscuridad o lugar oscuro?

Si ustedes pueden ver en una noche oscura, para poder ver tienen que tener ustedes una luz, una lámpara; y entonces, si ustedes colocan un espejo y ustedes ven en un espejo (viendo como en espejo en oscuridad), lo que se está viendo ahí es un reflejo de lo que hay en el Lugar Santísimo. Y en las siete edades de la Iglesia gentil se reflejó lo que hay en el Lugar Santísimo; pero eso era viendo como en espejo, en oscuridad, durante las siete edades de la Iglesia gentil, que corresponden a la noche.

Por eso es que, veamos a ver, en el Éxodo, capítulo 27, verso 20 al 21, dice:

“Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas (de olivas ¿qué?, machacadas), para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas.

En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana (¿Cuál era el tiempo para las lámparas del candelabro estar alumbrando con aceite de oliva? Desde la tarde hasta la mañana), como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones”.

Ahora vean, se encendían en la tarde, y luego, en la mañana, se apagaban. Era para alumbrar durante la noche.

Y las siete edades de la Iglesia gentil con sus siete ángeles mensajeros, que son las mechas encendidas con el Fuego del Espíritu Santo, bajo la unción del Aceite de Oliva, del Aceite del Espíritu Santo (el Aceite de Oliva es el Espíritu Santo): ahora vean cómo alumbraron, durante las siete edades de la Iglesia gentil, esas lámparas con esas mechas encendidas: los mensajeros de cada edad; pero eso es desde la tarde hasta la mañana.

Y ahora, ¿eso era para qué parte del Templo? Para el Lugar Santo del Templo.

Ahora podemos ver que hay dos luces en el Templo: la Luz que proviene de las lámparas encendidas, que es la Luz del Espíritu a través de esos mensajeros; y luego la Luz del Lugar Santísimo; pero allí no hay lámparas: allí solamente está la Luz de la Shekinah, la Luz de la presencia de Dios en esa Columna de Fuego.

Y el sumo sacerdote entraba durante el día 10 del mes séptimo, durante (¿qué?) el día. Y la Luz que el sumo sacerdote veía en el lugar santísimo durante el día… Aunque el lugar santísimo era un lugar sin lámparas, sin luces, era un lugar oscuro, pero con la Luz de Dios allí era el lugar más iluminado.

Ahora, podemos ver que esa Luz que estaba allí manifestada, que era la presencia de Dios en la Columna de Fuego, la Luz de la Shekinah, corresponde a la etapa de la Edad de la Piedra Angular de la Iglesia del Señor Jesucristo, en donde ya no necesitamos ninguna de las siete lámparas, ni ninguna tampoco de las siete luces que estaban en esas lámparas. O sea que ya no necesitamos ninguno de los siete ángeles mensajeros de las siete edades para que alumbren en el Lugar Santísimo; porque las luces de esas siete lámparas que estaban en el candelero o candelabro no entraban al lugar santísimo para alumbrar.

Lo que se necesita en la Edad de la Piedra Angular es una sola luz: la Luz de la Shekinah, la Luz de la Columna de Fuego, resplandeciendo en medio de los Dos Querubines de Oro, en medio de los ministerios de Moisés y Elías, en medio de los Dos Olivos; porque allí, en el lugar santísimo del templo que construyó Salomón, estaban dos querubines de olivo cubiertos de oro, y bajo las alas de esos querubines estaba el arca del pacto con los dos querubines de oro con y en el propiciatorio.

Y ahora vean cómo todo ese simbolismo se cumple en la Iglesia de Jesucristo en el Día Postrero.

Ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo en el Lugar Santísimo, para el Día Postrero estaría mirando no como en espejo en oscuridad, sino que estaría mirando (¿cómo?) cara a cara; estaría mirando cara a cara la gloria de Dios manifestada en el Lugar Santísimo, sobre el Propiciatorio, en medio de los Dos Querubines de Oro; porque la Iglesia del Señor Jesucristo pasaría a través del velo: pasaría del Lugar Santo al Lugar Santísimo.

¿Y cómo va a pasar del Lugar Santo al Lugar Santísimo si no pasa a través del velo para ver lo que está detrás del velo? Y para ver lo que está detrás del velo en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, pues hay que pasar a través del velo, ver al otro lado del velo: hay que pasar a través de la Segunda Venida de Cristo. No hay otra forma para pasar al Lugar Santísimo y estar ahí, y comer del Maná escondido, y ver la gloria de Dios manifestada en el Lugar Santísimo sobre el Arca del Pacto.

Ahora podemos ver en el Lugar Santísimo, cara a cara, todo lo que está en el Templo de Dios en el Cielo, y todo lo que estaba en el templo de Moisés y el templo de Salomón, siendo materializado en la Iglesia de Jesucristo, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Y así como fueron colocadas las tablas de la Ley, la Palabra de Dios para la Dispensación de la Ley, por Moisés, dentro del templo, en el lugar santísimo, en el arca del pacto; así Cristo trae el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, y los coloca dentro del Lugar Santísimo, dentro del Arca del Pacto.

Y por eso es que, miren ustedes, Cristo, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, le dice a Juan, el cual es tipo y figura de la Iglesia de Jesucristo y del Ángel Mensajero para el Día Postrero (así como fue tipo y figura también de los siete ángeles mensajeros); le dice a Juan, que es tipo del Ángel de Jesucristo: “Pídele al Ángel que está en pie sobre la tierra y sobre el mar, pídele el Librito que tiene en Su mano”. Y él va y se lo pide. Y el Ángel le dice: “Toma, cómelo; será dulce en tu boca, pero será amargo en tu vientre”.

Y Juan dice que lo tomó y lo comió, y dice que fue dulce en su boca pero fue amargo en su vientre. Dice: “Y cuando lo hube comido, amargó mi vientre”. Esas son las pruebas y persecuciones y aflicciones por las que tendrá que pasar el Ángel del Señor Jesucristo al comerse ese Librito abierto que le es otorgado de parte de Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo.

“Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí (Apocalipsis 10, verso 10 en adelante); y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

La profecía final, la profecía del Día Postrero para muchos pueblos, naciones y lenguas, viene por medio de aquel que se come el Librito de los Siete Sellos en el Día Postrero, que trae el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, viniendo en el Día Postrero con ese Título de Propiedad. ¿Viniendo a dónde? A Su Iglesia. ¿Viniendo a qué parte de la Iglesia? Al Lugar Santísimo de Su Templo.

Así como fue colocado en el lugar santísimo del templo de Dios construido por Moisés, la Palabra, el testimonio que Dios le dio a Moisés; así también es colocado el Título de Propiedad en el Lugar Santísimo del Templo de Dios, del Templo de Jesucristo, en el Arca del Pacto en el Día Postrero.

Ahí también es donde está el Maná escondido; y de ahí es que viene el Maná escondido, que es la revelación de la Segunda Venida de Cristo para todos los hijos e hijas de Dios, para comer la revelación de la Segunda Venida de Cristo.

“Al que venciere, yo le daré a comer del Maná escondido”17, la revelación de la Segunda Venida de Cristo: ese Maná que nunca se corromperá, que nunca dejará de existir. Ese es el alimento espiritual para todos los que estarán viviendo durante la Dispensación del Reino; y con esa revelación es que “la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar”18.

¿Dónde estaba la gloria de Jehová en el templo? En el lugar santísimo, sobre el propiciatorio. La humanidad será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, de la Segunda Venida de Cristo cumplida, manifestada, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Ahora podemos ver todo este misterio que está contenido en el Templo de Dios, en el lugar santísimo del templo que construyó Moisés, del templo que construyó Salomón y del Templo que está en el Cielo, para ser manifestado en el Templo del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular.

Y ahora, Dios en el Día Postrero, vean ustedes, quita el velo que impedía que los hijos e hijas de Dios vieran hacia el Lugar Santísimo; quita el velo denominacional, que con tradiciones y dogmas e interpretaciones humanas le impide ver a la gente la gloria de Jesucristo en Su Templo, en el Lugar Santísimo, en Su Segunda Venida.

Ahora, Cristo rasga ese velo denominacional, para que así puedan pasar al Lugar Santísimo, al Templo, pasar al Templo de Dios y entrar al Lugar Santísimo.

Eso es en cuanto al velo que Cristo quita, EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO; y ahora podemos ver claramente. Pero también el velo del lugar santísimo representa a Cristo en Su Segunda Venida, como el velo del templo allá representaba a Cristo en Su Primera Venida.

Ahora, el velo del Templo de Dios, de la Iglesia de Jesucristo, el cual está dentro del Templo, este es el velo de la Segunda Venida de Cristo; el cual, tras ese velo, al mirar quién es el que está detrás de ese velo, podemos ver que es Jesucristo manifestado en el Día Postrero en medio de Su Iglesia.

Ahora, en la página 256 del libro de Los Sellos en español, nos dice nuestro amado hermano, el reverendo William Branham, hablándonos de la Venida del Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19, que es la Segunda Venida de Cristo, dice:

“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre (o sea que vendrá velado en carne humana)”.

Y para poder ver y entrar al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, hay que pasar a través de ese velo; hay que entrar por la Puerta, que es Cristo, y pasar a través de ese velo de carne donde vendrá el Espíritu Santo, el Jinete del caballo blanco, manifestado en el Día Postrero; para así poder ver la gloria de Dios manifestada en medio de Su Iglesia en el Lugar Santísimo, sobre el Propiciatorio, en medio de los Dos Querubines de Oro, o sea, en medio de los ministerios de Moisés y de Elías, en el Día Postrero.

Cuando Cristo prometió la Venida del Hijo del Hombre en San Mateo, capítulo 16, versos 27 al 28, Él dijo que sería en la siguiente forma, dice:

“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles (Él viene en la gloria de Su Padre. ¿Y dónde tiene que ser manifestada la gloria del Padre celestial? En el Lugar Santísimo), y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras.

De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que hayan visto al Hijo del Hombre viniendo en su reino”.

Y luego, en el capítulo 17, Cristo llevó a Pedro, Jacobo y Juan a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos: Su rostro resplandeció como el sol, y aparecieron —hablando con Jesús— Moisés y Elías. Esa es la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, viniendo en Su Reino en el Día Postrero.

Y vean ustedes cómo fue representada allí la Venida del Hijo del Hombre viniendo en Su Reino: fue representada en el Monte de la Transfiguración; porque así es como la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero sería cumplida: viniendo con Moisés y con Elías, o sea, los ministerios de Moisés y Elías siendo manifestados. Y todo eso es para ser cumplido en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo, en el Lugar Santísimo.

Para este tiempo final, así como en aquel tiempo del Monte de la Transfiguración, Jesús fue adoptado allí y Dios dijo: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia (o sea, tengo contentamiento)”; para el Día Postrero, la Venida del Hijo del Hombre, la Venida de Jesucristo con Sus Ángeles (que es la venida del ministerio de Moisés, del ministerio de Elías y el ministerio de Jesús, en la Venida del Ángel Fuerte, del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, de Jesucristo en Espíritu Santo a Su Templo): viene para manifestarse en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual por medio de carne humana, por medio de velarse en carne humana en Su Ángel Mensajero, al cual estará usando, y por medio del cual Cristo estará llevando a cabo la Obra correspondiente al Lugar Santísimo.

Y será una etapa muy importante en medio de la Iglesia de Jesucristo, porque todavía Cristo estará ahí, como Sumo Sacerdote, en Su Templo espiritual, así como estuvo de edad en edad; pero ninguno de los siete ángeles mensajeros tuvo el ministerio de Sumo Sacerdote. Solamente ellos tenían el ministerio de sacerdotes en el Templo de Dios, de mensajeros en el Templo de Dios; pero el ministerio de Sumo Sacerdote en el Templo de Dios lo tendrá el Ángel Mensajero de Jesucristo; y por medio de él se manifestará el Ángel del Pacto, Jesucristo, el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, en Su instrumento que Él tendrá aquí en la Tierra.

Y ahí es donde la última labor de Cristo en el Cielo es reflejada en Su Iglesia, en el Lugar Santísimo. Y se completará el número de los escogidos de Dios, y los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y así todos estaremos reconciliados totalmente, plenamente, con Dios.

Eso es la adopción de los hijos e hijas de Dios: la adopción, la redención del cuerpo19, o sea, la transformación de nuestros cuerpos; en donde obtendremos un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo; y así seremos a imagen y semejanza de Jesucristo.

En el Lugar Santísimo es que Cristo estará también adoptando a Su Ángel Mensajero. Es un tiempo para la adopción del Ángel del Señor Jesucristo y de todos los escogidos de Dios del Día Postrero. Para eso es que entramos al Lugar Santísimo: para obtener la total reconciliación con Dios y ser adoptados como hijos e hijas de Dios.

Ahora vean cómo para el Día Postrero todas estas cosas se estarían cumpliendo, conforme al Programa de Dios.

Ahora, antes de Jesucristo estar en la Tierra y ministrar en la Tierra, siendo Él el Sumo Sacerdote Melquisedec… Vean ustedes, antes de Él entrar al Lugar Santísimo del Templo de Dios en el Cielo, para llevar a cabo la Obra de Intercesión, primero Él tuvo que estar en la Tierra y morir en la Tierra Su cuerpo físico, y derramar Su Sangre; para, esa Sangre del Cordero de Dios y de la Expiación, ser tomada por Jesucristo como Sumo Sacerdote, ser llevada al Cielo y presentada en el Templo de Dios en el Cielo.

Antes de efectuar Su Obra en el Cielo, tuvo que estar en la Tierra en Su Primera Venida. Y antes de Jesucristo hacer ciertas cosas en el Cielo en el Día Postrero, primero tiene que estar manifestado en la Tierra.

Y ha estado manifestado de edad en edad en Espíritu Santo, y ha estado manifestado por medio de carne humana; así como para Su Primera Venida estuvo manifestado por medio de carne humana llevando a cabo la Obra correspondiente aquí en la Tierra, para después subir al Cielo y con Su propia Sangre llevar a cabo la Obra correspondiente de Intercesión para todos los hijos de Dios, que ya lleva dos mil años y todavía nos queda lo que falta, hasta que seamos transformados.

Ahora, para Cristo llevar a cabo ciertas cosas en el Templo de Dios en el Cielo, Él tiene que estar manifestado en la Tierra en el Lugar Santísimo, y tiene que estar velado en carne humana; y tiene que colocar ahí, en el Lugar Santísimo, Sus escogidos del Día Postrero; y tiene que estar operando Su ministerio ahí, de Sumo Sacerdote, por medio de Su Ángel Mensajero.

Por eso es que el que entraba al lugar santísimo era el que recibía escrito el Nombre en la frente. Los demás sacerdotes no podían entrar; solamente el sumo sacerdote era el que lo tenía escrito en la frente y era el único que podía entrar al lugar santísimo.

Y Cristo ha prometido escribir sobre el Vencedor Su Nombre Nuevo y Nombre Eterno de Dios (Apocalipsis, capítulo 3, verso 12); y ha prometido darle esa Piedrecita blanca con un nombre nuevo, que es la Segunda Venida de Cristo con un nombre nuevo.

Ahora, Cristo, manifestado en el Día Postrero como Sumo Sacerdote, y velado en carne humana, entra al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual. Y Él trae el Nombre Eterno de Dios; porque el Ángel del Pacto, que es Jesucristo en Espíritu Santo, dice el Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23, que tiene el Nombre de Dios:

“… no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.

Y ahora, dondequiera que ha estado el Ángel del Pacto manifestado, ahí ha estado el Nombre de Dios. Pero ahora Él lo va a escribir sobre un hombre, el cual será el instrumento de Dios para entrar al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Dios, para Cristo por medio de él ser manifestado en el Lugar Santísimo como Sumo Sacerdote y llevar a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero en medio de Su Iglesia; y después que termine esa Obra, entonces los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.

Ahora podemos ver cómo en el Templo de Dios se lleva a cabo esta Obra tras el velo del Templo de Dios, tras el velo de la puerta del Lugar Santísimo.

Pero también encontramos que el mundo religioso tiene un velo, que les impide a la gente mirar hacia el Templo de Dios y hacia el Lugar Santísimo del Templo de Dios, para ver lo que Dios está realizando en Su Templo en este tiempo final. Pero ese velo es roto; y el pueblo será libertado, y gritarán: “¡Libertados, libertados!”20.

De eso no quiero hablarles mucho, porque ya esa es una profecía que tiene que ser cumplida en cierto momento, en donde millones de seres humanos se van a beneficiar de lo que Dios está haciendo en este tiempo final; y millones de seres humanos y de ministros, de todos los grupos religiosos, van a recibir grandes bendiciones.

Por el momento tenemos que estar dentro del Templo de Dios, en el Lugar Santísimo, para ver la gloria de Jesucristo en este Día Postrero; y con la revelación de la manifestación de la gloria de Cristo en Su Segunda Venida en Su Templo espiritual, en el Lugar Santísimo, es que será llena la Tierra: de ese conocimiento será llena la humanidad en el Día Postrero.

Por eso es que luego, para el Reino Milenial, no aparecen agrupaciones religiosas, sectas religiosas ni nada; ¿por qué? Porque ya todo ese velo fue quitado; y ahora todos verán cara a cara, porque toda la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Dios manifestada en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Y así ya no estarán viendo como en espejo en oscuridad, como se veía durante las siete etapas o edades de la Iglesia gentil; porque la Iglesia estaba pasando por sus siete etapas, que corresponden al tiempo de la noche. Por eso la Iglesia estaba representada en la luna, y por eso tenía estrellas; cada estrella era un ángel mensajero para cada edad.

Y ahora, la Estrella resplandeciente de la Mañana (o sea, de un nuevo día dispensacional) es nuestro amado Señor Jesucristo21; y Él es también el Sol de Justicia, que en Sus Alas trae salvación22 para todos los hijos de Dios: trae todo Su Programa para llevar a cabo para la resurrección de los muertos en Cristo y para la transformación de nosotros los que vivimos; y así ser llevados a la Cena de las Bodas del Cordero con cuerpos eternos, y escapar del juicio divino de la gran tribulación que ha de venir sobre este planeta Tierra.

Porque Él nos esconderá en Su Tabernáculo allá en el Cielo, en Su Templo, y estará ofreciéndonos esa Gran Cena de las Bodas del Cordero. Allí estaremos escondidos y bien seguros, mientras la humanidad pasará por la gran tribulación, donde los juicios divinos serán derramados sobre este planeta Tierra.

Pero vean, para llegar allá tenemos que primero entrar por el velo, pasar a través del velo: pasar a través de la Segunda Venida de Cristo, para entrar así al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; y luego materializarse en nosotros nuestra entrada al Cielo, al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, a la Gran Cena de las Bodas del Cordero, a la Casa de nuestro Padre celestial, que es la séptima dimensión.

“En la Casa de mi Padre muchas moradas hay (dijo Jesús); si no fuera así, yo lo hubiera dicho antes; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo (¿Por qué? Porque somos el Cuerpo Místico de Jesucristo), para que donde yo estoy, vosotros también estéis (para que estemos en la séptima dimensión, que es donde Él está)”23.

Ahora, vean ustedes la bendición tan grande que hay detrás del velo, donde el Verbo, la Palabra, estará en el Día Postrero velado; porque donde esté la Palabra, ahí estará velada la Palabra en carne humana. Si encontramos el velo de carne, encontraremos al Verbo, la Palabra, al Ángel del Pacto, dentro de ese velo de carne.

Y así es como en el Día Postrero estaríamos viendo cara a cara: porque veríamos tras el velo, detrás del velo, quién es el que está tras ese velo (o sea, dentro de ese velo o detrás de ese velo) llevando a cabo la Obra del Día Postrero.

Ahora, vean lo sencillo que es todo en el Programa Divino; todo es sencillo. Y “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos los profetas”; por lo tanto, tendrá un profeta para este tiempo final, para revelarle a Su Iglesia todas estas cosas que deben suceder pronto.

Y todas estas cosas que deben suceder pronto, dice Apocalipsis 22, verso 6, que son reveladas por el Ángel del Señor Jesucristo:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para (manifestar) a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Y Apocalipsis 22, verso 16, dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿Quién es el Enviado de Cristo para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto? El Ángel del Señor Jesucristo; porque ese es el velo de carne donde el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en el Día Postrero estará manifestado en medio de Su Iglesia; y por medio de ese mensajero será que Él nos llama y nos junta y nos coloca en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Y pasando a través del velo que Dios tendrá en este tiempo, pasando a través del velo, veremos todo lo del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo siendo materializado en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora… Vamos a ver, Miguel, qué hora tienes por ahí… Para mí el tiempo se paró, porque el mío ya no tiene pilas; así que el tiempo ya no es más para… en mi reloj. ¿Qué hora? ¿8:00? Estamos terminando esta noche también tempranito…

Podemos ver que estamos viviendo en el tiempo más glorioso, el tiempo más glorioso de todos los tiempos.

Este es el tiempo que desearon vivir los apóstoles y los profetas también del Antiguo Testamento, y todos los creyentes en Dios del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento; pero a nosotros nos ha tocado vivir este tiempo sin nosotros haber dicho: “Señor, yo quiero vivir en ese tiempo final”; pero por la gracia de Dios Él determinó, diseñó y predestinó a cada uno de ustedes y a mí también para vivir en este tiempo final.

O sea que no es un asunto de nosotros. Es un Programa, un Plan Divino, en el cual nos ha tocado la mejor parte a nosotros. Y aquí en la América Latina y el Caribe Él nos ha colocado para esta bendición tan grande; y si alguno se ha ido a otra nación, hasta allá le llega la bendición, si tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora, hemos visto lo que es el velo en el Templo de Dios, en el Templo de Jesucristo, y en el Templo de Dios en el Cielo; y hemos visto también lo que es el velo, el velo que Moisés tenía en su rostro, el cual impedía ver la gloria de Dios.

Y ahora, el pueblo hebreo tiene un velo colocado en su rostro, y no pueden ver la gloria de Dios en la Primera Venida de Cristo; no la pudieron ver, porque tenían el velo denominacional con sus tradiciones24, sus propias interpretaciones; y por eso ellos no podían ver más allá de esas interpretaciones que sus grandes líderes religiosos…

El sumo sacerdote y los doctores de la Ley, y los miembros del Concilio del Sanedrín, grandes maestros en divinidad, en teología, les decían: “Esto es lo que significa esta promesa aquí”.

Y no podían ver el cumplimiento de esas promesas divinas (¿por qué?) por causa del velo que tenían colocado frente a ellos los ancianos, los ministros sacerdotes del pueblo hebreo, con sus tradiciones; y por causa de las tradiciones invalidaban la Palabra de Dios, dándole sus propias interpretaciones, y haciendo inefectiva la Palabra de Dios y su cumplimiento en medio del pueblo hebreo. La hacían inefectiva para ellos.

Se estaba cumpliendo la Venida del Mesías; y aunque estaba cumplida en medio de ellos, por las interpretaciones y tradiciones de ellos, estaban invalidando el cumplimiento de la Venida del Mesías. O sea que no les era de beneficio la Venida del Mesías a los que no recibieron la Venida del Mesías; una bendición tan grande como esa, y no les era de bendición si no recibían Su Venida.

Ahora, vean, tenían ese velo tradicional, ese velo sectario, ese velo denominacional, que les impidió ver el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo. El sumo sacerdote, con los sacerdotes de aquel tiempo, decían que Jesús era Beelzebú y que tenía demonios.

Y cuando, para condenar a Jesús, el sumo sacerdote le dice25: “Si tú eres el Hijo del Dios viviente, dilo ya; dínoslo y no nos turbes el alma”, Jesús le dice: “Ya lo he dicho antes y no habéis creído; ya lo he dicho antes, se lo he dicho antes a ustedes”.

Y entonces el sumo sacerdote, en vez de decir: “¡Gloria a Dios que ahora nos habla claro! Te recibimos como el Mesías”, más bien dijo – rasgó sus vestidos (y el sumo sacerdote no podía rasgar sus vestidos)26; rasgó sus vestidos y dijo: “¡Ha blasfemado!”. Y el que estaba blasfemando era el sumo sacerdote, no Jesús; Jesús estaba diciendo la verdad.

El sumo sacerdote estaba acusando a Jesús de blasfemo; y con esa acusación, el blasfemo era el sumo sacerdote; y estaba rompiendo sus vestidos, lo cual no podía hacer; y estaba condenando a Jesús, al Príncipe de Paz, lo cual tampoco podía hacer; y no podía hablar en contra del Príncipe, y el Príncipe siempre es el Sumo Sacerdote.

Así como no se podía hablar del sumo sacerdote terrenal, tampoco del Sumo Sacerdote celestial; y ahí estaba hablando el sumo sacerdote en contra de Melquisedec el Sumo Sacerdote. O sea que allí violó un sinnúmero de preceptos y ordenanzas divinas que estaban establecidas para el sumo sacerdote y los demás sacerdotes.

Lo condenaron por celo religioso: no les gustó como vino el Mesías. Pero les va a gustar cuando sepan lo que aconteció, y van a llorar amargamente, y van a recibirlo en Su Segunda Venida. Vendrá como, para ellos, como Rey de reyes y Señor de señores.

Él hará ese cambio de Sumo Sacerdote a Rey en el Lugar Santísimo; en el Lugar Santísimo será que Él hará ese cambio. Y por medio de la misma manifestación como Sacerdote en el Lugar Santísimo, Él cambiará a Rey de reyes y Señor de señores, y León de la tribu de Judá.

Cuando haya terminado Su Obra de Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, Él cambiará; y luego realizará el cambio en el Cielo, en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo.

Así como para Él ministrar en el Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo, y ofrecer allí la Sangre de la Expiación por el pecado, tuvo que venir a la Tierra, cumplir Su Primera Venida en carne humana, y ofrecer ese cuerpo en Sacrificio vivo en la Cruz del Calvario; para poder, con esa Sangre, ir al Lugar Santísimo. O sea que la Obra tenía que hacerla acá, para después pasar al Templo que está en el Cielo.

Y también la Obra correspondiente al Día Postrero, que Él hará en el Cielo, cambiando de Sumo Sacerdote a Juez de toda la Tierra y a León de la tribu de Judá: primero tiene que cumplir acá Su Venida a Su Iglesia y en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular, como Sumo Sacerdote, mientras Él esté allá como Sumo Sacerdote; pero después hará el cambio, y luego cambiará también allá.

Bueno, hemos visto todo este Programa Divino que se está manifestando en Su Iglesia en este tiempo final.

Estamos viviendo en el tiempo más glorioso de todos los tiempos, en donde Cristo, el Velo y Esposo de la Iglesia de Jesucristo en este Día Postrero, estaría manifestado.

Y por eso es que las vírgenes prudentes en el Día Postrero… Conforme a San Mateo, capítulo 25, verso 10 al 13, dice que “mientras las vírgenes insensatas (o fatuas) fueron a comprar aceite, vino el Esposo (esa es la Segunda Venida de Cristo); y las que estaban preparadas entraron con Él a las Bodas; y se cerró la Puerta”. Las bodas es la unión de dos seres que se aman.

Durante las siete edades de la Iglesia gentil, San Pablo dice que ha desposado a la Iglesia con un Esposo, con Cristo27. Y la virgen María, cuando el Arcángel Gabriel le apareció, estaba desposada con José28. Desposada es estar comprometida con José, pero todavía no se había llevado a cabo la boda. Era una virgen; si hubiera estado casada, pues no hubiera sido una virgen.

Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo ha sido presentada a Cristo por San Pablo como una Virgen pura a Cristo. Por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo, durante todas estas edades pasadas, ha estado como la Novia-Virgen del Señor Jesucristo, de edad en edad.

Y para el Día Postrero es que, en la Biblia, en Apocalipsis, capítulo 19, versos 6 al 9; y en la parábola de las diez vírgenes, capítulo 25, verso 10 al 13, de San Mateo; para el Día Postrero es que las Bodas de la Iglesia-Virgen se llevan a cabo con Cristo. Es la unión con Cristo, Cristo la Palabra.

Cristo, la Palabra, en Su Segunda Venida viene como el Esposo, como el Novio que se casará con Su Novia-Virgen; y ahí vendrán a ser Esposo y Esposa, y ahí es donde la Esposa toma el Nombre del Esposo; y es en el Lugar Santísimo donde está el Nombre del Esposo.

Y ahora, vean cómo es el sacerdote el que lleva a cabo las bodas.

Y ahí vamos a dejar eso quietecito ahí, porque ya con lo que hemos tenido hoy… Vamos a ver si por aquí tenemos otros temas en donde podamos cubrir esa parte… Vamos a ver si Miguel viene por aquí (ya se va acercando para…). “LA FIESTA…”, eso será para la reunión de ministros; pero para mañana…

Mañana viernes tenemos: “EL PUEBLO GUIADO POR LA COLUMNA DE FUEGO”. Eso es para mañana en la noche, en la capital, en Guatemala, Ciudad Guatemala. (¿Es en la Antigua?). Ah, en la Antigua. Los que no puedan ir, pues después lo escuchan en el video; y los que puedan ir y deseen ir, están invitados. (No sé si el lugar es amplio… Es amplio, entonces no hay problema). Y será (¿a qué hora, Miguel?) a las 7:00 de la noche; o sea que mañana terminaríamos un poquito más tarde que hoy, y estamos aquí cerquita.

Y luego, el sábado… (¿El sábado será dónde, Miguel?). El sábado será en la capital. (¿A las qué, Miguel? ¿A las 7:00 también o a las 6:00?). Será la dedicación del local que…, es para la dedicación del local nuevo. ¿Cuántos saben dónde es? En unas hojitas que tienen, ahí está la dirección correcta; en una hojita suelta (que les puede facilitar Miguel) está la dirección. (¿Y cuántas personas caben allá? ¿Todos los que están aquí caben allá? Pues no hay problema entonces). Y el tema será “LA INAUGURACIÓN GLORIOSA DEL TABERNÁCULO DE DIOS” o “DEDICACIÓN GLORIOSA DEL TABERNÁCULO DE DIOS”, donde estaremos viendo el templo de Moisés dedicado a Dios y el templo de Salomón dedicado a Dios; y luego veremos el Templo de Jesucristo, cómo será dedicado a Dios.

El de Moisés, pues lo dedicó Moisés; el que construyó Salomón, pues lo dedicó Salomón. Y el Hijo de David, Jesucristo, es el que ha estado construyendo el Templo, por lo tanto Él lo dedicará. Él estará manifestado en la Tierra para dedicar ese Templo. ¿Estará dónde? En el Lugar Santísimo.

Y Moisés también estará, porque el ministerio de Moisés está prometido para este tiempo final; no se va a perder esa dedicación del Templo de Dios. Y también estará el profeta Elías. En el Monte de la Transfiguración, allí estaban.

Bueno, el domingo también tendremos la actividad de la mañana y de la tarde, el domingo 13. ¿Cuántas actividades tenemos el domingo, Miguel? Tenemos solamente una marcada aquí: “EL CUMPLIMIENTO DEL DÍA DE LA EXPIACIÓN EN EL DÍA POSTRERO”. Y eso… Ese está entonces en este otro que tenemos por acá, Miguel. Vamos a ver… “LA OBRA DE LA GRAN TROMPETA DEL JUBILEO”. (Aquí también lo tenemos, Miguel). Así que vamos a tener dos mensajes muy claves, muy importantes, para el domingo también.

Todos estos días Dios nos ha estado bendiciendo grandemente y mostrándonos, por los tipos y figuras del Antiguo Testamento y aun del Nuevo Testamento, las cosas que corresponden a este tiempo final.

Hemos visto también cómo en el Antiguo Testamento estaban representadas o simbolizadas, en los tipos y figuras, las siete etapas de la Iglesia gentil: estaban allí representadas, en el Lugar Santo del Templo de Dios. Y ahora las cosas que corresponden a nuestro tiempo ¿están representadas dónde? En el Lugar Santísimo.

“EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO”. Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión.

Y ahora vemos cara a cara en el Lugar Santísimo, y vemos la gloria de Cristo manifestada en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, en donde se refleja lo que Dios tiene en el Templo del Cielo en el Lugar Santísimo.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de: EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO”.

Y ahora, ¿dónde están y quiénes son los que verían a través del velo y verían dentro del Lugar Santísimo la gloria de Cristo, la gloria de Dios? Pues aquí estamos presentes: una parte aquí en San Lucas, Guatemala, y también en diferentes lugares de la América Latina y del Caribe; y algunos en otros continentes también, pero que son escogidos de Dios; viendo cara a cara (ya no por espejo en oscuridad, sino cara a cara) la gloria de Jesucristo, el Ángel del Pacto, en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Que las bendiciones de Jesucristo en el Lugar Santísimo sean sobre cada uno de ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Y seamos llevados a la Cena de las Bodas del Cordero. Amén y amén.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Mañana nos veremos nuevamente, los que estén en las actividades de la Antigua Guatemala.

Vamos a pedirle a Miguel venga por aquí…; él les hará cualquier anuncio que sea necesario, y les dirá en qué lugar de la Antigua Guatemala será la actividad de mañana; y también, si tiene la dirección o direcciones de las otras actividades del sábado y domingo (la dirección), también se las dará a ustedes.

Es en esta hojita que Miguel les puede facilitar… Nuestro hermano Bermúdez debe tener algunas por ahí, para los que no tengan, para que así lleguen directo al lugar y puedan conseguir asiento tempranito; porque el que llega tarde, casi siempre se queda sin asiento; y el que llega tarde siempre quiere sentarse en el mejor lugar, pero eso les corresponde a los que llegan primero.

Así también para nosotros: llegamos primero al Lugar Santísimo, pues nos toca el mejor lugar. En la Primera Venida de Cristo llegaron primero los apóstoles, y Cristo les dice: “Les tocan los mejores asientos: doce tronos”29. Eso fue para los que llegaron primero.

Ahora, vamos a tener a Miguel por aquí, nuestro hermano y amigo Miguel Bermúdez Marín, para continuar y finalizar en esta noche nuestra parte dándole gracias a Jesucristo nuestro amado Salvador.

Que Dios les bendiga y pasen todos muy buenas noches.

“EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO”.

[Revisión abril 2021]

1 San Juan 1:14

2 San Juan 5:19, 5:30, 8:26-29

3 San Juan 17:8

4 1 Corintios 3:16-17

5 San Juan 8:48

6 San Mateo 12:24, San Marcos 3:22, San Lucas 11:15

7 Isaías 9:6

8 Éxodo 4:16

9 San Juan 10:10

10 [El hermano Branham levanta su Biblia –Editor del libro de Citas]

11 1 Corintios 15:51-52

12 Hebreos 11:3

13 San Mateo 1:23

14 Éxodo 28:36, 39:30

15 San Mateo 27:51, San Marcos 15:38

16 1 Corintios 13:12

17 Apocalipsis 2:17

18 Habacuc 2:14, Isaías 11:9

19 Romanos 8:23

20 Citas, págs. 163-164, párr. 1458

21 Apocalipsis 22:16

22 Malaquías 4:2

23 San Juan 14:2-3

24 San Marcos 7:9

25 San Mateo 26:62-65, San Marcos 14:60-64

26 Levítico 21:11

27 2 Corintios 11:2

28 San Lucas 1:26-27

29 San Mateo 19:28

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