Mi presencia irá contigo

Muy buenas noches, amados hermanos y amigos presentes aquí en San Lucas, Guatemala. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en el libro del Éxodo, capítulo 33, comenzando en el verso 7 en adelante, donde dice:

“Y Moisés tomó el tabernáculo, y lo levantó lejos, fuera del campamento, y lo llamó el Tabernáculo de Reunión. Y cualquiera que buscaba a Jehová, salía al tabernáculo de reunión que estaba fuera del campamento.

Y sucedía que cuando salía Moisés al tabernáculo, todo el pueblo se levantaba, y cada cual estaba en pie a la puerta de su tienda, y miraban en pos de Moisés, hasta que él entraba en el tabernáculo.

Cuando Moisés entraba en el tabernáculo, la columna de nube descendía y se ponía a la puerta del tabernáculo, y Jehová hablaba con Moisés.

Y viendo todo el pueblo la columna de nube que estaba a la puerta del tabernáculo, se levantaba cada uno a la puerta de su tienda y adoraba.

Y hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero. Y él volvía al campamento; pero el joven Josué hijo de Nun, su servidor, nunca se apartaba de en medio del tabernáculo.

Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos.

Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo.

Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.

Y Moisés respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

¿Y en qué se conocerá aquí que he hallado gracia en tus ojos, yo y tu pueblo, sino en que tú andes con nosotros, y que yo y tu pueblo seamos apartados de todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra?

Y Jehová dijo a Moisés: También haré esto que has dicho, por cuanto has hallado gracia en mis ojos, y te he conocido por tu nombre.

Él entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria.

Y le respondió (Dios): Yo haré pasar todo mi bien delante de tu rostro, y proclamaré el nombre de Jehová delante de ti; y tendré misericordia del que tendré misericordia, y seré clemente para con el que seré clemente.

Dijo más: No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre, y vivirá.

Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña;

y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.

Después apartaré mi mano, y verás mis espaldas; mas no se verá mi rostro”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO”.

El pueblo hebreo es, según la carne, la descendencia de Abraham; y el pueblo hebreo representa – es tipo y figura del Templo que está en el Cielo, es tipo y figura también de la humanidad completa, y es tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, y es tipo y figura de todo ser humano como individuo.

En el pueblo hebreo Dios ha reflejado, vean, el Templo que está en el Cielo, ha reflejado a la humanidad completa, y ha reflejado a la Iglesia de Jesucristo, y ha reflejado a cada persona como individuo.

Todo lo que podemos ver que ha sucedido con el pueblo hebreo a través de su historia, encontramos que se reflejó también en Jacob. En Jacob se reflejó todo aquello por lo cual pasaría el pueblo hebreo; también se había reflejado en Abraham.

Ahora, vean ustedes cómo… Veamos en Génesis cómo Dios acompañó a Abraham, y cómo acompañó a Isaac, y también cómo acompañó a Jacob. Encontramos en el Génesis algo muy importante con relación al pueblo hebreo. Vean, Génesis 48, verso 15, cuando Jacob está bendiciendo a sus nietos, hijos de José, dice… Comenzando en el verso 13 en adelante, dice, del Génesis, capítulo 48:

“Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda de Israel (a la izquierda de Jacob, o sea, de Israel), y Manasés a su izquierda (o sea, a la izquierda de José), a la derecha de Israel…”.

Porque José estaba frente a su padre Jacob, y tenía a sus dos hijos: José tenía a su hijo menor, Efraín, lo tenía a su mano derecha, y a Manasés lo tenía a su mano izquierda, para que al presentarse frente a su padre, y colocarlos frente a su padre…; pues José quedaba frente a Jacob (o sea, a Israel); y Manasés, que estaba a la mano izquierda de José, quedaba entonces frente a la mano derecha de Jacob; y Efraín, que estaba a la mano derecha de José, quedaba a la mano izquierda de Jacob; o sea, porque estaban Jacob y José frente a frente, cara a cara.

“Entonces Israel (o sea, Jacob) extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín (o sea que colocó así la mano; la cruzó y la colocó sobre Efraín)…”.

Y ahora vean ustedes cómo Efraín quedó a la mano derecha de José; y ahora queda a la mano derecha de Jacob, cuando Jacob extiende su mano derecha sobre Efraín; de la derecha de José a la derecha de Jacob. Y fue la bendición grande hablada sobre Efraín.

“Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito.

Y bendijo a José…”.

Vean, pone las manos sobre los hijos de José para bendecir a José.

“Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día…”.

Ahora vean:

“El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac…”.

Ellos anduvieron ante la presencia de Dios, la presencia de Dios estuvo con ellos acompañándolos siempre; y ahora también estaba acompañando a Jacob la presencia de Dios; y por consiguiente, lo que sucedería con el pueblo hebreo ya estaba reflejado en Abraham, en Isaac y en Jacob. La presencia de Dios estuvo con ellos, por lo tanto, estaría con el pueblo hebreo.

Y ahora, vean cómo en Abraham estaba el pueblo hebreo, el Israel terrenal, y también el Israel celestial. Y si la presencia de Dios estuvo acompañando a Abraham (el padre de la fe) y a Isaac y a Jacob, también acompañaría al Israel terrenal, a la descendencia de Abraham terrenal, y también acompañaría a la descendencia celestial de Abraham, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, la bendición que Jacob echa sobre sus nietos, y bendiciendo a sus nietos, está bendiciendo a José. Y dice:

“… el Ángel que me liberta…”.

Vean, dice:

“… el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día…”.

Pues lo mantenía, lo cuidaba y lo acompañaba todos los días de su vida, porque la presencia de Dios estaba con Jacob.

“… el Ángel que me liberta de todo mal (vean, lo libertaba de todo mal que venía contra Jacob), bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquense en gran manera en medio de la tierra.

Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre (o sea, la tomó), para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.

Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque este es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.

Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido (un pueblo; vendrá a ser, ¿qué?, un pueblo Manasés); pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones”.

Y cuando habla “multitud de naciones”, eso nos muestra que no solamente de Efraín vendrá descendencia para el pueblo hebreo, sino para multitud de naciones.

O sea que de entre todos los hijos de Jacob: de entre todos los hijos de Jacob, la bendición que Dios había hablado a Abraham en el Génesis…, capítulo 12, verso 1 en adelante, dice:

“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.

Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.

Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra”.

Y ahora pasamos a otra Escritura: en el capítulo 13, verso 14 en adelante, del Génesis, dice:

“Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente.

Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre.

Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada.

Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré.

Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová”.

Luego pasamos al capítulo 15, verso 1 en adelante. Dice:

“Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande.

Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer?

Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa.

Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará este, sino un hijo tuyo será el que te heredará.

Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia.

Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.

Y le dijo: Yo soy Jehová, que te saqué de Ur de los caldeos, para darte a heredar esta tierra”.

Y sigue mostrándole Dios ahí todo lo que Dios le daría, e hizo ese día un Pacto Dios con Abraham, de que le daría aquella tierra.

Y ahora, también le dijo que su descendencia estaría esclava en una tierra ajena (o sea, en Egipto, pero no le dijo que era Egipto). Todavía ni siquiera Isaac había nacido, ni siquiera había nacido tampoco Ismael, menos Isaac, y ya Dios le está hablando de la descendencia de él y de las etapas por las cuales pasaría la descendencia de él; pero que luego Dios los libertaría de esa esclavitud, y los llevaría a esa tierra prometida, y les daría allí una bendición muy grande.

Pero ahora, veamos, Abraham, ya en el capítulo 17 del Génesis, cuando ya tenía… ¿Ya tenía cuántos años? Tenía 99 años, y todavía el hijo no había nacido. Capítulo 17 del Génesis dice:

“Era Abram de edad de noventa y nueve años, cuando le apareció Jehová y le dijo: Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí y sé perfecto.

Y pondré mi pacto entre mí y ti, y te multiplicaré en gran manera.

Entonces Abram se postró sobre su rostro, y Dios habló con él, diciendo:

He aquí mi pacto es contigo, y serás padre de muchedumbre de gentes.

Y no se llamará más tu nombre Abram, sino que será tu nombre Abraham, porque te he puesto por padre de muchedumbre de gentes.

Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti”.

Ahí tenemos la promesa de que Dios hará naciones de Abraham.

Pero vean, cualquier persona podía decir: “Abraham tiene que volver y empezar a tener muchos hijos y muchas naciones”. Pero miren, lo que Abraham necesitaba tener era un hijo, el hijo prometido, por el cual vendría el cumplimiento de esa promesa; aunque también Abraham tendría otros hijos, por los cuales también vendrían naciones.

Ahora dice:

“Y te multiplicaré en gran manera, y haré naciones de ti, y reyes saldrán de ti.

Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.

Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos”.

Y ahora, vean cómo aquí tenemos la promesa de que Abraham será padre de muchedumbre de gente, de muchas naciones, hará naciones de él, de Abraham.

Y ahora vamos a ver dónde nos habla aquí… En el capítulo 17 también, verso 15 en adelante, dice:

“Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara será su nombre.

Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones…”.

O sea que por medio de ese hijo que iba a nacer es que Abraham vendría a ser padre de naciones y Sara madre de naciones.

“… reyes de pueblos vendrán de ella.

Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir?

Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti.

Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.

Y en cuanto a Ismael, también te he oído; he aquí que le bendeciré, y le haré fructificar y multiplicar mucho en gran manera; doce príncipes engendrará, y haré de él una gran nación.

Mas yo estableceré mi pacto con Isaac, el que Sara te dará a luz por este tiempo el año que viene”.

Ahora ya Dios le está diciendo que para el año que viene ya el hijo estaba en la Tierra.

Por eso, vean ustedes, ya Abraham estaba, antes de Dios decirle esto aquí… Dice: “Abraham tenía noventa y nueve años”, y ahora dice: “¿A hombre de cien años…?”. Dice, vamos a ver:

“Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo?”.

¿Ven? Porque tenía 99 años, y ya él está viendo que a los 100 años él iba a recibir un hijo por medio de Sara su esposa:

“¿A hombre de cien años ha de nacer hijo?”.

Y a los 100 años vino el hijo prometido, y Sara con 90 años.

Ahora, ¿cuántas mujeres desearían ser de 90 años, pero que puedan tener hijos? Pues Sara tenía 90 años, pero ya estaba rejuvenecida.

Y ahora, vean ustedes, después de eso Sara duró una cantidad de años más, y luego pues tuvo que partir; y Abraham duró 175 años, o sea, duró 75 años adicionales a los 100 años que ya tenía. Miren, Sara duró 127 años: capítulo 23 del Génesis dice:

“Fue la vida de Sara ciento veintisiete años; tantos fueron los años de la vida de Sara”.

Toda mujer le gustaría vivir 127 años por lo menos, pero en la salud en que estaba Sara.

Y ahora, Sara cuando tenía 100 años, ¿su hijo tenía cuántos? 10 años. Un hijo de 10 años tenía una señora de 100 años; pero ella estaba rejuvenecida, por lo tanto, no se notaba así mucha diferencia en que fuera una ancianita con un hijo de 10 años.

Y ahora, Abraham, vean ustedes, Abraham vivió… Luego que Sara murió, pues, tuvo otra compañera, otra esposa, y tuvo seis hijos más; pero a los 175 partió. Génesis, capítulo 25, verso 7, dice:

“Y estos fueron los días que vivió Abraham: ciento setenta y cinco años.

Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo (pasó al Paraíso)”.

Ahora, vean ustedes, Dios acompañó a Abraham todos los días de su vida. Y bajo el Pacto que Dios estableció con Abraham, Dios acompañó a Abraham siempre; y Dios le dijo: “El que te bendiga, será bendito; el que te maldiga, será maldito”. Y esa bendición pasó también para Isaac, y después para Jacob.

Por eso esa bendición luego pasó para el pueblo hebreo, el Israel terrenal; y luego esa bendición ha pasado para la Iglesia del Señor Jesucristo, el Israel celestial. Por lo tanto, el pueblo hebreo y la Iglesia de Jesucristo tienen esa bendición de parte de Dios: el que los bendiga será bendito, y el que los maldiga será maldito.

En San Mateo 25, encontramos ahí que eso es una realidad; y por eso es que en este mismo capítulo 25, verso 31 en adelante, dice:

“Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria,

y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos.

Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.

Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;

estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

¿Ven? Estas personas que han ayudado a los miembros de la Iglesia de Jesucristo tienen su recompensa; porque “cualquiera que diere un vaso de agua fría a estos, a uno de estos pequeñitos…”1, o sea, a uno de los miembros de la Iglesia de Jesucristo, a uno de los hermanos de Jesucristo; porque Él es nuestro hermano mayor: “Y anunciaré a mis hermanos Tu Nombre”, dice en Hebreos, capítulo 2, verso 12, y también en los Salmos2. Así que estos hermanos más pequeños de Jesucristo son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Entonces se maravillarán las personas que le han hecho favores a la Iglesia de Jesucristo, a los miembros de la Iglesia de Jesucristo, porque ellos no saben que hay una bendición de parte de Dios desde que fue hablada esa bendición a Abraham. Aunque esa bendición ha estado antes también, en los profetas anteriores de Abraham, pero ahora en Abraham es más marcada esa bendición. Dice: “El que te bendijere, será bendito”.

Y ahora, una persona que ayuda o hace algún favor a los escogidos de Dios, está trayendo una bendición para un escogido. Por eso cuando un escogido ha necesitado algo y ha clamado a Dios, y Dios ha enviado a alguna persona, ha tocado a alguna persona, y la persona viene y ayuda a ese escogido de Dios, y es suplido lo que necesitaba, el escogido dice: “Dios me envió esta bendición por medio de fulano”.

Y ahora, por cuanto esa persona ha traído una bendición para un escogido o para el Cuerpo Místico de Cristo como grupo: está bendiciendo a un escogido, o a la Iglesia de Jesucristo como grupo la está bendiciendo; por lo tanto, recibirá también su bendición esa persona. Y también cuando hablan bien de los escogidos: están bendiciendo a los escogidos de Dios; y cuando piden que Dios los bendiga: están pidiendo bendición para los escogidos; por lo tanto, ellos también recibirán bendición.

Pero cualquiera que se levante en contra de los escogidos de Dios, de la Iglesia de Jesucristo como grupo, o contra un escogido como individuo, y comienza a hablar mal o a atacarlo en ciertas formas, o físicamente también: esa persona se está buscando un problema delante de Dios, porque Dios está con Su Iglesia y con cada hijo e hija de Dios como individuo; por lo tanto, esa persona se está levantando en contra del mismo Dios.

Por eso es que los hijos de Dios siempre deben ser cuidadosos, porque con una actuación en contra de un hijo de Dios, la persona que lo haga se perjudica; y una acción en favor de los hijos de Dios o de un hijo de Dios, la persona o personas se benefician. Y por eso es que los escogidos de Dios tienen que andar correctamente y no buscar o formar problemas, sino más bien ser de bendición dondequiera que vayan, para que así otras personas puedan recibir bendiciones también.

Queremos que todos sean bendecidos por Dios. Y con la presencia de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo en este planeta Tierra, está la bendición de Dios; porque la presencia de Dios está en Su Iglesia, el Israel celestial, así como estuvo con el pueblo hebreo por el desierto cuando Moisés los llevaba a la tierra prometida; y luego, cuando entraron a la tierra prometida con Josué, también la presencia de Dios estaba en medio del pueblo hebreo.

Y ahora, encontramos que a través del tiempo el pueblo hebreo ha tenido problemas, pero Dios ha estado vigilando por el pueblo hebreo, porque Dios ama el pueblo hebreo, y el pueblo hebreo es la descendencia terrenal de Abraham según la carne.

Ahora, la presencia de Dios estuvo en los días de Moisés: Dios hablaba con Moisés cara a cara; y Moisés, cuando entraba al templo, vean ustedes lo que ocurría allí en el templo, pues Dios le dijo al profeta Moisés en el capítulo 25, versos… Vamos a leer desde el 21 en adelante, para (después ustedes pueden leer el resto)… 21 al 22, del capítulo 25 del Éxodo, dice:

“Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

Ahora miren, en el templo, Dios estaba presente allí, en el lugar santísimo, sobre el propiciatorio; y Moisés entraba al templo, entraba al lugar santísimo, y de allí Dios le hablaba a Moisés todas las cosas que Moisés tenía que hablarle al pueblo.

Ahora vean, ¿cómo la presencia de Dios estuvo en medio del pueblo hebreo, y dónde se encontraba? En el templo, en el lugar santísimo del templo que Moisés había construido.

Y ahora, el arca del pacto iba en medio del pueblo hebreo y allí iba la presencia de Dios, en medio del pueblo hebreo; y esa presencia de Dios cubría todo el pueblo hebreo, y la bendición de Dios cubría al pueblo hebreo. Y ante la presencia de Dios, vean ustedes cómo el Jordán se abrió3.

Y así por el estilo, ustedes pueden ver que en medio del pueblo hebreo estaba la presencia de Dios, y podemos ver que estaba en el lugar santísimo del templo que Moisés construyó o tabernáculo que Moisés construyó. Luego, cuando entraron al territorio prometido, allí estaba la presencia de Dios, y estaba sobre el propiciatorio; pero de ahí cubría todo el territorio de Israel.

Y luego, cuando Salomón construyó el templo, encontramos que lo dedicó a Dios4; y la presencia de Dios entró al templo, se manifestó en el templo y estuvo allí en el templo, en el lugar santísimo, sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio; el arca del pacto fue colocada dentro del lugar santísimo, y ahí estaba la presencia de Dios5.

Ahora, vean ustedes cómo el pueblo hebreo ha tenido esa bendición tan grande de parte de Dios. Ya todo lo que ocurriría con el pueblo hebreo fue reflejado en Abraham, en Isaac y en Jacob.

Y ahora podemos ver el por qué la vida de Jacob fue difícil: todo eso, vean ustedes, estaba reflejando la vida del pueblo hebreo, de la descendencia de Jacob, que es la misma descendencia de Isaac y es la misma descendencia de Abraham. Por esa línea fue que vino la descendencia de Abraham.

Ahora, Israel, les dije que representa el Templo que está en el Cielo, representa también la Iglesia del Señor Jesucristo y representa también el templo o tabernáculo, pues en ese templo o tabernáculo que construyó Moisés y el que construyó Salomón está representado el pueblo hebreo.

Ahora, Israel representa toda la humanidad también; pues en el templo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón está representada la humanidad completa, incluyendo el pueblo hebreo.

Y ahora, veamos cómo —representada la humanidad en el pueblo hebreo— tenemos el Atrio, que cubre todos los gentiles; tenemos el Lugar Santo, que corresponde al territorio de Israel; y tenemos el Lugar Santísimo, que es Jerusalén. ¿Ven cómo el pueblo hebreo representa la humanidad completa?

Y ahora, vamos a ver… Vamos a decirlo de nuevo (aquí hay algo…), ya que… Hay que corregir algo aquí, vamos a ver…

El pueblo hebreo como nación, representa toda la humanidad. El Atrio… El territorio de Israel representa a la humanidad, que está en tres partes: los gentiles, y eso es Israel, ese… el Atrio, o sea, el territorio de Israel; luego Jerusalén, el Lugar Santo; y luego el templo, el Lugar Santísimo. Y ahí tenemos, en el Programa Divino, las tres partes del templo: Lugar Santísimo en el territorio de Israel, ese es el templo; Lugar Santo, eso es Jerusalén; y Atrio, eso es el territorio de Israel, o sea, todos los demás lugares aparte del templo y de Jerusalén.

Y ahora, veamos la humanidad como Templo: tenemos, de Adán hasta Jesús, el Atrio; tenemos, de Jesús hasta el Ángel de Jesús, el Lugar Santo; y tenemos, del Ángel de Jesús hacia adelante, el Lugar Santísimo.

Y en la Iglesia de Jesucristo, vean ustedes, que es el Templo espiritual de Cristo: el Atrio es de Adán hasta Jesús, y el Lugar Santo es de Jesús hasta el Ángel de Jesús, y del Ángel de Jesús en adelante el Lugar Santísimo.

Y ahora, toda persona que no pertenezca al Lugar Santísimo, pues entonces está el Lugar Santo; y todo el que no pertenezca al Lugar Santo, pues entonces está el Atrio, en donde muchas personas en el tiempo final tendrán lugar. Si no tienen lugar en el Lugar Santo, como parte de las edades de la Iglesia gentil y el tiempo de los apóstoles allá, que corresponde a la Dispensación de la Gracia, entonces tendrán lugar en el Atrio; porque miren lo que dice aquí. En el libro del Apocalipsis, capítulo 7, verso 9 en adelante, dice:

“Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos;

y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero.

Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios,

diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén.

Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido?

Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Estos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero.

Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos (extenderá Su Tabernáculo sobre ellos).

Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno;

porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos”.

Estas personas son las que están señaladas como las vírgenes insensatas o fatuas, que no tomaron aceite en sus lámparas, y por eso no pudieron ser transformados; y, por consiguiente, no pudieron ir a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

Vean, las vírgenes insensatas, cuando llegó el anuncio de la Venida del Esposo: “¡He aquí el Esposo viene; salid a recibirle!”6, todas despertaron, pero unas tenían aceite y otras no tenían aceite. Y las que tenían aceite eran las que tenían el Espíritu Santo: habían creído en Cristo como su Salvador, habían lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, y habían recibido el Espíritu de Cristo, que es el aceite que las vírgenes prudentes tenían en sus lámparas, o sea, en sus personas, en sus cuerpos, dentro de su ser.

Y ahora, llega el momento de la Venida del Hijo del Hombre; y fueron a comprar aceite, a buscar el Espíritu Santo, las insensatas; pero las prudentes lo tenían. Y vino el Esposo; y entraron con Él ¿quiénes? San Mateo 25, verso 10 hasta el 13, dice:

“Pero mientras ellas (las fatuas) iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!

Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco.

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

El Hijo del Hombre viniendo con Sus Ángeles, vean ustedes, es el Esposo; “y las que estaban preparadas entraron con Él a las Bodas; y se cerró la Puerta”.

Con la Venida del Hijo del Hombre, y las vírgenes que tenían aceite en sus lámparas (las vírgenes prudentes) entrando con Él a las Bodas, se cierra la Puerta; y se cierra la Dispensación de la Gracia en cierto momento; a tal grado que cuando regresan las otras vírgenes ya la Puerta está cerrada; por eso tendrán que pasar por la gran tribulación. Por eso dice:

“Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”.

Ahí podemos ver que esas vírgenes insensatas son colocadas en la gran tribulación, porque no pueden ser transformadas; y no pueden ir a la Cena de las Bodas del Cordero, porque no entraron a las Bodas del Cordero.

Son los que están en las Bodas los que luego pasan a la Cena, que es la recepción, la fiesta de las Bodas (o sea, la fiesta de recepción); y esa fiesta será en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial, en donde iremos vestidos con el cuerpo nuevo, el cuerpo transformado, glorificado y eterno que Él nos dará.

En Apocalipsis, capítulo 15, versos 1 en adelante, dice:

“Vi en el cielo otra señal, grande y admirable: siete ángeles que tenían las siete plagas postreras; porque en ellas se consumaba la ira de Dios.

Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios.

Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos”.

Le reconocen como Rey de los santos, aunque cuando vienen para entrar a las Bodas ya es demasiado tarde; pero vean, ellas son colocadas en este lugar. Dice:

“Vi también como un mar de vidrio mezclado con fuego; y a los que habían alcanzado la victoria sobre la bestia y su imagen, y su marca y el número de su nombre, en pie sobre el mar de vidrio, con las arpas de Dios”.

En el templo que construyó Salomón y el templo que construyó Moisés, ¿dónde estaba el mar de bronce? Estaba en el atrio. Y ahí son colocadas las vírgenes insensatas: son colocadas en el Atrio; o sea que encuentran lugar en la Casa de Dios, pero no en el Lugar Santo ni en el Lugar Santísimo, sino en el Atrio de la Casa de Dios; donde Dios extiende Su Tabernáculo y le da lugar a ese grupo que pasará por la gran tribulación, pero que dará sus vidas por Cristo.

Aunque no pudieron ser transformados e ir a la Cena de las Bodas del Cordero, ellos se quedarán aquí en la Tierra pasando por la gran tribulación, serán perseguidos. La bestia, el anticristo, el hombre de pecado, con esas naciones y reyes que le darán su poder y su autoridad, y los ejércitos de esas naciones, perseguirán a las vírgenes insensatas y también perseguirán al pueblo hebreo. Y serán mártires durante la gran tribulación, tanto las vírgenes insensatas o fatuas como los 144.000 hebreos. Pero los 144.000 hebreos, al final de la gran tribulación resucitarán para vivir en el Reino Milenial, y servirle a Cristo y a Su Iglesia durante ese tiempo; son los eunucos del Templo: le servirán al Rey y a la Reina durante el Reino Milenial.

Esos son los que son llamados y juntados en este tiempo final por el Ángel que viene con el Sello del Dios vivo, o sea, que viene con el Espíritu Santo en el Día Postrero, porque el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo. Es por medio de esa manifestación del Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero que la presencia de Dios regresará al pueblo hebreo.

Por eso es que en Ezequiel, capítulo 37, el pueblo hebreo —representado en ese campo lleno de huesos secos— será restablecido, porque esos huesos secos son resucitados y se forma de nuevo ese ejército, esa nación; y luego lo último que le falta es tener espíritu, porque “el cuerpo sin espíritu está muerto”7; y Dios le dice al profeta Ezequiel que llame el Espíritu de Dios. Y ahora vean cómo él tiene que llamarlo; Dios dijo [verso 14]:

“Y pondré mi espíritu en vosotros, y viviréis (o sea que el cuerpo, si no tiene el espíritu, está muerto; la vida la da el espíritu), y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo Jehová hablé, y lo hice, dice Jehová”.

Y ahora, vean cómo fue que el profeta tuvo que profetizar. En el capítulo 37, verso 3 en adelante, cuando le es mostrado este campo de huesos, luego Dios le dice:

“Y me dijo: Hijo de hombre, ¿vivirán estos huesos? Y dije: Señor Jehová, tú lo sabes.

Me dijo entonces: Profetiza sobre estos huesos, y diles: Huesos secos, oíd palabra de Jehová.

Así ha dicho Jehová el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y viviréis.

Y pondré tendones sobre vosotros, y haré subir sobre vosotros carne, y os cubriré de piel, y pondré en vosotros espíritu, y viviréis; y sabréis que yo soy Jehová.

Profeticé, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso.

Y miré, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu.

Y me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así ha dicho Jehová el Señor: Espíritu, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos muertos, y vivirán.

Y profeticé como me había mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ejército grande en extremo”.

Ahora, para el tiempo final, lo que le faltará al pueblo hebreo será el Espíritu de Dios regresando al pueblo hebreo; porque el Espíritu de Dios, desde el tiempo en que el Evangelio pasó a los gentiles, el Espíritu de Dios ha estado en los gentiles, la presencia de Dios ha estado entre los gentiles con el Israel celestial, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y la presencia de Dios en y con la Iglesia del Señor Jesucristo, de edad en edad ha estado; y ha estado guiando a Su Iglesia de etapa en etapa, llevándola hacia la tierra prometida del nuevo cuerpo y hacia la tierra prometida del glorioso Reino Milenial, en donde estaremos con Cristo reinando como reyes y sacerdotes.

Y ahora, hemos visto que así como la presencia de Dios estuvo con el pueblo hebreo en esa trayectoria de Egipto a la tierra prometida; ahora la presencia de Dios, del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, que es Jesucristo, ha estado en el Israel celestial, en Su Iglesia, de etapa en etapa, guiando a Su Iglesia hacia la tierra prometida del nuevo cuerpo (o sea, del cuerpo glorificado y eterno) y hacia la tierra prometida del glorioso Reino Milenial.

Esto es lo que Él ha estado llevando a cabo de edad en edad, manifestando Su presencia de edad en edad. El Ángel del Pacto, que es el Ángel de Jehová, ha estado manifestado de edad en edad en el mensajero de cada edad, en medio de Su Iglesia; ahí ha estado la presencia de Dios, la presencia de Jehová: en medio del Israel celestial.

Y en este tiempo final entramos a la Edad de la Piedra Angular con la presencia de Dios, del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, que es el Señor Jesucristo en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo en la Edad de la Piedra Angular; porque el Ángel de Jehová es el mismo Jesucristo en Espíritu Santo.

Y ahora vean dónde está la presencia del Ángel de Jehová, de Jesucristo, en el Día Postrero: en Su Iglesia; para ahí estar cara a cara, delante del Ángel de Jehová, recibiendo Su Voz, Su Palabra, y así recibiendo todo el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final. Y durante el Reino Milenial pues estaremos con Él aquí en la Tierra, todos con cuerpos eternos, reinando con Cristo y viéndolo cara a cara también.

Ahora, en el capítulo 13 de Primera de Corintios, verso 12, dice:

“Ahora vemos por espejo, (en oscuridad); mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido”.

Esto es para la Edad de la Piedra Angular, en donde el Ángel del Pacto, que hemos visto a través de la historia de la Iglesia de Jesucristo manifestado en Sus ángeles mensajeros, ahora lo veremos en la Edad de la Piedra Angular en Su Ángel Mensajero manifestado, hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. Lo estaremos viendo cara a cara en Su manifestación en carne humana, porque a Dios nadie jamás le ha visto8.

Pero las personas que han dado testimonio en la Biblia que han visto a Dios cara a cara, lo han visto manifestado en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y luego, cuando el Verbo se hizo carne y habitó entre los seres humanos9, en aquel velo de carne llamado Jesús, los que vivieron en aquellos días vieron a Dios cara a cara en Su manifestación en carne humana.

Y para el Día Postrero, todos los escogidos que estarán viviendo en el tiempo final y recibirán la Voz de Cristo, el Mensaje de Jesucristo, la Palabra de Cristo para este tiempo final por medio de la manifestación de Cristo, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero: estarán viendo a Jesucristo cara a cara manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero.

O sea que lo que estarán viendo será el velo de carne donde Cristo estará manifestado; pero ese velo de carne, ese Ángel de Jesucristo, no es el Señor Jesucristo. Él solamente es el instrumento de Cristo para esa manifestación de Jesucristo del Día Postrero, en donde estaremos viendo la manifestación de Cristo, el Ángel del Pacto, cara a cara en este tiempo final; en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, que es la Edad de la Piedra Angular, la cual se cumple en medio de Su Iglesia en la América Latina y el Caribe.

Y esa manifestación de Cristo en medio de Su Iglesia en el Día Postrero, por medio de Su Ángel Mensajero, es la manifestación del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, manifestando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez y de Jesús por segunda vez. Así como en el lugar santísimo, sobre el propiciatorio, estaban los dos querubines de oro, que representan en la Iglesia de Jesucristo los ministerios de Moisés y Elías, y en el Templo que está en el Cielo representan los ministerios de Gabriel y Miguel, los Arcángeles que están en el Cielo, en el Templo de Dios.

Y ahora, en la Iglesia de Jesucristo los escogidos de Dios estarían viendo la manifestación de Dios del Día Postrero cara a cara: por medio del Ángel de Jesucristo enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. Y ahí es donde estaremos viendo la presencia del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, de Jesucristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, porque la presencia de Cristo ha estado de edad en edad en medio de Su Iglesia.

Él nunca ha dejado Su Iglesia, sino que ha permanecido en medio de Su Iglesia; y cuando ha terminado una edad, Él ha abierto una nueva edad enviando un nuevo mensajero.

Y Él guiando a Su Iglesia a la tierra prometida del nuevo cuerpo y la tierra prometida del Reino Milenial, nos llevará a la tierra prometida del nuevo cuerpo; así como nos ha colocado en la tierra prometida del bautismo del Espíritu Santo, que es la tierra prometida del segundo éxodo; como la tierra prometida del primer éxodo fue la tierra de Israel. Y la tierra prometida del tercer éxodo es el nuevo cuerpo que Él nos dará, y el glorioso Reino Milenial.

La tierra prometida como cuerpo es (como tierra, como cuerpo) es el nuevo cuerpo que Él nos dará, cuerpo glorificado; y la nueva tierra y nuevo reino es el glorioso Reino Milenial.

Ahora, hemos visto cómo se requiere la presencia de Dios en medio de Su pueblo para llegar a la tierra prometida. Moisés dijo: “Si Tú no vas conmigo, no nos saques de este lugar”.

Y ahora vean ustedes cómo el pueblo hebreo fue viajando de lugar en lugar. Y ahora vean cómo el Israel celestial ha ido viajando de edad en edad, y de lugar en lugar ha ido viajando la Iglesia de Jesucristo.

La primera edad se cumplió en Asia Menor, ahí tenemos un lugar; y luego, en la trayectoria de la Iglesia de Jesucristo, pasamos a la segunda edad, y se cumplió en Francia. Así como el pueblo hebreo era llevado de lugar en lugar, de territorio en territorio, y la presencia de Dios estaba con y en medio de Israel y con el profeta Moisés.

Y ahora hemos visto cómo Dios ha ido moviendo Su Iglesia de etapa en etapa, y de edad en edad, y de territorio en territorio; y cómo Él ha ido manifestándose por medio de Sus mensajeros, acompañando a Su Iglesia de edad en edad, y guiando a Su Iglesia de edad en edad por los diferentes territorios donde se cumpliría cada etapa de la Iglesia de Jesucristo.

Y ahora vean ustedes, acompañó a Su Iglesia en la edad que se cumplió en Asia Menor, la acompañó en la edad que se cumplió en Francia, la acompañó en la edad que se cumplió en Hungría, la acompañó en la edad que se cumplió en Escocia y en Irlanda, la acompañó en la edad que se cumplió en Alemania, la acompañó en la edad que se cumplió en Inglaterra, la acompañó en la edad que se cumplió en Norteamérica; y ahora está acompañando a Su Iglesia en la edad que se está cumpliendo en la América Latina y el Caribe: la Edad de la Piedra Angular, la edad más importante del Templo espiritual de Cristo, porque es la edad que corresponde al Lugar Santísimo.

Y ahora, todo lo que fue representado en Abraham, Isaac y Jacob, vean cómo se cumplió en el pueblo hebreo y cómo también se cumple en el Israel celestial, en la Iglesia del Señor Jesucristo.

Hemos llegado al tiempo más glorioso, en donde podemos ver la presencia del Señor Jesucristo, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, en medio de Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular, en el territorio latinoamericano y caribeño; y podemos ver cara a cara Su presencia manifestada en medio de Su Iglesia por medio de Su Ángel Mensajero, enviado para dar testimonio de todas estas cosas en las iglesias.

Ahora, Su Ángel no es el Señor Jesucristo; él solamente es el profeta mensajero de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino; por eso viene con el Mensaje del Evangelio del Reino dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final.

La presencia de Dios, de Jesucristo, el Ángel del Pacto, está en Su Iglesia y con Su Iglesia en este Día Postrero, y con Su Ángel Mensajero del Día Postrero; y nos llevará a la tierra prometida del cuerpo eterno y a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial. Seremos transformados cuando los muertos en Cristo resuciten, y luego todos juntos nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en la Casa de nuestro Padre celestial; para disfrutar esos tres años y medio de fiesta celestial, donde Él repartirá los galardones a cada uno de Sus hijos del Israel celestial; y ahí Él nos dará la posición que luego ocuparemos en Su Reino.

¿Recuerdan las graduaciones? Unos se gradúan… En una universidad que esté celebrando una graduación, unos se gradúan de abogados, otros se gradúan de doctores, otros se gradúan de tal o cual cosa, pero cada uno se gradúa en la universidad.

Y también esas graduaciones…, las de los doctores las llevan a cabo no sé si el mismo día o en otro día. Hay colegios que pueden hacer la graduación de todos a la misma vez, o pueden separar la graduación de los médicos un día, la graduación de los abogados otro día, la graduación de los ingenieros otro día; pero, recuerden, durante cierto tiempo es tiempo de graduación. Y ahí es donde obtienen el título, porque han pasado todos los estudios que se requerían para obtener su posición que desempeñarían como profesionales en la Tierra.

Y ahora, nosotros en la posición de reyes tenemos una graduación, que será en la Cena de las Bodas del Cordero. Ahí tendremos esa gran graduación, en la cual Dios se encargará de recompensar a cada uno según haya sido su obra, según haya trabajado en el Reino de Dios; tanto en lo espiritual como en lo físico, como haya trabajado espiritualmente y físicamente en el Reino de Dios.

Ahora, hemos visto cómo Cristo ha estado guiando a Su pueblo, a Su Iglesia, de edad en edad; y la presencia de Dios la hemos visto en medio del Israel celestial.

Y ahora, cuando Israel entró a la tierra prometida, vean ustedes, entró porque Dios entró, y Dios los llevó a la tierra prometida.

Hemos visto, en el templo de Moisés y templo que construyó Salomón, que el lugar santísimo es la parte más importante de ese templo. Y la Iglesia de Jesucristo en la actualidad se encuentra en el Lugar Santísimo, porque la Iglesia es el Templo espiritual de Jesucristo.

Y ahora, el sumo sacerdote una vez al año entraba al lugar santísimo del templo, lo cual representaba la entrada de Cristo al Lugar Santísimo del Templo celestial, en el cual Él ha estado desde que ascendió el Cielo: ha estado haciendo intercesión allí con Su Sangre preciosa, ha estado allí como Sumo Sacerdote haciendo intercesión. Pero en Espíritu Santo Él ha estado en Su Iglesia de edad en edad manifestado; y Él es el Sumo Sacerdote, por lo tanto, hemos tenido…

Así como el sumo sacerdote ministraba en el atrio y ministraba en el lugar santo y luego ministraba también en el lugar santísimo; Cristo, el Sumo Sacerdote Melquisedec del Templo que está en el Cielo, ha ministrado en el Atrio, en el Lugar Santo y en el Lugar Santísimo, desde el Génesis hasta entrar al Cielo.

Y ahora, en Su Iglesia, que es un Templo también, ha estado Jesucristo ministrando como Sumo Sacerdote: ha ministrado en el Atrio, de Adán a Jesús; ha ministrado en el Lugar Santo, desde el Día de Pentecostés hasta este tiempo final; y ministraría en el Lugar Santísimo, que es la parte más importante, en donde Él ministra en medio de Su Iglesia, y eso es para este Día Postrero en la Edad de la Piedra Angular.

Y la Obra que Él hace aquí, en la Edad de la Piedra Angular, es la que nos llevará a la transformación de nuestros cuerpos y a la resurrección de los muertos en Cristo. Y aun todavía Cristo estando como Sumo Sacerdote en el Cielo, refleja aquí, en la Edad de la Piedra Angular, todo lo que Él está realizando en el Cielo, en el Lugar Santísimo del Templo de Dios.

Y el sumo sacerdote en sus vestiduras tenía…, una de las cosas que tenía en sus vestiduras era una mitra o lámina de oro en la frente, colocada sobre el turbante o aquel gorro o… (¿Cómo le llaman? ¿“Mitra” es, Miguel?). La mitra es el turbante; y la diadema es la placa de oro, que es colocada ahí al frente, amarrada con unos hilos especiales. Y él entraba al templo, ¿y saben lo que decía ahí? “Santidad a Jehová”. Ahí estaba el Nombre de Dios escrito: YHW.

Ahora miren cómo estaba escrito sobre la frente del sumo sacerdote el Nombre Eterno de Dios, el cual entraba al lugar santísimo; el cual ministraba en el lugar del atrio, lugar santo y lugar santísimo también. Vean cómo Dios escribía sobre un hombre Su Nombre, en esa forma tan sencilla; porque Cristo, vean ustedes, para el Día Postrero escribiría Su Nombre sobre el Vencedor.

Y ahora, cuando escuchamos acerca del Nombre siendo escrito, pasamos a Apocalipsis, capítulo 22, verso 4, y dice:

“… y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes”.

¿Ven dónde es escrito el Nombre? En la frente.

También en Apocalipsis, capítulo 14, verso 1, dice:

“Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el (nombre) de su Padre escrito en la frente”.

Y ahora, aunque el Nombre de Dios ha estado todo el tiempo en Su Iglesia, porque ahí ha estado el Ángel del Pacto, que es el que tiene el Nombre Eterno de Dios, el Ángel de Jehová; ahora, es en la Edad de la Cabeza, que es la Edad de la Mente, ahí en la Frente es que es colocado, es escrito el Nombre Eterno de Dios, que es el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.

Estando el Ángel del Pacto en el lugar santísimo, pues allí tenía el Nombre. Donde esté el Ángel del Pacto, ahí está el Nombre.

Pero ahora, siendo escrito en una lámina de oro y colocada sobre la frente de Aarón, el sumo sacerdote, y luego en los sucesores de Aarón; ahora nos muestra que Cristo en el Día Postrero vendrá a Su Iglesia y estará en Su Iglesia; el cual ha estado de edad en edad —el Sumo Sacerdote— ministrando en sus diferentes etapas, y ahora se presenta en el Lugar Santísimo; y ahí el Sumo Sacerdote Jesucristo estará con ese Nombre Eterno, el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo; y en Su manifestación estará escrito ese nombre: el Nombre Nuevo del Señor Jesucristo y Nombre Eterno de Dios. Y eso es para la etapa del Lugar Santísimo, donde será revelado y será visto por los que estarán ahí el Nombre Eterno de Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo.

Hemos visto que estaba en el sumo sacerdote, en la frente del sumo sacerdote, y también encontramos que estaba en el lugar santísimo, sobre el propiciatorio, porque allí estaba el Ángel del Pacto.

Ahora podemos ver la parte invisible: el Ángel del Pacto que allí estaba; y podemos ver la parte visible: el sumo sacerdote con el Nombre escrito en la frente.

Y ahora, Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 12: “Al que venciere, yo le haré columna en el Templo de mi Dios; y escribiré sobre él el Nombre de mi Dios, y el Nombre de la Ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del Cielo, de mi Dios, y mi Nombre Nuevo”. Ahí podemos ver esa promesa para ser cumplida en el Día Postrero, en la Obra de Cristo ministrando como Sumo Sacerdote en el Lugar Santísimo.

Hemos visto la presencia de Dios en medio de Israel, acompañando al profeta enviado por Dios, Moisés; tipo y figura de la manifestación de la presencia de Jesucristo, el Ángel del Pacto, en el Israel celestial, acompañando al mensajero que Él tendría en cada edad y manifestándose por medio del mensajero de cada edad.

Y luego, en el Día Postrero, la presencia de Cristo en Espíritu Santo, la presencia del Espíritu Santo, la presencia del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, en la Edad de la Piedra Angular: acompañando al Ángel del Señor Jesucristo y a los escogidos de la Edad de la Piedra Angular, en el territorio latinoamericano y caribeño.

Y si alguno ha partido para otra nación, hasta allá le llegará la bendición de la presencia de Dios correspondiente a este tiempo final. Y todos llegaremos a la tierra prometida del nuevo cuerpo y también a la tierra prometida del glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo.

Continuaremos mañana bajo el tema “EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO”. Ahí veremos también toda esa parte de la descendencia de Efraín, que es el que tiene la promesa de la bendición de formar multitud de naciones; promesa que se cumple por medio de Cristo en la Obra que Él ha estado haciendo y que continúa haciendo en este tiempo final, con y en medio de naciones gentiles.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, que está en medio nuestro en este tiempo final, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto todos seamos transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Dejo nuevamente por aquí al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta noche, dándole gracias así a nuestro amado Señor Jesucristo.

Vamos a ver si Miguel llega por aquí… (¿Qué hora tenemos, Miguel, por acá? ¿8:00 nada más?). ¡Todo lo que hemos escuchado, y todavía no son ni las 10:00 de la noche! Las 8:00 de la noche, hemos terminado bien temprano. Esta es la hora de comenzar en algunos lugares en México, ¿verdad?; y en Chile algunas veces comenzamos a las 8:00 o a las 8:30, más o menos; y aquí estamos terminando ya tempranito.

Ese es nuestro anhelo en nuestra trayectoria, en la cual estamos pasando por esta Tierra; pero vamos rumbo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial; y para llegar allá, necesitamos ser como Cristo nuestro Salvador: necesitamos tener el cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo.

Por eso nuestro anhelo es ser como Cristo, para llegar a la Ciudad celestial, a la Nueva Jerusalén; llegar allá al Cielo, a la Jerusalén celestial, y así disfrutar esa gran fiesta.

“Sigo a Jesucristo”, e iremos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. “Sigo a Jesucristo”, porque Su presencia está con nosotros en este tiempo final en medio de Su pueblo.

Hablemos de Cristo a todas las personas, y demos a conocer lo que Él nos ha prometido a nosotros, y que Él está preparándonos ya para llevarnos a la Cena de las Bodas del Cordero.

Siempre hablando, en nuestra trayectoria por esta Tierra, siempre hablando de Cristo y de Su presencia en medio de Su Iglesia en este tiempo final, así como ha sido en tiempos pasados; y dando a conocer la bendición tan grande que Él está dándonos en este tiempo final para pronto ir a la Cena de las Bodas del Cordero.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y dejo nuevamente con nosotros al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar y finalizar nuestra parte en esta ocasión.

Mañana estaremos con el tema: “EL VELO QUE CRISTO NOS HA QUITADO”. Oren mucho para que mañana Dios nos dé todo lo que Él desee que nosotros escuchemos, y nos abra así el entendimiento, y veamos cara a cara.

Recuerden que detrás del velo es que se ve cara a cara; por lo tanto, hay que pasar al otro lado del velo, tiene que ser quitado el velo para poder ver cara a cara.

Bueno, ya vamos a dejar a Miguel, porque si no, tendríamos el tema de mañana, y ya mejor es que lo dejemos quietecito para mañana.

Que Dios les bendiga, y continúen pasando todos una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador. Dios les bendiga.

“MI PRESENCIA IRÁ CONTIGO”.

[Revisión abril 2021]

1 San Mateo 10:42, San Marcos 9:41

2 Salmos 22:22

3 Josué 3:14-17

4 1 Reyes 8:12-66, 2 Crónicas 6:1-42

5 1 Reyes 8:1-11, 2 Crónicas 5:2-14

6 San Mateo 25:6

7 Santiago 2:26

8 San Juan 1:18, 1 Juan 4:12

9 San Juan 1:14

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