El Ángel con la revelación de Jesucristo

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes aquí en Santa Cruz, Bolivia. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual deseo leer en Apocalipsis, capítulo 1, versos 1 al 3, donde nos dice de la siguiente manera:

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan,

que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto.

Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL ÁNGEL CON LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO”.

Revelar es ‘dar a conocer’, y este Ángel con la revelación de Jesucristo viene dando a conocer a Jesucristo. Por eso este Ángel viene con la revelación de Jesucristo de todas las cosas que han de suceder, y viene mostrando las cosas que Jesucristo estaría realizando, haciendo, a través de las diferentes etapas o edades de Su Iglesia.

Y Juan el apóstol recibe esta revelación apocalíptica de Jesucristo por medio de este Ángel, el cual es un mensajero que viene dando a conocer las cosas que han de suceder; y los que vienen dando a conocer las cosas que han de suceder son los profetas de Dios.

Este Ángel, encontramos que al traerle a Juan el apóstol esta revelación apocalíptica, Juan quiso adorarlo en dos ocasiones.

La primera ocasión la encontramos en Apocalipsis, capítulo 19, versos 6 al 10, donde dice (vamos a ver)… Capítulo 19, versos 7 al 10, dice:

“Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado.

Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente; porque el lino fino es las acciones justas de los santos.

Y el ángel me dijo: Escribe: Bienaventurados los que son llamados a la cena de las bodas del Cordero. Y me dijo: Estas son palabras verdaderas de Dios.

Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.

Y la segunda ocasión en que Juan quiso adorar a este Ángel fue en Apocalipsis, capítulo 22, versos 6 al 9, donde dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.

¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro.

Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.

¿Por qué Juan, siendo un apóstol tan importante de Jesucristo, quiso en dos ocasiones adorar a este Ángel del Señor Jesucristo, y el Ángel le dijo que no lo hiciera?

Hay dos cosas muy importantes aquí: el deseo de Juan de adorar al Ángel y la negativa del Ángel para recibir esa adoración.

Juan había recibido al Ángel de Jesucristo, que viene con la revelación de Jesucristo; y por consiguiente, en el Ángel de Jesucristo, Jesucristo está revelándose. Y Juan ve todo eso, y por consiguiente Juan quiso adorar al Ángel de Jesucristo, a causa de que Jesucristo estaba revelándose por medio de Su Ángel Mensajero. Y el Ángel le dijo que no lo hiciera, por cuanto el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo.

El Ángel del Señor Jesucristo es un profeta que viene dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y que en este tiempo final estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo revelándole a la Iglesia de Jesucristo todas estas cosas que tienen que suceder en este tiempo final.

Vean, viene dando a conocer las cosas que han de suceder; y se identifica como un consiervo de Juan el apóstol, y también como un consiervo de los profetas y de los que guardan las palabras de la profecía de este libro; de todos los que tienen el testimonio del Señor Jesucristo; o sea, que creen en nuestro amado Señor Jesucristo y han lavado sus pecados en la Sangre del Señor Jesucristo, el Cordero de Dios, y han recibido Su Espíritu Santo.

Ahora, cuando él se identifica como uno de los consiervos de Juan y de los profetas, se está identificando como profeta; porque cuando usted va a algún lugar, y hay un médico allí, y llega otra persona, y le dice a usted, el médico que está con usted le dice: “Este es uno de nuestros colegas”, ¿qué le está diciendo? Que ese es un médico también.

Y ahora, Juan el apóstol escucha estas palabras del Ángel de Jesucristo. Está escuchando que él es un consiervo con Juan y con los profetas, y con los que temen el Nombre del Señor, o sea, con los que tienen el testimonio de Jesucristo y guardan las palabras de esta profecía, las palabras escritas en esta profecía.

Aquí el Ángel se identifica como un profeta (los profetas son los que vienen dando testimonio de las cosas que han de suceder); y se identifica como un redimido por la Sangre de Cristo al identificarse como uno de los consiervos de Juan, de los profetas y de los que guardan las palabras de la profecía de este libro, y de los que tienen el testimonio de Jesucristo, o sea, de los que creen en Jesucristo y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo.

Este es el Ángel que en Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 en adelante, sube de donde nace el sol y viene con el Sello del Dios vivo. ¿Y cuál es el Sello del Dios vivo? El Espíritu Santo. “No contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención (o sea, hasta el día o para el día de la redención)”, nos dice San Pablo en Efesios, capítulo 4 y verso 30.

Y también en el capítulo 1 nos dice San Pablo (versos del 10 al 14, por ahí), nos dice que hemos sido sellados con el Espíritu Santo, que son las arras de nuestra salvación. Vamos a ver aquí, en Efesios, capítulo 1, para leerlo tal y como fue dicho por San Pablo; capítulo 1, versos 13 al 14, dice:

“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,

que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria”.

Los que han de ser transformados en el Día Postrero y los que han de ser resucitados en cuerpos eternos son los que han creído en Cristo como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo; y así han recibido el Sello del Dios vivo, el Sello con el cual Él nos ha sellado; o sea, el Espíritu Santo.

Y por consiguiente hemos obtenido así el nuevo nacimiento, y hemos obtenido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; un cuerpo en el cual la persona, si muere físicamente (si su cuerpo físico muere), pues sigue viviendo en ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y va al Paraíso, que es la sexta dimensión, en donde hay árboles, hay pajaritos, hay animales. Es otro mundo, otra dimensión, pero que no tiene los problemas que tenemos nosotros acá en esta dimensión terrenal; y no tienen que estar madrugando para ir al trabajo, porque allí no se trabaja como se trabaja acá.

Acá los hijos e hijas de Dios están viviendo en una fase o etapa en donde, juntamente con la raza humana, físicamente todos estamos esclavizados, como estuvo el pueblo hebreo en Egipto.

Miren, la mayor parte de las personas trabajan todo el año, el año completo; y ya para el próximo año tienen que volver a trabajar, porque lo que ganaron se les fue en la comida, en ropa, en auto (si tienen auto), en pago de casa (si están pagando casa), y en las demás cosas; y no pudieron economizar para dejar de trabajar; porque la raza humana está viviendo como vivió el pueblo hebreo en Egipto.

Pero en el Paraíso, la sexta dimensión, no hay esta situación, no está esta situación. Allí ni trabajan, ni comen, ni duermen; por lo tanto, no tienen que madrugar, levantarse temprano, porque no duermen. Allí no hay oscuridad, no hay noche; no hay hambre. No tienen ellos allí las necesidades que tenemos nosotros acá en estos cuerpos mortales; porque en el cuerpo en que ellos están es un cuerpo de la sexta dimensión; se le llama también “espíritu”: es el espíritu teofánico de la sexta dimensión.

Y ahora, para el Día Postrero, vean ustedes, las palabras que el apóstol habló (San Pablo): “Si nuestra casa terrestre se deshiciera (o sea, se muere el cuerpo físico), tenemos una casa, un edificio no hecho de manos”1. Ese es el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, al cual van a vivir, en el cual van a vivir, los santos que parten de esta dimensión; pero si ocurre la resurrección de los muertos en Cristo, ellos resucitarán en un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo, ellos entrarán en ese cuerpo con el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Es que el ser humano tiene dos cuerpos; o sea, el ser humano —la persona— es alma, pero tiene dos cuerpos, que son el cuerpo físico y el espíritu, que es un cuerpo de otra dimensión.

Y Dios les da a Sus escogidos, a Sus hijos, que creen en Jesucristo como su Salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo: les da un nuevo cuerpo teofánico, de la sexta dimensión, al producirse en ellos el nuevo nacimiento. Y nos dará en el Día Postrero, en el tiempo final, en la resurrección de los muertos en Cristo, un cuerpo eterno físico y glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo, tanto a los que resucitarán en cuerpos eternos como a nosotros los que vivimos; porque Él nos transformará; y entonces seremos plenamente a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo: teniendo un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y teniendo un cuerpo físico eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y ahora, en este Programa, que es para la perfección de los hijos e hijas de Dios, para llegar a la perfección: llegar a la estatura de Jesucristo, a la Venida de Jesucristo; vean ustedes, hemos tenido todo este Programa que Cristo ha estado llevando a cabo, como Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y luego resucitando; y luego ascendiendo al Cielo y sentándose a la diestra de Dios, en el Trono de Dios en el Cielo, para hacer intercesión por cada persona que tiene su nombre escrito en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo.

Así como el sumo sacerdote en la Tierra entraba el día 10 del mes séptimo con la sangre de la expiación del macho cabrío, y la colocaba con su dedo esparciendo siete veces sobre el propiciatorio: ahora Cristo, en el Trono de Dios que está en el Cielo, hace lo mismo; y Él lleva unos dos mil años en el Templo de Dios en el Cielo, porque Él es el Sumo Sacerdote Melquisedec, el Sacerdote del Templo que está en el Cielo.

Por eso cuando Él murió Él no podía tomar Su Sangre y entrar al lugar santísimo del templo que estaba en Jerusalén; porque a ese templo, y en los templos terrenales que el pueblo hebreo había tenido, entraba el sumo sacerdote, el cual siempre era o tenía que ser un descendiente de Aarón. Pero el templo terrenal y los sacerdotes terrenales y sumos sacerdotes terrenales representaban al Templo celestial y al Sumo Sacerdote del Templo celestial, que es nuestro amado Señor Jesucristo.

Él es el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo conforme al Orden de Melquisedec2</a>; Él es aquel Melquisedec que le apareció a Abraham, y le dio pan y vino3</a>; y Él es también aquel Elohim que le apareció a Abraham y comió con Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y de Gomorra4.

Y ahora, nuestro Melquisedec, nuestro Sumo Sacerdote, que es nuestro amado Señor Jesucristo, ha estado en el Cielo por todo este tiempo, haciendo intercesión por todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, que son el Israel celestial; así como el sumo sacerdote terrenal de la descendencia de Aarón, y el mismo Aarón, hacían intercesión llevando la sangre del macho cabrío al lugar santísimo el día 10 del mes séptimo de cada año, que era el día de la expiación. Eso mismo es lo que Cristo ha estado haciendo, pero en el Templo de Dios que está en el Cielo, allá en el Lugar Santísimo del Templo de Dios del Cielo.

Y ahora, Cristo como Sumo Sacerdote, vean la Obra maravillosa que ha estado haciendo para la reconciliación del Israel celestial, para la reconciliación de cada hijo e hija de Dios que pertenece a ese Israel celestial; y por consiguiente, es simiente de Abraham por la fe en Cristo, porque todos los creyentes son simiente de Abraham: todos los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo, y pertenecen al Israel celestial; así como los descendientes de Abraham según la carne son el Israel terrenal.

Ahora, el Israel celestial tiene una bendición mayor que el Israel terrenal. Y por eso es que para el Día Postrero todos los escogidos que pertenecen al Israel terrenal, que estarán viviendo en este planeta Tierra, tienen la promesa que serán llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta, la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino; pues Cristo dijo: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos” (San Mateo, capítulo 24 y verso 31).

Ahora, podemos ver que para este tiempo final tenemos la promesa del llamado de todos los escogidos con la Gran Voz de Trompeta; así como para cada etapa de la Iglesia de Jesucristo, durante estos dos mil años que han transcurrido, Dios ha estado llamando a Sus escogidos por medio de Sus mensajeros que Él ha enviado de etapa en etapa, de edad en edad.

Aquí tenemos un diagrama que representa a la Iglesia del Señor Jesucristo en la forma que ha venido de etapa en etapa. Aquí tenemos la primera etapa entre los gentiles de la Iglesia de Jesucristo; y su mensajero fue el apóstol San Pablo, enviado a los gentiles5</a>; y por medio de San Pablo, Cristo, que es la Luz del mundo6, resplandeció y alumbró a los gentiles allá en Asia Menor.

En el candelero o candelabro que el pueblo hebreo tenía en el lugar santo del templo o tabernáculo, encontramos que están representadas las siete etapas de la Iglesia gentil y también los siete ángeles mensajeros. Por eso es que en Apocalipsis Dios, Cristo dice a Juan el apóstol que las siete estrellas son los siete ángeles de las siete iglesias, y nos dice también… Vamos a leerlo directamente aquí, porque todo esto son los símbolos o tipos y figuras, los cuales representan las cosas reales de la Iglesia de Jesucristo. Capítulo 1 del Apocalipsis, dice, versos 16 en adelante, dice:

“Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.

Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último;

y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas.

El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias”.

Aquí podemos ver cómo está representada la Iglesia de Jesucristo en esos siete candeleros, y cómo los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia están representados en esas siete estrellas.

Ahora, aquí tenemos las siete edades de la Iglesia gentil y los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y de edad en edad, de etapa en etapa, Cristo ha enviado un mensajero; y ese mensajero ha traído el Mensaje de Dios para el tiempo en que ha sido enviado; y por medio de ese Mensaje de Jesucristo en el mensajero que ha enviado, los escogidos de Dios han sido llamados, y han sido juntados en el Cuerpo Místico de Jesucristo, y han venido a formar parte de la Iglesia de Jesucristo. Así ha sucedido de etapa en etapa, de edad en edad.

¿Y qué ha estado sucediendo? Que se ha estado materializando lo que en el templo o tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón estaba en el lugar santo de ese templo. Todo lo del lugar santo de ese templo se materializa en la Iglesia de Jesucristo durante esas siete etapas o edades de la Iglesia gentil.

Pero un templo sin lugar santísimo no es un templo para Dios; porque el lugar santísimo es el lugar más importante, porque es el lugar para morada de Dios. Por eso el templo hebreo que construyó Salomón y el tabernáculo que construyó Moisés tenía el lugar santísimo, donde estaba el arca del pacto; y dentro del arca del pacto estaban las tablas de la Ley, estaba el maná en una vasija de oro, estaba la vara de Aarón que reverdeció; y, vean ustedes, sobre el arca del pacto estaba el propiciatorio, que era la tapa del arca del pacto; y ahí tenía una cornisa así levantada, y tenía los dos querubines de oro, y en medio estaba la presencia de Dios en la Luz de la Shekinah.

Ahí Aarón, una vez al año, venía y colocaba la sangre de la expiación; y colocaba – entraba con el incensario encendido, pues tenía los carbones que había tomado del altar del incienso encendidos ahí; y echaba el perfume, el incienso molido, lo echaba dentro del incensario; y ahí se levantaba el humo cuando era quemado el incienso, y se levantaba el humo y cubría todo el propiciatorio. Y ahí estaba la Luz de la Shekinah resplandeciendo, y le hablaba a Aarón y también le hablaba a Moisés; pues Dios dijo que le hablaría a Moisés desde el propiciatorio, de en medio de los dos querubines.

Eso está en el capítulo 25 del Éxodo, versos 21 al 22. Vean, para que tengan un cuadro claro: Éxodo, capítulo 25, 21 al 22, dice:

“Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

El testimonio que Dios le dio a Moisés para colocarlo en el tabernáculo, ¿dónde lo colocó? En el lugar santísimo. Y para el tiempo final, el Ángel del Señor Jesucristo viene dando testimonio de todas las cosas que deben suceder en el tiempo final.

Luego que las siete etapas de la Iglesia gentil han terminado…; cada una de esas etapas fue cumplida en cierto territorio del planeta Tierra:

• La primera etapa entre los gentiles —de la Iglesia de Jesucristo— se cumplió en Asia Menor, y San Pablo fue su mensajero.

• La segunda etapa se cumplió en Francia, y el mensajero para esa etapa fue Ireneo.

• La tercera se cumplió en Hungría y también parte en Francia, y su mensajero fue Martín.

• La cuarta se cumplió en Irlanda y en Escocia, y su mensajero fue Colombo.

• La quinta se cumplió en Alemania, y su mensajero fue Lutero.

• La sexta se cumplió en Inglaterra, y su mensajero fue John Wesley.

• La séptima se cumplió en Norteamérica, y su mensajero fue el reverendo William Branham.

Y así se cumplieron las siete etapas de la Iglesia gentil, las cuales se materializaron en cada uno de esos lugares, y así fue creada la parte del Lugar Santo de la Iglesia del Señor Jesucristo; porque la Iglesia del Señor Jesucristo es el Templo de Jesucristo.

La Escritura nos enseña que la Casa de Dios, que es la Iglesia de Jesucristo, es un Templo7</a>; así como el pueblo hebreo tuvo el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón, y otros templos que fueron la restauración o restauraciones, los cuales tipificaban el Templo de Dios que está en el Cielo, y por consiguiente tipificaban también a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, Cristo está construyendo un Nuevo Templo con piedras vivas, o sea, con seres humanos. Y ya hemos visto cómo ha materializado en seres humanos, en la construcción de Su Templo espiritual, ha materializado el Lugar Santo; y ahora lo que queda es la construcción del Lugar Santísimo de ese Templo espiritual de Cristo, que es aquí, la Edad de la Piedra Angular.

Y la construcción de Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo corresponde al territorio latinoamericano y caribeño, donde son llamados y juntados todos los escogidos de Dios con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, para así construirse esa parte del Templo espiritual de Cristo y completarse ese Templo; y ser todos adoptados (o sea, “ser todos”, los que han tenido parte en ese Templo espiritual): los que ya han partido ser resucitados en cuerpos eternos, y nosotros los que vivimos ser transformados; y tener el cuerpo eterno, y ser iguales a nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, vean dónde nos encontramos en la construcción del Templo espiritual de Jesucristo: nos ha tocado la bendición y privilegio de vivir en la América Latina y el Caribe, donde Jesucristo está llamando y juntando a Sus escogidos con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, ¿y los está colocando dónde? En la Edad de la Piedra Angular del Cuerpo Místico de Cristo, que es la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Jesucristo.

Y cuando se complete esa parte del Templo espiritual de Cristo: se complete la construcción del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual…; así como Moisés dedicó a Dios el tabernáculo cuando lo terminó, cuando terminó su construcción, y Dios entró en esa nube de luz, la Columna de Fuego que acompañaba al pueblo hebreo: entró a Su templo y moró allí.

Y encontramos que moró sobre el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro. Y desde allí le hablaba a Moisés todas las cosas que Él quería que Moisés le hablara al pueblo hebreo; desde allí dice Dios que se manifestará, se revelará, y le hablará a Moisés. Dice:

“Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

O sea que el Mensaje de Dios para el pueblo hebreo, cuando ya estaba construido el tabernáculo o templo que construyó Moisés, ¿de dónde venía? Venía del lugar santísimo, de sobre el propiciatorio, desde donde Dios le hablaba al profeta Moisés. Y para este tiempo final sabemos que Dios va a tratar nuevamente con el pueblo hebreo.

El pueblo hebreo, desde que rechazó a Cristo y pidió Su muerte y fue crucificado Jesucristo, se detuvo el trato de Dios con el pueblo hebreo: se detuvo el trato de Dios a la mitad de la semana número setenta8</a>; y se abrió la Dispensación de la Gracia para Dios tratar con los gentiles, de entre los cuales llamaría un pueblo para Su Nombre9, con el cual formaría Su Iglesia y el cual sería Su Iglesia, y así formaría Su Templo espiritual.

Ahora podemos ver que ya no se necesita el templo que construyó Moisés y el que construyó Salomón, porque Jesucristo está construyendo un Nuevo Templo con seres humanos, que es Su Iglesia. Y cuando sea completado ese Templo, el cual se completará cuando el último de los escogidos de Dios sea llamado y juntado y colocado en el Templo espiritual de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, entonces se completará ese Templo; y Dios vendrá en toda Su plenitud y se manifestará en Su Iglesia en toda Su plenitud, resucitando a los muertos en Cristo y transformándonos a nosotros los que vivimos, y dándonos así un cuerpo inmortal, incorruptible, glorificado y eterno, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, vean que lo mismo que sucedió cuando Moisés dedicó el templo a Dios, al terminar su construcción, y también lo mismo que sucedió cuando Salomón terminó la construcción del templo y lo dedicó a Dios: que Dios entró a ese templo o a esos templos10</a>; así Dios entrará en toda Su plenitud a Su Templo espiritual, Su Iglesia, cuando se haya completado la construcción de ese Templo espiritual, o sea, cuando haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios.

Y entrará hasta el último de los escogidos de Dios en este tiempo final, bajo el llamado de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino; porque Dios ha prometido que “enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a todos Sus escogidos”.

Esto es para ser cumplido en este tiempo final, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, donde serán llamados y juntados todos los escogidos de Dios; y luego se cumplirá también para el pueblo hebreo, donde serán llamados y juntados 144.000 hebreos (12.000 de cada tribu), conforme a Apocalipsis, capítulo 7, verso 2 al 8; y capítulo 14 del Apocalipsis, donde ya aparecen sellados y con el Nombre del Cordero y el Nombre de su Padre escrito en sus frentes.

Ahora podemos ver que hay una bendición grande para el pueblo hebreo, pero tienen ellos que esperar hasta que se complete la construcción del Templo espiritual de Cristo; y para eso pues son llamados y juntados todos los escogidos de Dios. Y por esa causa es que en este tiempo final ha surgido el llamado de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino (¿dónde?) en la América Latina y el Caribe, donde se está materializando la Edad de la Piedra Angular, la Edad del Lugar Santísimo del Templo espiritual de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y cuando se complete el número de los escogidos y sean ya – estén ya en el Cuerpo Místico de Cristo, entonces Dios se manifestará en toda Su plenitud en Su Iglesia, y resucitará a los muertos en Cristo, y a nosotros los que vivimos nos transformará. Y así será que Dios para el tiempo final habitará en los miembros de Su Iglesia en toda Su plenitud; y estaremos todos con cuerpos glorificados, cuerpos eternos, iguales al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, podemos ver que esto es una bendición grande que Él ha prometido para todos nosotros los que vivimos en este tiempo y para los que vivieron en las edades pasadas y creyeron en nuestro amado Señor Jesucristo.

San Pablo, hablándonos de este misterio (porque es un misterio del Reino de Dios), dice en Primera de Corintios, capítulo 15, versos 49 en adelante (49 al 55):

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal (o sea, de Adán), traeremos también la imagen del celestial (o sea, de Jesucristo).

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir)<em>; pero todos seremos transformados (o sea, viene una transformación, en donde obtendremos un cuerpo eterno)…”.

Ahora, ¿cuándo será? Dice San Pablo:

“… en un momento, en un abrir y cerrar de ojos…”.

Ojos son profetas. Vean, tienen que —estos mensajeros— terminar sus ministerios; y después de eso es que viene la Edad de la Piedra Angular, donde son llamados y juntados los últimos escogidos de Dios; y cuando se complete el número de los escogidos de Dios, entonces los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados. Pero ya hemos tenido aquí un abrir de ojos y cerrar de ojos: cada ángel mensajero es uno de los ojos que tiene el Cordero en cada uno de Sus siete cuernos en Apocalipsis, capítulo 5, versos 5 al 7.

Vean cómo nos habla de estos ojos; son los ojos de Jehová, de Dios, que recorren toda la Tierra. Apocalipsis, capítulo 5, dice:

“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra”.

Esos siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra aparecen también en Apocalipsis, capítulo 1, verso 4, donde dice:

“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono”.

Y en el capítulo 4 de Apocalipsis también nos habla de estos siete espíritus, y dice el verso 5 (del capítulo 4 de Apocalipsis, dice):

“Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios”.

Ahora, vean, los siete espíritus de Dios aquí son – están como las siete lámparas. Luego, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 6, los siete espíritus de Dios son los siete ojos de Dios que recorren toda la Tierra. Son estas siete manifestaciones del Espíritu de Dios en las siete edades de la Iglesia gentil, en cada uno de esos siete ángeles mensajeros de Dios.

La manifestación de Dios en cada uno de ellos fue la manifestación de los siete ojos de Dios que recorren toda la Tierra, o sea, de los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra: el Espíritu Santo recorriendo la Tierra en estas siete etapas de la Iglesia gentil.

Y ahora, cuando apareció un mensajero, ahí fue abierto uno de los ojos de Dios que recorren toda la Tierra; y cuando murió el mensajero, ahí fue cerrado ese ojo divino en donde estaba Dios manifestado. Es “en un abrir y cerrar de ojos”, nos dice la Escritura; en términos proféticos, ojos representa profetas.

Y ahora, continuemos viendo lo que sigue diciendo San Pablo de este gran misterio correspondiente a este tiempo final. Dice:

“… en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”.

¿Cuándo será?

“… a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”.

¿Y qué es una Trompeta? Es la Voz de Dios, la Voz de Cristo, hablándole a Su Iglesia.

Para que tengamos claro lo de la Voz de Trompeta, leemos en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, donde dice:

“Yo estaba en el Espíritu (dice Juan) en el día del Señor (el Día del Señor, que es el Día Postrero o séptimo milenio), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Y quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz del Señor Jesucristo hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero. Esa misma Voz que le habló a Juan el apóstol le estaría hablando a Su Iglesia en el Día del Señor, que es el Día Postrero, o sea, el séptimo milenio. Y esta es la misma Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final de la cual habla el apóstol San Pablo aquí en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 52. Sigue diciendo:

“… y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.

Primero los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados. Nuestro cuerpo mortal, corruptible y temporal será cambiado, transformado; nuestros átomos serán cambiados, seremos transformados. Y entonces tendremos un cuerpo igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo: inmortal, incorruptible y glorificado, para vivir en él por toda la eternidad jovencitos: representando por toda la eternidad de 18 a 21 años de edad; o sea, en la flor de la juventud viviremos por toda la eternidad, por cuanto ese será un cuerpo eterno. No se pondrá viejo, no se enfermará, no morirá, no tendrá ningún problema de los problemas que tenemos nosotros en este cuerpo mortal y temporal y corruptible que hemos obtenido aquí en la Tierra por medio de nuestros padres terrenales; pero por medio de nuestro Padre celestial recibiremos el cuerpo eterno y glorificado.

Ahora, vean ustedes, sigue diciendo:

“… y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

Y ya no habrá más muerte que pueda matar nuestro cuerpo, porque ya tendremos un cuerpo inmortal.

Por eso es tan importante para el ser humano, mientras vive aquí en la Tierra, hacer contacto con la vida eterna, que es Jesucristo: recibirlo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo; y así obtener el nuevo nacimiento, nacer en el Reino de Dios con vida eterna. Ahí es donde recibe la vida eterna y ahí es donde la persona queda sellada con el Sello del Dios vivo, para en el Día Postrero recibir el cuerpo eterno. Si murió, pues será resucitado en un cuerpo nuevo; y si está vivo, pues será transformado y entonces tendrá el nuevo cuerpo.

Ahora, recuerden que este es un plan que Dios ha hecho desde antes de la fundación del mundo; y por eso es que nadie puede ni adelantarse, ni puede adelantar este Plan Divino, ni puede atrasarlo tampoco.

Antes de los muertos en Cristo resucitar en cuerpos eternos y nosotros ser transformados, recuerden, todos los escogidos de Dios, que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, tienen que ser llamados y juntados: ser colocados en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, que es Su Iglesia y que es también Su Templo espiritual. Cristo está construyendo Su Templo espiritual, para morar en ese Templo espiritual; morar Dios en Espíritu en toda Su plenitud.

Ahora, podemos ver el por qué hemos tenido —de Cristo hacia acá— dos mil años. Y aunque desde los días de los apóstoles, luego de partir Jesús al Cielo, se ha estado anunciando la Segunda Venida de Cristo…; y muchos pensaron que se iba a cumplir en aquel tiempo de los apóstoles. Y por cuanto Cristo dijo de Juan el apóstol a Pedro, en una ocasión en que ya Cristo estaba resucitado… Vamos a ver qué fue lo que pasó. En el capítulo 21 de San Juan, dice [verso 20]:

“Volviéndose Pedro (pues iba caminando con Jesús, Pedro), vio que les seguía el discípulo a quien amaba Jesús (o sea, ¿les seguía quién? Juan el apóstol, el cual era un jovencito en los días de Jesús y Pedro; e iba siguiendo a Jesús y a Pedro, que iban adelante), el mismo que en la cena se había recostado al lado de él, y le había dicho: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?

Cuando Pedro le vio, dijo a Jesús: Señor, ¿y qué de este?”.

Porque Jesús le había dicho a Pedro: “Sígueme”11 (y ahora…), y le había dicho también a Pedro: “Apacienta mis ovejas”12. Y ahora:

“Jesús le dijo: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú.

Este dicho se extendió entonces entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. Pero Jesús no le dijo que no moriría, sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti?

Este es el discípulo que da testimonio de estas cosas, y escribió estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero”.

El mismo Juan es el que está explicando lo que sucedió. Y aquí Juan estando vivo dice que lo que Jesús dijo no quiere decir que él no iba a morir, sino: “¿Qué a ti?, si yo quiero que él quede hasta que yo venga”.

Juan había visto en la visión del Monte de la Transfiguración, juntamente con Pedro y Jacobo, había visto en esa visión la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; vio a Jesucristo transfigurado, vio Su rostro como el sol, Sus vestidos blancos como la luz o resplandecientes como la luz, y también vio a Moisés y a Elías, uno a cada lado13</a>; pues Cristo había dicho que el Hijo del Hombre vendría con Sus Ángeles, y entonces pagaría a cada uno conforme a sus obras14.

Y ahora, cuando les muestra lo que (en visión) lo que sería la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, pues aparece Cristo con Su rostro como el sol; ¿por qué? Porque Cristo es la Luz del mundo, y por consiguiente Él es el Sol de Justicia; y conforme a Malaquías, capítulo 4, verso 2, nos dice:

“Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación…”.

Y también en el libro del Apocalipsis, en el capítulo 1, verso 14, dice:

“Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;

y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas.

Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza”.

Aquí lo tenemos con Su rostro como el sol, al Hijo del Hombre.

Y en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, dice… Aquí tenemos también la Venida del Hijo del Hombre, la Venida del Señor; dice:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol (aquí lo tenemos con Su rostro como el sol también), y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces”.

Este Ángel Fuerte que desciende del Cielo es Cristo, el Ángel del Pacto, el cual libertó al pueblo hebreo allá de la esclavitud en Egipto; y es el mismo que se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, y fue conocido por el nombre de Jesús. Él es el mismo Ángel Fuerte que desciende del Cielo en Apocalipsis, capítulo 10; es el mismo que viene con Su rostro como el sol; es el mismo que en el Monte de la Transfiguración apareció resplandeciendo con Su rostro como el sol.

Y ahora, aparecieron al lado de Jesús (uno a cada lado) Moisés y Elías; porque los Ángeles del Hijo del Hombre, con los cuales Él viene, son los Dos Olivos.

Por eso ustedes encuentran en Zacarías, capítulo 4, el candelabro o candelero con sus siete lámparas; y encuentra dos árboles de olivo, uno a la derecha y el otro a la izquierda. Y esas dos ramas de olivo, que vierten aceite como oro por dos tubos de oro, son (dice el Ángel que le apareció al profeta Zacarías)… Veamos en el capítulo 4, Zacarías quiso saber lo que eso significaba. Capítulo 4, verso 11 en adelante, dice:

“Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda?

Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?

Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.

Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra (los Dos Ungidos)”.

En Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 en adelante, nos muestra estos Dos Ungidos, estos Dos Olivos, y dice:

“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra”.

Aquí podemos ver que son estos Dos Olivos los ministerios de Moisés y Elías. Y por esa razón aparecieron Moisés y Elías, uno a cada lado de Jesús, en el Monte de la Transfiguración: porque Jesús en el Monte de la Transfiguración les está mostrando la visión – una visión: la visión de la Segunda Venida de Cristo, de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; está mostrándoles allí, en visión, lo que Él hará en el Día Postrero.

Y para el Día Postrero el Hijo del Hombre, que es la manifestación de Cristo, el Ángel del Pacto, viniendo en el Día Postrero manifestado y operando los ministerios de Moisés y de Elías y de Jesús en el tiempo final, será el cumplimiento de la visión del Monte de la Transfiguración y de estas visiones que Juan el apóstol tuvo en Apocalipsis, en donde vio a Cristo, el Hijo del Hombre, con Su rostro como el sol y con Sus vestiduras resplandecientes.

Ahora, todo eso que hemos visto, tanto en Zacarías como en Apocalipsis y como también en el Monte de la Transfiguración, muestra lo que estará sucediendo en el Día Postrero en la Iglesia del Señor Jesucristo; en donde el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto…; que es llamado en el Antiguo Testamento el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el cual libertó al pueblo hebreo; y luego se hizo carne, y habitó en medio del pueblo hebreo, y fue llamado por el nombre de Jesús, y llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario…; Él es el mismo que ha estado en Su Iglesia de edad en edad en Espíritu Santo.

Y para el Día Postrero, el Verbo, que es el Ángel del Pacto (el Verbo, que es el mismo Dios con Su cuerpo teofánico): así como se hizo carne en medio del pueblo hebreo dos mil años atrás en aquel velo de carne llamado Jesús de Nazaret, para el tiempo final vendrá nuevamente manifestado en carne, y llevará a cabo la Obra correspondiente a este tiempo final.

Y aparecerá un velo de carne, un mensajero, un profeta mensajero, con el Sello del Dios vivo (el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto); y por medio de ese instrumento de Dios, Dios estará manifestado y estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Vean que en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice Cristo: “Sube acá”</em>; habla con esa Voz de Trompeta diciendo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas (o sea, te mostraré las cosas que sucederán después de estas que han sucedido durante las siete edades de la Iglesia gentil)”.

Ahora, ¿dónde nos va a mostrar las cosas que han de suceder en el Día Postrero? Acá arriba, en la Edad de la Piedra Angular, en donde Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, estará manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, y por medio de Su Ángel Mensajero estará hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto. Y por eso es que Juan el apóstol quiso adorar al Ángel de Jesucristo: porque vio a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en Su Ángel Mensajero dándole a conocer estas cosas a Su Iglesia.

Ahora, vamos a ver lo que dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo acerca de este Ángel Mensajero del Señor Jesucristo. En la página 301 y 302 del libro de Los Sellos, nos dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham:

“106. Noten bien: En el tiempo cuando Dios iba a librar al mundo antes del diluvio, Él mandó un águila”.

Recuerden que un águila representa un profeta. Y cuando él dice: “Mandó un águila”, está hablándonos de Noé, que fue el profeta de la Dispensación del Gobierno Humano.

Dios ha enviado muchos profetas a la Tierra a Su pueblo, pero solamente tiene siete profetas dispensacionales: Adán el primero, Set el segundo, Noé el tercero, Abraham el cuarto, Moisés el quinto, Jesús el sexto y el Ángel del Señor Jesucristo el séptimo. Y cuando Él manda o ha mandado a cada uno de esos profetas, lo ha mandado en el tiempo en que una dispensación ha llegado a su final; y una nueva dispensación se ha estado entrelazando y comenzando ahí, en ese tiempo en donde está finalizando una dispensación. Siempre hay un entrelace dispensacional.

Y ahora, este Ángel Mensajero del Señor Jesucristo es un profeta dispensacional. Por eso es que Juan, vean ustedes, en dos ocasiones trató de adorar al Ángel de Jesucristo; vio a Jesucristo, el Ángel del Pacto, manifestado en él en carne humana.

Ahora, continuamos leyendo lo que sigue diciendo el reverendo William Branham; dice:

“Cuando decidió librar a Israel, también mandó un águila (o sea, a Moisés; y libertó al pueblo hebreo por medio de Moisés). ¿No cree usted que cuando Juan estaba en la Isla de Patmos, este Mensaje era tan perfecto que aun no podía ser confiado a un ángel? Ahora, un ángel es un mensajero, pero ¿sabía usted que aquel mensajero era un profeta (ese Ángel del Señor Jesucristo)? ¿Lo creen? Vamos a probarlo. Veamos Apocalipsis 22:9 para ver si no fue un águila. Él era un ángel, un mensajero, pero era un profeta, el cual reveló a Juan completamente este libro de Apocalipsis. Ahora veamos lo que Juan vio:

‘Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas. Y después que hube oído y visto, me postré para adorar delante de los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Y él (el ángel) me dijo: Mira que no lo hagas (ningún verdadero profeta recibiría adoración, o mensajero alguno): porque yo soy siervo contigo (o sea, un consiervo), y con tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios’.

Apocalipsis 22:8-9”.

Y la página 302 dice:

“107. Ahora, el Libro era tan importante, y es la Palabra de Dios. ¡Cuidado! Cuando la Palabra de Dios es revelada, tiene que ser traída por el profeta, porque solamente a él llega la Palabra de Dios”.

En Amós, capítulo 3, verso 7, dice: “Porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”.

Dios ha enviado profetas de edad en edad y de dispensación en dispensación; y es al profeta que Dios ha enviado al cual Dios le revela Su Palabra, y él la da a conocer al pueblo de Dios. Ese es el orden divino. Fuera de ese orden, las personas estarán confundidas.

Hay diferentes etapas en el Programa Divino, y toda persona debe entender en qué etapa del Programa de Dios está viviendo; porque toda persona debe vivir, en el Programa de Dios, en la etapa correspondiente al tiempo que está viviendo.

Por ejemplo, si una persona dice: “Yo el Mensaje que creo es el Mensaje de Noé, y para mí el profeta verdadero de Dios es el profeta Noé. Y por cuanto yo creo el Mensaje de Noé, pues yo voy a construir un arca, porque yo sé que el juicio divino va a caer sobre la Tierra en este tiempo final”. Está tratando de vivir en un Mensaje que eso fue para el mundo antediluviano; está muy atrasado. Y vean ustedes, así es en cada tiempo.

Pero hay personas que dicen como en el tiempo de Jesús: “Nosotros creemos a Moisés”15. ¡Pero ahora estaba Jesús!, el profeta de la nueva dispensación allí, donde se estaba entrelazando la Dispensación de la Gracia con la Dispensación de la Ley. Y Jesús les decía a ellos: “Si ustedes creyeran a Moisés, ustedes creerían en mí, porque de mí habló Moisés”16.

Y para el Día Postrero, el Ángel del Señor Jesucristo podrá decirles a las personas que vengan con argumentos tratando de desprestigiar las promesas de Dios correspondientes a este tiempo, y que traten de decir que Dios no enviará ningún profeta, ningún ángel mensajero, y que reclamen que ellos creen en Jesucristo pero que no creerán a ningún profeta mensajero o ángel mensajero que Dios envíe; el Ángel del Señor Jesucristo podrá decirles: “Si ustedes creyeran en Jesús, ustedes creerían en mí, porque de mí habló Jesús”.

¿Y dónde habló Jesús del Ángel del Señor Jesucristo?

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”17.

¿Habló Jesús de Su Ángel Mensajero o no habló? ¡Claro que habló!

¿Y cómo es enviado este Ángel Mensajero? Es enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder. O sea que toda persona que quiera comprender las cosas que tienen que suceder en este tiempo final, conforme a las profecías bíblicas que hablan del Día Postrero, tienen que recibir al Ángel del Señor Jesucristo: creer su Mensaje; y entonces el entendimiento les será abierto, y comprenderán las cosas que deben suceder en este tiempo final.

También Jesucristo dio testimonio, habló de Su Ángel, cuando dijo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel…”.

¿A quién ha enviado? A Su Ángel.

¿Está dando testimonio Dios aquí que ha enviado Su Ángel?, ¿sí o no? ¡Claro que sí!: Jesucristo da testimonio que ha enviado Su Ángel.

¿Para qué?

“… para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Viene para mostrar a todos los siervos de Dios todas las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. ¿Por qué? Porque este es el Ángel Mensajero de Jesucristo, el profeta mensajero de Jesucristo, que viene con la revelación de Jesucristo para este tiempo final.

Y por cuanto en Su Ángel Mensajero Jesucristo viene manifestado en el Día Postrero, así como se manifestó en otros mensajeros de las edades pasadas…; por ejemplo, San Pablo decía: “No vivo ya yo, vive Cristo en mí”18.

Cuando Jesús estaba en la Tierra y le decían: “Muéstranos al Padre y nos basta”, Jesús decía: “Ustedes… Felipe, ¿tú no crees que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí?”19. Y ahora Pablo dice que Cristo está (¿dónde?) en él. Pues en cada mensajero Cristo ha estado manifestado hablándole a Su pueblo, y llamando y juntando a Sus escogidos.

Y para el Día Postrero, el Ángel del Señor Jesucristo podrá decirle a la gente que Cristo está en él; y por consiguiente, Cristo estará hablando por medio de Su Ángel Mensajero y revelándole a Su pueblo todas estas cosas que deben suceder pronto; y Cristo estará colocando en el corazón y en la boca de Su Ángel Mensajero todas estas cosas que deben suceder pronto; y Su Ángel Mensajero las estará hablando a la Iglesia del Señor Jesucristo. Y así estará siendo abierto todo misterio correspondiente a este tiempo final, para que la Iglesia de Jesucristo los entienda, y sean preparados para ser transformados en este tiempo final.

O sea que no es un asunto de una lucha, así como algunas personas ven en el mundo religioso a través de la historia de la raza humana, que hubo luchas en diferentes tiempos; es más bien un Programa Divino: como lo hubo para el tiempo de los profetas del Antiguo Testamento, y como lo hubo para los días de Jesús, y como lo hubo para los días de los apóstoles, y como lo hubo para los días de los siete ángeles mensajeros de Jesucristo; así es también para la Edad de la Piedra Angular en el Programa Divino de Jesucristo con Su Ángel Mensajero:

“Yo Jesús he enviado mi ángel (¿para qué?) para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Él viene para todas las iglesias y él viene con un Mensaje para todos, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y él amará a toda la gente, no importa de qué grupo religioso sean. Y su Mensaje estará disponible para todos los seres humanos, no importa de qué grupo religioso sean y aun no importa que no pertenezcan a ningún grupo religioso: él viene enviado por Jesucristo para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; para que así todos entendamos, sepamos, lo que en este tiempo final estará sucediendo, conforme a las profecías bíblicas correspondientes al Día Postrero.

Y ahora, hemos visto que este es el Ángel del Señor Jesucristo, el cual es enviado por Jesucristo y el cual viene con el Sello del Dios vivo; o sea, que viene con el Espíritu Santo. Y la Obra que estará siendo realizada por este Ángel Mensajero del Señor Jesucristo no es una obra humana, sino la Obra del Espíritu Santo para el Día Postrero. Y vendrá hablando bajo la unción del Espíritu Santo: sus palabras serán las palabras del Espíritu Santo para todos los hijos e hijas de Dios, y para todo ser humano que vive en este planeta Tierra.

Este Ángel del Señor Jesucristo viene revelando a Jesucristo, así como Jesucristo vino revelando al Padre dos mil años atrás. Y, por consiguiente, así como el Padre habló por medio de Jesucristo…, conforme a como nos dice San Pablo en Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2, donde dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿Cómo habló? Por medio de los profetas),

en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.

En los postreros días, dice San Pablo:

“… en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo…”.

Y ya han trascurrido dos mil años de Cristo hacia acá, y San Pablo está diciendo que aquellos días en los cuales Dios habló por medio de Jesucristo eran los postreros días. ¿Se equivocaría San Pablo al decir que aquellos eran los postreros días, y han trascurrido dos mil años y todavía estamos viviendo? Es que un día delante de Dios, para los seres humanos es un milenio; es un día milenial, que son mil años.

Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, nos dice (dice San Pedro); vamos a ver algo con relación a esto; y dice:

“Mas, oh amados, no ignoréis esto (es algo que no se puede ignorar): que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.

El profeta Moisés también, en el Salmo 90 y verso 4, da testimonio de esta verdad.

Y ahora, un día delante del Señor para los seres humanos es mil años; y cuando se nos habla en la Escritura de los días postreros, se nos está hablando de los milenios postreros; son los días delante de Dios, los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son los milenios postreros.

Cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros. Y por eso San Pablo puede decir que Dios habló por medio de Su Hijo en los días postreros; y todavía estamos viviendo en los días postreros.

Ahora, ¿en cuál de los días postreros estamos nosotros viviendo? Estamos nosotros viviendo, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, estamos viviendo en el Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio para los seres humanos. Y si no le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, pues solamente faltan unos dos años y medio (año y medio o dos años y medio) para terminar el sexto milenio y comenzar el séptimo milenio, y comenzar así para los seres humanos el tercero de los milenios postreros, que es el Día Postrero delante de Dios.

Para el Día Postrero delante de Dios es que Cristo dijo: “… y yo le resucitaré en el Día Postrero”20, hablando acerca de los creyentes en Él que vivirían en esta Tierra y luego sus cuerpos físicos morirían. Y por cuanto la resurrección de los muertos en Cristo ocurrirá primero y después la transformación nuestra; por cuanto la resurrección de los muertos en Cristo es para el Día Postrero (o sea, para el séptimo milenio), por consiguiente, la transformación para nosotros también es para el Día Postrero.

Ahora, ¿en qué día, en qué año del Día Postrero? Esperemos que ocurra, y entonces hemos de saber cuándo será. Pero antes de que ocurra, los escogidos con Gran Voz de Trompeta son llamados y juntados en este tiempo final; y están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios en este tiempo final.

Y cuando se complete el número, entonces los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados. Y estaremos aquí en la Tierra de 30 a 40 días, en donde Dios llevará a cabo una manifestación en toda Su plenitud en cada uno de nosotros y a través de todos nosotros. Y el pueblo hebreo va a ver esa manifestación, y el pueblo hebreo va a ser despertado, y va a decir: “¡Pero si esto es lo que nosotros estamos esperando!”21</a>; y ahí se abrirá la oportunidad para el pueblo hebreo; pero ya esos serán unos – de unos 30 a 40 días, y luego nos iremos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, y luego Dios continuará tratando con el pueblo hebreo.

Ahora, hemos visto que hay un Programa Divino para este tiempo final; y todo este Programa Divino está sellado bajo el misterio del Séptimo Sello, todo este Programa Divino está sellado bajo el misterio del Ángel del Señor Jesucristo, que viene con la revelación de Jesucristo para este tiempo final. Porque así como Cristo estuvo en San Pablo, el cual decía: “No vivo ya yo, sino que vive Cristo en mí”; ahora, vean ustedes, Cristo ha estado manifestado en cada ángel mensajero; y en el Día Postrero estaría manifestado en Su Ángel Mensajero, y estaría llevando a cabo el Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

La revelación de Jesucristo, ¿dónde viene y cómo viene? Viene por medio del Ángel de Jesucristo y viene en el Ángel del Señor Jesucristo. Este es el Ángel que viene dando testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, este es el Ángel que viene con la revelación de Jesucristo. Cristo estará en él velado y revelado en este tiempo final.

Y así como el Padre habló por medio de Su Hijo dos mil años atrás, Jesucristo hablará por medio de Su Ángel Mensajero en este tiempo final. Así también Él ha hablado por medio de Sus siete ángeles mensajeros en las siete etapas o edades de la Iglesia gentil; fue Cristo en San Pablo y en todos los otros ángeles mensajeros hablando.

Cristo en Espíritu Santo en Sus mensajeros siempre ha sido el que ha hablado a Su pueblo de etapa en etapa; y Cristo, el Espíritu Santo, en Su Ángel Mensajero estará velado y revelado hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia, estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y así serán llamados y juntados todos los escogidos de Dios.

Hemos visto el misterio de “EL ÁNGEL CON LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO”.

Y es para este tiempo final que este ángel mensajero, este profeta mensajero, sería enviado a la Iglesia de Jesucristo; y por medio de ese mensajero Cristo estaría revelado en medio de Su Iglesia, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto; y así estaría llamando y juntando —Cristo por medio de Su Ángel Mensajero— a todos Sus escogidos, con esa Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, para pronto completarse el número de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular o Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, en la América Latina y el Caribe; y los muertos en Cristo ser resucitados, y nosotros los que vivimos ser transformados, y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.

“EL ÁNGEL CON LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO”.

Hemos visto este misterio; y hemos visto que es el profeta mensajero de la Dispensación del Reino y de la Edad de la Piedra Angular, enviado en este tiempo final, en este Día Postrero, a la Iglesia del Señor Jesucristo, dándole a conocer todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final.

Ha sido para mí un privilegio muy grande estar con ustedes dándoles testimonio de: “EL ÁNGEL CON LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO”.

Y ahora, ¿dónde están y quiénes son los que estarían en el Día Postrero viendo y recibiendo al Ángel del Señor Jesucristo, a través del cual Cristo se revelaría a Su Iglesia? Pues aquí estamos, en la América Latina y el Caribe, viendo a Cristo cumpliendo Su promesa y dándonos las bendiciones prometidas para este Día Postrero, y dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos revele todos estos misterios completamente, y pronto los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, amables amigos y hermanos presentes; y que pronto todos tengamos, recibamos, el nuevo cuerpo; y yo también, porque todavía yo tengo el cuerpo de carne mortal y corruptible. Todavía yo no he sido transformado, ¡pero voy a ser transformado! ¿Y quiénes más van a ser transformados? ¡Ustedes también! Y eso es la adopción de los hijos e hijas de Dios; la adopción del cuerpo, o sea, la redención del cuerpo22, la transformación, en donde todos tendremos un cuerpo igual al cuerpo glorificado de Jesucristo.

Bueno, que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y vamos a pedirle al reverendo Miguel Bermúdez Marín pase por aquí, y también Tirzo y Benjie, si tienen algún cántico, para que también así nos den todo lo que ellos tengan para nosotros de parte de Dios.

Vamos a ver por aquí… Tenemos a Tirzo también por aquí, y a José Benjamín, para… Vamos a ver… “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”. Si Él habló por medio de Sus ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil, en el Día Postrero estaría hablando por medio de Su Ángel Mensajero. “Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre”.

Nuestro tema en esta ocasión fue el Ángel, y hablamos del Ángel; ¿de qué Ángel? Del Ángel del Señor Jesucristo, de “EL ÁNGEL CON LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO”.

El Ángel de Jesús, de ese es que hemos hablado; y hemos hablado del que lo enviaría: de nuestro amado Señor Jesucristo. Y el que recibe al Enviado, recibe por consiguiente (¿a quién?) al que lo envió23.

El Amor de Cristo, el Amor de Dios es muy grande para cada uno de ustedes y para mí también. Y en el Programa que Él diseñó desde antes de la fundación del mundo, vean ustedes, está impreso el Amor de Dios, el Amor Divino. Y conforme a ese Programa de Amor Divino que Él desde antes de la fundación del mundo diseñó, nos dice que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”24. Y todo Su Programa es un Programa de Amor Divino, manifestado para ustedes y para mí también.

“Dios, grande es Tu Amor”. Así todos podemos decir desde lo profundo de nuestra alma: “Dios, grande es Tu Amor”.

[Cántico “Dios, grande es Tu Amor”]

Y la venida de “EL ÁNGEL CON LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO” es una manifestación del Amor de Dios para todos nosotros; como la manifestación de todos los enviados de Jesucristo han sido (¿qué?) una manifestación del Amor de Jesucristo para con los seres humanos; para con Su Iglesia, para con Su pueblo, para con el Israel celestial, como también para todo ser humano.

Y ahora, en el Amor de Jesucristo para con nosotros, Él en Su Programa tiene el que nosotros seamos iguales a Él, que nosotros seamos personas con cuerpos eternos y glorificados. Y eso es un Programa de Amor, el cual está siendo expresado; y para este tiempo final obtendremos ese cuerpo eterno, y lo cual será una manifestación del Amor de Jesucristo para con nosotros. Y entonces seremos como Él, porque ese es Su Programa: que nosotros lleguemos a ser como Él: perfectos, con cuerpos perfectos y eternos y jovencitos por toda la eternidad. ¿Y cuál es el deseo nuestro? Ser como Él. “Ser como Cristo”.

Todos vamos a ser como Él: como nuestro amado Señor Jesucristo; a Su imagen y semejanza: con un cuerpo glorificado y físico y eterno, y con un cuerpo teofánico eterno también.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos, y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín. Pasen todos muy buenas noches.

“EL ÁNGEL CON LA REVELACIÓN DE JESUCRISTO”.

[Revisión junio 2021]

1 2 Corintios 5:1

 

2 Heb. 5:5-10, 6:20, 7:15-21; Sal. 110:4

 

3 Génesis 14:18-20

 

4 Génesis 18:1-8

 

5 Hechos 13:46-48

 

6 San Juan 8:12

 

7 Efesios 2:19-22, Hebreos 3:5-6

 

8 Daniel 9:27

 

9 Hechos 15:14

 

10 Éxodo 40:34-35; 1 Reyes 8:10-11, 2 Crónicas 5:11-14

 

11 San Juan 21:19

 

12 San Juan 21:15-17

 

13 Mt. 17:1-3, Mr. 9:2-4, Lc. 9:28-31

 

14 San Mateo 16:27

 

15 San Juan 9:28-29

 

16 San Juan 5:46

 

17 Apocalipsis 22:16

 

18 Gálatas 2:20

 

19 San Juan 14:8-11

 

20 San Juan 6:40, 6:44, 6:54

 

21 Citas, pág. 22, párr. 176 / SPN57-1006 “Preguntas y respuestas sobre Hebreos, parte III”, págs. 288, párrs. 730

 

22 Romanos 8:23

 

23 San Juan 13:20

 

24 San Juan 3:16

Scroll al inicio