Hablando de acuerdo a lo que sabemos y lo que oímos

Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual quiero leer en San Juan, capítulo 3, versos 11 en adelante, donde dice:

“De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.

Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?

Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.

Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.

Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “HABLANDO DE ACUERDO A LO QUE SABEMOS Y LO QUE OÍMOS”.

A través de la Biblia podemos ver que Dios ha enviado Sus mensajeros de etapa en etapa, Sus profetas, y ellos han hablado lo que han escuchado de parte de Dios; porque Dios coloca en la boca de Sus profetas Su Palabra, conforme a Deuteronomio, capítulo 18, versos 15 en adelante; y leemos ese pasaje tan importante, en donde nos muestra dónde Dios coloca Su Palabra y desde dónde es que escuchamos la Voz de Dios de etapa en etapa. En Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 al 19, dice:

“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis;

conforme a todo lo que pediste a Jehová tu Dios en Horeb el día de la asamblea, diciendo: No vuelva yo a oír la voz de Jehová mi Dios, ni vea yo más este gran fuego, para que no muera.

Y Jehová me dijo: Han hablado bien en lo que han dicho.

Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare”.

¿Dónde Dios coloca Su Palabra? En la boca del profeta que Él envía para cada tiempo. Así es como la persona puede escuchar la Voz de Dios, siendo hablado el Mensaje correspondiente al tiempo en que la persona está viviendo.

“Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.

Cuando Dios envía un profeta mensajero para una edad o una dispensación, coloca Su Palabra para ese tiempo y para la gente en la boca de ese profeta; él habla la Palabra de Dios para ese tiempo, el Mensaje de Dios para ese tiempo, y son bendecidos los que reciben a ese profeta; porque “el que recibe a profeta en nombre de profeta, recompensa de profeta recibe”1.

Mas aquellos que no le reciben y no escuchan su Mensaje, Dios dice: “… yo le pediré cuenta”, o sea que Dios le pedirá cuenta a la persona; y la persona pierde el derecho a la vida eterna porque no escuchó la Voz de Dios que vino por medio del profeta mensajero que Él envió para ese tiempo.

San Pedro citando estas palabras que habló Dios por medio del profeta Moisés, en el capítulo 3, verso 18 al 23, del libro de los Hechos, San Pedro dice que Dios le desarraigará de en medio del pueblo; y así pierde el derecho a la vida eterna la persona.

Ahora, vean ustedes, aun cuando vino el Hijo de Dios, también encontramos que fue el Profeta de todos los profetas; porque es en el corazón y en la boca de los profetas que Dios envía, donde coloca Su Palabra, Su Mensaje correspondiente a ese tiempo en que Dios ha enviado a ese profeta; porque “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”, dice Amós, capítulo 3, verso 7.

Ahora hemos visto este misterio de dónde Dios coloca Su Palabra para el pueblo: la coloca en la boca y el corazón de un profeta, el cual viene enviado por Dios y el cual ha escuchado de Dios; ha escuchado de Dios la Voz de Dios, y ahora viene a comunicarla al pueblo, a los seres humanos; y cuando habla esa Palabra es la Voz de Dios en medio de la raza humana dando a conocer las cosas que el pueblo debe comprender en ese tiempo. Y Dios por medio de ese profeta revela todo lo que corresponde a ese tiempo, porque “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”.

Tenemos el caso del profeta Noé, el cual fue enviado por Dios y en el cual Dios colocó Su Palabra, al cual Dios le reveló lo que iba a hacer en ese tiempo; lo cual era algo muy terrible sobre la raza humana: la destrucción de la raza humana con un diluvio.

Y ahora, nadie más sabía que ese juicio divino vendría, ese juicio divino del diluvio, excepto el profeta Noé, al cual le fue revelado por Dios lo que vendría; porque “no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”.

Este profeta comenzó a dar a conocer lo que Dios iba a hacer en ese tiempo y también comenzó a dar a conocer la forma de escapar de ese juicio divino, lo cual era entrando al arca que Noé estaba construyendo; arca que Dios le dijo a Noé que construyera para escapar del juicio divino que vendría.

Pero vean ustedes, Noé con su familia fueron los únicos que creyeron ese Mensaje que le fue revelado al profeta Noé; el resto de la humanidad no creyó, y por consiguiente no estuvo apercibida ni se arrepintió de sus pecados, y cuando vino el diluvio se los llevó a todos, excepto a Noé y su familia, los cuales eran creyentes en Dios y los cuales ofrecían a Dios esos sacrificios de animalitos por el pecado, para cubrir sus pecados con la sangre de esos animalitos.

Ahora, podemos ver cómo fue en el tiempo de Noé, en donde la Voz de Dios ¿dónde estaba? En un profeta llamado Noé; y estaba revelando las cosas que iban a suceder pronto, en aquel tiempo, que era el fin o tiempo final de aquella generación antediluviana.

Ahora, para cada tiempo en que Dios envía un profeta, algo Dios tiene que dar a conocer a la raza humana, a los seres humanos; y por medio de ese profeta es que la gente escucha la Voz de Dios.

¿Siempre la Voz de Dios ha estado dónde? En Sus profetas. Por eso tenemos la Biblia, la cual ha venido a existencia a causa de la manifestación de Dios en Sus profetas; y por medio de Sus profetas les ha hablado a los seres humanos todo el contenido de la Biblia.

Y ahora, podemos ver que aun el mismo Jesús era un profeta, un profeta mayor, a través del cual Dios habló. Por eso es que el apóstol San Pablo nos dice en su carta a los Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 2:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas…”.

Dios, vean ustedes, habló en muchos tiempos, en diferentes tiempos, al pueblo hebreo, ¿por medio de quién? De los profetas. Sigue diciendo:

“… en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo (o sea, por Jesucristo), a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.

Y ahora, vean, Dios estuvo hablando por medio de Jesucristo allá en medio del pueblo hebreo, así como había hablado por medio de los demás profetas al pueblo hebreo; porque esa es la forma para Dios hablarles a los seres humanos: por medio de los profetas que Él envía. Y por eso el mismo Señor Jesucristo fue un profeta: el profeta más grande de todos los profetas que han pisado este planeta Tierra; y por medio de ese profeta estuvo escuchándose la Voz de Dios, y Dios estuvo hablándole al pueblo hebreo.

Por eso orando Jesucristo podía decir, orando por Sus discípulos: “Padre, santifícalos en la verdad; Tu Palabra es la verdad”2. Y también decía: “Yo les he dado Tu Palabra, y ellos la recibieron”3.

Ahora, podemos ver que en Jesús estaba la Palabra del Padre celestial siendo hablada al pueblo hebreo.

Y ahora, las palabras de San Pablo, vean ustedes, contienen esa revelación divina de que Dios por medio de quienes ha hablado ha sido por medio de los profetas que Él ha enviado, incluyendo a Jesús —entre los grandes profetas de Dios— como el profeta más grande de todos los profetas.

Y ahora, nosotros al ver cómo Dios ha hablado en las diferentes etapas a la raza humana (y sobre todo al pueblo hebreo)… lo cual ha sido por medio de profetas, incluyendo al Señor Jesucristo; luego, durante las diferentes etapas de la Iglesia de Jesucristo, Dios ha estado hablándole a Su Iglesia por medio de los apóstoles (al principio) y después por medio de los siete ángeles mensajeros, de los cuales San Pablo fue el primero.

Y para este tiempo final, Jesucristo en el libro del Apocalipsis nos dice, en el capítulo 22, verso 16: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Jesucristo dice que Él ha enviado a Su Ángel para dar testimonio de estas cosas en las iglesias.

Este Ángel Mensajero es el último profeta mensajero del Señor Jesucristo enviado a la Iglesia del Señor Jesucristo, a través del cual Jesucristo envía toda Su revelación divina y todas las cosas que Jesucristo quiere darle a conocer a Su Iglesia. Por eso dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Ese Ángel Mensajero, ese profeta mensajero que en el Día Postrero estaría presente, es el Enviado del Señor Jesucristo, y por consiguiente es el instrumento de Jesucristo para hablarle a Su Iglesia por medio de ese profeta mensajero, llamado el Ángel del Señor Jesucristo.

Por eso toda la revelación de Cristo viene a Su Iglesia en Su Ángel Mensajero; y Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan…”.

¿Por medio de quién viene la revelación de Jesucristo? Por medio del Ángel del Señor Jesucristo.

Y por medio de ese Ángel Mensajero es que Jesucristo se revela en el Día Postrero a Su Iglesia, para darle a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, conforme a Su promesa en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde de la mitad de ese verso en adelante dice:

“… y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas (las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido durante estas siete etapas o edades de la Iglesia gentil)”.

Ahora, las cosas que han de suceder en este tiempo final, en el cual nosotros vivimos, Él ha prometido darlas a conocer a aquellos que suban donde Él está.

¿Y dónde está Jesucristo en Espíritu Santo en el Día Postrero manifestado? Él está en Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular; y ahí se manifiesta por medio de Su Ángel Mensajero para darnos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Por eso en Apocalipsis 22, verso 6 en adelante, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿A quién ha enviado? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para dar a conocer las cosas que deben suceder pronto.

Y ¿quién es Su Ángel Mensajero? Es el último profeta mensajero de Dios enviado a la Iglesia de Jesucristo y al pueblo hebreo, y por consiguiente a la raza humana completa. Ese es un profeta dispensacional y es el último profeta dispensacional que Dios enviaría a la Tierra, a los seres humanos.

Ese Ángel del Señor Jesucristo es el último profeta que Dios envía a la raza humana, por eso es que en ese profeta viene la manifestación de Jesucristo en donde hace el entrelace de León de la tribu de Judá con Cordero de Dios.

Es ese Ángel Mensajero el instrumento de Jesucristo a través del cual Jesucristo se manifestaría en este tiempo final, y por medio de ese mensajero nos daría a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Es por medio de ese Ángel Mensajero que toda revelación de Jesucristo viene en este tiempo final, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio. Es por medio de ese Ángel Mensajero que Jesucristo se vela en carne humana, y por medio de carne humana se revela a Su Iglesia en este Día Postrero.

Porque toda revelación tiene que venir a un profeta, y de ese profeta ser dada al pueblo de Dios; para así el pueblo escuchar la Voz de Cristo, la Voz de Dios, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este Día Postrero.

Y él viene hablando lo que él habrá oído de parte de Jesucristo. Y él eso es lo que sabrá: lo que él ha oído de parte de Jesucristo, y lo dará a conocer a todos los hijos e hijas de Dios que estarán viviendo en este tiempo final.

Y él aparecerá hablando de acuerdo a lo que sabemos y hemos oído: él vendrá hablando de acuerdo a la Palabra de Dios y Sus promesas correspondientes a este tiempo final, las cuales las hemos leído y las hemos escuchado cuando han sido predicadas; y ahora viene este profeta mensajero llamado el Ángel de Jesucristo, enviado por Jesucristo, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Vean, este Ángel del Señor Jesucristo viene dando testimonio de todas estas cosas; dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Viene dando a conocer las cosas que deben suceder pronto porque es un profeta mayor, un profeta dispensacional, el cual viene ungido con el Espíritu de Jesucristo (o sea, con el Espíritu Santo), viene con el Sello del Dios vivo (que es el Espíritu Santo), y viene hablando de acuerdo a lo que sabemos y hemos oído a través de la Biblia; de estas cosas es que él viene hablándonos en este tiempo final, y dándonos a conocer las cosas que han de suceder en este tiempo final.

Y por consiguiente, Cristo en él manifestado viene llamando y juntando a todos Sus escogidos con esa Gran Voz de Trompeta de la cual Cristo habló en San Mateo, capítulo 24 y versos 30 al 31, donde nos dice de la siguiente manera:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces (se) lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

En febrero 28 de 1963 apareció esta nube misteriosa; y esta nube misteriosa es nada menos que una señal en el cielo que había sido prometida por Jesucristo: porque “será vista la señal del Hijo del Hombre en el cielo”, dijo Jesucristo, y “verán al Hijo del Hombre viniendo en una nube”4, con Sus Ángeles; “y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”5.

O sea que de esto nos habló Cristo cuando nos habló de la Venida del Hijo del Hombre en la gloria de Su Padre y viniendo con Sus Ángeles; y ahora, en San Mateo 24, nos dice:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces (se) lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria”.

Y aquí, esta nube es misteriosa porque la ciencia no supo lo que era esta nube, la cual estaba a unas 26 millas6 de altura, donde no pueden aparecer nubes, porque no hay humedad para formar nubes allí.

¿Y cuál es el misterio de esta nube? Dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham, que en esta nube están los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil y otro Ángel que es diferente a los demás, el cual es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Ángel que libertó al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés y los llevó a la tierra prometida, a la tierra de Israel, y los estableció allí.

Ahora, podemos ver que para esta gran Obra primero usó al profeta Moisés por 40 años; y después usó a Josué, el siervo y servidor de Moisés, el cual entró el pueblo a la tierra prometida luego que el profeta Moisés había partido (o sea, había muerto su cuerpo físico).

Y ahora, encontramos que este mismo Ángel del Pacto (que por medio del profeta Moisés y después por medio del profeta Josué llevó el pueblo a la tierra prometida, a la tierra de Israel), ese mismo Ángel fue el que se hizo carne y habitó en medio de los seres humanos, y fue conocido por el nombre de Jesús, el cual llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario llevando nuestros pecados y limpiándonos de todo pecado con Su Sangre preciosa.

Y para este tiempo final, ese mismo Ángel del Pacto o Ángel de Jehová es el que apareció en esta nube misteriosa juntamente con los siete ángeles mensajeros de las siete etapas de la Iglesia gentil.

Y a esta nube fue llevado también el precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham; y aquí se encuentran todos estos ángeles mensajeros de Cristo, estos siete profetas mensajeros o siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia de Jesucristo; y también se encuentra el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová aquí, que es el mismo Jesucristo en Su cuerpo teofánico. Y así se cumple la promesa de la Venida del Hijo del Hombre siendo mostrada en el cielo, la señal del Hijo del Hombre, siendo mostrada en el cielo en febrero 28 de 1963. Y luego, dice:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.

Estos Ángeles del Hijo del Hombre, que llamarán y juntarán a todos los escogidos de Dios, son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Olivos, que estarán manifestados aquí en la Tierra en el ministerio del Día Postrero para llamar y juntar a todos los escogidos de Dios; primeramente a los escogidos de entre los gentiles, que son los hijos e hijas de Dios, y después los escogidos del pueblo hebreo, que son 144.000 hebreos, 12.000 de cada tribu, los cuales escucharán la Voz de Cristo por medio del mensajero de Jesucristo, del Ángel de Jesucristo, y recibirán ese Mensaje y entrarán al Programa Divino, al Programa de Redención.

Ahora, hemos visto la forma en que la Voz de Cristo, del Ángel del Pacto, estará manifestada aquí en la Tierra en este tiempo final.

Y para eso viene el Ángel que era diferente a los demás, este Ángel Fuerte que desciende del Cielo: viene manifestado en Su profeta mensajero, en Su Ángel Mensajero, colocando en el corazón y en la boca de ese Ángel Mensajero de Jesucristo todas estas cosas que deben suceder pronto; y dándole ese Mensaje para todos los hijos e hijas de Dios, para que les hable ese Mensaje y así les revele todas estas cosas que deben suceder pronto; y así obtengamos la fe para ser transformados y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero; o sea, seamos raptados o “arrebatados en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”7.

Y cuando ya los muertos en Cristo resuciten y nosotros los que vivimos seamos transformados, ya entonces tendremos el cuerpo eterno y glorioso y glorificado, que Cristo ha prometido para nosotros y para los muertos en Cristo; y entonces lo veremos a Él en Su cuerpo glorificado, porque también nosotros tenemos el cuerpo glorificado que Él ha prometido para todos nosotros.

Por eso es tan importante estar en este tiempo final escuchando la Voz de Cristo por medio de Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final: para así obtener el conocimiento de todas estas cosas y ser preparados para ser transformados y raptados en este tiempo final.

¿Cómo estará el Ángel del Señor Jesucristo en este tiempo final en medio de los seres humanos? Estará hablando de acuerdo a lo que sabemos y hemos oído.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de todas estas cosas que están prometidas para suceder en este tiempo final; y en donde estaríamos escuchando la Voz de Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y hablándonos así de acuerdo a lo que está escrito en la Palabra de Dios, abriéndonos esas profecías correspondientes a este tiempo final.

Y con esa revelación de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, son llamados y juntados todos los escogidos de Dios en este tiempo final; porque el Ángel del Señor Jesucristo estará hablando de acuerdo a lo que sabemos y hemos escuchado, y así estará abriéndonos todas esas profecías correspondientes a este tiempo final.

Y los que son de Dios escucharán la Voz de Dios y dirán: “¡Esto era lo que yo estaba esperando!”. Y Dios les abrirá el entendimiento para poder comprender todas estas cosas que estará hablando el Ángel del Señor Jesucristo, las cuales Cristo las colocará en su corazón y en su boca; y él hablará todo lo que Jesucristo le mandare a hablarle a Su pueblo, a Su Iglesia, y luego al pueblo hebreo.

Toda persona que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, escuchará la Voz del Señor Jesucristo por medio de Su Ángel Mensajero, y recibirá la fe para ser transformado y raptado en este tiempo final.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “HABLANDO DE ACUERDO A LO QUE SABEMOS Y LO QUE HEMOS OÍDO”.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios; y pronto los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados, y llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero, en este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

“HABLANDO DE ACUERDO A LO QUE SABEMOS Y LO QUE OÍMOS”.

[Revisión marzo 2020]

1 San Mateo 10:41

2 San Juan 17:17

3 San Juan 17:8

4 San Lucas 21:27

5 San Mateo 16:27

6 41.8 km

7 1 Tesalonicenses 4:17

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