Muy buenas tardes, amables amigos y hermanos presentes, y radioyentes. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Sabiendo que estamos en el tiempo final, en el Día Postrero, es muy importante conocer las profecías correspondientes a este tiempo, y así saber las cosas que Dios está realizando en este tiempo; y cómo hacer nosotros en este tiempo para servir a Dios, el Creador de los Cielos y de la Tierra, y así estar preparados para todo lo que Él tenga para este tiempo final.
Quiero leer en el libro o Evangelio según San Mateo, capítulo 12, versos 38 al 41, donde dice:
“Entonces respondieron algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal.
Él respondió y les dijo: La generación mala y adúltera demanda señal; pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás.
Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez tres días y tres noches, así estará el Hijo del Hombre en el corazón de la tierra tres días y tres noches.
Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “LA SEÑAL DE DIOS A LOS INCRÉDULOS”.
En los tiempos de Jesús, hubo muchas personas que escucharon a Jesús, lo vieron caminar entre el pueblo hebreo, pero no podían creer que ese hombre tan sencillo era el Mesías, el Rey de Israel, el cual había venido en medio del pueblo hebreo conforme a las profecías bíblicas correspondientes a aquel tiempo, relacionadas a la Venida del Mesías.
Cuando Dios promete algo grande para ser cumplido, lo cumple en forma tan sencilla que algunas personas no pueden comprender que eso es el cumplimiento de lo que Dios prometió.
Ahora, la promesa mesiánica es la promesa más grande de la Biblia, y la Venida del Mesías tiene dos partes muy importantes: una es la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios en Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y la segunda parte de la Venida del Señor es la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ya la primera parte fue cumplida dos mil años atrás en medio del pueblo hebreo, en un joven carpintero llamado Jesús de Nazaret. En aquel joven tan sencillo se estaba cumpliendo la Venida del Mesías, la Venida del Rey de Israel; y todo era tan sencillo que las personas no podían creer que ese era el Mesías prometido en la Biblia.
Pero Él dijo1: “El que es de Dios, la Voz de Dios oye”. Y a aquellos que no lo querían escuchar, Él les dijo2: “Ustedes no pueden oír mi Voz, porque ustedes no son de mis ovejas; porque mis ovejas oyen mi Voz y me siguen”.
Ahora, podemos ver que para cada tiempo Dios les ha hablado a Sus hijos por medio de un hombre, de un profeta, y los que son de Dios han escuchado la Voz de Dios.
Ahora, aquí tenemos a Jesús de Nazaret hablando la Palabra de Dios; y por medio de Él Dios estaba manifestado en toda Su plenitud en carne humana hablándole al pueblo hebreo, en medio del pueblo que tenía las promesas de la Venida del Mesías.
San Pablo en su carta a los Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…”.
¿Por medio de quién Dios habló en el Antiguo Testamento? Por medio de los profetas que Él envió; y luego habló por medio de Jesucristo, en el cual estuvo manifestado Dios en toda Su plenitud. Y por eso es que Jesús fue el profeta más grande, en medio del pueblo hebreo, que haya sido enviado a la Tierra: porque Dios estaba en Él manifestado en toda Su plenitud, hablándole al pueblo hebreo.
Y San Pablo dice que aquellos días eran los días postreros, y ya han transcurrido dos mil años de Cristo hacia acá.
¿Se equivocaría San Pablo al decir que aquellos eran los días postreros? No se equivocó; porque un día delante del Señor, para los seres humanos es como mil años, y mil años de los nuestros es para Dios un día.
Y Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, nos dice así San Pedro, el cual tomó de las palabras del profeta Moisés esta gran revelación de que un día delante del Señor es como mil años para los seres humanos. Y esto es algo que no podemos ignorar; porque el que lo ignore, nunca podrá comprender qué son los días postreros de los cuales habla la Biblia.
Dice San Pedro, Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8:
“Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”.
Aquí tenemos la revelación divina de que un día delante de Dios son mil años para los seres humanos. También el Salmo 90 y verso 4 (este Salmo es del profeta Moisés) da testimonio de esto mismo.
Y ahora podemos comprender por qué en los días de Jesús ya la raza humana estaba viviendo en los días postreros.
Son los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos son los milenios postreros, los cuales son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
En los días de Jesús, cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad, comenzó el quinto milenio, y por consiguiente comenzaron los días postreros. Y el ministerio de Jesucristo fue realizado en el primero de los días postreros delante de Dios, que para los seres humanos fue el quinto milenio.
Y ahora podemos comprender por qué San Pablo dijo que aquellos días en que Dios habló por Su Hijo Jesucristo eran los días postreros: porque ya había comenzado el quinto milenio, que es delante de Dios el Día Postrero.
Y ahora, San Pedro también habló de que aquellos eran los días postreros cuando dijo que Dios derramaría de Su Espíritu Santo en los días postreros3. Y ya estaba derramando de Su Espíritu Santo del Día de Pentecostés en adelante, y por consiguiente habían ya comenzado los días postreros delante de Dios, que son los milenios postreros para los seres humanos; los cuales son quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio.
Y de los días postreros delante de Dios (que para los seres humanos son los milenios postreros), ya han transcurrido dos mil años para los seres humanos; y para Dios son solamente dos días.
Y ahora, nos encontramos en el Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene; pues el calendario está atrasado, el calendario gregoriano.
Y ahora, podemos ver que para este tiempo final nos ha tocado el privilegio de vivir en el Día Postrero, o sea, en el último de los días postreros delante de Dios, en donde tienen que cumplirse las profecías correspondientes al Día Postrero. Y todas las profecías correspondientes al Día Postrero están girando alrededor del misterio más grande de todos los misterios, que es la Segunda Venida de Cristo.
La Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero ha sido prometida por Dios a través de los profetas del Antiguo Testamento, y también por nuestro amado Señor Jesucristo, y también por los apóstoles de Jesucristo, y también por los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil. Y fue Dios por medio de ellos hablando todas las cosas relacionadas a la Segunda Venida de Cristo para ser cumplida en el Día Postrero; así como la Primera Venida de Cristo fue cumplida en toda Su plenitud en el primero de los días postreros. O sea que la mayor parte de la vida de nuestro Señor Jesucristo se cumplió en el quinto milenio, pues el quinto milenio comenzó cuando Jesús tenía de 4 a 7 años de edad.
Y ahora vean cómo la Primera Venida de Cristo, el evento más grande prometido para aquel tiempo, estaba cumpliéndose en medio del pueblo hebreo desde que nació Jesús en Belén de Judea; y transcurrieron casi 30 años para comenzar Su ministerio en medio del pueblo hebreo. Y comenzó Su ministerio dando testimonio de que la Venida del Hijo del Hombre estaba cumplida en medio del pueblo hebreo, la Venida del Ungido de Dios, la Venida del Mesías, del Cristo; porque Cristo y Mesías significa ‘Ungido’. Allí estaba el Ungido de Dios.
Y por eso Jesús podía decir en San Lucas, capítulo 4, versos 12 en adelante, al leer la profecía de Isaías, cuando tomó el libro del profeta Isaías allá en la sinagoga de Nazaret, vean cómo dice: San Lucas, capítulo 4, verso 14 en adelante, dice:
“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor.
Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos.
Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer.
Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
A pregonar libertad a los cautivos,
Y vista a los ciegos;
A poner en libertad a los oprimidos;
A predicar el año agradable del Señor.
Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él.
Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”.
Aquí Jesús da testimonio de que esta promesa, esta Escritura mesiánica se estaba cumpliendo en Él.
Esta es una profecía que se cumpliría en el Mesías, en el Cristo, en el hombre ungido, en el profeta ungido que vendría en medio del pueblo hebreo en la primera parte de la Venida del Hijo del Hombre; y ese hombre sería el ungido con el Espíritu de Dios, el hombre que vendría con el Sello del Dios vivo en el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo, la Primera Venida del Mesías, la Primera Venida del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob en carne humana manifestado en toda Su plenitud.
“El Espíritu del Señor está sobre mí,
Por cuanto me ha ungido…”.
Aquí tenemos el Espíritu de Dios en un hombre: Jesús de Nazaret, ungido con el Espíritu de Dios para cumplir toda profecía relacionada a la Primera Venida de Cristo. Y por eso Él vino como el Cordero de Dios y murió en la Cruz del Calvario, porque para Su Primera Venida Él vendría para quitar el pecado del mundo muriendo en la Cruz del Calvario como el Cordero de Dios. Y así Él cumplió las profecías relacionadas a la Primera Venida de Cristo.
Ahora podemos ver que todo sucedió en forma tan sencilla que muchas personas no podían creer en Jesús al ver que era un hombre tan sencillo; un sencillo joven carpintero de Nazaret, pero en Él estaba el Espíritu de Dios manifestado en toda Su plenitud cumpliendo la Venida del Hijo del Hombre, la Venida del Señor, la Venida del Mesías en medio del pueblo hebreo.
Dios, el Ángel del Pacto, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, estaba manifestado allí en carne humana en Jesús de Nazaret, y eso fue la Primera Venida de Cristo, para quitar el pecado del mundo.
Ahora, podemos ver que hubo mucha disensión en medio del mundo religioso del tiempo de Jesús, y principalmente en medio de la religión hebrea, que era la que estaba esperando la Venida del Mesías.
Ahora, para el tiempo final tenemos a los gentiles, al cristianismo también, esperando la Segunda Venida de Cristo; y también el pueblo hebreo está esperando la Venida de Cristo, la Venida del Ungido, la Venida del Mesías; y tenemos dos pueblos: el pueblo hebreo (el Israel terrenal) y la Iglesia del Señor Jesucristo (el Israel celestial), esperando la Venida del Señor para este tiempo final, la Venida del Hijo del Hombre.
Y Cristo habló de la Venida del Hijo del Hombre y dijo que sería como en los días de Noé; como en los días de Noé, que comían, bebían, vendían, compraban, se casaban y se daban en casamiento. Así dice Cristo que será la Venida del Hijo del Hombre. San Mateo, capítulo 24 y versos 37, así dice:
“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre.
Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca,
y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre”.
La raza humana estará en la misma condición espiritual de ceguedad —de ceguedad espiritual— en el Día Postrero, en el tiempo de la Venida del Hijo del Hombre, como estuvo la generación antediluviana en el tiempo de Noé; en donde Dios le reveló al profeta Noé que vendría la destrucción sobre la raza humana, pero ellos no comprendieron este Mensaje de Noé y no comprendieron que Noé era un profeta dispensacional y que a él había sido revelada la Palabra de Dios.
Y Dios no hará nada sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas4; por lo tanto, si Dios iba a traer el juicio divino sobre aquella raza antediluviana, aquella generación antediluviana, Dios tenía que tener un profeta dispensacional en la Tierra para revelarle lo que iba a hacer, y él darlo a conocer a la raza humana; y así sucedió. Pero no pudieron comprender, no pudieron creer, y vino el diluvio y se los llevó a todos; excepto a Noé y su familia, que entraron al arca y se salvaron.
Para este tiempo final, Cristo dijo que la Venida del Hijo del Hombre sería como en los días de Noé; y ahora estamos viviendo en el Día Postrero, en el tiempo para la Venida del Hijo del Hombre; y nosotros tenemos que estar apercibidos, porque para este tiempo final habrá sobre la Tierra un profeta dispensacional, al cual la revelación de todas las cosas que Dios ha de hacer en este tiempo final vendrá, y él la dará a conocer a todos los seres humanos que estarán viviendo en este tiempo final, y sobre todo a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, la promesa de la Venida del Hijo del Hombre para este tiempo final es la promesa y bendición más grande que Dios ha prometido tanto para la Iglesia del Señor Jesucristo como para el pueblo hebreo; porque con la Venida del Hijo del Hombre en el Día Postrero con Sus Ángeles…; porque Cristo dijo que el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de Su Padre con Sus Ángeles, dice San Mateo, capítulo 16 y versos 27 al 28; y quiero leer, dice:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Viene el Hijo del Hombre con Sus Ángeles, ¿y qué significa esto? Es que la Venida del Hijo del Hombre es la Venida del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, del Ángel del Pacto, del Verbo, que se hará carne en el tiempo final y estará manifestando los ministerios de Moisés y Elías, que son los ministerios de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 al 7, y Zacarías, capítulo 4.
Esos son los ministerios llamados: los Ángeles del Hijo del Hombre, con los cuales son llamados y juntados todos los escogidos de Dios en este tiempo final, con la Gran Voz de Trompeta, que es el Mensaje del Evangelio del Reino, el cual gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo.
Con ese Mensaje siendo proclamado, siendo dado a conocer, todos los escogidos de Dios son llamados y juntados en este tiempo final; y son preparados para ser transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo en este tiempo final, o sea, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio; en donde los muertos en Cristo también resucitarán, conforme a las palabras de Jesús, el cual dijo en San Juan, capítulo 6 y versos 39 en adelante… y leemos esta profecía de Jesús. Dice:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo ha prometido la resurrección de los creyentes en Él que han partido? Para el Día Postrero, que es el séptimo milenio. Sigue diciendo:
“(Porque) esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Para cuándo Cristo dice que resucitará a los creyentes en Él que han partido? Dice que será para el Día Postrero.
Y cuando los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos, nosotros los que vivimos seremos transformados; y entonces todos tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible, eterno y glorificado; y luego nos iremos con Cristo al Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.
Todas estas cosas sucederán en el Día Postrero, que es el séptimo milenio.
Antes de los muertos en Cristo resucitar y nosotros los que vivimos ser transformados, tiene que ser sonada la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo.
La Voz de Cristo en Apocalipsis, capítulo 1 y verso 10, la encontramos como una Gran Voz de Trompeta hablando en el Día del Señor, que es el séptimo milenio. Juan el apóstol la escuchó, y dice en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
¿Quién es el Alfa y Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Salvador Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo hablándole a Su pueblo, a Su Iglesia, y a todo ser humano en el Día Postrero, o sea, en el Día del Señor; y llamando así y juntando a todos los escogidos de Dios que viven en este tiempo final.
Por eso también en Apocalipsis, capítulo 4 y verso 1 (de la mitad de ese verso en adelante), dice:
“… y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.
Las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en las edades pasadas serán dadas a conocer a todos los hijos e hijas de Dios que subirán donde Cristo estará hablándole a Su pueblo; y eso es en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino, donde Cristo estará manifestado en Su Ángel Mensajero hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto, y así llamando y juntando a Sus escogidos, y revelándonos todos estos misterios de todas estas cosas que estarán sucediendo en este tiempo final.
En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante, dice:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién ha enviado Jesucristo? A Su Ángel Mensajero. ¿Para qué? Para manifestar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio.
Por eso también en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, el mismo Jesucristo dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.
Aquí podemos ver que el mismo Jesucristo dice que Él ha enviado Su Ángel para dar testimonio de estas cosas. ¿De qué cosas? De estas cosas que deben suceder pronto, en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio.
Y este Ángel Mensajero de Jesucristo, enviado por Cristo, es nada menos que el profeta de la Dispensación del Reino con el Mensaje del Evangelio del Reino, enviado en el Día Postrero, en el séptimo milenio, para llamar y juntar a todos los escogidos de Dios con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino.
Es en Su Ángel Mensajero que Jesucristo estaría manifestado en este tiempo final, dándoles a conocer a los seres humanos todas estas cosas que deben suceder pronto. Pero las personas estarán viendo un hombre; pero en ese hombre estará Jesucristo manifestado, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.
Ese Ángel Mensajero viene, trae la revelación de Jesucristo. Jesucristo viene en él velado y revelado, hablándole por medio de un hombre, de un profeta, a Su Iglesia y a todo ser humano. Y así es como para este Día Postrero los seres humanos estarán escuchando la Voz de Jesucristo.
Y si oyes hoy Su Voz, no endurezcas tu corazón5, como lo endurecieron las personas que vivieron en los días de Jesús y discutieron con Jesús, y fueron incrédulos a Jesús y al Mensaje que Jesús les habló.
Y para este tiempo final Jesucristo se manifestaría en Su Ángel Mensajero y colocaría en su boca Su Palabra; y ese Ángel Mensajero de Jesucristo, que es el último profeta que Jesucristo envía, por medio de ese mensajero la Voz de Cristo sería escuchada en este tiempo final. Es nada menos que la manifestación de Jesucristo a través de Su Ángel Mensajero hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto.
Y esa es la señal más grande para la raza humana de que hemos llegado al tiempo final, o sea, al Día Postrero; porque Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado en Su Ángel Mensajero dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y así abriéndonos las Escrituras, las profecías correspondientes al Día Postrero, o sea, a este tiempo final.
¿Cuántos sabían que los días postreros eran el quinto, sexto y séptimo milenio? ¿Y cuántos sabían que el Día Postrero era el séptimo milenio? No lo sabían, pero ya lo saben. ¿Por qué? Porque Jesucristo en Espíritu Santo ha estado abriéndonos estas Escrituras por medio de Su Ángel Mensajero en este tiempo final, y está llamando y juntando a todos Sus escogidos; y “el que es de Dios, la Voz de Dios oye” en este tiempo final, como la escucharon los hijos e hijas de Dios de edades y dispensaciones pasadas.
Ahora, el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo. Él es solamente un profeta mensajero dispensacional, el último profeta que Dios envía a este planeta Tierra a la raza humana, para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto; y así él llamar y juntar a todos Sus escogidos antes de que venga el juicio divino sobre la raza humana; para pronto los muertos en Cristo resucitar en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos ser transformados, y todos juntos llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Estamos viviendo en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos. Este es el tiempo en donde veríamos la señal de la manifestación del Hijo del Hombre; y veríamos los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de Moisés y Elías, los ministerios de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, verso 3 al 7, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino.
Y esto marcaría el fin del tiempo y fin del siglo; porque Cristo dijo que en el fin del siglo el Hijo del Hombre enviaría a Sus Ángeles y juntarían a Sus escogidos, juntarían el trigo, y lo colocarían en el Alfolí de Dios. Esto es conforme a la parábola del trigo y de la cizaña de San Mateo, capítulo 13, versos 30 al 43.
Y también en la parábola de la red6, en donde la red fue echada en el mar y sacó toda clase de peces; pero al ser llevada a la orilla fueron sacados los peces buenos y colocados en cestas (o sea, en canastas), y los peces malos y las demás cosas que no eran buenas fueron echadas en el horno de fuego; fueron echadas al horno del fuego, donde será el lloro y el crujir de dientes.
Ahora, podemos ver que esto es para el Día Postrero; y con la Venida de los ministerios de Moisés y Elías, en la manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero operando los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús, esta señal para este tiempo final se ha convertido en una realidad.
Estamos viviendo en el tiempo de la señal más grande que los seres humanos verían en el Día Postrero; en donde están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios, representados en el trigo (en la parábola del trigo y de la cizaña) y representados en los peces buenos (en la parábola de la red), y representados en los escogidos que con Gran Voz de Trompeta serían llamados y juntados, conforme a San Mateo, capítulo 24 y verso 31. Palabras de Jesucristo son estas que han sido citadas de San Mateo, capítulo 13, San Mateo, capítulo 24, y otros lugares del Apocalipsis también.
Ahora, podemos ver lo que para el Día Postrero estaríamos viendo; y así estaríamos viendo la señal de Dios para todos los seres humanos: para los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo, para también los incrédulos y también para el pueblo hebreo.
Estamos viviendo en el tiempo de la señal de Dios para los incrédulos, para el pueblo hebreo y también para la Iglesia del Señor Jesucristo. Estamos viviendo en el tiempo más grande y glorioso de todos los tiempos.
Es tiempo de que cada ser humano despierte, tenga un despertamiento espiritual a la realidad de lo que Dios ha prometido para este tiempo final; para que no nos pase como le pasó al mundo antediluviano, en donde Dios envió al profeta Noé y no lo escucharon, y por consiguiente no supieron, no comprendieron las cosas que debían suceder en aquel tiempo; y vino el diluvio y se los llevó a todos, por no comprender, por no entender, y ser incrédulos a la Voz de Dios a través del profeta Noé.
Y ahora estamos viviendo en días paralelos a los de Noé. Estos son los días en los cuales el Hijo del Hombre se manifestaría como el relámpago que sale del oriente y se muestra en el occidente7.
El oriente es el territorio de Israel, que está en el Medio Oriente, donde se cumplió la Primera Venida de Cristo, la Venida del Hijo del Hombre, dos mil años atrás; y el occidente es el territorio del continente americano, que consta de Norteamérica, Centroamérica, Suramérica y el Caribe.
Es en el continente del oeste, en el continente americano, en donde la manifestación o Venida del Hijo del Hombre resplandecerá como el relámpago.
Por lo tanto, nosotros viviendo en el continente americano, en la parte de Centroamérica, Suramérica y el Caribe, tenemos que estar despiertos espiritualmente, sabiendo que este es el continente donde el Hijo del Hombre estaría manifestado en este tiempo final dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y cumpliendo así todas las profecías relacionadas a la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Estamos viviendo en el tiempo en que tenemos que estar despiertos espiritualmente para ver el cumplimiento de las profecías divinas relacionadas a la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. ¿Dónde? En el occidente, en nuestro continente latinoamericano y caribeño.
Somos las personas más privilegiadas de todos los habitantes del planeta Tierra, porque vivimos en el continente latinoamericano y caribeño, que tiene la promesa de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.
Este es el continente donde también se estaría cumpliendo la Edad de la Piedra Angular de la Iglesia del Señor Jesucristo. Este es el continente donde surgiría el llamado para todos los escogidos de Dios, el llamado de la Gran Voz de Trompeta; y serían juntados todos los escogidos de Dios en este Día Postrero, en el Cuerpo Místico de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular y Dispensación del Reino.
Este es el tiempo —y este también es el territorio, el continente— para la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios.
Y este es el continente que vería la señal más grande de todas las señales que los seres humanos verían: la señal de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles a este planeta Tierra.
Y esto es la Venida del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová, del Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, aquel que se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, viniendo en este tiempo final a Su pueblo, a Su Iglesia, en la América Latina y el Caribe; y manifestándose por medio de Su Ángel Mensajero, y llamando y juntando a todos los escogidos de Dios latinoamericanos y caribeños, y preparándonos para ser transformados y raptados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, en el arrebatamiento de todos los escogidos de Dios.
Hemos llegado al Día Postrero, al tiempo final, al séptimo milenio, si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene; y si no, pues solamente faltan unos dos años y medio o menos para llegar al séptimo milenio.
¿Pero se le habrá atrasado el calendario a Dios? Yo pienso que no. Por lo tanto, si no se le ha atrasado el calendario a Dios, ya estamos viviendo en el Día Postrero, el último de los días postreros.
Y estamos viviendo en el tiempo del llamado de Jesucristo, del llamado para todos los escogidos de Dios, para ser preparados y ser transformados en este tiempo final, y ser llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero.
Y así es como en este tiempo final los escogidos de Dios serán a imagen y semejanza del Señor Jesucristo; porque todos recibiremos un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo; y los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, cuerpos iguales al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Esto es para este tiempo final, para el Día Postrero, para el séptimo milenio, el cual ya ha comenzado si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene.
Por lo tanto, estamos viviendo en el tiempo de LA SEÑAL DE DIOS PARA LOS INCRÉDULOS, para el pueblo hebreo y para la Iglesia del Señor Jesucristo.
Hemos llegado al Día Postrero, hemos llegado al tiempo donde estaríamos viendo la señal de Dios para todos los seres humanos: incrédulos y también para los creyentes en Jesucristo, y para el pueblo hebreo.
Que las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador sean sobre todos ustedes, amables radioyentes y también los aquí presentes; y pronto Cristo complete el número de Sus escogidos, y resucite a los muertos en Cristo y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo, a la Casa de nuestro Padre celestial. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
“LA SEÑAL DE DIOS A LOS INCRÉDULOS”.
[Revisión febrero 2020]
1 San Juan 8:47
2 San Juan 10:26-27
3 Hechos 2:16-21
4 Amós 3:7
5 Hebreos 3:15, 4:7
6 San Mateo 13:47-50
7 San Mateo 24:27