Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes, y radioyentes. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para esta ocasión tenemos un tema muy importante, el cual es “EL ÁRBOL DE LA VIDA EN MEDIO DEL PARAÍSO DE DIOS”. Y dice Apocalipsis, capítulo 2, verso 7:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla, para así comer siempre del Árbol de la Vida y vivir eternamente.
“EL ÁRBOL DE LA VIDA EN MEDIO DEL PARAÍSO DE DIOS”.
En el libro del Apocalipsis aparece tres veces mencionado el Árbol de la Vida:
• Lo tenemos en Apocalipsis, capítulo 2, verso 7, que hemos leído.
• En Apocalipsis también, 22, verso 2, donde dice:
“En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones”.
• Y también en Apocalipsis, capítulo 22, verso 14, dice:
“Bienaventurados los que lavan sus ropas, para tener derecho al árbol de la vida, y para entrar por las puertas en la ciudad (o sea, por las puertas de la Nueva Jerusalén)”.
Tres veces en el libro del Apocalipsis se encuentra mencionado el Árbol de la Vida.
Y en el libro del Génesis también se encuentra tres veces mencionado el Árbol de la Vida:
• Dice en Génesis, capítulo 2, verso 9 (capítulo 2, verso 9, dice):
“Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”.
• La segunda ocasión en que se encuentra en el Génesis es en el capítulo 3, versos 22… Capítulo 3, verso 22, dice:
“Y dijo Jehová Dios: He aquí el hombre es como uno de nosotros, sabiendo el bien y el mal; ahora, pues, que no alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.
Y lo sacó Jehová del huerto del Edén, para que labrase la tierra de que fue tomado.
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida”.
Tres ocasiones se encuentra mencionado aquí, en el Génesis, el Árbol de la Vida, y tres en el libro del Apocalipsis; en el primer libro de la Biblia, el Génesis, y en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis.
Este Árbol de la Vida, todos saben que es Cristo, tanto en el Génesis como en el Apocalipsis. No es un árbol literal de vida eterna, sino un hombre llamado el Señor Jesucristo.
Por eso es que Cristo podía hablar estas palabras que dijo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí”, eso está en San Juan, capítulo 14, verso 6. Y también podía decir (en San Juan, capítulo 11), cuando estuvo frente a la tumba de Lázaro para resucitar a Lázaro, Él podía decir aquellas palabras que dijo a Marta [verso 25]:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”.
Estas palabras solamente un hombre las podía decir, y este es nuestro Señor Jesucristo, el Árbol de la Vida.
Por eso también en el libro o Evangelio según San Juan nos dice: capítulo 1, verso 1 en adelante:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Este era en el principio con Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida (¿En quién estaba la Vida? En el Verbo), y la vida era la luz de los hombres”.
Luego, en San Juan, capítulo 1 también, versos 9 en adelante, dice:
“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.
A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros…”.
El Verbo, que era con Dios y era Dios, en el cual estaba la Vida y era la Luz de los hombres, se hizo hombre y habitó en medio de los seres humanos; y allí estaba, en medio de la raza humana, el Árbol de la Vida; el Árbol de la Vida, el cual es Cristo, hecho hombre, hecho carne en medio de la raza humana.
Ahora podemos ver que el Árbol de la Vida que aparece tres veces en el Génesis y el Árbol de la Vida que aparece tres veces en el Apocalipsis es el mismo Árbol, y ese Árbol es nuestro amado Señor Jesucristo. Por eso Él nos enseñó que en Él está la vida eterna, porque Él es la vida eterna.
Y ahora, vean ustedes cómo Cristo nuestro Salvador nos ha mostrado cómo obtener la vida eterna.
Por eso fue que Él dijo1: “Yo soy el Pan vivo que he descendido del Cielo, no para hacer mi voluntad; y el que come de este Pan, vivirá eternamente”. También Él dijo2: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí”.
Ahora, vean ustedes cómo el Árbol de la Vida, el cual es Cristo, nos enseña que tenemos que comer de Él para vivir eternamente; y eso es comer del Árbol de la Vida.
En el tiempo de Adán y Eva, estando allí el Árbol de la Vida, el cual es Cristo, el cual estaba en Su cuerpo teofánico…; todavía no tenía el cuerpo de carne, el cual nació luego a través de la virgen María.
Para poder comer del Árbol de la Vida, el cual es Cristo, tenía que hacerse carne primero. Y Eva no esperó a que el Árbol de la Vida se hiciera carne, y por consiguiente ella comió del árbol de ciencia del bien y del mal.
Así como el Árbol de la Vida es Cristo, el árbol de ciencia del bien y del mal es el diablo, el cual se hizo carne en la serpiente y engañó a Eva, y vino el pecado de la raza humana y por consiguiente la muerte, porque la paga del pecado es muerte3; pero el que come del Árbol de la Vida lo que recibe es vida eterna.
El Árbol de la Vida tenía que hacerse carne para poder el ser humano comer de Él y vivir eternamente. Y tenemos la promesa de la Venida del Mesías, la Venida de Cristo, el Árbol de la Vida, para hacerse carne en medio de la raza humana y darle Vida, vida eterna, al ser humano.
La Venida de Cristo tiene dos partes muy importantes, las cuales son:
La Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios, para llevar a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, la cual fue cumplida dos mil años atrás cuando el Verbo, el Ángel del Pacto, se hizo carne y habitó en medio de los seres humanos, en medio del pueblo hebreo, y nos dio vida eterna.
Y al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, ¿estamos recibiendo qué? Vida eterna. Y así recibimos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión con vida eterna, un cuerpo eterno pero no de esta dimensión sino de la sexta dimensión, de la dimensión en la cual estaba Cristo cuando estaba allá en el Huerto del Edén como el Árbol de la Vida mencionado en el Génesis; pero no se había hecho carne: estaba en Su cuerpo teofánico, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión: de la sexta dimensión.
Y ahora, cuando creemos en Cristo como nuestro Salvador y lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibimos Su Espíritu Santo, ¿qué estamos haciendo? Estamos comiendo del Árbol de la Vida y estamos recibiendo vida eterna; y así recibimos un cuerpo con vida eterna, de la sexta dimensión.
Y para el Día Postrero, los creyentes en Jesucristo, en la Segunda Venida de Cristo, estaremos viendo la Venida del Árbol de la Vida nuevamente, que será la Venida del Verbo que era con Dios y era Dios, el cual se hizo carne dos mil años atrás. Volverá a hacerse carne para, en este tiempo final, darnos un cuerpo eterno con vida eterna.
De la Segunda Venida de Cristo depende la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos; porque la Segunda Venida de Cristo es la Venida del Verbo que era con Dios y era Dios, que es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, viniendo manifestado en carne humana en el Día Postrero, conforme a Apocalipsis, capítulo 19, donde nos dice que viene como el Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 y Su Nombre es llamado el Verbo de Dios, el mismo Verbo que se hizo carne dos mil años atrás en aquel joven carpintero de Nazaret llamado Jesús.
Para este Día Postrero vendrá el Verbo que era con Dios y era Dios y es Dios (y es el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, llamado también el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto), vendrá nuevamente manifestado en carne humana en este tiempo final.
Es la Venida del Verbo, la Venida del Árbol de la Vida, como fue la Venida del Verbo, el Árbol de la Vida, dos mil años atrás, hecho carne y conocido por el nombre de Jesús.
Para el Día Postrero estará nuevamente aquí en la Tierra, manifestado en carne humana, para llevar a cabo Su Obra de Reclamo conforme al Programa Divino, para que se pueda producir la resurrección de los muertos en Cristo, que han comido del Árbol de la Vida y han recibido el nuevo nacimiento, han recibido el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y que para este tiempo final tienen la promesa de recibir el cuerpo físico y eterno que Cristo ha prometido para todos los creyentes en Él.
Y todo depende de la Segunda Venida de Cristo en este tiempo final, para recibir el cuerpo eterno y glorificado nosotros los que vivimos y los que ya han partido.
Pues ya hemos recibido el cuerpo teofánico de la sexta dimensión al creer en Cristo, el Árbol de la Vida en Su Primera Venida y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario. Al creer en Él y lavar nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, hemos comido del Árbol de la Vida en Su Primera Venida.
Y en Su Segunda Venida también comeremos del Árbol de la Vida, para recibir el cuerpo eterno y glorificado que Él ha prometido para todos nosotros.
Hemos visto que es un misterio del Reino de Dios, el cual ha sido abierto para todos nosotros, para que así todos podamos comer del Árbol de la Vida, el cual es Cristo, y podamos vivir eternamente.
No comer del Árbol de la Vida, que es Cristo, significa que la persona no puede vivir eternamente.
“El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí”, o sea, no tiene vida eterna. Lo que tiene es una vida temporal, la cual, cuando terminan sus días aquí en la Tierra termina su vida terrenal, muere su cuerpo físico; y su cuerpo físico se corrompe porque era un cuerpo temporal, era un cuerpo mortal y corruptible. La persona no obtiene poder para mantener la vida terrenal en ese cuerpo terrenal.
Por lo tanto, se requiere que el ser humano coma del Árbol de la Vida, para que pueda vivir eternamente y pueda recibir el cuerpo eterno de la sexta dimensión (el cuerpo teofánico, el espíritu teofánico, que es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo), y luego en el Día Postrero pueda recibir el cuerpo físico eterno y glorificado, para vivir en un cuerpo físico también, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Eso solamente se obtiene comiendo ¿de quién? Del Árbol de la Vida, que es Cristo.
Cristo dijo en San Juan, capítulo 14, verso 6: “Yo soy el camino, la verdad y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí”. Él es el único Camino. Él es el camino, la senda de la vida eterna. No busque otro camino, porque no lo hay.
Hay muchos caminos que al hombre le parecen buenos, pero su fin es camino de muerte4. Pero hay un camino: el Camino de Dios, el Camino de la Vida Eterna, que es Jesucristo, y su final es vida eterna.
Y todo aquel que anda en el Camino de la Vida, en Cristo, el Árbol de la Vida, su final después de su vida terrenal es vida eterna. Ya tiene vida eterna cuando ha recibido a Cristo como su Salvador y ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu Santo; y así ha obtenido el nuevo nacimiento, del cual Cristo habló a Nicodemo diciéndole5: “El que no nazca de nuevo, del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”.
Ahora, hemos visto que necesitamos comer del Árbol de la Vida, el cual es Cristo; y todo ser humano tiene la oportunidad de comer del Árbol de la Vida.
Desde que Cristo murió y resucitó y ascendió al Cielo, se abrió el camino al Árbol de la Vida, para que todos puedan venir al Árbol de la Vida y comer de Él, comer de Cristo, creyendo en Cristo como nuestro Salvador y lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo; así es como comemos de Cristo y así es como obtenemos vida eterna.
No hay vida eterna fuera del Señor Jesucristo, porque Él es el Árbol de la Vida Eterna.
¿Vieron lo sencillo que es todo? ¿Vieron lo sencillo que es comer del Árbol de la Vida? ¿Y vieron quién es el Árbol de la Vida? Es nuestro amado Señor Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, que se hizo carne en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús.
Y para este tiempo final tenemos la promesa de Su Segunda Venida; es la Venida del Árbol de la Vida para obtener el cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Todo es sencillo en el Programa de Dios; y algunas veces pasa por encima de la mente y las cabezas de los seres humanos por lo sencillo que es el Programa de Dios, el Programa de la vida eterna, para todos comer del Árbol de la Vida y vivir eternamente.
Pero hay algo que no podemos olvidar, y es que lo más importante para el ser humano es la vida eterna; no hay nada más importante que la vida eterna para el ser humano.
Cristo dijo6: “Buscad primeramente el Reino de Dios y Su justicia, y las demás cosas serán añadidas”.
También Cristo dijo7: “¿De qué le vale al hombre, si granjeare (o sea, si ganare) todo el mundo, y pierde su alma?”.
¿De qué le habrá valido al ser humano, a una persona, convertirse en un hombre multimillonario, con grandes propiedades, un hombre rico terrenalmente hablando, y pierde su alma? De nada le ha servido vivir en esta Tierra, de nada le sirvió venir a este planeta Tierra; porque el propósito por el cual el ser humano viene a este planeta Tierra es hacer contacto con la Vida Eterna, con el Árbol de la Vida Eterna, y comer del Árbol de la Vida Eterna para vivir eternamente; pero algunas veces nos ocupamos en las cosas terrenales y perdemos la visión de la vida eterna y perdemos el propósito para el cual hemos nosotros venido a este planeta Tierra.
El ser humano tiene una angustia existencial, porque no sabe de dónde ha venido, dónde está y hacia dónde va, y desea conocer ese misterio.
Pero miren, todo es sencillo. Por medio de Jesucristo tenemos el futuro asegurado: la vida eterna. Por medio de Jesucristo, en el presente, limpiamos nuestros pecados con la Sangre de Cristo y el problema del pecado queda resuelto. Él lo resolvió dos mil años atrás en la Cruz del Calvario, y se hace efectivo en nosotros cuando lo recibimos a Él como nuestro Salvador: y así lavamos nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibimos Su Espíritu Santo, y obtenemos el nuevo nacimiento y nacemos en el Reino de Dios; y obtenemos así un cuerpo teofánico de la sexta dimensión con vida eterna, para en el Día Postrero obtener el cuerpo físico y eterno con vida eterna, para vivir con Cristo por toda la eternidad.
Tenemos que comprender que estamos aquí por un y para un propósito divino; y es un asunto de vida o muerte: de muerte para los que no comen del Árbol de la Vida, que es Cristo, y de vida para los que comen del Árbol de la Vida, que es Cristo, y obtienen vida eterna.
Vean, solamente hay dos cosas: muerte o vida. Dios dijo en Deuteronomio8: “Yo he puesto delante de vosotros la vida y la muerte”, y dice que tome la vida para que viva.
Ahora, tomemos la vida por medio del Árbol de la Vida, que es Cristo, comiendo del Árbol de la Vida para vivir eternamente. ¿Por qué morir, cuando tenemos la oportunidad de vivir eternamente?
Es muy triste para las personas que no aprovechan los días de su vida aquí en la Tierra y no comen del Árbol de la Vida para vivir eternamente; por consiguiente, esas personas pierden el derecho a la vida eterna porque no comieron del Árbol de la Vida Eterna; y son personas que han estado conscientes de que han estado viviendo como seres humanos aquí en la Tierra, pero después dejarán de existir, porque no comieron del Árbol de la Vida Eterna.
Y ahora hemos visto que el Árbol de la Vida Eterna es nuestro amado Señor Jesucristo.
Por eso es que a través de toda la Escritura la recomendación de parte de Dios es que comamos del Árbol de la Vida Eterna, el cual es nuestro amado Señor Jesucristo.
“Al que venciere, (yo) le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios”.
Estuvo en medio del Paraíso de Dios allá en el Huerto del Edén, que fue el Paraíso de Dios, y ahora el Paraíso de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo; y en medio de Su Iglesia Él ha estado de etapa en etapa dándonos vida eterna a todos los que hemos comido de Él, del Árbol de la Vida; así ha sido de etapa en etapa, de edad en edad, para así vivir con Cristo eternamente.
¿Vieron lo sencillo que es obtener vida eterna? Es por medio de comer del Árbol de la Vida, el cual es Cristo, creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo y recibiendo Su Espíritu Santo; y así obteniendo el nuevo nacimiento, naciendo de nuevo, naciendo en el Reino de Dios como un hijo o una hija de Dios. Y así la angustia existencial del ser humano desaparece de la persona que come del Árbol de la Vida, de Cristo nuestro Salvador.
No hay nada más importante para el ser humano que la vida eterna; y esa vida eterna es con nuestro amado Señor Jesucristo, nuestro Salvador.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio del Árbol de la Vida, de la vida eterna, y de cómo comer del Árbol de la Vida Eterna, el cual está en medio del Paraíso de Dios, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo, dándole la oportunidad a todo ser humano para que lo reciba como su Salvador y lave sus pecados en la Sangre de Cristo nuestro Salvador y reciba Su Espíritu Santo, y así reciba vida eterna.
“El que oye mi Palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas pasó de muerte a vida”. San Juan, capítulo 5, verso 24.
Y también San Juan, capítulo 6, verso 40:
“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.
¿Por qué? Porque comió del Árbol de la Vida, tiene ya vida eterna; y será resucitado en el Día Postrero en un cuerpo eterno también, igual al cuerpo de Jesucristo nuestro Salvador.
Vean la bendición tan grande que hay en comer del Árbol de la Vida, el cual es Cristo nuestro Salvador.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Árbol de la Vida, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto todos los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos, porque han comido del Árbol de la Vida Eterna en el tiempo en que han vivido, y nosotros los que vivimos hemos comido del Árbol de la Vida Eterna en este tiempo final; y seamos nosotros transformados, y recibamos así el cuerpo nuevo y eterno, igual al de Jesucristo; y seamos todos llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, al Cielo, a la Cena de las Bodas del Cordero, esta gran fiesta que Dios ha preparado para todos los que han comido del Árbol de la Vida. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, que Dios les guarde; y adelante siempre, comiendo del Árbol de la Vida Eterna, oyendo Su Voz y guardando Sus mandamientos, viviendo conforme a Su voluntad; y siempre firmes en Cristo, en Su Cuerpo Místico de creyentes, perseverando, para que pronto seamos todos transformados, conforme a la promesa divina.
Y para que estemos alertas y conscientes de todas las cosas que Cristo estará haciendo en este tiempo final, para efectuar todo lo que Él ha prometido para nuestro tiempo, Cristo dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. Apocalipsis 22, verso 16.
Perseveremos en este tiempo, en nuestra edad, escuchando la Voz de Cristo por medio de Su Ángel, como perseveraron en cada edad los escogidos de cada edad escuchando la Voz de Cristo por medio del ángel mensajero que Él les mandó. Y así ellos en sus edades comieron del Árbol de la Vida, como también nosotros en este tiempo final.
Que Dios les bendiga; y muchas gracias por vuestra amable atención, amables amigos y hermanos presentes, y radioyentes.
“EL ÁRBOL DE LA VIDA EN MEDIO DEL PARAÍSO DE DIOS (PARTE 1)”.
[Revisión mayo 2020]
1 San Juan 6:51, 6:38
2 San Juan 6:53
3 Romanos 6:23
4 Proverbios 14:12, 16:25
5 San Juan 3:5
6 San Mateo 6:33, San Lucas 12:31
7 San Mateo 16:26, San Marcos 8:36, San Lucas 9:25
8 Deuteronomio 30:19