Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra y ver dónde nos encontramos en este tiempo final.
Leemos en Apocalipsis, capítulo 5, versos 1 al 7, donde nos dice:
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono”.
Nuestro tema para esta ocasión es “EL SEÑOR JESUCRISTO CAMBIANDO DE CORDERO A LEÓN”.
A través del Antiguo Testamento encontramos que, de Adán en adelante, la gente usaba corderos como sacrificios, para cubrir sus pecados con la sangre de esos animalitos. Dios estableció esos sacrificios desde el Génesis, capítulo 3, donde nos enseña la Biblia que Dios le dio pieles a Adán y a Eva para cubrir la desnudez de ellos.
Luego encontramos que de ahí en adelante el ser humano ha estado sacrificando animalitos, para cubrir sus pecados con la sangre de esos animalitos. Han sido sustitutos de las personas esos animalitos; porque es la persona la que tiene que morir por su pecado, porque la paga del pecado es muerte1, pero Dios estableció un sustituto para morir en lugar del pecador; y en el Antiguo Testamento ese sustituto era un animalito: un corderito o un macho cabrío.
Para la reconciliación del pueblo, el día 10 del mes séptimo, se sacrificaba un macho cabrío; y la sangre era llevada dentro del lugar santísimo por el sumo sacerdote y colocada sobre el propiciatorio, y allí se efectuaba la reconciliación del pueblo con Dios.
Así sucedía para el Israel terrenal, porque Dios en Su Programa —para más adelante— tendría un Cordero perfecto, que sería sacrificado, el cual llevaría nuestros pecados, y por consiguiente recibiría la muerte; porque la paga del pecado es muerte. Por consiguiente, la paga de nuestros pecados caería sobre ese Cordero perfecto, y entonces la muerte para nosotros sería quitada, y entonces podríamos tener vida eterna.
Ahora, vean ustedes, los sacrificios del Antiguo Testamento señalaban a un Cordero perfecto que vendría, tomaría nuestros pecados y moriría por nuestros pecados; ese sería el Sustituto perfecto para el ser humano.
Y cuando ese Sacrificio perfecto apareciera y efectuara ese sacrificio, ya Dios no aceptaría esos animalitos que se ofrecían en el Antiguo Testamento, porque ya el ser humano tendría a su disposición un Sacrificio perfecto, que no cubría el pecado sino que quitaba el pecado; y la persona no tendría necesidad de estar ofreciendo sacrificios de animalitos durante diferentes temporadas del año.
Y en el día 10 del mes séptimo, en que se ofrecía la expiación del macho cabrío, ya tampoco el pueblo tendría que ofrecer esos animales, porque ya tendría un Sacrificio perfecto: el del Cordero de Dios, en el cual se cumplirían todos esos sacrificios del Antiguo Testamento. Y los beneficios que producían aquellos sacrificios, serían producidos en un solo Sacrificio: el del Cordero de Dios, que quitaría el pecado del mundo.
Por eso Juan el Bautista, cuando presentó al Mesías, a Jesús, dijo2: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”.
Ese es el Sustituto de todo ser humano. Y la paga del pecado cayó sobre Él para que nosotros podamos tener vida eterna y podamos vivir eternamente con Dios. Él quitó la muerte de nosotros. Él recibió la muerte por nosotros.
Cristo dijo3: “Nadie me quita la vida; yo la pongo por mí mismo, para volverla a tomar”. Él podía tomar nuestros pecados, y así hacerse pecado por nosotros sin Él haber pecado, y por consiguiente pagar la pena del pecado.
La sentencia del pecado cayó sobre Él; pero por cuanto Él de Sí mismo no había pecado, fue justificado por Dios.
Él era inocente porque Él no había pecado, pero sobre Él vinieron todos nuestros pecados; y así se hizo mortal, para quitar el pecado y por consiguiente la pena del pecado, que es la muerte.
Y ahora podemos ver a nuestro amado Señor Jesucristo y el misterio de Su Primera Venida. Tenía un propósito divino Su Primera Venida, el cual estaba representado en aquellos sacrificios que el pueblo hebreo efectuaba.
El pueblo hebreo tenía el tipo y figura, la sombra de las cosas que Cristo realizaría; y cuando Cristo realizó Su Sacrificio en la Cruz del Calvario, allí estaba la realidad de lo que aquellos sacrificios representaban.
Ahora, Jesucristo, para llevar a cabo esa Obra de Redención como Cordero de Dios en la Cruz del Calvario, vean ustedes, tuvo que venir a la Tierra; y era nada menos que el Ángel de Jehová, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, vestido de un cuerpo humano, para por medio de ese cuerpo llevar a cabo la Obra de Redención; un cuerpo creado por Dios en el vientre de María, elegido por Dios ese cuerpo para ser el Sustituto de todos nosotros, para ser la persona que llevaría nuestros pecados, y pagaría el precio de la redención.
Ahora, veamos algo muy importante. Esto sucedió en un entrelace dispensacional; y en este entrelace dispensacional podemos ver al Arcángel Gabriel visitando a Zacarías el sacerdote y anunciándole que tendría un hijo por medio de su esposa Elisabet, el cual sería profeta de Dios, y sería el que vendría con el espíritu y virtud de Elías preparándole el camino al Señor. Eso está en San Lucas, capítulo 1.
Y encontramos que seis meses después visitó a la virgen María, y le dijo que ella tendría un niño y le llamaría por nombre Jesús; vean ustedes, le dio el nombre que le pondría al niño, como también al sacerdote Zacarías le dio el nombre que le pondría al niño que él tendría por medio de su esposa; sería Juan, el hijo de Zacarías y Elisabet, y el niño que le nacería a María tendría por nombre Jesús, que significa ‘Salvador’ o ‘Redentor’. En hebreo es Yeshua o Josué, que significa ‘Salvador’ o ‘Redentor’.
Y ahora, vean ustedes cómo el Arcángel Gabriel estaba en ese entrelace dispensacional en una labor muy importante de parte de Dios.
Los Arcángeles Gabriel y Miguel siempre están muy ocupados en el Programa Divino, y en los entrelaces dispensacionales es que más trabajo tienen; y también entre los entrelaces de los imperios gentiles cuando hay un cambio de imperio.
Por ejemplo, del imperio de Babilonia del rey Nabucodonosor, cuando hubo un cambio y cambió ese imperio al imperio medo-persa, ahí estaban Gabriel y Miguel. Encontramos que Gabriel habló con el profeta Daniel. También para el cambio del imperio medo-persa al imperio griego, también estaban Gabriel y Miguel4.
Estos Arcángeles están en la parte administrativa del Programa de Dios; o sea que todo lo que se mueve en el Programa de Dios está sujeto al ministerio de estos dos Arcángeles principales. Son los Arcángeles que están delante de la presencia de Dios; y cuando Dios envía a uno de ellos, o a los dos, algo grande en la Tierra sucede.
Para el tiempo en que Sodoma y Gomorra iban a ser destruidos, encontramos que Dios vino con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel; eran Elohim y los dos Ángeles que le acompañaban, quienes comieron con Abraham el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra5. Y luego Gabriel y Miguel descendieron a Sodoma y se encontraron allá con Lot. Luego, cuando amanecía, el fuego y azufre estaba cayendo sobre Sodoma y Gomorra6.
Siempre que hay un entrelace dispensacional, siempre hay un profeta dispensacional en la Tierra y siempre los Arcángeles Gabriel y Miguel hacen acto de presencia en la Tierra, para hacer que se cumplan los propósitos divinos, las profecías correspondientes a ese tiempo. Encontramos que esto ha sido así.
Para el tiempo final nos dice el profeta Daniel lo que le reveló el Arcángel Gabriel, en el capítulo 12, y dice:
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.
Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.
Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad”.
Aquí tenemos un cuadro claro de lo que estará sucediendo en este tiempo final. De esto también habla el libro del Apocalipsis en el capítulo 12.
Ahora vean, el capítulo 12 de Daniel tiene al Arcángel Miguel, y el capítulo 12 de Apocalipsis también tiene al Arcángel Gabriel [Miguel]. Y para ese tiempo, señalado aquí, habrá una bendición grande para los que tienen el nombre escrito en el Libro de la Vida; para el pueblo hebreo habrá una bendición grande para 144.000 hebreos, que serán llamados y juntados en este tiempo final.
Podemos ver que este es un tiempo tan importante, en donde los Arcángeles de Dios estarán en la Tierra trabajando arduamente en la labor de Dios, para que se cumpla así todo lo que está profetizado para este tiempo; y así Cristo darle la victoria a Su pueblo, a Su Iglesia, y al pueblo hebreo.
El pueblo hebreo es el Israel terrenal y la Iglesia es el Israel celestial. La Iglesia de Jesucristo está reflejada o tipificada en el Israel terrenal, como también está tipificada en el tabernáculo que construyó Moisés y el templo que construyó Salomón.
Ahora podemos ver que para este tiempo final huestes celestiales estarán en favor del Israel celestial —primeramente— y también del Israel terrenal, que es el pueblo hebreo.
Ahora, Jesucristo ha estado haciendo intercesión como Cordero de Dios. Él llevó a cabo Su Obra de Cordero en la Cruz del Calvario, y Su Sacrificio y Su Sangre, ha sido colocada Su Sangre en el Templo de Dios allá en el Cielo sobre el Propiciatorio, sobre el Trono de Dios.
Y Cristo, siendo también el Sumo Sacerdote Melquisedec, el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, vean ustedes, cuando murió Su cuerpo físico no llevó Su Sangre al templo terrenal, como lo hacía el sumo sacerdote cuando ofrecía el sacrificio de la expiación y llevaba la sangre del macho cabrío al lugar santísimo y la colocaba sobre el propiciatorio; eso era tipo y figura de lo que Jesucristo, que es el Sumo Sacerdote Melquisedec, haría en el Templo de Dios que está en el Cielo.
Ahora vean ustedes una cosa: el macho cabrío era sacrificado en el atrio, pero su sangre después era llevada al lugar santísimo.
Y ahora Jesucristo, que es nuestra Expiación, tenía que venir a esta Tierra, que es el Atrio del Templo de Dios, ¿para qué? Para ser sacrificado. Ya eso estaba ordenado por Dios desde antes de la fundación del mundo, pero fue cumplido, materializado, cuando Jesucristo estuvo en la Tierra dos mil años atrás.
Vino con un propósito: para morir por cada uno de nosotros en la Cruz del Calvario, y así reconciliar a todos los hijos e hijas de Dios, reconciliar al Israel celestial. Y en esta reconciliación también entrará el pueblo hebreo, el cual en este tiempo final será reconciliado con Dios por medio de ese Sacrificio.
No hay otro sacrificio para ser reconciliados con Dios, solamente el Sacrificio de Cristo.
Y ahora, Cristo como Sumo Sacerdote está haciendo intercesión en el Trono de Dios, o sea, en el Lugar Santísimo del Templo de Dios en el Cielo; y cuando haya terminado de hacer intercesión hasta por el último de los escogidos, hasta por el último del Israel celestial, que son los miembros de la Iglesia de Jesucristo, luego Él saldrá del Trono de Dios, del Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo.
Y ahí Él hará un cambio: Él saldrá para reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa; y así resucitará en cuerpos eternos todos los que han sido reconciliados con Dios por medio de Su Sacrificio, y nosotros los que vivimos seremos transformados; y entonces disfrutaremos la plena reconciliación con Dios con cuerpos eternos.
Estamos reconciliados con Dios por medio del Sacrificio de Cristo, pero solamente en lo espiritual estamos disfrutando esas bendiciones; todavía nuestro cuerpo físico es mortal, corruptible y temporal; pero muy pronto seremos transformados, y entonces tendremos un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo.
Ahora, tenemos que comprender que mientras falte alguno de los escogidos, alguno de los que esté escrito en el Libro de la Vida del Cordero, que no haya entrado al Cuerpo Místico de Cristo y que no haya subido a la edad que le corresponde, que es la Edad de la Piedra Angular en este tiempo final…; como a los de la primera edad les tocaba entrar al Cuerpo Místico de Cristo, a la primera edad.
Y ahora, en este tiempo final les toca entrar a los escogidos que viven en este tiempo a la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico de Cristo.
Y cuando se complete ese número, entonces Cristo cambiará de Cordero a León, terminará Su labor de intercesión como Sumo Sacerdote en el Cielo, y se convertirá en el Juez de toda la Tierra; y será el León de la tribu de Judá, el Rey de reyes y Señor de señores.
Ahora vean una cosa muy importante: en este tiempo final estamos viviendo en un tiempo paralelo al tiempo de la Primera Venida de Cristo, estamos viviendo en un entrelace dispensacional.
Para Cristo llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario como Cordero de Dios, tuvo que estar en la Tierra desde 33 años antes; naciendo en Belén de Judea; luego creciendo: vino a ser un niño, un joven y después una persona adulta; y en esa etapa de adulto sería que Él llevaría a cabo la Obra de Redención.
Pero antes de eso tendría un ministerio, y ese ministerio sería llevado a cabo en forma perfecta, y obtendría Él la adopción como Hijo de Dios; lo cual recibió el día del Monte de la Transfiguración; allí Él fue adoptado, y Dios dijo7: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo contentamiento; a Él oíd”. Esa es la forma para la adopción; y cada hijo de Dios para el Día Postrero también será adoptado
¿Pero tendremos que ir al Monte de la Transfiguración allá? ¿Tendremos que estar en algún monte? Tenemos que estar en un monte, y tenemos que estar en la parte alta del monte.
¿Pero qué monte será ese? El Monte de Dios.
¿Y dónde está ese Monte de Dios?, ¿cuál es ese Monte de Dios? Es la Iglesia de Jesucristo; y hay que estar en la cúspide o cima de ese Monte, que es la Edad de la Piedra Angular. Ahí es donde los hijos e hijas de Dios serán adoptados, como hijos e hijas de Dios: con la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de nosotros los que vivimos. Eso es la adopción para los hijos e hijas de Dios.
Y entonces estaremos como reyes y sacerdotes en toda su plenitud: con un cuerpo nuevo; vestidos de reyes: con un cuerpo nuevo; tendremos el vestido de la Realeza: un cuerpo eterno.
Ahora podemos ver la bendición tan grande que nuestro Salvador Jesucristo tiene para cada uno de ustedes y para mí también.
Pronto Él cambiará de Cordero a León; estamos en el entrelace dispensacional.
Ahora vean ustedes una cosa muy importante. En Su Primera Venida había llegado el Cordero de Dios, pero todavía se efectuaban los sacrificios; y se tenían que efectuar esos sacrificios, porque aunque estaba el Cordero de Dios todavía no había sido adoptado; fue adoptado en el Monte de la Transfiguración.
Y luego, más adelante, cuando terminó Su ministerio… y podía decir8: “Consumado es”.
Él también había dicho en San Juan que la Obra que le había sido dada para hacer, la había llevado a cabo, la había hecho9; eso fue bajo Su ministerio. Y ahora le tocaba realizar la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; eso fue la parte culminante de la Primera Venida de Cristo: la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; pero vean ustedes, tuvo que tener 33 años aquí en la Tierra.
Desde el momento que llegó, naciendo en Belén de Judea, allí había nacido el Cordero de Dios y allí había nacido el Sustituto de todo ser humano, para Él llevar nuestros pecados y recibir la paga del pecado, que es la muerte; pero todavía no podía morir. El diablo trató de matarlo usando a Herodes y usando un sinnúmero de personas, pero no podía morir hasta el tiempo señalado por Dios.
Podemos ver que mientras se estaba en ese entrelace, el pueblo hebreo tenía que seguir ofreciendo los sacrificios. Aun por Jesucristo mismo, cuando nació y fue presentado se ofrecieron unos palominos por Él10.
También Jesucristo, en algunas ocasiones, cuando sanaba a algunas personas, leprosos o personas ciegas, les decía11: “Vayan al sacerdote y ofrezcan allí lo que está ordenado en la Ley de Moisés por la limpieza que ustedes han recibido”. Eso era para los leprosos.
Y ahora podemos ver que todavía las cosas del Antiguo Testamento estaban funcionando aunque Jesús estaba en la Tierra, porque era un entrelace dispensacional.
Encontramos que Jesús en ese entrelace dispensacional, aunque era el Cordero de Dios, todavía no había quitado el pecado, porque eso tenía un momento en específico; y vean ustedes, tenía que ser en un día exacto; y fue en la víspera de la Pascua, en una de las Pascuas del pueblo hebreo. El día en que se sacrificaba un cordero en cada familia, ese día Jesucristo fue sacrificado en la Cruz del Calvario; fue en la víspera de la Pascua.
Y ahora, en la víspera de la Pascua, el cordero pascual era sacrificado.
Esto también fue tipificado cuando el pueblo hebreo iba a salir de la esclavitud en Egipto: ellos sacrificaron, el día 14 del primer mes del año, sacrificaron un cordero; cada familia sacrificaba un cordero, aplicaba su sangre en el dintel de las puertas y los postes de sus puertas; y el cordero lo asaban, lo llevaban dentro de la casa y se lo comían esa noche. Con la sangre aplicada en el dintel y los postes de las puertas, evitaba que los primogénitos que estaban dentro de esa casa murieran.
Y ahora la Sangre de Cristo es lo que nos libra a nosotros de la segunda muerte. Por medio de la Sangre de Cristo somos preservados para vivir eternamente.
Ahora podemos ver el simbolismo en esos sacrificios que el pueblo hebreo tenía. Todos esos sacrificios que el pueblo hebreo efectuaba se cumplieron en un solo Sacrificio que fue hecho por un hombre, por nuestro amado Señor Jesucristo; en Él se cumplió el sacrificio del cordero pascual y el sacrificio del macho cabrío y todos los demás sacrificios. Eso es Jesucristo como Cordero, para bendición de cada uno de ustedes y para mí también.
Ahora, hubo un entrelace de 33 años, 33 años duró ese entrelace. Ahora, ¿cuánto tiempo durará el entrelace de León de la tribu de Judá?
Hubo un entrelace de 33 años de la Dispensación de la Gracia con la Dispensación de la Ley. ¿Cuántos años durará el entrelace de la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia?
Algún día veremos cuánto tiempo durará. Cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros seamos transformados, de ahí en adelante ya podremos sacar los números y van a dar exactos, no vamos a fallar. Y estando en un nuevo cuerpo, tendremos conocimiento pleno, y correcto conocimiento, de las cosas que se han estado llevando a cabo.
Quizás en nuestro tiempo todavía no captamos al ciento por ciento todas las cosas, por la limitación humana que tenemos; pero cuando estemos en el nuevo cuerpo, no tendremos limitaciones.
Ahora necesitamos comprender que para el Día Postrero habrá un entrelace de León de la tribu de Judá con Cordero de Dios. Ese entrelace lo tenemos ahí señalado en Apocalipsis, capítulo 5, verso 5 al 6, donde el anciano le dice a Juan: “No llores. He aquí el León de la tribu de Judá”. Vamos a leerlo:
“Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos”.
¿Quién es la raíz y el linaje de David? Nuestro amado Señor Jesucristo. Él nació en la Tierra por medio de una virgen descendiente del rey David, y por consiguiente es un descendiente según la carne del rey David.
Él es ese renuevo del tronco y raíz de Isaí, de Isaías, capítulo 11, verso 1 al 15. Vamos a leer. En Isaías nos dice, en el capítulo 11, verso 1 en adelante:
“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces”.
Ahora, veamos que una vid (una vid es de, ¿qué?, de uvas) tiene muchas ramas, y es en las ramas que lleva el fruto. Cristo dijo [San Juan 15:5]: “Yo soy la Vid Verdadera, vosotros sois las ramas”, o sea, los pámpanos. Y ahora, ¿dónde se lleva el fruto? La vid lleva el fruto en las ramas.
Y ahora, del tronco de Isaí, de ahí saldrá un vástago, una vara.
“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.
Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová”.
Y así sigue hablando acerca de esa vara y vástago que retoñará de sus raíces, del tronco y raíces de Isaí.
Ahora, podemos ver en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, que Jesús dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas (…). Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.
Cristo es la raíz y el linaje de David. Y si Él es la raíz y el linaje de David, Él es ese retoño y ese vástago, y Él es también la raíz.
Y ahora vean ustedes cómo para el Día Postrero va a ser manifestado Cristo como ese vástago, como ese retoño, para sentarse en el Trono de David, porque Él es el heredero al Trono de David.
El Arcángel Gabriel dijo a la virgen María que Dios le dará el Trono de Su padre David, y reinará para siempre. Eso está en San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36.
Y ahora, ¿cómo será que todo esto sucederá en el tiempo final? ¿Quién tendrá la llave para abrir todo ese misterio y para que se cumpla todo ese misterio? Necesitamos una llave, porque hay una puerta ahí cerrada, que nadie puede abrir; pero Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 7:
“Escribe al ángel de la iglesia en Filadelfia: Esto dice el Santo, el Verdadero, el que tiene la llave de David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre…”.
Aquí tenemos al que tiene la llave de David: es Jesucristo.
Él también le dio la llave del Reino de los Cielos al apóstol San Pedro12, y Pedro abrió la puerta del Reino de los Cielos el Día de Pentecostés. ¿Qué fue lo que abrió allí? Cristo es la Puerta, y San Pedro abrió la Primera Venida de Cristo públicamente, dando a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra como Cordero de Dios en la Cruz del Calvario, Su Obra de Redención; y comenzaron a entrar por esa Puerta miles de personas. Y han estado entrando millones de seres humanos por la Puerta de la Primera Venida de Cristo; porque Cristo es la Puerta en Su Primera Venida y Cristo es la Puerta en Su Segunda Venida.
Ahora, cuando Cristo vino como Cordero de Dios, estuvo 33 años en la Tierra y la Puerta estaba cerrada; pero Pedro la abrió el Día de Pentecostés, cuando Cristo cumplió Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Ahora, podemos ver que para el Día Postrero será cerrada la Puerta de la Dispensación de la Gracia y se abrirá la Puerta de la Dispensación del Reino, que es la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; y Él se sentará sobre el Trono de David, y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Él reinará como Rey de reyes y Señor de señores, como el León de la tribu de Judá; como Rey de reyes para el pueblo hebreo y para todos los seres humanos.
Ahora podemos ver que esa es la Puerta para el Día Postrero, que se abrirá para entrar a la Dispensación del Reino, tanto la Iglesia de Jesucristo como el pueblo hebreo. Ninguna persona podrá entrar al Reino Milenial si no entra por la Puerta.
La Puerta del glorioso Reino Milenial es la Segunda Venida de Cristo. La Puerta para los escogidos de Dios recibir la fe para ser transformados y ser raptados es la Segunda Venida de Cristo. La Puerta para subir a la Edad de la Piedra Angular y oír la Voz de Cristo dándonos a conocer todas las cosas que deben suceder pronto es la Segunda Venida de Cristo.
Ahora podemos ver que hay una puerta; y si hay una puerta, recuerden ustedes una cosa: Dios no es un Dios descuidado, Dios es un Dios muy cuidadoso. No es como algunas personas, que ni tienen puerta en sus casas o en sus fincas, y menos una cerradura; y después se quejan si los ladrones se meten y les llevan las cosas. Y algunas veces dicen: “Qué muchos ladrones hay”; pero también los ladrones pueden decir: “Qué muchas gentes descuidadas hay”. Así que son los descuidados los que dan lugar a que cada día haya más ladrones.
Por eso encontramos que Jesucristo, sabiendo que hay un ladrón que tiene un montón de ladrones con él —que se llama el diablo—, el cual no vino sino a robar, vino a matar también… Ahora podemos ver que Jesucristo tiene todo bien ordenado y bien protegido.
Y ahora vean ustedes cómo la Puerta de la Dispensación de la Gracia nadie la podía abrir, nadie podía abrir el misterio de la Primera Venida de Cristo, hasta que llegó ese tiempo. Hubo muchos imitadores, pero ninguno pudo lograr hacer lo que Cristo tenía que hacer.
Para el tiempo final… Ha habido imitadores, siempre los hubo y siempre los hay; pero para este tiempo nadie podrá lograr lo que Cristo hará, sino el mismo Cristo como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, en ese entrelace, Cristo estará.
Cristo ha estado en medio de Su Iglesia, así como Él estuvo en medio del pueblo hebreo todo el tiempo. Él estuvo como el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová, pero luego se hizo carne en Jesús. Él se había manifestado en los profetas del Antiguo Testamento, en la porción correspondiente a cada tiempo; pero luego se manifestó en toda Su plenitud en Jesús de Nazaret.
Y allí estaba el Cordero de Dios, en ese entrelace, aunque todavía no había hecho la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; pero ya estaba el Cordero presente; pero la Obra de Redención no estaba hecha todavía. Y por consiguiente, los beneficios de la Obra de Redención todavía no eran efectivos para las personas: todavía el nuevo nacimiento no estaba efectuándose, pero ya Jesucristo estaba enseñando que era necesario nacer de nuevo.
Y para nacer de nuevo las personas tenían que lavar sus pecados en la Sangre del Cordero de Dios; por lo tanto el Cordero tenía que morir, y todavía no había muerto; pero ya Jesucristo está ordenando toda la labor que se tiene que llevar a cabo en la Dispensación de la Gracia para las personas recibir el perdón de sus pecados y recibir el Espíritu Santo.
Ahora podemos ver que Jesucristo colocó todo en orden, conforme al Programa Divino.
Y luego que cumplió Su Obra, luego comenzó a funcionar todo ese Programa de Redención; y millones de seres humanos han recibido los beneficios, y millones de seres humanos han recibido los beneficios de la Obra de Redención de Jesucristo. Y todavía en este tiempo estamos recibiendo los beneficios de Su Obra como Cordero de Dios; y aunque estamos en un entrelace dispensacional, estamos recibiendo todavía los beneficios de la Primera Venida de Cristo como Cordero de Dios.
Y ahora, en este tiempo se está haciendo el entrelace de Jesucristo como León de la tribu de Judá con Su Obra como Cordero de Dios, y para este tiempo final estamos en ese entrelace.
Ahora, recuerden que para aquel tiempo, hasta que fue adoptado el instrumento de Dios para esa Obra de Redención, no podía efectuarse la redención; después de Su adopción pasó muy poco tiempo, y luego Jesucristo murió en la Cruz del Calvario, y llevó a cabo Su Obra de Redención como Cordero de Dios.
O sea que estamos viviendo en un tiempo paralelo al de Jesucristo, en donde hubo un entrelace dispensacional, y hubo una adopción: la adopción del Hijo de Dios.
Para este tiempo final estamos en un entrelace dispensacional, en donde se realizará la adopción de los hijos e hijas de Dios; y en donde un hijo de Dios, un mensajero de Dios, será adoptado; y con la adopción de ese mensajero vendrá también la adopción de todos los escogidos de Dios, del Cuerpo Místico de Cristo, de nuestro tiempo y de los que han vivido en edades pasadas; y resucitarán en cuerpos eternos los de las edades pasadas y algunos de los nuestros que han partido, y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Miren todas las bendiciones que hay en este entrelace dispensacional de León y Cordero.
Estamos viviendo en un tiempo muy importante. Es el tiempo más glorioso de todos los tiempos. Es el tiempo donde el Señor Jesucristo cambia de Cordero a León; pero recuerden que hay un lapso de tiempo, de años, de entrelace; y eso significa que estando como Cordero, Él comienza todos los preparativos para Su Obra como León.
Así como en el Antiguo Testamento estaba el Cordero de Dios presente, pero todavía no era efectivo todos los beneficios que Su Venida como Cordero de Dios les daría a los seres humanos. ¿Por qué? Porque todavía no había sido sacrificado en la Cruz del Calvario.
Si Él no llega a ser sacrificado en la Cruz del Calvario, en vano fue Su Primera Venida. Él dijo13: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, él solo queda”. Estaría vivo, si no hubiera muerto en la Cruz del Calvario; estaría todavía con el cuerpo físico que tuvo, y sin morir; nunca hubiese muerto, porque no tenía pecado.
Pero Él dijo: “Si no cae en tierra y muere, solo queda”. O sea, no estaríamos nosotros viviendo en este tiempo, no habría seres humanos viviendo en este tiempo; y no tendría Cristo seguidores, creyentes en Él, como los tiene de las edades pasadas y de nuestro tiempo.
Todo el juicio divino tenía que caer sobre la raza humana el día que Jesucristo murió; y por cuanto Jesucristo tomó nuestros pecados, todo el juicio divino cayó sobre Jesucristo; y por eso la raza humana continuó viviendo.
Miren el beneficio para la raza humana, de la Primera Venida de Cristo y Su muerte en la Cruz del Calvario. Solamente la raza humana, como género, si comprendiera el por qué existe todavía, estaría agradecida a Dios por la Primera Venida de Cristo.
Ahora, vean ustedes que con Su muerte Él ha traído grandes bendiciones.
Él dijo: “… pero si cae en tierra y muere, mucho fruto lleva”. Y un grano de trigo, si cae en tierra y muere, nace una plantita; eso es el grano de trigo en forma de una planta. Y Jesucristo el grano de trigo, en forma de una planta es Su Iglesia; y es en Su Iglesia donde Él lleva el fruto: muchos hijos e hijas de Dios, para en el Día Postrero madurar y ser iguales al primer grano de trigo: a Jesucristo, el Hijo de Dios, al primer hijo de Dios que vino a esta Tierra y fue adoptado, fue manifestado, como Hijo de Dios.
Y ahora, para el Día Postrero, al madurar los granos de trigo —que son los hijos e hijas de Dios— por medio de Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, donde el Sol, Cristo, madura a los granos de trigo… o sea, madura a los hijos e hijas de Dios en la Edad de la Piedra Angular, pues ya no estamos en edades representadas en la luna, sino que estamos en una edad representada en el sol, donde el trigo madura porque madura; porque con el sol es que madura el trigo.
Ahora podemos ver que para el tiempo final, para el tiempo en que madura el trigo, como en los tiempos del pueblo hebreo (y así es para todos los tiempos)… Para el tiempo de la cosecha, antes de llevarse a cabo la cosecha, el recogimiento del trigo, el trigo tenía que llegar a su madurez; y para eso el sol estaba fuerte, era sol de verano, y también venía la lluvia tardía; y lluvia tardía representa la enseñanza tardía.
La enseñanza primera es la primera Lluvia. La primera Lluvia de la enseñanza es la Lluvia de la Primera Venida de Cristo, y la Lluvia Tardía es la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo.
La Lluvia Temprana cayó en el este, en la tierra de Israel; allí fue la Primera Venida de Cristo y allí comenzó la enseñanza de la Primera Venida de Cristo. Y para el Día Postrero la Lluvia Tardía cae en el occidente: la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo.
Para madurar el trigo con la Lluvia Tardía, la enseñanza de la Segunda Venida de Cristo, nos madura como hijos e hijas de Dios. Y con el Sol de Justicia, que es Cristo en Su manifestación del Día Postrero, nos alumbra el entendimiento y nos alumbra las Escrituras, y así nos abre las Escrituras y el entendimiento para poder comprender todo el Programa Divino; y nos va madurando para en el Día Postrero ser transformados nosotros los que vivimos y los muertos en Cristo ser resucitados.
Ahora, vean ustedes cómo para este tiempo final, Cristo, en este entrelace dispensacional nos va madurando en el conocimiento de Su Programa, en el conocimiento de la Segunda Venida de Cristo; nos va llenando del conocimiento de todo ese Programa correspondiente a la Segunda Venida de Cristo, que es el Programa correspondiente al Sol de Justicia resplandeciendo y madurándonos. Es el Programa correspondiente a la Venida del León de la tribu de Judá.
Cristo, como el Sol de Justicia, apareció resplandeciendo en el Monte de la Transfiguración; y Malaquías también nos dice, en el capítulo 4, verso 2: “A los que temen mi Nombre, nacerá el Sol de Justicia, y en Sus alas traerá salvación”.
Y en el Monte de la Transfiguración, en el capítulo 17 de San Mateo, vimos a Cristo con Su rostro como el sol, cuando mostró allí la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino; evento que corresponde al Día Postrero, o sea, al séptimo milenio.
El sol representa a Cristo. Cristo dijo14: “Yo soy la Luz del mundo”. Y el sol es el astro rey, y representa a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores en Su Segunda Venida.
Así como también en Su Primera Venida Él alumbró el entendimiento de los seres humanos, y ha estado alumbrando a los seres humanos; para Su Segunda Venida también nos alumbrará en la Dispensación del Reino.
Y en este entrelace dispensacional, Cristo como el Sol naciente va alumbrándonos el entendimiento en una forma progresiva: como sale el sol en la mañana y va alumbrando en una forma progresiva, y va dando más y más luz hasta que el día es perfecto.
Y hasta que el Milenio sea perfecto, Él va dándonos Luz gradualmente, hasta que tengamos el día perfecto: el séptimo milenio perfecto, con el glorioso Reino Milenial de Cristo establecido en este planeta Tierra. Pero estamos en el entrelace dispensacional, entrelace de León con Cordero.
Hemos visto este entrelace. Luego hablaremos, en otras ocasiones, con más detalles acerca de todo este misterio del León de la tribu de Judá.
Estamos en el entrelace. Por eso es que Juan cuando lo vio… El anciano le había dicho: “He aquí el León de la tribu de Judá”; y cuando Juan miró, vio un Cordero.
Ese es el misterio de la manifestación de Cristo, el misterio de aquel Cordero, nuestro amado Señor Jesucristo: El Ángel del Pacto que dos mil años atrás fue manifestado en carne humana como Cordero de Dios, es el mismo Ángel del Pacto que en el Día Postrero estará manifestado como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
Ahora, hemos visto al Señor Jesucristo cambiando de Cordero a León; pero eso tiene un entrelace, un entrelace en el cual todavía recibimos las bendiciones del Cordero de Dios, Jesucristo nuestro Salvador, y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios.
Y después, ya cuando seamos transformados y los muertos en Cristo resucitados, el pueblo hebreo va a estar despierto: va a recibir a Cristo también. Ellos lo verán como el León de la tribu de Judá, y ellos dirán: “¡Este es al que nosotros estamos esperando!”; y ellos entonces comprenderán este misterio del León y el Cordero, y por qué lo rechazaron dos mil años atrás.
Ahora estamos en el tiempo en donde el Señor Jesucristo está en ese entrelace en donde realiza el cambio de Cordero a León.
“EL SEÑOR JESUCRISTO CAMBIANDO DE CORDERO A LEÓN”.
Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
“EL SEÑOR JESUCRISTO CAMBIANDO DE CORDERO A LEÓN”.
[Revisión abril 2020]
1 Romanos 6:23
2 San Juan 1:29
3 San Juan 10:17-18
4 Daniel 10:12-13, 20-21
5 Génesis 18:1-8
6 Génesis 19:1-25
7 San Mateo 17:5, San Marcos 9:7, San Lucas 9:35
8 San Juan 19:30
9 San Juan 17:4
10 San Lucas 2:22-24
11 San Mateo 8:1-4, San Marcos 1:40-44, San Lucas 5:12-14
12 San Mateo 16:19
13 San Juan 12:24
14 San Juan 8:12