El Mensaje para todo pueblo, nación y lengua

Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, glorificando a Jesucristo y teniendo así este hermoso compañerismo con ustedes alrededor del Programa Divino.

Podemos ver que Dios no se había olvidado de los latinoamericanos y caribeños, Él tenía grandes bendiciones para todos nosotros y ya está derramando esas bendiciones sobre todos nosotros.

Esas bendiciones están prometidas en Su Palabra, y en esta noche vamos a ver en la Escritura las cosas que Dios ha prometido para todos nosotros, para así recibirlas con toda nuestra alma, disfrutarlas y darle gracias a Cristo por esas bendiciones.

Vamos a leer en la Escritura (pueden ponerse en pie, si tienen la bondad): en el libro del Apocalipsis, capítulo 10, versos 1 al 11 leeremos.

El libro del Apocalipsis es un libro simbólico y contiene todas las cosas que han de suceder desde el tiempo de Jesucristo hasta este tiempo final; pero esos símbolos tienen que ser abiertos para poder entenderlos.

Ahora vamos a ver en el libro de Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante, lo que nos dice de este Ángel que desciende del Cielo, el cual trae grandes bendiciones para todos nosotros; dice así Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante:

“Vi descender del cielo a otro ángel fuerte, envuelto en una nube, con el arco iris sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego.

Tenía en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra;

y clamó a gran voz, como ruge un león; y cuando hubo clamado, siete truenos emitieron sus voces.

Cuando los siete truenos hubieron emitido sus voces, yo iba a escribir; pero oí una voz del cielo que me decía: Sella las cosas que los siete truenos han dicho, y no las escribas.

Y el ángel que vi en pie sobre el mar y sobre la tierra, levantó su mano al cielo,

y juró por el que vive por los siglos de los siglos, que creó el cielo y las cosas que están en él, y la tierra y las cosas que están en ella, y el mar y las cosas que están en él, que el tiempo no sería más,

sino que en los días de la voz del séptimo ángel, cuando él comience a tocar la trompeta, el misterio de Dios se consumará, como él lo anunció a sus siervos los profetas.

La voz que oí del cielo habló otra vez conmigo, y dijo: Ve y toma el librito que está abierto en la mano del ángel que está en pie sobre el mar y sobre la tierra.

Y fui al ángel, diciéndole que me diese el librito. Y él me dijo: Toma, y cómelo; y te amargará el vientre, pero en tu boca será dulce como la miel.

Entonces tomé el librito de la mano del ángel, y lo comí; y era dulce en mi boca como la miel, pero cuando lo hube comido, amargó mi vientre.

Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes”.

Que las bendiciones de Jesucristo sean sobre todos ustedes y bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “EL MENSAJE PARA TODO PUEBLO, NACIÓN Y LENGUA”.

Hemos visto que el Mensaje para todo pueblo, nación y lengua, lo estará predicando en este tiempo final el que se come ese Librito abierto.

Ese Librito abierto, que trae en Su mano el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, es el Libro de la Redención, es el Libro de la Vida del Cordero, y ahí están escritos nuestros nombres.

Y ahora, ese Libro, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 5 en adelante, estaba en la diestra de Dios; y nadie podía tomar ese Libro, hasta que llegó el Cordero, que es el mismo Jesucristo, el cual es el León de la tribu de Judá, el Rey de reyes y Señor de señores, tomó el Libro, lo abrió en el Cielo…; en el capítulo 5 y capítulo 6 encontramos esa narración, y ahí está siendo revelado en esa forma simbólica las cosas que sucederían desde Cristo hasta este tiempo final.

Y luego, en Apocalipsis, capítulo 10, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, el cual es Jesucristo viniendo en el Día Postrero con ese Título de Propiedad abierto en Su mano, luego lo entrega a un hombre para que se lo coma y para que después profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas. Por cuanto él se come ese Librito ya abierto, él sabe el contenido de ese Libro; y estará predicando, profetizando sobre todo pueblo, nación y lengua.

¿Y de qué estará hablando? Del contenido de ese Librito abierto, él estará predicando el contenido de ese Librito abierto. Ya parte de ese Librito es historia, hay otra parte que se está cumpliendo en el presente y hay otras cosas que están para ser cumplidas más adelante.

Y este que se come el Librito está dando testimonio sobre todo pueblo, nación y lengua, de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final. Por cuanto estará dando testimonio de las cosas que han de suceder, por consiguiente está profetizando, porque está dando testimonio de cosas que han de suceder.

Y ahora, el que le trae este Librito a Juan es el Ángel del Señor Jesucristo. En Apocalipsis, capítulo 1, le trae toda esta revelación divina a Juan en esta forma simbólica. Juan quiso adorar al Ángel pero el Ángel le dijo que no lo hiciera1.

Ahora, por medio de este Ángel, Jesucristo se está revelando en el libro del Apocalipsis y le está mostrando a Juan el apóstol en esta forma simbólica todas esas cosas que han de suceder.

Y ahora, encontramos que en Apocalipsis, capítulo 10, el Ángel Fuerte que desciende del Cielo, el cual es Jesucristo, le entrega a Juan el apóstol el Librito abierto de los Siete Sellos; y eso es tipo y figura de lo que Jesucristo en el Día Postrero estará haciendo con un hombre, un profeta que estará viviendo en la Tierra, al cual le estará dando ese Librito ya abierto y le estará diciendo que se lo coma.

Ese Librito es la Palabra de Dios. “No solamente de pan vivirá el hombre, sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”2. Y este hombre se come ese Librito y entonces tiene el ministerio profético del Día Postrero para profetizar, para dar testimonio de todas las cosas que han de suceder pronto, en este Día Postrero.

Estará profetizando de los juicios divinos que han de venir sobre la raza humana y el porqué de esos juicios; pero también estará profetizando de las bendiciones de Dios que estarán viniendo sobre la Iglesia del Señor Jesucristo, sobre los redimidos con la Sangre de Jesucristo, y dando testimonio de todas estas cosas que estarán sucediendo en este tiempo final.

Los que son de Dios, oirán la Voz de Dios, la Voz de Jesucristo por medio de ese hombre, por medio de ese profeta; y así serán llamados y juntados todos los escogidos de Dios en este tiempo final, y obtendrán el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final, y serán preparados para ser transformados y llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, por nuestro amado Señor Jesucristo. Y se estarán cumpliendo las promesas proféticas del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento con relación a las cosas que estarán sucediendo en este tiempo final.

La Escritura dice en el Antiguo Testamento que la Trompeta, la Gran Voz de Trompeta sonará; y en el Nuevo Testamento Jesucristo también dice en San Mateo, capítulo 24, verso 31: “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.

Los escogidos de Dios en el Día Postrero, serían llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta; también San Pablo habló del recogimiento de todos los escogidos de Dios y dijo [Primera de Corintios 15:52]:

“… a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos en Cristo resucitarán primero (¿cómo resucitarán? En cuerpos incorruptibles; ¿serán resucitados cómo?) incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible sea vestido de incorrupción, y esto mortal sea vestido de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

O sea que vamos a ser transformados y vamos a tener un cuerpo eterno, un cuerpo inmortal; y los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos eternos, cuerpos glorificados igual al cuerpo de Jesucristo; también nosotros tendremos un cuerpo igual al de Jesucristo y todo esto está prometido para el tiempo en que la Trompeta Final suene y junte a todos los escogidos de Dios; primeramente suena la Trompeta Final y junta todos los escogidos de Dios.

Esa Trompeta Final es la misma Gran Voz de Trompeta de la cual habló Jesucristo que juntaría a todos los escogidos de Dios; esa es la misma Gran Voz de Trompeta de Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, que San Juan escuchó en el Día del Señor; de la cual San Juan dijo:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último…”.

¿Quién es el Alfa y Omega? ¿Quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz del Señor Jesucristo hablando en el Día Postrero, o sea, en el séptimo milenio, que es el Día Postrero; porque un día delante del Señor, para los seres humanos es un milenio, o sea mil años. Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, dice: “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”.

Y ahora, la Voz de Cristo, así como estuvo en el pasado en Sus mensajeros que Él envió en medio de Su Iglesia, para este tiempo final estará en medio de Su Iglesia: en el Ángel Mensajero de Jesucristo que en el Día Postrero recibe el Librito y se lo come, y luego tiene la responsabilidad de profetizar sobre muchos pueblos, naciones y lenguas.

En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, también encontramos la Voz de Trompeta de Jesucristo que dice: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de éstas”.

¿Y cómo los seres humanos van a escuchar la Voz de Cristo dándoles a conocer todas estas cosas; pero antes diciéndoles que suban? Eso es lo más sencillo. En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante, nos dice cómo:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel (¿A quién ha enviado? A Su Ángel ¿y para qué lo ha enviado? Vamos a ver para qué), para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Es por medio de Su Ángel Mensajero que son dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder; porque Jesucristo en Espíritu Santo estará manifestado en Su Ángel Mensajero; por lo tanto, Jesucristo pondrá Sus palabras en la boca de Su Ángel Mensajero.

Eso es lo que Él hace cuando le da el Librito abierto en Su mano y le dice que se lo coma. Y cuando se lo come, ha colocado Su Palabra en la boca de ese hombre. ¿Para qué? Para que profetice sobre muchos pueblos, naciones y lenguas.

En Apocalipsis 22, verso 16, Jesucristo mismo dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Jesucristo envía Su Ángel Mensajero para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder. Y para todas las iglesias, el Enviado de Jesucristo es el Ángel del Señor Jesucristo: un hombre, un profeta con la Palabra de Jesucristo para profetizar todas estas cosas que deben suceder pronto, sobre pueblos, naciones y lenguas.

Todas las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, están contenidas en el libro del Apocalipsis, y están selladas en ese Libro de los Siete Sellos; pero Jesucristo abre ese Libro y lo entrega a Su Ángel Mensajero, un profeta dispensacional enviado a la Iglesia de Jesucristo con la revelación abierta del contenido del Libro de los Siete Sellos.

Hubo cosas del contenido de ese Libro que ya se cumplieron; y muchas fueron abiertas por el séptimo ángel mensajero, el reverendo William Branham: las cosas que ya habían sucedido; pero las cosas que sucederían después, después del ministerio del séptimo ángel mensajero, esas cosas serían dadas a conocer a la Iglesia de Jesucristo por medio del Espíritu Santo a través del Ángel Mensajero de Jesucristo.

Por esa causa, el séptimo ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia gentil y precursor de la Segunda Venida de Cristo, el reverendo William Branham, tenía que dejar cosas sin revelarlas, como el Séptimo Sello y su contenido. Y también cosas del Cuarto Sello y del Sexto Sello, y también cosas del Quinto Sello; pero él dijo que más adelante serían reveladas.

Pero el séptimo ángel mensajero se fue, y toda Palabra y toda revelación tiene que venir a un profeta; por lo tanto, Jesucristo para el Día Postrero estaría enviando a Su Ángel Mensajero, el último profeta mensajero dispensacional, para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto; y así ser abiertas las cosas contenidas bajo el Séptimo Sello y los otros Sellos que contienen cosas que no fueron abiertas.

Todas ellas están en esos Sellos, pero al ser abiertas son dadas a conocer y entonces pueden ser entendidas; mientras no son abiertas por el Espíritu de Dios a través del profeta, no pueden ser entendidas.

El profeta Daniel, en el capítulo 12 de su libro, dice que él escuchó pero no entendió, y quiso comprender, las cosas que iban a suceder en el Día Postrero. Y le fue dicho: “Estas cosas, estas palabras, están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”. ¿Por qué hasta el tiempo del fin? Porque antes de ese tiempo no podían ser comprendidas, antes de ese tiempo Jesucristo no las abriría; pero para el tiempo final Jesucristo las abriría, se las revelaría a Su profeta mensajero, y él las daría a conocer al pueblo de Dios; y entonces los entendidos entenderían.

Y todas estas cosas que serían abiertas en el Día Postrero es para ser entendidas por los entendidos, por los escogidos de Dios, por los hijos e hijas de Dios, en dondequiera que se encuentren.

Ahora, el Programa de Dios, así como se encontró miles de años en la tierra de Israel y pasó por diferentes naciones, ahora se encuentra en la América Latina y el Caribe siendo cumplido, y siendo dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y las que ya han sucedido son identificadas para que podamos entender el cumplimiento que han tenido. Y esto es para, los que viven en el territorio latinoamericano y caribeño, entenderlas.

Por eso el Mensaje de este Día Postrero, de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, está siendo predicado en la América Latina y el Caribe, y está dando a conocer todas estas cosas que deben suceder en este tiempo final. Y así, con ese Mensaje, están siendo llamados y juntados todos los escogidos de Dios.

Hay personas que no saben que son escogidos de Dios, pero hay algo en el alma que ellos sienten allá en el corazón; es algo de parte de Dios, porque su alma pertenece a Dios y están esperando algo de parte de Dios, están esperando escuchar la Voz de Dios. Y cuando escuchan la Voz de Dios, el Mensaje del Evangelio del Reino dando a conocer todas estas cosas que deben suceden pronto, Dios les abre el alma, el corazón, les abre el entendimiento; y entonces entienden todas estas cosas que deben suceder en este tiempo, que están prometidas en la Palabra de Dios; y entonces pueden decir: “¡Ahora sí que leo el libro del Apocalipsis y lo puedo entender! Antes lo leía y no lo podía entender”, porque estaba cerrado y sellado hasta el tiempo del fin; pero ahora está siendo abierto para cada uno de ustedes y para mí también.

Y ahora podemos leer y entender el libro del Apocalipsis, y ver ahí en esos símbolos las cosas que están profetizadas que estarán sucediendo en este tiempo final.

Y ahora cuando se nos habla de los escogidos de Dios podemos saber quiénes son los escogidos de Dios. ¿Quiénes son los escogidos de Dios? ¡Pues aquí está un grupo de escogidos de Dios escuchando la Voz de Cristo, la Gran Voz de Trompeta en este Día Postrero!

Ahora, vean ustedes, los escogidos de Dios son personas, hijos e hijas de Dios, que en este tiempo final serían llamados y juntados con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta dándonos a conocer todas estas cosas. ¡Y no sabíamos que éramos escogidos! Pero ahora por medio del mismo Mensaje sabemos que somos escogidos de Dios; no importa la posición social, económica o la que sea; es algo en lo profundo del alma. Es un alma de Dios la que está colocada en su cuerpo para escuchar la Voz de Dios en este Día Postrero.

“Mis ovejas oyen mi voz, y me siguen”3, dijo Jesucristo. ¿Por qué? Porque “el que es de Dios, la Voz de Dios oye”4.

Y los escogidos en este Día Postrero, cuando escuchan la Voz de Cristo dándonos a conocer todas estas cosas, decimos: “¡Esto era lo que yo estaba esperando!”. Y ya Él nos está abriendo todas estas profecías, y las estamos entendiendo; y ha comenzado en nosotros una nueva vida en unión con Cristo en Su Programa y en Su Redil.

Es para todos ustedes la Voz de Cristo. Es la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, y profetizando para todo pueblo, nación y lengua, las cosas que han de suceder en este tiempo final.

Por eso es un Mensaje para todo pueblo, nación y lengua; es para todo ser humano, es para todas las iglesias; es para cada uno de ustedes y es para mí también. Ese es el Mensaje para todo pueblo, nación y lengua, con el cual toda la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová como las aguas cubren el mar5.

“EL MENSAJE PARA TODO PUEBLO, NACIÓN Y LENGUA”.

Hemos visto cuál es ese Mensaje, y hemos visto quién trae ese Mensaje de parte de Jesucristo, y hemos visto para quién viene ese Mensaje: para todos nosotros en este tiempo final, en la América Latina y el Caribe; y desde la América Latina y el Caribe se extiende para toda nación, pueblo y lengua.

Que las bendiciones de Jesucristo contenidas en el libro del Apocalipsis, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios y pronto todos seamos transformados, y seamos a imagen y semejanza de Cristo: con un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado; y seamos llevados por Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Y que todos los que necesiten salud para su cuerpo, reciban esa salud. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo.

Y que Dios les bendiga y les guarde; y nos veremos mañana, Dios mediante. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta noche, dándoles testimonio de “EL MENSAJE PARA TODO PUEBLO, NACIÓN Y LENGUA”.

Que Dios les continúe bendiciendo a todos.

“EL MENSAJE PARA TODO PUEBLO, NACIÓN Y LENGUA”.

[Revisión junio 2020]

1 Apocalipsis 19:10, 22:8-9

2 Deuteronomio 8:3, San Mateo 4:4, San Lucas 4:4

3 San Juan 10:27

4 San Juan 8:47

5 Habacuc 2:14, Isaías 11:9

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