Muy buenos días, amados amigos y hermanos aquí en Ciudad Juárez. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual quiero leer en el libro del Apocalipsis y también en San Juan, capítulo 7; capítulo 7, verso 37 al 39, de San Juan; y luego Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11. Leemos San Juan, capítulo 7, verso 37 al 39, donde dice:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
Y en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia…”.
Y Apocalipsis 22… capítulo 21, verso 6, dice:
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida.
El que venciere heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi hijo”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es “LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL ÚLTIMO Y GRAN DÍA DE LA FIESTA”.
En esta ocasión que Jesús habló (en San Juan, capítulo 7, versos 37 al 39) fue en el último día de la fiesta. ¿Y qué fiesta era esa? En el mismo capítulo 7, verso 1 al 2, dice:
“Después de estas cosas, andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarle.
Estaba cerca la fiesta de los judíos, la de los tabernáculos…”.
O sea que era la “fiesta de los tabernáculos”, y el último día de la gran fiesta fue que Jesús se puso en pie. Él no había ido a la “fiesta de los tabernáculos” desde el principio de la fiesta, sino que dejó para el final.
Vean, en este mismo capítulo 7, el verso 3 continúa diciendo:
“… y le dijeron sus hermanos: Sal de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces.
Porque ninguno que procura darse a conocer hace algo en secreto. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo.
Porque ni aun sus hermanos creían en él.
Entonces Jesús les dijo: Mi tiempo aún no ha llegado, mas vuestro tiempo siempre está presto.
No puede el mundo aborreceros a vosotros; mas a mí me aborrece, porque yo testifico de él, que sus obras son malas.
Subid vosotros a la fiesta; yo no subo todavía a esa fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido.
Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea”.
Y ahora vean, al final de la fiesta, en el último día de la fiesta, es que Jesús hace acto de presencia y clama:
“Si alguno tiene sed, venga a mí y beba”.
Y esto lo habla para ser cumplido en todos los que creerían en Él. Dice:
“El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”.
Ahora miren la bendición tan grande que hay para todos los creyentes en Jesucristo: la bendición del Espíritu de Dios, del Espíritu Santo, para las personas creyentes en Cristo, que lavan sus pecados en la Sangre de Cristo al recibirlo como su Salvador. El Espíritu Santo viene a los creyentes en Cristo desde el Día de Pentecostés en adelante, y produce el nuevo nacimiento en la persona.
Así como la persona nació en esta Tierra y obtuvo unos padres terrenales; cuando la persona ha creído en Cristo como su Salvador, ha lavado sus pecados en Su Sangre y ha recibido Su Espíritu: ha nacido del Cielo, y por consiguiente tiene un Padre, que es Dios.
Y ahora, somos identificados como hijos e hijas de Dios por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre y recibir Su Espíritu Santo, y así nacemos como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.
Ahora, Cristo aquí, el último día de la fiesta, de la “fiesta de los tabernáculos”…, siendo que la “fiesta de los tabernáculos” era una conmemoración a los 40 años que el pueblo hebreo había pasado en el desierto, en cabañas, viviendo en casas de campañas, cabañas (no sé cómo le llaman ustedes acá…), tiendas, o sea, casas de lona o de pieles (pieles de animales podían usar ellos); y… Esos 40 años son conmemorados en la “fiesta de los tabernáculos”.
Y ahora miren cómo Dios ordenó esta fiesta; porque las fiestas para el pueblo hebreo fueron establecidas conforme a la voluntad de Dios y cada una tiene un significado.
Por ejemplo, la Pascua; su significado es el cordero pascual que fue sacrificado allá en Egipto, el día antes de la salida del pueblo hebreo de Egipto. Su sangre fue aplicada sobre el dintel de las puertas y sobre los postes, o marcos de las puertas; y el cordero fue asado y colocado dentro de cada hogar (cada familia sacrificaba un cordero y hacía lo mismo), y era comido durante la noche.
Y estaban en meditación, pues la muerte estaría pasando por la tierra de Egipto aquella noche a medianoche y moriría todo primogénito en Egipto. Pero los hogares donde estaba la sangre aplicada y el cordero pascual dentro, asado y siendo comido por ellos, estaba libre de la muerte; por lo tanto, los primogénitos en aquellos hogares estaban protegidos por el cordero y su sangre, pues tenían la señal a la parte afuera de las casas y la muerte no podía entrar a esos hogares.
En el campo histórico, eso es lo que representa; pero en el campo profético representa a Cristo, el Cordero de Dios, nuestra Pascua, muriendo en la Cruz del Calvario para preservar la vida de todos los primogénitos de Dios, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Ese es el único Sacrificio que protege a los primogénitos de Dios de la muerte.
Y ahora, la muerte espiritual ha estado pasando por este planeta Tierra, y los escogidos de Dios han estado siendo protegidos por el Cordero de Dios, Jesucristo, que ha quitado nuestros pecados; por lo tanto, la muerte espiritual no puede entrar a las almas de los escogidos de Dios: tienen la Sangre aplicada en el dintel y los postes de la puerta de su corazón; y tienen a Cristo, el Cordero de Dios, dentro, y están comiendo Su carne y bebiendo Su Sangre; tienen a Cristo dentro, por lo tanto están protegidos.
Cristo dijo1: “El que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí mismo”. Y siendo Cristo el Cordero de Dios presentado por Juan… Vean ustedes, el cordero era comido allá la noche de la Pascua; por eso Cristo podía decir que había que comer Su carne, pues Él estaba tipificado en el cordero pascual.
Ahora, esa fiesta de la Pascua, siempre que la celebraban el mes primero, el día 14 del mes: encontramos que sacrificaban el cordero el día 14 y luego comenzaba la Pascua el día 15 ya en la tarde, donde se entrelazaba el día 14 y el día 15, ahí comenzaba ya el día de la Pascua, y comenzaba el día 15; y ya tenían que tener todo dentro de sus hogares, el cordero ya preparado, para una cena en la casa. Era una cena muy importante.
Y ahora, eso luego lo tenían como una fiesta —todos los años— en memoria, en recuerdo, de lo que sucedió en Egipto para su liberación y para la protección de los primogénitos.
Por cuanto el faraón y los egipcios no tenían esa revelación, hubo luto en los hogares de todos los egipcios: en los hogares de los pobres y de los ricos también, en los hogares de los esclavos y también del faraón, del rey; y murió hasta el hijo del faraón.
Ahora, vean lo importante que es tener la revelación de Dios del Programa de Dios para el tiempo en que la persona está viviendo, para así saber en dónde se encuentra en el Programa Divino.
Ahora, hablando de esta otra fiesta, la “fiesta de los tabernáculos”, esta fiesta en el campo histórico representa los 40 años del pueblo hebreo, en los cuales el pueblo hebreo vivió en tiendas (o sea, casas de campaña, tabernáculos) movibles; podían estar viviendo un año en un territorio del desierto, pero cuando la Columna de Fuego se levantaba, ya todo el mundo recogía su casa de campaña, su carpa, la recogía, la empaquetaba, y salían rumbo a donde la Columna de Fuego iba guiándolos2. O sea que era un pueblo que estaba viajando, no estaba fijo en un lugar, durante su trayectoria hacia la tierra prometida.
Y ahora, podemos ver que esto es lo que el pueblo hebreo conmemora en la “fiesta de los tabernáculos”, una conmemoración de un evento histórico; pero en el campo profético esa fiesta, en adición de apuntar hacia el pasado: algo que ya sucedió, apunta hacia el futuro: al glorioso Reino Milenial.
Y el glorioso Reino Milenial será establecido en el séptimo milenio de Adán hacia acá, que es el Día Postrero delante de Dios.
El Día Postrero o séptimo milenio está representado también en el séptimo día de la semana, el sábado, el cual es llamado también “el día del Señor”. Es el día santo de la semana para el pueblo hebreo, y para también algunos grupos del cristianismo que guardan el sábado; y el séptimo día es tipo y figura también del séptimo milenio o Reino Milenial.
Cristo en una ocasión en que era criticado por los que estaban en contra de Él, porque sanaba a los enfermos…; y aun los discípulos en algunas ocasiones llegaron a tomar de las espigas de trigo y a comer; y cuando los vieron otras personas que se iban a los extremos, eran fanáticos, criticaron a los discípulos de Jesús3.
Pero miren ustedes, Cristo no estaba rompiendo la Ley, porque Cristo es el Señor del sábado. Jesucristo dijo que el Hijo del Hombre es Señor del sábado; o sea que el Señor no es del sábado, sino el sábado (¿de quién?) del Señor. Por lo tanto, el Señor sabe lo que debe hacer el día sábado.
Y les pregunta a ellos4: “Bueno, ¿qué es correcto hacer el día sábado?, ¿bien o mal?”. Y ahí se quedaban callados.
Y el día sábado, ¿no entraba el sacerdote, los sacerdotes al templo, y llevaban a cabo labores, y el sumo sacerdote también? Y aun si el día de la expiación caía un día sábado, ¿no efectuaba las labores también del día de la expiación? ¿Y eso no es trabajo? Eso es trabajar, pero en la Obra de Dios.
¿Y no estaba trabajando Cristo en la Obra de Dios? Pues claro que sí. Y si el sumo sacerdote y demás sacerdotes, el día sábado, al estar llevando a cabo esas labores en el templo, no estaban invalidando el sábado y no eran tenidos como personas que estaban pecando al llevar a cabo esas labores, mucho menos Cristo nuestro Salvador.
Y ahora, cualquier persona podrá decir: “Pero Jesús no era un sacerdote del orden levítico”. ¡Claro que no!, ¡sino que es el Sumo Sacerdote Melquisedec (que está sobre todos los sacerdotes de la Tierra), del Orden Sacerdotal Celestial!
Y si el sumo sacerdote terrenal no invalidaba la Ley ni invalidaba el sábado llevando a cabo las labores establecidas por Dios en el templo (tanto el día sábado de la semana como el día de la expiación, aunque fuera un día sábado), ¡mucho menos Cristo!, el Sumo Sacerdote del Templo que está en el Cielo, que es el Rey y Sumo Sacerdote Melquisedec. Él estaba llevando a cabo las labores del Templo celestial; por lo tanto, Él podía trabajar los siete días de la semana llevando a cabo las obras de Dios.
Ahora, ¿ven que el sumo sacerdote no invalidaba la Ley, no invalidaba el sábado? Siendo el sumo sacerdote, el sumo sacerdote no invalidaba el sábado aunque estuviera trabajando en el templo llevando a cabo las labores del templo. Y podía llevar a cabo sacrificios el día sábado. Y eso es trabajar, pero era en la Obra de Dios; y era el elegido para hacer esas labores, él y los que estaban con él como sacerdotes.
¿Ahora vieron por qué Jesús no invalidaba el sábado, aunque lo pudieran acusar de invalidar el sábado o cualquier otro de los mandamientos divinos?
Ahora, la “fiesta de los tabernáculos” es una fiesta muy importante para el pueblo hebreo.
Siendo que la “fiesta de los tabernáculos” representa los 40 años del pueblo hebreo por el desierto, y es tipo y figura también del Reino Milenial, veamos en Levítico, capítulo 23, verso 33 en adelante, lo que Dios le dice a Moisés:
“Y habló Jehová a Moisés, diciendo:
Habla a los hijos de Israel y diles: A los quince días de este mes séptimo…”.
¿En qué mes? El mes séptimo.
“A los quince días de este mes séptimo será la fiesta solemne de los tabernáculos a Jehová por siete días.
El primer día habrá santa convocación; ningún trabajo de siervos haréis.
Siete días ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; el octavo día tendréis santa convocación, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová; es fiesta, ningún trabajo de siervos haréis.
Estas son las fiestas solemnes de Jehová, a las que convocaréis santas reuniones, para ofrecer ofrenda encendida a Jehová, holocausto y ofrenda, sacrificio y libaciones, cada cosa en su tiempo,
además de los días de reposo de Jehová, de vuestros dones, de todos vuestros votos, y de todas vuestras ofrendas voluntarias que acostumbráis dar a Jehová.
Pero a los quince días del mes séptimo, cuando hayáis recogido el fruto de la tierra, haréis fiesta a Jehová por siete días; el primer día será de reposo, y el octavo día será también día de reposo.
Y tomaréis el primer día ramas con fruto de árbol hermoso, ramas de palmeras, ramas de árboles frondosos, y sauces de los arroyos, y os regocijaréis delante de Jehová vuestro Dios por siete días.
Y le haréis fiesta a Jehová por siete días cada año; será estatuto perpetuo por vuestras generaciones; en el mes séptimo la haréis.
En tabernáculos habitaréis siete días; todo natural de Israel habitará en tabernáculos,
para que sepan vuestros descendientes que en tabernáculos hice yo habitar a los hijos de Israel cuando los saqué de la tierra de Egipto. Yo Jehová vuestro Dios.
Así habló Moisés a los hijos de Israel sobre las fiestas solemnes de Jehová”.
Ahora vean cómo en esta fiesta se está conmemorando, recordando, esos 40 años en los cuales Dios hizo morar al pueblo hebreo en tabernáculos; y así la historia de esos 40 años permanecería viva en medio del pueblo hebreo, como historia; y luego, como profecía, estaría señalándole al pueblo hebreo que vendría un tiempo en donde Dios actualizaría aquel evento.
Y esto es para el séptimo milenio, en donde Dios actualizará la Fiesta de los Tabernáculos, en la cual estará el pueblo hebreo y también la Iglesia del Señor Jesucristo; y habrá grande bendición durante el glorioso Reino Milenial para todos los hijos e hijas de Dios.
Ahora, luego de los siete días en los cuales se habitaría en tabernáculos, luego viene el día octavo; y ese día es día de fiesta, un día grande de fiesta, es el último día, el gran día de la fiesta; y eso nos habla de la etapa de grande bendición luego de la trayectoria del pueblo hebreo por el desierto: luego entraron a la tierra prometida.
Y ahora, por cuanto la Iglesia del Señor Jesucristo ha tenido siete etapas bajo esa Gran Fiesta de Pentecostés, recibiendo el Espíritu de Cristo… Esa gran fiesta del día de Pentecostés, que el pueblo hebreo guardaba, vean ustedes, ha sido actualizada en la Iglesia de Jesucristo: recibiendo el Espíritu Santo desde el Día de Pentecostés hacia acá. Esa es la Fiesta de Pentecostés actualizada en la Iglesia de Jesucristo.
Y en la Iglesia de Jesucristo se reflejan también, como reflejo de estas fiestas, algunas de estas fiestas dadas al pueblo hebreo; y otras se cumplen plenamente en la Iglesia de Jesucristo.
Como la fiesta de la Pascua: en el campo profético se cumple en Jesucristo; y Cristo es nuestra Pascua. Y ahora los primogénitos allá del pueblo hebreo (que fueron librados de la muerte) son: los que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido el Espíritu de Cristo, y así han recibido vida eterna; han sido preservados para vivir eternamente; son los primogénitos de Dios escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo.
Y ahora, así como Israel estuvo por 40 años en el desierto habitando en tabernáculos, en la Iglesia de Jesucristo se ha reflejado, pero se cumplirá proféticamente con el pueblo hebreo en el Reino Milenial de Cristo; y ahí estaremos también todos nosotros. Pero se ha reflejado en la Iglesia de Jesucristo, la cual ha tenido siete etapas, siete edades, que son tipo y figura de esos siete días de fiesta; y luego viene el día octavo, que es la Edad de la Piedra Angular, en donde Cristo se puso en pie el día octavo, el gran día de la fiesta, y les ofreció Agua de Vida a todos los que tenían sed.
Ahora, esta fiesta siendo el mes séptimo de cada año, comenzando el día 15 del mes séptimo, luego de la expiación, que se llevaba a cabo el día 10 del mismo mes séptimo… Ahora, para nosotros, la Expiación por nuestros pecados es Cristo. Y luego de haber recibido a Cristo como nuestro Salvador, como nuestro Cordero Pascual y también como el Macho Cabrío de la Expiación para nuestra reconciliación con Dios, luego, vean, la “fiesta de la expiación” también se cumple en la Iglesia, porque Cristo es nuestra Expiación por nuestros pecados.
Y así como el sumo sacerdote efectuaba el sacrificio del macho cabrío; y luego la sangre del macho cabrío la llevaba dentro del templo (el sacrificio era hecho afuera, en el atrio, y luego era llevada la sangre al templo): pasaba por el atrio, el lugar santo, hasta llegar al lugar santísimo; y colocaba con su dedo, sobre el propiciatorio, sangre: esparcía con su dedo la sangre del macho cabrío siete veces. Es nada menos que Cristo representado en el sumo sacerdote, esparciendo Su Sangre sobre todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Miren cómo San Pablo vio todo esto del templo, en el capítulo 9 de su carta a los Hebreos, y nos dio una explicación clara, y también en Gálatas. Vamos a ver en Hebreos, capítulo 9; dice:
“Ahora bien, aun el primer pacto tenía ordenanzas de culto y un santuario terrenal.
Porque el tabernáculo estaba dispuesto así: en la primera parte, llamada el Lugar Santo, estaban el candelabro, la mesa y los panes de la proposición.
Tras el segundo velo (o sea, el velo que estaba para la entrada y en la entrada al lugar santísimo) estaba la parte del tabernáculo llamada el Lugar Santísimo,
el cual tenía un incensario de oro y el arca del pacto cubierta de oro por todas partes, en la que estaba una urna de oro que contenía el maná, la vara de Aarón que reverdeció, y las tablas del pacto;
y sobre ella (o sea, ‘y sobre el arca’) los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio…”.
El propiciatorio, para que lo entiendan bien, es la tapa del arca del pacto. Y esa tapa, como esta pieza aquí, que está sobre esta otra parte, pues así es el propiciatorio; eso es el propiciatorio: la tapa del arca del pacto, lo que está sobre el arca del pacto, cubriéndola; pero dentro del arca del pacto están las tablas de la Ley, las tablas de piedra, está la vara de Aarón que reverdeció y el maná en una urna de oro; y luego está el propiciatorio con los dos querubines de oro.
El propiciatorio es de oro puro y es una obra monolítica, o sea, una obra de una sola pieza: los querubines hechos a la misma vez, de la misma pieza, o sea, fundidos a la misma vez. No hicieron los querubines de oro aparte para después pegarlos con pega allí, o con tornillos, sino que era una sola fundición. Tenían el molde con todo; y ahí, cuando echaron el oro en el molde, luego cuando quitaron el molde, salió el propiciatorio hecho completo.
Y sigue diciendo (vamos a ver):
“… y sobre ella los querubines de gloria que cubrían el propiciatorio; de las cuales cosas no se puede ahora hablar en detalle.
Y así dispuestas estas cosas, en la primera parte del tabernáculo entran los sacerdotes continuamente para cumplir los oficios del culto;
pero en la segunda parte, sólo el sumo sacerdote una vez al año, no sin sangre, la cual ofrece por sí mismo y por los pecados de ignorancia del pueblo;
dando el Espíritu Santo a entender con esto que aún no se había manifestado el camino al Lugar Santísimo, entre tanto que la primera parte del tabernáculo estuviese en pie.
Lo cual es símbolo para el tiempo presente…”.
Ahora vean cómo todo lo que estaba allí en medio del pueblo hebreo, aquel tabernáculo y estas tres partes: atrio, lugar santo y lugar santísimo, todo es tipo y figura del Templo de Dios y del Programa de Dios para con el ser humano.
Y ahora, vean lo que a continuación nos dice del verso 11 en adelante, de Hebreos; dice:
“Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación,
y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención (entró con Su propia Sangre al Lugar Santísimo del Templo que está en el Cielo).
Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne,
¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
Así que, por eso es mediador de un nuevo pacto, para que interviniendo muerte para la remisión de las transgresiones que había bajo el primer pacto, los llamados reciban la promesa de la herencia eterna.
Porque donde hay testamento, es necesario que intervenga muerte del testador.
Porque el testamento con la muerte se confirma; pues no es válido entre tanto que el testador vive.
De donde ni aun el primer pacto fue instituido sin sangre.
Porque habiendo anunciado Moisés todos los mandamientos de la ley a todo el pueblo, tomó la sangre de los becerros y de los machos cabríos, con agua, lana escarlata e hisopo, y roció el mismo libro y también a todo el pueblo,
diciendo: Esta es la sangre del pacto que Dios os ha mandado.
Y además de esto, roció también con la sangre el tabernáculo y todos los vasos del ministerio.
Y casi todo es purificado, según la ley, con sangre; y sin derramamiento de sangre no se hace remisión.
Fue, pues, necesario que las figuras de las cosas celestiales fuesen purificadas así; pero las cosas celestiales mismas, con mejores sacrificios que estos.
Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios…”.
Ahora, veamos. Así como Moisés con la sangre de la expiación roció todo (el templo, los vasos del templo; colocó sobre el propiciatorio, rociando siete veces), y siendo que ese tabernáculo representa el Templo de Dios del Cielo, y por consiguiente representa a la Iglesia del Señor Jesucristo; ahora, con un mejor sacrificio que aquellos que se efectuaban, el Templo espiritual de Cristo, que es Su Iglesia, ha sido rociada: ha sido rociada con la Sangre de Jesucristo.
Y ahora, vean ustedes cómo lo que el sumo sacerdote hacía en el templo, lo cual también Moisés había hecho en la dedicación del templo, ahora es tipo y figura de lo que Cristo haría con Su Sangre: rociándonos a nosotros con Su Sangre preciosa; pues somos el Templo, el Tabernáculo de Dios, de Jesucristo, y por consiguiente somos rociados con la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo.
El templo y las cosas contenidas allá en el templo tipifican a la Iglesia de Jesucristo con los miembros de la Iglesia de Jesucristo, rociados con la Sangre de Cristo.
El Sumo Sacerdote Jesucristo, Melquisedec, vean, ha estado haciendo intercesión en el Cielo con Su propia Sangre y Sacrificio, por todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, los cuales son llamados y juntados de etapa en etapa; y cuando reciben a Cristo como su Salvador, son rociados con la Sangre de Cristo y sus pecados son quitados.
Y ¿todo eso lo hace quién? Melquisedec, Jesucristo, porque Él está intercediendo por todos los escogidos de Dios, todas las personas que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
Y Él está sobre el Propiciatorio, que es el Trono de Dios en el Cielo; ese es el asiento de misericordia. Y mientras la Sangre de Jesucristo (que es nuestra Expiación, Cristo), mientras esté allí, la misericordia de Dios está extendida para todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios y sea cubierto con la Sangre de Cristo, y se complete así la labor de Cristo.
Así como hizo Moisés: cuando completó su labor pues salió del lugar santísimo. Y cuando Cristo complete Su labor…
Recuerden que lo que hizo Moisés, y luego lo que hacía Aarón cada año, y luego lo que hacía cada sumo sacerdote cada año el día 10 del mes séptimo, es tipo y figura de lo que Cristo estaría haciendo en el Cielo sobre el Propiciatorio, sobre el Trono de Dios.
Y Cristo, desde que ascendió al Cielo ha estado en el lugar de Intercesión, el Lugar Santísimo del Templo celestial; porque Él es el Sumo Sacerdote Melquisedec: ese es nuestro amado Señor Jesucristo; y Él está haciendo intercesión por la reconciliación de todos nosotros con Dios: así ha estado haciendo intercesión de edad en edad.
Y cuando Él termine, luego saldrá, reclamará a todos aquellos por los cuales ha hecho intercesión y han sido perdonados sus pecados y limpiados con la Sangre de Cristo, y han recibido el Espíritu de Cristo (que es el espíritu de adopción, el Espíritu Santo), y así han nacido de nuevo; luego Él hará la Obra de Reclamo, y resucitará a los muertos en Cristo y a nosotros nos transformará; y así glorificará la Casa de Su gloria5, que es Su Iglesia; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, luego de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil, donde se ha reflejado la “fiesta de los tabernáculos”…; pues la “fiesta de los tabernáculos”, vean ustedes, siendo que Dios estableció siete fiestas para el pueblo hebreo, la séptima fiesta es la de los tabernáculos, la cual se reflejó en la séptima edad de la Iglesia gentil.
Pero luego de esa “fiesta de los tabernáculos”, que eran siete días morando en cabañas, luego venía el día octavo, el cual era el día más importante; pero ya habían terminado los siete días.
Y luego de todas estas siete fiestas, que se han reflejado en la Iglesia de Jesucristo (y algunas de ellas se han cumplido, otras solamente se han reflejado)… Ahora, vemos que en la séptima fiesta luego se recorren siete días, que son tipo y figura también de las siete edades; pero el día octavo es el más importante, y ese día octavo representa la Edad de la Piedra Angular.
Por eso para el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, es que Jesucristo estará con nosotros. Vean, Juan el apóstol fue transportado al Día del Señor en espíritu, o sea, en Su cuerpo teofánico. Capítulo 1, verso 10 al 11, de Apocalipsis, dice:
“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,
que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.
Es la Voz de Cristo, pues Él es el Alfa y Omega.
Y en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, nuevamente encontramos Su Voz, como una trompeta hablando. Dice:
“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas (o sea, las cosas que sucederán después de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil)”.
Y ahora, en Apocalipsis 22, verso 6 en adelante, escuchamos lo que estará hablando y por medio de quién estará hablando esa Voz. Dice Apocalipsis, capítulo 22, verso 6:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.
¿A quién ha enviado? A Su Ángel. ¿Para qué? Para mostrar a Sus siervos las cosas que deben suceder pronto; las cuales Cristo con esa Voz de Trompeta, en Apocalipsis, capítulo 4, dijo que nos daría a conocer cuando dijo: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”.
Y ahora, encontramos la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta, en Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. ¿Por qué? Porque a través de Su Ángel Mensajero será la manifestación final de Jesucristo en Espíritu Santo, hablándole a Su Iglesia en el Día Postrero, en el octavo día, en el Gran Día de la Fiesta; representado ese día allá, o representando (ese día allá) la Edad de la Piedra Angular, donde Él estará hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto; así como Cristo el día octavo, el gran día de la fiesta, al final de la “fiesta de los tabernáculos”, en el último día (que era el día octavo), les habló de las cosas que iban a suceder con los creyentes y a los creyentes en Él: les habló del Espíritu Santo que vendría sobre los creyentes en Él.
Y ese es el bautismo del Espíritu Santo viniendo como aguas, pero Agua viva; ese es el Espíritu Santo, corriendo por el interior de la persona y produciendo en la persona el nuevo nacimiento.
Ahora, cada persona que ha creído en Cristo como su Salvador y lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha recibido Su Espíritu Santo, tiene un río de Agua viva dentro de sí; y ese es el Espíritu Santo, corriendo por todo su interior; y esas son las primicias del Espíritu.
Y la plenitud del Espíritu será cuando los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seamos transformados; y eso es Agua de vida eterna para todos los hijos e hijas de Dios.
Esa es la segunda parte, la cual Él nos dará en el Día Postrero: dará a todos los que han recibido la primera parte (las primicias del Espíritu), les dará la plenitud del Espíritu, transformando nuestros cuerpos y dándonos un cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Y por eso Él dice en Apocalipsis 21, verso 6:
“Y me dijo: Hecho está. Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin. Al que tuviere sed, yo le daré gratuitamente de la fuente del agua de la vida”.
Nos dará gratuitamente de la Fuente del Agua de la Vida, para así tener un cuerpo eterno, un cuerpo glorificado, igual al cuerpo de Jesucristo; y pronto recibiremos el Agua de la vida eterna física, recibiendo el cuerpo eterno.
Así como hemos recibido ese río de Agua de Vida: el bautismo del Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo, el cual ha producido el nuevo nacimiento, pronto recibiremos el nuevo cuerpo: nuestra transformación nosotros los que vivimos; y los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos, y tendrán así esa Agua de Vida física también.
Así que Él nos da vida eterna espiritual y vida eterna física también. La parte física será cumplida en este tiempo final, dándonos un cuerpo físico eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo. Y así tendremos el cuerpo físico y eterno, y también el cuerpo teofánico de la sexta dimensión, que son las primicias del Espíritu.
Para todos los que tienen las primicias del Espíritu, que es el espíritu de adopción, tendrán la plenitud del Espíritu, que es el nuevo cuerpo, tendrán la plenitud de la adopción. Pero comienza con las primicias: comienza con el bautismo del Espíritu Santo, donde recibimos un cuerpo de la sexta dimensión; y luego, en el Día Postrero recibiremos la plenitud, recibiendo un cuerpo físico eterno y glorificado.
Y ahora, en Apocalipsis 22, verso 16 y 17, Jesucristo dice:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.
¿Quién es el Enviado de Cristo para dar testimonio de todas estas cosas en las iglesias? El Ángel del Señor Jesucristo, que es el profeta de la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino.
Y es la primera ocasión en que Jesucristo envía a Su Iglesia un profeta dispensacional, y es para dar testimonio de todas estas cosas que han de venir en este tiempo final, todas estas bendiciones que han de venir a la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final.
Y ahora, el Ángel del Señor Jesucristo, el mismo reverendo William Branham (precursor de la Segunda Venida de Cristo) dijo que es un profeta6.
Y ahora, veamos lo que a continuación dice:
“Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana.
Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”.
Y es la Iglesia del Señor Jesucristo la que tiene el Mensaje —el mismo Mensaje— que la Voz del Espíritu Santo habla. Ese mismo Mensaje que es hablado por el Espíritu Santo es el Mensaje que tiene la Iglesia para los seres humanos.
Y ahora, la Iglesia del Señor Jesucristo ha estado dando el Mensaje, porque ha tenido los mensajeros de Jesucristo de edad en edad. Y la Iglesia de Jesucristo ha mostrado, por medio de esos ministerios que ha colocado en ella, la bendición de creer en Jesucristo, como dice la Escritura, para obtener el perdón de nuestros pecados y recibir el río de Agua viva del Espíritu Santo, y así obtener el nuevo nacimiento.
Y para el tiempo final, la Iglesia del Señor Jesucristo estará anunciando también, que para todos los creyentes en Cristo, para todos los que han recibido a Cristo como su Salvador y han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y han recibido Su Espíritu Santo, los cuales han nacido de nuevo, Cristo tiene una bendición adicional: y es el nuevo cuerpo, el cuerpo eterno y glorificado, que es como un río de Agua de vida eterna, para tener vida eterna física también todos nosotros; esa es la segunda porción.
La primera porción, que son las primicias del Espíritu, es el bautismo del Espíritu Santo, donde obtenemos el cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y la segunda parte es la parte del cuerpo eterno y glorificado que Él nos dará, para tener así la plenitud del Espíritu de Dios manifestado en nosotros, y estar con vida eterna de y en la sexta dimensión, y vida eterna también física en un cuerpo eterno.
Ahora, podemos ver que la Voz de Cristo, el Esposo, por medio de Su Ángel Mensajero estará diciendo estas cosas; y la Iglesia de Jesucristo que recibe Su Mensaje en el Día Postrero, también estará diciendo la misma cosa; en adición a que estará también diciendo que, para poder recibir la plenitud, hay que recibir las primicias.
Hay que entrar primero por la Puerta, que es Cristo, y recibir el perdón de sus pecados lavando nuestros pecados en la Sangre de Cristo al recibirlo como nuestro Salvador, y recibir Su Espíritu Santo; y entonces estamos listos y en condiciones para estar esperando nuestra transformación, para estar esperando el nuevo cuerpo.
Y ahora, la Voz de Cristo en el último día, en el gran día de la fiesta, el cual tipifica la Edad de la Piedra Angular…
Para la Iglesia de Jesucristo, vean ustedes, la voz de Jesucristo en el último y gran día de la fiesta, en nuestro tiempo en medio de la Iglesia es la Voz de Cristo a través de Su Ángel Mensajero, dándonos a conocer todas estas cosas que han de suceder pronto en y para la Iglesia del Señor Jesucristo; en donde seremos transformados y tendremos el nuevo cuerpo, y así estaremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador; y entonces lo veremos a Él en Su cuerpo glorificado, y luego nos iremos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo.
Pero antes hay que estar escuchando LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL ÚLTIMO Y GRAN DÍA DE LA FIESTA, como fue escuchada la voz de Cristo en el último y gran día de la fiesta allá.
Para recibir el Espíritu Santo de edad en edad, hay que estar escuchando la Voz de Cristo. Y para recibir nuestra transformación hay que estar escuchando Su Voz en el último y Gran Día de la Fiesta, en la Edad de la Piedra Angular, dándonos testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en y a la Iglesia del Señor Jesucristo, a cada miembro del Cuerpo Místico de Cristo.
“LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL GRAN DÍA DE LA FIESTA”.
Ahora tenemos la Voz de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, en el Gran Día de la Fiesta espiritual, porque en la Iglesia de Jesucristo se ha reflejado; pero cuando estemos en el Reino Milenial se estará cumpliendo con el pueblo hebreo y con la Iglesia de Jesucristo la Fiesta de los Tabernáculos.
Y luego de ese Gran Reino Milenial, luego vendrá el momento para el Juicio del Gran Trono Blanco; y ahí nuevamente se llega a ese ciclo divino en el cual estaba Jesucristo; y ahí se llegará a ese ciclo divino en donde serán juzgados todos los que no pertenecen a la Iglesia de Jesucristo.
Porque los que pertenecen a la Iglesia de Jesucristo ya fueron juzgados cuando Cristo fue juzgado y cuando Cristo fue condenado y cuando Cristo fue crucificado; y cuando resucitó, pues fuimos justificados con Él y resucitados con Él; no tendremos que pasar por el Juicio Final.
Pero el resto de la humanidad pasará por el Juicio Final; y unos oirán la Voz de Cristo para vida eterna, diciéndoles —al ser juzgados y ser presentados allí— todos los hechos.
Allí aparecerán las vírgenes insensatas, las cuales no tenían aceite pero eran creyentes en Cristo y fueron de ayuda para los escogidos, para las vírgenes prudentes.
Aunque algunos fueron quitados sus nombres del Libro de la Vida; esos no escucharán la Voz de Cristo para vida eterna, sino para condenación. Pero de las vírgenes fatuas o insensatas, millones entrarán a la vida eterna escuchando la Voz de Cristo diciéndoles que fueron personas que “ayudaron a uno de estos mis pequeñitos”7; y los pequeñitos son los escogidos de Dios, los nacidos de nuevo, los primogénitos de Dios; y por consiguiente, oirán la Voz de Cristo dándoles la bendición de entrar a la vida eterna.
Otros escucharán la Voz de Cristo condenándolos con la muerte para siempre.
Ahora, en nuestro tiempo todo lo que va a suceder allá, se refleja.
Y ahora nosotros escuchamos la Voz de Cristo en el Gran Día de la Fiesta, en la Edad de la Piedra Angular, luego de las siete etapas o edades de la Iglesia gentil. Y esta es la misma Voz que escuchará el pueblo hebreo.
Por lo tanto, escuchar la Voz de Cristo nos garantiza las bendiciones de Jesucristo que Él ha prometido para Su Iglesia para este tiempo final; porque estaremos creyendo en Él, como dice la Escritura, y estaremos escuchando Su Voz; y recibiremos el Espíritu de Dios en toda Su plenitud, lo cual será la transformación de nuestros cuerpos, en donde Dios habitará en nosotros en toda Su plenitud.
Pero ya tenemos las primicias del Espíritu al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en Su Sangre y recibir Su Espíritu Santo; ya tenemos las primicias: ya hemos tomado de ese río de Agua de vida eterna en Su Primera Venida al recibir Su Espíritu Santo.
Y recibiremos nuestra transformación en el Día Postrero, en Su Segunda Venida. Él sigue siendo el gran río de Agua de Vida, y nos dará vida física eterna dándonos el cuerpo eterno.
Y eso será como un nuevo nacimiento físico, en donde usted, de un momento a otro, cuando llegue el momento, será transformado; y si estaba frente a un espejo… Piense usted: si usted tiene… en ese momento llega a tener 70 años, hombre o mujer, y estaba frente a un espejo y se estaba viendo, y de momento es transformado, y de momento ve una persona joven, dice:
“¿Quién será esa persona? Yo me estaba viendo ahí y ahora veo otra persona. ¿Quién será? ¿Quién será ese? Pero… ¿Quién será ese?… ¡Y ahora él me señala! ¿Quién eres tú?”. Y él también hace lo mismo.
Y se toca el cabello, y él también se toca el cabello. “¿Quién será esa persona?”.
Y sigue la persona actuando, dice: “Pero si mueve las manos cuando yo las muevo. Se toca la cabeza cuando yo me la toco. Cuando yo hablo y muevo mis labios, también él habla y mueve sus labios; y solamente yo escucho una voz”.
Lo que está viendo en el espejo es su reflejo, su imagen; pero el que está allí en el espejo es usted mismo reflejado; pero ha sido transformado. Eso va a ser así: vamos a tener un nuevo cuerpo.
Y luego que tengamos el nuevo cuerpo, siempre que deseemos ver esa persona que vimos por primera vez cuando fuimos transformados, esa persona que vimos en el espejo, siempre que usted quiera verlo, vaya al espejo y mírelo allí; él va a hacer todo lo que usted haga, él lo va a hacer; y la voz de él es la voz suya. Solamente en el espejo será el reflejo, pero en la realidad será usted.
Ahora, todo eso es para los que estarán escuchando LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL GRAN DÍA DE LA FIESTA.
Estamos en ese Día. Esa es la Gran Voz de Trompeta llamando y juntando a todos los escogidos. Esa es la Voz de Cristo hablándonos en este tiempo final y preparándonos para recibir la plenitud del Espíritu de Dios, preparándonos para ser transformados y obtener el cuerpo joven y eterno que Él ha prometido para cada uno de ustedes y para mí también.
Con este que tenemos no podremos ir a la Cena de las Bodas del Cordero: tenemos que estar vestidos con el nuevo cuerpo; tenemos que estar vestidos con el nuevo cuerpo exterior, que es el cuerpo glorificado. Y tendremos el cuerpo interior, que es el cuerpo teofánico. O sea que estaremos completamente vestidos de Boda.
Los que no estén vestidos de Boda, no podrán ir a la Cena de las Bodas del Cordero.
Cuando vayan a la Cena de las Bodas del Cordero todos los escogidos de Dios, las personas – las demás personas no podrán decir: “Yo me voy a ir al aeropuerto a buscar un boleto allí que me lleve a la Cena de las Bodas del Cordero al Cielo”. Todavía no tienen un avión o un cohete preparado que pueda ir a la dimensión donde será la Cena de las Bodas del Cordero.
Pero Cristo sabe el camino. Él nos llevará con Él a la Cena de las Bodas del Cordero. Y nadie más conoce ese camino, solamente Cristo, el Ángel del Pacto.
Así que lo importante es estar escuchando LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL GRAN DÍA DE LA FIESTA, estar escuchando la Voz de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular, hablándonos todas estas cosas que deben suceder pronto por medio de Su Ángel Mensajero, enviado para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.
“LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL ÚLTIMO Y GRAN DÍA DE LA FIESTA”.
Todo es tan sencillo que hasta los niños lo pueden entender. Ya hemos visto lo que es la Voz de Cristo, esa Gran Voz de Trompeta; y hemos visto cómo y por medio de quién nos estaría hablando en este tiempo final; y hemos visto cuál es el Gran Día y último día de la Fiesta: la Edad de la Piedra Angular. ¡Por eso estamos de Fiesta espiritual en este tiempo final escuchando la Voz de Jesucristo nuestro Salvador!
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de “LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL GRAN DÍA DE LA FIESTA”.
Estaremos en el próximo lugar (eso será a las 3:00 de la tarde), y el tema será “EL QUE DESCIENDE DEL CIELO HARÁ LA VOLUNTAD DE DIOS”.
Luego en la noche (a las 7:00 de la noche) estaremos en Delicias 6627, colonia Nuevo Hipódromo, aquí también en Ciudad Juárez, y el tema será: “IDENTIFICANDO LA VOZ DE CRISTO EN EL DÍA POSTRERO”.
Eso es muy importante, porque a través de todos los tiempos muchas personas han dicho que son enviados de Cristo, y tenemos que identificar la Voz de Cristo. Y Cristo ha enviado, a través de las diferentes edades que han transcurrido, ha enviado Sus mensajeros. Y veremos quiénes han sido Sus mensajeros para cada etapa, donde estuvo la Voz de Cristo para toda la Iglesia de Jesucristo en cada edad; y luego veremos nuestro tiempo y la Voz de Cristo en nuestro tiempo hablándole a Su Iglesia.
Así que, ya con lo que hemos escuchado hemos ubicado bien LA VOZ DE CRISTO EN EL GRAN DÍA DE LA FIESTA, hablándonos en ese último y gran día de la Fiesta, hablándonos directamente a nuestra alma para ser llamados, juntados y preparados para recibir la plenitud de Dios, y recibir así nuestra transformación. Para eso es la Voz de Cristo en este tiempo final hablándonos todas estas cosas que deben suceder.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“LA VOZ DE JESUCRISTO EN EL ÚLTIMO Y GRAN DÍA DE LA FIESTA”.
[Revisión junio 2020]
1 San Juan 6:53-57
2 Números 9:17-23
3 San Mateo 12:1-8, San Marcos 2:23-28, San Lucas 6:1-5
4 San Mateo 12:9-14, San Marcos 3:1-6, San Lucas 6:6-11
5 Isaías 60:7
6 Los Sellos, pág. 301, párr. 106-108
7 San Mateo 25:40