El misterio de la Segunda Venida de Cristo

Muy buenas noches, amables amigos y hermanos presentes, y radioyentes. Es para mí un privilegio muy grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a este tiempo final.

Leemos en el Evangelio según San Mateo, capítulo 24, verso 3, donde dice:

“Y estando él (Jesús) sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.

Y luego, en el capítulo 24, verso 30 en adelante (30 al 31), dice Jesús:

“Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.

Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.

Para esta ocasión nuestro tema es: “EL MISTERIO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”.

Ese es el misterio más grande de todos los misterios de la Biblia, el cual está bajo el Séptimo Sello de Apocalipsis, capítulo 8, verso 1; y por esa causa, cuando el Séptimo Sello fue abierto en el Cielo, hubo silencio como por media hora.

Este es el misterio más grande de todos los misterios de los Cielos y de la Tierra, lo cual Dios había mantenido oculto, había mantenido en secreto en Su mente, pero que, conforme a la promesa divina, Él lo daría a conocer a Sus hijos, a los creyentes en Jesucristo, en el Día Postrero.

Ahora, nosotros estamos viviendo en el Día Postrero. El calendario está atrasado, y si le añadimos al calendario los años de atraso que tiene, ya estamos en el Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio para los seres humanos de Adán hacia acá, y tercer milenio de Cristo hacia acá; porque “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día”1.

Ahora, para el Día Postrero es que Cristo, nuestro Salvador, ha prometido para los creyentes en Él que han muerto, ha prometido la resurrección; y la resurrección es en cuerpos eternos. Vean, en San Juan, capítulo 6, versos 39 al 40, Cristo dice:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.

Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquél que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero”.

Es para el Día Postrero que Cristo ha prometido la resurrección de todos los creyentes en Él que han muerto físicamente; y para los que estén vivos, cuando los muertos en Cristo resuciten, la promesa es que serán transformados; porque esa es la promesa para todos los creyentes en Cristo: es una promesa de vida eterna.

Y primeramente recibimos vida eterna al creer en Cristo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en Su Sangre, y recibir Su Espíritu Santo; y así obtenemos el nuevo nacimiento del cual Cristo le habló a Nicodemo, en el capítulo 3 de San Juan, cuando le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios”, o sea, no lo puede entender.

Y Nicodemo pensó que era naciendo por medio de una mujer, y Cristo le enseñó que no era así, sino que era naciendo del Agua y del Espíritu. Le dijo Cristo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios o Reino de los Cielos”.

Ahora, la persona para poder entrar al Reino de los Cielos necesita creer en Cristo como su Salvador y lavar sus pecados en la Sangre de Cristo, y recibir Su Espíritu Santo; y así obtiene el nuevo nacimiento, y nace del Cielo y en el Cielo: obtiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, igual al cuerpo teofánico de Jesucristo; y para el Día Postrero, si la persona ha muerto, la persona se encuentra en el Paraíso viviendo en el cuerpo teofánico, y para el Día Postrero será resucitado en un cuerpo eterno; y en ese cuerpo eterno será igual a Jesucristo nuestro Salvador.

Y al ser igual a Jesucristo nuestro Salvador, la persona tendrá todas las bendiciones que Adán y Eva perdieron en el Huerto del Edén, las tendrá restauradas la persona en este tiempo final, cuando resuciten de entre los muertos en cuerpos eternos; y nosotros los que vivimos seremos transformados, y tendremos también un cuerpo eterno, igual al cuerpo de Jesucristo nuestro Salvador, un cuerpo con vida eterna; y así estaremos jovencitos para toda la eternidad, viviendo con Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, todo este Programa de Vida Eterna pertenece a Jesucristo nuestro Salvador. Por eso es que Él dijo en una ocasión: “Yo soy el camino, la verdad, y la vida; y nadie viene al Padre, sino por mí”2. Es por medio de Jesucristo que obtenemos la vida eterna y podemos ir al Padre celestial con vida eterna, y vivir por toda la eternidad con Dios.

Ahora, el Programa de la Primera Venida de Cristo, el cual estaba prometido para ser llevado a cabo por Jesucristo, fue llevado a cabo en la Primera Venida de Cristo; y vean ustedes, el pueblo hebreo, el cual estaba esperando la Venida del Mesías, vino y estuvo en medio de ellos 33 años, y no pudo comprender que aquel joven carpintero de Nazaret, un obrero de la construcción, era el Mesías. Y había sido discípulo de Juan el Bautista, había sido bautizado por Juan el Bautista3, y luego comenzó Su propio ministerio; y comenzaron las personas a creer en Jesús.

Ahora, vean ustedes cómo la Venida del Mesías se cumplió en un obrero de la construcción, en un discípulo de Juan el Bautista, en un discípulo del precursor de la Primera Venida de Cristo.

Y para este tiempo final tenemos la promesa de la Segunda Venida de Cristo, la cual es paralela a la Primera Venida de Cristo.

Ahora, vean cómo miles de personas que estaban esperando la Venida del Mesías, entre ellos, el sumo sacerdote y el Concilio de la religión hebrea, el Concilio del Sanedrín, compuesto por setenta sabios hebreos (sabios, doctores en divinidad, en teología), vean, fallaron en reconocer la Venida del Mesías cumplida en un joven carpintero llamado Jesús de Nazaret.

Vean cuán misterioso fue el cumplimiento de la Primera Venida del Mesías; pero Jesucristo decía: “Si ustedes no pueden creer en mí, crean a las obras (crean a las obras ¿para qué?), para que sepan que Dios me ha enviado”4, y sepan así que Dios estaba en Él llevando a cabo esas obras que eran maravillosas a los ojos de todos los que las veían.

Ahora, ¿por qué no pudieron creer en Jesús como el Mesías prometido para el pueblo hebreo para aquel tiempo? Porque sus ojos fueron cegados, fueron cegados y tropezaron con el velo de carne, porque vieron que el velo de carne era un joven muy sencillo de Nazaret, criado en Nazaret, un joven carpintero.

¿Cómo iban a pensar ellos que un joven carpintero de Nazaret era el Rey de Israel que ellos estaban esperando? No, no pudieron creer. Pero, sin embargo, las obras que Dios dijo que el Mesías haría, estaban siendo realizadas por Jesús de Nazaret; y por eso Jesús les decía: “Si ustedes no pueden creer en mí, crean a las obras, para que así sepan que Dios me ha enviado”.

Ahora, nosotros tenemos que ver cuáles son las obras que Dios ha prometido para nuestro tiempo, para así creer a las obras que estarán siendo realizadas en este tiempo final, y poder comprender el misterio de la Segunda Venida de Cristo. Recuerden que miles tropezaron allá, y sobre todo los grandes líderes religiosos de la religión hebrea.

Ahora, para este tiempo final el cristianismo completo está esperando la Segunda Venida de Cristo, lleva dos mil años esperando la Segunda Venida de Cristo, y los grandes líderes religiosos con todos los concilios están esperando la Segunda Venida de Cristo.

Ahora, la Primera Venida de Cristo fue en simplicidad, la Segunda Venida de Cristo también será en simplicidad. Por lo tanto, tenemos nosotros que tener nuestros ojos bien abiertos, para que no se nos escape el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo.

Este es el misterio más grande de todos los misterios de la Biblia. Por eso en el Séptimo Sello, cuando fue abierto en el Cielo el Séptimo Sello, hubo silencio en el Cielo como por media hora. Ese misterio del Séptimo Sello, ese misterio de la Segunda Venida de Cristo fue abierto, revelado en el Cielo, allá, a los que viven en el Cielo, a las huestes celestiales.

Y ahora, para el Día Postrero será revelado a los seres humanos, a la Iglesia del Señor Jesucristo, el misterio de la Segunda Venida de Cristo; y la Segunda Venida de Cristo es como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo; porque en Su Primera Venida Él vino como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo, pero en Su Segunda Venida Él viene como el León de la tribu de Judá, para llevar a cabo Su Obra de Reclamo y reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y resucitar a los muertos en Cristo y transformarnos a nosotros lo que vivimos.

Este es el misterio que toda persona que ha creído en Cristo como su Salvador, en tiempos pasados y en nuestro tiempo, ha deseado conocer. Toda persona ha deseado vivir en el tiempo de la Segunda Venida de Cristo para recibirlo y conocer el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo, y recibir los beneficios para los cuales Cristo estará manifestado en el Día Postrero, revelado, y estará hablándole a Su Iglesia todos los misterios correspondientes a este tiempo final.

Ahora, para este tiempo final ya Dios ha enviado el precursor de la Segunda Venida de Cristo, un profeta mensajero con el espíritu y virtud de Elías, así como Juan vino con el espíritu y virtud de Elías en la manifestación del ministerio de Elías por tercera ocasión.

El precursor de la Segunda Venida de Cristo vino con el ministerio de Elías manifestado por cuarta ocasión, para preparar al pueblo para la Segunda Venida de Cristo; y por medio del Mensaje del precursor de la Segunda Venida de Cristo, hemos de saber lo que será la Segunda Venida de Cristo en medio de los seres humanos.

La Primera Venida de Cristo se cumplió en el este, la tierra de Israel, que está en el Medio Oriente; la Segunda Venida de Cristo es para ser cumplida en el oeste, donde está el pueblo gentil y donde termina el mundo (con relación a la trayectoria del sol). El sol sale en el este, comienza su trayectoria, y termina su trayectoria en el oeste, y así ha recorrido toda la Tierra; y después regresa hacia el este, para comenzar a alumbrar de nuevo desde el este un nuevo día.

Ahora, podemos ver que también Cristo habló de la Venida del Hijo del Hombre, y dijo que sería como el relámpago que sale del oriente, o sea, del este, y se muestra en el oeste, se manifiesta en el oeste5.

La Primera Venida de Cristo fue en el oriente, la Venida del Hijo del Hombre fue en la tierra de Israel, que está en el Medio Oriente; y la Segunda Venida de Cristo: como el relámpago, para ser manifestada, revelada, en el oeste. Vean ustedes, así lo ha prometido nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, el pueblo hebreo ha estado esperando la Primera Venida de Cristo, porque no comprendía que la Venida del Señor tenía dos partes: Su Primera Venida como Cordero de Dios, y Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá; por lo tanto, el pueblo hebreo todavía está esperando la Primera Venida de Cristo, y ya se cumplió hace dos mil años.

Ahora, ¿quién está esperando la Segunda Venida de Cristo? La Iglesia del Señor Jesucristo, el cristianismo está esperando la Segunda Venida de Cristo.

Y ahora, en la trayectoria de la Iglesia del Señor Jesucristo, el cristianismo ha llegado a la etapa del oeste, o sea, del continente americano; y ya en el continente americano se cumplió la venida del precursor de la Segunda Venida de Cristo en Norteamérica; y solamente queda la parte de Centroamérica, Suramérica y el Caribe para la Venida del precursado: la Venida de Cristo en Su Segunda Venida como el León de la tribu de Judá.

Ahora, el precursor habló de lo que será la Venida del Señor para el Día Postrero; y por cuanto él es el precursor, el cual preparó al pueblo para recibir al Señor en Su Segunda Venida, necesitamos entonces saber qué fue lo que dijo el reverendo William Branham, precursor de la Segunda Venida de Cristo, en cuanto a lo que será el cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo.

Así como Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida de Cristo; y cuando lo vio, él dijo: “Este es Aquel del cual yo di testimonio que vendría después de mí. Él es el que les bautizará con Espíritu Santo y Fuego. Él es Aquel que vendría después de mí”6.

Ahora, vean ustedes cómo Juan lo presentó: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”. Lo presentó como el Cordero de Dios para quitar el pecado, porque Él vendría como Redentor, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario y quitar nuestros pecados.

Él tomó nuestros pecados y se hizo mortal, y murió por causa de nuestros pecados allá en la Cruz del Calvario. Todo el juicio divino cayó sobre un solo hombre: Jesucristo, y por eso Él murió; y luego tuvo que ir al infierno. Fue al infierno en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión, y obtuvo la victoria allá en el infierno contra el diablo; y luego salió, pasó al Paraíso, donde estaban Abraham, Isaac, Jacob y todos los santos del Antiguo Testamento, y los resucitó; y cuando Jesús resucitó, resucitaron con Jesucristo los santos del Antiguo Testamento. En San Mateo nos habla de esta resurrección de los santos del Antiguo Testamento, en el capítulo 27 y versos 51 en adelante, y dice:

“Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron;

y se abrieron los sepulcros, y muchos cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron;

y saliendo de los sepulcros, después de la resurrección de él (o sea, después de la resurrección de Cristo), vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos”.

Ahora, con la resurrección de Jesucristo resucitaron los santos del Antiguo Testamento, los cuales habían ofrecido a Dios los sacrificios de los animalitos, los cuales solamente cubrían los pecados de las personas porque no eran unos sacrificios perfectos; por lo tanto, su sangre tampoco era perfecta; y no podía regresar a las personas el espíritu de los animales para bautizarlos con el Espíritu Santo porque eran animales esos sacrificios.

Pero ahora, vean ustedes, todos esos sacrificios que se efectuaban en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo, representaban la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, representan la Venida del Mesías como Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo. Por eso Juan el Bautista lo presentó como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

Cuando Jesucristo nuestro Salvador murió en la Cruz del Calvario, allí se llevó a cabo un Sacrificio perfecto en favor del ser humano, para que el ser humano quede completamente libre de sus pecados y pueda obtener el nuevo nacimiento, y pueda vivir eternamente con Dios en el Reino de Dios.

No hay otro sacrificio por el pecado, excepto el Sacrificio de Cristo. Y ya Dios no acepta sacrificios de animalitos como en el Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo, porque ya se llevó a cabo un Sacrificio perfecto: el Sacrificio de nuestro amado Señor Jesucristo.

Y por medio de ese Sacrificio nuestros pecados son quitados, Su Sangre nos limpia de todo pecado, y Su Espíritu viene a nosotros y produce en nosotros el nuevo nacimiento; y obtenemos así un cuerpo teofánico del Cielo, del Paraíso, de la sexta dimensión, un cuerpo angelical. Y en el Día Postrero obtendremos un cuerpo físico y eterno, un cuerpo glorificado, cuando Cristo resucite a los muertos en Cristo en cuerpos eternos y nos transforme a nosotros los que vivimos, si permanecemos vivos hasta que resuciten los muertos en Cristo en cuerpos eternos.

Ahora vean, solamente por medio de Jesucristo es que se puede obtener vida eterna, y cada persona tiene el Sacrificio perfecto, el Sacrificio de Jesucristo para quitar sus pecados y obtener vida eterna.

Ninguna persona por sí misma puede obtener la vida eterna; no puede obtener la vida eterna por medio de sus méritos, porque sus méritos no cuentan para vida eterna. Los méritos de Jesucristo son los que cuentan para la vida eterna; y vean ustedes cómo Jesucristo nuestro Salvador nos habló acerca de Sí mismo, y nos dice en San Juan, capítulo 5 y verso 24:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”.

Vean cómo pasamos de muerte a vida: por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, oír Su Palabra y recibirlo como nuestro Salvador, y lavar nuestros pecados en Su Sangre, y recibir Su Espíritu Santo; y así obtenemos vida eterna, así pasamos de muerte a Vida.

También Cristo en una ocasión dijo: “Yo soy la luz del mundo; y el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la Luz de la Vida”7, Cristo es la Luz de la Vida, Cristo es la Vida Eterna; y por medio de Jesucristo nuestro Salvador es que todo ser humano puede obtener la vida eterna.

Ahora, no andará en tinieblas la persona que recibe a Cristo, la Luz del mundo; vivirá en luz por toda la eternidad; no tendrá que ir al Juicio Final para ser juzgado y ser echado al lago de fuego, donde desaparecerán los que sean echados allí en el lago de fuego, que es la segunda muerte.

Ahora, podemos ver que hay una oportunidad para el ser humano, todo no está perdido; aunque las cosas no están buenas en este planeta Tierra, todo no está perdido. Tenemos a Cristo nuestro Salvador todavía en el Cielo, haciendo intercesión en el Trono de Dios por toda persona que se arrepiente de sus pecados, lava sus pecados en la Sangre de Cristo y recibe Su Espíritu Santo; y así Cristo le da vida eterna.

Y es muy importante para toda persona asegurar su futuro, asegurar su vida futura con vida eterna con Cristo. Lo más importante para el ser humano es la vida eterna, no hay nada más importante para el ser humano.

Ahora, ¿de qué le vale al hombre si gana todo el mundo, se convierte en un hombre multimillonario aquí en la Tierra, y pierde su alma?8 De nada le sirvió haber vivido en este planeta Tierra. Vean, la persona lo que hizo fue ser muy mezquina con su alma. Solamente unos 50, 70 o 100 años que se vive aquí en este cuerpo mortal (y algunos pasan un poquito más), eso fue lo que le dio a su alma de vida (la persona), en vez de recibir a Cristo como su Salvador y darle vida eterna a su alma; porque el que le da vida eterna al alma es Jesucristo nuestro Salvador.

Y ahora, miren ustedes, el ser humano tiene la oportunidad de vivir eternamente por medio del Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario. Él es la Vida, Él es la Resurrección, y Él es el que nos lleva a la Casa de nuestro Padre celestial. Sin Él el ser humano está totalmente perdido y está condenado.

Ahora, vean cómo Cristo nos dice que la Luz vino al mundo, pero que los hombres amaron más las tinieblas que la Luz. Y la condenación es que la Luz vino al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz; por lo tanto, el que no cree, ya es condenado. Eso es lo que Cristo nos dice: “El que no cree, ya es condenado”. Vamos a ver en San Juan, capítulo 3, verso 14 en adelante, dice:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.

Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas”.

Ahora, vean la importancia de recibir a Cristo como nuestro Salvador y lavar nuestros pecados en Su Sangre: para así recibir Su Espíritu Santo y obtener vida eterna, y obtener un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, y en el Día Postrero obtener un cuerpo físico y eterno y glorificado cuando Cristo resucite a los muertos en Cristo en cuerpos eternos, y nos transforme a nosotros los que vivimos si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten.

Ahora, la Segunda Venida de Cristo es un misterio, así como fue un misterio la Primera Venida de Cristo. Y hay personas que todavía no han comprendido el misterio de la Primera Venida de Cristo y no han comprendido la necesidad que tienen (aunque no lo hayan comprendido) de recibir a Cristo como su Salvador para tener vida eterna y vivir por toda la eternidad en el glorioso Reino del Señor Jesucristo.

Ahora, el ser humano tiene delante de sí la vida y la muerte, o sea que tiene el Árbol de la Vida y el árbol de ciencia del bien y del mal delante de él. Y el ser humano, por cuanto tiene libre albedrío, tiene la responsabilidad cada persona de recibir a Cristo como su Salvador; si no, pues está perdido; no hay otra salida, no hay otra salida para el ser humano.

Ahora, en la Segunda Venida de Cristo, que es el evento más grande prometido para este tiempo final, Cristo vendrá como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo, para reclamar todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y resucitar a los muertos en Cristo y transformarnos a nosotros los que vivimos.

Ahora, este misterio es tan grande que el Cielo guardó silencio por casi media hora cuando fue revelado en el Cielo (en el capítulo 8, verso 1, del Apocalipsis).

Ahora, el precursor de la Segunda Venida de Cristo, hablándonos acerca de la Segunda Venida de Cristo, nos dijo que sería en una forma sencilla; algo tan simple que muchos ni se darían cuenta del cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo. El mismo Jesús dijo que sería como en los días de Noé y como en los días de Lot9.

En los días de Noé estaba un profeta sobre la Tierra, dispensacional, el cual fue Noé, y la raza humana había llegado a su final. Y cuando se le habla a la raza humana que ha llegado al final, la humanidad dice: “No puede ser. Dios es amor. ¿Cómo va Dios a destruir la raza humana?”. Dios es amor, pero también es fuego consumidor10; y cuando una dispensación llega a su final, viene un juicio divino sobre la raza humana a nivel mundial.

Y en aquel tiempo de Noé, la Dispensación de la Conciencia había llegado a su final, que era la segunda dispensación, y estaba siendo introducida una tercera dispensación: la Dispensación del Gobierno Humano, y el mensajero de esa nueva dispensación era el profeta Noé.

Siempre Dios envía un profeta dispensacional, que es la clase de profeta más grande que Dios tiene, y solamente tiene siete profetas dispensacionales para siete dispensaciones. Y siempre que una dispensación ha llegado a su final, Dios envía un profeta dispensacional, que anuncia que la humanidad ha llegado a su final, y luego anuncia una nueva dispensación e introduce una nueva dispensación, y llama al pueblo a una nueva dispensación para escuchar la Voz de Dios, la Palabra de Dios, y obtener el conocimiento de todas las cosas que han de suceder.

Ahora vean, el profeta Noé estaba dando a conocer todas las cosas que iban a suceder en aquel tiempo; y aunque esas cosas eran terribles, que Dios iba a destruir a la raza humana, que iba a enviar un diluvio sobre la Tierra e iba a morir todo ser viviente, seres humanos y animales, y aves, eso era algo inconcebible a la mente humana, pero miren, eso era la verdad: se cumplió lo que Noé dijo.

Y para aquel tiempo hubo una sola forma de escape, y Noé tenía la revelación de esa forma: era entrando al arca, el arca que Dios le dijo a Noé que construyera; la cual construyó, y entraron a ella él, su esposa, sus tres hijos y sus nueras, y entraron también los animales del campo que Dios le dijo a Noé que colocara dentro del arca, y las aves también, y los reptiles11; y luego se cerró la puerta12. Pero Noé estuvo predicando unos 100 o 120 años que vendría el diluvio, vendría el juicio divino sobre la raza humana.

Muchas personas quizás pensaron: “Ese es un hombre loco, que cree que va a venir la destrucción para la raza humana; pero ya lleva años diciendo lo mismo y no ha acontecido”, pero era que la misericordia de Dios se había extendido a causa de que Noé no había terminado el arca; le tomó 100 o 120 años a Noé construir el arca para salvarse él y su familia y los animales que entrarían al arca.

Y ahora, cuando Noé terminó la construcción del arca, Dios le apareció de nuevo y le dijo: “Dentro de siete días vendrá el diluvio”; y esos siete días eran muy especiales, eran para ser colocados dentro los animales, los reptiles y las aves, y Noé y su familia. Y luego, en el día séptimo Noé ya estaba dentro con toda su familia y los animales, y Dios cerró la puerta. Dios fue el que le cerró la puerta al arca de Noé. Y comenzó el diluvio, comenzó a caer agua.

Y los que decían que Noé era un loco, ahora cuando sentían que caía lluvia… cosa que no sucedía en aquellos tiempos, porque la Tierra se regaba con vapor que subía durante la noche; y ahora ver que está cayendo agua del cielo, ya estaban asustados.

Y sigue aumentando el agua, tanto del cielo como de la Tierra: las fuentes de la tierra también se abrieron, y las del cielo, y comenzó el diluvio, un diluvio de agua por 40 días y 40 noches, en donde todos los que estaban fuera del arca perecieron.

Podían decir las personas, cuando comenzó a llover: “¡Noé, ahora nosotros creemos que tú eres el profeta de Dios!, ¡ahora creemos que tú tienes el Mensaje de Dios!, ¡ahora creemos que viene la destrucción para la raza humana! ¡Abre la puerta que queremos entrar contigo!”, pero ya Dios había cerrado la puerta.

¿Y saben ustedes una cosa? Que hay una puerta que va a ser cerrada; y cuando esa puerta sea cerrada ya no habrá oportunidad para ninguna persona obtener salvación. Esa puerta es la Puerta mencionada en San Lucas, capítulo 13, en donde esa Puerta es cerrada y luego vendrá lloro y crujir de dientes para la raza humana.

Cristo hablando en San Lucas, capítulo 13, verso 22 en adelante, vean ustedes, dice aquí:

“Pasaba Jesús por ciudades y aldeas, enseñando, y encaminándose a Jerusalén.

Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo:

Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán.

Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois.

Entonces comenzaréis a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste”.

Y así estará la gente cuando la Puerta sea cerrada. Cristo es la Puerta, la Puerta de la misericordia es Cristo, y la Puerta de la Dispensación de la Gracia, que es Cristo, será cerrada algún día. Cristo saldrá del Trono de Intercesión en el Cielo cuando haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios, y entonces la Puerta, la misericordia de la Gracia, la Puerta de la Dispensación de la Gracia será cerrada; y nadie más podrá entrar, nadie más podrá decir: “Yo quiero recibir a Cristo como mi Salvador, yo quiero mi salvación”. La gente tendrá que atenerse a las consecuencias, que son los juicios divinos que han de venir sobre la raza humana, como sucedió en los días de Noé.

Ahora, vean ustedes, en la parábola de las diez vírgenes, en el capítulo 25 de San Mateo, también Jesucristo nos habló de esta puerta; y dice, verso 10 en adelante:

“Pero mientras ellas iban a comprar (o sea, mientras las vírgenes insensatas iban a comprar aceite; el aceite es tipo del Espíritu Santo), vino el esposo (esa es la Segunda Venida de Cristo); y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta.

Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos!

Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo (que no sé de dónde sois), que no os conozco.

Velad, pues, porque no sabéis el día ni la hora en que el Hijo del Hombre ha de venir”.

Ahora, vean cómo también en esta parábola de las diez vírgenes la Puerta será cerrada; pero estarán dentro ya las vírgenes prudentes, que son los escogidos de Dios que han escuchado la Voz de Dios.

Y los que no tenían el Espíritu de Dios: no habían nacido de nuevo; y por consiguiente, cuando se dieron cuenta que la Venida del Señor se había cumplido, ya era demasiado tarde para ellos, y tuvieron que atenerse a las consecuencias de pasar por la gran tribulación, donde será el lloro y el crujir de dientes; lo cual será un lapso de tiempo de tres años y medio; y son los últimos tres años y medio del reino de los gentiles, en donde la bestia, el anticristo, el diablo, estará encarnado en el falso profeta, en el hombre de pecado, y estará gobernando sobre la raza humana. Y el que no tenga la marca de la bestia o su número, no podrá ni comprar ni vender; o sea que habrá un control completo tanto en lo económico como en lo político, como en lo religioso también; y también en la parte del sostén económico y del sostén alimenticio habrá un control completo.

Ahora, es importante, mientras la Puerta está abierta, que entren todos los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, desde antes de la fundación del mundo. Esa Puerta no se puede cerrar hasta que entre hasta el último de los hijos e hijas de Dios al Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y Cristo está llamando y juntando Sus escogidos en este tiempo final con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino. En la América Latina y el Caribe Cristo está llamando y juntando Sus escogidos en este tiempo final; porque en la América Latina y el Caribe Dios tiene muchos hijos y muchas hijas.

Hijos e hijas de Dios hay en la América Latina y el Caribe, por miles o millones, y por eso es que el llamado de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino está en la América Latina y el Caribe, llamando y juntando a todos Sus escogidos, y revelándoles todos esos misterios, todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Y ahora, ¿cómo Él estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final?, ya que Él nos dice en Apocalipsis capítulo 4 y verso 1, con esa Voz de Trompeta:

“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Es la Voz de Cristo, esa Voz de Trompeta, llamándonos a subir, a subir a la etapa gloriosa de la Edad de la Piedra Angular de la Iglesia de Jesucristo, a subir a la Edad de Oro de la Iglesia de Jesucristo, a subir a la etapa que le corresponde en este tiempo.

Y ahora, en Apocalipsis, capítulo 1, verso 10 al 11, dice Juan:

“Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor (o sea, en el séptimo milenio, que es el Día del Señor), y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último”.

¿Quién es el Alfa y la Omega?, ¿quién es el primero y el último? Nuestro amado Señor Jesucristo. Es la Voz de Jesucristo como una Gran Voz de Trompeta hablando a Su pueblo, a Sus hijos, en el Día Postrero, en el Día del Señor.

Y ahora, ¿qué cosas estará hablando? Él dice:

“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Las cosas que sucederán después de las que ya han sucedido en estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá. Y ahora, las que sucederán en este tiempo final, Cristo las dará a conocer a todos los que suban a la etapa gloriosa de la Edad de la Piedra Angular, a la etapa correspondiente al Día Postrero para la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, ¿por medio de quién estará Cristo manifestado dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? En Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿Por medio de quién serán dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto? Por medio del Ángel Mensajero del Señor Jesucristo.

Y en Apocalipsis 22, verso 16, el mismo Jesús dice: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

¿Y quién es el Ángel del Señor Jesucristo? Es el último profeta mensajero que Jesucristo envía a Su Iglesia en el Día Postrero, en este tiempo final; es un profeta dispensacional con un Mensaje dispensacional, con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, revelando con ese Mensaje todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Y así, con ese Mensaje, llamando y juntando a todos los escogidos de Dios, ¿dónde? En el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo, y así siendo todos preparados para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en este tiempo final.

Ahora, hemos visto quién es el Ángel del Señor Jesucristo, a través del cual Cristo estará manifestado dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Y ahora, ¿qué dijo el precursor de la Segunda Venida de Cristo en cuanto a la Segunda Venida de Cristo, a la cual él le estaba preparando el camino? Él dijo en el libro de Los Sellos, página 277, de la siguiente manera (cuando estaba orando al final de la predicación), orando dijo:

“[240]. … pedimos que el Espíritu Santo venga ahora mismo, el Jinete del verdadero caballo blanco, mientras Su Espíritu, el Espíritu de Cristo, entre en confrontación con el anticristo, y Él llame los Suyos”.

El Jinete del caballo blanco de Apocalipsis 19 es el Espíritu Santo, el Espíritu de Cristo viniendo en el Día Postrero.

En la página 134 del libro de Los Sellos también dice:

“142. Y noten ustedes: Cuando este Espíritu Santo que tenemos llegue a encarnarse, el que está en nuestro medio ahora mismo en la forma del Espíritu Santo, cuando Él llegue a ser encarnado en la Persona de Jesucristo, entonces nosotros le coronaremos como Rey de Reyes y Señor de Señores”.

El Espíritu de Cristo, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, para el Día Postrero vendrá manifestado en carne humana, manifestado en un cuerpo de carne humana.

Ahora, vamos a ver cómo será cumplido este misterio del Reino de Dios. En la página 146 del libro de Los Sellos, nos habla el reverendo William Branham, precursor de la Segunda Venida de Cristo, que para el tiempo final, tanto el Espíritu de Dios como el espíritu del diablo estarán en la Tierra manifestados.

El espíritu del diablo estará manifestado en un hombre de este tiempo final, que será el anticristo, el hombre de pecado, la bestia; porque el diablo será echado del Cielo. El Arcángel Gabriel con su Ejército, con su hueste celestial, lo echará del Cielo; y será echado a la Tierra, y se encarnará en un hombre, en el falso profeta, en el anticristo, la bestia, el hombre de pecado.

Pero también nos dice el precursor de la Segunda Venida de Cristo, que el Espíritu de Cristo vendrá a la Tierra también, estará en la Tierra, y estará en un hombre también. Vean, vamos a leerlo aquí:

“[192]. Y al mismo tiempo que el diablo cae del Cielo y se encarna en un hombre, el Espíritu Santo sube y viene encarnado en un hombre”.

Así que tendremos en la Tierra la encarnación de dos espíritus: del espíritu del diablo en el anticristo, en el hombre de pecado, y del Espíritu Santo en un hombre de este tiempo final.

Y ahora, vamos a ver un poco más lo que nos habló el reverendo William Branham, precursor de la Segunda Venida de Cristo; por lo tanto, él tiene que mostrar cómo será el cumplimiento de la Venida de Cristo, el Ángel del Pacto, de la Venida del Espíritu Santo para el Día Postrero. Dice en la página 256 del libro de Los Sellos:

“121. Pero cuando nuestro Señor aparezca sobre la Tierra, Él vendrá sobre un caballo blanco como la nieve, y será completamente Emmanuel —la Palabra de Dios encarnada en un hombre”.

Si encontramos ese hombre, encontraremos al Espíritu Santo, al Ángel del Pacto, a Jesucristo en Espíritu Santo manifestado en ese hombre; y así escucharemos Su Voz, la Voz de Cristo por medio de ese hombre; y obtendremos el conocimiento de todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final; y seremos preparados para ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Ahora, ese hombre en el cual estará el Espíritu Santo manifestado en el Día Postrero, ese hombre no es el Señor Jesucristo; es un hombre que estará viviendo en este tiempo final, será un redimido por la Sangre de Jesucristo, y habrá sido un discípulo del precursor de la Segunda Venida de Cristo; el cual en el Día Postrero estará ungido con el Espíritu Santo, con el Espíritu de Cristo, y Cristo estará hablando por medio de él todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Cristo lo enviará con Su Espíritu Santo ungido, y con la revelación de todas estas cosas que deben suceder pronto, para dar testimonio de todas estas cosas a todas las iglesias y a todos los seres humanos que viven en este tiempo; y ese hombre es nada menos que el Ángel del Señor Jesucristo.

Pero el Ángel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él solamente es el instrumento de Jesucristo para este tiempo final, para Jesucristo manifestarse en él y a través de él, y hablarle a Su pueblo, al cristianismo, a Su Iglesia, todas estas cosas que deben suceder pronto; y llamar y juntar a todos los escogidos de Dios, y prepararnos para ser transformados y raptados, y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Y cuando estemos transformados nosotros los que vivimos, y los muertos en Cristo resucitados en cuerpos eternos, entonces veremos a nuestro amado Señor Jesucristo en Su cuerpo glorificado; porque el Ángel de Jesucristo no es el Señor Jesucristo, él solamente es el instrumento de Jesucristo a través del cual Él en el Día Postrero estará manifestado, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

El Ángel del Señor Jesucristo es solamente el instrumento en el cual Cristo en Espíritu Santo estará velado y revelado en carne humana en el Día Postrero. Y así vendrá Cristo en Espíritu Santo en el Día Postrero, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Así estará Cristo, el Espíritu Santo, encarnado en un hombre de este tiempo final, que es el Ángel del Señor Jesucristo, un redimido por la Sangre del Señor Jesucristo, un profeta dispensacional enviado a la Iglesia de Jesucristo primeramente, para darle testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto; y luego será enviado al pueblo hebreo, para llamar y juntar 144.000 hebreos.

Ahora, hemos visto “EL MISTERIO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”, hemos visto el misterio de la Venida de Cristo en Espíritu Santo en carne humana, en un hombre del Día Postrero, que será el Ángel del Señor Jesucristo.

Pero ese Ángel Mensajero de Jesucristo no es el Señor Jesucristo; él solamente es el instrumento de Cristo a través del cual Cristo viene manifestado en el Día Postrero dándonos a conocer todas estas cosas y preparándonos para ser transformados en este tiempo final; y después que ya estemos transformados veremos a Jesucristo en Su cuerpo glorificado.

Ahora, hemos visto el gran misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles. Sus Ángeles son los ministerios de Moisés y Elías.

Siendo que es el Espíritu Santo el que estará manifestado en carne humana en Su Ángel Mensajero, estará operando los ministerios de Moisés por segunda vez, de Elías por quinta vez, y de Jesús por segunda vez; y ese es el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.

Es la Venida del Espíritu Santo manifestado en un hombre, en el Ángel del Señor Jesucristo, operando los ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús en este tiempo final. Ese es el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles, ese es el misterio de la Venida del Señor para el Día Postrero. Y luego veremos a Cristo en Su cuerpo glorificado cuando nosotros estemos ya transformados.

Ha sido para mí un privilegio, amables amigos y hermanos presentes y radioyentes, estar con ustedes dándoles testimonio de: “EL MISTERIO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también.

Que Dios les bendiga y pasen todos muy buenas noches.

“EL MISTERIO DE LA SEGUNDA VENIDA DE CRISTO”.

[Revisión octubre 2020]

1 Salmo 90:4, 2 Pedro 3:8

2 San Juan 14:6

3 San Mateo 3:13-17, San Marcos 1:9-11, San Lucas 3:21-22

4 San Juan 10:38

5 San Mateo 24:27

6 San Lucas 3:16, San Juan 1:29-30

7 San Juan 8:12

8 San Mateo 16:26, San Marcos 8:36

9 San Mateo 24:37-38, San Lucas 17:26-29

10 Hebreos 12:29, 1 Juan 4:8

11 Génesis 7:1-24

12 Génesis 7:16

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