Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para lo cual quiero leer en Apocalipsis, capítulo 14, verso 14 al 20. Capítulo 14 de Apocalipsis, versos 14 al 20, dice:
“Miré, y he aquí una nube blanca; y sobre la nube uno sentado semejante al Hijo del Hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro, y en la mano una hoz aguda.
Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.
Y el que estaba sentado sobre la nube metió su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.
Salió otro ángel del templo que está en el cielo, teniendo también una hoz aguda.
Y salió del altar otro ángel, que tenía poder sobre el fuego, y llamó a gran voz al que tenía la hoz aguda, diciendo: Mete tu hoz aguda, y vendimia los racimos de la tierra, porque sus uvas están maduras.
Y el ángel arrojó su hoz en la tierra, y vendimió la viña de la tierra, y echó las uvas en el gran lagar de la ira de Dios.
Y fue pisado el lagar fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre hasta los frenos de los caballos, por mil seiscientos estadios”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema para esta ocasión es: “METE TU HOZ Y SIEGA, PORQUE LA MIES ESTÁ MADURA”.
Esta profecía apocalíptica, vean ustedes, tiene que ver con este tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo, y es en este tiempo final donde esta profecía estará siendo cumplida.
Dios habló también en el Antiguo Testamento, por ejemplo, en Joel, capítulo 3, verso 13, y dijo… Un poquito antes, verso 9 en adelante, dice:
“Proclamad esto entre las naciones, proclamad guerra, despertad a los valientes, acérquense, vengan todos los hombres de guerra.
Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el débil: Fuerte soy.
Juntaos y venid, naciones todas de alrededor, y congregaos; haz venir allí, oh Jehová, a tus fuertes.
Despiértense las naciones, y suban al valle de Josafat; porque allí me sentaré para juzgar a todas las naciones de alrededor.
Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos.
Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión.
El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.
Y Jehová rugirá desde Sion, y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; pero Jehová será la esperanza de su pueblo, y la fortaleza de los hijos de Israel”.
Ahora vean ustedes dónde nos coloca Apocalipsis, capítulo 14, verso 14 al 20: nos coloca en el Día del Señor, nos coloca en el tiempo en donde Dios llama y junta a Sus escogidos, representados en el trigo.
Vean ustedes, las cosas naturales representan las cosas espirituales. Y por eso fue que Dios le dio ordenanzas y leyes al pueblo hebreo por medio del profeta Moisés, y le dio ordenanzas y leyes aun para la siembra y cosecha de los frutos del campo: porque eso es tipo y figura de las cosas que Dios haría.
Y ahora vean cómo el mismo Jesús también en Sus parábolas usó el trigo, representando con el trigo a los hijos del Reino, a los hijos de Dios; y mencionó la cizaña, representando en la cizaña a los hijos del malo; y luego habló de la cosecha, el tiempo de la siega, en donde el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles, porque los segadores son los Ángeles; y eso es para el tiempo final, o sea, para… Vamos a ver lo que nos dice Jesús: en el capítulo 13 de San Mateo, el verso 30, dice:
“Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.
Y en este mismo capítulo 13, versos 37 en adelante, dice Jesús:
“Respondiendo él (o sea, Jesús), les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.
El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.
El enemigo que la sembró (o sea, que sembró la cizaña) es el diablo…”.
O sea que los hijos del malo son los hijos del diablo, esa es la cizaña; y los hijos de Dios representan, o sea, están representados en el trigo. Sigue diciendo:
“El enemigo que la sembró (o sea, que sembró la cizaña) es el diablo; la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles”.
¿Quiénes son los segadores? Los Ángeles. Por eso en San Mateo, capítulo 24 y verso 31, Jesús dice:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro”.
Aquí nuevamente menciona Jesús los Ángeles; porque estos Ángeles que son enviados para llevar a cabo esta labor, vean ustedes, son enviados en este tiempo final; y vamos a ver lo que dijo el reverendo William Branham con relación a estos Ángeles. En la página 141 del libro de Citas, verso 1260, dice:
1260 – “Noten, en el versículo 41 [de San Mateo 13] los dos también muy cerca, tan cerca en los postreros días (…)… Él no podía depender de alguna cierta iglesia para separarlos, digan, la (iglesia) metodista o la bautista o los pentecostales, para separarlos. Él dijo que envía Él Sus Ángeles para separarlos. Un ángel viene para traer la separación, la segregación entre lo cierto y lo erróneo. Y nadie puede hacer eso sino el Ángel del Señor. Él es el que va a decir cuál es cierto y cuál es erróneo. Dios dijo que Él enviará Sus Ángeles en el último tiempo. No ángeles abajo por aquí…”.
O sea, no durante las siete edades; porque estos Ángeles que Él envía para llevar a cabo la Cosecha, los envía en la Edad de la Piedra Angular.
“Dios dijo que Él enviará Sus Ángeles en el último tiempo. No ángeles abajo (o sea, no ángeles abajo en las siete edades) por aquí, sino ángeles en el último tiempo, y reuniría. Sabemos que esto es el tiempo venidero de cosecha ahora (es para el tiempo de la cosecha que Él envía Sus Ángeles). Ahora, un ángel es en realidad interpretado un ‘mensajero’. Y vemos que hay siete ángeles de las siete iglesias, y no ahora a través de las edades de la Iglesia”.
Ahora, vean ustedes, luego que terminan su labor los siete ángeles mensajeros de las siete edades, Cristo enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y juntarán a Sus escogidos.
Y de esto nos habla también Jesús —de estos Ángeles— en el capítulo 16, verso 27, cuando nos dice [San Mateo]:
“Porque el Hijo del Hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras”.
Y en Apocalipsis, capítulo 22, verso 12, dice:
“He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”.
Ahora vean cómo todos estos pasajes hablan de este tiempo final, en donde los Ángeles del Hijo del Hombre estarán llevando a cabo la cosecha del trigo, el recogimiento de los escogidos de Dios.
La hoz representa la Palabra, el Mensaje del Evangelio del Reino, con el cual son cosechados los escogidos de Dios y son preparados para ser transformados en este tiempo final. Y Cristo en este tiempo final estaría llevando a cabo esa Obra del recogimiento de Sus escogidos.
Cristo en edades pasadas estuvo manifestado por medio del mensajero de cada edad del pasado y lo usó grandemente. Luego, en la séptima edad de la Iglesia gentil, envió al reverendo William Branham como precursor de la Segunda Venida de Cristo y ángel mensajero de la séptima edad de la Iglesia del Señor Jesucristo, y lo envió operando el ministerio de Elías por cuarta ocasión.
Pero ahora, para el Día Postrero, cuando ya han pasado las siete edades de la Iglesia gentil, Cristo sube a la Edad de la Piedra Angular y viene manifestado; así como vino manifestado en cada ángel mensajero de las siete edades de la Iglesia gentil, viene manifestado en la Edad de la Piedra Angular, en Su Ángel Mensajero, y viene operando los ministerios de Moisés y de Elías; porque el Hijo del Hombre viene con Sus Ángeles; y donde esté Cristo manifestado en el Día Postrero, en la Edad de la Piedra Angular, ahí estarán los Ángeles del Hijo del Hombre, que son los ministerios de Moisés y de Elías, para —por medio de esos ministerios que el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto, estará operando en Su Ángel Mensajero— ser llamados y juntados todos los escogidos de Dios.
Por eso, en este tiempo de Cosecha, la orden del Cielo es: “METE TU HOZ Y SIEGA, PORQUE LA MIES ESTÁ MADURA”.
Siempre que se llega al final de una dispensación, Dios envía un mensajero dispensacional, y comienza a entrelazarse una nueva dispensación con la dispensación que está llegando a su final; y comienza Dios a usar ese mensajero para llamar y juntar a los hijos de Dios, y colocarlos en una nueva dispensación.
Vean ustedes cómo en los días de Jesús, Él estuvo hablando acerca de la cosecha; y dice en San Juan, capítulo 4, verso 34 en adelante:
“Jesús les dijo: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra.
¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega.
Y el que siega recibe salario, y recoge fruto para vida eterna, para que el que siembra goce juntamente con el que siega.
Porque en esto es verdadero el dicho: Uno es el que siembra, y otro es el que siega.
Yo os he enviado a segar lo que vosotros no labrasteis; otros labraron, y vosotros habéis entrado en sus labores”.
Ahí podemos ver que Cristo está enviando a Sus discípulos (¿a qué?) a segar; y ellos van a segar, a cosechar, lo que otros sembraron durante la Dispensación de la Ley. Y ahora, se lleva a cabo un recogimiento, una cosecha, de las personas que estaban bajo la Ley, y son llamadas y juntadas en una nueva dispensación.
Y luego de pasado ese tiempo de los apóstoles, allá en la tierra de Israel, encontramos que el Evangelio pasó a los gentiles: se entrelazó todo con los hebreos y los gentiles; y fue el mismo Pedro el que les abrió la Puerta a los gentiles en la casa de Cornelio1, así como había abierto la Puerta a los hebreos el Día de Pentecostés2; y todo eso que estaba sucediendo allí era una cosecha.
Ahora, podemos ver que para este tiempo final tenemos la promesa de una cosecha, una cosecha que será llevada a cabo en este tiempo final.
Cristo estaba cosechando, y envió a Sus discípulos a cosechar. Y ahora, para este tiempo final, se lleva a cabo una cosecha en el cristianismo. Es el cristianismo el que tiene la promesa de una cosecha, y por eso los Ángeles del Hijo del Hombre son enviados al cristianismo para llevar a cabo esa cosecha.
Ahora, podemos ver que esto es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, Cristo, el Espíritu Santo, manifestado en el Día Postrero en Su Ángel Mensajero, operando los ministerios de Moisés y de Elías y de Jesús, y así llevando a cabo la Obra del Día Postrero.
Dios no envía dos profetas mayores para una misma edad y tampoco para una misma dispensación, pero puede enviar en un solo hombre dos ministerios de profeta y aun tres ministerios también; puede operarlos en un solo hombre sin ningún problema.
Cuando Jesús estuvo sobre la Tierra, Cristo, llevando a cabo todos los milagros y maravillas, las personas decían: “Este es Juan el Bautista que ha resucitado”. Otros decían: “Este es Elías”. “O Jeremías”, decían otros. Y otros decían: “O es alguno de los profetas que ha resucitado”3.
Es que en Jesús estaba la plenitud de Dios, por lo tanto podía obrar el Espíritu Santo en Él como obró en Ezequiel, como obró en Jeremías, como obró en Isaías, como obró en Elías, como obró en Juan el Bautista y como obró en los diferentes profetas; como obró en el profeta Moisés también.
Ahora, podemos ver el por qué muchas personas confundían a Jesús con alguno de los profetas del pasado y pensaban que había resucitado un profeta del pasado; pero es que en Jesús estaba toda la plenitud de Dios.
Para este tiempo final, Cristo, el Ángel del Pacto, estará manifestado en Su Ángel Mensajero, y estará operando estos ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús, y estará llevando a cabo la Obra correspondiente al tiempo de la Cosecha, tiempo de la Siega; y así llamar y juntar a todos Sus escogidos de este tiempo final.
Y ahora, ¿dónde están los escogidos de este tiempo final? Aquí estamos. ¿Y por qué estamos aquí? Porque Cristo, el Ángel del Pacto, nos ha llamado y nos ha juntado operando los ministerios correspondientes a este tiempo final.
Hemos llegado al tiempo más glorioso de todos los tiempos. El tiempo de la siega o cosecha es tiempo de gozo, es tiempo de regocijo, porque se recoge el fruto de todo el esfuerzo y labores que se llevaron a cabo para que se obtuviera el fruto.
Por eso es que para este tiempo final los muertos en Cristo van a ser resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados. Todo eso está dentro del Programa Divino de la Cosecha, de la Siega, para todos los hijos e hijas de Dios.
Por eso somos llamados y juntados: eso es una siega, una cosecha, espiritual; y luego seremos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Todo eso corresponde al tiempo de la Siega, que es este tiempo final, en el cual nosotros estamos viviendo.
Por eso la orden es: “METE TU HOZ Y SIEGA, PORQUE LA MIES ESTÁ MADURA”.
¿Dónde es que madura el fruto? En la parte alta del árbol. Y la parte alta del Árbol-Novia es la Edad de la Piedra Angular; ahí es donde madura el trigo, ahí es donde maduran los hijos e hijas de Dios; y es ahí donde se lleva a cabo la cosecha de hijos e hijas de Dios.
Ahora podemos ver dónde nos encontramos en el Cuerpo Místico de Cristo: nos encontramos en la parte alta del Árbol-Novia para madurar; pues hemos sido llamados y juntados en la parte alta del Árbol-Novia, en la Edad de la Piedra Angular: eso es una cosecha, un recogimiento, en la Edad de la Piedra Angular; y luego tendremos la cosecha en una forma más amplia, y será cuando seamos transformados.
La transformación nuestra, vean ustedes, es también una cosecha; y seremos llevados a la Casa de nuestro Padre celestial luego que tengamos el cuerpo eterno y glorificado, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, vean ustedes, en el Programa de la Cosecha, de la Siega, Dios tiene todas estas cosas para cumplirlas, y todo Él lo hace en una forma sencilla.
Miren, en los días de Jesús, Él les habla de una cosecha a Sus discípulos y les dice: “La mies a la verdad es mucha y pocos los obreros. Orad al Padre de la mies que envíe obreros a Su viña”4.
Ahora vean ustedes cómo allí estaba una cosecha, una siega, llevándose a cabo, para ser colocados en una nueva dispensación, y recibir las bendiciones que Dios tenía en esa nueva dispensación; y las bendiciones es el nuevo nacimiento. Para todos los que eran llamados, cosechados, eran colocados en una nueva dispensación; y el Día de Pentecostés recibieron el Espíritu Santo y obtuvieron así el nuevo nacimiento.
Ahora, nosotros nos encontramos en un tiempo de Cosecha: somos llamados y juntados y preparados para obtener el nuevo cuerpo, físico y eterno; así como el llamado allá, en los días de Jesús, era para obtener el nuevo nacimiento.
Ahora, en este tiempo, en adición al nuevo nacimiento, tenemos la promesa de una transformación para todos nosotros, porque nos ha tocado vivir en el tiempo de la Siega, en el tiempo donde la orden del Cielo es: “METE TU HOZ Y SIEGA, PORQUE LA MIES ESTÁ MADURA”.
Por eso es que Jesús habló en San Lucas, capítulo 21, diciendo [verso 28]: “Cuando ustedes vean suceder todas estas cosas, levantad vuestras cabezas al Cielo, porque vuestra redención está cerca”, o sea, nuestra transformación. Y habló de la higuera, que es el pueblo hebreo, y luego dijo: “Cuando ustedes vean suceder estas cosas, recuerden, el verano está cerca”. Vamos a ver cómo lo dice aquí: San Lucas, capítulo 21, verso 29 en adelante, dice:
“También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles.
Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca (sabéis por vosotros mismos que el verano está cerca).
Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios.
De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca”.
Y hemos visto la higuera reverdeciendo (que es el pueblo hebreo), y todos los árboles (que son las diferentes naciones), y esto ha sido señal de que el verano está cerca.
El tiempo del verano es el tiempo de la cosecha, y lo último que se cosecha son las uvas; y por eso, en Apocalipsis, capítulo 14, se cosecha primero el trigo (o sea, la mies), y después se cosechan las uvas y son echadas en el lagar de la ira de Dios. O sea que primero viene el recogimiento o la cosecha de los escogidos de Dios, para ser transformados y raptados; y luego vendrá la ira de Dios sobre las uvas, que serán echadas en el lagar de la ira de Dios, o sea, el mundo será echado en la gran tribulación, donde será el lloro y el crujir de dientes.
Ahora podemos ver el por qué fue dicho: “METE TU HOZ Y SIEGA, PORQUE LA MIES ESTÁ MADURA”.
Estamos nosotros como el trigo de Dios en la gran siega, la gran cosecha, de los hijos e hijas de Dios; y hemos sido colocados en la Edad de la Piedra Angular, hemos sido llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta en este tiempo final, para pronto ser transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde, y pasen todos muy buenas noches.
Dejo nuevamente al reverendo Miguel Bermúdez Marín con nosotros para continuar.
“METE TU HOZ Y SIEGA, PORQUE LA MIES ESTÁ MADURA”.
[Revisión diciembre 2020]
1 Hechos 10
2 Hechos 2:14-42
3 Mt. 14:1-2, Mr. 6:14-16, Lc. 9:7-8; Mt. 16:13-14, Mr. 8:27-28, Lc. 9:18-19
4 San Mateo 9:37-38, San Lucas 10:2