Muy buenas noches, jóvenes amados en el amor de Cristo. Es para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, para saludarlos y pedirle a Cristo Sus bendiciones sobre todos ustedes:
Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y nos prospere espiritualmente y materialmente, y nos use grandemente en Su Obra; y sean muchos los que, por medio de la labor que ustedes lleven a cabo, vengan al conocimiento del Programa Divino correspondiente a este tiempo final. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Es para mí un privilegio y bendición grande en esta ocasión estar con ustedes, para así compartir unos momentos alrededor del Programa Divino y las cosas que para este tiempo final estarían sucediendo con los hijos e hijas de Dios.
Nos dice Dios por medio del profeta Isaías, en el capítulo 55, versos 3 al 11:
“Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David.
He aquí que yo lo di por testigo a los pueblos, por jefe y por maestro a las naciones.
He aquí, llamarás a gente que no conociste, y gentes que no te conocieron correrán a ti, por causa de Jehová tu Dios, y del Santo de Israel que te ha honrado.
Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.
Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos.
Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come,
así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié.
Porque con alegría saldréis, y con paz seréis vueltos; los montes y los collados levantarán canción delante de vosotros, y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso.
En lugar de la zarza crecerá ciprés, y en lugar de la ortiga crecerá arrayán; y será a Jehová por nombre, por señal eterna que nunca será raída”.
Y en Habacuc, capítulo 3, nos dice: capítulo 3, verso 1 en adelante, dice:
“Oración del profeta Habacuc, sobre Sigionot.
Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí.
Oh Jehová, aviva tu obra en medio de los tiempos,
En medio de los tiempos hazla conocer;
En la ira acuérdate de la misericordia”.
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
“EL JOVEN TRAYENDO A VIDA LA PALABRA DE DIOS EN EL DÍA POSTRERO”.
(Este es uno de los temas o tópicos de los cuales ustedes querían saber).
Y ahora, por cuanto la juventud aquí presente está despierta para realizar una obra de excelencia en la evangelización, veamos cómo es que —conforme a la Palabra de Dios— se lleva la Palabra de Dios. Y esa Palabra no vuelve a Dios vacía, sino que hace aquello para lo cual Dios la envió.
Y así es como Dios aviva Su Obra en medio de los tiempos y en medio de los tiempos la hace conocer: cumpliendo (¿qué?) Su Palabra, vivificando Su Palabra, trayendo a vida Su Palabra. Y traer a vida, vivificar, es (¿qué?) cumplir lo que Él prometió. Vivificando, cumpliendo lo que Él prometió es que Él vivifica Su Palabra y aviva Su Obra: le da vida a Su Obra en cada edad.
Vean ustedes, la vida de la Obra de Dios en cada edad es el cumplimiento de lo que Él prometió para cada edad; y bajo ese cumplimiento es que son llamados y juntados todos los escogidos de Dios. Y el recogimiento de los escogidos de Dios es una Obra que Dios es el que lleva a cabo; la trae a existencia, conforme a como Él prometió, porque Él dijo que tenía otras ovejas que no eran de aquel redil hebreo: San Juan, capítulo 10, verso 14 al 16; donde nos dice: “Yo soy el Buen Pastor, y el buen pastor su vida da por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil, las cuales también debo traer, y oirán mi Voz; y habrá un rebaño, y un pastor”.
Ahora, ¿cómo van a oír la Voz del Señor? Dice:
“Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen…”.
Ahora, vean, también nos dice, en el verso 27 de este mismo capítulo 10 de San Juan, dice:
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen…”.
Así que tenemos la seguridad de que las ovejas del Señor Jesucristo van a escuchar Su Voz. Por lo tanto, necesitamos obtener la Palabra que sale de la boca de Dios; la Palabra que sale de la boca de Dios, que es la Voz de Dios, la Voz de Cristo, la Voz del Buen Pastor.
¿Y de edad en edad cómo ha salido la Voz de Cristo, la Voz de Dios, la Voz del Buen Pastor? Ha salido por medio de Su boca, que es el mensajero del tiempo en que las personas están viviendo. Y así ha sido como las ovejas han escuchado la Voz de Cristo, del Buen Pastor: escuchando el Mensaje que Dios da por medio del mensajero de cada edad; Mensaje que se extiende por todos los lugares cuando viene ese Mensaje; y Dios coloca al lado de ese mensajero maravillosos colaboradores, obreros: jóvenes, niños, adultos y ancianos también; todo el que quiera trabajar en la Obra del Señor, todos tienen la oportunidad.
Y ahora, lo que necesitan es estar (¿qué?) despiertos, despertar a la realidad del Programa Divino correspondiente al tiempo en que están viviendo, porque Dios le ha dado vida: ha avivado Su Obra en ese tiempo, le ha dado vida, la ha traído a existencia. Y ahí los obreros que van a trabajar en esa Obra despiertan también: son traídos a vida, son despertados; y por consiguiente comienzan a trabajar en la Obra de Cristo en la edad que les toca vivir; y comienza Cristo a usarlos, y comienzan ellos a decir: “Pero ¡miren lo que está sucediendo aquí, cómo Dios me usó aquí! Cosas que humanamente no se pueden obtener, estos resultados, vean ustedes cómo Cristo ha obrado”. Y así por el estilo sucede, como sucedió en los días de Jesús y los discípulos.
Ahora, así es de edad en edad: en el Mensaje correspondiente a cada edad está sellado todo el Programa Divino correspondiente a esa edad. Y ese Mensaje viene en el mensajero de la edad, en donde Dios coloca, sella ahí todo Su Programa para esa edad.
Y ahora, esa Palabra que sale de la boca de Dios, del mensajero de Dios para el tiempo en que Dios lo envía, no vuelve a Dios vacía, sino que hace aquello para lo cual Dios envió esa Palabra.
Y ahora, la Obra de Dios es realizada por medio de esa Palabra que viene para esa edad. No puede ser hecha la Obra de Dios en otra forma: es por medio de la Palabra creadora de Dios, la cual viene al pueblo de Dios por medio del mensajero correspondiente a ese tiempo; y así es como Dios aviva Su Obra en cada edad y en cada dispensación.
Ahora nosotros nos encontramos en el Día Postrero, para el cual hay muchas promesas —y grandes promesas— llenas de grandes bendiciones para cada uno de ustedes y para mí también; a tal grado que todos los hijos de Dios van a ser jóvenes, de 18 a 21 años.
Y cualquier persona que no comprenda este misterio, pues dirá: “Pero ahora, ¿no van a querer viejitos en el Cuerpo Místico de Cristo, ni tampoco niños, ni tampoco personas adultas, sino solamente jóvenes?”. Así es. Llegará el momento en donde Dios no va a tener viejos, ni adultos, ni niños, sino solamente jóvenes en Su Iglesia.
Ahora, el misterio de eso es que todos vamos a obtener un nuevo cuerpo: los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos eternos, jovencitos; y nosotros vamos a ser transformados y vamos a tener un cuerpo jovencito, que representará de 18 a 21 años; por lo tanto, todos vamos a ser jóvenes cuando tengamos el nuevo cuerpo. Y eso será (¿para cuánto tiempo?) para el Milenio y (¿para qué más?) para toda la eternidad.
Ese es el Programa Divino, el Plan de Dios; porque en ese cuerpo eterno, inmortal e incorruptible: por cuanto es eterno no se puede poner viejo, por cuanto es inmortal no puede morir; y es un cuerpo glorificado, por lo tanto no estará limitado a esta dimensión, sino que puede viajar a otras dimensiones.
Hay tres clases de cuerpos: cuerpo físico —como el que tenemos nosotros— mortal, corruptible y temporal, el cual nos dura poco tiempo…
Algunas personas, que duran 100 años o pasan de 100 años, dicen: “¡Qué mucho duró!”. Pero miren, 100 años comparado solamente con el Milenio, sería una décima parte del Reino Milenial. Y comparado con un millón de años, ya eso es tan pequeñito que vendría a ser ¿cuánto? ¿Una centésima parte sería?, ¿por ahí? Y comparado con la eternidad, es un punto escrito hecho con un lápiz sin tinta (que solamente queda la marquita ahí del lápiz, pero no queda nada escrito; si lo apretó fuerte quedó una marquita ahí, un huequito ahí, pero usted con el dedo lo mueve y desaparece).
Ahora, podemos ver que el ser humano está aquí en la Tierra por un propósito divino. El que no comprende esto, tiene la angustia existencial que tiene el resto de los seres humanos: de dónde vino, el por qué está aquí y hacia dónde va después que terminen sus días aquí en la Tierra en este cuerpo mortal. Pero el que conoce todo el Programa Divino, no se preocupa, porque el futuro lo tiene seguro: el futuro está en la mano de Cristo, Él tiene nuestro futuro.
Por lo tanto, aprovechamos nuestra vida aquí en la Tierra sirviendo a Cristo; porque hemos venido para hacer contacto con la vida eterna: obtener el perdón de nuestros pecados, ser lavados de todo pecado con la Sangre de Cristo, recibir Su Espíritu, y así obtener el nuevo nacimiento y así nacer en el Reino de los Cielos, nacer así en la Iglesia del Señor Jesucristo, y ser así una nueva criatura, una persona perteneciente a una Nueva Creación.
El nuevo nacimiento es en una Nueva Creación. El nuevo nacimiento pertenece no a esta Creación terrenal, porque el nacimiento en esta Creación terrenal es por medio de papá y mamá, de nuestros padres terrenales; pero el nuevo nacimiento es por medio del Espíritu de Cristo, el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el cual produce ese nuevo nacimiento; y por consiguiente obtenemos un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, con vida eterna; y así hemos hecho contacto con la vida eterna y hemos obtenido vida eterna.
Hemos sido restaurados a la vida eterna, y esa restauración comienza en el campo espiritual. Y muchas personas dicen: “Yo no veo la vida eterna que tenían los discípulos de Jesucristo, porque vivieron y después se murieron; y Cristo dijo: ‘El que cree en mí, no morirá’, y murieron”. Pues ellos no murieron: ellos están vivos en la sexta dimensión en sus cuerpos teofánicos; lo que murió fue el cuerpo físico, porque el cuerpo físico vino por medio de la Creación caída.
Y ahora, para esas personas que ya han partido pero que habían recibido vida eterna, al creer en Cristo como nuestro Salvador y lavar sus pecados en Su Sangre, Cristo les tiene un nuevo cuerpo; y cuando estén en ese nuevo cuerpo, pues ya no morirán.
Cristo dijo en San Juan, capítulo 11, hablando con Marta…, cuando Jesús le dice a Marta en el capítulo 11, verso 23:
“Jesús le dijo: Tu hermano resucitará (o sea, Lázaro resucitará).
Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día postrero”.
Porque ella sabía que en el Día Postrero Cristo resucitará a todos los muertos creyentes en Él; porque ya eso Cristo lo había enseñado en el capítulo 6, y ya aquí estamos en el capítulo 11; por lo tanto, ella había asimilado bien la enseñanza de Cristo. Y luego Cristo no le dice: “Eso no es así”. Cristo más bien le dice:
“Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida (¿y qué más dice?); el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá.
Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?”.
Vamos a ver lo que ella contesta:
“Le dijo: Sí, Señor…”.
Y nosotros decimos: “¡Sí, Señor! ¡También nosotros lo creemos!”.
Así que el futuro lo tenemos seguro en Cristo. Nuestro futuro es nuestro amado Señor Jesucristo. Sin Cristo no hay futuro para ninguna persona.
Toda persona trata de asegurar su futuro obteniendo una buena profesión, pero eso es un futuro terrenal, temporal; cuando se muere, pues se acabó el futuro que tenía. Allá, cuando pasa de esta vida a otra vida, no le van a decir (si llegó a ser doctor): “Doctor Fulano de Tal, venga por aquí”, y: “Usted, licenciado, venga por acá”. Así, vean ustedes, todo lo que obtenemos aquí humanamente es temporal, es terrenal.
Pero en el Reino de los Cielos, ahí es donde toda persona tiene que asegurar su futuro, para que cuando termine sus días aquí en la Tierra, lo reciban como recibieron al reverendo William Branham en el Paraíso, que le decían [Los Sellos, págs. 319-320, párrs. 194-195]: “Nuestro amado hermano Branham”. Y le pueden decir a usted “nuestro amado hermano” o “nuestra amada hermana”, cuando vaya al Paraíso, si alguno se va antes; pero si permanece aquí, pues los que regresen resucitados entonces nos van a saludar también. Y nos vamos a conocer (los que eran de nuestro tiempo, de nuestra edad); y luego, cuando estemos en el nuevo cuerpo, pues todas las cosas serán conocidas para todos nosotros.
Por ejemplo, cuando veamos a Pedro, podríamos decir: “Este es el Pedro que habla la Biblia y que fue el gran apóstol de Jesucristo. Pero vean, ahora no lo veo en un cuerpo viejo; lo veo jovencito”. Es que Dios prometió un cuerpo nuevo y eterno para todos los creyentes en Él. Y así veremos también a los demás apóstoles y a San Pablo y a los siete ángeles mensajeros.
¿Y a quién más vamos a ver así? A cada uno de ustedes yo los voy a ver así. ¿Y a quién más ustedes van a ver? También me van a ver allí jovencito: ya no me verán el cabello blanco, porque en el nuevo cuerpo no hay señales de edad. Es la flor de la juventud lo que reflejará ese cuerpo nuevo eterno y glorificado.
Ahora, les dije que hay tres clases de cuerpos:
El cuerpo físico: mortal, corruptible y temporal.
El segundo es el cuerpo teofánico, que es un cuerpo de la sexta dimensión; es un cuerpo angelical, el cuerpo que tienen los ángeles. De esa clase de cuerpo es que tiene Jesucristo en la sexta dimensión, el cuerpo en el cual les aparecía a los profetas del Antiguo Testamento y era llamado el Ángel de Jehová o Ángel del Pacto. Esa es la clase de cuerpo que nosotros obtenemos al recibir a Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre y recibir Su Espíritu Santo, y así obtener el nuevo nacimiento; y obtenemos un cuerpo teofánico angelical de la sexta dimensión, el cual es eterno, con vida eterna.
Y el otro cuerpo es el cuerpo glorificado. Esa es la clase de cuerpo que Jesucristo tiene. Esa es la clase de cuerpo en la cual resucitó Cristo y ascendió al Cielo, y permanece con ese cuerpo glorificado.
Ahora vean ustedes el por qué los discípulos y María Magdalena, cuando resucitó Jesús… Y Él está allí, en el lugar donde estaba la tumba. Y ella, muy triste llorando, al ver que dentro de la tumba (que era en una forma de cueva) no estaba el Señor… solamente estaban los ángeles… En algunos de los Evangelios dice “un ángel”1, y en otros dice “dos ángeles”2. Pues el que dice “un ángel”, cuando miró vio un ángel; y el que dice “dos ángeles”, cuando llegó y miró pues vio dos ángeles. O sea que depende quién sea el que haya llegado y haya mirado y visto: uno vio un ángel y el otro, cuando llegó, ya vio dos ángeles.
Ahora, cuando María Magdalena está muy triste y llorando a la parte de afuera, porque ella ve que Jesús no está allí y no sabe a dónde lo han llevado…; y ve a un joven allí, ve a una persona allí, en el lugar (digamos) del patio, de ese lugar donde estaba la tumba (o sea, la parte afuera)… Vamos a ver si encontramos este… Vamos a ver este pasaje: capítulo 20 de San Juan, versos… Vamos a ver qué versos vamos a tomar aquí, y vamos a ver qué Cristo quiere darnos a conocer aquí. Capítulo 20, verso 11 en adelante, dice:
“Pero María estaba fuera llorando junto al sepulcro; y mientras lloraba, se inclinó para mirar dentro del sepulcro;
y vio a dos ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de Jesús había sido puesto (ella vio dos ángeles).
Y le dijeron: Mujer, ¿por qué lloras? Les dijo: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.
Cuando había dicho esto, se volvió, y vio a Jesús que estaba allí; mas no sabía que era Jesús.
Jesús le dijo: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré.
Jesús le dijo: ¡María! Volviéndose ella, le dijo: ¡Raboni! (que quiere decir, Maestro)”.
O sea, cuando le dice: “¡María!”, esa forma de hablarle y de llamarla por el nombre, ya ella conocía esa voz llamándola por su nombre.
Pero vean, mientras Él estaba hablando con ella, ella todavía no lo conocía; pero cuando Él le dice: “¡María!”, cuando le dijo: “¡María!”, lo pronunció en la misma forma que siempre lo pronunciaba cuando la llamaba a ella, cuando mencionaba el nombre de ella; y allí ella lo reconoció.
Pero vean, aun los discípulos que fueron a Emaús caminaron con Jesús, Jesús con ellos y hablando Él con ellos, y no lo reconocían3. El misterio es que en la resurrección se resucita en gloria4, es en cuerpo glorificado.
Ahora podemos ver la bendición tan grande que hay para los que han partido y para nosotros los que vivimos: vamos a tener un cuerpo jovencito como el de nuestro amado Señor Jesucristo.
Ahora, podemos ver que los años que ya representaba Jesús: 33 o más años podía representar…; porque una persona que ha luchado mucho y ha sufrido mucho, como sucedió con Jesús, podía aparentar aún más edad de la que Él tenía; pues le decían5: “No tienes todavía cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”; o sea que le colocaban la edad un poco menos de 50, y podía representar 40 años. Pero, ahora, cuando lo encuentra…, cuando resucita, ahora no lo conocen, porque ahora algo había pasado cuando resucitó. Es que en la resurrección se resucita glorificado.
Ahora, podemos ver que ese es el cuerpo que hemos de tener todos nosotros.
Cristo mismo dijo6: “El Hijo del Hombre va a ser glorificado”. Y ahora nosotros decimos: “¡Y nosotros vamos a ser glorificados también! Y los muertos en Cristo van a resucitar en cuerpos glorificados también. Y el Hijo del Hombre en el Día Postrero va a ser glorificado también, y el Nombre Eterno de Dios va a ser glorificado”.
Cristo en San Juan, capítulo 12, verso 28, dijo: “Padre, glorifica Tu Nombre”. Y Dios contestó diciendo: “Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez”. En la Primera Venida de Cristo fue glorificado, y en la Segunda Venida de Cristo está prometido para ser glorificado.
Ahora, podemos ver que esa es la causa por la cual Cristo dice que tiene un nombre nuevo.
Ahora, podemos ver que en la Primera Venida fue glorificado y en la Segunda Venida será glorificado. En palabras más claras: en la Primera Venida el Nombre usado para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario, como Cordero de Dios, fue glorificado; y el Nombre que usará para Su Obra de Reclamo, como León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Segunda Venida será glorificado. Y ahí no vamos a explicar mucho, para no entrar en muchos detalles en esta ocasión.
Pero recuerden que tanto en la Primera Venida de Cristo como en Su Segunda Venida, el Nombre de Dios está ahí manifestado para la Obra correspondiente a ese tiempo. Para la Obra correspondiente a la Primera Venida de Cristo, el Nombre de Dios para Redención estaba allí manifestado; y para la Obra de Reclamo en el Día Postrero, el Nombre de Dios estará ahí manifestado.
Ahora, podemos ver que para este tiempo final, así como para cada tiempo se ha llevado a cabo la Obra de Dios… Dios ha vivificado Su Palabra prometida para cada edad, la ha traído a vida, y así ha llevado a cabo la Obra correspondiente a cada edad. Y para nuestro tiempo hay grandes promesas divinas, las cuales en este tiempo final tienen que ser vivificadas; y a medida que van siendo vivificadas, van siendo reveladas, dadas a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo.
Tenemos las promesas de la venida del precursor de la Segunda Venida de Cristo; ya esa es una Palabra que ha sido vivificada ya hace años y ya es historia, historia verdadera: la venida del precursor de la Segunda Venida de Cristo; y su nombre lo podemos mencionar: fue el reverendo William Branham, en el cual vino el Espíritu Santo operando el ministerio de Elías por cuarta ocasión; ya esa Palabra fue vivificada. Y por medio de la labor que Cristo llevó a cabo a través de Su precursor, encontramos que le preparó el camino a Cristo para Su manifestación final; le preparó el camino al Señor para Su próxima manifestación, en donde Él estará vivificando, trayendo a cumplimiento, trayendo a vida, la Palabra prometida para este tiempo final.
Tenemos la promesa de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles; eso es una Palabra prometida. Y “los Cielos y la Tierra pasarán, pero mi Palabra no pasará”7, dice Cristo; por lo tanto, esa Palabra tiene que ser cumplida.
Tenemos la promesa, también, que para llevar a cabo la siega en el tiempo de la siega, el tiempo de la cosecha (que es en el fin del siglo), el Hijo del Hombre enviará Sus Ángeles (San Mateo, capítulo 13, versos 30 al 43); y San Mateo, capítulo 24, verso 30 y 31, nos habla de los Ángeles del Hijo del Hombre. En el capítulo 24, verso 31, dice:
“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos…”.
Vean la promesa para el recogimiento de todos los escogidos de Dios, para juntar a todos los escogidos en el Día Postrero: es por medio de los Ángeles con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino; porque una Trompeta es la Voz de Dios, la Voz de Cristo, dándonos Su Mensaje para el tiempo en que suena esa Trompeta.
Y para el Día Postrero tenemos la promesa de la Trompeta Postrera, de la Trompeta Final. Y a la Final Trompeta, San Pablo dice que los muertos en Cristo van a resucitar, y nosotros los que vivimos vamos a ser transformados8. Primero tiene que sonar la Trompeta y dar Su Mensaje, y llevar a cabo la Obra que tiene señalada, y es llamar y juntar a todos los escogidos de Dios; y cuando se complete el número de los escogidos, entonces los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Ahora, Dios está cumpliendo Sus promesas; a medida que va pasando el tiempo, las promesas divinas correspondientes a este tiempo final van siendo cumplidas. Por lo tanto, el Libro de los Sellos está cumpliéndose en nuestro tiempo, así como se ha cumplido también la parte correspondiente a las edades pasadas; porque el libro del Apocalipsis contiene la revelación de Jesucristo para las edades pasadas, y para este tiempo final contiene la forma en que Jesucristo estaría en medio de Su Iglesia velado y revelado, llevando a cabo la Obra correspondiente a cada tiempo; y muestra también la lucha que estaría manifestada para lograrse el éxito de lo que Dios prometió, porque el enemigo de Dios siempre se levantaría en contra de Dios y del Programa de Dios.
Por eso el Apocalipsis nos habla de Dios y también nos muestra al diablo levantándose en contra del Programa de Dios; pero también nos muestra el fin del diablo, que será el lago de fuego, y nos muestra el fin de la trayectoria de los hijos de Dios, que será un cuerpo eterno para vivir en el Milenio y luego por toda la eternidad.
Así que el libro del Apocalipsis es un libro profético, que nos muestra todo lo que sucedería durante las diferentes edades de la Iglesia y nos muestra lo que estaría sucediendo en este tiempo final; lo que sucederá también cuando seamos transformados y llevados con Cristo: seremos llevados a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo; y nos muestra también lo que será después de la Cena de las Bodas del Cordero, en donde en la Tierra: durante la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, que durarán tres años y medio, en la Tierra estarán pasando por la gran tribulación.
Y luego terminará la gran tribulación y comenzará el Reino Milenial: regresaremos con Cristo para ese Reino Milenial, para reinar como reyes y sacerdotes en este planeta Tierra. Y será establecido en este planeta Tierra el Orden de Melquisedec, y estará establecido el Reino de Dios.
Y la oración de Cristo enseñada a Sus discípulos, en donde en una parte de ella dijo, enseñando a orar a Sus discípulos, les enseñó a decir9: “Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, así como en el Cielo, aquí en la Tierra”. Y la Venida del Reino de Dios durante el Reino Milenial, durante ese Milenio, establecerá el Orden celestial para que se haga la voluntad de Dios, como en el Cielo, aquí en la Tierra. Por consiguiente estará establecido en esta Tierra el Orden Sacerdotal de Melquisedec, y el Orden del Reino de Melquisedec estará establecido.
Y por cuanto somos reyes y sacerdotes: somos reyes y sacerdotes del Orden de Melquisedec; por eso reinaremos con Cristo —que es Melquisedec— por mil años y luego por toda la eternidad. Y Cristo se sentará sobre el Trono de David, Cristo, Melquisedec, el Hijo de David; y será Cristo: Rey, Sacerdote y Juez; y eso mismo somos nosotros: reyes, sacerdotes y jueces.
Ahora podemos ver la bendición tan grande que hay para cada uno de ustedes, jóvenes, y para mí también.
Ahora, en este tiempo Él está trayendo a vida, vivificando, Su Palabra prometida para este tiempo; o sea, toda promesa que Él ha hecho para este tiempo, Él la está trayendo a existencia, materializando. Y cada uno de ustedes, al igual que yo, somos un atributo divino, un pensamiento divino expresado en carne humana aquí en la Tierra.
La Escritura habló de los escogidos de Dios, y Dios ha materializado esa promesa, y aquí estamos en carne humana nosotros escuchando Su Voz. “Mis ovejas oyen mi Voz”. Somos identificados como Sus ovejas al escuchar Su Voz.
Y ahora, en cada uno de ustedes y en mí también se están cumpliendo las Escrituras: se están cumpliendo las profecías apocalípticas que nos hablan de los escogidos de Dios, de los hijos e hijas de Dios; se están cumpliendo las profecías de Jesús que nos habla de los escogidos de Dios que serán llamados y juntados en este tiempo final por los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre.
Y ahora, vean ustedes, Cristo está vivificando, materializando, trayendo a existencia, trayendo a vida, Sus promesas, Su Palabra prometida. Primero fue un pensamiento en la mente de Dios, luego fue hablada esa Palabra; y vino a ser una Palabra hablada que tiene que ser cumplida, porque es una Palabra creadora.
Y ahora se cumple en ustedes y en mí la promesa de los escogidos de Dios en esta Tierra siendo llamados y siendo juntados escuchando la Voz de Cristo, la Gran Voz de Trompeta, que es la Voz de Cristo por medio de Su manifestación final, donde estará operando Sus ministerios de Moisés, de Elías y de Jesús.
Porque es Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Espíritu Santo, el único que tiene ministerios; y Él, cuando está manifestado en un mensajero, opera el ministerio o los ministerios que Él tiene para operar en ese tiempo; los ministerios que Él ha prometido para manifestar en ese tiempo, pues los opera por medio del mensajero que Él tiene para ese tiempo.
No tiene que resucitar a un profeta del pasado —en donde estaba ese ministerio que está prometido para venir— para decirle: “Mira, tienes que venir para tener de nuevo el ministerio que tenías allá”; no. Cristo, el Espíritu Santo, toma al mensajero que Él envía para el tiempo presente, y opera en él el ministerio que había operado en aquel profeta de la antigüedad.
Así fue con Eliseo, en el cual estaba la doble porción del ministerio de Elías, del espíritu de Elías. Así fue en Juan el Bautista, en el cual estaba el ministerio de Elías; y por eso era el Elías que tenía que venir en aquel tiempo10; aunque se llamaba Juan, el ministerio era el ministerio de Elías operado por el Espíritu Santo11.
Y luego que precursó la Primera Venida de Cristo, luego volvería Elías; y cuando vino de nuevo, vino casi dos mil años después de Juan el Bautista, y vino a ser Elías en su cuarta manifestación, el ministerio de Elías en su cuarta manifestación, precursando la Segunda Venida de Cristo; pero el nombre del velo de carne fue reverendo William Branham.
Ahora vean cómo Dios cumple lo que Él prometió; y está prometido para venir por quinta ocasión12.
Le preguntaron al reverendo William Branham, en la página 399 del libro de Los Sellos, si el Elías que viene a predicar a los hebreos es el verdadero Elías o es un hombre de este tiempo con el espíritu de Elías, o sea, ese espíritu ministerial operando en él; y el reverendo William Branham contestó: “Yo he pensado que será un hombre de este tiempo”, un hombre de este tiempo. Vean ustedes (vamos a ver), la página 399 del libro de Los Sellos, vamos a ver la contestación, dice:
“[94]. Yo he pensado que será un hombre de este tiempo ungido con ese espíritu; porque allá, cuando Elías ya había subido y Eliseo se encontró con los hijos de los profetas, ellos dijeron: ‘El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo’. Es que Eliseo obró igual a Elías”.
Es muy importante ver sobre quién reposa el espíritu ministerial de Elías en cada una de sus manifestaciones. Reposó en Elías Tisbita, reposó en Eliseo, reposó en Juan el Bautista, reposó en el reverendo William Branham; y la quinta ocasión tenemos que ver en quién tiene que reposar el espíritu ministerial de Elías: Es en el Ángel del Señor Jesucristo, porque ese es el profeta mensajero para el Día Postrero, y es un profeta dispensacional.
Por eso también operará el ministerio de Moisés, que es un ministerio dispensacional: lo operará el Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero; y operará también el ministerio de Jesús en Su Ángel Mensajero, que es un ministerio dispensacional; porque Él estará trayendo a vida, materializando, cumpliendo lo que Él prometió para este tiempo final. Y por medio de esa manifestación del Espíritu de Cristo a través de Su Ángel Mensajero, estaremos escuchando la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino llamando y juntando a todos los escogidos de Dios en este tiempo final.
Y así es como Él estará vivificando Su Palabra, trayendo a vida Su Palabra. Y el Mensaje, estando en las personas que son llamadas y juntadas: en esas personas, vean ustedes, el Mensaje estará vivificado; o sea que el Mensaje estará revelado, abierto para ellos, y ellos entenderán el cumplimiento de esas promesas divinas. Y por lo tanto, las personas son vivificadas con esa Palabra, son traídas a vida: son traídas a vida y colocadas en el Cuerpo Místico de Cristo en este tiempo final.
Y así es como en este tiempo final los niños, los jóvenes y los adultos, y los ancianos también, estarán trayendo a vida la Palabra de Dios en el Día Postrero: recibiendo la revelación divina del Día Postrero; y esa Palabra es colocada dentro del alma de la persona; y trabajan en la Obra de Cristo, y traen a vida las promesas de Cristo: las dan a conocer (las promesas de Cristo).
Y cuando Cristo los usa y son llamados los que faltan para completar el Cuerpo Místico de Cristo, ¿qué está sucediendo? Los jóvenes están trayendo a la vida la Palabra de Dios del Día Postrero. O sea, con la labor que están llevando a cabo, con esa Palabra revelada de Dios para nuestro tiempo, que es la que usa el Espíritu de Cristo, vean ustedes, los jóvenes llevando el Mensaje, trabajando en la Obra de Cristo, traen a vida lo que Dios prometió.
Vean, Él ha prometido llamar y juntar los escogidos; en esa labor, al trabajar con esa Palabra, se materializa esa promesa.
Ahora, tenemos que estar conscientes de la Palabra creadora correspondiente a nuestro tiempo. Con la Palabra de Dios del tiempo de Noé, no puede Dios traer a vida Su Programa correspondiente a este tiempo, porque eso fue para el tiempo de Noé, ni tampoco con el Mensaje de Moisés; tiene que ser con el Mensaje que corresponde a nuestro tiempo. Y así Dios respalda toda la labor que nosotros llevamos a cabo, porque Él está respaldando (¿qué?) Su Palabra, Su Palabra prometida, que está siendo vivificada y está siendo dada a conocer; y Dios está así trayendo a existencia Su Obra correspondiente a este tiempo final.
El profeta Habacuc decía: “Aviva Tu Obra en medio de los tiempos, y en medio de los tiempos hazla conocer”. “Da a conocer lo que Tú estás haciendo en este tiempo”.
¿Y cómo vamos a dar a conocer la Obra que Dios está haciendo en este tiempo? Tomando esa Palabra revelada y haciéndola llegar a todos los seres humanos. Y así es como traemos a vida la Palabra, para que se materialice todo lo que la Palabra de Dios ha dicho para este tiempo final. Y ya estamos bien avanzados en la Obra de Dios de este tiempo final, bien pero que bien avanzados.
Cuando la Palabra de Dios prometida para una edad o una dispensación está en la Escritura, y todavía no se ha cumplido: todavía para esa edad que está prometida esa Palabra, para esa edad todavía no hay Luz; y si es una Palabra dispensacional para un Mensaje dispensacional: todavía para esa dispensación no hay Luz, por lo tanto esa dispensación no ha surgido todavía.
Pero cuando la Palabra Divina, la Palabra profética prometida para una nueva edad o una nueva dispensación es cumplida: ahí Dios ha encendido la Luz de esa edad o de esa dispensación; y hay Luz para caminar en esa edad o en esa dispensación, porque esa Luz está encendida; y el mensajero es el que trae revelación divina, esa Luz manifestada para alumbrar el entendimiento y el corazón de todos los hijos de Dios, y así caminar en la Luz de Dios para la edad y dispensación que le toca vivir a la persona.
Mientras la Palabra para esa edad o dispensación no está vivificada, o sea, no está cumplida, todavía no hay Luz para esa edad o para esa dispensación; pero cuando es cumplida y es dada a conocer, ya hay Luz; y entonces son llamados los hijos e hijas de Dios (¿a qué?) a caminar en la Luz, en la Luz de Dios, la Luz de la Palabra de Dios siendo vivificada, siendo cumplida en ese tiempo.
Y ahora, es fácil saber si la persona está caminando en la Luz de Dios para el tiempo en que vive: mire cuáles son las promesas para el tiempo en que estamos viviendo y vea si usted está caminando en esas promesas, siendo cumplidas esas promesas. Si usted está caminando en esas promesas divinas y está recibiendo esa revelación divina: usted está caminando en la Luz del Día Postrero, en la Luz de la Edad de la Piedra Angular y de la Dispensación del Reino. ¿Ven lo sencillo que es?
Y ahora, “si andamos en Luz”… “Si andamos en Luz, como Él está en Luz, comunión tenemos los unos con los otros”13. ¿Ven? Tenemos comunión en el Cuerpo Místico de Cristo en la edad que nos toca vivir, y mantenemos así el compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo.
“EL JOVEN TRAYENDO A VIDA LA PALABRA DE DIOS EN EL DÍA POSTRERO”.
Y la trae a su vida para que Dios obre en su vida, y la lleva a otras personas para que Dios obre en la vida de otras personas también. Y así como Dios vivifica Su Palabra (la cumple, la materializa), Él vivificará también nuestros cuerpos mortales, o sea, los traerá a vida eterna transformando nuestros cuerpos, y así dándonos vida eterna.
“EL JOVEN TRAYENDO A VIDA LA PALABRA DE DIOS EN EL DÍA POSTRERO”.
Cuando ustedes ven el éxito obtenido en todas las labores que ustedes llevan a cabo, eso no es otra cosa sino la Palabra siendo traída a vida, es el cumplimiento de lo que Dios prometió; por lo tanto es la Palabra de Dios siendo cumplida, siendo materializada. Y trabajar con esa Palabra creadora nos asegura el éxito que está prometido en la Escritura, por lo tanto nos asegura la Gran Victoria en el Amor Divino.
“EL JOVEN TRAYENDO A VIDA LA PALABRA DE DIOS EN EL DÍA POSTRERO”.
Ya mañana nos volveremos a ver; y como me dieron una lista de temas o tópicos, de ahí pues vamos a ver cuál es el más apropiado como para tema; y alrededor de ese pues colocaremos otro de los temas, algunos temas más (o sea, tópicos), para así ver lo que Dios tiene para nuestro tiempo con ustedes, jóvenes de este Día Postrero.
Que Dios les bendiga y les guarde, y continúen pasando una noche llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.
“EL JOVEN TRAYENDO A VIDA LA PALABRA DE DIOS EN EL DÍA POSTRERO”.
[Revisión enero 2021]
1 San Mateo 28:2, San Marcos 16:5
2 San Lucas 24:4, San Juan 20:12
3 San Lucas 24:13-35
4 1 Corintios 15:43
5 San Juan 8:57
6 San Juan 12:23, 13:31
7 San Mateo 24:35, San Marcos 13:31, San Lucas 21:33
8 1 Corintios 15:52
9 San Mateo 6:10, San Lucas 11:2
10 San Mateo 11:14
11 San Lucas 1:13-17
12 Los Sellos, págs. 312-313, párrs. 164-166
13 1 Juan 1:7