La corona de las virtudes

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes.

Y ahora, vamos a escuchar en esta ocasión este tema que tenemos: “LA CORONA DE LAS VIRTUDES”.

Leemos en el capítulo… Primera de Corintios, capítulo 13, versos 1 al 13, donde dice:

Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe.

Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.

Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve.

El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece;

no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor;

no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad.

Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.

El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia (se) acabará.

Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos;

mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.

Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.

Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”.

EL AMOR: “LA CORONA DE LAS VIRTUDES”.

El amor es la corona de las virtudes. Por eso es que cuando el ser humano estaba perdido a causa de la caída del ser humano en el Huerto del Edén, nos dice Dios en el Evangelio según San Juan, capítulo 3, versos 14 en adelante, dice:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios”.

Vean lo que fue la Primera Venida de Cristo: fue la manifestación del Amor de Dios hacia el ser humano.

“Porque de tal manera amó Dios al mundo (a la humanidad), que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.

El Amor de Dios manifestado en favor del ser humano es para vida eterna, dándonos a Su Hijo: Jesús, para que así nos dé vida eterna por medio de Su Sacrificio en la Cruz del Calvario; y para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna; pueda recibir a Cristo como su Salvador, lavar sus pecados en la Sangre de Cristo y ser borrados sus pecados, ser quitados sus pecados, y recibir el Espíritu Santo; y así obtener el nuevo nacimiento y obtener un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y para el Día Postrero obtendrá, en adición, un cuerpo eterno, inmortal e incorruptible, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo; porque todos tendremos un cuerpo glorificado, y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, vean ustedes que es una manifestación del Amor de Dios, del Amor Divino en Cristo, dos mil años atrás, en el cumplimiento de Su Primera Venida.

Por eso es que la Edad de la Venida del Hijo del Hombre dos mil años atrás no fue en la primera, segunda, tercera, cuarta, quinta, sexta o séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la Ley, sino que fue en la Edad de la Piedra Angular; porque la Edad de la Piedra Angular es la Edad de la Venida del Hijo del Hombre.

Y por cuanto el cumplimiento de la Venida del Hijo del Hombre es la manifestación del Amor Divino expresado a través de carne humana, Su edad es la Edad del Amor Divino; y esa edad corona a la Iglesia, es la corona para la Iglesia hebrea en Su Primera Venida y es la corona para la Iglesia del Señor Jesucristo en Su Segunda Venida.

La venida de esa edad es la bendición más grande, como edad, para la Iglesia del Señor Jesucristo; por eso es que el mismo Cristo es representado como la Piedra Angular1.

Vean, la edad también es la Edad de la Piedra Angular; y la virtud: el amor es la virtud que corona, es la corona de todas las virtudes; por lo tanto, es la piedra angular de todas las virtudes.

Y ahora, eso es así para el ser humano como individuo y es así para la Iglesia del Señor Jesucristo. Antes de una persona poder obtener la corona de todas las virtudes, y así ser coronado con la corona de todas las virtudes, tiene que haber pasado por las virtudes anteriores; y luego en la corona de todas las virtudes están todas las virtudes, porque en el amor están todas las virtudes.

En el amor tenemos la fe, la virtud, la ciencia, la templanza, la paciencia, el temor de Dios y el amor fraternal; todas esas virtudes están en el amor divino.

Y ahora, veamos para cada persona como individuo, el cual pasa por diferentes etapas y son manifestadas en él esas etapas y esas virtudes; luego al final tenemos la promesa de recibir la corona de todas las virtudes: el amor divino manifestado en todos los hijos e hijas de Dios en toda su plenitud.

Así como Él manifestó las virtudes anteriores, Él estará manifestando en el Día Postrero la virtud del amor divino, y estará coronando a cada individuo con el Espíritu Santo en toda Su plenitud, con la plenitud de Dios; y eso vendrá a ser para los escogidos de Dios…:

Así como hemos obtenido las primicias del Espíritu al recibir el bautismo del Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento, y obtener un cuerpo teofánico de la sexta dimensión: para el Día Postrero obtendremos nuestra transformación, si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten; pero si alguno se va adelante, no importa: resucitará en este tiempo final y resucitará en un cuerpo eterno, juntamente con los santos de toda la Iglesia de Jesucristo que ya han partido; y estará con nosotros de regreso en un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado.

Y cuando nosotros los veamos, a los santos que han partido, cuando resuciten en cuerpos eternos, entonces nosotros los que vivimos seremos transformados; y así estaremos coronados con la corona de todas las virtudes: con la plenitud de Dios; estaremos adoptados, tendremos la doble porción: la porción del cuerpo teofánico de la sexta dimensión y la porción del cuerpo eterno, inmortal y glorificado, el cual recibiremos en este tiempo final.

Y ahora, para la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, encontramos que ha tenido su bautismo como las primicias del Espíritu Santo, así como nosotros al obtener el bautismo del Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento obtuvimos las primicias. Las primicias es el “pronto pago”; pero para el Día Postrero obtendremos la plenitud, en adición.

Y la Iglesia del Señor Jesucristo ha tenido las primicias del Espíritu Santo, manifestado el Espíritu Santo en cada ángel mensajero, de edad en edad. Eso ha sido una manifestación no de la plenitud, sino de las primicias del Espíritu Santo manifestándose de edad en edad a través de cada ángel mensajero, en el cual ha estado un espíritu teofánico de la sexta dimensión operando, manifestado en carne humana operando el ministerio correspondiente a cada edad; y esos son los siete espíritus de Dios que recorren toda la Tierra.

Pero todo eso corresponde a las primicias del Espíritu de Dios, obrando por medio de un espíritu teofánico el cual ha estado manifestado en un cuerpo de carne; y ese ha sido el mensajero de cada edad, en el cual ha estado el Espíritu Santo obrando.

Pero para el Día Postrero estará obrando el Espíritu Santo en un mensajero en la Edad de la Piedra Angular, que es la edad de corona, que corona a la Iglesia de Jesucristo; y comenzará con las primicias, pero luego llegará a una etapa en donde adoptará a ese Ángel Mensajero, lo transformará, y entonces de ahí en adelante será en toda Su plenitud. Y tendremos la plenitud de Dios, de Cristo, del Espíritu Santo en carne humana, en un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado; y eso será la primera ocasión en que el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Espíritu Santo, obrará un ministerio en un cuerpo glorificado, luego de haberlo hecho en Jesucristo, luego que resucitó Jesucristo.

Y ahora, podemos ver la bendición tan grande que Cristo tiene para este tiempo final. O sea que este es el tiempo para la plenitud del Espíritu Santo para nosotros como individuos, en donde seremos llenos de la plenitud de Dios, seremos transformados; y entonces estará Cristo en nosotros, manifestado en nosotros como hijos e hijas de Dios, con cuerpos glorificados; y eso será la segunda ocasión, porque la primera fue en Jesús. Y así será también para el Ángel Mensajero del Señor Jesucristo del Día Postrero; y será la segunda ocasión en que la plenitud de Dios estará en un hombre que tendrá un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado.

La primera ocasión fue en Jesús y la segunda ocasión será en el Ángel del Señor Jesucristo; y con él estará el grupo de los escogidos del Día Postrero, que recibirá también esa bendición: la transformación de sus cuerpos; y estará el Espíritu de Dios manifestado en toda Su plenitud en cada miembro del Cuerpo Místico de Cristo del Día Postrero.

Y los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos eternos y estarán en toda la plenitud de Dios también, juntamente con todos nosotros; pero en el tiempo en que ellos vivieron, solamente ellos pudieron obtener hasta las primicias del Espíritu, lo cual también nosotros hemos obtenido, pero Él ha prometido que obtendremos —en adición— la plenitud de Dios: la corona de todas las virtudes.

Y ahora, vean cómo este misterio de la corona de todas las virtudes se estará manifestando en nosotros como individuos y en la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes.

Y en la Iglesia del Señor Jesucristo como Cuerpo Místico de creyentes, en la Edad de la Corona, que es la Edad de la Piedra Angular, Cristo estará manifestado en el Día Postrero al adoptar a Su Ángel Mensajero en el Día Postrero. Lo adoptará, y entonces estará Cristo manifestando en él toda Su plenitud.

Y esa será la manifestación de Cristo, el Ángel del Pacto, del Espíritu Santo en Su Iglesia en el Día Postrero, como la corona de todas las virtudes, coronando a Su Iglesia en el tiempo final, en el cual nosotros estamos viviendo. Y también en nosotros como individuos, transformándonos y dándonos un cuerpo eterno y glorificado, y manifestándose en nosotros en toda Su plenitud.

Por lo tanto, lo mismo que hace con nosotros como individuos, lo hace en Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes.

Por eso es que las virtudes mencionadas por San Pedro en Segunda de Pedro, capítulo 1, verso 1 al 8, concuerdan con las siete edades; y luego el amor (que es la que es colocada en el número 8, que es la edad – que es la Piedra Angular) concuerda con la Edad de la Piedra Angular y con el octavo mensajero, el mensajero llamado el Ángel del Señor Jesucristo en Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3; y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6; y capítulo 22, verso 16; del cual en el capítulo 22, verso 16, Jesús dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Es en la manifestación de Cristo, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto en Su Iglesia, en el Ángel Mensajero que Él envía, que Él coronará Su Iglesia como Cuerpo Místico de creyentes, la coronará con un ministerio: el ministerio de Cristo a través de Su Ángel Mensajero, en el cual estará operándose el ministerio de Jesús por segunda vez, y el de Elías por quinta ocasión, y el de Moisés por segunda ocasión.

Y así es como en la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad de Corona, la Edad del Amor Divino, la edad de la virtud que corona todas las virtudes, tendremos —desde los diferentes ángulos— el cumplimiento de la corona de todas las virtudes.

Por eso es que el reverendo William Branham dice que lo único que conquista todo, que obtiene la victoria siempre, y que conquista al mismo diablo, es el amor. Por eso es que en la Edad del Amor Divino, la Edad de la Piedra Angular, Cristo obtendrá la victoria en contra del anticristo, y Cristo obtendrá la victoria también en contra de la muerte, en favor de todos nosotros, pues resucitará a los muertos creyentes en Él y nos transformará a nosotros los que estamos viviendo; y así obtendremos la Gran Victoria (¿dónde?) en el Amor Divino, y en la Edad del Amor Divino, que es la Edad de la Piedra Angular.

Los que vivieron en edades pasadas no pudieron obtener la victoria en contra de la muerte física, pues sus cuerpos físicos murieron; y aun de nuestros hermanos de nuestro tiempo, algunos también han partido; pero quedará en la Tierra un grupo de los escogidos de Dios del Día Postrero que obtendrán la victoria aun en contra de la muerte física, pues seremos transformados; y entonces se cumplirá la Palabra que está escrita con relación a la muerte física, la cual no tendrá poder contra los escogidos de Dios que serán transformados en el Día Postrero, porque cuando ya estemos transformados pues no moriremos, porque es un cuerpo nuevo, inmortal, incorruptible y glorificado.

Dice San Pablo en Primera de Corintios, capítulo 15, verso 49 en adelante:

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea que traeremos un cuerpo inmortal teofánico, y un cuerpo inmortal físico, eterno y glorificado; y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo).

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción…”.

Por lo tanto, estando nosotros en estos cuerpos mortales, corruptibles, no podemos entrar al Reino Milenial y ser reyes allí en el Reino Milenial: necesitamos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, el cual Él nos dará. ¿Cuándo? Él dijo: “… y yo le resucitaré en el día postrero”2.

¿A quiénes? A los creyentes en Él los cuales partirían; y a los que estamos vivos y permanezcamos vivos, nos transformará. Y entonces tendremos un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo, y así seremos a imagen y semejanza de Jesucristo nuestro Salvador.

Sigue diciendo:

“He aquí, os digo un misterio (recuerden que es un misterio del Reino de Dios): No todos dormiremos (o sea, no todos vamos a morir); pero todos seremos transformados…”.

No importa que una persona parta después que haya creído en Cristo, después que sea un escogido de Dios, después que obtenga el nuevo nacimiento; no tiene por qué preocuparse si muere físicamente o continúa viviendo para ser transformado cuando los muertos en Cristo resuciten: Todos vamos a tener un cuerpo transformado, un cuerpo eterno.

“… pero todos seremos transformados,

en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta…”.

Esa es la Trompeta Final o Gran Voz de Trompeta, con la cual son llamados y juntados todos los escogidos de Dios, en San Mateo, capítulo 24, verso 31, donde dice: “Y enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta, y juntarán a Sus escogidos, de los cuatro ángulos, desde un extremo del Cielo hasta el otro”.

Esos son los mismos Ángeles que Él envía en el fin del siglo o fin del tiempo para llevar a cabo la Cosecha, en donde el trigo será cosechado y la cizaña también. La cizaña será atada en manojos para ser quemada en el fuego, en la gran tribulación, donde el fuego atómico va a ser desatado; pero el trigo será recogido y almacenado en el Alfolí de Dios. El trigo representa a los escogidos de Dios y la cizaña a los hijos del malo.

“… a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados.

Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria.

¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”.

Ahora, vean ustedes, cuando estemos transformados la muerte ha sido sorbida en victoria; y ahí es donde obtendremos la victoria física en contra de la muerte, porque seremos transformados y ya dejaremos de ser mortales; seremos personas eternas, inmortales, como nuestro amado Señor Jesucristo, con un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado; y entonces lo veremos a Él en Su cuerpo glorificado, porque nosotros también tendremos un cuerpo glorificado; así como nosotros nos podemos ver los unos a los otros ¿por qué? Porque tenemos un cuerpo mortal, corruptible y temporal, y por eso nos podemos ver los unos a los otros.

Ahora, podemos comprender que para este tiempo final viene para nosotros como individuos la corona de todas las virtudes.

Recuerden que Dios es Amor3, y la Venida del Espíritu Santo en toda Su plenitud para el Día Postrero es la manifestación de la corona de todas las virtudes: del Amor Divino.

Y ahora, podemos ver cómo nosotros hemos llegado al tiempo de la Edad de la Piedra Angular, que es la Edad de Corona, es la edad que corona todas las edades; esa es la Edad de la Piedra Angular. Por lo tanto, en esa Edad de la Piedra Angular, todo lo que tenga que ver con la corona de todas las virtudes y la corona de todas las cosas, tiene que ser manifestado en esa edad.

Por ejemplo, como la Venida del Señor, la Venida del Hijo del Hombre para el Día Postrero es la Venida de la Piedra Angular, la Venida de la Corona. Cristo es la Corona y Él corona a Su Iglesia, porque Él es la Cabeza de Su Iglesia4.

Y ahora, podemos ver dónde nos encontramos en este tiempo final en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo: nos encontramos en la Edad de Corona, la Edad de la Piedra Angular, para que se manifiesten todas las cosas que están representadas en la Edad de la Piedra Angular, todas las cosas que están representadas en la corona de todas las virtudes, porque en la corona de todas las virtudes (que es el amor, y Dios es Amor), ahí están todas las virtudes, y de ahí es donde ha salido toda la Creación de Dios, que es Amor.

Siendo que estamos en la corona de todas las virtudes como edad, no podemos esperar otra cosa sino que se manifiesten todas las cosas que corresponden a la corona de todas las virtudes, las cuales han sido prometidas para ser cumplidas en este tiempo final.

No sabemos en qué año. Sabemos que es para el Día Postrero, que es el séptimo milenio, pero no sabemos en qué año del séptimo milenio. Pero lo importante es estar recibiendo la Palabra de Cristo, esa Palabra de Corona, que es el Mensaje de la Edad de la Piedra Angular, el Mensaje del Evangelio del Reino siendo predicado. Y con ese Mensaje: siendo dado a conocer todo lo que debe suceder en este tiempo final; porque ese Mensaje gira alrededor de la Corona, que es Cristo nuestro Salvador, la Piedra Angular; gira alrededor de Cristo, la Piedra Angular.

Él es esa Piedra Angular en Su Primera Venida y Él es esa Piedra Angular en Su Segunda Venida. Y en Su Segunda Venida es que se cumple lo que el profeta Daniel le interpretó al rey Nabucodonosor, el cual había visto una piedra no cortada de manos que vino e hirió a la imagen, o sea, a la estatua que representaba el reino de los gentiles5. ¿La hirió dónde? En los pies de hierro y de barro cocido. Y el reino de los gentiles se encuentra en este tiempo final en los pies de hierro y de barro cocido.

En la Primera Venida de Cristo se encontraba en las piernas de hierro, que era el imperio romano; y ahora se encuentra en los pies de hierro y de barro cocido el reino de los gentiles.

Y es para este tiempo final la promesa de la Segunda Venida de Cristo: esa Piedra no cortada de manos, la cual dice Daniel que vino e hirió a los pies de hierro y de barro cocido, y los desmenuzó; y luego esa Piedra creció y se hizo un Gran Monte, un Gran Reino que llenó toda la Tierra; y ese es el glorioso Reino Milenial de Cristo.

Ahora, podemos ver la bendición tan grande que nos ha tocado en el Programa Divino, la bendición de vivir en la corona de todas las virtudes como edad; la corona de todas las virtudes como la plenitud del Espíritu de Dios, para ser manifestado en este tiempo final en nosotros como individuos, trayéndonos nuestra transformación y haciéndonos iguales a Jesucristo: con un cuerpo glorificado, y haciéndonos inmortales físicamente también. Pues ya somos inmortales interiormente, nuestra alma y nuestro espíritu: el cuerpo teofánico, el espíritu que hemos recibido de parte de Cristo; pero para este tiempo final, en adición de esas bendiciones, Él nos dará otra bendición grande: y es un cuerpo eterno y glorificado, en el cual ni siquiera una gripe nos podrá tocar.

Así que adelante sirviendo a Cristo nuestro Salvador todos los días de vuestra vida, porque vuestra redención está cerca, o sea, nuestra transformación. La redención del cuerpo está cerca, y tenemos que estar preparados para obtener esa transformación.

Les veré en la actividad de la noche, Dios mediante, en el lugar que ya está asignado. (Caben todos, ¿verdad?). Miguel les va a dar el anuncio. Es en el auditorio de la Biblioteca municipal. ¿Cuántos saben dónde es? Así que el único que no sabe dónde es soy yo, Miguel. Así que de aquí entonces me llevarán a ese lugar, para allí compartir con ustedes en esta noche en la actividad pública, para todas las personas.

Bueno, adelante sirviendo a Cristo en este tiempo final; porque estamos en el tiempo de la corona de todas las virtudes.

Vean ustedes, el diagrama que el reverendo William Branham usó tiene aquí siete virtudes, y luego llega a la Edad de la Piedra Angular, llega a la Piedra Angular, que es el amor. El amor es la corona de todas esas virtudes, y en el amor están todas las virtudes.

Que las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, el Amor Divino, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto los muertos en Cristo resuciten en cuerpos eternos y nosotros seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

“LA CORONA DE LAS VIRTUDES”.

[Revisión marzo 2021]

1 Efesios 2:20

2 San Juan 6:40, 6:44, 6:54

3 1 Juan 4:8, 4:16

4 Colosenses 1:18

5 Daniel 2:31-45

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