Las cosas que están profetizadas para el fin del siglo

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes para esta despedida de año, para así darle la bienvenida al año 2000; y así entrar al nuevo año para servir a Cristo en el nuevo año, y trabajar en Su Obra todos los días del nuevo año que Dios nos permita vivir en esta Tierra.

Reciban también la bienvenida todos los visitantes; y que Dios les bendiga grandemente y les permita comprender el tiempo que estamos viviendo.

Para esta noche quiero leer en San Mateo, capítulo 24, verso 3 en adelante, donde dice:

“Y estando él (Jesús) sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?”.

“LAS COSAS QUE ESTÁN PROFETIZADAS PARA EL FIN DEL SIGLO”. Ese es nuestro tema para esta ocasión.

Cuando la raza humana ha llegado siempre a los últimos años de un siglo, siempre el alma, el corazón, el espíritu de los seres humanos, ha tenido un estremecimiento espiritual y se han preguntado: “¿Será este el fin del siglo del cual habló Jesucristo nuestro Salvador? ¿Será este el fin del siglo en el cual Jesucristo, el Hijo del Hombre, enviará Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta y llamarán y juntarán a Sus escogidos?”.

Siempre hubo, al final de los siglos pasados, esa inquietud y esa pregunta en el alma de todos los seres humanos que han leído la Biblia y creen lo que la Biblia contiene, y creen en nuestro amado Señor Jesucristo y saben que Sus profecías tienen que ser cumplidas.

De las cosas que sucederán en el fin de ese siglo del cual habló Cristo, también hablaron los profetas del Antiguo Testamento y también hablaron los apóstoles de Jesucristo; y en el fin de algún siglo esas profecías tienen que ser cumplidas.

Ahora, para poder comprender el cumplimiento de esas profecías nosotros necesitamos conocer cuáles son las profecías correspondientes al fin del siglo; fin del siglo del cual habló Jesucristo nuestro Salvador.

Jesucristo cuando habló del fin del siglo, Él señaló que para ese tiempo el trigo y la cizaña habrán llegado a su madurez. En la parábola del trigo y de la cizaña, Jesucristo nuestro Salvador dice en el capítulo 13 de San Mateo, cuando en la parábola los siervos vieron que nació cizaña en el campo…, en el campo donde el Hijo del Hombre, el Sembrador, sembró la buena simiente, o sea, sembró el trigo…

Esta parábola del trigo y de la cizaña es una parábola que contiene misterios no comprendidos por la raza humana; misterios que desde el Huerto del Edén hacia acá han estado cumpliéndose, y la raza humana todavía no se ha dado cuenta de esos misterios contenidos ahí en esa parábola.

Recordemos que Jesús nos enseñó, en esta parábola, que hay trigo en el campo, pero que también hay cizaña. En esta parábola, vean ustedes, los obreros le dicen a su señor: “¿Por qué hay cizaña en el campo? ¿No sembraste tú buena simiente?”. Él dijo: “Un hombre enemigo vino y sembró cizaña en el campo”. Y ahora, los obreros le dicen… Aquí en el capítulo 13, verso 27 en adelante, dice:

“Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tienes cizaña?

Él les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres, pues, que vayamos y la arranquemos?

Él les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo.

Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero”.

Luego, cuando le preguntan a Cristo el significado de esta parábola, vean lo que Cristo contesta a Sus discípulos: en el mismo capítulo 13, verso 34 en adelante, dice:

“Todo esto habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba;

para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo:

Abriré en parábolas mi boca;

Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo1”.

En estas parábolas hay cosas que están escondidas desde la fundación del mundo para el entendimiento de los seres humanos; pero están colocadas estas cosas en estas parábolas que habló nuestro amado Señor Jesucristo.

Por ejemplo, en esta parábola tenemos el trigo y la cizaña; y ahí nos muestra el origen del trigo y el origen de la cizaña. Y esto es un misterio que aún el ser humano por medio de la ciencia no ha comprendido; y aún el ser humano está buscando todavía el origen de la vida, pero no ha comprendido el origen del ser humano todavía.

Y ahora, continuamos leyendo donde a continuación dice:

“Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.

Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre.

El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo.

El enemigo que la sembró es el diablo (o sea, el que sembró la cizaña); la siega es el fin del siglo; y los segadores son los ángeles.

De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo.

Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”.

En esta parábola del trigo y de la cizaña tenemos representados en la cizaña los hijos del malo, y en el trigo tenemos representados los hijos de Dios, los hijos del Reino.

Y ahora, esta parábola da testimonio que hay hijos de Dios y hay hijos del diablo; una verdad dolorosa por un lado, pero una verdad gloriosa por otro lado; una verdad dolorosa al saber que hay hijos del malo aquí en la Tierra; pero una verdad gloriosa al saber que hay hijos e hijas de Dios en este planeta Tierra. Por lo tanto, está el bien y el mal en este planeta Tierra; están los hijos de Luz, que son los hijos del Reino, y están los hijos de las tinieblas, que son los hijos del malo.

Cristo, hablando de los hijos del malo, en San Mateo, capítulo 15, verso 13, dijo:

“Pero respondiendo él, dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada”.

O sea que la cizaña, Él quitará la cizaña de la Tierra; porque, ¿quién sembró la cizaña? El diablo; ¿quién sembró el trigo? El Hijo del Hombre. Por lo tanto, la cizaña no la sembró el Hijo del Hombre, no la sembró Dios, sino el diablo; por lo tanto, la cizaña será quitada del campo. Estas son verdades bíblicas que no podemos ignorar.

Ahora, lo importante es que cada persona sepa que todos los que creen en Jesucristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y reciben Su Espíritu Santo: obtienen el nuevo nacimiento, y han nacido como hijos e hijas de Dios. Ese es el trigo del cual Cristo habló.

Y ahora vean, en el capítulo 3 de San Mateo, el mismo Jesús dice, verso 10 en adelante:

“Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego.

Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado yo no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego.

Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará”.

Vean cómo la promesa es que está en la mano de Cristo el aventador, el cual limpiará Su era y recogerá Su trigo en el granero. Y para este tiempo final en el cual nosotros vivimos, es el tiempo en que la cosecha del trigo, recogimiento del trigo y de la cizaña, debe ser llevada a cabo; esa cosecha debe ser llevada a cabo en este tiempo final.

Ahora, para el fin del siglo Cristo promete enviar Sus Ángeles con Gran Voz de Trompeta para llamar y juntar a todos Sus escogidos; o sea, llamar y juntar todo el trigo para ser colocado en el Granero de Dios.

Ahora, el calendario ha sido cambiado; no tenemos en la actualidad el mismo calendario que se tenía en los días de Jesús; y por consiguiente, para la raza humana, el calendario no le da exactamente el tiempo en que vivimos delante de Dios. Pero todo eso obra para bien, para que todos estemos siempre esperando el cumplimiento de las profecías del fin del tiempo, del fin del siglo.

Y ahora, conforme al calendario gregoriano estamos en diciembre 31 de 1999; pero el calendario fue atrasado por 7 años para colocar el tiempo en que nació Jesús, colocarlo como el primer año del calendario gregoriano. Por lo tanto, el calendario que se usa entre los gentiles, principalmente en medio de los gentiles que creen en Jesucristo, ese calendario en la actualidad tiene 1999 años de Cristo hacia acá; ese calendario consta de 365 días y cuarto [365¼]; y conforme a ese calendario ya han transcurrido, del nacimiento de Cristo hacia acá, 1999 años.

Cristo nació de 4 a 7 años antes de comenzar el quinto milenio, o sea que Cristo nació de 4 a 7 años antes de terminar el cuarto milenio; o sea que Cristo nació en el fin del siglo y fin del cuarto milenio, o sea que nació en la última década del milenio cuarto; por lo tanto, Cristo naciendo en el fin de aquel siglo aparece como una señal muy grande en medio del pueblo hebreo.

Pero miren ustedes, en el fin de aquel siglo [del cuarto milenio], en la última década apareció una señal en el cielo llamada la Estrella de Belén, la cual fue vista por unos hombres sabios —que les llaman los magos— que vinieron del oriente2; y ellos al ver esa Estrella… Ellos estaban viviendo allá en Babilonia, donde había vivido Abraham; y de allá ellos miran hacia la tierra de Israel, ven esa Estrella en el cielo, esa señal en el cielo, y reconocen que esa es la señal de la Primera Venida de Cristo, la señal en el cielo de la cual había hablado el profeta Baalam3 (aunque era un falso profeta, pero tenía la unción de Dios, y Dios le hablaba).

Y ahora, una Estrella saldría de Belén, de Israel, una Estrella saldría de Israel; y allí estaba una Estrella en el cielo como señal de la Primera Venida de Cristo; fue vista la señal del Hijo del Hombre en el cielo, en la última década del milenio cuarto. Y en el último…, la última década del último siglo del milenio cuarto, allí estaba la señal del Hijo del Hombre en el cielo, señalando que el Hijo del Hombre ya estaba en la Tierra. Pero si iban a buscar el Hijo del Hombre en la Tierra, era un bebé que estaba naciendo en Belén de Judea.

Esa señal del Hijo del Hombre estuvo en el cielo por dos años siendo vista. Vean ustedes todo el tiempo que estuvo siendo vista esa señal en el cielo; y con todo y eso, el Concilio de la religión hebrea, el Concilio del Sanedrín (compuesto por 70 sabios hebreos en asuntos religiosos, o sea, 70 teólogos, doctores en divinidad; encabezado ese concilio religioso del pueblo hebreo por el sumo sacerdote), vean, estas personas podían ver que en el cielo estaba esa Estrella, pero no sabían el significado de esa Estrella, no sabían que esa era la señal de la Primera Venida del Hijo del Hombre a la Tierra.

Pero hubo unos sabios que supieron, pues ellos eran descendientes hebreos, de los que fueron llevados cautivos a Babilonia; por lo tanto, ellos conocían las Escrituras; y allí el profeta Daniel había dejado sus escritos, sus visiones, sus profecías, las cuales ellos creían.

Pero vean ustedes cómo se les pasó a aquellos sabios religiosos del pueblo hebreo; o sea, la religión oficial del pueblo hebreo, el judaísmo, con la Ley de Moisés establecida, se les pasó la señal del Hijo del Hombre en el cielo, la cual estaba dando testimonio que el Mesías ya estaba en la Tierra.

Y conforme a las profecías para aquel tiempo: el Mesías tenía que nacer en Belén de Judea4, y tenía que nacer por medio de una virgen5, la cual sería descendiente del rey David, en la cual se cumpliría la Venida, el nacimiento de “la simiente de la mujer”, el cual heriría en la cabeza al diablo, aunque el diablo lo heriría en el calcañar6 (o sea, en los talones). Eso fue la crucifixión de Cristo, siendo crucificado y enclavadas Sus manos y Sus pies en la Cruz del Calvario.

Ahora, ¿cómo puede ser posible que una señal tan grande como esa se les escapara a los teólogos de la religión hebrea en aquel tiempo? Porque Dios cegó los ojos de los sabios y de los entendidos.

Vean cómo se les escapó la señal del Hijo del Hombre, esa señal del Hijo del Hombre dando testimonio que estaba en la Tierra el Mesías, el cual estaba cumpliendo la promesa de nacer en Belén de Judea.

Y ahora, con la Primera Venida de Cristo a la Tierra no se acabó todo, pero terminaría una dispensación, porque una nueva dispensación comenzaría. La Dispensación de la Ley llegaría a su final y comenzaría una nueva dispensación, la Dispensación de la Gracia, que es la sexta dispensación. Con la Venida del Mesías, vean ustedes, se llevaría a cabo un entrelace dispensacional.

En los entrelaces dispensacionales hay grandes luchas espirituales; o sea que una guerra, una batalla espiritual, se lleva a cabo.

Y ahora, la persona en el cual se cumple la venida del mensajero dispensacional para una nueva dispensación, tiene grandes luchas, una gran guerra espiritual se lleva a cabo, y tratan de destruir a ese mensajero dispensacional.

Vean, los mensajeros dispensacionales, como Adán, el diablo trató de destruirlo; Set, Noé, Abraham, Moisés, Jesús, y para el Día Postrero el Ángel de Jesucristo, que es el séptimo profeta dispensacional para la dispensación séptima, la Dispensación del Reino.

Así como hubo una batalla, una lucha, una guerra espiritual: cuando llegaba a su final una edad y se entrelazaba una nueva edad, y Dios enviaba un nuevo mensajero para una nueva edad, se llevaba a cabo una guerra, una batalla espiritual; una guerra religiosa o espiritual se llevaba a cabo. Y los que se quedaban en una edad que ya había llegado a su final, perseguían a los que habían comenzado una nueva edad con un nuevo mensajero.

Así es también cuando una nueva dispensación se entrelaza con la dispensación que ha llegado a su final: los de la dispensación que está llegando a su final o que ha llegado a su final, ven como un peligro a ese hombre que Dios envía, no lo reconocen como el Enviado de Dios, y le hacen la guerra; y una guerra espiritual se lleva a cabo.

Eso es lo que vimos en la Primera Venida de Cristo, esa guerra espiritual que se llevó a cabo allí, en la cual perseguían a Cristo y le llamaron hasta Beelzebú; lo rechazaron, no lo quisieron recibir. Pero a todos los que le recibieron, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios7.

Y en la nueva dispensación, la Dispensación de la Gracia, todos los que le reciben como su Salvador y lavan sus pecados en Su Sangre y reciben Su Espíritu Santo: nacen como hijos de Dios en el Reino de Dios. Pero esto terminará en algún momento, cuando entre hasta el último escogido de Dios al Cuerpo Místico de Cristo, pues habrá nacido el último escogido de Dios en el Reino de Dios; y entonces se cerrará la Puerta de la Misericordia, como se cerró en el tiempo de Noé la puerta del arca. Y ya de ahí en adelante ya no habrá más oportunidad para creer en Cristo, lavar los pecados en la Sangre de Cristo y recibir Su Espíritu Santo, y obtener el nuevo nacimiento; ya Dios terminará de tratar con los gentiles porque ya habrá completado Su Iglesia.

Y luego Él saldrá del Trono de Intercesión en el Cielo, tomará el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, el Libro sellado en la diestra del que está sentado en el Trono, en Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante; tomará ese Libro sellado con siete sellos, que es el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra.

Eso significa que luego que Adán cayó, al cual Dios le había dado el Título de Propiedad, luego Dios tomó el Título de Propiedad y lo ha mantenido en Su diestra; y ha estado obrando en la Tierra conforme al contenido de ese Título de Propiedad.

Y cuando se haya completado el Programa Divino contenido en ese Título de Propiedad, entonces Cristo habrá terminado Su Obra de Intercesión en el Cielo; porque Él está haciendo intercesión en el Cielo, en el Trono de Dios, en el Lugar Santísimo del Templo espiritual o celestial de Dios; porque Jesucristo es el Sumo Sacerdote Melquisedec, el cual le había aparecido al profeta y patriarca Abraham en el capítulo 14 del Génesis, y le había dado pan y vino a Abraham, cuando Abraham regresó de la victoria obtenida contra aquellos reyes que se habían llevado cautivos a Lot y su familia8.

Luego, en otra ocasión, le apareció también como Elohim, el día antes de la destrucción de Sodoma y Gomorra; y aparecieron con Elohim los Arcángeles Gabriel y Miguel; todos estaban materializados, por lo tanto podían comer con Abraham9.

Y ahora, vean ustedes el por qué Cristo podía decir en San Juan, capítulo 8, verso 56 al 58, dice (Jesús dice):

“Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó.

Entonces le dijeron los judíos: Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?

Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Antes que Abraham fuese, yo soy”.

¿Y cómo era Jesús antes de Abraham? ¿Y cómo era Jesús antes de venir a la Tierra en carne humana? ¿Cómo era Jesús antes de estar en medio del pueblo hebreo en aquel velo de carne que nació a través de la virgen María?

Jesús es nada menos que el Elohim que le apareció a Abraham y comió con Abraham; y es el Melquisedec que le apareció a Abraham y le dio pan y vino a Abraham; y es el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, que le apareció a Moisés y le dijo: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob”.

En el Éxodo, capítulo 3, verso 1 al 16, encontramos la conversación que Dios tiene, que el Ángel de Jehová tiene con Moisés. Y Moisés quiso conocer el Nombre de Dios, porque el Nombre de Dios está en Su Ángel, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es un cuerpo de la sexta dimensión en el cual Dios estaba manifestado en toda Su plenitud. Por eso el Ángel de Jehová es el mismo Dios, el mismo Jehová, manifestado en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Desde ese cuerpo teofánico de la sexta dimensión, parecido a nuestro cuerpo, pero de otra dimensión, fue que Dios creó el universo completo: “En el principio creó Dios los cielos y la tierra”. Por eso es que en el Génesis, capítulo 1, verso 1, dice que en el principio creó Dios los cielos y la tierra; y luego en San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante, nos dice:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida…”.

Ahí tenemos el origen de la vida; origen que los científicos están buscando pero que todavía no han llegado a conocer el origen de la vida.

“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece…”.

Pero ¿qué sucedió? Las tinieblas no la comprendieron, no comprendieron esa Luz. Vamos a ver cómo lo dice aquí, para que lo tengamos tal y como está:

“La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.

Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.

Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él.

No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz”.

Juan estaba diciendo que el Mesías vendría después de él, el Cristo, al cual él el estaba preparando el camino; y él anunciaba que sería un varón el cual vendría después de él.

Un varón, un hombre, un profeta, el cual vendría después de Juan, sería el Mesías, al cual él le estaría preparando el camino. Y vean quién sería ese hombre. Dice:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo…”.

La Luz verdadera que alumbra a todo hombre, el Verbo que era con Dios y era Dios, venía a este mundo. O sea, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, ese hombre de la sexta dimensión, que es el mismo Dios en un cuerpo angelical, venía a este mundo; venía a este mundo para estar en medio de la raza humana como un hombre en medio de los hombres.

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.

En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron (el pueblo hebreo no le recibió).

Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”.

Ahora, vean ustedes que con nacer en esta Tierra por medio de nuestros padres terrenales, no nacemos como hijos de Dios. Cuando creemos en Jesucristo nuestro Salvador y lavamos nuestros pecados en Su Sangre, y recibimos Su Espíritu, entonces obtenemos el nuevo nacimiento; y así nacemos como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios; y así somos identificados con el trigo.

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios”.

O sea que no es por medio del nacimiento natural a través de nuestros padres terrenales que nacemos como hijos de Dios, sino cuando creemos en Cristo y recibimos Su Espíritu; ahí es cuando nacemos como hijos e hijas de Dios en el Reino de Dios.

Por eso le habló Cristo a Nicodemo de un nuevo nacimiento; le dijo: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios o Reino de los Cielos (o sea, no lo puede entender)”10.

Nicodemo estaba interesado en el Reino de Dios y le pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto? (Porque él ya estaba viejo. Y le dice): ¿Puede acaso un hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?”. Cristo le dice: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (o al Reino de Dios)”; no puede entrar, porque se requiere ese nuevo nacimiento al creer en Cristo y recibir Su Espíritu Santo, para poder entrar al Reino de Dios; y así estar manifestado, nacido, en el Reino de Dios, como un hijo o una hija de Dios.

Y ahora, continuamos aquí la lectura, en el verso 14 de este mismo capítulo 1 de San Juan, donde dice:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”.

El Verbo, que era con Dios y era Dios y creó el universo completo, se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo. Y cuando se hizo carne el Verbo, el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, cuando se hizo carne: se hizo hombre en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús.

Vean quién es nuestro amado Señor Jesucristo. Es el Verbo que era con Dios y era Dios, y creó el universo completo, el cual se hizo carne, se hizo hombre, en medio de la raza humana, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.

Pero antes de llevar a cabo esa Obra en la Cruz del Calvario tenía que nacer en la Tierra, en Belén de Judea, conforme a la profecía. Profecía que fue cumplida en el fin del último siglo del cuarto milenio. Y se crio en medio de Israel, aunque estuvo una temporada en Egipto, pero se crio en medio del pueblo hebreo en Nazaret, aunque nació en Belén de Judea.

Estuvo viviendo en medio del pueblo hebreo y muy pocos sabían que ya la Primera Venida del Mesías estaba cumplida. Y esto sí que es un misterio grande: que el cumplimiento de la Primera Venida del Mesías estaba en medio del pueblo hebreo, y no sabían los doctores en teología, de la religión hebrea, que ya la Primera Venida de Cristo estaba cumplida en medio de ellos.

Y el Mesías en medio de ellos, trabajando como un carpintero en Nazaret, cobrando también los trabajos…; o sea, viviendo como uno más de los seres humanos. Y todo estuvo así hasta que le tocó comenzar Su ministerio mesiánico, que duraría tres años y medio, y que cumpliría los primeros tres años y medio de la semana número setenta; y dejaría tres años y medio para ser cumplidos en el tiempo final, después que termine de tratar con Su Iglesia, para tratar de nuevo con el pueblo hebreo durante esos tres años y medio finales de la semana número setenta; y así completar la semana número setenta; porque son setenta semanas de años que Dios estaría tratando con el pueblo hebreo, para luego comenzar el Reino Milenial11.

Pero vean, en la mitad de la semana número setenta se abriría una brecha para Dios tratar con los gentiles como individuos y llamar un pueblo para Su Nombre12; y así tener hijos e hijas de Dios nacidos de nuevo, nacidos en el Reino de Dios; para en el Día Postrero, que es el séptimo milenio, darles un cuerpo eterno, inmortal y glorificado, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

O sea que Dios cierra Su trato con los gentiles o entre los gentiles cuando entre hasta el último de los escogidos de Dios al Cuerpo Místico de Cristo, y Cristo entonces salga del Trono de Intercesión, tome el Título de Propiedad, lo abra y reclame todo lo que Él ha redimido con Su Sangre preciosa, y resucite a los muertos en Cristo en cuerpos eternos y a nosotros los que vivimos nos transforme; y tengamos todos un cuerpo eterno, inmortal y glorificado igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo.

Así cerrará Cristo Su Obra en medio de los gentiles, y luego comenzará a tratar con el pueblo hebreo. Él llamará y juntará a Sus escogidos del pueblo hebreo con la misma Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, que gira alrededor de la Segunda Venida de Cristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores, en Su Obra de Reclamo.

Y cuando sea visto ese llamado, y comiencen a recibir el Mensaje los hebreos, será señal de que ya se habrá completado el Cuerpo Místico de Cristo.

Y ahora, para ese llamado Dios adoptará a Su Ángel Mensajero; y cuando lo adopte, entonces las señales y maravillas que fueron vistas, las cuales le mostró Dios al reverendo William Branham en la Visión de la Carpa, estarán siendo cumplidas plenamente bajo el ministerio de ese Ángel del Señor Jesucristo cuando sea adoptado.

Ahora, vean ustedes, Cristo para poder llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario primero tuvo que nacer, crecer, comenzar Su ministerio; y cuando ya tenía alrededor de tres años de ministerio, Él fue al Monte de la Transfiguración con Pedro, Jacobo y Juan, y Su rostro resplandeció como el sol, Sus vestiduras se hicieron resplandecientes como la luz, y aparecieron allí, a cada lado de Jesús, Moisés y Elías13. Allí les mostró el orden de Su Segunda Venida.

Ahora, estando nosotros en el tiempo final, pues sabemos que para este tiempo final los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre tienen que estar manifestados en la Tierra, llamando y juntando con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino a todos los escogidos de Dios, primeramente de la Iglesia de Jesucristo, o sea, del cristianismo, siendo llamados y juntados en la Edad de Oro, la Edad de la Piedra Angular, en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Y luego esos mismos ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre (que son los ministerios de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11, y Zacarías, capítulo 4; esos mismos ministerios de los Dos Olivos, que son los ministerios de Moisés por segunda vez y de Elías por quinta ocasión) llamarán y juntarán 144.000 hebreos. Y mi deseo, pues, es que sea en este año 2000.

Siempre mi deseo ha sido que sea en el año presente en el cual yo esté viviendo. Por lo tanto, de mi parte yo haré la parte que a mí me corresponde para que siga completándose el Cuerpo Místico de Cristo; porque después que se complete el Cuerpo Místico de Cristo, entonces Dios llamará y juntará 144.000 hebreos.

Así que yo continuaré trabajando entre los gentiles, en la Iglesia del Señor Jesucristo, hasta que se complete la Iglesia del Señor Jesucristo. O sea que no me iré de en medio de la Iglesia de Jesucristo para el pueblo hebreo hasta que se complete hasta el último de los escogidos de Dios en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo. Hasta que se completen los escogidos de la Iglesia de Jesucristo yo estaré con ustedes trabajando en la Obra de Jesucristo en medio de Su Iglesia, en la Edad de la Piedra Angular.

Y es en medio de la Iglesia de Jesucristo, en la Edad de la Piedra Angular, que yo también seré adoptado, seré transformado, y tendré un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. ¿Y quiénes más? Ustedes también. Y nuestro deseo, pues, es que sea en este año 2000. Pero lo decide ¿quién? Nuestro Dios. Nuestro amado Señor Jesucristo es el que decide el momento. Y será cuando esté completo el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Así que trabajemos en la Obra del Señor Jesucristo, trabajemos para que se complete el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo; trabajemos en todas las labores y para que permanezca unido el Cuerpo Místico de Cristo, permanezca en un mismo sentir, un mismo entendimiento; y todos unidos en amor divino. Nunca tirando unos para un lado y otros para otro lado, sino unidos en amor divino, y trabajando unidos en el Cuerpo Místico del Señor Jesucristo.

Cristo continuará dándonos a conocer todas las cosas que nosotros necesitamos conocer. En la misma forma en que Él lo ha hecho siempre, lo ha estado haciendo en nuestro tiempo y lo continuará haciendo; por lo tanto, nadie trate de adelantarse a la revelación que Él nos está dando. Lo que no hayamos entendido hasta el momento, pues lo entenderemos más adelante, a medida que Él continúe hablándonos directamente a nuestra alma.

Estemos siempre unidos en el amor divino, reuniéndonos siempre en la congregación donde Cristo nos haya colocado; tanto ustedes en Puerto Rico como a todos ustedes que están a través de internet o a través de la línea telefónica, o a través de la televisión, o a través del satélite que está transmitiendo en esta ocasión. Y sigan trabajando y abriendo más congregaciones para que sean alimentadas con la Palabra de Dios, y Dios siga añadiendo a Su Iglesia los que han de ser salvos, como está en la Escritura.

Y a medida que Dios siga obrando, se irá acercando más y más el glorioso momento de nuestra transformación (la cual esperamos y necesitamos que sea pronto, porque nuestros cuerpos no pueden durar muchos años, porque son mortales, corruptibles y temporales).

Si alguien necesita la transformación, si alguien necesita el nuevo cuerpo, yo soy el primero; y yo quiero recibir pronto el nuevo cuerpo, en el cual también estaré trabajando en la Obra del Señor.

Y diríamos que nuestros nuevos cuerpos van a ser estrenados cuando los recibamos en esos 30 o 40 días que estaremos aquí en la Tierra, cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros seamos transformados.

Como Cristo cuando resucitó: resucitaron con Él los santos del Antiguo Testamento, como nos dice el evangelio según San Mateo, capítulo 27, versos 51 al 53, y aparecieron a muchos en la ciudad; y el mismo Jesús apareció resucitado a Sus discípulos; y estuvo en la Tierra ya resucitado por unos 40 días, apareciéndole a Sus discípulos en diferentes ocasiones (no menos de ocho ocasiones) y hablándoles a ellos del Reino de Dios, y también haciendo señales y maravillas en medio de ellos.

Así también será cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros seamos transformados. O sea que Cristo continuará obrando; y ahí es donde la plenitud de Dios estará en cada uno de nosotros como individuos; y todos seremos a imagen y semejanza de Cristo: personas perfectas con cuerpos perfectos y eternos.

Ahora, todas esas bendiciones quisiéramos recibirlas todas en este año 2000. Yo soy el primero que deseo que vengan en este año 2000; pero recuerden que lo decide nuestro amado Señor Jesucristo. Por lo tanto, estaré trabajando en la Obra de Cristo en el campo misionero, llevando el Mensaje para que llegue hasta el último de los escogidos de Dios. Y ustedes también: todos los que desean que pronto llegue nuestra transformación, pues trabajemos para que se complete el Cuerpo Místico de Cristo; porque cuando se complete es que seremos transformados los que vivimos, juntamente con los muertos en Cristo que resucitarán.

Así que estemos trabajando y con nuestras vidas arregladas delante de Dios, y con nuestro corazón y nuestra alma creyendo todo lo que Cristo ha prometido y lo que Cristo ha revelado; y preparados así para pronto ser transformados; aunque no sabemos en qué año ha de suceder.

Nunca les he dicho el año en que los muertos en Cristo resucitarán y en que nosotros seremos transformados, porque Él no me lo ha revelado a mí. Y aun si me lo revelase y Él me dijese que no lo diga, tampoco podré decirles; pero Él, hasta el momento, no me lo ha revelado. Solamente me mostró el milenio, me mostró que es el Día Postrero, el cual es el milenio postrero; por eso es que entraríamos al próximo milenio (ahora, vean ustedes…), que es el séptimo milenio.

Conforme al calendario profético ya estamos dentro del séptimo milenio, de Adán hacia acá, desde hace años. Conforme al calendario profético pues estamos por ahí del año 2020 al año 2030 y algo; pero no sabemos. Aun con el calendario profético no sabríamos el año exacto en que seremos transformados.

Pero cuando se complete el Cuerpo Místico de Cristo seremos transformados y los muertos en Cristo resucitados; y estaremos listos, preparados, para esa transformación. Por lo tanto, todos los días de nuestra vida tenemos que estar preparados esperando nuestra transformación.

Y recuerde que para una persona ser adoptada… La adopción de un hijo de Dios se llevaba a cabo cuando ese hijo había sido entrenado, enseñado por el Tutor; y ese hijo había seguido las enseñanzas del Tutor, y había aprendido los Negocios de su Señor, y había trabajado en ellos; y mostró que estaba interesado en los Negocios de su Padre.

Cristo a la edad de 12 años dijo: “En los Negocios de mi Padre me conviene estar”14. ¿Y cómo estaba? Trabajando en los Negocios de Su Padre celestial.

Y así también nos conviene a nosotros, estar trabajando en los Negocios de nuestro amado Señor Jesucristo; y de estar, en este año 2000, en la entrada a este año 2000 en donde estamos entrando, entrando al año 2000, ¿para qué? Para estar en pie delante del Hijo del Hombre.

Para estar en pie delante del Hijo del Hombre estamos entrando al año 2000, para recibir de Cristo, el Hijo del Hombre, las bendiciones que Él tiene para nosotros en este año 2000.

Esperamos grandes bendiciones de parte de Jesucristo. Pero ahora la pregunta es: ¿Y qué podrá esperar Jesucristo de cada uno de ustedes y de mí? Es bueno que propongamos en nuestro corazón todo lo que nosotros deseamos que Él reciba de parte nuestra en este año 2000.

Queremos que Él reciba de nosotros lo mejor. Queremos que Él reciba de nosotros todo nuestro ser y lo use en Su Obra todo este año 2000.

Queremos también que Él reciba nuestra alabanza y nuestra adoración en este año 2000. Queremos que Él reciba toda nuestra labor que hagamos para Él en Su Obra en este año 2000, y que sea una labor más amplia de la que hemos llevado a cabo en años anteriores.

Y que Él reciba de nosotros una vida consagrada totalmente a Él, en alma, espíritu y cuerpo, para servirle a Él todos los días de nuestra vida con temor, con temblor, con reverencia y con amor divino.

Este año 2000 es un año muy importante para la raza humana, y en el Programa Divino es un año muy importante. Yo deseo estar preparado; y no solo yo, sino con la Edad en la cual Él me ha colocado en medio de Su Iglesia.

Deseo que todos estemos listos, preparados, para nuestra transformación. Por lo tanto les estaré dando todo lo que Él me dé para todos ustedes, cosas que les ayuden a estar listos, preparados, para ser transformados. Y yo estaré pidiéndole a Cristo que Él me dé todo lo que yo necesito para ser transformado, y lo compartiré con todos ustedes.

Oren mucho por mí, yo oraré por ustedes; y estaré con ustedes aquí en todas las ocasiones que pase por Puerto Rico; y estaré con ustedes también en los diferentes países, en las ocasiones que esté de visita en sus países; esto es para los que están a través de internet, de televisión, o a través del satélite o por la línea telefónica.

Hemos entrado al año 2000 para estar en pie delante del Hijo del Hombre. Ya la señal del Hijo del Hombre en el cielo fue manifestada, fue vista, en febrero 28 de 1963; y ya el próximo mes de febrero, el 28 de febrero, se cumplirán… ¿Cuántos años? 37 años.

Recuerden que una señal es una señal. Una señal fue vista en el cielo, formada por ángeles: los ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia y un Ángel que era diferente a los demás, un Ángel del cual el reverendo William Branham dijo que era el que tenía el Séptimo Sello15; por lo tanto, ese Ángel tiene que cumplir el Séptimo Sello aquí en la Tierra.

Y cuando esté cumplido, entonces Cristo habrá terminado Su Obra de Redención, de Intercesión en el Cielo; porque ya bajo el cumplimiento de ese Séptimo Sello se habrá llevado la Obra del Séptimo Sello en el Día Postrero.

Y ahora, ese Ángel misterioso es el que estará en medio de la Iglesia de Jesucristo cumpliendo el Séptimo Sello, llevando a cabo la Obra correspondiente al Séptimo Sello.

Siempre la Iglesia de Jesucristo ha tenido ángeles de Dios, enviados por Dios, para ministrarle la Palabra y para traerle grandes bendiciones de parte de Dios.

La Iglesia de Jesucristo es lo más grande que Dios tiene en la Tierra, y después el pueblo hebreo; porque la Iglesia de Jesucristo es el Israel celestial y el pueblo hebreo es el Israel terrenal. Ambos pueblos son muy importantes delante de Dios; el uno tipifica al otro; por lo tanto, hay grandes bendiciones para ambos pueblos en este tiempo final.

Y en este año 2000, al cual hemos entrado para estar en pie delante del Hijo del Hombre, esperamos grandes bendiciones para la Iglesia de Jesucristo y también para el pueblo hebreo.

Que en este año 2000 las bendiciones de Jesucristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el número de los escogidos de Dios, y pronto todos seamos transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, amados amigos y hermanos presentes; y que tengan un nuevo año lleno de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo. Tengan un próspero año 2000, lleno de prosperidad espiritual y material. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén.

¡Próspero año 2000 para todos ustedes!

Dejo con nosotros…

Antes de terminar: Agradezco a todos los que han trabajado en la Obra de Cristo junto a mí, o yo junto a ellos; los que han trabajado aquí en Puerto Rico y en cada país; a todos los ministros, sus colaboradores, y a todos también los que han trabajado en las diferentes formas de trabajo en la Obra de Cristo.

También a los que han trabajado en las cámaras, también en las oficinas, en Puerto Rico y en otros países. A Miguel y su esposa. A Julio y a todos los que con él han estado en las oficinas trabajando; y en todos los demás lugares aquí en Puerto Rico, demás dependencias. Y a cada uno de ustedes también, que como individuos han trabajado en la Obra de Jesucristo nuestro Salvador.

Y también le doy las gracias a todos los que han colaborado con nosotros para la compra y pagos de los terrenos que se han adquirido aquí en Puerto Rico para la Obra de Cristo: Que Dios bendiga a los ministros y a sus congregaciones que han colaborado para que nosotros atendamos estos compromisos que hemos adquirido.

Les agradezco su colaboración a ustedes, ministros, y también a sus congregaciones, y a cada persona de sus congregaciones que como individuos lo han hecho de todo corazón para la Obra de Jesucristo aquí en Puerto Rico.

Hemos tenido nuestras metas aquí; y Dios, pues, ha estado dándonos bendición en abundancia, espiritual y también material.

Y si nos ha dado más terrenos es que tiene algo para llevar a cabo; lo cual lo entenderemos más adelante, cuando Él esté llevando a cabo lo que Él tenga para llevar a cabo; pues en algún momento Él va a adoptar a Sus escogidos de este Día Postrero, y al mensajero del Día Postrero también lo va a adoptar.

Y somos bienaventurados en este Día Postrero, en estar viviendo en la edad más gloriosa, la Edad de Oro, y trabajando junto al mensajero de Cristo del Día Postrero. Es realmente una bendición trabajar en la Obra de Cristo en este tiempo final.

Les agradezco a todos los que han trabajado en la Obra de Cristo, todo lo que han hecho en la Obra de Cristo. Y Cristo les recompensará en la Cena de las Bodas del Cordero, donde Él repartirá los galardones; y les recompensará también cuando nos transforme; ya ahí tendremos una recompensa muy grande: la corona de la vida.

Bueno, nos veremos ya el domingo próximo, a la misma hora de siempre en la mañana, y luego en la actividad de la tarde.

Oren mucho por mí, para que Él me dé todo lo que Él desea que yo les hable el domingo en la mañana y en la tarde. Y para los ministros que están aquí (¿y colaboradores también, Miguel?): mañana a las 2:00 de la tarde estaremos Miguel y yo con ustedes en la reunión de ministros y colaboradores, evangelistas, colaboradores, pastores y colaboradores, para así tener la primera reunión de ministros de este nuevo año 2000.

Bueno, que Dios les bendiga grandemente, que Dios les guarde; y con nosotros nuevamente el reverendo Miguel Bermúdez Marín.

¡Felicidades en este año 2000!

“LAS COSAS QUE ESTÁN PROFETIZADAS PARA EL FIN DEL SIGLO”.

[Revisión diciembre 2021]

1 Salmo 78:2

2 San Mateo 2:1-5

3 Números 24:17

4 San Mateo 2:3-6, Miqueas 5:2

5 Isaías 7:14, San Mateo 1:22-23, San Lucas 1:26-27

6 Génesis 3:15

7 San Juan 1:12

8 Génesis 14:18-20

9 Génesis 18:1-8

10 San Juan 3:1-7

11 Daniel 9:24-27

12 Hechos 15:14

13 Mt. 17:1-6, Mr. 9:2-8, Lc. 9:28-36

14 San Lucas 2:49

15 Los Sellos, pág. 469, párrs. 153-154

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