La lucha por el Trono de la Dinastí­a de Melquisedec

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición y privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios. Sean bienvenidos todos los visitantes de otros países, y también todas las personas de aquí de Puerto Rico. Que las bendiciones de Jesucristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y nos abra el entendimiento y nos hable directamente a nuestra alma en esta ocasión. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Leemos en San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 38. San Lucas, capítulo 1, versos 26 al 38, donde dice:

“Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret,

a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María.

Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres.

Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta.

Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Pues no conozco varón.

Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril;

porque nada hay imposible para Dios.

Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Tomamos el verso 32 y 33 para nuestro tema de esta ocasión, estos versos dicen… hablando de Jesús, dice:

“Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.”

Nuestro tema es: “LA LUCHA POR EL TRONO DE LA DINASTIA DE MELQUISEDEC.”

A través de la Escritura encontramos que ha habido una lucha en el Cielo, y luego esa lucha ha venido a la Tierra a los seres humanos; o sea, que la lucha que comenzó en el Cielo ha venido a la Tierra, y ahora ha sido la lucha en medio de la raza humana entre los seres humanos: La lucha por el Trono de la Dinastía de Melquisedec. Ese Trono es un Trono Eterno, es el Trono de Dios, y Cristo se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, recibió todo poder y autoridad en los Cielos y en la Tierra, siendo Cristo Sacerdote según el Orden de Melquisedec, siendo el mismo Melquisedec el cual vino a la Tierra en carne humana, el mismo Melquisedec que le había aparecido a Abraham, el cual es mencionado en el Génesis, capítulo 14; y del cual la Escritura nos dice de la siguiente manera en el capítulo 14, verso 17 en adelante. Dice:

“Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey (o sea, salió el rey de Sodoma a recibir a Abraham que había obtenido la victoria en contra de los reyes que habían hecho la guerra a Sodoma y a Gomorra y se habían llevado a Lot y a su familia cautivo y sus bienes también, y a muchos de la ciudad también).

Entonces Melquisedec,  rey de Salem (o sea, de Jerusalén) y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino;

y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra;

y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo.”

Aquí tenemos a Melquisedec, Rey de Salem, o sea, de Jerusalén, el cual bendijo a Abraham, le dio pan y vino y lo bendijo y Abraham pagó a El los diezmos de todo; y cuando diezmó Abraham a Melquisedec, dice San Pablo en su carta a los Hebreos que allí estaba diezmando también a Melquisedec Levi, el cual estaba en los lomos de Abraham. Abraham venía a ser el tatarabuelo de Levi, porque Abraham es el padre de Isaac, abuelo de Jacob, bisabuelo de Levi; o sea, el bisabuelo de Levi llevaba en sus lomos a Levi, y cuando está pagando los diezmos a Melquisedec ahí está Levi diezmando también a Melquisedec.

Por eso es que también cuando Cristo vino a la Tierra y tuvo Su Ministerio en la Tierra y murió en la Cruz del Calvario y luego resucitó y ascendió al Cielo, ahí estábamos nosotros también con El.

Y ahora, por eso es que estábamos con Cristo y en Cristo desde antes de la fundación del mundo, somos parte de El. Y ahora siendo parte de El, hijos e hijas, Sus atributos, pues somos descendientes de Melquisedec, el Sacerdote del Dios altísimo y Rey de Salém.

Y ahora descubrimos que somos de la Simiente Real, Celestial, y por consiguiente de la Simiente Real de Abraham. Y siendo descendientes de Cristo en el cual estábamos, ahora todos los privilegios y bendiciones de Cristo son compartidos con todos nosotros: El es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial y nosotros somos Sacerdotes también; El es el Rey de los Cielos y de la Tierra y el Rey de Jerusalén y del pueblo hebreo completo, y nosotros somos Reyes con El también; El nos ha hecho Reyes y Sacerdotes, pues somos descendientes del Rey y Sumo Sacerdote Melquisedec; por lo tanto pertenecemos a esta Dinastía Celestial. Y por consiguiente el Trono Celestial de Dios, vean ustedes, Cristo, el Sumo Sacerdote y Rey Melquisedec —el cual es Cristo— se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, y desde el Trono de Dios ha estado gobernando Jesucristo; todo poder y autoridad le ha sido dado a Jesucristo.

Y ahora Cristo ha estado gobernando todos los asuntos del universo completo, incluyendo el planeta Tierra, el cual lo encontramos en cuanto a la raza humana dividido, porque una parte está sometida a Cristo, al Rey Jesucristo sentado sobre el Trono de Dios, y otra parte está en rebelión contra Dios, esa rebelión que el diablo levantó en contra de Dios en el Cielo, la cual ha continuado en la Tierra.

Y ahora, ya el derecho a sentarse en el Trono Celestial, vean ustedes, lo obtuvo Jesús; y ahora falta sentarse en el Trono de David, para que así el Reino de Dios esté en la Tierra establecido bajo la Dinastía de Melquisedec, y bajo el Trono de Melquisedec en el Cielo esté el Trono de Dios aquí en la Tierra gobernando por medio del Trono de David. Vean ustedes el porqué Dios habla en los Salmos acerca de David, o sea, reflejando en David al Mesías, el cual dice San Pablo en su carta a los Hebreos, en el capítulo 5 de Hebreos, dice… capítulo 5, verso 5 en adelante:

“Así tampoco Cristo se glorificó a sí mismo haciéndose sumo sacerdote, sino el que le dijo:

Tú eres mi Hijo,

Yo te he engendrado hoy.

Como también dice en otro lugar:

Tú eres sacerdote para siempre,

Según el orden de Melquisedec.

Y Cristo, en los días de su carne, ofreciendo ruegos y súplicas con gran clamor y lágrimas al que le podía librar de la muerte, fue oído a causa de su temor reverente.

Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;

y habiendo sido perfeccionado, vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen;

 y fue declarado por Dios sumo sacerdote según el orden de Melquisedec.”

Y ahora, podemos ver cómo Jesucristo ocupa Su posición en el Trono de Dios en el Cielo como Sumo Sacerdote haciendo Intercesión en el Cielo, y también como Rey, porque bajo Su dominio están todas las huestes celestiales, El es la cabeza de todo principado.

Y ahora, nos habla la Escritura acerca de principados a los cuales la Iglesia por medio de la predicación del Evangelio notifica, da las buenas nuevas de la Obra de Cristo en la Cruz del Calvario.

Y ahora, para poder comprender estos misterios celestiales, tenemos que ver o comprender que las cosas que ocurren en la Tierra reflejan las cosas que existen en otra o en otras dimensiones; y así como aquí en la Tierra hay diferentes principados en los tiempos de los reyes, actualmente todavía hay naciones que tienen reyes o reinas, como Inglaterra, España también, aunque algunos, pues están en cierta forma representando a su nación pero tienen cierta forma de gobierno en donde ellos vienen a ser una figura que se mueve no tanto en el campo político para hacer las decisiones políticas, sino en el campo social; y tenemos también otras naciones que también tienen reyes o reinas y otras que tienen presidentes, gobernantes, y han sido elegidos por el pueblo.

Ahora vean ustedes, esas son las personas principales que están a la cabeza de esas naciones.

Y ahora, en otras dimensiones hay principados así como en esta dimensión, o sea, hay seres que están a la cabeza de ángeles, como el arcángel Miguel y el arcángel Gabriel; y encontramos por otro lado que San Pablo nos dice que no tenemos lucha contra carne y sangre, sino contra principados y potestades en los aires, o sea, que nos habla del diablo y los ángeles que se revelaron en contra de Dios bajo el liderato del diablo.

Y bajo el liderato del diablo que era un arcángel, encontramos que hay diferentes niveles de ángeles, líderes como en una nación: está el presidente pero luego están los gobernadores y luego están también los alcaldes, y así por el estilo, que son las cabezas de – el alcalde de la ciudad es la cabeza, el gobernador es la cabeza del estado o país, y el presidente es la cabeza de toda la nación.

Y ahora vean ustedes, el diablo es la cabeza de todos esos ángeles que se rebelaron en contra de Dios. En esos ángeles que se revelaron en contra de Dios hay ángeles caídos, o sea, son ángeles caídos que tienen bajo su gobierno también cantidades de ángeles caídos; y este planeta Tierra con la caída del ser humano en el Huerto del Edén cayó bajo el gobierno, el dominio, del diablo.

Y aunque la humanidad no sabe que detrás de toda forma de gobierno en esta Tierra hay huestes espirituales que son las que dirigen y son las que deciden lo que ha de suceder, y algunas veces las personas dicen o piensan que son ellos los que han elegido, pero no ha sido así, fueron inspirados por seres de otra dimensión para elegir a la persona que había sido elegida en otra dimensión.

Y ahora, miren ustedes, el diablo en una ocasión se presentó a Jesús cuando Jesús había ayunado 40 días y 40 noches, y entre las cosas que fueron incluidas por el diablo en la tentación o tentaciones que trajo a Jesús, una fue darle a Jesucristo todos los reinos de este mundo, el diablo dijo que todos los reinos de este mundo eran suyos y a quién él quería los daba.

Ahora vean: a quién él quería los daba, o sea, que el que elige es el diablo, y a quién él elige para darlo a él es que lo da.

Y ahora, por cuanto el gobierno de las naciones está bajo el control del diablo desde la caída del ser humano, encontramos que el diablo ha estado tratando de establecerse completamente, y establecerse para siempre, y por eso le ofreció a Jesús los reinos de este mundo los cuales se encontraban en la etapa de las piernas de hierro, o sea, en la etapa del imperio Romano, las piernas de hierro; ya había pasado el reino o imperio de los gentiles, había pasado de la cabeza de oro que fue el reino de Nabucodonosor o imperio de Nabucodonosor, había pasado de la cabeza de oro al pecho y los brazos de plata que fue el imperio Medopersa, y había pasado también de la etapa del vientre y los muslos de bronce que fue el imperio de Grecia; y ahora se encontraba en la etapa de las piernas de hierro que era el imperio Romano.

Pero miren en todas esas etapas pasadas y también en este tiempo y para esta etapa que corresponde ea este tiempo final, miren ustedes, también los arcángeles Gabriel y Miguel han estado activos trabajando en favor del Programa Divino, para que así se cumpla lo que está escrito en el Libro de la Verdad, o sea, que el reino o imperio de los gentiles tiene que pasar por las diferentes etapas que ya están establecidas por Dios en el Libro de la Verdad; y también el pueblo hebreo tiene que pasar por las etapas que están establecidas por Dios, y por eso los arcángeles Gabriel y Miguel están pendientes en cuanto a todos esos movimientos, tanto del pueblo hebreo como también del reino de los gentiles.

La Escritura nos dice que el príncipe que está de parte de los hijos de Israel es el arcángel Miguel, o sea, que desde otra dimensión hay un príncipe que es el principal de todos los príncipes, el cual está de parte de los hijos de Israel. Digamos: el ángel de la guarda del pueblo hebreo es el arcángel Miguel; ese es el arcángel que acompañó al pueblo hebreo en su salida también, y ese es el arcángel que cuando Moisés murió lo llevó. Dice en la Escritura, el Libro de Judas, que el diablo luchaba, contendía, por el cuerpo de Moisés.

Ahora, esta lucha, vean ustedes, la encontramos por el cuerpo de un hombre, porque ese hombre era el Profeta de Dios para el pueblo hebreo, y el diablo quería apoderarse del cuerpo de Moisés. ¿Cuántas cosas pensaba hacer el diablo con el cuerpo de Moisés? Muchas, pero ninguna buena,  todas en contra del Programa Divino. Miren, si tomaba el cuerpo de Moisés y lograba hacer que hicieran una momia de Moisés o alguna cosa, haría que el pueblo hebreo se rindiera ante ese cuerpo de Moisés y adorará el cuerpo de Moisés; como hay personas que se arrodillan delante de una imagen y adoran una imagen, ¿cuánto más harían con Moisés?.

Ahora, vean ustedes, el pueblo hebreo había tenido diferentes etapas, y en algunas etapas muchos de ellos habían adorado ídolos, y aún cuando Dios llamó al patriarca Abraham, lo llamó de en medio del pueblo que tenía ídolos y adoraba ídolos también. Por eso es que cuando Josué llama al pueblo hebreo ya estando en la tierra prometida, habiendo vivido en la tierra prometida por algún tiempo, luego llamó al pueblo hebreo a hacer la elección correcta, si iban a servir o no a Dios; ya al final de los días de Josué. En el capítulo 24, dice…vamos a ver en el verso 3 en adelante, dice:

“Y os di la tierra por la cual nada trabajasteis, y las ciudades que no edificasteis, en las cuales moráis; y de las viñas y olivares que no plantasteis, coméis.

Ahora, pues, temed a Jehová, y servidle con integridad y en verdad; y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del río, y en Egipto; y servid a Jehová.”

Y ahora vean, el pueblo que Dios ha libertado, el Pueblo de Dios, es un Pueblo que ha servido también en otras etapas a dioses, a ídolos, y por consiguiente eso ha sido un servicio a los demonios dice la Escritura, porque al servir en esa forma estaban sirviendo al diablo, aunque ellos no pensaban que estaban sirviendo al diablo.

Y ahora miren cómo aquí Dios le dice al pueblo que ellos hagan su elección, quiten los dioses paganos. Dice:

“Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi casa serviremos a Jehová (al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. ¿Y qué dijo el pueblo?).

“Entonces el pueblo respondió y dijo:

Nunca tal acontezca, que dejemos a Jehová para servir a otros dioses;

porque Jehová nuestro Dios es el que nos sacó a nosotros y a nuestros padres de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre; el que ha hecho estas grandes señales, y nos ha guardado por todo el camino por donde hemos andado, y en todos los pueblos por entre los cuales pasamos.

Y Jehová arrojó de delante de nosotros a todos los pueblos, y al amorreo que habitaba en la tierra; nosotros, pues, también serviremos a Jehová, porque él es nuestro Dios.”

Y esa es una buena posición que el pueblo asumió en esta ocasión. Como después dijo Rut a su suegra Noemí: “Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.”

“Entonces Josué dijo al pueblo: No podréis servir a Jehová, porque él es Dios santo, y Dios celoso; no sufrirá vuestras rebeliones y vuestros pecados.

Si dejareis a Jehová y sirviereis a dioses ajenos, él se volverá y os hará mal, y os consumirá, después que os ha hecho bien.

El pueblo entonces dijo a Josué: No, sino que a Jehová serviremos.

Y Josué respondió al pueblo: Vosotros sois testigos contra vosotros mismos, de que habéis elegido a Jehová para servirle. Y ellos respondieron: Testigos somos.

Quitad, pues, ahora los dioses ajenos que están entre vosotros, e inclinad vuestro corazón a Jehová Dios de Israel.

Y el pueblo respondió a Josué: A Jehová nuestro Dios serviremos, y a su voz obedeceremos.

Entonces Josué hizo pacto con el pueblo el mismo día, y les dio estatutos y leyes en Siquem.”

Ahora vean cómo el pueblo que servía a Dios, el cual había sido libertado de la esclavitud en Egipto, todavía estaba arrastrando ídolos y sirviendo a dioses ajenos. Y ahora Josué les dice: “No podrán servir a Dios por esa causa.” Pero ahora ellos hacen una buena elección y determinan servir a Dios sin tener dioses ajenos.

Vean, para que tengan una idea clara de cómo el pueblo antes de llegar a la tierra prometida, los antepasados del pueblo tenían ídolos. Dice en el mismo capítulo 24, verso 2 en adelante o 1 en adelante, dice:

“Reunió Josué a todas las tribus de Israel en Siquem, y llamó a los ancianos de Israel, sus príncipes, sus jueces y sus oficiales; y se presentaron delante de Dios.

Y dijo Josué a todo el pueblo: Así dice Jehová, Dios de Israel: Vuestros padres habitaron antiguamente al otro lado del río, esto es, Taré, padre de Abraham y de Nacor; y servían a dioses extraños.

Y yo tomé a vuestro padre Abraham del otro lado del río,  y lo traje por toda la tierra de Canaán, y aumenté su descendencia, y le di Isaac.

A Isaac di Jacob y Esaú.”

Ahora vean cómo Dios aquí dice que sus antepasados: el padre de Abraham y la familia de Abraham, el padre de Abraham y sus hermanos y todos ellos servían a dioses extraños.

Encontramos en Génesis, capítulo… vamos a ver… Génesis, capítulo 31, 29 al 35, nos dice… capítulo 31, cuando Dios le ordena a Jacob, viviendo Jacob en Aram con su familia. Dice en el capítulo 31, verso 11 en adelante:

“Y me dijo el ángel de Dios en sueños: Jacob. Y yo dije: Heme aquí.

Y él dijo: Alza ahora tus ojos, y verás que todos los machos que cubren a las hembras son listados, pintados y abigarrados; porque yo he visto todo lo que Labán te ha hecho (Labán era el suegro de Jacob, padre de Lea y de Raquel; Labán era el hermano de Rebeca, la madre de Jacob, Labán era hijo de un hermano de Abraham, o sea, hijo de Aram).”

Y ahora mire lo que dice:

“Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto.”

¿Recuerdan el sueño que tuvo Jacob cuando salió de la casa de Abraham y pasó por la ciudad o lugar llamado Bet-el que pertenece a la tierra de Israel? Ahí huyendo de su hermano Esaú, encontramos que le tomó la noche, le llegó la noche, tomó una piedra de cabecera, se acostó, tuvo un sueño y vio una escalera apoyada en tierra y que llegaba hasta el Cielo y ángeles de Dios que subían y bajaban por esa escalera, y al final de la escalera en la parte alta de la escalera estaba Dios allí sentado y le habló.

Y ahora, cuando Jacob despierta ahí en el capítulo 28 del Libro de Génesis, cuando despierta Jacob, dice… vamos a ver capítulo 28 verso 2 en adelante, dice:

“Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.

Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac; la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu descendencia.

Será tu descendencia como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, al oriente, al norte y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.

He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía.

Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo.”

El Dios de Bet-el (Bet-el significa Casa de Dios), y siendo que Bet-el significa Casa de Dios, vean ustedes, ahí Dios le mostró una escalera con ángeles subiendo y bajando y Dios en la cúspide de la escalera, o sea, Dios en el extremo que tocaba el Cielo, ahí estaba Dios en lo alto de esa escalera.

Cuando Jesús en San Juan, capítulo 1, verso 51 le dice a Natanael… vamos a ver… capítulo 1 de San Juan… capítulo 1, verso 46 en adelante, dice:

“Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve.

Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño.

Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? Respondió Jesús y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.

Respondió Natanael y le dijo: Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.”

Y aquí Natanael está reconociendo a Jesús como el Hijo de Dios, el Rey de Israel, el Mesías, o sea, como el heredero al Trono de David, y por consiguiente el heredero al Trono de Dios en el Cielo.

Y ahora, el heredero al Trono de la Dinastía de Melquisedec está aquí hablándole a Natanael, y ahora Natanael lo reconoce como el Rey de Israel y como el Hijo de Dios:

“Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije: Te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás.

Y le dijo: De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden  sobre el Hijo del Hombre.”

Esto fue lo mismo que vio Jacob en su sueño; y ahora Cristo le habla a Natanael de lo mismo: los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del hombre. Esta escalera que vio Jacob y estos ángeles que suben y bajan, vean ustedes, es nada menos que la Iglesia del Señor Jesucristo donde ángeles suben y bajan en la Iglesia de Jesucristo nuestro Salvador.

Y de etapa en etapa y de edad en edad, Dios envía un ángel Mensajero para cada edad que nace en la Tierra, es un espíritu teofánico ministrador, un espíritu de Dios enviado del Cielo a la Tierra para tener el ministerio correspondiente a ese tiempo; y por consiguiente ese espíritu ministerial manifestado en carne humana en un hombre es el que trae esa revelación correspondiente a esa etapa o edad de la Iglesia.

Tenemos para las siete edades de la Iglesia, siete ángeles mensajeros: el primero fue San Pablo, el segundo Ireneo, el tercero Martín, el cuarto Colombo, el quinto Lutero, el sexto Wesley y el séptimo el Rvdo. William Branham; luego la parte alta de la escalera es la Edad de la Piedra Angular, donde estará Dios en el tiempo final manifestado a través del Angel Mensajero del Día Postrero, de la Edad de la Piedra Angular el cual es el Angel del Señor Jesucristo.

Y ahora, vean ustedes, el sueño que tuvo Jacob lo tuvo en Bet-el, porque Bet-el significa la Casa de Dios; y es en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, donde este sueño es cumplido.

Y ahora, para el Reino Milenial tendremos esa escalera: la Iglesia de Jesucristo con Dios a la cabeza de Su Iglesia, Cristo, la cabeza de Su Iglesia, la tendremos en la tierra de Israel; y Su Iglesia siendo la Casa de Dios, será el lugar donde Dios estará manifestado en Su Iglesia en seres humanos, pero que estarán transformados con cuerpos eternos en el glorioso Reino Milenial.

Y esa Casa, la Casa de Dios en medio del pueblo hebreo durante el Reino Milenial, será el Templo Espiritual en medio del pueblo hebreo en donde Dios estará manifestado y en donde se ministrará, Cristo ministrará, el Sumo Sacerdote Melquisedec estará ahí manifestado ministrando, y todos los hijos e hijas de Dios que son Sacerdotes estarán ministrando también, y los ángeles mensajeros estarán ministrando, los apóstoles tendrán su posición también porque eso será un Reino Teocrático bajo la Dinastía de Melquisedec.

El Reino Teocrático de Dios, vean ustedes, será manifestado desde el Trono de David, Dios será el que gobernará en ese Reino Milenial y también en la eternidad; por lo tanto el Trono de David en la Tierra será el Trono que estará conectado con el Trono de Dios Celestial, será el Trono de David aquí en la Tierra el que estará conectado con el Trono de Melquisedec en el Cielo; y por consiguiente la Dinastía de Melquisedec estará establecida en la Tierra bajo el reinado del Mesías.

Y ahora podemos ver porqué tantas luchas hubo en el pasado, y todavía hay lucha: el enemigo tratará de adelantarse para tomar el Trono de David, pero Cristo lo va a vencer; el anticristo le hará la guerra a Cristo, al Cordero, pero el Cordero lo vencerá, porque El es Cristo, Rey de reyes y Señor de señores (Apocalipsis, capítulo 17, verso 14).

Ahora podemos ver que ahí nos habla de una lucha que habrá para este tiempo final. Y en Apocalipsis capítulo 19 también encontramos a Cristo, el Angel del Pacto, viniendo sobre un Caballo blanco como la nieve, con un ejército poderoso, y ese ejército poderoso es la Iglesia del Señor Jesucristo. Y el anticristo, el hombre de pecado, la bestia hará la guerra en contra de Cristo el Cordero, pero por cuanto Cristo estará ahí como Rey de reyes y Señor de señores, como el León de la tribu de Judá, Cristo vencerá al anticristo.

Y recuerden que Cristo viene para reclamar Su Trono, el Trono de David, del cual el arcángel Gabriel dijo que Dios le daría el Trono de David Su Padre a Cristo, al Mesías, a Jesús, el que nacería de la virgen María.

Y ahora vean la lucha por el Trono desde tantos siglos y milenios, en este tiempo final se va a llevar a cabo el desenlace, y sobre el Trono de David que será la representación del Trono de Dios Celestial aquí en la Tierra estará la representación en el Trono de David; por consiguiente ese Trono es el Trono de la Dinastía de Melquisedec aquí en la Tierra.

Así como ustedes pueden ver que en medio del pueblo hebreo como en otras naciones hubo luchas por el trono, vean cuando David… cuando Saúl fue ungido rey, luego por cuanto no esperó hasta que el profeta Samuel viniera para llevar a cabo el sacrificio en donde Dios iba a confirmar a Saúl como rey para siempre, su trono iba a ser para siempre, o sea, que su trono iba a ser el trono para el Mesías, al no esperar… ya llevaba unos dos años o tres como rey, pero vean ustedes, estaba en la etapa de prueba; como Adán y Eva en el Huerto del Edén estaban en una etapa de prueba y como la Iglesia del Señor Jesucristo y cada persona pasa por una etapa de prueba, para luego ser adoptado.

Y ahora, la adopción como rey para Saúl tenía que llegar en el momento en que Dios iba a usar a Samuel aquel día en que Samuel se iba a presentar en el séptimo día, en cierta hora del séptimo día, para llevar a cabo el sacrificio, y ahí sería Saúl confirmado como rey para siempre; por lo tanto, Saúl y su casa, su familia, sería la familia real, la que gobernaría sobre el pueblo hebreo y por consiguiente la que sería representante de ese Trono de Melquisedec, ese Trono de la Dinastía de Melquisedec. La representación del Trono Celestial de Dios aquí en la Tierra sería ese trono, pero Saúl no esperó; sin ser profeta y sin ser sacerdote ofreció el sacrificio que solamente un sacerdote o un profeta podía ofrecer, y fue descalificado; por lo tanto fue desechado por Dios como rey; aunque continúo reinando pero ya estaba desechado. Dios ordenó a Samuel que fuera a la Casa de Isaí y ungiera a uno de los hijos de Isaí, porque de los hijos de Isaí Dios se había provisto de rey, de uno conforme al corazón de Dios.

Y ahora, Isaí tenía ocho hijos, y cuando llega Samuel, pues Samuel dijo: “Si Saúl llega a saber que yo voy a ungir a otra persona por rey, me va a matar.” Y por consiguiente iba a tratar de matar también a la familia completa donde Dios tenía una persona que iba a ser rey en lugar de Saúl.

Y ahora, encontramos a Saúl siendo desechado, así como el diablo, luzbel o lucero, fue desechado; y encontramos que Samuel llega a la casa, a la familia de Isaí, ofrece, dice que va a ofrecer sacrificio e iba a ofrecer un sacrificio, pero iba también a ungir al próximo rey; llama a todos los hijos de Isaí, dice que se presenten, El escogió la familia de Isaí; y cuando se van presentando llega el primero y Samuel piensa que está delante de la Presencia del ungido de Jehová, porque el hijo mayor de Isaí es un joven alto bien parecido.

Y ahora, Saúl es una persona alta también, el más alto de enmedio del pueblo hebreo, o sea, casi un gigante. Y ahora el hijo mayor de Isaí también es una persona alta y elegante, y entonces Samuel piensa que ese es el elegido de Dios; pero Dios le dice a Samuel: “No mires la apariencia de él, su estatura, su tamaño; porque Dios no mira lo que está por fuera, lo exterior, sino que El mira el corazón.” O sea, que una persona puede ser grande por fuera y ser un enano por dentro delante de Dios, o una persona puede ser pequeña y ser una persona grande delante de Dios. Lo importante es como lo vea Dios a usted.

Y ahora, Dios le dice que ese no era Su elegido, le dice así a Samuel. Y ahora Samuel le dice a Isaí: “Este no es, este no es el elegido de Dios.” Y sigue pasando Isaí sus demás hijos, pasó al segundo, y Dios le dice: “Este tampoco es.” Y así le dice Samuel a Isaí, y pasa el tercero, el cuarto, el quinto, el sexto y el séptimo, y ninguno de ellos era el elegido de Dios; aunque eran buenos jóvenes y de la familia que tenía la promesa que tendría un hijo rey que gobernaría sobre el pueblo hebreo y que sería un rey conforme al corazón de Dios.

Ahora, pasan siete hijos de Isaí y no aparece más ninguno y Samuel de seguro pensó: “Aquí hay algo raro, Isaí no pasa más ninguno, más ningún hijo, ¿será que solamente tiene siete? Pero Dios me dijo que de entre los hijos de Isaí El tenía uno que era conforme a Su corazón (al corazón de Dios) y que ese era el que El colocaría como rey sobre el pueblo hebreo.” Y le pregunta Samuel a Isaí: “¿Tienes a caso algún otro hijo o ya pasaron todos?” Isaí le dice: “Si, tengo otro, el menor, el cual está allá en el campo con las ovejas.”

Vean, el que no era tenido en una posición importante, sino que lo tenían allá en el campo pastoreando las ovejas mientras sus demás hermanos de seguro, pues habían estudiado y eran muy inteligentes, tenían buenas posiciones; pero ahora el más pequeño estaba en el campo pastoreando las ovejas. Y ya Samuel sabe que si ese es el último y los siete primeros no eran ninguno de ellos, el ungido de Dios para ser el rey sobre Israel, pues entonces el que estaba en el campo era el elegido de Dios; lo mandó a buscar, dice a Isaí: “Búscalo, traelo acá, porque no nos sentaremos a la mesa hasta que haya venido ese hijo menor tuyo.” O sea, el octavo hijo de Isaí.

Ahora vean ustedes, Dios ha tenido grandes bendiciones para Su pueblo, para Su Iglesia, ha enviado ángeles mensajeros a Su Iglesia, ha enviado a Su Iglesia —representada Su Iglesia en esa escalera— diferentes ángeles mensajeros, siete ángeles mensajeros para siete edades.

El Rvdo. William Branham representa los Mensajeros o los hijos de Isaí con los Mensajeros de la Iglesia; y si solamente eran siete hijos y el séptimo hijo de Isaí era el ungido de Dios, entonces el séptimo ángel mensajero de la séptima edad sería el que se sentaría con Cristo en Su Trono, o sea, en el Trono de David.

Ahora, tenemos que el Trono de Dios en Su Iglesia, el Trono de Cristo en Su Iglesia, es en la Edad de la Piedra Angular, no en las siete edades sino en la Edad de la Piedra Angular; y por consiguiente David siendo el hijo octavo representa al Mensajero de la Edad de la Piedra Angular; por eso es que Cristo hace tantas promesas importantes para el Vencedor.

Y ahora, todos los ángeles Mensajeros trataron de convertir el pueblo hebreo a Cristo, pero ninguno pudo convertir el pueblo hebreo a Cristo; pero Cristo se va a manifestar en el Día Postrero y por medio del más pequeño, el menor, el último, va a llamar al pueblo hebreo y va a ser convertido a Cristo el pueblo hebreo a través del David del Día Postrero que será Cristo en Su Angel Mensajero del Día Postrero.

Ahora, la lucha es por el Trono de David, que es la representación del Trono de Dios en la Tierra, donde se sentará Cristo, y con Cristo el Vencedor al cual es hecha la promesa en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21 donde dice:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono.”

Cristo, nuestro Melquisedec se manifestará en el Día Postrero, así como se ha manifestado por medio de cada Angel Mensajero siendo Sus mensajeros ministros, ángeles mensajeros, sacerdotes en el Templo Espiritual de Cristo, siendo del Orden de Melquisedec, vean ustedes, el Orden de Melquisedec tiene establecido que el sacerdote es rey también. Por eso cada ángel mensajero ha sido un sacerdote en el Templo de Dios y también un rey, y todos los miembros del Cuerpo Místico de Cristo también son Sacerdotes y Reyes, porque pertenecemos a la Dinastía de Melquisedec, pertenecemos a ese Orden de la Dinastía de Melquisedec que es Celestial y que esa Dinastía es establecida en este planeta Tierra.

Esa es la Dinastía que por medio de David fue manifestada, esa es la Dinastía que por medio de Moisés, de Josué, de los Jueces y de Saúl, y David y Salomón, estaba manifestándose; pero vean cómo  hubo grandes luchas por el trono de esa Dinastía, porque lo que estaba en juego o lo que está en juego es el Trono de la Dinastía de Melquisedec.

El diablo ha tratado de apoderarse de ese Trono de la Dinastía de Melquisedec, desde el Génesis  ha tratado de matar, de destruir, a todos los candidatos a ese Trono, y ha tratado de destruir a todos los pertenecientes a esa Dinastía.

Y ahora, hay dos dinastías que están luchando una en contra de la otra: La Dinastía de Melquisedec y la dinastía de lucero, que es el diablo, al cual le llaman lucifer; esa dinastía de lucifer, o luzbel, o lucero o el diablo es la que por medio de la serpiente y después por Caín y toda esa descendencia de Caín, fue establecida en la Tierra; y después del diluvio, vean ustedes, por medio de Cam, luego de ahí siguió de Cam a Cus, de Cus a Nimrod allá en Babilonia; y vean ustedes, la dinastía de lucero, del diablo, de ese arcángel caído, miren, es la dinastía Babilónica que sigue moviéndose y siguió pasando por el imperio de los gentiles, Babilonia en el tiempo de Nabucodonosor, Medopersas, imperio Medopersa, luego el Griego, luego el imperio Romano en la etapa de las piernas de hierro, y luego en la etapa de los pies y de barro cocido, en donde el anticristo, el hombre de pecado, es el que se sienta, aparece sentado en el trono de la dinastía del diablo, lucero o lucifer, el arcángel caído.

Por eso para el tiempo final habrá una lucha entre ambas dinastías y entre ambos tronos. Por eso es que Amalec tipificando el trono y dinastía de lucero, luzbel o el diablo, se levantó en contra del Trono de Dios, y por eso Dios dijo que habría guerra y que Dios destruiría a Amalec porque se levantó en contra del Trono de Dios, y se estaba levantando en contra de Moisés y el pueblo hebreo y todo eso representaba levantarse en contra del Trono de Dios; porque el Trono de Dios estaba representado allí en el pueblo hebreo y en medio del pueblo hebreo, y en el tabernáculo que construyó Moisés en el Lugar Santísimo estaba el arca del pacto y sobre el arca del pacto el propiciatorio, y el propiciatorio es el Trono de Dios en el templo, en el lugar santísimo.

Y por consiguiente se levantó en contra del que estaba sobre el lugar santísimo, sobre el propiciatorio del arca del pacto que estaba en el lugar santísimo, sobre Dios, que estaba sobre el propiciatorio, se levantó Amalec. ¿La representación del Trono Celestial estaba dónde? En medio del pueblo hebreo sobre el arca del pacto, era el propiciatorio.

Y ahora, podemos ver que para el Reino Milenial el Templo Espiritual de Cristo estará en la Tierra que es Su Iglesia, y ahí todo lo que vimos en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó Salomón, las cuales cosas representan las cosas celestiales del Templo Celestial, estarán materializadas en la Iglesia del Señor Jesucristo todas ellas, y por consiguiente desde ahí se ministrará todo ese Reino Milenial.

Por eso el Trono de David para este tiempo final, el diablo va a tratar de tomarlo, pero le pertenece a Jesucristo nuestro Salvador. ¿Cómo va a tratar el diablo de tomar el trono de David? Por medio del anticristo, del hombre de pecado, la bestia a través y en el cual el diablo se encarnará y a través del cual el diablo se manifestará y tratará de conquistar al pueblo hebreo; pero Cristo con Su Venida destruirá al anticristo, al hombre de pecado, a la bestia, y con los juicios de la gran tribulación todo el imperio de lucero, de la bestia, del anticristo, del diablo a través del anticristo, será quitado y será establecido el Reino de Jesucristo.

O sea, que lo mismo que ocurrió en el Cielo ocurre en la Tierra. Y miren ustedes: si Cristo venció al diablo en el Cielo, lo vencerá también en la Tierra en el Día Postrero, como lo venció en Su Primera Venida lo vencerá en Su Segunda Venida, Cristo como Rey de reyes y Señor de señores.

Ahora, podemos ver que hay una lucha, y los pertenecientes a esa Dinastía de Melquisedec son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, pues son los hijos del Rey y Sumo Sacerdote  Melquisedec por medio del nuevo nacimiento.

Y ahora, pertenecemos a la Realeza de la Dinastía de Melquisedec y pertenecemos al Sacerdocio Celestial, al Sacerdocio de Melquisedec, a ese Orden Sacerdotal, al Orden Sacerdotal de Melquisedec y a la Dinastía de Melquisedec.

Y ahora, podemos ver porqué el diablo así cómo se levantó en contra de Adán y Eva y se levantó luego en contra de Abel por medio de Caín, se levantó en contra de Abel y lo mató; por medio de la serpiente se levantó en contra de Adán y Eva y trajo el pecado a ellos; y por medio de la descendencia de Caín ha estado destruyendo, matando, millones de hijos e hijas de Dios. Por eso es que vemos todas estas luchas; y aún encontramos que hay luchas, aún en el mismo reino de los gentiles, porque tratan de obtener el poder o arrebatarle el poder a alguien que está gobernando, y por eso ustedes pueden ver tanta lucha en medio de la raza humana; en el Reino Milenial no será así, en el Reino Milenial todo será de acuerdo a la Elección Divina.

Así que para el Reino Milenial los Reyes que gobernarán, gobernarán bajo la Cabeza de esos Reinos del Reino Milenial, y la Cabeza de esos Reinos será Cristo, Melquisedec el Rey y Sumo Sacerdote del Templo Celestial y Rey y Sumo Sacerdote del trono terrenal durante el Reino Milenial; por lo tanto esa Dinastía de Melquisedec estará establecida en ese Reino Milenial.

Y ahora, podemos ver el porqué de estas luchas que han surgido de Adán hasta este tiempo en el cual nosotros estamos viviendo, son huestes espirituales en cuerpos de otra dimensión que están luchando por un Trono, están luchando por un Trono, por ser establecido un Trono.

Y ahora, el diablo trata de establecer su trono y de tomar así todo el control y el dominio de este planeta Tierra, como ha tratado de tomar el control, el dominio, del universo completo. El profeta Isaías obtuvo una revelación muy grande de parte de Dios, y para Dios revelar los grandes misterios del mundo invisible, los refleja en el mundo visible, y con cosas del mundo visible El muestra las cosas del mundo invisible.

Y ahora, miren aquí cómo Dios está mostrando en el rey en Babilonia (en el rey de Babilonia), mostrando también el rey y el reino del mundo invisible, el reino del diablo.

En el capítulo 14 de Isaías, verso 4 en adelante, dice:

“Pronunciarás este proverbio contra el rey de Babilonia, y dirás: ¡Cómo paró el opresor, cómo acabó la ciudad codiciosa de oro!

Quebrantó Jehová el báculo de los impíos, el cetro de los señores;

el que hería a los pueblos con furor, con llaga permanente, el que se enseñoreaba de las naciones con ira, y las perseguía con crueldad (o sea, que Dios quebrantó al que estaba destruyendo a las naciones el cual era el rey de Babilonia, en el cual estaba representado allí el diablo).

Toda la tierra está en reposo y en paz; se cantaron alabanzas.

Aun los cipreses se regocijaron a causa de ti, y los cedros del Líbano, diciendo: Desde que tú pereciste, no ha subido cortador contra nosotros.

El Seol abajo se espantó de ti; despertó muertos que en tu venida saliesen a recibirte.”

Y ahora vean, cuando un pecador muere, pues lo vienen a recibir (en su muerte) de otra dimensión, ángeles malignos se lo llevan a otra dimensión y en esa dimensión pues se encuentran con gente y familiares suyos que no habían recibido a Cristo como Su Salvador. Dice:

“Hizo levantar de sus sillas a todos los príncipes de la tierra, a todos los reyes de las naciones.

Todos ellos darán voces, y te dirán: ¿Tú también te debilitaste como nosotros, y llegaste a ser como nosotros?

Descendió al Seol tu soberbia, y el sonido de tus arpas; gusanos serán tu cama, y gusanos te cubrirán.

¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana! Cortado fuiste por tierra, tú que debilitabas a las naciones.

Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré, a los lados del norte;

 sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo.

Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo.

Se inclinarán hacia ti los que te vean, te contemplarán, diciendo: ¿Es éste aquel varón que hacía temblar la tierra, que trastornaba los reinos;

que puso el mundo como un desierto, que asoló sus ciudades, que a sus presos nunca abrió la cárcel?”

Y ahí en el rey de Babilonia de ese tiempo está tipificado el diablo, y todo lo que hizo el diablo en el Cielo y todo lo que el diablo estará haciendo en la Tierra. Por eso es que en el Nuevo Testamento en el Libro del Apocalipsis también, al imperio del anticristo se le llama Babilonia y al anticristo ahí lo colocamos o es colocado como el príncipe de Babilonia, el hombre de pecado.

Y ahora vean ustedes, así cómo el diablo originó el pecado, ahora el anticristo en el cual el diablo se encarnará y en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido se levantará en contra de Cristo; encontramos que el anticristo es el hombre de pecado; y ahí encontramos que lo mismo que el diablo hizo en el Cielo lo hace en la Tierra, y la misma batalla que llevó a cabo en el Cielo levantándose en contra de Cristo en el Cielo, al levantarse en el Cielo en contra de Dios, el arcángel Miguel con Su ejército, luchó en contra del diablo y del ejército del diablo y lo venció y lo echó por Tierra.

Y ahora, en esta Tierra encontramos que Cristo y Su Iglesia es nada menos que el ejército de Cristo, Su Iglesia, con el cual viene en Apocalipsis, capítulo 19. El resucitará los muertos creyentes en El y nos transformará a nosotros, y ese será el Ejército de Jesucristo.

Y ahora, el diablo encarnado en el anticristo, el hombre de pecado, y falso profeta, se levantará en contra de Cristo y la Iglesia de Jesucristo en este tiempo final, para tratar de eliminar a la Iglesia de Jesucristo y apoderarse del Trono de David; y por consiguiente apoderarse del reino en este planeta Tierra, porque el reino sobre el Trono de David será universal, será mundial cubrirá el mundo entero.

Así que vean el porqué para este tiempo final habrá una lucha muy grande, pero recuerden que es la lucha del ejército del diablo en contra del ejército del arcángel Miguel. Por eso dice el profeta Daniel que para este tiempo final (en Daniel, capítulo 12, verso 1 en adelante) que se levantará Miguel. Capítulo 12 de Daniel:

“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo (o sea, está de parte del pueblo hebreo); y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.”

O sea, que 144. Mil hebreos están escritos en el Libro de la Vida, los cuales serán libertados en este tiempo final. Los arcángeles Gabriel y Miguel han sido muy buenos compañeros en la Obra de Dios; cuando Daniel oró a Dios en una ocasión, la contestación a la oración de Daniel de parte de Dios fue contestada y fue enviado el arcángel Gabriel a Daniel, pero por causa de que el príncipe de Persia se había levantado en contra de Gabriel, se tuvo que detener 21 días —21 días se tuvo que detener— … vamos a ver… dice capítulo 10, verso 11 en adelante. Dice:

“Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando.

Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.

Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días (o sea, que hay un principie invisible que estaba gobernando allí a través de un príncipe literal)…”

“Mas el príncipe del reino de Persia se me opuso durante veintiún días; pero he aquí Miguel, uno de los principales príncipes, vino para ayudarme, y quedé allí con los reyes de Persia.

He venido para hacerte saber lo que ha de venir a tu pueblo en los postreros días; porque la visión es para esos días.”

Y ahora miren: así cómo Dios tiene ordenado Su Reino, y encontramos que para el pueblo hebreo Dios tiene al príncipe, el arcángel Miguel, ese está a cargo del pueblo hebreo. Así encontramos que el diablo tiene príncipes que están bajo su orden, esos príncipes que son ángeles caídos de un alto nivel, bajo su mando o gobierno tienen ejércitos que son ángeles caídos.

Y ahora, podemos ver que el diablo tiene por un lugar algún príncipe a cargo del gobierno de tal nación, y a otro príncipe por otra nación, y cuando tienen que surgir cambios los cuales están profetizados y los cuales están contenidos en el Libro de la Verdad donde está el Programa Divino, encontramos que Gabriel y Miguel tienen que luchar para que se cumpla lo que está en el Libro de la Verdad.

¿Si Dios dejara al diablo hacer lo que el diablo quisiera, qué habría hecho el Diablo ya? Ya estaría gobernando con gente en todos los planetas, y ya tendría contaminados todos los planetas con los seres humanos en un estado de pecadores.

Ahora, aunque este mundo cayó en las manos del diablo, aún con todo y eso Dios controla al diablo, o sea, que el diablo no puede hacer más de lo que Dios le permite. El diablo siempre ha tratado y trató y ha tratado de poner su trono en el Cielo, y también de establecer un trono terrenal, pero de eso no vamos a hablar mucho; él trata de tomar el Trono de David para consolidarlo con el trono babilónico que es el trono del diablo aquí en la Tierra.

Ahora, podemos ver que hay una lucha en medio de la raza humana, y es una lucha del mundo invisible la cual se expresa y se refleja a través de los seres humanos; por eso es importante usted saber de qué lado usted está en esa lucha; para estar del lado de Dios hay que estar del lado de Cristo, creyendo en Jesucristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre y siendo bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo y recibiendo Su Espíritu Santo y así siendo sellados en el Reino de Dios, en el Reino de los Cielos.

Recuerden que Dios sella los Suyos y el diablo marca los suyos con la marca de la bestia, pero Cristo sella con el Espíritu Santo a los Suyos, todas esas almas que han venido de Dios de etapa en etapa, de edad en edad, aunque han venido como mortales en cuerpos mortales y han venido con un espíritu del mundo, han escuchado la predicación del Evangelio, han escuchado la Voz de Cristo. Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” El también dijo que les daría vida a esas ovejas, vida eterna.

Y ahora, en esta lucha encontramos que aún Dios haciendo el llamado para Sus hijos, el diablo trata de arrancar del corazón de la gente la Palabra de vida eterna; eso está en la parábola del sembrador.

Y ahora, en esta lucha encontramos que la lucha es por el Trono.

Y ahora, el alma de la persona es el Trono de Dios, pero el diablo lucha para tomar ese trono, el alma, el corazón del ser humano; y por cuanto la persona tiene libre albedrío, ahí la batalla en el individuo se va a inclinar para el lado de aquel al cual usted le dé el derecho de tomar el corazón suyo como trono para gobernar su vida; porque la vida de cada ser humano está gobernada desde otra dimensión: o está gobernada por el diablo o está gobernada por Dios.

Así que necesitamos nosotros estar de parte de Cristo para que El esté entronado, entronizado, ahí en nuestro corazón gobernando nuestra vida, y cuando recibimos Su Espíritu Santo ha entrado Cristo a nuestro trono, al trono que es nuestra alma, nuestro corazón para gobernar ahí toda nuestra vida.

Y ahora vean que es una lucha por la conquista de un trono en el individuo, el trono que es su alma, su corazón, en medio del pueblo hebreo que es el Trono de David; y vean ustedes en el Cielo el diablo trató de obtener la victoria pero lo que obtuvo fue la derrota.

Ahora, estos príncipes invisibles como Gabriel y Miguel, luzbel o lucero, son príncipes importantes, pero uno de ellos se reveló. Lo mismo que ha sucedido en reinos terrenales donde algún príncipe del reino se revela en contra del rey para tratar de destronar al rey, y trata de matar a todos los herederos a ese trono para él quedarse y obtener ese trono, y si logra obtener ese trono por un golpe de estado y han quedado vivos algunos príncipes que son príncipes herederos que pueden subir al trono, trata de matar a todos esos príncipes para que no haya ninguna otra persona que califique para ser heredero al trono.

Ahora, podemos ver el porqué hubo esas luchas en los diferentes reinos en esta Tierra y aún en medio del pueblo hebreo, porque eso viene desde la lucha que hubo en el Cielo en donde el diablo trató de darle un golpe de estado a Dios; y él tuvo envidia —el diablo tuvo envidia— de Miguel y de Su reino, el reino de Miguel.

Así que el diablo trató de tener un reino más hermoso, más importante que el reino de Miguel —del arcángel Miguel.— En el Cielo el diablo se fue, le tocó hacia el norte y por eso es que en la Tierra el anticristo estaría colocado en la parte norte de la Tierra, y ahí lo vamos a dejar quietecito. Vean, el anticristo viene del norte, del norte es que viene el mal, el anticristo, la muerte; pero del occidente viene el Jinete del Caballo Blanco de Apocalipsis 19. Y ahí lo vamos a dejar quietecito ya que hay una lucha por el Trono de la Dinastía de Melquisedec.

Este Mensaje es para los hijos e hijas de Dios de este Día Postrero; por lo tanto lean con detenimiento este Mensaje y escúchenlo también con detenimiento para que ustedes se mantengan firmes al lado de Cristo; porque todo lo que sucedió en el Cielo se materializa en la Tierra en este tiempo final.

Desde la caída del ser humano —y aún un poquito antes— todo lo que sucedió en el Cielo se ha estado materializando en la Tierra; y desde otras dimensiones hemos estado siendo influídos o influenciados, y por eso es que hay una lucha en medio de la raza humana, pero la promesa bíblica es que el bien obtendrá la victoria en contra del mal, Cristo obtendrá la victoria en contra del diablo.

Y ya estamos en el tiempo final donde de un momento a otro Cristo termina Su Obra de Intercesión en el Cielo y sale del Trono de Intercesión y reclama todo lo que El ha redimido con Su Sangre, y ahí resucitará los muertos en Cristo y a nosotros nos transformará; y de ahí en adelante la lucha se va a reciar; pero Cristo obtendrá la victoria, y nosotros nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero, nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero, a esa Gran Fiesta, porque habremos obtenido la gran victoria en el Amor Divino.

Y eso dará lugar a la gran victoria del Trono de la Dinastía de Melquisedec, y dará lugar a que Cristo obtenga, reclame y obtenga el Trono de David. Cristo obtendrá la victoria, reclamará el Trono de David y se sentará sobre el Trono de David.

Así que vean que la lucha entre Cristo y el diablo es por el Trono, por el Trono de la Dinastía de Melquisedec. El Trono de la Dinastía de Melquisedec es el que se impondrá, y el trono del diablo será destruido, el trono del diablo, de la dinastía de lucero será destruido, porque él se reveló en contra de la Dinastía del Trono de Melquisedec.

Así que podemos ver que es una lucha entre Dios y el diablo, y nosotros estamos experimentando los efectos de esa lucha desde que Dios colocó al ser humano en este planeta Tierra.

Cuando podemos comprender estas cosas, entonces podemos comprender que solamente la Misericordia de Dios en favor nuestro es lo único que nos libra de la destrucción del enemigo, de la destrucción que el enemigo quiere llevar a cabo en contra de la Dinastía y Descendencia de Melquisedec. Pero siendo de esa Dinastía de Melquisedec, siendo Descendientes de Melquisedec y siendo que la biblia promete que la victoria la obtendrá Melquisedec, Cristo, entonces estamos a salvo con Cristo y al lado de Cristo.

Así que estamos del lado bueno, del lado que obtendrá la victoria en el Amor Divino, estamos del lado de la Dinastía de Melquisedec; y por consiguiente desde el Trono de Melquisedec vienen las bendiciones para cada uno de ustedes y para mí también.

Todo lo que aparentemente para muchas personas desde el principio de Adán y Eva hasta este tiempo final, la humanidad ha visto como algo, como un sentir de religiosidad, algo así, de algunas personas; es mucho más grande o mucho mayor de lo que las personas han podido concebir, es una lucha, una batalla, de otra dimensión, es una batalla entre Dios y el diablo, el diablo por quitarle a Dios todo el dominio.

Así que es una batalla de otra dimensión la cual se está reflejando aquí en la Tierra, y por consiguiente nosotros obtenemos consecuencias o buenas o malas, depende del lado que la persona esté. Si está del lado del enemigo de Dios, del diablo, pues va a obtener malas consecuencias: perderá el derecho a la vida eterna. Si está del lado de Cristo, pues tiene el derecho a vivir eternamente, aunque su cuerpo físico muera será resucitado en un cuerpo eterno, inmortal e incorruptible y vivirá con Cristo por toda la eternidad; y si estamos vivos hasta que Cristo termine Su Obra de Intercesión, entre hasta el último de los escogidos y Cristo salga del Trono de Intercesión y reclame todos los que El ha redimido con Su Sangre preciosa, y resucite los muertos en Cristo, entonces nosotros si permanecemos vivos en estos cuerpos seremos transformados, y entonces tendremos un cuerpo eterno, inmortal e incorruptible, porque habrá obtenido la victoria final Cristo; y por consiguiente la Dinastía de Melquisedec habrá obtenido la victoria final para nuestra transformación y para la resurrección de los muertos en Cristo.

Para este tiempo final, por consiguiente estarán en la Tierra los Ministerios de Gabriel y Miguel, y estarán en favor tanto del Israel terrenal como del Israel Celestial; y estarán trabajando para que se lleve el cambio del reino de los gentiles al Reino de Dios, para que se lleve a cabo ese cambio y los reinos de este mundo vengan a ser de nuestro Señor, de nuestro Dios y de Su Cristo, o sea, de Su Ungido, y así podamos tener un glorioso Reino Milenial, un glorioso Reino por mil años y al final, un juicio final y una resurrección al final de los mil años de todos los seres humanos que han vivido en la Tierra y no habían resucitado, para ser juzgados por Cristo y Su Iglesia.

Recuerden que la Iglesia de Jesucristo es el Ejército de Cristo como Rey, y es también el Cuerpo Sacerdotal de Cristo como Sumo Sacerdote, y es también el Cuerpo de la Corte de Cristo como Juez de toda la Tierra; por eso los miembros de la Iglesia de Jesucristo juzgarán al mundo y aún a los ángeles caídos. Lo que Cristo es, por heredad al ser Sus hijos por medio del nuevo nacimiento, también lo que Cristo es lo somos nosotros y a lo que Cristo es heredero somos también nosotros  herederos y coherederos con El.

Cristo, vean ustedes, tiene Su Iglesia aquí en la Tierra, y hay una lucha, tenemos que estar conscientes de esta lucha y estar consciente del porqué Cristo dijo: “En el mundo tendréis aflicción, mas confiad, Yo he vencido al mundo.” Y también El dijo: “Si alguno quiere seguir en pos de mí tome su cruz y sígame.” Todo esto es a causa de esta lucha que hay por el Trono.

Y en esta lucha por el Trono la Dinastía de Melquisedec será establecida plenamente, y tendremos el glorioso Reino Milenial de Cristo, pertenece a esa Dinastía porque el Trono de David pertenece a la Dinastía de Melquisedec.

Y hay en la Tierra una lucha la cual en otras edades se puso muy recia. Actualmente físicamente no se siente tan fuerte, pero espiritualmente si es fuerte. Pero más adelante se pondrá más fuerte espiritualmente y físicamente también. “Pero no temáis manada pequeña porque al Padre le ha placido darles el Reino,” el Reino de David, que es de la Dinastía de Melquisedec. Así que pertenecemos a esa Dinastía, por lo tanto nos pertenece el Reino por heredad, y al Padre le ha placido darnos el Reino. Así que el Reino lo obtendremos nosotros y reinaremos con Cristo por mil años y luego por toda la eternidad.

No se desanimen nunca en sus vidas, nunca dejen a Jesucristo nuestro Salvador y nuestro Capitán, El es el Príncipe que se sentará en el Trono de David como heredero de David, y El es también Melquisedec.

Así que la dinastía de Melquisedec estará manifiesta por medio del Trono de David donde se sentará Melquisedec como Hijo de David, se sentará y nosotros con El, estaremos en ese Reino reinando y en ese Reino tendremos una posición muy importante, en ese Reino tendremos grandes bendiciones de parte de Dios. Si somos Reyes para reinar durante el Reino Milenial, pues habrá gente y naciones sobre las cuales reinaremos; cada Mensajero tendrá su territorio con su gente, con el grupo de su edad.

Así que para nosotros habrá una bendición muy grande en ese Reino Milenial de Cristo, tendremos una parte muy importante y será la mejor parte, la parte que a nosotros nos tocará en el Reino Milenial, de lo cual hablaremos en otras ocasiones, pues saber esas cosas nos da más ánimo, nos da más entusiasmo y ánimo para trabajar en el Obra de Jesucristo. Cuando trabajamos en la Obra de Jesucristo automáticamente estamos trabajando en favor de todos nosotros. Así que trabajando en la Obra de Cristo y para Cristo, estamos trabajando para nosotros mismos, para ese glorioso Reino Milenial y para toda la eternidad.

Hay un cuento en donde hubo un hombre rico que tenía unos hijos muy trabajadores, pero uno de ellos le gustaba el dinero y quería sacar ventajas, y ya su padre le faltaba poco para morir,  y su padre pensaba repartir su herencia antes de morir y no se lo había hecho saber a sus hijos, y le dice a uno de sus hijos: “Constrúyeme una casa a tu gusto.” Y todo hijo piensa: “Pues vamos a construir a papá lo mejor.”Aunque algunos no piensan así y le construyen lo más pequeño para el papá y lo más grande para ellos.

Y el hijo, pues prepara todos los planos con el arquitecto, y siempre le decía: “No, más pequeño.” Le decía: “No, que sea más pequeña la casa.” Y estaba tratando de hacerle una cosa pequeñita al papá, ¿para qué? Dice: “Porque queda más dinero para mí, de la herencia, pues queda más dinero y ahí papá se queda con esa casita pequeña.” Pues estaba pensando el papá repartir la herencia y ahí lo quería dejar arrinconado con una casita pequeña y ese hijo quedarse con más dinero.

Y construyó la casita, la hizo lo más pequeña que pudo, con poquito terreno, bien pequeño también. Y cuando el papá va a repartir la herencia, llega también el momento para el hijo entregar la casa a su papá, y le dice: “Papá, aquí está la casa que me ordenaste construir para ti.” Y le dice el papá: “Muy bien hijo, muy bien hecho todo, esta es la herencia que te doy a ti, esa es la herencia tuya.” Por egoísta hizo poco para su papá, lo más pequeño, creyendo que estaba haciendo lo mejor para él, no pensó hacer lo mejor para su papá y no honró a su papá, y vean ustedes, le tocó lo que hizo para su papá.

Y nosotros cuando trabajamos en la Obra de Cristo tenemos que pensar en lo mejor para Jesucristo, para nuestro Dios. Cuando pensamos así y hacemos así, luego cuando heredemos con El veremos que todo lo que hicimos era para nosotros mismos en y para el glorioso Reino Milenial: “En lo poco has sido fiel, en lo mucho te pondré; entra en el gozo de Tu Señor.”

Cuando repartió también los talentos al que había hecho poco, vean ustedes, encontramos que le fue dada una buena bendición; el que no hizo nada le fue quitado lo que le había sido dado y fue echado a las tinieblas de afuera; y el que había hecho mucho y había recibido mucho le fue añadido más. O sea, que Dios nos muestra que aún El añade bendiciones y talentos a los que trabajan en Su Obra; y a los vagos, pues le quita los talentos, porque en las manos de un vago ningún talento puede prosperar, un vago consume aún una herencia si se la dejan en sus manos.

Así que a través de la biblia encontramos que Dios no quiere vagos en Su Obra, no quiere personas negligentes en Su Obra, sino que El quiere gente que lleve mucho fruto en Su Obra, El dice: “En esto es glorificado mi Padre Celestial, en que llevéis mucho fruto.” Y para llevar mucho fruto, pues la persona tiene que esforzarse en la Obra de Dios. Y cuando la persona lleva mucho fruto, dice Cristo en el capítulo 15, que nuestro padre Celestial… dice… representando a Su Iglesia y a Sus hijos en las ramas de la vid de uvas, dice:

“Yo soy la vid verdadera, mi Padre es el labrador.”

Y comienza a explicar ahí que el fruto es llevado en las ramas y que el pámpano que no lleva fruto (o sea, la rama que no lleva fruto) el labrador que es Dios la corta y la echa fuera; eso es lo que hacen en la viñas cuando limpian las plantas, las matas de uvas, para que así no le quiten alimento a la planta, quitan la rama que no lleva fruto y la que lleva fruto la limpian, le sacan todo lo que le estorba para que lleve más fruto; y así es como Cristo dice, y dice: “Mi Padre limpiará para que lleve más fruto, porque en esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto.”

Así que conscientes del tiempo en que estamos viviendo y de la lucha que hay por el Trono, trabajemos en la Obra de Cristo y así estaremos luchando con Cristo en favor de Su Trono, el Trono de David, para que así la Dinastía de Melquisedec sea establecida en la Tierra, y así la Dinastía de David sea restaurada en medio del pueblo hebreo, y Cristo gobierne sobre el planeta Tierra y traiga del Cielo todas las bendiciones a la raza humana. No habrá guerras sino paz, no habrá odio sino amor, no habrá ignorancia sino conocimiento del Dios Todopoderoso:

“Porque la Tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová como las aguas cubren el mar.” [Habacuc, capítulo 2, verso 14 e Isaías, capítulo 11, verso 9]. Esto nos habla de ese Reino Milenial.

O sea, que para el Reino Milenial de Cristo la humanidad alcanzará el conocimiento de Dios y obtendrá las bendiciones de Dios, durante el Reino Milenial será en esta Tierra algo sencillo poder ver en otra u otras dimensiones; la dimensión de los ángeles estará abierta para la raza humana durante el Reino Milenial; y entonces veremos del lado de quién nosotros nos colocamos en esta vida, veremos que nos colocamos del lado de Jesucristo nuestro Salvador, el que obtendría la victoria y se sentaría sobre el Trono de David, y así sería restaurada la Dinastía de Melquisedec en este planeta Tierra.

“LA LUCHA POR EL TRONO DE DAVID Y POR LA DINASTIA DE MELQUISEDEC.”

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de esta lucha que todos estamos experimentando en este tiempo, y también de la lucha que han experimentado los que han vivido antes de nosotros en tiempos pasados, desde los días de Adán o hasta los días de Adán; es la lucha por el Trono de la Dinastía de Melquisedec el cual será establecido en la Tierra en y bajo el Trono de David, o sea, bajo el Trono de David estará operando la Dinastía de Melquisedec, o sobre el Trono de David, pues el Trono de David está bajo la Dinastía  del Trono de Melquisedec en el Cielo.

Así que trabajemos y luchemos en estos días que Dios nos ha dado para vivir en favor del Trono de la Dinastía de Melquisedec.

En la tarde estaremos nuevamente para a las 3:00 de la tarde tener la próxima actividad y continuar viendo las demás cosas que no hemos podido ver con detalles en esta ocasión, y todo lo que Dios me dé para ustedes para la próxima actividad se lo daré a ustedes.

En estos días les haré el anuncio de los bautismos para que así estén preparados los que no han sido bautizados en Nombre del Señor Jesucristo para que así tengan la oportunidad de ser bautizados en agua. Tengan preparado todo, sus vidas delante de Dios, arrepentidos de sus pecados; y también preparen la ropa que van a usar para ser bautizados y luego la que tendrán para cambiarse de ropa para que vengan así preparados; y el sitio donde se cambiarán de ropa, pues ya se los tendremos, tendremos aquí los baños y si es necesario algún otro lugar abajo, si lo hacemos en el río, lugar que se está preparando, pues ahí si es necesario tener algún lugar preparado para cambiarse de ropa también lo tendremos.

Lo más importante es que ustedes estén preparados con Dios, habiéndose arrepentido de sus pecados y habiendo recibido a Cristo como su Salvador, para así ser bautizados conforme a la Escritura. Los que ya han sido bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo, pues no tienen que ser bautizados de nuevo.

Estamos ya en una fase o etapa final en donde a través de la Escritura podemos ver que la victoria será de Cristo y Su Iglesia, la victoria será de nosotros en este tiempo final.

Así que tenemos que estar preparados todos, no queremos que ninguno sea destruido, sino que todos seamos transformados en este tiempo final. No sabemos cuánto tiempo falta para nuestra transformación, pero primero tiene que surgir la transformación interior que la trae el Espíritu Santo  cuando la persona lo recibe —recibe una transformación espiritual— y luego nos falta la transformación física la cual pronto vendrá.

Bueno, recuerden que hay una lucha, y en esa lucha usted tiene que estar del lado de Cristo para poder obtener la gran victoria en el Amor Divino.

Que las bendiciones de Cristo el Angel del Pacto sean sobre todos ustedes y sobre mí también, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios y pronto los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos y nosotros seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención, y dejo con nosotros nuevamente a Félix Caro para finalizar en esta ocasión.

[el Hno. William agrega unas palabras – Editor].

Si el tiempo no les da para …. ¿qué horas tienes Félix?… Si el tiempo no les da y si a las 3:00 es muy temprano y no han llegado, comenzamos a las 3:30, si acaso no han llegado las 3:00.

“LA LUCHA POR EL TRONO DE LA DINASTIA DE MELQUISEDEC.”

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