El bautismo en agua en el Nombre del Señor Jesucristo

Muy buenas noches jóvenes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final; para así ver Su Programa y estar preparados para nuestra transformación, pues todos deseamos ser transformados e ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero. Y todos decimos desde lo profundo de nuestro corazón: “¡Esa fiesta no me la pierdo!.” Por lo tanto vamos a ver todas las cosas que nosotros necesitamos para estar al día con todo el Programa de Dios. Dice en el Libro de los Hechos, capítulo 2; el día de pentecostés fue que Pedro predicó su primer Mensaje, y en el capítulo 2, verso 14, donde él comenzó su Mensaje, dice:

“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día (o sea, eso de las 8:00 a las 9:00 de la mañana).

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne,

Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros mancebos verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.

Y daré prodigios arriba en el cielo,

Y señales abajo en la tierra,

Sangre y fuego y vapor de humo;

El sol se convertirá en tinieblas,

Y la luna en sangre,

Antes que venga el día del Señor,

Grande y manifiesto;

Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.

Varones israelitas, oíd estas palabras (y ahí sigue San Pedro hablándoles acerca de Cristo)…”

Ahora nos dice:“Y todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo.”

Luego, finalizando su Mensaje, en el mismo capítulo 2, verso 32 en adelante, dice:

“A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.

Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice:

Dijo el Señor a mi Señor:

Siéntate a mi diestra,

Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

Al oir esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

“EL BAUTISMO EN AGUA EN EL NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO.”

En estas Escrituras que hemos leído hemos visto que lo más importante para el ser humano es la salvación, y todo el que invocare el Nombre del Señor será salvo.

Ahora veamos, todas las personas invocan el Nombre del Señor, dicen: “Señor Jesucristo.” Pero conforme a lo que Pedro ordena delante de Dios aquí, él dice que se arrepientan y sean bautizados en el Nombre del Señor.

Y ahora veamos, cuando Saulo de Tarso fue convertido a Cristo, encontramos que le fue dicho por un siervo de Dios (Ananías) que se levantara y invocara Su Nombre siendo bautizado.

Ahora vean ustedes, aquí dice en el capítulo 9 del Libro de los Hechos, dice… verso 17:

“Fue entonces Ananías y entró en la casa, y poniendo sobre él las manos, dijo: Hermano Saulo, el Señor Jesús, que se te apareció en el camino por donde venías, me ha enviado para que recibas la vista y seas lleno del Espíritu Santo.

Y al momento le cayeron de los ojos como escamas, y recibió al instante la vista; y levantándose, fue bautizado.

Y habiendo tomado alimento, recobró fuerzas. Y estuvo Saulo por algunos días con los discípulos que estaban en Damasco.”

También en el Libro de los Hechos, capítulo 22 y el capítulo 26, San Pablo narra lo que le sucedió, y nos dice San Pablo mismo en el capítulo 22, aquí dice lo que le dijo Ananías, este hombre de Dios. Dice capítulo 22, verso 2 en adelante, dice… del Libro de los Hechos:

“Entonces uno llamado Ananías, varón piadoso según la ley, que tenía buen testimonio de todos los judíos que allí moraban,

vino a mí, y acercándose, me dijo: Hermano Saulo, recibe la vista. Y yo en aquella misma hora recobré la vista y lo miré.

Y él dijo: El Dios de nuestros padres te ha escogido para que conozcas su voluntad, y veas al Justo, y oigas la voz de su boca.

Porque serás testigo suyo a todos los hombres, de lo que has visto y oído.

Ahora, pues, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados, invocando su nombre.”

Y ahora vean dónde es invocado el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona: cuando es bautizado en el Nombre del Señor Jesucristo está siendo invocado el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona, ahí es invocado el Nombre del Señor sobre la persona.

Y ahora, podemos ver que los discípulos bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo, porque el Nombre del Señor Jesucristo es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por eso cuando le apareció la Columna de Fuego a Saulo de Tarzo y le dijo: “¿Saulo, Saulo por qué me persigues? Dura cosa te es dar coses contra el aguijón.” Saulo sabiendo que aquel era el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que le había aparecido a Moisés y le había dicho que El era el Yo Soy.

Ahora Saulo le pregunta a esa Columna de Fuego que le habla, el cual es el Angel del Pacto, Saulo sabía que ese era el Angel del Pacto, le pregunta: “¿Quién eres?” Y el Angel del Pacto le dice: “Yo soy Jesús a quien tu persigues.” Y ahora vean ustedes cómo el Padre que le había aparecido a Moisés y al pueblo hebreo en aquella Columna de Fuego, el cual luego se hizo hombre, se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo, ahora El decía: “Vine o salí del Padre y vuelvo al Padre, salí de Dios y vuelvo a Dios.” Y ahora cuando asciende al Cielo, luego El se manifiesta en medio del pueblo en la Columna de Fuego.

Cristo se ha sentado en la Diestra de Dios en el Cielo y está haciendo Intercesión por nosotros, pero se manifiesta en medio de Su Iglesia en la Columna de Fuego. Por eso la Columna de Fuego acompañó a los apóstoles y también acompañó al Rvdo. William Branham, porque la Columna de Fuego ha estado en medio de Su Iglesia acompañando a Su Iglesia y manifestándose a través de los ángeles mensajeros que El a enviado; y la Columna de Fuego se llama Jesucristo. El Señor Jesucristo, vean, le dijo allí a Saulo: “Yo soy Jesús a quien tu persigues.”

Y ahora, Dios ha hecho a Jesús Señor y Cristo, por eso es: Señor Jesucristo.

Y ahora, el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo es Señor Jesucristo. Por lo tanto, la orden de Cristo de bautizar en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, se cumple bautizando en el Nombre del Señor Jesucristo, porque ese es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Y ahora, el Padre en el Antiguo Testamento se manifestó en la Columna de Fuego; pero cuando se manifiesta en la Columna de Fuego en el Nuevo Testamento y aparece a Saulo de Tarzo, Saulo le pregunta: “¿Quién eres?” Y la Columna de Fuego le dice: “Yo soy Jesús a quien tu persigues.” Vean ustedes cómo ahora la Columna de Fuego es el Señor Jesucristo, ese es el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Por eso cuando los discípulos bautizaban, bautizaban en el Nombre del Señor Jesucristo; porque Padre no es nombre, hijo no es nombre, ni Espíritu Santo es nombre; el Nombre es Señor Jesucristo.

San Pablo también cuando se – ya estaba predicando y se encontró en el capítulo 19 con unos discípulos de Juan el Bautista, dice la Escritura:

“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos,

les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.

Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan.

Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.

Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.

Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.

Eran por todos unos doce hombres.”

Ahora vean ustedes cómo aún los que habían sido bautizados por Juan el Bautista, ahora fueron bautizados de nuevo para recibir el Espíritu Santo; vean, San Pablo y los apóstoles bautizaban a todos los creyentes en Juan que venían a creer en Cristo, los bautizaban de nuevo, ¿por qué? Porque Juan no estaba bautizando en el Nombre del Señor Jesucristo, porque no le correspondía a Juan.

Y ahora, encontramos que cuando comienza la Dispensación de la Gracia plenamente el día de Pentecostés, encontramos que comienzan los discípulos a bautizar en el Nombre del Señor Jesucristo.

Ahora, el agua no quita los pecados; el bautismo, vean ustedes, es muy importante, el mismo Jesús fue bautizado, los discípulos de Jesucristo fueron bautizados, y todos los creyentes en Jesucristo en los días de los apóstoles fueron bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo.

Cuando la persona va a ser bautizada es porque ha creído en el Señor Jesucristo como su Salvador, se ha arrepentido de sus pecados y ha obtenido una muerte espiritual interior, y él ha comenzado un nuevo Camino en su vida: El Camino del Señor. Por lo tanto cuando es bautizado, eso representa allí la sepultura de Cristo —muerte y sepultura de Cristo— y cuando sale, representa la resurrección de Cristo, y muestra que en él ha ocurrido una muerte y una resurrección también y es invocado en el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona. Y Dios está obligado, Jesucristo está obligado a darle el Espíritu Santo a toda persona sobre la cual es invocado el Nombre del Señor Jesucristo en el bautismo, y así con el bautismo del Espíritu Santo la persona es sellada con el Sello del Dios vivo.

Así como cuando la persona vino a este mundo, recibió un cuerpo de carne y un espíritu del mundo y quedó la persona identificado o sellado como un descendiente de Adán, y por consiguiente un mortal; por eso la persona nace, tiene la vida de niño, luego de adolecente, luego de joven, luego de adulto, y luego si sigue viviendo, si se comporta bien, pues Dios le permite vivir más tiempo.

Los creyentes que no se comportan bien se pueden ir antes de tiempo, porque Dios no desea que Sus hijos estorben aquí en la Tierra, no desea que estorben a Su Iglesia, Su Cuerpo Místico de creyentes.

Recuerden: a través de la Biblia encontramos casos en que personas de Dios han sido llamados por Dios antes del tiempo, ¿por qué? Porque no se portaron bien. O sea, que una persona que no se esté portando bien puede partir antes de tiempo.

Miren en algunos casos a través de la Biblia ustedes leen que el apóstol San Pablo hasta entregaba al diablo personas que se estaban comportando mal y estaban dando un mal testimonio, y decía: “Para que en el día del juicio, el espíritu de esa persona y el alma de esa persona, el espíritu sea salva, aunque su carne sea destruida, sea muerta.” Porque el apóstol no entregaba el alma de la persona al diablo, sino el cuerpo; y el diablo con enfermedades o con cualquier cosa destruía el cuerpo de la persona, o en algún accidente o por alguna enfermedad.

¿Recuerdan que el diablo le pidió permiso a Dios para herir con ciertas plagas el cuerpo de Job? También le pidió permiso para quitarle todas las posiciones de Job, hasta los hijos perdió Job.

Pero miren: cuando una persona pierde sus hijos no hay ningún problema, luego Dios se los dará de nuevo si la persona es un creyente.

Luego cuando Dios restauró a Job, tuvo de nuevo la misma cantidad de hijos y dice que no habían muchachas jóvenes más hermosas que las hijas de Job en ese territorio, y luego rico también, fue más rico de lo que era primero.

Y nosotros, miren ustedes, cuando estemos en el Reino Milenial seremos tan ricos que si comparamos con lo que hemos tenido aquí en la Tierra, diríamos: “Que pobrecitos eramos allá en la Tierra en el cuerpo terrenal cuando vivimos allí,” eramos pobres comparados con las riquezas tan grandes que tendremos en el Reino Milenial y luego por toda la eternidad. Porque en el Reino Milenial de Cristo seremos Reyes y Sacerdotes y ahí no habrá rey pobre, allí todos los reyes son reyes ricos, porque han guardado sus tesoros ¿han hecho sus tesoros dónde? En el Cielo. Por eso Cristo dijo que hiciésemos los tesoros ¿dónde? En el Cielo. Y eso se hace trabajando en la Obra de Cristo.

Y ahora, para poder entrar al Reino de los Cielos, Cristo dice que hay que nacer de nuevo del agua y del espíritu, o sea, que antes de hacer tesoros en el Cielo, pues hay que nacer en el Reino de los Cielos que es la Iglesia de Jesucristo, por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir Su Espíritu Santo, y así nacemos en el Reino de los Cielos, y así ocupamos nuestra posición en el Reino de los Cielos; así como ocupamos nuestra posición terrenal cuando nacimos a través de nuestros padres terrenales, ocupamos nuestra posición como seres humanos aquí en la Tierra; pero esa posición solamente es un escalón para que nosotros podamos pasar más adelante y obtener el nuevo nacimiento y ocupar nuestra posición en el Reino de los Cielos.

Así como hemos ocupado nuestra posición en el reino de este mundo, los reinos de este mundo, al nacer en esta Tierra, pues ocupamos nuestra posición en el Reino de los Cielos cuando creemos en Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre, somos bautizados en Su Nombre y recibimos Su Espíritu Santo, y así nacemos de nuevo, nacemos en una Nueva Raza; cuando nacimos por nuestros padres terrenales, nacimos en la raza caída descendientes de Adán.

Pero ahora tenemos un segundo Adán: Jesucristo, y cuando nacemos de nuevo, nacemos de una Nueva Raza y en una nueva raza descendientes del Segundo Adán, de Jesucristo nuestro Salvador, nacemos con vida eterna.

¿Ven lo sencillo que es todo el Programa Divino? Por eso no lo podemos complicar, sino dejarnos llevar por Su Palabra y caminar hacia adelante y cumplir con lo que El ha establecido para nosotros en Su Palabra, para luego continuar recibiendo más conocimiento de todo el Programa Divino.

Para poder obtener mayor conocimiento del Programa Divino tenemos que estar dentro de la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Hemos llegado a un tiempo en donde se ve claramente que estamos en el fin del tiempo, y por el calendario que se usa entre los gentiles que es el calendario gregoriano, estamos en el último siglo del… en el último año del siglo XX y último año del sexto milenio, todo eso, pues vean ustedes… y último del segundo milenio de Cristo hacia acá.

Y ahora ¿qué será de nosotros para el próximo año? Ojala y sea que estemos transformados todos con el nuevo cuerpo.

Ahora, el llamado de la Gran Voz de Trompeta, vean ustedes cómo ha surgido en este tiempo final, en el fin del siglo. En los últimos 40 años, vean ustedes cómo ha estado llegando un llamado de parte de Dios: Primero, el precursor de la Segunda Venida de Cristo siendo instrumento de Jesucristo nuestro Salvador, y anunciando que para más adelante Dios tendría algo más.

Y ahora Dios nos está dando algo más, algo más en adición a lo que ya Dios nos dio a través de los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia gentil.

Y ahora nos ha llamado a subir más arriba, a subir a la Edad de la Piedra Angular y eso es un Rapto Espiritual y es una resurrección espiritual también; porque salir de la séptima edad de la Iglesia (por cuanto ya las edades murieron, pues estar en cualquiera de esas edades, es estar muerto, porque están muertas esas edades) y subir a la Edad de la Piedra Angular es resucitar. “Despiertate tu que duermes y levantate de entre los muertos y te alumbrará Cristo”; una resurrección del mundo o de en medio del mundo denominacional, una resurrección que coloca a la Iglesia de Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular y a todos Sus miembros en la Edad de la Piedra Angular, para obtener las bendiciones que Cristo tiene para este tiempo final.

Miren ustedes cómo una cosa tan sencillo como el bautismo en el Nombre del Señor Jesucristo, muchos grupos religiosos no lo han podido comprender, y es una cosa que hasta los niños la pueden entender.

Así fue en los días de Jesús, cuando los discípulos de Jesucristo estaban bautizando en el Nombre del Señor Jesucristo, eso era una herejía para la gente de aquel tiempo que no podían comprender lo que estaba sucediendo en el Programa Divino, no sabían que allí estaba siendo invocado el Nombre del Señor Jesucristo, el Nombre del Señor; y como había dicho el profeta  Joel que para los últimos días Dios derramaría de Su Espíritu sobre toda carne, y que todo el que invocare el Nombre del Señor sería salvo.

Y ahora, vean ustedes la forma de invocar el Nombre del Señor sobre la persona en el bautismo en agua.

Ahora, podemos ver que el agua, pues no quita el pecado, es la Sangre de Jesucristo la que quita el pecado y la evidencia que la Sangre de Jesucristo ha quitado el pecado nuestro es que El nos da Su Espíritu Santo.

Ahora, somos bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y para toda persona es como demanda de una buena conciencia delante de Dios; y luego la persona va a tener en su corazón y en su mente algo que le estará demandando tener una vida agradable a Dios, y la persona debe tener su conciencia bien delante de Dios, viviendo de acuerdo a la Palabra de Dios. Pero será el Espíritu de Dios el que obrará esa vida en la persona, porque El pondrá el deseo y también dará la fuerza para hacerlo, o sea, que El coloca el deseo y también el hacer, El es el que obra ambas cosas. Nosotros rendidos a El, veremos a Cristo en Espíritu Santo en nuestras vidas viviendo El en nosotros, será la vida de Cristo en todos nosotros, ¿por qué? Porque pertenecemos a una Nueva Raza, somos descendientes del Segundo Adán.

Y miren ustedes: a través de la historia de los seres humanos ustedes pueden ver que los hijos reflejan a sus padres, porque el mismo espíritu de los padres se manifiesta en los hijos, actúan iguales, y algunas veces decimos: “Ese es puro abuelo, o puro papá.” ¿Ve? Pero el Espíritu de Cristo estando en la persona produce la Vida de Cristo en la persona, y entonces Cristo es glorificado en la persona.

Ahora, cuando ocurre el nuevo nacimiento, un milagro grande ha ocurrido, que es invisible para los seres humanos, pero que es real: La persona ha obtenido un espíritu teofánico de la sexta dimensión, y la persona ahora es una nueva criatura, pertenece a una Nueva Raza de la cual Jesucristo es la Cabeza, es el Primero.

Y para que nosotros podamos comprender mejor todo este Programa, Dios tiene escrito en Su Libro, en el Libro de la Vida del Cordero, los que lo abrían de recibir como su Salvador y habrían de recibir el Espíritu Santo. Cada uno en su tiempo escucharía la Voz de Cristo, el Buen Pastor, porque Cristo dijo: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen.” El también dijo: “Yo les doy vida (o sea, vida eterna).”

Ahora, podemos ver que no es un asunto de mera casualidad que una persona reciba a Cristo como su Salvador, sea bautizado en Su Nombre y reciba el Espíritu Santo, es un Programa Divino, no es algo a la suerte sino es algo que Dios tiene ya en Su Programa desde antes de la fundación del mundo, no es… Por ejemplo, una persona no puede decir: “A mí me tocó la suerte de nacer en tal familia, o me tocó la suerte de ser hijo del papá que tengo.” Eso no es así. Lo primero es que Dios es el que determina en que tiempo la persona le toca vivir, y era por medio de ese padre que la persona iba a venir.

Así que nosotros no hemos hecho nada para venir a esta Tierra, lo ha hecho Dios. Dios es el que tiene un Programa, y El ha estado enviando a este planeta Tierra nuestra alma que es lo más importante, nuestra alma viene de Dios; pero cuando obtenemos el cuerpo físico, mortal y corruptible, es un cuerpo en la permisiva voluntad de Dios, no es el cuerpo creado por Dios para nosotros; el cuerpo creado por Dios para nosotros es el que El nos dará cuando nos transforme si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten, y para los que han partido, pues el cuerpo creado por Dios es el cuerpo que El les dará en la resurrección, los resucitará en un cuerpo eterno; y el espíritu que obtuvimos cuando nacimos en la Tierra es un espíritu en la permisiva voluntad de Dios, dice el Rvdo. William Branham que es un espíritu del mundo; pero el espíritu en la perfecta voluntad de Dios, que Dios tiene para cada uno de Sus hijos, es el espíritu teofánico, el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Vean cómo ese misterio es tan sencillo para ser entendido. Por eso es que los que reciben a Cristo como su Salvador y lavan sus pecados en la Sangre de Cristo y reciben Su Espíritu, cuando mueren sus cuerpos físicos van a vivir al Paraíso en el cuerpo teofánico que ellos tienen. Los que no reciban a Cristo como su Salvador tienen que irse a vivir a la dimensión a la cual pertenece el espíritu que ellos tienen, y ese espíritu pertenece a la quinta dimensión, y allí descubren que lo que se predicaba en la Tierra era la verdad, pero ya es demasiado de tarde y entonces permanecen allí hasta el juicio final; o sea, que la oportunidad que la persona tiene, la tienen aquí en la Tierra.

Ahora, lo más importante para toda oveja del Señor Jesucristo es la vida eterna, para darnos vida eterna fue que Jesucristo murió en la Cruz del Calvario.

Y ahora, así como Cristo fue bautizado en agua, nosotros somos bautizados también, y El es nuestro Señor y Salvador al cual le agradecemos todo lo que El ha hecho por todos nosotros, sin El estamos perdidos, sin El no hay esperanza de vida eterna, solo esperanza de la vida terrenal de un tiempo aquí; y la persona cuando muere, pues el otro tiempo que pasa en la quinta dimensión, hasta que llega el juicio final y ahí después sean echados al lago de fuego. Esa es una realidad que es mejor entender estando aquí para uno saber qué hacer para no ser condenado, porque Cristo, vean ustedes, en San Juan, capítulo 3, nos dice, verso 14 en adelante, dice:

“Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (para que todo aquel que en él cree no se pierda, y el que no cree, pues se pierde)…”

Para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

Ahora, podemos ver que cuando creemos en Cristo como nuestro Salvador, lavamos nuestros pecados en Su Sangre y somos bautizados y recibimos Su Espíritu, hemos pasado de muerte a vida, la raza humana descendiente de Adán y Eva está condenada a la muerte; pero por medio de Cristo somos libertados de la muerte.

Vean cómo El dice en San Juan, capítulo 5, verso 24:

“De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida.”

Vean cómo se pasa de muerte a vida, vean cómo uno sale de una raza caída condenada a muerte, cómo uno sale de ahí a vida eterna: por medio de Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora vean ustedes: el que salió de la muerte y de la sepultura es el que nos saca a nosotros de la muerte también.

Y ahora, en el capítulo 6, también verso 39 al 40, dice:

“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.”

Vean: “Que de todo lo que me diere…” ¿Y qué le dio el Padre? Pues le dio Sus ovejas, todas esas almas pertenecientes a Dios, ¿Para qué? Para que les dé vida eterna, para que no se pierdan. “Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.” Ni una oveja del Señor se perderá, podrá tener problemas en la vida, pero eso no significa que se va a perder. Cristo dice: “Para que no se pierdan, sino que lo  resucite en el Día Postrero.”

“Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”

Y el Día Postrero ya sabemos que es el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá; lo que no sabemos es en qué año del séptimo milenio; y si es para el séptimo milenio de Adán hacia acá y tercer milenio de Cristo hacia acá, pues entonces tenemos que pasar al séptimo milenio, al séptimo milenio que es el Día Postrero, que es el tercer milenio de Cristo hacia acá. Pero si Dios cuenta en el calendario o el tiempo con Su calendario, ya hace tiempo que estamos en el día tercero de Adán hacia acá, de Cristo hacía acá o séptimo día delante de Dios de Adán hacia acá, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá.

Ahora, Dios ha permitido todo eso para que así estemos vigilando todo el tiempo, todos los días, todas las semanas, todos los meses y todos los años, vigilando por Sus promesas, vigilando por nuestra transformación.

Ahora, podemos ver que nuestra vida tiene que estar arreglada todos los días; y si cometemos algún error o algún pecado confesarlo a Cristo rápido para que sea quitado de nosotros y estemos justificados delante de Dios, o sea, estemos como si nunca hubiésemos pecado en la vida; esa es la única forma para estar sin pecado delante de Dios.

Y ahora, Dios está juntando a Sus escogidos en nuestro tiempo, como también lo hizo en cada etapa, en cada edad de Su Iglesia, y el Sello del Dios vivo es el Espíritu Santo, el bautismo del Espíritu Santo, y esa es la señal, esa es la Vida de la Sangre, porque la vida está en la Sangre y la vida que está en la Sangre de Jesucristo es el Espíritu Santo, y cuando recibimos el Espíritu Santo hemos recibido la Vida de la Sangre, por lo tanto, la Sangre está aplicada en nuestra alma y en todo nuestro ser, y nos limpia de todo pecado.

Ahora, hemos visto el porqué Cristo ordenó bautizar a los creyentes en El, y el porqué los apóstoles bautizaron en el Nombre del Señor Jesucristo, es un requisito Bíblico para todo creyente en el Nombre del Señor Jesucristo.

Ya pronto vamos a tener el bautisterio listo, para todos los creyentes en el Señor Jesucristo que no han sido bautizados tengan la oportunidad de ser bautizados; no importa la edad que tengan, después que tengan conocimiento del bien y del mal.

Al Rvdo. William Branham le preguntaron desde qué edad, porque habían unos niños de unos cinco o seis años que querían ser bautizados, y le fueron a decir a nuestro hermano Branham que habían esos niños que querían ser bautizados, pero que solamente tenían unos cinco o seis años —después yo les busco la edad que tenían esos niños—; y él les dice… y él dijo que podían ser bautizados, porque ellos querían ser bautizados; y ya, pues a cierta edad, pues los niños tienen conciencia del bien y del mal, ellos saben cuando actúan bien y cuando actúan mal, o sea, que ya tienen conciencia del bien y del mal.

Así que esperamos que en este año sean bautizados todos los que no han sido bautizados.

Recuerden: el requisito es creer en nuestro Señor Jesucristo como nuestro Salvador y estar arrepentido de sus pecados, haberle pedido perdón a Cristo, haber reconocido sus pecados y haberle pedido perdón a Cristo por sus pecados, y pedirle a Cristo que le ayude en su vida, que no quiere pecar mas, y ser bautizado y Cristo lo ayudará. Y Cristo está comprometido en Su Palabra de darle el Espíritu Santo al creyente que cree en El y es bautizado en Su Nombre; eso es lo que nos dijo el apóstol San Pedro en la lectura que tuvimos al comienzo, en el capítulo 2, verso 38 cuando dijo… cuando le preguntan en el verso 37, capítulo 12 del Libro de los Hechos:

“Al oir esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo…”

¿Ven? Todo es sencillo. Dice:

“Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.”

O sea que es para todos los creyentes en Jesucristo la promesa del Espíritu Santo, y esas son las primicias del Espíritu, y esa también es la Primogenitura.

“EL BAUTISMO EN AGUA EN EL NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO.”

Ese ha sido nuestro tema para esta ocasión, y en todos estos días y quizás todo este año estaremos tocando poco o mucho en diferentes Mensajes para que así tengamos un mayor conocimiento de todas estas cosas correspondientes al Reino de los cielos.

En los diferentes lugares de la América latina donde en estos días ha estado Miguel, me estuvo llamando hoy y me estuvo diciendo que son muchos los que están siendo bautizados, y familiares también de hermanos han estado viniendo y han estado recibiendo la Palabra, y han estado siendo bautizados también; personas que no asistían están asistiendo y se están llenado las congregaciones. O sea, que un despertamiento espiritual está sucediendo en estos días en toda la América Latina y el Caribe.

Ya pues, este mes, tengo ya que estar viajando pero todavía pues me quedan algunos domingos acá, no sé cuántos, pero me queda uno o dos domingos todavía acá para estar con ustedes, y los vamos a aprovechar bien esos días que nos quedan. Y cuando tengamos el bautisterio listo les anunciaremos para cuándo ya comienzan los bautismos; si en una sola ocasión, pues son bautizados todos los que no están bautizados, pues en un solo día, pues haríamos todo, y luego los que sigan llegando nuevos, también luego serán bautizados.

Así que esperamos que Dios continúe obrando. Hemos visto que Dios, pues nos está proveyendo mucho terreno, parece que nos va a dar muchas personas, parece que El tiene mucha gente, mucho pueblo, en todo Puerto Rico, y de un momento a otro Dios le abre el entendimiento y el corazón a miles de personas y lo único que puede pasar es que se nos quede pequeño el lugar; pero buscaremos la forma para que sean acomodados todos los que vengan.

Así que Dios está obrando y Dios oye y escucha también el clamor de Sus hijos por sus familiares. Así que oren por sus familiares, así como ustedes han creído por ustedes, crean también por sus familiares, para que Dios les abra el corazón y los traiga; le dan literatura. Pero recuerden: antes de darle literatura oren de que esa literatura que ustedes le van a dar y los videos Dios los use para hablarle directamente al alma de todos esos familiares de ustedes.

Yo creo que con los familiares de los hermanos, al Dios traerlos, se llena el lugar; pero no hay problema, tenemos otro local allá arriba, le ponemos unos equipos de televisión y se le transmite hasta allá, y allá se acomodan también unos pocos y prepararemos más facilidades a medida que Dios vaya obrando.

Así que no hay ningún problema en esa parte, lo importante es que oremos por nuestros familiares y que llevemos el Mensaje para que Dios obre con otras personas también; sin olvidar lo que nos corresponde a nosotros hacer en cuanto a nuestra vida personal con Cristo.

Bueno, que Dios le bendiga, que Dios les guarde y dejo nuevamente por aquí con nosotros a Guillermo para continuar.

Que Dios les bendiga y pasen todos muy buenas noches.

“EL BAUTISMO EN AGUA EN EL NOMBRE DEL SEÑOR JESUCRISTO.”

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