La gran liberación del Israel celestial

Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes, a todas las visitas; que las bendiciones de Cristo sean sobre ustedes y también para todos los demás hermanos presentes, y que en este día Dios nos abra las Escrituras, y nos abra el corazón y nuestro entendimiento para entender toda Su Palabra. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Para esta ocasión leemos en San Juan, capítulo 8, versos 31 al 36, donde dice Jesús:

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos;

y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.

Le respondieron: Linaje de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo dices tú: Seréis libres?

Jesús les respondió: De cierto, de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, es esclavo del pecado.

Y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí queda para siempre.

Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.”

Que Dios bendiga nuestras almas y nos permita entender Su Palabra.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LA GRAN LIBERACION DEL ISRAEL CELESTIAL.”

Para poder comprender todo el Programa Divino de salvación para el ser humano, necesitamos comprender que el Israel terrenal, el pueblo hebreo, es tipo y figura del Israel Celestial, de los hijos e hijas de Dios; y por consiguiente en el Israel terrenal se reflejó todas las cosas que sucederían en el Israel Celestial, o sea, en los hijos e hijas de Dios.

El ser humano encontramos que fue creado por Dios, y fue creado primeramente un ser espiritual, o sea, fue creado primeramente en la sexta dimensión, que es la dimensión angelical en donde están los ángeles; y por consiguiente cuando Dios le dio un cuerpo a Adán, el primer cuerpo que le dio fue un cuerpo angelical, o sea, un cuerpo espiritual; ese es el espíritu. El espíritu del ser humano es un cuerpo de otra dimensión.

Por eso es que cuando Pedro estuvo tocando a la puerta, al ser libertado de la cárcel, y estuvo tocando la puerta de la casa donde estaban orando por él, Rode (Rode es la joven que estaba con todos los demás orando) se levantó y fue a ver quién era, y cuando se dio cuenta que era Pedro, del gozo ni abrió la puerta, y le dijo a todos los que estaban orando por Pedro: “Es Pedro.” Ellos decían: “No es Pedro, tu estás loca, no es Pedro, es su ángel.” Ahora, el ángel de Pedro, pues es el cuerpo teofánico de Pedro, cuerpo de la sexta dimensión.

Y ahora, cada hijo e hija de Dios tiene un ángel: El Angel de Jehová que acampa en derredor de los que le temen y los defiende, ese es el cuerpo teofánico de la sexta dimensión. En esa clase de cuerpo fue que ellos pensaban que Pedro estaba tocando a la puerta, pero no era así, Pedro estaba en su cuerpo de carne tocando la puerta porque Dios lo había libertado de la cárcel.

Ahora, Dios cuando creó a Adán, vean ustedes, lo colocó en un cuerpo teofánico en y de la sexta dimensión, y luego pasado cierto tiempo lo trajo a esta dimensión terrenal en un cuerpo creado por Dios del polvo de la Tierra, y luego le dio una compañera la cual sacó de su costado, por eso era parte de Adán.

Encontramos que en el Huerto del Edén estaban dos árboles, los cuales son tipológicos; pues no hay un árbol literal que una persona pueda comer y vivir eternamente; solamente conocemos un árbol de vida eterna y ese es nuestro amado Señor Jesucristo, El es el Pan de vida eterna y El es el Agua de la vida eterna, El es la vida eterna y por eso El es el Dador de la vida eterna para el ser humano.

Y ahora, podemos ver que allí en el Huerto del Edén se encontraba el Arbol de la Vida, Jesucristo, el cual estaba en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y también ahí estaba el diablo, el cual se hizo carne en la serpiente y engañó a Eva. Esos dos árboles: Uno, el Arbol de la Vida es Cristo, y el árbol de ciencia del bien y del mal es el diablo. En la Biblia árboles representa personas. Por eso nos dice que el justo es como el árbol plantado junto a aguas, a corrientes de aguas, que da su fruto a su tiempo y su hoja no cae.

Por eso también, miren ustedes, en Zacarías, capítulo 4 y Apocalipsis, capítulo 11, cuando nos habla de los Dos Olivos, miren ustedes, lo que le dice el Angel al profeta Zacarías, cuando el profeta Zacarías quiere saber acerca de estos árboles. Capítulo 4 de Zacarías, verso 11 al 14, dice así el profeta Zacarías:

“Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos; a la derecha del candelabro y a su izquierda?

Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro?

Y me respondió (o sea, el Angel le respondió) diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no.

Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.”

Luego en el libro del Apocalipsis aparecen nuevamente los Dos Olivos, y nos dice la Escritura… capítulo 11, verso 3 en adelante, dice:

“Y daré a mis dos testigos que profeticen por mil doscientos sesenta días, vestidos de cilicio.

Estos testigos son los dos olivos, y los dos candeleros que están en pie delante del Dios de la tierra.”

Y ahora vean ustedes, estos Dos Olivos y Dos Candeleros son los Dos Testigos que están delante del Dios de toda la Tierra, que vienen para profetizar en esta Tierra las cosas que han de suceder en el Día Postrero, estos son los Ministerios de Moisés y de Elías repitiéndose nuevamente en medio del pueblo hebreo y por consiguiente en medio de la raza humana. Por las señales o milagros que realizan, podemos ver que son los Ministerios de Moisés y Elías repitiéndose, pues hacen las mismas cosas que hicieron Moisés y Elías en Sus Ministerios.

El Misterio por ejemplo de Elías a través de la Escritura, es que ese ministerio de Elías se repetiría en diferentes ocasiones, en diferentes hombres ungidos por Dios, por el Espíritu Santo, y enviados a la Tierra. Elías Tisbita ungido con el espíritu de Dios, ministró en la Tierra, tuvo un Ministerio poderoso y luego cuando tuvo que irse, Dios le había dicho al Profeta Elías que fuera a ungir a Eliseo el cual sería su sucesor, y cuando tenía que ya marcharse porque Dios se lo iba a llevar en un carro de fuego, iba a ser raptado; un carro de fuego es un platillo volar como le llaman en la actualidad, ángeles de Dios.

Y ahora, le dice a Eliseo: “Pide lo que tu quieras antes de que yo me vaya” Eliseo le dice: “Pues yo quiero una doble porción del espíritu que está en ti.” Elías le dice: “Cosa difícil has pedido.” Porque una persona puede decirle a Dios: “Yo quiero ser un profeta.” Y Dios no le va a decir: “Sí, yo te voy a hacer un profeta.” Porque los Ministerios son ordenados por Dios ya desde antes de la fundación del mundo, ya El tiene un Programa y tiene quién va a ser el profeta mensajero de cada edad y el Profeta mensajero de cada dispensación. Por ejemplo, para dispensaciones Dios tiene siete dispensaciones y para esas siete Dispensaciones tiene siete Profetas dispensacionales. Vea, Dios ha enviado muchos profetas, pero Profetas dispensacionales solamente Dios tiene siete Profetas dispensacionales.

Para la primera dispensación, la Dispensación de la Inocencia tenemos a Adán; para la Dispensación de la Conciencia tenemos a Set; para la Dispensación del Gobierno Humano, que es la tercera tenemos a Noé; para la Dispensación de la Promesa, que es la cuarta dispensación tenemos a Abraham, el padre de la fe; para la Dispensación quinta que es la Dispensación de la Ley tenemos al Profeta Moisés; para la Dispensación sexta, la Dispensación de la Gracia tenemos a Jesús, el Profeta más grande de todos los Profetas; y para la Dispensación del Reino que es la séptima dispensación tenemos al Angel del Señor Jesucristo. Solamente siete Profetas dispensacionales; esa es la clase de Profeta más grande que Dios envía al planeta Tierra, y lo envía al final de una dispensación; cuando está terminando una dispensación ahí nace y aparece un nuevo Profeta dispensacional para tener el Ministerio del fin de esa dispensación y comienzo de la nueva dispensación.

Ahora, por eso es que Moisés y también Jesús aparecieron al final de las dispensaciones anteriores a las que ellos trajeron la revelación divina; o sea, que la revelación divina que ellos traían era para una nueva dispensación; y por eso no los podían comprender bien las personas que estaban viviendo en la dispensación anterior, no querían algunas veces entrar a las nueva dispensación.

Vean ustedes, bajo la Dispensación de la Ley el pueblo hebreo no comprendía a Jesús, sin embargo bajo la Dispensación de la Gracia podemos comprender a Jesús y podemos ver que un Nuevo Pacto Dios ha establecido con el ser humano, y bajo el Nuevo Pacto no solamente el pueblo hebreo tiene derecho a entrar a ese Nuevo Pacto, sino que los gentiles también tienen derecho a entrar al Nuevo Pacto.

En el Pacto que Dios estableció con el pueblo hebreo se reflejó el Nuevo Pacto que Dios establecería con: tanto el pueblo hebreo como con todos los hijos e hijas de Dios que estarían en medio del pueblo hebreo y también entre los gentiles.

Y ahora, por cuanto la raza humana cayó, encontramos que la raza humana quedó en esclavitud. Y así como el pueblo hebreo estuvo en esclavitud en Egipto y el faraón los tenía completamente esclavizados, el faraón que ha esclavizado la raza humana es el diablo; y así como Dios envió a Moisés para libertar al pueblo hebreo de la esclavitud allá en Egipto, Dios envió a Jesucristo para libertar a todos los hijos e hijas de Dios que en esclavitud estaban en este planeta Tierra y en esta dimensión terrenal.

Solamente por medio de Jesucristo nuestro Salvador es que el ser humano puede ser libertado de la esclavitud.

Ahora, veamos esta gran liberación del Israel Celestial, la cual se reflejó en la liberación del Israel terrenal. Así como hubo una liberación para el Israel terrenal y un hombre enviado de Dios en el cual estaba la Columna de Fuego, la Presencia de la Shekinah; el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, a través de Moisés libertó al pueblo hebreo.

Y ahora para la liberación del Israel Celestial, el Angel de Jehová, el Angel del Pacto, encontramos que conforme a las profecías vendría a la Tierra para la liberación de todos los hijos e hijas de Dios: Hijos e hijas de Dios del pueblo hebreo y también de entre los gentiles.

En Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”

Ese Mensajero fue Juan el Bautista, el cual vino en el espíritu y en el poder de Elías. Así como vino Elías el Profeta con el Espíritu de Dios y vino Eliseo con una doble porción del espíritu ministerial de Elías; ahora vendría un hombre que estaría preparándole el camino al Señor, vendría con el espíritu y virtud de Elías, como dijo el arcángel Gabriel al sacerdote Zacarías, al cual le dijo que tendría un hijo por medio de su esposa Elizabeth y le pondría por nombre Juan, y vendría con el espíritu y virtud de Elías, para convertir el corazón de los padres a los hijos, o sea, el corazón de los hebreos a la fe de los apóstoles, a la fe cristiana. Y cuando se cumplía esta promesa, ese que le prepararía el camino, ese Mensajero fue Juan el Bautista.

Ahora vean, aquí no dice que se llamaría Juan, pero cuando ya el arcángel Gabriel le habla al sacerdote Zacarías, le dice que le ponga por nombre Juan; ese fue el tercer Elías o Elías en su tercera manifestación Ministerial, pero era otro hombre pero con el mismo Ministerio que estaba en el profeta Elías; porque el Espíritu Santo estaba en el Profeta Elías, estuvo en el profeta Eliseo y ahora estaba el Espíritu Santo en Juan el Bautista operando ese mismo Ministerio. Porque el único que tiene Ministerios es el Espíritu Santo, el Angel del Pacto.

Y luego de ese Ministerio ser manifestado preparándole el camino al Señor, ¿vendría quién?:

“… y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos.”

¿Quién vendría? El Señor, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob que el pueblo hebreo buscaba y adoraba en el templo, el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, ese vendría y a ese sería al cual Juan el Bautista le estaría preparando el camino, y cuando vino, ¿cómo vino? Vino vestido de carne humana y fue conocido por el nombre de Jesús. Ese era el Angel del Pacto dentro del velo de carne que nació a través de la virgen María, ese era el Libertador. El que libertó al Israel terrenal usando al Profeta Moisés, ahora libertaría a todos los hijos e hijas de Dios de la esclavitud en la cual el diablo tenía a todos los hijos de Dios desde la caída en el Huerto del Edén, en donde cayó Adán y Eva.

Para la restauración a la tierra prometida vendría el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, el mismo que libertó al pueblo hebreo. Vean, en el Exodo, capítulo 23, verso 20 en adelante, dice:

“He aquí yo envío mi Angel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”

¿Dónde está el Nombre de Dios? En el Angel del Pacto, el Angel de Jehová. El Angel de Jehová, el cual es un hombre de la sexta dimensión, el cual es el Angel, el hombre, en el cual Dios está en toda Su Plenitud.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.

Este era en el principio con Dios.

Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

La luz en las tinieblas resplandece.”

Ahora, esta Luz verdadera (esto es San Juan, capítulo 1, verso 1 al 18)… ahora esta Luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo. Capítulo 1, verso 9 de San Juan:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo.”

Ahora, ¿cómo venía a este mundo? Dice:

“En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció.

A lo suyo vino (o sea, al pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron (lo rechazaron en Su Primera Venida, pero en Su Segunda Venida lo van a reconocer).”

Dice:

“Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;

los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.”

O sea, que las personas no vienen a ser hijos de Dios o no son hijos de Dios porque nacieron a través de un hombre y de una mujer, sino porque han nacido de Dios por medio del nuevo nacimiento. “…sino de Dios.” ¿Son nacidos de quién? De Dios. Y esto es por medio del nuevo nacimiento, al creer en Jesucristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en Su Nombre y recibir Su Espíritu Santo.

Por eso es que Pedro y a Pablo también le es dicho: “Levántate, lava tus pecados invocando Su Nombre.” Y también Pedro dice en el libro de los Hechos, capítulo 2, el día de Pentecostés, predicando… Capítulo 2, verso 27 en adelante, dice:

“Al oir esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos?

Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.

Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.

Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.

Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.”

Es un requisito Divino establecido por Dios, para recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento es un requisito creer en nuestro amado Señor Jesucristo como nuestro Salvador y ser bautizados en Su Nombre. Por eso los apóstoles les enseñaban a las personas cómo obtener la salvación y cómo obtener así el nuevo nacimiento.

Ahora, podemos ver que Cristo nuestro Salvador, el Angel del Pacto, ha hecho posible la liberación, la gran liberación de los hijos e hijas de Dios.

Ahora, veamos en San Juan, en el capítulo 1, porque la promesa es…:

“Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo…”

Y ahora vamos a ver cómo venía a este mundo, ya que es el Verbo que era con Dios y era Dios, el cual creó todas las cosas; o sea, el Verbo que era con Dios y era Dios y creó todas las cosas es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. Por eso se le llama al cuerpo teofánico de Dios, llamado el Angel de Jehová o Angel del Pacto, también se le llama el Verbo de Dios, el Logos. Y ahora, ¿cómo vendría? El mismo capítulo 1, verso 14 de San Juan, dice:

“Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

El Verbo que era con Dios, y era Dios y creó todas las cosas se hizo carne y habitó entre los seres humanos. Por eso ustedes pueden ver a Jesús hablando a la creación, y la creación obedeciéndole, ¿por qué? Porque El es el Verbo que creó todas las cosas, el cual se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo.

En el Salmo 89, verso 9, dice:

“Tú tienes dominio sobre la braveza del mar;

Cuando se levantan sus ondas, tú las sosiegas.”

¿Y recuerdan cuando se levantaron las ondas, las olas allá y querían destruir la embarcación de los apóstoles, la barca de los apóstoles? Jesús reprendió a los vientos y al mar y a las olas y todo se calmó, ¿por qué? Porque El es el Creador de los Cielos y de la Tierra y toda la creación le obedece.

Y ahora, El es el único que puede libertar al ser humano, y por eso vino en carne humana para Su propio cuerpo nacido de la virgen María ser colocado en Sacrificio para nuestra salvación, para nuestra liberación.

Para la liberación del pueblo hebreo allá en Egipto encontramos que fue sacrificado un cordero de un año el día antes de la pascua, o sea, en la víspera de la pascua, y ahora su sangre era colocada sobre el dintel y los postes de la puerta del hogar o casa de cada hebreo, para que no muriera el primogénito de esa familia.

Y ahora, San Pablo nos dice que nuestra Pascua es Cristo, aquel cordero pascual estaba representando a Jesucristo nuestro Salvador. Y la Sangre de Jesucristo es colocada en el dintel y los postes de la puerta de nuestro corazón, de nuestra alma, para salvación nuestra como individuos, para la salvación de nuestra alma.

Y en el Cuerpo Místico de Cristo como Cuerpo Místico, como Iglesia, la Sangre del Cordero Pascual está en la Puerta y Cristo es la Puerta; o sea, que la Sangre de Redención para la liberación de los hijos de Dios, vean ustedes, está en la Puerta de la Iglesia de Jesucristo, y la Puerta es nuestro amado Señor Jesucristo, El tiene la Sangre, la Sangre que nos libra de la muerte espiritual y de la muerte física eterna; cuando digo de la muerte física eterna, quiero decir que nos libra de morir para siempre.

Cuando el creyente en Cristo muere físicamente, lo que murió fue solamente su cuerpo, pero la persona sigue viviendo en otra dimensión: el Paraíso, él ya tiene un cuerpo, la persona tiene un cuerpo de la sexta dimensión, al ser un creyente en Cristo y haber nacido de nuevo, ha obtenido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, un cuerpo angelical; por lo tanto la persona sigue viviendo en el Paraíso (que es la sexta dimensión) hasta que Cristo resucite a los creyentes en El que han muerto, y nos transforme a nosotros los que vivimos, lo cual ocurrirá cuando haya entrado hasta el último de los escogidos de Dios al Cuerpo Místico de Jesucristo.

Y ahora, tenemos una liberación, la liberación del Israel Espiritual que es el Israel Celestial, los hijos e hijas de Dios, los cuales entran a un Nuevo Pacto bajo la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de nuestro amados Señor Jesucristo.

Encontramos que bajo el Nuevo Pacto ya no se requiere estar sacrificando animalitos, porque ya un Sacrificio Perfecto ha sido realizado. Así que sacrificios y ofrendas por el pecado Dios no las acepta, excepto el Sacrificio Perfecto de nuestro amado Señor Jesucristo.

Bajo la predicación del Evangelio se presenta al ser humano el Nuevo Pacto y la Sangre del Nuevo Pacto, para que la persona entre al Nuevo Pacto; con la Sangre de Cristo sus pecados son quitados (la Sangre de Jesucristo nos limpia de todo pecado), y la vida de Cristo, el Espíritu Santo que es la Vida de la Sangre de Cristo, viene a la persona y eso es el bautismo del Espíritu Santo y eso es entrar a la tierra prometida, la tierra prometida espiritual, que es el bautismo del Espíritu Santo, y así la persona obtiene el nuevo nacimiento y así ha nacido en el Reino de Dios; de ahí en adelante la persona es un hijo de Dios nacido en el Reino de Dios, hija o hijo de Dios; antes de eso no está manifestado como un hijo o como una hija de Dios.

Por eso es que Cristo dijo a Nicodemo que era necesario nacer de nuevo, porque con el nacimiento según la carne a través de nuestros padres terrenales nacimos como esclavos en el reino del maligno, del diablo; y por consiguiente cada persona al nacer en este planeta Tierra nace como esclavo, como el pueblo hebreo: cuando nacían los niños ya nacían como esclavos allí, porque estaban bajo la esclavitud que les había impuesto el faraón. Y así es con las personas que nacen en este planeta Tierra: no pueden tampoco recibir un cuerpo teofánico de la sexta dimensión cuando nacen a través de sus padres terrenales, sino que lo que reciben es un cuerpo espiritual de la quinta dimensión, o sea, un espíritu de la quinta dimensión.

Por eso es que la persona, el pecador, si muere sin Cristo, va a la quinta dimensión que es el infierno, pues de esa dimensión es que tiene ese cuerpo espiritual, ese espíritu.

Esto nos muestra también el caso de los que fueron desobedientes, fueron incrédulos, en el tiempo de Noé, cuando Noé preparaba el arca. Miren ustedes, la Escritura hablando de Cristo, dice el salmista, que no dejará su alma en el infierno ni permitirá que Su Santo vea corrupción. Cristo al morir El había tomado todos nuestros pecados y por eso pudo morir, se hizo mortal, porque la paga del pecado es la muerte, esa fue la sentencia dada por Dios allí en el Génesis cuando le dijo a Adán que el día que comiera del árbol de ciencia del bien y del mal morirían.

Y ahora, cuando Cristo murió, El llevó nuestros pecados, y por eso tuvo que ir al infierno, pero no sería dejada Su alma en el infierno, Cristo bajó en Su cuerpo teofánico; y Cristo en Su cuerpo teofánico es el Angel del Pacto, el Angel de Jehová, es el Verbo que era con Dios y era Dios, el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. O sea, que cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, allí estaba muriendo el cuerpo físico, el cuerpo de carne de Dios, porque Dios estaba en Jesucristo en toda Su plenitud, era Emmanuel —que traducido es Dios con nosotros—, era el Jehová del Antiguo Testamento en medio del pueblo hebreo en carne humana, y ese es un Ministerio grande. San Pablo dice en Primera de Timoteo, capítulo 3 acerca de ese misterio, dice: “Sin contradicción grande es el…” Vamos a leerlo directamente aquí, Timoteo, capítulo 3, verso 16. Dice:

“E indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad:

Dios fue manifestado en carne,

Justificado en el Espíritu,

Visto de los ángeles,

Predicado a los gentiles,

Creído en el mundo,

Recibido arriba en gloria (está hablando aquí de Dios, de esa manifestación de Dios en carne).”

Y ahora, cuando Jesús murió, El en Espíritu, o sea, en Su cuerpo teofánico, tuvo que ir al infierno; porque todo pecador tiene que ir al infierno si muere sin salvación; y por cuanto Cristo tomó nuestros pecados, El se hizo pecado por nosotros, tenía que ir al infierno.

Y ahora vean, en Primera de Pedro, capítulo 3, verso 18 en adelante, dice:

“Porque también Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios, siendo a la verdad muerto en la carne (o sea, que Cristo murió en la carne, Su cuerpo de carne), pero vivificado en espíritu;

en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados (fue vivo en el Espíritu, en el cuerpo teofánico fue vivo, y predicó a los espíritus encarcelados que estaban en el infierno, en la quinta dimensión) …en el cual también fue y predicó a los espíritus encarcelados,

los que en otro tiempo desobedecieron, cuando una vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, mientras se preparaba el arca, en la cual pocas personas, es decir, ocho, fueron salvadas por agua.”

Aquí podemos ver que Cristo en Espíritu, o sea, en Su cuerpo teofánico fue al infierno, a la quinta dimensión, donde estaban allí aquellas almas que fueron desobedientes a Dios en el tiempo de Noé, que no creyeron a Noé y su Mensaje, y se burlaban de Noé cuando Noé decía que vendría un diluvio y que destruía a la humanidad; pues todas esas personas estaban allí en espíritu, en sus cuerpos espirituales, que son cuerpos parecidos a nuestros cuerpos pero de otra dimensión; esa es la clase de cuerpo espiritual que recibe la persona cuando nace de sus padres terrenales.

Por eso cuando la persona muere, pues sigue viviendo en otra dimensión: si no es un creyente en Cristo, pues va a la quinta dimensión donde fueron estas personas que fueron desobedientes, fueron incrédulos; ese es lugar para todos los incrédulos, es llamado el infierno o quinta dimensión; y allí permanecen hasta que Cristo los resucite después del milenio para ser llevados ante el Trono del Juicio divino, en donde Cristo con Su Iglesia los juzgará a todos. San Pablo dice: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo y aún a los ángeles (o sea, a los ángeles caídos)?”

Ahora, podemos ver que no solamente existen personas en esta dimensión en cuerpos mortales, en cuerpos de carne (materiales), sino que existen personas en otras dimensiones en cuerpos de otras dimensiones.

En la quinta dimensión están los que han partido sin salvación, y en la sexta dimensión están los que han partido con salvación, están en un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, el cual han recibido cuando han creído en Cristo como su Salvador, lavado sus pecados en Su Sangre, han sido bautizados en Su nombre, y han recibido Su Espíritu Santo y así han nacido de nuevo.

Por eso fue que Cristo le dio tanta importancia la nuevo nacimiento: porque el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios, no lo puede entender, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar al Reino de Dios. O sea, que una persona entra a formar parte del Israel Celestial, o sea, de la Iglesia de Jesucristo, entra a formar parte cuando ha recibido el Espíritu Santo; y la persona recibe el Espíritu Santo luego de haber creído en nuestro amado Señor Jesucristo y haber lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ser bautizado en Su Nombre.

Y ahora podemos ver el porqué lo más importante para el ser humano es la vida eterna, y el porqué Cristo le dio el lugar principal a la vida eterna para el ser humano, Su Venida a la Tierra fue con ese propósito: traer vida eterna y darle vida eterna al ser humano.

“De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” [San Juan 3:16 – Editor].

Este ha sido el propósito de Dios en la manifestación de Su Amor hacia el ser humano, hacia los seres humanos esclavizados en el imperio o reino del diablo aquí en la Tierra; pero tenemos un Libertador: Nuestro amado Señor Jesucristo el cual fue tipificado en el Profeta Moisés.

Y ahora, la promesa es… Vean, capítulo 3 de San Juan, verso 13 en adelante, dice:

“Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo (aunque estaba en la Tierra también estaba en el Cielo).

Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,

para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna (todo aquel que en El cree no se perderá, tendrá, tiene, vida eterna; pero el que no cree entonces se perderá porque no creyó).

Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.

El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios.”

Toda persona tiene la oportunidad de salvación, toda persona tiene la oportunidad de ser libertado por medio de Jesucristo nuestro Salvador, nuestro Libertador, El es el que nos liberta, y por eso dijo: “Si el Hijo os libertare seréis verdaderamente libres.”

Y ahora, esta gran liberación del Israel Celestial, o sea, esta gran liberación de los hijos e hijas de Dios se ha estado llevando a cabo en esta Tierra. Su Primera Venida, la Primera Venida de Cristo que fue para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario y libertar a todos los hijos e hijas de Dios.

Y en el Programa de Redención tenemos la liberación espiritual y la liberación física; la parte de la liberación espiritual en donde somos liberados espiritualmente y obtenemos la salvación, y obtenemos vida eterna, y obtenemos el cuerpo teofánico de la sexta dimensión; ya no tenemos un espíritu de esclavitud, sino el Espíritu de Dios, el espíritu de un hijo o una hija de Dios, que es el Espíritu Santo.

Y ahora teniendo un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, hemos sido libertados, estamos libres; pero ahora nos falta la liberación física, la liberación del cuerpo, la cual corresponde a la Segunda Venida de Cristo.

En la Segunda Venida de Cristo es que seremos nosotros transformados (los que vivimos) y los muertos en Cristo serán resucitados; esa es la liberación física de la cual nos habla San Pablo en Romanos, capítulo 8, donde nos dice… capítulo 8, verso 14, dice… aquí nos habla de la parte espiritual y de la parte física, dice:

“Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios.

Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! (Ese es el Espíritu Santo, el bautismo del Espíritu Santo).

El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios.

Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo, si es que padecemos juntamente con él, para que juntamente con él seamos glorificados.”

Y así como El tiene un cuerpo glorificado, nosotros seremos transformados y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y glorificados, y todos tendremos un cuerpo glorificado como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo.

“Pues tengo por cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse.”

O sea, que lo que sufrimos aquí en la Tierra no es comparable con la Gloria venidera que se ha de manifestar en nosotros cuando tengamos el nuevo cuerpo. En el nuevo cuerpo no sufriremos, en el nuevo cuerpo no tendremos los problemas que tenemos en la actualidad, no tendremos problemas de salud, ni problemas económicos, no tendremos ninguna clase de problemas, ni siquiera nos pondremos viejos porque ese es un cuerpo que para siempre, por toda la eternidad, permanecerá joven, representando siempre de 18 a 21 años de edad, o sea, estará siempre en la flor de la juventud.

“Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios (o sea, esa manifestación en cuerpos eternos, esa manifestación en donde Cristo resucitará los muertos creyentes en El en cuerpos eternos, y a nosotros nos transformará y entonces todos estaremos en cuerpos inmortales).

Porque la creación fue sujetada a vanidad, no por su propia voluntad, sino por causa del que la sujetó en esperanza;

porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

Porque sabemos que toda la creación gime a una, y a una está con dolores de parto hasta ahora;

y no sólo ella, sino que también nosotros mismos, que tenemos las primicias del Espíritu, nosotros también gemimos dentro de nosotros mismos, esperando la adopción, la redención de nuestro cuerpo.”

La Adopción es la Redención de nuestro cuerpo, o sea, la transformación de nuestro cuerpo, en donde nosotros obtendremos de parte de Jesucristo un nuevo cuerpo, un cuerpo eterno, inmortal y glorificado igual a Su propio cuerpo eterno y glorificado; y así estaremos como hijos e hijas de Dios manifestados en cuerpos eternos, y estaremos luego de tener el nuevo cuerpo, estaremos aquí en la Tierra de 30 a 40 días y después nos iremos a la Cena de las Bodas del Cordero con Cristo a la Casa de nuestro Padre Celestial; así como cuando Cristo resucitó y resucitaron con El los santos del Antiguo Testamento, luego estuvieron en la Tierra, Cristo estuvo en la Tierra y por consiguiente todos los santos también del Antiguo Testamento estuvieron 40 días en la Tierra apareciéndole a sus familiares y Cristo apareciéndole a Sus discípulos.

Así que Cristo fue visto por Sus discípulos en diferentes ocasiones —no menos de ocho ocasiones— en 40 días.

Así que los santos cuando resuciten en este tiempo final, también estarán de 30 a 40 días aquí en la Tierra en el cuerpo eterno y glorificado.

Ahora, cuando esto ocurra la liberación física del Israel Celestial, la liberación física de todos los hijos e hijas de Dios se habrá efectuado. Cristo en Su Primera Venida, y Cristo en Su Segunda Venida como nuestro Libertador para la liberación del Israel Celestial.

Ya hemos obtenido la liberación espiritual y solamente nos falta la liberación física, la liberación de lo mortal, corruptible y temporal, ser libertados físicamente obteniendo un cuerpo eterno, inmortal y glorificado.

Y ahora, para este tiempo final Dios enviaría un precursor preparándole el camino a Cristo para Su Segunda Venida. Ya el precursor vino y fue la cuarta manifestación del Ministerio de Elías en otro un hombre, un hombre de este tiempo, o sea, un hombre llamado William Marrion Branham; el cual nació en el año 1909 y partió en diciembre 24 de 1965; ese es el Elías que vendría preparándole el camino al Señor en Su Segunda Venida. Y conforme a como él ha dicho que será la Segunda Venida de Cristo, así tiene que ser cumplido. O sea, que tiene que venir nuevamente el Verbo, el Angel del Pacto, en medio del Israel Celestial primeramente que es Su Iglesia, y luego en medio del Israel terrenal que es el pueblo hebreo. Cuando el pueblo hebreo lo vea viniendo a Su Iglesia, dirá: “Ese es el que nosotros estamos esperando.” Pero El viene por Su Iglesia primeramente, para Su Iglesia, Sus escogidos, ser llamados y juntados con la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino por medio de los ángeles del Hijo del Hombre enviados con la Gran Voz de Trompeta de San Mateo, capítulo 24, verso 31, donde nos dice:

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos.”

También en la parábola del trigo y de la cizaña de San Mateo, capítulo 13, verso 30 al 43, Cristo ha prometido enviar Sus ángeles para llevar a cabo la Obra de la cosecha, del recogimiento, del trigo. Y también en la parábola de la red, donde es echada la red y son sacados, es sacada llena  de peces buenos y malos, dice: “Así será en el fin del siglo.” Dice que los ángeles serán los que llevarán a cabo esa labor (San Mateo, capítulo 13, verso 47 al 50). O sea, que eso es una señal muy clara del tiempo final. Vamos a ver capítulo 13, versos 47 al 50 de San Mateo, dice:

“Asimismo el reino de los cielos es semejante a una red, que echada en el mar, recoge de toda clase de peces;

y una vez llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera.

Así será al fin del siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos,

y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.”

Para los malos viene el crujir de dientes, porque serán echados en el horno de fuego, en la gran tribulación en donde el fuego atómico y volcánico se va a desatar, y se cumplirá lo dicho por Dios a través del profeta Malaquías, el cual vio el tiempo de la Primera Venida de Cristo, y el tiempo de la Segunda Venida de Cristo.

En el capítulo 4 de Malaquías, verso 1 en adelante, dice:

“Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho Jehová de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama (ese es el horno de fuego donde serán echados en el Día de Jehová o Día del Señor. ¿Y qué será de los escogidos, de Dios del trigo, de los peces buenos? Peces buenos representa a los escogidos de Dios).

Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia, y en sus alas traerá salvación; y saldréis, y saltaréis como becerros de la manada.”

“A los que temen mi nombre nacerá el Sol de Justicia,” eso es la Segunda Venida de Cristo, pues El es la Luz del mundo, El es el Sol de Justicia en Su Primera Venida y en Su Segunda Venida. Por eso en el Monte de la Transfiguración Su rostro resplandeció como el sol. Y luego en Apocalipsis, capítulo 1, verso 12 al 18, encontramos a Cristo con Su rostro como el sol, y también en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1, Cristo el Angel Fuerte que desciende del Cielo envuelto en una nube y el Arco Iris alrededor de Su cabeza y Su rostro como el sol, ¿por qué? Porque está ahí en esos símbolos Apocalípticos mostrando simbólicamente la Segunda Venida de Cristo con Su rostro como el Sol. El sol es el astro rey, y por consiguiente representa a Cristo, que es el Rey de reyes y Señor de señores.

Cristo también es el León de la tribu de Judá. Por eso está representado Cristo en Su Segunda Venida en el León de la tribu de Judá: porque El es el León de la tribu de Judá, el Rey de reyes y Señor de señores.

Y ahora, para los escogidos de Dios del Día Postrero de y en la Iglesia del Señor Jesucristo, podemos ver que hay grandes bendiciones prometidas, las cuales tienen que materializarse para traer la Redención de nuestro cuerpo, para traer la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos, y así obtener la liberación física, la libertad física, que será al obtener el cuerpo nuevo y eterno.

Sin ese nuevo cuerpo ninguna persona podrá ir a la Cena de las Bodas del Cordero, eso es la doble porción para todos los hijos e hijas de Dios; la primera porción es el bautismo del Espíritu Santo donde recibimos el cuerpo teofánico de la sexta dimensión y la segunda porción es el cuerpo físico, eterno y glorificado que El nos dará en el Día Postrero.

Y ahora, por cuanto El ha prometido la resurrección de los muertos en Cristo para el Día Postrero y luego la transformación de nosotros los que vivimos; porque primero resucitará a los muertos creyentes en El y luego los que vivimos seremos transformados; por lo tanto para el Día Postrero tenemos la promesa de la resurrección de los creyentes en Cristo que han partido, y la transformación de nosotros los que vivimos.

Y el Día Postrero, por cuánto un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día, los Días Postreros son: Quinto milenio, sexto milenio y séptimo milenio. Por eso es que Pedro predicando el día de pentecostés, dice que Dios prometió para los Días Postreros el Espíritu Santo, y allí les está mostrando a ellos que ya están viviendo en el Día Postrero porque ya están recibiendo el Espíritu Santo.

Vean en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 14 en adelante, dice:

“Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras.

Porque éstos no están ebrios, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día.

Mas esto es lo dicho por el profeta Joel:

Y en los postreros días, dice Dios,

Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne.”

¿Para cuándo San Pedro dice que Dios prometió por medio del profeta Joel que derramaría de Su Espíritu sobre toda carne? Para los postreros días.

“Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán;

Vuestros jóvenes verán visiones,

Y vuestros ancianos soñarán sueños;

Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días

Derramaré de mi Espíritu, y profetizarán.”

La promesa, vean ustedes, para los Postreros Días es que Dios derramará de Su Espíritu sobre toda carne, sobre toda persona que escucha la predicación del Evangelio de Cristo y lo recibe como su Salvador, y lava sus pecados en la Sangre de Cristo y es bautizado en Su Nombre. Cristo está comprometido a darle Su Espíritu Santo, Cristo está comprometido a bautizarlo con Su Espíritu Santo, y esto es para los Postreros Días. Los postreros días comenzaron en el tiempo de Jesús. Hebreos, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas (¿Cómo habló Dios? Por medio de los profetas. Esa es la forma de Dios hablar), en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”

Por medio del Hijo, por medio de Jesús, por medio de Jesucristo fue que Dios hizo el universo, Jesucristo estando en Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Y ahora, San Pablo dice: “Y en estos Postreros Días Dios ha hablado por Su Hijo.” Y ya han transcurrido dos mil años desde el nacimiento de Cristo hacia acá.

¿Se equivocarían San Pedro y San Pablo al decir que aquellos eran los Días Postreros? No se equivocaron. No se equivocaron porque un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día, y cuando se nos habla de los Días Postreros se nos está hablando de los milenios postreros que comenzaron cuando Jesús tenía alrededor de cuatro años de edad.

Cristo nació unos 4 años aproximadamente antes de comenzar el quinto milenio. El quinto milenio es el primer milenio de los milenios postreros, o sea, que delante de Dios es el primer Día de los Días Postreros, son los tres milenios postreros, son delante de Dios los tres Días Postreros delante de Dios.

Y ahora, en estos Días Postreros: Quinto, sexto y séptimo milenio, Dios ha prometido derramar de Su Espíritu Santo; por eso es que ha estado derramando de Su Espíritu Santo sobre todos los que han creído en Cristo como su Salvador, han lavado sus pecados en Su Sangre y han sido bautizados en Su Nombre y así ha sido invocado el Nombre del Señor sobre esas personas.

Y ahora, tenemos que la liberación del Israel Celestial se ha estado llevando a cabo por nuestro Libertador: Nuestro amado Señor Jesucristo. Y millones de miembros del Israel Celestial, millones de hijos e hijas de Dios han estado siendo libertados durante estos dos mil años que han transcurrido de Cristo hacia acá, y todavía siguen siendo libertados los creyentes, los que creen en Jesucristo como nuestro Salvador.

Y cuando sea libertado hasta el último de los que tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero desde antes de la fundación del mundo, cuando sea libertado hasta el último, cuando entre hasta el último de los escogidos, entonces se habrá terminado la liberación espiritual de los escogidos de Dios, y entonces vendrá la liberación física en donde Cristo reclama todo lo que El ha redimido con Su Sangre Preciosa, y resucitará los muertos en Cristo y nos transformará a nosotros y entonces todos tendremos un cuerpo inmortal, incorruptible y glorificado, y así estaremos libertados físicamente también; y ya las luchas de esta Tierra habrán terminado para todos nosotros, y entonces entraremos al Gozo de nuestro Señor; luego tendremos el nuevo cuerpo en donde Dios se manifestará plenamente en cada uno de ustedes y en mi también, y todos seremos iguales a nuestro amado Señor Jesucristo, pero El es el Mayor, El es nuestro Hermano Mayor.

Y ahora, nuestro Hermano Mayor Jesucristo es el que ha estado llevando a cabo toda esta labor de y para la gran liberación del Israel Celestial, lo cual fue tipificado en el Israel terrenal.

Y ahora bajo un Nuevo Pacto el Israel Celestial recibe las bendiciones de Dios, bajo un Nuevo Pacto, el Nuevo Pacto, bajo la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de Jesucristo, nosotros recibimos nuestra liberación espiritual y nacemos en el Reino de Dios, nacemos en la Iglesia de Jesucristo, y en el Día Postrero que es el séptimo milenio, en algún año del séptimo milenio, Séptimo Milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá seremos libertados físicamente obteniendo nuestra transformación.

Y ahora, nuestro Libertador es el mismo Angel del Pacto, el mismo Angel de Jehová que libertó al pueblo hebreo y que luego se hizo carne y habitó en medio del pueblo hebreo y fue conocido por el nombre de Jesús; El es nuestro Libertador; y en Su Segunda Venida El nos libertará físicamente, resucitará a los muertos en Cristo y a nosotros nos transformará.

En todo el Programa correspondiente a Su Segunda Venida está nuestra transformación, para nosotros los que vivimos, si permanecemos vivos hasta que los muertos en Cristo resuciten.

Y ahora, ¿por qué no ha acontecido todavía la resurrección de los muertos en Cristo y nuestra transformación física? Porque se está llevando a cabo la liberación espiritual primero. Y hasta que sea libertado espiritualmente hasta el último de los hijos de Dios, de los que tienen sus nombres en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero, puede venir la otra parte, o sea, la parte física de la liberación física que será nuestra transformación. Por eso llevamos el Mensaje del Evangelio por todos los lugares, porque el que es de Dios la Voz de Dios oye: “Mis ovejas oyen mi Voz y me siguen,” y El, el Buen Pastor, nos da vida eterna, vida en abundancia.

Y ahora en esta gran liberación del Israel Celestial nos encontramos bajo un Nuevo Pacto. Ya no estamos bajo el Pacto antiguo allá bajo la Ley, sino que estamos bajo un Nuevo Pacto. Y Cristo ha sido colocado por Pacto para todos nosotros, y bajo Su Sangre, la Sangre del Nuevo Pacto estamos nosotros protegidos, y la Vida de la Sangre del Nuevo Pacto es el Espíritu Santo, y viene a nosotros y produce el nuevo nacimiento.

Y ahora, bajo el Nuevo Pacto está Jesucristo nuestro Salvador llevando a cabo la gran liberación del Israel Celestial, de todos los hijos e hijas de Dios, de todas esas almas de Dios que vienen de Dios, vienen de la séptima dimensión a esta Tierra en cuerpos mortales, corruptibles y temporales, y necesitan nacer de nuevo, por eso se predica el Evangelio, para que escuchen y crean, porque la fe viene por el oir la Palabra de Dios.

Y ahora, lo más importante es la vida eterna; por consiguiente lo más importante es el nuevo nacimiento para cada persona que tiene su nombre en el Cielo escrito en el Libro de la Vida del Cordero. San Pablo en Gálatas, capítulo 6, verso 15, dice:

“Porque en Cristo Jesús ni la circuncisión vale nada, ni la incircuncisión, sino una nueva creación.”

Y ahora en una Nueva Creación nos encontramos nosotros, en la gran liberación del Israel Celestial, donde Dios está creando una Nueva Raza, porque la antigua raza descendiente de Adán es una raza caída; pero por medio del segundo Adán, Jesucristo nuestro Salvador, una Nueva Raza está siendo creada. Por eso por Creación divina El nos da un cuerpo teofánico de la sexta dimensión y luego nos dará en el Día Postrero un cuerpo físico, eterno y glorificado, todo eso por medio de Cristo en Su Programa de la Creación de una Nueva Raza, por medio de la Creación del Israel Celestial, lo cual se tipificó en el Israel terrenal.

Los tipos y figuras, las sombras, vean ustedes, estaban bajo el Pacto allá establecido bajo la ley. Pero ahora bajo un Nuevo Pacto, ya no la sombra, sino la realidad; ya no el tipo y figura, sino el anti-tipo, o sea, lo que aquel tipo y figura tipificaba; ahora estamos en la realidad. Y ahora en la realidad tenemos el Nuevo Pacto para todos los hijos e hijas de Dios. Ahora estamos viviendo la realidad de lo que fue tipificado en el Antiguo Testamento.

Y si en el tipo y figura fue algo grande y glorioso y Dios se manifestó poderosamente, ¿cómo será en la realidad siendo vivida en este tiempo final (lo cual fue tipificado en el pasado)? O sea, que lo que está sucediendo en este tiempo es más grande que lo que sucedió en el Antiguo Testamento, ¿por qué? Porque allá fue el tipo y figura, la sombra, y acá es la realidad, acá es lo que aquellos tipos y figuras estaban anunciando, señalando.

¿Qué es más grande: el cordero pascual que el pueblo hebreo sacrificó en Egipto o el Cordero de Dios que fue sacrificado en la Cruz del Calvario? Pues el Cordero de Dios que fue sacrificado en la Cruz del Calvario. Siempre la realidad es mayor que la sombra, que el tipo y figura.

Y ahora, nos dice el apóstol San Pablo de la siguiente manera… Dice en el capítulo 3 de Gálatas, verso 6 en adelante:

“Así Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia.

Sabed, por tanto, que los que son de fe, éstos son hijos de Abraham.”

Y ahora, la simiente Celestial de Abraham, miren, son los que sonde fe, son los creyentes en nuestro amado Señor Jesucristo.

“Y  la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones.

De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham.”

Y luego en el verso 14 de Gálatas, capítulo 3, dice:

“Para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.”

Por la fe recibimos la promesa del espíritu. Y en el capítulo 3, verso 26 al 29, dice (de Gálatas):

“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús;

porque todos los que habéis sido bautizados en Cristo, de Cristo estáis revestidos.

Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.

Y si vosotros sois de Cristo, ciertamente linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa.”

Y ahora, siendo nosotros de Cristo, somos linaje de Abraham por medio de Jesucristo el cual ha producido en nosotros el nuevo nacimiento.

Y ahora, la descendencia de Abraham a través de Cristo es la Iglesia del Señor Jesucristo y ese es el Israel Celestial. Y la liberación del Israel Celestial hemos visto cómo se ha estado llevando a cabo y cómo para este tiempo final se completará el número de los escogidos de Dios, del Israel Celestial, y luego que haya sido llevada a cabo la liberación espiritual del Israel Celestial, entonces viene la liberación física que es la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.

Y ahora, podemos ver que hay un Israel Celestial así como hay un Israel terrenal, y para el Israel Celestial hay grandes bendiciones en este tiempo final. El Israel Celestial está bajo el Nuevo Pacto, bajo la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de nuestro amado Señor Jesucristo, y tiene la señal de que esa Sangre ha sido aplicada en nuestras almas, y la señal es el Espíritu Santo, el bautismo del Espíritu Santo en donde obtenemos el nuevo nacimiento y obtenemos el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.

Estamos viendo la gran liberación del Israel Celestial, y esto es bajo el Nuevo Pacto donde Dios escribe Sus leyes, no en piedras, no en tablas de piedra, sino en las tablas de nuestro corazón. En el Nuevo Pacto y bajo el Nuevo Pacto Dios escribe Sus leyes en nuestros corazones, esa fue la promesa, El dijo: “Y escribiré mis leyes en vuestros corazones, o en vuestro corazón.”

Vean cómo Dios había prometido un Nuevo Pacto, y vean cómo bajo este Nuevo Pacto El ha estado escribiendo Sus leyes en nuestros corazones desde el día de pentecostés hasta este tiempo final.

Y ahora, en la gran liberación del Israel Celestial estamos esperando, en adición a la liberación espiritual, estamos esperando nuestra liberación física, en donde recibiremos el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado. Todo eso está en el Programa de la gran liberación del Israel Celestial bajo el Nuevo Pacto.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de LA GRAN LIBERACIÓN DEL ISRAEL CELESTIAL BAJO EL NUEVO PACTO.

En la próxima actividad, en la tarde, a las 3:00 de la tarde, continuaremos viendo nuestra posición como creyentes en Cristo, nuestra posición en el Cuerpo Místico de Cristo, y las grandes bendiciones que hay para todos nosotros, y veremos también el porqué Dios nos ha colocado en el territorio Latinoamericano y Caribeño.

Que las grandes bendiciones de Cristo, el Angel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mi también, y pronto se complete el número de los escogidos de Dios y pronto todos los muertos en Cristo sean resucitados en cuerpos eternos y nosotros seamos transformados. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Estaré todavía con ustedes en actividades. El domingo también estaremos viéndonos, y les pido que oren mucho por mí para que Dios, pues, me dé lo que yo debo hablarles a ustedes en esa actividad.

Para la semana santa tendremos bautismos en agua.

Así que, yo creo que el viernes durante el día podemos tener en la actividad de viernes santo, durante el día, podemos tener los bautismos en agua de todos los que todavía no han sido bautizados en el Nombre de nuestro amado Señor Jesucristo, y así cumplir Su ordenanza para recibir bendiciones de Dios.

Para esta tarde oren mucho por mí, para que El me dé todo lo que yo deba hablar en esta tarde.

Así que, Dios les continúe bendiciendo a todos, Dios les guarde y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de nuestro amado Señor Jesucristo.

Dejo con nosotros nuevamente a nuestro amado hermano Félix Caro para continuar. Si tienen algún anuncio también lo escucharemos, y luego tendremos un receso y regresaremos luego para glorificar a Dios y escuchar Su Palabra. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“LA GRAN LIBERACION DEL ISRAEL CELESTIAL”.

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