Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta noche tan hermosa, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor del Programa Divino correspondiente a nuestro tiempo. Reciban también saludos de Erica y América quienes les aman grandemente.
“LOS PASOS PARA NACER EN LA FAMILIA DE DIOS.”
Esos pasos Cristo los dio, dijo qué era necesario para nacer en la Familia de Dios. Dice capítulo 3, de San Juan, verso 1 en adelante, dice:
“Había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos.
Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Rabí, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él.
Respondió Jesús y le dijo: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios.
Nicodemo le dijo: ¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?
Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios.
Lo que es nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es.
No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo.
El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
Que Dios… sigue diciendo:
“Respondió Nicodemo y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto?
Respondió Jesús y le dijo: ¿Eres tú maestro de Israel, y no sabes esto?
De cierto, de cierto te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y no recibís nuestro testimonio.
Si os he dicho cosas terrenales, y no creéis, ¿cómo creeréis si os dijere las celestiales?
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del Hombre, que está en el cielo.
Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado,
para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él.
El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios. Y esta es la condenación: que la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas.
Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean reprendidas.
Mas el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
El tema es: “LOS PASOS PARA NACER EN LA FAMILIA DE DIOS.”
Toda persona quiere entrar al Reino de Dios, toda persona quiere nacer en la Familia de Dios, y Cristo aquí le muestra a Nicodemo que para entrar a la Familia de Dios, para nacer en la Familia de Dios, para entrar al Reino de Dios, se requiere nacer de nuevo, ¿por qué? Porque el ser humano a causa de la caída en el Huerto del Edén perdió el derecho a la vida eterna, perdió el derecho a la Gloria de Dios.
En Romanos, capítulo 3, verso 23 dice que por cuantos todos pecaron, todos han sido destituidos de la Gloria de Dios. Antes del pecado, miren ustedes, Adán vino antes de llegar a esta Tierra, primero pasó por la sexta dimensión donde él recibió un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; o sea, el alma de Adán recibió un cuerpo teofánico de la sexta dimensión; y antes de estar en carne humana aquí en la Tierra él era un hombre de la sexta dimensión. Así como el Señor Jesucristo antes de estar aquí en la Tierra era un hombre en la sexta dimensión, llamado en el Antiguo Testamento, el Angel de Jehová o Angel del Pacto.
Por eso fue que en el capítulo 8, verso 56 al 58 de San Juan, El dijo: “Abraham deseó ver mi día, lo vio y se gozó.” Le dicen: “No tienes cincuenta años, ¿y dices que has visto a Abraham?” Cristo dice: “Antes que Abraham fuese Yo Soy.” Entonces tomaron piedra para apedréarlo, porque había dicho una cosa tan grande y maravillosa como esa.
Ahora, miren ustedes, los seres humanos no han comprendido este misterio que hay en el ser humano: el ser humano es cuerpo, que es lo que todas las personas ven y lo que todas las personas piensan que es el ser humano. Pero el ser humano es cuerpo, espíritu y alma.
La perfecta voluntad de Dios para el ser humano es que venga con vida eterna a esta Tierra. Y para venir con vida eterna a esta Tierra tiene que antes de venir a esta Tierra en un cuerpo de carne, tiene que pasar por la sexta dimensión, tomar un cuerpo teofánico de la sexta dimensión parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión (eso es un cuerpo angelical), y luego venir a esta Tierra en un cuerpo eterno creado por Dios.
Pero a causa de que el ser humano pecó en el Huerto del Edén, de ahí en adelante el ser humano no ha podido venir, primero por la sexta dimensión para tomar su cuerpo teofánico angelical, y después venir a la Tierra y tomar un cuerpo creado por Dios, eterno, inmortal e incorruptible. Por eso el ser humano nace, vive un tiempo y después muere, porque aparece en la Tierra sin pasar por la sexta dimensión, sino que nace en este planeta Tierra obteniendo un cuerpo de carne mortal, corruptible y temporal, y un espíritu del mundo, o sea, un espíritu de la quinta dimensión. Y por cuanto esa dimensión se rebeló en contra de Dios, encontramos que la muerte es la consecuencia de esa rebelión. Por lo tanto el ser humano viene a esta Tierra como un descendiente de Adán. Y por cuanto Adán y Eva pecaron, la muerte entró a la raza humana por un hombre, por Adán, y vinieron a ser mortales con un lapso de tiempo de vida aquí en la Tierra en los cuerpos; y así toda la descendencia de Adán y Eva.
Ahora, para vivir eternamente se requiere que el ser humano nazca de nuevo. En el nuevo nacimiento la persona obtiene un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, un cuerpo angelical parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión; la sexta dimensión es el Paraíso; y así obtiene un cuerpo teofánico igual al cuerpo teofánico de Jesucristo nuestro Salvador, un cuerpo como el cuerpo teofánico que y en el que apareció Jesucristo a los profetas del Antiguo Testamento y que era llamado el Angel de Jehová.
Y ahora, vean ustedes, ese es el Orden para cada alma que tiene su nombre escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, venir con vida eterna, ser manifestado con vida eterna; así como Cristo nuestro Salvador apareció en la Tierra con vida eterna. Dijo: “Nadie me quita la vida, yo la pongo por mi mismo para volverla a tomar.”
Antes de El venir a esta Tierra en carne humana, El tuvo Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión y era llamado el Angel de Jehová o Angel del Pacto. El fue el que le apareció a Abraham como Melquisedec, y le apareció a Abraham como Elohím y comió con Abraham. El es el mismo que le apareció a Jacob, y Jacob se agarró de El y no lo soltó hasta que lo bendijo.
El es el mismo que le apareció al padre y a la madre de Sansón; a Manoa el padre de Sansón. Y Manoa no sabía que ese era el Angel de Jehová, hasta que le ofreció el sacrificio a Dios y en la llama de fuego que estaba consumiendo el sacrificio, subió ese Angel, ese Hombre, un Varón. ¿Ven? El cuerpo teofánico es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión. Ese era Jesucristo en Su cuerpo teofánico, Cristo en Su cuerpo teofánico.
Cuando subió en esa llama de fuego entonces Manoa supo que ese era el Angel de Jehová y dijo: “Hemos de morir porque hemos visto a Dios cara a cara.” Porque el Angel de Jehová es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico, en Su cuerpo angelical, en Su cuerpo de la sexta dimensión.
Y ahora, encontramos que ese mismo Orden es el que tiene que tomar todo hijo e hija de Dios, tiene que nacer en la sexta dimensión, y para eso la persona cree en nuestro Señor Jesucristo como su Salvador, cree en el Sacrificio de Cristo en la Cruz del Calvario, y así arrepentido de sus pecados coloca sus pecados en el Sacrificio de Cristo y son lavados por la Sangre de Jesucristo, es bautizada la persona en el Nombre del Señor Jesucristo y la promesa es que recibirán el Espíritu Santo. “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros padres, y para vuestros hijos, y para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.” Pedro dijo cuando les predicó el primer Mensaje dijo en el libro de los Hechos, capítulo 2, verso 38:
“Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas.
Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, y en el partimiento del pan y en las oraciones.”
Luego en el segundo Mensaje… eso fue en el primer Mensaje que predicó San Pedro el día de pentecostés. En su segundo Mensaje en el libro de los Hechos, capítulo 3, verso 18 al 19, nos dice:
“Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer.
Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados.”
¿Cómo son borrados nuestros pecados? Arrepentidos y convertidos a Cristo, recibiéndolo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre y siendo bautizados en Su Nombre, Su Nombre siendo invocado sobre nosotros y luego recibiendo el Espíritu Santo, y así nacemos de nuevo.
“…para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio,
y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado;
a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.”
Y ahora, el tiempo de la restauración de todas las cosas es este tiempo final donde Dios restaurará a cada uno de Sus hijos, o sea, a cada uno de los que han recibido a Cristo como su Salvador, han lavados sus pecados en la Sangre de Cristo, el Nombre del Señor Jesucristo ha sido invocado sobre la persona en el bautismo, y ha recibido el Espíritu Santo y así ha nacido de nuevo; la persona ha recibido un cuerpo teofánico de la sexta dimensión, eso es un espíritu teofánico de la sexta dimensión el cual es un cuerpo parecido a nuestro cuerpo pero de la sexta dimensión, un cuerpo angelical; por eso se le llama el Angel de Jehová o Angel del Señor que acampa en derredor de los que le temen y los defiende.
Cada creyente sobre el cual ha sido invocado el Nombre del Señor y ha recibido el Espíritu Santo tiene un ángel, le llaman también el ángel de la guarda, ángel guardián.
Y ahora, de esto también habló Cristo cuando dijo acerca de esos pequeñitos, dijo: “Sus ángeles ven el rostro de mi Padre cada día.”
Ahora podemos ver también cuando Pedro estuvo preso y Dios lo libertó y llegó a la casa donde estaban orando por él, y tocó a la puerta, una joven llamada Rode vino a la puerta y cuando vio que era Pedro de gozo no abrió la puerta, sino que fue a las demás personas que estaban allí orando por él, y les dice: “¡Es Pedro!” Ellos le dicen: “Rode estás loca, es su ángel.” Ellos pensaban que Rode, pues no sabía acerca del ángel que cada persona tiene, o que se le había olvidado. Pero vean ahí ellos tienen conocimiento de eso, de que cada persona tiene un ángel, un cuerpo teofánico de la sexta dimensión. Y ella dice: “No, es Pedro.” Y cuando fueron y abrieron la puerta, era Pedro.
Ahora, podemos ver los pasos para nacer en la Familia de Dios, para nacer en la Casa de Dios, que es la Iglesia del Señor Jesucristo. En esa Casa somos miembros nosotros como hijos e hijas de Dios.
Y para este tiempo final cuando se complete el número de los miembros de esa Familia, la Familia de Dios, los hijos e hijas de Dios; cuando se complete esa Casa en Su cuerpo teofánico, cuando se complete esa Familia, cuando haya nacido esa Familia completa en sus cuerpos teofánicos, o sea, en la sexta dimensión, luego viene —diríamos— el nacimiento físico, en cuerpos eternos físicos e inmortales y glorificados, y eso será la Adopción de todos los hijos e hijas de Dios, la Redención del cuerpo que será la resurrección de los muertos en Cristo en cuerpos eternos y la transformación de nosotros los que vivimos; y entonces estará completa la Familia de Dios con cuerpos teofánicos, espíritus teofánicos eternos de la sexta dimensión y cuerpos físicos, inmortales, incorruptibles y glorificados, igual al cuerpo de nuestro amado Señor Jesucristo. Y así tendremos cuerpo teofánico y cuerpo físico, eternos ambos cuerpos, como el cuerpo teofánico de Jesucristo y como el cuerpo físico de nuestro amado Señor Jesucristo.
Por eso es tan importante seguir los pasos correspondientes para nacer en la Familia de Dios. La Familia de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo. La Iglesia de Jesucristo tiene los hijos e hijas de Dios, esa es la Familia de Dios. Así como la familia en un hogar son los hijos de ese matrimonio.
Y ahora, para nacer en una familia hay que nacer del papá y de la mamá; y para nacer en la Familia de Dios hay que nacer de nuevo del Agua y del Espíritu, al creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizado en Su Nombre invocando el Nombre del Señor Jesucristo sobre la persona, y recibiendo el Espíritu Santo; y así nace la persona de nuevo, nace primeramente en la sexta dimensión en donde queda sentado en lugares celestiales en Cristo Jesús; y luego en el Día Postrero que es el séptimo milenio, para lo cual Cristo hablando en el libro o el evangelio según San Juan, capítulo 6, nos da una buena noticia. Dice capítulo 6, verso 39 al 40:
“Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero.
Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.”
Y el Día Postrero es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacía acá,. ¿En qué año del Día Postrero? ¿En que año del séptimo milenio? No sabemos. Pero está prometido para el séptimo milenio ese gran evento de la resurrección de los muertos en Cristo y transformación de nosotros los que vivimos. Para ser totalmente a imagen y semejanza de nuestro Señor Jesucristo. Primero obtenemos la imagen que es el cuerpo teofánico, y en adición en el Día Postrero obtendremos la semejanza física, el cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.
Por eso seguimos LOS PASOS PARA NACER EN LA FAMILIA DE DIOS, y obtener un cuerpo teofánico y luego para en el Día Postrero en adición obtener el cuerpo físico, eterno, inmortal e incorruptible, eso es la Adopción. Cuando seamos transformados tendremos la Plenitud de la Adopción, y así estaremos como hijos e hijas de Dios iguales a nuestro Hermano Mayor, nuestro amado Señor Jesucristo que es el Primero de esa Nueva Creación, de esa Familia de Dios.
Ha sido un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LOS PASOS PARA NACER EN LA FAMILIA DE DIOS.”
Muchas gracias por vuestra amable atención y pasen todos muy buena noches.
Dejo con nosotros al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
Vamos a ver por dónde vendrá Miguel. Mientras tanto escuchamos acerca del que ha hecho posible el nuevo nacimiento, el nacer en la Familia de Dios, y ése es ese Hombre que nos transformó, Jesucristo nuestro Salvador. Escuchemos acerca de se Hombre que nos transformó.
“LOS PASOS PARA NACER EN LA FAMILIA DE DIOS.”