Muy buenos días, amados amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final. Para lo cual quiero leer en Primera de Crónicas, capítulo 28, versos 1 al 7, donde dice:
“Reunió David en Jerusalén a todos los principales de Israel, los jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que servían al rey, los jefes de millares y de centenas, los administradores de toda la hacienda y posesión del rey y de sus hijos, y los oficiales y los más poderosos y valientes de sus hombres.
Y levantándose el rey David, puesto en pie dijo: Oídme, hermanos míos, y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una casa en la cual reposara el arca del pacto de Jehová, y para el estrado de los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo para edificar.
Mas Dios me dijo: Tú no edificarás casa a mi nombre, porque eres hombre de guerra, y has derramado mucha sangre.
Pero Jehová el Dios de Israel me eligió de toda la casa de mi padre, para que perpetuamente fuese rey sobre Israel; porque a Judá escogió por caudillo, y de la casa de Judá a la familia de mi padre; y de entre los hijos de mi padre se agradó de mí para ponerme por rey sobre todo Israel.
Y de entre todos mis hijos (porque Jehová me ha dado muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el trono del reino de Jehová sobre Israel.
Y me ha dicho: Salomón tu hijo, él edificará mi casa y mis atrios; porque a éste he escogido por hijo, y yo le seré a él por padre.
Asimismo yo afirmaré su reino para siempre, si él se esforzare a poner por obra mis mandamientos y mis decretos, como en este día.”
Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.
Nuestro tema es: “EL ELEGIDO PARA EDIFICAR LA CASA DE DIOS.”
La Casa de Dios es el Templo de Dios donde Dios mora, y Dios le dijo al rey el cual tenía en su corazón edificar una casa para Dios, un templo para Dios, donde colocaría el arca del pacto y donde Dios moraría, porque Dios mora sobre el propiciatorio que está sobre el arca del pacto.
David preparó todo, pues él tenía ese deseo en su corazón y se lo dijo al profeta Natán, y el profeta Natán le dijo: “Has conforme a lo que está en tu corazón. Dios está contigo.” Y David comenzó a preparar todo, preparó los planos, comenzó a almacenar todos los materiales para la construcción: oro, plata, hierro, bronce, madera, piedras; de todo lo que se necesita en una construcción. Y luego Dios le dice al profeta Natán: “David no me edificará casa porque él ha sido un guerrero y ha derramado mucha sangre, pero su hijo Salomón me edificará la casa.”
David de momento le dio tristeza de que él no pudiera edificarle la casa a Dios, pero el saber que su hijo Salomón le edificaría la casa, se puso contento; porque así como toda persona al saber que Dios tiene una bendición grande para uno de Sus hijos o para todos Sus hijos, se pone contento y dice: “Bueno, si Dios no me da esa bendición a mí, se la da a mis hijos o a uno de mis hijos; yo también soy feliz en ver a mi hijo bajo la bendición de Dios, haciendo la labor que Dios tiene para él.”
Y ahora, David estaba muy contento en saber que su hijo Salomón, el cual se sentaría en el Trono de David, y del cual Dios le habló por medio del profeta Natán que ése se sentaría en el trono y del cual David también había dicho que ése sería el que se sentaría en el Trono, se lo había prometido a su esposa.
Y ahora, le toca también el que se siente en el Trono construir la Casa, el Templo, para Dios; ése fue el elegido.
Y ahora, siendo que el pueblo hebreo y todas las cosas que ha tenido el pueblo hebreo son tipo y figura de las cosas celestiales, en el Israel Celestial encontramos que todo lo que fue realizado en medio del pueblo hebreo, todas esas cosas buenas que de parte de Dios fueron realizadas, serán realizadas en el Israel Celestial.
Y ahora encontramos al rey Salomón el cual se sentó en el Trono de David, fue el que le siguió al rey David, lo encontramos que es un joven y le dice Dios cuando Dios le apareció en sueños en Gabaón, le dice Dios: “Pídeme lo que tu quieras.” Podía pedir riquezas, podía pedir que todos sus enemigos fuesen destruídos o podía pedir fama, o cualquier cosa podía él pedir; pero él pidió sabiduría y ciencia para guiar al pueblo hebreo y a Dios le agradó, Dios sabía lo que iba a pedir.
Pues Dios no le va a decir a uno del cual El sabe que lo que va a pedir es riquezas para malgastar todas esas riquezas, no le va a decir: “Pide lo que quieras.” Pero Dios sabía lo que iba a pedir Salomón, y por cuanto Salomón tenía libre albedrío él escogió lo mejor: sabiduría y ciencia para guiar al pueblo hebreo, y vino a ser el hombre más sabio, el rey más sabio y Dios le dijo: “Por cuanto has pedido esto…” Vean, pidió algo para él, para usarlo en beneficio del pueblo de Dios.
Todas las cosas que Dios nos da, la mejor forma de usarlas es en favor del pueblo de Dios.
Y ahora, Dios se agradó tanto en que Salomón pidiera sabiduría y ciencia para usarla en favor del pueblo de Dios, porque el pueblo hebreo como nación es el pueblo de Dios, la nación que Dios creó, y todo el que bendiga al pueblo hebreo será bendito y el que lo maldiga será maldito.
Y ahora, con lo que Salomón pide para él, para usarlo en favor del pueblo hebreo, va a bendecir al pueblo hebreo, por lo tanto Dios bendice a Salomón. Y le dice: “Ahora por cuanto has pedido sabiduría y ciencia, te daré también riquezas, serás el hombre más rico, te daré fama también y así serás la persona más importante, el rey más sabio y más rico de todos los reyes que Israel tendrá.”
Y ahora vean ustedes, Salomón con esa bendición tan grande (y fue un sueño, fue en sueños que le habló Dios esa primera ocasión y luego le habló en otra ocasión también en sueños)…
Y ahora, encontramos que el rey Salomón con esos sueños que recibió de parte de Dios, el primero y luego más adelante recibió otro, en esa forma; por cuanto él no era profeta Dios le habló por sueños, y le dijo la bendición tan grande que El le estaba dando.
Y ahora, Salomón recibe de parte de su padre David el trono antes de morir; David hizo bien en sentar en el trono al que vendría después de él: a Salomón. Si David muere sin colocar antes de morir a alguien en el trono, eso iba a ser una guerra entre hermanos matándose unos con los otros por el trono; eso ha sucedido en muchas naciones y sucedería en medio del pueblo hebreo si David no colocaba antes de morir a uno en el trono.
Vean, todavía David no había muerto y un hermano (un hijo de David) de Salomón ya se estaba proclamando rey y ya venía, estaban sonando las trompetas para proclamarlo rey; pero David escuchó la noticia y colocó a Salomón en el trono y lo proclamó rey, y entonces el otro cuando supo que ya David había colocado en el trono a Salomón, entonces se llenó de miedo el que quería coronarse rey.
Y ahora vean ustedes, lo habían proclamado rey un grupo que estaba con él —a esta otra persona—, pero cuando David coloca como rey a Salomón en el trono, ya no había lugar para otra persona tratar de tomar el trono de David.
Y ahora vean, siempre el trono ha sido luchado por muchas personas, pero Salomón lo obtuvo sin tener que pelear, pues tenía a su madre que le ayudó. Toda madre que ama a sus hijos, pues trata que la bendición de Dios sea para ellos.
Y ahora, también tenía de su parte al profeta Natán, teniendo el rey de parte a su madre; o sea, Salomón, teniendo de parte a su madre y también a un profeta, al profeta de ese momento, ¿qué más podía querer, qué más podía necesitar? Y Dios le reveló al profeta Natán que Salomón sería el sucesor, y ya David había dicho anteriormente que el sucesor suyo sería Salomón y se lo había prometido a su esposa.
Por lo tanto para Salomón el sentarse en el trono sería el cumplimiento de la promesa de David y el cumplimiento del deseo de Dios, y ese sería el elegido para sentarse en el trono de David y también para edificar la Casa de Dios, el Templo de Dios, donde Dios moraría y donde estaría el Nombre de Dios.
¿Y por qué estaría el Nombre de Dios allí? Porque Dios estaría allí. Y donde Dios está, pues ahí está Su Nombre. Y Dios estaba allí o estaría allí en esa casa que Salomón le edificaría como estuvo en el tabernáculo que Moisés edificó a Dios.
¿Por qué era tan importante ese tabernáculo que Moisés edificó y luego el templo que edificó Salomón? Pues era más importante que todos los templos que los seres humanos tenían en las diferentes naciones, porque todos construían sus templos de acuerdo al diseño que ellos obtenían o diseñaban; pero el diseño del tabernáculo que construyó Moisés y del templo que construyó Salomón, ¿de dónde vino? De Dios, porque es tipo y figura del Templo Celestial.
Y ahora, en esta construcción de este Templo encontramos que Dios al rey David le dio toda esa revelación de cómo construir ese Templo —vamos a pedirle a Miguel nos busque el lugar donde el mismo rey David dice que todo eso le fue revelado.— Capítulo 28 de Primera de Crónicas, verso 19, dice:
“Todas estas cosas, dijo David, me fueron trazadas por la mano de Jehová, que me hizo entender todas las obras del diseño.”
¿Ven? Estos planos que le dio el rey David a su hijo Salomón, los cuales David ya tenía listos, porque él quería y deseaba en su alma, en su corazón, edificarle esa casa a Dios, pues el arca del pacto estaba bajo carpa; y ahora el rey David quería hacerle una casa a Dios.
Y ahora, Dios fue el que con Su mano le trazó todo el diseño y le hizo entender todas las obras del diseño. Así que Salomón recibía los planos y recibía también oro, plata, bronce, cobre, hierro también, y también madera y piedras, y tenía el pueblo en donde estaban los obreros para trabajar y los que necesitase en adición, pues se los pediría al rey de Tiro que era muy amigo de David.
Y le escribió al rey de Tiro a Hiram y él le envió uno que conocía de diseños, que podía hacer cualquier obra, era hijo de una hebrea y de un hombre de Tiro; y fue enviado a Salomón para comenzar esa obra tan importante la cual es la construcción de la casa de Dios. De todas las obras que el pueblo hebreo llevó a cabo, la más importante fue la construcción de la casa de Dios. Porque no hay cosa más importante en esta Tierra que la Casa de Dios, donde mora el Espíritu de Dios, donde mora el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.
Y ahora, en medio del pueblo hebreo tendrían la Casa de Dios, en el pueblo hebreo como nación establecida la nación hebrea en la tierra de Israel; así como lo más importante en medio del pueblo hebreo cuando venía por el desierto era el tabernáculo donde estaba el arca del pacto; lo más importante de todo en el templo es el arca del pacto que estaba en el lugar santísimo, y sobre el arca del pacto, sobre el propiciatorio, estaba la Columna de Fuego, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová.
Y por cuanto el Nombre de Dios está en el Ángel, vean ustedes, por esa causa en la Casa de Dios está el Nombre de Dios porque allí está el Portador del Nombre de Dios.
Éxodo, capítulo 23, versos 20 en adelante, dice:
“He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.
Guárdate delante de él, y oye su voz; no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él.”
¿Dónde está el Nombre de Dios? En el Ángel de Jehová. Por eso cuando Moisés en el capítulo 3 del Éxodo, verso 13 en adelante le pregunta al Ángel que le apareció, y le dijo: “Yo Soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” siendo el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, pues tiene que tener el Nombre de Dios, porque el Ángel de Jehová es el mismo Dios en Su cuerpo teofánico. Dios estando en Su cuerpo teofánico está como un Ángel, el Ángel de todos los ángeles, el Ángel de Jehová y tiene ahí el Nombre.
Así como usted y yo para tener el nombre que tenemos tuvimos que nacer para poder ser llamados por ese nombre, tuvimos que tener un cuerpo. Y ahora, para Dios ser llamado por ese nombre que le reveló a Moisés, pues tuvo un cuerpo teofánico, un cuerpo angelical, ¿el cual vino de dónde? Del mismo Dios. El Verbo que era con Dios y era Dios, el Verbo, el Logos que salió de Dios.
Y ahora, Dios se hace visible (pero en otra dimensión) en ese cuerpo teofánico, y esa es la imagen de Dios, se hizo visible en un cuerpo teofánico que es parecido a nuestro cuerpo pero de otra dimensión; y luego en Su Programa estaba tener un cuerpo de carne también y eso sería la semejanza de Dios.
Y ahora, Dios el cual le apareció al Profeta Moisés en ese cuerpo teofánico el cual es un cuerpo angelical; por eso se llama el Ángel de Jehová; también todos los hijos e hijas de Dios son como los ángeles porque obtienen un cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión y en el Día Postrero obtendrán el cuerpo físico, eterno, inmortal, incorruptible y glorificado para también tener la semejanza de Jesucristo.
Y ahora, Dios moraría en una casa que fue o que sería hecha por Moisés, y luego una casa que sería hecha por el rey Salomón en donde estaría el arca del pacto en el lugar santísimo, y sobre el arca del pacto estaría el propiciatorio que es el trono de intercesión. El trono de Dios en esa casa es el propiciatorio y ese trono ahí, ese propiciatorio, representa el Trono de Dios en el Cielo.
Esa casa que construyó el rey Salomón al igual que el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés han sido conforme al plano del Templo Celestial; y por consiguiente Dios moraría en el tabernáculo que construyó Moisés y en el templo que construyó el rey Salomón y moraría sobre el propiciatorio, sobre el mismo propiciatorio que construyó el Profeta Moisés y arca del pacto que construyó Moisés, moraría Dios tanto en el tabernáculo que construyó Moisés como en el templo que construyó el rey Salomón; porque la misma arca del pacto que construyó el Profeta Moisés, luego fue colocada dentro del tabernáculo o templo que construyó el rey Salomón, fue metida dentro del lugar santísimo.
Y ahora miren ustedes lo importante que es el Lugar Santísimo y la importancia del Arca del Pacto en el Lugar Santísimo; pues si no está en el Arca del Pacto, no hay Presencia de Dios, porque la Presencia de Dios es manifestada sobre el Propiciatorio, dice el Éxodo, capítulo 25, verso 21 en adelante ó 19 en adelante (19 al 22), dice:
“Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos.”
O sea, que el propiciatorio que es la tapa; pensemos una tapa así sobre el arca del pacto [El Hno. William señala la parte superior del púlpito – Editor], es de oro y a cada lado está un querubín, mirando ambos hacia el centro que es donde está la Presencia de Dios en la Luz de la Shekinah o Columna de Fuego, dice:
“Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines.
Y pondrás el propiciatorio encima del arca (¿Ven? Encima del arca como la tapa del arca), y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.
Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel.”
Ahí podemos ver cómo sería la Presencia de Dios allí en ese templo y dónde estaría la Presencia de Dios, y todo esto tiene que estar en un Templo, y ya no está el que construyó el Profeta Moisés ni tampoco está el que construyó el rey Salomón; pero tiene que haber un Templo aquí en el planeta Tierra en donde Dios esté y desde donde Dios se manifieste y desde donde venga el Mensaje para el pueblo hebreo. Por lo tanto ese Templo tiene que tener todo lo que tenía el tabernáculo que construyó el rey Salomón y el tabernáculo que construyó el Profeta Moisés. El apóstol San Pablo nos dice que las cosas que estaban en aquel templo que construyó el Profeta Moisés eran la sombra de los bienes venideros.
Y ahora, veamos un poco más acerca de este templo, porque si otro templo es construido tiene que guardar todos los detalles del diseño del tabernáculo que construyó el rey Salomón y también del tabernáculo que construyó el Profeta Moisés. Dice en Levítico, capítulo 16, verso 1 en adelante (1 al 3), dice:
“Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón, cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron.”
O sea, se acercaron delante de Jehová, entraron al lugar santísimo, entraron con incensarios y tenían en sus incensarios fuego extraño, luego lo vamos a ver… o lo podemos ver aquí antes de continuar para que sepamos porqué murieron. En el capítulo 10 de Levítico, verso 1 al 2, dice:
“Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó.
Y salió fuego de delante de Jehová y los quemó, y murieron delante de Jehová.”
Ahora podemos ver la causa por la cual murieron: ofrecieron a Dios fuego extraño que Dios nunca demandó, ellos no eran tampoco sumos sacerdotes, aunque eran hijos del sumo sacerdote; pero era el sumo sacerdote el que tenía el derecho de entrar al lugar santísimo y ofrecer el incienso allí con el incensario.
Continuemos, dice: “Y Jehová…” Ahora continuamos en el capítulo 16, donde dice:
“Y Jehová dijo a Moisés: Dí a Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo, delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el propiciatorio.”
Vean dónde aparecía Dios en la Columna de Fuego, la Nube de Fuego allí en el templo: aparecía en el lugar santísimo sobre el arca del pacto, en el propiciatorio, en medio de los dos querubines de oro; porque el propiciatorio representa el Trono de Dios en el Cielo.
Y ahora, Dios está mostrando aquí que mientras hay sangre ofrecida a Dios, sangre de la expiación que se efectuaba el día 10 del mes séptimo de cada año y era llevada por el sumo sacerdote al lugar santísimo y era esparcida sobre el lugar santísimo siete veces, mientras está la sangre allí hay Misericordia para el perdón de los pecados del pueblo y para ser reconciliados con Dios. Por eso vean ustedes la importancia del día de la expiación aquí en el capítulo 23 de Levítico, verso 6 en adelante, donde dice:
“También habló Jehová a Moisés, diciendo:
A los diez días de este mes séptimo será el día de expiación; tendréis santa convocación, y afligiréis vuestras almas, y ofreceréis ofrenda encendida a Jehová.
Ningún trabajo haréis en este día; porque es día de expiación, para reconciliaros delante de Jehová vuestro Dios.”
Vean, ese es el día de la reconciliación, día de la Misericordia de Dios extendida al pueblo hebreo:
“Porque toda persona que no se afligiere en este mismo día, será cortada de su pueblo.”
Y ahora, en este día en que el sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío por Jehová y llevaba la sangre del macho cabrío que es la sangre de la expiación, al lugar santísimo, vean ustedes, pasaba del atrio donde se efectuaba el sacrificio, pasaba por el lugar santo y llegaba luego al lugar santísimo, y era colocada sobre el propiciatorio cuando esparcía Moisés que fue el primero que lo hizo sobre el propiciatorio, porque Moisés fue el que dedicó a Dios el tabernáculo; y luego cada año tenía que efectuar esa labor el sumo sacerdote.
Y eso es tipo y figura de Cristo el cual es nuestra Expiación por el pecado, siendo sacrificado, y Cristo como Sumo Sacerdote llevando Su propia Sangre de la Expiación al Lugar Santísimo del Templo Celestial.
Vean ustedes, antes de Cristo ascender, pasó por el Paraíso y luego resucitó, y luego de 40 días ascendió al Cielo con los santos del Antiguo Testamento y se sentó en el Trono de Dios (eso es sentarse a la Diestra de Dios), y ha colocado sobre el propiciatorio, el Trono de Dios, Su propia Sangre como la Sangre de la Expiación para todos los que tienen su nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Y ahora, todo eso ha estado ocurriendo en el Templo Celestial en el Cielo, hasta que entre hasta el último de los escogidos de Dios, hasta que entre hasta el último de los que tienen sus nombres escritos en el Cielo en el Libro de la Vida del Cordero.
Pero ahora aquí en la Tierra, así como Moisés construyó un tabernáculo y Salomón construyó un templo para nuestro Dios, para Dios morar en él, nos preguntamos: “¿Y no será construido otro Templo aquí en la Tierra donde la Presencia de Dios esté en toda Su Plenitud?” Claro que sí.
Y ahora vamos a ver quién es el Elegido para la construcción de ese Templo. El rey Salomón fue el elegido para la construcción de aquel templo y él fue el que se sentó en el trono de David, el hijo de David según la carne fue el heredero del trono y el elegido para la construcción también del templo donde Dios moraría y donde estaría el Nombre de Dios.
Y ahora veamos en Zacarías, capítulo 6 lo que nos dice de la construcción del templo allá en los tiempos de Zacarías y otras personas. Capítulo 6, verso 12, dice:
“Y le hablarás, diciendo: Así ha hablado Jehová de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo de Jehová (¿Quién edificará el Templo de Jehová? El renuevo, el cual brotará de sus raíces).”
Y ahora, en este tiempo era para la restauración o reedificación del templo o construcción del templo allá, porque el templo que había construido Salomón había sido destruido; pero ahora tiene que venir una restauración.
Recuerden que el templo allá en Jerusalén fue destruido en algunas ocasiones y luego restaurado y luego destruido, y el último templo que hubo fue el que construyó Herodes, pero ese templo ni tenía el arca del pacto y por consiguiente no tenía la Columna de Fuego allí presente; por lo tanto Dios no estaba allí, porque El mora sobre el arca del pacto, sobre el Propiciatorio en medio de los dos querubines de oro.
Ahora, para la reedificación del templo en ese tiempo del profeta Zacarías y del sumo sacerdote Josué y príncipe Zorobabel (que es descendiente del rey David), aquí esta reedificación que va a ser llevada a cabo será tipo y figura de la construcción de un Templo que el Hijo de David, el Mesías, va a construir; pues todos los hebreos saben que es el Mesías el que tiene que construir el Nuevo Templo y piensan que es un templo literal que va a ser construido allí en Jerusalén donde está en la actualidad la Mezquita de Omár.
Pero miren ustedes: es el Mesías el que construye ese Templo, y vamos a ver en esta ocasión ese Templo siendo construido de acuerdo al modelo del Templo Celestial, de acuerdo al diseño que Dios le dio al Profeta Moisés y al rey David, el cual le pasó a Salomón esos planos.
Hemos visto que es el renuevo que nace, que viene de las raíces de David; y ahora por cuanto Zorobabel en aquel tiempo venía de las raíces de David, era un descendiente de David, es tipo y figura del Mesías en Su Venida para construir el Nuevo Templo; y por eso el Mesías en Su Primera Venida viene como un descendiente del rey David; por lo tanto El viene como un renuevo que nace de la raíz de David.
Y ahora en Zacarías, capítulo 4, tenemos aquí el diseño para la construcción del Templo, en donde aparece el candelabro de oro con un depósito encima, y siete lámparas encima del candelabro y siete tubos para las lámparas. Vamos a leerlo, capítulo 4 de Zacarías:
“Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño.
Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él;
Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda.
Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío?
Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío.
Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es la palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.
¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella.
Vino palabra de Jehová a mí, diciendo:
Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros.
Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán.”
El día de las pequeñeces es el tiempo que a nosotros nos toca vivir en estos cuerpos mortales, corruptibles y temporales. Por eso está lo que Jesús dijo: “En lo poco has sido fiel en lo mucho te pondré, entra en el gozo de tu Señor.”
Vivir en estos cuerpos mortales es lo poco, pero lo mucho es vivir en el cuerpo glorificado y eterno. Si somos fieles en este cuerpo mortal, temporal y corruptible, pues seremos fieles en el nuevo cuerpo también:
“Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra.”
Ahí tenemos las siete lámparas encendidas que son los siete ojos de Jehová que recorren toda la Tierra. Apocalipsis, capítulo 4, verso 5, nos dice: “Y del trono salían relámpagos…” Vamos a ver 4 y 5:
“Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas (son los 12 patriarcas y los 12 apóstoles. Cuando se ve en la Biblia una persona con una corona, eso se trata de hombres que son coronados como reyes; por eso los 12 apóstoles se sentarán en 12 tronos y juzgaran a las 12 tribus de Israel, dice Jesús en San Mateo, capítulo 19, versos 28 al 30).
Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios.”
Y ahora en Apocalipsis, capítulo 1, veamos estos siete espíritus de Dios, capítulo 1, verso 4, dice:
“Juan, a las siete iglesias que están en Asia: Gracia y paz a vosotros, del que es y que era y que ha de venir, y de los siete espíritus que están delante de su trono (los siete espíritus que están delante de Su Trono que son las siete lámparas de fuego).”
Y ahora, en el capítulo 5 del Apocalipsis, vamos a ver esos siete espíritus de Dios. Dice Apocalipsis, capítulo 5, verso 6, dice:
“Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.”
Y ahora en el Cordero que es Cristo, están los siete ojos que son los siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra y que son las siete lámparas de fuego que están delante de Dios; esas siete lámparas de fuego y siete espíritus, son los siete ojos de Dios que recorren toda la Tierra y cuando eso se materializa en la Tierra, pues son los siete ángeles mensajeros de las siete edades de la Iglesia
¿Y cómo siete lámparas de fuego delante de Dios, y siete ojos, y siete espíritus pueden ser siete mensajeros? En Hebreos, capítulo 1, verso 7, dice:
“Ciertamente de los ángeles dice:
El que hace a sus ángeles espíritus (esos ángeles mensajeros son esos siete espíritus de Dios enviados por toda la Tierra),
Y a sus ministros llama de fuego (son esos siete ministros, siete ángeles mensajeros, esas siete llamas de fuego, esas siete lámparas allí de fuego encendidas delante de la Presencia de Dios).”
Y ahora miren cómo viene todo esto contenido en un hombre enviado en cada edad que es el ángel mensajero de Jesucristo de cada edad, en el cual Cristo ha estado manifestado en Espíritu Santo llevando a cabo una Obra muy importante. ¿Y esa obra saben cuál es? La construcción de un Nuevo Templo.
El obró desde el día de pentecostés por medio de los apóstoles, y siguió obrando por medio de ellos y llamando y juntando hebreos; y también luego que llamó a Saulo de Tarso y al ser convertido luego vino a ser Pablo o San Pablo, y luego lo envió a los gentiles. Y de entre los gentiles ha estado llamando un pueblo para Su Nombre de etapa en etapa, de edad en edad.
De edad en edad envía una de esas lámparas de fuego, un ángel mensajero para cada edad, ese es un ojo, uno de los siete ojos para cada edad, y luego que lo envía y lo usa termina su labor, pues ha llamado ya a Sus hijos de ese tiempo, han escuchado Su Voz; y luego los llama a descansar por un tiempo hasta que llega el momento de la resurrección y también hasta que llegue el momento de ser juzgado cada uno de esos ángeles mensajeros; y eso es cuando entra hasta el último de los escogidos de Dios, que Cristo terminará Su Obra de Intercesión y entonces tomará el Título de Propiedad, hará Su Obra de Reclamo, juzgará a Sus ángeles mensajeros y luego viene la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos.
Ahora, en la construcción de un Nuevo Templo lo cual está mostrado aquí en Zacarías, capítulo 4, lo cual será hecho, construido “sin ejércitos y sin fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová.” Va a ser construido ese Templo, ese Nuevo Templo con el Espíritu de Dios. El Espíritu de Dios es el que construirá ese Templo. “Si Jehová no edifica, no construye la Casa, en vano trabajan los edificadores (o sea, los constructores).”
Y ahora… eso está en el Salmo 127, el verso 1. Y en Proverbios nos habla acerca de la edificación de la Casa, y vamos a ver lo que nos dice en Proverbios, capítulo 9. Proverbios, capítulo 9, nos habla de la construcción de una Casa, vamos a ver cómo es:
“La sabiduría edificó su casa,
Labró sus siete columnas.”
Y aquí la sabiduría personificada es Jesucristo, el cual ha sido hecho sabiduría de Dios, es la Sabiduría de Dios.
Por eso es que en Proverbios nos habla, y dice, la Sabiduría dice: “Dios me poseyó desde el principio y eternamente.” Y dice que cuando Dios creaba los Cielos y la Tierra, dice: “Allí estaba Yo y Dios se recreaba en mí.” Y eso está hablando de Cristo, porque por Cristo y para Cristo fueron hechas todas las cosas, por El y para El. {Proverbios 8:22 – Editor}.
En hebreos, capítulo 3 ó capítulo 1, verso 3, dice (hablando de Cristo, dice):
“El cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas.”
Aquí podemos ver que es Cristo el Creador y Sustentador de todas las cosas. También vamos a leer completo del 1 en adelante de este mismo capítulo 1 de Hebreos, dice:
“Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas,
en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo.”
Por medio de Su hijo, por medio de Cristo, hizo el universo. Y Cristo antes de tener Su cuerpo de carne era el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, el Verbo que era con Dios y era Dios, dice San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 15 al 16:
“Sin contradicción, grande es el misterio de la piedad:
Dios fue manifestado en carne.”
“Y ha sido visto de los ángeles,” también dice.
Y ahora en el evangelio según San Juan, capítulo 1, verso 1 en adelante hasta el 18 nos habla acerca de Cristo, y nos dice:
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.
Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas (¿qué sucedió con las tinieblas?) Las tinieblas no prevalecieron contra ella…”
Vamos a ver:
“Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (o sea, que nadie más creó nada, todo lo creó el Verbo que era con Dios y era Dios).
En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.
La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella.
Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan (o sea, Juan El bautista).
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz (o sea, para que diese testimonio del Verbo que era con Dios y era Dios, que es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová).”
Por eso en Malaquías, capítulo 3, verso 1 al 2, hablándonos acerca de Juan el Bautista, dice que Dios enviará uno para preparar el camino delante de El. Dice:
“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí.”
¿Quién está hablando ahí? Dios. Dios va a enviar Su mensajero (el cual será Juan el Bautista) delante de El para que le prepare el camino, porque Dios va a venir en medio de la raza humana en un cuerpo de carne, Dios se va a hacer carne y va habitar en medio del pueblo hebreo y por consiguiente en medio de la raza humana. Por eso Su Nombre sería Emanuel como dice Isaías en el capítulo 7, verso 14, donde dice que les dará una señal. “He aquí…” el profeta Isaías recibe la revelación de la Venida de Emanuel —Emanuel significa Dios con nosotros.— Dice:
“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel.” (Isaías, capítulo 7, verso 14).
Y ahora, esa señal tan grande que sería dada: La virgen concibiendo un hijo y dando a luz un hijo y se llamaría Su nombre Emanuel, y aquí dice que se llamará Su nombre Emanuel —que traducido es Dios con nosotros.— Y cuando nació, para nacer antes el arcángel Gabriel le dice: “Le pondrás por nombre Jesús.” No le dice: “Le pondrás por nombre Emanuel.” Cualquier persona puede decir: “Pero si ya Dios dijo por medio del profeta Isaías que se llamará su nombre Emanuel, ¿y ahora por qué le van a poner Jesús?.” Porque Jesús, Jesucristo es Emanuel. Jesucristo es Dios con nosotros.
Cualquier persona que no entiende las profecías Bíblicas puede decir: “Hay una contradicción ahí, el profeta Isaías dijo: “Se llamará Su nombre Emanuel, y ahora, en el Nuevo Testamento el arcángel Gabriel le dice que le pongan por nombre Jesús.” Pues no hay ninguna contradicción porque Jesucristo es el Verbo hecho carne, Dios hecho carne en medio del pueblo hebreo, Jesucristo es Emanuel, Dios con nosotros.
Y ahora, continuemos aquí en Malaquías. Ya sabemos que este mensajero que El enviaría sería – fue Juan el Bautista, y luego de El aparecer y preparar el camino al que Lo envió, que fue Dios, el Ángel del Pacto, dice:
“Y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis (¿Quién vendrá? El Señor a quien busca el pueblo hebreo, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob o Israel, y el Ángel del Pacto, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, ése es el que vendrá después del precursor, después de Juan el Bautista), y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos (ése es el deseado del pueblo hebreo y de todas las naciones que han creído en el Evangelio).
¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.”
Y ahora, aquí en San Juan, capítulo 1, tenemos la Venida del Señor, del Ángel del Pacto que es el Verbo que era con Dios y era Dios, y para eso envió a Juan el Bautista:
“Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan.
Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz (o sea, para que diese testimonio del Verbo que ha de venir, para que diese testimonio del Ángel del Pacto, del Ángel de Jehová que ha de venir en carne humana). No era él la luz (o sea, Juan el Bautista no era la luz, Juan el Bautista solamente era una antorcha, o sea, una lámpara que ardía porque era el mensajero de la séptima edad de la iglesia hebrea bajo la Ley; pero ahora viene uno mayor que él, el cual es la Luz del mundo, El es la Luz que alumbra a todo hombre)…
No era él (Juan) la luz, sino para que diese testimonio de la luz (para que diese testimonio del que vendrá después de él, para que diese testimonio del Ángel de Jehová, del Ángel del Pacto, la Columna de Fuego que vendrá en carne humana; tiene que hacerse carne, tiene que hacerse hombre el Ángel de Jehová, y a ése es al cual Juan le está preparando el camino).
Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo (¿y cómo venía? Venía en carne humana).
En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció (por el Verbo que era con Dios y era Dios, esa Luz verdadera, por El fue hecho el universo completo).
A lo suyo vino (o sea, el pueblo hebreo), y los suyos no le recibieron.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios (les dio potestad de recibir el Espíritu Santo y así nacer de nuevo, y nacer como hijos e hijas de Dios, ser hechos hijos de Dios por Creación Divina en el Programa de una Nueva Creación de la cual Cristo es el Primero, es el Principio, es la Cabeza);
los cuales no son engendrados de sangre (o sea, no son engendrados por medio de un hombre y una mujer, sino de Dios, eso es por Creación Divina)…”
La pregunta de Nicodemo está contestada aquí, cuando Cristo le dice: “Es necesario nacer de nuevo porque el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios, el que no nazca del Agua y del Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios.” Nicodemo pregunta: “¿Puede acaso el hombre ya siendo viejo entrar en el vientre de su madre y nacer?” Pregunta: “¿Cómo puede hacerse esto?” Y aquí dice como ya Cristo lo había dicho, ya estaba aquí dicho que sería por Dios, no engendrados de sangre sino…
“… ni de voluntad de carne (no para voluntad de un hombre y de una mujer), ni de voluntad de varón, sino de Dios.”
Y ahora, continúa diciendo:
“Y aquel Verbo fue hecho carne (se hizo hombre, se hizo carne), y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
Y lo conocimos por el nombre de Jesús. El Verbo hecho hombre, hecho carne, tuvo un nombre, el Verbo hecho carne tuvo un nombre, el Ángel del Pacto hecho carne tuvo un nombre aquí en la Tierra para redimir, el nombre humano de Dios: “Jesús,” para llevar a cabo la Obra de Redención.
Y ahora podemos ver que este misterio de Dios haciéndose hombre es el misterio de Jesucristo apareciendo en medio del pueblo hebreo, Jesucristo, un hombre misterioso para el pueblo hebreo y quizás para mucha gente de diferentes naciones, pero el misterio es que era Dios hecho hombre en medio de la raza humana; y la gente lo que estaban viendo era la semejanza de Dios, la semejanza humana de Dios; como cuando lo llegaron a ver como el Ángel de Jehová en el cuerpo angelical, estaban viendo la imagen de Dios.
Y ahora miren ustedes, en Hebreos —todavía lo tengo aquí—, dice hablando de Cristo:
“En estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia.”
¿La imagen de Dios es quién? Jesucristo. Jesucristo en Su cuerpo teofánico es la imagen de Dios, ese cuerpo angelical es la imagen de Dios, llamado el Ángel del Pacto o Ángel de Jehová; y la semejanza de Dios es Jesucristo en Su cuerpo físico, ese cuerpo físico es la semejanza divina en medio de la raza humana.
Por eso las personas miran y piensan algunas veces: “Pero es que Dios no puede ser un hombre.” ¿Pero Dios no hizo al hombre a Su imagen y semejanza? Lo más que se parece a Dios es el hombre y lo más que se parece al hombre es Dios; porque Dios ha hecho al hombre, al ser humano a Su imagen y a Su semejanza.
Y ahora, Dios con Su imagen y semejanza es Dios con Su cuerpo teofánico de la sexta dimensión llamado el Ángel de Jehová y con Su cuerpo físico llamado Jesús, ahí tenemos a Dios con Su imagen y semejanza; todo eso estaba en Jesús, porque el Ángel del Pacto estaba dentro de Jesús, allí estaba dentro de Jesús la imagen de Dios, el cuerpo teofánico, y Dios estaba dentro de Jesús. Por eso dijo: “El Padre y Yo una cosa somos.” Y le dice a uno de Sus discípulos allá en San Juan, capítulo 14… El dice en el capítulo 14, verso 6 en adelante: “Jesús le dijo…” vamos a leer este pasaje desde el 1, dice:
“No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí.
En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros.
Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo (ahí está la Segunda Venida ¿para qué? Para tomarnos y llevarnos con El)… y os tomaré a mí mismo para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino.
Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿cómo, pues, podemos saber el camino?
Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.
Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais; y desde ahora le conocéis, y le habéis visto (¿y cómo estaban viendo al Padre allí? Lo estaban viendo en Su cuerpo de carne, estaban viendo la semejanza física del Padre Celestial, porque el Padre estaba ¿dónde? Dentro de ese cuerpo).
Felipe le dijo: Señor, muéstranos el Padre, y nos basta.
Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.”
¿Y cómo estaban viendo al Padre al ver a Jesús? Porque estaban viendo el cuerpo físico del Padre que estaba dentro de ese cuerpo de carne. Como cuando usted ve a algún amigo o familiar suyo, y vienen y le dicen después acá otras personas le dicen: “Yo vi a fulano de tal allá.” ¿Por qué? Porque lo que vio fue su cuerpo, no vio su alma pero vio su semejanza física.
Y así ustedes ahora me están viendo a mí y yo los estoy viendo a ustedes, y yo digo: “Yo los estoy viendo a todos ustedes.” Pero no estoy viendo el alma de ustedes ni tampoco el espíritu de ustedes, lo que estoy viendo es el cuerpo físico que es la semejanza física; y ustedes me ven a mí pero no ven mi alma ni mi espíritu, pero ven la parte física que es la semejanza física, y ustedes dicen que me están viendo; y así es lo que nos dice Jesús, El dice: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre.” ¿Por qué? Vamos a ver porqué:
“¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? (Dónde estaba el Padre? En El.) Las palabras que yo os he hablado, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras (Cristo no habló por Su propia cuenta, sino que el Padre que estaba en El era el que hacia las obras y el que ponía en Su boca las palabras que El tenía que hablar).
Creedme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, creedme por las mismas obras.”
Las obras que el Padre dijo que haría el Mesías las estaba haciendo Jesús, y en el Mesías vendría Dios manifestado en toda Su Plenitud. Y si las estaba haciendo Jesús era porque el Padre ¿dónde estaba? En Jesús cumpliendo esas obras, esas promesas.
El cuerpo físico suyo, usted puede ver que habla, ¿pero quién es el que está hablando ahí? Usted. Usted es alma viviente pero está usando su boca, su lengua, sus labios, para hablar. Y así es con Jesús, la gente veían un hombre hablando, pero El dice que es el Padre que está en El, y las obras que veían que este hombre hacía, el que las estaba haciendo era el que estaba dentro de El: el Padre Celestial.
Y ahora, podemos ver este misterio de Jesucristo, cuando El tenía que nacer en esta Tierra apareció el arcángel Gabriel para anunciarle al sacerdote Zacarías que tendría un hijo y que sería profeta de Dios, y que vendría con el espíritu y virtud de Elías para convertir el corazón de los padres a los hijos y de los rebeldes a la prudencia, a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo bien dispuesto (esto está en San Lucas, capítulo 1, versos 8 hasta el 22).
El sacerdote Zacarías había orado con su esposa para que Dios le diera un hijo, y habían transcurrido muchos años, pero al final la respuesta de Dios fue enviada por medio del arcángel Gabriel, de que Dios había escuchado su oración y tendría un hijo.
Y ahora, ese hijo sería profeta de Dios, sería grande delante de Dios. Y es mejor tener pocos niños, pero que sean grandes delante de Dios y sean instrumentos de Dios, que tener muchos niños y que no sirvan nada para el Programa de Dios.
Y ahora, un solo hijo tendría Zacarías por medio de su esposa, pero ese sería grande delante de Dios y sería profeta de Dios, y eso sí que es un hijo grande para unos padres que aman a Dios; porque todos queremos que nuestros hijos sirvan a Dios, sean útiles en la Obra de Dios y que Dios los use grandemente. Siempre los padres quieren que si tienen muchos hijos, sus hijos o si tienen uno solo, que su hijo sea el más grande de todos los instrumentos de Dios.
Y ahora, este hijo que tendría el sacerdote Zacarías con su esposa Elizabeth sería grande delante de Dios, tan grande que vendría preparándole el camino al Señor; pero vendría en forma tan sencilla humanamente que la gente no verían la grandeza que estaría manifestada en él; pero es grandeza delante de Dios. Lo que la gente llama grande, delante de Dios es nada; y lo que la gente llama nada en cuanto a las cosas de Dios, eso es grande delante de Dios.
Y ahora vean ustedes en Isaías, capítulo 40 y también en Malaquías había sido anunciado como un hombre grande que vendría (y por el arcángel Gabriel también); pero cuando vino, su vestidura era una piel de ovejas, comía miel silvestre y tomaba agua allá donde encontraba agua y langostas, y no de las playas, sino de esas que se comen la vegetación (saltamontes) y esa era su comida; o sea, que no era una persona fina que iba a comer en lugares bien especiales. Cristo dice que los que vienen vestidos finamente, vienen de las casas de los reyes.
Y ahora, dice que Juan no era así. Juan era un hombre sencillo, un poco tosco, hablaba las cosas como eran; pues todo eso estaba en su Mensaje para ser hablado, y ése era el que vendría preparándole el camino al Señor, al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, al Angel del Pacto que luego vendría después de El en carne humana. Juan anunció que vendría después de él, y decía: “Después de mí viene un varón del cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado; él les bautizará con Espíritu Santo y fuego.”
Para recibir el bautismo del Espíritu Santo en fuego y recibir el nuevo nacimiento y recibir el cuerpo teofánico, vendría Uno y llevaría a cabo una Obra: la Obra de Redención en la Cruz del Calvario para poder dar esa bendición del Espíritu Santo, bautizar con el Espíritu Santo a todos los creyentes en El. Por lo tanto las personas tenían que creer en El (el que vendría después de Juan) y en Su Obra de Redención que El llevaría a cabo para poder recibir el bautismo del Espíritu Santo, y así obtener el nuevo nacimiento y obtener el cuerpo teofánico de la sexta dimensión.
Y para recibir el cuerpo físico, tenemos la promesa de la Segunda Venida de Cristo; y ya nos envió Su precursor, el precursor de la Segunda Venida de Cristo el cual para los que no lo conocen todavía, es el Rvdo. William Branham, y ya terminó su labor de precursión, terminó su labor de prepararle el camino y quedó todo grabado y está también en folletos lo que él predicó, con lo cual ha quedado preparado el camino para la Segunda Venida de Cristo.
El Rvdo. William Branham dijo que el Ángel en el 1933 le dijo: “Así como Juan el Bautista fue el precursor de la Primera Venida de Cristo, tu lo serás de la Segunda Venida de Cristo.” También en otras ocasiones dice que el Ángel le dijo: “Tu Mensaje precursará la Segunda Venida de Cristo.” Y también el Rvdo. William Branham dijo: “Quizás yo no esté aquí cuando El venga, pero este mensaje introducirá, precursará, la Segunda Venida de Cristo.” Por lo tanto tiene que ser de acuerdo a como fue dicho por el Espíritu Santo a través del Rvdo. William Branham que será la Segunda Venida de Cristo.
El vino precursando la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto él y su mensaje son la misma cosa, por lo tanto en su mensaje está cómo tiene que ser la Segunda Venida de Cristo, y su mensaje identifica lo que será la Segunda Venida de Cristo. Así como Juan el Bautista identificó a Jesús como el que vendría después de él, el mensaje del Rvdo. William Branham identifica al que vendrá después del Rvdo. William Branham.
Y miren el caso tan extraño de Juan el bautista como precursor y Jesús como precursado, el más grande vendría después y el más pequeño vendría primero; por eso Juan el bautista dijo: “A él le conviene crecer y a mí menguar.”
Una luz pequeña para la séptima edad de la Iglesia hebrea bajo la ley le convenía menguar y apagarse, y luego a la Luz del mundo, Jesucristo, el que vendría después de él, le convenía crecer, porque era la Luz para el mundo entero.
Y ahora, el que vendría después de él, la gente estaba buscando y esperando y algunos decían: “¿No será Juan el bautista? Y algunos pensaban que era Juan el Bautista el Cristo, el Mesías.
Pero Juan dijo: —“Yo no soy El.”
—“¿Pero eres Elías?”
—“Tampoco soy Elías.”
—“¿Eres el profeta que ha de venir, del cual habló, pues Moisés en el capítulo 18, verso 15 al 19?”
—“No, tampoco soy.”
—“¿Y quién tu eres?”
—“Yo soy la voz de uno que clama en el desierto, preparad, aparejad, el camino del Señor.”
Para eso vino, para preparar el pueblo, prepararle el camino al Señor, como dijo Isaías en el capítulo 40, verso 3 al 15.
Y ahora Juan el Bautista se identifica como el profeta precursor de la Segunda Venida de Cristo que viene preparándole el camino al Señor.
Un Profeta no tiene que estar diciendo que es un profeta; pero cuando tiene que identificarse, se identifica en la Palabra prometida para ese tiempo y da testimonio como dijo Juan y como dijo Jesús en una ocasión: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” Y ahí está tomando no su propio testimonio como hablando de si mismo, sino está tomando el testimonio que Dios da de él, es lo que Dios dice de él, de ése que vendrá para ese tiempo.
Y ahora, todos pensaban: “Bueno, y ahora tenemos a Juan el Bautista, y ahora él dice que después de él viene otro mayor que él. Y ahora ¿quién será ese otro, dónde estará, en qué continente estará, por dónde andará?”
Pero en una ocasión Juan dice, cuando vio a Jesús que vino y fue bautizado Jesús por Juan el Bautista y vio el Espíritu Santo descender sobre El, dijo: “Este es Aquel del cual yo dije que vendría uno después de mí, el cual les bautizaría con Espíritu Santo y fuego, este es El.” Y luego en otro día dijo a Sus discípulos: “He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.” Lo presentó como el Hombre que llevaría el Sacrificio por el pecado para quitar el pecado del mundo, lo señaló como el que cumpliría el tipo y figura de aquellos sacrificios de animalitos.
Y ahora, el Cordero Pascual no sería un cordero literal, sino que sería un Hombre, el Hijo de Dios, el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo; ahí habló de la muerte de Jesucristo.
Y ahora, encontramos a Juan el Bautista muy feliz, muy contento, porque ya había aparecido Aquel al cual él le estaba preparando el camino.
¿Y saben ustedes una cosa? Que eran parientes, porque Elizabeth y María eran parientes, o sea, que eran primos. Y luego siendo que Jesús estuvo en las actividades de Juan el Bautista, vino desde Nazareth a Judea para escuchar y estar en las actividades de Juan y ser bautizado por Juan, y estuvo siguiendo a Juan, lo vemos en unas cuantas ocasiones en las actividades de Juan; y Juan lo vio en otra ocasión que vino donde Juan estaba y donde Juan predicaba y bautizaba, o sea, cerca del río o por el río, por allí por ese territorio, y Juan dice: “He aquí el Cordero de Dios.” Y ahí fue que dos discípulos de Juan que fueron —¿Quiénes fueron Miguel, Andrés y Juan el apóstol?— Andrés y Juan. Eso está en el capítulo 2 ó capítulo 1 de San Juan, ahí está, donde dice… capítulo 1, verso 35 en adelante:
“El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos.
Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios.
Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús.”
Dejaron al precursor y se fueron con el precursado, y eran discípulos del precursor. ¿Pero para qué es que viene un precursor? Para preparar al pueblo para que siga al que vendrá después de él. ¿Pero qué sucedió con algunos discípulos de Juan? Pues se quedaron con Juan: “¡No, si tenemos un profeta, tenemos al precursor de la Primera Venida de Cristo!” Eso está muy bien. Pero si luego no reciben Aquel al cual él le preparó el camino, de muy poco le ha servido seguir al precursor; porque las promesas que Juan está dando aquí de recibir el Espíritu Santo, es para aquellos que seguirán al precursado: “Después de mi viene Uno del cual yo no soy digno de desatar la correa de su calzado el cual les bautizará con Espíritu Santo y fuego.”
Siguiendo a Juan el Bautista y luego no siguiendo a Jesús nunca recibirían el Don, el bautismo del Espíritu Santo. Eso lo muestra en el capítulo 19 del libro de los Hechos, verso 1 al 9, donde San Pablo se encontró con unos discípulos de Juan y le pregunta a ellos… eso fue en Efeso: en Efeso encontró a unos 12 discípulos de Juan el Bautista, dice (eso fue San Pablo que los encontró allí) capítulo 19, verso 1 en adelante, dice:
“Aconteció que entre tanto que Apolos estaba en Corinto, Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Efeso, y hallando a ciertos discípulos,
les dijo: ¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis? Y ellos le dijeron: Ni siquiera hemos oído si hay Espíritu Santo.”
No sabían que había Espíritu Santo, ¿por qué? Porque solamente eran discípulos de Juan, del precursor, pero no habían seguido luego al precursado que era Jesús, el cual los bautizaría con Espíritu Santo y fuego en el Programa correspondiente a Su Primera Venida y Obra de Redención en la Cruz del Calvario.
Y ahora, después del precursor siempre viene el precursado. Y para el Día Postrero después del precursor de la Segunda Venida de Cristo vendrá el precursado y los resultados para aquellos que lo verán y lo recibirán será que así como con la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario aquellos que Le reciben, reciben el Don del Espíritu Santo y reciben el cuerpo teofánico; para la Segunda Venida de Cristo los que Lo verán y Lo recibirán, recibirán el cuerpo eterno, inmortal e incorruptible y glorificado en la Obra de Reclamo del Señor Jesucristo como el León de la tribu de Judá, como Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.
¿Ven por qué envía primero un precursor? Para preparar al pueblo para que pueda recibir al que viene después de él. Vamos a seguir leyendo… los que no recibieron al precursado, a Jesús, ni sabían que había Espíritu Santo; ni siquiera se habían bautizado en el Nombre del Señor, ni lo habían recibido como su Salvador, miren, no habían entrado al Nuevo Pacto, no habían entrado a todo ese Programa de una nueva dispensación, todavía estaban en la dispensación anterior; porque Juan fue mensajero de una dispensación anterior, fue mensajero en la Dispensación de la Ley, séptimo mensajero, ángel mensajero de la Iglesia hebrea bajo la Ley. Entonces dijo Pablo (Pablo entonces les habló):
“Entonces dijo: ¿En qué, pues, fuisteis bautizados? Ellos dijeron: En el bautismo de Juan.
Dijo Pablo: Juan bautizó con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo que creyesen en aquel que vendría después de él, esto es, en Jesús el Cristo.”
Vean que el mensaje de Juan era enseñándole al pueblo que creyesen en el que vendría después de él, el cual sería el Mesías, el Cristo, el que les bautizaría con Espíritu Santo y fuego, el que produciría el nuevo nacimiento, el que los llenaría del Espíritu Santo y el cual sería un Mensajero dispensacional; por eso era mayor que Juan.
“Cuando oyeron esto, fueron bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Y habiéndoles impuesto Pablo las manos, vino sobre ellos el Espíritu Santo; y hablaban en lenguas, y profetizaban.
Eran por todos unos doce hombres.”
Y vean cómo todo allí fue llevado a cabo.
Ahora, podemos ver que hay un Programa en cada entrelace dispensacional, y ahí es donde Dios envía un profeta precursor y luego viene el precursado, el cual es el mensajero para una nueva dispensación, pero él estará entre dos dispensaciones y él cumplirá cosas que son de la dispensación anterior; encontramos a Jesús que fue circuncidado al octavo día, encontramos que fue presentado al Señor, encontramos también que El guardaba la pascua y otras fiestas del pueblo hebreo, y así por el estilo.
Y ahora, encontramos que esto fue así porque estaba en un entrelace dispensacional. Pero ya no hay que estar guardando ni el sábado, porque nuestro Sábado es Jesucristo porque El es nuestro descanso, nuestro reposo. El es también nuestra Pascua, por lo tanto no hay que estar sacrificando un cordero pascual, porque el Cordero Pascual que es Jesucristo fue sacrificado en la Cruz del Calvario.
Y en memoria de Cristo y Su muerte como Cordero Pascual en el Calvario, tomamos la Santa Cena. El dijo: “Haced esto en memoria de mí, este pan es mi cuerpo que por vosotros es partido; y este vino, esta copa, es la Sangre del Nuevo Pacto que por nosotros es derramada.” El dice: “Haced esto en memoria de mí.” Conmemoramos Su muerte. y todo esto señala a lo que ya pasó en el pasado con Cristo, el Cordero Pascual. Y también en lo espiritual apunta al presente, siempre al presente, porque comemos Su Carne que es Su Palabra y tomamos Su Sangre que es el Espíritu Santo, porque la Vida de la Sangre es el Espíritu Santo.
Cristo en el capítulo 4 de San Juan le ofreció a la mujer samaritana agua que salta para vida eterna, y dice que el que toma de esta agua, de esta Fuente que es una Fuente de Agua que salta para vida eterna, nunca más tendrá sed. Eso está en el capítulo 4, verso 1 al 14 de San Juan y el capítulo 7 de San Juan, verso 37 al 38:
“Cristo poniéndose en píe el último día de la fiesta de los tabernáculos dijo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.”
¿Y cómo vamos a tomar de Cristo? Vean, cuando la Santa Cena o la Pascua, El dice que el vino representa Su Sangre y el pan Su cuerpo. Y en el capítulo 6 del 39 al 58 de San Juan, nos dice: “El que no coma mi Carne y beba mi Sangre no tiene vida permaneciente en sí.”
Y ahora, en San Juan, capítulo 7 nos dice, verso 37 al 39:
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba.
El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva.
Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.”
Y ahora vean ustedes el Espíritu Santo viniendo a la persona, entra dentro de la persona y es un río de agua viva, de agua de vida eterna; y Cristo es la Fuente del Agua de la vida eterna, El dijo: “Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y nadie viene al Padre sino por mí.”
Y ahora, podemos ver este gran misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario para salvar a todos los que creen en El, y así con esas personas que creen en El, El construir un Nuevo Templo con seres humanos, ya no es con piedras ni con metales, sino con seres humanos que son piedras vivas.
San Pedro, Primera de Pedro, capítulo 2, verso 4 al 10, dice:
“Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, mas para Dios escogida y preciosa.”
Cristo es una Piedra viva, la Piedra que los edificadores desecharon, la Piedra Angular, o sea, la Piedra del Angulo.
“Vosotros también como piedras vivas.”
Y ahora, por cuanto lo que El es también nosotros lo somos. Si El es el Hijo de Dios, nosotros somos hijos de Dios. Si El es Rey nosotros somos Reyes también. Si El es Sacerdote nosotros somos Sacerdotes también. Si El es Juez nosotros somos Jueces también. Si El es una Piedra Viva, la Piedra del Angulo, nosotros somos Piedras vivas también; porque somos herederos de Dios y coherederos con Cristo Jesús Señor nuestro.
“Vosotros también (y yo también), como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual (es una Casa espiritual) y sacerdocio santo (¿Ven? Un sacerdocio Santo), para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo.”
Porque Jesucristo es el Sumo Sacerdote; por lo tanto El es el Intercesor entre Dios y los hombres. Por eso todo lo que hacemos lo hacemos en Su Nombre, en el Nombre del Señor Jesucristo. Por eso San Pablo decía: “Y todo lo que hagáis, ya sea de palabras o de hechos, hacedlo todo en el Nombre del Señor Jesucristo.” ¿Por qué? Porque El es nuestro Intercesor. A través de El pasa a Dios todo.
“Por lo cual también contiene la Escritura:
He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa;
Y el que creyere en él, no será avergonzado.
Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen,
La piedra que los edificadores desecharon,
Ha venido a ser la cabeza del ángulo;
y:
Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados.
Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable;
vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia.”
Vean cómo estas piedras vivas son llamadas y juntadas de edad en edad para la construcción de este Templo Espiritual. Para un Templo ser edificado como una Casa Espiritual: la Casa de Dios. el Templo de Dios, el Nuevo Templo, que el Príncipe que viene de la raíz de David el cual es Cristo, el cual fue representado tanto en el rey Salomón como también en el príncipe Zorobabel, es nuestro amado Señor Jesucristo, El es el que está edificando esa Casa Espiritual, El es el que está edificando ese Templo Espiritual el cual es la Iglesia del Señor Jesucristo, Su Templo Espiritual.
Y ahora, lo está construyendo de acuerdo al modelo del Templo que está en el Cielo; y conforme a ese modelo Moisés construyó el tabernáculo y Salomón construyó el templo; y ahora Jesucristo construye el Nuevo Templo.
Y ahora las palabras dichas por Dios y también por Moisés y Salomón, que Dios no habita en templos hechos de mano, templos terrenales, se cumplen; porque ahora Dios tendrá un Templo no hecho de manos, un Templo hecho por el mismo Jesucristo, y ese Templo es Su Iglesia, un Nuevo Templo con gente que han nacido del Cielo.
Y ahora leemos lo que San Pablo dice a los Efesios, en el capítulo 2, verso 19 al 22:
“Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios.”
¿Y como miembros de la Familia de Dios qué somos? Hijos e hijas de Dios, esa es la Realeza. La realeza es el rey con hijos, el rey, su esposa y sus hijos. Cristo, Su Iglesia y los miembros de Su Iglesia, compuesta Su Iglesia por los miembros de Su Iglesia nacidos de nuevo, esa es la Realeza de los Cielos y de la Tierra; por eso somos Reyes y sacerdotes, porque somos hijos del Rey de reyes y Señor de Señores: nuestro amado Señor Jesucristo.
“Edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor.”
Aquí tenemos el Nuevo Templo, aquí tenemos el Templo para el Milenio y para toda la eternidad en el cual Dios morará en toda Su Plenitud. Por eso las profecías bíblicas hablan acerca de la Venida y manifestación de Dios en toda Su Plenitud en Su Iglesia, eso es la Venida y manifestación de Cristo en toda Su Plenitud en Su Iglesia trayéndonos la transformación de nuestros cuerpos y la resurrección de los muertos en Cristo; y así estará dedicado ese Nuevo Templo cuando se haya completado y dedicado a Dios, y Dios morará en toda Su Plenitud en Su Templo que es Su Iglesia. Sigue diciendo:
“en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.”
Y ahora, en la construcción de este Nuevo Templo, construcción que comenzó allá en el Este en donde tenemos el Sacrificio de Cristo, y tenemos luego el comienzo de la Iglesia el día de pentecostés, y tenemos más adelante las siete etapas o edades de la Iglesia. La Iglesia comenzó allá en Jerusalén en la Tierra de Israel con hebreos, y después encontramos que la Puerta fue abierta para gentiles también en la casa de Cornelio, y comenzaron a entrar gentiles a este Cuerpo Místico de creyentes, Dios a llamar de entre los gentiles un pueblo para Su Nombre y con esas personas ha estado construyendo ese Templo Espiritual y Celestial.
Ha venido desde el Este, la Tierra de Israel, luego Europa, luego Asia Menor, luego Europa, luego Norteamérica y así tomando piedras para ese Templo, personas, piedras vivas, seres humanos para la construcción de ese Templo.
Y ahora tenemos que ya el Lugar Santo ha sido construido y solamente falta el Lugar Santísimo, y ya se comenzó la construcción del Lugar Santísimo, y el que está construyendo de edad en edad ha sido Cristo, el Príncipe descendiente del rey David, en espíritu Santo manifestado por medio de cada mensajero que El ha enviado de edad en edad.
Y ahora, le toca la construcción del Lugar Santísimo de ese Templo Espiritual; y Cristo es el Elegido para edificar la Casa de Dios la cual ha estado edificando de edad en edad, la cual es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora ha pasado a la América Latina y el Caribe para tomar piedras vivas, seres humanos, para con esos seres humanos construir el Lugar Santísimo de Su Templo Espiritual, construir esa etapa de la Edad de la Piedra Angular.
Para cuando haya terminado esa construcción de ese Lugar Santísimo de esa Edad de la Piedra Angular, entonces dedicar a Dios ese Templo Espiritual para que Dios more en toda Su Plenitud en ese Templo Espiritual. Y cuando Moisés dedicó el Templo y entró la Presencia de Dios en la Columna de Fuego y cuando Salomón dedicó el templo y entró Dios en la Columna de Fuego; todo eso es tipo y figura de cómo Dios entrará a ese Nuevo Templo, Su Iglesia, en este tiempo final en toda Su Plenitud; y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos y nosotros los que vivimos seremos transformados y ahí estará el Templo de Dios, el Nuevo Templo glorificado. Vean, esta es una promesa divina. En Isaías, capítulo 60, verso 7, dice:
“Y glorificaré la casa de mi gloria.”
Y ahora la Casa de Su Gloria no es el tabernáculo que construyó Moisés o templo que construyó Salomón, sino que ahora es la Iglesia del Señor Jesucristo, y será glorificada porque los muertos en Cristo resucitarán en cuerpos glorificados y nosotros los que vivimos seremos transformados, seremos glorificados.
Recuerdan que Cristo dijo en algunas ocasiones: “Padre glorifica Tu Nombre.” Pero también dijo en otras ocasiones: “El Hijo del Hombre será glorificado.”
Y ahora, para este tiempo final la Iglesia de Jesucristo, tanto los que han partido como nosotros los que vivimos seremos glorificados (seremos glorificados), tendremos un cuerpo glorificado, eterno, inmortal e incorruptible para vivir por toda la eternidad; y así la Casa de Dios, el Templo de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo estará glorificada y de ahí en adelante las funciones de la Iglesia de Jesucristo pasarán a un plano más sublime, en donde Dios obrará en y a través de Su Iglesia en una etapa más alta, más gloriosa, porque ya estará completa la Iglesia de Jesucristo, ya estará completo el Templo de Dios, la Casa de Dios, que el Elegido para edificar la Casa de Dios que es Jesucristo habrá completado esa labor de construcción, la cual pronto se completará cuando entre hasta el último de los escogidos de Dios, y después vendrá la glorificación, la transformación, para tener un cuerpo glorificado, eterno, inmortal y también incorruptible.
Y ahora hemos visto quién es el Elegido de Dios para la edificación de la Casa de Dios: Jesucristo nuestro Salvador, el cual ha estado en Espíritu Santo de edad en edad en el mensajero elegido correspondiente a cada edad, a través del cual ha llevado a cabo la Obra correspondiente a cada edad; pero el que ha estado obrando es Jesucristo en Espíritu Santo, el Espíritu Santo, el Ángel del Pacto; no ha sido la obra de un hombre, sino la Obra de Jesucristo en la edificación de la Casa de Dios, y El es el que ha producido el nuevo nacimiento.
Y en cada ocasión en que una persona se ha arrepentido de sus pecados, ha lavado sus pecados en la Sangre de Cristo y ha sido bautizado en Su Nombre y ha recibido el Espíritu Santo, ¿qué ha sucedido? Una piedra viva ha sido colocada en la Casa de Dios. Y así ha ido creciendo la Casa de Dios con la colocación de Piedras vivas, de seres humanos, que han nacido de nuevo, han nacido en la Casa de Dios.
¿Y la Obra quién la ha estado haciendo? El Elegido para edificar la Casa de Dios, Jesucristo nuestro Salvador. El es el mismo que se sienta en el Trono de David conforme a San Lucas, capítulo 1, verso 30 al 36. Así como el que se sentó en el trono de David fue el elegido para edificar la casa de Dios, el templo que construyó Salomón, tipo y figura Salomón de Jesucristo y aquella casa, aquel templo, tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora el Elegido que se sienta en el Trono de Dios es Cristo; el arcángel Gabriel dijo que Dios le daría el Trono de su padre David y se sentaría sobre el Trono de David y reinaría para siempre, reinaría sobre Israel para siempre.
Y ahora, el mismo que es el heredero al Trono de David es el Elegido, no solamente para sentarse en el Trono de David, sino también para edificar la Casa de Dios que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Hemos visto “EL ELEGIDO PARA EDIFICAR LA CASA DE DIOS.”
También hemos visto los mensajeros elegidos a través de los cuales se manifestó en las siete edades Cristo, para llamar y juntar esas piedras vivas y colocarlas en la construcción de esta Casa de Dios que es la Iglesia de Jesucristo.
Y también podemos ver el Elegido de Cristo para manifestarse Cristo a través de él, para el Día Postrero, para llamar y juntar las piedras vivas latinoamericanas y caribeñas: que es el Ángel del Señor Jesucristo.
Hemos visto al Elegido para edificar la Casa de Dios y a los obreros, los mensajeros, los siervos de Cristo que El usaría en esta construcción de la Casa de Dios, junto a los cuales Dios enviaría maravillosos colaboradores para trabajar en la Obra más grande de los Cielos y de la Tierra: la Obra de la construcción de la Casa de Dios con seres humanos, construida de y con seres humanos para Dios morar en ella en toda Su Plenitud.
“EL ELEGIDO PARA EDIFICAR LA CASA DE DIOS.”
Hemos visto que es este Elegido nuestro amado Señor Jesucristo.
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión dándoles testimonio de: “EL ELEGIDO PARA EDIFICAR LA CASA DE DIOS.”
Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, y que las bendiciones del Elegido para edificar la Casa de Dios, Jesucristo nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete esta edificación, entre hasta el último de los escogidos en la Casa de Dios como una piedra viva y sea colocado en esta Casa de Dios, y pronto Cristo termine Su Obra de Intercesión, tome el Título de Propiedad, salga del Trono del Padre y tome el Título de Propiedad y reclame todo lo que El ha redimido con Su Sangre Preciosa, y resucite a los muertos en Cristo y a nosotros nos transforme, y luego nos lleve de aquí a la Casa de nuestro Padre Celestial a la Cena de las Bodas del Cordero. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos, Dios les guarde, y adelante perseverando en la Casa de Dios, el rey David decía que deseaba estar en los atrios de la Casa de Dios, esa era la parte correspondiente a aquel tiempo, luego durante el tiempo de los apóstoles del día de pentecostés hacia acá, hasta el séptimo ángel mensajero, la parte para estar era el Lugar Santo; y ahora la parte para estar es el Lugar Santísimo.
Por eso la oración de cada hijo de Dios para este tiempo final es: “Que esté yo en el Lugar Santísimo de la Casa de Dios en este Día Postrero.” O sea, que lo que deseaba el rey David es pequeñito comparado con estar, no en los Atrios, sino en el Lugar Santísimo, ese es lugar más importante y es la bendición más grande. ¿Y le ha tocado a quienes? A todos nosotros en este tiempo final, en la construcción de la Casa de Dios por el Elegido para esa construcción, que es nuestro amado Señor Jesucristo.
Que Dios les bendiga y les guarde, y con nosotros nuevamente el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para continuar. A medida que escuchamos o mientras escuchamos el cántico que nos habla del Hombre que nos transformó, pasará nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín.
En otra ocasión les hablaré más acerca de cómo se ha estado materializando cada parte del templo que construyó Salomón y del templo que construyó Moisés y del Templo que está en el Cielo, cómo todo eso se ha ido materializando en el Nuevo Templo que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Lo más importante para nosotros ver es el Sacrificio de Cristo que fue realizado en el Atrio y Su Sangre derramada en la Cruz del Calvario; y luego ver el lugar donde nos encontramos en este tiempo final, y ahí está la Sangre, ahí hay un misterio muy grande. Pablo decía en el capítulo 9 de Hebreos cuando llegó al Lugar Santísimo dijo que no se podía hablar claramente, abiertamente, acerca de estas cosas, ¿por qué? Porque él estaba en la parte del Lugar Santo y él podía hablar del Lugar Santo, pero del Lugar Santísimo solamente tocar nada más algunas cosas y profetizar de lo que vendría más adelante; porque lo que hay que hablar del Lugar Santísimo, será hablado en este tiempo.
Bueno, vamos a dejar eso quietecito ahí, y vamos a tener a nuestro amigo y hermano Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión.
Que Dios les bendiga y les guarde a todos.
“EL ELEGIDO PARA EDIFICAR LA CASA DE DIOS.”