Los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin

Muy buenas tardes, amados hermanos y amigos presentes; es para mí un privilegio y bendición grande estar con ustedes en esta ocasión.

Para esta ocasión leemos en el libro del profeta Daniel, capítulo 12, verso 1 en adelante (verso 1 al 13, completo el capítulo), donde dice, hablando de este tiempo final dice:

“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro.

Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua.

Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad.

Pero tú, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin. Muchos correrán de aquí para allá, y la ciencia se aumentará.

Y yo Daniel miré, y he aquí otros dos que estaban en pie, el uno a este lado del río, y el otro al otro lado del río.

Y dijo uno al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río: ¿Cuándo será el fin de estas maravillas?

Y oí al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del río, el cual alzó su diestra y su siniestra al cielo, y juró por el que vive por los siglos, que será por tiempo, tiempos, y la mitad de un tiempo.

Y cuando se acabe la dispersión del poder del pueblo santo, todas estas cosas serán cumplidas.

Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?

Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin.

Muchos serán limpios, y emblanquecidos y purificados; los impíos procederán impíamente, y ninguno de los impíos entenderá, pero los entendidos comprenderán”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entender.

Nuestro tema es: “LOS SECRETOS QUE DIOS GUARDÓ PARA EL TIEMPO DEL FIN”.

Los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin los encontramos contenidos en el Antiguo Testamento y también en el Nuevo Testamento.

En el libro del profeta Daniel encontramos que todas estas cosas que le fueron dichas a Daniel, y que le fueron dichas que serían para el tiempo del fin, son secretos, misterios escondidos en Dios para ser cumplidos en el tiempo del fin, y ser revelados también a la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final. Estas son las profecías correspondientes al tiempo del fin.

Ahora, nosotros viviendo en el Día Postrero delante de Dios, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá; por cuanto “un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”, dice Segunda de Pedro, capítulo 3, verso 8, y el profeta Moisés en el Salmo 90, verso 4; encontramos que el Día Postrero delante de Dios, es el milenio postrero para la raza humana.

Los días postreros son los milenios postreros, que comenzaron en el tiempo de nuestro amado Señor Jesucristo; cuando ya Cristo tenía de 3 a 7 años de edad comenzaron los días postreros, porque comenzó el quinto milenio.

El quinto milenio es el primero de los días postreros delante de Dios, y el sexto milenio es el segundo de los días postreros delante de Dios, y el séptimo milenio (que comenzó este año) es el milenio postrero, séptimo día delante de Dios, en el cual el reino de los gentiles terminará y será establecido el Reino de Cristo; y tendrá Cristo ese glorioso Reino Milenial de paz sobre el planeta Tierra, y gobernará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones, se sentará en el Trono de David, al cual Cristo es heredero, y reinará sobre el planeta Tierra.

Siendo que Cristo es el Hijo de Dios, el Hijo de Abraham, el Hijo de David y el Hijo del Hombre, tiene entonces la herencia total de Dios, de los Cielos y de la Tierra.

Como Hijo de Abraham, Él es el heredero al territorio de Israel, con todo lo que tiene. Como Hijo de David, Él es el heredero al Trono de David, para sentarse sobre el Trono de David y reinar sobre el pueblo hebreo. Como Hijo del Hombre, Él es el heredero al planeta Tierra completo para gobernar, reinar, sobre el planeta Tierra completo. Y como Hijo de Dios, Él es el heredero de los Cielos y de la Tierra también, de toda la Creación.

Así que podemos ver quién es nuestro amado Señor Jesucristo: Él es el heredero de los Cielos y de la Tierra, Él es el unigénito de Dios y también el primogénito de Dios, y Él es nuestro hermano mayor, por lo cual somos coherederos con Él. Así que hemos de estar con Cristo en ese Reino Milenial como coherederos, y por consiguiente como reyes y sacerdotes, y jueces también.

Ahora, todas estas cosas son misterios, secretos de Dios guardados para este tiempo final, para ser abiertos gradualmente, ser cumplidos gradualmente y ser conocidos por los hijos e hijas de Dios. Y en los secretos o misterios de Dios guardados para el tiempo del fin, cada uno de ustedes y yo también somos un misterio de los que Él guardó para este tiempo final.

Así que el misterio de nosotros vivir en este tiempo final y vivir en el territorio latinoamericano y caribeño, es un misterio divino que ha estado siendo revelado, abierto, y también ha estado siendo cumplido.

Estamos en la Tierra con un propósito divino: para confirmar nuestro lugar en la vida eterna, recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre y siendo bautizados en Su Nombre, y recibiendo Su Espíritu Santo; y así obteniendo el nuevo nacimiento, así naciendo en el Reino de Cristo, el Reino de Dios, como hijos e hijas de Dios.

Porque el nacimiento natural que hemos obtenido por nuestros padres terrenales, nos colocó en este planeta Tierra en el reino del mundo, nos colocó en el reino de las tinieblas al nacer en esta Tierra, porque la raza humana cayó cuando Adán y Eva cayeron, por lo tanto el diablo se apoderó de la raza humana, y ha estado siendo gobernada la raza humana por el reino de las tinieblas; pero para el Reino Milenial será gobernada por Jesucristo nuestro Salvador.

Ahora, podemos ver por qué se requiere el nuevo nacimiento: es porque con el nacimiento natural que obtuvimos no nacimos en la Tierra como hijos e hijas de Dios, pero con el nuevo nacimiento nacemos en el Reino de Cristo como hijos e hijas de Dios.

Sin ese nuevo nacimiento la persona no está manifestada como un hijo o una hija de Dios, por lo tanto no puede pertenecer al Reino de Cristo sin nacer de nuevo. Por eso Cristo dijo que el que no nazca de nuevo, del Agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios, dijo Cristo a Nicodemo en el capítulo 3 de San Juan.

Eso es un misterio también, el cual ha estado siendo manifestado, cumplido, de etapa en etapa, a medida que las personas han estado recibiendo a Cristo como su Salvador, han estado lavando sus pecados en la Sangre de Cristo y han estado siendo bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y han estado recibiendo el Espíritu Santo; y así obteniendo el nuevo nacimiento, y obteniendo un cuerpo angelical de la sexta dimensión, un cuerpo teofánico.

Ahora, vean cómo ese misterio del nuevo nacimiento ha estado cumpliéndose de etapa en etapa en las personas que han recibido a Cristo como su Salvador y han recibido Su Espíritu Santo: han estado naciendo en el Reino de Cristo, han estado siendo libertados del reino de las tinieblas y han estado siendo colocados en el Reino de Cristo.

Así como Dios libertó al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y los llevó a la tierra prometida, eso mismo lo ha estado haciendo Cristo, el Ángel del Pacto, el mismo Ángel de Jehová que por medio del profeta Moisés libertó al pueblo hebreo; ahora lo ha estado haciendo Cristo con los creyentes en Cristo, que son el Israel celestial, escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; para eso fue que Cristo murió en la Cruz del Calvario.

Vean ustedes que allá, antes de la salida del pueblo hebreo de Egipto, murió el cordero pascual, sacrificaron (cada familia) un cordero pascual, y su sangre fue colocada en el dintel y los postes de las puertas de sus hogares; y el cuerpo de ese cordero pascual fue asado y fue colocado dentro de los hogares, y durante la noche estuvieron comiendo el cordero pascual, con la sangre aplicada en el dintel y los postes de las puertas de sus hogares, para que la muerte no entrara a esos hogares y no muriera el primogénito de esa familia1.

Y ahora, para evitar la muerte de los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero, ha muerto, ha sido sacrificado Cristo, el Cordero Pascual; y Su Sangre está aplicada en la Puerta de la Casa de Dios.

La Casa de Dios es la Iglesia del Señor Jesucristo y la Puerta es Cristo. Ahí está la Sangre del Cordero Pascual, ahí está la Sangre que evita la muerte espiritual de los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.

¿Ven? Lo mismo que sucedió allá en Egipto para la liberación del pueblo hebreo, ahora está sucediendo en el Israel celestial.

Y ahora, la Casa de Dios, siendo la Iglesia del Señor Jesucristo, tiene dentro de su seno los Primogénitos escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; están seguros ahí, en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Reino de Dios, el Reino de los Cielos; es ahí donde se nace como un hijo o una hija de Dios.

Y ahora, es ahí, en la Casa de Dios, donde los misterios del Reino de los Cielos han estado cumpliéndose de etapa en etapa; y es ahí, en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo, donde son revelados estos misterios a medida que Cristo quiere darlos a conocer de etapa en etapa.

En San Mateo, capítulo 11 y capítulo 13 también, nos habla Cristo de los misterios divinos. En el capítulo 13, versos 11 en adelante, dice… vamos a ir un poquito antes: capítulo 13, verso 9 en adelante, dice:

“El que tiene oídos para oír, oiga.

Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas?

Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no (es concedido)”.

Aquí Cristo establece que a unas personas es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos y a otras personas no es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos.

Es concedido conocer los misterios de los Cielos a todos los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo. A los que no pertenecen al Cuerpo Místico de Cristo, a la Iglesia del Señor Jesucristo, al Reino de Cristo, no es concedido conocer los misterios del Reino de los Cielos. ¿Para qué quieren saber, conocer, los misterios del Reino de los Cielos, si no están en el Reino de los Cielos, si no están en la Iglesia del Señor Jesucristo?

Ahora, los que están en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el Reino de los Cielos, necesitan conocer los misterios de la Iglesia del Señor Jesucristo, los misterios del Reino de los Cielos, y cómo Dios, cómo Cristo está obrando en Su Iglesia de etapa en etapa; necesitan conocer esos misterios en el tiempo que les toca vivir, para poder comprender el Programa que Dios está llevando a cabo en ese tiempo.

En San Mateo, capítulo 11, verso 25 al 27, dice:

“En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños.

Sí, Padre, porque así te agradó.

Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

Y ahora, podemos ver en este pasaje que el misterio de quién es el Hijo, Jesucristo, lo conocía solamente Dios; y el misterio de quién es Dios, lo conocía solamente Jesucristo. Vean, dice:

“Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

El pueblo hebreo tenía su religión, la religión del pueblo hebreo; llamada también, en algunas ocasiones, el judaísmo. Bajo la Ley de Moisés dada por Dios al pueblo hebreo, encontramos que tenía las Escrituras del Antiguo Testamento, tenía el sumo sacerdote, tenía el Concilio de la religión hebrea compuesto por setenta sabios, teólogos, conocedores de las Escrituras; y con todo y eso, Cristo dice: “Nadie sabe quién sea el Hijo, sino el Padre, y nadie sabe quién sea el Padre, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar”.

Pero, ¿no estaban enseñando los líderes religiosos de aquel tiempo acerca de Dios, para que todos conocieran a Dios? Sí. Pero tener el conocimiento, la revelación, de quién es Dios y de quién es Su Hijo Jesucristo, solamente la tenía Jesucristo. El conocimiento de quién es Dios y el conocimiento de quién es Jesucristo, pues lo tenía Dios, el Padre, y aquel a quien el Hijo, Jesucristo, lo quisiera revelar; porque Jesucristo estaba revelando al Padre, y Jesucristo estaba revelando esa manifestación de Dios en carne humana que estaba Dios llevando a cabo en aquel tiempo en Su Hijo Jesucristo.

Y ahora, ese misterio es el misterio de la Primera Venida de Cristo como el Cordero de Dios para quitar el pecado del mundo; y el pueblo hebreo, con todo el conocimiento teológico que tenía, con todos sus grandes teólogos, doctores en divinidad (incluyendo al sumo sacerdote y a los miembros del Concilio del Sanedrín), fallaron en reconocer el cumplimiento de la Primera Venida de Cristo.

Ahora podemos ver que no era por medio de conocimiento humano o teológico que se iba a conocer el misterio de la Primera Venida de Cristo, sino por revelación divina. “Y aquel a quien el Padre lo quiera revelar”.

Vean ustedes, y ahora Dios estaba revelándose a través de Su Hijo, y ese misterio de Dios en Jesucristo solamente lo iban a conocer aquellos a quien el Hijo lo quisiera revelar; estaba revelándolo a aquellas personas sencillas y humildes que estaban siguiéndolo a Él y siguiendo Su Mensaje.

Jesucristo no era un teólogo, no era un doctor en divinidad, no era un miembro del Concilio del Sanedrín de la religión hebrea, no era tampoco un rabino graduado de esos seminarios o institutos religiosos, no era tampoco un sumo sacerdote de la religión hebrea, sino un sencillo joven carpintero de Nazaret, en el cual estaba Dios: la Divinidad en toda Su plenitud manifestado en carne humana, allí estaba Dios.

San Pablo en Primera de Timoteo, capítulo 3, verso 16, dice: “Sin contradicción, grande es el misterio de la piedad: Dios ha sido manifestado en carne”.

La manifestación de Dios en carne en toda Su plenitud fue cumplida en Jesús de Nazaret: Dios se hizo hombre, se hizo carne, y habitó en medio del pueblo hebreo; el Verbo que era con Dios y era Dios, Dios con Su cuerpo angelical, se manifestó en carne en el cuerpo de Jesús, vivió en ese cuerpo, y vino a ser ese cuerpo el cuerpo humano de Dios, por lo cual tuvo el nombre humano de Dios: Jesús, para llevar a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario.

Fue el mismo Dios con Su cuerpo de carne que llevó a cabo la Obra de Redención en la Cruz del Calvario; y en la Cruz del Calvario murió Dios, pero en Su cuerpo de carne. El cuerpo de carne de Dios fue el que murió en la Cruz del Calvario; y fue sepultado, pero al tercer día resucitó, Dios lo resucitó, y así fue glorificado el cuerpo humano de Dios.

Y ahora, el cuerpo físico de Jesucristo, siendo resucitado y glorificado (resucitado en forma, en condición, glorificada), cuando aparece a Sus discípulos, Sus discípulos ni lo conocen, los más cercanos a Jesús no lo conocían.

¿Cuál fue el misterio de Jesús, el Cristo, resucitado? Que resucitó en condición glorificada. Y así será también para los creyentes en Cristo que han muerto: resucitarán en condición glorificada, en un cuerpo glorificado; y los que fueron niños resucitarán en cuerpo glorificado, si partieron; los que fueron jóvenes resucitarán en cuerpo glorificado, si partieron; los que fueron adultos resucitarán en cuerpos glorificados, si partieron ya; y los que eran ancianitos resucitarán en cuerpos glorificados, si partieron ya.

¿Y creen ustedes que los familiares o amistades y vecinos de esas personas que eran ancianitas, creyentes en Cristo, y partieron, murieron, creen ustedes que los van a reconocer cuando resuciten? No. ¿Por qué? Si no reconocieron los discípulos de Jesucristo a Jesucristo cuando resucitó, mucho menos van a reconocer a un ancianito o a una ancianita creyente en Cristo que murió; cuando resucite pues no lo van a reconocer ¿por qué? Porque van a resucitar en un cuerpo glorificado; y el cuerpo glorificado representa de 18 a 21 años de edad.

Y si le aparecen a sus amistades y le dicen: “Yo soy fulano de tal”. La persona le va a decir: “Tú no eres fulano de tal, porque fulano de tal tenía 60 u 80 años, tenía 80 o 90 años, y era un ancianito o una ancianita; y tú eres un joven o una joven de 18 a 21 años de edad”. ¿Por qué? Porque en el cuerpo glorificado todos son jovencitos: de 18 a 21 años de edad.

En el cuerpo glorificado no hay niños, ni hay adultos de 30 o 50 años, ni hay ancianos tampoco de 80 o 90 años; todos son jovencitos, representando de 18 a 21 años de edad para toda la eternidad. Y así es como seremos restaurados a la vida eterna, la cual perdió Adán y Eva al pecar en el Huerto del Edén.

Para este tiempo final seremos restaurados a la vida eterna, obtendremos un cuerpo glorificado y viviremos con Cristo por toda la eternidad; así es como vamos a vivir en el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo.

Ahora, hemos visto por qué no reconocieron a Cristo los propios discípulos de nuestro amado Señor Jesucristo. En algunas ocasiones creían que era un fantasma, que era un espíritu, pero Cristo les dijo: “Toquen aquí, un espíritu no tiene carne como ustedes ven que yo tengo, ni tiene huesos”2.

Ahora, el cuerpo glorificado es un cuerpo tangible, pero es interdimensional; con ese cuerpo se puede viajar, se puede caminar en esta dimensión y se puede pasar a otras dimensiones también. Por eso Cristo estando en Su cuerpo resucitado y glorificado, pasaba a donde estaban los discípulos; aunque ellos tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos, Cristo entraba sin que le abrieran las puertas3, y luego desaparecía de en medio de ellos; o sea, pasaba de una dimensión a otra dimensión: pasaba a la dimensión visible, y luego se desaparecía, pasaba a la dimensión invisible. Y cuando ascendió al Cielo, ascendió al Cielo con ese cuerpo glorificado y desapareció de la vista de ellos, una nube lo despareció, se lo llevó4.

Y cuando los creyentes en Cristo sean raptados, arrebatados con Cristo, para ser llevados a la Casa de nuestro Padre celestial, a la Cena de las Bodas del Cordero, estaremos en ese nuevo cuerpo, el cuerpo glorificado, y por eso podremos ir con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; y así estaremos con la vestidura de Boda: el cuerpo teofánico angelical y el cuerpo físico glorificado; así tendremos la doble porción, las dos porciones: el cuerpo teofánico angelical y el cuerpo físico glorificado.

El cuerpo físico glorificado es la clase de cuerpo más importante que hay. Acá tenemos cuerpos mortales; pero superior millones y millones y millones de veces al cuerpo físico mortal es el cuerpo físico glorificado.

Ahora, podemos ver el Programa ahí que Cristo tiene con Su Iglesia, con cada persona escrita en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. O sea que los miembros de la Iglesia de Jesucristo, todas las personas que lo van a recibir como su Salvador de etapa en etapa, estarán escritos ¿dónde? En el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero. Y somos enviados a esta Tierra (nuestras almas, que es lo que en realidad somos, pues somos almas vivientes), nuestras almas son enviadas a la Tierra en un cuerpo de carne, para estar manifestados en esta Tierra en estos cuerpos de carne, para hacer contacto con Cristo, la vida eterna, obtener el perdón de nuestros pecados, y recibir Su Espíritu Santo luego de ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.

Cristo dijo en San Marcos, capítulo 16, verso 15 al 16: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”. Tan sencillo como eso.

Ahora podemos ver por qué se predica el Evangelio a toda criatura: para que puedan escuchar y puedan creer en Jesucristo, y puedan obtener el perdón de sus pecados, puedan ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y puedan recibir el Espíritu Santo, y puedan obtener el nuevo nacimiento, puedan nacer como hijos e hijas de Dios en la Casa de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo.

Este es un misterio que ha estado cumpliéndose de etapa en etapa desde los días de los apóstoles, en donde el Día de Pentecostés nació la Iglesia del Señor Jesucristo; y de ahí en adelante este misterio del Reino de los Cielos ha estado cumpliéndose en medio de la raza humana. Pero la raza humana no ha comprendido lo que ha estado pasando en la Iglesia de Jesucristo, y han pensado que el cristianismo es meterse a alguna secta religiosa y que eso es todo, meterse a la religión; pero el Programa de Cristo —el cual Él ha estado llevando a cabo— es un Programa de creación, Él está creando una Nueva Raza con vida eterna. Ese es el secreto, el misterio del Reino de los Cielos cumpliéndose en medio de la raza humana.

“Cristo es el Segundo Adán”, dice Primera de Corintios, capítulo 15. Y dice5:

“Cual el terrenal, tales también los terrenales (o sea, cual el primer Adán: terrenal, tales también los terrenales, o sea, los nacidos en la Tierra por medio de la unión de un hombre y de una mujer); y cual el celestial (o sea, cual Cristo, el segundo Adán), tales también los celestiales”.

Y ahora, por medio de creer en Cristo como nuestro Salvador, lavar nuestros pecados en Su Sangre, ser bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibir Su Espíritu Santo: obtenemos el nuevo nacimiento, y hemos nacido en una Nueva Raza con vida eterna, de la cual Jesucristo es el primero, la cabeza6. Él es el segundo Adán, Él es la cabeza, el primero de esa Nueva Raza con vida eterna.

Por lo tanto, todos los pertenecientes a esta Nueva Raza con vida eterna serán iguales a Jesucristo nuestro Salvador; Él nos da primero el cuerpo angelical teofánico de la sexta dimensión, y en el Día Postrero (en el cual vivimos), en adición nos dará el cuerpo físico eterno, inmortal, incorruptible y glorificado.

Esto Él lo hará cuando haya completado Su Iglesia, cuando le haya dado el cuerpo angelical teofánico hasta al último escogido de Dios escrito en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero; y luego comenzará a dar a Sus escogidos el cuerpo físico y glorificado, resucitará a los muertos en Cristo en cuerpos glorificados y a nosotros nos transformará; y entonces todos tendremos un cuerpo glorificado jovencito para toda la eternidad.

Toda persona ha deseado ser joven para siempre, porque ha deseado vivir eternamente, porque no hay otra cosa más importante para el ser humano que la vida eterna. ¿De qué le vale al hombre si gana todo el mundo y pierde su alma?7 Pues de nada le sirve; de nada le sirve a una persona vivir en este planeta Tierra 20, 30, 40, 50, 60, 70, 80, 90 o 100 años, o 200 años o 500 años, si pierde su alma de nada le sirvió vivir en esta Tierra.

El propósito de la vida del ser humano en esta Tierra es para que haga contacto con la vida eterna y pueda obtener su salvación, y pueda vivir eternamente en el Reino de Cristo, y pueda vivir jovencito para toda la eternidad en un cuerpo glorificado, eterno, inmortal, incorruptible, igual al cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo. Ese es el secreto, el misterio del Reino de los Cielos, de la Iglesia de Jesucristo, de etapa en etapa.

Ahora, hay muchos misterios en el Reino de los Cielos, hay muchos misterios divinos que se han cumplido, y hay otros que corresponden a este tiempo final. Y estos secretos o misterios de Dios, que Dios guardó para el tiempo del fin, vean ustedes, se los manifestó a los profetas del Antiguo Testamento y también a Sus apóstoles, y también a los diferentes mensajeros de las diferentes edades.

En la lectura que tuvimos, vimos que le fue mostrado a Daniel lo que sucedería en el fin del tiempo; y Daniel dice que escuchó, pero no entendió; y quiso conocer, saber, y preguntó, pero le fue dicho: “Daniel, estas Palabras están selladas, están selladas y cerradas”. Vamos a leerlo, capítulo 12, verso 8 en adelante, dice:

“Y yo oí, mas no entendí. Y dije: Señor mío, ¿cuál será el fin de estas cosas?

Él respondió: Anda, Daniel, pues estas palabras están cerradas y selladas hasta el tiempo del fin”.

Y ahora nosotros viviendo en el Día Postrero somos las personas que estaremos entendiendo lo que Daniel quiso entender; y para que podamos entender estas cosas que Daniel quiso entender, pero que serán dadas a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final y después al pueblo hebreo, vean, Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 4, verso 1:

“Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Ahora, ¿a dónde vamos a subir para poder escuchar la Voz de Cristo hablándonos estas cosas que deben suceder pronto? La Iglesia del Señor Jesucristo ha ido creciendo de etapa en etapa como un monte, se ha ido formando como un monte; y por consiguiente, las personas de cada etapa, de cada edad, han subido a la edad que les corresponde, han subido a esa etapa de ese Monte de Dios, del Monte de Sion, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Así la Piedra no cortada de manos ha ido creciendo, y se ha ido formando un gran Monte, un gran Reino en el campo espiritual; y en Su Segunda Venida crecerá y se formará, en el campo literal, un gran Monte, un gran Reino: el glorioso Reino de nuestro amado Señor Jesucristo, ese Reino Milenial de Cristo.

Ahora, por cuanto de edad en edad han tenido que subir los que han escuchado la Voz de Cristo… ¿Han tenido que subir a dónde? A donde Cristo está hablando a través del mensajero de cada edad; porque esa es la forma en que Cristo habla de edad en edad.

Cristo en Espíritu Santo a través de un mensajero ha estado hablándole a Su pueblo, y ha estado llamando y juntando a Sus escogidos de edad en edad; por eso tenemos siete ángeles mensajeros en las siete etapas o edades de la Iglesia entre los gentiles, y luego viene la etapa de la Edad de la Piedra Angular; es ahí donde Cristo en este tiempo final nos llama a subir: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

¿Y cómo nos va a dar a conocer estas cosas que han de suceder después de las que ya han sucedido en tiempos pasados? Así como tuvo un mensajero en cada edad para velarse y revelarse a través de cada mensajero, y hablarle al pueblo para que escucharan la Voz de Cristo las ovejas de Cristo; para este tiempo final Él tendrá también un mensajero a través del cual se velará y se revelará, y le hablará a Su Iglesia, a Su pueblo, y llamará y juntará a Sus escogidos en esa parte alta: la Edad de la Piedra Angular, y les revelará todas estas cosas que deben suceder pronto.

Y si hay un mensajero establecido para este tiempo final, un profeta mensajero de Cristo, entonces todos queremos saber quién es ese mensajero del Señor Jesucristo.

Entonces vamos a la Escritura, le preguntamos a Cristo quién es ese mensajero. Y Cristo nos contesta en la Escritura, en Apocalipsis 22, verso 6, diciéndonos:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Y ahora, “el Dios de los espíritus de los profetas”… los espíritus de los profetas, o sea, los cuerpos teofánicos, los cuerpos angelicales de los profetas, como es el cuerpo angelical teofánico de este Ángel de Jesucristo que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis; vean, siendo un espíritu de profeta, ahora Dios, el Dios de los espíritus de los profetas, envía este espíritu de profeta, que es el Ángel del Señor Jesucristo.

Cuando se habla del Ángel del Señor Jesucristo aquí, dándole a Juan la revelación del Apocalipsis, se está hablando de un profeta en su cuerpo teofánico, su cuerpo angelical; y este profeta ministra dos mil años atrás, aproximadamente, la revelación apocalíptica a Juan el apóstol. Es el segundo profeta que antes de tener su cuerpo de carne, en su cuerpo angelical teofánico ministra la Palabra de Dios, la Palabra de Cristo, a Juan el apóstol.

Así como Jesucristo, el profeta de Nazaret, antes de estar en carne humana ministrando la Palabra de Dios estuvo en Su cuerpo angelical ministrando la Palabra.

Es el Ángel de Jehová que habló con Adán, habló también con los demás profetas, con Enoc también, con Noé, con Abraham también y con Moisés también. Es el Ángel que le dijo que había descendido para libertar al pueblo hebreo, es el Ángel que se veló y se reveló a través del profeta Moisés, y libertó al pueblo hebreo.

No fue Moisés el que hizo aquellas señales, sino que fue el Ángel de Jehová.

Fue el Ángel de Jehová el que libertó al pueblo hebreo luego de traer las plagas sobre Egipto; fue el Ángel de Jehová, Jesucristo en Su cuerpo angelical manifestado por medio del profeta Moisés, el que libertó al pueblo hebreo y los llevó rumbo a la tierra prometida. Y luego, en la tierra prometida, luego de transcurrir algunos miles de años, vino en carne humana y se manifestó en medio del pueblo hebreo en la persona de Jesús de Nazaret.

Por eso Jesús en San Juan, capítulo 8, verso 56 en adelante, podía decir: “Abraham deseó ver mi día, lo vio y se gozó”. Le dicen: “No tienes aún – no tienes todavía 50 años ¿y dices que has visto a Abraham?”. Jesús les dice: “Antes que Abraham fuese, yo soy”. ¿Cómo era antes de Abraham? Era en Su cuerpo angelical, y era llamado el Ángel de Jehová.

En esta misma forma en que Dios envió Su Ángel para libertar al pueblo hebreo, en esta misma forma en que Dios envió a Su Ángel en diferentes etapas del Antiguo Testamento, para traer la Palabra de Dios en cada una de esas etapas a los profetas de Dios, para el tiempo final Dios estará enviando Su Ángel. Pero ya, vean ustedes, lo envió a Juan en cuerpo angelical.

Pero ahora, para el tiempo final, así como el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová (el cual es Cristo en Su cuerpo angelical), se hizo carne y lo conocimos por el nombre de Jesús; así también, como se hizo carne en medio del Israel terrenal, Cristo envía Su Ángel en medio del Israel celestial.

Vean, está en medio del Israel celestial dándole la revelación a Juan el apóstol, y para el tiempo final lo enviará en carne humana.

Así como Dios sentó a Su Ángel, el cual vino en carne humana, lo envió en carne humana, y obtuvo la Victoria en el Amor Divino, y ascendió al Cielo victorioso: lo sentó Dios en Su Trono; ahora en el Nuevo Testamento, para el Día Postrero Cristo enviará Su Ángel en carne humana; y ése será el último profeta y mensajero de Jesucristo; por lo cual es un mensajero dispensacional que estará en medio de la Iglesia de Jesucristo dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, dando a conocer los secretos de Dios, los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin, o sea, abriendo esos misterios que están en la Biblia contenidos, pero sellados.

Le fue dicho a Daniel: “Estas Palabras están selladas y cerradas (¿hasta cuándo?) hasta el tiempo del fin”. Porque para el tiempo del fin Cristo envía Su Ángel para dar a conocer a Sus siervos todas estas cosas que deben suceder pronto, viene abriendo esos secretos que están sellados en la Escritura para el tiempo del fin.

Este Ángel del Señor Jesucristo obtendrá la Victoria en el Amor Divino; y a este Ángel, Cristo le cumplirá la promesa: “Al que venciere, yo le daré que se siente conmigo en mi Trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en Su Trono”8.

Ahora, Cristo se sentó en el Trono del Padre en el Cielo; pero Cristo tiene un Trono terrenal, y es el Trono de David; es en ese Trono donde Cristo sentará con Él al vencedor del Día Postrero, que será el Ángel del Señor Jesucristo.

Este misterio del Ángel del Señor Jesucristo es uno de los secretos guardados por Dios para el fin del tiempo. Y así como fue manifestado el Ángel de Jehová en carne humana, y nadie conocía ese misterio, sino el Padre; y nadie conocía al Padre, sino el Hijo; y nadie conocía al Hijo, sino el Padre, y aquel a quien el Hijo lo quisiera revelar; el Hijo, Jesucristo, el Ángel de Jehová manifestado en carne humana, era el que conocía ese misterio y los demás misterios correspondientes a aquel tiempo, y era el único que podía abrir esos misterios.

Y ahora, en el Nuevo Testamento Cristo envía Su Ángel; y nadie conocerá quién es el Ángel del Señor Jesucristo, sino Jesucristo; y nadie conocerá quién es Jesucristo y Su manifestación, la manifestación de Cristo para el Día Postrero, sino el Ángel del Señor Jesucristo y aquellos a quien el Ángel lo quiera revelar.

El Ángel del Señor Jesucristo estará revelando todas estas cosas, estos misterios de la manifestación de Cristo en Su Ángel a Su Iglesia, porque estará en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo esta manifestación de Jesucristo en Espíritu Santo en Su Ángel Mensajero.

Así como estuvo Cristo en Espíritu Santo en Su Iglesia en edades pasadas, manifestado en el ángel mensajero de cada edad, por medio del cual o de los cuales Él habló Su Palabra, y llamó y juntó a Sus escogidos, y cumplió Su promesa correspondiente a cada tiempo; así también será para este tiempo final, para cumplir las promesas correspondientes a este tiempo final.

Y ahora, solamente habrá una persona en la Tierra que conocerá estos secretos que Dios ha guardado para el fin del tiempo; y esa persona será el Ángel del Señor Jesucristo, que viene en Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dando a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, mostrando, revelando, todas estas cosas que deben suceder pronto.

En Apocalipsis 22, verso 16, también Cristo habla de Su Ángel.

Vean, de todos los ángeles que Cristo tiene y ha enviado de etapa en etapa a Su Iglesia, del más que habla es de este Ángel que le dio a Juan la revelación del Apocalipsis; los demás ángeles, dice el reverendo William Branham que son ángeles comunes, pues son ángeles de edades; pero este Ángel del Señor Jesucristo es diferente a los demás ángeles mensajeros de las demás edades pasadas, ¿por qué? Porque es un Ángel Mensajero dispensacional, es un profeta dispensacional.

Por lo tanto, en este tiempo final es la primera ocasión en que Cristo envía a Su Iglesia un profeta mensajero dispensacional con un Mensaje dispensacional; por lo tanto es una Obra grande la que Cristo lleva a cabo en este tiempo final en la etapa de la Edad de la Piedra Angular.

Con la Obra que Cristo lleva a cabo en este tiempo final completará Sus escogidos en Su Iglesia; y con la Obra que Él lleva a cabo en este tiempo final en Su Iglesia, Él llevará a cabo la Obra correspondiente al Día Postrero.

Y luego que haya terminado la Obra de recoger a todos Sus escogidos, habrá Cristo terminado de hacer Intercesión en el Cielo, en el Trono del Padre, hasta por el último escogido de Dios; completará así Su Iglesia, y luego se levantará del Trono del Padre, tomará el Título de Propiedad (que es el Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante), lo tomará, lo abrirá, y luego lo traerá a la Tierra en Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 al 11, lo entregará a un hombre, que será Su Ángel Mensajero, el último profeta mensajero que Él tendrá en Su Iglesia, el cual estará en la Edad de la Piedra Angular, y él se lo comerá.

Y por consiguiente, el Título de Propiedad de los Cielos y de la Tierra, el Libro de la Redención, el Título de Propiedad que otorga todos los derechos al que lo tenga: será restaurado a la raza humana, siendo entregado por Cristo a un hombre que se lo comerá (conforme a Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante), el cual fue representado en Juan el apóstol recibiendo ese Libro de los Sellos y comiéndoselo. Le fue amargó en su vientre, pero le fue dulce en su boca, y le fue dado el ministerio de profetizar sobre muchos pueblos, naciones, lenguas y reyes.

Así que el que estará profetizando en el Día Postrero sobre muchos pueblos, naciones y lenguas, y abriendo todos los secretos, misterios de Dios, será el que se comerá ese Libro, el cual será el Ángel del Señor Jesucristo en el Día Postrero.

Por eso vendrá la restauración a la vida eterna físicamente, en donde seremos transformados los que vivimos, y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos eternos.

Sin ese Libro de los Sellos ser tomado de la diestra del Padre, no hay resurrección para los muertos en Cristo ni transformación para nosotros los que vivimos; pero conforme a la revelación apocalíptica llegará el momento en que Cristo terminará de completar Su Iglesia, y entonces se podrá levantar del Trono del Padre, tomar el Título de Propiedad, abrirlo en el Cielo, reclamar Su herencia: reclamar a toda persona que Él ha redimido con Su Sangre, y reclamar también Su Trono: el Trono de David; reclamar, por consiguiente, el Reino; y establecer Su Reino, el glorioso Reino Milenial de Cristo, establecerlo en la Tierra en medio del pueblo hebreo; y desde ahí gobernará sobre todas las naciones.

Este Libro de los Siete Sellos es un Libro misterioso, porque contiene el misterio de todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo, contiene los nombres de todos los miembros de la Iglesia de Jesucristo. Es, este, el Libro de la Vida del Cordero.

Ahora, podemos ver que siendo un Libro misterioso, el contenido que hay en él es misterioso también.

Ahora, tenemos los secretos o misterios que Dios guardó para el fin del tiempo; entre los cuales están el misterio del Ángel que era diferente a los demás, de los ángeles que le aparecieron al reverendo William Branham. Le aparecieron siete ángeles a él y uno era diferente a los demás, del cual el reverendo William Branham dijo en la página 469 del libro de Los Sellos en español, que ese Ángel que era diferente a los demás era el que tenía el Séptimo Sello; y el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo.

Por lo tanto, el Séptimo Sello, la Segunda Venida de Cristo, gira alrededor del Ángel que era diferente a los demás.

Conocer el misterio de ese Ángel es conocer el misterio del Séptimo Sello. Conocer el misterio del Séptimo Sello es estar escuchando la Voz de los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, porque es la Voz del Ángel Fuerte que desciende del Cielo, la Voz de los Siete Truenos, que revelan el misterio del Séptimo Sello.

Tenemos el misterio del Ángel que era diferente a los demás.

Tenemos el misterio del Séptimo Sello, o sea, el misterio de la Segunda Venida de Cristo (o sea, estos son misterios o secretos que Dios guardó para el tiempo del fin).

Tenemos el misterio o secreto de los Siete Truenos de Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante.

Tenemos el misterio del Libro de los Siete Sellos de Apocalipsis, capítulo 5, verso 1 en adelante, y Apocalipsis, capítulo 10, verso 1 en adelante.

Tenemos el misterio del Ángel de Jesús, del cual Cristo dijo: “Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”. (Apocalipsis, capítulo 22, verso 16).

Tenemos el misterio de la Voz de Arcángel, de Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versos 13 al 17. De la cual dice San Pablo, hablándonos en Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, verso 14 en adelante, dice:

“Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él.

Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron.

Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.

Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”.

Esto es un secreto que Dios ha guardado para el fin del tiempo, o hasta el tiempo del fin.

También en Primera de Corintios, capítulo 15, nos dice, versos 49 en adelante:

“Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial (o sea, la imagen de Cristo).

Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción.

He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados”.

Vamos a recibir una transformación, y vamos a ser transformados: de personas mortales a personas inmortales; vamos a obtener un cuerpo eterno, inmortal, incorruptible y glorificado, como el cuerpo glorificado de nuestro amado Señor Jesucristo, y así seremos a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo; y así es como el ser humano será restaurado a la imagen y semejanza de Dios. Porque la imagen de Dios es Cristo en Su cuerpo teofánico angelical, y la semejanza física de Dios es el cuerpo físico glorificado de Jesucristo nuestro Salvador.

“… en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta…”

Aquí tenemos de nuevo la Trompeta, la Trompeta de Dios, la Final Trompeta. Siempre la Trompeta es la Voz de Dios hablando.

“… a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados”.

Los muertos en Cristo van a ser resucitados ¿cómo? Incorruptibles, en cuerpos glorificados; y nosotros seremos transformados, transformados de mortales a inmortales; por lo tanto, tendremos un cuerpo nuevo, eterno y glorificado, igual al cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador, y jovencito para toda la eternidad.

“Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad.

Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria”.

La muerte será sorbida en victoria; y de ahí en adelante ya no habrá más muerte para los creyentes en Cristo que serán transformados, y para los muertos en Cristo que serán resucitados en cuerpos glorificados. Ya no volverán a morir, porque ya estarán en cuerpos inmortales los creyentes que serán resucitados; y nosotros los que vivimos, cuando seamos transformados ya seremos inmortales y jovencitos para toda la eternidad.

Ahora, hemos visto que todo esto está envuelto en los secretos o misterios que Dios ha guardado para el tiempo del fin. Y serán abiertos estos misterios a la Iglesia del Señor Jesucristo, por Jesucristo en Espíritu Santo a través de Su Ángel Mensajero.

Y ahora, la Gran Voz de Trompeta o Trompeta Final es la Voz de Cristo en el Día Postrero hablándonos por medio de Su Ángel Mensajero, hablándonos el Mensaje del Evangelio del Reino; ese es el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, revelándonos estos secretos o misterios que Dios guardó para el tiempo del fin.

El misterio de la Trompeta de Dios.

Ahora otro misterio: El misterio de la Edad de la Piedra Angular. Ese misterio no estuvo abierto en edades pasadas, ¿por qué? Porque es abierto el misterio de cada edad cuando Dios envía el mensajero de cada edad.

En cada edad se habla, se puede hablar proféticamente de un misterio que será manifestado más adelante, pero queda todavía en misterio, queda todavía sellado y cerrado hasta el tiempo en que se abre y se cumple ese misterio; y aun puede quedar sellado, aun siendo cumplido puede quedar cerrado o sellado sin ser entendido por las personas entre las cuales se está cumpliendo.

Ahora, es para el tiempo del fin donde tenemos y para donde tenemos la promesa de que estos secretos divinos serán dados a conocer, serán abiertos.

Le fue dicho a Daniel: “Sella – cierra y sella las palabras hasta el tiempo del fin”. Esas palabras proféticas del libro del profeta Daniel y del libro del Apocalipsis correspondientes a este tiempo final, han estado selladas y cerradas por miles de años; pero la promesa es que serán abiertas en el tiempo del fin, y entonces conoceremos estos misterios del tiempo del fin que estarán siendo cumplidos.

La Edad de la Piedra Angular es la etapa correspondiente a este tiempo final en la Iglesia del Señor Jesucristo, en la creación o construcción de la Iglesia de Jesucristo, la cual es nada menos que el Templo espiritual de Jesucristo, y por consiguiente tiene un Plano Divino, el cual Cristo ha estado usando para la construcción o creación de Su Iglesia, Su Templo espiritual.

Este mismo Plano Divino fue usado por el profeta Moisés para la construcción del tabernáculo que Dios le ordenó construir, y también fue usado por el rey Salomón para la construcción del templo, llamado el templo de Salomón.

Encontramos que en ambos templos: el tabernáculo de Moisés y el templo de Salomón, encontramos que hay atrio, que hay lugar santo y hay lugar santísimo. Así también está constituido el ser humano: atrio, lugar santo y lugar santísimo.

¿Cómo podemos encontrar esos tres lugares en el ser humano? Sencillo: el atrio en el ser humano es su cuerpo, el lugar santo en el ser humano es su espíritu, y el lugar santísimo en el ser humano es su alma. ¿Ven lo sencillo que es todo?

Por eso el ser humano es un templo; y la persona, cuando recibe a Cristo como su Salvador, lava sus pecados en la Sangre de Cristo, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y recibe el Espíritu Santo: ha dedicado toda su vida en cuerpo, espíritu y alma para Dios, para ser un templo de Dios, para que Dios viva en él, viva en su alma, en su corazón, que es el lugar santísimo del ser humano como templo de Dios.

Por eso es que en los llamamientos se les dice a las personas: “Dale tu corazón, tu alma, a Cristo”. Porque ese es el trono de Dios, para Dios morar ahí, en el alma de la persona, para Dios sentarse en el trono del alma de la persona y reinar en la vida de la persona.

Ahora vean ustedes, en la misma forma que construyó Salomón el templo y que construyó el profeta Moisés el tabernáculo, está constituido el ser humano: atrio, lugar santo y lugar santísimo (cuerpo, espíritu y alma); así también es en el Cielo.

Ahora, ambos templos: el de Salomón y el de Moisés, tipifican o reflejan el Templo celestial; y por consiguiente tipifican el Templo espiritual de Cristo, que es la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, el Atrio de la Iglesia del Señor Jesucristo, del Templo espiritual de Cristo, es de Adán hasta Jesús. El Lugar Santo es de Jesús hasta el séptimo ángel mensajero, eso corresponde al Lugar Santo; por lo tanto, las siete edades de la Iglesia corresponden al Lugar Santo del Templo espiritual de Cristo.

Y luego del séptimo ángel mensajero hacia acá, corresponde al Lugar Santísimo; es, el Lugar Santísimo, la Edad de la Piedra Angular. O sea, después del séptimo ángel mensajero viene la etapa del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, y el Templo espiritual de Cristo está siendo construido, creado, con piedras vivas, con seres humanos.

Y ahora, en el Templo espiritual de Cristo el Lugar Santísimo tiene que estar ¿dónde? En el oeste. Porque así estaba en el tabernáculo que construyó Moisés: estaba en el oeste el lugar santísimo; y en el que construyó el rey Salomón, en ese templo, el lugar santísimo, estaba en el oeste el lugar santísimo también; y ahora, en el Templo espiritual de Cristo, en la Iglesia de Jesucristo, el Lugar Santísimo tiene que estar en el oeste.

Cristo tiene que estar en el oeste, en el continente latinoamericano y caribeño, creando, construyendo el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, con piedras vivas, con seres humanos que reciben a Cristo como su Salvador, lavan sus pecados en la Sangre de Cristo, son bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y reciben el Espíritu Santo, y obtienen el nuevo nacimiento; y así nacen en la Iglesia de Jesucristo ¿dónde? En la Edad de la Piedra Angular, en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Ahora, podemos ver en los secretos que Dios ha guardado para el fin del tiempo o para el tiempo final, podemos ver el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, que es la Edad de la Piedra Angular; y podemos ver quiénes componen el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo: en su mayoría latinoamericanos y caribeños.

Ahora, podemos ver lo que está sucediendo en la Iglesia de Jesucristo, en la etapa correspondiente a este tiempo final, la etapa de la Edad de la Piedra Angular, que es la etapa de oro de la Iglesia de Jesucristo, así como el lugar santísimo era el lugar de oro del templo que construyó Salomón y del tabernáculo que construyó el profeta Moisés (estaba cubierto de oro). Y ahora la Edad de la Piedra Angular es la Edad de Oro del Templo espiritual de Jesucristo nuestro Salvador.

En el lugar santísimo construyó o colocó Salomón dos querubines de madera de olivo cubiertos de oro, y estaba también el propiciatorio con los dos querubines de oro. Por lo tanto, en Iglesia del Señor Jesucristo estarán los ministerios de los Dos Olivos de Apocalipsis, capítulo 11. Así como Salomón los colocó en el Lugar Santísimo, Cristo los coloca en el Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Esos son los Ángeles del Hijo del Hombre que con Gran Voz de Trompeta vienen llamando y juntando los escogidos del Día Postrero, y colocándolos en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, o sea, en la Edad de la Piedra Angular, para ver la gloria de Cristo manifestada en Su Iglesia, en el Lugar Santísimo en este tiempo final.

Cuando Cristo se levante del Trono del Padre y venga con el Título de Propiedad, viene a Su Iglesia; y es ahí donde Él se manifestará en toda Su plenitud, resucitará a los muertos creyentes en Él de las edades pasadas, y nos transformará a nosotros los que vivimos; y todos estaremos aquí con cuerpos glorificados. Y la gloria de Jesucristo en toda Su plenitud estará manifestada en Su Iglesia, en el Lugar Santísimo de Su Iglesia, que es la Edad de la Piedra Angular. Y desde ahí le hablará al mundo entero; y desde ahí le hablará al pueblo hebreo, y llamará 144.000 hebreos.

Desde ahí es de donde Él le hablará al pueblo hebreo, así como Dios le dijo al profeta Moisés en el Éxodo, capítulo 25, versos 21 en adelante, donde dice:

“Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré.

Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel”.

Y para este tiempo final, de en medio de los dos querubines de oro y de en medio de los dos querubines de madera de olivo, Cristo estará hablándole al mensajero del Día Postrero todo lo que él debe hablarle al pueblo hebreo; pero antes le estará hablando a los escogidos de la Iglesia del Señor Jesucristo todo lo que ellos necesitan conocer, les estará hablando todos los secretos, los misterios que Dios guardó para el tiempo del fin. Por eso dice [Apocalipsis 22:6]:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

¿Qué cosas deben suceder pronto, en el tiempo final? Pues los secretos, los misterios que Dios guardó para el tiempo del fin; esas son las cosas que deben suceder; y esas son las cosas que revela el Ángel de Señor Jesucristo a la Iglesia del Señor Jesucristo en este tiempo final.

Ahora, hemos visto que desde el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo es que Cristo en Espíritu Santo estará hablando por medio de Su Ángel Mensajero todos estos secretos que Dios guardó para el tiempo del fin.

Ahora, el Ángel del Señor Jesucristo no es Jesucristo, él solamente es el profeta mensajero dispensacional que Cristo envía a Su Iglesia en este tiempo final para darle a conocer a la Iglesia de Jesucristo todas estas cosas que deben suceder pronto.

Cuando Juan el apóstol en Apocalipsis, capítulo 19, verso 7 al 10, se postró para adorar al Ángel que le mostraba estas cosas, el Ángel le dijo que no lo hiciera, que adorara a Dios, le dijo que él era siervo con sus hermanos los profetas.

Así también en Apocalipsis 22, verso 6 al 10, Juan quiso nuevamente adorar a los pies del Ángel de Jesucristo, y el Ángel le dijo que no lo hiciera, que adorara a Dios.

¿Por qué no recibió adoración este Ángel cuando Juan quiso ofrecérsela? Porque este Ángel no es el Señor Jesucristo. Este Ángel es el profeta mensajero del Señor Jesucristo, enviado a Su Iglesia en el Día Postrero para dar testimonio de todas estas cosas que deben suceder pronto, y así revelar los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin, los secretos o misterios que Juan quiso conocer y escribir, y los secretos que el profeta Daniel quiso conocer.

Ahora, el secreto de la Edad de la Piedra Angular, vean ustedes, no estaba revelado, pero ya ha sido revelado este secreto que Dios guardó para ser revelado en el tiempo del fin.

Y ahora, estamos viviendo en el misterio revelado de la Edad de la Piedra Angular, en donde se está cumpliendo el propósito divino correspondiente al Día Postrero en la Iglesia del Señor Jesucristo; es ahí donde Él coloca Su Ángel, y es ahí donde Cristo coloca Sus escogidos del Día Postrero; y esa es la Edad de Oro de la Iglesia de Jesucristo, esa es la Edad de Oro, la etapa de oro del Templo espiritual de Cristo.

Así como la parte de oro del templo de Dios era el lugar santísimo, ahora la parte de oro del Templo espiritual de Cristo es la Edad de la Piedra Angular; aunque hubo oro también en el lugar santo en algunas cosas, como el altar de oro y también la mesa de los panes de la proposición, y el candelero o candelabro; pero el lugar santísimo es todo de oro: El arca, que es de madera, pero está cubierta de oro; y las paredes también del lugar santísimo, y el piso del lugar santísimo; y todo es de oro.

El oro representa la Divinidad, y la madera, pues la humanidad. Por lo tanto, Dios en Su Iglesia: Su Iglesia, la parte humana; y Dios, la parte Divina.

Hemos visto: el misterio de la Edad de la Piedra Angular, donde Él coloca Su Ángel y donde coloca Sus escogidos del Día Postrero.

Es la edad en donde ocurrirá la resurrección de los muertos en Cristo y donde ocurrirá la transformación de nosotros los que vivimos; por lo tanto, esa es una edad eterna.

Es la edad que tendrá los ministerios de los Ángeles del Hijo del Hombre: los ministerios de Moisés y Elías, y es la edad donde Cristo cumplirá Su Segunda Venida; y es la edad donde Cristo trae el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos abierto. Es la edad donde es abierto el misterio del Séptimo Sello, el misterio de Su Segunda Venida, y el misterio de los Ángeles del Hijo del Hombre; o sea, que es abierto el misterio de la Venida del Hijo del Hombre con Sus Ángeles.

Tenemos también el misterio de la Dispensación del Reino; ese misterio de la Dispensación del Reino ha sido abierto, es uno de los secretos o misterios que Dios guardó para el tiempo del fin.

En este tiempo se está entrelazando la Dispensación del Reino con la Dispensación de la Gracia. La Dispensación del Reino es la séptima dispensación.

Dios tiene solamente siete dispensaciones, y por consiguiente tiene siete mensajes dispensacionales, y por consiguiente tiene siete mensajeros dispensacionales, que son siete profetas dispensacionales.

Para la primera dispensación, la Dispensación de la Inocencia, tuvo un profeta dispensacional el cual fue Adán, con el Mensaje de la Inocencia, que fue el Mensaje de la primera dispensación.

Tuvo luego la segunda dispensación, que fue la Dispensación de la Conciencia; para la cual tuvo un mensajero dispensacional, el cual fue Set, con el Mensaje de la segunda dispensación, el Mensaje de la Conciencia.

Luego tuvo la tercera dispensación, la Dispensación del Gobierno Humano; para la cual tuvo un mensajero dispensacional, el cual fue el profeta Noé, con el Mensaje de la tercera dispensación, el Mensaje del Gobierno Humano.

Luego Dios tuvo la cuarta dispensación, la Dispensación de la Promesa; para la cual tuvo un profeta dispensacional, el cual fue Abraham, el padre de la fe, con el Mensaje de la Promesa.

Luego tuvo la quinta dispensación, la quinta dispensación la cual es la Dispensación de la Ley; para la cual tuvo un profeta dispensacional, el cual fue el profeta Moisés, con el Mensaje de la Dispensación de la Ley, que fue el Mensaje de la Ley.

Luego tuvo la dispensación sexta, que es la Dispensación de la Gracia. Cada dispensación se entrelaza la una con la otra. Y ahora, cuando Dios va a comenzar la Dispensación de la Gracia, pues envía el profeta de la Dispensación de la Gracia.

Recuerden que siempre Dios envía el profeta para cada dispensación, para abrir la nueva dispensación, y ahí hace un entrelace de una dispensación nueva con la dispensación anterior. O sea que siempre una dispensación está conectada, entrelazada, con la dispensación anterior, y así también el mensajero y el Mensaje.

El Mensaje de una nueva dispensación está entrelazado con el Mensaje de la dispensación anterior, y el mensajero de una nueva dispensación está entrelazado con el mensajero de la dispensación anterior.

Luego que viene Jesucristo a la Tierra una nueva dispensación va a comenzar; Él tiene que hacer ese entrelace dispensacional y llevar a cabo la Obra para esa nueva dispensación. Y llevó a cabo Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, y abrió una nueva dispensación: la Dispensación de la Gracia, la cual todavía está vigente.

Y siempre que hay un cambio de dispensación para colocar el fundamento para esa nueva dispensación, todavía la dispensación anterior permanece vigente y hay un entrelace dispensacional.

Cristo en Su tiempo aquí en la Tierra en carne humana, vivió en ese entrelace dispensacional, en donde todavía la Dispensación de la Ley estaba vigente pero una nueva dispensación se estaba entrelazando. Pero cuando Cristo murió en la Cruz del Calvario, allí se detuvo la Dispensación de la Ley y comenzó plenamente la Dispensación de la Gracia.

Y el Día de Pentecostés recibieron el Espíritu Santo y nació la Iglesia del Señor Jesucristo dentro de una nueva dispensación. No nació dentro de la Dispensación de la Ley, sino dentro de la Dispensación de la Gracia.

Por eso es que San Pablo tenía una lucha grande con muchos predicadores, ministros hebreos judaizantes, que querían que los creyentes en Cristo de entre los gentiles se circuncidaran y guardaran el día sábado, y guardaran un sinnúmero de otras cosas; y Pablo les mostró que eso era para la Dispensación de la Ley pero que ya estaban en la Dispensación de la Gracia, una nueva dispensación, en donde ya la circuncisión es en el alma, en el corazón.

Cuando la persona nace de nuevo, cuando la persona recibe el Espíritu Santo, ha sido circuncidada en su alma, no necesita ser circuncidada físicamente. San Pablo dijo en Gálatas, capítulo 6, verso 15: “Ni la circuncisión ni la incircuncisión valen nada, sino la nueva criatura, el nuevo nacimiento”, la persona nacida de nuevo es lo que vale; y así la persona está circuncidada en su alma, en su corazón. Esa es la circuncisión en el Nuevo Testamento, en la Dispensación de la Gracia.

Y el guardar el sábado, lo cual querían imponerle los predicadores judaizantes a los gentiles: el sábado para nosotros es Cristo, porque el sábado es el día de descanso en el Antiguo Testamento, y ahora Cristo dice: “Los que están trabajados y cargados, cansados, venid a mí, y yo os haré descansar”9. Por lo tanto, Cristo es nuestro descanso; y cuando la persona ha recibido el Espíritu Santo ha recibido su descanso, ha recibido nuestro Sábado.

Así que Cristo en Espíritu Santo en el alma de la persona es el sábado. La persona está, los 7 días de la semana y los 365 días y cuarto del año, en sábado, en descanso en su alma; su alma está descansando, tiene descanso, reposo.

Y ahora, encontramos que cuando hay un cambio de dispensación —no cuando se está en el entrelace, sino cuando se llega al cambio total— hay cambio de muchas cosas que antes se guardaban o se hacían en la dispensación que está llegando a su final. Cuando llega a su final ya entonces queda establecido para una nueva dispensación las cosas en la forma que corresponden a la nueva dispensación.

Vean ustedes, en el Antiguo Testamento así como habían sacrificado un cordero pascual en Egipto en la víspera de la pascua, para proteger…, comer ese cordero, y la sangre ser aplicada en el dintel y los postes de los hogares para la protección de las vidas de los primogénitos que estaban en esos hogares, ahora en el Nuevo Testamento San Pablo dice que Cristo es nuestra Pascua, la cual fue ya sacrificada10.

Por lo tanto, la Sangre de Cristo es la que nos protege a nosotros estando nosotros dentro de la Casa de Dios, dentro de la Iglesia del Señor Jesucristo, y estando aplicada Su Sangre en nuestra alma.

Y ahora, en el Nuevo Testamento ya no hay que sacrificar un cordero pascual y estar guardando ese día de la Pascua que el pueblo hebreo guardaba en memoria de aquella primera Pascua allá en Egipto. Aquella Pascua tipificaba a Cristo muriendo en la Cruz del Calvario como el Cordero Pascual. Juan el Bautista cuando lo presentó dijo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo”11.

Y ahora, nuestra Pascua es Jesucristo nuestro Salvador, el Cordero Pascual, el Cordero de Dios que ha quitado el pecado del mundo, y, por consiguiente, de cada uno de nosotros.

Ahora, encontramos que siempre en un cambio de dispensación hay un entrelace dispensacional. En el entrelace dispensacional, todavía, cosas que son de esa dispensación que está llegando a su final, todavía se guardan esas cosas hasta que termine por completo esa dispensación y entre de lleno la nueva dispensación; pero hay un entrelace, y en ese entrelace está siempre un mensajero dispensacional con un Mensaje dispensacional.

Para el entrelace de la Dispensación de la Gracia con la Dispensación de la Ley el mensajero fue Jesucristo nuestro Salvador; por eso se levantaron en contra de Cristo los ministros, los miembros del Concilio del Sanedrín, los fariseos y saduceos, y el sumo sacerdote también; ellos no comprendían el misterio de un cambio de dispensación, ellos no comprendían el misterio de un profeta mensajero dispensacional, y ellos no comprendían el misterio de un Mensaje dispensacional nuevo para el pueblo. Por lo tanto, se levantaron en contra de Cristo pensando que Cristo iba a destruir todo su sistema religioso.

Pero miren ustedes, en un cambio de dispensación hay un cambio en todos los aspectos de la vida ministerial del pueblo y de los ministros que trabajan en la Obra de Dios.

Y ahora, en la nueva dispensación, la Dispensación de la Gracia, ya no es el sumo sacerdote del pueblo hebreo, ni los miembros del Concilio del Sanedrín, ni los fariseos y saduceos, ni los rabinos hebreos de la religión hebrea, del judaísmo, los que estarían ministrando en la nueva dispensación, sino, miren, San Pedro (un pescador sencillo), Juan y Santiago (hijos de Salomé, la hermana de la virgen María), también el resto de los apóstoles y así por el estilo.

Ahora, vean, hubo un cambio en el ministerio también; ya el ministerio levítico no funcionaba para la nueva dispensación; y ellos no iban a estar de acuerdo con que quitaran todo ese sistema levítico sacerdotal para ser establecido un nuevo orden en medio del pueblo hebreo. Pero, con todo y eso, fue establecida una nueva dispensación y un nuevo orden ministerial.

Ahora, encontramos que los que se quedan en la dispensación que llega a su final, persiguen a las personas que entran a una nueva dispensación. Vean, por eso persiguieron a Cristo y por eso persiguieron a los discípulos de Jesucristo, por eso persiguieron a la Iglesia del Señor Jesucristo que nació el Día de Pentecostés, los persiguieron a muerte; pero ellos dieron sus vidas con gozo, sabiendo que morían por Cristo, así como Cristo murió por todos nosotros.

Este es el misterio de una dispensación, y este es el misterio de la Dispensación del Reino, en donde habrá un cambio total.

Para el Reino Milenial ya no tendremos los sistemas religiosos que hay en la actualidad, ni tendremos la forma de ministrar que hay en medio de la humanidad bajo la Dispensación de la Gracia, y mucho menos bajo sistemas religiosos paganos de diferentes religiones.

Todo será de acuerdo a la Dispensación del Reino; y Cristo es el Rey para esa dispensación, y Cristo es el Sumo Sacerdote también; y el Orden Sacerdotal es el Orden de Melquisedec, al cual pertenecen todos los redimidos de Jesucristo nuestro Salvador.

Por lo tanto, el Orden Sacerdotal pertenece a Cristo con los que serán transformados de los que estamos vivos, y de los que serán resucitados de edades pasadas.

Y el orden del Reino en la parte política corresponde a Cristo como Rey de reyes y Señor de señores, y como el Hijo de David heredero al Trono de David; ese orden pertenece al Orden de Melquisedec, que es Rey de Salem y Sacerdote del Dios Altísimo, Rey de Paz y de Justicia. Por lo tanto, Cristo se sentará en el Trono de David y reinará sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.

Y nosotros, por cuanto somos reyes…, Él nos ha hecho reyes con Él, pues nos ha limpiado con Su Sangre de todo pecado y nos ha hecho reyes para nuestro Dios; somos de la Realeza de ese Reino Milenial, somos miembros de esa Realeza, y por consiguiente somos reyes con Cristo nuestro Salvador para gobernar con Cristo en ese Reino.

O sea que el Gabinete político del Reino de Cristo es la Iglesia de Jesucristo, los miembros de ese Cuerpo Místico de creyentes; esa es la parte política del Reino de Cristo. Y la parte religiosa también la hemos visto, y nosotros somos —de esa parte religiosa— sacerdotes de Cristo, y Cristo es el Sumo Sacerdote. Y de la parte judicial de ese Reino, Cristo es el Juez de toda la Tierra, y los escogidos del Cuerpo Místico de Cristo son parte de esa Corte Divina, son la Corte de Cristo, por eso somos jueces con Él.

Por eso San Pablo dice: “¿No saben ustedes que los santos juzgarán al mundo?, ¿y aun a los ángeles?”12. ¿Por qué? Porque son la Corte Suprema de Cristo para Su glorioso Reino Milenial. Pero Cristo es el Juez Supremo de la parte judicial; como también es el Rey Supremo de Su Reino, de la parte política; y es el Sumo Sacerdote, el Sacerdote Supremo en la parte religiosa.

Y nosotros, por cuanto somos Sus hijos y también Sus hermanos, somos coherederos con Él, somos reyes y sacerdotes y jueces con Cristo nuestro amado Salvador.

Todo esto está dentro del misterio de una dispensación; y todo esto está dentro del misterio de la Dispensación del Reino, donde estaremos manifestados con Cristo en Su Reino Milenial, y literalmente seremos reyes, seremos jueces y seremos sacerdotes también en Su Reino. Y Cristo, literalmente, en ese Reino será Rey, Juez y Sumo Sacerdote también. Eso es parte del misterio de la Dispensación del Reino.

En una dispensación tiene que haber un Mensaje; el Mensaje de la Dispensación del Reino es el Evangelio del Reino. Y tiene que tener un mensajero dispensacional; el mensajero de la Dispensación del Reino es el Ángel del Señor Jesucristo. La Dispensación del Reino es la séptima dispensación.

Vimos las diferentes dispensaciones con Sus ángeles mensajeros dispensacionales, profetas dispensacionales y Mensajes dispensacionales.

Estábamos viendo la sexta dispensación, de la cual Cristo es el mensajero dispensacional con el Mensaje dispensacional de la Gracia. Y luego, la séptima dispensación es la Dispensación del Reino; y el Mensaje para esa dispensación es el Evangelio del Reino; y el mensajero es el Ángel del Señor Jesucristo, un profeta dispensacional.

Solamente Dios tiene siete dispensaciones y siete mensajeros dispensacionales y siete profetas dispensacionales; esa es la clase de profeta más grande que Dios tiene y envía a la Tierra. Y el último profeta dispensacional es el Ángel del Señor Jesucristo.

De todos los profetas dispensacionales el más grande es nuestro amado Señor Jesucristo. ¡No hay nadie que le pueda quitar ese lugar!

Por eso Jesús decía: “He aquí uno mayor que Salomón”13; y también decía: “He aquí uno mayor que el templo”14; porque Cristo es el personaje más grande, es el más grande de toda la Creación. Jesucristo es la persona más importante para Dios, pues es el hombre en donde Dios mora en toda Su plenitud; es el hombre que Dios sentó en Su Trono y en el cual Dios está manifestado en toda Su plenitud; y es el primer hombre que ha sido glorificado.

Y ahora, el segundo que le sigue, pues tiene que ser el Ángel del Señor Jesucristo.

Ahora, ¿cómo sabemos que será el Ángel del Señor Jesucristo el que le sigue a Jesús?, que será mayor que Adán (Cristo es mayor que Adán también, que Set), y el Ángel también es mayor que Adán y que Set el segundo profeta dispensacional; y mayor que Abraham, y que Moisés; también mayor que Noé, que fue el tercero,

Ahora, Cristo es mayor que todos ellos y Su Ángel también. ¿Cómo vamos a saber eso? En San Mateo, capítulo 11, versos 11 en adelante dice, hablando de Juan el Bautista dice:

“De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él”.

Si el más pequeño del Reino de los Cielos, de la Iglesia del Señor Jesucristo, es mayor que Juan el Bautista y es mayor que todas las personas del Antiguo Testamento creyentes en Dios, y mayor que los profetas del Antiguo Testamento; si el más pequeño es mayor, ¿cómo será Cristo y Su Ángel?

¿Y por qué el más pequeño del Reino de los Cielos, de la Iglesia de Jesucristo, es mayor que Juan el Bautista y mayor que los profetas del Antiguo Testamento y de los creyentes del Antiguo Testamento? Porque las personas del Antiguo Testamento son los siervos de Dios, el pueblo de los siervos de Dios, y los miembros de la Iglesia de Jesucristo son los miembros de los hijos e hijas de Dios, los miembros de la Familia de Dios, del Israel celestial.

Y ahora, en la casa de un rey, el cual tiene siervos…, y de entre todos los siervos pues tiene que tener muchos que son importantes, y entre todos tiene que tener uno que sea el mayor, el más importante de todos.

Como sucedió también en la casa de Abraham, que tenía muchos siervos pero de entre todos ellos tenía el mayor de ellos, el más importante, que era Eliezer; pero era un siervo, nacido en su casa, y era el mayor. Pero cuando nació Isaac, siendo un bebé ¿cuál era mayor en la casa de Abraham, en la familia de Abraham? ¿Y para Abraham y Sara quién era el mayor? Isaac, aunque era un bebé. ¿Por qué? Porque Isaac era el hijo de Abraham y Sara, y Eliezer era el siervo de Abraham.

Abraham podía decir: “Eliezer es mi siervo más importante, el más grande de todos; pero no es carne de mi carne, no es parte mía y Sara; no es parte de Sara y de mí; pero mi hijo Isaac es parte mía y es parte de Sara”. ¿Ven?

Y ahora, nosotros somos parte de Cristo, carne de Su carne y sangre de Su sangre. Por lo tanto, somos sangre de Dios y carne de Dios y hueso de Dios, porque la carne de Dios y la sangre de Dios y los huesos de Dios son Jesucristo, el cuerpo de Jesucristo; y nosotros somos carne de Su carne y sangre de Su sangre y huesos de Sus huesos.

Ahora, hemos visto el misterio de por qué Cristo y Su Ángel son mayores que todos los profetas que han venido anterior a Jesús y a Su Ángel. Pero Jesucristo es mayor que Su Ángel; por lo tanto el Ángel de Jesucristo no acepta adoración cuando Juan el apóstol quiso ofrecerla a él, y le dice: “Adora a Dios”.

Esa es la enseñanza del Ángel del Señor Jesucristo: enseñar a las personas a adorar a Dios; porque a Dios hay que adorarlo en espíritu y en verdad.

Por lo tanto, el Ángel viene con la enseñanza, la revelación divina, para adorar a Dios en este tiempo final. Y para el cambio de dispensación él tendrá la revelación para adorar a Dios conforme a lo que corresponde para la Dispensación del Reino.

Y ahora, vean ustedes, siempre estará dirigiendo al pueblo para que adoren a Dios. Así será que él estará revelando el misterio de la adoración a Dios en la Dispensación del Reino.

Y cuando estemos en el Reino Milenial, siendo que Cristo lo sentará con Él en Su Trono, él estará como Administrador de Cristo. Por lo tanto, todo lo que tendrá que ver con la parte política de ese Reino, la parte religiosa y la parte judicial, el Ángel de Jesucristo estará dando a conocer todo lo relacionado a lo político, a lo religioso y a lo judicial.

Ahora, todo eso está dentro del misterio de la Dispensación del Reino. Todo esto son secretos que Dios guardó para el tiempo del fin.

También tenemos el misterio de la resurrección de los muertos en Cristo, de la cual hemos hablado.

Tenemos el misterio también de la transformación nuestra.

Y tenemos el misterio, también, de las vírgenes prudentes, que son las personas que serán transformadas estando vivas, y de los que serán resucitados (porque ya han partido); esas personas pertenecen al grupo de las vírgenes prudentes.

También está el misterio de las vírgenes insensatas o fatuas, de las cuales no vamos hablar por el momento, porque nos faltaría el tiempo; pero esas son las que no recibieron aceite en sus lámparas, las personas que no recibieron el Espíritu Santo.

Las prudentes son las que han creído en Cristo, lo han recibido como nuestro Salvador, han lavado sus pecados en la Sangre de Cristo, han sido bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo y han recibido el Espíritu Santo, y han obtenido el nuevo nacimiento; y por consiguiente han obtenido el cuerpo angelical, el cuerpo teofánico; y pronto recibirán el cuerpo físico y eterno.

Esas son las que entran con Cristo a las Bodas, y la Puerta se cerrará, como dice San Mateo 25, versos 10 al 13, Cristo mismo hablando de lo que va a suceder; lo cual es uno de los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin; habló de ellos pero no abrió el misterio, quedó sellado y cerrado.

El misterio de la Puerta que se cierra: Cristo es la Puerta, y se cerrará la Puerta de la Dispensación de la Gracia cuando Cristo termine de hacer intercesión en el Cielo. Cuando termine de hacer intercesión hasta por el último de los escogidos entonces se levantará del Trono del Padre, y así se cerrará la Puerta de la Gracia; y ya ninguna persona podrá venir a decir: “Yo quiero recibir a Cristo como mi Salvador, yo quiero que Él perdone mis pecados, yo quiero ser bautizado en Su Nombre, y yo quiero recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento”. Ya eso habrá terminado. Ya nadie más podrá recibir el bautismo del Espíritu Santo, ya nadie más podrá obtener el nuevo nacimiento. Se cerrará la Puerta para los gentiles como se cerró la puerta del arca del pacto [de Noé], y luego ninguna persona más pudo entrar al arca del pacto [de Noé] para salvarse.

Así será pronto, cuando el Padre de familia se levante y cierre la Puerta, como dice San Lucas, capítulo 13, verso 25:

“Después que el padre de familia se haya levantado y cerrado la puerta, y estando fuera empecéis a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos, él respondiendo os dirá: No sé de dónde sois”.

Ahora, podemos ver que Cristo, siendo la Puerta para Su Iglesia y en Su Iglesia, en Su Templo, siendo la Puerta de la Gracia, cuando se cierre la Dispensación de la Gracia, cuando termine, ya se habrá cerrado la Puerta para entrar a la Dispensación de la Gracia, ya Cristo no estará como Sumo Sacerdote haciendo intercesión, sino que estará como Juez de toda la Tierra, y Rey de reyes y Señor de señores en Su Obra de Reclamo.

Tenemos también el misterio de las Bodas del Cordero con Su Iglesia.

Tenemos también el misterio del juicio de los siete ángeles de la Iglesia con sus grupos, los cuales están en el Paraíso y los cuales van a ser juzgados cuando Cristo se levante del Trono del Padre y pase por el Paraíso para resucitar a los muertos creyentes en Él: Los va a juzgar primero a los ángeles mensajeros con sus grupos y luego los va a resucitar en cuerpos glorificados, y luego nos transformará a nosotros los que vivimos.

Tenemos también el misterio de la cosecha del trigo y de la cizaña.

Tenemos también el misterio o el secreto de los buenos peces y de los malos peces que los Ángeles del Hijo del Hombre recogen cuando sacan la red; la echan y luego la sacan; recogen peces buenos y peces malos, pero toman los peces buenos en cestas, y los peces malos los echan al agua; lo cual significa ser echados en la gran tribulación, donde será el lloro y el crujir de dientes, ser echados al horno de fuego, la gran tribulación. Pero los buenos peces son colocados en el Reino de Cristo: serán transformados y llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero.

Tenemos también el misterio de los Ángeles o de los Arcángeles Miguel y Gabriel. De ese misterio no vamos a tocar ahora nada, o si tocamos algo es muy poco, lo dejaremos así quietecitos.

El reverendo William Branham dice que Miguel es Cristo. La otra pregunta es: ¿Y Gabriel quién será? Lo dejamos entre dos signos de interrogación. Algún día hemos de saber el misterio pleno del Arcángel Miguel y del Arcángel Gabriel, y de los demás arcángeles.

Tenemos también el misterio del reino de los gentiles representado en la estatua que vio el rey Nabucodonosor, el cual se encuentra en la actualidad en los pies de hierro y de barro cocido para finalizar su trayectoria con la Segunda Venida de Cristo.

Cristo en Su Segunda Venida herirá a esa imagen en los pies de hierro y de barro cocido, en la etapa final, que es la etapa en donde el anticristo estará en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido; y ahí habrá un enfrentamiento. De lo cual tampoco queremos explicar mucho, para que no se interrumpa este enfrentamiento; y así, pues, Cristo tenga todas las ventajas en este enfrentamiento que se va a llevar a cabo, en donde Cristo vencerá al anticristo, como David venció a Goliat. En esa victoria que obtuvo David, el rey David sobre Goliat, está tipificada la gran victoria que obtendrá Cristo en Su Segunda Venida contra el anticristo.

También tenemos el misterio del Reino de Cristo y la Venida del Hijo del Hombre en Su Reino con Sus Ángeles.

Ahora, les he mostrado solamente 22 misterios que están aquí escritos, 22 secretos de Dios guardados para el tiempo del fin; y hay más; pero no vamos a seguir mencionándolos con detalles, porque dentro de grandes misterios que han sido mencionados están otros misterios más pequeños; por lo tanto, al mencionar los misterios mayores están ahí —por consiguiente— incluidos los otros secretos o misterios menores.

Y ahora, en el misterio del Séptimo Sello, en el misterio de la Segunda Venida de Cristo, están todos los misterios del Programa de Dios correspondientes al Día Postrero. Así que mencionando uno les estoy mencionando todos los misterios del Reino de los Cielos, para Cristo cumplirlos en Su Iglesia; y así les estoy mencionando en forma resumida todos los misterios de Dios con Su Iglesia.

Y mencionando el misterio del anticristo, del hombre de pecado, estoy mencionando todos los misterios del reino del maligno y toda la obra del reino del maligno que él estará haciendo en este tiempo final.

Así que mencionando el misterio de Cristo y el misterio del diablo, del anticristo, estoy mencionando todos los misterios que estarán cumpliéndose en este tiempo final.

Y ahora, nosotros nos encontramos del lado de Cristo; por lo tanto, los misterios de Dios, los secretos de Dios guardados para el tiempo del fin son dados a conocer a nosotros; y nos muestra los misterios tanto de Cristo con Su Iglesia como también nos muestra los misterios del anticristo con la cizaña, para que nos guardemos, nos cuidemos, del anticristo y de toda la cizaña, y permanezcamos con Cristo, el que sembró la buena semilla, y permanezcamos con el trigo, que son los hijos del Reino, que son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo, y permanezcamos en la Iglesia del Señor Jesucristo, que es el lugar para el trigo, para los hijos e hijas de Dios.

Y la Iglesia se encuentra en la etapa más gloriosa, la etapa de oro, la etapa de la Edad de la Piedra Angular. El trigo se encuentra en la Edad de Oro, pues el trigo cuando madura toma un color dorado, de oro, entre oro y color marrón claro, ese es el color de oro; por eso a las personas que tienen la piel un poco más oscura se les llama trigueños, y eso significa color trigo, eso es trigueño; de ahí es que sacaron la palabra trigueño: del color que el trigo toma cuando madura.

Así que tomando todos los colores de los latinoamericanos y caribeños juntos y mezclándolos, sacamos el color trigueño, el color de trigo maduro.

Y ahora, ¿dónde es que el trigo madura? En la Edad de la Piedra Angular, que corresponde a la América Latina y el Caribe; por lo tanto, la Iglesia del Señor Jesucristo tomaría el color de trigo maduro, la Iglesia del Señor Jesucristo en la Edad de la Piedra Angular tomaría el color trigueño. Mezclando todos los colores de la América Latina y el Caribe sacamos el color trigueño; por eso en la Edad de la Piedra Angular tenemos todos los colores juntos, y darían el color trigueño, el color trigo maduro.

Por lo tanto, vamos madurando en el conocimiento divino, vamos madurando hasta que lleguemos a la perfección, hasta que obtengamos nuestra transformación, lo cual también es uno de los secretos o misterios de Dios guardados para el tiempo final en el cual nosotros estamos viviendo.

Estamos viviendo en el tiempo final y estamos viviendo en el Día final, en el Día Postrero, que es el séptimo milenio de Adán hacia acá; el cual comenzó este mismo año, en enero primero (1º), a las doce y un segundo (12:01), según el calendario que se usa entre los gentiles, pues los días cambian a la medianoche, ahí termina un día y comienza el otro día.

Por lo tanto, el día de año nuevo: enero 1º, a la medianoche, cuando terminó el año 2000, comenzó el año 2001; y el primer segundo fue del año nuevo 2001; y comenzó así el séptimo milenio de Adán hacia acá o tercer milenio de Cristo hacia acá; comenzó así, delante de Dios, el Día Postrero, que para los seres humanos es el milenio postrero. “Porque un día delante del Señor es como mil años, y mil años como un día”.

Este misterio de lo que son los días postreros y lo que es el Día Postrero, vean, es otro de los misterios, de los secretos de Dios que sería abierto, revelado, en el tiempo final; y ahora ya ese misterio ha sido abierto para todos nosotros también.

Y de todos estos misterios, la mayoría de todos estos misterios que les mencioné, la mayoría ya han sido abiertos.

Ahora, el misterio del Arcángel Miguel y del Arcángel Gabriel solamente lo tocamos un poquito, pero lo dejamos quietecito todavía; para, más adelante, en alguna ocasión, Dios mediante, dar a conocer en alguna ocasión el misterio completamente del Arcángel Miguel y del Arcángel Gabriel.

El Arcángel Gabriel pues es el Arcángel de la revelación divina, es el Arcángel que tiene acceso al Libro de la Verdad; pues le dice al profeta Daniel: “Yo te mostraré lo que está escrito en el Libro de la Verdad”15. Es el Arcángel-profeta de la sexta dimensión, que le vino profetizando a Daniel todas esas cosas que sucederían en aquellos tiempos y las que sucederían en el fin del tiempo.

Así que son un misterio los Arcángeles Miguel y Gabriel. Y vean ustedes que cuando necesitó ayuda el Arcángel Gabriel, cuando estaba luchando contra el príncipe allá de Persia, el Arcángel Miguel vino y lo ayudó16; o sea que era una lucha en otra dimensión.

Siempre que va a haber un cambio de reino en el imperio o reino de los gentiles, vean ustedes, hay una lucha de los Arcángeles de Dios con Sus Ejércitos, en contra del diablo y los arcángeles y ángeles del diablo; porque el diablo tiene ángeles y tiene arcángeles también, tiene espíritus o criaturas que son personas de una posición importante. Pero de eso no vamos a hablar ahora con detalles; solamente pues les quise mostrar que cuando el Arcángel Gabriel quiso o necesitó ayuda, vino el Arcángel Miguel y lo ayudó.

Y el Arcángel Miguel es el Príncipe que está por los hijos del pueblo de Daniel, o sea, por los hijos del pueblo hebreo. El Arcángel guardián del pueblo hebreo ¿es cuál? El Arcángel Miguel. ¿Cuál será el Arcángel guardián de la Iglesia de Jesucristo? Vamos a dejarlo quietecito ahí…

Pues ese Arcángel Gabriel es el Arcángel de la revelación, de las revelaciones divinas. Así que toda revelación divina está sujeta a ese ministerio del Arcángel Gabriel, ya sea que él traiga la revelación o sea enviado otro Ángel; pero no podrá salir otro Ángel, a menos que sea con el consentimiento de Gabriel.

Ese es un Ángel administrador. Es el Ángel que tiene acceso al Libro de la Verdad, es un Ángel administrador en el Cielo; y ministró a Juan… – ministró a Daniel esa revelación, la cual fue escrita. Y el libro del profeta Daniel es el Apocalipsis del Antiguo Testamento; por eso encontramos que las revelaciones que recibió Daniel, luego están más ampliamente en el libro del Apocalipsis; por eso es el Apocalipsis del Antiguo Testamento. También encontramos en el libro de Ezequiel algunas revelaciones y visiones que son apocalípticas también.

Así que hay un misterio grande en estos dos Arcángeles de Dios. ‘Quién como Dios’, significa Miguel. Y ‘Varón de Dios’, es Gabriel, ‘Hombre de Dios’, ‘Varón de Dios’. Así que hay unos misterios grandes aun en los nombres de estos Arcángeles.

Hay también más arcángeles y ángeles, pero los mencionados ahí son…, los mencionados o los más mencionados son Gabriel y Miguel.

Así que siendo que son un misterio hay un secreto contenido en ellos, que Dios ha guardado para el tiempo del fin. Por lo tanto, iremos obteniendo el conocimiento de estos Arcángeles, de quiénes son y lo que ellos han hecho en toda la trayectoria de la raza humana. De eso hablaremos en otras ocasiones, ya que estos Arcángeles tienen que ver con el Israel terrenal y con el Israel celestial.

Siendo que el Arcángel Gabriel y el Arcángel Miguel son los Arcángeles principales de Dios, y tienen que ver con el pueblo hebreo y con la Iglesia del Señor Jesucristo, por lo tanto examinaremos con más detalles en otra ocasión el misterio de los Arcángeles Miguel y Gabriel.

“LOS SECRETOS QUE DIOS GUARDÓ PARA EL TIEMPO DEL FIN”.

En los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin estamos todos nosotros también.

“Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos”17.

Antes nos preguntábamos: “¿Quiénes son los escogidos?”. Pero ahora si yo les pregunto: ¿Quiénes son esos escogidos?… ¿Ven? Ya ustedes saben, porque ya ese misterio ha sido abierto en este tiempo final.

Y yo le doy gracias a Jesucristo por haberme enviado a Sus escogidos del Día Postrero, para darles a conocer todos estos secretos o misterios que Dios ha guardado para el tiempo del fin.

Yo estoy muy agradecido a Cristo por haberme enviado a ustedes y haberlos conocido; y haberme colocado como uno de ustedes, haberme colocado en la América Latina y el Caribe, para ser también latinoamericano y caribeño.

Es una bendición grande para mí estar en medio de la Iglesia de Jesucristo en el lugar más importante: en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo. Así como para una persona lo más importante en el templo de Dios era estar (¿dónde?) en el lugar santísimo; y ahí solamente podía entrar y ministrar un hombre: el sumo sacerdote. Por lo tanto, habrá un ministerio que podrá entrar al Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo.

Cristo obró por medio de los mensajeros y ministró Cristo por medio de ellos; pero Cristo es el Sumo Sacerdote, por lo tanto Él puede entrar manifestado en el Día Postrero en un hombre, al Lugar Santísimo de Su Templo espiritual; lo construye y ministra en él Cristo; pero tiene que hacerlo por medio de un mensajero. Ese será el mensajero de la Dispensación del Reino, el Ángel del Señor Jesucristo.

Y Dios me ha permitido a mí ver en el Lugar Santísimo, y ver todo lo que hay ahí en el Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo, ¡y verlos a todos ustedes dentro del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo!

Este secreto que Dios guardó para el tiempo del fin: del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual, vean ustedes, Dios me ha permitido verlo en el Templo espiritual de Cristo; y al verlo, los he visto a todos ustedes dentro del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; lo cual es un privilegio grande para mí; y para cada uno de ustedes también es un privilegio verse dentro del Lugar Santísimo y ver todos los que están ahí dentro del Lugar Santísimo.

Así que nos vemos los unos a los otros dentro del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; lo cual era un secreto que Dios guardó para el tiempo del fin. Ya ese secreto está abierto para todos nosotros. Y toda bendición de Cristo para Su Iglesia, para todos nosotros, vendrá dentro del Lugar Santísimo.

Por lo tanto, podemos decir: “¡De aquí no hay quién me saque! ¡Del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual nadie nos podrá sacar!”. Pues si Dios nos colocó ahí, Cristo nos colocó ahí, ¿quién podrá sacarnos de ahí? Nadie podrá sacarnos de ahí, del Lugar Santísimo de Su Templo espiritual.

Por lo tanto, este misterio ya esta abierto para todos nosotros, en lo que corresponde a conocer dónde estamos en el Templo espiritual de Cristo; aunque hay todavía muchas cosas ahí dentro del Lugar Santísimo del Templo espiritual de Cristo; lo cual continuará Cristo dándonos gradualmente.

Es ahí donde ocurrirá la resurrección de los muertos y la transformación de nosotros los que vivimos; es ahí donde están todas las bendiciones de Cristo para cada uno de ustedes y para mí también.

“LOS SECRETOS QUE DIOS GUARDÓ PARA EL TIEMPO DEL FIN”.

Solamente vimos 23 misterios ahí a la ligera. Les había dicho 22, pero como les hablé después de otro, ya son 23. Pero en esos 23 misterios que tocamos están incluidos todos los demás misterios que hay para el tiempo del fin, para ser cumplidos y ser abiertos en este tiempo final. Para lo cual Dios dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Por lo tanto, las cosas que deben suceder ¿son qué? Los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin. Esas son las cosas que deben suceder y esas son las cosas que el Ángel de Jesucristo enviado por Cristo estaría dándonos a conocer en este tiempo final.

Para eso estamos nosotros en el Templo espiritual de Cristo, en la Edad de la Piedra Angular, en el Lugar Santísimo: para escuchar todas estas cosas que deben suceder pronto, para escuchar los secretos que Dios guardó para el tiempo del fin, siendo revelados a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “LOS SECRETOS QUE DIOS GUARDÓ PARA EL TIEMPO DEL FIN”.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto se complete el Cuerpo Místico de Cristo, entre al Cuerpo Místico de Cristo hasta el último escogido, y Cristo se levante del Trono y tome el Título de Propiedad, y haga Su Obra de Reclamo, y resucite a los muertos en Cristo creyentes en Él del pasado, y nos transforme a nosotros los que vivimos, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Muchas gracias por vuestra amable atención amados amigos y hermanos presentes, y será hasta una próxima ocasión. Continúen pasando todos una tarde llena de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador.

Dejo nuevamente con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín para finalizar nuestra parte en esta ocasión. Que Dios les bendiga y les guarde a todos.

“LOS SECRETOS QUE DIOS GUARDÓ PARA EL TIEMPO DEL FIN”.

[Revisión julio 2020]

1 Éxodo 12:1-14

2 San Lucas 24:39

3 San Juan 20:19

4 San Lucas 24:50-51, Hechos 1:9

5 1 Corintios 15:48

6 Colosenses 1:18

7 San Mateo 16:26, San Marcos 8:36, San Lucas 9:25

8 Apocalipsis 3:21

9 San Mateo 11:28

10 1 Corintios 5:7

11 San Juan 1:29

12 1 Corintios 6:2-3

13 San Mateo 12:42

14 San Mateo 12:6

15 Daniel 10:21

16 Daniel 10:13

17 San Mateo 24:31

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