Lo que escudriña el Espíritu de Dios

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para lo cual leemos en Primera de Corintios, capítulo 2, versos 9 en adelante, donde nos dice:

“Antes bien, como está escrito:

Cosas que ojo no vio, ni oído oyó,

Ni han subido en corazón de hombre,

Son las que Dios ha preparado para los que le aman.

Pero Dios nos las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña, aun lo profundo de Dios.

Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así (también) nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios.

Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido,

lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual.

Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.

En cambio el espiritual juzga todas las cosas; pero él no es juzgado de nadie.

Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿Quién le instruirá? Mas nosotros tenemos la mente de Cristo”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema para esta ocasión es: “LO QUE ESCUDRIÑA EL ESPÍRITU DE DIOS”.

Ante la presencia de Dios todas las cosas están desnudas; así nos dice el apóstol San Pablo en Hebreos, capítulo 4, verso 13, donde dice:

“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.

Por lo tanto, para Dios todas las cosas están al descubierto, están abiertas, desnudas.

Y ahora, ¿qué cosas escudriña el Espíritu de Dios? Él escudriña los pensamientos del corazón de las personas, Él escudriña lo que está dentro del alma, del corazón, de los seres humanos; y Dios juzga al ser humano por lo que está en su corazón, porque del corazón salen las cosas buenas y también las cosas malas del ser humano[1].

Vean en Génesis, capítulo 5, lo que dice; y de acuerdo a lo que hubo en el corazón de las personas fue que ellos actuaron, y de acuerdo a lo que hubo en el corazón de las personas fue que Dios juzgó a la generación antediluviana. Vamos a ver: capítulo 6 (vamos a ver…, había dicho el 5, pero es el 6), dice… Capítulo 6, verso 5 en adelante, dice:

“Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal.

Y se arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón.

Y dijo Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado, desde el hombre hasta la bestia, y hasta el reptil y las aves del cielo; pues me arrepiento de haberlos hecho”.

Y aquí, vean cómo Dios juzgó a la raza humana: juzgó a los seres humanos conforme a lo que hubo en sus corazones; y la violencia que hubo en medio de ellos era el producto de lo que hubo en sus corazones, porque dice: “Y todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal”.

Y ahora, podemos ver que Dios vio lo que hubo en el corazón de ellos. Las personas podían ver la violencia que hubo en aquellos tiempos, pero Dios vio la causa por la cual hubo aquella violencia, y era lo que hubo en el corazón de ellos, los designios del pensamiento del corazón de las personas de aquel tiempo; porque las guerras vienen de los pensamientos del corazón de las personas. Antes de una guerra, pues la piensan.

Ahora, Dios ve y juzga lo que hay dentro del corazón de las personas.

¿Recuerdan también el caso de Sara, la esposa de Abraham?, la cual estuvo cuando Dios, Elohim, visitó a Abraham, se presentó a Abraham con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel; y fueron a visitar a Abraham en forma visible, y comieron con Abraham; y luego Elohim le dice a Abraham que va a tener el hijo que Él (que Dios) le prometió a Abraham[2].

Y ya Abraham tenía 99 años de edad y Sara 89 años de edad. ¿Y qué persona podrá estar esperando un hijo…, qué anciano de 99 años puede estar esperando un hijo a través de su esposa que tenga 89 años? Aquí no hay ninguno que pueda estar esperando algo así a través de su esposa que tenga 89 años de edad.

Pero sin embargo, en aquel tiempo hubo un hombre que sí estaba esperando un hijo a través de su esposa que estaba anciana: con 89 años de edad; y eso era inconcebible a la mente humana. Pero fue la mente de Dios la que concibió ese pensamiento y lo reveló a Abraham; y Abraham, siendo profeta, captó esa revelación divina, y la creyó con toda su alma, y la habló; y eso tenía que cumplirse en la vida de Abraham y Sara. Le dio a conocer a Sara que Dios le había prometido un hijo.

Ahora, vean ustedes que Abraham solamente era el que había escuchado la Voz de Dios[3]; pero ahora, cuando se le presenta Elohim con Sus Arcángeles Gabriel y Miguel, también Sara escucha la Voz de Dios. Y ahora, Sara no creyó que eso era posible porque ya estaba anciana.

Vean, lo mismo que Abraham le había dicho a Sara, que Dios le había revelado, ahora el mismo Dios lo habla y Sara lo escucha.

Y ahora, Sara pensó en su corazón: “¿Iré yo a tener deleite, placer, con mi esposo, que ya está anciano: con 99 años de edad, para tener un hijo?”, pues ya le había pasado el tiempo de tener hijos a Sara, por lo tanto ella no veía que eso era posible. Pero Abraham sí lo creía, por lo tanto esa Palabra tenía que cumplirse en la vida de Abraham y Sara.

Ahora, Sara se rio en su corazón; y Dios vio lo que sucedió en el corazón de Sara, y le dice a Abraham: “¿Por qué Sara, tu esposa, se ha reído diciendo si ha de tener el hijo?”. Aquí en el Génesis, capítulo 18, está este gran momento de la vida de Abraham y Sara en la visita que le hizo Dios a Abraham, lo cual es tipo y figura para la Iglesia del Señor Jesucristo.

Así como Dios le prometió al pueblo hebreo —por medio de los profetas— la Venida del Mesías…; vean, e Isaac es tipo y figura de la Venida del Mesías, el Hijo prometido, el Hijo de Abraham. Y también Dios ha prometido la Segunda Venida de Cristo a la Iglesia del Señor Jesucristo.

La Primera Venida de Cristo fue cumplida en medio del pueblo hebreo, el cual tenía la promesa de la Primera Venida de Cristo, la promesa del Hijo prometido, la promesa del Isaac mayor, que es Cristo nuestro Salvador; y a la Iglesia del Señor Jesucristo le ha sido prometida la Segunda Venida de Cristo, porque la Iglesia del Señor Jesucristo es el Israel celestial, el Israel espiritual.

Y ahora, vean cómo Dios le dice aquí: capítulo 18, versos 9 en adelante, dice [Génesis]:

“Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda”.

O sea, en una casa de campaña, que era lo que – donde vivían Abraham y Sara; así se vivía en aquellos tiempos: Abraham, Sara, después Isaac, después Jacob también.

“Entonces dijo (le dijo Dios a Abraham): De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él”.

La puerta de la tienda estaba detrás de Elohim, porque ellos estaban en el patio, debajo de un árbol, comiendo el becerro tierno que Abraham le preparó, con las tortillas o tortas que preparó para Elohim, Gabriel y Miguel, que eran los Ángeles que estaban con Elohim; también leche de vaca o de ovejas, y mantequilla también, y todas las cosas que van con un becerrito tierno asado.

“Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres.

Se rio, pues, Sara entre sí…”.

O sea, allá en el corazón; no fue una sonrisa física, sino una sonrisa interior, allá en el pensamiento de su corazón.

“Se rio, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?

Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?”.

Miren lo que significó el pensamiento del corazón de Sara: fue un pensamiento de incredulidad el que llegó al corazón de Sara.

Ninguna persona debe permitir que en su corazón entre y se apodere pensamiento negativo de incredulidad; debe rechazar todo pensamiento negativo, todo pensamiento de incredulidad, y permanecer la persona creyendo lo que Dios dice en Su Palabra.

“¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo (según el tiempo de la vida)”.

Ahora, recuerden que para concebir tiene que ser de acuerdo al tiempo de la vida. No en todo tiempo la mujer puede concebir, tiene que ser en el tiempo correcto donde puede concebir, donde está fértil.

Ahora, así es para la Iglesia del Señor Jesucristo: de edad en edad la Iglesia del Señor Jesucristo ha estado pasando por diferentes etapas, donde ha estado fértil para concebir hijos e hijas de Dios, y ha venido la Palabra creadora de Dios a cada mensajero que Él ha enviado a Su Iglesia para cada edad; y ellos, ungidos con el Espíritu Santo, han hablado esa Palabra, y ha concebido la Iglesia hijos e hijas de Dios en cada una de esas etapas, de esas etapas de vida. Ese ha sido el tiempo de vida de la Iglesia de edad en edad.

Así como para las diferentes madres, las cuales han pasado por esos tiempos de vida en que han concebido y han tenido un hijo, otro hijo, otro hijo, otra hija, una hija, un hijo, y así por el estilo, porque ha sido en el tiempo de vida.

Ahora, luego que han pasado por ese tiempo de vida, luego termina el tiempo de vida en donde pueden concebir, después de cierta cantidad de años, y ya no pueden concebir más, no pueden traer a vida hijos.

Y Sara se encontraba en una etapa en donde ya no estaba pasando por esas etapas, y, para colmo, era estéril.

¿Pero hay alguna cosa imposible para Dios? No la hay. Así que lo que Dios le prometió a Abraham: eso iba a ser cumplido, porque Abraham lo creyó con toda su alma, con todo su corazón; y él lo habló: lo habló a su esposa, y no se sabe a cuántas personas más le habló esa promesa de Dios, porque él la creyó con toda su alma.

Y ahora, la promesa de la Primera Venida de Cristo fue hablada al pueblo hebreo, y fue cumplida conforme a como fue hablada.

Y la promesa de la Segunda Venida de Cristo ha sido hablada a la Iglesia del Señor Jesucristo. Y en este tiempo final tiene que ser cumplida esa promesa: después del tiempo de vida de las siete edades de la Iglesia, tiene que venir el tiempo del cumplimiento de la Segunda Venida de Cristo; y tiene que venir el tiempo de la adopción de todos los hijos e hijas de Dios, para ser a imagen y semejanza de nuestro amado Señor Jesucristo.

“Entonces Sara negó, diciendo: No me (he reído); porque tuvo miedo”.

Es como les pasa a algunas personas: que dicen alguna mentira y los agarran mintiendo, y entonces niegan; o hacen alguna cosa y los agarran haciendo algo, o riéndose de alguien; y de momento la persona mira y lo ve riéndose de esa persona, y entonces le dice: “No me estaba riendo de ti”, o: “No me estaba riendo”.

Bueno, aquí, vean ustedes, Sara fue sorprendida. Ahora, ella decía: “No me he reído”, porque no se había reído físicamente, pero allá en el alma sí lo había hecho; porque Dios discierne, escudriña aun los pensamientos del corazón de todo ser humano.

“Y él dijo: No es así, sino que te has reído”.

Ahora, vean ustedes, por eso es tan importante uno vigilar sus pensamientos: porque los pensamientos del ser humano hablan más fuertes en el Cielo que las palabras que nosotros hablamos.

En palabras más claras: usted puede hablar algo, y en el Cielo, por supuesto, lo escuchan; pero usted piensa algo, y en el Cielo lo escuchan más fuerte: es como si usted estuviera gritando eso que está pensando. Así es como se escuchan los pensamientos nuestros en el Cielo; y todo queda grabado en el Cielo.

Ahora, esto es así porque el Espíritu Santo escudriña los pensamientos de todo ser humano; y no solamente los pensamientos de los seres humanos, sino que escudriña también los pensamientos de Dios.

Nadie conoció las cosas de Dios, ni la mente de Dios, sino el Espíritu (¿de quién?) de Dios; así como nadie conoce las cosas de la persona sino el espíritu que está en la misma persona. Y además de la persona conocer esas cosas por su propio espíritu que está – que tiene, ¿quién conoce esas cosas? Dios, por medio de Su Espíritu Santo.

Y ahora, Dios estaba discerniendo los pensamientos del corazón de Sara allí, cuando le dijo que se había reído; porque Dios por medio de Su Espíritu discierne los pensamientos del corazón de las personas, Él sabe todo lo que cada persona piensa; no hay nada encubierto delante de Dios.

Ahora, hemos visto en diferentes tiempos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento al Espíritu Santo a través de diferentes profetas discerniendo los pensamientos de las personas; y eso es algo grande cuando es manifestado.

En el ministerio de nuestro amado Señor Jesucristo también vimos cómo Él estuvo discerniendo los pensamientos de las personas, y llamándolos también por sus nombres.

Y ahora, encontramos también, en el ministerio del reverendo William Branham, al Espíritu Santo, al Espíritu de Dios, discerniendo los pensamientos del corazón de las personas, y aun llamándolos por sus nombres. Eso es la manifestación del poder del Espíritu Santo haciendo esas cosas.

Ahora, a través del Espíritu Santo, los pensamientos más importantes que son discernidos son los pensamientos del corazón de Dios. ¿Y quién puede discernir los pensamientos del corazón de Dios? El Espíritu de Dios. Ese es el que puede conocer los pensamientos de Dios.

Los pensamientos de Dios son los que Él lleva a cabo luego en Su Programa de Creación, porque Dios no hace nada si primero no lo ha pensado. Y por eso es que Él ha enviado profetas, de edad en edad y de dispensación en dispensación; y Dios por medio de Su Espíritu Santo le ha revelado Sus pensamientos a esos profetas; y esos profetas han hablado esos pensamientos divinos; y cuando han hablado esos pensamientos divinos que le han sido revelados, se ha convertido cada pensamiento divino en la Palabra creadora siendo hablada.

Por eso la Palabra de Dios escrita es nada menos que los pensamientos de Dios que han sido revelados a Sus profetas, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento.

Y ahora, siendo que los pensamientos de Dios tienen que materializarse, de edad en edad y de dispensación en dispensación han estado siendo discernidos por el Espíritu Santo, el Espíritu de Dios, y han estado siendo hablados por los profetas de Dios, y han estado materializándose en este planeta Tierra; por lo tanto, el que discierne los pensamientos de Dios y los revela es el Espíritu Santo; y se materializan esos pensamientos divinos.

Y ahora, Cristo, el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, el Espíritu Santo, es el que tiene la labor de discernir los pensamientos de Dios y darlos a conocer a Sus profetas; “porque no hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos a Sus siervos Sus profetas”. Y esos profetas los hablan, esos pensamientos divinos, y los revelan así al pueblo de Dios.

Por eso es que a través de la historia bíblica encontramos a los profetas de Dios hablando la Palabra, y luego esa Palabra viniendo a cumplimiento; porque son los pensamientos divinos discernidos por el Espíritu Santo y revelados a los profetas de Dios. Y son esos pensamientos divinos hablados, y vienen a ser la Palabra creadora de Dios, la cual tiene que materializarse, cumplirse, en medio de la raza humana.

“No hará nada el Señor Jehová, sin que antes revele Sus secretos (¿a quiénes?) a Sus siervos Sus profetas”. Amós, capítulo 3, verso 7.

Y ahora, ¿dónde Dios coloca Su Palabra? La coloca en la boca de Sus profetas.

Vean, en Deuteronomio, capítulo 18, verso 15 en adelante… Deuteronomio 18, verso 15 en adelante, dice el profeta Moisés:

“Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…”.

¿A quién dice Moisés que el pueblo está llamado a escuchar? Al profeta que Dios levanta de en medio del pueblo. ¿Por qué? Vamos a ver por qué. En este mismo capítulo 18, verso 18 en adelante, dice:

“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú (ese es Dios hablándole a Moisés); y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare”.

Cuando Dios levanta un profeta y le revela Su Palabra a ese profeta: le está revelando Sus pensamientos divinos; y cuando ese profeta habla esa revelación que ha recibido, esa es la Palabra creadora de Dios para el pueblo, esa es la Palabra que Dios ha colocado en la boca de ese profeta; y ese profeta habla todo lo que Dios le dice que le hable al pueblo:

“… y él les hablará todo lo que yo le mandare”.

Por lo tanto, toda persona que no escucha a ese profeta, pues no está escuchando ¿a quién? A Dios; porque esa es la Palabra de Dios colocada en la boca de ese profeta. Y toda persona que escucha a ese profeta, pues está escuchando a Dios, está escuchando la Voz de Dios por medio de un hombre. Esa es la forma de Dios hablar a Su pueblo, la forma de traer el Mensaje a Su pueblo.

Ahora, siempre hay personas que dicen: “A mí no me interesa escuchar a un hombre”. Pero si ese hombre es un profeta, y es el profeta para el tiempo en que la persona está viviendo, ese hombre estará hablando la Palabra de Dios para el pueblo; y el que la escucha recibe la bendición de Dios; el que no la escucha tendrá graves problemas delante de Dios. Aquí mismo lo dice; dice:

“Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta”.

Y en el libro de los Hechos, capítulo 3, versos 22 al 23, dice el apóstol San Pedro: “Yo le desarraigaré del pueblo”; o sea que es quitado el nombre de la persona del Libro de la Vida, y pierde el derecho a pertenecer al pueblo de Dios.

Ahora, podemos ver que a través de la historia bíblica Dios siempre ha enviado profetas. Hay profetas de edades, que son profetas menores a otros profetas que son mayores, que son profetas dispensacionales, que vienen a la Tierra con un Mensaje dispensacional.

Ahora, de los profetas dispensacionales, por cuanto son pocos, los podemos contar con los dedos de nuestras manos y nos sobran dedos: solamente hay siete profetas dispensacionales, para siete dispensaciones, con siete Mensajes dispensacionales:

  • El primero de ellos fue Adán, con el Mensaje de la Dispensación de la Inocencia.
  • El segundo profeta dispensacional fue Set, con el Mensaje de la Conciencia.
  • El tercer mensajero dispensacional fue Noé, con el Mensaje del Gobierno Humano.
  • El cuarto profeta dispensacional fue Abraham, con el Mensaje de la Promesa, para la dispensación cuarta: la Dispensación de la Promesa.
  • El quinto profeta dispensacional fue Moisés, para la dispensación quinta: la Dispensación de la Ley, por eso vino con el Mensaje de la Ley.
  • El sexto profeta dispensacional es nuestro amado Señor Jesucristo, con el Mensaje de la Gracia, para la dispensación sexta: la Dispensación de la Gracia.
  • El séptimo profeta dispensacional es el Ángel del Señor Jesucristo, para la séptima dispensación: la Dispensación del Reino, con el Mensaje del Evangelio del Reino.

Con esos siete profetas dispensacionales Dios completa todo Su Programa, y lleva a Su pueblo a la transformación de sus cuerpos en el Día Postrero; y nos llevará a la Cena de las Bodas del Cordero, y luego regresaremos con Cristo para el glorioso Reino Milenial de nuestro amado Señor Jesucristo, donde estaremos como reyes y sacerdotes en ese Reino.

Vean, en esta Tierra no tenemos posiciones grandes, pero esto es porque en esta Tierra el reino que se está llevando a cabo es el reino de los gentiles, el cual pertenece al príncipe de las tinieblas; por eso le ofreció a Cristo los reinos de este mundo, si postrado lo adoraba. Pero Cristo dijo: “Apártate de mí, Satanás. Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás. Así está escrito; escrito está”[4]. Por lo tanto, Cristo no adoraría ni serviría a otra persona, sino a Dios.

Y ahora, Cristo sabía también que el Padre le daría el Reino, y reinaría Cristo en esta Tierra, porque Cristo es el heredero al Trono de David; esto fue lo que le dijo el Arcángel Gabriel a la virgen María, cuando le dijo que la virgen María tendría un hijo, concebiría y tendría un hijo, y sería llamado Hijo de Dios, Hijo del Altísimo. Aquí está: en San Lucas, capítulo 1, verso 30 en adelante; dice:

“Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios.

Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús.

Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre;

y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin”.

Ahora podemos ver quién es el heredero al Trono de David: es Jesucristo nuestro Salvador, ese es el Trono de Cristo.

Ahora, cuando Cristo ascendió al Cielo victorioso se sentó en el Trono de Dios; pero el Trono de Cristo es el Trono de David. Por eso es que Cristo dice en Apocalipsis, capítulo 3, verso 21:

“Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”.

Así como Cristo venció, resucitó victorioso y ascendió al Cielo victorioso y se sentó en el Trono de Dios en el Cielo, ahora Cristo promete al Vencedor sentarlo en Su Trono, o sea, en el Trono de David; ese Trono de David es el Trono de Cristo. El Trono donde Cristo se sentó en el Cielo es el Trono del Padre; pero el Trono de Jesucristo, el Hijo de Dios, es el Trono de David en la Tierra, en medio del pueblo hebreo.

Ahora podemos ver que estas son promesas grandes de parte de Dios para Cristo, y Cristo hace promesas grandes para el Vencedor.

Así como Cristo es el Rey de reyes y Señor de señores; Cristo por medio de Su Sangre nos ha limpiado de todo pecado y nos ha hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes[5]; y reinaremos con Cristo sobre la Tierra por mil años y luego por toda la eternidad, en el Reino de Dios, que será establecido en la Tierra por nuestro amado Señor Jesucristo.

En ese Reino es que nosotros tenemos la posición más alta que existirá en este planeta Tierra: la de reyes, sacerdotes y jueces; aunque en los reinos de este mundo terrenal, que está bajo el reino de los gentiles en la etapa de los pies de hierro y de barro cocido, pues no tenemos una posición alta, pero eso no importa; lo que importa es que en el Reino de Cristo sí tenemos una posición alta.

Cualquier cosa aquí en esta posición terrenal, en el reino o reinos de este mundo, es temporal, pero en el Reino de Cristo es eterno; por lo tanto, lo que cuenta es lo que Cristo tiene para ustedes y para mí.

Así que todas estas cosas son pensamientos divinos que tienen que materializarse para ustedes y para mí también. Por lo tanto, los creemos con toda nuestra alma; y se materializarán en ustedes y en mí también; y seremos transformados, seremos llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo, y recibiremos los galardones por haber creído y servido a Cristo, y regresaremos luego a la Tierra para el glorioso Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador.

Todas estas cosas que ya están habladas en la Biblia: ya son Palabra de Dios hablada que tiene que ser cumplida.

Ahora, hay cosas que todavía no han sido habladas, abiertas; aunque están habladas en tipos y figuras en el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento, por lo tanto son profecías que tienen que ser cumplidas también.

Ahora, ¿cómo podremos conocer las cosas que deben suceder en este tiempo final? Porque toda persona busca el conocimiento de las cosas que tienen que suceder, tanto en su vida como en la vida de su nación, y como también en la vida de la raza humana.

La ciencia no tiene conocimiento a ciencia cierta de lo que será la raza humana, porque con los problemas que hay en medio de todas las naciones, aunque la ciencia ha progresado mucho, con la misma ciencia la raza humana está amenazada.

Con los grandes artefactos nucleares está amenazada la raza humana, y está la raza humana temblando, porque de un momento a otro se puede formar una Tercera Guerra Mundial; y una Tercera Guerra Mundial será atómica; y una Tercera Guerra Mundial atómica no puede ser soportada por la raza humana. Así que está en peligro la vida de la raza humana.

Pero la vida de los creyentes en Cristo está asegurada, los creyentes en Cristo tienen el seguro, un seguro de cubierta completo, seguro de cubierta completa, y tienen vida eterna. Por lo tanto, no importa lo que pase en este planeta Tierra, nosotros seremos transformados, seremos llevados con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero, y regresaremos a la Tierra luego para el glorioso Reino Milenial de Jesucristo nuestro Salvador. Todas estas cosas han sido discernidas por el Espíritu Santo y han sido habladas, y están en la Palabra de Dios.

Y ahora, las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final, Cristo ha prometido darlas a conocer a los creyentes en Cristo. En Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, dice:

“Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas”.

Es la Voz de Cristo. Así como habló por medio de los mensajeros del Antiguo Testamento y también por medio de los mensajeros del Nuevo Testamento, por medio de los mensajeros de las siete edades, para el tiempo final Cristo en Espíritu Santo estará hablando las cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Por lo tanto, tendrá un mensajero en este tiempo final, que será un profeta dispensacional: el profeta de la Dispensación del Reino, en el cual estarán los ministerios de los Dos Olivos, los ministerios de Moisés y de Elías. Ese es el profeta mensajero prometido para este tiempo final, con el Sello del Dios vivo, o sea, con el Espíritu Santo, para el Espíritu Santo discernir los pensamientos de Dios y darlos a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo, y después al pueblo hebreo.

Por lo tanto, el Espíritu Santo estará discerniendo los pensamientos de la mente de Dios y dándolos a conocer a ese profeta dispensacional, y él estará dándolos a conocer a la Iglesia del Señor Jesucristo; y así, lo que él estará hablado será la Palabra creadora de Dios para todo el pueblo de Dios.

Ahora, les cité Apocalipsis, capítulo 4, verso 1, donde dice Cristo con esa Voz de Trompeta: “Sube acá, y yo te mostraré las cosas que han de suceder después de estas”, o sea, después de lo que ya ha sucedido en el pasado, durante estos dos mil años aproximadamente de Gracia que han transcurrido de Cristo hacia acá.

Y ahora, veamos por medio de quién será que Cristo estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto. Cristo en Espíritu Santo estará discerniendo los pensamientos de Dios y revelándolos a un profeta, y por medio de ese profeta el Espíritu Santo estará revelándolos al pueblo de Dios. Apocalipsis, capítulo 22, verso 6, dice:

“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto”.

Y ahora, el Dios de los espíritus de los profetas ha enviado Su Ángel. ¿Quién es el Ángel del Señor Jesucristo? Es un profeta: el profeta séptimo dispensacional, el séptimo profeta dispensacional para la séptima dispensación, para este tiempo final.

Por medio de ese profeta es que para este tiempo final estarán siendo dadas a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, porque ese es el profeta donde estará el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo, revelándole todas estas cosas que deben suceder pronto, y ungiéndolo para hablar por medio de él todas estas cosas que deben suceder pronto.

En Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, también Cristo reconfirma quién es Su Enviado, y dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella resplandeciente de la mañana”.

Y ahora, así como en el Antiguo Testamento Dios tuvo Su Ángel: el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, que es Jesucristo en Su cuerpo angelical; ahora en el Nuevo Testamento Jesucristo tiene Su Ángel, que es el séptimo profeta dispensacional, el cual estando en espíritu le dio a Juan la revelación del libro del Apocalipsis.

El reverendo William Branham, hablando acerca de este Ángel, dice que ese es un profeta; y si es un profeta tiene que ser manifestado en la Tierra en un cuerpo de carne humana; como el Ángel de Jehová, que es Cristo en Su cuerpo angelical, se manifestó en carne humana en la Tierra, y fue conocido por el nombre de Jesús.

En esa misma forma, en el Nuevo Testamento, el Ángel de Jesucristo tiene que ser enviado en el Día Postrero y ser manifestado en carne humana, para ser instrumento de Cristo; y Cristo en Espíritu Santo —por medio de él— estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Ahora, el Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo. Por eso es que cuando Juan en Apocalipsis, capítulo 19, verso 7 al 10, y Apocalipsis, capítulo 22, verso 6 en adelante, se postró a los pies del Ángel del Señor Jesucristo para adorarlo, el Ángel le dijo que no lo hiciera, y le dijo que él era consiervo de Juan y de los profetas; le dijo: “Adora a Dios”. Eso nos muestra que este Ángel del Señor Jesucristo no es el Señor Jesucristo. ¿Y entonces quién es? Es el profeta de la séptima dispensación, el cual le dio a Juan el apóstol la revelación del libro del Apocalipsis.

Cuando Juan recibió la revelación del libro del Apocalipsis, Juan fue transportado al Día del Señor, a este tiempo final.

Ahora, podemos ver cómo Cristo ha usado a Su Ángel para darle a Juan la revelación del Apocalipsis. En Apocalipsis, capítulo 1, verso 1 al 3, dice:

“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan”.

Y ahora, ¿cómo vino la revelación de Jesucristo a Juan? Por medio del Ángel del Señor Jesucristo. Y esa es la misma forma en que viene la revelación de Jesucristo a la Iglesia del Señor Jesucristo: por medio del Ángel del Señor Jesucristo.

Esa es la forma en que en el Día Postrero vendrá la revelación de Jesucristo a Su Iglesia, esa es la forma en que Jesucristo se estará revelando en medio de Su Iglesia en el Día Postrero: por medio de Su Ángel; y estará dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto, en este tiempo final.

Y eso será Cristo en Espíritu Santo en Su Ángel escudriñando lo profundo de Dios y revelándonos lo profundo de Dios, y así revelándonos el misterio del Séptimo Sello, el misterio por el cual hubo silencio en el Cielo cuando fue abierto, en Apocalipsis, capítulo 8.

Y ahora, ¿quién es el que escudriña lo profundo de Dios? El Espíritu Santo, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, y lo revela por medio de Sus profetas, de edad en edad y de dispensación en dispensación.

Y para este tiempo final sigue siendo Cristo en Espíritu Santo el que escudriña lo profundo de Dios, lo que está en la mente de Dios; y lo estará revelando a Su Ángel; y luego Su Ángel —ungido con el Espíritu Santo— lo estará revelando a la Iglesia del Señor Jesucristo.

“LO QUE ESCUDRIÑA EL ESPÍRITU DE DIOS”.

Hemos visto que escudriña los pensamientos del corazón de las personas; escudriña también los pensamientos del corazón de las naciones; escudriña los pensamientos del corazón de los gobernantes, tanto sus pensamientos en el campo personal como en el campo político; y es el que escudriña también los pensamientos del pueblo hebreo y de la nación hebrea como nación, y los pensamientos del corazón de Jerusalén también.

Y Él, el Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo, es el que escudriña los pensamientos de la mente de Dios, y los revela de edad en edad a Sus profetas; y cuando esos profetas hablan esos pensamientos que le han sido revelados, vienen a ser la Palabra creadora de Dios.

Y para este tiempo final sigue siendo el mismo Espíritu Santo, Cristo en Espíritu Santo, el que escudriña los pensamientos de Dios y los revela a Su Iglesia en este tiempo final; lo cual será por medio de Su Ángel Mensajero en este tiempo final, dándonos a conocer todas estas cosas que deben suceder pronto.

Todas estas cosas que deben suceder pronto, que estará dando a conocer, revelando, el Ángel del Señor Jesucristo, serán los pensamientos divinos siendo escudriñados por el Espíritu Santo, y revelados al Ángel de Jesucristo, para revelarlos a la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahora, lo más grande que escudriña el Espíritu de Dios son los pensamientos ¿de quién? De Dios, y los da a conocer a los creyentes en Cristo.

Por lo tanto, estemos siempre atentos a lo que escudriña el Espíritu de Dios en este tiempo final; estemos atentos a los pensamientos de Dios siendo escudriñados por el Espíritu Santo, y siendo revelados a la Iglesia de Jesucristo por medio de Cristo en Espíritu Santo a través de Su instrumento: Su Ángel, el Ángel del Señor Jesucristo.

“LO QUE ESCUDRIÑA EL ESPÍRITU DE DIOS”: Escudriña la mente y el corazón y los pensamientos de los seres humanos, y escudriña la mente, el corazón y los pensamientos de Dios, el Creador de los Cielos y de la Tierra.

Nadie conoció la mente de Dios sino el Espíritu de Dios; y Él es el que escudriña la mente de Dios y nos revela lo que Dios ha pensado para este tiempo final, y lo que ha pensado de cada uno de ustedes y de mí también.

Y para este tiempo ha pensado transformarnos y llevarnos con Cristo a la Cena de las Bodas del Cordero; por lo cual tiene que llamar y juntar Sus escogidos en este tiempo final.

Todo eso está en los pensamientos de Dios para este tiempo final: llamar y juntar Sus escogidos con Gran Voz de Trompeta, enviando Sus Ángeles con esa Gran Voz de Trompeta, enviando los ministerios de los Dos Olivos con el Mensaje de la Gran Voz de Trompeta del Evangelio del Reino, para llamar y juntar todos los escogidos de Dios.

Y ahora, ¿cómo lo hace? Por medio de Su Espíritu Santo Cristo llama y junta a Sus escogidos, dándonos a conocer los pensamientos de Dios correspondientes a este tiempo final, y así prepararnos para ser transformados y llevarnos con Él a la Cena de las Bodas del Cordero.

“LO QUE ESCUDRIÑA EL ESPÍRITU DE DIOS”.

Hemos visto en forma rápida lo que escudriña el Espíritu de Dios.

Que las bendiciones de Cristo, el Ángel del Pacto, nuestro Salvador, sean sobre todos ustedes y sobre mí también; y pronto Cristo complete de darnos Su revelación divina para este tiempo final; y pronto Él complete el número de Sus escogidos en Su Iglesia; y pronto se levante del Trono del Padre, tome el Título de Propiedad, el Libro de los Siete Sellos, lo abra en el Cielo, y haga Su Obra de Reclamo; y resucite a los muertos creyentes en Él en cuerpos glorificados, y a nosotros nos transforme y nos dé así el cuerpo glorificado, y nos lleve con Él a la Cena de las Bodas del Cordero en el Cielo. En el Nombre Eterno del Señor Jesucristo. Amén y amén.

Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes, dándoles testimonio de: “LO QUE ESCUDRIÑA EL ESPÍRITU DE DIOS”.

Mañana nos veremos nuevamente en la mañana, para así estar en compañerismo espiritual nuevamente; y glorificar a Dios, cantar a nuestro Dios y escuchar Su Palabra, Su Voz.

El tema para mañana en la mañana será: “EL TIEMPO DE DIOS SE HA CUMPLIDO”. Y vamos a ver, bajo este tema: “EL TIEMPO DE DIOS SE HA CUMPLIDO”, todo lo que hay para nosotros de parte de Dios.

Oren mucho por mí, para que Él me dé todo lo que yo debo hablar mañana a todos ustedes.

Dejo con ustedes al reverendo Miguel Bermúdez Marín para continuar en esta noche.

Que Dios les bendiga y les guarde, y pasen todos muy buenas noches.

“LO QUE ESCUDRIÑA EL ESPÍRITU DE DIOS”.

[Revisión noviembre 2024]

[1] San Lucas 6:45

[2] Génesis 18:1-15

[3] Génesis 15:1-6

[4] San Mateo 4:1-10, San Lucas 4:1-12

[5] Apocalipsis 5:10

Scroll al inicio