Muy buenos días, amables amigos y hermanos presentes; es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.
Para esta ocasión leemos en Levítico, capítulo 26, verso 9 al 13 donde dice Dios:
“Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros.
Comeréis lo añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo.
Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará;
y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.
Yo Jehová vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido.”
Para nuestro tema: “DIOS MORANDO EN SU PUEBLO,” tomamos el verso 11, donde dice: “Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará;
y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.”
“DIOS MORANDO ENTRE SU PUEBLO.” Ese es nuestro tema para esta ocasión.
El Dios Creador de los Cielos y de la Tierra, escogió a Abraham para ser padre de naciones y hacer una nación grande de Abraham.
Ahora, de Abraham saldría una nación grande, eso es el pueblo hebreo, y saldría también multitud de naciones, y esa multitud de naciones corresponden a los escogidos de Dios que formarían la Iglesia de Señor Jesucristo.
Luego para el Reino Milenial se estarán formando físicamente las naciones que habitarán en este planeta Tierra, por cuanto el pueblo hebreo es la primera nación creada por Dios, es la nación primogénita de Dios, por lo tanto le corresponde la bendición de ser la capital del mundo en el Reino Milenial, y en la eternidad, le corresponde tener el Trono del Rey, del Hijo de David, de Cristo, ese es el Trono de David al cual Cristo es heredero.
Por lo tanto, para el Reino Milenial Cristo habitará en medio del pueblo hebreo, y estará como Rey sobre el pueblo hebreo y sobre todas las naciones.
Ahora, encontramos que Dios libertó al pueblo hebreo para hacerlo Su pueblo, con un grupo de esclavos El ha creado una nación, un pueblo, el cual es el pueblo terrenal de Dios, en medio del cual Dios dijo que andaría, El habitaría en medio de Su pueblo, pondría Su morada en medio de Su pueblo.
Y ahora, encontramos que el pueblo hebreo fue libertado para ser el pueblo donde Dios colocaría Su morada y por consiguiente donde Dios moraría.
Durante la trayectoria del pueblo hebreo, encontramos grandes manifestaciones de Dios, encontramos a Dios en medio de Su pueblo, morando en medio de Su pueblo y manifestándose en medio de Su pueblo, por eso ordenó la construcción de un tabernáculo y Moisés lo construyó.
Y en ese tabernáculo moró Dios dentro del Lugar Santísimo sobre el arca del pacto, o sea, sobre el propiciatorio que estaba sobre el arca del pacto, Dios moró en medio de los dos querubines de oro, allí moró Dios, la Columna de Fuego que le había aparecido al Profeta Moisés y que le había dicho: “Yo soy el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob,” y la Escritura dice que era el Ángel de Jehová.
Y ahora, encontramos que Dios estaba morando en medio de Su pueblo en la trayectoria desde Egipto hasta la tierra prometida, porque Dios los había libertado para que fueran Su pueblo y para Dios morar en medio de Su pueblo, para eso Dios los libertó.
Y ahora, encontramos que Dios estableció con ellos un pacto, por lo tanto el pueblo de Dios tiene que estar dentro del pacto de Dios para Dios morar en medio de Su pueblo.
Encontramos también que el pueblo de Dios es un pueblo que ha sido libertado de la esclavitud, estaba primero como esclavos, como siervos.
Y ahora, encontramos que ese es el pueblo de Dios terrenal: el pueblo hebreo, por eso la misma bendición que Dios colocó sobre Abraham, sobre Isaac y sobre Jacob ha sido colocada sobre el pueblo hebreo; y ahora el pueblo hebreo es llamado el hijo de Dios. En el Éxodo, capítulo 4, vamos a ver lo que ahí nos dice, capítulo 4, verso 22 en adelante, dice:
“Y dirás a Faraón: Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito.”
Y ahora, Israel como pueblo de Dios es el pueblo primogénito de Dios como nación terrenal, porque es el primer pueblo o primera nación que Dios ha creado, creado por Dios para Dios ser el Dios de ese pueblo y para Dios colocar Su pacto en ese pueblo, para Dios habitar en medio de Su pueblo.
Por eso estableció Dios también para el pueblo hebreo los sacrificios por el pecado, para que así obtuvieran el perdón de sus pecados y fueran cubiertos con la sangre de los animalitos, sus pecados estarían cubiertos con la sangre de los animalitos que eran sacrificados, y así los pecados del pueblo serían pasados por alto porque estarían cubiertos y Dios nos los vería, y Dios diría de Su pueblo que es un pueblo justo, porque Dios no vería pecados en ellos.
Por eso, cuando Balaam fue a maldecir al pueblo hebreo, Dios le dijo: “No vayas y no maldigas al pueblo, porque es un pueblo bendito,” era el pueblo bendito bendecido por Dios; y cuando Balaam profetizó, dijo que Dios no vio iniquidad en Su pueblo; ¿por qué? Porque ese pueblo estaba bajo el pacto divino y estaba cubierto con la sangre de los sacrificios por el pecado, así era para el pueblo como nación y así era para cada persona como individuo.
Por eso también Dios estableció el día de la expiación para ser efectuada el día diez del mes séptimo de cada año, ese sacrificio de la expiación sería para el pueblo obtener el perdón de sus pecados y ser cubiertos con la sangre de la expiación del macho cabrío.
El sumo sacerdote sacrificaba el macho cabrío de la expiación en el atrio y luego entraba al lugar santísimo con la sangre de ese macho cabrío en una vasija y luego con su dedo esparcía sobre el propiciatorio siete veces.
El sumo sacerdote se paraba frente al propiciatorio, o sea, que el sumo sacerdote venía del atrio con la sangre en una vasija, luego pasaba por el lugar santo y llegaba hasta el lugar santísimo, no podía entrar al lugar santísimo sin sangre, llegaba frente al arca del pacto, y ahí frente al arca del pacto él rociaba con su dedo siete veces sobre la parte Este del propiciatorio.
O sea, parado en la parte Este del propiciatorio el sumo sacerdote esparcía con su dedo siete veces de la sangre de la expiación, porque el Este del propiciatorio quedaba mirando hacia el lugar santo y hacia el atrio, pero el lugar santísimo estaba en el Oeste.
Por lo tanto, el sumo sacerdote se paraba de frente al Oeste, pero quedaba frente al Este del propiciatorio, pero Dios estaba sobre el propiciatorio mirando del Oeste hacia el Este.
Y así es el orden para el Templo del Nuevo Testamento, que es el Templo Espiritual de Cristo, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Ahora, Cristo es el Sumo Sacerdote del Templo Celestial y El está construyendo un Nuevo Templo con piedras vivas que son seres humanos que reciben a Cristo como su Salvador, con esas piedras vivas; así como Cristo es la Piedra viva, la piedra del ángulo que los edificadores desecharon, así también todos los creyentes en Cristo son piedras vivas, “Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.” Usted es una piedra viva en la Casa de Dios, en el Templo Espiritual de Jesucristo.
Y ahora, encontramos que todo fue representado en medio del pueblo hebreo.
Ahora, el pueblo hebreo está compuesto por los siervos de Dios: Abraham es el siervo de Dios, Isaac es siervo de Dios, Jacob es siervo de Dios, los patriarcas son siervos de Dios, los Profetas del Antiguo Testamento son siervos de Dios, pertenecen al pueblo de los siervos hasta Juan el Bautista.
Por lo tanto el pueblo de los siervos fue el pueblo donde Dios moró, representando, tipificando que vendrá un pueblo celestial compuesto por los hijos e hijas de Dios, y será el Israel Celestial, lo cual fue representado en el Israel terrenal.
Dios moró en medio del Israel terrenal, estableció Su pacto con el pueblo hebreo; pero Dios dijo que El iba a colocar Su morada en medio del pueblo hebreo y que iba a ser construido un templo en medio del pueblo hebreo. Por lo tanto el arca del pacto y el tabernáculo estaría en medio del pueblo hebreo, y Dios señalaría en qué ciudad sería establecido el tabernáculo, sería establecida el arca del pacto, y luego fue establecido el tabernáculo en medio del pueblo hebreo y fue llevada el arca más adelante a Jerusalén.
Allá en Jerusalén David sintió en su corazón construir un templo para Dios; ¿por qué sintió eso él? Porque él captó el pensamiento divino, porque David era un hombre conforme al corazón de Dios, y si era conforme al corazón de Dios, Dios podía transmitir Sus pensamientos del corazón a los pensamientos del corazón de David.
Por lo tanto, lo que David sintió era de Dios, pero El no podía construir el templo porque había derramado mucha sangre, le dijo Dios por medio del Profeta Datán al rey David.
Ahora, el rey David era Profeta, tenía las dos conciencias juntas, por eso captaba los pensamientos divinos, la Palabra de Dios.
Ahora, David era un hombre tan bueno que no dijo: “Si yo no puedo construir el templo, pues no dejaré a nadie que lo construya,” David no pensó así; David pensó: “Sea yo, o sea otra persona, que sea construido el templo, todo el material: el oro, la plata, el bronce, el cobre, el hierro y toda la madera y las piedras que yo he almacenado para construir el templo, lo pasaré todo al que Dios ha escogido para construir el templo.”
Y David se puso muy contento porque el que Dios escogió fue a su hijo Salomón, el cual fue establecido como rey sobre el pueblo hebreo.
Ahora, David estuvo dispuesto a ayudar a la persona que había sido escogida por Dios para construir el templo; David no hizo como Saúl, que cuando supo que Dios había escogido otro hombre para ser rey sobre Israel y que era un hombre conforme al corazón de Dios, entonces Saúl lo buscó para matarlo, en vez de decir: “Si Dios tiene otro hombre para ser el rey sobre Israel porque yo le he fallado a Dios, entonces voy a ayudar a ese hombre para que Dios lo use grandemente como rey.” Pero no hizo así.
Cuando uno no tiene amor de Dios en el corazón manifestado, se pone celoso por cualquier cosa, se pone celoso si ve que Dios quiere usar a otra persona; pero si tiene amor en su corazón, en su alma, se pone a la disposición de esa otra persona para ayudarlo en todo aquello que Dios quiera hacer a través de él. Esa es la forma correcta.
Ahora, David por cuanto era conforme al corazón de Dios se puso brazo a brazo con su hijo Salomón, y lo animó, le dijo: “Esfuérzate y manos a la obra, no estés esperando mucho tiempo, aquí tienes los planos, y fueron trazados por la mano de Dios; por lo tanto manos a la obra, el material para la construcción ya está almacenado.”
Y ahora, encontramos que eso es tipo y figura de Cristo construyendo un Nuevo Templo, y el material ¿cuál es? Personas, seres humanos que reciban a Cristo como su Salvador, y eso es Cristo tomando esas piedras vivas, seres humanos, y colocándolos en Su Templo, porque ya Dios ha provisto todo ese material para la construcción de ese Templo Espiritual, es Dios el que provee, es Cristo el que obra.
Y ahora, encontramos que Cristo está creando una nueva raza, un pueblo celestial, donde Dios morará en toda Su plenitud; en la actualidad mora en las primicias del Espíritu, ese pueblo del Nuevo Testamento es el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y ahora, en el Antiguo Testamento muchas personas de entre los gentiles querían ser del pueblo de Dios, pues toda persona quiere pertenecer al pueblo de Dios.
¿Y cómo podían ellos pertenecer al pueblo de Dios? Ellos tenían que aceptar al Dios de Israel, y aceptar todo Su Programa y entrar al pacto que Dios había establecido con el pueblo hebreo, por eso los hombres tenían que ser circuncidados para entrar al pacto de Dios y pertenecer al pueblo de Dios. Aun los hebreos tenían que ser circuncidados, de otra forma no pertenecían al pueblo de Dios. Se requiere entrar al pacto de Dios.
Y ahora, en el Nuevo Testamento encontramos que todas las personas desean ser pueblo de Dios. ¿Y cómo pueden ser pueblo de Dios los gentiles y también los hebreos en el Nuevo Testamento? Recibiendo a Cristo como nuestro Salvador, lavando nuestros pecados en Su Sangre, siendo bautizados en agua en Su Nombre arrepentidos, por supuesto, de los pecados, y recibiendo el Espíritu Santo y así obteniendo el nuevo nacimiento, así naciendo de nuevo del agua y del Espíritu, y así la persona nace como un hijo o una hija de Dios en el pueblo de Dios, la Iglesia de Jesucristo, el Reino de Dios.
¿Ven lo sencillo que es en el Nuevo Testamento pertenecer al pueblo de Dios? Y así la persona ha entrado al pacto divino, al Nuevo Pacto, y está cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Ninguna persona puede ser pueblo de Dios si no está dentro del Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto, que es la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador.
Cristo en la última cena tomando el pan dio gracias a Dios, al Padre, lo partió y dio a Sus discípulos y les dijo: “Comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido,” y luego ¿qué más hizo?
Ahora, es bueno observar aquí que Judas Iscariote comió el pan, y cuando lo comió el diablo entró en Judas Iscariote y luego se fue.
Cuando Cristo tomó la copa y dio gracias al Padre ya Judas no estaba, por lo tanto Judas Iscariote no participó de la Santa Cena, no participó de lo que es el tipo y figura del Nuevo Pacto y lo que es tipo y figura del cuerpo de Cristo y de la Sangre de Cristo, solamente comió el pan, y mojado.
Ahora, podemos ver que Judas Iscariote en el tipo y figura no había entrado al pacto, al Nuevo Pacto; los discípulos en el tipo y figura al tomar esa última cena, en tipo y figura estaban entrando al Nuevo Pacto y estaban tipificando el cuerpo de Cristo y la Sangre de Cristo la cual tenía que ser comida; “el que no coma mi carne y beba mi Sangre, no tiene vida permaneciente en sí.”
Y ahora, en tipo y figura aquí están comiendo la carne de Cristo y bebiendo la Sangre de Cristo: la Sangre del Nuevo Pacto. En San Mateo 26, verso 27 en adelante dice:
“Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos;
porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.”
La Sangre de Cristo tipificada en el vino, por lo tanto todos los que han sido limpiados con la Sangre de Cristo, al tomar la Santa Cena dan testimonio que la Sangre de Cristo nos ha limpiado de todo pecado.
Y ahora, encontramos que en el Nuevo Testamento hay un pueblo en el cual Dios mora en Espíritu Santo, así como moró Dios en medio del pueblo hebreo en Espíritu Santo.
Y al final de la Dispensación de la Ley se hizo carne el que moraba en Espíritu Santo en medio del pueblo hebreo; y cuando se hizo carne el Ángel de Jehová en el cual Dios estaba en toda Su plenitud y el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, cuando se hizo carne ¿habitó dónde? En medio de Su pueblo, porque estaba en medio de Su pueblo habitando en Espíritu Santo, y luego creó en el vientre de María una célula de vida la cual se multiplicó célula sobre célula, y así se formó el cuerpo de Jesús el cual nació en Belén de Judea en el tiempo correspondiente.
Y ahora, Dios estaba morando en medio de Su pueblo en carne humana, el mismo que estaba morando en medio del pueblo hebreo en espíritu y que se manifestaba a través de velos de carne, como los Profetas, como también los jueces, como también Moisés, luego se hizo Su propio cuerpo de carne en el cual moró en toda Su plenitud.
Y el pueblo hebreo no reconoció al Dios Creador de los Cielos y de la Tierra habitando en medio de Su pueblo en un velo de carne llamado Jesús; por eso Jesús decía: “El Padre y yo una cosa somos.” Era Dios morando en medio de Su pueblo.
Pero Su pueblo lo rechazó, Su pueblo no lo reconoció, no reconoció el día de Su visitación, no reconoció el día en que Dios los estaba visitando en carne humana y estaba morando en medio de Su pueblo; vino en una forma tan sencilla que no pudieron creer que en ese velo de carne llamado Jesús estaba Dios en toda Su plenitud, no pudieron creer que ese era el Mesías, el Cristo, el Ángel de Jehová hecho hombre, hecho carne en medio del pueblo hebreo, era nada menos que Emanuel: “Dios con nosotros,” conforme a la promesa de Isaías, capítulo 7, verso 14.
Cuando el pueblo no puede discernir espiritualmente las promesas de Dios y el cumplimiento de ellas, pierde la bendición de ver a Dios morando en medio de Su pueblo.
El moró en medio del pueblo hebreo en Espíritu Santo de etapa en etapa, y se veló en carne humana de etapa en etapa en los Profetas del Antiguo Testamento, y luego se veló en carne humana en toda Su plenitud en Jesús nuestro amado Salvador.
Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo: “A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron.” El pueblo hebreo en el cual Dios moraba en Espíritu Santo, luego vino en carne humana y moró treinta y tres años en carne humana, y el pueblo hebreo como nación y sus líderes religiosos no le reconocieron, no reconocieron la visitación de Dios a Su pueblo en carne humana morando en medio de Su pueblo Israel.
En Segunda de Corintios, capítulo 6, verso 16 en adelante, dice:
“¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque vosotros sois el templo del Dios viviente.”
El pueblo hebreo como nación es un templo, y el pueblo hebreo también tenía un templo que construyó el rey Salomón, y también tuvo un tabernáculo que construyó el Profeta Moisés para Dios morar en medio del pueblo hebreo.
Pero ahora aquí San Pablo está presentando un Nuevo Templo el cual Dios tiene, y ese Templo es la Iglesia de Jesucristo, y por consiguiente cada creyente en Cristo como individuo también es un templo espiritual para Dios morar en él en Espíritu Santo. Como Dios dijo:
“Habitaré y andaré entre ellos,
Y seré su Dios,
Y ellos serán mi pueblo.
Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor,
Y no toquéis lo inmundo;
Y yo os recibiré,
Y seré para vosotros por Padre,
Y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso.”
Y ahora, en el pueblo de Dios del Nuevo Testamento el cual es la Iglesia del Señor Jesucristo y es el pueblo celestial de Dios, Dios estaría morando, y El está morando en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo de edad en edad.
Cristo en Espíritu Santo en medio de Su pueblo ha estado morando, moró en medio de los discípulos en carne humana, y luego desde el Día de Pentecostés en adelante ha estado morando en Su Iglesia en Espíritu Santo, y ha estado guiando a Su Iglesia a toda justicia y a toda verdad y por consiguiente a cada creyente en Cristo, lo cual ha hecho Cristo por medio de Su Espíritu Santo a través de los Apóstoles y a través de cada Ángel Mensajero que El ha enviado de edad en edad.
Y Cristo en Espíritu Santo ha estado en medio de Su pueblo morando y manifestándose a través de cada Ángel Mensajero; por lo tanto los que vieron la manifestación de Cristo, de Dios en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia en cada Ángel Mensajero, estaban viendo a Dios morando en medio de Su Iglesia, en medio de Su pueblo del Nuevo Testamento, que es el pueblo celestial de Dios, la Iglesia del Señor Jesucristo. Cristo había dicho en San Mateo 28, versos 18 en adelante:
“Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.
Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.”
Cristo dijo que El estará con nosotros hasta el fin del mundo, y eso es Dios en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia, Su pueblo Celestial, el cual está dentro del Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto.
Por lo tanto toda persona para pertenecer al pueblo de Dios tiene que estar dentro del Nuevo Pacto; y para Dios morar en medio de Su pueblo, Su pueblo tiene que estar dentro del Nuevo Pacto, cubierto con la Sangre del Nuevo Pacto.
Ahora, hemos visto cuál es el pueblo de Dios en el Nuevo Testamento; ya el pueblo hebreo no se encuentra dentro del Pacto de Dios, ellos invalidaron el pacto de Dios, y Dios, el cual moraba en medio de Su pueblo, al hacerse carne, al hacerse hombre fue rechazado por el pueblo hebreo, por lo tanto el Reino de Dios fue quitado del pueblo hebreo.
Y ahora, el Reino de Dios lo tiene la Iglesia de Jesucristo, ella es el pueblo de Dios celestial, Dios va a tratar con el pueblo hebreo más adelante, y Dios va a morar de nuevo en medio del pueblo hebreo.
Pero desde el Día de Pentecostés Dios está morando en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, y eso es Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia morando y manifestándose por medio de los Apóstoles y de los siete Angeles Mensajeros y para el Día Postrero a través del Angel del Señor Jesucristo.
Eso es Dios morando en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia, y morando en el alma de cada hijo e hija de Dios que compone la Iglesia de Jesucristo, que compone el pueblo de Dios del Nuevo Testamento.
Ahora, hemos visto a Dios morando en medio de Su pueblo del Antiguo Testamento: el pueblo hebreo, y hemos visto a Dios morando en medio de Su pueblo del Nuevo Testamento que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Por lo tanto las bendiciones de Dios están en medio de Su pueblo celestial que está dentro del Nuevo Pacto, cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto.
La Iglesia de Jesucristo, es el pueblo del Nuevo Testamento donde Dios ha estado morando, está morando y continuará morando. En el libro del Apocalipsis, en el capitulo 21, verso 3 en adelante, dice: “Y oí una gran voz…” (Vamos a pedirle al Rvdo. Bermúdez esté por aquí cerca, si me consigue el capítulo 21 en la Biblia, en su Biblia y me lo puede pasar) Vamos a leer desde el verso 1 en adelante:
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más.”
Para la eternidad no habrá mares, el mar no existirá más, pero habrá lagos, habrá ríos también; si hay ríos también tienen que haber lagos, porque los ríos tienen que desembocar en un lugar, y el lugar en que desembocan los ríos para la eternidad serán lagos:
“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios.”
Aquí tenemos la promesa para después del Reino Milenial, que Dios morará con Su pueblo en la Tierra, y la Nueva Jerusalén vendrá a ser la capital del planeta Tierra y la capital del universo completo, y el planeta Tierra será el distrito federal de todas las galaxias.
Por lo tanto el planeta Tierra tiene una promesa muy grande, este planeta Tierra en el Programa de Dios tiene la bendición más grande prometida en la profecía bíblica, la bendición más grande que pueda tener un planeta.
La Nueva Jerusalén estará establecida en este planeta Tierra en el territorio de Israel donde está actualmente Jerusalén; pero Jerusalén la actual es pequeñita comparada a como será en la actualidad.
En la eternidad la Nueva Jerusalén será tan grande que serán, vamos a ver, mil cuatrocientas cincuenta y nueve millas, punto, cuatro noventa y cuatro, o sea, que son mil quinientas millas aproximadamente el tamaño de la Jerusalén Celestial que estará establecida en la Tierra, mil quinientas millas, es cuadrada, mil quinientas millas por un lado, y mil quinientas millas por el otro lado, y mil quinientas millas por el otro lado, y mil quinientas millas por el otro lado.
O sea, que solamente viajar de un lado a otro, diríamos en automóvil a cierta velocidad normal tomaría muchas horas, y darle la vuelta, habría que multiplicarlo por cuatro, será una Ciudad más grande que la ciudad de San Pablo y que cualquier otra ciudad; y sus habitantes serán ¿Quiénes? El pueblo de Dios redimido por la Sangre de Cristo, el pueblo celestial de Dios. Vean, aquí está Apocalipsis 21, verso 22 en adelante, 22 al 27, dice:
“Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero.”
No habrá templos como hay en la actualidad en la Tierra:
“La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella; porque la gloria de Dios la ilumina, y el Cordero es su lumbrera.”
O sea, que tendrá luz propia, no tendrá esa Ciudad los problemas que tienen las grandes ciudades, que tienen problemas con la luz eléctrica y también los ciudadanos de las diferentes ciudades tienen que pagar por el servicio de luz eléctrica, de energía eléctrica, y cada día sube más el precio del servicio de la energía eléctrica.
Pero en la Nueva Jerusalén no habrá necesidad de energía eléctrica porque allí estará la energía más grande que es Dios; el generador que dará luz para toda la Ciudad es Dios, El es el que nos dará luz, y dice que las puertas no serán cerradas nunca, las puertas de la Ciudad, ¿por qué? Porque allí no habrá noche, estará dando luz Dios las veinticuatro horas del día por toda la eternidad, y ahí vivirán los hijos de luz, la Ciudad de luz es para los hijos de luz.
San Pablo dijo que somos hijos de luz, por lo tanto los hijos del Reino, los hijos de la Ciudad Celestial, la Nueva Jerusalén que será establecida en la Tierra, son los hijos de luz, pertenecen a la Ciudad de luz, a la Nueva Jerusalén. Y ahora, continuamos leyendo, dice:
“Y las naciones que hubieren sido salvas andarán a la luz de ella; y los reyes de la tierra traerán su gloria y honor a ella.”
Los reyes de la Tierra traerán su honor y honra a ella, traerán sus ofrendas y sus diezmos a la Nueva Jerusalén, esa Ciudad será tan alta que será un monte alto, ese es el Monte de Dios aquí en la Tierra en la eternidad; tendrá mil quinientas millas de alto aproximadamente y eso será más alto que las nubes, una Ciudad que pasará de las nubes.
¿Recuerdan ustedes cuando estaban construyendo la Torre de Babel? Querían llegar hasta el Cielo, estaban imitando a la Nueva Jerusalén, pero Dios no les permitió esa imitación.
Ahora, podemos ver que en esa Ciudad todo será paz, amor, felicidad. Dice:
“Sus puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche.”
Por lo tanto allí no tendrá sueño ninguna persona, ¿pero cómo va a ser posible eso? Es que en el nuevo cuerpo no tendremos el problema que tenemos con este cuerpo de carne, este cuerpo de carne hay que acostarlo a descansar para que se recupere, para que recupere las energías perdidas, pero en el nuevo cuerpo no hay pérdida de energía, por lo tanto no habrá necesidad de descanso.
Ahora, podemos ver que esa será una Ciudad que estará permanentemente, las veinticuatro horas del día, trayendo bendición para todas las naciones. Sigue diciendo:
“Y llevarán la gloria y la honra de las naciones a ella.
No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.”
¿Y quiénes son esos? Todos nosotros; son los miembros de la Iglesia del Señor Jesucristo los que habitarán en esa Ciudad, porque son los que tienen sus nombres escritos en el Cielo, en el Libro de la Vida del Cordero.
¿Y qué de las demás personas? Están a la parte afuera, estarán a la parte afuera; pero a la parte dentro de la Ciudad solamente los escritos en el Libro de la Vida del Cordero, que son los redimidos por la Sangre de Jesucristo nuestro Salvador, y que son el pueblo de Dios donde habita Dios, donde Dios mora, donde Dios se manifiesta y donde Dios nos habla Su Palabra de edad en edad. Y ahora, hemos visto cuál es nuestro futuro en el Programa de Dios.
En la eternidad luego del Reino Milenial, miren, estaremos en la Ciudad más importante del universo completo: la Nueva Jerusalén, y el planeta Tierra vendrá a ser el planeta principal de toda la creación, de todo el universo, de todas las galaxias; por lo tanto, la galaxia a la cual pertenece el planeta Tierra será la galaxia más importante.
¿Y cuál es? La vía láctea, le llaman así por la forma que tiene parecida al pecho de una mujer, por lo tanto así como la madre alimenta a sus hijos, al bebé, desde esta galaxia vendrá toda bendición para todas las demás galaxias, alimentará espiritualmente a todas las galaxias, y a todos los planetas, y a todos los sistemas solares y a todos los que vivan en la eternidad.
Por lo tanto de la vía láctea y del sistema solar nuestro y del planeta Tierra, saldrá toda bendición para el resto de la creación, ¿por qué? Porque Dios morará con Su pueblo y en medio de Su pueblo en la Nueva Jerusalén, las calles serán no de brea, de asfalto, ni de cemento, sino de oro.
Cada parte de esa Ciudad será un testimonio de una obra del amor de Dios, o sea, que cada cosa que estará en esa Ciudad es tipo y figura de una obra que Cristo ha hecho. Por lo tanto, todos los escogidos estarán también representados en las diferentes partes de esa Ciudad.
Ahora, podemos ver que esta es la Ciudad que buscaba Abraham, pero no la encontró ¿por qué? Porque todavía no había llegado el tiempo para estar en la Tierra, pero él estará allí cuando sea el tiempo.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que hay para el pueblo de Dios, para el pueblo celestial de Dios, y esa bendición del pueblo celestial de Dios también va a influir para el pueblo hebreo, para que venga la bendición de Dios para el pueblo hebreo. Por eso es que está dicho, que como los hebreos trajeron el Evangelio a los gentiles – lo cual sucedió cuando Pedro, luego de abrir la Puerta a los hebreos el Día de Pentecostés, la Puerta de la Dispensación de la Gracia y por consiguiente la Puerta del Reino de Dios, y la Puerta es Cristo.
Y Pedro, con la llave de la revelación divina, abrió el misterio de la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención en la Cruz del Calvario, para quitar los pecados del ser humano, perdonar los pecados del ser humano, lavarlos con Su Sangre preciosa y así libertar a los seres humanos del reino de las tinieblas y colocarlos en el Reino de Dios.
Cristo dijo: “El que no nazca del agua y del Espíritu, no puede entrar al Reino de Dios.” Y ahora, Cristo es el que hace posible que toda persona pueda entrar al Reino de Dios. Sin Cristo ninguna persona puede entrar al Reino de Dios, todos necesitan a Cristo y yo también.
Por lo tanto, Pedro abrió ese misterio y llamó al arrepentimiento a las personas, para que recibieran a Cristo como su Salvador, arrepentidos de sus pecados, y fueran bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo. Cristo había dicho en San Marcos, capítulo 16, versos 15 al 16:
“Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
El que cree será salvo, pues el que cree recibe a Cristo como nuestro Salvador, es bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautiza con Espíritu Santo y Fuego y así esa persona nace de nuevo, nace en el Reino de Dios, en el Reino de Cristo, y por consiguiente ha nacido en el Reino de Dios una persona perteneciente al pueblo de Dios, una persona que vivirá en la Nueva Jerusalén. Así es como nacen en el Reino de Dios los habitantes de la Nueva Jerusalén, y vienen a ser pueblo de Dios.
“…Mas el que no creyere será condenado.” Perderá la bendición de vivir en la Nueva Jerusalén, la Ciudad de oro, la Ciudad de los redimidos de Dios, donde Dios morará con Su pueblo, y El compartirá con nosotros todas Sus bendiciones.
Por lo tanto, todos los hijos e hijas de Dios estarán allí, y vamos a ver algo aquí muy importante en el capítulo 22 del Apocalipsis, verso 1 en adelante, dice:
“Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero.”
La Ciudad tiene luz propia les dije, se los leí, y ahora también tiene agua propia: “…del Trono de Dios sale un río, un río de agua de vida resplandeciente como cristal,” por lo tanto a todos los que… para todos los que vivirán en esa gran Ciudad se acabó el pago de recibo de luz, de energía eléctrica, y el pago de agua.
¿Qué nación puede hacer eso con sus habitantes? Ninguna, solamente Dios hará eso con los habitantes de la Nueva Jerusalén:
“En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.
Y no habrá más maldición…”
¿Por qué no habrá más maldición? Porque no habrá más pecado. La causa de la maldición es el pecado, la paga del pecado es la muerte. Capítulo 6, verso 23 de Romanos, ahí San Pablo lo dice:
“y el trono de Dios y del Cordero estará en ella.”
Y ahora, vean ustedes, cómo en la Nueva Jerusalén estará el Trono de Dios y del Cordero; por lo tanto, en esa Ciudad estará la dimensión celestial y estará ahí Dios en Su Trono.
Por lo tanto Dios habitará en medio de Su pueblo en la Nueva Jerusalén, y ahí estará el Trono de Dios y del Cordero:
“y sus siervos le servirán,
y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes.”
En esa Ciudad sus habitantes verán a Dios cara a cara, verán Su rostro, y tendrán también el nombre de Dios en sus frentes, tendrán la revelación divina del Nombre de Dios:
“No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara (o sea, no vamos a necesitar ni bombillos ni energía eléctrica ni nada para alumbrar, eso es lo que nos muestra aquí) …y no tienen necesidad de luz de lámpara (por lo tanto allí no se venderán lámparas ni linternas tampoco, no hará falta), ni de luz del sol (ni siquiera la luz del sol se va a necesitar allí), porque Dios el Señor los iluminará.”
La Escritura dice que Dios es Luz, por lo tanto Dios es una Luz mayor que la luz del sol, por lo tanto ahí estará una luz mayor que el sol.
Cuando Cristo le apareció a Saulo de Tarso, Saulo de Tarso dice que era una luz más fuerte que la del sol, lo cegó a él y él cayó del caballo, y también dice la Escritura que Dios es fuego consumidor:
“Y reinarán por los siglos de los siglos.”
Ahí no habrá tiempo, no habrá noche, no habrá fin, todo es eternidad; ahí estará la séptima dimensión y la sexta dimensión materializada en la Nueva Jerusalén, y ahí estarán ¿quiénes con Dios? Todos nosotros, el pueblo de Dios, y Dios habitará en medio de Su pueblo.
Por eso es que para dar a conocer con más detalles lo que será el futuro de los creyentes en Cristo, dice el verso que le sigue:
“Y me dijo: Estas palabras son fieles y verdaderas. Y el Señor, el Dios de los espíritus de los profetas, ha enviado su ángel, para mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto.”
Y ahora, ese Angel viene hablando de todas estas cosas que deben suceder, por lo tanto este Angel tiene una revelación completa de todo el Programa de Dios, de tiempos pasados, de tiempo presente y de los tiempos futuros, y aun de toda la eternidad, porque este es el Angel del Señor Jesucristo.
Así como Cristo en el Antiguo Testamento estuvo en los Profetas manifestado, y eso fue Dios en medio de Su pueblo, velado y revelado a través de un velo de carne llamado “Profeta” en el Antiguo Testamento, y por medio de ellos le habló a Su pueblo Israel.
Eso fue así porque Dios estaba morando en medio de Su pueblo, aunque cuando Dios envía un Profeta, en la mayor parte de las ocasiones, los perseguían, los rechazaban y a algunos hasta los mataban.
Luego, el Ángel de Jehová que es Cristo en Su cuerpo angelical, en quien moró, mora y morará la plenitud de Dios, se hizo carne al final de la Dispensación de la Gracia, y allí estaba Dios en toda Su plenitud morando en medio de Su pueblo y lo rechazaron también.
Pero ahora, en el Nuevo Testamento, el pueblo de Dios celestial es la Iglesia del Señor Jesucristo, la cual ha sido colocada dentro del Nuevo Pacto y cubierta con la Sangre del Nuevo Pacto.
De edad en edad Cristo ha estado en Espíritu Santo confirmándole el Nuevo Pacto a todos los creyentes en Cristo, ha estado confirmándole a Su Iglesia el Nuevo Pacto, y en este tiempo Cristo está confirmándole Su pacto a Su Iglesia.
Estamos en el tiempo más glorioso de todos los tiempos; y ahora, Cristo estuvo en Espíritu Santo, de edad en edad, confirmándole el Nuevo Pacto a Su Iglesia, en cada ocasión en que se manifestó a través de cada Mensajero. Fue Cristo en Espíritu Santo velado y revelado en cada Ángel Mensajero, visitando a Su Iglesia y morando en medio de Su Iglesia.
Y para este tiempo final el Espíritu Santo estará en carne humana en medio de Su Iglesia, visitando a Su Iglesia y confirmándole el Nuevo Pacto a Su Iglesia y morando en medio de Su Iglesia.
Y ahora, ¿a través de quién estará Cristo en Espíritu Santo morando en medio de Su Iglesia y hablándole a Su Iglesia y confirmándole el Nuevo Pacto a Su Iglesia? Así como estuvo en cada Ángel Mensajero velado y revelado, estará velado y revelado en un Ángel Mensajero mencionado en el libro del Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, donde dice el mismo Jesucristo:
“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias.”
¿Cómo vendrá este Angel? Dando testimonio de estas cosas en las iglesias, estará hablándole a la Iglesia del Señor Jesucristo de todo el contenido del libro del Apocalipsis, y sobre todo de las cosas que deben suceder en este tiempo final.
Por lo tanto será conocido por la Iglesia de Jesucristo, por el pueblo de Dios este Angel, porque vendrá dando testimonio de todas estas cosas que él le reveló a Juan el Apóstol en símbolos.
Y ahora, él vendrá dando testimonio del significado de esos símbolos, o sea, dando testimonio de toda la revelación apocalíptica y abriendo estos misterios apocalípticos; y por consiguiente estará mostrándonos el significado de toda esta revelación apocalíptica y sobre todo la que corresponde a este tiempo final, que son las cosas que debe suceder pronto en este tiempo final, tanto en medio de Su pueblo, Su Iglesia, como también las cosas que deben suceder en medio del pueblo hebreo, y las cosas que deben suceder en medio de todas las naciones.
Por lo tanto estará hablando de los juicios divinos que vendrán sobre las naciones, y por consiguiente sobre el planeta Tierra completo estará hablando de las bendiciones que vendrán para el pueblo hebreo y también la persecución que vendrá para ellos, y también estará hablando de las bendiciones de Jesucristo para Su pueblo, Su Iglesia, el Israel Celestial; y también le estará diciendo que vendrá una apretura, pero en medio de esa apretura la plenitud de Dios será manifestada, y los muertos en Cristo serán resucitados en cuerpos glorificados y nosotros los que vivimos seremos transformados.
Por lo tanto, no temáis manada pequeña porque al Padre le ha placido darles el Reino, no teman a esa apretura, en medio de esa apretura vendrá la resurrección de los muertos y la transformación de nosotros los que vivimos.
Por lo tanto la apretura será una señal, una señal de que vendrá en esos días la resurrección de los muertos en Cristo y la transformación de nosotros los que vivimos; y estará la plenitud de Jesucristo en Su Iglesia en este tiempo final, y llevará a cabo el cumplimiento de todas las cosas que El ha prometido.
Para este tiempo grandes maravillas y milagros serán hechos a nivel mundial, tales que el mundo se maravillará, porque estará Cristo en medio de Su pueblo manifestado en toda Su plenitud, todo el poder de Cristo estará manifestado llevando a cabo la Obra correspondiente a esos días.
Será un tiempo corto desde que los muertos en Cristo resuciten y nosotros seamos transformados, será de treinta a cuarenta días, como sucedió cuando Cristo fue resucitado y resucitaron con El los santos del Antiguo Testamento, El estuvo unos cuarenta días en medio de Sus Apóstoles, en medio de Sus discípulos; así será también cuando los muertos en Cristo resuciten y nosotros seamos transformados.
Luego de ahí en adelante solamente serán de treinta a cuarenta días, en donde habrá una manifestación plena del poder de Jesucristo, y el pueblo hebreo verá ese poder manifestado y dirá: “Este es el que nosotros estamos esperando, este es nuestro Dios,” reconocerán a Dios en medio de Su pueblo, en medio de Su pueblo celestial, en medio del Israel Celestial, en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.
Y entonces el pueblo hebreo entrará al Reino, ciento cuarenta y cuatro mil hebreos (doce mil de cada tribu) entrarán al Reino de Dios, y esos serán los que servirán a la Iglesia, a la Reina, como los eunucos sirven a la reina en los países donde está establecida la monarquía, así era en la antigüedad.
Ahora, podemos ver la bendición tan grande que está prometida para el pueblo de Dios, para el Israel Celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo; y de ahí la bendición irá para el pueblo hebreo también.
Podemos ver cuál es el pueblo de Dios del Nuevo Testamento: es la Iglesia del Señor Jesucristo compuesta ¿por quiénes? Por nosotros, por los redimidos con la Sangre del Señor Jesucristo, ese es el pueblo de Dios del Nuevo Testamento, ese es el pueblo celestial de Dios.
Sin menospreciar al pueblo terrenal de Dios que es el pueblo hebreo, el cual ha estado ciego a la Primera Venida de Cristo y Su Obra de Redención, pero va a ser despertado en este tiempo de la apretura, va a ser despertado cuando la plenitud de Dios esté en Su Iglesia.
Ahora, podemos ver al Dios Creador de los Cielos y de la Tierra a través de Jesucristo, morando en medio de Su pueblo en Espíritu Santo, pero manifestándose por medio de carne humana a través de sus diferentes Mensajeros de edad en edad, y para el Día Postrero a través del Angel del Señor Jesucristo.
Por lo tanto toda persona que desea pertenecer al pueblo de Dios, necesita entrar al pacto de Dios del Nuevo Testamento y ser lavado con la Sangre del Nuevo Pacto que es la Sangre de Jesucristo, ser lavado de todo pecado, para lo cual la persona necesita recibir a Cristo como su único y suficiente Salvador, arrepentido de sus pecados, y pedir perdón a Dios, a Cristo por haber pecado contra Dios, Cristo lo perdonará, lo limpiará con Su Sangre preciosa de todo pecado, será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, y Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así habrá obtenido el nuevo nacimiento y habrá nacido como un miembro del pueblo de Dios, como un hijo o una hija de Dios, y vivirá eternamente con Jesucristo en Su Reino.
¿Cuántos ya han recibido a Cristo como su Salvador? Pues ustedes han entrado al Reino de Dios, ustedes han nacido en el Reino de Dios como bebés espirituales, y han sido transformados espiritualmente y han recibido un cuerpo angelical teofánico.
Y pronto Cristo les dará a ustedes y a mí también un cuerpo físico, nuevo, inmortal, incorruptible y joven para toda la eternidad, glorificado como el cuerpo glorificado de Jesucristo nuestro Salvador; y entonces ya seremos inmortales físicamente, y también permaneceremos jóvenes por toda la eternidad, no nos pondremos viejos ni nos enfermaremos tampoco.
La ciencia piensa cómo sacar esos problemas: la muerte de los genes o del cuerpo del ser humano, cómo sacar también el cáncer y las demás enfermedades, pues miren, Cristo es el Salvador, El es el que saca todos esos problemas, El sabe cómo hacerlo.
Y cuando El resucite los muertos en Cristo en un cuerpo nuevo y glorificado y nos transforme a nosotros, habrá hecho un cuerpo, habrá creado un cuerpo para nosotros que no tendrá enfermedades dentro, ni tampoco tendrá la muerte dentro, solamente tendrá la vida dentro de ese cuerpo; por eso será inmortal y nunca se enfermará, y eso será una sanidad desde la punta de la cabeza hasta la punta de los pies, y desde la punta de los pies hasta la punta de la cabeza.
Esa es la sanidad más grande que El dará para el cuerpo del ser humano, eso ya El lo ha hecho espiritualmente en ustedes y en mí, cuando nos ha transformado interiormente ha hecho esta sanidad espiritual e interior.
Y ahora, no hay muerte espiritual para los escogidos de Dios, no hay muerte espiritual para el pueblo de Dios, nos encontramos como los primogénitos hebreos allá en Egipto, en los hogares que habían aplicado la sangre del cordero pascual en el dintel y los postes de sus hogares, y tenían el cordero pascual dentro y se lo estaban comiendo.
Y ahora, nosotros estamos dentro de la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, y hemos entrado por la Puerta que es Cristo, donde está la Sangre aplicada, por lo tanto estamos seguros dentro de la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, el pueblo de Dios.
Fue para la preservación de la vida de los primogénitos que fue sacrificado el cordero pascual, y la sangre fue aplicada en el dintel y los postes de los hogares.
Y Cristo, el Cordero pascual (porque Cristo es nuestra pascua), fue crucificado, fue sacrificado para la preservación de la Vida eterna de cada hijo e hija de Dios, por eso estamos seguros, no hay muerte dentro de la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, como no había muerte dentro de los hogares hebreos, no había muerte para los primogénitos, estaban seguros dentro de esos hogares que tenían la señal de la sangre.
Y ahora, en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, el pueblo de Dios, está la Sangre de Jesucristo, del Cordero de Dios aplicada en la Puerta, y la Puerta es Cristo; y nosotros dentro estamos seguros, estamos seguros en Cristo, estamos seguros en la Casa de Dios, la Iglesia de Jesucristo, el pueblo de Dios.
Ahí es donde están seguros los Primogénitos de Dios, la muerte no puede entrar, la muerte espiritual no puede entrar a esa Casa, está la Sangre de Cristo aplicada, y la Sangre de Cristo nos limpia de todo pecado, y por consiguiente no puede entrar la muerte, porque la muerte es el producto del pecado – la paga del pecado es muerte – pero la Sangre de Cristo nos ha limpiado de todo pecado. Por lo tanto, la paga, la dádiva de Dios es Vida eterna para todos aquellos que han sido limpiados de todo pecado.
Por lo tanto, toda persona que no ha recibido a Cristo como su Salvador, sus pecados están en usted y usted no tiene Vida eterna, y es bueno que lo reconozca estando vivo, porque estando vivo usted tiene la oportunidad de recibir a Cristo como su Salvador, confesar a Cristo sus pecados, Cristo lo perdonará y lo limpiará con Su Sangre de todo pecado, usted será bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo como El dijo: “El que creyere y fuere bautizado, será salvo, mas el que no creyere será condenado.”
Por lo tanto, usted al creer y recibir a Cristo y ser bautizado en agua en el Nombre del Señor Jesucristo, Cristo lo bautizará con Espíritu Santo y Fuego, y así usted obtendrá el nuevo nacimiento y entrará al Reino de Dios, al pueblo de Dios, y así será parte del pueblo de Dios, será un miembro del pueblo de Dios que es la Iglesia del Señor Jesucristo.
Toda persona que en esta ocasión no ha recibido a Cristo todavía como su Salvador, tiene la oportunidad de recibirlo, y el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por usted para que Cristo extienda Su amor y misericordia hacia usted, perdone sus pecados, le limpie con Su sangre preciosa y lo coloque en Su pueblo, Su pueblo celestial, la Iglesia del Señor Jesucristo, donde Dios está habitando, donde Dios mora en el Nuevo Testamento.
Dios está morando en medio de Su pueblo, en medio de Su Iglesia en Espíritu Santo, y eso es Dios por medio de Cristo, Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia morando, viniendo y derramando Sus bendiciones sobre nuestras almas.
El Rvdo. Miguel Bermúdez Marín ya lo tenemos aquí para orar por todas las personas que recibirán a Cristo como su Salvador.
También los niños de trece años en adelante pueden recibir a Cristo como su Salvador, pues ya tienen conocimiento del bien y del mal, y necesitan arrepentirse de sus pecados y recibir a Cristo como su Salvador para que les limpie de todo pecado, y sean también bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo.
También las personas que sirvieron a Cristo en alguna ocasión y se apartaron de Cristo, pueden ser reconciliados con Cristo en esta ocasión también, el Rvdo. Miguel Bermúdez Marín estará orando por ustedes también.
Por lo tanto, esta es la oportunidad que Dios les está dando a ustedes en esta ocasión, para que vengan a formar parte del pueblo de Dios, donde está morando Dios, donde Dios está morando entre Su pueblo.
“DIOS MORANDO ENTRE SU PUEBLO.”
Ha sido para mí un privilegio grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de nuestro tema: “DIOS MORANDO ENTRE SU PUEBLO.”
Muchas gracias por vuestra amable atención, y continúen pasando un día lleno de las bendiciones de Jesucristo nuestro Salvador, porque Dios está morando entre Su pueblo para bendecir a Su pueblo, para llenar a Su pueblo de todas las bendiciones celestiales, y por consiguiente llenar de las bendiciones celestiales a cada individuo, a cada creyente en Cristo nuestro Salvador.
Dejo con nosotros nuevamente al Rvdo. Miguel Bermúdez Marín para orar por todas las personas que levantarán sus manos para recibir a Cristo como su Salvador.
Que Dios les continúe bendiciendo a todos.
“DIOS MORANDO ENTRE SU PUEBLO.”