El misterio que causó silencio en el Cielo

Muy buenas noches, amados amigos y hermanos presentes. Es para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, para compartir con ustedes unos momentos de compañerismo alrededor de la Palabra de Dios y Su Programa correspondiente a este tiempo final.

Para esta ocasión vamos a leer en Apocalipsis, capítulo 8, verso 1 al 5, donde dice:

“Cuando abrió el séptimo sello, se hizo silencio en el cielo como por media hora.

Y vi a los siete ángeles que estaban en pie ante Dios; y se les dieron siete trompetas.

Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos, sobre el altar de oro que estaba delante del trono.

Y de la mano del ángel subió a la presencia de Dios el humo del incienso con las oraciones de los santos.

Y el ángel tomó el incensario, y lo llenó del fuego del altar, y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, y voces, y relámpagos, y un terremoto”.

Que Dios bendiga nuestras almas con Su Palabra y nos permita entenderla.

Nuestro tema es: “EL MISTERIO QUE CAUSÓ SILENCIO EN EL CIELO”.

Este Séptimo Sello es el sello que corresponde a la Segunda Venida de Cristo. Por lo tanto, el Séptimo Sello es la Segunda Venida de Cristo, y por consiguiente el misterio contenido en el Séptimo Sello es la Venida del Señor.

Ahora, encontramos que ese misterio es el que causó silencio en el Cielo cuando fue abierto este misterio en el Cielo, cuando fue abierto ese Séptimo Sello en el Cielo.

Ahora, para poder comprender el misterio que causó silencio en el Cielo, el misterio del Séptimo Sello, el misterio de la Segunda Venida de Cristo, veamos lo que dice el reverendo William Branham acerca del tiempo en que ese Séptimo Sello es abierto. En la página 80 del libro de Los Sellos dice:

[102]. Entonces salió el Cordero y Sus días de intercesión habían cesado, los días de mediación; entonces es cuando este Ángel aparecerá. Espere hasta que lleguemos a los sellos mismos y Él dirá: ‘El tiempo no será más’. Entonces entra a la media hora de silencio; y fíjense bien las cosas que sucederán durante esa media hora del Séptimo Sello, Dios mediante”.

Este Séptimo Sello es abierto en el Cielo cuando haya Cristo completado Su Iglesia y, por consiguiente, cuando haya terminado Su Obra de Intercesión; y entonces es que en el Cielo comienza la media hora de silencio, la cual contiene el misterio. Y dice el reverendo William Branham que hubo silencio en el Cielo por una razón muy pero que muy importante. Dice en la página 466 y 467, dice: “Aquellos Siete Truenos…”, segundo… o primer párrafo, dice: “Aquellos Siete Truenos que él escuchó…”. O sea [Los Sellos]:

[143]. Lo que sucedió es: Aquellos Siete Truenos que él escuchó y que le fue prohibido escribir, ese es el misterio detrás de esos Siete Truenos consecutivos.

144. Ahora, ¿por qué? Prosigamos a probarlo: Este es el secreto que ninguno conoce. A Juan le fue prohibido escribirlo y aun de conocer un símbolo. ¿Por qué? Aquí está: No había ninguna actividad en el Cielo, porque de otra manera podría revelar el secreto. ¿Ahora lo ven? Si es tan tremendo, pues tiene que ser incluido, porque tiene que suceder; pero cuando sonaron los Siete Truenos… Ahora noten bien: Cuando vinieron los siete ángeles para tocar sus trompetas, entonces hubo un trueno; cuando Israel fue juntado, hubo una trompeta; cuando el tiempo no será más, entonces será la última trompeta, un trueno. Pero aquí tenemos siete truenos, uno tras otro: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete – un número perfecto. Siete truenos, uno tras otro, sonaron así rápidamente: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, pero sin que se entendiera. Luego, los Cielos no lo pudieron escribir, porque no lo conocen. Ninguna otra cosa tampoco lo conoce, porque no hay en qué basarse; es un tiempo de reposo. Fue tan tremendo que hasta a los ángeles no les fue dado a conocer”.

Vean, los ángeles no conocen el misterio del Séptimo Sello, el misterio que causó silencio en el Cielo. Aun Cristo, hablando de este misterio estando Él en la Tierra, dijo que ni los ángeles conocían; o sea, hablando de la Venida del Hijo del Hombre, dijo que ni los ángeles conocían, o sea, no sabían el día y la hora. Sabían que Dios tenía en Su Programa ese misterio, que, así como hubo una Primera Venida de Cristo, habrá una Segunda Venida de Cristo; porque la Venida del Señor tiene dos partes.

Por lo tanto, ellos sí saben que habrá una Segunda Venida de Cristo, pero no saben ni el día ni la hora, ni cómo será. Cristo dijo: “Ni aun el Hijo sabe”, o sea, ni el mismo Jesucristo sabía mientras estaba aquí en la Tierra; después sí, ya Él conoce ese misterio. Él dijo que solamente el Padre conocía, solamente el Padre; “ni aun los ángeles conocen cuándo será el día y la hora, sino solo el Padre”[1].

Ahora, ¿cómo es posible que Jesucristo no supiera ese misterio cuando estuvo aquí en la Tierra? Pero después que ya fue glorificado sí lo supo. Es como cada uno de nosotros, que no conocemos algunas cosas de nuestro yo interior, de nuestra alma; y Jesús no sabía algunas cosas del Padre, que estaba en Él; o sea, algunas cosas no le habían sido reveladas a Jesús, como (también) la posición en el Reino.

Vean, en la página 4 y 5, cuando le preguntaron: “¿Restaurarás Tú el Reino de Israel en este tiempo?”[2], vean lo que dice aquí el reverendo William Branham. Página 4 y página 5, dice [Las Edades]:

8. Ahora, yo digo que este libro de Apocalipsis es la revelación de Jesús y lo que Él hizo en la Iglesia a través de las siete edades. Es una revelación, porque los discípulos mismos no conocían estas verdades registradas. No les había sido previamente revelado. Usted recuerda que cuando vinieron a Jesús en el libro de los Hechos y le preguntaron: ‘¿Restituirás el Reino a Israel en este tiempo?’, Él les dijo: ‘No toca a vosotros saber los tiempos o las sazones’. Aquellos hombres todavía estaban pensando en Jesús con un reino terrenal. Pero era un reino espiritual el que Él iba a edificar. Él aún no les podía declarar Su posición en el Reino, porque el Padre no se lo había revelado. Pero luego, después de Su muerte y resurrección, y en este preciso tiempo de Su ministerio de intercesión, Él puede mostrar aquí en esta revelación de Sí mismo a Juan, lo que haría y significaría Su gloria y presencia en la Iglesia.

9. En esta revelación Él nos dice cómo será el final del diablo. Él nos dice cómo es que va a lidiar con el diablo y echarlo en el lago de fuego. Él revela el fin de los impíos, los cuales siguen a Satanás. Satanás odia eso”.

Ahora vean, luego que Cristo fue resucitado, ya de ahí en adelante Él supo cosas que antes no sabía; porque cuando Él fue resucitado, fue glorificado. Por lo tanto, ya Él conocía esas cosas.

Ahora, siendo que el Padre estaba en Él, el conocimiento que Jesús tenía (y luego con ese conocimiento enseñaba al pueblo) era del Padre; Su doctrina no era humana, sino de Dios[3]; el Padre que estaba en Él le mostraba lo que Él tenía que decir. O sea que era la revelación del Padre pasando al Espíritu de Jesús, y del Espíritu de Jesús al cuerpo de Jesús: siendo hablada, colocando esa revelación en la boca de Jesús, o sea, en el cuerpo físico de Jesús.

Porque así es como venía la revelación del Padre a Jesús: de Dios el Padre, que estaba en Él, y de ahí pasaba a Su Espíritu, que es Su cuerpo angelical, llamado el Ángel de Jehová; y de ahí pasaba al cuerpo físico; y del cuerpo físico al pueblo, cuando Él lo hablaba.

Antes de tener el cuerpo físico, vean, la revelación pasaba del Padre, de Dios, al cuerpo angelical, y del cuerpo angelical a los profetas; y los profetas hablaban esa Palabra.

Ahora, de etapa en etapa, de edad en edad, la revelación del Padre, encontramos que pasa a Cristo y a través de Cristo, y pasa a la Iglesia a través de los mensajeros correspondientes a cada tiempo. Pasó a San Pedro, pasó a San Pablo y pasó a cada ángel mensajero del Señor Jesucristo; Cristo en Espíritu Santo en medio de Su Iglesia, manifestándose a través de carne humana a través de Sus diferentes mensajeros.

Ellos reciben de Dios la revelación por medio del Espíritu de Cristo, y la proclaman; o sea, Dios coloca esa Palabra revelada en la boca de esos mensajeros; ellos —ungidos con el Espíritu Santo— hablan esa Palabra, y eso es la Palabra creadora de Dios, para crear cada etapa o edad de la Iglesia ¿con qué? Con seres humanos, piedras vivas. Porque Cristo está construyendo un Templo espiritual, y “no es con ejércitos ni es con fuerza, sino con Mi Espíritu, ha dicho Jehová de los Ejércitos”, en Zacarías, capítulo 4, verso 1 al 14.

Ahora, encontramos que la revelación para la Iglesia del Señor Jesucristo tiene un orden divino para venir; así como venía al pueblo hebreo a través de Dios el Padre, por medio del Espíritu Santo, por medio de Cristo en Su cuerpo angelical, manifestado a través de los profetas.

El pueblo hebreo fue el tipo y figura de la Iglesia del Señor Jesucristo, y los profetas del Antiguo Testamento fueron el tipo y figura de los mensajeros que Cristo tendría en Su Iglesia.

Vean, los patriarcas, encontramos que tipifican a los apóstoles; y los profetas después de los patriarcas representan a los diferentes mensajeros de la Iglesia de Jesucristo. Y Moisés tipifica a uno de los Dos Olivos en la Iglesia de Jesucristo; y Elías tipifica a otro de los Dos Olivos, como también tipifica a Eliseo, y tipifica a Juan el Bautista, y tipifica al reverendo William Branham (al cuarto Elías, precursor de la Segunda Venida de Cristo), y tipifica también al quinto Elías.

En la página 300 y 301 del libro de… 301 (vamos a ver), 301 en adelante, del libro de Los Sellos, dice:

106. Noten bien: En el tiempo cuando Dios iba a librar al mundo antes del diluvio…”.

O sea, sería cuando iba a librar a Noé y su familia, o cuando iba a librar al mundo de los pecadores, cualquiera de las dos formas está correcta; porque Dios iba a librar al planeta Tierra de esa generación, que solamente pensaba mal; dice que el continuo pensamiento del corazón de ellos era de continuo al mal[4]. La misma condición en que está la humanidad hoy, porque Cristo dijo que como en los días de Noé y como en los días de Lot, sería el día en que el Hijo del Hombre se revelaría, se manifestaría, vendría[5].

Siempre, cuando se habla del Hijo del Hombre, se habla de un profeta en donde Dios estará manifestado. No se puede tener el cumplimiento de la Venida del Hijo del Hombre, a menos que el Espíritu Santo, Cristo, el Ángel del Pacto, tenga un velo de carne en quien esté manifestado.

Vean, de esto habló el reverendo William Branham en la página 165 del libro de Citas; párrafo 1471 dice:

1471 – “Ese no fue Elías, eso fue el Espíritu de Dios sobre Elías; Elías fue solo un hombre. Ahora, hemos tenido los Elías, y abrigos de Elías, y mantos de Elías, y todo de Elías. Pero el Elías de este día es el Señor Jesucristo. Él ha de venir según San Mateo… según San Lucas, capítulo 17, verso 30, dice que el Hijo del Hombre ha de revelarse entre Su gente. No un hombre, ¡Dios! Pero vendrá por un profeta. Y Él nunca tuvo dos profetas mayores en el mundo al mismo tiempo”.

Ahora, vean lo sencillo que es todo. Luego continuamos con la página 300. Vean, la página 449 del libro de Los Sellos dice:

[54]. El único Espíritu que ha estado sobre la Tierra, que yo sepa, tendría que ser Elías, como fue en su tiempo; y así fue predicho que sería, porque su Espíritu fue nada menos que el Espíritu de Cristo. Cuando Cristo vino, Él fue la plenitud, fue el Dios de los profetas”.

Ahora vean, el Espíritu de Elías es el Espíritu Santo, es el Espíritu de Cristo. Por eso en Primera de Pedro, capítulo 1, verso 10 en adelante, dice:

“Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación,

escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos”.

¿Ven? El Espíritu de Cristo estaba en los profetas del Antiguo Testamento manifestándose.

Vean aquí también: en Zacarías, capítulo 7, verso 11 al 12, donde nos dice que el pueblo hebreo no quiso escuchar la Voz de Dios. Dice:

“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír;

y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que Jehová de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte de Jehová de los ejércitos”.

Vean, era el Espíritu de Dios, el Espíritu Santo, el cual es Cristo en Su cuerpo angelical, el cual es el cuerpo angelical de Cristo.

Y ahora, vean aquí… Y el Espíritu de Cristo —siendo el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto— es el que a través de los profetas se velaba en carne humana en ellos, y a través de ellos hablaba al pueblo; hablaban ellos inspirados por el Espíritu Santo. Era el Espíritu Santo colocando la Palabra Divina en la boca de ellos, y ellos hablando. Por eso algunas veces no sabían lo que estaban hablando.

Como le pasaba al hermano Branham, que algunas veces le decían: “Usted dijo tal cosa”, y él decía: “Yo no recuerdo que dije nada de eso”, e iba a las grabaciones y escuchaba que había dicho ciertas cosas; pero no había sido el hermano Branham, había sido el Espíritu Santo a través de él hablando. No era un hombre, era Dios por medio de Su Espíritu Santo hablando a través de un hombre, a través de carne humana.

Moisés no libertó al pueblo hebreo. Y cualquier persona podrá decir: “Eso es una blasfemia”. Pues miren, no fue Moisés; la Biblia dice que fue Dios el que libertó al pueblo hebreo; pero usó un profeta, un hombre, un velo de carne que se rindió completamente a Dios, y Dios moró en él; y a través de él, Dios —por medio de Su Espíritu Santo, por medio de Cristo en Su cuerpo angelical— libertó al pueblo hebreo. Era el Espíritu de Cristo, el cuerpo angelical de Cristo, en Moisés; pero en ese cuerpo angelical estaba ¿quién? Dios.

Así también fue que Dios creó los Cielos y la Tierra: por medio de Cristo, estando Cristo en Su cuerpo angelical, llamado el Verbo, que era con Dios y era Dios, por el cual fueron creadas, hechas, todas las cosas; y sin Él nada de lo que fue hecho – nada de lo que ha sido hecho, fue hecho[6].

Ahora, veamos en Apocalipsis, capítulo 10, ese Ángel Fuerte que desciende del Cielo, veamos quién es: página 57 y página 59 del libro de Los Sellos, y página 120 y 121 (para que, por si acaso se me pasa alguna de esas páginas de leerla, ustedes las tengan ya escritas). Página 57 del libro de Los Sellos dice:

“‘Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado en una nube, y el arco celeste sobre su cabeza…’.

17. Ahora, si usted se fija bien, notará que esta persona es Cristo, porque aun en el Antiguo Testamento Él fue llamado el Ángel del Pacto; y Él ahora viene directamente a los judíos porque la Iglesia ha llegado a su fin. Ahora, continuando:

‘… y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.

18. ¿Recuerdan el Ángel de Apocalipsis, capítulo 1? Este es el mismo. Un ángel es un mensajero, y él es un mensajero a Israel. ¿Ve usted? La Iglesia está a punto de ser raptada, Él viene por Su Iglesia. Ahora fíjese bien:

‘Y tenía en su mano un librito abierto…’”.

Y en la página 59 dice:

[24]. Cuando los Sellos sean abiertos y el misterio sea revelado, luego allí baja el Ángel, el Mensajero, Cristo, colocando un pie sobre la tierra y el otro sobre el mar, con un arco iris sobre Su cabeza.

25. Ahora recuerde, el séptimo ángel estará sobre la Tierra en el tiempo de Su Venida, así como Juan estaba predicando su Mensaje cuando vino el Mesías. Juan sabía que le vería porque le tocaba a él introducirlo”.

Y ahora, vamos a ver un poquito más de ese Ángel. Página 120 y 121 del libro de Los Sellos dice:

94. Ahora, nosotros vimos la misma cosa…”.

Está hablando de este Ángel. Dice:

“Y vi otro ángel fuerte descender del cielo, cercado de una nube, y el arco celeste sobre su cabeza; y su rostro era como el sol, y sus pies como columnas de fuego’.

94. Ahora, nosotros vimos la misma cosa, la cual es Cristo; y sabemos que Cristo siempre es el Mensajero a la Iglesia”.

El Mensajero a Israel es el Mensajero a la Iglesia también.

[94]. Él es llamado ‘Columna de Fuego’, ‘El Ángel del Pacto’, y así por el estilo.

‘Y tenía en su mano un librito abierto…”.

Y para no leer mucho, vamos más abajo, donde sigue diciendo, en la página 121:

95. El otro Ángel bajó del Cielo…”.

Ahora, vamos a ver otro lugar. Ya vimos que ese Ángel es el Mensajero a Israel, lo vimos en la página 57; y en la página 120 dice que es Cristo, el Ángel del Pacto, el cual es el Mensajero a la Iglesia.

Ahora vamos a la página 80, dice [Los Sellos]:

[102]. Entonces salió el Cordero y Sus días de intercesión habían cesado, los días de mediación; entonces es cuando este Ángel aparecerá”.

¿Cuándo? Cuando haya terminado la intercesión en el Cielo, y por consiguiente haya entrado hasta el último escogido de Dios al Cuerpo Místico de Cristo.

[102]. Espere hasta que lleguemos a los mismos sellos y Él dirá: ‘El tiempo no será más’. Entonces entra la media hora de silencio; y fíjense bien las cosas que sucederán durante esa media hora del Séptimo Sello, Dios mediante”.

Más abajo dice, en el penúltimo párrafo y el último párrafo dice:

104. Ahora, fíjense muy bien, esto es algo que usted tiene que captar. Él había estado haciendo Su Obra de Mediación, intercediendo por el creyente, por dos mil años como un Cordero. Ahora Él está tomando un paso, saliendo de la eternidad para tomar el Libro del acta del título, y abrir los sellos y revelar los misterios. ¿Cuándo? En el tiempo del fin. ¿Lo ven? Bien, sigamos.

105. Él viene para abrir los sellos y soltar todos los misterios para el séptimo ángel cuyo Mensaje es revelar todos los misterios de Dios. Los misterios de Dios están aquí en estos siete sellos, así lo dijo Él. Ahora viene el Cordero y cambia de ser un mediador entre Dios y los hombres y se convierte en un León; y cuando llega a ser un León, toma el Libro que contiene Sus derechos. Dios lo ha retenido y es un misterio, pero ahora viene el Cordero. Nadie podía tomar el Libro porque todavía estaba en las manos de Dios”.

Luego… Pasemos a otra página. Todavía les debo la lectura de la página 301 y 302, pero vamos a la página 86; penúltimo párrafo y último párrafo, dice [Los Sellos]:

128. Ahora, los sellos fueron abiertos en la última edad de la Iglesia para revelar estas verdades. El Cordero abrió los sellos y se los reveló a Su Iglesia para así recoger Sus súbditos para Su Reino, Su Novia. ¿Ve usted? ¡Oh, mire! Él ahora quiere traer Sus súbditos a Sí mismo. ¿Cómo lo hará? Del polvo de la tierra, de las profundidades del mar, de los abismos y de todas partes donde fueron colocados, de las regiones de tinieblas, del paraíso y dondequiera que se encuentren; Él llamará y ellos responderán (eso es resurrección). (…)

129. Él viene para llevarse Sus súbditos. Él reveló Sus secretos y ellos lo reconocieron. Luego para ese tiempo, el tiempo no será más, ya se acabó, ha terminado. Bien, ahora, Él deja el Trono donde ha estado como Cordero Intercesor, para ser el León, un Rey para traer el mundo a juicio, el cual ha rechazado Su Mensaje. Él ya no es Mediador. Recuerde la enseñanza del Antiguo Testamento: Cuando la sangre se apartaba del propiciatorio ¿qué sucedía? Se convertía en tribunal de juicio. Y ahora cuando el Cordero inmolado salió de la eternidad, del Trono del Padre, y tomó Sus derechos, fue entonces un tribunal de juicio; y Él entonces ya no es un Cordero sino un León, el Rey, y clama por Su Reina que venga a pararse a Su lado”.

Ahora, recuerden que el reverendo William Branham está mostrando lo que será cuando Cristo termine Su Obra de Intercesión. Así será.

Ahora, vamos a ver en la página 88, dice… penúltimo párrafo… o segundo párrafo, dice [Los Sellos]:

133. ¿Ve usted quién es el Patrón de los jinetes? (O sea, de los siete jinetes). Ese es el Cordero a los siete mensajeros, los cuales están cada uno en su puesto y conocen todas las marcas.

134. Noten ahora, Él sale y deja el Trono como Intercesor, como el Cordero inmolado, para ser un León, el Rey, para traer al mundo entero ante el tribunal de juicio…”.

Y ante el Tribunal de Juicio Divino ya no habrá Sangre en el Propiciatorio para ese tiempo. Por lo tanto, saldrá el juicio divino, dictado de parte de Dios desde Su Trono eterno, sobre la humanidad, y entonces vendrá el juicio de la gran tribulación sobre la raza humana. Pero todavía no ha llegado ese momento, porque Cristo todavía está como Sumo Sacerdote intercediendo con Su propia Sangre en el Trono de Dios.

[134]. … para traer al mundo entero ante el tribunal de juicio, el mundo que le ha rechazado. Entonces nuestro pariente como Redentor es Rey sobre todo. ¿Por qué? Porque tiene el acta del título de la redención en Su mano (o sea, el Librito de los Siete Sellos). Estoy tan contento que le conozco. Entonces Él reclama Su herencia, la Iglesia, o sea, la Novia. Entonces Él echa al suelo a Su contendiente Satanás. Él echa a Satanás en un lago de fuego juntamente con todos los que fueron inspirados por Satanás para rechazar Su Palabra de redención. Él ahora es Rey.

135. Hoy todavía hay misericordia, no vaya usted a rechazar Su oferta. Los jinetes saben exactamente quién es usted…”.

Los jinetes son los mensajeros de las diferentes edades.

Sigue diciendo…, más abajo dice:

[135]. Su contendiente, quien le ha dado la guerra por dos mil años, ahora todavía está diciendo: ‘Puedo hacer con ellos lo que quiero, todavía los tengo, son míos. Ellos canjearon el título allá en el principio’. PERO Él es el Redentor semejante. Él ahora está intercediendo por nosotros, pero algún día… El diablo dice: ‘Yo los pondré en la tumba’. Pero Dios dijo a la Iglesia: ‘Yo os sacaré, pero primero tengo que ser Intercesor’.

136. Ahora Él viene y sale de la eternidad allá del Trono del Padre, donde ha estado como Intercesor, y viene para ser Rey, para reinar sobre todas las naciones con la vara de hierro. El juicio está listo. ¡Ahora, hermanos, nuestro Redentor semejante tiene todas las cosas! Correcto. Ahora ¿qué hace? Desafía a Satanás, el contendiente, y dice: ‘Ahora son míos. Los he resucitado’. (¿Ve?). Entonces toma todos los mentirosos y los pervertidores de la Palabra juntamente con Satanás y los destruye en el lago de fuego. Entonces todo queda terminado. Los destruye en el lago de fuego”.

Ahora, en la página 89… página 89, vamos a leer un pedacito aquí, dice [Los Sellos]:

[139]. Y cuando vieron que en verdad había un Redentor… Todas las almas bajo el altar, los ángeles, los ancianos y toda la Creación vio que esto sucedió… Ahora, todo esto queda todavía en el futuro. Esta noche Él todavía es un Mediador, pero esto le queda en el futuro”.

Así que en los días del hermano Branham no era el tiempo en que estas cosas estaban cumpliéndose, sino que todo esto queda en el futuro; y todavía Cristo no se ha levantado del Trono del Padre y no ha tomado el Título de Propiedad, todavía está en el futuro. Pero eso corresponde a nuestra edad. Por lo tanto, habrá un séptimo mensajero dispensacional en esta Tierra en este tiempo final, en la Iglesia de Jesucristo, en el cual Cristo en Espíritu Santo estará manifestado dándonos Su Palabra revelada para la Edad de la Piedra Angular.

Y cuando se complete la Iglesia, Cristo tomará el Título de Propiedad, lo abrirá en el Cielo y lo traerá a la Tierra. Y así como en el tipo y figura lo entregó a Juan el apóstol (Juan el apóstol tipifica a la Iglesia con sus diferentes mensajeros de los diferentes tiempos), por lo tanto habrá un mensajero que recibirá ese Título de Propiedad y se lo comerá; y entonces hablará, dará completamente la revelación del Séptimo Sello.

Vamos a ver algo más aquí: página 90 dice [Los Sellos]:

[144]. … Él tomó el Libro (¡GLORIA!), lo abrió y le quitó los sellos y lo envió a la Tierra a Su séptimo ángel, para revelarlo a Su pueblo”.

Ahora, podemos ver que hay cosas que todavía no pueden ser dadas a conocer; pero serán dadas a conocer ya muy pronto. Vamos a ver por qué. Página 467… No les había terminado la página 466; dice… Aquí fue cuando los Truenos hablaron; fueron Siete Truenos. Dice:

[144]. Pero aquí tenemos siete truenos, uno tras otro: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete (…). Siete truenos, uno tras otro, sonaron así rápidamente: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, pero sin que se entendiera. Luego, los Cielos no lo pudieron escribir, porque no lo conocen. Ninguna otra cosa tampoco lo conoce, porque no hay en qué basarse; es un tiempo de reposo. Fue tan tremendo que hasta a los ángeles no les fue dado a conocer. Ahora, ¿por qué? Si Satanás lograra conocer esto, quizás haría un gran daño. Y esa es una cosa que él no sabe. Él puede interpretar lo que quiera y personificar cualquier don (ojalá estén aprendiendo), pero él no puede conocer esto, porque ni está escrito en la Palabra. Es un secreto por completo. Los ángeles y todos se callaron. Si ellos hubieran hecho algún movimiento, quizás eso hubiera servido para revelar algo; por eso se callaron y no se movieron”.

Cuando fue abierto en el Cielo el Séptimo Sello, los ángeles vieron lo que era, pero se callaron; hubo silencio en el Cielo para que no se supiera qué era, o sea, para que el diablo no supiera lo que era.

145. Siete es el número perfecto de Dios, y hubo estos siete truenos consecutivos uno tras otro. Estos siete truenos sonaron así rápidamente, como si estuvieran deletreando algo. Ahora noten que en ese tiempo Juan comenzó a escribir y le fue dicho: ‘No lo escribas’. Jesús nunca habló de esto; Juan no lo podía escribir; los ángeles no sabían nada de esto. Entonces, ¿qué es? Es aquello de lo cual dijo Jesús que ni los ángeles en el Cielo lo conocían, ni Jesús mismo lo conocía; porque Él dijo que solamente Dios lo conocía. Pero nos dijo que cuando comenzáramos a ver estas señales aparecer… ¿Ahora están entendiendo mejor? Podemos ver las señales.

146. Ahora, si Satanás pudiera agarrarse de esto… Por ejemplo: Si usted quiere que algo suceda (ahora tendrán que creerme solamente por mis palabras)…, pero si yo tengo planes para hacer cierta cosa, yo sé que no puedo decírselo a nadie. No es que esa persona lo andaría contando, pero la cosa es que Satanás lo oiría. Pero él no puede entrar en mi corazón, por cuanto Dios lo tiene sellado con el Espíritu Santo. Entonces la cosa es entre Dios y yo. El diablo no sabe nada hasta que usted lo habla, y en eso él lo oye. Yo he tratado, le he dicho a la gente que tengo planes para hacer esto o aquello, y de allí en adelante puedo ver al diablo poniéndome estorbo tras estorbo para él poder llegar antes”.

Para el diablo poder llegar antes, y así, cuando llegara el hermano Branham, ya no podría el hermano Branham llevar a cabo lo que había planificado.

[146]. Pero si yo obtengo la revelación de Dios y no digo nada, entonces eso es distinto.

147. ¡RECUERDEN: Satanás tratará de personificar! Él tratará de copiar todo lo que hace la Iglesia. Así ha obrado en el pasado, pues lo vemos claramente en el anticristo (pues lo vemos claramente en el anticristo). Pero esta es una cosa en particular que él no podrá personificar. Acerca de esto no habrá copiadores. Y así será porque él no lo sabe, ni hay manera que lo llegue a conocer tampoco. Esta es la Tercera Etapa, y él no sabe nada en cuanto a eso, no lo entiende. Pero hay un secreto debajo de eso…”.

¿Ven? Hay un secreto debajo de la Tercera Etapa, hay un secreto debajo del Séptimo Sello.

[147]. ¡GLORIA A DIOS EN LAS ALTURAS! Yo nunca podré pensar igual como antes por estos años que viva, después de haber visto… Ahora yo sé cuál es el próximo paso, pero no sé cómo interpretar eso. Pero ya no falta mucho.

148. Tengo escrito aquí… Si cuando esto sucede, ustedes pudieran ver mi libreta: ‘¡PÁRATE, NO PROSIGAS!’”.

Ahora, podemos ver que en los apuntes que él tenía en su libreta, hay algo ahí acerca del Séptimo Sello, hay algo ahí acerca de la Tercera Etapa, que él no podía decir; pero él vio.

Ahora, veamos lo que nos dice en la página 472, dice… primer párrafo, dice [Los Sellos]:

164. Noten bien el Mensaje del tiempo del fin (este Sello) (o sea, el Séptimo Sello)… Él nos ha revelado seis Sellos, pero no dice nada del séptimo. El Sello del tiempo del fin, cuando empiece (o sea, cuando comience) será algo completamente secreto, según la Biblia”.

El Sello del tiempo del fin ¿es cuál? El Séptimo Sello. Y el Sello del tiempo del fin, vean: “El Mensaje del tiempo del fin (este Sello)…”. O sea que el Mensaje del tiempo del fin es el Séptimo Sello. El Mensaje del tiempo del fin gira alrededor ¿de qué? Del Séptimo Sello. Sigue diciendo:

[164]. Pero antes de conocer eso… Recuerden Apocalipsis 10:1-7: que al fin del Mensaje del séptimo ángel TODOS los misterios de Dios serían conocidos. Estamos en el tiempo del fin – la apertura del Séptimo Sello.

165. El domingo pasado, hace una semana hoy, cuando estaba predicando sobre: ‘Sed humildes, sed humildes, recuerden que Dios obra en cosas pequeñas’, en verdad no me daba cuenta de lo que estaba hablando, pero ahora lo veo bien. Será de una manera tan humilde. Uno pensaría que una cosa tan tremenda sería revelada allá en el Vaticano, pero más bien viene como vino Juan el Bautista, viene como el nacimiento de nuestro Señor, ¡allá en un establo!”.

¿Qué viene así? El Séptimo Sello; viene como vino Juan el Bautista y como vino Cristo, como vino el nacimiento de Jesús, allá en un establo.

[165]. ¡GLORIA A DIOS! ¡La hora está a la mano! ¡Aquí estamos! ¡Oh hermano!”.

Y ahora, veamos algo aquí: página 469 dice (primer párrafo) [Los Sellos]:

153. ¿Y notaron que dije que uno de esos ángeles era muy raro? Me pareció muy distinto a los demás. Estaban en una constelación con tres a cada lado y uno arriba; y el que estaba a mi lado, contando desde la izquierda hacia la derecha, ese sería el séptimo Ángel. Él era más brillante y significaba más para mí que los demás. Les dije que tenía el pecho así robusto y estaba volando hacia el Oriente. Les dije también que: ‘Me levantó, me alzó’. ¿Se acuerdan?

154. Ahora, ¡aquí está! Era el que tenía el Séptimo Sello, lo cual he mantenido como una pregunta en mi mente toda mi vida. ¡Amén! Los otros Sellos significaron mucho para mí, desde luego; pero ustedes no se imaginan lo que ha significado este séptimo”.

Y ahora, el Séptimo Sello lo tiene un Ángel; dice: “Era el que tenía el Séptimo Sello”. No puede ser desligado, este Ángel, del Séptimo Sello; como no puede ser desligado el Ángel de Jehová, de la Primera Venida de Cristo, porque la Primera Venida de Cristo fue el Ángel de Jehová, el Ángel del Pacto, hecho carne en el velo de carne llamado Jesús.

Jesucristo es el Ángel del Pacto, el Ángel de Jehová, en quien estaba Dios eternamente y a través del cual Dios se manifestaba, pero usaba velos de carne. Pero luego se creó un velo de carne en el vientre de María; y en ese velo de carne, que nació en Belén de Judea, habitó Dios en toda Su plenitud: Dios con Su cuerpo angelical, Dios con Su Ángel, el Ángel de Jehová.

Por lo tanto, no podemos desligar la Primera Venida de Cristo del Ángel de Jehová. Y el que lo desligue no sabe quién es Jesucristo nuestro Salvador.

Vean, en Malaquías, capítulo 3, verso 1, dice:

“He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí…”.

Todos sabemos que ese fue Juan el Bautista, enviado para preparar el camino del Señor antes de venir el Señor, o antes de cumplir Su Venida y Su ministerio.

“… y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho Jehová de los ejércitos”.

¿Quién vendría? El Señor, el Ángel del Pacto. ¿Ven? Por lo tanto, Juan le preparó el camino al Señor, al Ángel del Pacto, el cual vendría en carne humana en aquellos días, y el cual, dijo Juan: “Es mayor que yo; Él les bautizará con Espíritu Santo y Fuego”[7]. Por lo tanto, los discípulos de Juan estaban llamados luego a seguir a Aquel del cual Juan dio testimonio que vendría después de él y que los bautizaría con Espíritu Santo y Fuego.

El ministerio y responsabilidad de un precursor es anunciarle al pueblo que después de él viene uno mayor que él, que reciban a ese que vendrá después de él, porque en ese que vendrá después de él viene una bendición muy grande.

El que vino después de Juan trajo la bendición del Sacrificio por el pecado en la Cruz del Calvario, y derramó Su Sangre para limpiarnos de todo pecado, y trajo la bendición del bautismo del Espíritu Santo. Vean todas las bendiciones que estaban en el que vendría después del precursor. Y produjo el nuevo nacimiento, y produce todavía el nuevo nacimiento, en todos los que lo reciben como su Salvador; produce la transformación interior en todos aquellos que lo reciben como su Salvador.

Y Cristo en Su Segunda Venida, al cual el precursor de la Segunda Venida le preparó el camino, es el que nos transformará y producirá esa transformación física, y nos dará el cuerpo nuevo y eterno.

Por lo tanto, no basta con creer y seguir al precursor, sino que se requiere que luego, los que han creído en el Mensaje del precursor, busquen a aquel que el precursor dijo que vendrá después de él, ¿para qué? Para seguir el Mensaje del que vendrá después de él; porque de otra forma no podrán recibir las bendiciones que trae el precursado, el que viene después del precursor. Los que siguieron a Jesús, que eran discípulos de Juan, hicieron muy bien; los que se quedaron con Juan, no recibieron el Espíritu Santo, hasta que recibieron a Jesús.

Pablo se encontró un grupo de doce creyentes en Juan que todavía no habían recibido el bautismo del Espíritu Santo, ni sabían que había Espíritu Santo, ¿por qué? Porque se quedaron con el precursor, y no vieron y no creyeron en el que vino después de Juan el Bautista, que fue Jesús. Pero Pablo les dijo que Juan había bautizado con bautismo de arrepentimiento, diciendo al pueblo, a la gente, que creyeran en el que vendría después de él; y Pablo dijo: “Esto es, en Jesús”. ¿Por qué? Porque Pablo identificó al que vendría después de Juan, lo identificó como Jesús. O sea, les dijo: “El Hombre, el Varón del cual Juan dijo que vendría después de él, al cual Juan le preparó el camino, ¡es Jesús!”.

Y vean, ellos no sabían que era Jesús ni estaban siguiendo a Jesús. ¿Y ya cómo cuántos años habían transcurrido? 14 años como poco. ¿Unos cuánto…? [Hno Miguel: De 14 a 20 años creo] De 14 a 20 años ahí mal contados; después averiguamos cuando tengamos el nuevo cuerpo y nos encontremos con ellos.

¿Y qué podríamos decirles? “Ustedes sí estaban bien ciegos”.

—“No, pero que fue que Juan el Bautista mandó a preguntar que – a Jesús que si Él era o no era el que vendría después de él, y Jesús no le contestó, no le dijo que sí; por lo tanto, nos hemos quedado así”.

Y Pablo les dice: “Pues ese Jesús, ese es el que vendría después de él”. Y cuando escucharon eso fueron bautizados en agua en el Nombre del Señor Jesucristo[8].

Mientras Jesús estaba en Su ministerio no pudieron creer en Jesús; y eran discípulos de Juan. Pero hubo otros que sí creyeron, como Andrés y Juan[9], y vinieron a ser apóstoles de nuestro amado Señor Jesucristo, apóstoles del precursado. Es bueno ser apóstol del precursor, pero es mejor ser apóstol del precursado.

Juan no les dijo a ninguno de ellos: “Ustedes se van a sentar conmigo; en el Reino de Dios se van a sentar en doce tronos”. Pero Jesús dijo a Sus discípulos eso: que sí, que ellos se iban a sentar con Jesús en Su Reino, en doce tronos[10].

La bendición grande está en el precursado, en el que viene después del precursor. La bendición de la transformación interior, donde la persona obtiene el nuevo nacimiento y obtiene así su adopción espiritual, estaba ¿en quién? En el precursado: en Jesús. “Este es el que bautiza con Espíritu Santo y Fuego”, dijo Juan. Ellos no sabían que había Espíritu Santo, y Juan les había predicado de que Jesús era el que bautizaría con Espíritu Santo y Fuego.

Por lo tanto, toda persona que quería recibir el Espíritu Santo tenía que seguir a Jesús. ¿Quería solamente ser bautizado en agua? Pues con seguir a Juan era suficiente. ¿Pero quería recibir el Espíritu Santo y obtener el nuevo nacimiento? Pues tenía que seguir a Jesús.

Y ahora, ¿quieren solamente ser bautizados en agua? Pues basta con seguir al precursor. ¿Pero quieren ser transformados y recibir esa transformación, y obtener el cuerpo nuevo y eterno? Pues el que traerá esa transformación, vamos a ver quién es. Eso está en Filipenses, capítulo 3, verso 20 al 21, dice:

“Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo;

el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas”.

¿Quién es el que producirá esa transformación física? Nuestro Señor Jesucristo, al cual el reverendo William Branham le ha preparado el camino.

Ahora, en la Primera Venida de Cristo no supieron, aunque estaban las profecías no sabían cómo vendría el Mesías; aunque sabían que tenía que nacer en Belén de Judea, pero no sabían quién era la virgen a través de la cual vendría. Pero vean, fue la virgen María. Y el Mesías era Jesús, un joven carpintero de Nazaret, el cual no había estudiado, no tenía un diploma de rabino ni nada de eso, pero ese era el Mesías. Es que Su Enseñanza no la recibió de un seminario, sino de Dios, del Padre que estaba en Él; por lo tanto, era la revelación del Cielo para el pueblo de Dios.

Y ahora, para el Día Postrero, la Venida de Cristo es el misterio más grande de todos los misterios de la Biblia, es el misterio del cual Cristo dijo que ni los ángeles sabían, no conocían, y Cristo mismo dijo: “Ni el Hijo tampoco sabe cuándo será”; eso antes de ser glorificado; pero ya glorificado Él sabe todas las cosas.

Ahora, ese es el misterio contenido en el Séptimo Sello.

Y ahora, la promesa es que Dios va a dar a conocer a Su Iglesia ese misterio; lo va a dar a conocer abiertamente a Su Iglesia cuando llegue el tiempo preciso, que será cuando Cristo haya completado Su Iglesia y haya tomado el Título de Propiedad de la diestra de Dios, de la diestra del Padre. Y eso todavía está en el futuro, porque todavía está haciendo intercesión.

En los mensajes del reverendo William Branham usted encontrará detalles, como en el libro de Los Sellos, detalles en cuanto a la Venida del Señor; y ahí usted podrá comprender muchas cosas que por ahora no quiero mencionarles, para que no quede tan abierto este misterio antes de tiempo.

Pero toda revelación que recibirá la Iglesia sobre este misterio y todo misterio del Reino de los Cielos, tiene que ser por medio del Espíritu Santo a través de un velo de carne. La revelación de Cristo para cada edad la recibió la Iglesia a través del mensajero de cada edad, donde estuvo el Espíritu Santo manifestado.

Por lo tanto, ningún mensajero trajo ninguna revelación; quien la trajo fue Cristo en Espíritu Santo, y la dio al mensajero, y el mensajero la dio hacia adelante ungido con el Espíritu Santo. Por lo tanto, era el Espíritu Santo hablando a través de un hombre.

Ahora, página 301 y 302 (lo cual les debía, tenía que leerles), dice [Los Sellos]:

106. Noten bien: En el tiempo cuando Dios iba a librar al mundo antes del diluvio, Él mandó a un águila (o sea, un profeta; ese fue Noé). Cuando decidió librar a Israel, también mandó un águila (ese fue ¿quién? Moisés). ¿No cree usted que cuando Juan estaba en la Isla de Patmos, este Mensaje era tan perfecto que aun no podía ser confiado a un ángel? Ahora, un ángel es un mensajero, pero ¿sabía usted que aquel mensajero era un profeta? ¿Lo creen? Vamos a probarlo. Veamos Apocalipsis, capítulo 22, verso 9, para ver si no fue un águila. Él era un ángel, un mensajero, pero era un profeta, el cual reveló a Juan completamente este libro de Apocalipsis. Veamos lo que Juan vio:

‘Yo Juan soy el que ha oído y visto estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas.

Y él (el ángel) me dijo: Mira, no lo hagas (ningún verdadero profeta recibiría adoración, o mensajero cualquiera) (o mensajero alguno); porque yo soy siervo contigo, y con tus hermanos los profetas, y con los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.

Apocalipsis 22:8-9”.

Y pasamos a la página 302, que es la continuación de la lectura, dice:

107. Ahora, el Libro era tan importante, y es la Palabra de Dios. ¡Cuidado! Cuando la Palabra de Dios es revelada, tiene que ser traída por el profeta, porque solamente a él llega la Palabra de Dios”.

Toda persona que está esperando la revelación del Séptimo Sello, y está esperando la revelación, escuchar la Voz de los Siete Truenos, la revelación de los Siete Truenos, que revelan el misterio del Séptimo Sello, pues tiene que estar esperando un profeta; y tiene que estar prometido ese profeta para venir a la escena. Y eso está prometido ahí. Eso es nada menos que el Ángel del Señor Jesucristo viniendo a la Iglesia del Señor Jesucristo, el cual es un profeta dispensacional, y el cual estará en carne humana en medio de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Por lo tanto, ese es el instrumento a través del cual la Iglesia del Señor Jesucristo recibirá toda la revelación del Séptimo Sello, y por consiguiente recibirá la fe, la revelación, para ser transformado cada creyente en Cristo, miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo.

Y ahí, en ese Ángel, hay un misterio muy grande; porque así como Dios en el Antiguo Testamento dice:

[Éxodo 23:20] “He aquí yo envío mi Ángel delante de ti para que te guarde en el camino, y te introduzca en el lugar que yo he preparado.

Guárdate delante de él (…); no le seas rebelde; porque él no perdonará vuestra rebelión, porque mi nombre está en él”.

Y ahora, Cristo en el Nuevo Testamento… Eso está en Éxodo, capítulo 23, verso 20 al 23. Y ahora Cristo en Apocalipsis, capítulo 22, verso 16, dice:

“Yo Jesús he enviado mi ángel para daros testimonio de estas cosas en las iglesias”.

Y Cristo tiene un Nombre Nuevo, dice en Apocalipsis, capítulo 2, verso 17, y capítulo 3, verso 12. Y Él dice que lo escribirá sobre el Vencedor.

Y si el Nombre de Dios en el Antiguo Testamento estaba en el Ángel de Jehová, ¿dónde tiene que estar el Nombre de Dios, de la Ciudad de nuestro Dios y Nombre Nuevo del Señor Jesucristo?, ¿dónde lo tiene que escribir Jesucristo? En Su Ángel. No lo puede escribir en otro lugar. En Su Ángel.

Y luego, por consiguiente, estará en la Iglesia del Señor Jesucristo, porque el Ángel del Señor Jesucristo es un miembro de la Iglesia del Señor Jesucristo; por eso le dijo a Juan: “Yo soy consiervo tuyo y con tus hermanos, con los profetas, con los que guardan… con los que guardan…”. Vamos a ver, está en dos lugares las palabras del Ángel.

[Apocalipsis 22:9] “Pero él me dijo: Mira, no lo hagas (el verso 9 del capítulo 22); porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios”.

Este Ángel es consiervo de Juan, de los profetas y también de los que guardan las palabras de este Libro. Y en el capítulo 19, verso 10, dice [Apocalipsis]:

“Yo me postré a sus pies para adorarle. Y él me dijo: Mira, no lo hagas; yo soy consiervo tuyo, y de tus hermanos que retienen el testimonio de Jesús. Adora a Dios; porque el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía”.

Ahora, podemos ver que este Ángel le enseñó a Juan que la adoración es a Dios.

Ahora, podemos ver que este Ángel se mantendrá fiel a Jesucristo, y le dará a la Iglesia de Jesucristo toda revelación divina que Cristo le dé para Su Iglesia. A través de ese Ángel, Cristo estará revelándole a Su Iglesia todos los misterios que no han sido revelados en otro tiempo. Y ese es el Ángel que recibirá de parte de Cristo, el Ángel Fuerte, recibirá el Título de Propiedad. Ese es el Ángel que, juntamente con los creyentes que estarán recibiendo el Mensaje de Cristo para este tiempo, serán adoptados, transformados.

Ese es un Ángel Mensajero dispensacional, con un Mensaje dispensacional: el Mensaje de la Lluvia Tardía del Evangelio del Reino, que gira alrededor del Séptimo Sello, alrededor de la Segunda Venida de Cristo.

Por lo tanto, el misterio que causó silencio en el Cielo, muy pronto va a ser abierto públicamente a la Iglesia del Señor Jesucristo: cuando Cristo complete Su Iglesia y se levante del Trono del Padre, y tome el Título de Propiedad y lo abra en el Cielo; y ya de ahí en adelante…; y Cristo le dará el Título de Propiedad, como en Apocalipsis, capítulo 10: se lo comerá. Porque para ser adoptado físicamente se requiere tener el Título de Propiedad, el cual perdió Adán y Eva.

Y entonces ese mensajero abrirá plenamente el Séptimo Sello a todos los escogidos de Dios; y se cumplirá plenamente, bajo Su ministerio, para ese tiempo, la Visión de la Carpa, que está en espera de ese ministerio de Cristo a través de un hombre, que será el Ángel del Señor Jesucristo.

Por eso es que, mientras llega ese momento en que Cristo tome el Título de Propiedad, tenemos que estar llevando el Mensaje del Evangelio de la Gracia y el Evangelio del Reino a la misma vez, que son la Lluvia Tardía y la Lluvia Temprana, para que así Cristo llame y junte Sus últimos escogidos en Su Cuerpo Místico de creyentes; y luego llame y junte a los 144.000 hebreos.

El reverendo William Branham dice que en la brecha entre el Sexto Sello y Séptimo Sello surgen todas esas cosas, y entre el capítulo… antes del capítulo 8, en el capítulo 7, surge todo eso. ¿Ve? Hay un misterio ahí.

Y como Dios no quiere que se interrumpa Su Programa, entonces, lo que dijo el hermano Branham: “Pero si recibo la revelación y me quedo callado, el enemigo no entiende nada”. ¿Y entonces qué se puede hacer? Se puede llevar a cabo la Obra de Dios para nuestro tiempo, para que entonces se complete toda la Obra de Cristo, se complete Su Iglesia; y luego Cristo salga del Trono del Padre y tome el Título de Propiedad, y haga Su Obra de Reclamo, resucite a los muertos creyentes en Él, en Su Obra de Reclamo, y nos transforme a nosotros los que vivimos.

Así que alguien (dijo el reverendo William Branham) recibirá la revelación de ese misterio; él, lo que recibió, lo mantuvo callado al máximo; y para este tiempo, lo que sea necesario mantener callado lo mantendremos callado, para que no se interrumpa el Programa de Dios.

Por eso es que Dios nos ha dado para este tiempo imprentas, nos ha dado cámaras para tomar videos, para tomar las conferencias: para que nadie esté añadiendo o quitando, o hablando abiertamente el misterio del Séptimo Sello y diciendo que tiene la revelación de ese misterio, y hablando cosas que interrumpen el Programa de Dios.

Por eso ustedes, cuando ven que alguna persona en una actividad, algún ministro, o el que dirige los devocionales, en vez de presentar el mensaje —que ya está listo, está grabado— se pone a dar explicaciones, muchas personas se pueden levantar y se pueden marchar, personas nuevas, que el Espíritu Santo las trajo para escuchar la Palabra, y se pone el ministro o el que dirige devocional a hablar cosas que no debe de estar hablando.

Hay cosas que, para yo hablarlas, algunas veces hablando pasa media hora, una hora, para luego hablarlas; y viene una persona y se para y las habla abiertamente: eso interrumpe la Obra de Dios, y coloca a la persona como un ministro irresponsable, que no hace las cosas como debe hacerlas.

Y si hace eso, ¿cómo sería si Dios le diera el poder para hacerlo? Mataría un montón de gente, porque no tiene dominio propio, y no sabe que hay cosas que no pueden ser habladas hasta que llegue el tiempo; y el Espíritu Santo será el que las hablará por el instrumento señalado para ese propósito.

Así que no queremos interrumpir el Programa de Dios. Queremos que Cristo continúe haciendo Su Obra, y siga llamando y juntando Sus escogidos en este tiempo final.

Por lo tanto, nadie podrá hacer una labor mejor o una predicación mejor, o traer una revelación mejor, que la que el Espíritu Santo trae para nuestro tiempo. Esa es la que llama y junta a los escogidos de nuestro tiempo, no lo que alguna otra persona pueda decir; es lo que el Espíritu Santo ha estado diciendo, y lo que continuará diciendo. Fue el Mensaje de Dios para cada edad el que llamó y juntó los escogidos de cada edad, y así es para nuestro tiempo también.

Nuestro tema ha sido en esta noche: “EL MISTERIO QUE CAUSÓ SILENCIO EN EL CIELO”. Ese es el misterio del Séptimo Sello, el misterio que los Truenos hablaron pero a Juan le fue prohibido escribir.

El reverendo William Branham dice que también, ¿quién más escuchó los Truenos? Él dice que otro profeta escuchó los Truenos en una ocasión en el Antiguo Testamento, y dice que fue (¿quién, Miguel?) el profeta Daniel, dice que escuchó también los Truenos, y que le fue prohibido escribir. “Sella las palabras… sella estas palabras. Estas palabras están selladas y cerradas hasta el tiempo del fin”. Estaba escuchando al Ángel que estaba sobre las aguas ([Daniel], capítulo 12).

Ahora vean, el profeta Daniel tuvo una bendición muy grande, aun estando entre los gentiles: vio al Arcángel Gabriel, y también escuchó y vio al Ángel que estaba sobre las aguas, y vio a dos varones más, uno a un lado y el otro al otro lado; o sea que allí estaban tres varones allí.

Así que… Eso es Cristo con Sus Ángeles, Cristo con Miguel y Gabriel. Gracias a Dios que uno de ellos le gritó al que estaba frente a [Daniel], en… Eso fue en el capítulo ¿qué? 7, del 7 al 9. Y dijo: “Gabriel, enseña a este la visión”. Y por eso se sabe que era Gabriel el que le había dado la revelación a… ¿a quién? A Daniel.

Al hermano Branham se le enreda algunas veces, y dice que… ¿Cómo es que dice? Que Gabriel cuando escuchó los Truenos… o Daniel cuando escuchó los Truenos le fue prohibido escribirlo. Es que la revelación de Daniel y la revelación de Juan, vean, contiene los mismos elementos: aparece Cristo, aparece el Anciano de días, aparece… también hasta el anticristo aparece ahí, aparece la bestia; todo eso aparece ahí; y aparecen también los escogidos de Dios, los santos del Altísimo, a quienes se les dará el Reino y el poder. ¿Ve?

Bueno, vamos a dejar eso quietecito ahí, y ya no nos vamos a meter más en ese campo, no vaya a ser que hablemos algo que no convenga hablarlo, y entonces descubramos algún misterio que no debe ser descubierto todavía. Pero hay un misterio ahí, porque lo que el hermano Branham habla acerca de la revelación que recibió Juan y la revelación que recibió Daniel, vean, es muy importante lo que él dijo que sucedió.

Vean, también Ezequiel: las visiones que tuvo el profeta Ezequiel, vea, también usted encuentra en el Apocalipsis de lo mismo: vio al Varón vestido con un tintero en la cintura; ese es el Espíritu Santo, es Cristo.

Así que, vamos hasta aquí.

“EL MISTERIO QUE CAUSÓ SILENCIO EN EL CIELO”.

Ha sido para mí una bendición grande estar con ustedes en esta ocasión, dándoles testimonio de: “EL MISTERIO QUE CAUSÓ SILENCIO EN EL CIELO”.

Muchas gracias, Miguel.

“EL MISTERIO QUE CAUSÓ SILENCIO EN EL CIELO”.

[Revisión noviembre 2024]

[1] San Mateo 24:36, San Marcos 13:32

[2] Hechos 1:6

[3] San Juan 7:16

[4] Génesis 6:5

[5] San Mateo 24:37-39, San Lucas 17:26-30

[6] San Juan 1:1-2

[7] Mt. 3:11, Mr. 1:7-8, Lc. 3:16

[8] Hechos 19:1-7

[9] San Juan 1:35-42

[10] San Mateo 19:27-28, San Lucas 22:29-30

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